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Libro del Caos - Marzo 2022


Bakari
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El Caos en la tierra que el habitaba estaba acabando con todo lo que le confería belleza a lo que le rodeaba y lo hacia parecer un paraíso terrenal. Bakari era capaz de controlar esas fuerzas con los ojos cerrados, justamente por eso la temática que usaría en esta ocasión para la clase, distaba mucho de lo que se conocía de su persona. Era como una muralla de rocas difícil de penetrar o escalar y de ese modo plantearía a las fuerzas del Caos. Era necesario manejarlas con el respeto que merecían, cada uno de los señores del Caos era capaz de causar un desastre irreparable, aunque otros de ellos eran empleados para sanar o bromear dentro del campo de batalla.

Aquel sitio estaba dividido en seis sectores, adecuados para que sus alumnos pudieran tener la libertad de apreciar con lujo de detalles el poder que otorgaba cada uno de los señores del Caos. Además de las ruedas que estaban sobre su cabeza, semejando ser ruecas que se activarían al ser realizada la primera tirada de dados. La buena fortuna solía ser bastante caprichosa y pocas veces les sonreía a los que no confiaban del todo en ella. Alistando los dados deposito estos en un morralito que llevaba sujeto al cinto que rodeaban su cintura.

El clima era nublado amenazando con desatarse una tormenta eléctrica, evitando que la misma entorpeciera el aprendizaje de sus pupilos. Acondiciono un techo encantado que les permitiría disfrutar de un cielo oscuro carente de estrellas, ya que las mismas se habían tomado un descanso dando paso a un escenario tétrico y desolador, tal y como lo era el Caos. Nada que estuviera relacionado con el mismo podía ser grato o hermoso, no si era usado para cosas que trasgredían las leyes que regían el mundo mágico. Sus ojos estaban centrados en la Rueda de la Fortuna, esperando que la misma les enseñará el camino correcto al par de hombres.

El sitio elegido por el Uzza estaba resguardado detrás de una montana con la forma de la cabeza de una cabra en la cima, aquello no tenía nada que ver con el mundo mágico en lo absoluto. Pero si con la sorpresa que les tenía preparada Bakari, cruzándose de brazos espero impaciente por el arribo de Martin y Adrián.

@ Martin N Roses

@ Adrian Wild

Editado por Kaori Moody
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Aquella escalofriante brisa parecía llevar voces consigo, casi las mismas que había escuchado al tocar el traslador que me llevaría directo al punto de reunión con el Guerrero Uzza; a ratos, estas parecían desvanecerse en el aire, alejarse, para después retornar, arremolinándose alrededor. Era un páramo desértico y oscuro, cuyo cielo parecía haber sido modificado de alguna manera, falto por completo de cualquier atisbo de luz. Por encima de este, un manto de nubes presagiaba tormenta. «Al menos estaremos protegidos», pensé, demasiado inocentemente para lo usual. Si algo había aprendido acudiendo a aquellas lecciones con los guerreros del pueblo Uzza era que nunca podías confiarte demasiado.

Una de aquellas voces pareció enredarse en mi pelo y tirar de él, lo que me hizo levantar la vista para observar a la figura que se erguía en el centro de lo que parecía un amplio círculo de piedra inserto en aquel terreno. Amplio no, inmenso. Yo apenas había aparecido en uno de los bordes de su diámetro, y pude apreciar que este se extendía mucho por detrás del maestro. Con paso decidido avancé hacia la imponente figura del guerrero, sintiendo las ráfagas intermitentes de viento colarse por los los huecos de mi cuerpo y empujar la oscura capa en diversas direcciones. Fui cómodo, sencillo y de oscuros tonos, dispuesto y preparado para cualquier prueba que se le pudiera antojar a Bakari.

La oscuridad se pronunció al esconderse las últimas luces del día por detrás de la montaña de extraña forma que había detrás de mí. Sin embargo, el primer rayo de la tormenta iluminó la plataforma, cayendo hacia uno de los laterales de la zona protegida por aquel techo de oscuro cielo.

— Buenas tardes, maestro Bakari —pronuncié con aplomo al estar frente al Guerrero Uzza, manteniendo una prudente y respetuosa distancia con él.

Aprecié sus nada amables rasgos y distinguí las ruedas que flotaban sobre su cabeza. Había leído sobre ellas en el libro; lo que no imaginaba era que fuera posible tal demostración de su control. Sin duda, aquel hombre era un gran conocedor del arte del caos. Con aquella estampa, casi podría afirmar que parecía dueño y señor del caos. Permanecí en silencio, sin saber si recibiría alguna respuesta o si esperábamos a alguien más. Todavía no conocía demasiado sobre el código de los Uzza, pero esperaba que mi saludo no hubiera sido irrespetuoso. Ante la duda, el silencio era lo mejor.

Otro relámpago iluminó todo a nuestro alrededor. Desde allí pude apreciar que aquel círculo parecía estar dividido en secciones por unas líneas en relieve que salían desde el centro y se extendían hacia los extremos de la circunferencia. Seis sectores pude contar. Seis eran los Señores del Caos. Aquello iba a ser la mar de interesante. Estaba ansioso por decubrir los misterios de aquel libro.

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La aparición del mago de cabellos negros en aquel sitio apartado, escondido detrás de la montaña, fue ahogada por un desolador trueno que amenazó con sus vidas. La protección mágica que el uzza había realizado surtió su efecto, deteniendo en parte las inclemencias del tiempo en la zona escogida. Los pasos del hombre recién llegado fueron largos, en línea recta y se detuvieron al alcanzar a quien supuso como compañero de curso.

Black despejó su rostro al inclinar hacia atrás la capucha de su capa negra y saludó con una leve inclinación de su cabeza al resto de los presentes. Los cabellos azabaches salpicados de la plata se encontraban húmedos y desordenados. La capa, en cambio, se mantenía ajena a la lluvia y a los relámpagos. El rostro endurecido por los años, las batallas y los misterios mágicos, se dirigió entonces hacia lo que parecía ser una enorme rueda de la fortuna.

«El famoso caos», murmuró para sus adentros, en un pensamiento tan vívido que pareció una frase dicha por alguien más.

El aprendizaje de la tribu de los Uzzas siempre era bienvenido para el galés. Si bien era cierto que había pasado un tiempo desde lo aprendido en el Libro de los Druidas, la espera no había sido en vano. Ahora, con las energías renovadas y aprovechando el leve lapso de pretemporada en el quidditch, era el momento idóneo para retomar los viajes por aquellas tierras africanas.

La magia del azar, la magia de los dados, hechizos que podrían cambiar en cuestión de milésima de segundos la trayectoria de una batalla reñida, estaría pronto ante ellos. Dominarla lo mejor posible era el desafío trazado por Black. La curiosidad no dejó lugar a la impaciencia y se mostró impertérrito a que Bakari diera el siguiente paso y comenzara la clase.

El cielo y su oscuridad penetrante, carente de estrellas, parecía rodearlo todo de una forma única. Era el momento perfecto para desatar todo el caos que podía existir.

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Bakari les dedicó un imperceptible asentimiento de cabeza, para el tener a dos aprendices era como haberse sacado la lotería. El Caos ante los ojos de la humanidad era la fuerza capaz de acabar con todo reduciéndolo a cenizas y escombros que con el paso del tiempo eran roídos por el mismo. El saludo de Adrian le pareció apropiado, agradeciendo que los buenos modales aún reinarán dentro de la comunidad mágica, para el lo más importante al iniciar una enseñanza era tener una relación medianamente amena con sus pupilos.

— Bienvenidos sean, comenzaremos con las ruedas que poseen diferentes usos y pueden ser empleadas al realizar una tirada de dados—apuntó con sus dedo índice a la que estaba sobre su cabeza La Rueda de Poder es invocada por el mago al tirar un dado de 10 caras. Si el resultado es par la capacidad de daño aumenta y será capaz de utilizar en su siguiente turno (luego de realizar la tirada), hechizos de un rango superior al que posee actualmente. En caso contrario si obtiene un número impar, lamentablemente su poder mágico disminuirá y tendrá que hacer uso de hechizos de un rango inferior—apunto al dado que levitaba delante del par de magos.

Un trueno impacto cerca del templo, pero no despertó la menor alarma en el Uzza. Dentro de poco esos truenos pondrían a prueba a sus alumnos, porque cada uno de los seis restantes que estaban por pegaren la tierra, estarían ligados a los seis señores del Caos— Rueda del Tiempo invoca a las fuerzas del Caos, para poder controlar el mismo. Permitiéndole disponer de el, dándole la oportunidad de volverlo atrás, justo a la acción anterior de su oponente, pero los efectos son imprevisibles. Se lanzará un dado 1d3-2. El número que se obtendrá siempre oscilara entre -1 y +1 . Dicho digito será multiplicador de la potencia en la acción anterior del oponente—se detuvo un momento, brindándoles espacio para procesar lo citado—  Si se obtiene un -1 los efectos de la acción anterior se anulan totalmente, pero si sale +1 los efectos se multiplicaría. Si sale 0 no habrá ninguna clase de cambio—asintió percibiendo el poder que era depositado por la electricidad que emanaba de los relámpagos.

— La Fortuna suele ser caprichosa, justamente por eso la rueda que tiene que ver con ella es puramente una cuestión de azar—apareció otro par de dados de 50 caras cada uno. Tomándolos con precaución los mecía en su palma— Se invocan las fuerzas del caos ligadas a la Rueda de la Fortuna. Si se logra sacar un número que iguale la cifra que corresponda a los dos últimos dígitos de su número de post, el turno anterior de su oponente no tendrá efecto. Si no se obtiene dicha coincidencia , pero el último digito de la cifra de su tirada coincide con el último del número del post, logrará que no tenga efecto la última de las acciones de su contrincante—si que esa rueda era todo un dilema que irían desenmarañando dentro de la clase.

La ultima rueda era la que conectaba directamente con las fuerzas del Caos, el mismo nombre que llevaba el libro que estaba impartiendo en esos instantes— El mago invoca las Fuerza del Caos ligadas a la Rueda del Caos, para darle un efecto critico a sus hechizos, ya sean de ataque o defensa. Se lanzará de 1 dado de 10 caras, si sale una puntuación mayor o igual a 7 , sus hechizos tendrán un efecto critico—apretó los dados en un puño— Es decir, el doble de potentes de lo normal. Si sale una puntuación menor o igual a 4 , los hechizos que haya usado se verán afectados por consecuencias negativas que desencadena en Caos y se tornarán débiles. Lo que derivará en que el efecto sea la mitad de potente que lo normal, al impactar en el oponente. Si se obtiene un 5 o 6, la rueda no producirá ningún efecto y los hechizos tendrán su potencial normal—cruzándose de brazos disfrutaba de la tormenta— ¿Alguna duda les ha surgido?—inquirió desviando su vista hacia cuatro nuevos caminos que se abrieron adicionales a los seis que estaban dispuestos para los señores del Caos. 

@ Martin N Roses  @ Adrian Wild

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Otro hombre se nos incorporó segundos después de que aquel último relámpago incidiera en el borde del círculo de piedra. Recordé haber visto el primero casi al momento de aparecer yo. ¿Sería que los relámpagos anunciaban la aparición de alguien nuevo en aquel terreno? Al girarme hacia el individuo, pude reconocer sus rasgos al retirarse la capucha. Era Martin Black, el director internacional del Comité de Quidditch, organizador de los últimos grandes acontecimientos de este deporte a nivel mundial, y quién había contado conmigo para el partido de la gala de San Valentín, en Roma.

Quise estrecharle la mano, mas no sentí apropiado saludarle afectuosamente frente a Bakari, así que me limité a asentir levemente con la cabeza. Bakari comenzó a hablar, y me sorprendió que fuese directo al grano. Estaba acostumbrado al misterio con el que teñían muchos maestros sus clases y lecciones, buscando la belleza o incluso sus propias razones en estas, y todavía no me había hecho del todo con aquella actitud directa y segura que poseían los Guerreros Uzza. No se andaban con chiquitas y parecían, además de tener un gran sentido del honor y la responsabilidad, valorar y saber cómo economizar el tiempo.

Atendí en completo silencio a la explicación, visualizando cada rueda al iluminarse cuando él quería y a los diferentes tipos de dados que iban conectados a ellas y que determinarían los efectos del poder de cada una. Todo aquello estaba también explicado en el libro que ya había leído de cabo a rabo, pero ver y sentir la potencia del poder del Caos a nuestro alrededor fue mucho más aclaratorio que cualquier nota a pie de página.

No me di cuenta de cuándo había terminado de explicarnos todas las ruedas, pues seguía observando con atención el movimiento de la Rueda del Tiempo, reflexionando sobre su uso. Era como si aquel artilugio estuviera imbuido de alguna manera con la misma o una magia muy parecida a la que constituía un giratiempos. Quizá poseyera una mínima parte de aquella magia. Quién sabe. Existían muchos tipos de magia y todavía no se sabe si tuvieron algún origen común o proceden de orígenes diferentes. Quizá la magia de los Uzza influyó en la que nosotros conocemos o viceversa, se encontraron en algún otro punto de la historia y compartieron propiedades como las que posiblemente compartían el giratiempo y la Rueda del Tiempo.

«¿Alguna duda les ha surgido?». Regresé la mirada al guerrero y a su nada afable rostro.

— Yo sí tengo una. —Fui directo, tomando ejemplo del maestro—. Estos poderes, invocar las ruedas, entiendo que consumen la suficiente energía como para no ser usadas, por ejemplo, más de una o dos veces por duelo. Eso lo entiendo. —Había leído aquello en el libro, pero mi duda iba más hacia un lado estratégico—. Sin embargo, ¿usar la rueda en un duelo supone la pérdida de una de tus dos acciones, o no consume acción?

La pregunta se quedó en el aire flotando unos segundos, hasta que un leve susurro pareció acercarla a los oídos de Bakari.

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Bakari no se lo pensó dos veces y muy rápidamente comenzó a explicarle a los dos pupilos las cuatro ruedas diferentes que desatarían la magia del azar. Black en su mente concluyó que el nombre «Libro del Caos» tenía todo el sentido del mundo. Las cosas que podría darle la suerte eran interesantes, pero en igual medida las podía perder. Eso lo dejó con un sabor amargo. ¿Valdría la pena correr el riesgo de utilizar aquel poder?

«Tal vez en un escenario de desventaja, cuando ya no se tenga nada por perder, cuando no haya otro camino que la propia muerte», se respondió internamente. A decir verdad, aquella decisión podría implicar terminar de hundirse o remontar la situación. Pero en otro escenario no parecía beneficioso arriesgarse al poder del Caos, al menos esa era la primera impresión de Black.

Cuando escuchó a su compañero cayó en la cuenta de quién era. No había hablado mucho con él, pero sí le recordaba de la reinauguración del quidditch, en la concurrida gala de San Valentín en Roma: Jupiter Justice se había enfrentado a Venus Victory.

«No deberían consumir acciones, tan sólo es una tirada de dados.» Lo había pensado pero esperó a que el uzza fuera quien respondiera. Miró entonces sin disimulo la bolsita en donde el guerrero de la tribu africana contenía los dados de diversas caras. «¿Y si el quidditch se decidiera por dados...? Eso sí que sería un completo Caos y tal vez me consideraran Mojigato por pensarlo.»

El sonido desgarrador de un trueno que partió el cielo en dos partes sacó al mago de cabellos negros de sus profundos pensamientos, recordando que estaba en la clase del Libro del Caos.

—Por el momento me ha quedado todo claro —se limitó a carraspear entonces, clavando la mirada gris en la figura del guerrero uzza.

En realidad Black esperaba con ansias la prueba de poder, el conocimiento parecía novedoso y quería probarlo en la práctica.

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La tormenta se dejaba sentir con más fuerza fuera del domo improvisado por Bakari, el sentir el poder del Caos emanar de todo lo que le rodeaba. Era una sensación que experimento desde sus años como estudiante, asimilar la fuerza que era capaz de desencadenar con solo una tirada de dados e invocar esas ruedas que eran capaces de darle toda la buena suerte que existía en el mundo y del mismo modo volcar la buena fortuna por un pozo sin fondo que conducía a la más tortuosa desgracia. 

Desviando su atención hacia Adrián asintió ante la duda expuesta por el joven, cavilando con serenidad lo que a continuación expresaría— No, no perderá ninguna acción al realizar la tirada de dados. Contará con los dos hechizos que posee para atacar o defenderse, consideré la tirada de dados un movimiento que no le hará perder nada, pero si ganar mucho si la buena fortuna le sonrió—sentenciaba el Uzza. Invitándolos a seguirlos hacia donde estaba la primera cámara donde aparecería el primer Señor del Caos— Para invocar a cualquier señor del Caos deberán lanzar un dado de 7 caras, dando como resultado—dándole un poco más de misterio al asunto se tomaba un pequeño respiro. 

—Ciclope—apareció el gigante se un solo ojo— El les permitirá hacer uso de los hechizos que corresponden al rango de mago oscuro/templario. Esto dependerá de si las fuerzas que lo han invocado practican la magia oscura o luminosas. Independiente del rango que se ostente o si se trata de un mago que es neutral. Es decir actúa como un mercenario manejado por el mago que le invoca, quedando a su servicio. Para que el aparezca el resultado de la tirada debe ser 1 y dura tres turnos—concluyó escuchando otro estruendo golpear el suelo.

— Continuemos, ya tendrán tiempo de defenderse de esa tormenta y de lo que los señores del Caos, les tienen reservado—el hombre disfrutaba manejar esa clase de energía y llevar al limite a sus aprendices— Señor Black, parece que usted conoce demasiado bien el daño o beneficio que acarrean los dados o eso me hace creer—la voz de Bakari era certera como un mazo contra la espalda de un enemigo. Conocía lo que sus ojos le decían, justamente por eso no daba nada por sentado con respecto a sus alumnos. Porque la mayoría de las veces las apariencias engañaban, dando una apariencia errada que distaba mucho de ser la real.

El Trol, posee gran fuerza física y el cerebro de un mosquito, no atiende razones. Si el resultado de la tirada es un 3, el señor del Caos que aparecerá es el Trol que atacará durante tres turnos siguientes al mago que lo ha invocado. Lanzándole un mobiliarbus o un mobilicorpus de los que el propio invocador deberá defenderse, consumiendo las acciones que procedan. Y ustedes deberán hacer especial hincapié en esos detalles, evitando dejar huecos que les jueguen en contra—analizando con detalle el rostro de ambos hombres.

— Ve porque le comente lo de las acciones, no perdidas por las tiradas de dados. Aquí el claro ejemplo de a que me estaba refiriendo. Pero al menos, saben que no todos los señores del Caos les darán una mano, sino todo lo opuesto. Por eso les aconsejo que comiencen a pedirle a lo que crean que les salve de la mala estrella y les permita salir de este sitio de una sola pieza—concluyó dándoles espacio para procesar lo explicado sobre los dos primeros señores del Caos.

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Escuché a Bakari darme la respuesta que deseaba. Lo miraba algo fascinado, pues a pesar de su apariencia, era mucho más sereno y cálido de lo que había imaginado en el principio. Mantenía las distancias, claro está, pero en su voz no había tanta frialdad como cabría esperar. Asentí y, al instante, me giré abruptamente hacia donde un relámpago había impactado, en el centro de uno de los seis segmentos del círculo de piedra sobre el que estábamos. Allí apareció el Cíclope, el primero de los Señores del Caos.

Carraspeé cuando el maestro Uzza mencionó dos de los rangos de los bandos. No era ningún secreto que estos existiesen, y todavía tanto los poderes públicos como ellos mismos estaban en constantes tiras y aflojas. Hacía mucho tiempo que me había mantenido al margen de todo aquello tras mi paso por la Orden del Fénix, aunque siempre trataba de enterarme de cómo estaba la situación en ambas partes. No era tarea fácil, pero entre rumores, conocidos y despistes de lenguas aflojadas por la confianza, siempre lograba captar alguna que otra información verídica, aunque no pudiera contrastarla del todo por mantener mi discrección. Sin embargo, me tensé al dudar de mi compañero. No conocía nada de él más allá de lo que nos había unido en aquel evento e, instintivamente, miré su rostro, por si percibía algún tipo de alteración.

— Increíble ver a un cíclope tan de cerca, ¿verdad? —dije, camuflando el verdadero propósito de mi mirada hacia él.

Bakari también se dirigió hacia Martin, y casi lo agradecí, pues desvió la atención del moreno y con ella, toda posible sospecha sobre mi involuntaria acción. Otro destello a mis espaldas me hizo girarme y ver el nuevo ser que se había sumado a nuestra reunión.

— Un trol... —murmuré para mis adentros, al mismo tiempo que Bakari lo mencionaba y comenzaba con su explicación.

Realmente molestos los troles. Desde luego que usar los poderes que ofrecía el Caos era arriesgar mucho, y debían ser usados muy inteligentemente, en una situación o muy crítica, de modo que no hubiera otra opción más que la muerte, o muy favorable, en la que se tuviera espacio suficiente para poder soportar un contratiempo más. Iba a ser realmente difícil practicar con semejante poder.

Faltaban cuatro Señores del Caos, así que tras observar unos segundos al est****o trol, que daba vueltas sobre sí mismo, desorientado, regresé mi mirada hacia Bakari, esperando a que terminara con su explicación. Mi temor aumentaba aún más mis ganas por enfrentarme a la prueba que nos tuviera preparada.

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Bakari se mostraba meditabundo ante el par de aprendices, detectando energías que estaban asociadas a las fuerzas de la luz y la oscuridad. Su papel como Uzza, no le daba la potestad de inclinarse por un bando u otro, ya que eso iba en contra de los cánones que regían a Uagadou y los principios de todos los Guerreros que impartían clases en ese sitio. Los dos primeros señores del Caos, esperaban al resto para comenzar con la faena planeada por antelación por el hombre que estaba disfrutando de esa peculiar y misteriosa tormenta.

— No porque el Trol, parezca un ser torpe. No posee la fuerza necesaria, para colocarlo en un serio predicamento—aquel hecho de menospreciar al menos inteligente de los señores del Caos, no le cayó nada bien a Bakari. Ante los ojos de el la única limitante era impuesta por el mismo pupilo, no por las fuerzas que poco a poco se hicieron presentes dentro de ese sitio. El Caos era capaz de destruir o dar vida a un nuevo comienzo, si se sabía la forma sensata y sabía de encaminarlo por la senda correcta— Mantengan los ojos bien abiertos, no querrán sentir el poder de un tronco matándoles algunas neuronas con un golpe certero—cimbrando el suelo un nuevo estruendo golpeaba con fuerza el domo debajo dentro del cual estaban resguardados.

— Ninfa—murmuró ante la presencia de la hermosa doncella de la naturaleza— Posee habilidades curativas extraordinarias. La invocación se concreta al obtener un 5 como resultado de la tirada de dados, durando tres turnos—señalaba el terreno donde apareció la mujer— Si acompaña a un mago, este podrá curarse de forma total sin consumir ninguna acción durante su primer turno—explicaba cruzándose de brazos— Después de eso su curación se verá más limitada en los dos turnos que siguen y equivaldría a un Episkey por turno sin consumir una acción y es efectiva contra la hechicera, siendo viable usarla como contrapunto—desviaba su vista hacia otro relámpago que trajo consigo a la hechicera.

— La Hechicera es dueña de una belleza hipnótica y exuberante. No obstante, al contrario de las Ninfas, ellas son criaturas oscuras y malvadas. Si la tirada da como resultado un 6, aparecerá está peligrosa mujer. Su mirada es hipnotizante, además de ser sensual y poseer una belleza es embriagadora, al besarla eso los arrastrará a la muerte de forma irremediable—apuntaba su dedo índice a los labios de la dama— El mago que la invoque debe ser capaz de resistirse a sus encantos y el influjo que estos suelen tener, buscando a toda costa darle el beso mortal a su invocador—indicaba desviando sus ojos al par de magos— Por lo que es necesario que el mago afectado, realice un finite incantatem en cada turno, para librarse del efecto que causa en el o en caso contrario de no hacerlo, caerá preso de la lujuria y no podrá evitar besar a la hechicera y morir—se encogía de hombros lamentando la suerte que les jugará en contra en algún momento.

Dando un paso hacia atrás admiraba lo hermoso que era ver caerse el cielo fuera de ese domo, deleitándose con el poder que emanaba cada uno de los señores del Caos— Y bien, ¿tienen alguna duda?—el Uzza mecía nuevamente los dados en la palma de su mano. Esperando para dar paso a los últimos dos señores del Caos, Peeves y El Señor del Caos, aquel que era difícil de manejar y ante todo no era para nada sencillo predecir lo que podía acontecer una vez que fuese invocado.

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Abrí mucho los ojos al escuchar las palabras del maestro Bakari. Parecía haber leído mis pensamientos sobre el trol y a punto estuve de preguntarle si ellos, los Uzza, poseían también conocimientos como la Legeremancia o la Oclumancia. Estaba seguro de que sí, pues sus magias eran bastante poderosas y probablemente el hecho de leer las mentes era incluso parte de su naturaleza, así que traté de disimular mi sorpresa. No me atreví a abrir la boca y me contuve, consciente de que quizá debiera cuidar más lo que pensaba frente a desconocidos que no sabía si serían capaces de leer mis pensamientos. Cada vez veía más necesario asistir a las lecciones de los Arcanos para dominar todas aquellos poderes; quizá me hacían más falta de lo que creía.

Lo que sí tomé muy en cuenta fue el último consejo del Guerrero Uzza antes de que prosiguiera presentándonos al resto de señores del Caos. Las dos siguientes me resultaron realmente curiosas. Una ninfa y una hechicera que parecían ser representaciones mismas del yin y el yang. ¿Se complementarían igual? Según la explicación, no era una complementariedad lo que se conseguía si coincidían; más bien era una neutralización de energías. Al mirar a la Hechicera se me vinieron a la mente los cantos de las sirenas que atraían a quien las escuchase con fines bastante temibles.

El Caos y su aleatoriedad me resultaban cada vez más atractivos, aunque algo en mi consciencia parecía alterarse al pensar en todas las consecuencias explicadas hasta el momento.

La tormenta comenzaba a parecer el clima habitual de aquel lugar. Con ella nos traía a los señores del Caos, y en el viento las voces seguían susurrando palabras que no llegaba a comprender. Negué con la cabeza cuando Bakari volvió a preguntar si teníamos alguna duda. Miré a Martin por un breve instante, corroborando también su respuesta. Sólo quedaban dos.

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