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. Mansión Di Médici . (MM B: 113112)


Lucrezia Di Medici
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Matthew Triviani

 

No podía sacudirse de encima la sensación de aquel lugar, pertenecía a su infancia, como si fuera un dominio anclado en el pasado y que por tanto no debía ser perturbado. Sus antiguas paredes albergaban tantos recuerdos, ecos de risas y conversaciones susurradas, navidades pasadas con rostros que ya casi ni recordaba; todos pululaban como fantasmas alrededor suyo cada vez que ponía un pie en aquel castillo. No tenia motivos para rehuir a su niñez: amado y consentido por sus padres, siempre de la mano de sus hermanos, prodigioso en sus estudios y alcanzando cada meta propuesta en su camino.

 

Sacudió su cabeza, para salir de los pensamientos a los cuales la respuesta de la bruja lo transfirieron. ¿Buscando asilo en una mansión totalmente desconocida? ¿Era eso realmente posible, que Lucrezia dejara entrar quien quisiera a su morada? respiró profundo, para evitar lanzar un grito hacia la blonda, quien, aparentemente no estaba entre los presentes, motivo suficiente para volver a golpear a su elfo -como de costumbre lo hacia-.

 

Se demostró indiferente ante los demás, su ímpetu intacto, y solo intercambio palabras con Askar, quien al parecer portaba el apellido de uno de sus hermanos, o de ambos, ya no recordaba, o no quería recordar cosas que poco le interesaban. Demostró estar interesada en el collar que llevaba consigo, la miro con suspicacia y respondió:

 

Quizás logres reconocer a dos de mis hermanos, que han formado parte de ella. enarco una ceja O le rendían culto, quien sabe que clase de cosas podrían haber estado haciendo aquellos dos bastardos ahí dentro. añadió como curiosidad, bajando su voz, en cada palabra.

 

Busco con la mirada algún lugar donde poder acomodarse y platicar más a gusto, por lo que extendió su brazo indicándole donde, invitándola a sentarse con él, mientras con su varita había hecho aparecer una botella de Vino Médeci, que con anterioridad logro robar de la bodega personal de la aristócrata, con una etiqueta blanca y entrelazo dorados cual oro. Saco dos copas de bajo su capa, -magia gitana(?)- y lleno un cuarto de copa de cada uno, proponiendo un brindis, para luego hablar de negocios, como buen gitano, le ofrecería compañía en su Castillo.

 

Rumano. respondió escuetamente ¿Buscas familia de acogida? puedo ofrecerte un lugar, junto a los Trivianis. ofreció luego de chocar ambas copas y dar un pequeño sorbo. Somos una familia numerosa, un poco peculiar, y malas intenciones... sacudió su cabeza al darse cuenta del error Buenas, buenas intenciones. claro que había mentido, pero no podía quedar como un altanero, más de lo que ya demostraba ser, frente a una desconocida. Después de todo Amá estaría orgullosa de que llevara gente, le gustaba coleccionar esclavos y luego, cráneos como veladoras. Obviamente, debían demostrar ser dignos de portar su apellido...

 

Pero si ya tienes planes de quedarte por aquí, no es problema, puedo intervenir con Lucrezia, y pedirle que te de un lugar. después de todo, seria una buena excusa para conocer su habitación.

 

 

@@Sasha Askar

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Passepartout - Elfo doméstico.

 

Passepartout estaba acostumbrado a apretar cosas: apretar la esponja contra cada rincón de la lujosa tina de Lucrezia, apretar las uvas para extraer de su interior la materia prima para elaborar los vinos familiares e incluso apretar el estropajo metálico contra las juntas de los azulejos para eliminar el más mínimo rastro de suciedad por orden de su ama. Sin embargo, lo que en aquel momento presionaba entre sus manos era nada más ni nada menos un trapo blanco, que envolvía y aprisionaba en su interior al pícaro escarbato de la familia. La pequeña mano de la criatura se escabullía fuera de la tela y sostenía entre sus deditos uno de los tantos collares de oro puro que la matriarca de la mansión coleccionaba en su casi inaccesible habitación. El elfo doméstico debía llevarlo nuevamente a su precautorio encierro.

 

Sin embargo, algo logró capturar su atención mientras atravesaba uno de los pasillos que rodeaban el patio interno de la mansión. Las voces provenientes del salón principal producían un tenue eco entre las paredes de terminación curva, alertando a los habitantes del lugar de la presencia de extraños. El siervo de Di Médici enarcó una ceja sorprendido por la llegada inesperada de visitantes y alzó sus puntiagudas orejas en un vano intento de percibir el sentido de las palabras. Desde aquella distancia el intercambio entre lo que parecía ser un varón y una mujer se volvía inentendible, así que decidió armarse de valor y cumplir con la orden que intuía que Lucrezia hubiese dado: recibirlos. Presionó con más fuerza el rechoncho cuerpo del escarbato entre sus delgadísimos dedos y atravesó a paso firme el tramo de pasillo restante para ir al encuentro de los visitantes.

 

Al llegar al umbral de la puerta sus saltones ojos rastrearon a los extraños apenas ingresó en el salón principal de la mansión. Escudriñó en el rostro y la vestimenta de cuestionable gusto de uno de ellos, al cual reconoció al instante como Matthew Triviani. Lucrezia sostenía aun importantes reservas en relación al joven de la problemática familia gitana, por lo que había advertido a sus siervos de su existencia y su aspecto físico por demás reconocible. Lo acompañaba su elfo doméstico, al cual el hombre golpeó sin ningún tipo de decoro o piedad, gesto que erizó la piel de Passepartout e incluso hizo mermar la presión que ejercía sobre el escarbato. Clavó su mirada en él con inusitada furia que segundos después se vio obligado a ahogar por su papel de elfo doméstico. Tomó una buena bocanada de aire para calmar su furia y se acercó a los invitados.

 

Antes de detenerse en la mujer también presente notó el imperdonable asalto a la reserva de bebidas privada de su ama. El chasquido de sus alargadas falanges provocó que la botella de la bodega Di Médici desapareciera en simultáneo al vino que ya se había vertido en las copas. Tomó por sorpresa a los dos visitantes y, cuando ambos se voltearon hacia él, les concedió una exagerada reverencia que provocó que su alargada nariz rozara el suelo. Al incorporarse, su mirada se dirigió a la chica cuya identidad desconocía por completo. Concluyó por mera intuición que se trataba de otra persona a la cual Lucrezia había acogido con su infinita generosidad y su inconmensurable amor. En sus labios se dibujó una genuina sonrisa, natural en alguien que siempre se presentaba servicial y dispuesto.

 

- Bienvenidos a la mansión Di Médici. Espero que se sientan cómodos. Lucrezia se encuentra ahora mismo en la propiedad, más no en la mansión: se encuentra en el aviario al otro lado del río junto a parte de la familia. Pueden esperarla aquí o ir hasta allí, en cuyo caso asignaré un miembro de servicio que los guíe.

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La charla estás entretenida. Hacía tanto tiempo que no hablaba largo ni tendido con nadie, que me resultaba muy renovador hacerlo en ese momento. Matthew era un buen orador y ya había comprado mi simpatía con la seductora tonada que tenia. Me encontraba sintiéndole como si fuéramos amigos desde chiquitos y eso ayudo a que me sintiera mas cómoda con el correr de los minutos. Lo seguí hasta donde me invitaba a tomar una copa de vino.

 

-Conozco a la bestia -Respondí para continuar con el tema de mi familia - Jeremy, se que es un Triviani aunque lo vi muy pocas veces, tiende a ser un violento que debería estar encerrado para toda la eternidad y a Rhaella -Pronunciar el nombre de la mujer por la que sufrí un breve enamoramiento me hizo respirar profundo - Ella si que es hermosa. Una mujer digna.

 

Me senté en el momento que él me contaba su origen rumano y me ofrecía refugio entre los italianos. Me quede pensando en su propuesta mientras agarraba la copa para tomar un traguito, estábamos muy bien hasta que un elfo domestico vino a robarnos el vino. Lo mire con vehemencia dejando con un golpe la copa sobre la mesa ratona.

 

-¿No podemos llevarnos el vino por el camino? Tenemos sed -Replique poniéndome de pie para esperar a mi compañero - Odio a los elfos maleducados -Comenté antes de cambiar de tema - ¿Esta Rhaella por tu casa? Me encantaría pasar a verla.

 

 

@ @@Lucrezia Di Medici

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¡Gracias Rachel Ravenclaw! ♥.♥


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Los chicos eran protegidos de Lucrezia, era muy comun en la aristocracia ver que los padres dejaran sus hijos al cuidado de personas capaces de educarlos de la forma correcta para vivir en sociedad. Era mi razon para estar aqui, aprender de mi prima.La complicidad de su mirada al decir que cuidariamos de los chicos, la agradeci con mi gesto, ahora como adultos nos encargariamos de ellos.

 

Camine alrededor observando el nacimiento del fenix, Mi prima tenia un talento innato para las criaturas, estos jovenes crecerian en sabiduria si lograban aprovechar todo ese conocimiento.

 

Observe en silencio, el muchacho era tranquilo la chica no la analizaba bien, era bella y muy parecida a mi prima, por respeto no preguntaba si era su hija. Pero muy callada, ya hablariamos y la conoceria.

 

@@Lucrezia Di Medici

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Sonrei y negue con la cabeza. Chops, si, ese nombre estaba fuera de la cuestion. Ordinario o vulgar?? Pudiera ser, teniendo en cuenta que las chuletas que comia las tomaba "prestadas" sin que mi padre se enterase dejando a un lado dulces mas finos y tradicionales. No sabia el porque exactamente pero tenia una aficion por la carne algo rara, principalmente por la no completamente cocida. De ahi lo de las chuletas y que le huyera tanto al brocoli. Pero dejando el asunto culinario a un ladpo y regresando al asunto del fenix mirando a anbos padres y buscando un nombre apropiado que reuniera podibles caracteristicas de los progenitores se me ocurrio uno. Mire por un momento a la chica de al lado y sonrei, no se exactamente por que, ya estaba casi seguro de que tenia parentesco con alguna veela francesa. Decir que me costo dejar de mirarla era una mentira flagrante asi que dirigi con esfuerzo mi mirada a Lucrezia que en ese momento se dirigia a Lex para que nos fuese de ayuda tambien en el proceso educativo.

 

-Ahora que lo pienso bien, porque no llamar al fenix Aureal. A fin de cuentas, metaforicamente referido a la aurora boreal, se pudiera entender que ese fenomeno es la union de hielo y fuego. -me detuve- hielo por el lugar donde ocurre: los polos. Y fuego porque el causante de la misma es el Sol.

 

Si me gustaba y tal vez regresaba la vista de nuevo a Luna para su aprovacion. Blaise, vas a tener que controlarte un poco mas. Tendria que convivir con la bella rubia mucho tiempo en esta Mansion.

 

@@Lucrezia Di Medici@@@Lex Grindelwald

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Luna Cristal Gryffindor Dumbledore

 

Los animales mágicos eran muy lindos, era la primera vez que tenía contacto con ellos. Los fénix eran particularmente especiales en la familia de mi madre, los Dumbledore decían que los pertenecientes tenían un vínculo especial con este animal mágico. Con suavidad puse mi debo índice sobre el fénix de fuego, su cabeza apenas se movió y luego irguió su cabeza fijando su mirada en mí. Era un majestuoso animal y mientras me veía parecía que me conocia, esa soledad que tenía desde el momento de nacer el la veía claramente. Le sonreí instintivamente y acaricie su plumaje rojizo de nuevo, me sentía muy distraída mientras lo veía.

 

Blaise comentó muy amablemente que el nombre debería ser Areal, me gustó mucho la sugerencia, el había sido muy tierno en haber reconsiderado su opción, viéndolo a los ojos le sonreí.

 

-Es un muy lindo nombre... Voltee a ver a Lucrezia - puede llamarse así sea macho o hembra es un hermoso nombre, ¿usted que piensa Señora Lucrezia?

 

Le pregunté tranquilamente a la dama, ojalá diera su aprobación para el nombre de la pequeña cría de fénix.

 

@@Blaise Zabini @@Lucrezia Di Medici

Editado por Ariane Dumbledore

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Ministre de la Magie Français // 🌙 dulce asesina by Mael

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Y ahi se encontraban los dos magos caminando por las afueras de esa mansión, por un lado Sherlock se encontraba caminando plácidamente mientras que a su lado se encontraba un joven como de unos 20 años aproximadamente el cual miraba a todos lados y apuntaba en su libreta, cosa que mirando de reojo el mago sencillamente negó con la cabeza mientras que con un rápido movimiento le quito su libreta, pero el chico en un movimiento mas rápido hizo afán de querer quitarle la libreta pero justo en el ultimo momento sherlock hizo el cambio de mano alejándose de el...

 

--Has estado practicando hijo mio--

 

Fue entonces que sonriendo inmediatamente guardo la libreta en su abrigo y se acerco al chico donde acariciando su cabeza el mago sonrió retomando su camino hacia aquella mansión, porque estaba ahi? únicamente para hacer llegar la invitación de la fiesta en su mansión, o tal vez no... nunca estaba demás ir a molestar a esa señora lo que soltó una carcajada en el mago

 

--Sabes pase lo que pase no te metas vale? yo que puedes matarla pero nah solo dejamos esto y nos retiramos okay?--

 

Le decia el mago mientras tocaba la puerta de la mansión 3 veces y sonriendo sencillamente se quito su sombrero y casi al mismo tiempo los dos magos se quitaron su abrigo, lo que tomando aire se dispuso a hablar en voz alta.

 

--Buen dia!!! se encontrara la señorita Lucrecia!!?? es Sherlock Holmes y su hijo Dick Grayson-Holmes--

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Extendió la comisura de su labio, formando una media sonrisa inclinada hacia la izquierda de su rostro. Su mirada se clavó intuitivamente en Blaise y en el él recayó toda la satisfacción que transmitió a través de sus azules ojos. El nombre había quedado repentinamente en un segundo plano; era el concepto que el chico había esbozado en su propuesta lo que atrajo la atención de la blonda italiana. Una mente con una capacidad extraordinaria pese a la corta edad, sin dudas. No dudaba del trabajo que Ludovico había realizado hasta el momento en que decidió enviar a su hijo a Ottery St. Catchpole. Lucrezia no se mostraba dubitativa ante la ambición que la embriagaba en aquel instante: el joven tenía un futuro prometedor como heredero gracias a su innata inteligencia, solo bastaría una dinámica formación bajo su tutela para exprimir todo su potencial.

 

- Aureal es un buen nombre, sin dudas. Espero que puedas encargarte de él con la misma pericia con la que arribaste a un nombre tan lógico a la vez que bonito.- le dijo, dejando que en sus palabras fluyera una clara actitud desafiante.

 

Apenas su voz se extinguió en el apacible silencio del lugar la danza perfectamente cronometrada de las aves dio por fin comienzo, algo que la Di Médici había previsto para ese exacto instante. El fénix de fuego y el fénix de hielo se elevaron hacia el cielo en línea recta, girando uno con el otro en perfecta sincronización. Sus delgados cuerpos no llegaban a rozarse pero el viento impulsado por sus alas hacía que su plumaje se enalteciera al atravesar el camino hacia el cielo. Las estelas que dejaban a su paso, una de un centellante azul y la otra de un fogoso rojizo, formaban una espiral que ascendía con armonía y que nunca llegaba a cerrarse, dejando una delicada huella de su travesía hacia el firmamento. Al superar la copa de los árboles ambos fénix por fin se uniendo, exponiendo en toda su extensión sus alas al estirarlas y entrelazando sus garras para sostenerse.

 

En aquel momento la posibilidad de ignorar aquel espectáculo era nula. Todas las cabezas estaban inclinadas hacia el cielo y cada par de ojos estaba clavado en las aves con la excepción de los de la aristócrata, quien conocía el hermoso instinto de aquella especie de memoria. No se basaba ello en su conocimiento académico de las criaturas mágicas sino en la propia experiencia en su natal Italia: allí, en la villa donde se había criado y educado, la danza de los fénix era todo un evento que devenía en una de las pocas reuniones de todo el linaje Médici. Una adolescente Lucrezia esperaba aquel instante, que apenas duraba un minuto, durante todo el año. Por lo tanto no se sorprendió cuando todos los presentes fueron primerísimos testigos, de un instante para otro, del endulzante canto que los fénix emitieron al unir sus picos. Una llamarada cubrió el cuerpo del fénix del fuego y la frágil anatomía del fénix de hielo simplemente se derritió. El agua y las cenizas cayeron al suelo en el exacto lugar del cual habían partido. Allí renacieron.

 

- Que curiosidad…- dijo Lucrezia, dejando claro en su tono de voz calmo que aquello no la había tomado por sorpresa.- No solo deberán cuidar a la cría sino también a los padres hasta que recuperen su adultez. Luna, tú te ocuparas del fénix de hielo. Blaise, tú te ocuparás del fénix de hielo. Entre ambos procuraran la atención de Aureal. Si algo malo le sucede a estas criaturas ambos pueden considerarse expulsados de mi hogar y tendré que comunicarme con sus respectivos padres ¿Entendido?

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Mi sonrisa se hizo tontamente evidentemente. Primero por el apoyo recibido por Luna, sin duda lo valoraba mucho. Segundo por la reaccion y posteriores palabras de Lucrezia, al menos comenzabamos con buen pie. Claro tambien era evidente que lo primero que me tocaba aprender bajo su cuidado era el arte de la perseverancia y el autoncontrol, denominado responsabilidad. Con mi padre tenia mis responsabilidades, mas que nada salir bien en mis estudios, pero eso era la punta del Iceberg. O sea no es que acostumbrara a hacer otros deberes que involucrasen ese aspecto, nada de tender la cama, doblar la ropa, preparar una maleta. No, para eso tenia a los elfos. y en cuanto a ser responsable por alguien mas, tampoco. era hijo unico, asi que alguien mas siempre era responsable por mi.

 

-Sin dudas hare mi mejor esfuerzo. -conclui despues de dada la mision de cuidar a Aureal. Tendria que leer lo mas posible de la crianza de estos bellos animales, y acostumbrarme a pedir ayuda. Asi que mientras Lucrezia se enfocaba en la danza de los fenix, yo m incline hacia Luna -me ayudarias en esto??

 

Se que era una tarea que se me habia encomendado a mi, pero acompañado y mas por Luna, seria sin duda mas llevadera la tarea. Y ya no hubo tiempo de pensar en nada mas pues los padres de Aureal tomaron el vuelo para danzar en un espectaculo sin igual. Sin duda el mundo magico me reservaba muchas maravillas. Porque lo que presenciaron mis ojos y disfrutaron otros sentidos desbordaba cualquier expectativa. Aunque no duro mucho el espectaculo despues de unir sus picos se deshicieron segun su elemento, cayendo los restos en el mismo lugar que inicialmente habia dejado, reapareciendo como polluelos. De mas esta decir que las palabras que a continuacion dijo la Medici sonaban a orden, asi que mire de soslayo a Luna y me encogi de hombros.

 

-Supongo que nos veremos mucho por aqui.

 

@@Lucrezia Di Medici@

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Lucrezia era maravillosa, admiraba esa tenacidad con la que todo lo que hacía era perfecto, podría decirse que planeaba todo paso y se daba como ella lo deseaba. Por un momento me permití pensarla en mis brazos, no era nada despreciable para ningún hombre poseer el alma de una dama no sólo distinguida sino hermosa. Fantasear con ella era lo único que podía permitirme porque era demasiado para mi que esa fina y fuerte mujer me permitiera entrar a su corazón.

 

Despeje mi mente de esos pensamientos y bajas pasiones para concertar me en en divino espectáculo de las dos aves fenix, eran llenos de una majestuosidad que ni la más detallada descripción de los libros lo describiría más adornadamente.

 

-Querida prima me retiro, iré a la mansión

 

Roce su mano con delicadeza y la mire deteniendo mis ojos por unos segundos más en sus hechizantes labios

 

-Sí soy necesario para ti solo mandame llamar .

 

Camine la distancia hasta la mansión en zancadas largas y dirigiéndome a la puerta de entrada escuche que tocaban,abrí la puertas y encontré dos hombres en ella.

 

-Buenas tardes caballeros, a quien buscan?

 

@@Lucrezia Di Medici@

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