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Libro del Equilibrio — Noviembre 2020


Khufu
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El punto más alto de las montañas de la luna en Uganda es un sitio solitario, tranquilo algo de más, está alejado de las instalaciones de Uagadou, por lo que no tiene el bullicio de todas esas personas entrando y saliendo, personas que vienen de todas partes del mundo a buscar de los conocimientos que los antiguos guerreros uzza pueden otorgar. El clima africano también es mucho mejor de lo que pudiera ser, por ahora, cualquier otro lugar para enseñar de la magia guerrera, se asemeja a los secos tiempos de Egipto, pero con la constante humedad que provoca una experiencia más desafiante cuando el candente sol del mediodía alcanza su punto más alto sobre ellos. No obstante, la cita para comenzar esta clase es temprana, tanto que aún no hay rastros del dominante astro, la noche en cambio es mucho más oscura a esta hora de la madrugada, es silenciosa, seguramente porque todos deben estar durmiendo aún, pero sobre todo es engañosa. El viejo guerrero Khufu, que espera sentado sobre una pila de rocas, no ha pensado en ningún momento que subir las montañas de la luna en la oscuridad de la noche pueda ser un problema para los aprendices del Equilibrio.
Una tras otra, las páginas del antiguo libro del Equilibrio que descansa pesadamente sobre el regazo del delgado hombre, se pasan y repasan cuidadosamente, son escudriñadas por esos ojos grises que brillan ahora cómo plata mientras absorben nuevamente toda esa información que Khufu conoce más que bien, pero que parece insistir en su lectura cómo si buscara algún error en sus textos. Las nuevas reformas han cambiado el modo de enseñanza a través del tiempo, es más que consciente de ello, los vínculos ahora de los magos con los libros de magia guerrera son mucho más frágiles, desconsiderados, cómo si el dedicarle el tiempo y esfuerzo a aprender la magia que los pueblos uzza ofrecen fuera algo menos importante, algo que no requiere la atención tal cómo lo hacen con esos arcanos. No obstante, para con el libro del equilibrio los aprendices de magia guerrera aún no tienen los conocimientos necesarios para obtener esas habilidades, por lo que conseguir el poder del libro del Equilibrio debería ser, por mucho, una prioridad. Y debería aprovecharse de ello.
La pesada cadena que cuelga desde su cuello y que descansa sobre su pecho desnudo, tintineó. A Khufu no le sorprende que lo haga aun cuando no se ha movido lo suficiente para hacerla sonar, ni tampoco el viento, que se mantiene constante y frío ahí arriba, ha arreciado lo suficiente cómo para hacerla escuchar. La vieja reliquia siempre le recuerda a Khufu que aunque parezca, no está solo, el recuerdo de su amada le acompañará siempre. Khufu terminó entonces su profunda lectura para estar preparado para el encuentro con Maida I. Yaxley, de ella no reconoce nada más allá de lo que pueden decir los expedientes que se guardan en los archivos de Uagadou, y aun así, casi se impacienta por su llegada. Se pregunta entonces si es que ella se ha dado cuenta de cómo los textos del libro de equilibrio se han rebelado ante ella luego de haber solicitado su inscripción, esto para que tuviera el tiempo de prepararse para este momento, asimismo espera que la bruja no hubiera botado a la basura el frasco que debía contener, originalmente, las semillas de fuego, pero que por el momento se encontraba vacío.
No tendrá otra compañía esta noche más que de la de sus propios pensamientos, el equilibrio exigirá de usted su máxima comprensión y astucia, así que si no tiene razones suficientes para no continuar, comencemos antes de que tenga usted que preocuparse por el sol africano-, recibió a la aprendiz con aquella que podría ser una doble advertencia, ciertamente Khufu no consideraba que el libro del equilibrio requiera del usuario gran cantidad de esfuerzo físico, aunque si de una alta comprensión, tanto de los hechizos cómo de sus amuletos. —Soy Khufu, guerrero Uzza de los ancestros y seré tu guía esta noche para que encuentres tu vínculo hacia con la magia guerrera del Equilibrio-, con ademán la invitaba a acercarse, y esperaba que buscara, de entre sus cosas, su libro. —Explícate, ¿cómo es que funcionan cada uno de los amuletos y bajo qué circunstancias puedes hacer uso de ellos?
Los grises ojos cómo puntos en su curtido rostro se fijaron sólo en la persona frente a él y en su respuesta ante el conocimiento que el libro le ofrece.

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Editado por Niko Uzumaki
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Si Maida hubiera podido, habría comprado, en tiempos de bonanzas, todos los libros que se necesitaban para ser, al menos, un tanto más útil en lo que proteger a los suyos se trataban, pero cada Libro de Hechizos venía con una prueba muy desgastante para vincularse y aún resentía lo que había tenido que pasar para conectarse con el Libro de la Sangre, esperaba que al menos por el nombre, el del Equilibrio fuera una mejor situación para ella. Ilusiones que se volvieron nada cuando supo que tendría que ir hasta Uganda para encontrarse con el maestro asignado, y se volvió hasta en temor cuando supo la hora. Mortífaga desde el inicio, no le temía a la noche, pero los guerreros Uzza y los Arcanos eran seres que podían ser bastante omnipotentes para su propia seguridad, y a ellos, sí que les temía.

 

De todas maneras, no cargaba mucho, un morral con doble fondo dónde escondía sus pertenencias más preciadas, el frasco de semillas, el broche de plata en forma de su escudo familiar, pétalos de pensamientos y claro, el Libro del Equilibrio. Los demás artilugios iban colgados o colocados en sus dedos para evitar olvidarse de alguno. Se había vestido de la misma manera que lo haría para ir al Ministerio de Magia, una túnica gris ancha y de mangas largas a la que le había sumado una especie de chal por si se avecinaba una clásica tormenta de arena, por la locación, podía ser una acción preventiva por la que autofelicitarse. En cuánto se sintió lista, se apareció en el lugar indicado, y lo vio. Un ejército de hormigas subía y bajaba por su espalda sin ganas de darle tregua, era intimidante aún sentado y cuando su voz salió para darle la bienvenida las cosas no mejoraron.

 

Supongo que mi nombre ya lo sabe —intentó a modo de saludo alzando la mano derecha y sonriendo abiertamente—, sobre lo que pregunta, pues, tendríamos el Anillo antiveneno, que se explica por su propio nombre, aunque no sirve para el veneno del basilisco, que bueno que hay pocos por dónde vivo, ¿no? —bromeó sin reírse y encogiendo los hombros—, el Amuleto de la Resurrección resulta muy útil por si hay muertes, sin necesidad de involucrar a los medimagos, aunque su uso se debe restringir a los movimientos de Luna y esas cosas. Me quedarían las Semillas de Hielo, que son utilizadas para crear capas de hielo a una medida de cien metros cuadrados más o menos y los Pétalos de Pensamientos que se usan para varias cosas, la más importante envenenar gente a través de la esencia de una vela o un perfume, también sirve para aumentar la concentración o disminuir, según la conveniencia que yo necesite, ¿verdad?

 

@Khufu

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La cadena en el pecho de Khufu tintineó de nuevo, Khufu recuerda que no está solo. La aprendiz no ha tenido el mayor problema para exponer los hechizos, es algo vago y corta para hacerlo, pero se acepta, Khufu imagina que, al igual que Bakari, la bruja Yaxley es breve para no andarse con rodeos, sin embargo, el longevo guerrero de los ancestros se considera así mismo solo un poco más paciente que el resto de sus hermanos, y si quiere que Maida explique los amuletos es para que ella vea algo más allá, alguna cosa que no esté necesariamente explícita en los textos y que de algún modo su propia experiencia cómo aprendiz uzza, pueda percibir. La explicación simple le hace pensar que ella no ha puesto la atención que él hubiera esperado, pero no se impacienta tampoco con ella, después de todo, la enseñanza apenas comenzaba.


Correcto-, la voz del guerrero es neutral, no parece incentivado para nada tras la explicación de Maida, ciertamente no espera poca comprensión de los textos a esta altura del aprendizaje, al menos no por comprender la teoría, después de todo si la bruja había conseguido llegar hasta ahí, está seguro que no es ninguna simple casualidad, sobre todo si se ha encontrado antes a Badru en su camino, Khufu sabe que en su inusual ortodoxia que tiene por la magia guerrera, Badru siempre ha sido un filtro duro de pasar, al igual que cada uno de sus hermanos. No obstante, él no hará una excepción con ella solo por eso. —El libro del equilibrio nos comienza a enseñar, a partir de ahora, a medir con más sensatez el uso de los poderes obtenidos en este aprendizaje de magia guerrera y lo que le resta de él. ¿Pudiste notarlo? ¿Cuando expusiste las descripciones?-, Khufu asintió, este es comúnmente un detalle que muchos no parecen ver si no hasta el momento en el que sus vidas dependen de ello. — Cómo el amuleto de resurrección que “resulta útil, aunque su uso se debe restringir a los movimientos de Luna y... esas cosas”-, parafraseo entre dientes, casi decepcionado del aparente poco interés que tienen “esas cosas”.


No es costumbre para él explicar esto cuando enseña los ancestros, sin embargo, el equilibrio tal cómo su nombre lo dice Khufu cree que es justo un punto medio, a partir de aquí las enseñanzas de los libros de hechizos cambiaban de alguna forma y en parte eso se debía más que nada por la evolución que los aprendices tenían, no solo cómo usuarios vinculados a la magia uzza, si no también de cómo es que estos poderes influyen, o no, en el contexto de su vida cotidiana, cierto era que ahora las circunstancias que rodeaban al mundo mágico eran distintas, inciertas y oscuras, a cada mago influía de manera distinta. Y de aquí, que se consiguiera el equilibrio entre una cosa y la otra. Obtener estos poderes podría o no también hacerlo. ¿Qué tan significativo podría ser esto para Maida? El libro anterior, el de la sangre, sin duda para muchos representa un reto, si bien hace una buena cantidad de tiempo él no ha guiado a los aprendices durante la búsqueda de ese vínculo, él sabe reconocer la cantidad de magos y brujas que no son capaces de continuar más allá de aquellas magias de la sangre, pero era una prueba dura, después de ello, el vínculo con la magia uzza podría ser más razonable, comprensible, si es que se le dedicaba el tiempo, la atención y el esfuerzo requerido.


Si no aprendemos del uso correcto, en tiempo y forma, de cada uno de los poderes o amuletos que los libros de hechizos otorgan, créame que solo les estará desperdiciando y gastando en vano, y a usted junto con ellos-, explicó con monotonía en la voz, cómo si alguna parte de él supusiera que esta información es evidente para Yaxley, y es que se imagina que ella entiende de qué habla, después de todo, el libro de la sangre era una de las pruebas más claras del sacrificio que un guerrero debe dar a cambio de tales poderes. El resto de libros, aunque no de igual manera, exigían también de su parte. —Bueno, si es que comprende bien lo que le explico, y no tiene más dudas al respecto, continuemos-, Khufu se puso de pie y caminó en dirección a la bruja, pasando de largo hasta llegar hasta una de las orillas de la montaña que terminan en un pronunciado acantilado.


Estar tan cerca de la orilla es peligroso, ahí el viento es solo un poco más fuerte, aunque no es lo suficientemente, sumado al vértigo que el acantilado puede provocar, podría hacer que cualquiera perdiera el equilibrio ahí. Khufu en cambio se sembró en el suelo para poder trazar, con su vara de cristal equipada, un portal que partió la nada en dos, a mas menos un palmo de distancia del suelo, a un par de pasos de una larga caída.


Si hay dudas aún, será mejor que no salte a él todavía, Maida, pues ahí adelante le espera un camino largo. Pasando el portal encontrará un lugar, dentro de los vestigios de una antigua ciudad uzza, debe tener el mayor cuidado de merodear por las avenidas que alguna vez fueron habitables, por que le aseguro, que aunque le parezca lo contrario, esas calles no están solas-, Khufu se apartó solo un par de pasos para dejarle libre el camino a la bruja, en medio de la nada, el otro lado del portal brilla en colores arena, seguramente lleva a otro lugar lejos del África, quizá, a otros tiempos también. —Entre los amuletos que se te han entregado junto a tu libro tienes el frasco con las semillas de hielo. Esta vació, ¿cierto? Bueno, es hora de buscar su contenido. Una de las fuentes más antiguas de donde se puede obtener las semillas de hielo se encuentra en un santuario escondido en los adentros de esta ciudad-, hizo una pausa larga, casi incómoda, pero necesaria.


Los pálidos ojos grises escudriñaron a Maida de pies a cabeza, como si buscara en ella algo que no había visto antes. Al encontrarse nuevamente con la mirada de la aprendiz se pregunta si realmente será capaz de enfrentarse a todas las trampas y guardia que protegen al santuario de los malaventurados.


Le recomendaría también que para esta travesía, trate de no usar para nada su varita, puede resultar...contraproducente. En cambio, trate de llegar hasta el santuario, o al menos librar el camino, utilizando solo todos los amuletos que ha conseguido acumular hasta ahora, tal vez así consiga pasar desapercibida con mayor facilidad. Es solo un consejo.

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La bruja lo escucha y percibe cierto "reclamo" en su voz, pero prefiere pasar de eso, ya tiene suficiente con el pánico de pensar en los poderes que seguramente maneja su actual profesor y cómo los usaría contra ella. Cuando él la pasa de largo, el mismo ejército de hormigas que sintió antes de hacerse notar la hace su presa, así que con mucha dificultad traga saliva antes de decidirse a caminar tras él. Es reconfortante la arena colándose entre sus dedos, eso hay que reconocerlo, o al menos, ella lo hace, quizá eso fue lo que la distrajo de verse tan cerca de un acantilado.

 

Las dudas son parte de mi día a día, maestro —dijo cuando sin sorprenderse vio el portal que ante ella se abría—, he aprendido que lejos de ser una debilidad, pueden usarse a mi favor. Nada me protegerá con más fervor que mi propio cuerpo, los vellos erizados, el temblor constante y las dudas me hacen más determinada cuando finalmente tomo una decisión.

 

Metió la mano en su morral y certificó que tuviera su broche familiar antes que cualquier cosa. La advertencia de no usar varita le pareció normal, de hecho hasta la calmó un poco, Maida no utilizaba su varita si no era estrictamente necesario, y en este caso no lo era. Adelantó los pasos necesarios y se hizo uno con el portal, en caída libre, sonrió mientras lo hacía anticipando el golpe que recibiría su cuerpo al chocar contra el suelo. Algo de lo que había dicho Khufu aún le rondaba la cabeza, ¿se irían a desperdiciar los poderes de los Uzza en ella? No era conflictiva, ni pretendía serlo. No quería acumular más poder, ni volverse señora de la muerte, quería simplemente llena su mente, y desechar cosas que la dañaban, con más conocimiento. ¿Eso la hacía menos merecedora? No tuvo tiempo de preguntárselo cuando su costado chocó contra la arena.

 

Al menos no tendrá más que hacer que sacudírsela, vaya cabeza dura. Se quedó sentada un rato mientras miraba a su alrededor. Tenía que buscar sus propias semillas de hielo.

 

Esa si que ha sido una buena estafa en el Concilio, veré si puedo presentar queja —susurró bromeando consigo misma y a la vez preguntándose la ubicación—. Hay que buscar santuario y fuente, concéntrate Maida.

 

@Khufu

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Las viejas ciudades uzzas tienen un aspecto monocromático, en sus muros amarillentos, en los pisos arenosos, en las plazas abiertas de apariencia abandonada cuando los mercados están cerrados, de hecho todo parece estar atrapado en el tiempo, cómo si las horas durante el dia fueran siempre las mismas hasta simplemente caer la noche, con el alto y caluroso sol sobre ellas encandilando la vista de los menos acostumbrados a los desiertos de Egipto. Es un sitio silencioso, estático salvo por el viento que de tanto en tanto sopla la arena que hay en el piso que alguna vez lució empedrado pero que sin embargo hoy la piedra dura ha quedado cubierta por arena dorada.


Los habitantes de ahí, si es que se podría decir que los hay, son igualmente sigilosos, aun entre ellos, se mueven a través de pasadizos ocultos entre lo que quedan de las edificaciones, y sus ropas están adaptadas para que de igual manera puedan perderse en la naturaleza del ambiente. Vivir en un lugar cómo ese, tan escaso de recursos cómo el agua y la vegetación es difícil, no obstante, aquellos que secretamente aún moran aquellos callejones descontruidos, los que vigilan en noches heladas, están ahí protegiendo un tesoro durante vidas. Los guardianes de los tesoros uzza son servidores que alguna vez intentaron aspirar a la magia guerrera uzza, que al igual que otros intentaron convertirse en guerreros merecedores de tal conocimientos, pero no lo consiguieron.


En algún lugar de la ciudad, enterrado entre los vestigios de aquel pueblo olvidado por todos, se encuentra el antiguo santuario uzza, ahí se guardan antiguos escritos de conocimiento ancestral, viejas armaduras y armas mágicas y, por supuesto, una fuente, no muy grande, donde se pueden conseguir semillas de hielo. Los caminos enterregados es la cosa menos difícil que hay para llegar ahí, se deben bajar cuatro niveles sobre la superficie, en cada nivel las pruebas obligan al usuario que intente colarse al santuario a usar estratégicamente sus habilidades sin provocar a los guardianes.


El primer nivel es una larga caída desde el nivel de superficie a través de un pozo escondido en una capilla, la caída es complicada solo por el montón de alimañas que han anidado en los muros del pozo. Al final del túnel de espera un enfrentamiento de astucia y/o fuerza para enfrentarte, de la manera más sigilosa posible, contra una cría de canserbero.


El segundo nivel está plagado de trampas activadas por interruptores en todas partes, se dice también que los guardianes prefieren ese nivel para atrapar a los intrusos, de ese modo pueden arrojarlos a una de las trampas, esperando que sean activadas y los no invitados puedan sufrir un doloroso escarmiento.


El tercer nivel hacia abajo es un estanque oscuro, tan negro que si no tienes cuidado de cruzar por el unico camino que hay visible podrias caer hacia la nada, undite y ahogarte. Se rumorea además que sus profundidades esconde inferis y que por eso nadie es capaz de salir si el agua se ve agitada.


En el cuarto y último nivel está el santuario. Khufu aparece ahí a través de otro portal y sin pensarlo comienza a llenar un frasco con una porción mínima de semillas de hielo. Ahí es donde debe encontrarlo Maida Yaxley.


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