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Libro de las Auras


Runihura
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Afortunadamente había sido protegida por la Guerrera, debido a la falta de concentración de su compañero. Negando lentamente, aceptó las palabras de la bruja e intentó permanecer serena, porque eso pasaba cuando se confiaba en personas del bando contrario.

 

Sin prestar más atención al mago, realizó lo que le habían pedido segundos atrás. Contrajo el aura que había creado, sintiendo como su poder volvía a estar nuevamente en su interior, como un halo de calor que la rodeaba. Si, era un tanto extraño, por lo que podía entender el hecho de que el aura de cada persona era diferente, mientras que la de la Uzza, la había sentido cálida y acogedora, la propia si bien si era cálida, no lo era tanto, solo se sentía como un hormigueo caliente por su cuerpo.

 

Observando los dos animales, sintió como la confusión iba llegando a su mente, ¿qué se suponía que debía hacer? No lo tenía del todo claro, pero confiaba en pronto encontrar la respuesta. Por lo que negando lentamente, intentó concentrarse primero en el conejo, intentando relacionar todo aquello que pudiese darle aunque sea la más mínima pista.

 

Después de algunos segundos, en su mente se encendió un pequeño atisbo de comprensión, cada persona o animal tenía un aura de color diferente, tenía que encontrar el color de las auras de las dos criaturas si quería conocer a cual podía relacionarlas. Esbozando una media sonrisa, se concentró fijamente en el conejo nuevamente, encontrando el color gris, el cual era totalmente lógico a su mente, porque muchas veces se relacionó con la luna ese animal y la luna, traía consigo el color gris cuando era nueva.

 

—El conejo puede ser relacionado con el aura de la confusión, por su color… —explicó más para sí misma, mientras pasaba su vista a la cabra.

 

En cuanto al segundo animal, en su mente comenzaron a aparecer imágenes del habitad en el que se relacionaba, eran normalmente prados de color verde. Los cuales, tenían diversa tonalidad dependiendo de su grado de vida o vejez, negando lentamente, se le ocurrió decir cualquier tontería. Pero, que esperaba que tuviese un poco de sentido.

 

—Mientras que la cabra, se alimenta de cosas verdes, así que su aura tiene cierto color verde, el cual me recuerda al aura de muerte. —comenzó con su explicación— Si combinamos ambas auras, es difícil obtener un color claro, por lo que se asemeja nuevamente al del aura del escudo fantasmal.

 

Sintiendo, como podía extraer un poco del aura de ambas criaturas, comenzó a invocarlas para que la guerrera pudiese ver el color de cada una de ellas, intentando no extenderlas, más que unos centímetros, puesto que no deseaba una demostración, y con solamente ver el color y la relación que había hecho bastaba, o eso pensaba.

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  • 2 semanas más tarde...

Runihura observó con atención los movimientos de su alumna, la relación que había hecho de las auras de ambos animales no estuvo mala del todo y era, más o menos, lo que había visto ella. Hizo una mueca con los labios, indescifrable, y se colocó al lado de la muchacha de un pequeño saltito.

 

— Vamos a hacer algo un poco más... Práctico. —murmuró mientras cruzaba las manos en la espalda.— A un kilómetro de aquí hay una aldea, acosada por extrañas criaturas. Quizás puedas echar una mano, en lo que completas tu aprendizaje.

 

Hizo una pequeña floritura con la que abrió un portal que las llevaría directo al lugar nombrado.

 

— Digamos que yo estaré bajo tu protección también. —anunció con una sonrisa de oreja a oreja.

 

El escenario que le ofrecía a la joven Black Lestrange no era muy alentador. Habían quimeras y serpientes por donde mirara. Los aldeanos se habían reunido en grupos muy pequeños, para protegerse de las bestias, los niños tenían el terror reflejado en sus miradas y los chacales, que rodeaban el lugar, mostraban los colmillos rabiosos a quien se les acercara.

 

Así pues, Mía tendría que usar lo que sabía hasta ese momento, y lo que hubiera leído en el libro de las Auras, para poner en práctica todo lo adquirido.

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Escuchó las palabras de la Guerrera, a las cuales únicamente asintió. No podía negarse a ir al lugar que le ordenaran, porque todo eso era parte de su aprendizaje, por lo que prestando atención a la última orden, traspasó el portal recién creado, para llegar hasta un pequeño pueblo, que efectivamente estaba siendo atacado por poderosas criaturas mágicas, que terminarían con la población en cuestión de minutos.

 

—Entonces, espero que no le suceda nada. —soltó con un guiñó, sin poderlo evitar.

 

Volviendo su atención a la situación, intentó recordar cada uno de los hechizos que le ofrecía el libro y en su mente comenzaron a aparecer las memorias necesarias, así como las palabras correctas para invocar una a una. Porque, si bien, podía usar magia convencional para controlar a algunas de las criaturas, el terror y el pánico que se leía en el rostro de los infantes y mujeres, era superior con el que estaba dispuesta a lidiar.

 

Aura de la confusión —siseó, consiguiendo que las quimeras y serpientes comenzaran a desorientarse rápidamente debido a la neblina grisácea que los rodeo.

 

Por tanto, estas dejaron de perseguir a la población, para quedarse totalmente estáticas. Intentando, recobrar el sentido que anteriormente tenía, para continuar haciendo daño a algunos de los presentes. Así, que la población al ver como las criaturas se quedaban paradas, comenzaron a poner manos a la obra, realizando alguna que otra maniobra para intentar herirlas y matarlas.

 

Sin embargo, eso no sería suficiente. Necesitaban más poder.

 

Aura del poder. —susurró, logrando hacer un movimiento rápido y conciso con su arma mágica, del cual emanó una lluvia de estrellas que pintó el cielo de blanco y que confirió a los pueblerinos un poder mayor para hacer daño a las criaturas.

 

De esta manera, comenzaron a causarles verdaderos daños. Porque, continuaban confundidas y con el poder aumentado de sus atacantes, todo parecía ser mucho más sencillo. Se las estaban arreglando bastante bien, si justamente eso era lo que ocurría. ¿Tenía la posibilidad de brindarles alguna ventaja más? Sí, pero no estaba del todo segura de si funcionaría, así que sonrió y levantó nuevamente su arma.

 

Aura de la llama del fénix. —siseó, consiguiendo que una enorme figura de un fénix creado por luz, se emanara en todo el espacio en el que se encontraban apareciera.

 

Este hechizo, impidió que las quimeras usaran su magia, y quedaran únicamente estancadas en ser molestas, la cual si bien no era del todo tenebrosa, si se podía considerar oscura por el fin de la misma.

 

Si, había usado casi todos los poderes del libro. Eran muchos y diferentes entre sí, pero sin duda alguna le gustaban.

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La Uzza se relajó, llevaba largo rato intentando quitarle los ojos de encima a la joven, pero era claro que no lo conseguiría. Se sorprendió un poco al ver todo lo que la Black Lestrange había hecho en tan poco tiempo y, si bien no esperaba la perfección, casi casi que estaba encaminada. Así que no tenía mucho ya para decirle.

 

― Me has maravillado. ―comentó con un tono poco sincero. Acto seguido, abrió nuevamente el portal y señaló el centro con el índice.― Deberíamos regresar, entonces.

 

Al encontrarse nuevamente en el claro de donde habían partido, Runihura encaró a su alumna y se cruzó de brazos.

 

― ¿Y bien? ―inquirió― Estoy esperando por tus dudas. ―mas no dejó que ella respondiese― Si no las tienes, deberías marcharte.

 

La guerrera le hizo un gesto con la mano, para que se fuera, y volvió sobre sus pasos al lugar en donde había dejado al Warlock. Dio un pequeño salto, cuando lo encontró, para ubicarse frente a él. No pudo dejar pasar la oportunidad de echarle agua helada en la cara, de ese modo despertaría más rápido,

 

― No acostumbro a ver alumnos desmayándose en mi clase, señor Tonks. ¿Le resulta muy aburrida? Si es así, debería considerar en retirarse. De lo contrario, me complacería que terminara con el ejercicio que le di. ―y a dos pasos de la Uzza aparecieron, no uno sino dos, panteras bastante grandes para ser su tamaño normal.

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Tras haber ayudado a la población del pequeño pero curioso pueblecito, miró a la guerrera quién con un asentimiento de cabeza, únicamente le indicó que era momento de volver a la Universidad. Todo estaba bajo control en aquel sitio y no tenía caso quedarse más tiempo, porque era momento de continuar con su aprendizaje, a lo que simplemente hizo caso, acercándose hasta su posición para después cruzar el recién creado portal.

 

Al salir del portal, se dio cuenta que estaba nuevamente en la universidad, mirando como Niko, seguía sin siquiera reaccionar y que habían tardado algunas horas en volver, negó con lentitud pero prestó atención en la pregunta que le fue formulada, ¿tenía algún tipo de inquietud? La verdad, es que no por lo que simplemente, se dispuso a volver a mover la cabeza de un lado a otro, pero considerando que no era apropiado, se dirigió a ella.

 

—No, no tengo dudas... así, que estaré esperando noticias prontas.

 

Al finalizar sus palabras, comenzó a partir hacía el espacio común de la universidad. Aquel sitio, que le permitiría esperar a saber sobre la prueba que tendría que rendir prontamente para lograr vincularse al libro o sobre, qué era el siguiente paso a seguir. Porque, con los Uzzas, la verdad es que nunca se sabía.

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  • 4 semanas más tarde...

- No me he desmayado, solo que su pregunta acerca de mi motor me ha hecho pensar mucho - Tal vez el Tonks se encontraba ahí para entender cuál era ese motor. Unos años atrás era la familia Potter Black pero una serie de sucesos y hechos lo habían hecho alejarse de la familia y no querer hacer más parte de la familia... o más bien de la nueva familia. Recordaba con mucho aprecio sus días en la mansión de la familia pero ya no eran su motor.

 

Por ahora tendría que concentrarse en lograr su objetivo. Mía al parecer había terminado la clase así que solo quedaba la guerrera y él y sin duda no le pondría el camino muy fácil. Ahora había idos bestias dispuesto a atacarlo pero a falta de compañera solo podría defenderse a él mismo con la aura indicada por Runihura. La había leído en el libro y sabía que le permitiría invocar unos fantasmas capaces de defenderlo de ataques.

 

- Aura del Escudo Fantasmal - Un aura color azul comenzó a salir de su varita para crear unos fantasmas capaces de protegerlo de las bestias que Runihura había dejado para atacarlo. Unos segundos después sintió el impacto pero no daños así que lo había logrado y una leve sonrisa se dibujo en su cara. Siempre le daba mucha satisfacción saber que era capaz de hacer nuevos hechizos y que todavía tenía la capacidad de aprender.

 

- ¿Azul? - Murmuró tan bajo que ni Runihura pudo escucharlo. Podía representar su pasado en la casa de Rowena Ravenclaw o el color de sus ojos pero no sabía muy bien con qué relacionarlo así que su tarea sería descifrarlo durante la clase. Esperaba haber completado con éxito la tarea indicada por la guerrera y si no ella misma se lo haría saber.

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El día había llegado. Me había inscrito en la Universidad y con la vaga esperanza de que me aceptaran la anotación en una de las clases más importantes de todas. La lechuza enviada por dirección a la Potter Black, me lo había confirmado al final y de tanta excitación por la alegría, apenas pude pegar ojo en toda la noche, con lo que, al pobre de mi marido, Matt, al despertar, tendría una serie de cardenales en las piernas. Medio sonreí con un poco de lástima por ese hecho. Aún era temprano, había conseguido descansar un par de horas, pero después de dar tantas vueltas en la cama, al final, me había levantado. Bajé hasta la biblioteca de la mansión, para hacer una última revisión a uno de los libros más importantes que había accedido a ese momento.

 

La mansión estaba completamente a oscuras, en calma, apenas se escuchaba un simple susurro de las hojas en el exterior por la suave brisa nocturna. El sol no tardaría en salir, pero yo me encontraba completamente ansiosa por empezar. Le dejé una pequeña nota encima de la mesita de noche indicándole dónde estaría y me dispuse rápidamente a arreglarme para no llegar tarde el primer día. No sabía con lo que me iba a encontrar y aún así, estaba ansiosa por descubrirlo. Era una ambiciosa sí, pero de conocimiento. Sabía que cuánto más obtuviese mejor preparada estaría para un futuro, quizás no muy alentador. Espanté esos malos augurios con mi cabeza he intentando no hacer ruído, me puse algo que había comprado para la ocasión. Un traje de lino de color tierra; pantalón, camisa y chaqueta.

 

Opté por unas sandalias romanas que con sus cuerdas se ataban a los tobillos, a pesar del frío de la noche londinense y de lo que me había informado, sabía que la casa de esa mujer guerrera estaba en un lugar por decirlo de alguna manera, que aparentaba ser árido; aunque estuviese dentro de los terrenos de la propia Universidad. Até el pelo con una trenza y ahí lo coloqué en un moño para que no me molestara. Recogí el monedero de piel de moke que llevaba todo lo necesario y lo guardé en el bolsillo. Tomé la varita de álamo temblón, me había dado muchas más satisfacciones que la de haya y, que generalmente usaba en contadas ocasiones. Le di un beso en el pelo a mi esposo y suspirando nuevamente, me giré sobre mis talones y me aparecí en las puertas de la Universidad.

 

¿Tanto había tardado? No lo sabía pero al llegar el sol estaba casi en lo alto, o sería que la magia de los directores y de todo en conjunto, hacía que brillase eternamente, sin descanso y sin sombra, dando un calor sofocante que incluso podía llegar a marear por un golpe al tener la temperatura corporal demasiado alta. Tras acceder al interior apuré mis pasos para no llegar tarde. Siempre me pasaba, cuando quería ser puntual, llegaba con retraso y no quería que pasara otra vez. Así que, apurando el paso y tras traer a mi cabeza el camino que me habían indicado, llegué hasta la casa de la guerrera Uzza. Sonreí, era tal y cómo me lo esperaba, un lugar árido, seco, había resbalado varias veces por la maldita arena y casi había torcido uno de mis tobillos, pero por fin había llegado.

 

Suspiré agotada por el esfuerzo físico... "pues sí que estamos bien, cansada antes de empezar" sonreí al recordar a mi hermana. Seguro que le encantaría estar en ese preciso instante. Por mi parte, conocía el tema de las auras. En mi familia casi todos eran sacerdotisas incluída mi melliza, pero tampoco llegaban a semejante nivel de magia y que estaba ansiosa por probar. Volví a soltar el aire para calmar ese nervio interior y toqué en la puerta de la casa de la mujer Uzza. No sabía si estaría dentro o si tendría compañer@s nuevos con los que aprender, pero esperaba que algo de ese conocimiento familiar, me ayudara en el aprendizaje. Aguardé pacientemente, parecía que estuviese todo en silencio... Me sorprendía que todos los guerreros con los que había estado, escogiesen su vivienda en el centro de estudios, con su propia personalidad o características familiares...

 

El sol aún daba en lo alto así que, mientras aguardaba saqué unas lentes oscuras que me protegerían en el tiempo que estuviese empezando. Por fin, había podido llegar casi hasta el último tramo del conocimiento mágico de ese pueblo que ya admiraba. Llegar a su nivel, era toda una proeza y estaba segura de poder por fin, conseguir lo que había leído durante tanto tiempo. Sólo esperaba no demorarme mucho en conseguirlo.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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― Nada mal para haber vuelto de la inconsciencia. ―insistió, a pesar de las palabras del chico.

 

Runihura se dio media vuelta y volvió a sentarse sobre una gran roca, desde allí decidió observar al único alumno que le quedaba. Se deliberaba entre las próximas tareas a asignarle, así que decidió hacer algo un poco más arriesgado, pues la segunda opción le parecía un poco prematura para realizarla. Respiró de manera profunda y cerró los ojos.

 

― ¿Tienes algún conocimiento de Legilimancia? ―preguntó y abrió los ojos para mirarlo fijo.― No digo que vayamos a practicarla, pero quiero que entiendas lo que pretendo que hagamos. ―su rostro calmo, sin señales de perturbación― Quiero que intentes 'manipular' mi aura. Quizás expandirla un poco más de su estado normal. Por supuesto, yo me resistiré. ―sonrió, como quien disfruta de una golosina.

 

No lo había intentado antes con ningún alumno, no que ella recordara, así que le resultaba una experiencia nueva incluso a ella. Quizás, si salía bien, podría ser un método que utilizara con los que seguían. Claro que tenía sus propias dudas, pero el reto que le suponía la propuesta se le antojaba atractiva.

 

La guerrera tenía pensado contraatacar en la primera oportunidad que se le presentara, desde luego, pero eso sólo podría hacerlo si su alumno era de reacción tardía y no se lo impedía.

 

Mientras tanto, ella y Niko alejados varios metros de la cabaña donde habitaba, Runihura ignoraba el hecho de que había alguien llamando a su puerta en ese preciso instante. Sin embargo, no era muy difícil ubicarlos pues estaban casi a campo abierto. A lo lejos, ambas figuras eran perfectamente reconocibles.

 

Mas no sería fácil llegar hasta la ubicación de la Uzza, pues a mitad de camino, la nueva estudiante se encontraría con los 'guardias' preferidos de la guerrera: dos panteras adultas. Las bestias atacaban a quien sea que no haya sido autorizado a pisar los terrenos, al menos por ella misma, así que era seguro que se abalanzarían sobre ella. Por su parte, la recién llegada tendría que sortear el ataque de la mejor forma, según sus propios conocimientos (o los nuevos), y demostrar que se encontraba allí, precisamente, por la clase que impartía Runihura.

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- Sí lo tengo - Era raro que una de las guerreras le preguntará sobre sus habilidades mágicas y los conocimientos que había aprendido con los arcanos. No era un secreto en el mundo mágico que no se llevaban bien dichos grupos de magos poderosos y Niko como antiguo Director de la Universidad Mágica había tenido que soportar sus discusiones y hacer de mediador entre ellos. Runihura estaba interesada por lo aprendido con Rosália y en parte por lo aprendido con la arcana de Oclumancia porque eran habilidades muy relacionadas que el joven mago había aprendido a dominar.

 

La tarea puesta por Runihura era muy clara y entendía bastante bien por qué se podía relacionad con Legilimancia e incluso con Oclumancia. Los pensamientos eran como un río fluyendo continuamente y a través de esas habilidades había aprendido a bloquear ese flujo o a adentrarse dentro del mismo entendiendo el mundo desde la visión de la persona. Así que suponía que sería lo mismo en este caso dado que podía percibir que el aura fluía continuamente y no era un ente estático.

 

- Entendido - Niko no sabía muy bien cómo empezar pero sabía que Rosália le había enseñado que antes de intentar usar la Legilimancia debía proteger su propia mente y garantizar que no estaría vulnerable y que no quedaría atrapado en la mente de la otra persona de por vida. Así que aplicaría lo mismo en este caso, comenzó a expandir su aura lentamente notando como un círculo color azul lo rodeaba lentamente notando que la energía estaba fluyendo pero al mismo tiempo creando un escudo protector capaz de mantenerlo a salvo ante lo que estaba a punto de hacer.

 

- Es hora - Pensó, todo estaba listo y no se encontraba en un estado vulnerable para lo que estaba a punto de realizar. Sus pensamientos y acciones comenzaron a buscar mover su aura para manipular el aura de Runihura. Sabía que ella era la maestra en las auras y que hacerlo no sería una tarea fácil pero con su poder y valentía podría hacerlo. Siempre lo había motivado la capacidad de aprender cosas nuevas y superarse a él mismo así que no permitiría que Runihura le ganara.

 

Su aura azul comenzó a moverse en dirección del aura de la guerrera, lentamente fue formando diferentes frentes de ataque que comenzarían a ¨molestar¨ el aura de la mujer hasta lograr hacerla expandir. Sabía que perturbarla era una gran manera de lograr su objetivo por que el aura intentaría moverse y se expandiría lentamente. El Tonks notó que después de unos segundos su objetivo había comenzado a materializarse y el aura de la guerrera comenzó a moverse lentamente hacia afuera pero ese sería el momento en el que más cuidado tendría que tener y mantener sus escudos para evitar ser vulnerable.

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Había picado en la puerta pero nadie me había abierto en esos momentos...

 

- ¿Dónde estarás? - pregunté en voz alta. El sol todavía caía a plomo y gracias a que llevaba una fina ropa que me refrescaba y a las lentes oscuras aún podía evitar una insolación. Pero aún así estaba nerviosa e inquieta, di un puntapié a una pequeña roca y ésta se desvió un par de metros.

 

- ¿Será realmente ésta su casa? - me pregunté en un gesto mohíno tan característico mío. Los empleados de la Universidad me habían indicado el camino, pero quizás no supe llegar a ella. O quizás estuviese ocupada con otros alumnos y no tenía tiempo de recibirme. El silencio del lugar así me lo indicaba, pero no por mucho tiempo.

 

Escuché el rugido de dos felinos. Me sorprendió puesto que no pensaba que la guerrera tuviese animales que custodiasen el sitio en su ausencia. Pero claro, debí haberlo previsto. O tal vez no, eran la salvaguarda de la casa de una de las Uzza. Pensé rápidamente en el hechizo 'salvaguarda mágica' y los animales, dos panteras madurass me traspasaron sin llegar a hacerme daño. Éstos parecían confundidos, quizá no se esperaban ese tipo de acto...

 

- eh, eh, vengo en son de paz - les dije con dulzura. Pero me gruñeron en cuánto volví a mi apariencia física. Vi un pequeño montículo y me subí rápidamente a él. Sabía que, si esos bichos querían podían abalanzarse sobre mí para despedazarme. Rápidamente en mi mente, volvieron todos los hechizos que conocía y, sacando la varita, a pesar de sus gruñidos

 

- orbis bestiarum - sabía que el efecto actuaría de inmediato. Había envuelto a uno de los pumas en un anillo dorado y que me permitiría controlarlo. Volví a pensar en el hechizo - orbis bestiarum - para poder controlar al otro animal. Solté un suspiro, ahora parecían dos gatitos amansados y, aunque sabía que estaban controlados por mí, no debía confiarme mucho. Les hice un par de carantoñas y ronronearon un poco. Me hizo gracia pero esperaba que la guerrera no tardara mucho en llegar a aparecer. Aunque no me sorprendería en absoluto, que me tuviese alguna sorpresa preparada. Con los guerreros había que tener especial cuidado y atención.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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