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Ávalon, la rotura de magia y secretos ocultos.


Helike R V PB
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Avalon, la tierra mítica del rey Arturo y los caballeros de la mesa redoda, leyenda para los muggles, realidad para los magos. Estaba siendo atacada por un extraño mal, en dónde los sacerdotes muchos de ellos estaban siendo diezmados cómo si se les pasara una daga por el cuello. Tanto como hombres y mujeres morían sin remedio, sin poder siquiera prepararse una poción en condiciones. En su cara aparecían pústulas parecidas a la fiebre de dragón, pero que no tenían nada que ver. Se asemejaban mucho a la lepra, en dónde la sangre rezumaba cada vez que se abría.


Los muertos estaban desperdigados por muchas zonas sobre todo relacionadas con el culto a la naturaleza. Sólo un joven aprendiz a sacerdote había conseguido escapar de ese apocalipsis en que se había vuelto la isla. Nadie tenía conocimiento de dónde procedía ese mal tan poderoso que ni los druidas eran capaces de realizar un antídoto en condiciones… y ni siquiera realizando encantamientos de curación, conseguían cerrar las heridas.


***


Me encontraba en el castillo Rambaldi y cómo siempre, haciendo un breve resumen con la pluma y un pergamino del tema a tratar en la siguiente clase de pociones. Todo estaba en relativa calma. Con las puertas abiertas de la habitación, entraba una suave brisa, que, hacía que los árboles se mecieran suavemente.


Guardé todo lo escrito en el maletín y me fui a preparar para llegar a clase. Aún era temprano, el sol estaba empezando a levantarse pero era mejor tenerlo todo listo y no hacer esperar a los alumnos.


En ese instante en cuánto iba a adentrarme al baño, un fogonazo de luz se apareció en medio del cuarto y tomé la varita rápidamente aunque en realidad, no había siquiera formulado hechizo alguno, cuando la voz de una persona joven, llamó mi atención:


- Por favor, no me ataques. Vengo en son de paz, y necesito de tu ayuda – la luz desapareció y en su lugar un chico de unos veinticinco años, vestido con una túnica blanca y con la cabeza tapada con la capucha, estaba apoyado con un bastón que parecía ceremonial.


- Si no quieres tener problemas, será mejor que digas lo que tengas que decir y vete, no me gustan las visitas sin anunciarse – le aconsejé yo. Me producía al mismo tiempo curiosidad y desconfianza por saber qué era lo que requería de mí.


Tenía algunas manchas de sangre por la parte inferior de la ropa que llevaba y aún a pesar de la aprensión inicial no paraba de mirarlo.


- La isla de Ávalon está siendo atacada por un extraño mal. Algo que no he visto desde que me inicié en el mundo del sacerdocio – contó y siguió su relato- están muriendo los sacerdotes, los druidas intentaron por muchos días conseguir un antídoto eficaz, pero no hay manera, parece que la magia se hubiese por decirlo de alguna forma no hubiese existido. Los amuletos mágicos no funcionan y la barrera que protege al lugar no aguantará mucho tiempo con lo que eso conlleva. Cómo bien sabes todo se descubriría ante los muggles y eso es lo que no nos interesa – asentí con la cabeza. La última vez había pasado algo parecido y por suerte se había resuelto, pero no entendía que tenía que ver con el mundo mágico. El muchacho pareció captar algo en mi cara…


- Nosotros digamos que somos la fuente original de la magia además de sus guardianes– dijo con una sonrisa y se ensanchó más cuando vio mi cara de asombro – así, cómo lo oyes. Claro, magos y brujas tienen su poder en su interior, es cierto – asintió con la cabeza – pero el poder real procede de ahí y si se cae esa protección adiós a todo – se encogió de hombros, vi que se tambaleaba y con un movimiento de mi varita hice desplazar la silla para que se sentara.


- Gracias, no muchos magos son amables con nosotros – rió por lo bajo- no me he presentado, me llamo Arthur – asentí con la cabeza… Carraspeé.


- Bueno yo tengo clase ahora de pociones, no sé qué puedo hacer yo y mis pupilos ante eso – comenté con pesar.


- Puedes hacer mucho. Toma, esto es un traslador que os llevará directamente a la isla. Sin falta de usar portales, os estaré esperando en un altar antiguo celta – dijo Arthur y tras esto, volvió a desaparecerse con otro fogonazo de luz. No había dado instrucciones y ni siquiera había dicho de qué realmente mal era de lo que estaban afectando en la isla.


Era la segunda vez que el maldito estatuto estaba en peligro y no por culpa de magos peligrosos. Fui rápidamente hacia el baño, me di una ducha rápida y me vestí con mis ropajes de siempre, botas de piel de dragón, tejanos una camisa blanca y una cazadora de cuero. Tomé el maletín con todos los documentos y metí en su interior varias pociones además de ingredientes que estaban guardadas en bolsitas.


Tomé varios pergaminos y después de escribir varias notas hice con un silbido suave que mi lechuza viniese volando, para avisar a las personas que tendría yo enseñarles cosas. Lo que no sabía era si seríamos capaces de resolver ese grave problema, ¿qué le diría a los alumnos? No tenía ni la menor idea. Por si acaso, tomé el libro de Aprendiz de Brujo con los amuletos en su interior y lo guardé junto a las otras pertenencias.


Además me puse al cuello el monedero de piel de moke con otras cuántas cosas más. En cuánto estuve lista llegué hasta el aula en dónde siempre impartía clases. Tomé el traslador, me fijé en que éste era una gema de color rosada envuelta en dos alas. No tenía ni idea si funcionaría, pero esperaba que sí.


Llegué a la mazmorra un poco apurada, ya el sol estaba en lo alto y aunque no llevaba reloj, sabía que era ya hora de dar la clase… Estaba un tanto nerviosa, a pesar de la inquietud inicial debía de tranquilizarme. Poco a poco, los alumnos empezaron a entrar en el aula.


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Agradecía encontrarme viviendo en el Campus de la universidad, era de esas decisiones que me alegre de tomar pues me beneficiaba encontrarme en aquel sitio donde podía ganar más experiencia día a día.

 

Lo principal era que estaba familiarizado con el ritmo que se vivía en la universidad, los profesores y profesoras eran personas que conocía, y ya tenía conocimiento de las clases que se impartirían así como de las aulas donde podía acudir. Como la clase donde en estos momentos iba a solicitar agregarme y participar.

 

Marchaba tranquilamente a las mazmorras, la clase de Pociones iba pronto a iniciar y conociendo a la prima Heliké, sabía que ella ya se encontraba en el aula, es de las profesoras que se entregaban con pasión a impartir sus clases.

 

No cambie la costumbre de mi indumentaria, oscura con camisa verde, botas y guantes de piel de dragón, llevaba en mi mochila negra, la balanza que compre en la Magic Mall y un equipo con ingredientes para pócimas. Aunque mi daga de plata la llevaba oculta, más que instrumento la llevaba para en caso extremo de defensa.

 

No dejaba mi capa oscura, el tiempo podía volverse frío, baje las escaleras y luego cruce la puerta, vi a Heliké que espera a sus alumnos, de inmediato camine a donde se encontraba y sonriendo le salude:

 

-- Buenos días prima Heliké, que gusto ver que sigas impartiendo esta clase, me alegro y estoy de vuelta aquí. Quiero solicitarte permiso para participar en la clase como oyente, es muy benéfico para mi estar en tus clases ya que siempre hay cosas que aprendo y pues eso es lo más importante y lo que persigo, más ahora que en mi empleo me van a designar investigar y desarrollar pócimas. Se que esta en tus manos aceptarme, por lo que se, el director Elvis Griffindor ya me otorgo permiso, solo hace falta que tú estés de acuerdo ¿que me dices?

 

Espere paciente a que Heliké me dedicará un minuto y dirá su respuesta, estaba esperanzado que esta fuese afirmativa y poder aprovechar de aprender mucho de ella.

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Mientras iba colocando las cosas estaba intranquila. Si realmente el asunto de la magia en Ávalon estaba en peligro poco a poco la magia iría desapareciendo y con lo que eso conllevaba, ser un muggle o peor, sentirse cómo un squib. Eso lo consideraba mucho peor, provenir de una familia de magos y ni siquiera convertir una tetera en un ratón por no tener ni pizca de poder mágico por las venas. Pensaba en todos éstos detalles hasta que al fina, pensé que ciertamente me convenía, bueno, diciéndolo en pluar, nos convenía a todos. Pero no entendía qué era lo que podía hacer una simple profesora cómo yo era en ese mundo tan diferente al nuestro lleno de poder y conocimiento.

 

Tan metida estaba en mis pensamientos cuando una voz familiar llegó a mis oídos. Aún me rondaba en la cabeza cómo le explicaría a los alumnos el viaje que tenía que hacer. En otra ocasión existió discrepacias a la hora de realizar las cosas, pero por suerte el director, que había sido mi suplente en la misión, había conseguido resolverlo sin problema. Giré la cabeza y vi al muchacho de cabello con tonalidades verdes (aclaro que leí tu ficha, espero no tener errores) y sonreí abiertamente.

 

- ¡( @) Antoni! ¡Qué alegría verte, muchacho! - dije con sinceridad.

 

- calma calma - no pude evitar reír al ver el pequeño discurso que me había echado. Por lo que me había dicho ya había hablado con el director y éste no había tenido incoveniente, por mi parte, tampoco había problema.

 

- No tienes que darme explicaciones - y mostré mis mejores sonrisas - aunque la verdad hacía tiempo que no asistías aquí a las clases. La última que tuvimos fue hace mucho tiempo - asentí con la cabeza.

 

- Oye, vas excelente, cómo todo un mago - alabé al paladín. La verdad es que la vestimenta era lo que más valoraba, cierto, aunque ese día yo, pareciera más muggle que una bruja profesora de pociones. Pero claro, las circunstancias eran las circunstancias y a veces tenía que vestirme acorde con los acontecimientos en dónde se me requería.

 

- Por supuesto, eres más que bienvenido a mi clase. Puedes ir tomando asiento mientras vienen tus otros compañeros... Y oye... - dudé un poco antes de seguir. Aunque no fuese un alumno escrito también tenía derecho a saberlo si iba a participar en mi clase.

 

- ¿Te gustaría hacer un viaje a Ávalon? Es de vital importania - empecé a informarle - parece ser que hay problemas con la magia y me pidieron ayuda para arreglarlo. Mientras estemos allá aprenderéis lo más importante por supuesto mientras reparamos ese pequeño problema. Contaré todos los detalles, cuando estén los demás. Creo que todos, aprenderemos de ésta experencia - me encogí de hombros.

 

Me fijé que en el hombro llevaba una pequeña mochila.

 

- vaya, veo que vienes ya preparado, eso es excelente. Te recomiendo que no la habras, lo haremos allá. Espero que no tarden mucho, porque se nos hace tarde - comenté un poco preocupada.

Editado por Helike Rambaldi Vladimir
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No me percate que había hablado demasiado, hasta que escuche a mi prima Heliké decirme con alegría y riendo:

 

calma calma. No tienes que darme explicaciones, aunque la verdad hacía tiempo que no asistías aquí a las clases. La última que tuvimos fue hace mucho tiempo.

-- ¡Bastante! perdón, es que...también llego a tener temporadas donde mi agenda esta apretada, pero me gusta mucho tomar clases, aunque no me cuenten en otra cosa más que experiencia personal, la cual valoro mucho más que todo lo demás.

- Oye, vas excelente, cómo todo un mago.

-- eh... :blush: gracias prima. ( ^_^ ¡me alegra saberlo, y gracias por mencionar mi raza, me siento halagado, no, no hay errores. Gracias.)

- Por supuesto, eres más que bienvenido a mi clase. Puedes ir tomando asiento mientras vienen tus otros compañeros... Y oye...

Me alegre de escuchar su aceptación, así que muy contento tome asiento aunque dudé de que todo estuviera correcto, algo de preocupación había en su rostro y escuche lo que me confiaba.

- ¿Te gustaría hacer un viaje a Ávalon? Es de vital importancia - empezó a informarme - parece ser que hay problemas con la magia y me pidieron ayuda para arreglarlo. Mientras estemos allá aprenderéis lo más importante por supuesto mientras reparamos ese pequeño problema. Contaré todos los detalles, cuando estén los demás. Creo que todos, aprenderemos de ésta experiencia

Aunque la vi encogerse de hombros, me sonaba bastante preocupante que hubiese problemas con la magia y de inmediato recordé aquel problema que afrontaron mis compañeros en el ministerio, con aquel ataque donde con un extraño suero, habían anulado la magia de las brujas y magos...esperaba que de verdad fuese "un pequeño problema" y fuese manejable para nosotros.

Heliké clavó su mirada en mi hombro donde yo llevaba mi mochila negra, aunque era pequeña tenía el hechizo extensor. Mi iniciativa fue bien acogida por mi prima, quien me dijo:

-- vaya, veo que vienes ya preparado, eso es excelente. Te recomiendo que no la habras, lo haremos allá. Espero que no tarden mucho, porque se nos hace tarde.

--Llegaran pronto, vi a los compañeros moverse con ánimo, siempre es emocionante iniciar una nueva clase, ehmm, en un tiempo muy atrás, mucho antes de la academia, participe en unas clases en Hogwarts, ahí tuve profesores que nos hablaban de la historia de Ávalon. según nos narraron, ese sitio es muy especial, hay tanta magia, que llevaron ahí al rey Arturo para salvarlo de la muerte y ahí se recuperó pero no pudo regresar nuevamente. creo que eso es por que es ahí donde esta la esencia de la magia, el legendario Merlín iba a ese sitio para recobrar fuerza y adquirir nuevas habilidades mágicas...¿es esto correcto?

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Había recibido el aviso del comienzo de la clase de Pociones no mucho antes, pero lo había olvidado por completo. Sólo cuando su padre le había comentado que llegaría tarde a la Universidad Mágica había sido consciente de su despiste. Se había levantado de un salto y había dejado al anciano a cargo de aquel osito panda que la Gaunt había llevado hasta su castillo unas semanas antes para cuidarlo y criarlo, como buena amante de los animales que era. Su hogar hacía mucho tiempo que se había convertido en una especie de zoológico mágico donde criaturas mágicas y muggles campaban casi a sus anchas con todas las comodidades que la warlock podía darles, sin escatimar nunca en gastos o atenciones hacia ellos.

 

Antes de desaparecer de los terrenos del castillo Gaunt, la pelicastaña invocó su capa oscura de viaje y, en cuanto ésta le rozó la mano, desapareció de allí con un chasquido. Apareció con el mismo sonido cerca de la Universidad, por lo que solo tuvo que recorrer unas decenas de metros para acceder al lugar. Esperaba que no hubiera muchos inscritos en la clase que había decidido tomar aquel mes, pues ya había tenido suficiente con la clase del Libro de la Sangre. Siempre terminaban peleando, discutiendo y poniendo a prueba sus habilidades para conseguir el tan ansiado poder de los libros de hechizos. Y aunque las clases de conocimientos especiales no solían ser tan densas y peligrosas, recordaba algunas de ellas donde había pasado serias complicaciones para regresar a casa.

 

Se dirigió hacia el lugar donde se impartiría Pociones mientras sus botas de suelas de goma rechinaban a cada paso que daba. Se bajó la capucha de la cabeza con una sacudida de cabeza y luego dejó que su melena castaña ondeara tras ella con cierto brío gracias al caminar rápido que llevaba. Alcanzó la puerta del aula y se detuvo frente a ella sin abrirla, examinándose ligeramente. Tenía restos del pelaje de su oso por la blusa y pantalón oscuros, así que se sacudió dándose varias palmadas antes de entrar a la clase.

 

Cuando lo hizo, se encontró con un par de personas y las primeras palabras que alcanzó escuchar sonaron a "Avalon" y "Rey Arturo". Como profesora de Historia de la Magia que era, conocía perfectamente aquella ubicación y las personas relacionadas con ella. Se quedó inmóvil junto a la entrada y luego arqueó una ceja con gesto perplejo. Se sorprendió al ver que uno de los alumnos (pues ella no sabía que era oyente) era Antoni Tonks, quien había asistido a sus dos últimas clases en la Universidad.

 

¿Es aquí la clase de pociones? ¿O me he equivocado de aula?

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El chico peliverde se sentía en la más grande confianza de mencionarle a su prima Heliké, sobre los datos que le habían dado sobre Ávalon, porque de ese especial lugar, era lo único que tenía, datos mencionados entre lazados cuando en la clases de encantamientos o de historia mágica, se llegó hablar de ese lugar mágico. Nunca antes había ido, así que pensó que estaría muy bien ir y conocerlo a "todo color". De ser necesario, contaría toda aquella reseña que le narró su antigua maestra, pero esperaba con ánimo, lo que su prima Heliké le confiará. Algo le decía al ojimiel, que Heliké ya conocía Ávalon, su familia era una de las que más apoyaba en los casos en que el destino de la magia estaba en juego, por lo que era mejor escuchar.

 

Precisamente como le mencione a Heliké, los alumnos comenzaron a llegar, el deslizamiento de la puerta, nos hizo girar la cabeza, entonces descubrí que justo en la puerta se encontraba Anne, una sonrisa apareció en la comisura de mis labios y luego sonreí abiertamente, ¡que gran sorpresa!creo que di un salto de alegría...(estaba sentado XD!) mi emoción creció como espuma...

 

Justo las asignaturas que más me agradaban! pociones e Historia, ya había tomado dos clases con la profesora Anne ¡y me había quedado con ganas de más clases suyas!

 

Muchas ganas tenía de pedirle a Anne que me contara de Ávalon, pero me contuve, la clase la dirigía la profesora Heliké, y aunque era mi prima, debía dejar que tomará el papel de profesora, así que solo sonreí y dije a la castaña:

 

-- ¡Hola! Buenos días!, me alegro tomar clases juntos, aprenderé el doble de lo previsto! :D

 

@ @

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- Eso es bueno. Siempre es tener mejor ánimo para empezar unas clases y más cuando se trata de iniciar una aventura que puede ser vital para el mundo mágico - chasqueé la lengua fastidiada. Era la segunda vez que pasaba. La primera, habíamos conseguido que no pasara más allá que la detención del mago y de toda la banda, que con eso conllevaba.

 

- ¿eh? -me quedé un poco estupefacta ante lo dicho por Antoni...

 

- Vaya, no sabía que conocías tanto Ávalon. Yo sólo conozco el mito, hasta ésta mañana que alguien vino a buscarme para pedirme ayuda, no tenía constancia de que realmente eso fuese real. Es cierto que Sagitas muchas veces lo nombra, pero pensaba que era algo de su imaginación - me encogí de hombros.

 

- Y la verdad, sólo conozco al mago Merlín por ser uno de los primeros alumnos que tuvo Hogwarts. Sé que fue un Slytherin, pero a pesar de todo fue un gran mago - no pude evitar poner mis ojos en blanco.

 

Alguien más había entrado. Era una chica de estatura media, castaña... Se me hacía bastante familiar...

 

- ¿Eres Anne Gaunt? - pregunté mirando el documento que tenía encima de la mesa, con los nombres escritos de mis alumnos.

 

- Y sí, aquí es la clase de pociones, pero temporalmente, vamos a hacer un viaje en cuánto tus otros compañeros vengan llegando. Aquí mi primo Antoni es oyente - dije con una sonrisa- pero cómo le he dado permiso de entrada espero que los demás no tengan inconviente. Muchas veces es mejor tener más varitas de las previstas por si sucede algún problema.

 

- ¿El doble de lo previsto? - volví a inquirir mirando con curiosidad a Antoni y a Anne. Seguramente si la chica que había venido era profesora de conocimientos yo no tenía ni la menor idea. No es que fuese mucho al claustro, generalmente iba directamente a la mazmorra a preparar su clase o en su caso lo hacía en el castillo Rambaldi.

 

***

 

En la Isla de Ávalon.

 

Arthur no había tenido más remedio que ir a pedirle ayuda a esa profesora de pociones. Es cierto que él era lo que había hecho todo ese complot contra los viejos sacerdotes de ese lugar mágico. Quería apoderarse de él y que lo proclamaran rey de ese territorio. Tenía que cubrirse las espaldas, no dejar pistas. Y por supuesto, en cuánto llevase a cabo sus planes traería nuevas personas para que le ayudaran a levantar el poder, que ahora parecía que había desaparecido.

 

Puede que no tuviese experiencia suficiente, a pesar de investigar en los viejos libros de la Gran Biblioteca, pero tenía ambición y por eso había hecho lo que había hecho. Esos malditos viejos no tenían ni idea de la magia y el poder que conllevaba. Haría falta mano dura y él estaba dispuesto a ir más allá.

 

Iba paseando por el pequeño jardín con su vara mágica, ésta era más o menos de su altura de un metro sesenta, se había tenido que cambiar de ropas porque seguramente levantaría sospechas. Lo que no sabía Arthur era que un druida había conseguido por decirlo de alguna forma, sobrevivir a su ataque. Éste se había escondido en una de las recónditas cuevas de las Grandes Montañas. Ambos sabían que la magia si no se restauraba, traería muchísimas complicaciones.

 

El sacerdote iba respirando los aromas de las flores mientras iba paseando y meditando. Tendría que dar muchos pasos para restablecer su poder en ese lugar y para hacerlo tener mucho cuidado de no descubrirse.

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Sonreí al escuchar su respuesta.

 

--Bueno, para los muggles, todo lo que se refiere a la magia, es imaginación, es decir, no real. Por eso es que me encantan tanto las clases mágicas, para poder conocer el mundo mágico, no es que conozca Ávalon, solo recuerdo lo que me contaba una anterior maestra.

 

Era de las pocas veces que mencionaba a mis profesores, aquella lejana temporada en Hogwarts, solo seis meses, donde solo estuve en salones y biblioteca...siempre me gustaron las clases, era la forma maravillosa de saber, recordé aquellos reconocimientos obtenidos y que perdí en aquel traslado forzado, pero la universidad mágica era mil veces mejor y eso me hace feliz.

 

Me quede asombrado con el dato que me dijo mi prima Heliké:

 

--- ¡Vaya que asombroso! nunca lo hubiese pensado...yo estuve dos meses en Slytherin, me agrado mucho estar en esa casa y disfrute mucho de la sala común en las mazmorras, solo que tuve que dejar el colegio. Concuerdo con que Merlin era un gran mago y es de las personalidades que se tiene mucho que aprender incluso se mencionan sus manuscritos, donde se conservan sus apuntes sobre pócimas y hechizos. Incluso se dice que era muy bueno con los hechizos no verbales.

 

Después observe como también mi prima Heliké, recibía a Anne Gaunt, por la frase que empleo, me di la idea que esperaríamos un rato más, faltaban otros alumnos así que aguarde a las indicaciones de la profesora Heliké.

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El joven Tonks saltó de su asiento al entrar la Gaunt, que tuvo que esforzarse para no esbozar una amplia sonrisa en su rostro. En su lugar, se limitó a saludarle con la mano primero y luego, tras titubear un instante, se acercó al muchacho y le dio un par de besos en ambas mejillas. Luego saludó a la profesora alzando la mano izquierda.

 

¡Hola Antoni! Qué sorpresa encontrarte aquí, ¿cursarás el conocimiento también? —le preguntó, pero luego escuchó las palabras de Heliké y asintió, comprendiendo que el joven asistiría como oyente en aquella clase—. Vaya, se nota que te gusta aprender... cada día me caes mejor —le dijo, con sincero agrado. Luego se giró hacia la profesora, suavizando su gesto para dejar su expresión neutra—. Sí, soy Anne Gaunt. Pensaba que llegaba tarde... ¿aún esperamos a alguien más?

 

Aguardó entonces en silencio mientras tomaba asiento. No recordaba haber bajado nunca hasta las mazmorras de la institución, ella solía moverse por las clases superiores, siempre con ventanales amplios y salas luminosas. Comenzaba a sentir un poco de claustrofobia en aquel lugar. Se removió visiblemente incómoda en la silla y luego se cruzó de piernas.

 

Espera, ¿has dicho que viajaremos? O sea, pensaba que estudiaríamos pociones... si viajamos, ¿qué vamos a estudiar sobre la materia y cómo? —preguntó, con gesto incrédulo. Ella solía preparar viajes para sus alumnos en cada clase, pero no había imaginado que en pociones harían algo parecido. ¿Cómo estructuraría su colega docente las clases? Estaba ansiosa por saberlo.

 

Mientras esperaba alguna explicación, se llevó la mano al pecho para comprobar que llevaba puestos sus amuletos. Luego se miró las manos. Sí, los anillos también estaban en su lugar. Sin embargo, usaba sobre ella su magia para evitar que nadie pudiera ver que portaba aquellos preciados objetos para evitar así miradas indiscretas.

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Me alegraba mucho de ver a Anne, pues al pedir a mi prima Heliké ser oyente de su clase de pócimas, no había pensado mucho en los magos y brujas que serían sus compañeros, más bien lo que pensaba, era en que nuevos conocimientos adquiriría.

 

Estaba pendiente, devolvió el saludo con la mano y más contento se puso al recibir un saludo más "familiar", su semblante se iluminó de orgullo, era de lo mejor conocer más a fondo a la inteligente bruja. Respondió muy contento a Anne:

 

-- ¡Hola Anne! También estoy gratamente sorprendido, no imagine siquiera, que pudieramos llegar a coincidir como compañeros...¡si, me encanta aprender! y note que este mes no hay Historia de la Magia, ehh, ojala y pronto haya, te anticipo que ahí estaré . ^_^

Ambos esperamos a que la profesora Heliké, contestara si esperábamos a los otros compañeros, solo ella podría determinar aquello y solo si lo consideraba necesario, pasaría a explicarnos bien porque teníamos que marchar a Ávalon.

 

La pregunta que formulaba Anne, era de lo que yo también me preocupaba, a menos y que llegasemos a un laboratorio, pero no estaba seguro si así sería, por lo que ansiaba que llegase el momento de la explicación.

 

-- La idea es que aprendamos algo más que reconocerlas y seguir el procedimiento para la elaboración de una en especifico, no? porque hay algunas pócimas que deben madurar, como es el caso de la poción multijugos, o la poción reabastecedora de sangre...me preocupa que no hay al menos una poción que valga la pena, que se pueda elaborar en menos de dos horas, por que no creo que hagamos pócimas básicas como la pócima del hipo, o la poción encogedora...¿verdad?-- Mire a mi prima Heliké y luego a Anne, tenía grandes espectativas de lo que podríamos aprender.

 

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