Artes Oscuras V + Runas Antiguas II

[Stephen Malfoy]

Al percibir a mi ángel caído me encamino hacia ella con la esperanza de terminar aquella tarea de una vez por todas, pero de un momento a otro siento como una mano logra posicionarse alrededor de mi cuello ejerciendo presión al mismo tiempo, haciéndome entender que se trataba de Damon furioso.

 

 

¾ Actúas como un niño miedosos de perder a su mami, pero no hace falta que estés de esa manera ¾ doblo su muñeca obteniendo que me suelte.

 

 

Mirándolo directamente a los ojos me percato del enojo que sentía en ese momento hacia mi persona, por más que deseo obsequiarle una lección alejo ese pensamiento de mi mente, después de todo no valdría la pena.

 

 

Suelto una leve carcajada.

 

 

¾ ¿Mal entrenado? ¿En serio? ¾ Me encojo de hombros ¾. Bueno la diferencia entre nosotros es que yo no me considero un animal como para que alguien me entrene, pero escúchame bien…no tengo tiempo de terminar este asunto así que se buen niño y déjame continuar con esto.

 

 

Sin darle tiempo en decir algo me alejo de él dirigiéndome en la dirección donde me había percatado de mi ángel caído para acabar con este dilema, ignorando si Damon me persigue.

[Anne Gaunt M.]

Pero Juv no respondió a sus palabras. Quizás la estaba poniendo a prueba, o simplemente la había abandonado allí, a su suerte. Inconscientemente, Anne se llevó una mano al pecho y la posó en él mientras respiraba profundamente, como si le faltase el aire. No era así, pero sentía una extraña presión que le atenazaba el tórax y parecía amenazarla con asfixiarla poco a poco. Nunca había hecho un horcrux. Y nunca se había planteado usar aquella magia hasta que había tomado la clase de su hermana.

 

Giró la cabeza al sentir un chasquido pero no había nadie allí. ¿Dónde estaba Juv? Tragó saliva y luego bajó la mano que había mantenido apoyada en el pecho lentamente, dejándola caer al lado de su cadera. Aún tenía la siniestra en alto con la varita bien sujeta, aunque hacía un buen rato que había terminado de pronunciar el hechizo que había dividido su alma. ¿Qué pensaría Shiro si descubriera la magia que su hija acababa de aprender a usar? Probablemente perdería la calma que le caracterizaba y se enfadase mucho con la nigromante, que procuraba mantener en secreto sus oscuras actividades para no preocupar a su correcto y responsable padre.

 

Se giró suavemente y caminó con lentitud por el cementerio. No avanzó más de cinco o seis pasos, cortos y precisos, mientras esperaba la llegada de la Malfoy. No sabía dónde podría estar; quizás la estuviera observando desde las sombras. Sin embargo, sus sentidos de licántropa no la advertían de ello.

 

Con lentitud, tomó asiento junto a una lápida de mármol grisáceo manchada por el paso de los años y suspiró lentamente. Probablemente cuando Juv apareciera le regañaría por estar allí sentada, como si fuera una niña pequeña. Pero aquel encantamiento la había dejado ligeramente debilitada, si bien sabía por la teoría (que no por la práctica) que aquella sensación desaparecería a la larga. Suspiró sonoramente y luego apoyó la cabeza en la parte superior de la lápida, como si de una almohada se tratase. El frío del mármol le caló bajo la ropa, pero no le importó. ¿Qué era un poco de fresco comparado con la sensación de haber partido tu alma?