La improvisada reunión que se llevaba a cabo en las escaleras por fin había llegado a su término. Claudia ya no dudaba en que la familia sentía cierto fetiche por situaciones como aquella, apareciendo cuando no eran necesarios y aglomerándose para dar paso a discusiones sin sentido y búsquedas de herederos perdidos. Nunca tendrían un mes en calma, alejados de lo que se consideraba lo normal para los Crowley. Porque lo anormal seria precisamente eso, permanecer en calma y sin problemas que los rodearan.
—Tu padre está ocupado, es mejor no molestarlo.
Sonrió forzadamente, inclinándose levemente hacia Ariane a modo de despedida. No estaba para presenciar como una, de las tantas mujeres que pasaban por la cama de León, se marchaba con la cabeza baja, en un muestra clara de derrota. La preocupación, e incluso, la lástima que llegó a sentir por la pelirroja, se esfumaron. Había reclamado algo que no le pertenecía, ni merecía. Así era como debía irse del Castillo Crowley.
—Iré de caza—dijo tan pronto Catt, la elfina familiar, se cruzó en su camino con una pesada carga de toallones en sus lánguidos brazos—. Tardaré, si León II pregunta por mí, infórmale de mi partida. No tardaré, o eso creo.
—Como ordene, señora—inclinándose, desapareció.
La mañana apenas avanzaba. Las labores domésticas no estaban a su cargo y por lo que recordaba, no tenía ninguna actividad programada. Dedicaría lo que restaba del día a recorrer los extensos bosques escoceses e irlandeses, cargando sobre su espalda el arco y el carcaj que poseía, regalo de Artemis en su trigésimo quinto cumpleaños. Un obsequio altamente valioso para la Crowley, teniendo en cuenta que el labrador del mismo había sido Hefesto, el herrero de las deidades.
Claudia tomó el morral que yacía oculto entre unos arbustos del jardín interno. Siempre lo dejaba ahí, equipado con todo lo necesario para sus improvisadas salidas. Echó un vistazo dentro, confirmando que su ropa y botas estuviesen en su interior, se cambiaría en el bosque. Alejada de ojos inescrupulosos y las voces de su familia.
<<Bosque de Rothiemurchus>>
Donde había estado la vampiresa, solo quedó el sutil aroma de un perfume.