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Meteorología Mágica III


Xell Vladimir Potter Black
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<<Al parecer me vieron Spect... Malditos rayos>> El Crouchs después de que el rayo iluminara el aula se imaginó que todos por un segundo vieron a Mattews, siempre pasaba cuando había tormenta su demonio quedaba expuesto en cada rayo que caía en la tierra. El Ángel de la noche sonrió restandole importancia a todos las cara de los presentes. Xell le devolvió una dulce mirada después de dar su respuesta y trató de esconder su agrado hacia ella.

 

La profesora comenzó a dar las instrucciones para atrapar el rayo pero Spectum se distrajo ya que su demonio comenzaba a decirle que ahora después de terminar la clase tendría que asesinarlos a todos ya que lo habían visto, el ángel de la Noche pensaba e que no era necesario y se perdió en esta discusión mental con el Demonio.

 

Sus ojos se maravillaron al ver como la profesora atrapaba el rayo, mientras él la miraba todo estaba como en camara lenta. Sus movimientos la hacían ver como una diosa en la tierra además que su belleza natural era algo que el Crouchs había amado desde que llegó al aula, realmente la sacerdotisa era un espectáculo, técnica, estilo y belleza todo fusionado con ella. Quedó hipnotizado de como había atrapado el rayo en un recipiente que se acercó a este maravillado.

 

- Que perfección sei una diosa señorita Vladimir -

 

Spectum no sabía que decir al momento que se acercaba al recipiente que brillaba. El Crouchs no había atendido y fue a abrir el recipiente sin ponerse los guantes cuando una voz detrás de el exclamó ¡Con los guantes de dragón, sobre todo! Aunque ya era muy tarde ya que el Inquisidor había abierto el recipiente sin los guantes puesto, estaba bañado por la lluvia cuando simplemente sintió la explosión

 

¡KAAABOOM!

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Esperaba que si decidieran mientras intentaba recordar a Romina. ¿Había estado con los Accidentosos? Me pareció recordarla, sí, de la época anterior a las reformas, pero creo que duró poco tiempo con nosotros. Tal vez fuera por nuestras locuras, algo que no le echaría en cara. Pocos entendían la filosofía de nuestro departamento. Cuando dijo que creía que era sacerdotisa, casi la agarro de las manos para notar su esencia. La miré con una gran alegría, a pesar de que los rayos nos perseguían y caían cada vez más cerca. Lo normal era que nos metiéramos a cubierto para nos arriesgarnos a que uno cayera sobre nuestras cabezas.

 

- ¿Eres sacerdotisa? Yo soy sacerdotisa, mi madre es sacerdotisa, mi tía es sacerdotisa, mi madrina es sacerdotisa. ¡Vengo de una familia de Sacerdotisas!

 

Estaba tan contenta con la noticia, pues conocía a pocas sacerdotisas fuera de mi círculo familiar, que casi olvidé todo lo que estaba haciendo en aquel lugar, mientras la lluvia arreciaba y nos mojábamos todos más de lo debido. ¿Les había dicho que se pusieran una capucha, un chubasquero o que, al menos, usaran un hechizo Impervius? Qué mala profesora, olvidadiza... ¡Ah, no, sí lo había comentado, menos mal! No quería que acabaran con un resfriado de campeonato por mi culpa.

 

- Esta asignatura es la mejor para nuestra raza. Es la más adecuada, has hecho una buena elección. ¿Te puedo invitar a pasar algún día por la Vladimir o por el Confesionario? Estoy segura que a mi familia le encantaría conocerte.

 

Un trueno sacudió con fuerza justo por encima de nosotros, lo que me recordó que allá era una profesora, no una sacerdotisa haciendo amigas. Levanté la varita, a punto para intervenir si el intento de Romina se desviaba. No podía poner en peligro a ninguno de los alumnos si el rayo se acercaba demasiado a nosotros. Aplaudí muy feliz cuando lo atrapó.

 

- ¡Lo has conseguido, lo has conseguido! Serás una gran sacerdotisa, Romina.

 

Las preguntas de la muchacha eran muy acertadas y demostraban lo que ya había vaticinado, que iba a ser una buena sacerdotisa. Esperaba que tuviera la suerte de tener una gran Hermana que la condujera en los conocimientos, como yo había tenido con la tía Cye Lockhart.

 

- Los frascos son muy variados, puedes encontrar mucho surtido en boticas especializadas, aunque tampoco son difíciles de hacer, si quieres que te enseñe la técnica de mi tía. A ella le encanta hechizar sus propios botes y endurecerlos con su varita. Se fía más de su trabajo manual que de los trabajos en serie de las tiendas. Un hechizo endurecedor, uno de opacidad y la tapa con un hechizo sellador para que no deje escapar el rayo atrapado. Las sacerdotisas hacemos una masa de resina y raspaduras de carbón y la extendemos por el vidrio hasta hacerlo totalmente opaco. Un pequeño resquicio y se escapa el rayo, haciendo estallar el vidrio; es muy peligroso si lo tienes en la mano, o te cortas con los cristales o te quemas con el rayo. Cuando lo atrapas, un tapón de corcho sirve, pero también recubierto de esa resina. Has de cerrarlo con una lazo de lacrado. Y todo muy rápido porque el cristal quema. Por eso, hay que llevar guantes de dragón.

 

Me sentía muy feliz, en mi elemento, enseñando aquella clase que yo encontraba maravillosa. Me sentía muy orgullosa de poder enseñar mis conocimientos de Meteorología.

 

- Y lo podemos liberar, dirigiéndolo con el mismo hechizo, hacia el lugar que queramos que impacte. Lo suelen hacer contra muros, murallas o árboles... ¿Ya os lo había dicho? Yo, sin embargo, prefiero su uso para provocar lluvia en sitios de sequía, si los disparas hacia las nubes, o para calentar

 

Me sentía tan feliz que no controlé a los otros dos alumnos. El muchacho se acercó demasiado a mí y no me di cuenta hasta que lo tuve encima.

 

- ¿Ser una diosa? No, no, no soy una diosa, las sacerdotisas amamos a la Diosa Gea, la Diosa de la Naturaleza.

 

¿Me tocaba? Me estremecí, seguramente por el frío de la lluvia, aunque he de reconocer que su acercamiento me había puesto nerviosa. Retrocedí un paso antes de darme cuenta de lo que hacía.

 

- ¡NOOOOOO! ¡Los guanteeeees!

 

Prácticamente me tiré encima de él cuando el frasquito se abrió, liberando el rayo que contenía.

 

- ¡Diosa Gea, protégenos! - rogué en voz alta, mientras agarraba al alumno y le quitaba el frasco de sus manos. Rodé con él, entrelazados, mientras el cristal estallaba en mil pedazos. - ¡Meteolojink Encanto!

 

Al instante, una ráfaga de viento huracanado sacudió la terraza de Astronomía, arrastrando los cristales hacia el exterior, sin alcanzarnos. Había salvado a mis alumnos, pero esperaba que no hubiera nadie debajo o ahora mismo estaría... mal. Miré al muchacho, tocándole la cara, mirándole el pecho, después sus manos.

 

- ¡Ay, por favor! Contesta, ¿estás bien? ¿Necesitas un Episkey, remedio para quemaduras, un zumo energético para recuperar la energía perdida? ¡Contesta, por favor, no te mueras! No quedaría bien en mi expediente de docente en el Ateneo - imploraba su respuesta, con algo de miedo.

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Esperaba atenta con la varita en mano a que un rayo se presentara nuevamente para poder atraparlo. Ya había otro frasco enterrado cerca del árbol, por lo que no tenía que preocuparse por hacer ese trabajo por sí misma. Los segundos pasaban y la oportunidad de atrapar el rayo nunca llegaba, por lo que simplemente se dispuso a escuchar las palabras que la profesora le decía. Se veía emocionada, y al parecer sabía más cosas sobre la raza al provenir de una familia sacerdotisa.

 

Entonces en alguno de estos días nos volveremos a encontrar, por alguno de esos lugares— le dijo con una sonrisa, le parecía buena idea, sobre todo para conocer gente nueva y que seguramente se pareciera a ella, por lo que esperaba que fuera una buena experiencia.

 

Fulmine— dijo al tiempo que con su varita apuntaba hacia una de las nubes más oscuras que jamás había visto. La luz que ella suponía que era el rayo, se desprendió de la nube con tan solo un movimiento de su varita. Luego de eso y sin dejar de concentrarse dirigió el rayo hacia el tarro entrando en él de forma brusca y haciendo un ruido fuerte, pero el menos lo había conseguido y sonrió ante las palabras de la profesora.

 

Luego de eso, se dispuso a anotar cada una de las palabras que decía en respuesta a las preguntas que había formulado momentos antes de poder atrapar el rayo. Aunque dudaba que eso de tomar apuntes le ayudara en algo ya que estaba segura de que nunca olvidaría lo vivido en esa clase.

 

¿Qué diablos estaba haciendo el chico? Lo último que recordaba es que uno de los rayos había escapado del frasco gracias a Spectum y que la profesora había conjurado una especie de ráfaga de viento para salvarlos a todos. No pudo evitar sentir un gran alivio al notar que todos estaban bien, excepto por el chico, que obviamente había sufrido las consecuencias de no prestar atención y abrir el frasco.

 

Sé algo de primeros auxilios, quizás pueda ayudar a despertarlo y ya luego puede ir a algún lugar a que lo sanen por completo— se dirigió a la profesora notando como esta perdía la calma. Y la entendía completamente, ya que eso podría afectar a su reputación como profesora.

 

Recordaba alguna de las cosas que los medimagos hacían en el centro de curaciones clandestinas de la orden, pero más que nada utilizaban pociones y ella no tenía en su poder ninguna, por lo que debía ingeniárselas con algunos hechizos para intentar que el muchacho despertara, estaba segura que era un desmayo o algo por el estilo, no quería pensar que estaba muerto ya que Xell los había sacado a tiempo del lugar.

 

Aqueora— murmuró, era uno de los hechizos de su bando que más le gustaba, sobre todo porque en cuento el agua tocaba el cuerpo de la persona hacía que algunas de sus heridas se sanaran. Y fue así como en cuestión de segundos el cuerpo de Spectum se cubrió de agua sanando algunas de sus heridas. Esperaba que el efecto pasara antes de que despertara, ya que no era normal utilizar esos hechizos fuera del campo de batalla.

 

Ennervate— el hechizo rehabilitador nunca fallaba o eso es lo que ella pensaba, o había usado en algunas ocasiones y siempre funcionaba, por lo que esperaba que en ese caso fuera igual. —Creo que ahora solo es cuestión de tiempo y ver si los hechizos funcionan, pero si tienen alguna poción o algo que pueda servir va a ser lo mejor— se dirigió a ambas con una sonrisa, sobre todo a la profesora que se la veía preocupada.

 

¿Hay alguna otra manipulación que debamos saber acerca del clima que no sea sobre rayos?— preguntó, si bien eso lo tendría que haber preguntado al inicio de la clase, se había olvidado por completo. Su mirada seguía fija en el chico, esperando a que despertara, aunque como último recurso tenían que recurrir a los directores y no sabía si eso afectaba o no en algo a la profesora.

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Sabía que a Xell no le gustó para nada mi visión en particular sobre la asignatura. Pero era lo que pensaba y no tenía intenciones de cambiar de opinión. Me encogí de hombros y seguí la explicación dada por mi prima. La verdad es que ya tenía ganas de usar la varita y practicar con los rayos...


Un potente rayo había iluminado la zona y a mí también me pareció ver algo... Una especie de sombra por el rabillo del ojo, pero la verdad es que no le di más importancia. Suponía que era por el fenómeno en sí y no por algo macabro. Ya tenía bastante con atender a la clase y no perderme nada. La verdad es que estaba más interesada en eso que en lo que sucediese a mi alrededor.


Me apresuré a sacar la varita tal y cómo lo había hecho mi prima. Esperé atenta a sus indicaciones antes de empezar a hacer nada. Susurré el hechizo 'impervius' a las ropas que llevaba, no quería electrocutarme. Vi que cogía los guantes de dragón y yo me apresuré a hacer lo mismo. Menos mal que los había metido dentro del monedero de piel de moke que me había puesto en el cuello.


Empezó a caer una leve llovizna, la verdad es que no estaba muy segura de que eso fuese buena idea, pero para captar ese fenómeno natural... Era necesario estar fuera. Hasta incluso prefiriría que se diesen las clases teóricas en una clase y luego la práctica. Pero claro yo no era la tutora, sólo era una alumna.


La joven que tenía a mi lado... Me dijo antes de empezar con nada, que había trabajado en accidentes. Debió ser poco tiempo, porque no conseguí recordarla del todo... Desde luego, siempre me fastidiaba no poder acordarme de lo que realmente era necesario, chasqueé la lengua, furiosa. Pero me fijé en cómo dominaba el rayo con el hechizo indicado por mi prima.Yo iba a intentar lo mismo cuando...


- ¡Animal de los infiernos! - exclamé furiosa, al sentir la potente explosión. Ésta me había empujado hacia una de las paredes de la Torre de Astronomía y si no fuese que tuve suficientes reflejos, conseguí agarrarme a la barandilla para no caer desde lo alto de ese lugar.


Me coloqué cómo pude con las piernas temblando del susto y por supuesto sin variar, de la rabia que sentía en esos momentos. No sabía lo que había pasado exactamente pero al parecer había liberado un rayo que contenía uno de los frascos que nos había proporcionado la rubia.


- Le hará falta díctamo - sugerí yo. Cómo profesora de pociones sabía más o menos lo que necesitaría aunque no tuviese primeros auxilios- así no le quedará rastro de ninguna cicatriz, por si el rayo traspasó su cuerpo - comenté. Me di cuenta en cómo Romina había invocado un hechizo un tanto curioso, alcé la ceja, quizá perteneciese a algún bando o sabía de Defensa... Tendría que preguntarle más tarde, pero por supuesto, con tacto aunque de eso, tenía poco la verdad.


Tomé uno de los frascos que aún estaban intactos, y viendo cómo una nube negra y bastante siniestra se había posado encima de nuestras cabezas, la verdad, temía que pasara algo más así que vi una especie de resplandor morado que suponía que era otro rayo, así que, me apuré un poco más y susurré el conjuro:


- Fulmine - apunté la varita hacia la nube y por el hechizo realizado el rayo cayó directamente dentro del tarro, lo cerré rápidamente.


- Al menos, estaremos a salvo durante un buen rato, espero que no caigan más cosas de esas - susurré... Rebusqué entre el monedero de piel de moke, a ver si tenía alguna poción útil.


- Echadle crema de murlap, es cómo la poción pero más consistente. Hasta que no consigamos el díctamo, le suavizará el dolor sufrido por las quemaduras - opiné mientras les pasaba un pequeño frasco con una sustancia de color verdosa.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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¡Estaba tan nerviosa!

 

Con lo orgullosa que me sentía con mi alumna, por lo bien que lo estaban haciendo. Había conseguido dirigir los rayos hacia el tarro y salir ilesa. ¿Por qué, sin embargo, el otro alumno estaba ahora tirado al suelo? ¿En qué había fallado yo? ¿Por qué no le había vigilado mejor para que no resultara herido?

 

Lo zarandeé un poco, dispuesta a trasladarlo a la enfermería y dar por acabada la clase, seguramente los directores se enfadarían conmigo por haber arriesgado la vida del muchacho, seguro también que me despedían. Estaba aterrorizada por perder al alumno y mi puesto a la vez.

 

Por eso, cuando Romina anunció que sabía de Primeros Auxilios, me agarré a ella como a una tabla ardiendo.

 

- ¿Puedes reanimarle? ¿Puedes ayudarle? ¡Oh, por favor, sálvale la vida! El rayo le ha dado de lleno al escaparse. Se lo dije, lo dije, todos me oísteis. Hay que llevar los guantes de dragón puestos. ¡Ay, ay, pobrecito! No reacciona... ¡Por favo, Romina, sálvale!

 

No esperaba, sin embargo, aquel hechizo. Abrí los ojos, bien asustada. Lo conocía, ¡claro que lo conocía, aunque nunca lo hubiera usado! Pero lo había visto hacer muchas veces cuando... cuando estuve en el bando de la Orden del Fénix. Aspiré con fuerza y miré hacia los otros allumnos. ¿Se habrían dado cuenta de ello?

 

No podía permitir que Romina, por hacerme un bien, sufriera alguna acusación por lo que había hecho. Era una valiente y le había salvado la vida a aquel chico quien, en esencia, parecía no tener la misma bondad que ella. O tal vez sí, no era quien para opinar sobre las creencias de mis alumnos, pero todo indicaba que Helike o él podrían enfrentarse a ella por ese hechizo. Así, que le contesté lo antes posible para que ellos no intervinieran.

 

- Sí, creo que está mejor. Tengo pociones, sí, compré muchas en el Mall, pero no sé si... Sí, creo que tengo una herbovitalizante. Ayúdame a darle unas gotas, por favor - imploré a mi alumna, convertida en una sanadora improvisada.

 

Vertimos un par de gotas en el gaznate del muchacho. Estaba segura que respondería pronto a nuestras preguntas y que se sentiría feliz de que dos guapas chicas estuvieras agachadas a su lado. Intuía que era algo mujeriego.

 

- Sí, Romina, dejemos los rayos. Os enseñaré los dos hechizos simples para manejar el clima. Son dos hechizos básicos que creo que me habéis visto hacer, al menos uno. Meteolojink Encanto, para hacer que cambie el clima en el aspecto que necesitéis, como lluvia, aire, tifones, arcoiris... y Meteolojink Recanto que es el finite de todos los cambios climatológicos creados por la magia. Con esos dos y la floritura de la muñeca y podréis hacer maravillas.

 

Acerqué la cara a medio palma del muchacho.

 

- ¿Se despierta?

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La pregunta que le estaba haciendo a la profesora era más que nada para que se tranquilizara y que no perdiera el control, ya que una de las cosas que los sanadores siempre dejaban en claro era que tenían que sobre todas las circunstancias debían mantenerse firmes y no perder la cabeza. Era una técnica que poco a poco iba aprendiendo y que, en esos casos le servía lo suficiente como para mantener viva a una persona.

 

Escuchó las explicaciones casi sin prestar la atención que había tenido minutos atrás, por la única razón de que estaba concentrada en que el chico despertara, no había asistido a la clase para que terminara en eso, tenía ganas de seguir aprendiendo, pero con los hechizos que le había proporcionado solo tenía que tener más concentración y pensamientos de ese estilo para que todo funcionara.

 

La profesora le había entregado un frasco de poción herbovitalizante por lo que le dio unas cuantas gotas a Spectum, esperaba que con eso fuera suficiente, aunque no le quitaría del todo el dolor. En ese monto recordó que segundos atrás Helike había comentado que debían ponerle una especie de crema para que al despertar el dolor no fuera tan fuerte, por lo que abrió el frasco y la esparció por las quemaduras que ella creía que eran las peores o que más dolor le causarían.

 

Aqueora— pronunció nuevamente, todavía podía ver como de su cabello salía un poco de humo, que a decir verdad solo se veía si se estaba lo suficientemente cerca. Nuevamente el agua cubrió el cuerpo del joven, y esta vez no solo para que algunas heridas sanaran, sino que también para que su cuerpo volviese a estar a una temperatura prudente y no tan caliente como lo estaba en ese momento.

 

Creo que no tenemos que hacer nada más que esperar, ya le hemos dado suficientes cosas— dijo esta vez poniéndose de pie. ¿Por qué los efectos del Aqueora aún no se iban? Aunque si lo pensaba bien, no había nada de qué preocuparse, no le importaba que la reconocieran como miembro de la Orden, ya que estaba orgullosa de pertenecer a su bando, motivo por el cual ni siquiera se ponía la luz en el rostro cuando acudía a las batallas contra los mortífagos.

 

¿Hay algo más que se deba saber para realizar esos hechizos?— preguntó, esperando no solo que esa fuera su última pregunta del día, sino que también el chico despertara y que el Aqueora se disolviera de una buena vez.

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Spectum no se movía y tenía mucho miedo. ¡Sería el primer muerto de mi clase! ¿Sería el primer muerto de toda la Universidad? Apreté con fuerza las manos, pensando que mi próxima clase de conocimientos sería Primeros Auxilios, pues iba a ser necesario para seguir dando clases en el Ateneo.

 

Romina era buena sanadora, me daba envidia. Hizo un Aguamenti o un hechizo muy parecido, pues mojó y remojó al chico y a mí, de paso. Reconocí enseguida aquella circunferencia de agua que le rodeaba. No dije nada pero ahora miré con más orgullo a mi pupila.

 

- Creo que deberíamos dejar la clase por hoy y ya volveremos otro día para hablar de la asignatura.

 

Pensándolo mejor, no iba a tener tiempo de volver a ver a aquello alumnos. ¿Denunciarían a la Dirección del Ateneo el problemilla que habíamos tenido? Era igual, teníamos que llevar al muchacho a la enfermería.

 

- Os apruebo a todas si no decís nada de nada. Yo disimulo ante las enfermeras, ¿por favor?

 

Con Helike no habría problemas, era mi prima y sabía que me ayudaría. ¿Los otros dos alumnos me seguirían el juego y dirían que había sido un accidente sin importancia?

 

¡Qué nerviios! Encima, seguía la tormenta, menos mal que hice un Ennervate y nos fuimos de aquella torre de Astronomía.

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El Angel de la Noche no se movía por nada de lo que le hicieran, algo lo estaba jalando hacia el otro lado mientras que el Kakari's lo hacía recuperarse de la gran explosión, había muchas cosas que tenía que terminar pero el por los momentos prefería quedarse en busca de respuesta del lobo de la otra vida.

 

Spectum se encontraba en la misma sala con aquella gran mesa en donde al final se encontraba un hombre con aspecto lobuno, caminó lentamente hasta que se planto en frente de este mientras que lo miraba con unos orbes amarillentos, esperó que este hablara y no lo hizo así que el Ex Mortífago rompió el silencio.

 

- Quiero respuestas y tengo todo el tiempo posible, no reviviré hasta que me digas que pasa. -

 

El Crouchs recordó a su profesora de meteorología y se preocupó porque ella fuera a sentirse mal por su muerte, aunque por ahora no era necesario volver, pero cuando volviera de seguro buscaría a Xell para hacerle saber que estaba bien y si era posible invitaría a la chica a pasear o a beberse un trago ya que las ganas de conocerlas cada minuto aumentaban. Pero por ahora tenía asuntos que resolver con el lobo.

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