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Prueba Libro de los Ancestros - Julio 2022 Eobard Thawne


Runihura
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La montaña donde se encontraban en esos instantes fue rodeada por una muralla que creo un circulo perfecto, dejándolos dentro de ella. Evitaría de esa forma que el Black Lestrange con la mala pata que se cargaba, acabara muerto por caer de una altura tan alta y de paso quebrarse el cuello como si fuera un pollo recien nacido. La imagen le resultaba un tanto cómica, acallando la carcajada que amenazaba con salir de sus labios como una bocanada de aire envenenado y viciado. Sujetando con firmeza su varita, no tardó demasiado en idear una estrategia infalible contra el hombre.

— No es mi intención matarlo con un solo hechizo, pero si deseo que sufra un poco. Tal vez eso le ayude a prestar un poco más de atención y ser más dedicado y hábil a la hora de intentar defenderse de mis ataques—advertía con una simpática sonrisa en los labios. Esa era la Runihura que todos conocían, juguetona y jocosa, traviesa y sin una sola pizca de maldad a simple vista en su persona o rostro.

El ser la más joven de los guerreros, solía dar una imagen más afable y amena a quienes se cruzaban con ella—Vara de Cristal—soltó con fuerza transformando su varita en una de cristal resistente e irrompible. Aquel material resplandecía como lo hace la luna en medio de la noche, iluminando con su blanquecina luz todo lo que tocaba, flotando dentro de ella algunas medias lunas brillantes que la hacían lucir intimidante y hermosa al mismo tiempo—Sectusempra—agregó transformando aquel rayo en un efecto que abriría varias heridas en el cuerpo de Eobard.

La sangre teñiría de rojo la blanca nieve, trayendo a su mente un cuento muggle que hablaba de una joven con una belleza sin igual, blanca como la nieve y con los labios rojos como la sangre. Su mirada estaba clavada en los ojos del metamorfomago, no le serviría de nada cambiar su aspecto o hacer uso de esa cualidad que le daba un aspecto muy diferente al que conocía la Uzza.

C O N D I C I O N E S

@ Eobard Thawne

Editado por Runihura
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Conforme la montaña se amuralló, el Black Lestrange agudizó los sentidos. Definitivamente era demasiado bueno para ser verdad aquella tregua temporal que le había ofrecido Runihura; preparaba el campo de batalla, y él debía probarse una vez más ante la experimentada Uzza. 

⎯⎯Considerando la fragilidad que representa mi condición humana, realmente me sorprendería si no me envía por segunda vez consecutiva hecho pedazos ⎯ sugirió mientras le devolvía la sonrisa con vehemencia, más motivado para participar en aquel encuentro. 

«El Libro del Caos dependía del azar, esto sin duda será diferente», pensó, sosteniendo su varita de nogal negro hacia Runihura. 

Sería un mentiroso si decía que aquel ataque no lo había tomado por sorpresa; más aún, el sentir los cortes en su cuerpo por primera vez sin necesidad de que un rayo lo alcanzara, lo dejó helado. La joven iba más que en serio.

⎯⎯Esta…Esta vez no. 

Aguantando el dolor por el ataque, pensó en un Curación para poder atender la herida de emergencia, dejándolo lo suficientemente vivo, aunque aún débil, como para continuar en la contienda. 

⎯⎯¡Vara de Cristal! ⎯ repitió el hechizo enseñado por la Uzza minutos atrás, confiando en que su estrategia funcionara. Pensaba en aquello mientras el nogal negro poco a poco se diluía en lo que parecía ser un material cristalino, de tonalidad aguamarina, su color favorito, y con ramificaciones similares al báculo de un mago de antaño ⎯. Expelliarmus

Una estrategia peligrosa el intentar despojar a su oponente la varita; los poderes de la Vara de Cristal ocasionaron que el rayo que normalmente salía se convirtiera en un efecto, haciendo que la varita de Runihura saliera despedida unos tres o cinco metros lejos de ella. Tendría que perder una acción para poder recuperarla, lo cual le daba un respiro momentáneo al Black Lestrange.

Aprovechando el lapsus, conjuró un Episkey no verbal para terminar de curar las heridas causadas por el Sectusempra. 

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— Creo que la fragilidad que uno posee, no debe ser tomada como un acto de debilidad. Sino como todo lo contrario, considérelo su punto fuerte y poténcielo al máximo—el consejo quedaba en el aire si lo deseaba tomar. Era la segunda vez que se batían a duelo, conociendo un poco más el uno del otro. Aunque nunca dejaba de sorprenderse de las habilidades que dejaban fluir sus alumnos, quedándose con un agradable sabor de boca— Recuerde que su peor enemigo es usted mismo, nadie más puede jugarle en contra—agregó sintiendo como la adrenalina comenzaba a fluir en el cuerpo de ambos. Era la fuerza que impulsaba a los cuerpos a aventurarse sin pensar en las consecuencias, ella misma se vio reflejada por in breve instante en el Black Lestrange.

Quedando en evidencia el hambre que tenía por vincularse con el Libro de los Ancestros, poseer el control sobre los hechizos que recorrieron el paso del tiempo de la mano de los creadores de todo el mundo que regía el poder que ostentaban los Uzzas. Conocedores del arte de la batalla, el pelear por obtener lo que se desean jugándose el todo por el todo— Buen movimiento, espero que mantenga la concentración—advertía sin perder de vista como se curaba del daño causado por el Sectusempra lanzado por la guerrera. El aroma de la sangre quedo plasmado el en ambiente, despertándose en ella esa vena asesina que pocas veces dejaba fluir frente a sus aprendices.

El siguiente movimiento de Eobard, no le causaba la menor gracia— Ya está aprendiendo, parece que desea volver de una pieza a su hogar—enunciaba con tono divertido la Uzza. El jugueteó entre ambos se estaba volviendo una moneda corriente, aquello le agradaba contar con una persona tan empática con la cual poder compartir los conocimientos que poseía—Silencius—sentenció la guerrera del Libro de las Auras, intercalando con efectividad su efecto, evitando que la invocación de la Vara de Cristal que deseaba realizar el caballero quedará en una mera alucinación.

Aunque eso no evito que el rayo continuará con su trayectoria, sintiendo como un choque de adrenalina estallaba dentro de ella. Elevando su varita pensó con fiereza—Kansho—invocando la hermosa daga que absorbió en el acto el Expelliarmus y lo devolvió en el acto contra su contrincante. Ahora el quedo desarmado, viendo como su varita salía volando por los aires fuera de su mano, dándole un poco de ventaja a la traviesa joven. Tres metros exactos fue la distancia que recorrió la varita de Eobard tras soltarse  del agarre que el mago tenía sobre ella.

Le tocaba recuperarla y poner un poco más de atención a la hora de intentar atacar a la mujer que le mató la vez anterior y todo gracia a que el Caos hizo lo suyo dentro del duelo que sostuvieron.

@ Eobard Thawne

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Aquel giro en los acontecimientos resultó interesante para el Black Lestrange, quien había aprendido a que aún los errores más elementales pretendían servir de aprendizaje. Tras su primer enfrentamiento con la guerrera del Libro de las Auras, había aprendido a no subestimar la tranquilidad con la que los Uzza reaccionaban a su método de duelo. 

«Al menos esta vez no me puse yo mismo la pata invocando un Trol», pensó, mientras se lanzaba para recuperar la varita que Runihura había hecho saltar por los aires. 

⎯⎯Ciertamente, lo veo como una oportunidad de exigir más de mí, ya que de ser virtualmente invencible, probablemente no estaría aquí. 

La guerrera Uzza parecía empatizar con él, algo que difícilmente habría creído posible por parte de esa raza de guerreros, al menos previo a conocer a la joven que, en apariencia dulce y traviesa, era una fiera combatiente dispuesta a llevar el duelo a los niveles que fuesen necesarios. 

⎯⎯Deseo que así sea, guerrera, pues la más grande secuela de nuestros enfrentamientos ha quedado en mi honor ⎯ sonrió con cierta ironía, consciente de que en ese punto ya no debía probarle nada a nadie, más que a él mismo ⎯⎯. Sin embargo, del deseo a la realidad hay un gran trecho. ¡Cinaede! 

Con su varita en alto, pronunció aquel hechizo que se materializaría en forma de efecto. El gas venenoso que provenía de los Pétalos del Pensamiento, invisible a los ojos, aparecería alrededor de la Uzza y se adentraría en sus vías respiratorias, ocasionando cortes, para después derivar a su sistema circulatorio y nervioso en forma de parálisis. Aquello sin duda complicaría las cosas. 

El Black Lestrange reconocía que no estaba aprovechando del todo las enseñanzas del Libro de los Ancestros, así que invocó a Kansho de forma no verbal, ocasionando que la daga de acero, cuyo filo era mortal, y de empuñadura adornada con piedras preciosas, apareciera en la mano en la que no sostenía su varita mágica de nogal negro. 

Estaría listo para defenderse, ya fuera usando aquella arma ancestral o a través de su ingenio con los hechizos.
 

@ Runihura

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—Anapneo—pensó la guerrera destapando en el acto sus vías respiratorias. Soltando una profunda bocanada de aire que le devolvió la fuerza para contratacar con todo lo que poseía en su arsenal. Era divertido tener duelos con el Black Lestrange, parecía que ambos les agradaba hacerse bromas en medio del campo de batalla. Tal y como el lo dijo mentalmente, no se puso el pie invocando un Trol como ocurrió dentro de su prueba del libro del Caos. Una carcajada escapaba de los labios de la joven, recordando como la criatura moliera a golpes al pobre hombre.

— Parece que la buena suerte, le sonríe. Pero no creo que sea así por siempre o ¿si?—la mirada de la mujer estaba fija en el cuerpo del hombre. Justo en su mano donde apareció la Kansho que no dudaría en usar en su favor y en prejuicio de la guerrera. Ella era de la clase que se mostraba como una persona juguetona y amena, pero que no le sacaran el lado combativo porque entonces las cosas se complicaban para su contrincante—Curación—pensó sanando la herida que le provocará el gas venenoso. Nada mejor que estar como nueva y darle su merecido a su querido alumno. 

Usando todos los hechizos que ella tenia a su disposición, no se lo pensó dos veces decidiéndose por el—Mutis—pensó transformando aquel rayo en un efecto que dejo mudo en el acto a Eobard. Al tener invocada la vara de cristal esta le permitía hacer uso de sus poderes durante tres turnos cosa que aprovechó al máximo en ese momento. Le tocaba mover las piezas a su querido alumno, confiando en que todo le saliera a pedir de boca.

— No se puede ser invencible, pero se puede intentar—bromeó esperando a ver que era capaz de hacer ante lo realizado por la guerrera del libro de las auras.

@ Eobard Thawne

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Ver que Runihura liberaba sus vías respiratorias y las oxigenaba rápidamente, hizo que Eobard también tomara una bocanada de aire, como si hubiese sido él la víctima del Cinaede. Debía admitir que estaba cansado, y las bajas temperaturas de la montaña en la que se encontraban, amenazaban con contagiarle un sueño pesado. 

Pero no, debía mantenerse firme hasta el final. 

⎯⎯En el gran campo de las probabilidades, la suerte siempre juega un papel neutral, creo yo. Lo que puede ser bueno para uno, quizá para el otro es malo, así que diría que estamos a mano.

Resultaba curioso que se intercambiaran ese tipo de ideas en medio de un enfrentamiento, o al menos, en los enfrentamientos que el castaño había tomado partido, lo usual era que sólo se machacaran entre ellos cual seres sin emoción. 

Notó que la Uzza utilizó una táctica similar a la que había empleado para curarse del Sectusempra, por lo que su momento había llegado. No quería quedarse atrás en ese combate que seguro se prolongaría un poco más. 

Conjuró el hechizo de Maldición de forma no verbal, intercalando así con el efecto que su instructora quería lanzar. De este modo, en vez de dejarlo mudo, el hechizo de su rival no funcionaría al haberse pronunciado mal, aunque fuera no verbal, simplemente haciendo aparecer una nube de confeti que rápidamente se mezclaría con los copos de nieve que caían en la cima. 

⎯⎯Muchas veces el intento no es suficiente, hay que hacerlo, o dejarlo si uno no está seguro. Como ahora, ¡Vara de Cristal! ⎯ bramó, causando que su varita de nogal negro cambiara a la forma cristalina de tono aguamarina con las ramificaciones que había vislumbrado. 

Embrujo Punzante, pensó, realizando su jugada. 

La primera ocasión, la joven Uzza había evitado que invocara aquella forma tan poderosa de magia, pero confiaba en que su estrategia funcionara. En vez de que saliera un rayo de la punta de su varita, el Embrujo Punzante se convirtió en efecto, desfigurando el rostro de la Uzza debido a una reacción alérgica. 

No podía ni imaginar el dolor que sentiría debido a ello, pero lo más importante yacía en el hecho de que impediría que viera con claridad, por lo que su puntería no sería certera, sin mencionar la herida leve causada. 
 

@ Runihura

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