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Prueba del Libro de La Fortaleza XXVII


Dennis Delacour
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La Rambaldi había empleado el mismo hechizo del libro que yo. Ocasionando que su cuerpo quedara totalmente intangible justo antes de yo lanzar mi hechizo. Por consecuencia, el rayo había cruzado su cuerpo impactando segundos después contra un árbol ocasionándole varias aberturas en su tronco. Resoplé y solté una patada al aire, gritando un poco. Me frustraba, como siempre, esto de duelear pero era necesario, por supervivencia propia.

 

La peluca ya me molestaba, y deseaba quitarla de mi cabeza. Mi ansiedad por acabar esto crecía, deseaba poder ir ya con la ojiazul a algún otro lugar. Me sentía un poco estresada, ciertas cosas que aún no entendía me enredaban y esperaba no me costaran la prueba del libro. Un hechizo lanzado por Mia, la sobrina de mi novia me regresó al duelo. Un disparo de flechas que no esperaba. Tomé fuertemente mi varita, recordando aquel hechizo que me causaba tanta risa.

 

- Avis - Realicé una floritura de mi muñeca y pronuncié fuerte y claro ante todos. Invocando doce aves que salieron desde la punta de mi varita, las cuales fueron todas en dirección de la media docena de flechas que llegaban a toda velocidad hacia mi. Las flechas al impactar con las aves desaparecen, evitando así que mi cuerpo haya sido lastimado con alguna.

 

Mi cabeza retumbaba, mis pensamientos iban a mil por hora y esperaba que todo siguiera como estaba, pero no. Mi Anillo Detector de Enemigos comenzó a arder. Dando indicios de que algo se acercaba a nosotros. El suelo vibro, por la presencia de algo, o más bien alguien. Un Basilisco irrumpió en medio de nosotras, un grito de emoción salio de mis labios sin esperarlo. Deseaba llevarlo a casa, pero sabia que no podría controlarlo fácilmente. Quise ir a atacarlo, y justo cuando corría hasta él, manteniendo la mirada en el suelo, sentí un golpetazo y mi cuerpo fue empujado contra un árbol.

 

Caí al suelo boca abajo, golpeándome la cabeza y ocasionando un corte sobre mi ceja. Comencé a sangrar - mi**... - Dije, viendo la sangre en mis dedos. Pensé en el poder de Curación que me otorgaba el libro de la fortaleza y volví a pasar mi mano por el corte comprobando que el mismo se hallaba sanado.

 

Me incorporé y corrí en dirección de la criatura. Lo apunté con mi varita y grité tan fuerte como mi garganta me permitía - Incendio - Invocando una fuerte llamarada que salió de mi varita, ahuyentando al Basilisco que volvió por donde mismo vino.

 

Sentí un gran alivio al verlo marcharse, y con gran determinación regrese a Mia para seguir el duelo - ¿Todo bien? - Pregunté antes de atacar. Dándome tiempo a pensar en algo que pudiera serme útil para atacarla.

 

- Expulso - Grité segundos después, apuntando una roca del tamaño de una caja pequeña cerca de ella que saltó para golpearla y con el peso de la misma, la empujaría haciéndole caer.

 

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Ahora el Cangrejo de Fuego que el gitano había creado, estaba bajo el control de Jock, sonrió de costado al parecer una buena estrategia para defenderse del Basilisco que iba a por él. Se había curado de las heridas que Triviani le ocasionó, suspiro al ver que no tendría que ayudarlo, si, se le había cruzado la vaga idea curarlo para que al menos, no muriera de una forma tan calamitosa.

 

Observó a un costado y su instructora, de brazos tendidos miraba atenta a los cuatro magos que participaban de aquel duelo.

 

Zancadilla

 

Pensó Matthew con una floritura de su varita y el mago cayó al suelo.

 

Disparo de Flechas

 

Recito Triviani extendió el brazo y apuntó al mago de pelo negro, y seis flechas salieron disparadas de su varita, dos con dirección a su pecho, otras dos a su brazo izquierdo y las otras dos restantes a su brazo derecho, de impactar, le causaría varias heridas.

 

 

 

@Jock

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Las flechas que le había lanzado a la Triviani fueron fácilmente atrapadas por las aves que ella invocó con un Avis. Suspiré. No estábamos yendo a ningún lado y ya estaba comenzando a cansarme de aquello. Era buena en deportes pero no en duelos, y eso me frustraba. Había sido siempre mi asignatura más baja en la Academia y lo seguía siendo a día de hoy. No es que quisiera herir a la bruja que tenía en frente, pero quería acabar con todo aquello de una vez. Resoplé de nuevo. Me estaba quedando sin ideas a pesar de que sentía que mi cabeza iba a toda velocidad.

 

-Desmaius- grité, apuntando a la Triviani con mi varita y vi cómo un rayo salió expulsado hacia su pecho. Iba camino a impactarle a toda velocidad. Sin embargo, en el mismo instante en que el rayo salió de mi varita, sentí una vibración en mi mano izquierda. Tragué saliva, el Anillo Detector de Enemigos estaba vibrando con locura, al punto de esparcir un cosquilleo intenso por toda mi mano.

 

Miré para todos lados buscando la fuente del peligro, pero no la encontré. De repente, el suelo vibró también y un basilisco emergió de él, colocado exactamente en la mitad entre la Triviani y yo. Tragué saliva, y aunque intenté apuntarle con la varita, no tuve tiempo de reaccionar. La bestia me mordió el brazo que utilicé para cubrirme el rostro al ver que iba directo a atacarme. Grité de dolor, mientras caía de rodillas al suelo y me preparaba para una segunda embestida que nunca llegó. La bestia había notado la presencia de la otra bruja y se encaminaba a atacarla. Oí el ruido sordo que hizo la bruja al caer al suelo y aparté la mirada.

 

La herida del brazo sangraba y se veía horrible. Mi cuerpo temblaba mientras me arrastraba un poco del lugar donde había caído, pero tenía que hacer algo con esa herida si no quería morir en aquel paraje desolado. Mientras me concentraba para llevar a cabo el hechizo, pensé en toda la gente que conocía. ¿Cómo reaccionarían si no regresaba? Cerré los ojos, rindiéndome un poco ante el cansancio y el dolor y alcancé a visualizar lo que quería. Pensé en el hechizo de Curación del Libro y suspiré, esperando que hiciese efecto.

 

Sentí como de a poco mi cuerpo comenzó a ganar vitalidad. No esperaba que la cicatriz de la mordida desapareciera, pero sí quería terminar el duelo. Y no morir en el intento. Me puse de pie al mismo tiempo que la Triviani; con las piernas aún temblando por tener que soportar mi peso en ellas. Débil, levanté el brazo derecho adolorido pero que de a poco recobraba la sensación y apunté al basilisco. -¡Avis!- grité, más de rabia y de dolor que por claridad del hechizo. Una docena de aves recibieron la orden de picar al basilisco en el rostro, sobre todo en los ojos.

 

Por su parte, Zoella le lanzó una llamarada que acabó por espantar a la criatura, desapareciendo por donde había venido. Respiré hondo; ya estaba. Habíamos solucionado un problema. Escuché las palabras de la bruja y sonreí, cansada. -Todo está bien. Supongo que el brazo me dolerá mañana.- comenté, enseñándole de lejos la fea cicatriz que brillaba en mi antebrazo pálido. -¿Tú cómo estás? ¿Te ha hecho mucho daño?- le pregunté a la Triviani.

 

Viendo que el duelo seguía, aunque las dos parecíamos exhaustas, empuñé mi varita. Sin mediar palabra, Zoella lanzó un Expulso, y una roca de tamaño mediano se dirigió en mi dirección. Iba a hacerme caer si me golpeaba, pero tenía una idea para ella. Pensé en un Salvaguarda Mágica, que era una apuesta segura pero eficaz, y vi como la roca me atravesaba sin problemas, cayendo detrás de mí varios metros. No estábamos jugando, y eso era evidente. Sólo restaba ver cuánto más soportaríamos el cansancio.

 

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Me giré, nuevamente para ver a Mia, y a la distancia veo un rayo correr hacia mi, un rayo que no recordaba haber escuchado a Mi lanzar. Temerosa pensé en un Salvaguarda Mágica volviéndome así totalmente intangible ante cualquier cosa por segunda vez durante el duelo. Por consecuencia, el rayo traspasó mi cuerpo dejándome totalmente intacta. "Vaya, eso estuvo cerca" pensé mientra apretaba mi varita entre mi mano.

 

Le enseñé los pulgares a la joven bruja, y al ver su brazo con la cicatriz sólo pude atinar a reírme por sus palabras - Me encuentro bien, sólo tuve un pequeño rasguño - Contesté a su pregunta. Girando mi vista después a donde la Delacour observaba todo, esperando ansiosa porque la clase culminara y poder irme con ella a pasear, o a donde fuera lejos de aquí. A mi mente vino el recuerdo del bolso, el bolso con el que llegue el cual no recordaba donde estaba. Asustada por perder mis pocas pertenencias que ahí guardaba busque con la mirada en todo el pantano, percatándome de que estaba a un costado de mi novia.

 

En mi mente seguía viva la imagen de Mia enfrentándose contra el Basilisco, lo había visto de reojo. Recordaba como la criatura se lanzaba contra su cuerpo a atacarla para luego arremeter contra mi. Por suerte, entre ambas habíamos logrado correrlo

 

Se me acababan las ideas, y debía de atacar nuevamente a la Rambaldi. No sabía que usar, mi mente maquinaba y recitaba los hechizos como una locomotora a todo vapor. Sentía el repiqueteo de un reloj, diciendo Tic, tac consecutivamente en mi cabeza. Un zumbido en mis oídos me desconcentraba y presa del pánico por no saber que usar, solté lo primero que mi menté me arrojó.

 

 

- Incárcerus - Invoqué, con una suave floritura de mi muñeca haciendo que tres cuerdas gruesas y fuertes salieran despedidas hasta el cuerpo de Mia, una sosteniendo sus brazos contra su torso, la otra sosteniendo ambas de sus piernas y la ultima cubriendo su boca imposibilitandole pronunciar algún hechizo.

 

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La Delacour observaba todo lo que se estaba llevando a cabo frente a sus ojos, sus estudiantes se estaban esforzando al máximo para tratar de lograr la vinculación con el Libro de La Fortaleza, era reconfortante verlos combatir dando lo mejor de si para poder lograr sus objetivos, se notaba que esto era algo que les importaba lo suficiente para hacer su mejor esfuerzo aunque les costara un poco.

 

Fijo su mirada en Zoe que se enfrentaba a su sobrina Mia, eran dos personas importantes para ella y estaba muy pendiente de que no resultaran con más daños de los necesarios, ella estaba alerta por si necesitaba actuar en algún momento para curarlas si quedaban en un peligro que pusiera en riesgo sus vidas, estaban sobrellevando el duelo de la mejor manera y en un ambiente bastante tranquilo.

 

Por otro lado Matthew y Jock estaban dando lo mejor de si sin importar que tan heridos pudieran salir con tal de que se vincularan al libro. Aunque se estaban quedando un poco rezagados con respecto a las chicas así que por que no animarlos un poco.

 

—Hey Matthew no te descuides— grito hacia el Triviani levantando su varita y diciendo fuerte — Sectusempra — de su varita salio disparado un rayo en su dirección que de impactarlo le provocaría heridas sangrantes que debería sanar si quería estar bien para continuar el duelo. Por otro lado Jock debía solucionar el ultimo ataque que había recibido de su oponente así que sería más benevolente — Confringo — dijo apuntando su varita a una gran roca cerca a donde estaba provocando que explotara en varias partes que salieron disparadas en su dirección, un par de piedritas no sería problema para el.

 

Si definitivamente así era un poco más entretenido teniendo en cuenta que estaban llegando ya al final de su prueba así que era mejor que no se descuidaran y se confiaran.

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Jocker cayó de bruces al suelo sin poder evitarlo. Afortunadamente, la caída no le produjo ni heridas ni dolor alguno. A juicio del mortífago, Matthew podría haber hecho mucho más.

Se puso de pie rápidamente y cuando estuvo a punto de atacar, recordó que su tarea principal no era ganar el duelo sino realizar la vinculación con el libro de la fortaleza. Anuló entonces su estrategia mental y decidió esperar el siguiente hechizo de su rival que no tardó en atacar.

Un grupo no menor de flechas venían directo hasta él, pero bastó con que pensara en un «salvaguarda mágica» para que estas atravesaran su cuerpo sin causarle daño alguno.

Una sonrisa se reflejó en el rostro del Black Lestrange, puesto que al mismo tiempo en el que las flechas venían hacia él, la maestra había decidido hacer una intervención que pretendía causar aún más problemas. Tanto las piedras como las flechas terminaron en el suelo.

Sectusempra —sentenció y un rayo color violeta salió de su varita en dirección a Matthew con la intención de causar gran dolor.

Había terminado de pronunciar el hechizo cuando un nuevo basilisco se apareció. Esta vez, Jocker debía sortear la dificultad que Matthew había logrado zafar con satisfacción, por lo que imitó a su compañero e hizo que su varita se volviese un lanzallamas gracias a la invocación de un incendio, que pronunció en voz alta y con satisfacción.

El basilisco huyó del fuego y por tanto, de Jocker. Pero se dirigía directo hacia Matthew, que tendría que enfrentarlo tal y como Jocker debió enfrentar al suyo, aunque él estaba en desventaja puesto que no había un animal que pudiese controlar para despistar a la bestia de máxima peligrosidad.

אהבה מושלמת באה במהירות, וכל השקרים צורחים מושתקים


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Jock se encontraba moribundo por el reciente disparo de flechas, las cuales aún se encontraban clavadas en su cuerpo y de no curar las heridas era de suponer que sufriría consecuencias graves, no era intención del gitano matarlo, solo divertirse, pero a decir verdad ya le estaba dando hambre y quería volver para la cena. Una pequeña mueca de insatisfacción se formó, casi imperceptible.

 

Unos cuantos segundos incluso pasaron para luego escuchar a su profesora hablarle y ver como de su varita había salido un rayo que viajaba directamente hacia su posición, Salvaguarda Mágica pensó Matthew y movió su varita sobre él para volverse intangible y asi pasar de aquel fulminante ataque.

 

 

Entrecerró los ojos y no dijo nada más que un pequeño murmullo, volvió su mirada al mago de cabello azabache; aquel también había atacado a Triviani, un rayo en tonos violetas había salido disparado de su varita, sus ojos avellanas de inundaron con el color de aquel rayo y sin darse cuenta recorriendo la distancia de cinco metros que los separaban, impactó de lleno en el pecho del castaño.

 

A Triviani no le gustaba para nada lo que había pasado, un momento de descuido y ahora se encontraba cubierto de sangre, pero al parecer sus problemas seguían aumentando... Curación pensó Matthew y detuvo el sangrado de las heridas rápidamente, no estaba exento de peligro por aquel ataque, pero se encargaría luego de terminar con sus heridas.

 

El hermano de Green parecía volver por una revancha algo injusta por el gitano Sectusempra vociferó Triviani apuntando al Basilisco para ahuyentarlo nuevamente de su posición y que huyera por los altos pastos del lago y el bosque pantanoso.

 

 

 

 

 

 

@Jock

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De a poco, el hechizo de curación del libro iba haciendo efecto en mi cuerpo. Me sentía recuperar la vitalidad y la movilidad en el brazo. La cicatriz no se iría tan fácil, pero al menos no punzaba más. Era un corte profundo pero ya no sangraba. Cerré los ojos y respiré profundo, sintiendo el aire entrar en mi cuerpo. No era un aroma muy agradable, pero había llegado a temer no respirar más, por lo que me emocionaba de todos modos.

 

La Triviani había utilizado la Salvaguarda mágica para que mi rayo no le hiciese nada. Así que el duelo seguía. Carraspeé con la garganta, intentando aclarar mi voz. Le apunté directamente. -Silencius- dije y vi que la bruja movió sus labios pero nada salió de ellos. Sonreí. Era mi momento.

 

-Sectusempra- mi voz resonó por todo el pantano pero no me importaba. Un rayo salió de la punta de mi varita, directo al pecho de la bruja dispuesto a causarle un montón de heridas sangrantes si le impactaba de lleno. El hechizo de curación me había devuelto bastante vitalidad, por lo que ya no sentía tanto el cansancio. Pude ver a mi tía observándonos a todos y le dediqué una media sonrisa.

 

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