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Primeros Auxilios y Encantamientos


Jessie Black Lestrange
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Ari se había quedado mirando a su alumna, le parecía fascinante la forma en la que se desenvolvía. La agilidad con la que había puesto cada protección alrededor de la clase, eran esos pequeños detalles que al Harrison llamaban su atención. Estaba seguro que nadie sería capaz de verlos por lo que trato de recordar dónde había dejado las fichas donde venían los puntos a tratar de la clase, pero habían desaparecido así que era momento de improvisar.

 

Los nervios que emanaba el moreno trataba que no fueran notados por su alumna, pero no sabía que más hacer, nunca había usado la varita y tener que dar un curso era muy complicado. Estaba buscando sus notas cuando escuchó a su alumna pedirle un encantamiento para obtener un poco de calor. En un principio, había pensado en un incendio, pero luego recordó que era muy peligroso por la vegetación del lugar así que lo descartó de inmediato.

 

--De haber sabido que te gustaban los lugares desiertos, nos hubiéramos ido al norte de este país, donde hay un desierto. --siseo haciendo tiempo para recordar dónde había puesto las fichas que ya tenía preparadas. --Y ahora que lo dices, esto se va poner un poco peor, nos adentraremos a la selva, pero si quieres mantenerte seca, deberías saber usar impervius. Ya sabes el encantamiento que te mantendrá seca en todo momento.

 

El chico comenzó a caminar dirigiéndose más al centro de la selva Lacandona. Donde se encontrarían con una pequeña cabaña, ahí tomaría la clase con la pelimorada, ya que al parecer la chica podía enseñarle un poco más de lo él a ella.

 

--Señora Potter Black, ¿qué es lo que sabe de Encantamientos?

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En Encantamientos:

 

Me sentí algo avergonzada cuando el profesor insinuó que podríamos haber hecho la clase en otro lugar. No quería que pensara que era una impertinente por quejarme de la humedad. Después, el rubor creció aún más cuando mencionó el Impervius.

 

--¡Demonios desdentados! Pues claro... El impervius... ¿Por qué siempre me olvido de este hechizo, leñes?

 

Empecé a repetir "Impervius, impervius, impervius" entre dientes para ver si así me lo metía en mi cabezota. Noté que el profesor seguía hablando mientras se adentraba en la selva y corrí tras él, para no perderlo de vista. Llegamos a un lugar precioso, una cañada espectacular. Ahora que la caminata me había hecho entrar en calor, me permití admirar el lugar de la clase.

 

-- ¡Guau, es precioso!-- dije, en voz alta, tapando la pregunta del profesor. -- Perdón, ¿lo qué?

 

Intenté reflexionar sobre lo que me preguntaba y fruncí el ceño en el esfuerzo. Durante la Academia, yo era más de mirar por la ventana que atender a lo que el profesor apuntaba en la pizarra. Así que sabía utilizar la magia práctica, pero la teórica.... Siempre me hacía líos con lo que eran rayos, centellas, hechizos, espirales en onda y no sé qué más. Así que ahora estaba pillada.

 

-- Pues... Sé de... Encantamientos... que... Que el Impervius es uno. Usted mismo me lo dijo cuando me insinuó que lo usara.

 

Sonreí en plan boba porque sabía que la respuesta era correcta, aunque claramente no era la respuesta que él esperaba. Puffff... Intenté pensar con rapidez. ¿Qué era un encantamiento?

 

-- Pues un encantamiento es... ¿encantador? En el sentido estricto, es decir, un hechizo que encanta algo... o alguien... -- esto último lo dije dudando. Yo y la teoría, leñes, nunca recordaba las palabras exactas. -- y cambia la funcionalidad de lo que afecta. Hem... como el Impervius, que aplicado a la ropa, la encanta para que no se moje cuando lo normal sería que quedara empapada bajo la lluvia...

 

Me apreté las dos manos con nerviosismo porque sabía lo que quería decir pero no estaba explicándome bien, de eso estaba segura.

 

-- O algo así... Has de hacerlo de forma correcta o puede tener reacciones muy diferentes a los esperados. Deletrear bien y mover bien las caderas -- me puse roja. -- Quiero decir, las muñecas.

 

Vale, ahora me suspendía, seguro...

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El moreno prestaba con atención cada palabra de su alumna, al mismo tiempo que se permitía tomar notas de lo que ella decía, cuando escucho lo de mover las caderas se preguntó si había Encantamientos que se hacían bailando, pero era obvio que no podía preguntar aquello, ¿qué no era él, quien debía aclarar sus dudas? Así que se quedó en silencio hasta que la mujer dejo de hablar.

 

--Por lo que veo, la teoría no es nuestro fuerte, pero, ¿qué tal la práctica? --pregunto mientras se ponía a leer la segunda ficha con los hechizos que evaluaba la Malfoy. Eran como unas instrucciones de lo que debía llevar la clase, para este momento, debían de haber usado reparo, wingardium leviosa y accio. Pero para Ari aquello no debía ser tan estructurado.

 

--Según estas fichas, --las levantó y se las mostró --deberías mostrarme como haces el hechizo convocador y un hechizo levitatorio. Pero no creo que no sepa hacerlo, por lo que nos saltaremos hasta la tercera tarjeta. --hizo una pausa para leer la tercera tarjeta y miró a su alumna. Se acababa de percatar que no la estaba tomando en cuenta y que las tarjetas realmente no los estaban ayudando, así que las destruyó.

 

--Sigamos recorriendo este lugar, quizás mientras lo hagamos me puedas mostrar lo que sabes de Encantamientos, pero ya no la teoria, si no la práctica. siseo mientras con una mano le indicaba que lo siguiera; a medio kilometro de aquel lugar se encontraba un río que desbordaba en una hermosa cascada, lo que indicaba que también habían más animales salvajes.

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En Encantamientos:


Refunfuñé, ¿cómo qué la teoría no era mi fuerte, con todo lo que me había esforzado para explicarme? Guardé silencio mientras me enseñaba unas fichas y me decía que debía conocer los hechizos convocadores y levitatorios. Parecía que no le gustaba lo escrito y tiró aquellas cartulinas, destruyéndolas.


-- ¿Ese es un hechizo destructor?


Ni siquiera sabía si existían ese tipo de encantamientos. Pero sí que conocía los convocadores y los levitatorios, porque solía usarlos en el Circo. Aunque nosotros los llamábamos de otra manera, los "venpacá" y los "párriba" porque no teníamos tiempo de decir los nombres correctos cuando estábamos en plena función.


-- A mí la práctica se me da mejor -- le dije al profesor, aunque por dentro sacaba la lengua. ¿Qué manía le había dado por caminar por la selva? ¿Es que no podía quedarse quieto? Corrí un poco porque su paso era más largo y le alcancé. Dejé un momento de hablar para tomar aire, después proseguí con mi cháchara: -- Hacer hechizos no es difícil, lo que es difícil es acordarse de la parte técnica. Los libros suelen estar muy mal escritos, ¿no cree usted? A veces usan páginas enteras para hacer un simple Accio, y eso que es un hechizo sencillo. Se tarda más en leer cómo se hace, los movimientos de la mano y la posición de la varita que en hacerlo. Por eso me aburre tanto la teoría.


¿Se le tomaría a mal? Mejor no provocarle.


-- Por eso me gusta su clase, porque ha destruido papelotes y vamos a hacer cosas prácticas e interesantes...


No, si a mí hacer la pelota, no me gana nadie...

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5 de Mayo de 1998

Primeros Auxilios

¿Y ahora qué? >> pensó el Weasley quien tuvo que detenerse a mitad de camino de limpiar la herida de aquella joven cuyo ojo había sido extraído por un maleficio negro y, en cambio, debió seguir a su profesora quien se dirigía sin mirar hacia atrás hacia los pasillos de la planta de la enfermería Pensé que mi tarea esta noche era ayudar a la señorita Pomfrey, no dejarle más trabajo. ¿Cómo piensa evaluarme así? >> Salió de allí no sin antes tomar algunas pociones de un cofre que estaba junto a él... tenía el presentimiento de que las necesitaría.

 

Decidió dejar de quejarse un poco, y evitar que el rencor que tenía hacia su... ¿amiga? le nublase la vista. La siguió diligente por los pasillos hasta que, al doblar una esquina, lo impensable sucedió. Una de las estructuras de las columnas que sostenían el techo colapsó y por consiguiente los escombros de la planta superior se precipitaron hacia ellos. Jessie conjuró un hechizo por medio del cual Nathan salió expulsado, más ella no tuvo tiempo de salvarse a ella misma y un conjunto de escombros se desplomaron sobre ella, produciéndole una severa hemorragia.

 

Le tomó un par de segundos recuperar la compostura, dado que el impacto contra la pared le había robado el aire de sus pulmones y le costó un tiempo volver a respirar. De inmediato se dirigió corriendo hasta Jessie, quien ahora estaba sepultada bajo un par de escombros y de cuyo cuerpo ya emanaba un poco de sangre de color muy oscuro. Nathan había leído en algún lado que cuanto más oscura era la tonalidad de la sangre, esta tenía una mayor concentración de hierro y otros minerales esenciales y por tanto era más vital preservarla.

 

Se detuvo a mitad de camino, recordando lo que ella le había dicho sobre asegurarse que el área no representase un peligro para él. Honestamente, hubiese ignorado aquella advertencia para salvar a quien quizá podría considerar su amiga, más estaba seguro de que de alguna manera ella lo estaba evaluando. Y casi como por ironía, en ese momento otra parte del techo colapsó y un trozo de roca se precipitó en dirección a la cabeza de Jessie, quien yacía completamente inconsciente.

 

- ¡Confringo! - gritó, notando como su varita instintivamente se había apuntado en dirección a la piedra, quien producto del rayo se partió en miles de fragmentos pequeños. - ¡Reparo! - agregó a continuación, esta vez con su varita apuntada hacia la columna que se había derrumbado. Sintió su varita vibrar por el esfuerzo, más Nathan soportó la tensión pensando en el peligro en que se encontraba Jessie, y observó como la columna se reestructuró, dejando la estructura intacta.

 

De inmediato corrió hasta su... amiga. Sí, su amiga, y se arrodilló junto a ella. Su varita se dirigió hacia la herida que se había abierto en su cabeza y cuello, y pensando en uno, dos y tres Episkey, observó como la herida fue cerrándose hasta desaparecer dejando tras de sí una pequeña cicatriz.

 

- ¡Ennervate! - dijo, apuntando hacia Jessie, quien producto del efecto despertó inmediatamente. Decidió darle unos segundos para que recobrara la compostura, mientras que con la manga de su ropa se secaba el sudor de la frente y con la otra rebuscaba el cofre hasta que encontró la poción herbovitalizante y la poción reabastecedora de sangre que le daría en cuestión de segundos.

 

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Editado por Nathan A. Weasley

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PRIMEROS AUXILIOS

Notaba como Nathan la seguía tal aprecia un tanto ofuscado y molesto pero era lo que menos le importaba a la profesora. Por el contrario a lo que el chico se imaginase, ella solo quería dejarle lo mejor instruido posible en que hacer y no en caso de una emergencia. Tenía un par de ideas sobre como hacer entrar en razón a quien consideraba su mejor amigo de toda la vida, desde que fuera a recuperar victimas potenciales que aun estaban en los jardines o esparcidos por el castillo, sorteando los propios desafíos que una previa batalla le había dejado y sin sufrir un solo rasguño.

 

Tan sumida estaba en sus pensamientos que tuvo que actuar por inercia para salvaguardar la vida de su alumno antes que la suya propia. Si a esto se estaba refiriendo Nathan, lo había aprendido mucho mejor en la marca que en la orden, pero había valido la pena, el chico Weasley estaba a salvo y aunque estaba técnicamente segura, al ver precipitarse las rocas contra ella, que de esta no saldría con vida, su alumno regresaría al Hogwarts del que ellos venían sin ningún rasguño quedando fuera de peligro.

 

Se estaba dejando vencer, no había nada que ella pudiera hacer. Se aferraba inútilmente a los últimos vestigios de su conciencia mientras pensaba la forma más rápida de regresar a su alumno al tiempo que le correspondía, más las garras de la muerte se la estaban llevando con exagerada urgencia. Su vista se nublo por completo dejando su cuerpo laxo cual muñeca de trapo.

 

Su conciencia fue jalada de nuevo a la realidad de forma abrupta; abriendo los ojos de forma desmesurada mientras inspiraba grandes bocanada de aire como si fuera la primera vez que lo hiciera, Jessie volteo a todos lados buscando más fuentes de peligro inminente. Cuando se aseguro que estaba medianamente a salvo, volteo buscando quien era quien la había salvado de lo que seguramente sería una muerte segura.

 

-Esto no lo había planeado- fue lo primero que se le ocurrió decir mientras se incorporaba rápidamente, lo que le provoco un fuerte mareo que por poco y la regresa al piso - Pero eso no es lo importa... ¿tú estas bien?.

 

Volvió a intentarlo, esta vez incorporándose un poco más lento tomando soporte de las rocas que casi la matan. Sonrió con elegancia mientras volteaba a ver su ropa, la cual había quedado hecha un desastre; de ser otra circunstancia lo habría arreglado con un simple toque de su varita, pero se sentía algo débil como para intentar un hechizo tan simple como ese.

 

-Vamos Nathan... aun quedan muchas cosas por ver- murmuro cerrando los ojos mientras inspiraba hondamente sujetando su tórax mientras intentaba no mostrar signo de dolor alguno -​ iremos hacía las escaleras principales... ahí... ahí deberás otorgar las primeras atenciones a las victimas del ataque a Hogwarts, clasificarlas... clasificarlas de acuerdo a... a... al nivel de daño con código de colores, verde es leve, amarillo... amarillo es delicado... rojo es... urgencia y negro... nada por hacer. Una vez clasificados... comenzaras con las... atenciones, ellos dependen de... ti, hazlo lo mejor posible.

 

Explicaba todo eso mientras caminaban deteniéndose cada ciertos pasos para que ella pudiera recuperar el aliento. Finalmente llegaron a las escaleras principales, mientras el poco color que Jessie había recuperado poco a poco la abandonaba. Cerro los ojos cuando finalmente llegaron a su destino, recargándose en lo que quedaba de la baranda de mármol de la elegante escalera.

 

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En Encantamientos:


Por mucho que miraba alrededor, no encontraba un lugar donde sentarme sin mojarme el trasero. Todo estaba húmedo. Era un paisaje precioso y tenía un encanto maravilloso, pero... Donde esté una buena silla, o una hamaca si hiciera sol... Así que refunfuñé por lo bajo a pesar de que aquel lugar me gustaba. Tal vez debiera usar el Impervius que me había aconsejado antes el profesor, no porque impediría que me mojara o sintiera la humedad, sino porque también creía que sería efectivo para evitar que me manchara la ropa de aquel verdor que no se quitaba ni con el famoso "Quitamanchas Mágico Multiusos de la Señora Skower".

 

Estuve a punto de consultarlo al profe pero después recordé a tiempo que este hechizo es de los más básicos que se aprenden en la Academia cuando entras en primer curso, con 11 años. ¿Qué pensaría de mí, una mujer hecha y derecha, haciendo consultas de hechizos tan fáciles? Así que carraspeé un poco, disimuladamente me Imperveé el pompis y me senté sobre una de las rocas, contemplando después la cascada.

 

Guarde unos minutos de silencio.

 

No más...

 

-- Guau... ¡Qué belleza...!

 

Era un lugar hermoso, aquí me sentía a gusto, así que esperé a que él empezara la clase, aunque mi mente seguía pensando en la definición de encantamientos y en los hechizos que podía utilizar para realizarlos.

 

-- Una pregunta, profesor.... Si me cayera ahora por esta cascada, ¿podría usar el Aresto Momentum para frenarme la torta que me diera? ¿Eso es encantamiento o es un hechizo frenador o qué se considera...?

 

Carraspeé otra vez, inquieta por haber roto el silencio tan agradable y la paz que perduraba en aquella zona antes de nuestra presencia.

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