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Gomita Haughton Westrong

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Mensajes publicados por Gomita Haughton Westrong

  1. Hola +.+

    Muchas gracias Felicity y bueno *O* estuve mirando atrás y creo que ya me había inscrito aunque no sé si me hizo falta algo ^^ el blinkie está genial por cierto, aunque todavía no me lo he puesto porque apenas lo vi. Estem... ¿Qué otra cosa? Ah sí, ahora estoy presa pero salgo mañana, cuando salga prometo empezar a postear de nuevo en la cárcel y a ver qué pasa ^^ *tomo nota de que ya no debo permitir que me agarren a cada rato* u.ú
  2. Hola!!

     

    Hace tiempo que quería hacer esto pero hasta ahorita me di el tiempo u.ú esta cabecita que me falla tanto :nono:

     

    - Nombre: Gomita Haughton Westrong

    - Ficha de personaje: Antecedentes penales +.+

    - Bóveda personal: Mi escondite favorito ^^

    - ¿Qué parentesco quieres tener? ¿Con quién? Amiga de la familia, con Deiwan, Paú, Marijo *O*

    - ¿Quieres que la Rambaldi sea tu familia sanguínea o adoptiva? Estem... creo que ilegal u.u

    - Link a una imagen del dormitorio que tendrá vuestro personaje en la mansión.

    - Link a tu cuenta en Facebook*:

    Para asi agregarles al grupo de la familia que tenemos ahí.

    - Email*:

    - Cumpleaños: 26 de enero

    - Edad: un chorro

    - País: México

     

    Bueno creo que eso es todo... ah no!! tengo una mascota, es un huroncito blanco de ojos negros (antes era jarvey pero para evitarme problemas con lo de mi rango y eso, decidí dejarlo en hurón). Se llama Edyan *O*

     

    Bueno hasta luego! *dejo papas fritas*

  3. Hola a todos... bueno hace tiempo que estaba por venir a hacer la petición pero por una cosa u otra siempre se me atravesaba algo y no podía... u.ú pero acá vengo convencida luego de muuuuuuchas semanas de encierro en Nurmengard... jaja definitivamente necesito saber defenderme mejor... así que:

     

    Tutoría que solicita (Defensa, Perfil, Rol): Defensa.

    Nivel de conocimiento que posee (básico, intermedio, alto): Básico, necesito aprender todo desde el inicio u.ú

     

    Hasta luego *paso papas fritas* ^^

    • Me gusta 2
  4. Mikael

     

     

    Hacía mucho que no pisaba esta área del callejón, no acostumbraba a caminar y alejarme tanto de los lugares que ya conocía simplemente por el gusto de hacerlo. Sin embargo en esta ocasión sentía la necesidad de alejarme de todo lo que tuviese que ver con Ottery. Extrañamente me sentía cansado, invadido de todo aquello relacionado con lo mágico y mis deseos de salir de ahí para siempre aumentaron de forma alarmante. Ese era el motivo por el cual ahora pisaba el terreno de aquél local al que me dirigía con calma.

     

    Al igual que a mi hermana, la naturaleza siempre me había agradado gracias a la tranquilidad que me transmitía, por lo que deseaba pasar un largo rato rodeada de ésta. Sin haber avisado a nadie por medio alguno, había tomado una mochila en la cual guardé un par de cambios de ropa, mi varita y salí de la casa sin ser visto. Aquél estuche cuyo contenido fuese un misterio para todos lo llevaba en mi hombro también.

     

    El sonido de mis pisadas hacía eco que confundido con el sonido del viento al agitar las ramas de los árboles, se volvía casi inaudible para mí. Continué caminando y, a una distancia aproximada de cinco metros pude notar estacionado cierto medio de transporte bastante conocido para mí y sonreí débilmente al saber a quién encontraría en el interior del local. Hacía mucho tiempo que no veía a aquella joven luego de aquello que viviera un par de semanas atrás y, a pesar de lo vergonzosa de mi actitud, sentía deseos de saludarle.

     

    ― Buenas.

     

    Mencioné una vez que le vi sin retirarme del marco de la puerta.

    • Me gusta 1
  5. Había sido una falsa alarma. Yo me puse de pie y caminé hacia la puerta, me asomé esforzándome por escuchar algo más que mi respiración pero nada. Al parecer ese lugar estaba desierto conmigo solamente como inquilina. Me separé de donde estaba y me fui al muro contrario a la puerta, me senté recargándome en éste y tomé aire. El tiempo pasaba y yo no tenía idea cuánto había pasado ya, realmente me parecía bastante largo. Necesitaba ver mínimo la luz del sol para darme una idea, me desesperaba no saber.

     

    Sin pensar en otra cosa, solamente me quedé sentada con mis piernas flexionadas mientras abrazaba mis rodillas y colocaba mi cabeza entre ellas. Mi cabello que ahora lucía desarreglado, caía a ambos lados cubriendo por completo mi rostro. Yo no solía ser muy sociable y el contacto que mantenía hacia el resto de las personas se reducía a un limitado número de personas, pero aún así en ese momento sentía la necesidad de platicar con alguien. Aunque obviamente en ese momento agradecía que ellos no estuviesen en ese lugar.

     

    Volví a suspirar mientras levantaba mi rostro y mi mirada cansada se dirigió hacia el muro de mi derecha, me levanté y caminé hacia allá al ver un montoncito de carbón en su interior. Seguramente serían restos de varitas, piedra calcinada a causa de tanto fuego maldito o tal vez... restos de los cuerpos de aquellos prisioneros que habían sufrido el mismo destino que yo tenía que vivir ahora. Tomé un trozo y lo miré con atención al ver que tenía una forma redondeada, como si fuese una pequeña piedra porosa.

     

    No pasaron ni quince segundos cuando, estando arrodillada frente a ese muro, extendí mi brazo con la piedra carbonizada entre mis dedos y comencé a dibujar.

  6. Seguía recostada en el suelo de la prisión mientras miraba la entrada de la celda, creí haber escuchado algo a la entrada pero en mi estado decidí no decir nada. Como pude me senté y luego miré a mi alrededor mientras quedaba en el centro del lugar. Aquella celda la conocía y sonreí un poco triste al ver algunos de los dibujos que yo misma había hecho en el interior de los muros.

     

    ― Cómo cambian las cosas...

     

    Mencioné al recordar a alguien que también había terminado capturado en varias ocasiones. Sin embargo no era ninguna coincidencia, al pertenecer al bando de la luz y defender bajo nuestros ideales, era de esperarse que en múltiples ocasiones terminásemos de esa forma. Encerrados por parte de aquellos que no compartían con nosotros. Mientras divagaba en aquello, presté especial atención al tratar de escuchar si alguien más se encontraba preso.

  7. Todo mi cuerpo me dolía, había intentado moverme pero era en vano ya que mi debilidad no me dejaba hacerlo. Me encontraba recostada sobre el suelo de la prisión, había abierto los ojos poco a poco hasta que me di cuenta de algo fuera de lo común. Aquél fuego maldito invocado por Radamantys me había terminado por calentar el cuerpo ya que se encontraba a poca distancia de mí, así que terminé seca y sin frío.

     

    ― ¿Dónde estoy?

     

    Pregunté casi sin voz y tomé aire lo más profundo que me permitieron mis pulmones y miré con atención el fuego con forma de un animal. Un panda para ser exacto. Ese hechizo jamás lo había visto tan cerca y por lo regular no reparaba en reconocer la forma que tenían, simplemente al aparecer uno tenía dos opciones: defenderme o curarme de sus heridas. Pero ahora ahí estaba, inmóvil a un lado de mí lo que me pareció fuera de lo común.

     

    ― Ay no... ¿Otra vez?

     

    Dije casi en un susurro cuando pude recuperar mi visión por completo. Moví un poco mi cabeza y logré observar la reja que me impedía salir, luego levanté un poco mi vista para dirigirla hacia el mortífago al cuál miré de pies a cabeza. Su atuendo y su máscara cubriendo su rostro, a la par de su criatura de fuego no me dejaban lugar a dudas. Estaba en Nurmengard una vez más.

  8. Sabía que mi comportamiento no había sido el más adecuado para presentarme ante la Directora del departamento, pero aún así se me había hecho fácil llegar y pasar por la vigilancia, entrar sin esperar turno y ahora ahí me encontraba. Sintiéndome un poco nerviosa y mucho más apenada por lo que acababa de suceder.

     

    ― Entiendo...

     

    Fue lo único que pude contestar ante la sugerencia que me dio. Era verdad que las quejas se tenían que llevar a otro lugar y hacerlas llegar como era debido, y en mi urgencia por hacer las cosas a toda prisa, no me había detenido a preguntar ni a meditar en lo que podía suceder si hacía algo mal.

     

    ― Haré como usted dice, lamento haberla importunado y pido una disculpa. Con su permiso...

     

    Y me despedí de ella muriéndome de la pena, solamente esperaba que no me lo fuese a tomar a mal. Mientras me dominaba el deseo de que la tierra se abriera y me tragara en ese momento, me alejé pensando cómo podía haber sido posible que me animara a entrar de esa manera y exponer un caso semejante así...

  9. Después de mucho pensarlo, había decidido que tenía que hacerlo o las cosas empeorarían cada vez más. Me sentía muy nerviosa ya que aquél no era un lugar al que hubiese ido antes, y mucho más por tener que exponer un punto delicado a una persona que yo no conocía. Aún así tomé aire y me dirigí a las puertas del servicio administrativo, recorrí despacio el largo pasillo hasta que por fin logré ver a las personas que iban y venían dentro del lugar. Al parecer había mucho trabajo por ahí, así que esperaba que me pudiesen atender.

     

    ― Disculpe... ¿Con la Jefa de la Oficina?

     

    ― Una par de puertas más allá.

     

    ― Gracias, muy amable.

     

    Me había detenido a medio pasillo para preguntar la ubicación de la oficina de Reena, a quien cada vez más estaba más cerca de encontrar y eso me ponía mucho más nerviosa. No sabía cómo le plantearía la situación, así que tenía que pensar muy bien de qué forma lo haría. En realidad no era mi culpa, así que podía calmarme y exponerle mis puntos sin alterarme demasiado. Tres metros de distancia de la puerta y continué mi camino, después de alisar un poco mi falda larga y amplia que vestía.

     

    ― Pues acá vamos...

     

    Me acerqué un poco más, extendí mi brazo y toqué a la puerta de la oficina de Reena. Esperé a que saliera mientras tomaba el papel que tenía arrugado en mis manos para calmar la ansiedad. Una vez estando frente a ella, comencé.

     

    ― Buenos días... ― mencioné extendiendo mi mano para dar un saludo ― mi nombre es Gomita Haughton Westrong, y quisiera hablar con usted sobre una situación ocurrida con uno de sus empleados.

     

    Y comencé mi relato.

     

    ― Este chico de nombre Jank Ravenclaw, continuamente se rehúsa a cumplir con el trabajo que se le encomienda, hace caso omiso a las indicaciones ― tomé aire para continuar, realmente decir aquello no era nada fácil ― y más allá de eso, acosa y se les insinúa a las clientas sin que ellas den ningún motivo para que lo haga... ― dije haciendo una pausa para esperar la respuesta de Reena.

  10. Una vez más caí en la cárcel mortífaga ¿Cuántas veces había estado ahí? No lo sabía, pero lo que sí estaba claro era que de tener suscripción, ya tendría trato preferencial. Radamantys me había llevado al interior de las celdas después de haberme sacado del Aqua Maorí, en el que disfrutaba de un remojón a manos de mi amiga Paú. Todo había sucedido tan rápido, que no había tenido tiempo de reaccionar y cuando menos lo imaginé, ya me habían llenado de hechizos.

     

    Y aquí estaba. Dejada dentro de una de las celdas por el mortífago que se había encargado de darme el hechizo de gracia. Mi cuerpo mojado gracias a mi estancia anterior en la alberca, yacía en el suelo mientras el hombre me proporcionaba una poción resucitadora sin siquiera darme cuenta. Pronto mis signos vitales volvieron a surgir y me estremecí sintiendo dolor, pero en ese momento unos hechizos de curación que llegaron al instante me calmaron.

     

    No abrí los ojos, pero logré darme cuenta que de pronto de que algo se encontraba cerca de mí y calentaba todo el lugar. El frío se fue y pude abrir los ojos con lentitud y me di cuenta de que en efecto, a poca distancia se encontraba un fuego maldito con forma de oso y me asusté. Intenté hacerme para atrás pero mi debilidad no me lo permitió, por lo que simplemente observé tanto a la criatura y luego a su creador.

     

     

    OFF:

     

    Quiero papas fritas u.ú

  11. Acababa de asomarme al interior de la escuela de arte, se veía un poco sola y creí que se debía a la hora a la que había llegado. La secretaria saludó respondiéndome y yo sonreí para luego dar un paso al interior. En ese momento mi pequeño Edyan ya había saltado de mis brazos y corría al interior del establecimiento, al que inmediatamente reconoció. Seguramente la visita de la vez anterior se le había quedado grabada, así que lo comprendí, de haber sido él, también habría corrido hacia la sala de música.

     

    ― ¡Paú! Pero qué sorpresa verte ¿También vienes a clases? Muero por tomar una...

     

    Mencioné al ver a la joven, quien lucía un traje sencillo y apto para ésta época de calor. Aún así no me animaba a usar shorts, a pesar de saber que era lo ideal para ese clima. Definitivamente pasaría mucho tiempo antes de que dejara de ser tan vergonzosa. Definitivamente sería divertido ahora que ella estaba ahí, así que sonreí emocionada de verla, ya que de verdad era que no le esperaba por ahí.

     

    ― ¿Y si entramos? ¿Qué podemos hacer?

     

    Pregunté mientras me dirigía al interior una vez más y miré a mi alrededor para tratar de encontrar a mi pequeño jarvey. Al menos esperaba no encontrarme con aquél elfo que trabajaba en ese local, ya que la última vez no había sido un encuentro muy grato. Realmente a nadie le gustaría ser encontrado en un lugar en el cual no ha sido invitado y mucho menos siendo recibido con tanta seriedad como aquél día...

  12. Ese día tenía un especial interés por salir a caminar sin compañía. Mi hermano, quien siempre me acompañaba, aquella vez se había quedado en casa. Ni se había enterado de que yo decidí salir sola, ni se enteraría debido a las actividades que le tenían ocupado desde hacía algunos días a la fecha. Así que simplemente había abierto la puerta de mi habitación, esperé a que saliera mi pequeño Edyan y yo salí tras él y cerré la puerta tras de mí. Al llegar a las escaleras me acerqué al pasamanos como antes.

     

    ― ¡Wiiiii!

     

    Me deslicé por éste sentándome de lado sin reparar en los comentarios que mi familia pudiese hacer de mí. Hacía tiempo que eso había dejado de importarme, por lo que no me preocupaba demasiado. Una vez que llegué al pie de la escalera, me di cuenta de que mi pequeño jarvey ya estaba en la puerta listo para salir. Sacudí mi amplia y larga falda al igual que mi blusa de mangas largas y holgadas a partir del codo, la cual ajustaba muy bien a mi talle. Un par de botas que cubrían mi pantorrilla era lo que llevaría de calzado ese día, debido a que decidía ir cómoda.

     

    ― Vámonos pequeño.

     

    Mencioné a Edyan mientras me inclinaba para tomarlo entre mis brazos, abría la puerta del salón y salía a los jardines para desaparecer de inmediato al llegar a éstos. Pronto aparecería en el callejón Diagon en busca del lugar al cual hacía tiempo que no visitaba, así que hoy sería mi oportunidad. Moría por tomar las clases de una vez, pero lamentablemente siempre había algo que interrumpía mis planes y esperaba que ese día fuese de suerte. Creyendo aquello, me planté a la puerta del Ars & Vita con mi guitarra a mi espalda y abrí.

     

    ― ¿Hola?

  13. Sexta planta con Andrómeda y Alexander

     

     

    El joven seguía escuchando atentamente cada una de las maniobras que realizaba, él seguramente pronto tendría la oportunidad de aplicar todo aquello que aprendiera, lo cual sería mucho si continuaba mostrando ese interés. Eso era lo que me agradaba y, a pesar de no ser una excelente maestra, era satisfactorio ver que algo de lo que yo le decía le servía al muchacho.

     

    - Claro que se pondrá bien Alexander...

     

    Era impresionante la rapidez con la que se recuperaba la fenixiana, realmente las pociones hicieron mucho mejor efecto junto con los hechizos. Ella se veía respirar y ahora tenía pulso también, al igual que noté color en su rostro, lo cual me indicaba que había vuelto a la vida. Alexander continuaba escuchando aquellas instrucciones mientras que yo le entregaba la última poción.

     

    - No te preocupes, es normal que te sientas adolorida y cansada, bienvenida al mundo de los vivos. Toma esto y te recuperarás por completo.

     

    Le dije sonriendo ante las palabras de la joven mientras escuchaba atentamente, prestando especial atención. Ahora era momento de entregar la ficha de alta, la cual le serviría para abandonar el hospital. Como miembros de la orden del Fénix, era normal el que cayeran en batalla gracias a las labores de defensa que realizábamos, y aunque me preocupaba, era esa nuestra vocación.

     

    - Con esto eres libre.

     

    Mencioné entregándole la ficha de alta a la joven fenixiana.

  14. — Adonis déjala...

     

    Mencioné cuando éste dirigió su varita hacia Evarela y le lanzó un hechizo para hacerle reír. Miré a ambos lados de la prisión y suspiré. Solamente esperaba que aquello no se nos fuese a tomar a mal por nadie. Afortunadamente pronto detuvo aquello y yo permanecí a su lado mientras confirmaba que nadie nos había visto. En ese pasillo de la torre no había nadie más, así que no habría problema.

     

    — De acuerdo, entonces ¿A dónde vamos?

     

    Mencioné después de que Lestanus sugiriera el dejarle sola. Definitivamente no hablaría, así que no tenía sentido continuar por ahí y, aunque me preocupaba el hecho de que fuese a escapar, no era mala idea alejarnos un rato para vigilar el resto del pasillo en esa área de la torre. Seguramente los guardianes blancos se encargarían de mantenerla en su lugar, así que todo estaría bien.

     

    — Al parecer el lugar se volverá a llenar de inquilinos...

  15. Sexta planta con Alexander y recibiendo a Andrómeda

     

     

    ― Pues sí... la verdad no es tan difícil, pero sí es una gran responsabilidad para con el paciente.

     

    Mencioné mientras escuchaba al joven preguntando y dando su opinión. Era fascinante la medicina y la mágica mucho más, por lo que desde que tuve la oportunidad de trabajar en algo, no lo dudé y comencé a desempeñarme dentro del hospital. Desde que era una aprendiz hasta que logré quedarme con el puesto de sanadora oficial, jamás me detuve en mi trabajo gracias a mi deseo de aportar algo a mi bando.

     

    ― Se me había olvidado lo que eres...

     

    Le respondí sonriendo un tanto nerviosa. Realmente nunca había tenido muy claro de que el chico se tratara de más ni menos que de una de las criaturas a las que tanto les tenía miedo, por lo menos en mi infancia. Sin embargo, su actitud y las de los demás miembros de su raza me habían proporcionado la suficiente confianza como para aceptar que no todos serían tan despiadados como aquél que conocí en el pasado...

     

    ― ¿Oíste eso? Vamos. Es tu oportunidad de aprender.

     

    Tomé algunas pociones y me dirigí a la salida del cuarto en dirección al pasillo, en el que había escuchado la llegada de alguien. La magia que dominaba en los pasillos del sanatorio, avisaban siempre la llegada de algún sanador, paciente o visitante, por lo que jamás dejaríamos esperando a nadie a menos que hubiese escasez de personal. Mientras esperaba a que Alexander me siguiese, llegué a la camilla en la cual yacía el cuerpo de Andrómeda.

     

    ― Ahora conocerás la Sala de Resucitación.

     

    Mencioné mientras empujaba la camilla donde descansaba la joven cuyo pálido semblante me daba a entender claramente que se encontraba sin vida. Obviamente confirmándolo a los segundos de tomar su pulso y su temperatura, no quedaba la menor duda por lo que pronto estuvimos en la sala donde le regresaríamos al mundo de los vivos. Mientras tomaba la varita del bolsillo de mi túnica y tomé algunas pociones de la habitación.

     

    ― Poción resucitadora, poción reabastecedora de sangre, poción revitalizante... no solamente se usan pociones sino también hechizos. No puedes curar un cuerpo sin vida, pero también sería bastante cruel darle la vida en las condiciones en las que están dado que sentirán grandes dolores... por eso haré lo siguiente...

     

    Mencioné al momento de mezclar la poción resucitadora con un sedante, ella despertaría pero no sentiría los estragos de aquellas heridas producidas por la katana. Posteriormente le señalé con mi varita y pronuncié un episkey, el cual comenzó a cerrarla y un segundo episkey terminaron por dejarle la piel totalmente libre de heridas. Inmediatamente le hice beber esta vez la poción reabastecedora de sangre para que recuperase la perdida a través de las heridas.

     

    ― Cuando despierte podrá beber ésta ― le mostré a Alexander la poción revitalizante ― así su debilidad general desaparecerá y podremos darle de alta después de descansar. Ahora a esperar...

     

     

    OFF:

     

    Editar para cambiar un "Pus" por un "Pues" no tiene precio u.ú

    • Me gusta 2
  16. Caminé por los pasillos de la Academia de Magia en dirección a la sala común de los Tritones. Apenas recordaba el día en el que me habían asignado a esa casa cuando apenas era estudiante de generales y compartía ésta con mi hermano, por ese motivo no me había sentido nada sola en ese entonces. Mientras recorría por los pasillos los recuerdos comenzaron a agolparse dentro de mi mente y suspiré para relajarme. Nunca olvidaría el día de la despedida de mi hermano y mi posterior sensación de soledad, hasta que conocí a varias chicas que compartían la clase conmigo.

     

    ― "Y mi hermano gemelo, claro está"

     

    Pensé mientras me acercaba cada vez más a aquella conocida estatua que tantas veces había visto siendo estudiante. En ese momento me paré frente a ella y recordé la antigua contraseña sin pensar en que pudieron haberla cambiado y así fue. Aquél personaje me negó la entrada y le miré preocupada, no tenía idea de lo que iba a hacer, así que pensé volver jalando aquella maleta con rueditas que llevaba conmigo, en la que guardaba todas mis pertenencias. Cuando ya estaba dispuesta a hacerlo, una luz me distrajo y miré hacia donde surgía.

     

    ― ¿Cómo no lo pensé antes?

     

    Mencioné cuando el león, patronus de Lisa, me facilitaba la nueva contraseña para entrar a la casa. Una vez que la nombré, la estatua me permitió el paso y yo, mirándola de buen humor sin intención de molestarme debido a la alegría de volver a mi casa, entré. Mientras recorría el largo pasillo para llegar a la puerta de entrada, recordé la ocasión en la que había tenido que retirarme sin despedirme siquiera, la tristeza que sentí al saber que dejaba a mis amigos y compañeros se había quedado en el pasado. Me alegraba mucho volver a la casa que me había alojado siendo estudiante.

     

    ― Buenas...

     

    Dije una vez que me adentré a la sala de aquella casa, cuyas paredes de cristal transparente dejaban ver el contenido del fondo del mar con todo tipo de criaturas y vegetación. Aquél paisaje que tantas veces había admirado como la primera vez que lo viera. Era increíble lo mucho que habían cambiado las cosas ya que me encontraba de regreso sí, pero ya no como estudiante, sino como una de las dos jefas que siempre se nombraban a cada una de las casas. Pronto desperté de mi distracción al reparar en la presencia de algunas chicas en el interior.

     

    ― Lisa ¿Cómo estás? Hola chicas ― saludé a Liza, a quien no conocía y a Heliké, a quien había visto alguna vez ya que siendo aspirante de la orden y yo fenixiana, nos habíamos encontrado un par de veces ― ¿Todo está bien?

     

    Y esperé la respuesta de mi compañera, quien seguramente tenía algo importante que decir.

     

     

    OFF:

     

    Hola a todos chicos, acá me presento fuera de rol esperando que como lo dice Paula nos divirtamos mucho dentro de nuestra casa, porque estoy segura de que así será.

  17. Mientras mencionaba aquellas palabras, yo escuchaba atentamente sin perder detalle a cada una de ellas. Ahora el joven mencionaba que no había establecido ninguna relación con aquella chica con la que... en fin, aquella historia estaba muerta y enterrada. Yo misma había comenzado una relación nuevamente, la cual si bien tenía también sus desventajas, me había hecho a la idea de mi deseo de verla funcionar.

     

    ― Gracias Alexander.

     

    No sabía qué más decir. Ni tenía idea tampoco del porqué de mi drástico cambio que hasta yo misma podía ser capaz de notar. Si bien aquella había sido una experiencia que me marcara, la realidad era que había existido alguien más que influenciara que se diera ésta, pero no deseaba sacarlo a la luz porque todavía me provocaba dolor. Realmente habían pasado muchas cosas que ameritarían una larga conversación que no venía al caso.

     

    ― De acuerdo ¿Ves esa puerta? Allí es donde se guardan las pociones y todos los instrumentos de curación.

     

    Mencioné mientras caminaba un poco delante de él para guiarlo. Una vez llegada a la habitación abrí la puerta y entré para señalarle los amplios anaqueles cubiertos por vitrinas, en cuyo interior se encontraban distribuidos en orden aquellos frascos y botellas que contenían las pociones curativas. Obviamente todo debidamente etiquetado para evitar errores graves en el proceso de curación o resucitación.

     

    ― Aquí podrás encontrar todo tipo de pociones como la revitalizante, díctamo, reabastecedora de sangre... dependiendo de la herida del paciente y su gravedad es la poción o pociones que utilizarás ― comencé mientras extendía mi brazo para abrir la vitrina y tomé un pequeño frasco rojo ― ésta, es una poción resucitadora y creo que no tengo que dar una larga explicación para darte a entender para qué sirve ― dije sonriendo.

     

    Aquello me parecía tan extraño, yo ahí dentro de la sala de las pociones dando explicaciones a aquél joven aprendiz, explicaciones que en su momento no tuve la oportunidad de recibir yo. Aquello me llenaba de cierto orgullo realmente, por lo que no tenía reparos en continuar con mi sencilla instrucción, ya cuando llegase Belu podría enseñarle lo más complicado, ya que tenía mucho más experiencia que yo.

     

    ― Obviamente no podrás atender de la misma manera a un paciente que llega con vida y está consciente, a uno que se encuentre inconsciente; mucho menos si llega sin vida... ― continué ― yo te explicaré qué es lo que hago según el caso que si bien tal vez no sea lo más acertado, a mi forma de ver es lo más correcto según mi experiencia...

  18. Lo miré un momento, luego desvié la mirada hacia una de las puertas más cercanas para posteriormente volver a mirar al joven que tenía frente a mí. Observé fijamente cuando éste se disculpaba por aquello que había sucedido, lo cual yo de pronto había comenzado a verlo como algo muy lejano y que realmente no me lastimaba ya. En realidad había tenido la fortuna de darme cuenta de las cosas a tiempo, por lo que no terminaría tan lastimada.

     

    ― No tienes de qué agradecer, somos compañeros y entre nosotros nos ayudamos.

     

    Mencioné sin apartar mi mirada. Era verdad que había algunas cosas básicas que se tenían que aprender, por lo que necesitaba poner especial atención a explicarle muy bien aquello para no cometer ningún error al momento de tratar con pacientes. Mientras respondía aquellas palabras, el joven sin dejar de mirarme mencionó algo que me sorprendió un poco y sonreí débilmente, pero sin ninguna tristeza en mí. Aquello se quedaba en el pasado.

     

    ― Pierde cuidado ― fue lo primero que se me ocurrió contestar ― no te voy a negar que me habría gustado que fueses sincero, pero todo aquello es parte de un pasado que no quiero remover... ella es una chica de verdad afortunada.

     

    Mencioné mientras retiraba mi mano despacio. Luego de aquella experiencia mi vida había continuado y, aunque no fue lo mejor que yo esperaba, había servido para mandar al olvido aquellas amargas experiencias que ahora no me dañarían más. Sin embargo, yo sentía que algo en mí ahora era diferente, aquella dulzura que solía expresar se encontraba tan oculta, que quien quiera que me viese no creería que se trataba de la misma persona.

     

    ― Y no te guardo resentimiento. Puedes contar con mi amistad.

  19. Hacía tiempo que me había enterado que él se encontraba trabajando en San Mungo y precisamente en la sexta planta, lo cual me había provocado un poco de incomodidad. Sin embargo, aquello que había sucedido era parte del pasado, por lo que me decidí a aceptarlo como una experiencia que me haría madurar. Sin embargo, aún a pesar de mi idea, el verlo ahí en el mismo lugar en el que trabajaba yo era un tanto difícil. Hacía meses que había dejado de saber de Alexander y ahora estaba nuevamente frente a él.

     

    ― El gusto es mío ― mencioné mientras recibía el beso en el dorso de mi mano ― y de lo que tienes que hacer no te preocupes, realmente no es muy difícil...

     

    Mencioné recordando con un poco de gracia el día en el que yo misma había llegado como aprendiz a la planta seis. En aquella época no había jefa de planta aún, ni tampoco compañeras dentro de la misma, por lo que me había tocado aprender sobre la marcha, mediante el uso de los hechizos que había aprendido previamente dentro de la academia y el mismo Hogwarts. Si bien ahora sabía mucho más gracias a la práctica que había adquirido, llegar hasta ahí me había costado bastante, y todavía me faltaba mucho por aprender.

     

    ― Si quieres venir conmigo, te mostraré en donde guardamos las pociones, las que combinamos con los hechizos para ayudar a los pacientes a sanar mejor y más rápido.

     

    Continué notando cómo el joven no dirigía su mirada hacia mis ojos y yo bien podía comprender el porqué.

  20. Recorrí el pasillo de un lado a otro para verificar que no hubiese alguien que necesitara de atención y, al comprobar que estaba desierto, me adentré en el cuarto de archivos para ordenar los últimos expedientes. Eran alrededor de cinco, los cuales no había podido llevar ya que en ese momento tenía bastante trabajo que hacer. Era una suerte que por ahora ningún fenixiano acudiese herido ni muerto, realmente un verdadero alivio que me ponía de buen humor. Prefería pensar en hacer algo más para distraerme, ya que no me agradaba ver a mis compañeros sufriendo.

     

    Una vez que terminé de ordenar todo aquello sin acercarme a ese misterioso rincón de los decesos (no tenía ninguna intención de encontrarme con mi colega ancestro sanador), salí de la sala y en ese momento alcancé a notar una figura que se movía. Creyendo que se trataría de un paciente, caminé lo más rápido que pude hacia él y al llegar a un par de metros detrás, le miré bien notando cierta familiaridad en éste.

     

    - ¿Hola?

     

    Hasta ese momento no había notado quien era, pero al adelantarme a su paso y ponerme de pie frente a él lo reconocí de inmediato.

     

    - Alexander.

     

    Saludé sin saber qué más decirle.

  21. Reí bajito y casi de manera imperceptible cuando escuché las palabras de mi hermano. Definitivamente las cosas dentro de la prisión estaban mucho mejor cuando me encontraba acompañada de alguien agradable, ya que el ambiente que se respiraba no era el más relajante, no al menos para mí. Tantos recuerdos que se agolpaban en mi cabeza, recuerdos de experiencias pasadas al lado de personas a las que les tenía una profunda estima y respeto pero que, lamentablemente, se habían ido muy lejos.

     

    — Por como te diriges a ella, parecería que ya le has tratado antes Adonis.

     

    Mencioné dirigiéndome a Lestat. Por el momento la prisionera continuaba sin decir una sola palabra y realmente no me preocupaba aquello, dado que en ese momento no tenía el suficiente ánimo como para comenzar un interrogatorio. Aunque obviamente, de ser necesario lo haría de muy buena gana debido a que era mi trabajo. Llevé una mano a mi cabello y retiré un poco un delgado mechón que se había ido a mi rostro y di un hondo suspiro. Definitivamente necesitaba un sobrenombre ahí, o podrían mencionar mi nombre en cualquier momento por error.

     

    — No, todavía no se ha movido de su lugar ni dicho nada.

     

    Respondí al susurro que Lestanus me había hecho al oído y sonreí bajo la luz que llevaba en mi rostro, por lo que ésta fue imperceptible. En ese momento me percaté de la presencia de otra guardiana más, Xell, quien también se encontraba cumpliendo su deber dentro de la prisión. Al igual que Soamily, ella se alejaba del pasillo y le miré sin decirle nada, ya que no era mi intención interrumpir su trabajo. Posteriormente incliné mi cabeza hacia un lado y observé el momento en el que Lestat se acercaba a la celda de Evarela.

  22. Andrómeda o.O

     

    Pues sí... de hecho esa era la idea o al menos eso es lo que yo pensé cuando la llevé, que yo la cuidaría desde un inicio, pero gracias por verificármelo *O* bueno, ahora para rellenar las líneas me voy a poner a escribir tonterías :/ espero que los demás compañeros se pasen pronto a cuidar a los demás mortífagos que trajeron y quedaron encerrados, si es que hubo alguno más.

     

    Hasta luego ^^

  23. Era la primera vez que visitaría un lugar tan grande como ese, por lo regular cuando necesitaba algo, siempre acudía a los pequeños negocios del callejón. Viviendo viviendo en mi pueblo muggle, había tenido la oportunidad e visitar uno de esos grandes centros comerciales que seguramente se le parecerían. Habría querido que me acompañara mi hermano, pero al ver que tenía algunos asuntos pendientes lo decidí dejar tranquilo. Ya tenía la dirección anotada en un papel, así que nada podría salirme mal.

     

    — Oh qué bien ¡No me perdí!

     

    Exclamé. Luego continué mi camino y miré la entrada al enorme lugar que era el Magic Mall y después de algunos rodeos, logré enterarme de la planta a la que tenía que ir para pedir lo que quería. Afortunadamente ya llevaba aquél formato lleno, ya que toda venta se realizaba bajo un estricto control. Realmente no pensaba que fuese muy complicado conseguir lo que quería, pero aún así sabía que era mucho el trabajo por ahí. Por lo menos se intuía al ver la cantidad de personas que recorrían los pasillos de la planta baja.

     

    — Buen día, me gustaría adquirir una criatura.

     

     

    ID: 106391

    Nick: Gomita Haughton Westrong

    Bóveda: Bóveda Gomita Haughton Westrong

    Fecha: 2012-09-30

     

     

    Nombre del producto: Hurón

    Objetos, Criatura o Poción: C

    Catalogación: X

    Puntos por unidad: 10

    Cantidad de unidades: 1

    Precio por unidad: 130 Galeones (se usa información del Tejón al ser el más parecido).

    Precio total: 130 galeones.

    Total de Puntos: 10

     

    Si es una criatura para personaje, colocar el Rango Social del comprador: Unicornio de Bronce

    En caso de ser criatura, objeto o poción para familia o negocio: ---

     

    Me había acercado a uno de los vendedores de la tienda con mi pergamino debidamente lleno, así que se lo entregué para que lo revisara esperando que todo estuviese bien. Por el momento solamente me quedaba esperar, así que en lo que el encargado de la venta lo revisaba, yo me retiré un par de pasos y miré a mi alrededor con mucha curiosidad.

  24. Aún permanecía apoyada de espaldas contra el muro, escuchando los susurros de los guardianes fenixianos que custodiaban las celdas y patrullaban los pasillos. Sin soltar mi varita, simplemente esperé a que la prisionera que había traído despertara para ver qué podía hacer con ella. Definitivamente de haber sabido que era mi propia madre, me habría aterrado de inmediato. Era una suerte que no lo sabía, por eso mismo permanecía tranquila vigilándola hasta que escuché los pasos de alguien al acercarse.

     

    — Buenas...

     

    Saludé sin mucho afán. El estar encerrada entre aquellas paredes no era algo muy agradable y no era el ambiente que más me atraía tampoco. Andrómeda se había acercado a la celda y terminaba con el trabajo de curar a Evarela, yo no dije nada, simplemente permanecí ahí hasta que finalizó con la curación y se dirigió a mí. La miré unos segundos y posteriormente le respondí.

     

    — Sí, yo me encargo gracias. No te preocupes.

     

    No era fácil tratar con mis compañeros en estas condiciones, sin dirigirme hacia ellos con sus nombres. Cualquier cosa que dijera podría delatarme por lo que tenía que tener mucho cuidado y era una cosa un poco difícil difícil ya que, a pesar de haber estado en la orden del Fénix, era la primera vez que lograba llevar a un prisionero dentro de la torre.

     

    Mantener una actitud como la que intentaba tener cada que me encontraba dentro de Abaddon no era sencillo pero sabía que podría con el trabajo. Ya pediría ayuda a alguien más capacitado que yo en dado caso de que comenzaran los problemas. Mientras pensaba en aquello, escuché una voz conocida y sonreí cuando se acercó al ver que ingresábamos a los prisioneros y le respondí.

     

    — Buen día Adonis, para mí es un placer que te quedes acompañándome si quieres ¿Cómo estás?

     

    Mencioné dirigiéndome a Lestat, mi propio hermano, quien igual que yo mantenía su identidad encubierta.

  25. No te preocupes Andrómeda, esas cosas pasan y a mí también se me han ido las cabras, así que no hay problema ^^

     

    Mei hola n.n por ahí me enteré de que el veredicto todavía no está, pero que por si las dudas de todas formas se tenía que postear dejando prisioneros para que no haya problema con que los olvidamos y se queden libres, no sé si las reglas cambiaron o no o.O pero lo hice por si acaso ^^

     

    Hasta luego

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