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Libro de la Fortaleza - Noviembre 2021


Kahlan Blackthorn
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ㅤㅤ ㅤEl yo sabía silencioso atravesó su mente, y es que... qué clase de Macnair sería él sino lanzara cual serpiente su veneno teñido de decoro y elegancia ─ sutilmente negó con la cabeza, pero no de manera negativa, era casi una tinción de la gracia que le causaba ver rasgos parecidos. Un suspiro pequeño escapó de sus labios, y rápidamente comenzó a imitarle. No cubrió sus manos pues para estar atenta a cualquier acción futura, debía ser consciente de sus anillos, sin embargo, sí hizo uso de algunas cintas que resguardaron las zonas más sensibles de sus palmas. 

Con ganchos en mano, comenzó a subir, seguidito de su compañera, con una sonrisa de oreja a oreja ante sus agradables comentarios. La bruja era de pocas palabras, pero sí, con los años, había amaestrado esa personalidad tan infantil y soberbia. Podía desenvolverse con más naturalidad entre la gente, decían...

En cada escalada, un susurro llegaba a sus oídos, uno que le sacudía el cabello y que le recorría de hielo todo su cuerpo. Embelesada por la situación, casi pasaba por alto la escena que les estaba dando el Macnair, aún cuando confiara en sus habilidades, verlo tan dispuesto a peligrar por caer, sí que le aceleró por unos segundos el corazón; ¿Por qué siempre que conocía a un familiar estos parecían tentar su suerte y exponerse libremente al peligro? Lo miró detenidamente, pausando su subida por sólo unos segundos, y en cuanto él volvió a su posición inicial, ella comenzó a imitarle: Volver a subir.

─── ¿Luna, querida, te encuentras bien? ─── Habló con la cabeza ligeramente ladeada, analizando sus expresiones luego de oír su aflicción; soltó un pequeño suspiro.─── ¿Cuántas veces has dado este libro? Comienzo yo, es mi segunda vez.

Le guiñó un ojo, quería quitar la tensión y hacerla sentir más segura. No dudada de sus habilidades, parecía que sabía perfectamente lo que hacía, más que la joven Macnair al menos, sin embargo, hacerlo le reconfortó. Volvió a prestar atención al hombre, y con un pequeño murmuro, que se acompañó de una pequeña queja luego de casi no encontrar un lugar seguro de donde aferrarse en la montaña, se dirigió a él.

─── Espejo de Niebla... es mi favorito, me gusta su nombre. ───¿quería romper el hielo?─── El otro igual, aunque... admito que me preocupa lastimar a las criaturas al emplear ese anillo alrededor de sus cuellos contra su voluntad.

Su ceño se frunció ligeramente, callando por un momento, percatándose de lo que estaba diciendo; ¿por qué quería hacerlo? ¿qué ganaba? ¿su aprobación? Curvó sus labios con elegancia, y luego de sacudir su cabeza, intento subir sin volver a tocar más el tema o dirigirle la palabra con palabrerías para niños. El frío teñía de rojo sus mejillas y parte de su respingada nariz, algo que agradecía pues cierta pena, era lo único que estaba sintiendo a esas alturas.


cita. @ Juv Macnair  @ Luna Gryffindor Delacour

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Las damas se preocupaban por la integridad física del Macnair, no le molestaba esa clase de atenciones para con su persona. Confiaba plenamente en la capacidad de ambas, pero era necesario llevarlas a su limite y conocer a la perfección el talón de Aquiles de cada una. Macnair era experto en eso de escalar, no por nada dentro de su mansión en Ámsterdam, adecuó una de las habitaciones más amplias con paredes especiales para practicar. Además de que eso aumentaba la resistencia en su cuerpo y le ayudaba en sus partidos de quidditch.

— Prometo no quebrarme algo más que una pierna—sonrió esperando no generar más preocupación en sus alumnas. Ante todo buscaría hacer la convivencia más amena, aunque no perdería ese toque arrogante que le distinguía como todo un Macnair. Observando por el rabillo el ojo a Juliette, esperaba que estuviera disfrutando la travesía, entornando sus ojos hacia Luna. Agradecía tenerle de nueva cuenta como alumna, esperando que en está ocasión si logrará vincularse con éxito al libro de la fortaleza. Lo explicado por el Holandés había quedado claro para ambas, esperando que en la prueba se les diera del mismo modo el manejo de esos conjuros..

— Salvaguarda mágica—pronunciaba aquel conjuro con claridad— El mago que lo use será intangible a los hechizo de tipo invocación o rayo, estos le traspasaran y no le causarán ninguna clase de daño. En el caso de los efectos, pues por obvias razones estos pegaran en el mago al que le sean lanzados, solo dura una acción es no verbal y además afecto—les explicaba de forma detallada. Evitando dejarse algo en el tintero o generando alguna clase de confusión innecesaria. 

— Curación, tal y como su nombre lo cita. Puede emplearse para curarse uno mismo o aun compañero, no consume ninguna acción y se puede usar una sola vez por duelo. Es efecto y equivale a un Episkey, devolviendole 30 puntos de vida a quien le sea aplicado—ladeando la cabeza volvía a estirarse quedando apoyando solo de las rodillas contra la roca, extendiendo sus brazos como un cuervo— No planeo morir, no delante de ustedes y que tengan la oportunidad de experimentar con mi cuerpo—bromeó soltando una profunda bocanada de aire. Le gustaba ser combativito en todos los aspectos de su vida, aguerrido sin importarle las consecuencias o los daños que pudiera sufrir en el proceso.

Clavando con firmeza sus dedos en la roca, subía y seguía subiendo. Marcando un camino que debía ser seguido por Luna y Juliette— Estamos cerca de la cima, no detengamos el paso—sugería sintiendo las alas de su amuleto moverse contra su pecho. Buscaría saltar sin romperse la chisma y enseñarles la forma adecuada para volar, no deseaba dejarlo en un mero ejercicio, sino que iría mucho más allá.
 

@ Luna Gryffindor Delacour @ Juliette Macnair

 

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ㅤㅤ ㅤEscuchó atentamente las palabras del hombre más no emitió comentario alguno ─ su ceño ya se encontraba fruncido, entre más alta la montaña, más nervios sentía por la posibilidad de caer, y miren que no por el hecho de morir. Claro que no. Era el hecho de que su última vida acabase y tuviese que cumplir la promesa hecha a Artemius, una que a toda costa intentaba destruir para conseguir su libertad y la de su hermana Arya.

Pensar en ello le causó escalofrío, uno uno que la desconcentró e hizo que se resbalase ─ se agarró con toda su fuerza a la roca más grande que sobresalía de su camino, y volvió a entrar en el juego, soplando un mechón castaño y travieso de cabello que por poco y le nublaba la visión. Alcanzó a oír las lecciones del Macnair, recordando la vez que fue empujada contra un autobús la última vez que intentó acceder al conocimiento, ¿Kyle planeaba hacer lo mismo con ellas? ¿Lanzarlas al vacío una vez llegada a la cima? ¿Acaso se atrevería de intentar asesinar a un miembro de su propia familia? ¡Ah! ¡Por supuesto que sí! 

─── Me agrada saber eso de la curación, a ver si logro utilizarlo con usted, profesor.─── alzó el índice con suavidad y soltó una risita que intentó disimular al mirar hacia abajo─── Bueno, admito que jamás me negaría a la posibilidad de volver a meter mis manos dentro de un cuerpo, pero prometí salvar vidas...

Murmuró entre dientes, siguiendo de cerquita el camino que el mago estaba creando, casi como si ellas fuesen Hansel y Gretel, y él, el cazador derramando pequeñas migajas, ¿habría una casa de dulces al final del camino? Arrugó la puntita de su respingada nariz, y observó por el rabillo del ojo para asegurarse de que su compañera se encontrara bien, estaba demasiado callada ─ volvió a mirar hacia arriba, casi contando mentalmente el camino que faltaba para recorrer, esperando, realmente esperando de corazón, que pudiese desprenderse un poco de la tensión de su cuerpo antes de hacer quién sabe que cosa con la clase que sólo un Macnair podía dar: Muerte segura.

─── Por cierto, ¿qué nos espera ahí arriba?

Se atrevió a preguntar, presionando los labios ligeramente para tomarse unos segundos y así mirar el amuleto que coquetamente lucía en su cuello ─ ¿cómo activaría esa cosa si sus malas sensaciones eran cumplidas? Soltó un pequeño suspiro, negó ligeramente y volvió a aferrar el gancho en la montaña, sólo un poco más, un poco más y todo llegaría a su fin. 

Cita. @ Juv Macnair  @ Luna Gryffindor Delacour

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Mientras más subíamos menos escuchaba lo que decían, lo cual me preocupaba sobremanera, se me habrán tapado los oídos? Por eso di un suspiro aliviada cuando volví a escuchar al profesor, preguntándome si usar la Salvaguarda Mágica podría darme más tiempo allí arriba. 

 

- Me intrigaba lo de la Salvaguarda Mágica y me preguntó si realmente podríamos usarlo en algún duelo o cuando estamos en peligro, al menos los hechizos no nos dañarán porque nos haremos intangibles, suela alucinante, como fantasmas o algo así, no lo creen? - Dije entusiasmada mientras continuaba subiendo y me decía que debía hacerlo lo mejor posible está vez - 

 

Escuché lo que dijo de la Curación después y también pude oir cuando Juliette decía de usarlo con el profesor, alcé la ceja intrigada mientras me preguntaba de que estaba hablando, pero suspiré mientras continuaba subiendo, ya me entararia allí arriba, solo esperaba que nada nos pasara a ninguno de los tres. 

 

- No sé si con el profesor pero al menos, para saber defendernos nosotras claro que sí, por cierto, espero que allí arriba tengamos alces para comer o algo así, es que estamos subiendo mucho, no lo cree? - Les dije a mi compañera y al profesor esperando llegar arriba cuanto antes mejor - 

 

Me pareció cómico pensar haberle tenido miedo a la altura, tan sólo no miraba para abajo y subía sin pensar en lo que hacía, se preguntó si haberle pedido al Dios de Rory ayuda era la causa de sentirse tan serena de repente, se prometió terminar la clase viva al menos y porque no con algún que otro conocimiento en su haber o eso era lo que esperaba que sucediera se un momento a otro. 

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— Lamento decepcionarle, pero no planeó que ninguna de las dos realice curación de ninguna clase sobre mi persona—terciaba una media sonrisa en sus labios. Delineando con sus ojos azules cada una de las rocas que se presentaban delante de el, arañando con las yemas de sus dedos la rispidez de ese material. La sensación no le incomodaba en lo absoluto, le recordaba como era tocar la piel de una persona que había parecido a causa de bajas temperaturas— Salvar una vida, no es una tarea sencilla de concretar. No, sino se poseen los conocimientos adecuados y ante todo la destreza para hacerlo de manera pulcra y magistral—miraba por el rabillo del ojo a su hermana Juliette. 

Tal afirmación, no era del todo descabellada. Ya que ambos descendían del mismo mago que les trajera a este mundo, tras darles la vida en diferentes épocas, pero logrando que empataran como hermanos dentro de la estirpe de los Macnair. El era capaz de matar sin que le temblará el pulso y no dudaba que lo mismo ocurriera con la dama que estuvo a nada de irse al vació, el verla caer hubiera sido un espectácu.lo para el Senescal de Caronte. Para la buena suerte de ella, no estaba ahí para matarle, al menos no antes de la prueba final del libro de la fortaleza. 

— En la cima les espera una grata sorpresa, espero que sepan apreciarla como es debido. En caso contrario, si las lanzaré del K2 sin el amuleto volador que ahora pende de sus cuellos, pueden apostar que será una caída libre sin retorno—la seriedad estaba impresa en sus palabras. Deteniéndose un poco espero que Luna pasará delante de el, quedando cerca de su otra alumna— Si deseará matarte, ya lo habría hecho, querida hermanita—le dedicaba una mirada cargada de suficiencia. Cediéndole el paso iba detrás de ellas, no deseaba cuartear la diversión antes de que la fiesta comenzará de verdad. 

Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos, tal y como su nombre lo cita. Permite al mago que lo usa bloquear una zona de 50m2. Impide que cualquier sonido salga y sea percibido por personas ajenas a la charla, se trata de un anillo de bronce con el borde biselado en oro—señalaba el que llevaba en su dedo corazón— Contrario al sonido que produce el conjuro Muffliato, este no permite que los que no estén acompañados por el portador de la alianza, puedan detectar lo que está charlando en secreto—continuó ascendiendo divisando la cúspide de esa montaña— Llegamos. Espero que haya sido una grata experiencia, damas—caminaba con seguridad sobre la cima del K2.

Había dispuesto una mesa con bebidas calientes y un poco de comida, antes de hacerlas saltar les daría un breve, pero reconfortante respiro. Sacudiendo un poco de nieve de su abrigo aparecía un cigarro en su zurda, encendiendo el mismo le daba una profunda calada— Anillo de escucha—comentaba observando al par de brujas— Puede ayudarles para escuchar a distancia conversaciones que no han sido protegidas debidamente con el Anillo de Salvaguarda contra oídos indiscretos—agregaba mirando el espectacular paisaje que les rodeaba— Pero cuando el efecto del primero está activado de forma correcta, no sirve de nada emplear el que les acabo de mencionar—añadía ese dado a su explicación.

Anillo detector de Enemigos, pudo servirte en mi contra o ¿no, Juliette?—le miraba invitándola a acercarse al borde de la montaña— Le permite al mago que lo porta detectar un ataque inminente en su contra o en contra de una persona querida para este. Puede ser el caso de un familia, amigo o conocido—asintió terminando su cigarro preparándose para saltar al vació Amuleto de curación, combinado con el conocimiento de Primeros Auxilios. El amuleto les permite curar a otra persona con una simple imposición de manos. La curación es total e instantánea, tomando en cuenta que el mago o bruja que se desea curar no este muerto. Por que el mismo no puede resucitar, solo curar—desanudaba las cuerdas que llevaba en su cintura lanzando lejos los ganchos de metal— Es un colgante con forma de topacio amarillo que refleja los rayos del sol en destellos de colores—enseñaba el que llevaba debajo de sus alas—Siempre debe llevarse en el cuello para que se pueda realizar la curación—abriendo sus brazos una vez más respiraba profundo.

No le tenía miedo a la muerte, confiando perfectamente en sus habilidades se dejaba ir cayendo como lo hace una pluma. Cerraba los ojos para que la sensación fuera mucho más catártica y placentera para el Vidente. Esperando que sus alumnas le secundarán y no sucumbieran ante el temor de verse abrazadas por al muerte.

@ Juliette Macnair  @ Luna Gryffindor Delacour
 

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Seguimos subiendo preguntandome cuanto tardaríamos en llegar, acaso se daba cuenta que subíamos demasiado? Pretendía agotarnos? Esperaba que esa no fuera su idea y mientras lo escuchaba hablar, sonreí feliz deseando llegar a tierra firma, tanta altura ya me tenía algo mareada, aunque no se lo diría por nada del mundo, no quería alarmarle y que pensara que era una gallina. 

 

- Bueno si es mejor que el muffliato me gustará tenerlo, una sorpresa arriba? Dígame que no pelearemos con un oso porque de ser así estaría preparada para eso..y si fue una divertida aventura y miré estoy viva!!! - Le dije llegando a la cumbre al fin y saltando féliz, sin ver lo que teníamos delante aún - 

 

Al ver las bebidas calientes y la comida parpadee confundida y agradecida con mi profesor, hacia mucho tiempo que no me regalaban nada de comida, así que apreciaba su gesto y eso me tranquilizo mucho, el hecho de que recordara que ambas necesitábamos comer algo me hizo sonreír, quizás solo fuera algo intrépido pero de veras que Kylian tenía un gran corazón. 

 

- Oh por Merlín, gracias no tengo palabras ya hacía tiempo que no comíamos y le agradezco la comida, que rico se ve todo - Dije saltando féliz y parandome avergonzada mientras me dirigía a por la comida y la bebida - 

 

Mientras comíamos y bebiamos escuché al profesor seguir hablando de lo que teníamos en nuestro libro, el anillo de detectar enemigos era el que me interesaba, si podía cuidar a mi propia mamá con ese anillo me vendría de perlas, tragué saliva preocupada a sabiendas que teníamos que saltar y suspirando derrotada, mientras me hacia a la idea e intentaba que nadie notará lo nerviosa que estaba al respecto. 

 

- El de curación se ve bonito, como un sol resplandeciente o algo así, y el anillo de detectar enemigos me será útil para defender a los que quiero, para que nada malo sucediera, por eso tome el libro en primer lugar, para tener más armas para cuidar a mi mamá así que manos a la obra mis amigos - dije sonriendo feliz y nostálgica, no queriendo admitir que de haber tenido estos conocimientos quizas mi papá nunca hubiera muerto a manos de Aarón- 

 

Suspiré mientras lo veía caerse al vacío, de poder hacerlo le hubiera gritado por su idea de morir joven, pero me mordí el labio está vez y no le dije nada, tan solo apreté el amuleto volador y lo seguí deseando llegar sana y salva y viendo cómo podía volar, grité de felicidad y sonreí mientras caía, los antiguos problemas y miedos olvidados, esperando llegar a tierra firme cuanto antes mejor. 

Editado por Luna Gryffindor Delacour

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ㅤㅤㅤㅤEn cuanto llegaron a la cima, sacudió sus manos contra las telas de su ropa ─ el polerón ya se hallaba manchado, y se atrevía a prever que sus delicados dedos, percudidos por la escalada, tendrían que someterse a las curaciones dolorosas que ejercería su hermana al verla en esas condiciones. Sopló un mechón rebelde para volver a despejar su rostro, recordando cómo el Macnair había osado a llamarle con aquel diminutivo de una manera burlona pero siempre desde el veneno característico que teñía todo de oro cualquier fantochada. A esas alturas, el viento soplaba, y en cuanto se desprendió de todas las cuerdas, y seguridad algo no-maj que habían utilizado, se acercó a la mesita para dar un pequeño bocado a lo primero que le tentara la vista.

Se dejó caer en el suelo, acariciando sus piernas mientras escuchaba atentamente las palabras del mago, que imponente, iba dando explicación tras explicación, y sólo se quedó con la vista fija en él, pero sin mirarle realmente, por el mero hecho de recordar a quién tantas veces había hecho uso de aquella habilidad con los anillos. Negó sutilmente, disimulando el gesto al asegurar los cordones de sus botas, quitando el polvillo y aquellas diminutas piedrecitas incrustadas en el cuero. Luego alzó rápidamente la mirada al oírle, ¿nuevamente? ¿podía responder?

─── Estoy segura de que tendré más cuidado a la próxima, profesor Macnair.

Resaltó las últimas palabras mientras depositaba sus verdosos ojos en los suyos al tiempo que le dedicaba una sardónica sonrisa; frunció el ceño sutilmente, y luego de incorporarse, se acercó lentamente a él, como si aquel hilo de sangre jalara de ella y la llevara a acatar cualquier orden. Tal vez, sólo era una coincidencia, de esas que te apretujan el corazón y te hacen creer que el sentimiento podría convertirse en uno parecido al que compartía con Arya. Dio un pequeño roce a su cuello, sintiendo aquel último faltante, ese collar que parecía interesarle más que la posibilidad de hacerle volar cual pájaro. Cuidar a su familia... a su pequeño kalevi. Esa siempre sería su prioridad.

Y el aire se atascó en su garganta.

─── ¡Oh, Ky...! ───el nombre del mago se perdió en la nada, la bruja se apresuró por quedar segura en la orilla y visualizar cómo Macnair caía y caía, con una sutileza, una hermosura digna de un ángel... ─── ¿Alguna vez conoceré a un Macnair en una situación relativamente normal? 

Mordió el interior de su labio inferior, y luego de soltar un suspiro, observó cómo su compañera imitaba alegremente el gesto del mismo. Le dedicó una amplia sonrisa antes de que se lanzara al vacío, había sido una experiencia que probablemente nunca iría a olvidar, aunque si esperaba, de todo corazón, no volver a repetir en dichas circunstancias. Lentamente giró sobre sus talones, quedando en la orilla y de espaldas al vacío. Sintió una vibración en su cuello, como si el amuleto estuviese expectante por ser utilizado ─ la castaña cerró los ojos, contó diez segundos antes de armarse de valor, uno que necesitaba al tentar abiertamente a la muerte y por ende el pacto con su destino: 'Tú puedes'. 

       El mundo se apagó, el miedo y la presión de lo desconocido. Cuando Juliette cayó, algo pareció sostenerla en los cielos, no supo si era un abrazo fraterno, un beso de ángel o sus locuras siendo llevadas al extremo del raciocinio para disfrutar el momento... nada importó, porque mientras ella caía, la imagen mental de sus enormes y pacíficas alas, iban sujetando y amansando su caída, para dejar que cual pluma, fuese a llegar a tierra firme sana y a salvo.

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