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Libro de la Sangre - Abril 2022


Khufu
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Siguiendo una pista de su último gran interés a las orillas del desierto de Namibia, Khufu termina por citar a los nuevos aprendices hasta el corazón de aquellas tierras áridas, ahí donde las arenas encuentran un respiro de la interminable fuerza del sol y se unen al mar. No hay muchas cosas hoy en día que puedan despertar en el guerrero la admiración y el placer como lo es la restauración y rehabilitación de antiguos templos y santuarios de la gran Diosa Uzza escondidos bajo las arenas de los desiertos africanos. Esta era, desde luego, una actividad mucho más honrosa y mejor uso de su tiempo que el hecho de tener que seguir cumpliendo con esos absurdos contratos de alianza que hay entre los pueblos Uzza y el ministerio internacional de educación mágica.

Como fuera el caso, las razones que mayormente consiguieron que Khufu accediera en primer lugar en tan absurda premisa ya ni siquiera eran vigentes en estos tiempos.

No obstante, como todo guerrero, y al igual que sus hermanos que aún permanecían en las instalaciones del Uagadou, él es un Hechicero de palabra.

La calma del amanecer, interrumpido solo por el sonido de la marea a lo largo de aquella frontera, hace que el guerrero pueda centrarse mejor en su misión aquí. Guiar el camino hacia el vínculo con la magia de la sangre es solo un poco más difícil porque no todo el tiempo los aprendices de esta magia consiguen entender, con el verdadero peso que conlleva, el sacrificio constante que hay que hacer para no solo obtener el poder de esta hechicería, sino saberle sacar provecho y una ventaja en el campo. 

Era por razones como estas que las pruebas del libro de la fortaleza debían aprobarse con éxito antes de intentar querer comprender y maniobrar un conocimiento tan oscuro como lo era este, pues más allá de poner a prueba los límites de los aprendices, el libro de hechizos de la sangre sometía constantemente la capacidad de estrategia y planificación desarrollada bajo toda la presión que puede existir en un campo de batalla. Un libro con hechicería tan letal como cada uno de los pasos que te llevan por el sendero del aprendizaje de esta magia guerrera.

Comenzar la teoría de este libro en un lugar tan relajado como este a Khufu le recuerda a esa fracción de espacio y tiempo en la tierra antes de una violenta y feroz batalla.

La brisa del mar golpeó una vez más sobre la piel curtida del longevo hombre, despertando de su meditación advirtiéndole a la vez que los aprendices no deben tardar en llegar.
 

@ Tazz

Editado por Kaori Moody
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Tazz Malfoy

La importancia por adquirir más conocimientos y hacerse cada vez mas fuerte y diestro en el arte de la hechicería no solo era la principal motivación del Malfoy para querer viajar a los recónditos y exóticos lugares en los que los magos guerreros daban transmitían sus conocimientos. Si bien, unos permanecían entre los muros de la academia en donde residían otros, como era el caso de sus dos últimos maestros tenían afán por dejar a tras las los grandes y acogedores muros del centro de enseñanza especializada en los libros Uzza. Tazz disfrutaba a su vez de tales visitas de parajes sin igual, de naturaleza virgen… era algo que siempre agradecía ya que le daba una inyección a la motivación que ya traía de serie. 

Era la segunda vez que se disponía a adquirir los conocimientos del libro de la sangre, la pasada experiencia no pudo llegar a su fin por su falta de concentración en las ultimas explicaciones e indicaciones que le estaba proporcionando el maestro. Esta vez haría todo lo posible para poder vincularse con el libro y poder hacer un uso adecuado de la magia guerrera del pueblo Uzaa. Para ello, se tenía que desplazar al desierto, zona que le resultaba interesante, ya sea por los siglos de historia enterrados debajo de kilométricas cantidades de arena, o por la cantidad de magia oculta y enterrada en la misma. 

—Hola— saludó una vez apareció cerca de donde le esperaba su maestro. —Mi nombre es Tazz Malfoy y soy el nuevo aprendiz— caminó un poco más para acortar la distancia entre ellos. 

Tazz llevaba sus pantalones tejanos de color negro y un poco desgastados, su cazadora también de color negro y tejana junto a una camiseta básica blanca. Era el conjunto que solía llevar cada que viajaba para estudiar algún tipo de magia o simplemente para pasar el rato, era lo más cómodo que podía llevar en esas circunstancias. Sin embargo, no calculó que en el desierto el calor era de “otro mundo” y que la ropa oscura no le iba nada bien. 

—Cuando quiera podemos comenzar… tengo muchas ganas de poder aprender con usted, señor… 

 

@ Khufu

 

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Khufu apremió la puntualidad del aprendiz con un respiro después de su largo viaje por los desiertos de Namibia. Puede ser que con el paso del tiempo el viejísimo guerrero se haya ablandado aunque sea un poco, o por lo menos lo suficiente para dejar que los aprendices, más allá de explotarlos, realmente comprendan el significado y la utilidad de la magia guerrera. Es eso, o puede ser solo que se ha cansado de la monotonía en la que se ha envuelto su vida y la de sus hermanos en el Uagadou. Quizá debía ser un poco más como Gahiji, quizá debería aprovechar la capacidad de los aprendices para desahogar algo de estrés y desquitar un poco lo que las nuevas generaciones de magos y brujas han hecho con la magia guerrera.

Anda aprendiz-, el guerrero llamó al muchacho después de algunos minutos de silencios contemplando la unión del mar y el desierto, y le indicó con una seña serena para que lo siguiera en una caminata que los llevó a nuevamente a adentrarse en el desierto, ahí donde se pierde de vista finalmente el mar, pero el sonido de la marea aún suena de fondo, lo suficiente cerca para mantener los sentidos del traumado hombre más relajados. 

Khufu esperó a que el brujo caminara a su lado para guiar el camino hasta una plataforma de arena mucho más llana, con las dunas de arena rodeandolos como si de una explanada se tratase. 

Os felicito por saber llegar hasta aquí-, comenzó. —No cualquiera se enfrenta más de dos veces a la travesía que conlleva adquirir los poderes del libro de la sangre-, comentó con neutralidad a la vez que apenas palpaba sobre el brazo del muchacho como si quisiera darle ánimos por su buen trabajo. Lo cierto es que sus palabras no concuerdan del todo con su pensamiento y en cambio ha dejado sobre ese breve y escaso tacto, en el hombro del muchacho, una marca de sangre que quizá, si todo sale bien, podría explicar al aprendiz más adelante. —Quisiera conocer un poco más sobre lo que sabes ya de este libro de hechicería guerrera-, Khufu se movió hasta quedar nuevamente delante del aprendiz. —Quisiera saber qué tan lejos has llegado en tu último intento para adquirir este poder.

Era una perspectiva diferente, pero a menudo los guerreros Uzza, por lo que ha escuchado, suelen pensar que los aprendices de hoy en día a menudo son indignos de cargar consigo estos conocimientos, por otro lado, la idea de que quizá entre algún hechicero extraordinario de estas nuevas generaciones sea capaz de hacer trascender a su manera esta magia tan longeva que ellos han estado resguardando a lo largo de sus vidas, es lo único que hace que Khufu no desquite todo ese estrés que carga contra ellos y, por el contrario, se da su tiempo de escuchar la versión que cada uno de ellos pueda ofrecerle de esta magia. 

Háblame entonces muchacho, sobre la daga del sacrificio-, a su vez, Khufu invocaba con el pensamiento su propia arma magica que se manifesto en su diestra.

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Tazz Malfoy

El calor en el desierto era abrumador, Toji se había quitado la cazadora nada más llegar a la localización del maestro ya que le era imposible permanecer con tanta ropa encima. El maestro le dio la bienvenida e inmediatamente se puso en marcha, Fushiguro lo siguió, acompañándolo así en la travesía que los llevaría a recorrer el interior del desierto, cosa que no era muy del agrado del Malfoy, pero igualmente lo hizo, caminó junto al maestro mientras él le hacía preguntas sobre lo aprendido anteriormente respecto al libro. Mientras caminaban, el guerrero Uzza le dedicó unas palabras acompañadas de unas palmaditas en la espalda. Toji sorprendido se detuvo una milésima de segundo para reflexionar sobre lo dicho por el maestro, quizás era cierto o quizás no… pronto lo averiguaría.

—Respondiendo a su pregunta, señor— respondió Tazz a la petición del maestro. — Para acceder a la magia vinculada al libro es necesario pagar un precio, como toda magia poderosa precio debe ser consecuente y en este caso el pago es la sangre. —el Malfoy compartió lo que había aprendido en su anterior clase. —… y apara acceder a dicha magia guerrera es necesario una daga, que se invoca sin consumir ninguna acción en el turno de batalla o asalto— continuó. 

Para ello, Tazz tendió su mano izquierda y en sus pensamientos la imagen de una daga de sacrificio incrustada en piedras brillantes de diferentes colores y formas apareció fugaz y a su vez esta misma se materializó en la palma de la mano. 

—Una vez con la daga invocada …— volvió a empezar la explicación sabiendo que el maestro también se había invocado la daga como ejemplo de lo que estaba explicando. — esta no puede ser afectada por hechizos como el evanezco ni alterada con el morphos— continuó. —La daga del sacrificio sirve tanto para herir al contrincante en un duelo o batalla y también para proteger a un aliado y para ello se ha de hacer el sacrificio requerido seguido de un rezo… —el Malfoy miró detenidamente la daga y la empuño dispuesto a darle un ejemplo práctico — Immolo oppugnare — dijo Tazz a la vez que hacía un corte en la palma de la mano y este se reflejaba al mismo tiempo en la mano del maestro. —Me he dañado a mi mismo para poder dañarlo a usted y que a su vez quede marcado con la llamada “marca de sangre”, ahora ambos necesitaremos un encantamiento de curación, por el contrario…— dijo mientras pensaba en la curación mientras volvía a empuñar la daga. —Si lo que quiero es proteger a alguien que lucha a mi lado rezaré los siguiente: “Immolo ad protegendum” lo que hará que yo reciba el daño que iba dirigido hacia esa persona— finalizó. 

Miró al maestro para buscar en la una pista de si iba en dirección correcta o no con la explicación que se había aventurado a darle. Echó un vistazo a su alrededor y habían llegado a una explanada entre dunas, una especie de plataforma de arena que hacía que se lugar pareciera un campo de batalla. —¿Y bien? ¿Cómo voy? — preguntó al cabo de unos segundos. 

@ Khufu

 

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Khufu asintió observando detenidamente como la sangre de su cuerpo recorre la herida de su mano y deja un rastro hasta que gotea sobre la arena del desierto. El aprendiz había acertado en todo lo que ha dicho, al guerrero sólo le queda hacer una que otra aclaración al respecto, que más allá de corregir es para prevenir que el aprendiz no hubiera confundido términos tan importantes del libro, pues un error de este tipo, en un duelo o batalla, podría afectarle significativamente. 

No tan mal-, respondió finalmente el Uzza mientras piensa en una curación para detener la hemorragia y sanar su herida. —Tal como lo has dicho, es necesario pronunciar el conjuro verbalmente para que este sea capaz de infligir el daño deseado en el oponente, de lo contrario, te habrás herido en vano, y tu sacrificio habrá sido inutil. Por lo tanto, asegúrate siempre de pronunciarlo correctamente y considera que, de ser intervenido (intercalado), puede resultar contraproducente. Usar este poder en batalla requiere siempre de llevar una buena estrategia bajo la manga-, aconsejó. 

Por arte de magia, el guerrero invocó su vara de cristal para la siguiente explicación. Aún no emplearía demostraciones, pero la invocación advertía al aprendiz que se preparara para cualquier cosa.

Por otro lado, has dicho que al herirme con los efectos de tu daga has dejado en mi la llamada “marca de sangre”-, parecía más bien una pregunta, como si al guerrero no le quedara del todo claro esta última explicación del aprendiz. —Los términos pueden parecer iguales, pero los efectos no lo son. Al herir a alguien con los efectos de la daga del sacrificio te permite posteriormente hacer una promesa con ese otro usuario a través del juramento de la sangre. Es muy diferente a la marca de sangre, donde es necesario tocar directamente a tu objetivo.

Khufu comenzó a moverse lentamente por el campo. 

El juramento de sangre, como ya te lo dije, toma como objetivo a una persona que lograses dañar con la daga del sacrificio, y los une a ambos en una promesa para evitar acciones con ciertas características durante su siguiente turno. Ya fuera para prohibirle atacar, defenderse, desaparecer, lanzar hechizos de tipo rayo, invocaciones o efectos, o para evitar realizar hechizos verbales o no verbales, es igualmente necesario conjurar estos poderes con la frase “Yo juro…” antes de especificar los parámetros del hechizo.

La pausa fue solo para recapitular, quizá dejar que el aprendiz discierne sobre la información ya acumulada en su paso previo a este conocimiento y la versión que Khufu le ofrece ahora.

Ten en cuenta que al hacer esta promesa quedarás vinculado exactamente a los mismos efectos del hechizo, es decir, si prohibís lanzar rayos, tú tampoco serás capaz de hacerlo hasta que los efectos de este juramento terminen. Cualquiera de los dos que incumpla con esta promesa, recibirá como castigo un corte en el cuerpo que necesitará de atención casi inmediata-, advirtió.

El guerrero hizo un elegante movimiento con la varita y se propuso atacar al muchacho. 

Veamos si ha quedado clara esta explicación-, con un ademán lo apuró a tomar su lugar en el duelo. —Expelliarmus-, 

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  • 2 semanas más tarde...

Tazz Malfoy 

El guerrero elogiaba las capacidades del pelinegro, de momento había acertado en las explicaciones sobre la dada y las formas de ataque y defensa de esta. Se sentía un tanto orgulloso en cierta manera, aunque para ser cierto es que esa era su segunda vez cursando el estudio del libro y ya venía con cierta ventaja y que quería sacar partido de ella. A pesar de ello, había flaqueado en la traducción correcta de uno de los fragmentos del libro de la Sangre, en la que había confundido el significado de la marca de sangre por el juramento de sangre, error que si hubiera estado en medio de un duelo o una batalla entre diferentes bandos le hubiera pasado una gran factura. Había entendido bien el uso de ambas, eso estaba más que claro, simplemente que había confundido las palabras. 

—Sí, es como usted ha explicado, maestro— se apresuró el pelinegro a decir a su maestro. —Me he precipitado en la explicación… realmente quería decir lo del juramento de sangre, que como ya aclaró usted enlaza al usuario de la daga y a la persona herida— concluyó remarcando lo que ya había explicado el Uzza. 

Miró detenidamente los movimientos del guerrero Uzza, este se movía por la zona para colocarse en posición de duelo, según dedujo el Malfoy, el maestro quería poner en práctica lo que le había enseñado y lo que traía el mago aprendido de casa. Tazz hizo lo mismo, se movió al compás de su profesor para colocarse en frente, casi al borde de la duna en la que habían parado para la explicación. —Bien… la teoría es fácil, maestro… —se apresuró a decir con una leve sonrisa de confianza en sus labios. —… lo divertido viene ahora, con la práctica.

Durante unos segundos ambos magos se miraron, quizás en señal de aviso de que estaban preparados para empezar el duelo de aprendizaje o quizás simplemente porque las palabras sobraban a la hora de iniciar el duelo, sea cual sea el motivo de este. Tazz aprovechó esos segundos de gracia antes de que el guerrero lance su primer hechizo para repasar mentalmente su movimiento, estaba seguro de lo que quería hacer y asó lo hizo. —Yo juro… prohibición de lanzar rayo— sentenció convencido hacia Khafu. Con eso, Tazz pretendía que los rayos que el maestro tenga pensado lanzar en su movimiento no puedan ser lanzados, y de serlo, se llevará una herida a causa de incumplir el juramento y que deberá curar de manera inmediata. 

—Silencius— volvió a sentenciar, esta vez con más ahínco preso de la euforia que le recorría el cuerpo. El efecto de este encantamiento provocará que el Uzza solamente pueda usar hechizos no verbales y que obviamente no sean rayos. 

@ Khufu

 

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