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Defensa Contra las Artes Oscuras V


Adryanie
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No pude menos que compadecerme por la profesora, pero al menos solo era une persona con la que tenía que lidiar. Recorde esa clase de herbología, que al final resulto ser un desastre.

 

-Si funcionan, profesora. Aunque no estoy segura.- Dije bajando la voz para que solo la profesora escuchara. La luz del medallón olo podía verla el propietario.-Cuando estoy cerca de mis compañeros indica que hay peligro, debe estar mal, ¿no?- Pregunté.

 

Tendría que probarlo en el Magic Mall, pero lo moví la cabeza. Era demasiada gente y el medallón se volvería loco. Hasta ahora solo había tratado con tres de mis compañeros, especialmente con Zack que me había ayudado con el hipogrifo perdido. Parecía buena persona y no quería que el medallón brillara. Debía de estar mal.

 

Me había rendido en la intención de integrarme con mis compañeros, cada uno estaba metido en sus asuntos y en parte me alegraba. Al fin y al cabo, estaba ahi para estudiar la materia sin problemas.

 

-Creo que el medallón no se equivocaba.- Le dije la profesora, al ver el boggar de Eliot.

 

Ni siquiera lo conocía, nunca me había metido con el y ahi estaba. Era obvio que no quería verme ni en pintura, como paso cuando Neville convirtió a su boggart en Snape vestido de la ropa de su abuela. No quería verla a ella, contaban. Ahora menos que nunca me importaba conocer a alguien de ese grupo, si se metían con uno sin tratarlo.

 

Estaba a punto de mandarle un hechizo cuando note la mirada de la profesora y puse carra de inocencia.

 

-Perdone profesora. Por un momento me desoriente y pensé que mi compañero era un boggart.- Rei, encogiéndome de hombros, mientras pensaba.-Me la pagaras.

 

Una vez que saque los anillos del monedero de piel de moke, me los puse. El anillo de las plagas era el que serviría para esto, pero era mejor usar los dos. Señale a mi compañero con ellos. El de las plagas no hizo nada, solo movió bruscamente mi mano hacia el armario.

 

-Al menos los anillos sirven, profesora.-Refunfuñe, esperando que se distrajera.

 

Hacia mucho que no dueleaba, pero, ¿qué importaba? Mi compañero no parecía tener mucha experiencia en duelos. De todas formas, no comenzaría yo con los hechizos, no quería que la profesora me sacara del curso.

 

Cuando abrio la puerta del armario, salió una enorme acromántula, aunque ya era un miedo conocido por muchos. Odiaba a esos bichos. Respire con calma mientras señalaba la enorme araña.

 

-¡Riddiculus!- Grite

 

La araña se convirtió en una enorme bola de estambre color rosa, incluyendo sus patas que parecían estambre suelto. Los ojos eran ahora cascabeles, visión que segurametne empalagaría a mi compañero.

 

-¡Qué bonita bola de estambre!- Comenté.-Creo que me la llevaré a casa. O tal vez no.- Murmuré al ver que la bola de estambre había rodado de nuevo hacia el armario. , haciendo que este se cerrara dejándolo atrapado.

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Adryanie no tenía límites con respecto a su relación con la Malfoy, no estaba bien visto que le deseará que se la comiera un tiburón o algo por el estilo. La Ángel Caído había lanzando una punta que dio justo en el blanco, trastocando un poco el humor de la profesora logrando que volviera a unirse al grupito de la clase-Ahora nos toca develar nuestros peores temores y ella cree que lo haré…-terciando una media sonrisa en sus labios reconoció que le atraía la idea vagamente-No te daré el gusto…-rodeando sus ojos se cruzó de brazos detrás de sus compañeros. El ver tan atractivo espectáculo era algo que no se podía presenciar todos los días, tomando en cuenta el temor que les había regalado la Gryffindor.

 

-Mostraré lo mínimo…-bromeó quedándose con ese comentario sólo para ella-Una mujer como yo no tiene temores, al menos no de esos que suelen hacerte gritar o querer arrancarte los pelos…-desviando su vista hacia el Boggart, no recordaba haber tenido un encuentro con uno antes-Vaya que es curiosito…-tarareó centrando su atención en la varita que sujetaba con firmeza-¿Así que deseas despertar mi peor temor?...-dando un fuerte latigazo con la misma sentenció altiva- Riddíkulus…-partiendo de la punta e su varita un rayo azul eléctrico que impactó de lleno en la criatura.

 

Varios hilillos oscuros brotaron del mismo engarzándose como los anillos de una cadena, adoptando la forma corpórea de un Kraken. No le temía al mismo en sí, sino a lo que era capaz de provocar y no por nada, casi siempre se guardaba esa clase de cosas para ella. Hacía varios años estuvo enfrascada en una batalla dentro de un barco, luchando codo a codo con dos de sus hermanos, debatiéndose entre liberar a los de su raza o condenarlos por el resto de su eternidad. Diversas criaturas se unieron a la batalla, enfrentándose a los vampiros originales con toda la fuerza o poder que poseían en sus cuerpos, no le extraño ver su sangre emparar su ropajes o manchar la madera roída de la cubierta de dicho navío.

 

Poco a poco el recuerdo desapareció de sus memorias, no permitiría que se temor sepultado hacía varios años causará estragos en su vida actual. Eran detalles mínimos ante sus ojos, banalidades sin sentido o razón de ser ante los ojos de la Malfoy. Ya le cobraría Adry sacar eso de la bitácora persona de la vampira, no era buena idea meterse con sensaciones o recuerdos que eran privados ante los ojos de todos.

Editado por Juv Malfoy Croft

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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Básicamente ya eres la mitad de una maldición

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Lyra se veía claramente preocupada por el "desperfecto" de su medallón pero ¿qué le iba a decir ella? ¿qué pensaba que sus compañeros eran unos mortífagos despiadados y asesinos? No, no podía decirle eso porque en primer lugar no tenía pruebas y en segundo lugar ya aquel lugar resultaba lo suficientemente terrorífico para que la compañía también lo fuera.

 

—Que bien voy a traer mis objetos la próxima clase y bueno...las cosas del Magic no suelen ya sabes...tener desperfectos..— Se volvió para ver la actuación de sus alumnos ante el boggart.

 

No solía juzgar a nadie y mucho menos a sus alumnos cuando veía los boggart cada quien tenía temores diferentes, algunos más extraños que otros pero todos eran seres humanos al fin de cuentas y los tenían. El boggart de Lyra no le sorprendió y era un miedo bastante racional pero el de Eliot.... al principio no supo adivinar bien que era de hecho aún cuando el realizó el hechizo se quedó con la duda de qué podía ser ¿le temía a otro hombre? Al ver como lo ponía en su manera "cómica" y viendo que se comenzaba a revolcar de la risa no pudo más que quedar patidifusa. Miró a Lyra esperando que esta tuviera un poco más de paciencia y entendiera la broma sin tener que llegar a las agresiones físicas, por suerte así fue y no pudo evitar soltar un suspiro.

 

— Eliot por favor no es manera de burlarse de las personas — Repuso ella con el semblate serio. Se volvió hacia atrás y se encontró de cara a Juv — Bueno vaya, que bien que has decidido volver Malfoy....

 

Le dijo con una sonrisa mientras la observaba hacer su práctica ante el boggart, No podía negar que sentía un poco de curiosidad por la forma que adquiriría pero se recordó a ella misma que tenía un código de ética como profesora. De igual forma que Eliot no entendió muy bien en lo que se convirtió lo importante es que había podido aguantar el temor y el boggart estaba de nuevo en su caja.

 

— Muy bien , lo han hecho excelente chicos. Y bueno como sé que están deseando desestresarse — Miró de reojo a Lyra — Vamos a ver otra cosa....Maldiciones imperdonables.

 

Abrió la puerta del local guiándolos hacia afuera, si pasaba algo esperaba no destruir el lugar no quería que luego el concilio de mercaderes le cayera encima por andar destruyendo propiedad privada.

 

Son tres y como su nombre lo indica son prohibidas por el Ministerio de Magia su uso tendrá una sentencia muy grave en Azkaban— Comenzó explicando — Una tendrá el control total de una persona, otra hará que sufra un dolor muy intenso pero sin lesión evidente a la vista y la última matará sin dejar rastro.

 

Llegaron a un nido de ratas que se escurrían de un lado hacia otro en la maquinaria de una de las montañas rusas. Ella no le tenía asco a los animales muy al contrario de lo que se pensaría y más ella siendo licántropo.

 

— Tengo permiso del Ministerio para hacer esto al igual que de la academia como método de enseñanza — Tomó una de las ratas y siguió la clase — Las maldiciones imperdonables son difíciles de esquivar es más fácil no exponerse a estas situaciones, solo se ha visto a los mortífagos usarlas ya saben ...los que usan máscara así que la situación sería alejarse de ellos pero si no les es posible ... defensas fáciles como un protego para un cruciatus que es la maldición que causa dolor, silenciar a un mortífago antes de un imperius que es la del control total y ante poner un morphos de algún animal a un avada sería suficiente al menos para distraer al mortífago y salir de ahí.

 

La rata chillaba en su mano, hasta le comenzó a dar lástima así que decidió solo aplicar una de las madiciones sobre ella.

 

— Imperius — La rata rápidamente se paralizó, ella la puso sobre un estañón de agua y la rata de dos pasas comenzó a dar brincos y volteretas. Ella soltó la maldición y como si hubiera sido tocada por un cable eléctrico salió corriendo de ahí. — Las demás no las haré porque tengo corazón para no hacerle daño ni a las ratas. No sé si ustedes tengan alguna preguntan o...lo quieran intentar.

 

¿sería un arma de doble filo aquella proposición?

 

@ @ @@Eliot Akil

Editado por Adryanie
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-¿Una rata?...-inquirió mirando al pobre animalillo salir corriendo-Pero que ingenioso…-volviendo a rodar sus ojos sintió aquella sensación de abalanzarse sobre su profesora y lanzarle sin miramiento alguno un avada Kedavra. Para la buena suerte de la Gryffindor, la Malfoy, no eran tan descuidada al mostrarse como realmente era-Yo probaría algo mucho más doloroso y efectivo…-sentenció curvándose en sus labios una lóbrega sonrisa-Tal vez un Crucio o un Sectusempra, pero el Sectusempra no está considerado como una maldición imperdonable…-chasqueando sus dedos apareció una serpiente en su mano-Podría matarla si lo deseará, ¿Pero qué caso tendría?...-tarareó dejando a la criatura reptar sobre el suelo.

 

-Podría usar un Avada Kedavra y matar a más de una rata…-comentó aflorando en sus ojos un brillo maquiavélico-Sin embargo, no deseo que el Ministerio me aprese dentro de su clase y le culpen por no saber, cómo controlar a sus alumnos y los hechizos que desea enseñarles…-mostrándose arrogante ante los ojos de todos los presentes, no pudo evitar dejar salir esa venita que le reconocía como una digna Malfoy. Tomando con firmeza su varita visualizó a la que sería su víctima dentro de esa interesante lección- ¡¡¡ Crucio !!!...-espetó emanando de la punta de su varita un rayo escarlata, que impactó en el lomo del peludo animal, provocando que este se retorciera como si hubiera tocado con cable de alta tensión con sus diminutas patas.

 

El espectáculo ante sus ojos era digno de Broadway, tomando en consideración que contaba con el permiso de su catedrática. Ella le dio pie para actuar de ese modo, desquiciándose por un leve instante, dejando aparcado el recato para expresar en esa acción de lo que podía ser capaz con las maldiciones imperdonables en sus manos. Parpadeando con fuerza recuperaba poco a poco el control de sus pensamientos y acciones, mostrándose puramente fría y displicente ante su actuación dentro de la clase. No le importaba lo que pensarían, ya que no vivía de lo que dijeran de ella o del concepto que tuvieran con respecto a su persona o modo de manejarse dentro del mundo mágico.

 

-Ha sido muy educativo y relajante, no puedo negarlo…-ladeando un poco si cabeza sobre su hombro izquierdo se perdió en sus pensamientos. Deseaba ver lo que harían sus compañeros, anhelaba verlos dejar salir ese sentimiento oscuro que habitaba en ellos, solo esperaba que fuera real y no una pantomima para intentar impresionar a Adry. Al menos la Malfoy, no estaba ahí para dar muestra de que conocía la magia oscura, al menos no abiertamente y eso lo había dejado en claro desde que iniciará las clases con unas ganas que podrían dejar con la boca abierta a cualquiera.

Cuando eres tan grandiosa como yo, es difícil ser humilde

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De todos los minutos que estaban transcurriendo uno ya se hacía más aburrido que el otro, a excepción de la pequeña demostración teatral que tuvieron con el Boggart, todo iba muy plano. Pues había sido un momento con un cierto grado de tensión por enfrentarse a su otro yo de frente, y a su vez demasiado entretenido logrando causar irritabilidad en una de sus compañeras de clase.

 

Notó cómo Adryanie explicaba algo relacionado con el Magic Mall, algo que tenía que ver quizá con el funcionamiento de los objetos ahí vendidos, pero no le prestó mucha atención. No quería inmiscuirse en conversaciones que terminarían de arruinar los momentos que pasaba en el parque sin que estuvieran ligados al trabajo.

 

— Entonces, dígame usted profesora. ¿Cuál es la forma correcta de burlarme de las personas? —canturreó con un ligero levantamiento de ceja, convirtiendo el comentario de la mujer en una pregunta que seguramente no le resultaría agradable.

 

Las prácticas de las demás estudiantes dejaron mucho que desear ante los ojos de Black Lestrange, quién esperaba ver algo realmente interesante, pero terminó en decepción total sin cabida a nada diferente. Volvió a tirarse en el suelo y comenzó a dibujar nuevamente con la punta de la varita figuras geométricas complejas, no tenía ganas de seguir viendo aquello que no merecía la pena.

 

Así, con su oído de alguna manera aún conectado con lo que ocurría, como mera precaución para los avances del programa, escuchó como un vaivén de puntas estaba ocurriendo. Alzó la vista y la enfocó en la licántropo y Juv, quienes parecían conocerse de algún lugar pero no terminaban de afrontarlo. Eliot, valiéndose de su capacidad para deducir las situaciones había sacado su propia conclusión rápidamente, y comenzaba a estresarse con el tema recurrente en cada encuentro de ese tipo.

 

— Bueno, si se van a continuar mirándose y recitando cosas una a la otra, será mejor que mi mejor amiga y yo nos marchemos y las dejemos en privacidad. Así no se cohíben más de sus demostraciones de cariño. —soltó todo aquello como vómito verbal, mirando al finalizar a Lyra y guiñándole un ojo. Se regocijaba de su insolencia.

 

No solía soltar aquellos discursos de reclamo en lo absoluto, pero era que el aburrimiento empezaba a hacer estragos en su cerebro. No toleraba que mientras él se pudría en el piso garabateando cosas, la clase se estancara con tesituras que no venían al caso. Así que para agregar un poco de sal y pimienta a la situación, bromeó seriamente acerca de las susodichas actitudes.

 

«¿Maleficios imperdonables?» Pensó muy reflexivo, pues hasta los momentos el perfil que tenía la fémina a cargo del grupo era muy inclinado a la benevolencia. No se imaginó que mencionaría los maleficios y aún menos que los quisiera hacer en clase, por fin estaba sucediendo algo que podría resultar beneficioso para sus carencias de entretenimiento de ese momento. Escuchó la breve explicación de cada uno de los usos y contrarrestos y sus ojos se oscurecieron más, mil y un recuerdos atravesaron su memoria en un flashback indetenible.

 

Una rata fue el blanco para la ilustración de los conocimientos de la profesora, haciendo que su vista se pusiera neutra otra vez. No era que defendiera la vida de los roedores, incluso hacía poco había exterminado a uno de ellos con un pisotón en el cuello, dentro de los bosques cercanos a la mansión Black Lestrange.

 

La comprobación de la efectividad de la maldición sobre el animal estaba finiquitada, y pudo hacerse la vista gorda de las reacciones a su alrededor, pues otra de las discípulas, la más egocéntrica, comenzaba a desquitarse de su ira con un reptil, un animal que ella misma había invocado con ese fin. No le veía lógica alguna realmente, sólo suspiró en negación.

 

— Muy bien, ¿Qué sigue, la otra chica matando a un canario? —interrogó al grupo señalando a Lyra.

 

No era que le produjeran algún tipo de misericordia, o que no pudiera soportar los actos que se llevaban a cabo. Al contrario, le parecían tan patéticos que no se podía creer que fueran dignos de una clase con el título que ésta tenía. A demás, aparte a esto las maldiciones imperdonables siempre le parecieron sobrevaloradas por el ministerio, no eran atrayentes para él. No hacían desprender sangre a borbollones ni matar a alguien con heridas descaradamente profundas, eso era lo que más placer le daba en una batalla.

 

— En mi opinión, las maldiciones imperdonables no son para realizarse en clase. —parloteó con su hipocresía claramente a flor de piel. — Ya ves que casi vemos enloquecer a esta pobre muchacha torturando a esa culebra, no lo podemos permitir. ¿No cree? —se dirigió a su profesora.

 

Seguramente lo recién dicho iba a ser muy complicado de interpretar, pues su semblante y su actitud decían completamente otra cosa sobre él y ahora su elocuencia demostraba una contrariedad muy fuerte. En definitiva la actitud del chico siempre causaría ese tipo de controversias, pues era capaz de camuflarse con mil mascaras actitudinales si era necesario.

 

— De hecho sí, tengo una pregunta. —interrumpió la último palabra que iba a salir de los labios de Adryanie. — ¿Por qué el ministerio clasificó de imperdonables éstas tres maldiciones, cuando sabemos que hay magia igual o incluso más oscura? —su vista era serena y punzante. — ¿será acaso que muchos magos las usan desmedidamente por la facilidad de su aplicación? —terminó volviéndose a sentar tranquilo en la tierra.

Editado por Eliot Akil

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-Tiene razón, profesora. He comprado varios objetos ahi y han salido bastante bien.- Comenté.

 

¿Sólo comprado? Me la psaba viviendo entre los objetos del Magic Mall día y noche, así que debería de conocer la calidad de los objetos. Por alguna extraña razón noté la mirada de la profesora en un par de ocasiones, podía suponer los motivos, así que solo podía finjir inocencia.

 

Vi como la profesora aplicaba un Imperius sobre una rata, mientras que Juve elegía a su víctima y le mandaba un cruciatus a una de ellas. Sin embargo, me sorprendió la respuesta de Eliot, quien no quiso usar ninguna de las maldiciones, llegando a pensar por un momento que me había equivocado con él y que a lo mejor no era tan malo como parecía.

 

-A mi no me metas en eso, Eliot.- Protesté cuando sugirió que podía usar la maldición con un canario. -Lo siento, profesora. Sé que debe estar permitido esa práctica, pero yo no me atrevó a usar esas maldiciones, ¡más esa última!

 

Moví la cabeza negativametne y como si de una película se tratará, vi en mi mente varias imágenes extrañas, en la que estaba usando una máscara y me encontraba feliz torturando y matando personas inocentes. ¿Qué diablos significaba eso?

 

No. Temía que si usaba esas maldiciones despertarían recuerdos que debían de quedarse dormidos para siempre. Sin embargo, no podía sentirme un poco hipócrita, ya que al estar convertida en minina había llegado a jugar con algunos pájaros, ratones y otros animales, torturándolos y llegándolos a matar si veia que habían quedado mal por el juego, siendo mejor que murieran.

 

Miré a la profesora suplicante, no quería usar la maldición que faltaba aunque eso me hiciera reprobar la clase, pero al menos había escuchado con atención las diferentes defensas que había para cada una, aunque uno tenía que estar alerta siempre, sino de nada serviía.

 

Escuché las últimas preguntas de mi compañero, me parecían bastante interesantes y tenía razón de que había hechizos más poderosos que esos. Tenía razón respecto a la facilidad con la que algunos las usaran, como la Malfoy que no dudo en usarla con la rata y parecía estar disfrutando del sufrimiento de la misma.

 

Suspire. Me hubiera gustado tener el valor de mi compañera y la profesora, pero, ¿usar la última maldición? Una cosa era hacer bailar a alguien por ejemplo, hacer que sufriera un poco porque había personas que lo merecían, pero ¿matar? Eso si que no lo haría.

 

Con el imperius si, a lo mejor serviría en el Magic Mall cuando se juntara mucha gente y decir algo como has cambiado de opinión y no piensas comprar nada hasta mañana que no haya tanta gente. Esa idea me hizo sonreir.

 

-También tengo una pregunta, desde su punto de vista, ¿cuáles son los hechizos mortífagos más peligrosos? ¿Los que nos pueden costar la vida?- Pregunté.- Se que de todas formas un civil no podría defenderse contra ellos, ¿o me equivocó?

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