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Libro de la Fortaleza - Octubre 2022


Khufu
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Con el último trimestre de ese año, también llegaba una nueva generación de aspirantes a iniciarse en el dominio de los Libros de Hechizo, una aportación de su pueblo a la comunidad mágica que, aunque a un alto costo, traía uno que otro beneficio a quienes eran suficientemente taimados para sobrevivir a las pruebas. 

Khufu aguardaba, solemne, a la llegada de su único estudiante. A espaldas del Uzza, se encontraba una pequeña aldea que se había asentado a las faldas de la capa de hielo, que por el descuido de la humanidad ante el cambio climático, había cedido suficiente terreno. Los Himalayas ya no eran lo que solían ser, pero seguían siendo un lugar idóneo para entrenar a futuros guerreros en el arte de la magia.

Un gorrión violeta, singular y bonachón, llevaría a Mefistófeles la misiva anunciando el inicio de su clase, así como el punto de reunión. Khufu confiaba en que sabría encontrar el camino, pues quienes llegaban ante él solían ser estudiantes con amplios conocimientos. 

⎯⎯Sea bienvenido, joven Mefistófeles. Mi nombre es Khufu, y le estaré guiando en su travesía para conocer y dominar el Libro de la Fortaleza. 

Hizo una pequeña pausa para recuperar su movilidad, que lo había hecho parecer una estatua que recibía a los visitantes de la aldea. Comenzó dando una vuelta en torno a su alumno, no como la serpiente que acecha a la presa, sino como el lobo que visualiza a lo lejos, planeando una estrategia. 

⎯⎯Antes de comenzar tan cruenta travesía, me gustaría que me respondiera un par de cuestionamientos ⎯ dijo al final, volviendo a plantarse frente a su alumno mientras pasaba sus dedos por la férrea cadena que rodeaba su cuello ⎯ ¿Que es la guerra para usted? Y más importante aún, ¿la considera una herramienta que ha permitido el progreso de la civilización? 

Eran preguntas para conocer no sólo la postura de su pupilo para las batallas; de igual manera lo estaba probando para saber si estaría dispuesto a realizar el máximo sacrificio para lograr vincularse con los poderes del libro. 

@ Mefistófeles Evil.

Editado por Goderic Slithering
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Mansión Riddle.

Habían pasado ya algunos meses desde mi regreso a Ottery después de una larga ausencia, las aventuras vividas y las lecciones aprendidas durante este corto tiempo me habían servido para tener en cuenta mis prioridades y los pasos a seguir a futuro, uno de ellos era ahondar en mis conocimientos con respecto al mundo mágico, era vital para todos los planes que tenía en mente, por lo cual, luego de adquirir el famoso libro de la "Fortaleza" se requería saber cómo utilizarlo, era el primero de muchos que quería explorar.

El caminar por los jardines de la mansión entre los setos en forma de dragones y el olor a césped recién cortado me relajaba sobre manera, el canto de un ave me llamó la atención, al regresar a ver la fuente de aquel dulce canto observé en una de rama de uno de los setos un extraño gorrión de un llamativo color violeta, en su pico un pedazo de pergamino, me acerque y estiré mi mano hasta que este dejó caer el mensaje en mi mano y después de un trinar, salir volando y perdiéndose en el firmamento.

Desenrollé aquella pequeña nota y era exactamente lo que estaba esperando, el lugar de reunión para iniciar el análisis teórico práctico de mi libro, al ver el sitio, me alegré el estar con ropa abrigada, a pesar que las inclemencias del tiempo no han sido jamás un impedimento para mí, me concentré en el lugar exacto y desaparecí rumbo al lugar de encuentro, dejando solamente un sonido como de un relámpago el momento de dejar los jardines de la mansión.

En algún lugar de los Himalaya.

El cambio de clima fue lo primero que noté el momento de aparecer, mis mejillas se enfriaron de inmediato y al mirar el piso observé como mis zapatos se enterraban en una fina capa de nieve, una hermosa aldea cuyas barracas —cada una con una planta baja y un entrepiso— eran hechas de tabla rasa, sostenidas por enormes troncos de árboles de pino. Se sentía el aire puro a pesar de la dificultad al momento de respirar, por la altura y por lo frio del aire, un hombre llamó mi atención, supuse que sería mi instructor por lo que me acerqué.

Me saludó por mi nombre y se presentó, su nombre era Khufu, me habló de manera muy formal dándole la importancia que se requería a un conocimiento tan cardinal.

-Mucho gusto Khufu, pondré todo de mí y mi mente se encuentra abierta para aprender...- le dije mientras observaba caminar alrededor mío, como analizándome, me sentía escaneado por la mirada de mi instructor.

De pronto soltó dos preguntas, seguramente quería analizar cuál era mi forma de pensar, si quería aprender y sobre todo que esta clase sea exitosa, tenía que ser honesto en mis respuestas y así sería.

-La guerra para mí no es más que un mal necesario, soy amante de la diplomacia y del dialogo, pero hay momentos que simplemente la fuerza es la única herramienta para proteger a la gente de ellos mismos...-recordaba regímenes dictatoriales muchas veces apoyados por una gran parte de la población, pero oprimían a otros tantos.

La segunda pregunta fue un poco más profunda y era sobre los objetivos de una guerra.

-Claro que si, por ejemplo: la invasión española y británica a América trajo muchas ventajas entre ellas el descubrimiento de nuevas rutas comerciales, un gran intercambio cultural, la mezcla de razas que dio lugar al mestizaje y la introducción de nuevos animales y alimentos dando lugar a los muchos avances compartidos, en mi humilde opinión...-

Estaba tranquilo ya que para mi forma de ver no había respuesta correcta ya que era mi pensar, era duro pensar en ello, pero muchas veces para que un árbol pueda crecer había que matar toda la maleza que lo impide y cuando uno lo hace no piensa en que la cizaña es un ser vivo, solo en lo mejor para la cosecha.

@ Khufu

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Asintió al escuchar que su estudiante tenía toda la disposición para aprender; en todas las generaciones siempre existían quienes llegan encarando a su pueblo, exigiendo el conocimiento, pero no era el caso de Mefistófeles, quien se mostraba abierto a las enseñanzas que él le pudiera legar. Y resultaba que eso era el verdadero punto de las clases de hechizos; más que aprender un par de trucos, el conocimiento y experiencia lo era todo. 

⎯⎯Es cierto que hay guerras que incluso se han iniciado por algo que hoy día subestimaríamos tanto como lo es el amor ⎯ respondió, recordando las disputas más primitivas, que de vez en cuando se reflejaban en los conflictos actuales ⎯. A veces, como bien dices, toca mancharse las manos y entrar en batalla. Mi pueblo tiene algo de experiencia en esa arena, así que nuestro propósito aquí es prepararte para esa eventualidad. 

Por obra de su longevidad y del clima mismo, no pudo evitar que su cuerpo se estremeciera cual insecto. Rozando con delicadeza el tatuaje en su brazo, invocó de ésta la Vara de Cristal, cuya tonalidad se confundía a ratos con la formación sólida a las faldas de las montañas. Invitó a su pupilo a que le siguiera, apoyándose él sobre su instrumento mágico como si fuese un cayado. 

⎯⎯Concluiríamos entonces, que la guerra tiene ciertas implicaciones positivas y negativas, desde cierto punto de vista, ¿no es así? Yo la llamaría un lenguaje universal, que ha renovado el espíritu de supervivencia, pero como todo, ha tenido sus implicaciones. Muchas veces se habla de lo que se gana, pero muy pocas veces de lo que se pierde, como este lugar. 

Mientras se iban adentrando en la aldea, el bullicio característico de cualquier poblado pequeño fue alcanzándoles. Las viviendas estaban organizadas por niveles, dependiendo de la jerarquía de la que disponían sus pobladores, siendo los más cercanos a la montaña los que tenían influencia en las decisiones (reflejado en los acabados de madera y piel más refinados), mientras que los del tercer nivel, los cimientos, eran los menos afortunados, pues incluso sus casas se limitaban a un par de estructuras venidas a menos y poca protección contra el frío. 

⎯⎯Este pequeño pueblo sufrió los estragos de la guerra hace algún tiempo. Sus mejores soldados salieron a pelear a un conflicto que no les correspondía, muchos de ellos, personas viles y deshonestas. Muy pocos regresaron, permitiendo esto que el pueblo bueno tuviera mayoría ⎯ explicaba a Mefistófeles mientras bajaban por el sendero principal. Algunos habitantes los veían con asombro; otros, les dedicaban sendas reverencias, pues conocían al Uzza ⎯. Pero con el tiempo, se volvieron corruptos, peor que sus predecesores. Y eso repercute sobre todo con los que menos tienen, forzándolos a robar o cometer otro tipo de fechorías. Lo cual es la razón que nos trae aquí. 

Detuvo su andar casi de golpe, al pie de una de los cimientos, cuya vivienda de tercer nivel parecía estar mejor protegida del frío invernal. Una figura envuelta en pieles de caribú se podía observar de entre uno de los agujeros que hacían de ventana, pero aguardaba la señal de Khufu para permitirles el acceso. 

⎯⎯No pretendo que reestructuremos el sistema, porque eso tomaría eones, con el riesgo de que se corrompa nuevamente. Así que, antes de continuar, me gustaría saber si ya ha tenido oportunidad de revisar los poderes del Libro de la Fortaleza. Particularmente, empezaremos con las baratijas, que son cuatro: el amuleto de curación, el anillo detector de enemigos, el anillo de escucha y el anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos. 

~ @ Mefistófeles Evil.

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Escuché con atención las palabras de mi instructor, se escuchaba como alguien que había vivido la guerra de cerca, sus implicaciones, oportunidades y amenazas y para muestra me indicaba lo vivido por aquel pequeño poblado a causa de un conflicto del cual, sin ser parte directa, tuvo que sufrir los estragos de las mismas.

Desde la antigüedad las tierras siempre estuvieron a cargo de feudales, quienes como administradores de la misma para poderosos regentes tenían poder sobre todo lo que encontraba asentado, casas, tierra, animales e incluso personas y obligaban a su gente a pelear batallas que poco y nada tenían que ver, era su servicio a la corona, familias enteras terminaban desapareciendo y sin garantía que si no ganaban la guerra todo su poblado sea arrasado por el bando ganador solo por haber apoyado a quienes ordenaban sus "dueños" que apoyen.

Eso observaba con tristeza en aquel poblado, las miradas de desconfianza que encontraba de la gente a cada paso que daba adentrándome entre las casas, las marcadas clases sociales, poderes efímeros que unos pocos tenían y lo utilizaban solo para su provecho. Pero aquel lugar era el resumen de todo lo que ocurría en el mundo, en un solo lugar encontrabas juntos los males de la humanidad.

Escuchaba cada palabra de Khufu mientras caminábamos, nos detuvimos en una de las viviendas, el viento soplaba, pero por una extraña razón el frio se había ido, vi como mi guía observó por una de las improvisadas ventanas como anunciando su llegada, aguardé a unos metros de él cuando volvió a hablar esta vez preguntándome sobre el libro y que tan familiarizado estaba con él.

-He venido a aprender y es por ello que seré completamente sincero, he revisado muy poco de libro, la razón es que quería llegar con la mente abierta, muchas veces cuando alguien lee un libro determinado si la guía apropiada se puede llegar a un entrenamiento con prejuicios sesgados y es mejor llegar con agua limpia un odre que se encuentra vicio, espero que no lo tome como una falta de interés al tema, al contrario, quiero aprender lo mejor posible...-agache me cabeza en señal de respeto.

Guarde silencio esperando su respuesta y sus indicaciones, me había prometido ser al cien por ciento sincero en mi entrenamiento, sobre todo si quería aprender y aprovechar la experiencia de mi instructor, estaba ansioso por lo que seguía.

@ Khufu

 

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En todos sus años de enseñanza, habían sido pocos los estudiantes que llegaban en blanco respecto a los contenidos de los libros, incluso en clases más avanzadas como la del Libro de los Ancestros, que era el que le correspondía a Khufu por defecto. Las palabras de Mefistófeles eran honestas, cuando menos, y hacía énfasis en un punto que muchas veces se perdía de vista: Conocer algo de antemano podría crear un prejuicio, sellando de cierta forma el futuro de la clase. 

Por fortuna, eso no sería el caso para aquella lección que tenía preparada para su pupilo. 

⎯⎯Una jugada arriesgada, pero correcta. En ocasiones, las interpretaciones personales respecto a algunos poderes no son acertadas, sin embargo ⎯ hizo una pausa para poder invocar el primer objeto que le explicaría a su estudiante, un anodino anillo hecho de alguna aleación de baja pureza ⎯. La perspectiva de cada uno no debe dejarse de lado, y nos ayuda a enriquecer la clase misma. Así, pues, comencemos con este pequeñito, el anillo de escucha. 

Lo sostuvo a una altura para que Mefistófeles pudiera identificarlo mejor, confiando en que pronto lo invocaría para darle el respectivo uso. Giró ligeramente la cabeza por encima de su hombro, para saludar a la figura que aguardaba a sus instrucciones, antes de continuar con su explicación. 

⎯⎯Como su nombre lo sugiere, nos permitirá prestar oído a conversaciones que no están a nuestro alcance. Esto, claro, cuando no se han impuesto barreras como encantamientos, o alguno de los participantes está usando su contraparte, el Anillo de salvaguarda contra oídos indiscretos, que veremos más adelante. 

El modesto acceso se abrió para Khufu, del cual emanaba una densa niebla, como si se tratara de un baño turco edificado de forma improvisada. Dentro no cabrían más de cuatro personas, por lo que los habitantes de ese sitio estarían algo más apretujados que de costumbre en cuanto el Uzza se adentrara. 

⎯⎯Desconfían de muchos extranjeros, como nosotros, pero te puedo asegurar que tienen sus razones. Entraré para averiguar qué sucede, y me gustaría que en este lapso utilices el poder del anillo de escucha, sobre todo para estar al tanto de lo que sucede sin que debas ingresar ahí, ¿te parece? Nos reencontraremos en un par de minutos. 

Se retiró dedicándole una venia a su estudiante, y confiando en que no tendría problema en deslizar el anillo hacia uno de sus dedos y escuchar la plática que mantendría con las personas dentro de la vivienda. 

⎯⎯Llega tarde, guerrero Khufu. Comenzábamos a creer que no vendría, y por poco tomamos el asunto en nuestras manos ⎯ lo saludaba uno de los presentes. 

⎯⎯Mis disculpas, jefe Tananabok, pero también debo dictar clases en Uagadou. El día de hoy, he venido con alumno que considero puede aportar mucho a resolver a este caso, así que, ¿por qué no me da los pormenores del problema?

⎯⎯Un caso particular de robo, guerrero Uzza. En una de las viviendas del primer nivel, se han hecho con el ídolo de la Cabeza del Demonio; un ícono de nuestro pueblo, pues conforma la identidad de esta aldea. Parece que han atrapado al presunto culpable, pero se ha negado a hablar, por lo que tememos no encontrar pronto el escondrijo dónde colocó la reliquia. 

⎯⎯Parece que tenemos un ratón al que el gato le comió la lengua ⎯ repuso Khufu, negando con la cabeza. La premisa de la problemática que le habían dado le resultaba suficiente para continuar la investigación, y sin duda haría participé a su alumno en aquella búsqueda ⎯. ¿En dónde lo tienen? 

⎯⎯Está detenido en el mausoleo de las montañas, más allá de este sitio. Es un viaje peligroso, pero entiendo que ustedes los Uzza tienen sus métodos para evadir ese tipo de situaciones, ¿no es así? 

Lo que siguió de la conversación, fueron una serie de asuntos triviales relacionados con los buenos recuerdos que tenían los pobladores de la ayuda que Khufu les había ofrecido en el pasado. Muchos, si no es que todos, eran descendientes lejanos de aquellos a quienes había ayudado, pues el Humano de Larga Vida había conocido ese lugar cuando apenas eran una o dos tiendas de acampar, en tiempos del feudalismo. Retornó con Mefistófeles, pocos minutos después de haberlo dejado para que probara el anillo. 

⎯⎯¿Y bien, tuviste algún problema para poder escuchar? Creo que ya estarás consciente de que debemos movernos pronto, comenzará a hacer algo de frío allá arriba. 

 

~ @ Mefistófeles Evil.

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La verdad es que, si me encontraba con algo de duda con respecto a que, si hice bien o mal en no haber ojeado un poco las páginas del Libro, de pronto se podía entender como falta de interés, pero este no era un libro cualquiera, como una novela o un libro de ciencias exactas, era uno demasiado subjetivo para el ojo de un lector no preparado, pero las palabras de mi instructor me tranquilizaron, no lo vio como un descuido sino como una decisión prudente.

El momento del entrenamiento había llegado, empezó a hablarme del Anillo de Escucha y todas sus facultades, para luego colocarlo en mi mano, lo observé cada detalle del mismo, no se veía como algo que conlleve tanto poder, bastante común para ser sincero, pero eso es lo que me agradaba de ello, las personas siempre se fijaban con las apariencias, creen que el poder necesariamente tiene que estar rodeado de algo suntuoso que resalte, cuando es, al contrario.

Me comentó de la desconfianza que tenían los lugareños con respecto a los forasteros, después de todo lo poco que me comentó que han pasado no podía esperar menos de eso, yo seguía absorto en el anillo, tratando de ver cada detalle del mismo. Me indicó que lo use mientras él averiguaba que acontecía ese día en el pueblo, por lo que entró a aquella vivienda en la que nos habíamos detenido, desapareció tras un halo de misterio, no necesitaba ser adivino para sentir la magia que había en ese lugar.

Mi atención se centró nuevamente en el anillo, era pequeño como para ajustarse a cualquiera de mis dedos a simple vista, pero al intentar calzarlo este se ajustó de manera perfecta a mi índice, algo que me asombró a pesar que lo veía venir, no dejó ninguna indicación de uso, invocación o palabras para que funcione, por lo que me quedé expectante por lo que pudiese suceder.

De pronto sentí un pitido tan fuerte que parecía que mis tímpanos fuesen a reventarse, mis manos fueron automáticamente a mis oídos como si al taparlos pudiera evitar aquel ensordecedor sonido, luego escuchaba muchas voces hablándome con fuerza, como si gritaran a mi lado y me di cuenta de lo que pasaba, tenía que educar mi oído para el poder del anillo.

Respiré profundamente y cerré los ojos, me fue difícil por todo el ruido que me rodeaba, pero poco a poca aquellas voces fueron acallando, lo que hice fue enfocarme en una sola voz, en la de mi instructor y la de su limitado entorno, me centré solo en él y su conversación a tal punto que todas las voces cesaron.

Escuche claramente el problema que aquejaba en la aldea, una figura importante de uno de sus dioses había desaparecido, al ver un extraño seguramente podrían sospechar que era yo quien la quería sacar, habría que llegar al fondo del asunto para buscar responsables y que sean ellos quien los juzguen de acuerdo a sus propias leyes.

Después de unos minutos, salió el Uzza preguntándome sobre mi experiencia con el anillo y mi opinión sobre el tema. Lo vi y me retiré el anillo, ya no lo necesitaba.

-Una experiencia rara pero impresionante...-le dije sonriendo con respecto al anillo...-ahora bien, me imagino que vamos a ir a hablar con el sospechoso, el que no haya querido hablar es mala señal, ya que, si fuera inocente no tardaría en pregonar la injusticia de ser detenido, seguramente encubre a alguien y tiene miedo de hablar porque es alguien poderoso...-

Eran conjeturas, el poder hablar con el acusado nos ayudaría a llegar al meollo del asunto, pero si era el miedo el que lo mantenía callado iba a ser en extremo complicado sacarle una sola palabra.

@ Khufu

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⎯⎯La primera vez siempre suele traer un par de jaquecas, por la cantidad de conversaciones alrededor de uno, pero eventualmente tu oído se acostumbra ⎯ respondió el Uzza, complacido por el buen manejo que Mefistófeles había demostrado ⎯. Puedo decir que es uno de los poderes más útiles en general de todos los libros de hechizo, aprovéchalo bien. 

Asintiendo ante el resumen brindado por su alumno al respecto de la situación, lo invitó a que continuaran caminando, esta vez de regreso por dónde habían venido, para no levantar sospechas. Los detractores del Uzza, y de los extranjeros en general, seguro estarían observando, y se verían distraídos ante la aparente retirada de Khufu. Una estrategia un tanto predecible, pero aún efectiva.

⎯⎯Hablar con el sospechoso es justo lo que haremos, pero el recinto de las montañas en el que se encuentra está fuertemente protegido, por lo que tendremos que colarnos a dónde lo mantienen captivo. Después de ti, mi joven aprendiz. ¡Fulgura Nox!

Su Vara de Cristal se iluminó brevemente al conjurar un hechizo del Libro de los Druidas, aquel que resquebrajaba la continuidad espacio-temporal, representada por un portal de suficiente tamaño para que ambos cruzaran. Del otro lado, contrario al entorno en el que se hayan, podía percibirse una aplastante penumbra, sólo compensada por un par de velas venidas a menos que iluminaban lo que parecía ser una figura encadenada a un muro de madera. Una vez que ambos pasaron el portal, éste se cerró sin realizar ruido alguno. 

⎯⎯Ahora nos toca evitar que se den cuenta que estamos aquí, pero hablar por lo bajo no basta ⎯ susurró Khufu a su alumno, extrayendo el segundo artilugio que le daría a conocer ⎯. Pasemos ahora con el anillo salvaguarda contra oídos indiscretos, el cual se encarga de bloquear el sonido en un área de hasta cincuenta metros cuadrados, lo cual nos permitirá hablar con normalidad. En esencia funciona sin muchas pegas, salvo que tú decides, mentalmente, quienes quieren que escuches lo que dices, y a diferencia de los encantamientos como Muffliato, los demás no escucharán un zumbido, simplemente no percibirán sonido. 

Era un círculo de bronce con motivos de oro en el borde, bastante más ostentoso que el anillo de escucha, que superficialmente no tenía mucho chiste. Aguardó a que Mefistófeles se lo pusiera, para continuar con lo que los había traído a aquel sitio que, irónicamente, emitía una sensación de humedad, a pesar de que fuera de los muros los vientos gélidos acabaran con todo lo desprotegido. El sepulcral silencio fue interrumpido por la figura, quien dejó ir una serie de gruñidos, posiblemente confundiendo a sus visitantes con los captores. 

⎯⎯Parece que lo han torturado, otra razón más para que no hable, sobre todo si existe alguien más detrás de esto. Cuéntame, ¿tienes experiencia curando heridas o algo por el estilo? El hechizo Episkey es lo más común, pero no es el único que existe. 

Tomó una de las velas para iluminar el cuerpo del cautivo, que al percibir la luz pareció revivir un trauma, pues comenzó a agitarse un poco más. Khufu se compadeció, pues ni su pueblo había caído tan bajo como para aprobar la tortura innecesaria. Era oriundo del poblado a las faldas de la montaña, pues se notaban sus facciones orientales y una piel cetrina que seguro había soportado varias heladas en desahucio. La cara estaba cubierta por una barba de un par de días, de las que resbalaban finos hilos de sangre que provenían de su nariz y boca. Posiblemente, le habían propinado una tunda para que soltara la sopa. 

⎯⎯Antes de interrogarlo, debemos curarlo ⎯ puntualizó, echando un vistazo a las dos puñaladas que tenía en las costillas, y por cuyo orificio aún brotaba la sangre ⎯. Te ayudaré con eso, pero antes te contaré de dos alternativas para curar. La primera de ellas, es el hechizo Curación, es de tipo Efecto, y es no verbal, por lo que no necesitas pronunciarlo en voz alta. Es lo equivalente a un Episkey, por lo que puede servirte para curar tus heridas o las de alguien más. Dentro del contexto de los duelos, permite que te cures sin tener que consumir una acción, pero sólo lo podrás usar una vez.

En cuanto concluyó de explicar el hechizo, lo conjuró de forma no verbal, ocasionando que las heridas de nariz y boca fueran menguando. Entonces invocó otra de las baratijas del libro, un amuleto de topacio amarillo. Aquel sortilegio no siempre lo utilizaba, pues su uso requería de poseer cierto conocimiento, pero valía la pena que Mefistófeles lo conociera. 

⎯⎯El amuleto de la curación. Debes rodear tu cuello con este si deseas curar a alguien a través de una simple imposición de manos, pero sólo tendrá efecto si cuentas con el conocimiento de Primeros Auxilios. 

Permitió que su aprendiz procesara todo lo que le había compartido, y no podía juzgarlo si comenzaban a surgir dudas,  ya que había puesto sobre la mesa el primer hechizo de dos que analizarían en la clase. Antes de continuar con la búsqueda del ídolo perdido, su alumno debía poner a prueba los poderes del Libro de la Fortaleza para curarlo, y que este tuviera, valga la redundancia, una fortaleza para poder responder al interrogatorio que le plantearían ambos. 

 

~ @ Mefistófeles Evil.

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  • 2 semanas más tarde...

El poder de aquel anillo me parecía impresionante, pero había que manejarlo con cuidado, es por ello que me pareció apropiado el recibir directo la capacitación por parte del instructor autorizado, para no cometer ningún error y con ello no hacer daño a nadie a mi alrededor o lastimarme de gravedad sin poder saber qué hacer.

Una vez terminada la explicación procedimos a caminar por las estrechas calles de aquel pueblo, estaba ya preparándome para una larga caminata o en su defecto aparecer cerca del lugar, ya que por lo que escuche su celda se encontraba en una de las cimas de las escarpadas montañas, pero la aparición seguramente sería un anuncio muy evidente para los guardias y entendí que nadie en ese momento era bienvenido hasta que se aclare el embrollo, no contaba con las habilidades de mi guía.

Con un movimiento de varita hizo aparecer de la nada un portal que nos llevaba directamente a la celda del acusado, rompiendo cualquier seguridad que puedan tener, la entrada era obscura, al cruzar se sintió de inmediato el cambio de ambiente, el hedor era intenso al punto de hacerme lagrimear los ojos, una mezcla de olores a eses y carne podrida se podía percibir en todo el recinto y en una esquina un hombre  agazapado y con temor, tenía en su piel y rostro las huellas de una reciente tortura, seguramente para sacarle información, no fueron para nada delicados en el trato pero los golpes y cortes eran bien hechos, en el sentido de que eran dolorosos en extremo pero muy dolorosos.

Entendía que mientras esté así era muy difícil sacarle información, por lo que me pareció muy acertada lo dicho por Khufu, teníamos que curarlo. Me recordó la manera de curarlo mediante un hechizo no verbal que se usaba comúnmente en duelos, pero algo sobre una reliquia nueva del libro me llamó la atención sobre manera. Un amuleto con una piedra amarilla en el centro que parecía topacio apareció en su mano, tenía una cadena al parecer de acero ennegrecido por los años, me explicó su uso y me lo entregó, sin pensarlo lo coloqué en mi cuello e hice lo que él me explicó.

Visualicé una herida profunda un una de sus piernas, en el talón de Aquiles de la pierna izquierda, seguramente hecho para que su movilidad sea mínima pero sangraba copiosamente, al pasar mis manos a unos centímetros de la herida sin si quiera toparla, este empezó a cerrar al punto que no dejó siquiera cicatriz, tanto el acusado como yo nos miramos asombrados para luego ver a mi instructor, era asombroso, seguí por unos rasmillones en sus rodillas las cuales terminaron limpias como si nada hubiera ocurrido, su poder de curación era impresionante.

-Una duda, maestro...-le pregunté sin poder contener aún mi asombro...- ¿hasta qué grado de heridas puede ser útil el amuleto?, es decir, heridas que fueren consideradas mortales ¿se pueden curar? ...-

Necesitaba saber hasta qué punto llegaba el poder de aquel instrumento, saber sus límites, si es que los tenía.

@ Khufu

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