Jump to content

Prueba de Nigromancia #2


Báleyr
 Compartir

Publicaciones recomendadas

Su tercer pupilo estaba listo. A Taurogirl le había costado ponerse al día con la clase algunos días más que Sagitas y Mistify, pero con trabajo duro y constante lo había logrado. Nuevamente recorrió la distancia entre las mazmorras y la isla de la Gran Pirámide a pie, dejando detrás de si un negruzco halo que mostraba el camino seguido. Generalmente aquel rastro desapareció en minutos, pero aquel día el intensificó intencionalmente el rastro que dejaba el anillo del Arcano de Nigromancia. Moverse en el campus era aveces complicado, por lo que de esa forma Tauro podría llegar de manera fácil si era necesario.

 

¿Cuales serían los retos que la bruja debía enfrentar para demostrar a la isla que estaba ya lista? Muy parecidos a los de la prueba anterior, y la anterior, y la anterior. Golpeó el suelo de nuevo con la vara de cristal solo para asegurarse de que ningún mago o bruja estuviera en las inmediaciones. No sucedió nada. Era seguro continuar. Dibujó varias figuras en el aire, algunas parecían runas y otras eran indescifrables.

 

Tauro debía encontrar un camino entre las sombras. Su misión era encontrar una fisura, buscar un punto débil entre los mundos por donde mover no solo su voluntad sino también su cuerpo. ¿Lo lograría? Posiblemente si, había sido bien entrenada, había tenido más tiempo. Era más complicado que seguir una fisura marcada pero lo lograría. "Busca una ruptura y atraviesa el río" dibujó el arcano con el halo de tinieblas de su anillo. Incluso cuando se pusiera la noche aquellas letras negras podían verse ya que eran mucho más negras que la más oscura de las noches. Lograr ingresar en cuerpo y alma al mundo de los muertos no era la parte más complicada, salir con vida lo era.

 

Movió la mano y abrió la fisura. La atravesó con facilidad. El punte espectral se formó en su delante. Las demás almas se alejaron, aquellas que se habían mostrado sólidas para dejarlo caminar ni siquiera intentaron detenerle o hacerle daño. Él las había "domesticado" con la ayuda del anillo de Nigromancia.

 

Observó la inmensidad de la jungla. Golpeó el suelo con la vara de cristal y apaciguó a las lianas y arbustos. Si bien no era parte de la prueba, si que tenían como misión tratar de retrasar a los aspirantes. Intentarían amarrar tobillos, las ramas pincharían en lugares dolorosos y las hojas venenosas intentarían colarse en cualquier herida que quedara a la vista.

 

Movió la vara dibujando runas nuevamente. Los caminos eran peligrosos, podían llevar a lugar desconocidos y aterradores. Pero aquella noche su intensión no era que su pupilo se perdiera. Se crearon portales invisibles en los caminos, de tal forma que todos llevaban al mismo portal.

 

Taurogirl estaba acostumbrada a los demonios, lo supo el Arcano en cuanto la vio. Por lo que lucharía con el demonio que más le aterrorizara. Y si no había demonio ¿Qué prueba era más dura que desterrar el alma de un ser amado? Así pues, apareció de la nada un pantano lleno de almas. Si Taurogirl no temía de los demonios, debería desterrar el alma de un ser querido. ¿Cómo se tomaría aquella prueba?

 

Caminó varios minutos más, dejando a los demonios a su espalda. Se detuvo en la entrada del laberinto e invocó a Taurogirl. O al menos un espectro con su apariencia. Aveces era fácil traer a la vida a alguien con tu apariencia ¿Pero era así de sencillo enviar a la inexistencia a alguien que se veía igual a ti? El espectro le diría que la única forma de ingresar al laberinto era destruyéndolo. "Destruye lo que queda de vida en ti. ¿Quién te extrañará?" diría la falsa Taurogirl.

 

Luego de eso se encontraría con un niño de no más de doce años. Su cuerpo estaría intacto, pero en principio se negaría en volver a la vida. Tauro debía usar mucha de su fuerza para convencer al infante que se iba a rehusar con todas sus fuerzas a separarse de su madre que también intentaría protegerlo. Solo el niño conocía el camino para llegar al centro del laberinto. Dibujo nuevamente las letras de negrura en el aire "Logra encontrarme o te perderás"

 

Llegó finalmente a la Gran Pirámide. Entrecerró los ojos en cuento esta se hizo visible. Ingresó a la sala del Portal y se mantuvo de pie, a la espera. Pasaron varias horas, en cuanto el sol se puso las pruebas dieron comienzo de forma oficial. Esperó un par de horas más, vio finalmente a Taurogirl.

 

—Lograste sortear las pruebas que te he puesto. Sin embargo, aquellas son nada comparando a la presión que sentirás cuando atravieses el portal. Pondrá a prueba mucho más que tu habilidad para con la muerte. Te preguntaré de nuevo, pero recuerda que solo tres veces puedo preguntar. Si tres veces pregunto y tres veces no aceptar el reto, la Puerta de la Nigromancia jamás para ti se abrirá. Si pregunto y aceptas, solo tienes una oportunidad. ¿Estás dispuesta a tomar la Prueba de la Habilidad de Nigromancia?

 

nuRQYmF.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Por un segundo creyó que el Arcano se arrepentiría de dejarle tomar la prueba y lo dudó por la forma en que éste la miraba, sin expresión alguna, ni sorprendido ni a gusto con lo que ella le había demostrado durante toda la clase, pero claro, así era como lo percibía. Siguió esperando, obligándose a sí misma a ser paciente y en cuanto el Arcano emprendió su caminata hacia la Gran Pirámide a pie supo que estaba lista. Intentó seguirlo, pero Báleyr parecía dar pasos a través de la Oscuridad, haciendo que se moviera a una velocidad para nada normal que dejaba como rastro un negruzco halo para que su joven aprendiz lo siguiera. Tauro resopló en cuanto lo perdió de vista, cualquier cosa que la estuviera esperando delante no iba a ser buena.

Jamás se hubiese imaginado que la distancia entre la Gran Pirámide y las Mazmorras era tan marcada. Había pasado cerca de una hora o más caminando y la pirámide parecía alejarse cada vez más, como si se tratara de una ilusión en medio del desierto. El cansancio empezó a apoderarse del cuerpo de la Crouchs y las primeras gotas de sudor cayeron de su frente, pintándose en la arena. ¿Cuánto tiempo más debía caminar? Pensó haber perdido el rumbo o confundir los caminos, pero entonces recordó que Báleyr solía comunicarse con ella hablándole a su mente o por medio de señales que quizás le había estado mandando desde hacia horas, pero ella simplemente no lo había escuchado. Se detuvo sentándose con las piernas en posición de meditación, aisló cualquier tipo de ruido a su alrededor, incluyendo el del viento y se concentró, estuvo así por un par de minutos y entonces lo escuchó. «Busca una ruptura y atraviesa el río» Las palabras le llegaron demasiado claras dentro de su mente y supo lo que tenía que hacer. Se levantó sacudiéndose la arena del pantalón y caminó un poco más, esta vez a un paso más lento y pausado, mientras recuperaba el ritmo normal de su respiración.

— Una ruptura... tengo que encontrar la ruptura —no tenía sentido que siguiera caminando pues así jamás la iba a encontrar y eso lo sabía, pero al menos le serviría para que su mente, alma y todo su ser se concentraran en atravesar el mundo de los vivos hacia el de los muertos y para ello necesitaba canalizar toda la energía de su cuerpo. Susurró un par de palabras en otro idioma desconocido, el que el mismo Arcano les había enseñado en clases y en cuanto abrió los ojos (en realidad es más una forma de decirlo) vio como una pequeña abertura de luz plateada se abría a su derecha. Siguió recitando oraciones, moviendo la varita aquí y allá y con la mano libre amplió la fisura para que todo su cuerpo pudiera pasar sin dejar nada detrás. «Lo logré»

 

Como era de esperarse las almas que allí se encontraban intentarían retenerla de algún modo, las ganas que tenían de regresar al mundo de los vivos eran suficientes como para inducir a cualquier pobre de espíritu al suicidio. Tauro las ignoró haciendo caso omiso a los comentarios, aunque algunos de ellos prometían revelar secretos que se moría por saber, pero sabía que eran simples trucos, artimañas como las del viejo Igor para distraerla de su objetivo principal. Continuó el camino con los ojos cerrados (así era más fácil) hasta que sintió que algo en particular la ató por los tobillos y a medida que seguía forcejeando, más se enredaba y hasta sentía que algo filoso se le clavaba.

 

— ¿Pero qué... ? —no podía tratarse de las almas, el contacto era demasiado cercano y tangible como para tratarse de ellas, abrió los ojos y se encontró con que lo que la rodeaba era en realidad una jungla llena de arbustos y lianas con espinas que eran las que no la soltaban, pero además de esto podía sentir el efecto del veneno extenderse poco a poco. Tenía que hacer algo urgente. Lo primero que hizo fue apuntarles con la luz de su varita extendiéndola al máximo, lo cual provocó que ellas mismas se desenredaran, tal como lo haría un lazo del diablo. A continuación buscó una piedra de tamaño considerable para convertirla en bezoar tras pronunciar un simple —Morphos—. Con eso debía bastar, lo único que debía hacer a partir de ahora era asegurarse de pisarlas antes de que la pudieran atrapar y en caso tal de que alguna se le escapara, nunca estaba demás ahuyentarlas con un simple Incendio, aunque no quería tener que recurrir a ello. Las hojas sólo la envenenarían si tenía alguna herida abierta, por lo que también se aplicó a sí misma un —Episkey.

 

Luego de sortear las lianas y demás se encontró de frente con un gran pantano que se extendía a lo ancho y largo de su vista sin posibilidad alguna de pasar saltando o rodeándolo, el único modo factible era atravesarlo. No había posibilidad de dar media vuelta y regresarse, ella no era de ese tipo de personas tampoco que se rendían ante el primer obstáculo, así que con toda la valentía del mundo ingresó su primer pie dentro del pantano, provocando que las almas allí presentes se alteraran ante la presencia de una extraña. Tenía pensado hacer tal como al principio, ignorarlas y seguir adelante, pero una alma (no una cualquiera) se posicionó frente a la Mortífaga, impidiendo que cerrara sus ojos o siquiera diera un paso más.

 

— Cass... —la palabra se le había atorado en la garganta sin siquiera terminar de pronunciar su nombre. De repente aquel fatídico día se hizo presente tal como si hubiese ocurrido ayer, donde junto a su hermana Cassandra intentaron hacer lo impensable y su idiotez había traído como consecuencia la muerta de la segunda. Tauro no se sentía del todo culpable, ambas sabían el riesgo que corrían al tratar de convertir a la otra en demonio por medios no naturales, pero aun así sentía que le debía algo y ahora el Arcano quería que nuevamente mandara a su hermana lejos a quién sabe qué otra dimensión, más lejos o más cerca de volver a recuperar la vida que tenía. ¿Cómo lo sabía? Era difícil de explicar, pero sabía que eso tenía que hacer.

 

— Lo siento Cass... Lo que pasó no lo pudimos evitar y ahora tampoco debes estar aquí, necesitas descansar —el consuelo lo encontraba para sí misma en sus palabras. Dibujó un pentagrama con la varita sobre el pantano alrededor del alma de su hermana, atrapándola y cuando hubo terminado volvió a invocar al mismo demonio usado en la clase para que le ayudara con su tarea. Los hilos que mantenían a Cass atada en este mundo se romperían una vez el demonio terminara de cortarlos todos y jamás se volverían a ver, no de aquel modo. Cuando el ritual terminó creyó escuchar a su hermana gritar ¿de dolor? ¿de rabia o decepción? ¿de agradecimiento? No lo sabía y por un lado prefería no saberlo nunca. Se aseguró de borrar cada línea del pentagrama hablando en la lengua de los demonios y mandó al alma de Cass a un lugar de donde no regresaría. Superado aquel obstáculo ignorar a las demás almas resultó ser fácil, pues su mente seguía dándole vueltas a lo que pudiera estar pensando la joven en caso de aun tener conciencia. Suspiró. Una vez atravesara el pantano toda culpa o remordimiento se quedarían allí.

 

Los siguientes minutos fueron inquietantemente tranquilos, no había malezas venenosas ni almas que esquivar durante lo que parecieron ser dos o tres metros, pero al final del camino que se negaba a abandonar un enorme laberinto se extendía frente a sus ojos ofreciéndole una única entrada. Tauro avanzó dos pasos y un espectro con su misma apariencia se lo impidió.

 

«Destruye lo que queda de vida en ti. ¿Quién te extrañará?» dijo la falsa Taurogirl.

 

— ¿Qué has dicho? —preguntó la verdadera, en actitud amenazante. El espectro había tocado una fibra sensible en la líder Mortífaga y de no ser porque ahora tenía una relación estable con alguien le habría dado la razón de inmediato.

 

«Sí, puede que lo haga por unos días, incluso un par de meses, pero al final te olvidará, como todos» siguió insistiendo.

 

— ¡Te he dicho que te calles! —estaba empezando a enfurecerse, pero sabía que no debía perder los estribos o el espectro la seguiría atormentando. Debía vencer su miedo, debía vencerse a sí misma, debía destruirse una vez para no volver a temerle al abandono o a la muerte y fue cuando vio la expresión de terror en la Taurogirl que le devolvía la mirada. Soltó una torcida risotada.

 

— ¿Crees que tengo miedo a hacerme daño? No, tú sabes que no, que el dolor es lo único que me hace sentir viva en este cuerpo, pero eso ha cambiado durante todo este tiempo y ni tú o yo me va a impedir seguir con lo que estoy construyendo. ¿Me has entendido? —sin ningún tipo de remordimiento en la voz empezó un cántico suave, de esos antiguos, que fue subiendo de tono a medida que el espectro regresaba a su verdadera forma y para su sorpresa tenía los mismos rasgos que la bruja cambiante de la clase. Debía ser una hermana u otro tipo de familiar, pero no dejó de cantar hasta que su voz se extendió por los alrededores y el espectro no lo pudo soportar más y se desintegró en una explosión que se escuchó a varios metros a la redonda. Podrían pensar que para este punto todo había resultado demasiado fácil para la aprendiz de Nigromancia, pero no, el cansancio al practicar este noble arte era más mental que físico y recuperar las energías invertidas le llevaba su tiempo. Hizo una pausa hasta que se sintió lo suficientemente fuerte para enfrentarse a lo que sea que le esperara y se internó en el laberinto.

 

En esta ocasión utilizó su varita como una especie de brújula que la guiaría hasta el final sin ningún problema, evitando perderse de forma innecesaria. De un momento a otro la varita dejó de apuntar hacia el norte dando vueltas como loca en la palma de su mano sin llevarla a ningún lado en específico, por lo que debía de estar rodeada de algún tipo de magia demasiado poderosa para que hiciera interferencia.

 

— ¿Quién está ahí? —Nada pasó. Avanzó un par de pasos más y entonces, una risa infantil. Algo le pasó corriendo por la espalda, pero cuando quiso ver ya no estaba. Y de nuevo la risa infantil. Debía estarlo imaginando.

 

A pocos pasos un cuerpo de un niño de no más de doce años reposaba sobre una mesa. El cuerpo estaba en perfectas condiciones, prácticamente sin ningún rasguño aparente y era obvio lo que tenía que hacer. Tauro lo revisó una y otra vez, asegurándose de que no tuviera ninguna herida grave que lo pusiera en peligro una vez lo trajera a la vida y cuando estuvo segura, volvió a dibujar un pentagrama en el suelo, sólo que esta vez sería para atraer el alma del niño en vez de expulsarla. Para su sorpresa el niño no venía sólo, sino que estaba acompañado de su madre y por más que lo intentaba no podía separarlos.

 

«Logra encontrarme o te perderás»

 

Las palabras del Arcano le llegaron con una ráfaga de viento y sonaban muy ciertas, si Taurogirl no se daba prisa lo perdería de vista y probablemente quedaría allí atrapada. Era consciente de que tenía que apresurarse, pero sólo había un cuerpo y tanto la madre como el hijo se negaban a separarse.

 

— ¿Quieres salir a jugar? —fuese fantasma, demonio, o lo que fuera, un niño siempre reaccionaría al escuchar aquellas palabras. El alma del niño hizo un ademán de separarse pero la otra la retuvo. Era momento de jugar sucio y de distraer a la madre.

 

Tauro hizo otro pentagrama y siguió convocando más almas hasta encontrar a la de otro niño huérfano, la madre sentiría la necesidad de protegerlo también, pero para eso debía salir sola de su círculo. Estuvo dudándolo por varios minutos pero pudo más su instinto maternal y en cuanto se alejó, la Mortífaga se aseguró de encerrarla junto al otro niño, haciéndolos desaparecer después. No había tiempo que perder, por lo que rápidamente preparó todo para hacer que el alma entrara al cuerpo sobre la mesa, lo cual no resultó difícil pues era más manipulable que, por ejemplo, un adulto.

 

— ¿Has visto pasar a alguien por aquí? Su nombre es Báleyr —fue lo primero que le preguntó en cuánto alma y cuerpo quedaron debidamente selladas. Tauro le describió rápidamente al Arcano y para su suerte el niño sabía de quién le estaba hablando, por supuesto —¿Me dirás donde está? ¿Sabes por donde se fue?

 

«Me has salvado, esa mujer de allí no era mi madre» por alguna razón, aunque lo viera mover los labios no salía sonido alguno de esta, sin embargo, lo entendía. No quiso preguntarle de quién se trataba, tampoco le interesaba demasiado, pero a raíz de lo sucedido el niño se veía más que dispuesto a ayudarla. Se levantó dando un salto desde la mesa, cayendo en el suelo sobre sus dos piececitos y tomándola de la mano terminó de guiarla a través del laberinto, descubriendo un camino que por sus propios medios jamás habría encontrado.

 

— Muchas gracias —le dijo al final, antes de salir corriendo en dirección hacia la Gran Pirámide que ya se veía cerca.

 

A pesar del cansancio de sus piernas por no haber dejado de correr, Tauro sentía que ahora sí se estaba acercando y temía que si se detenía de repente la Pirámide desapareciera, por lo que no menguó el ritmo hasta bien no hubo llegado. Se detuvo allí inclinándose para tomar aire con las manos apoyadas en las rodillas y se limpió el sudor de la frente una vez se irguió por completo, ingresando a la pirámide. Estando allí dentro lo único que hizo fue seguir el rastro dejado por el Arcano que la llevó directo hasta la sala del Portal, donde el viejo hombre la esperaba.

 

— Estoy dispuesta a tomar la prueba de la habilidad de Nigromancia —le respondió más convencida que nunca. Si creía que todos los obstáculos que había tenido que superar para llegar hasta allí habían sido todo, estaba muy equivocada.

 

— Estoy lista.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

—Llegaste al punto sin retorno —anunció el Arcano.

 

Así era. Taurogirl había respondido de manera afirmativa a la pregunta realizada por el Arcano. El Portal lo sabía y solamente estaba a la espera de que la magia del Tuerto lo abriera. Pero aún quedaban minutos para eso, quedaba pendiente una explicación acerca de la prueba de la habilidad. Si la bruja en ese momento decidía dar marcha atrás podía hacerlo, sin embargo su destino estaría ya marcado. Báleyr abría el Portal y ante la negativa de la bruja de cruzar este le cerraría el paso para siempre.

 

—Si estuviste atenta a todo el proceso de aprendizaje seguramente comprendiste que el precio a pagar suele ser caro. Durante todo este tiempo posiblemente no sintieras nada, posiblemente tu humanidad no se haya visto afectada. Pero eso fue algo temporal, un engaño. Sentirás todo el peso de las personas a las que reviviste, el peso de las almas que enviaste a la inexistencia.

 

Golpeó el suelo con su vara de cristal en repetidas ocasiones murmurando palabras desconocidas mientras lo hacía. Deshizo finalmente la protección que cubría a la bruja. Taurogirl, al igual que todos los aprendices anteriores, no tenía la magia ni la forma de atravesar físicamente el mundo de los muertos. Lo había realizado, si, pero gracias al propio poder del Arcano. El Manto de muerte comenzó a difuminarse. Con el manto habiendo desaparecido, jamás Taurogirl podría nuevamente mover su cuerpo por la dimensión de los muertos. Poco a poco se formaría el vacío. Pagaría caro por mover su cuerpo entre las dimensiones, pagaría por cada vida devuelta y cada alma destruida. Pagaría mucho más por destruir a su imagen. A partir de ese momento su vida se dedicaría a la lucha contra aquel vacío. Nigromante o no, su vida giraría en torno a todo lo realizado las últimas semanas.

 

Observó fijamente la estrella de cinco puntas. En su interior había millares de anillos que representaban a las siete habilidades que el Portal examinaba. Tomó un anillo con el símbolo de Nigromancia. Movió la vara de cristal en el aire y el Portal se activó. Las demás puertas desaparecieron, dejando a la vista solamente la de nigromancia. Entregó el anillo a la bruja

 

—Es este el anillo del aprendiz. Este anillo está vinculado al mío, por lo que si deseas abandonar puedo traerte de vuelta. Entonces el Portal se cerrará y jamás te dejará pasar. Cuando ingreses al portal no sabrás quien eres, no sabrás que tienes un anillo al menos que quieras abandonar, entonces solo debes tocarlo y desear terminar. Nunca está claro el mundo al que el Portal te llevará. Puede ser uno real, uno imaginario o uno que muestre un futuro improbable. Incluso podrías ver tu propia realidad trastornada. O viajar a un mundo a millones de años luz. Puedes volver triunfante o con un fracaso. Puedes morir y tu cuerpo regresar o morir y jamás volver. Puedes vivir y no superar la prueba. Entonces el Portal se cerrará y jamás serás encontrada.

 

<<El portal te pondrá a prueba. Pruebas relacionadas con la vida y con la muerte. No siempre es correcto revivir a alguien, aveces el Nigromante debe saber discernir por un motivo válido. Otras veces incluso aunque hayan cientos de motivos válidos, las circunstancias implican un sacrificio. ¿Sabrás identificar lo correcto y lo incorrecto? ¿Podrás pagar el precio de jugar con almas sabiendo que ahora si que está en juego tu vida? ¿Podrás salir con vida?

 

Tocó la puerta del Portal con su mano. En lugar de una luz cegadora la negrura se apoderó del ambiente. La puerta de abrió. Tauro debía caminar hacia aquella oscuridad y adentrarse en las pruebas que definirían su futuro.

nuRQYmF.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La Líder Mortífaga era consciente de que no había vuelta atrás y a pesar de las difíciles pruebas superadas y del peligro que imaginaba que le esperaba, no retrocedió ni un solo paso tras el desafiante tono del Arcano. En cuanto al precio, si bien sentía que todavía no afrontaba lo peor, cada actividad consumía una parte considerable de su energía y es que tanto expulsar almas y mucho más traer una de vuelta al mundo de los vivos era terriblemente agotador, por no decir absorbente y aunque no se comparara en lo absoluto a hacer 8 Horrocruxes, sí se sentía como tal. ¿Sería entonces el único camino para hacer grandes proezas como las de Voldemort, ser como él? Sacrificarlo todo, quedarse sin alma, sin corazón, convirtiéndose en un recipiente vacío que sólo buscar llenar ese espacio con la búsqueda de un poder superior que posiblemente solo lleva a la destrucción. Eran tantas las ganas que tenía de preguntárselo al sabio frente a ella, pero la ronda de preguntas ya había terminado, sin embargo, las últimas palabras del Arcano le confirmaron en parte lo que ya venía pensando.

 

Tauro cayó de rodillas sobre el suelo apenas evitando golpearse la boca al amortiguar la caída son sus manos. Lo que tenía encima era el peso del mundo y se sentía como Atlas, el titán condenado por Zeus a cargar los pilares que sostenían la tierra, a punto de desmoronarse en cualquier momento. Le tomó varios minutos recuperarse y muchos más para tomar consciencia sobre la advertencia de Báleyr. Sintió como el invisible manto que la protegía le fue arrancado cual cachorro de los brazos de su madre y tuvo el impulso de llorar, de pedir auxilio, pero las palabras tampoco le salían, ningún sonido en realidad, a excepción del débil jadeo de una persona que hace de todo por respirar.

 

Con todas esas imágenes de todo lo que había tenido que hacer para llegar hasta allí pasándole por la cabeza, recibió el anillo del Arcano, que en su dedo parecía más bien una piedra pesada que la seguía empujando hacia abajo. Cuando pudo aceptar la culpa y la responsabilidad de todo lo que había hecho se levantó y a pesar de que sus piernas temblaban por el esfuerzo, dio varios pasos hacia la puerta que Báleyr le mostraba, dispuesta a cruzarla antes que su propio cuerpo la traicionara y decidiera dar por terminado todo. Miró una última al tuerto, pensando que esa podría ser la última vez que lo vería y atravesó el portal; el último minuto que Tauro tuvo de conciencia fue cuando la cegadora luz invadió todo a su alrededor y de repente se apagó.

 

—¡Tau! Te estábamos esperando. Nuestro padre dijo que la próxima vez que llegaras tarde a la cena, te iba a dejar sin comer ¡por una semana! —exclamaba la bruja de cabello rosa mientras agitaba las manos en el aire. La pequeña corrió hacia donde se encontraba su hermana y tomándola de la mano la hizo correr hacia el interior de la mansión, donde los demás la esperaban.

 

Su lugar favorito en el mundo era la mansión Crouchs junto a su padre y sus hermanas y su momento favorito era la hora de la cena, porque allí era donde el viejo les compartía todas sus pequeñas aventuras y oscuros secretos que sólo un verdadero miembro de la familia podía develar a sus descendencias. Todos, a pesar de la vida oculta que llevaban, podían ser felices y las sonrisas eran reales, excepto las de un miembro en particular.

 

Hacía algún tiempo que Cassandra, la mayor, había tenido un terrible accidente que terminó de manera trágica con su vida. Su padre, negado a tener que perderla, empleó una serie de hechizos que ayudaron a conservar su cuerpo en perfecto estaba porque según él, existía la posibilidad de traerla a la vida. Apenas un par de años habían pasado y durante todo ese tiempo Marush y Tauro se habían quedado solas viviendo en la mansión mientras que el viejo hombre viajaba por el mundo intentando hallar el modo de traer a Cass a la vida. Finalmente un día tanto él como su hermana se aparecieron en la puerta, pero desde entonces ella ya no sonreía, tampoco hablaba.

 

—¿Y Cass? —preguntó Tauro al ver su lugar desocupado en la mesa.

 

— Está arriba, pero no vayas a molstar... —su padre no terminó de decir la frase cuando ya Tauro salía como una bala hacia la habitación de su hermana, sin importarle demasiado las consecuencias. La puerta estaba con seguro, pero en la mansión no había magia que se le resistiera y desde su regreso la oji-verde no había querido usar la magia.

 

Vacía. No había nadie en la habitación.

 

Tauro se asomó por la ventana y de pie junto al lago divisó a su hermana mirando fijamente hacia algún punto en el horizonte, como si estuviera tratando de encontrar la forma de regresar allí. Sin pensarlo dos veces abandonó el cuarto, bajó las escaleras de dos en dos y evitando a su familia corrió en dirección al lago, deteniéndose unos dos metros antes de llegar para no asustarla.

 

— No quieres estar aquí —aquello no era una pregunta, era una afirmación. Desde hacia un tiempo que Tauro lo venía notando y a pesar de su poca edad no necesitaba ser un genio para saber que el cuerpo de su hermana esta allí, pero su mente seguía habitando en otro lugar — Mi padre nunca debió traerte de regreso —las palabras a pesar de lo duras que pudieron sonar, llevaban tristeza y arrepentimiento de por medio. Jamás iba a juzgarlo por lo que sea que tuvo que hacer para traer a su hermana de regreso a la vida, pero lo cierto es que quizás Cass no quería seguir perteneciendo a este mundo y Tauro lo comprendía. Sin esperarlo, escuchó las primeras palabras de su hermana desde su regreso.

 

— Lo has entendido, no todos queremos regresar y cuando nos obligan a hacerlo en contra de nuestra voluntad, nos están condenando a una vida de miseria e infelicidad que sólo puede acabar de un sólo modo —dicho esto se sumergió al lago y no se detuvo hasta que sólo le podía ver la coronilla. ¿Por qué no hacía algo para evitar aquella nueva tragedia? ¿Y por qué sus ropas estaban mojadas si era Cass la que...? De algún modo la persona que permanecía en la orilla era la oji-verde y la que se hundía era la misma Tauro. De nuevo una la luz cegadora y seguidamente oscuridad absoluta.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

El Portal que recreaba los mundos tenía conciencia propia. Elaboraba las pruebas poniendo a prueba todos los detalles, uniendo todos los hilos y sin dejar nada a la suerte. La primera piedra con la que Taurogirl, que había cruzado la puerta de la nigromancia, había sido entender que aveces -pocas realmente- no era el camino adecuado. A muchos nigromantes no les importaba el resentimiento, sus almas no reaccionaban ni siquiera cuando se trataba de algún conocido. No era menester sentir empatía, pero a partir de aquel sentimiento es que se podían seguir recreando los mundos.

 

Aveces la decisión correcta no estaba en hacer o no las cosas. Aveces realmente no existían decisiones correctas. La realidad, o la falta de ella, comenzó a hilarse en el vacío. Báleyr, quien había abierto la puerta, podía observar sin posibilidad a intervenir, sin siquiera poder mover un dedo para ayudar a sus aprendices. Muertos por todas partes y el tiempo suficiente para revivir a una sola persona.

 

Taurogirl conocía a todos los que yacían víctimas del violento enfrentamiento. En cierto modo todos le importaban aunque los sentimientos no entraran a jugar un papel realmente importante. En cuanto la realidad se hiciera presente, en cuanto la bruja tomara conciencia plena de lo que estaba pasando lo único que le importaría era su actual pareja sentimental y su padre.

 

Ambos habían muerto también en la batalla, sus rostros cubiertos por máscaras inertes mostraban la crudeza de la guerra que apenas había comenzado. Taurogirl verían también los peligros que se avecinaban, sentiría a todo el Cuartel General de Aurores (que eran quienes estaban ganando la guerra) acercarse dejando el tiempo suficiente para traer a la vida solamente a uno de ellos. El amor o la sangre. Esa era su prueba. El tiempo era justo: revivir a alguien y largarse. No podría siquiera llevarse el cuerpo de quien no eligiera para revivirlo en el futuro.

nuRQYmF.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

A pesar de saber que estaba sumergida hasta la cabeza no sentía que se estaba ahogando, de hecho hasta el agua había desaparecido aunque la oscuridad la seguía rodeando. Tenía temor de abrir los ojos, lo reconocía, porque siendo sincera consigo misma reconocía que no deseaba volver a ver a su hermana, que representaba su pasado del cual le costaba tanto desprenderse, pero que ahora estaba lista para dejar atrás y seguir con su vida sin remordimiento. Al final sus palabras la terminaron convenciendo, se las creyó y pudo abrir los ojos dispuesta a enfrentar lo que sea que tuviera que ver. El escenario había cambiado por completo.

 

Estaba en medio de un campo de batalla o más bien el final de esta. Habían muertos por todas partes, escombros, casa destruidas, árboles partidos por la mitad y otros arrancados de raíz, ya no habían intercambio de hechizos, pero en el ambiente aun se podían escuchar los gritos y voces de protesta por todo lo ocurrido. ¿Quién había sido el responsable de esa terrible masacre? Todo apuntaba a los Mortífagos, pero quiénes se enfrentaron a ellos también estaban allí y eran tan responsables los unos como los otros.

 

Tauro empezó a caminar por entre los cuerpos, reconociendo a varios compañeros caídos que merecían una honorable despedida y que tras su muerte se habían llevado a uno o dos del bando enemigo. Para alguien que vive en medio del caos y los enfrentamientos podría resultar normal perder a amigos y familiares cercanos, hacia parte de su estilo de vida, o eso es lo que se repetían, pero todos aquellos pensamientos se esfumaron cuando no muy separados el uno del otro, los cuerpos de su padre y de su novia yacían también inertes. Algo en su interior se quebró y con la rabia contenida pudo haber acabado con todo un pueblo en ese preciso instante, pero no lo hizo. La necesidad de traer a esas dos personas a la vida la abrumaba, pero más lo hacía el hecho de que sólo podía hacerlo con una de ellas dadas las terribles condiciones en las que se encontraba su propio cuerpo. Se acercó a su novia arrodillándose junto a ella, levantó suavemente su cabeza e inclinándose le dio un suave beso en los labios que por primera vez no se movieron en respuesta. Sintió ganas de llorar. Desvió la vista antes de hacerlo y se volvió hacia el hombre responsable de su crianza y de la mayoría de cosas aprendidas, a quién le debía también el camino que había elegido.

 

Un grupo de pasos se escucharon a la distancia. ¿Aliados? No, para su desgracia no se trataba de ellos sino que eran miembros del cuartel de aurores que venían a imponer el orden. ¿Qué había pasado para perder de aquella manera? Tauro se sentía responsable, sentía que era su culpa, así como la muerte de Spectum y Leah. El tiempo tampoco estaba a su favor y debía tomar una decisión que marcaría su destino para siempre. La previa experiencia (que no recordaba como algo que acabara de vivir recientemente) le enseñó que el pasado a veces se convierte en un obstáculo que no te deja crecer y es prudente saber elegir el camino a seguir. Su futuro estaba con Leah, eso lo sabía, y aunque no le agradara demasiado hacer de Dios y decidir cual de los dos debía vivir, por primera vez su corazón y su cabeza coincidían en algo. Esperaba que su padre lo entendiera y mirara más allá de su dureza, sino se enfrentaría a él en algún otro mundo, pero no podía seguir renunciando a lo que la hiciera feliz con tal de complacer a otros, ya había perdido demasiado. Dio un beso en la frente en el hombre y le pidió perdón.

 

— Ojalá no hubiese terminado así, pero nos volveremos a encontrar —cerró sus párpados dándole una corta despedida y antes de que los aurores regresaran tomó el cuerpo de Leah entre sus brazos llevándolo lo más lejos que pudiera de allí. Se aparecieron en medio de un bosque rodeada de árboles que no habían sido afectados en la batalla y colocó su cuerpo sobre la hierba. Lo primero que hizo fue revisarla con cuidado e ir curando todas las heridas físicas que pudiera tener y de paso comprobar tanteándola con los dedos que no tuviera fracturas internas, pero claro, estando muerta no la podía escuchar quejarse, pero tal como lo había aprendido en Primeros Auxilios, los hematomas eran el reflejo de lo que podía estar sucediendo por dentro. La revisó una y otra vez mientras la herida en la frente se terminaba de curar, la cual por fortuna no era grave. Una vez estuvo segura de haber cerrado cada una de ellas inició con el protocolo y rito para traerla a la vida. El cántico para atraer su alma resonó en todo el bosque y no tardó en acudir al llamado de su gemela, dibujó varios símbolos alrededor de ella, perdió mucha energía, se curó a sí misma, habló en lenguas extrañas y selló el alma al cuerpo, luego esperó, si el cuerpo la rechazaba todo su esfuerzo habría sido en vano.

 

— Ven, amor, regresa conmigo, te necesito —aquel sería el único momento de debilidad de Tauro, la única ocasión en la que se mostraría así de ese modo, pues Leah también era su fortaleza. Sabía que estaba mal depender tanto de alguien, que un Nigromante no debía tener siquiera ese tipo de sentimientos que entorpecieran su labor, pero Leah era lo único que le recordaba lo que era sentirse viva y por qué valía la pena. Cerró los ojos concentrándose aun más en ese sello de alma y cuerpo y sólo hasta que una mano tocó la suya los abrió. Leah había vuelto.

 

Con lágrimas en los ojos la abrazó, aunque no demasiado fuerte para no hacerle daño y de inmediato le preguntó si sentía dolor en alguna parte de su cuerpo, porque si tenía heridas internas como temía, este no aguantaría demasiado y de nuevo todo el esfuerzo habría sido en vano. La obligó a mantenerse acostada y quieta, en lo que se recuperaba del shock y escuchaba la explicación de la Crouchs sobre cómo era que aun estaba allí. Tauro le explicó rápidamente de su habilidad y le prometió darle más detalles al respecto si lograban salir cuanto antes de ahí, pero antes de hacerlo la presencia de un alma fuerte y rencorosa la lanzó contra un árbol. Era su padre.

 

— Por favor no —de nuevo los aurores se estaban acercando y Leah se hallaba demasiado débil como para enfrentarse a ellos sola, al igual que Tauro. El alma de su padre volvió a lanzarla lejos, dejando claras sus intenciones. No la había perdonado, quizás no lo haría jamás y ahora debía enfrentarlo, peor aun, debía expulsarlo definitivamente de ese mundo, su mundo, para que no la perturbara nunca más. ¿Había tomado una buena decisión? Leah seguramente se habría comportado de un modo distinto, después de todo lo único que le importaba era la felicidad de la peli-azul, por lo que sí, había tomado una sabia decisión.

 

— Lo siento —no valía de nada repetirlo, no a estas alturas, así que haciendo uso de las últimas fuerzas que le quedaban comenzó un ritual distinto, uno que ya había hecho en una ocasión, más complejo que expulsar un alma, pues ahora debía destruirla, era el único modo. El tono de su voz se hizo más agudo, sus propias palabras parecían sacadas de ultratumba y cada vez que las pronunciaba de su varita se desprendían chispas azul oscuro. Sus manos dibujaron jeroglíficos en el aire, relataron una historia que terminaba en muerte y cuando toda esa energía se concentró en la palma de ambas manos, las juntó y como si lanzara algún hechizo las extendió hacia el alma de Spectum Crouchs. Pasaron unos segundos eternos y el sonido de una explosión que se escuchó a kilómetros de distancia fue la sentencia del hombre que pondría fin a la persecución hacia su propia hija. Tal como lo temía, también una parte de sí misma explotó junto con él. Taurogirl ya no era la misma, no podría serlo jamás luego de lo ocurrido y como todo Nigromante cargaría con la consecuencia de sus acciones.

 

— Es hora de irnos —le pareció escuchar a Leah, pero esa no era realmente su voz.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

La luz brilló nuevamente cambiando de tonalidad de forma abrupta, destellando entre rojos y amarillos, entre verdes y morados. El Portal estaba tomando una decisión. Tratar con la muerte y con la vida era un proceso que ponía al límite cuerpo y alma. La humanidad se iba esfumando poco a poco, a cada segundo.

 

Báleyr se limitó a seguir observando tal cual como lo había hecho durante las anteriores siete horas. Desde su punto de vista el trabajo estaba terminado. Taurogirl había ejecutado correctamente las pruebas que el Portal había elaborado al leer sus sentimientos y su pasado. La bruja había viajado al pasado y a un futuro que la atormentaría en adelante. Tenía una carga adicional a la sola nigromancia, la misma carga que aquellos que veían destellos del futuro. Ahora estaba en sus manos culminar con la guerra de la que formaba parte o al menos encontrar una forma de cambiar lo que podía suceder.

 

El Portal dejó de cambiar de colores y mostró el brillante blanco. La bruja había pasado la prueba. El Portal la arrojó a la realidad, al presente. En consecuencia, el anillo del aprendiz comenzó a brillar mientras el Portal cerró la puerta de la Nigromancia. Taurogirl ahora dominaba el arte del Nigromante o al menos era lo suficientemente habilidoso como para no causar disturbio entre las dos dimensiones.

 

-El portal te juzgó y saliste victoriosa. No hace falta decir todo lo que se puede realizar con las artes oscuras, pero si te diré que el alcance de la Nigromancia es parecido. Te he enseñado una antigua arte egipcia. ¿Podrás desarrollar un método diferente sin morir en el intento? Esa es tu misión a partir de ahora. Si lo haces lo sabré y el conocimiento adquirido se vinculará a mi propio anillo. Cuida tu alma. Aunque las pruebas no sucedieran en esta realidad, los efectos son los mismos. Lo que hiciste es difícil de superar...

 

Golpeó la vara de cristal contra el suelo y los dos desaparecieron.

nuRQYmF.png

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Como si una mano gigante la tirara hacia atrás, Taurogirl sintió que algo la apartaba de esa supuesta realidad que estaba viviendo y aunque sentía deseos de quedarse, tenía el presentimiento de que no pertenecía allí. De nuevo una luz cegadora que la hizo cerrar los ojos de golpe borró el escenario a su alrededor y sólo cuando se sintió segura, volvió a abrirlos. Su pulgar acariciaba el anillo por debajo y de nuevo volvía a estar junto al Arcano. ¿Qué había pasado? Durante todas esas ''realidades'' jamás fue consciente de que nada de lo que sucedía era real, pero ahora que estaba fuera del portal podía recordar perfectamente todo lo sucedido allí dentro. Un escalofrío recorrió su espina dorsal y sólo en la voz de Báleyr encontró tranquilidad.

 

— Agradezco todo lo que me ha enseñado hasta el momento y sé que no debo conformarme apenas con esto, sino que de mí depende acercarme remotamente al tipo de Arcano que es usted —no era simple palabrería, Taurogirl realmente lo pensaba así — Me llevo muchas enseñanzas, así como preguntas y respuestas que no tenía antes de venir —no había demasiado qué decir, ni el Arcano era muy parlanchin, ni Tauro tampoco, así que dejó la conversación hasta ahí.

 

Tauro se había convertido en una Nigromante.

UASDi2b.gif
HakOva6.png
XzWZp5H.gif

Enlace al comentario
Compartir en otros sitios web

Guest
Esta discusión está cerrada a nuevas respuestas.
 Compartir

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.