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Encantamientos


Veronica Prince Rambaldi
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Corrí por los pasillos como loca, abrazando mis carpetas. ¿Cómo no había visto esa lechuza a tiempo? Estaba atrasada. De hecho estaba atrasada en mil cosas. El trabajo en El Profeta iba lento, pero seguro, bromeaba James. Pero ese no era el tema ahora. Mis cabellos golpeaban contra mi espalda y se arremolinaba contra mi cara, con lo cual cada tanto debía llevar una mano a despejar mi rostro.

Cuando al fin encontré el salón lo empujé con una mano, las zapatillas habían apagado el sonido de mi carrera por todo el camino, en realidad llevaba un conjunto deportivo muggle ¿o era mi pijama? Casi no había tenido tiempo de arreglarme cuando había leído la nota que Nahir me entregara y que la lechuza había dejado en la madrugada. Tonta, tonta de mí, mil veces tonta.

Con rápidos movimientos de mi varita acomodé el lugar, pero no lo suficientemente a tiempo. La puerta se abrió y una joven bruja ingresó.

--Eh, buenas tardes @ ¿supongo? Encantada de conocerte, soy Verónica Prince Rambaldi y seré tu profesora de Encantamientos. Soy la remplazante y te pido disculpas por la demora en el inicio. Culpemos a los muggles --dije guiñándole un ojo mientras le señalaba el asiento frente a mí y tomaba a su vez asiento contra el escritorio tras apoyar la carpeta.

--Vamos a ir al grano ya que tenemos una carrera contra reloj en la materia --sonreí mientras sacaba mi varita del bolsillo, un milagro no haberla perdido en el camino.

--Primero te presentaré a Dammy --hice una floritura y el muñeco apareció en un costado del salón.

Muñeco en realidad era un término generoso, era un busto, con brazos, torso y cabeza, desde lo que sería la altura de las caderas era una base de madera que se apoyaba sobre un robusto pie que finalizaba en un conjunto de tres rueditas.

--Dammy está aquí para que apliques sobre él lo que me definirás en la teoría. Me puedes definir mientras lo aplicas, antes o después un hechizo, un encantamiento y una maldición ¿qué son, en qué difieren, en qué coinciden? y si conoces una de cada una, Dammy con gusto probará sobre él qué tal la sabes hacer y luego la perfeccionaremos o te enseñaré las que entran en nuestra materia. Obviamente no las maldiciones, que ese es otro conocimiento.

Sonreí a a Kyttara y la invité a ponerse de pie y acercarse al centro del salón a unos cinco metros de donde Dammy la esperaba en un área despejada para tener nuestra primer clase teórica/practica.

Me sentía realmente nerviosa mientras esperaba que mi alumna hiciera su primer movimiento tras las presentaciones. Me había arriesgado al pedirle que me demostrara cada uno con un ejemplo práctico pero ¿qué podía salir mal? Y si algo no salía según lo planeado ¿no estaba mi varita en la mano para corregir lo que ocurriera?

Respiré y por primera vez miré bien el salón, amplio, con un área para teoría, un escritorio y un grupo de diez bancas, una pizarra y un armario con vitrina donde se veían varios libros y otros elementos en gabetas que no había tenido tiempo de revisar.

Pero lo mejor era el área en la que estaba Dammy, ocupaba dos tercios del salón, había espejos ocupando la mitad de la pared del fondo y toda la pared lateral, algunos gráficos de movimientos de varitas estaban pegados sobre la parte superior de los espejos con los nombres de los hechizo en color azul plata y en el centro, Dammy, nuestro muñeco de práctica, porque mejor intentar encantar un muñeco antes de mandarnos una metida de pata con un mago o bruja, compañero o profesor. Editado por Veronica Prince Rambaldi

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  • 2 semanas más tarde...
Mansión Rambaldi.


El bullicio de aquella hora no era más que el acostumbrado. Desde la llegada de los mellizos el desayuno era quizá de los momentos mas agitados del dia. Naika siempre intentaba cuidar de ellos para que yo pudiera tomar el desayuno con calma, hoy era inútil, mucho rondaba mi cabeza aquella mañana.



Miro el reloj en el fondo de la habitación, y repaso mentalmente los pendientes. Algo parecido a la culpa se cruza en mi mente, dejar a los mellizos para ir a clases está resultando mas difícil de lo que había imaginado. Inspiro intentando captar algo de calma, que no llega. Hay cosas que no se pueden aplazar por siempre y con un último vistazo de los mellizos y suspirando con la certeza de que en unas horas volveré a su lado, emprendo el camino a la Universidad.


Universidad – Sección de Conocimientos Ateneo


Nada lucía como lo recordaba, pero aquello no me sorprendía. La academia parecía haberse expandido, crecido y nada parecía estar en el mismo lugar de antes. Exhalo y miro los rótulos intentando ubicarme, al menos todos los estudiantes parecen estar muy ocupados en sus asuntos como para notar lo perdida que estoy. Suerte que la clase fuera practica y no teórica.



Luego de recorrer algunos pasillos, bulliciosos las aulas se fueron haciendo más privadas y por lo que alcanzaba a verse muy variadas en contenido. Finalmente aquella con un rótulo que rezaba “Encantamientos” fue en la que me detuve y llamé antes de entrar.



Estaba vacía, no bueno aquello no era del todo correcto, se podía apreciar sobre todo muchos espejos y en el centro lo que parecía un muñeco de pruebas. Unos cuadros con instrucciones, más bien obsoletas, decoraban las paredes. No había tenido mucho tiempo de observar, porque la profesora ya se encontraba allí y mi presencia no había pasado inadvertida. Dibujo una sonrisa cordial en mi rostro mientras me acerco para prestar mejor atención. Debo comenzar a sentirme en confianza pronto y la profesora lo estaba facilitando bastante, las instrucciones eran claras y parecía desenvuelta al explicar.



– Mucho gusto y no se preocupe – aseguro acercándome al mencionado Dammy, mientras explica y sin darme cuenta ya tengo la primera asignación. Extraigo la varita de la bolsa apuntando al muñeco mientras Veronica termina de explicar.



Una respiración profunda. La pregunta no era difícil, todos los magos y brujas sabían aquello. Lo importante era explicarlo de manera que fuera comprensible, así que escogiendo las palabras comienzo a realizar la asignación tan eficiente como es posible.



– Hechizo en realidad – explico pensando el primero movimiento que haré con la varita, hasta el momento no está resultando nada fuera de lo cotidiano – es un término genérico que se utiliza para denominar una acción que involucre magia - con un movimiento calmado - Incárcerus – gruesas sogas se sujetan alrededor del busto.



– Un encantamiento – continúo concentrada luego de dedicar una mirada a la profesora – a diferencia de una maldición, no altera la esencia de las propiedades de quien lo experimenta sino que las aumenta o las cambia – vuelvo a apuntar al muñeco – Diffindo - unos cortes sagaces se deshacen las cuerdas que caen al piso y con un Evanesco, que no pronuncio, las desaparecen definitivamente - podría decirse que las maldiciones se utilizan para los peores tipos de magia, aquellas que tiene un efecto contraproducente o perjudicial – creo haber incluído los puntos importantes así como una demostración de tres hechizos diferentes. No había aventurado con una maldición, pues no quería causar mala impresión en la profesora, sería mejor utilizarlas solo bajo petición.



Alzo la vista hacia donde se encuentra la profesora, mucho más confiada y emocionada con el dinamismo de la clase.

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No podía decir que mi alumna hubiera sido la más puntual, pero escuchaba sus palabras y asentía a cada una de ellas, no lo estaba haciendo mal. Vi las sogas surgir de su varita, había hecho un movimiento aceptable y su pronunciación no era mala, aunque yo las hubiera repartido a lo largo del cuerpo de mi oponente para impedirle la movilidad.

 

Seguí escuchando con atención y efectivamente sus definiciones y pronunciación resultaban correctas. Incluso el suave movimiento de su varita para desaparecer las cuerdas tras cortarlas era muy bueno, era un buen punto para ella al demostrarme sus conocimientos no solo de los hechizos verbales sino también de los no verbales. Me alegraba que no hiciera una demostración de una maldición, claro que aquello hubiera sido algo entre alarmante y perfecto.

 

--Muy bien --moví suavemente la varita y despejé la sala, no necesitaríamos diez bancas cuando éramos dos personas y de hecho no me llamaba la atención estar ambas sentadas.

 

--Vamos a practicar, como has mostrado tener idea de los hechizos verbales y no verbales haré el movimiento de un hechizo y espero que reconozcas cuál es y se lo lances a nuestro amigo Dammy.

 

Moví la varita hacia la izquierda, en un ángulo levemente ascendente, realicé una suave curva hacia la derecha y continué el ascenso, bajé rápidamente en un ángulo agudo hacia la derecha y luego marqué una curva hacia abajo hasta detenerme.

 

--Son tres sílabas y se pone el acento en la pronunciación de la segunda ¿reconoces cuál es? Podrías calentarte o hacer tu barbacóa y su, podríamos decir, contraparte es así.

 

Me concentré en no pensar en el nombre del hechizo mientras movía mi diestra con la varita e hice de izquierda a derecha una onda descendente que luego ascendió llegando a la misma altura en que había iniciado y continué subiendo en una nueva onda continua e inversa de la anterior que termino a la misma altura en que se había iniciado pero ahora a unos cuantos centímetros más a la derecha.

 

--Este hechizo es de cuatro sílabas y su acento también es en la penúltima, como dije, es la contraparte del que te mostré antes, lo puede anular o se puede dejar calentar por él. Los hechizos los has aprendido en duelos, pero éstos habitualmente no siempre son utilizados en el duelo, salvo determinadas circunstancias o que se busque cierto daño. Por ahora Dammy será el receptor de ambos. A ver qué tal te salen, escucho y veo --dije con una sonrisa poniéndome a su lado y observando cómo utilizaba su varita.

 

 

 

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Si bien apenas había bajado la mano all terminar de conjurar los hechizos, la profesora dio un paso adelante. Escudriñé su rostro en búsqueda de una pista, un juicio de mi desempeño. No parecía seria o decepcionada, interpreto aquello como buena señal y respiro más aliviada mientras desaparecen los pupitres que serán totalmente innecesarios al no haber tal quórom. Justo como había imaginado inicialmente la clase no será una aburrida clase magistral sino que estaría en movimiento todo el rato.



Nuevas instrucciones emergían de los labios de la rubia, aquellas realmente sonaban más retadoras. Empuño la varita con mayor fuerza, decida a concentrarme para lograr pasar aquella clase y poder aplicar al trabajo que me gustaría.



Fijo mis ojos en la varita de roble que se extiende más allá de la mano de Veronica, sigo el movimiento y logro abstraerlo para imaginarlo desde la perspectiva que lo hace ella y no como estamos ahora en posición de espejo. Aquel ejercicio sin duda alguna es más complicado que el anterior, lo que hacía también que la clase resultase un reto personal. Buena forma de captar la atención.



Si bien ha terminado el movimiento primero, realiza uno segundo explicando que es la contraparte. Aquella información se graba bien en mis pensamientos, parece ser una pista y clave importante para lograr acertar esta respuesta. Parece que han pasado años desde mis inicios con la magia.



La profesora se coloca a mi lado, me observa desde el perfil y vuelvo a empuñar mi varita contra Dammy. No le auguraba mucho bueno a aquel desvencijado busto.



Parte y contraparte, aquellas palabras seguían repitiendo en mi cabeza. Repaso el movimiento arqueado del primero hechizo que se supone que debo hacer y lo intentó simular aunque sin pronunciar palabra. Una sonrisa, la memoria mecánica es la mejor, y mejor no preciso de la última vez que utilizara ese hechizo y por tanto el movimiento.


- Incendio - cada sílaba ha sido pronunciada de forma tal que coincida con la fluidez de la mano blandiendo la varita. Si uno se fija bien es la la silueta de una llama y es exactamente lo que imagino al conjurarlo. Unas fuertes llamaradas mágicas emanan de la varita, aquello es otro detalle que cuidar, dirigir correctamente las llamas. Las dirijo por todo el cuerpo del busto que arde crepitando.


La contraparte no puede ser más obvia.


- Aguamenti - este movimiento debe ser más serpenteante. Solo podría asociarlo al fusionar de una manguera, esas que usan los muggles para mantener sus jardines. Aquel chorro sale directo contra Dammy que ahora reposa humeante, mucho más dañado que al comenzar.


- Espero no haber dañado la indumentaria - aventuro a bromear mirando de regreso a la profesora con una pequeña sonrisa .


Aquel ejercicio había resultado increíblemente liberador y divertido.

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Kyttara movió suavemente la varita primero en silencio, si, el movimiento fluído era el correcto, asentí pronunciando un muy bien y cuando ella repitió el movimiento acompañado ahora por la pronunciación del hechizo correcto una llamarada surgió de su varita.

 

--Bien, muy bien --repetí conforme con lo que veía, aunque sospechaba que Dammy no estaría tan feliz.

 

Observé las llamas ardiendo en el busto de entrenamiento, incliné mi cabeza un poco hacia la derecha y observé. ¿Había habido un destello en los ojos del muñeco? Seguramente había sido un reflejo de las llamas que no lo consumían. Aquello me recordó una fábula que había leído de niña, pero mejor prestaba atención a mi alumna, las llamas eran altas aunque creía que no incendiaríamos el lugar ¿o si?

 

No, no debía preocuparme, mi alumna hacía ahora una perfecta ondulación que era el símbolo del siguiente hechizo. La voz de la Gryffindor sonó en el recinto y el chorro de agua apagó las llamas dejando al pobre Dammy humeante pero sano.

 

--La nuestra no --reí, pero Dammy necesitará de un reparo ¿crees que puedas hacerlo mientras anoto tus aprobados con estos dos primeros hechizos?

 

Busqué en mi bolsillo y tomé una libreta en la que anote el aprobado de las dos primeas lecciones de Kyttara un suave movimiento distrajo mi atención. Tras el hechizo que le habían aplicado Dammy se veía como nuevo excepto que algo no me cuadraba. Una vez más el brillo en sus ojos me llamó la atención y esta vez no había ninguna llama que me confundiese, abrí mis labios pero antes que pudiera decir algo el muñeco movió sus brazos habitualmente inertes.

 

Un rayo plateado había surgido de uno de los brazos del muñeco impactándome e inmediatamente mi estómago se revolvió y comencé a vomitar, abrí los ojos asombrada pudiendo sentir la presencia de un nuevo ser en el lugar, ni vivo ni muerto, ni demonio ni ángel. Maldije mientras más babosas salían de mi boca y notaba que del otro brazo de Dammy había surgido hacia Kyttara una docena de flechas que iban directo hacia su torso.

 

Me enderecé apoyando mi zurda sobre el estómago mientras vomitaba esperando que la bruja pudiera defenderse mientras buscaba al culpable que dominaba al muñeco y finalmente lo ví, riéndose en un rincón de la parte superior del salón: un poltergeist. Maldije y mientras pensaba en un Finite Incantatem que evitaba que siguiera vomitando.

 

Miré a mi alumna y ahora corrí hacia ella gritando intentando no resbalar en las babosas que seguían en el piso y no desaparecían con el hechizo.

 

--Kyttara domina al muñeco o conviértelo en algo más inofensivo mientras yo me ocupo del primo de Peeves o lo que diantres sea --de verdad confiaba en que mi alumna pudiera salir de ésta, la clase se estaba volviendo demasiado práctica para mi gusto, más que nada porque por causa del poltergeist ya no la controlaba.

 

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Para esta ocasión conté con una retroalimentación constante por parte de la profesora, lo que me hacía sentir más confiada para el final del ejercicio. El tiempo se estaba pasando con mayor sutileza de la que había imaginado por la mañana. Algo no iba bien, había alcanzado a observar una de las miradas de la profesora, algo que había escapado de mi vista en el muñeco de prácticas, pero cuando yo observo el busto, solo veo las consecuencias del hechizo que lo encendiera minutos antes.



- Reparo - digo en voz baja pero segura, cuando termina de instruirme y está buscando algo, supongo, para anotar la calificación. Aquello me da un pinchazo de nerviosismo renovado.



Todo lo siguiente sucedió demasiado rápido. Un rayo impacta a la profesora y a pesar de lo atónito e improbable de la situación el hechizo había salido de Dammy. Ataca nuevamente, ésta vez en mi dirección, una docena de flechas letales se dirigen a máxima velocidad hacia mi posición. <<Evanesco>> otro hechizo para desvanecer aquel ataque. En el mundo mágico más que en el muggle, no se podía confiar en nada.


Escucho la voz de la Rambaldi y la observo un instante preocupada, todo parecía haberse salido de control. Al menos no parece herida de gravedad aunque tiene una palidez inusual en su rostro, asiento a las indicaciones, ya de todas maneras estaba pensando en ello. Se había vuelto una amenaza que debía contenerse de inmediato.


- Morphos- apuntó diciendo las palabras enérgica y con el deseo de acabar con aquel horrible busto que había terminado por convertirse en un monstruo. Aquel había sido el hechizo que se me había ocurrido para detener cualquier amenaza, pues reducirlo o paralizarlo no me aseguraban detener todo peligro. En cambio ahora, que el busto se había convertido en el más inofensivo de los gatos.



Busco con la mirada a la profesora, temo que haya algo más que pueda poner nuestras vidas en peligro, empuño la varita y me acerco a donde se encuentra con cautela.



-¿Estás bien? - preguntó en voz muy baja buscando el dichoso poltergeist que había decidido interrumpir la clase.

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Un suspiro de alivio había surgido de mis labios al darme cuenta que las flechas que había lanzado Dammy habían desaparecido. Una sonrisa se dibujó en mis labios, había notado el movimiento de la varita de Kyttara, me sentía satisfecha, mi alumna utilizaba bien los hechizos no verbales, era su segunda demostración y la había hecho bajo presión.

 

--Bien, muy bien, mantente a salvo --una ráfaga de viento sacudió mi rubia caballera y algo me alzó por los aires, maldije fuertemente mientras veía dos cosas suceder.

 

Los espejos brillaban y nuestros reflejos parecían moverse dentro de ese extraño brillo y mi prima había realizado un hechizo transformando a Dammy en un inofensivo gato. Bien, el animalito ya no podría hacer nada contra nosotros, o al menos esperaba que no nos arañara. Emití un quejido cuando mi cuerpo golpeó contra una de las paredes de espejo y lo ví, cerca de donde había caído había un viejo tótem ¿Quién diantres ponía un tótem en el aula de encantamientos? Seguramente lo habían utilizado en alguna práctica. Pero su rostro me resultaba totalmente reconocible, era el mismo del poltergeist que había vislumbrado antes.

 

--Te tengo --susurré y apunté al tótem, subí, mandé hacia la derecha en diagonal, baje hacia el otro lado en diagonal y luego vertical y repetí los ángulos en orden inverso, subiendo y luego bajando en diagonal hasta completar el movimiento mientras gritaba --¡depulso! Kyttara --el tótem había llegado hasta la mitad del camino --atrae el tótem hacia ti con el hechizo convocador, recuerda hacer la curva hacia abajo con delicadeza y pronunciar la doble ce como una che, debemos atrapar al poltergeist en él.

 

Bueno, eso creía, a Peeves nunca lo habían podido expulsar de Hogwarts, ni siquiera atraparle, suspiré preocupada mientras me ponía de pie y mi reflejo se burlaba de mí en el espejo. ¿Era en serio? ¿Cómo podía ser eso? Maldije cuando de pronto mi reflejo saltó hacia mí desde el espejo pero ya fuera de él no era yo sino el poltergeist.

 

--¡Kyttara! --chillé mientras caía y me estiraba hacia mi varita que había quedado a unos centímetros de mi mano con mi golpe --hazlo reír, recuerda, curva hacia arriba, como la hoja de un árbol y luego al bajar te metes dentro de la hoja, hazlo bien, acentuando la penúltima sílaba --el poltergeist se elevó en el mismo momento en que mi prima le apuntaba, ahora todo dependía de ella, tenía cuerpo en ese momento y confiaba que el rayo le impactara y al reír nos dejara dejarlo duro y meterlo de nuevo en su tótem. O al menos confiaba en que eso funcionara.

 

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No me gustaba el tono que utilizó para hacerme su recomendación, de hecho tampoco lo que decía en sí <<Mantente a salvo>> no sonaba como lo que uno esperaría en una clase, pero empuñó la varita decidida. No tuve tiempo alguno, ni había forma de predecir lo siguiente, cuando la figura de Verónica sale despedida por los aires. Mantenerse a salvo parecía más que apropiado a partir de ese momento.

 

Había algo extraño con los espejos, maldije también por lo bajo, los poltergeist por mucho eran de mis criaturas menos favoritas. Solían ser molestos a un nivel alarmante, tanto como para hacer daño e incluso resultar peligrosos.Afortunadamente la profesora parecía incorporarse ilesa y entonces también lo vi. El tótem que nos serviría para detener aquel burlesco ente.

 

No se podía perder la oportunidad de atraparlo de una vez por todas.

 

Veronica parece pensar exactamente eso mismo porque reaccionando con impresionante habilidad, dirige el tótem en mi dirección utilizando un hechizo, entiendo lo que espera que haga en el momento que lo explica.

 

- Accio tótem - apuntó con la varita, el movimiento se hace natural, es como tirar un cuerda de pescar para atraer un objetivo. Con satisfacción veo como se acerca más a mi alcance. Lo sostengo con decisión a tiempo de ver como la Verónica en el espejo no obedecía a los movimientos de la real. Comenzaba a enojarme con esa criatura. A pesar del alboroto debo reconocer la capacidad de la Prince para mantener la calma.

 

Como todo alborotador, no resiste sus ganas de ser atrapado y se lanza sobre la demonio, arrebatando la varita de su mano, cuando lo apunto es que nota también mi presencia y se eleva en el aire, posiblemente listo para escapar. No hay tiempo que perder.

 

- Rictusempra – apunto, no directamente al poltergeist, pero si un poco a la derecha, el movimiento de hoja que se debe realizar facilita aquella intención de finta que ha resultado perfectamente, pues él ser intenta esquivar el rayo, solo para verse impactado de lleno. El hechizo lo imposibilita de moverse mientras ríe con una risa estridente, molesta y hasta irritante. Me acerco con el tótem mientras Verónica tomó su varita y le impacta con un hechizo más que me permita atraparlo definitivamente.

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Una sonrisa se dibujó en mis labios, me sentía feliz, casi lo habíamos logrado, el poltergeist reía, no eran muchas las cosas que pudiéramos hacer contra él, me levanté rápidamente y una sombra de repente me abrazó. Demonios, reía pero no habían acabado sus poderes aún. Mientras luchaba contra mi misma que me sostenía por detrás, le grité a mi alumna.

 

--Kyttara, se juega tu aprobado con sobresaliente --chille algo ahogada por mi propio abrazo --realiza sobre él un hechizo de congelamiento, comienza como un pico pequeño, luego otro pico más alto, en un trazo constante y cuando bajes haz una curva bajo el primer pico hasta su inicio y otra curva abierta hasta un poco antes del inicio del primer pico, no lo cierres, hazlo fluído--ya sentía que mi propio reflejo comenzaba a ahogarme y el potergeist no dejaba de reír, me pregunté si por efecto del hechizo o por causa de lo que estaba ocurriendo.

 

Esperé impaciente sin dejar de luchar contra mí misma que el hechizo de mi alumna diera resultado, lo siguiente sería unir el poltergeist al tótem del que había salido. Sabía bien que algunos de esos seres estaban relacionado con objetos y que por temporadas eran liberados, no tenía idea de qué lo había hecho, pero yo estaba dispuesto a volver a encerrarlo. Sin poder mover mis manos di una patada hacia atrás tratando de herir a mi propio reflejo y un insulto escapó de mis labios, la patada en su tobillo dolió tamibén en el mío.

 

--Lanza un hechizo de protección para mantenerte a salvo y luego aplica el bauleo para meterlo en el totem, tiene que funcionar --gruñí mientras me daba una nueva patada pero en el otro tobillo, mi reflejo iba aflojando su apriete, parecía que no era que me doliera solamente a mí.

 

Si salimos de ésta haré "desinfectar" la bendita aula, pensé preguntándome quién habría sido el listo que había hecho que todas y cadas una de las aulas de la nueva Universidad tuvieran su loco toque de ten cuidado o quedarás atrapado. Hasta ahora solo había tenido una clase tranquila, cuando no era un poltergeist, era un dios chistoso o animales descarriados. Un nuevo dolor zurcó mi costado cuando me di un codazo casi a punto de soltarme de mi abrazo.

 

Lo bueno del caso es que ya casi terminábamos y si mi prima lograba atrapar el bendito poltergeist en su propia imagen, el totem, iba a ser la mujer más feliz del mundo y ella tendría algo más que un aprobado. Además de que la invitaría con una cerveza de mantequilla en la cantina de la Universidad.

 

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