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Primeros Auxilios y Encantamientos


Jessie Black Lestrange
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Hacía poco más de una semana que Jessie había mandado la carta correspondiente a su clase del mes de abril. Sabía que lo que estaba por hacer tal vez fuera contra las reglas pero quería un área practica para que las cosas fueran lo más cercano posible a lo que verían en una batalla real y que mejor que lo que la bruja tenía preparado.

 

En la carta especificaba que lo vería en las inmediaciones del colegio Hogwarts de Magia y Hechicería. Esperaba más que confiaba que el director no se diera cuenta de lo que estaba por hacer, pero valía la pena si sus alumnos quedaban bien instruidos.

 

No tuvo que esperar mucho para cuando apareció el joven mago con el que hace un tiempo había tenido una pelea; no le guardaba rencor, por el contrario, aun sentía un gran sentimiento hacía él; no sabía del todo que era, ya que no debía, más que podía, estar enamorada de aquel mago, ya que tenían ideales completamente distintos.

 

Pero ahora debía de dejar sus sentimientos de lado, así que colocándose una mascara de fría indiferencia se acercó a su alumno con su capa roja cual sangre ondeando detrás de ella, la cual cubría un sencillo vestido de medio circulo color blanco, unas botas negras estilo militar que le llegaban por encima de las rodillas contrastaban en todo con su vestido, mientras su cabello estaba sujeto en una coleta alta rematada en una trenza en forma de espiga que caía de forma elegante por su hombro derecho.

 

-Buenas tardes Weasley, me alegra ver que recibió la carta y tal parece que no tuvo problemas para llegar al lugar indicado- murmuro con un deje de tristeza en sus ojos.

 

Con un casi imperceptible movimiento de cabeza, Jessie ordeno que lo siguiera ascendiendo por la ladera que llevaba hasta la entrada principal de Hogwarts. Había acordado con la profesora McGonagall que los dejaría estar en la enfermería de la escuela, donde se impartiría aquella clase.

 

El celador del colegio, el señor Filch, más viejo y cascarrabias que nunca, los esperaba en las altas verjas del colegio, recibiendo a los magos con un deje de amargura en su rostro. Rodando los ojos, Jessie ingreso en el colegio, dejándose guiar por Filch por los terrenos y luego los pasillos del colegio mismo.

 

La verdad es que la joven bruja no había estudiado en aquel lugar, de echo jamas había pisado hasta que se volviera sanadora, cuando la convocaban de vez en cuando para ayudar a la enfermera del colegio cuando el trabajo se le sobrepasaba, más que nada en época de exámenes o durante los cursos de desaparición.

 

Finalmente llegaron a la enfermería y Jessie agradeció a Filch con un leve asentimiento de cabeza mientras este se iba cojeando de seguro a reñir a alguno de los estudiantes o despotricar porque lo retiraban de sus obligaciones, como si hiciera gran cosa.

 

-Muy bien, señor Weasley, como se habrá dado cuenta nuestra clase se desarrollara en la enfermería de la escuela, pero... no en esta época- sonriendo de forma altanera, Jessie agito su varita transportando a ambos magos al 5 de mayo de 1998, el día que la guerra mágica terminara- Su función en esta época, señor Weasley, sera apoya a la señora Pomfrey en sus obligaciones, como podrá darse cuenta, hay más heridos de lo que en los últimos tiempos podría ver en el Hospital San Mungo, espero que haga bien las cosas y... salve más de una vida, si sabe lo que le conviene.

 

Volteando a ver el reloj que había en lo alto de la entrada de la enfermería del colegio, Jessie sonrió con malicia mientras se cruzaba de hombros sin dejar de ver por el rabillo del ojo a su estudiante.

 

-Tiene una hora para terminar con su trabajo, yo evaluare si lo ha echo bien o mal, recuerde que la vida de estos estudiantes e inocentes depende de usted- se acerco lentamente a Nathan con un brillo siniestro en sus grises ojos - o prefiere victimas que signifiquen algo para usted en nuestro tiempo, sabe perfectamente que yo puedo encargarme de eso.

 

Inconscientemente se acaricio el brazo izquierdo mientras sonreía con picardía esperando a que Nathan tomara la iniciativa y comenzara a trabajar.

 

-Cuando guste, el tiempo corre.

 

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02 de Abril de 2016

Silencio. Eso fue lo único que pudo profesar, y ni siquiera podía llamarse eso, al ver que su profesora no era nadie más y nadie menos que la persona que menos quería ver en ese momento. Se quedó observando su figura, que estaba de espaldas a él, atónito ante su mala suerte y su propia falta de cuidado de no controlar quien era el profesor asignado a la cátedra antes de anotarse a ella. Aún más, le sorprendió su propia falta de razonamiento, dado que Jessie siempre había sido ducha en el arte de los primeros auxilios, y era de esperarse que se postularía para aquel cargo cuando se abrió la vacante.

 

- Buenas tardes. - se limitó a acotar el Weasley, caminando a su lado y decepcionado porque no había nadie más que pudiese acompañarlo en aquella situación de extrema incomodidad. - Ojalá vayamos a la estación del Expreso de Hogwarts, así puede pasarme por arriba. >> - pensó irónicamente para sí, justo cuando llegaban a la entrada principal.

 

Las palabras de la profesora fueron acompañadas por una sonrisa engreída y un rápido gesto de varita, y a continuación el paisaje entero comenzó a virar en una moción incómoda y sintió como las náuseas se asentaban en su estómago producto de la pobre orientación espacial que tanto movimiento le causaba. Justo cuando pensaba que estaba a punto de vomitar, el movimiento cesó, y el paisaje cambió completamente.

 

* - * - *- * - *

05 de Mayo de 1998

La madrugaba perdía intensidad mientras un amanecer soleado se intensificaba sobre los terrenos de Hogwarts, que en gran contraste con los que veía tan solo segundos atrás, ahora se contraponían con un paisaje de completa destrucción y desolación. No necesitaba las palabras de Jessie para orientarlo, sabía perfectamente donde estaba y que había pasado allí: el resultado de la Segunda Guerra Mágica (o la World Wizarding War II, como más frecuentemente la encontraba en los libros) se plasmaba claramente frente a sí.

 

Si bien se encontraban en la enfermería del castillo, ubicada cerca de la última planta, una gran parte del techo de la habitación había sido expulsado y los escombros se habían desparramado sobre una cama, haciéndola añicos. Tal parecía que por arte de magia la habitación había sido expandida al tamaño del Gran Salón para dar cabida al gran influjo de heridos que por poco no habían perecido en la batalla, y Nathan supo cuales serían sus deberes (también) antes de que su profesora se los dijera.

 

Ignoró su comentario cargado de sarcasmo, y se dirigió a la enfermera del Colegio Hogwarts de Magia y Hechicería en ese entonces, Madame Pomfrey, quien lucía un atuendo algo desgarrado y su cara cubierta en una suciedad algo humedecida por el sudor que perlaba la totalidad de su rostro y cuello.

 

- A las órdenes, Madam Pomfrey. - le dijo Nathan, fingiendo completa normalidad - Me enviaron de San Mungo, ¿quiere que me encargue de los pacientes de allá? - agregó señalando a unas camas a su izquierda.

 

La enfermera asintió, y Nathan se dirigió hasta las camas sin rechistar.

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PRIMEROS AUXILIOS

Jessie sabía que Nathan aun no lo perdonaba y ni se diga de soportarla pero ella no había tenido nada que ver para que se anotara en su clase. Veía la forma en que se comportaba hacía con ella y como nomas le hablaba lo mínimo necesario. Se encogió de hombros restandole importancia, porque aunque le doliera la forma en que lo trataba no lo demostraría; ella estaba aquí con un único propósito, enseñar al chico los primeros auxilios y si se podía... lastimarle como él hizo con ella.

 

Lo vio acercarse a la señora Pomfrey y que ella le daría las tareas para hacer, pero no sabía los problemas con que Jessie lo metería. Sonriendo de lado y sabiendo que las cosas con Nathan podrían complicarse aun más, agitó su varita de forma imperceptible apuntando a uno de los cadáveres que ya cubiertos con sabanas, descansaba cerca del paciente de Nathan, el cual tenía varias heridas sangrantes, así como raspones y un liquido verde y viscoso salía de una de sus heridas mas extrañas, unas especies de mordedura en forma de diamantes cerca de la clavícula del estudiante.

 

Sonrió de lado mientras veía como el cadáver comenzaba a ponerse de pie lentamente acercándose a Nathan y su paciente. Por el rabillo del ojo vio a dos magos enmascarados y con capas negras cual noche sin estrellas esconderse detrás de los escombros en el fondo de la enfermería, varita en ristre. No podía dejar que lastimaran a su estudiante, pero tampoco podía interferir en lo que ellos iban a hacer, no debía cambiar el pasado y esperaba que Nathan entendiera eso.

 

Una cosa era apoyar a Madam Pomfrey en las sanaciones y otra distinta impedir que mataran a alguien que lo más probable estuviera destinado a morir ese día. No perdía de vista a sus antecesores, sabía lo que eran pero no interferiría a menos que los viera acercarse a su pupilo. Asintió en su dirección de forma imperceptible, llevándose la mano derecha al antebrazo izquierdo y al parecer ellos lo entendieron ya que segundos después una gran explosión se suscito justo en el lugar donde ellos estaban.

 

Weasley cuidado!- llamo Jessie cubriéndose con las manos el rostro para evitar el polvo generado por la explosión - ​siguen aquí... debes tener cuidado y más con lo que esta detrás de ti, apresúrate.

 

El cadáver animado estaba cada vez cerca de Nathan, la explosión al parecer le había dado al Inferius la oportunidad de acercarse a Nathan sin que este se percatara de la situación de inminente peligro en que se encontraba. Ahora debía poner en practica sus conocimientos de primeros auxilios y darle a conocer a Jessie la vital importancia de los pasos a tomar en caso de una emergencia en un lugar en peligro de derrumbe o ataque inminente.

 

Ella estaba protegida, jamas la atacarían por ser una de ellos pero él era el enemigo, técnicamente. Una pluma y un pergamino en una tabla rígida descansaban en el brazo derecho de Jessie mientras esta tomaba notas. El momento había llegado y Nathan demostraría si conocía que debía de hacer en el caso en que se encontraba, si sabía ordenar prioridades en el triangulo de la vida.

 

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Elizabeth era de las personas más pacientes, pero su última clase no había salido como lo esperaba, por lo que en el último minuto se había negado de dar ella la clase. Estaba agotada y quería tomar dos clases de conocimientos, una de Idiomas y la segunda de Estudios Muggles. Le interesaba la primera porque Mistify Malfoy era la profesora suplente en esa clase y la segunda por que debía tener ese conocimiento para seguir mejorando su currículo. Así que le marco a su mejor amigo, Ari, el cual había crecido con muggles así que seguro él tendría una genial idea para llevar a su única alumna a un lugar lo bastante interesante.

~Ari Ryand Harrison

 

Después de la plática con Elizabeth, el pelinegro pensó que llevar a @ a un parque de diversiones muggle, el cual había dejado de funcionar varios años atrás, sería un buen lugar para que la mujer de cabello violeta practicara todos los encantamientos que ella conocía. Pero al último minuto, el joven de tez blanca opto por llevarla de acampada cerca de una gran comunidad muggle.

La Selva Lacandona en Chiapas, era un lugar lleno de feroces animales y contaba con una belleza natural de los que habitantes de aquel país y comunidad se sentían orgullosos. Así que envió un memorándum con la ubicación de la clase a su única alumna y se movió al lugar indicado.


El Harrison se encontraba de pie entre los límites de la comunidad zapatista y la Selva Lacandona, esperaba a la Potter Blue con una sonrisa y las manos en su espalda meciéndose sobre los talones de sus zapatos mocasín negro iba vestido como los lugareños del lugar a la excepción de los zapatos. Unos pantalones negros, una playera del mismo color y un paliacate/pañuelo en color rojo eran parte de la vestimenta que el usaría. Así que cuando vio llegar a la mujer levanto la mano en señal de saludo, realizo un gesto para que se acerque a él.

Bienvenida a Encantamientos, Sra. Sagitas E. Potter Blue. Como podrá ver, estamos cerca de una comunidad muggle, por lo que me sería de mucha utilidad que pongas protecciones a este sitio para poder empezar la clase. —dijo mientras señalaba toda la zona selvática. —Los muggles están en una junta de organización, así que mientras usted pueda poner los escudos, no tendremos problema alguno con violar nuestro estatuto.

 

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5 de Mayo de 1998

 

El primer herido al que tuvo que revisar tenía una herida de guerra tan substancial que Nathan por poco pudo contener un grito de asombro. No sabía si estaba a la altura de la situación y si bien apreciaba el voto de confianza por parte de Jessie, no estaba seguro de si sus acciones terminarían haciendo mejor o peor aquella noche. Aunque de algo si estaba seguro, haría todo lo posible por ayudar y salvar a quienes habían quedado heridos luego de aquella batalla.

 

El joven adolescente yacía tendido sobre la camilla, con una herida que supuraba sangre y pus en su hemitorax derecho. Nathan la inspeccionó cuidadosamente y determinó que, a pesar de que la herida era bastante extensa, no parecía ser muy profunda y apenas había dañado la capa más superficial de los músculos de aquella región. Esperaba, sin embargo, que no hubiese demasiadas terminaciones nerviosas dañadas.

 

- De acuerdo, esto dolerá un poco, pero te aseguro que te sentirás mejor en cuestión de segundos. - reconoció en la mesita de luz próxima a la camilla un frasco con un líquido algo oscuro. No tenía que leer la etiqueta para saber que era esencia de díctamo, y sus conocimientos de herbología le indicaban que era tan bueno como cualquier hechizo curativo.

 

Aplicó varias gotas de la esencia sobre la herida y esperó a que hiciese efecto. Estaba a punto de aplicar una compresa de gasa cuando escuchó la advertencia de su profesora, seguida de una gran explosión. De inmediato sacó su varita del bolsillo y la apuntó en la dirección general de la explosión para ver, cuando se disipó el polvo, como dos magos tenebrosos se acercaban encapuchados hacia él con sus varitas en ristre.

 

- ¡Deprimo! - dijo, apuntando al suelo debajo de los mortífagos, y este colapsó enviándolos a ellos hacia el piso inferior y enterrándolos en un mar de escombros del cual les costaría zafarse - No se saldrán con la suya.- Justo en ese momento, sintió como una mano se posó en su hombro y se dio vuelta para ver una de las caras más escalofriantes que había visto en su vida. Era claramente un inferi.

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En Encantamientos:

 

Alcé una ceja, algo confundida por las palabras del profesor. ¿Qué hiciera qué...? Me rasqué la cabeza con la varita, un gesto muy típico mío cuando estaba aturdida. ¿Cómo que pusiera protecciones alrededor nuestro para que no nos detectara la comunidad muggle que estaba cercana?

 

Creo que parpadeé varias veces; la humedad de la selva en la que me había citado aquel profesor me molestaba en los ojos. No podía negar que era un lugar bello y que prometía entrever muchas criaturas fascinantes, pero si no me lloraran tanto los ojos... Lamenté no llevar la ropa adecuada. Nunca conseguía llevarla. ¿Una selva? Sí, bueno, el nombre de Selva Lacandona me debería haber dado una pista, pero creí que no sería tan literal, sino que más bien sería un local de copas tropicales o algo así. El tejano usado se me pegaba a los muslos y tuve que quitarme el jersey de cuello alto y atarlo en la cintura, para quedarme con una camiseta interior de tirantes, tal era el calor de aquel lugar.

 

-- ¿Por qué yo he de poner esas protecciones? -- Aquel hombre estaba bastante loco si confiaba en mí para hacer hechizos particularmente difíciles. Tal vez mi fama de no usar la varita más que para sujetar el moño del pelo no había llegado a sus oídos. -- ¿Está seguro...?

 

Observé a los lados, indecisa. No... No había sido buen momento para venir con botas de cuero, cuya piel se estaba humedeciendo por el verdor de la selva, ni el ponerme pendientes de lapislázuli y perfume que atraía a los mosquitos.

 

-- Bueno, si usted precisa ayuda... Nadie mejor que yo sabe que no se puede violar el Estatuto del Secreto de la Magia, pero... en fin...

 

Empecé a murmurar hechizos como "Cave Inimicum", un hechizo desilusionador para que los muggles no vieran el lugar donde nos encontrábamos; un Protego Totalum, que creó un espacio invisible a nuestro alrededor que nos aislaba como una burbuja del exterior; un Salvio Hexia, para impedir que pudieran entrar maleficios en ella y, finalmente, un repelente de muggles (que bien podría funcionar para los insectos, demonios) para que recordaran que tenían que irse a otro lugar en cuanto se acercaran a nuestro círculo de protección, el Repelium Muggletum.

 

-- ¿Le parece bastante protección o quiere que también ponga un Muffliato? Así le silbarán los oídos y no podrán oír nada de lo que digamos -- le pregunté al profesor, mientras me daba una palmada en el brazo para chafar un mosquito molesto. No entendía porqué se fiaba de mis hechizos protectores, pero él sabría por qué se arriesgaba a creer que funcionarían.

 

Me pregunté qué sería una Junta de Organización y, sobre todo, porqué aquel hombre iba de negro pero llevaba un pañuelo rojo en el cuello. Me recordaba los San Fermines de mi país. ¿Iríamos a una corrida de toros?

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PRIMEROS AUXILIOS

Nathan no había echo las cosas como Jessie esperaba, por eso ahora ella comenzaba a preocuparse de verdad. Su alumno seguía en un peligro inminente y lo que ella quería era más que salvar a terceras personas, en un emergencia lo primordial era salvaguardarse a uno mismo y no generar más heridos y más cuando se tiene conocimientos para salvaguardar a otros.

 

No sabía si estaba furiosa o preocupada por como se estaban poniendo las cosas. Ella mejor que nadie sabía que aun cuando la batalla de Hogwarts había sido ganada por el colegio aun hubo varios ataques esporádicos en las siguientes veinticuatro horas, por eso es que había llevado a Nathan a ese lugar, no tanto para salvar a los estudiantes, la mayoría de ellos no sobrevivirían, sino porque él debía de conocer los primeros auxilios y todo lo que ellos conllevaba.

 

  • Verificar área segura
  • Protegerse a si mismo y luego a la victima
  • Avisar del incidente

Pero nada de eso había pasado, el simplemente había echo las cosas como mejor creía posible, pero la verdad es que solo había preocupado de sobre manera a su profesora. Negó rodando los ojos, sabía que probablemente el chico no supiera que hacer en este tipo de casos; ahora venía a su mente la única vez que ella había estado en peligro de muerte en el local del chico y no había echo tampoco las cosas como se suponía, ahora entendía porque tomaba aquella clase.

 

Había echo lo que su instinto le dictaba, defenderse. Pero en la clase que estaban llevando a cabo eso no era lo primordial, no estaba aquí para ver si el chico sabía hechizos o defensa contra las artes oscuras. Respiro lentamente mientras agitaba la varita en dirección al inferius para encerrarlo en una jaula de fuego.

 

-Weasley ¿qué error fue el que cometiste?- llamo Jessie acercándose a su alumno un tanto molesta - piensa antes de contestar, medita las cosas antes de seguir curando a tu paciente.

 

Su pluma se movía veloz por el pergamino en que Jessie calificaba la actuación de su alumno, la verdad hasta ahora la estaba sorprendiendo y no de la forma en que ella pensaba que lo haría.

 

-¿A que clase te has apuntado? - preguntó fulminándolo con la mirada - ahorita no somos mortifaga y un ex amigo... somos profesora y alumno, no vienes a aquí a demostrarme que sabes defensa o encantamientos... ahora presta atención, por favor. Antes de acercarte a algún herido en un accidente, incidente o emergencia, sea cual sea, debes asegurar el área. Que sea segura para que puedas acercarte, que TU vida no corra peligro vez echo esto debes avisar a otra persona para que te asista y que sepa que hacer en caso de que las cosas se compliquen, una vez realizado esto ahora si puedes acercarte al herido, asegurar el área y en caso de poder hacerlo, movilizar al herido a un área de mayor seguridad. Eso es uno de los fundamentos de primeros auxilios, ahora teniendo este pequeño conocimiento... prosigue.

 

Con un leve movimiento de mano, Jessie señalo al paciente que segundos antes estaba atendiendo Nathan, confiando en que ahora pusiera en practica lo que acababa de explicarle.

 

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5 de Mayo de 1998

De un momento a otro, el inferi se encontró a sí mismo encerrado en una jaula de fuego que había sido invocada por Jessie. Miró la jaula y luego dirigió sus ojos a los de su profesora, aquellos ojos que tiempo atrás había contemplado como los de una amiga y que ahora no podía hacerlo sin que su estómago se retorciese al imaginar las cosas que habría hecho con aquella varita... Quizá algún día podría perdonarla por la traición que había cometido, más no estaba seguro de si ese día llegaría pronto, si es que lo hacía alguna vez.

 

- Esto es Primeros Auxilios, Jessie. - le dijo Nathan, con una arremetida de ira que se apoderó de él momentáneamente - No sé a que crees que estás jugando, encantando cadáveres para que vengan a atacarme o llamando a tus amigos para que traten de crear más pánico y sufrimiento del que ya hay. - escupía las palabras como veneno, mientras volvía a colocarse al lado de su paciente - No sé que buscas probar, ¿si soy bueno bajo presión? ¿si puedo priorizar las cosas? Desconozco que esperas de mí, pero mi única prioridad es salvar a esta gente, y si tengo que sacrificarme a mí en el proceso lo haré sin ningún problema. Lealtad y Sacrificio. Parece que ya te has olvidado del valor de esas palabras.

 

Sin dirigirle más la mirada, y con un pequeño sentimiento de culpa a causa de haberle contestado así a quien había sido una de sus mejores amigas, se dispuso a trabajar. Observó la herida ya completamente cerrada del paciente que había atendido minutos atrás, y la cubrió con una compresa de gasa hipoalergénica.

 

- Mi brazo... - alcanzó a decir el joven.

 

Nathan centró su atención en la extremidad superior del joven, donde a la altura de la articulación del codo se observaba un gran moretón e inflamación en la zona del ligamento colateral cubital. Palpó la zona y comprobó que la temperatura de esta estaba un poco más elevada de lo normal, y que con presión digital suave el joven manifestaba dolor. Por último, probó un poco de movilidad pasiva en dirección lateral y observó no solo gran dolor por parte del paciente sino que también un grado de movilidad demasiado amplio.

 

- Pues claramente se rasgó por completo tu ligamento, y también parece que tienes una fractura por aquí. - sacó su varita del bolsillo y la apuntó a la zona afectada - Episkey, Episkey - aquello pareció resolver el problema dado que de inmediato el paciente manifestó un suspiro de alivio, y Nathan, al probar nuevamente la palpación suave, notó una firmeza que antes no estaba en el ligamento - ¡Férula! - dijo por último, y consiguió que la articulación quedase inmovilizada por un yeso y un cabestrillo.

 

No perdió ni un segundo, y de inmediato fue a atender a una chica que parecía haber perdido un ojo por un maleficio de magia negra.

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PRIMEROS AUXILIOS

Si las miradas matasen, Weasley ya estaría muerto. La forma en que Jessie lo fulminaba con la mirada había aterrorizado a un par de muggles. Las cosas de las que la acusaban no eran del todo ciertas, no podía negar que ella había encantado el cadáver pero ella no había mandado llamar a los mortifagos. Ellos ya estaban ahí y ella no podía hacer nada para evitarlo, aun no habían terminado su trabajo y aunque su líder ya había caído ellos seguirían con sus ideales como ella lo hacía.

 

Pero le había ignorado, ni siquiera se había molestado en decirle si entendía o no lo que ella le había dicho. Molesta era poco con lo que estaba y aun así su alumno se ponía a trabajar en los pacientes, cuando Jessie ya había dejado en claro que ellos no habían venido a salvar vidas perdidas, sino a que el aprendiera la diferencia entre un primer auxilio y una causa perdida.

 

-A diferencia de usted, lo tengo bastante claro... Weasley- murmuro de forma cortante mientras se alejaba un par de pasos del chico con tal de no hechizarlo como quería hacerlo, pero debía controlarse y seguir con la clase - Si tanto quieres ayudar... deja eso, que termine Pomfrey... debemos buscar más heridos.

 

Con un movimiento de su mano, indico a su alumno que la siguiera, debía de encontrar la forma de hacer entrar al chico en razón, que viera el peligro en que se encontraba logrando tomar las riendas de la situación y no trabajar bajo exposición, esto podría salvar más de una vida.

 

Guiándolo por los pasillos derruidos y pensando en lo que haría para poder hacerle entrar en la cabeza a su alumno la importancia de la clase, Jessie no se percató de que un gran trozo de techo se desprendió sobre ellos hasta que fue demasiado tarde. Actuando por instinto, apuntó con su varita a su alumno mientras murmuraba Expulso quedando ella sepultada bajo una pila de escombros.

 

Uno de los trozos de roca le había golpeado en la cabeza, dejando inconsciente a la chica y con una considerable hemorragia. Sabía que ahí no había nadie que pudiera ayudarla, salvo su alumno, pero aun en su inconsciencia sospechaba que él no haría nada por ella.

 

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En Encantamientos:


Por muchos hechizos que había hecho, ninguno de ellos proporcionaba calor. Sí, seguramente funcionaban y ningún muggle estaría en aquel lugar mientras el profesor me daba clase de Encantamientos. Yo sabía que no era tan mala como se imaginaban, con mi varita, así que seguramente, en conjunto, funcionaban bien y los mugglesosos y no muggleosos que se acercaran, no nos verían, tendrían ganas de hacer otra cosa o, sencillamente se irían.

 

Pero yo estaba muerta de frío.

 

No es que hiciera frío del todo, más bien era esa humedad que se te pega al cuerpo y hace que la ropa esté fría, helada y que te produzca escalofríos. Los pies mojados habían adquirido la temperatura del exterior, al tener húmedo el calzado. Y ya se sabe, si tienes los pies fríos, todo el cuerpo está frío. Así que pataleé levemente en el suelo para ver si así entraba en calor, algo que no sucedió.

 

-- Esto, profe.... ¿Hay algún hechizo que produzca calor, porque sólo se me ocurre hacer un Incendio pero dudo que ni la leña prenda en esta selva tan húmeda. No sé... ¿No había un hechizo secante o algo así? Podríamos secar una zona alrededor nuestro para que no se note tanto la humedad. ¿No podríamos haber hecho la clase en un desierto? Al menos allá haría calorcito...

 

Protestona, como siempre, pero es que esperaba que empezara laclase para poder acabar pronto y volver al calorcillo de la chimenea de la Potter Black.

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