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Defensa Contra las Artes Oscuras V


Adryanie
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<< Yo también pienso que no fue el mejor día para una clase>>

 

Dos lobos miraban el horizonte viendo como se alzaba el alba. Ya llevaban ahí al menos media hora, descansaban luego de toda una noche de correr por el Bosque Prohibido. Hasta cuando llevaba unos quince minutos ahí sentada Adryanie se había percatado de que iba tarde a su clase de conocimientos, hacía tanto tiempo que no impartía ninguna clase que se había olvidado por completo que era profesora de la academia.

 

La mujer poco a poco comenzó a cambiar a su forma humana luego de que por fin el sol salió por completo. Se quedó tan solo unos momentos ahí sentada exactamente donde estaba antes para posteriormente levantarse sacundiéndose sus ropajes.

 

—¿Quieres venir con nosotros esta vez?

 

El lobo negro llamado Tormenta no dijo nada, pero sus ojos expresaron su respuesta. El lobo los acompañaba. Necesitaba los sentidos más agudizados para aquel viaje. No podía negar que hasta ella misma tenía miedo, no sabía que se iban a encontrar ahí, lo único que tenía de aquel lugar eran rumores.

 

Caminó hasta la academia y se encaminó hacia el salón donde deberían llegar los alumnos en algunos minutos. Le dio tiempo de cambiarse ponerse una ropa color oscuro por si acaso tenía que mimetizarse con el medio y vaya que ocurría a menuda, era una lección que ella había aprendido a golpes. Se a recostó a la mesa de caoba que estaba al final del salón y alzó la vista solo cuando vio al primer estudiante atravesar la puerta.

 

—Buenos días...— Sonrió y esperó a los demás para darles la bienvenida— Chicos me alegra verlos a ambos aquí — A uno de ellos lo había visto solo de lejos en su negocio y a la otra no estaba segura pero le venía un recuerdo lejano en una tienda de mascotas, que dicho sea de paso no acabo nada bien. Tal vez se equivocaba, su mente no estaba nada bien los últimos años ¿se estaba haciendo vieja?— Bienvenidos a la clase de Defensa contra la Magia Oscura soy Adryanie y voy a hacer su profesora en esta ocasión.

 

Continuaba con los brazos cruzados frente a ella mirándolos. No eran jovenzuelos como aveces le tocaba los dos parecían personas bastante experimentadas en la vida. Siempre esperaba que no fueran mortífagos, pero si fuera así solo esperaba ser lo bastante atenta para poder defenderse si la atacaban en clase.

 

—Vamos a ir a un lugar abandonado...se dice que la magia oscura de aquel lugar terminó por destruirlo al cabo de varios años —Descruzó los brazos por fin y caminó de un lado a otro — Se dice que todavía hay gente que frecuenta el lugar, espero poder encontrar varias cosas interesantes para que podamos hacer.

 

Sonrió y sacó un traslador de una caja de madera y los invitó a acercarse para desplazarse hasta el lugar.

 

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Lyra Katara Selwyn

Había perdido el ritmo de las clases. No quería levantarme para ir a una y en ese momento me alegraba no tener trabajo en el Ministerio, al menos no todavía o tendría que pedir permiso para falta. Sin embargo, mi elfina Winky me tiro de la cama sin que pudiera hacer nada.

 

-Lo sineto, ama. Era la única forma.- Dijo la elfina, desapareciendo.

 

Refunfuñe, mientras me arreglaba para la clase, nada formal. Tennis, pantalón deportivo negro y una playera de mangas cortas color melocotón. Mi cabello castaño largo y lacio se encontraba suelto. Paseé mis ojos cafés y descubrí lo que quería: mi monedero de piel de moke y mi varita. Metí en el monedero de moke mi capa de con bolsillos internos de moke, misma que cambiaba el color, según el resto de la vestimenta, en este caso seria negro.

 

No tardé en llegar a la clase, viendo a la profesora y a mi compañero. Ninguno de los dos me era conocido, pero nada era seguro en ese mundo lleno de magia. Tantas redadas de las que había sido objetivo y sin forma de saber quienes eran los atacantes.

 

-Buenos días, profesora, gusto en conocerla. Soy Lyra Katara Selwyn. - Me presenté con los dos. Me fije en ese momento en el lobo que nos acompañaba.-¿Podíamos traer mascotas?

 

Intenté no interrumpir a la profesaora mientras nos explicaba a dónde iríamos. El tatuaje de gato persa blanco que hacia que resaltara mi piel blanca en mi antebrazo izuierdo, estaba en ese momento dormido. Era mejor así, no me distraería viéndolo.

 

Me acerqué al trasladador, esperando que la profesora nos dijera que podíamos tocarlo. Era tiempo de empezar otra aventura.

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Una caja de música con una forma extraña empezaba a hacer sonidos de tintineos azuzados, provocando una melodía peculiar que rompía el ruido del silencio que con anterioridad invadía los aposentos en los que había pasado la noche. Miró con ritmo lento a su izquierda y una fémina envuelta entre sábanas estaba sumergida en un sueño profundo, exhausta por las energías que ambos habían quemado durante la noche.

El primer rayo de luz se abrió paso en la ventana y entonces supo que era el momento de partir, se sentó en el colchón vestido de algodón rudimentario y puso los pies en la piedra fría. Se aproximó a la ducha de la cual el agua salía miserablemente y lavó su cuerpo lo mejor que pudo, se vistió con la misma ropa del día anterior y partió sin despedirse, o cerciorarse de aquel rostro por si los azares del destino los ponía de frente alguna otra vez. No le dio cuantía.

Cruzó la puerta principal y percatándose de lo lejos que estaban aquellas instalaciones, decidió viajar de la manera más rápida que conocía; ajustó su chaqueta negra subiendo el cierre hasta el cuello y con un movimiento descendente desapareció dejando una estela densa que se esfumó tras dos segundos. Pisó firme al aparecer frente a la universidad y rodeó los ojos por el hastió.

No creía ineludible tener que cursar aquel conocimiento, pero aquello le iba a servir para entender un poco más a los seres que consideraba tan inferiores en cuanto a su forma de pensar, cualquier persona. No obstante, también le daría armas para poder combatir a futuro, puesto que estudiaría a fondo el comportamiento de los otros estudiantes frente a situaciones que amenazaran su integridad.

El paso por los pasillos fue rápido, sus botas sonaban repetidamente con uno que otro arrastrar de pie. Miró la puerta del salón al que tendría que entrar y se traqueó el cuello; no habían transcurrido diez minutos dentro de los muros y ya sentía ganas de irse, pero dado el esfuerzo que había empleado en llegar lo reconsideró y entró de una buena vez.



Hizo un gesto a la que impartiría la clase llevándose sus dedos índice y medio a la sien, mientras buscaba un puesto para sentarse. Miró a la compañera que había entrado anterior a él y su vestimenta lo empalagó de cierto modo. Sin decir una palabra se desparramó en su asiento mirando a la figura lobuna que estaba justo a la catedrática; se preguntó si realmente era un lobo o una persona transfigurada, algo en los ojos del animal lo hacían cuestionárselo.

Sostenía su varita con dos dedos dándole vueltas en pequeñas maniobras circulares, como si lo único que le importara fuera eso mientras el resto del mundo estaba desenfocado. Adryanie terminó su discurso de bienvenida, lo supuso por el silencio y entonces buscó notar algo diferente; encontró lo que suponía era un traslador y viendo cómo se acercaban a él, hizo lo mismo.



No habían conocido su voz ni nada que tuviera que aportar sobre sí mismo en el lugar, su silencio había hablado por si solo en el pequeño pedazo de mañana que iba transcurriendo. Pero algo en su subconsciente por la poca atención que había prestado, le decía que conocía el lugar mencionado, sólo por un par de pistas en las palabras de la mujer. Esperaba estar equivocado, ya que sino la asignatura se tornaría aún más incómoda de lo que horas atrás habría predicho.

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-¿Defensa contra las Artes Oscuras?...-inquirió dubitativa la Ángel Caído-Vaya, vaya me interesa saber que tienen para enseñarme en tan peculiar clase…-terciando una lóbrega sonrisa en sus labios-Es momento de marchar…-le dijo al pequeño canino que movía sus dos colas con ahincó-No, tú no puedes acompañarme…-dándole una palmadita en su cabeza se despidió de su Crup. Colocándose una túnica verde esmeralda sobre sus hombros, cubriendo de ese modo la marca que tenía cerca de la zona de la clavícula-Siempre…-siseó abandonando la Mansión Malfoy. El clima era el ideal ofreciéndole una postal con el cielo tupido de nubes oscuras, contrastando a la perfección con sus orbes lapislázulis-Aquí voy…-desapareció en medio de una bruma azul oscuro.

 

Apareciendo momentos después dentro de las instalaciones de la Universidad, sintiéndose acogida por las edificaciones que le ofrecían una bienvenida sobria y gélida. No le importaba experimentar esa sensación de hastío, no porque estaba a poco de tener delante de ella a una de las personas que le hacían pasar momentos gratos-Es realmente cómica…-sentenció apresurando el paso adentrándose en un edificio compuesto por varios pasillos, puertas y uno que otro laboratorio. Si que la universidad estaba equipado con todo lo necesario para impartir diversos conocimientos, habilidades y clases de todo tipo.

 

Sintiendo la presencia de un grupo de personas dentro de una aula, percibió la voz de su profesora de conocimientos-Buenas…-saludando a los presentes avanzó hacia el interior-Nos vamos a investigar una mansión embrujada o algo similar a ello, pero que interesante nos está pintando el panorama…-tocando el traslador llego hacia el sitio indicado. Le gustaba la idea de tener cerca de ella a un miembro de la Orden del Fénix, ya que ante los ojos de la Ángel Caído Adryanie era una Fenixiana a todas luces. Era un paraje desolador ante los ojos de la rubia Malfoy, sintiendo esa nociva magia que infestaba todo a su paso, mermando la bondad que se empecinaba en reinan dentro de ese recinto.

 

-Magia oscura, maleficios que estén ligados a ella…-canturrio displicente-Yo no me lo creo…-agregò sarcásticamente-Solo debe ser una leyenda urbana, solo eso y no mas…-rodeando sus ojos enfiló sus pasos hacia un pequeño montículo de tierra que le daría una mejor visión del sitio-Veamos si es tan tenebrosa como se rumora…-cruzándose de brazos espero paciente las indicaciones de Adry, estaba deseosa de aprender todo sobre la defensa contra las artes oscuras, simplemente por hobbie o para saber cómo contrarrestar la defensa que algunos magos deseaban emplear contra ella.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Miró a Tormenta que parecía de algún modo haber captado el comentario de la primera alumna, porque dirigió su hocico hacia ella mirándola como quien veía un trozo de carne.

 

—A mi no me molesta que traigan a sus mascotas... — Comentó — Pero en este caso me sirvo del instinto agudo de Tormenta ...— Le acarició la cabeza — Tiene un sexto sentido en lo que se habla de Artes Oscuras.

 

Habían llegado más alumnos de los que tenía planeado y para sorpresa de ella ....la Malfoy. Sonrió para si, era su compañera de clase desde ya hace mucho tiempo. Seguro se había inscrito tarde pero no importaba si era alumna o no, si los quería acompañar bienvenida sea tal vez así habría una excusa para un posible accidente.

 

Esperó a que se acercaran todos para tocar al mismo tiempo la caja que había al frente y desaparecer hasta el lugar que les había comentado ella. Era un lugar curioso porque según se entendía estaba abandonado pero en los últimos meses la gente comenzaba a ver cosas raras a sus alrededores, varios de sus alumnos se había percatado de una presencia de magia oscura dentro.

 

Aparecieron a unos metros del parque atracciones abandonado. Se lograba a ver una imponente aunque escalofriante estructura que se alzaba amenazando con derrumbarse en cualquier momento. Era la primera vez que ella también lo veía pero desde ahí ella podía sentir que algo no iba del todo bien.

 

—Este es un parque diversiones abandonado los muggles que lo ven desde fuera piensan que esta "embrujado" como ya sabemos eso en realidad no existe son solo simples poltergeist tratando de hacer bromas pero generalmente no son malos. El problema no es tanto esos fantasma si no que muchos vecinos ha visto entrar y salir del parque gente "extraña" a reunirse dentro de este reciento.

 

Comenzó explicando mientras se iban adentrado al lugar. Recién acaban de pasar un letrero a medio caer que rezaba "Insanity Park" suponiendo que aquel era el nombre de aquel parque escalofriante. Hasta ahora no se había encontrado mayor cosa así que ella siguió explicando.

 

—La magia oscura realmente no es tan difcil de detectar para un mago, tiene una vibración diferente hasta te hace sentir diferente cuando estas cerca de ella ¿han estado cerca de un dementor? —¿qué tan buenos eran sus alumnos? ¿sería ella la única del cuarteto que había estado cerca de un dementor alguna vez? — Bueno es algo parecido pero menos intenso.

 

Caminaron observando las máquinas herrumbradas que parecían no funcionar en mucho tiempo, hasta se podía escuchar las risas aunque no podía diferenciar si era de júbilo o de terror en las diferentes atracciones. Llegaron a lo que parecía una venta de golosinas y ella se quedó fijamente en el lugar mirando algo por encima de su cabeza.

 

— Miren, ese payaso esta hechizado con magia oscura....— El payaso que decoraba el puesto de golosinas los seguía con la mirada y su sonrisa terrorífica — En este caso no es un hechizo que haga lo que podemos decir mucho daño, la magia oscura no siempre sirve para matar, muchos la usaban hasta como bromas sin saber que realmente es una magia prohibida por el Ministerio.

 

Dentro de la tienda de golosinas vendían además muchos artilugios y hasta una tienda de amuletos al final, no los había inspeccionado desde luego pero desde aquí podría ver objetos embrujados fácilmente reconocibles.

 

— Recuerden que los objetos encantados con magia negra son peligrosos, así que traten de no tocarlos con la mano desnuda porque algunos puedes desde petrificar hasta matarlos. Estos objetos tienen un brillo especial y es diferente a los demás — Se adentraron a la tienda y la Gryffindor se volvió hacia ellos — Estoy segura de que hay varios por aquí ¿porqué no hacemos la primera práctica? Traten de encontrar objetos maldecidos en esta tienda de regalos.... no va a ser muy difícil desde que aquí puedo notar varios.....

 

@ @@Eliot Akil @

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-Debe ser una mascota especial. No he visto en las mias ninguna característica de ese tipo.- Comenté.

 

A lo mejor era porque las estaba conociendo apenas y uno tardaba tiempo en investigar sus cualidades. Seguramente teniendo paciencia describría que tenían algún tipo de don, aunque fuera vivir más que otros de su especie.

 

Toque la caja igual que los demás, pensando que los profesores deberían dejar que los alumnos eligieran la forma de llegada. Nunca me había acostumbrado a los trasladadores, era el medio de transporte mágico que más odiaba, inclusive más que el autobús noctámbulo.

 

No pude evitar sonreir al escuchar el comentario de la maestra, sobre gente extraña entrando y saliendo del parque. Podía ser gente de uno u otro bando o quizás de ninguno. Yo ya me encontraba bastante separada de ese tema. Sin embargo, al escuchar la palabra dementor no pude evitar sobresaltarme un poco. ¿En qué prisión había dementoes? No lo lograba recordar si los había visto en Nurmengard estando de guardiana o estando prisionera en Abaddon, seguramente era en la primera.

 

-Los payasos siempre me dieron miedo. Ahora me gustaran menos.- Comenté al detectar la magia que ella decía.-Siempre he pensado que hay algo maligno ocultándose detrás de sus sonrisas.

 

Me encogí de hombros mientras seguia caminando con el grupo. Antes de entrar en la tienda de regalos, empecé a sacar cosas de mi monedero de piel de moke, empezando por unos guantes de piel de dragón.

 

-No creo que sirvan de mucho para magia tan avanzada, pero al menos no estarán desnudas mis manos.- Sonrei, sacando un par de cosas más: un medallon para avisar del peligro y los anteojos alfa., poniendome ambas cosas.-Veamos si estas cosas funcionan, o tendré que pedirle a Cissy que me devuelva los galeones.

 

Sonrei mientras guardaba el monedero de piel de moke en los bolsillos interiores de la capa de viaje que tenía puesta, sin soltar la varita. Esa era una gran oportunidad para probar esos objetos, solo esperaba que la profesora no tuviera inconveniente. No me puse los anillos del libro aprendiz de brujo, eso sería después, no creía encontrarme con alguna criatura.

 

Entre al local, bastante oscuro. Al menos eso indicaba que no había peligro de momento ya que el medallón no brillaba y los anteojos alfa tampoco. Hice que saliera una luz de mi varita, viendo varios objetos encantados.

 

Un armario que tenía algo escondido dentro, seguramente un boggart para llamar la atención de los ingenuos y que al tratar de deshacerse de él, al tocar el armario cayera bajo una maldición. Algunos otros objetos eran recuerdos de cuentos infantiles: una manzana, una aguja e hilo, nadie usaba las ruecas ya. Unas zapatillas de cristal, pero lo que llamó más mi atención fue un enorme conejo rosa, aparentemente inofensivo pero la magia se encontraba oculta en su negra nariz. También un piano de juguete, esa magia la había visto antes: si uno tocaba el piano no podía dejar de tocar una canción haciendo que sangraran sus dedos.

 

-Es mejor salir de aquí.- Pensé.

 

La magia oscura en ese lugar era demasiado poderosa, aunque a simple vista fuera inofensiva. Sali y me dirigí a donde estaba la profesora, comentándole lo que había descuberto.

 

-Nunca había visto una tienda de regalos así, profesora. ¿Para qué quiere la gente cosas como esas?- Pregunté con un poco de ingenuidad, mientras me quitaba los anteojos alfa pero los dejaba en la mano derecha.

 

No tenía una mascota en esos momentos, pero esos objetos servían bastante bien.

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El parque de diversiones les daba una visión muy vaga de lo que resguardaba su interior, atracciones mancilladas por el tiempo y el descuido del dueño de ese peculiar lugarcito que ofrecía diversión a los magos de todas las edades. Chirridos provenientes de lo que parecía una casa de los sustos, captaron la atención de la vampiro, disparándose de ese modo su sentido de alerta. Observando de hito en hito, el rostro de una bruja que les daba la bienvenida a los magos que se aventuraran dentro de ese laberinto que permanecía sumido en una profunda oscuridad-¿Buscar objetos?...-inquirió sintiendo unos dedos rozarle el hombro derecho-¿Qué cara…?-dejando a medias la palabrota que iba a soltar, recordando que los modales debían prevalecer ante todo.

 

-Genial nos toca salir de shopping y sin tener razón de que demonios estamos buscando…-poniendo en blanco sus orbes lapislázulis intentó mostrarse interesada en esa misión. Le gustaba la idea de meterse en problemas, sacarle la vuelta a todo lo que pareciera ser correcto y armar uno que otro desaguisado si se presentaba la oportunidad ideal-Si se puede, porque no aprovechar…-atrayendo a su mente sus recuerdos como estudiante dentro de Hogwarts. Ahí sí que armaba sendos revuelos, entre revueltas entre la casa de Slytherin y Gryffindor, cobrándose de ese modo el repudio que es obsequiarán los miembros de la casa de los Leones-Simples detalles…-terciando una sonrisa lóbrega se atrevió a meterse en esa atracción.

 

-Es solo un dibujo…-canturrió desviando la vista hacia sus compañeros y profesora-Iré a buscar unos cuantos cuches…-elevando una ceja le dedicó una mirada desinteresada a Adry. Si la Malfoy resultaba dañada dentro de esa clase, si que estaría en serios problemas la Gryffindor-Cuidado donde piso, ¿no?...-bromeó tentando un poco a la Fenixiana. El tener como alumna a la hija del ministro, tal vez no era la misión más sencilla, pero si le agregaba un poco de sal y pimienta al asunto-Nos veremos pronto…-desapareciendo en medio de ese túnel avanzó con sigilo, siendo atraída por gemidos que provenían del interior.

 

Le fascinaba la idea de verse tentada por lo desconocido, arrastrada hacia lo más bajo de la magia oscura, abrazada por esa venita nociva que permanecía oculta en lo más profundo de su anatomía. Reptando como una serpiente venenosa, esperando el momento justo para inyectar su ponzoña y cercenar la vida del ser que se hubiera cruzado en su camino, acabando con un estorbo que consideraba innecesario y por momentos un lastre.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Extendió su mano lentamente con un poco de duda en el avanzar de ésta, se convencía con cada centímetro de cercanía a la caja que sus sospechas estaban acertadas. Siempre tuvo una capacidad de deducción muy aguda, pudiéndose percatar de pequeños detalles que le llevaban a tomar conclusiones raramente equívocas. En este caso en particular, aun cuando su atención en los postulados de la clase era vaga, pudo captar lo necesario para ello.

 

Finalmente la yema de sus dedos alcanzó a tocar la extraña caja, y en un retorcijón de todo lo que sus ojos podían ver, ya había cambiado de entorno. Viajar en traslador era un método poco común para el Black Lestrange, quién prefería usar medios menos ortodoxos y con muchísimo más porcentaje de sigilo en su accionar.

 

Levantó la barbilla poco a poco, ya habiendo reconocido la tierra en la cual sus pies estaban posados, pero como método de confirmación enfocó su vista en lo que tenía frente a él. El castillo casi en ruinas, los sonidos indefinibles y esa aura frívola eran más que familiares, El letrero que decía “Insanity Park” estaba descolgado de uno de los lados, rechinando con cada rose de viento leve.

 

Se dibujó una sonrisa un tanto torcida en su cara, pues sus sospechas eran ciertas la clase había sido trasladada hasta su negocio. Magia oscura había, magia prohibida con cada paso en abundancia aparecería, por lo que las predicciones sobre la incomodidad de la situación iban a ser también hasta cierto punto muy certeras. Es por eso que tenía que tomar una importante decisión, si darse a conocer como el dueño, o simplemente seguir la corriente de los acontecimientos. Optó por lo segundo.

 

Se sintió agradecido de un encuentro que tuvo en el pasado con un vampiro, dadas las insistencias del híbrido en conocerlo a fondo, no había tenido más alternativa que mentirle sobre su nombre, claramente evitando la relación directa que llevaría a explicaciones. Un día en una visita del susodicho, un cartel informativo con el nombre de Eliot Akil indicando ser el dueño habría arruinado el engaño por completo, lo que lo hizo entrar en cólera y hacer desaparecer el material en ese momento. Agradeció que aquello sucediera, por lo que quizás en el futuro después de todo le perdonaría la vida.

 

Cada paso que daba reconocía sus atracciones, cada ráfaga de viento estremecedor le impregnaba de orgullo. Sin embargo, su cara era neutral, observaba de lado a lado fingiendo desconocimiento y entornaba los ojos en su profesora con ahínco. También había reconocido a la mujer, pues se la había topado en un encuentro de un establecimiento nocturno del callejón que tampoco había finalizado del todo bien. Se carcajeó en voz alta sin poder detener el impulso.

 

Ya es sabido que el chico sólo pronuncia palabra cuando era necesario, y que la interacción humana le produce una especie de alergia psicológica con efectos muy nocivos en su comportamiento. A pesar de que al parecer Adryanie no le reconoció, no la culpó por eso y agradeció no tener que lidiar con los recuerdos o las ínfulas de superioridad que ahora pudiera tener.

 

«¿Es en serio? ¿Primero golosinas?» pensó en un tono de hastío que sólo el escucharía. Las cabezas de payazo estaban distribuidas por todo el sitio, esperando que los clientes curiosos hicieran gastos en ellas. Cada payaso tenía sobre si magia que para él era simple, pero que para muchos otros terminaba siendo incomprensible.

 

Viendo cómo el grupo inspeccionaba ciertas áreas intentó hace lo mismo con apresuramiento, se dirigió a la zona de regalos que estaba en un mostrador devorado de polillas y tomó un muñeco color marrón. La diminuta figurita cambió sus ojos a un rojo intenso abrazador que podría confundirse claramente con llamas avivadas; pero él sabía de lo que se trataba.

 

Verás, si te le quedas mirando fijamente, alguno de tus recuerdos más preciados quedarán atrapados en él, dejando que la siguiente persona en examinarlo pueda verlo fácilmente en su cabeza, pero con un precio: Siempre será un recuerdo por otro. —cada p alabra parecía estar en lo cierto, y efectivamente así era.

 

Es un hechizo simple, como el de los payasos que hay por todos lados, no nos harán daño a menos que tengamos una memoria oscura que no quiera ser revelada. —guiñó un ojo a su profesora con cierto grado de hipocresía. —Te preguntarás cómo sé eso. Bueno, en uno de mis viajes a Egipto había un mago que coleccionaba memorias de forasteros, me hice amigo de él y me contó el secreto. Es magia fácil de identificar si sabes de qué trata. —su tono repentinamente amable causaba confusión, parecía como si de verdad estaba interesado que le entendieran.

 

La historia que había discursado era cierta hasta cierto punto, el mago coleccionista de recuerdos sí existía y sí vivía en Egipto, lo que no era cierto en lo absoluto era la parte de su supuesta amistad, ya que hubieron torturas y una que otra emanación de sangre para poder conocer a fondo el mecanismo.

 

Terminó lo que sería quizás su momento más elocuente de toda la clase y comenzó de nuevo a conversar consigo mismo en sus pensamientos, evaluando posibilidades de cómo saldría ileso de la excursión sin ser descubierto. La cuestión era simple, debía fingir ser uno más del grupo y resguardar sus ínfulas de alarde. Se sentó en el piso y comenzó a dibujar figuras geométricas en la tierra, esperando que algo interesante sucediera o que se avanzara en la clase.

 

Si yo fuera tú, no la dejaría ir por ahí. —comentó al ver que una de sus compañeras jugueteaba con el camino al túnel próximo a ellos. — Como tú misma dices, es como los dementores… Se siente. —finalizó.

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Sus alumnos resultaban ser más interesantes que el mismo parque de atracciones, algunos rebeldes otros terroríficos etc parecía que la clase iba a ser interesante al final de cuentas. Cuando volvió el panorama fue muy curioso : Lyra se dirigía hacia ella claramente interesada en los objetos de la tienda y a la vez un poco temerosa de ellos, Juv desaparecida y Eliot sentado en el suelo garabateando cosas sobre el polvo.

 

— Lo que pasa es que la gente no sabe lo que compra, los magos eran un poco más precavidos pero ¿los muggles? compran cualquier cosa que se vea colorida— Se encogió de hombros — Los magos negros no les importa mucho la vida de los muggles y en cuanto los magos muchos venían justamente a comprarlas para ritos o propósitos de magia oscura.— Miró los artilugios que había llevado Lyra a la clase, eran los que vendía el concilio en los últimos días — Que interesantes... yo también los compré pero aún no los he usado ¿si funcionan?

 

Miró a Juv que decía unas cuantas cosas, no sabía si realmente la estaba provocando o ella era así, conociendo a su compañera de clase seguramente era más probable la primera. Frunció el ceño y dio unos pasos hasta donde se internaba la mortífaga.

 

— Juv por favor vuelve aquí — Le dijo enojada ¡vaya insubordinación! — Ven que si te pasa algo será culpa mía — Realmente no le importa si a la Malfoy se la comía un tiburón el problema era que se iba a llevar una buena regañada y eso si no expulsión de la academia si regresaba sin un alumno.

 

La voz de Eliot resonó en el lugar advirtiendo a Juv del peligro del pasillo. Ella se asustó por un momento era la primera vez que lo escuchaba hablar en ..¿alguna vez lo había escuchado hablar? No puo evitar sentir un escalofrió.

 

No dudo de lo queme dices Eliot, pareces un hombre muy experimentado en este tipo de magia — Le respondió sin poder quitar la mirada del extraño muchacho.

 

Su lobo comenzó a aullar ante un armario que había ahí mismo en la tienda, aunque la tienda era terrorífica en si creía que afuera de ella las cosas eran peor... Se acercó al armario y lo examinó. Sonrió.

 

—Bien, tenemos suerte... hay un boggart aquí — Se alejó del armario — Los boggart son criaturas que prefieren vivir en la oscuridad, es común encontrarlos en armarios, troncos huecos etcetera. Nadie sabe que forma tienen porque cada vez que se encuentran con una persona son capaces de convertirse en el peor miedo de esa persona. Llegan a consumir tanto de terror a una persona que no puede hacer nada más que lamentarse por el asunto.

 

Solo Eliot y Lyra estaban en la estancia, por un lado le alegraba ya que así Juv no tendría que ver su peor miedo, sabía que lo podía utilizar en su contra.

 

Lo bueno es que hay un hechizo para combatirlo, solo hay que concentrarse que realmente es lo más difícil, pensar algo gracioso y luego decir Riddiculus.

 

Ante una señal Tormenta abrió la puerta del armario con una de sus patas y el Boggart salió de ella. Al instante se convirtió en un trío de cadáveres : Elvis, Kris y Starling. Los hombres de su vida su abuelo, su padre y su primo. Eran lo más importante para ella y por supuesto que su mayor temor era perderlos. No le avergonzaba aquel temor, de hecho era el temor más frecuente de la gente. Ella al instante pensó en ellos tres bailando samba y dijo

 

—¡Riddiculus! — Su pensamiento se cumplió. No pudo evitar una pequeña sonrisa y el Boggart desapareció de nuevo en el armario. — Bien ¿quién va a hacer el primero? — Los miró expectantes y se acordó de que olvidó decir algo hace rato — Por cierto muy bien chicos los objetos que habían identificado antes — Les sonrió y se hizo a un lado para que el primer valiente pasara.

 

@@Eliot Akil @ @

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No pudo hacer nada más que reaccionar con un gesto lleno de altanería en cierto estado de pasividad, sus ojos estuvieron blancos por completo en lo que duraba medio segundo. Y es que Adryanie trataba de explicar cosas que él ya conocía, y otras con ciertos puntos desconcertantes entre lo que podría ser cierto y lo que no. Podría ser que en la realidad todo fuera correcto, pero en la mente del joven lograr cambiar algo ya establecido es una tarea que muy pocos se habían dedicado a completar.


 

Hizo un ligero gesto de negación, con su mirada en los ojos de la profesora; pues ésta explicaba el peligro que los curiosos artilugios representaban para los muggles. Era verdad, era peligroso, pero es que esas pequeñeces no estaban pensadas para el goce o la molestia de un ser carente de magia. Dentro de su mente, Eliot pensaba que ningún esfuerzo era merecedor de atención si se trataba de un ente tan insignificante, aun cuando sus convicciones estaban en pro de la simpleza de la humanidad en toda la expresión de la palabra.

 

Una sonrisa se comenzó a formar lentamente. Ver una curva en los labios de este muchacho era algo inusual de verdad, ¿por qué ocurría? Bueno, el comentario sobre las posibilidades de que le sucediera algo a Juv había despertado la imaginación dentro de su oscura cabeza. Imaginó el cuerpo de la mujer, muy obviamente vampiro, cortado en pedazos y dispuesto en diferentes zonas, o su figura inerte sobre un charco carmesí exageradamente grande.

 

Volvió a la realidad cuando escuchó su nombre, y se lamentó haber despertado del sueño lúcido que estaba teniendo en el anterior momento. La sonrisa desapareció de su rostro pero éste permaneció calmo, prestando raramente atención a las palabras que pronunciaba la dueña de la mascota lobuna.

 

No pretendo ser un experto, la verdad. —respondió al comentario que le habían hecho, con los ojos totalmente dirigidos a los de ella, y con un brillo intenso nada peculiar.

 

«Curioso, un boggart.» dijo para sí mismo al ver el armario. Él no era el responsable de la estadía de esa criatura en Insanity Park, alguien lo había dejado en el sitio quién sabe con qué clase de intenciones. A lo mejor era las de estar alerta, a la vigilia de que cuando Eliot lo abriera conocer su temor más intenso; era un método altamente lleno de mediocridad, tanto que ni siquiera movió un pelo de preocupación en los sentires del joven Black Lestrange.

 

La maestra pasó al frente. Y él con las manos relajadas sobre su cintura miró al cielo en modo de irónica negación, otra vez la actitud que tomaba cuando algo le parecía en extremo irritante, debido al comportamiento aplicado a ciertas situaciones. ¿Cómo era posible que alguien le tuviera miedo a la muerte, y no suficiente con eso no a la propia? Eran cosas que no podía comprender, o que se negaba a hacerlo desde hacía mucho.

 

Viendo que nadie más se apresuraba a descubrir su temor se adelantó a los demás, acercándose al armario. Conocía el uso del hechizo recién explicado, y ahora con la tutoría recién refrescada en su cerebro era imposible que fallara. Tenía curiosidad desmedida por conocer su pavor, ya que él mismo no lo sabía, ¿era posible que la criatura quedara transfigurada en la nada? Pronto lo conocería.

 

Las puertas de madera se abrieron y una mano muy peculiar hizo un esfuerzo por salir, apoyó la otra tambaleando un poco a punto de caerse y entonces su primer pie estaba fuera. Su mentón permanecía ligado a su pecho dejando que los cabellos oscuros taparan su rostro, ¿De qué se trataba todo eso? Los orbes estaban totalmente puestos en la figura extremadamente familiar que se acercaba a él, y su varita fuertemente apuntada al mismo sin ningún titubeo. Al final estando cerca de un metro de distancia levantó el rostro, y era él, estaban frente a frente como si de un espejo se tratara.

 

Los otros espectadores del pequeño espectáculo quizás jamás entenderían lo que sus ojos acababan de ver, pues era imposible que un mago se tuviera miedo a sí mismo, y ciertamente lo era. Nunca explicaría a nadie lo que acababa de ocurrir, no era él quien estaba posado ahí como un mero reflejo, nada más que con una actitud diferente, con una luminosidad distinta en la mirada, y con un aura benevolente. Era su otro yo, el cual en ocasiones incontroladas se apoderaba de su cuerpo y que a toda costa trataba de evitar.

 

El sobresalto no se hizo notar en las comisuras de sus labios, ni en el ceño que estaba ahora fruncido. Con la varita en mano y pensando en la primera cosa cómica que se le vino a la mente pronunció fuerte y sagaz — Riddiculus… —la ropa del otro yo del muchacho se transformó en un abrir y cerrar de ojos en la vestimenta de su compañera Lyra, hasta tratando de imitar el peinado que ésta tenía pero quedando desigual por la diferencia de largor en los cabellos.

 

Eliot se tiró de bruces al piso y empezó a carcajearse en una situación un tanto psicótica, miraba con el rabillo del ojo a la criatura que trataba de tapar su abdomen bajo por lo corto de la parte superior color melocotón, y esto le hacía aplastarse nuevamente a reír bastante alto hasta el punto de provocar un eco en el parque.

 

Se fue calmando poco a poco, y con mucha dificultad, y con los últimos sollozos emitidos se disculpó hipócritamente con la clase, pues no le interesaba lo que pensaran.

 

Perdón, perdón… ahora mismo termino. Perdón. —pronunció finalizando con una última muestra de su risa, más parecida a un hipo etílico.

 

La criatura ya estaba dentro del armario nuevamente y esperó a que los demás hicieran lo indicado por la clase, tenía expectativas sobre poder divertirse tanto como con su turno, pero lo dudaba enseguida. Las malas caras de algunas personas próximas a él eran todo un poema; la satisfacción en lo recién acontecido había merecido todas las penas habidas y por haber.

 

Ahora conocía su propio miedo, cosa que sólo él entendía. Y los husmeadores o los presentes no lo descifrarían con facilidad, mucho menos sin conocerle en lo absoluto; y ese era el caso. Todo había resultado bien.

Editado por Eliot Akil

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