Sonrió. Beauxbatons no era una escuela que hubiese recibido las particulares cualidades de la joven bruja; había nacido para estudiar en Durmstrang y forjar su futuro ahí. Encaminando sus pensamientos hacia las sombras y la magia prohibida para los magos del común. Claudia no estaba hecha para el mundo en que el Roxanne vivía, jamás encajaría en él y aun así, estaba frente a ella. Observándola con sus rasgados orbes aguamarina.
—No me postularé ni este mes, ni los siguientes.
Dos cafés fuertemente cargados, fueron dejados en la mesa. El aroma que desprendía cada taza, despertó en la Crowley los sentidos que solía usar únicamente cuando se iba de cacería. A pesar de que su cuerpo no metabolizaba el oscuro líquido, se daba el gusto de degustarlo. Ser casi un ser inmortal no le era un impedimento a la hora de llevar hasta su paladar alimentos tan humanos como las frutas o el café que saboreaba en ese mismo instante.
—Me iré de viaje nuevamente, y no sé cuando regrese—soltó repentinamente. Sosteniendo cerca a sus labios la humeante taza—. Tal vez no vuelva.
Claudia exhaló una bocanada de aire. No estaba preparada para decir aquello. Sentía los saltones ojos de Hades como cuchillos sobre su cuerpo, obligándola a inclinar el rostro y a no dar la cara. Lo trajo consigo sin razón aparente, pero ambos sabían ahora el porqué.
—Necesito un favor de tu parte, Roxanne.