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Aritmancia


Mery Gaunt Karkarov
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Cuando bajé la mano y Mery comenzó a explicar, me volví hacia Nathaly y esbocé una sonrisa, ya que antes no se la había devuelto. No la conocía mucho, no, más que compañera de bando, alguna vez habíamos compartido alguna ceremonia y eso, pero nada más. Aún así, sabía que ella era una Macnair pero no habíamos conversado sobre pariente de quién era o cómo es que había llegado a Inglaterra, si había nacido allí. Eran todas preguntas que quería resolver apenas tuviera tiempo, ya que si ella era pariente directo nuestro, quería mostrarle lo que era ser parte de los Macnair.

Dirigí, entonces, mi atención a Mery de nuevo que ya comenzaba a adelantarse en la explicación de la lectura de los números, el alfabeto y todo eso para lo que iba a enseñarnos sobre la Aritmancia. La vi comenzar a anotar cosas en la pizarra e hice lo mismo, copiando los números en línea, luego, debajo, el alfabeto tal como ella lo estaba haciendo y, por último, comenzaba a seguir sus indicaciones sobre el nombre de cada una. Y si había que hacerlo con el nombre completo, no usaría entonces mi apodo.

1 2 3 4 5 6 7 8 9

A B C D E F G H I

J K L M N O P Q R

S T U V W X Y Z


C A S T A L I A M A C N A I R C R O F T

3 1 1 2 1 3 9 1 4 1 3 5 1 9 9 3 9 6 6 2

Ahora que ya tenía distribuidos los números según las letras de mi nombre completo, llegaba el momento de sumar todo junto y ver cuál era el número que me correspondía. Creía haber leído, también, que luego se sumaban todas las vocales por un lado y todas las consonantes por el otro, creando un número de 3 dígitos, donde cada dígito hablaba sobre una parte de la esencia del ser humano (mente, corazón y alma o algo así). Pero Mery era la profesora y yo había leído muchas teorías sobre métodos de numerología, así que prefería prestar atención al que me iba a enseñar ella.

Comencé, entonces a sumar. La suma total me daba 79. Si sumaba ambos números (7+9), me daba 16. Y, claro, 1+6 era 7. Así que levanté la mano mientras Mery hacía aparecer unos ¿portales? en la pared.

-Mi número es el 7- sonreí. Me gustaba ese número, era uno de mis favoritos.

Editado por Cissy Macnair

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-Disculpe, Profesora Gaunt. Es que la teoría no es lo mio. Así me ponga a leer las cosas, para el siguiente minuto he olvidado que es lo que me ha dicho.

 

La mago oscuro se encogió de hombros, parecía que se burlaba de la profesora, pero la Macnair era demasiado sincera, ya había olvidado la teoría sobre Aritmancia, pero la parte practica que se empezaba a enseñar era su favorita así que puso toda su atención a esa parte.

 

La peliazul miro con atención la tabla que le mostraba la pelirosa, trato de duplicarla sobre su pergamino acomodando enumerando primero del uno al nuevo como iba explicando la Karkarov para después ir poniendo las letras. Pero ella lo hacía de manera vertical en lugar de horizontal. Ya que para la Macnair de aquella manera era mucho mas fácil que de la forma que la bruja lo ponía en la pizarra.

 

Nathaly atendió a lo que la profesora le decía, y aunque estaba segura que su numero era el 2, fue haciéndolo poco a poco para que no hubiera error en aquello.

 

1 A J S

2 B K T

3 C L U NATHALY MACNAIR KARKAROV

4 D M V 5128137 4135199 21921964

5 E N W 27 32 34 = 93 =12 =3

6 F O X

7 G P Y

8 H Q Z

9 I R

 

Cuando se dio cuenta que su número era el que ella había pronosticado sonrió. Y tras escuchar el número mágico que le había salido a Cissy le envidió un poco por segundos pero se le paso a los segundos expresándole su número a su compañera de rango.

 

-Listo, Mery, digo Profesora Gaunt, mi número es el tres. ¿Qué es lo que sigue?

 

La demonio no dejo que esta respondiera por que en eso se le vino una pregunta a la cabeza.

 

-¿Es verdad que el numero 7 es mágico?

Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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Ver como las chicas apuntaban cosas en sus libretas hacía que Mery sonriera tímidamente, ella no era muy buena con el tema de socializar y hablar delante de gente, al contrario, lo solía pasar bastante mal, y gracias a aquella clase se había dado cuenta de que si era capaz de hablar sin atropellar sus propias palabras.

 

- Pues entonces, señorita Karkarov, deberá de estudiar más que otras personas -se encogió de hombros-. Al fin y al cabo, muchos de los conocimientos son más teóricos que teóricos -sonrió en su dirección.

 

Se quedó ya en silencia, recordando la fase que les esperaría a las chicas cuando pasaran el portal.

 

Los laberintos eran algo que Mery adoraba, incluso más que eso. Desde que aprendió Aritmancia se había pasado las noches explorando sitios desconocidos para ella, y es que, con su número, su destino ya estaba claro y solo debía de seguir lo que las señales de la naturaleza le marcaban. Y puesto que debía de enseñar a los alumnos de Aritmancia usar bien aquel conocimiento y conocerse a sí mismo, deberían de guiarse en un hermoso laberinto con nueve entradas distintas y un centro, donde acabará su pequeña prueba.

 

- Con que el 7... -susurró la pelirrosa, levantándose-. El número del conocimiento sagrado, de la ciencia y de la magia... Un número muy interesante -comentó en dirección directa a Cissy. Era curioso, no conocía mucho a aquella chica, pero la verdad es que después de saber aquello, ya tenía más ganas de saber de ella.

 

Raches por su parte parecía haberse quedado dormida, o quizás estaba todavía calculando y sumando, y ahí fue cuando la voz de Nathaly hizo que Mery dejara de acosar visualmente a la otra chica.

 

- ¿El dos? -preguntó frunciendo el ceño y haciendo ella misma el cálculo. Pues no, no había fallado la Karkarov-. Bueno, parte de razón tiene ese número contigo, eres como el día y la noche -se encogió de hombros.

 

Decidió dejar unos minutos más para que Rachel hablara, pero no fue así, y no podía seguir esperando a que la chica dijera algo, debía de seguir la clase con Cissy y Nathaly, ellas debían de seguir su propio destino, que era, de manera obvia, llegar hasta el final de la clase.

 

- Si Nathaly, el siete es el número más mágico -respondió caminando hacía el portal-. Bien chicas, me hubiera gustado veros predecir el futuro, pero puesto que ignorasteis mi indicación... -suspiró pesadamente y comenzó a darle vueltas a su varita-. Cuando crucemos éste portal llegaremos a un hermoso laberinto en el cual encontraréis nueve entradas distintas -comenzó a indicar-. Cada entrada tiene distinto camino, pero mismo final. No os dejéis engañar por lo hermoso, o por lo más horripilante, recordar que debemos usar la Aritmancia para llegar hasta el final, y eso implica usar la lógica y los números -sonrió mirando a las tres presentes-. Escoged el camino que creáis mejor para vosotras, pero... Si tenéis un número, a lo mejor es por algo -les guiñó un ojo y dio un paso más, pegada ya al portal-. Os estaré esperando al final del laberinto, si ocurre algo… Iré a por vosotras –y con eso, la pelirrosa cruzó el portal.

 

Había pasado muy rápido el tiempo desde que había llegado el medio día a la clase de Aritmancia puesto que ya había anochecido y se había levantado un aire frío muy agradable. Miró el gran laberinto de piedra desgastada y entró por la quinta entrada. Se sabía todos los caminos de aquel sitio así que cruzando de izquierda a derecha y viceversa, caminado recto y dando unas vueltas más, llegó al final y se sentó en el suelo, mirando las estrellas.

 

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No supe si la pregunta de Nathaly iba para mi o para Mery, pero fue Mery quien la respondió, agregando además que el siete era el número de la magia y de la ciencia. No oculté mi sorpresa al respecto y llevé una mano directo al anillo de Sebástian que colgaba en mi cuello, el que había pertenecido a su esposa Emma. Parecía que la magia y la ciencia me habían perseguido desde que había nacido y lo que la profesora Karkarov decía, no hacía más que ponerlo más en evidencia para mí.

 

Hice una seña a Rachel para que prestara atención, porque parecía que se había quedado repentinamente muda mientras hacía la cuenta de su nombre y sacaba su número. Luego, volví la vista hacia Mery que ahora decía algo a Nathaly sobre el día y la noche. El dos, ese era el número de la otra Macnair en la clase, a la que me acerqué mientras dejaba mi asiento para ir directo hacia el portal que Mery nos señalaba. No estaba explicando la actividad que íbamos a tener que llevar a cabo: elegir uno de los nueve caminos del laberinto y atravesarlo utilizando los números, para llegar a su centro.

 

-¿De qué parte de la familia Macnair eres?- le pregunté, mientras guardaba todas mis pertenencias en mi morral y me disponía a cruzar el portal detrás de la profesora.

 

Luego, crucé, claro y llegué a un enorme laberinto que estaba en pleno campus, de piedra gastada, hiedras que subían por las paredes y un alo de misterio y niebla que lo rodeaba. Me mordí el labio y saqué la varita, murmurando un Lumos para que la misma se encendiera y me guiara en la oscuridad. Esperaba no encontrarme nada muy peligroso dentro del lugar, no quería morir en mi clase de Aritmancia.

 

Mery había dicho que escogiéramos el camino que mejor nos sentara, obviamente el siete iba a ser el mío.

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[...] eres como el día y la noche —escucho decir a Mery.

Pero la pelirosa no agrego nada mas acerca a aquel numero. Nathaly se le quedo mirando esperando que ella dijera algo mas, pero nada. En sus lugar le había dado la respuesta a su pregunta acerca del número siete, para después dar las indicaciones de lo que iba ser la recta final de la clase. Desde su encuentro con la Arcana de metamorfomagia, había evitado todo tipo de lugares con laberinto. El miedo de encontrarse de nuevo con aquel espejo sería demasiado para ella.

Las manos le sudaron al estar de pie frente al portal, vio que la Matriarca de los Macnair le dedicaba algunas palabras, pero era tal su nerviosismo que no había podido comprender la pregunta de esta, pero no pudo evitar responder algo aunque pareciera tonta.

Nathaly Macnair, hija de Pik. —y tras aquellas palabras, la mujer rubia había cruzado el portal sin temor alguno.

Respiro profundo, cerro los ojos por un segundo y miro atrás para ver a Rachel que parecía no querer moverse de aquel lugar, sonrió asegurándose a ella misma que aquel laberinto no iba a ser como el de metamorfomagia. Y al cruzar el portal se encontró con un escenario similar al que había pasado con su habilidad. Pero en lugar de haber 12 puertas, en este lugar se encontraban nueve puertas con un numero cada uno.

Recordó las palabras de la Gaunt, debía demostrar cuanto aquel número que le había salido la regía, pero ella recordaba que lo que definía el destino era la fecha de nacimiento de cada persona. Tomo su varita y antes de elegir una puerta, frente a ella empezó a garabatear números. 7 de julio del 2001 El resultado de la suma de aquella fecha era el ocho. Así que por ahí empezó a caminar.

Al recorrido de aquel laberinto, se encontró con todo lo que deseaba. El ocho era el signo del poder, y en aritmancia estaba representado por una acromantula. Así que sin guardar la varita se dedico a ver que posiblemente aquel número de su nacimiento la había marcado para querer el poder. Al dar vuelta en una esquina, se encontró con la criatura mágica la que representaba.

El movimiento de su varita fue rápido. Pero en su lugar el anillo de amistad con las bestias estaba haciendo su trabajo. Nathaly pudo de aquella manera expresarle a la acromantula que solo estaba de camino, que si la dejaba pasar no volvería a molestarle. La aracnida dudosa de la palabras de la metamorfomaga le indico que la próxima vez que la viera se la iba a comer, pero que podía seguir adelante.

Mery si que sabe dar su clase. Espero que a mis compañeras les este yendo mejor que a mi. —expreso mientras seguía su camino por aquel laberinto.
Editado por Shalyit Malfoy Karkarov

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Usa serie de estrellas se alzaban en el cielo con un brillo particular, ni muy brillante ni poco, el brillo justo para indicar todo lo que la pelirrosa necesitaba.

 

- Una dentro -dijo en voz baja mientras que veía como una serie de siete estrellas daban un largo resplandor y Mery supo que Cissy ya se había adentrado en su zona.

 

Si no recordaba mal aquel camino era uno de los más fáciles de averiguar, y es que había en cada intersección de caminos, unas señales a base de números y rayas que, si se sabían identificar, te llevaban por el buen camino, y si no... Creía recordar que había un troll, aunque no sabía si era en el camino seis o siete.

 

Otra línea de estrellas comenzó a billar, un total de ocho, y éstas desaparecieron a los pocos minutos de que brillaran como ninguna.

 

Y si no fallaba, Nathaly había entrado por allí y sin duda había encontrado a su maravillosa acromantula. Puso una sonrisa torcida en su boca, estaba deseando ver cuál de las dos llegaba antes hasta el destino, o sea, ella. Aunque no por llegar hasta el final implicaba el conocimiento completo de la Aritmancia, y mucho menos la aprobación de la clase.

 

- Vamos chicas, ya queda poco... -susurró mirando aún las estrellas.

 

@ @

 

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Mi entrada en el laberinto fue antecedida por la respuesta de Nathaly Macnair.

 

<<Hija de Pik>> resonaba en mi cabeza. ¿De Pik y de quién? No podía ser hija de Alyssa, ella era no mucho mayor que yo y Pik... ¿Sería también hija de Reji o acaso sería hija adoptiva? Todo daba vueltas en mi cabeza, con aquella única respuesta por parte de la misteriosa bruja de pocas palabras. Ojalá no hubiera estado tan distraída al meterme dentro del laberinto, porque ahora no recordaba lo que Mery nos había pedido que hiciéramos.

 

-Demonios- maldije, mientras sacaba mi varita y susurraba un "oriéntame". Pero la varita no se movió de lugar en la palma de mi mano y, sin embargo, el camino comenzó a brillar en tonos rosados y lilas, como si se tratara de un enorme piano en el que estaba pisando.

 

Me quedé asombrada por un momento hasta que comencé a avanzar. Había veces en que las "tecleas" brillaban y veces en las que no, pero no pasaba nada más. Mery había dicho algo sobre resolver el camino con numerología, así que iba a tener que comenzar a mirar alrededor. Luego de caminar en línea recta por unos escasos dos minutos, me di cuenta de que el patrón del suelo se repetía con mis pasos: dos lilas, dos rosas, tres lilas, dos rosas. Hice la cuenta mental. Cinco teclas lilas y cuatro teclas rosas, lo que daban un total de nueve. Me puse en cuclillas y examiné las teclas mientras se encendía, pisándolas con delicadeza. Y, entonces, ¡Ahí estaba! Debía seguir el número nueve que aparecía en las teclas. Sonreí y seguí avanzando.

 

Al cabo de otros cinco o seis minutos en los cuales giré dos veces hacia la derecha y una vez más hacia la izquierda, las teclas luminosas desaparecieron y dieron paso a una serie de tres camino alternativos. En cada uno había una placa con una pregunta y suponía que la respuesta, convertida en números, me diría qué camino me convenía. Así mismo, sobre cada pregunta había un número que indicaba cada camino.

 

-Veamos- murmuré.

 

"Las raíces no se ven y es más alta que un árbol. Arriba y arriba sube y sin embargo, no crece", decía el primer acertijo. Ese era sencillo y, es más, era un acertijo de un libro que había leído:

 

-La Montaña- respondí. Tracé en el aire la palabra y le coloqué los números que correspondían. Daba uno, pero ninguno de los dos caminos tenía un 1 en ella, así que esa no podía ser.

 

Fui hacia el acertijo siguiente:

 

"Un oso camina 10 Km. hacia el sur, 10 hacia el este y 10 hacia el norte, volviendo al punto del que partio. ¿De que color es el oso?".

 

-¡Ja!- había pasado demasiado tiempo haciendo juegos de lógia como para olvidar ese acertijo, uno de los primeros que había concido-. El oso es blanco, por supuesto- respondí en voz alta a nadie. Y la palabra "blanco" daba como resultado: 3. Me frustré de nuevo al comprobar que ninguno de los carteles tenía el número 3 en él. Mery sí que me la había complicado.

 

Bien, bueno, aún queda el último. "Caja sin llave, tapa ni bisagra. Pero por dentro, un tesoro dorado guarda".

 

Esa sí que me había líado. Bueno, no del todo. Conocía la respuesta, desde luego... pero la respuesta no me daba lo que yo esperaba. De hecho, ninguna de las respuestas me daba el número de uno de los caminos.

 

-El huevo, Mery... Pero la palabra huevo es el número ocho.. - y eso me daba tres números en total, con tres acertijos resueltos: 1, 3 y 8. Los carteles, por su parte, tenían un 5, un 6 y un 7.

 

Me di la cabeza contra un seto, molesta... Hasta que lo descubrí.

 

-¡Qué malvada eres!- grité a nadie en especial.

 

Por supuesto, los acertijos no me iban a decir el camino, sino mi número. Y ese, era el siete.

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