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May Malfoy

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May Malfoy ganó por última vez el día 30 Septiembre 2014

¡May Malfoy tenía el contenido más querido!

Acerca de May Malfoy

  • Cumpleaños 04/06/1993

Ficha de Personaje

  • Nivel Mágico
    6
  • Rango Social
    Unicornios de Oro
  • Galeones
    82310
  • Ficha de Personaje
  • Bóveda
  • Bóveda Trastero
  • Bando
    Neutral
  • Familia
    Malfoy
  • Trabajo
    0
  • Raza
    Banshee
  • Graduación
    Graduado
  • Puntos de Poder en Objetos
    60
  • Puntos de Poder en Criaturas
    40
  • Puntos de Fabricación
    0
  • Rango de Objetos
    10 a 200
  • Rango de Criaturas
    10 a 200
  • Conocimientos
    - Artes Oscuras
    - Idiomas
    - Leyes Mágicas (Conocimiento Adquirido)
  • Medallas
    0

Profile Information

  • Casa de Hogwarts
    Gryffindor
  • Género
    Female

Contact Methods

  • MSN
    preguntenmelo, vía MP (:
  • Website URL
    http://maymrtll.blogspot.com

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Reputación

  1. -Vaya, estás aquí -fue la única respuesta que le dio a Nathaniel cuando él la apretó contra sí. La verdad es que ella seguía molesta por su último encuentro, sobre todo porque se había aferrado a aquella taberna por un par de días después de que él se esfumara. Jamás lo admitiría, mucho menos en voz alta pero lo extrañaba y había pensado en quedarse solo para verlo de nuevo pero no le sorprendía su ausencia, en realidad su comportamiento era de lo más normal; al final era su hermano. Suspiró y sacudió la cabeza al mirarlo volver sobre sus pasos para sentar sobre sus piernas a una chica de dulce semblante. Una sonrisa comenzó a asomarse sobre sus labios, aunque ella intentó disimularla pues quería mantener su mal genio con su hermano. Sin embargo, no pudo ocultar su sorpresa cuando la escena tan azucarada cambió a una no apta para todos. Bajo la mirada y meneó su cabellera, por lo visto los problemas de faldas siempre perseguirían a sus hermanos. Chasqueó la lengua antes de ignorar la escena que su hermano daba en aquel sitio y centró toda su atención en Goshi y en Aleera de nuevo. La primera se había tardado un poco en reaccionar a su llegada pero ciertamente se había compensado al dejar la botella de vino en sus manos. La idea de la vieja camadería la sensación de que la confianza seguía ahí, la convenció de permanecer en aquella polvorienta casa, tampoco es que quisiera volver tan pronto al sitio de dónde había partido. May caminó lentamente junto a Aleera hasta unos viejos sillones e hizo lo propio con su varita desapareciendo el polvo de uno de los reposabrazos donde solo se recargó escuchando y asintiendo como era debido a la historia. Frunció los labios al escuchar la historia que su sobrina le contaba. -¡Pefecto! Prácticamente todo el árbol Malfoy está amenazado por un Black -bufó la ex mortífaga rodando los ojos. El hecho de que su media hermana estuviera enamorada de Orión había arrastrado a varios Malfoy a aquel lugar. Una carcajada seca fue lo que escapó de sus labios al escuchar el final de la historia-. Vamos, Gosh, necesito esa copa de vino para ver el lugar amoroso y cálido que Aleera me describe bromeó la banshee. Con un movimiento de su varita abrió el vino que aún tenía entre las manos y rápidamente lo sirvió en las tres copas que ahora se presentaban frente a ella. Tomó la propia y lo llevó hasta sus labios, no era el mejor vino del mundo pero sin duda superaba con creces algunos que había probado durante propio exilio. -Supongo que haremos guardias y dado que este lugar no se presta para que duerma, me sumo a la primera guardia, al menos hasta que los tortolitos limpien las habitaciones bromeó. Sus palabras quedaron suspendidas en el aire pues ella fijó la vista en ambas brujas, tenía tanto que no las veía que poco sabía sobre sus vidas actuales, era triste pero había hecho un excelente trabajo desapareciendo desde la última vez en Londres-. Y ¿qué ha sido de ustedes?
  2. -¿Qué rayos es eso? -murmuró May en voz baja cuando su elfina apareció con un trozo de pergamino arrugado entre sus pequeñas manos. Jane sacudió su cabecilla secamente antes de entregarle apuradamente la misiva a la Malfoy, era como si la criatura ya presintiera el peligro que encerraban aquellas letras. La bruja se quedó inmóvil sopesando la idea de arrojar la carta al fuego, tenía meses de no saber nada de su mundo de su familia que le sorprendía que la hubieran encontrado. -Quita esa cara de preocupación -comenzó a decir la bruja al tiempo que se decidía a abrirla-, seguro es Nath disculpándose por haber desaparecido tan de repente -continúo diciendo la bruja rasgando el sobre. Sus palabras se quedaron flotando al aire al darse cuenta que aquella no era su caligrafía, tampoco era de Isabella o de Afrodita. La letra apretada y en algunas partes casi encimada la impactó. Pero nada fue peor que reconocer quien había escrito aquellas escuetas líneas y el motivo detrás de ellas. Después de eso todo fue muy rápido. Tomó su chaqueta que pendía detrás de un asiento y la bolsa que estaba junto a ella. -Ya sabes qué hacer -fueron las últimas palabras de la bruja antes de desaparecer de aquella habitación. Le chocaba admitirlo pero no era la primera vez que tenía que salir de noche de algún lugar. La lluvia la empapó tan pronto apareció cerca de las coordenadas que aparecían en la carta aunque realmente no tenía caso preocuparse por esas nimiedades, cuando su media hermana había hecho llegarle una nota con asuntos más importantes en ella. Suspiró antes de avanzar los pocos metros que quedaban entre ella y Yaxley Manor. Nunca había estado ahí, ni siquiera durante sus años más prolíficos pero realmente le sorprendía el estado de deterioro en el que tenían aquel lugar. Frunció sus labios antes de abrir la pesada puerta. Escuchar voces conocidas la animó. La verdad es que no estaba preparada para tener que lidiar con extraños convocados por la -¿Están todos bien? -musitó la bruja dando los primeros pasos dentro del salón donde reconoció a más personas de las que ella esperaba- ¡Aleera! -exclamó la bruja dando zancadas más largas para llegar hasta su sobrina y abrazarla- ¿Qué rayos ha pasado? -preguntó mientras Goshi llegaba con una botella de vino en la mano. -¡Vaya, qué recibimiento! -sonrió la mujer antes de abrazarla-. Por lo visto he llegado en el mejor momento, ¿alguien podría explicarme que ocurre?
  3. Los ojos castaños de la menor de las brujas permanecían fijos en su hermana, a pesar de estar en presencia de una vieja amiga y de su sobrina, el color carmesí que corría por las piernas de Afrodita Malfoy la tenía completamente hipnotizada. Tragó saliva como si lo que estaba a punto de hacer fuera lo más complicado en mucho tiempo pues, poco a poco las palabras pronunciadas unos momentos atrás comenzaron a hacer eco en la memoria de la bruja. En realidad aquella era la decisión más complicada en mucho tiempo, sobre todo si se ponía todo en perspectiva, ella llevaba lejos de su familia más de un año; un año sin recibir más que un par de lechuzas de la misma mujer que ahora estaba medio moribunda y por la que ahora tenía que actuar. Con pasos más seguros se acercó a su hermana, su mirada se había enfriado y por primera vez ella parecía la mayor y la única capaz de resolver aquella situación. Con extrema lentitud inclinó su cuerpo hacia adelante para poder mirarla mejor sin que le importara dar la espalda a Gabrielle; una falla garrafal en la perspectiva de muchos -incluso de ella- pero tenía que controlar a la Malfoy antes de que todo fuera peor de lo que ya parecía. Debajo de ella su hermana se convulsionaba de dolor y de desesperación, si iba a hacer algo tenía que hacerlo ya. Con firmeza sujeto el rostro de la rubia y con la mano que le quedaba libre dio una certera cachetada en una de sus pálidas mejillas. —¡Contrólate! —gruñó la Malfoy irguiéndose para encarar a las demás mujeres—. Hola, Valkyria... ¿estás segura de que no puedes hacer nada?, ¿internarla en la planta psiquiátrica tal vez? Las palabras de la bruja fueron acompañadas de un movimiento de su varita para colocar guantes sobre las manos de su hermana, en su último viaje había visto como los muggles los ponían en las manos de los recién nacidos para que éstos no se hicieran daño. Volvió a mirar a su hermana. Sí, era un insulto que ocupara un artefacto muggle para protegerla de si misma pero las otras opciones que cruzaban por su mente no eran las adecuadas, al menos no en presencia de aquellos testigos. Un movimiento más de su varita y algunas sábanas limpias aparecieron al pie de la cama. —Supongo que vas a necesitar agua caliente y otras cosas para curarla, ¿verdad? —preguntó por cortesía a la sanadora— Debería llamar a los elfos para que traigan todo lo que puedas necesitar, además tengo que ver por qué estás criaturas no están haciendo las cosas como deben ser. Pero dime, ¿hay algo específico que se necesite para que mi hermana de... a luz? —aquella pregunta rompió el hilo de sus pensamientos y sólo cuando la dijo en voz alta se arrepintió de haberlo hecho. Afrodita jamás le había mencionado ese pequeño e insignificante detalle, probablemente porque conocía sus reacciones pero ahora aquel era el menor de los problemas de la enferma. May debería llamar a sus padres y a sus hermanos, sabía que Ludwig y Cubias no se perdonarían el no estar ahí, aunque probablemente todo sería más complicado con ellos ahí. La castaña mordió su labio inferior intentando tomar la decisión correcta. Obviamente sabía cual era la decisión correcta pero la realidad es que no quería tomarla. No, las cosas se resolverían antes de tener que tomar esa decisión.
  4. El "tic tac" del reloj que colgaba en la pared frente a la Malfoy estaba a punto de volverla loca, un movimiento de su varita, incluso un impulso violento de ella, harían que el sonido terminara. Pero no, ella tenía que serenarse y poner atención en la hoja en blanco que tenía sobre su escritorio. Llevaba más de una hora intentando escribir la primera línea de la carta que tendría que mandar al extranjero, era una simple misiva sobre la duración de su viaje pero la mortífaga no tenía cabeza para nada. La sensación opresiva en su pecho la desconcentraba, la ofuscaba. No, algo iba mal. Con una mueca de dolor llevó una de sus manos hasta su nuca y la acarició por debajo de su larga cabellera. Suspiró y se levantó al tiempo que chasqueaba los dedos. Una criatura no mayor al metro y veinte apareció delante de ella, su rostro era alargado y sus ojos redondos parecían cubrir la mitad de su cara. La elfina la miró con curiosidad antes de hacer una reverencia frente a su dueña, era sumamente extraño que la mortífaga la llamara en un momento como ese. —Jane, necesito mi pulsera —rogó la mujer alertando a la criatura, quien de inmediato desapareció. May pareció perder la noción del tiempo y el espacio en el breve lapso de tiempo que tardó la criatura en volver con una caja negra de terciopelo. Sus ojos estaban clavados en la pared contraria al reloj cucú, en el exterior una fuerte lluvia caía. Jane carraspeó y la bruja regresó a aquel momento, sacó su varita y comenzó a murmurar una suave letanía sobre la caja hasta que un click le avisó que había conseguido abrirla. Dentro de ella, sobre una almohadilla de satín se encontraba una pulsera con un sinfín de dijes que permanecían en reposo, sin brillo. La mortífaga se mordió el labio cuando extendió su mano para tomarla, temía lo que pudiera pasar cuando ella la tocara. La pulsera vibró con su contacto, como si recobrara parte de la vida que había perdido en ese tiempo. Ella se mordió más fuerte pero, uno a uno, comenzó a revisar los cristales. Isabella estaba bien, Marine estaba bien, Troon también... ¡Afrodita! Algo ocurría con su hermana, su hermana mayor estaba mal. La Malfoy trastabilló cuando dio el primer paso para salir de la alcoba en la que se encontraba, no era posible que estando en la mansión nadie hubiera tenido la delicadeza de avisarle. A pesar de no estar lejos de la alcoba de Afrodita su respiración se aceleró, entre la carrera que había dado de su habitación y su intranquilidad pronto terminaría en el pueblo. Había alguien más con su hermana, escuchaba las voces en el interior pero... ¿quién era? El acento era francés pero ella estaba segura de conocerlo. ¿Debería llamar antes de entrar? Miro la pulsera que mantenía aún apretada entre sus dedos. No, que le perdonaran los modales aquel día, ella necesitaba ver a su hermana en ese mismo instante, no volvería a cometer el mismo error que había hecho con Lilian. —¡Afrodita! —entró llamando a su hermana acortando la distancia entre ella y las personas que estaban ahí. La luz que se filtraba por la ventana le permitió mirar mejor a la mujer que estaba cerca de su hermana y entonces se quedó clavada en el suelo, no era posible. —Ga... ¿Gabrielle? Gabrielle Delacour había sido una de sus mejores compañeras dentro de la Marca Tenebrosa varios años atrás, recordaba todas las locuras que habían hecho juntas y verla ahí, después de tanto tiempo la había dejado muda. Sin embargo, su rostro era de preocupación, además, sostenía la mano de su hermana con tanta delicadeza como si hacerlo con más fuerza pudiera hacerle daño. Poco a poco, la Malfoy comenzó a observar no sólo cada centímetro del cuerpo de su hermana sino la habitación entera. —¿Qué pasó? —murmuró intentando controlar su tono de voz. Usualmente no le costaba mantener la compostura estando con su hermana, de hecho, ella era la aburrida de ambas Malfoy, pero ahora, al ver a su hermana con aquel aspecto estaba a punto de perder los nervios y comenzar a gritarle a todo el mundo. ¿Por qué no había ningún Malfoy atendiendo a su hermana?
  5. Los labios de Allen sobre los propios se estaban haciendo una costumbre, una que la mortífaga disfrutaba demasiado, sin embargo, no fue sino hasta el momento en que sintió su muñeca rozando su cuerpo que se dio cuenta de que tenía a su novio sobre ella. Ella se puso nerviosa pero no intentó alejarlo, al contrario… sus manos se habían movido hasta la nuca y cabello del pelinegro manteniéndolo pegado a sus labios hasta el momento en que ambos necesitaron respirar. Sus mejillas habían adquirido un intenso rubor y sus ojos chispeaban. —¿En serio? —preguntó como si en verdad desconociera la respuesta a la pregunta que él le hacía. Volvió a acurrucarse entre sus brazos que ahora habían regresado a una posición mucho más decorosa. Nuevamente las mejillas se tornaron de color carmesí, aunque no por un profundo beso sino por la idea de que cualquiera pudiera verlos. Chasqueó la lengua, le daba igual que la vieran y volvió a darle un fugaz beso en la comisura de sus labios antes de escuchar sus palabras sobre que intentaría comportarse. Lo imaginó y la serie de imágenes que cruzaron por su mente no lograban hacerla feliz; lo veía serio, correcto, en fin, con toda la gama de características que debía tener la gente “decente” pero eso ni siquiera lograba arrancarle un suspiro. No, a ella le gustaba él, así como era… así como ese chico que había llegado corriendo después de encontrarse con un sinfín de conejos. Sacudió su cabeza al tiempo que lo interrumpía. —Pero yo no quiero que te comportes… —musitó mientras se revolvía en sus brazos para mirarlo mejor—. Me gustas así como eres, de hecho… dejarías de gustarme si te comportaras. No debes preocuparte por lo que digan, la verdad no crea que sea nada malo, si acaso seré la envidia por tenerte como ami…novio. Las últimas palabras surgieron entrecortadas y seguramente Allen las había percibido, pero es que a ella aún le costaría hacerse a la idea de que él en serio la había elegido. La risa que había salido de sus labios por el último comentario del aspirante se esfumó de un momento a otro. Su cuerpo se había estremecido por completo ante el roce de su aliento contra su oído, la sonrisa le iluminaba la mirada y un cosquilleo acariciaba la zona de su cuerpo cercana a él. Apretó la mano que él le sostenía y volvió a besarlo a consciencia. —Yo también te quiero y mucho… —murmuró antes de quedarse sin aliento—. ¿Quieres conocer la mansión o prefieres quedarte aquí?
  6. ¿Realmente estaba pasando aquello? La sensación del calor, que provenía de la chimenea, combinada con algunas corrientes de aire gélido que llegaban a colarse hasta la sala de estar le dejaban claro que ella en verdad estaba ahí, estaba totalmente consiente de su entorno, de él... de ella misma. Su respiración se había detenido por un breve instante igual que su corazón, pero ahora ambos se habían alterado. Podía escuchar los latidos en su cabeza y casi juraría que de no haber llevado una de sus manos hasta su pecho, su corazón ya habría pegado un salto fuera de éste. Había escuchado con claridad sus suspiros y el ligero apretón de manos le había dado confianza, pero sus palabras la habían desarmado. Ella jamás sería capaz de empuñar su varita en contra de aquel hombre aunque su vida dependiera de ello. Le había fascinado la manera en que él había acomodado las ideas para preguntarle si quería ser su novia y por un breve instante revivió otra época, aunque no por eso recordó a las personas de ese momento, era curioso... en cuanto él había dicho las palabras en voz alta, las comparaciones se habían esfumado. Ahora, sólo podía pensar si ella era lo suficientemente "buena" para él; era claro que económicamente hablando lo era, sí, ella sería un buen partido para quien la considerase como pareja pero... ¿era buena para él? Eso era otra cosa. Prefería no pensar en eso, porque, al final, ella no lo había obligado a decirlo. Allen, por voluntad propia había pronunciado las palabras en voz alta sin que ella tuviera que decir algo más. De hecho, la idea de hacerse pareja la complicaba más a ella que a él, ¿sería capaz de comportarse como debía incluso bajo las nuevas circunstancias? La Malfoy se había hecho una promesa antes de volver y ahí estaba... a punto de flexibilizarla. Claro que en su mente se había imaginado aquella situación, pero la realidad distaba mucho de la manera en que ella lo había imaginado. No es que le disgustara la forma en que se lo había pedido, como si se diera por vencido con él mismo, si no que que simplemente parecía ser pronto. ¿Pronto? ¡Pero si llevaban años conociéndose! De hecho, cualquiera podría pensar que era imposible que ellos no hubieran terminado juntos antes; eran tan diferentes pero, a la vez, tenían cosas en común que parecía obvio que debieran estar juntos. Embonaban bien. Lo miró fijamente, si él pudiera haberla visto en ese momento se hubiera dado cuenta de que la alegría y la ilusión iluminaban su mirada. La sonrisa completaba el gesto, ella estaba perdida... totalmente perdida por él. Podría caerse el mundo en ese momento pero ella no sería capaz de hacer mucho, su cabeza estaba atolondrada. Pero... ¿Por qué se había quedado helada sin saber cómo responder?, ¿es que no quería ser su novia? No, claro que quería pero no sabía como decírselo. Abrir la boca hubiera sido un excelente inicio pues, a pesar de haber asentido él era incapaz de saber su respuesta. Tragó saliva y miro a la pequeña hada, incluso su elfina, que se mantenía en la periferia de la alcoba, parecía atenta a su respuesta. Ella le sonrió y aclaró su garganta de manera no tan obvia, realmente le sorprendía lo nerviosa que había logrado ponerla, quizás la falta de relaciones amorosas habían hecho mella en su confianza. Pero, ¡vamos! No era tan difícil responder, no es como si le pidiera matrimonio, -Si... Si quiero -soltó de repente sin mayor meditación, sus palabras sonaron alegres, casi risueñas. Fue entonces cuando recordó la "amenaza" implícita que su hermana le había hecho unos días atrás y que, su prima secundaria en cuanto lo supiera-. Espero que sepas en lo que te metes... -bromeó la castaña.
  7. El silencio que continuó a su pregunta parecía señal inequívoca de que él estaba meditando sus palabras. Ella sólo le miraba atenta a sus gestos y a cada una de las palabras que él decía. Se inquietó un poco en su abrazo cuando él dijo que solo no podría responder a aquella pregunta, pero ella no quería responderla aún... por algo se la había hecho a él y esperaba escuchar una respuesta de su parte antes de que ella pudiera decir algo. Cerró los ojos buscando tranquilizarse y continuó escuchándolo. Su corazón se inquietó cuando él habló del ataque, pero se tensó aún más cuando escuchó sus elucubraciones en torno a ella; esbozó una sonrisa y comenzó a trazar figuras abstractas sobre la pierna de él con uno de sus dedos. La idea de asesinarlo no se le antojaba como algo viable, de hecho le molestaba la idea de que eso pasara... no, no sólo le molestaba, la entristecía. ¿Qué debía responderle? Es más, ¿debía responderle? Al final, lo que él decía eran meras suposiciones y no podía probarlas, ella podría haber sido un ataque infundamentado por parte de los fenixianos; además si lo dejaba creyendo aquello sería más sencillo llevar adelante su relación. Miró hacia su antebrazo izquierdo, ahora el suéter que llevaba lo cubría por completo y, aunque no lo hiciera, a la vista de cualquier persona ajena a la marca o sus aspirantes, nadie sería capaz de divisar la serpiente enroscada en una calavera que adornaba su piel. Las siguientes palabras de su parte la hicieron soltar una suave risa, ¿realmente él pensaba que ella dejaría que le hicieran daño en su casa?, ¿no le había demostrado lo suficiente que ella estaba tan dispuesta a pelear por él como él decía estarlo por ella? Sacudió la cabeza de un lado a otro haciendo que un mechón de cabello cayera sobre su rostro, el mismo que él hiciera a un lado para darle un tierno beso. Ella apretó sus propias manos soltando un quejido al apretar, de paso, sus muñecas; ahora era Allen quien le preguntaba lo que significaba para ella. Suspiró... ¿en verdad era tan complicado decir lo que él significaba en su vida? o... ¿es que no lo sabía y simplemente había estado con él por lo mucho que lo quería? La Malfoy siempre le había huido al compromiso, de hecho, esa era la razón principal por la que no se hubiera casado cuando había tenido la propuesta y que después se hubiera convertido en banshee. Mordió sus labios extendiendo el silencio más de lo necesario pero estaba preocupada por no saber expresarse bien o no expresar lo que en verdad sentía; él había sido sincero con ella y merecía lo mismo. Volvió a suspirar, ¿por qué había optado por hacer esa pregunta?, ¿por qué no sólo se había conformado en seguir con esa "relación" que sólo ellos dos entendían? Ya escuchaba a su hermana decirle algo como: "Eres una tonta, no había compromisos ahí... todo era más sencillo para ti" Y sí, todo hubiera sido más sencillo para ella pero... ¿cuándo le habían gustado las cosas fáciles? Levantó un poco su rostro y le dio un beso en la mejilla, quería decirle que lo quería, porque eso era verdad; deseaba ser capaz de decirle que pronto sabría sus secretos pero eso eso sería una terrible mentira, tal vez, eventualmente él podría saber ciertas cosas de ella pero había otras que jamás sería capaz de decirle, no estaba lista para hacerlo. Tomó una de sus manos para armarse de valor y comenzó a hablar con un tono de voz casi ronco. —Tú eres de las personas más importantes para mí... Me encanta estar contigo, tenemos ya una historia y por ti haría cualquier cosa pero hay cosas que sencillamente jamás podré cambiar porque así soy yo. Hay secretos que tal vez no se queden para siempre en eso pero hay otros más de los que me costara hablar contigo porque significan heridas más profundas. No soy una coqueta andando, creo que eso lo sabes, pero soy bastante juguetona... aunque debo admitir que desde que nos reencontramos ningún chico ha sido capaz de hacer que yo lo mire... a tu lado no son nada interesantes —admitió ruborizándose—. Te quiero, te quiero demasiado... quizás más de lo que quisieras o de lo que debería, pero no puedo evitarlo.
  8. Los ojos de la mortífaga se abrieron sorprendidos al escuchar sobre sus andanzas en la academia y una risa cantarina escapó de sus labios antes de silenciarlos con un poco de arroz. La comida le parecía la gloria y no se había dado cuenta de que en realidad parecía estar a punto de morir, entendía que su debilidad fuera un reflejo de los días en la prisión pero ahora ya todo mejoraría sobre todo porque él estaba ahí. Siguió comiendo tranquilamente mientras lo escuchaba, sin embargo, la mención de muchas mujeres en su casa atrajo la atención de la bruja que, como pudo tragó el último bocado del tazón de arroz, levantó sus cejas y buscó el tono de voz más desenfadado que tenía antes de preguntarle. —Ahm... ¿así que muchas chicas, eh? —preguntó como si en verdad no le interesara la cosa—. Y... ¿dices que te aburres con ellas?; vamos, cualquier chico mataría por estar en tu lugar... seguro encuentras algo divertido que hacer con ellas —refunfuñó antes de quitar sus piernas de encima de él. Ella se inclinó para dejar el tazón sobre la mesa totalmente callada, sabía que no debería ponerse celosa, que no tenía el derecho de hacerlo pero aún así no podía evitar imaginarlo al lado de una chica más divertida y menos complicada que ella; las palabras que acababa de pronunciar sobre su vista parecían haber sido erradicadas de la mente de la bruja de un solo plumazo. Ni siquiera el comentario sobre la tía que había encontrado logró que ella dijera al respecto salvo un suave "que bueno". Estaba a punto de levantarse y caminar hasta la ventana para aclarar sus pensamientos cuando una voz diferente la detuvo. Por fin el hada había hablado. La criatura parecía en serio tenerle miedo, quizás los rumores sobre la mansión Malfoy eran demasiado tenebrosos que incluso aquellos seres les temían. Sentimientos encontrados la atacaron en ese momento, por un lado le hubiera gustado ser más linda y menos "peligrosa", eso le haría las cosas más sencillas a Allen, además, eso se asemejaba más a lo que él creía de ella; por otro, jamás podría renunciar a su herencia, a los ideales tenebrosos, ellos eran su familia y habían estado ahí para cuidarla cuando él se había ido... Volvió a mirarlo, estudiándolo más a fondo con el pretexto de estar escuchando lo que decía sobre el alimento de Navi, Allen no podía verla pero ella sí y sabía que podría hablar de más sobre cómo ella lo veía. —¿En serio? —le preguntó a la criatura esbozando una alegre sonrisa que no llegó a quitarle al malhumor reflejado en su mirada—. También a mi las fresas me gustan mucho —añadió chasqueando sus dedos—. Jane, trae algunas fresas y frutas para que Navy pueda comer, por favor. Y... también trae chocolate para que yo le quite un par. Nuevamente volvió a sumirse en silencio y aunque permanecía sentada junto a él estaba muy lejos, sus ojos recorrieron a su amigo y esbozó una sonrisa rota, recargó su cabeza lentamente en el hombro de él y cerró los ojos, tenía que decidir que sería lo siguiente que diría. Había varios caminos: uno, podría cerrar la boca y no decir nada esperando que él simplemente la apapachara, dos, debería poner la cosas en claro y preguntarle que era ella para él o; tres, alejarlo de su vida para que él pudiera hacer su vida con alguien diferente a ella, seguro no tendría problema en encontrar una chica que quisiera salir con él. Allen siempre había sido la clase de chico que llama la atención de las mujeres sin darse cuenta. —Allen... —murmuró quedamente— ¿qué somos?...
  9. —¿Se enoja? —repitió la bruja a modo de pregunta aunque su tono al parecer había sido inaudible pues Allen continuó explicándole lo que fuera que hubiere en el bolsillo. Ella sólo miraba curiosa, había visto un sin fin de cosas en ese mundo así que dudaba que pudiera mostrarle algo que realmente la sorprendiera. Estiró un poco su cuello para mirar el interior del bolsillo y una sonrisa se formó en sus labios al ver unos ojitos plateados asomándose para verla; casi podía jurar que su expresión era como la que ponía Alice, su sobrina, cuando ella llegaba a verla con un juguete nuevo. La castaña había guardado silencio pues no quería espantar a la pequeña criaturilla que se debatía entre salir o esconderse, May estaba fascinada y por un sólo segundo olvidó que debería estarle poniendo atención a Allen y no a su pequeña compañía pero, simplemente no podía. El movimiento delicado de la manita provocó en ella un delicado cosquilleo, era curioso como después de tantos años parecía que sus don seguía intacto pues sentía fluir la energía del hada hacia ella, tenía muchísimo tiempo sin sentir aquello; de hecho, había pensando que lo había perdido por estar tanto tiempo entre muggles. Sin embargo, ahora sabía que las cosas no habían cambiado y que si salía hasta los establos se encontraría en sintonía de inmediato con Shams, su viejo cabello. Estiró con suavidad su mano, quería tocarla pero no se atrevía a hacer movimientos bruscos pues Navi estaba a punto de sufrir un infarto, ¿qué había hecho para espantarla tanto? "No eres tú... es la casa", le dijo una vocesita en su interior y ella sonrió. Había olvidado que estaban en la Mansión Malfoy, hogar de magos tenebrosos que, aunque los demás no podían asegurarlo era obvio. —Hola pequeña... yo soy May —dijo con voz dulce colocando su mano cerca de ella, como invitándola a tocarla—. ¿Quieres algo de comer o tomar, quizás? —le preguntó intentando ser una buena anfitriona. Alguien carraspeó a su espalda y se dio cuenta de que Jane había reaparecido llevando no sólo el café que Allen había pedido si no un par de bocadillos más sustanciosos para ella. Carnes frías, pan, incluso un poco de arroz lucían sobre una bandeja de plata. La bruja llevó su mano hasta su estómago que en ese momento gruñó dejando claro que tenía hambre y que ella no podía seguir matándolo de hambre. Le acercó el café al pelinegro y volvió a mirar al hada esperando que ella se animara a pedir algo, sin embargo seguía callada. May volvió a sonreirle con dulzura mientras se estiraba para dejar su taza de té vacía sobre la mesilla pidiéndole a su elfina que lo rellenara. El silencio se extendió unos cuantos segundos más antes de que Allen respondiera la pregunta que ella le había hecho en torno a su vista. No obstante la respuesta que le dio la dejaron totalmente quieta, sabía que probablemente ella tuviera algo que veer en su decisión pero no que fuera parte sustancial del argumento para recuperarla; saber que él quería volver a ver sólo para que nada pudiera dañarla la conmovió, sus mejillas se sonrosaron y sus ojos se humedecieron. Respondió al beso con dulzura y cuando se separaron le sonrió abiertamente a la criatura, sabía que sus ojos volvían a brillar. —No hay nada que perdonar —dijo acariciando su mejilla—. ¿Cómo estás?, ¿hici...eron algo interesante en mi ausencia?
  10. —Ya lo escuchaste, un café, por favor —ordenó la mortífaga al elfo que de inmediato se marchó. Miró sus manos juntas, entrelazadas y su sonrisa se ensanchó, estaba más que feliz y no encontraba la manera de expresar su alegría. Todos esos días lejos de él habían sido tolerables porque estaba completamente segura de que lo volvería a ver pero ahora que lo tenía a su lado no sabía que decir, sus palabras se habían esfumado pero toda ella se sentía dichosa por poder estar a su lado. Ella se reacomodó en el sillón, pasó sus piernas sobre las de él de manera que ella podía verlo mucho mejor y sus pies descansaban, no quería preocuparlo mucho además de que en aquella posición él no podría irse tan fácil, primero tendría que empujar sus piernas para levantarse. —A ver... dime —pidió curiosa a Allen cuando él le dijo que tenía alguna noticia. "Recuperaré la vista", aquella frase dicha por el pelinegro resonaba en su cabeza, ni siquiera las siguientes palabras, que aunque completaban toda la idea, podían hacerlas a un lado; la mano en su mejilla y el escaso espacio entre sus rostros hicieron el demás trabajo. La castaña llevo su mano hacia la corbata del chico y tiro de él para besarlo. Era la primera vez que sus labios eran exigentes y que lo besaba siendo tan consciente de él, era una suerte que la zona de su boca ya estuviera más curada. Una sonrisa coqueta se dibujó en su cara mientras colocaba una de sus manos sobre el pecho de él. —Creo que eso te ha dicho lo que creo... —murmuró sin separarse demasiado de él. Volvió a besarlo, esta vez un beso muy fugaz—. Me encanta la idea, me gustaría que fuera antes... pero si estás cómodo curándote después de la Academia creo que todo saldrá bien. ¿Puedo saber por qué lo has decidido? No parecías muy convencido de ello la última vez que nos vimos —añadió pensando en sus padres. Un movimiento a la altura del corazón hizo que la bruja quitara la mano de ese lugar como si se quemara, clavó su mirada en el sitio y volvió a tocarlo está vez con un solo dedo y con bastante cuidado; nuevamente algo se movió como respuesta. Ella ladeó la cabeza sin apartar los ojos del lugar, era obvio que tenía curiosidad de lo que él guardaba en ese sitio. Lo miró y de nuevo a su abrigo esperando que él le mostrara que era lo que había ahí, ella volvió a colocar su mano sobre el lugar del movimiento, sin embargo, esta vez lo hizo con mucho cuidado evitando ser brusca.
  11. La bruja soltó sus piernas, las cuales mantenía pegadas al pecho, en cuanto lo escuchó entrar, estaba plenamente consciente que se alegraría al verlo pero jamás imaginó que sería tanta su necesidad de sentirlo cerca de ella hasta que se levantó y corrió para arrojarse a sus brazos. Él era mucho más alto que ella, sobre todo ahora que no llevaba tacones y lucía muy diferente de la última vez que lo había visto, ¿por qué llevaba una corbata?, ¿por qué estaba tan arreglado? May se alejó un poco de él para poderlo observar con atención, la forma en que traía la camisa, la corbata, incluso el cabello ligeramente despeinado parecía indicar que hubiera salido corriendo del lugar donde estaba. Esa idea, la idea de que él corriera para verla, la alegró aunque no podía sacarse de la cabeza que estaba demasiado arreglado. Frunció el ceño pues su vena celosa se activó al instante, tal vez había estado en una cita y ella había hecho que él tuviera que dejarla. Sacudió su cabeza intentando alejar sus celos de aquella manera, con lentitud volvió a colocar su brazos sobre sus hombros, éstos estaban ligeramente lastimados pero volvía a poder abrazarlo y eso era lo único que le importaba.Con suavidad acarició su rostro y después su cabello, ella había escuchado sus palabras. Allen había dicho la extrañaba, su tono de verdad lo reflejaba por lo que realmente intentó alejar la idea de que él estuviera con alguien más, al fin y al cabo, tenía todo el derecho de hacerlo pero... aunque lo hubiera hecho, la había extrañaba. —También te he extrañado muchísimo —respondió a sus palabras. —¿La ama Malfoy desea algo más? —dijo un elfo que ella no reconocía, quizás era de reciente adquisición o simplemente jamás se había topado con él, pero lo dudaba. La criatura había aparecido en el momento más inoportuno pero la mortífaga estaba demasiado alegre como para molestarse por la intromisión de la criatura. —¿Quieres algo de tomar? —le preguntó al pelinegro mientras se inclinaba para tomar su taza de té de la bandeja de plata que el elfo estaba por colocar sobre una de las mesillas que se encontraban colocadas estratégicamente por toda la estancia. Sus padres y tíos eran unos genios, habían aprendido a acomodar todo de tal manera que hubiera espacio pero, a la vez, a que cada uno de los muebles resultara útil para los miembros de aquella familia. Para ese punto la mortífaga había soltado al chico y le daba un sorbo a su bebida que con el licor a penas llegaba a calentarle bien su cuerpo. Sin embargo, había tomado una de las manos del chico para guiarlo a uno de los sillones donde lo ayudó a sentarse y ella hizo lo mismo a su lado, la diferencia entre ambos era más que obvia en ese momento, él lucía un vestuario digno para salir a caminar por Diagón, ella parecía estar lista pero para meterse a la cama; de hecho, que aún mantuviera los ojos abiertos era todo un misterio, tal vez su cuerpo se había acostumbrado a estar despierto... o en cualquier momento colapsaría.
  12. La castaña se encontraba sentada sobre uno de los sofás abrazando sus piernas y bebiendo un poco de té, lo bueno de que los fenixianos solamente ocuparan cuerdas para deternerla había sido algo bueno pues sus órganos internos se encontraban bien, sin embargo, el mantenerse sobreviviendo de agua no había sido tan bueno, ahora estaba segura de que podría comerse una vaca entera pero lo mejor era tratar a su estómago con cariño. De un momento a otro su atención fue capturada por un sonoro crack a su derecha, no podía ser, Jane no podía haber llevado a Allen hasta ahí, los encantamientos de la mansión lo impedían aunque tal vez él llegaría con ella... El shock que sintió al ver a su elfina llegar sin el pelinegro fue terrible y sus mejillas adquirieron un tono rojizo, su elfina había pecado de ingenua al llegar sin él. La banshee se levantó dejando con un golpe seco la taza sobre la mesilla dispuesta a regañar en serio a la criatura cuando el mensaje llegó a su cabeza: "Allen Abbadonia la busca". —Diablos, diablos —musitó la bruja al tiempo que pensaba un "sí, que pase". La verja encantada que protegía a la mansión mantenía a su amigo lejos de ella y expuesto a un sin fin de problemas, había un millón de formas para que se lastimara entre la verja y la puerta principal. Chasqueó su lengua mientras se ponía de pie y encaminarse a la puerta. Empujó a Jane fuera de su recámara y le ordenó que se adelantara para recibir a Allen, tendría que llevarlo hasta la sala de estar pues sería más sencillo para él pues no tendría que subir hasta el tercer nivel. La elfina asintió y desapareció para reaparecer en el camino de la verja. A pesar de ser una sirviente, Jane vestía mucho mejor que otros elfos y se sentía cómoda trabajando para la Malfoy, había estado con ella desde hace seis años y jamás la había visto tan preocupada por otro ser humano que no fuera su hermana y sobrina, pero ahora la mandaba al frío por un hombre. Sus pisadas eran cortas pero rápidas y pronto terminó con la distancia que había entre la casa y la verja, ahí estaba él. Ella lo miró con sus ojos saltones y fue cuando se percató de que algo a la altura de su corazón temblaba, frunció el ceño. ¿Intentaría hacerle daño a su ama? Lo dudaba, el carácter inocente y adorable de May la hacía vulnerable hasta cierto punto pero jamás había mostrado ser tonta, mucho menos suicida, por lo tanto, que invitara a alguien que pudiera dañarla a su casa era totalmente imposible. Cuando la verja se abrió Jane hizo una pronunciada reverencia antes de darse cuenta de que el chico estaba ciego, por eso su ama le había referido un bastón aunque hasta el momento no lo había visto. —Por favor, acompáñeme, la ama May lo espera en el salón familiar —dijo saludándolo y parándose a su lado para poder guiarlo sin que él se sintiera menospreciado, ella sabía lo que era ser tratado con la punta del pie por otras criaturas que se creían superiores pero su dueña le había demostrado que ambas podían coexistir de una manera interesante, si, May era su dueña pero la relación que llevaban era bastante agradable. Mientras tanto la Malfoy había debatido entre colocarse unos zapatos y andar descalza por la casa, sin embargo, desistió completamente de ellos cuando al ponerse unas zapatillas el roce de ellas en su tobillo sólo le sacó una mueca de dolor. No, no ocuparía los zapatos, andaría sin ellos en su casa. Sin duda tardó más de lo necesario en descender hasta la planta baja de la mansión pero una vez estando ahí fue mucho más fácil moverse hacia la sala de estar, la cual estaba conectada con el hall principal por medio de unos hermosa puerta de roble. Ella sonrió. Había cruzado tantas veces por aquella puerta, ahora, al volverlo hacer los recuerdos la inundaban haciéndola sonreír como una tonta. —Hamilton —llamó a uno de los elfos—, tengo visitas... dile a Chávez que la cena la deje para más al rato y que me traiga unos bocadillos y otro té aunque con un poco de whisky, por favor, mi taza se ha quedado en mi habitación. Sus pasos fueron suaves y totalmente cuidados pero cualquiera que pusiera la suficiente atención podría escucharlos, sin embargo, éstos desaparecieron cuando piso la mullida alfombra persa que decoraba el centro de la estancia, nuevamente se dejó caer sobre uno de los divanes ahora sólo tendría que esperar a que él entrará. Sonrió al escuchar que la puerta se abría, al fin volvería a verlo; lo había echado muchísimo de menos y sabía que él se había preocupado por ella, quizás se lo diría quizás no... quizás ese era el momento adecuado para que aclararan lo que había ente ellos.
  13. La mortífaga apareció directamente en su alcoba en la tercera planta de la mansión Malfoy, sabía que podría haber ido a buscar a sus padres directamente pero tenía meses sin verlos y, debía admitirlo, le daba bastante miedo tener que encarar a cualquiera de los dos; por esas y más razones había decidido aparecer directamente en su cuarto, una habitación espaciosa con una amplia cama que se encontraba del lado norte de la habitación mientras que en el sur se encontraba una pequeña salita donde sus hermanos se habían acomodado demasiadas ocasiones para gusto de la bruja. Sí, también podría haber llegado directo a alguna de las habitaciones de sus hermanos o primos hermanos, todas sus habitaciones estaban en ese piso... pero no quería encontrar a ninguno de ellos en posiciones incómodas. Suspiró mientras miraba el espacio que la rodeaba, la cama estaba tendida como a ella le gustaba y lo único que parecía fuera de lugar era ella misma, sonrió y dio un paso hacia la puerta que estaba a unos cuantos metros de ella. Abrió de golpe esperando sorprender a cualquiera de sus hermanos en el pasillo pero éste estaba totalmente desierto. Frunció sus labios y cerró con suavidad la puerta detrás de ella girando con extrema lentitud, fue entonces cuando la vio. Una pequeña criaturilla que no rebasaba su cintura. La bruja maldijo entre dientes llevando una de sus manos hasta su pecho, la elfina le había sacado un buen susto y no sabía cómo reaccionar ante la presencia de algo conocido. —Diablos, Jane, me espantaste —la regañó la mortífaga mientras se quitaba la capa que cubría el vestido que había usado en la prisión por más de una semana. —Jane lamenta haber espantado a su ama —pidió disculpas la criatura—. Jane no estaba segura de que ama May quisiera verla pero Jane no ha sabido de su ama en tanto tiempo y no sabe qué debe hacer. La mortífaga esbozó una sonrisa, por eso Jane era la una criatura dedicada a la servidumbre a la que ella realmente apreciaba; ni siquiera Chávez que tenía más tiempo sirviendo a los Malfoy sabía que decirle a la bruja para ponerla de buen humor, en cambio, Jane si sabía. May comenzó a desnudarse en su alcoba tirando todas las prendas al fuego de una pequeña chimenea que calentaba la alcoba. A pesar de que la ropa hubiera podido lavarse y salvarse, la castaña detestaba la idea de guardar algo que había estado en contacto con los fenixianos, por lo tanto, el fuego era la mejor opción; además, ella podía darse ese lujo, había otros que estaban más limitados en el mundo mágico como Allen. —¡Allen! —exclamó de repente haciendo que la elfina, quien sólo la miraba, pegara un salto que levantó su cuerpecito al menos unos 5 centímetros del suelo—. Jane, necesito que vayas y busques a Allen... debe de estar en... —¿dónde diablos debía buscarlo? Las veces que se había topado con él habían sido accidentes, sólo una había sido planeada—. En donde sea, debes buscarlo donde puedas... la Academia es un buen lugar para empezar, lo reconocerás, has visto fotografías suyas, es amigo mio de hace varios años, pelinegro, atractivo, seguramente traerá un sombrero de paja y... un bastón Era la primera vez que la bruja decía en voz alta algo que se vinculara con la ceguera de su amigo, novio o lo que fuera; aquello era demasiado para su persona, se dejó caer sobre la cama abrazándose a si misma. Su elfina la miraba confundida, no sabía si debía ir de inmediato a buscar al hombre que su ama le pedía o quedarse, meterla a la ducha y darle algo de comer; sin más ropa encima que la interior se veía a la perfección que la bruja había bajado de peso y que su piel aún no terminaba de curarse, de hecho, a penas empezaba a hacerlo. La castaña levantó la mirada y clavó sus ojos verdosos en su sirvienta que nuevamente pegó un salto, se estaba tardando en cumplir la orden de su dueña. —La ama May debería comer algo, Chávez puede traerle algo mientras Jane va a buscar a su amigo —se explicó la elfina antes de desaparecer. —Si... —fueron las únicas palabras de la castaña antes de llamar en voz alta al elfo por excelencia de la familia Malfoy. Un elfo de orejas puntiagudas y ceño fruncido entró de inmediato a su alcoba, al verla sus ojos se abrieron como platos pues, como su familia, tenía años sin ver a la mujer que estaba sentada en la orilla de la cama— Quita esa cara, Chávez, no es cómo si no lo hubiera hecho antes —comentó May secamente—. Necesito un poco de té con leche y galletas, ve por ellos y los traes aquí. —ordenó antes de levantarse y caminar hasta el baño. Sin poner más atención al elfo la bruja abrió una de las llaves del agua y dejó que ésta golpeara su cuerpo desnudo; sus movimientos eran lentos pero totalmente seguros cuando comenzó a ducharse a consciencia limpiando y sobando cada una de las partes lastimadas de su cuerpo. Sin embargo, al salir de la ducha ni siquiera se miró en el espejo de cuerpo completo que estaba ahí, no quería verse, sabía que había perdido un poco de forma y no la recuperaría a menos de comenzara a comer mejor. Su estómago gruñó y ella soltó un "shh" como si su cuerpo fuera un ser racional que obedeciera sus órdenes. Comenzó a secarse y a ponerse crema por todo el cuerpo, volvió a su alcoba donde comenzó a vestirse, primero la ropa interior, luego los calcetines y luego un suéter de punto bastante holgado que caía hasta sus muslos y un pantalón de algodón que se ceñía a sus piernas. —Entra pronto —dijo al escuchar los pasos de un elfo. A pesar de que Chávez había sido al elfo a quien le había encargado el té y las galletas había sido Hamilton quien las había llevado. Ella frunció el ceño. —Chávez le está preparando algo de comer, pronto lo traerá —explicó la criatura colocando la bandeja sobre la mesilla de centro que estaba en la pequeña sala de la habitación. —Puedes retirarte.
  14. Allen había tomado completamente por sorpresa a la bruja cuando se acercó para consolarla, sin saber como reaccionar ella se quedó completamente estática sintiendo la caricia sobre su mejilla y sólo hasta que él habló salió de su trance. Colocó su mano libre sobre la del pelinegro y la mantuvo ahí hasta que él terminó de hablar. Las cosas se habían complicado, y no, a la vez; por una parte ella sabía que todo se haría más sencillo para ambos pues ella podría guardar para sí ciertas cosas pero, la realidad es que no estaba segura de que él fuera capaz de aguantar el silencio de ella. Además, pronto comenzaría la academia, aquello le permitiría conocer a otras mujeres, mujeres menos complicadas que ella. —Tus padres no entienden que no te haremos daño... —murmuró más para sí que para él. Lo miró fijamente. Era terrible que él no pudiera verla, seguramente se sentiría halagado de que lo mirara tan embobada. Ella estaba confundida, tenía que admitirlo pero también era cierto que lo quería demasiado y que siempre se le haría sumamente atractivo, bueno, quizás sin aquel abrigo blanco se vería mejor; pero aún así le gustaba demasiado. Casi podía escuchar a su hermana preguntar "¿por qué él?", la respuesta era sencilla pero no era la que Afrodita querría escuchar. Esbozó una sonrisa burlona, su hermana no había logrado deshacerse de los ataques de la orden, era obvio, siendo tantos contra una... Seguramente se escaparía de la prisión pero por ahora le vendría bien que su hermana estuviera encerrada. —¿Quieres que vayamos a comer? —le preguntó cambiando radicalmente el tono y el tema. Si él quería estar con ella, estarían juntos por el tiempo que pudieran— Conozco un lugar bonito, ¿vamos?
  15. —¡¿Pero que diablos estás diciendo?! —gruñó la castaña mientras encaraba a su hermano. Se encontraba a centímetros de él, de no ser porque era su hermano y por lo furiosa que acababa de ponerse la mujer, cualquiera podría pensar que ella estaba a punto de besarlo. Sin embargo, aquello era lo más lejano a lo que ella tenía pensado en ese momento; una parte de ella quería asesinarlo de inmediato, otra estaba tentada a reactivar los calabozos de la familia Malfoy y recordar porque había sido mortífaga. Un par de rasguños no le harían daño, además en San Mungo siempre necesitaban sangre y seguramente la de su hermano no sería tan mala, pesada seguro, pero no podía ser de tan mala calidad, al fin y al cabo, era su hermano y la sangre era lo único bueno que tenía. —¿Sabes que eres un tonto verdad? —preguntó aunque no necesitaba la respuesta— Además, ese reclamo puede hacerse por los dos lados. ¿Por qué no me buscaste? Se supone que eres el mayor, se supone que tú debías cuidarme a mí; al menos eso siempre le dijiste a Blake que harías —dijo sin importar que aquello pudiera herirlo más a él que a ella. Sí, Blake había sido hermano de ambos pero Cubias siempre había sido inseparable de él y todo se había complicado después de la muerte de éste, de hecho, eso era algo que aún no habían logrado esclarecer. Los ojos de su hermano parecían irse hacia los atributos de Goshi, podía ser un tonto pero seguía siendo su hermano; sus debilidades no habían cambiado y ella lo aprovecharía. Con un suave movimiento sacó de su bolsillo interno la varita sosteniéndola a su lado, no lo había amenazado, esperaba que él rectificara sus palabras, realmente quería que lo hiciera. Incluso que se disculpara por lo de Blake. Afrodita siempre lo había culpado -junto con Ludwig- por la muerte de su adorado hermano, y si ella lo hacía era porque había gato encerrado, al fin y al cabo, ellos habían heredado todas las acciones del casino. ¡Esa parte era de ellas! —No cambias, ¿verdad? —murmuró golpeando su barbilla con la varita— ¿No reconoces a Goshi? Es obvio que no, si no la miras a los ojos no creo que logres hacerlo. El pasado de aquella generación parecía haberse escrito en una montaña rusa, tenía tantas vueltas y altibajos que simplemente estaba muy enredado pero todos habían aguantado, como podían pero lo habían hecho y ahora Cubias le echaba en cara que la culpa era de ellas por no haberlo buscado. Imposible, sencillamente imposible. La castaña miró a su hermana buscando refuerzos, sabía que Afrodita no se andaría con nimiedades, mucho menos con palabras tan ligeras como las que ella había dicho; no, Afrodita era la gemela de Lilian y si algo les gustaba a ambas eran los cuchillos, quizás hasta ella se les uniría. Cubias se lo había ganado. —Dame una buena razón Cubias... sólo una para no lastimarte, hermanito —musitó al tiempo que apretaba su varita contra el estómago de su hermano, un movimiento en falso y adiós sobrinos. Probablemente él odiaría haber sido uno de los maestros de duelos que ella había tenido, pero si ella había aprendido -y vaya que lo había hecho- Cubias tendría que tratarla con más cariño.

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