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Prueba de Videncia — Ellie Moody y Kaori M.


Sajag
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Los primeros rayos de sol atravesaban el horizonte en los terrenos de Mahoutokoro. Allí donde se encontraba ubicada la isla enorme que sostenía la Gran Pirámide donde se llevaban las pruebas para las habilidades. La hora que Sajag había convocado a sus alumnos se acercaba y el Arcano ya se encontraba por allí finalizando con los detalles para empezar. Antes de que llegaran a la pirámide, debían enfrentarse con algunas cuestiones a cargo del maestro. Eran pruebas sencillas con la intención de dificultar su camino, aunque si estaban en ésa etapa, entonces significaba que eran capaces de todo ello. En los últimos segundos que faltaban para que llegaran, Sajag repasó las “bases” que deberían situarse para saltearla:

Al borde del LAGO había una especie de tarima con dos bolas de cristal. Se encontraban en pedestales que llegaban a la altura de la cintura de una persona adulta. Brillaban intensamente con aquella luz rosada-anaranjada y vibraba como las leves olas que se rompían contra la tierra. En su herramienta para la videncia, podrían observar algunas imágenes sobre sus amigos, algo que les sirviera como pago para atraer una barca para cada uno. Aquello les serviría para cruzar las aguas.

En las orillas de la isla, cuando arribaran, los SETO se erguían en dirección al cielo, distribuidos por el alrededor de la isla siendo alrededor de 80. Parecían guardianes de la pirámide que vigilaban cada centímetro del lugar y alguno de ellos (dos, mejor dicho) contendrían una bolsa vieja de cuero con runas vikingas dentro. Algún bromista las había escondido y podría adivinar donde habían escondido una llave, para abrir la puerta que estaba ubicada antes que la prueba siguiente.

El enroscado LABERINTO proseguía luego de aquellas puertas custodia. Era un laberinto que cambiaba de forma y contenía todo tipo de bestias, criaturas y seres. Solo debían saber descifrar cuál de todas las criaturas les serviría para ver el futuro y poder marcar su recorrido directo a la salida. Claramente que la criatura estaría muerta. ¿O sacarían un poco de su sangre?

Las puertas de la PIRÁMIDE se encontraban a unos metros luego de la salida del  laberinto. Eran de madera de roble, dobles, que cada una sostenía un espejo del tamaño de una persona adulta, donde reflejaría la imagen de cada uno. Deberían usar la habilidad de la videncia para ver de qué manera la pirámide los dejaría entrar. Era algo que solamente Rhiannon y Kelian sabrían lo que tenían que ver y hacer.

Estaba claro como el agua que solamente podrían usar su varita y su videncia. El resto de los poderes de clanes o habilidades serian totalmente inútiles.

@ Ellie Moody @ Kaori M.

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Rhiannon Kincade

Aunque Sajag los citó a ella y a Kelian al alba, Rhiannon apenas fue capaz de pegar un ojo durante toda la noche. Por primera vez en meses, tuvo su primera noche sin pesadillas y ensoñaciones terribles… Y, en lugar de intentar recuperar el sueño perdido, estuvo dando vueltas en la cama repasando todo lo ocurrido durante el día. Fue extraño regresar a su habitación, exactamente idéntica a como la dejó en la mañana antes de marcharse a Mahoutokoro, sintiéndose ella una persona muy diferente. No está segura de cuánto tiempo pasa reexaminando sus recuerdos de la infancia, volviendo a repasar las pesadillas, esperando encontrar algo significado en ellas. Y, como si no tuviera suficiente en mente, se encuentra pensando en Kelian; puede ver dentro de su cabeza sus ojos dorados y todavía puede sentir el roce de sus manos en la punta de los dedos. Sabe que debería estar pensando más en la visión de esa mujer en el laboratorio de alta tecnología, pero cuando se distrae se da cuenta de que vuelve a revisitar la visión de la playa, viéndola desde la perspectiva que se esforzó por evadir estando todavía en la estancia del arcano.

Rhiannon es consciente de que Kelian fue amable con ella y, muy probablemente, de haber decidido tomar el camino solitario, su plan original habría sido exitoso. No está segura de cuál de las alternativas es el mejor destino, pero aún así, y aunque está asustada y nerviosa, está segura del camino que terminó tomando. Por eso, le está agradecida y reconoce su apoyo, el cual quizás no merecía recibir. Sin embargo, se cuestiona por qué fue amable con ella y se recuerda que le debe, cuando mínimo, un agradecimiento propio. Y por algún motivo esa idea hace que sienta que el corazón le comience a latir con un poco más de fuerza. No es capaz de descifrar su comportamiento y, de verdad, necesida entender. ¿Por qué fue amable con ella? ¿Por qué la siguió hacia el portal? ¿Por qué le permtió ver las mismas visiones? Lo primero que se le viene a la mente es que él la haya visto a ella desde antes, en alguna visión; y, aunque es una explicación un poco frívola y que la decepciona un poco, le gustaría confirmarlo. De esa forma, podría simplemente dejar de darle vueltas al asunto.

Cuando llega a las orillas del lago, los primeros rayos del sol comienzan a apareces detrás del horizonte. A contraluz se levanta la isla, donde destaca ia silueta de la Gran Pirámide, el lugar que debe alcanzar para ingresar al Portal de las Siete Puertas y enfrentarse a la prueba que le permitiría obtener el Aro de la Habilidad. Rhiannon repasó la información de Mahoutokoro y de los arcanos, asegurándose de estar al tanto de todos los detalles y de no pecar de ignorante. Pero aún así, estando allí, se siente indefensa. «Tengo que seguir adelante. Este es el camino correcto», se repite para sus adentros, mientras camina hacia los pedelastes donde se apoyan las bolas de cristal, que reflejan los rayos del sol.

Al caminar, la falda ligera de su largo vestido azul marino susurra levemente y la arena del suelo amortigua el sonido de los pasos de sus botas marrones, altas hasta las pantorrillas. Tiene el cabello recogido en un moño a la nuca, con un único broche plateado con pequeñas joyas celestes incrustadas como adorno. Lleva la varita mágica en su estuche, que se sostiene con firmeza del corset marrón que usa encima del vestido. No lleva nada más consigo, ya que según sus indagaciones otra clase de artefactos mágicos no suelen ser muy bien recibidos por los arcanos. Su varita, su cuerpo y la videncia deberían ser suficientes para llevarla hasta el final. Rhiannon se esfuerza por mantener la calma, pero no puede ignorar el hecho de que esa realización le da un poco de miedo. De repente, con la pirámide imponentemente contra el horizonte, se da cuenta de que quizás la situación la supera. Se le ocurre que seguridad que pudo reunir el día anterior, pareció haberse agotado al momento de decirle a Sajag que no cerraría su Ojo. 

Casi puede ver en su mente la sombra de la Bestia, levantándose nuevamente. Había podido evadirla, pero mientras su ansiedad crece, esta toma una forma más definida y Rhiannon es consciente de que si se deja llevar, podría terminar liberándola. Y si eso sucede, todo el esfuerzo habrá sido en vano.
Vuelve a repetirse el mantra que ha estado recitando desde el día anterior. «Tengo que seguir adelante. Este es el camino correcto».

Cuando siente que su respiración se regulariza y su corazón deja de sentirse tan pesado, se acerca hacia uno de los pedestales y pone las manos sobre la bola de cristal. 

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sins don't end with tears, you have to carry the pain forever

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  • 1 mes más tarde...

Sajag observa llegar a una de sus alumnas de Videncia, Rhiannon. El Arcano no tenía palabras para expresarle a su alumna todo lo que había avanzado, todo lo que había recorrido en su camino por aquella habilidad. Y aunque la chica no lo viera, aunque estuviera invadida por el miedo, el Arcano se encargaría de al menos, ayudarla para llegar a las puertas de la pirámide, ése sería el objetivo del viejo Sajag.

El Arcano había querido hacer algunas trampas en la espera de la prueba. Más que trampa, le gustaba llamarlo una ventaja académica y profesional, donde podía adelantarse y saber el futuro que le depararía a la persona. Con Rhiannon tenía una cierta imagen: veía a la bruja llega ante las puertas de la pirámide con aquella misma ropa. Cuando entraba en la sala, la imagen explotaba en una neblina color azulado que se disipaba rápidamente. Y luego saltaba a otra escena fuera, despidiéndola. Sajag sabía que la terminaría exitosamente pero no sabía cómo.

— Respira. Confía en ti. Recibe la información del universo. Usa tus debilidades como armas, Rhiannon, y llegaremos a la pirámide…

Sajag le susurraba algunas palabras de aliento. Esperaba que empezaran pronto junto a Kelian.

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