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Goderic Slithering
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Una vez que saben la localización del agente, aparecen en la puerta de su casa. Aunque no es difícil ingresar, tratan de apresurarse para no llamar la atención de algún vecino que se encuentre por allí, especialmente porque son reconocibles al no haber anochecido aún. Así mismo procuran no hacer demasiado ruido, Emily piensa que lo mejor sería sorprenderlo, desmayarlo y, si no encontraban nada, borrarle la memoria y hacer como que no ha pasado nada.

 

No sería la primera vez que usa esa estrategia, pero, ya sea su instinto o su paranoia, le dicen que algo van a encontrar en esa casa. Agradece poder comunicarse con Goderic sin tener que hablar, por lo que no interrumpen el camino del otro, más bien, trabajan en sincronía. Pero no tienen tiempo que perder, ni pueden abusar de su suerte. Por eso, Emily -también deseando poder utilizar los poderes de su clan- realiza una convocatoria de espíritus. Tiene una corazonada.

 

Las almas en pena que aparecen son de dos mujeres, no siempre las invocaciones son agresivas, pero éstas mostraban claros signos de querer atacar al hombre. Emily piensa que quizás no haya sido tan buena idea invocarlas. De cierta manera iba a revelar que era una bruja o al menos que tenía algún tipo de poder sobrenatural. Obviamente, ella no sabía que las invocaciones se trataban de las víctimas de aquel hombre…

 

Un grito ahogado sale del hombre al ver a los espíritus, su palidez y la forma en que mueve sus labios sin articular palabras muestran el impacto de la invocación. Confiesa, cree escuchar mezclado con el viento, Confiesa escucha nuevamente y se repite una y otra vez la misma palabra, hasta que finalmente el hombre pierde el conocimiento.

 

-Definitivamente no es un mago -comenta Emily alzando los hombros, pensando que al final de cuentas sí tendrá que borrarle la memoria. Empieza a registrar las cosas en la habitación cuando cree escuchar un golpeteo, que parece provenir de abajo, acompañado de un sonido parecido a un grito muy lejano.

 

-¿Escuchas eso? -dice , deteniendo sus pasos -Creo que tienen a alguien aquí

 

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Las tortugas marinas son animales bellos y ágiles dentro del agua a pesar de su pesado caparazón y lo corto de sus extremidades, Ela con los pies colgando a ambos lados del caparazón, surcaba el agua salada, fría, deliciosa a decir verdad, de cuando en cuando, algo la rosaba, otro animal, que en realidad es su hermana de sacerdocio Sagitas, quien además emitía unos sonidos tan agudos que un par de veces le hicieron desear tener a la mano un par de orejeras.

 

La niebla no permitía visibilidad, era curioso lo rápido que se había extendido y como en dirección a aquella luz, a lo lejos, parecía hacerse más y más densa, lo que karoline no entendía era el efecto perturbador, que de seguir expuesta le acarrearía, pero sus sentidos aún estaban alerta, el anillo de nigromante vibraba en su dedo anunciado a gritos la magia oscura en la que se adentraba, y para completar no recibía respuesta de su compañera.

 

Continuaron así un poco más, no supo si fueron segundos, minutos u horas, pero habían avanzado hasta la luz que en realidad era un faro, cuando llegaron al acantilado la tortuga parecía querer deshacerse de la carga, Ela se resistió pues su mente de forma inconsciente le mandaba señales de alerta ¿Cómo volvería? ¿volvería? se obliga a pensar: su varita mágica, es bruja, se niega a rendirse al magnetismo de la niebla, aprieta sus piernas al caparazón y el animal marino la sigue transportando, abre los ojos tanto como puede y por un segundo ve a Sagitas avanzar hacia algo, la siguió, sea como sea, no la dejaría sola, y cuando casi está cerca ve la puerta de madera, la lógica acude a ella y la relaciona con un faro de gruesas paredes donde podrían refugiarse y encontrar la seguridad de que carecen a la intemperie.

 

--Si-- arrisca a decir ante la pregunta de si esta bien, aunque no sea del todo cierto o si lo dice de forma audible, pues está a nada de perder la capacidad de razonar y tomar decisiones, de perder toda fuerza, pero algo pasa, la limpia y libera, ya ha sentido ese efecto antes y es obra de una sacerdotisa purificandola, lo agradece y entiende que necesita ayuda si quieren salir de todo aquello con bien. aun así permanece callada, quieta a donde la ha arrojado la corriente o la tortuga que ya no ve. Siente que no está sola, percibe auras pero no son sus compañeros de bando, de sacerdocio, estos, estos caminan entre los no vivos, tal vez puedan ayudar, cierra los ojos y concentra su energía en aquel susurro que parece más una plegaria que una invocación sacerdotal

 

--Espíritu en silencio, requiero tu refuerzo, hazme de ti ayudar, guardián de este faro a lugar-- de inmediato el guardián del faro acude en su auxilio, primero la puerta se cierre de un golpe como si con ello la niebla y la propia vestía en la figura de madeleine no tuvieran poder para entrar y luego le informa que aquello (la niebla) es un poderosísimo hechizo de fuerzas oscuras unidas, que un par de brujas buenas no tenían tal poder, palabras con las que trajo de vuelta la rebeldía de Karoline --Pues ya veremos y no somos solo un par, somos la orden del Fénix con tanto poder que quienes hicieron esto va a parecer unos principiantes-- aseguró la sacerdotisa con poca humildad pero con total fe en los poderes de los tres clanes.

 

Se puso de pie y empezó a subir las escaleras, hasta que le dijo a su compañera a quien había alcanzado --¿Escuchaste? El guardián dice que es magia oscura--

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¿Quién podría ser capaz de hacer un hechizo tan poderoso? Definitivamente no era realizado por una sola persona, pensó la bruja al escuchar las palabras de Madeleine cuando volvió a la normalidad. Pronto las preguntas que ella misma se había estado cuestionando, fueron exteriorizadas por Vera y cuando le iba a responder que tampoco tenía las respuestas, su prisionero empezó a hablar, pero ya Kaori estaba cerca de Madeleine quien a esas alturas ya estaba empezando a sentir los daños causados al haber dejado salir a su bestia interior.

Suspiró y cerró los ojos concentrándose en poder sentir la magia en su interior y desbloquearla, después de varios segundos que le parecieron eternos, se sintió capaz de usar el amuleto de curación en su compañera, quizá no le sanara todas las lesiones, pero al menos aliviaría en algo el malestar.

—Quizá el hechizo se esta debilitando… o quien esta haciéndolo no esta preparado para tantos magos y brujas reunidos en el pueblo —Se aventuró a decir —He podido curar en algo a Madeleine pero no creo poder ayudarlo —Dijo mirando al hombre que un sangraba por el hombro y luego al recordar que lo había lastimado a propósito añadió —Lo siento… —Se disculpó la bruja más no tuvo oportunidad de decir otra cosa.

La magia estaba regresando de a poco a cada uno de los presentes y el que Hobb pudiera usar un hechizo de su clan lo confirmaba. Por las acciones del mago le dio la impresión de que tenía en mente destruir la fuente del hechizo, una decisión un poco apresurada, que no les dio tiempo alguno de discutir pues pronto estaba volando muy alto en dirección al faro, que no estaba muy lejos de la posición en donde estaban.

—Maldición… Hobb… regresa —gritó la bruja, pero fue en vano pues no detuvo su avance.

Al bajar la mirada pudo notar que el faro no estaba deshabitado y aunque probablemente fueran enemigos, había la posibilidad de que también fueran personas inocentes o miembros del bando. No, no podía correr ese riesgo, sin pensarlo demasiado y a sabiendas que Madeleine aun se estaba recuperando, usando el Phantom corrió a una velocidad sobrehumana hasta llegar al faro, en donde se dio cuenta de que había más personas de las que hubiera imaginado. Para ser un lugar tan pequeño como aquel, llegó a la conclusión de que habían usado un hechizo de expansión indetectable.

Reuniendo todas sus energías la pelinegra invocó el mayor numero de criaturas de sombras, unos armadillos tan grandes que tranquilamente podrían rodear a una persona y protegerla. Cada una de ellas tenía la misión de proteger a alguien, aun no había desaparecido la ultima criatura cuando vio como el arma mágica de Hobb impactaba con el faro y causaba un gran desastre que sin duda hubiera sido mayor si la magia del mago hubiese estado al cien por ciento de su capacidad.

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De pronto la magia innata en Ela Karoline regresaba o el hechizo que la inhibia se debilitaba, lo que hace que la percepción de las auras sea más potente, una bendición de la diosa que estaba perfeccionando en medio de aquella misión, miro escaleras arriba donde iba Sagitas y se detuvo.

 

--Sagitas, Sagitas hay más gente abajo, no la vimos, tenemos que ayudarlos, pueden ser de los nuestros-- grito y desando los peldaños subidos, al llegar a la base del faro, se quedó mirando la puerta, todo parecía igual, solo que percibía las auras, solo tenía una manera de saber y era eliminando la corrupción mágica aunque fuera de momento, si había algún fenixiano dentro le daría una mano con la ”Purificación Espiritual” que se ejecutó ante el requerimiento mental de la bruja.

 

Cómo si una cortina hubiera caído Karoline empezó a ver lo que Zahil, hacia las paredes estaban confinadas las personas en camillas delgada sujetos con gruesas correas, quizás tuvieran algún encantamiento que les impedía hablar o recuperar la conciencia y luchar por sus vidas, era obvio que aquel era solo un sitio de tránsito hacia un destino final del cual parecía que no volverían. Debía desatarlos y llevarlos a otro lugar, lejos de la niebla, pero esta no desaparecería hasta que amaneciera.

 

Dos cosas pasaron casi a la vez, una, más presencias, criaturas para ser exactos (armadillos) pero las intuía benéficas pues de inmediato comenzaron a cubrir las camillas con los cuerpos. Lo segundo que paso fue un desplome desde la parte superior del faro, los muros cedían en parte como si un enorme y poderosísimo bloque de demolición hubiese sido soltado desde el cielo y quebrará todo a su paso y no sólo a nivel físico, sino también mágico, y como era lógico la magia oscura se defendía.

 

De la nada rayos como los emitidos en una tormenta en el mar comenzaron a caer electrificado el suelo que tenía rastros del agua salada entrante haciendo que un vapor azufrado y quizás, solo quizás, fuese venenoso, asfixiante o paralizante, el vapor ascendía para alcanzar a los que los rayos no impactaron de lleno.

 

Sin pensárselo dos veces reúne sus fuerzas en vista de la amenaza latente, extiende sus manos al frente y conjura un Absorbio absoŕviendo la magia de los rayos y protegiendo a cuantos puede dentro del faro, reza porque ni los rayos ni el desplome hiera a Sagitas o a alguno de los fenixianos o a ella misma que se ha desestabilizado a causa del conjuro.

 

Sabe que alguien muy poderoso quebró el mal dentro de las paredes, pero no alcanza a ver a su líder y cae al costado de uno de los armadillos que protegen a los otros, si hubiera podido hubiera enviado un patronus con un sencillo y único mensaje “el faro, estamos adentro con muggles” pero de momento no puede.

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Continuaba el ascenso por aquella escalera, poniendo la mano en las paredes y notando vibraciones extrañas. No las entendía, aún, pero me indicaba que había movimiento de algún tipo por encima de nosotras. Lo malo de percibir es que no te dicen si son buenas o malas, sólo que las hay. Las interpretaciones son propias de cada uno y, por tanto, con muchas posibilidades de error. Y estaba preocupada, subiendo escalón a escalón y, supongo, por eso no prestaba atención a nada más, incluida Ela. Esas señales me turbaban, me generaban una sensación de alerta y, a la vez, de ser amiga. Era extraño sentir eso allá dentro, en la cuna de la magia que atormentaba a aquel pueblo.

 

-- ¿Qué...? -- Bajé la cabeza hacia la oscuridad de la que venía Karoline. -- ¿Qué guardián? -- pregunté, de forma tonta, pues me había perdido la fase en la que ella había hecho uso de su poder de sacerdotisa. -- Eso sin duda. Todo esto exuda magia oscura por cada resquicio de las piedras.

 

Seguí subiendo con sumo cuidado. Habíamos pasado a un nuevo tramo de escalones en los que la humedad ya no era tan patente y los pies no resbalaban en ellos. El acuciante tono de voz de Ela me hizo detenerme de nuevo. Fruncí el ceño al darme cuenta que ella tenía una cualidad increíble para detectar las auras. Yo ni me había fijado y ya llevaba un buen tramo por encima de donde señalaba ella.

 

-- ¿En serio? -- le pregunté, no porque dudara sino todo lo contrario, porque aún alucinaba que yo hubiera pasado de largo de aquella zona sin darme cuenta que había personas en la zona. -- ¡¡Ohh, qué demonios...!!

 

¿Cómo es que no había visto los cuerpos, las camillas, las correas...? ¿Qué magia tan oscura era capaz de esconderse de aquella manera sin ser detectados...? Tenía que reconocerlo, Ela era una gran sacerdotisa.

 

-- ¿Crees que son los secuestrados? -- pregunté como si pudiera haber otra explicación lógica a la más sencilla. -- Vamos a sacarlos.

 

No era un "intentemos" o un " a ver si podemos..." Era una afirmación que no llegó a cumplirse, al menos en aquel instante, al sentir la vibración terrible en la palma de mi mano. Aún tocaba la pared cuando sentí aquello que se convirtió en un terremoto, un ciclón. Era el derrumbe del la parte superior de la edificación del faro. Me agaché inútilmente porque mi mente ya había reaccionado de forma automática y todo lo que se me vino encima me traspasó al estar afectada por el Salvaguarda Mágica.

 

La escalera desaparecía así que seguí lo más deprisa a Ela Karoline al espacio donde estaban aquellas personas atadas. Ésto hacía un poco más difícil el rescate pero nuestros compañeros estaban cerca, muy cerca, lo suficiente para percibirlos. La Orden está Arriba, si eso significa algo ahora. Además, la invocación de esas criaturas que están protegiendo a los lugareños sólo la había podido hacer uno de los nuestros (aunque, lo reconozco, los hechizos de los otros clanes se me escapan un poco). Eso me hizo sonreír un poco hasta que leí, mejor dicho, presentí un aura malévola.

 

No me giré aún y seguí semi agachada delante de Ela, sintiendo como se acercaba, mientras yo fingía preocuparme por ella (no lo fingía del todo pero tampoco podía hacer mucho más ahora). Supe que no era el autor de la magia oscura que había expandido la niebla desde el faro. Tal vez uno de ellos porque, he de confesar eso, allá había algo más que una persona implicada. Pero este... hombre... era oscuro sin dudarlo. Tomé aire de forma lenta, con los nervios a flor de piel. Esperando...

 

-- Ela, Ela, levántate. No, espera, descansa un poco...

 

Cuando presentí su aura violenta a poca distancia, demasiado poca, me giré hacia él con un único hechizo formándose en mis labios, "Zetsubio". El efecto le sorprendió (y he de reconocer que a mí un poquito también) al absorber parte de su magia en mis manos extendidas. A pesar de sentir entrar aquel tipo de energía en mí con cierto asco, la retuve, con la boca semi abierta y respirando de forma entrecortada, hasta que tuve que girar varias veces sobre mí misma para alejarme de él. Ni lo pensé, en cuanto vi que se tambaleaba y se acercaba a Ela.

 

-- ¡No a mi Hermana! -- grité, a la vez que una "Lanza de Assal" cruzaba hacia él y le atravesaba.

 

Arqueé la ceja y solté el aire de golpe. Ahora me daba cuenta que aquel habitáculo se había llenado de escombros y que los presentes nos miraban con miedo, con mucho miedo. Me pasé la mano por la frente y noté que la tenía pegajosa. Pero todo aquello daba igual en aquel momento. Aún estaba sorprendida por la fuerza con la que la invocación de la lanza había alcanzado a aquel-quien-fuera. Sabía que se había potenciado su poder con el efecto anterior pero por mucho que conociera la magia que podía generar gracias a la Diosa de Avalon, nunca sería suficiente como para aceptar la muerte de nadie, por muy malvado que fuera.

 

Noté que me faltaba el aire, no sé bien si por estar encerrados o por un ataque de ansiedad. Gateé hasta Ela y me tumbé a su lado, mirando el... ¿techo, lo que quedaba de él?

 

-- Estamos aquí -- susurré al aire. Luché contra el miedo. Sólo necesitaba unos minutos sin moverme. Ela sólo necesitaba unos minutos más... -- Estamos aquí.

 

Mi voz se convirtió en murmullo mientras otro lienzo de pared se derrumbaba por algún sitio. Me pareció ver algo de luz. ¿Amanecía o era impresión mía? No cerré los ojos, esperando volver a ver aquel signo de que el sol llegaba al pueblo de nuevo y que todo volvería a la normalidad. Necesitaba esperanza.

 

-- Estamos aquí -- dijo, un muggle, mirando hacia el mismo punto que yo. -- Estamos aquí -- repitió ahora una mujer, con el mismo tono que el anterior y que yo antes. -- Estamos aquí -- dijeron varias voces al unísono.

 

Sonreí, debía haber provocado un "Aigne" sin darme cuenta y ahora todos los presentes parecían mirar hacia arriba, con esperanza de que alguien nos oyeran. Parecíamos un coro de auras confiadas en que la Orden estaría cerca y nos oiría. A todos como a uno.

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Ya en su forma original, Goderic observa como la bruja realiza una invocación de espíritus. La situación que sucede después le causa cierta incomodidad, ver el actuar de aquellos espíritus vengativos hace que un escalofrío recorra su espalda. Espera nunca hacer algo que atormente a un alma, ser perseguido por unos entes fantasmales como aquellos solo podía generarle rechazo.

Afirma con un gesto al ver al oficial desmayado en el piso -debido al susto- definitivamente no era un mago. A pesar de sus temores iniciales, dibuja un símbolo en el piso para invocar alguno de los demonios. Batibat, una mujer gorda y fea aparece segundos después de su invocación, no era la primera vez que lo hacía por lo que el ser demoníaco no opuso demasiada resistencia para obedecer e inmediatamente comenzó a manipular los sueños del hombre inconsciente para obtener toda clase de información sobre su pasado y más.

Deja a la demonio realizar su trabajo y baja al sótano que se encontraba cerrado. Un simple alohomora había bastado para avanzar. La visión que encontró era horripilante. Una mujer -la que había visto en los recuerdos del niño- se encontraba encadenada y desmayada con signos de maltrato, a simple vista tenía agua y comida pero puede encontrar restos de vómito en el suelo. Por suerte para la mujer, no había evidencia de nada más grave que el daño sicológico de un secuestro. No la despierta, simplemente utiliza su magia para curarla de los daños físicos leves y realiza un encantamiento desmemorizador para olvidar cualquier posible trauma que vendría con aquellos recuerdos.

Dobcher.— llama e inmediatamente aparece un elfo doméstico al lado de él.—Llévala a algún callejón, que nadie te vea y vigila que nadie se le acerque hasta que se despierte.

Con aquella simple instrucción su elfo desaparece, junto con la mujer que ya se encontraba limpia, curada y desmemorizada. Se dirige rumbo a Emily cuando siente que su invocación desaparece, por lo que supone que Batibat le había entrada entregado toda la información que había descubierto a su compañera. Por lo poco que había descubierto, dudaba que aquel oficial realmente tuviera algo que ver con las desapariciones del pueblo pero esperaba la confirmación de la bruja.

¿Y bien?

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Se queda mirando con atención la forma en que su compañero empieza dibujar en el suelo, entendiendo con rapidez que se trata de un demonio. Hasta ahora, Emily no se había atrevido a invocar alguno “para practicar”, a pesar de haber leído lo suficiente durante el tiempo que pasaba en la Fortaleza Errante. Espera que esté invocando a Seere, ya que su habilidad para descubrir engaños podía irles muy útil en ese momento. Aunque quien aparece es Batibat.

 

Decide quedarse para obtener toda la información que el demonio pudiera obtener a través de los sueños del oficial inconsciente. Pero el resultado es algo decepcionante. Primero, realmente confirman que es un no mago, uno despreciable en realidad. Se había unido a los oficiales para tener más poder y pasar desapercibido. No era la primera vez que secuestraba a alguien y en su patio, lamentablemente, yacían dos cuerpos. Los cuerpos pertenecientes a las almas que la misma Emily había invocado.

 

Eso es lo que responde cuando Goderic vuelve a aparecer, y a su vez, el mago pone la pone al corriente de la persona que encontró en el sótano. Un escalofrío la recorre, pensando en qué hubiera pasado si no llegaban a tiempo, o si no llegaban al pueblo. Pero sus pensamientos son interrumpidos con un sonoro crac causado por la aparición de Dobcher, el elfo doméstico, quien les avisa que la mujer se había despertado.

 

No teniendo nada más que hacer allí, se disponen a buscar al resto. Una vez fuera de la casa se dan cuenta que ha llegado la noche. Se supondría que sus demás compañeros tendrían que estar en la posada, pero lo duda. Casi nunca las cosas iban de acuerdo con el plan. De inmediato una densa neblina los cubre y entonces Emily recuerda algo importante que no mencionó antes y que quizás tenga relación con lo que está pasando.

 

—Tenemos que ir al faro —dice, si bien el oficial no sabía el por qué, sí sabía que era importante que descubrieran qué se encontraba allí.

 

Con la velocidad que el phantom les confiere, no les habría tomado demasiado tiempo llegar. Sin embargo, sus poderes oscuros se habían debilitado. Goderic también lo intenta, con el mismo resultado. Ahora era más importante encontrar a los miembros de la Orden del Fénix, para comprender qué estaba sucediendo.

 

—¿Pero qué está pasando? —pregunta, más retóricamente que esperando una respuesta real, al ver como Hobbamock empieza a destruir el faro, al menos, Kaori y Madeleine se encuentran cerca.

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Mientras recupera el aliento, echa un vistazo disimulado para observar quiénes están acompañando a Kaori. Se le hace extraño verla con dos paladines, Vera y Graves, en lugar de oscuros; no puede evitar preguntarse dónde estarán los demás. Slithering, Karkarov, Granger... ¡Granger! Una punzada de culpabilidad la hace soltar un leve quejido —o quizás se trate de auténtico dolor, provocado por alguna herida que en el trance en el que se encontraba ignoró completamente—. Sabe muy bien que no la encontrará allí, ya que muy probablemente la oscuro se convirtió en una víctima de la niebla y se encuentra en el faro, el lugar por el que algún motivo la niebla forzaba a sus víctimas a encontrar. A pesar del dolor que siente, siente el impulso de ir a buscarla pero la detienen dos cosas: la conversación entre Vera y un hombre que parece estar en muy mal estado —seguramente se trata de un muggle— y Kaori, que hace uso de su Amuleto de Curación para mejorar un poco su estado físico.

 

Madeleine se da cuenta de que su magia no funciona con normalidad. Se siente... escasa. De cualquier forma, el dolor comienza a menguar. Por primera vez, baja la mirada y observa su ropa destrozada, la piel mugrosa y manchada de sangre seca. Cierra los ojos con fuerza e intenta calmarse. Ahora, no tiene caso enojarse ni sentirse culpable, no la ayudará en nada a encontrar a Granger o solucionar el problema de la niebla.

 

Con los labios apretados, escucha el resto de la conversación entre la paladín y el ahora revelado médico de Ravenrock, además de la acotación de Kaori que le da a entender que ella es la culpable del mal aspecto del tipo. Madeleine frunce el ceño, contrariada; aquella no es una buena forma de ganarse la confianza de las personas del pueblo ni de solucionar nada, pero ¿qué otra opción tenía, estando segura de que era una amenaza? Decide no intervenir en voz alta y dejar el tema para después, si es que surge. Lo que la deja pensando, es lo que dijo aquel hombre: que algunas personas son más susceptibles a la niebla que otras, pero ¿a qué se deberá aquello? ¿Y qué hay de la coincidencia en el grupo sanguíneo de los desaparecidos?

 

Tantas preguntas, todavía sin respuesta... Pero ahora, lo más importante es ayudar en lo que pueden.

 

—Espera, Graves... —murmura Madeleine por lo bajo, al ver al mago tomar alzar vuelo— ¡Graves!

 

A su lado, Kaori también intenta llamarlo pero el mago no las escucha. Madeleine lo observa usar uno de sus poderes paladines en contra de la estructura del faro y maldice por lo bajo. Quiere hacer algo, pero se sabe débil y las pocas energías que tiene, sería mejor usarlas para acabar con la niebla junto a Kaori. Así que no puede hacer más que observar... A su lado, su compañera oscuro parece tensarse y Madeleine no está segura de por qué, si todavía no ha podido mencionar nada acerca de Granger. Y tampoco tiene la oportunidad de preguntarle qué sucede, ya que Kaori hace uso de sus escasas energías mágicas para activar su poder phantom y llegar hasta el faro. No comprende muy bien lo que sucede, pero no hay tiempo de investigar. La niebla comienza a volverse más densa, a reunirse en torno a ellos.

 

—No me importa quién o qué esté detrás de la niebla, pero voy a destruir esa maldita cosa —le informa a Vera—. Espero que Kaori capte la indirecta y me ayude, porque no creo que pueda hacerlo yo sola, con las energías como las tenemos...

 

Así, Madeleine se dispone a enfocarse en reunir las pocas energías mágicas que puede canalizar a la mitad de la niebla. Luego de lo ocurrido con el berzeker, la verdad es que siente cierto recelo por todo lo relacionado al Poder Destructivo de la Magia de la Oscuridad. Había pensado que sería más fácil de controlar, pero se trata de una fuerza salvaje con la que nunca había lidiado; incluso para ella, domarla es diferente. «La cuestión es que, no se supone que sea algo que deba domarse —se ve obligada a decirse a sí misma—. Tiene que ser caótico. Y si no estás dispuesta a correr el riesgo... quizás no sea tu lugar...». Una extraña opresión en el pecho le dificulta la respiración. Es miedo, lo sabe. La verdad es que, a medida que sus poderes incrementan, más asustada se siente de sí misma. ¿Cuál es el punto de todo aquello?

 

Entonces, la brisa nocturna arroja unas voces hacia ellos.

 

«Estamos aquí... Estamos aquí...».

 

—¡Las personas desaparecidas! —grita el médico.

 

¿Sería eso lo que percibió Kaori? ¿Por eso saltó hacia adelante, sin más? «Y ahora, me toca a mi».

 

—Muy bien —susurra Madeleine por lo bajo, con la confianza de que sus compañeros se encargarán de socorrer a aquellas personas. Y sin duda, lo tendrían más fácil sin la molesta niebla—. Lo haré.

 

Cierra los ojos y, con la naturalidad de una exhalación, libera sus energías mágicas en la forma de una onda expansiva a su alrededor. El reotak actúa directamente sobre el hechizo manifestado en forma de niebla, sin dejar de expandirse. Madeleine siente cómo las energías abandonan su cuerpo, pero no puede detenerse. Deja que su magia se extienda cada vez más, para romper el hechizo y destruir lo mayor posible de la niebla. Sin embargo, se da cuenta de que no puede hacerlo sola y no tiene las fuerzas para gritarle a Kaori. No puede hacer nada más que confiar.

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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En cuanto sintió la presencia de la magia paladin, la bruja salio de su escondite justo en el momento en que la parte superior del faro caía y criaturas oscuras, invocadas por alguien de su clan llegaban a proteger a los que estaban ahi presos. Su poder mágico es cada vez mas fuerte, por lo que intuye que están atacando a la fuente de la niebla. Si esto es así, pronto sera capaz de usar toda su magia, incluyendo la oscura, aunque en teoría cualquiera pensaría que con tanta oscuridad a su alrededor ella debería estar tan cargada que resplandecerá. Pero era mas que claro que no era asi, por lo que tenia que recurrir a sus manos y su fuerza natural y mas nada.

 

De pronto un ser maligno del que no logra descubrir si es un mago oscuro o algo peor ataca a dos personas que acaban de entrar y que la vampira logra identificar como sacerdotisas por su magia. Una de ellas increíblemente logra lo que ningún otro mago había podido hacer en todo aquel tiempo, asesinar o por lo menos detener por un momento a aquel ser maligno. Seguro que el clan de Avalon tiene poderes que apenas conoce que los hace poderosos, pero no se va a detener a investigarlo así como no se va a detener a mirar si aquella cosa esta realmente muerta.

 

La mitad de aquella gente los mira con miedo, la otra los reconoce como suyos, y es a ellos a quienes busca con la mirada para que convenzan al resto de salir por el túnel que va a invocar. No sabe si aquello ya acabo pero sino es así, la orden se va a ver limitada con tantos inocentes ahi dentro. Lo mejor es sacarlos y que los demás se queden por si la bruja que ataco no logro matar al enemigo.

 

- fulgura nox - dijo apuntando hacia una de las paredes mientras visualizaba la cantina donde había estado mas temprano. - Se que no confían en nosotros pero tienen que hacerlo solo por esta vez, salgan por este túnel, los llevara a la taberna, una vez ahi no salgan o la niebla los atrapara de nuevo

 

Sino hubiese un solo mago en el lugar probablemente nadie hubiese entrado, pero en cuanto el primero de ellos entró, el resto que podía caminar lo hizo también. Eso los dejo con pocos civiles a los que proteger pero esto haría mas sencillo su trabajo

 

- tranquilos, nuestros compañeros están afuera, ellos nos sacaran - dijo mientras ayudaba a una mujer mayor a sentarse en la camilla. No podía abrir un portal directo a sus compañeros porque la niebla entraría al faro y eso los dejaría sin la magia que habían recuperado estando fuera de esta. Solo esperaba que los demás lograran completar la misión

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Las criaturas de sombras que había logrado invocar momentos antes de que Hobb usara sus poderes para destruir el faro, mismo que servía como un catalizador del hechizo que estaban usando para debilitar a los magos y brujas del pueblo. Consiguieron proteger a una gran cantidad de personas dentro de la estructura. Sin embargo, no sabía por cuánto tiempo más podría mantenerlos, solo esperaba que fuera el suficiente para que sacaran a todos del interior.

Se concentró en hacer que sus criaturas empezaran a salir con las personas que habían protegido y conforme que lo hacían los escombros iban cayendo peligrosamente. Podía escuchar a varias personas pedir ayuda, en su interior rogó para que más miembros de la Orden se dieran cuenta de lo que estaba pasando, para que acudieran a ayudar. Pero, que podrían hacer si la niebla menguaba considerablemente sus poderes. ‹‹Es un hechizo… hay que detenerlo›› pensó, pero su magia aún se sentía débil a causa de la niebla.

Mientras buscaba en su mente algún hechizo que pudiera ayudar sintió como una onda mágica se extendía por todo el lugar, de inmediato llego a la mente de la bruja uno de los últimos hechizos que había estado practicando en la fortaleza, la pregunta era si podría realizarlo en esas circunstancias pues se sentía un poco débil. Tenía que mantener a sus criaturas por la mayor cantidad de tiempo que le fuera posible, pero tenía que ayudar a Madeleine, no podía dejarla sola en ese momento.

Ofuscó a dos criaturas más y solo entonces liberó las energías que aun le quedaban haciendo que le onda expansiva que creaba el reotak actuara directamente sobre el hechizo que estaba causando la niebla. Poco a poco siente como va abarcando más y mas espacio, rompiendo y destruyendo la niebla… no tiene idea si será suficiente, pero siente que no puede mantenerlo por más tiempo.

Sus criaturas de sombras finalmente desaparecen y el uso desmedido de sus energías hacen que la pelinegra caiga al suelo, escuchaba voces, pero son lejanas, ajenas a ella. Los ojos de la bruja se cierran lentamente cayendo en la inconsciencia, deseando que su reotak combinado con el de Madeleine fuera suficiente para terminar con esa pesadilla en la que se había convertido lo que parecía ser una sencilla misión.

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