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Joaquín Granger

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Todo lo publicado por Joaquín Granger

  1. Sonreí pensando en el comentario que había hecho la joven sobre que hubiera sido lindo que Seishiro hubiera sido mi hijo, pues estaba de acuerdo con ella, siempre había soñado con cuidar del pequeño junto con Silverlyn, quien dijo que hubiera preferido que ese hijo hubiera sido mío. Sin embargo aunque no lo era había aceptado cuidarlo como si fuera mío, y fue la mejor decisión que yo haya podido tomar en todos mis años de vida, una decisión de la que no me arrepentía, yo lo sabía. -Tu madre lo decía también- Fue lo que le dije momentos antes, cuando Seishiro estaba jugando. Ahora el demonio se encontraba en brazos de su hermana, jugando con si nariz, sonreí, y me extrañó que no jugara con su cabello y se lo jalara, pero supongo que en este caso le causaba más impresión la nariz de su hermana, reí eso me hacía gracia. Me mecí suavemente en la mecedora, contemplando la linda escena que tenía frente a mí, la hermana mayor que el tierno hermanito menor, a pesar de la gran diferencia de edad, pero eso era lo asombroso de ser inmortal, podrías tener 301 y una hermana 274 años menor por ejemplo. La joven abrazada al pequeño, clavó la mirada en mí, no me gustaba que lo hicieran de esa forma, pero solo era para decirme que me quedara con el bebé por un tiempo más, hasta que resolviera los asuntos con el padre del bebé. Eso era lo que esperaba que ella pudiera vengar a Silverlyn, y darle lo que se merece a ese cretino, yo esperaría junto con mi pequeño, el día en que me llegara la gratificante noticia de que atacaron al padre del bebé, y así yo podré ser feliz completamente. -Muy bien, pero recuerda no mencionar mi nombre, ni el de Seishiro, o el de la mansión, hay que ser en extremo discretos- le dije serio. La joven le besó en la mejilla a Seishiro y me dijo que en caso de que fallara, le dijera al bebé que la cautivó, y que le deseaba felicidad. Me pasó al bebé que aceptó el cambio de brazos pero quedó mirando a Mizuky, mientras yo pensaba en la posibilidad de que ella fallara, el pobre Seishiro volvería a perder otro ser querido aunque casi no la conociera, y yo otra vez tendría que contar historias de ella como lo hacía con su madre, eso no era algo nada bueno, ella debía triunfar.
  2. Estaba sentado en la tienda, era una tranquilidad de ultratumba, eso me gustaba mucho, disfrutaba del silencio, y me gustaba estar entre objetos mágicos, como sin duda lo eran las varitas. El elfo de Selene había aparecido hace un rato, me entregó una carta de ella, donde aclaraba donde estaba ella, y tal como el día lo había estado demostrando en este tiempo, todo estaría muy tranquilo. Ya había dicho al elfo que podía retirarse, por lo que estaba solo, detrás del mostrador Cerré los ojos y solté aire, sonriendo tranquilamente, atender un local era muy fácil, y yo que creía que no era capaz de encargarme de un local, ya veía que estaba equivocado. Estuve recostado en mi silla unos segundos hasta que Selene apareció, en la tienda, se veía muy emocionada, hasta feliz diría yo, y nunca había visto su pelo atado y de color violeta a la vez, y antes de saludarle, y quitarme esa duda ella me saludó. -Buen día Sele, no...- Iba a decir "no hay ninguna novedad" pero al momento mi voz quedó oculta trás la de una mujer que no conocía. Y así era como si Selene tuviera un imán que atrae personas, una joven llegó a la tienda hablando rápidamente, y gracias a mi oído vampírico, escuché lo más discretamente posible que era una desgracia. Por un momento pensé que escuchar conversaciones ajenas era mala educación, pero mientras ellas no me lo dijeran o no se dieran cuenta de que escucharía la charla, no tendría problemas. Me eché hacia atrás en la silla y sonreí satisfecho, por escuchar un buen drama, que hacía bastante tiempo que yo no vivía uno.
  3. Caminaba alegremente por el Callejón Diagón uno de los pocos lugares a los que frecuentaba, y que casi me lo conocía de memoria, la tienda de ingredientes para pociones, la de calderos, varios restaurantes todos de distintos tipos de comida, algunos hoteles, me parecía haber oído de uno con casino también, y claro una gran cantidad de bares había por todo el callejón, además claro por el resto de las tiendas, como por ejemplo la tienda de varitas, a la que hoy me dirigía Ese día era justo de los que me gustaban, bien nublado, y con probabilidades de lluvia, no había forma de que el sol me molestara, ese día seguramente sería muy bueno, seguro que también me iba bien en el local, porque para eso me había leído todos esos gruesos libros sobre la historia y la fabricación de las varitas, e incluso todas las maderas y núcleos conocidos hasta la fecha, y debía reconocer que era fascinante Y en ese entonces llegué frente a la tienda Ollivander's, el local de Selene, hacía tiempo que no entraba, y pensándolo bien hacía tiempo que no veía a mi hermana ¿Que habrá sido de ella?. La última vez que nos vimos o que la vi, ella estaba directo para ir directo a San Mungo, junto con uno de sus hijitos, pobre de ellos, esperaba que ya se encontraran bien, ninguno de ellos se merecía terminar en esas condiciones, debía preguntar sobre ellos, pero no había forma Selene había tenido que salir, sin explicaciones solo me lo mandó decir esperaba que no fuera por temas de salud. Dejé de pensar en eso y me dirigí a la puerta del local, dudaba que algún elfo estuvieran ahí para orientarme un poco pero de todas formas creía poder resolverme bien, no creo que tendría problemas en atender a los clientes varios decían que yo era bueno para eso, y ya tenía práctica en eso. Entré en la tienda y miré a mi alrededor me encantaba el lugar, no sabía si era por el hecho de que estaría a mi cargo, o porque estaba lleno de varitas, fuente de magia, que adoraba, pero simplemente me gustaba. Busqué por el local algo, una libreta con anotaciones una nota una lista, algo para no quedar tan a la deriva, pero no había ni una en el mostrador o en la mesita que había ahí cerca, ni pegada tras la puerta pero seguiría buscando, no podía dejar de hacerlo hasta asegurarme de eso. Seguí entre todas las estanterías que estaban hasta el techo con varitas, busqué en la puerta de la oficina de Sele y nada, tendría que ingeniármelo yo solo, cosa que no me gustaba mucho en estos casos. -Ni una lista, ni una nota, nada- susurré mirando al suelo y solté una maldición.
  4. -Es un demonio- Le dije, serio -No se de que clase, Sil no me lo aclaró- me encogí de hombros -por ahora su crianza es normal, y la única habilidad que ha mostrado, es cambiar el color de ojos, al de la persona, o juguete que esté mirando- le acerqué un osito de peluche, con los ojos de plástico de color marrón, y al verlo, los ojos del bebé también adquirieron ese color -Mi otra hermana es una demonio, ella me dirá lo que necesito saber- Sonreí tranquilamente viendo al bebé. Recordé entonces a Tau, hacía mucho tiempo que no sabía nada de ella, tendría que ir hacerle una visita, y presentarle al pequeño Seishiro, al fin y al cabo, ahora podría decirse que es su tía. Y ahora que lo pensaba necesitaba presentárselo a muchas más personas, sin embargo ya no tenía tratos con ellas, no sabía de ellos ni ellos de mi, mejor dejaba las cosas como estaban, antes de someterme a un interrogatorio de lo más incomodo. Vi como el pequeño observaba a su hermana con gesto curioso, sentado en su cunita, y me hubiera gustado saber que estaba pensando el bebé al verla, ¿Habría tal vez encontrado algo que se le hacía familiar? lo dudaba, el pequeño comenzaba a reconocer rostros a los 8 meses y era la primera vez que veía a su hermana, no pasó mucho tiempo con su madre, y ciertamente no encontraba a Mizuky parecida a Rosie, seguro solo le daba curiosidad, y era bueno que no haya llorado. El pequeño se desconcentró y sentado estiró los brazos para que lo levantaran, le encantaba estar en brazos todo el día, hasta que se durmiera, quisiera jugar con sus juguetes, o arrastrarse por el suelo, casi para gatear. Reí y fui hacia el pequeñín que reía pícaramente, le besé la frente dándole los buenos días, y comprobé lo que ya sospechaba, se había ensuciado, algo completamente normal, y había aprendido que cuando él reía de esa manera, hora de darle su baño. -Debo bañar a Seishiro, espera aquí si quieres, pero si quieres mojarte puedes venir- Me di la vuelta y me dirigí al baño. Llené su pequeña bañera, con agua tibia, mientras quitaba su mameluco celeste, con ovejitas por toda la ropa, y tiré su pañal en el basurero, puse a Seishiro en su bañera, donde enseguida comenzó a chapotear riendo. Mojé su cabecita y le puse de su shampoo que no ardía en los ojos, un gran invento, en mi opinión, refregué hasta que hizo espuma mientras el protestaba, no le gustaba que le pusieran shampoo. Ya con su cabeza limpia era hora de limpiar su cuerpo, tomé su esponja con forma de pescado ahora empapada de jabón con olor a manzana, y con toda la paciencia del mundo froté su cuerpo, la parte más difícil el se movía mucho, y tiraba agua hacia arriba con sus manitas, pero luego de varios minutos, ya estaba enjabonado, enjuagado y listo para salir. -Ya estás listo mi bebé preciosos- Le di un besito, y lo envolví con su toalla con capucha. Volvimos a la habitación del bebé, y lo dejé en su cambiador, mientras iba a su armario, y sacaba un pañal, de los cuales tenía que comprar más, y su atuendo, un enterito de jean, sobre una camiseta azul a rayas, y unos adorables tenis deportivos que siempre encontraba la manera de quitarse, con eso ya estaba listo. Terminé de secar al bebé, le puse el pañal dificultosamente, se movía mucho, y por último, la camiseta, el enterito y los tenis, solo faltaba peinarlo y ponerle su colonia de bebé. Y así lo hice tomando su suave peine y su colonia especial, ahora estaba completamente listo. -Bien adorado mío- lo miré y le sonreí -Ya puedes jugar-. Lo dejé en su alfombrado suelo donde se arrastró feliz por todo el piso, parecía que no podía esperar más para gatear, yo lo percibía, faltaba muy poco. Me senté en la mecedora y contemplé como Seishiro exploraba todo su entorno, en busca de algo para entretenerse, por lo que fue tras uno de sus peluches del montón, pero fijó sus ojos, ahora dorados, al no mirar a nadie, en Mizu, y fue directo hacia sus pies, de los cuales se sujetó, para ponerse de pié. -Tómalo si quieres, ya te aceptó- Le dije a Mizuky.
  5. -Excelente, nada me alegraría más la vida que ver como sufre ese idi***- Le dije sonriendo con malicia. Bebí un sorbo más de sangre, estaba verdaderamente deliciosa, y miré la hora, y automáticamente hacia la escalera, me extrañaba que Seishiro no se hubiera despertado aún, si bien era de buen dormir no acostumbraba tampoco a levantarse cerca de las 11 de la mañana. Pero tal vez se había dormido tarde, era muy silencioso también, y había que reconocer que yo era alguien de sueño pesado, hice una mueca y me encogí de hombros, Kraven estaba vigilándolo si se despertaba, sucedía algo el me avisaría, por lo que no tenía motivos para preocuparme. Salí de mis pensamientos cuando la joven se disculpó por haberme tratado mal, y me explicó que pensó que la lastimaría, y que ella siempre quiso que su madre y su padre volvieran. Eso ya me lo había explicado Rosie, yo sabía que ella la protegería, y también me había dicho los deseos de Mizuky, y por eso estuve bien preparado para cuando la conocí. Sin embargo no fue un encuentro casual y fue más que memorable, sonreí al recordarlo, y como hasta ese momento la creía loca de remate. -Estas disculpada- le dije sonriendo -Tu madre me lo dijo todo cuando comenzamos a salir, desde que la protegerías, hasta tu deseo de que ellos se reconciliaran, me alegra que reconocieras que yo no la lastimaría, lástima que no fui lo suficientemente bueno para ella- me encogí de hombros -Yo también te debo una disculpa, por mucho tiempo te creí una desquiciada pero veo que me equivocaba-. La joven pidió ver al pequeño Seishiro, y no iba a negarme el bebé no podía seguir durmiendo, algo estaba pasando, seguro que otra vez Seishiro estaba mordisqueándole la oreja, un asqueroso hábito que esperaba pudiera quitarle algún día, y vaya que lo intentaba, tenía una innumerable cantidad de mordillos de todos los tipos, formas y colores, pero aún así el pequeñín prefería la oreja del elfo, era tan testarudo como su madre, algo que me hacía recordar a ella. -Bien vamos, ya debe de haber despertado, me extraña que no haya venido mi elfo y avisarme que el pequeño despertó- le dije y me puse de pie. Salimos de la habitación y subimos por las escaleras, la guié por el pasillo, hacia el fondo hasta llegar frente a la estatua de un hipogrifo que custodiaba la entrada a mi habitación. Busqué en mi bolsillo el medallón que yo usaba para entrar en la habitación, ya que solía usar santos y señas que hacían inferiores a los demás, y por supuesto yo no las diría, por lo que saqué el medallón que tenía inscripto una J y una L en letra cursiva, mayúscula, y lo puse frente a los ojos de la criatura de piedra. -Pasa rápido- le dije mirándola por detrás de mi hombro. Las cortinas se cerraron y las lámparas se encendieron mágicamente, pasé a la sección de dormitorio, donde el piso ya no era mármol sino que era de moqueta, para sorprenderme con la escena que veía. Kraven mi elfo profundamente dormido sobre mi cama, mientras se sentían las risas de Seishiro en su cuna, en su habitación separada por un arco en la pared, jugando sobre su dragón de peluche gigante, y con un sonajero en la mano, sonreí al verlo tan contento, y me puse serio al ver al elfo. -¡Kraven!- exclamé viendo al elfo dormido -Levántate de mi cama en este mismo instante de mi cama, y desaparece antes de que se me vaya la piedad y la próxima botella de sangre que tenga, sea de la tuya- Le dije apretando los dientes, con los ojos tiñéndose de naranja -¡Fuera de aquí, elfo asqueroso!- le grité. El elfo temeroso nos hizo una reverencia a mi y a Mizuky, aunque más forzada la de ella, no la quería en lo absoluto, igual que a su madre, y desapareció de la habitación. Le hice señas a la joven de que se acercara a la habitación de Seishiro, despacio, ya que estaba pasando por la angustia de los ocho meses, y se largaba a llorar con cualquier contacto nuevo, sin embargo dudaba que lo hiciera ahora, estaba muy distraído con sus juguetes como para prestar atención a nadie más. Entramos en la habitación del bebé, decorada con colores pasteles, el piso de moqueta verde, y las paredes naranja, el techo estaba pintado como un cielo celeste intento, algunas nubes y un sol tan intenso y brillante, que parecía que me quemaba, mientras pajaritos y dragones volaban por el techo, mágicamente. Tenía una mecedora, y una biblioteca llena de libros para niños. Cofres repletos de juguetes, y peluches de todos los tamaños dispersados por doquier, y claro estaba su inmensa cuna de madera finamente tallada y pintada de blanco, en donde podía arrastrarse libremente. -Ven Mizuky, espera unos momentos antes de tomarlo o tocarlo, a que él te sonría, está en la angustia de los ocho meses y la timidez le pegó fuerte- le indiqué a la joven y desvié la mirada hacia el pequeño rubio que ya había cambiado el color de sus ojos al mismo azul que el de los míos, y cambiaría nuevamente cuando mirara a Mizuky.
  6. La reacción de la joven no fue triste ni devastadora, sino todo lo contrario, al ver sus ojos tiñéndose de un color rojo como la sangre comprendí que buscaba una venganza, algo que aprobaba y que no hacía porque yo reconocía lo débil que era, algo que verdaderamente odiaba de mi y siempre intenté cambiar, pero nunca tuve éxito, y además de todo eso, sabía que si intentaba la venganza fallaría, haría el ridíc***, y tenía a Seishiro, que no se merecía perder a otro ser querido. Sonreí con maldad y mis ojos se tiñeron de un intenso naranja vacié mi copa de sangre también, el echo de imaginarme al culpable del suicido de Sil desmembrado, o incendiado al sol, era simplemente deliciosa, y tenía la ligera sensación de que Mizuky lo haría, o bien lo intentaría, me daba la impresión de que si lo decía la hacía, y bien yo no lo impediría, era cosa de ella, y que yo creía muy buena, y aunque no tuviéramos buena relación, le deseaba suerte. -No se trata de quienes, sino de quien- Le dije mirándola a los ojos -Coyo-t- dije con un tono de profundo desprecio -después de dejarme a mi comenzó a salir con él, siempre lo creí despreciable claro, pero nunca me hizo caso, en fin te cuento todo, ella era lycan, tu ya lo sabías supongo, se sometió a un tratamiento con una poción que no era la conocida matalobos, bueno, resulta que ella tenía que ponerse esos inyectables todas las noches, o se convertía permanentemente en una loba- le conté y me serví más sangre -a ella se le terminaron los inyectables y no consiguió mas, Coyo-t le dijo que podría convertirla en vampiresa y la salvaría- cerré los ojos antes de continuar -ella enamorada aceptó y se convirtió en vampiro, verdaderamente tu madre odiaba ser vampiresa, y a los vampiros en general, pero ella decía que si estaba con él no le importaba- Bebí un sorbo, cada vez más enojado -Coyo-t la engañó y se fue, dejándola sola, y destruida, fue por él que ella decidió quitarse la vida. Él tiene toda la culpa. La vi mirando por la ventana ¿acaso pensaba en suicidarse ella también? porque si era así, y lo hacía tendría que vigilar a Seishiro, no fuera a ser algún gen de la familia. Sin embargo bebí otro sorbo de sangre, no me parecía que fuera a hacerlo así como así, ella tendría que darse cuenta que ella no tenía la culpa, y si pensaba que ella hubiera podido evitarlo estando aquí, yo podría asegurarle que se equivocaba, de eso no tenía dudas. Pronto salí de mi ensimismamiento, cuando Mizuky me dijo que no interferirá en que yo tenga a Seishiro, y lo críe como mi hijo, eso era un verdadero alivio pues era un temor que tenía, aunque cuando agregó que se lo llevará de vez en cuando a su casa me dieron escalofríos. Desde que quedé a cargo de Seishiro estaba siempre pendiente de él y las pocas veces que no podía cancelar un viaje lo dejaba con mi hermana, no era que creyera que estaba mal que el pequeño pasara un tiempo con su hermana y sus sobrinas pero si me daba algo de angustia. -Bien Mizuky- le dije vaciando mi copa de sangre para darme la fuerza necesaria para decirlo- Supongo que convivir con su propia sangre no le hará daño, puedes llevarlo, y venir a visitarlo cuando quieras- le dije -pero te sería de utilidad saber algunas cosas más sobre él...-
  7. Asentí también, correspondiendo a su saludo, y le indiqué que se sentara en el sillón en el que estaba sentada, me senté frente a ella, y bebí un sorbo de sangre, fresca y deliciosa. El tono que la joven usó fue más sorprendente aún, en la única oportunidad en que nos vimos me amenazó, nunca hubiera pensado que ella empleara ese tono en mi, sin embargo se notaba que no quería una discusión o pelea a la que yo no estaba dispuesto, por lo que la charla sería mucho más tranquila. El tema de conversación que eligió era el que menos quería tratar, y menos aún con ella, explicarle a una amiga ya era complicado, imaginarme como sería explicárselo a su propia hija sería aún peor. Pero bien, podría soportar eso una vez más pero esperaba no volver tener que hacerlo, y no pasar por lo mismo, porque además de ver mal a otras personas, aunque generalmente no me importaba, recordaba malos recuerdos. -¿Te apetece un poco de sangre? Es fresca- Le ofrecí antes de comenzar así hacía tiempo y juntaba fuerza, y voluntad. -Bien sobre tu madre...- Le dije luego de que Kraven viniera con una botella de sangre y una copa -Ella se cambió el nombre ya no era Silverlyn era Rose- dije primero dando las noticias de menor impacto -Y... ella... ya no está- dije apurado y bebí un sorbo de sangre para tranquilizarme -Hay dos versiones, Luna, dice que ella se fue lejos para no volver, le dejó una carta al parecer, pero a mi también me dejó una carta que contradice la de Luna- dije mirándole a los ojos -A mi me escribió que ella se suicidaría lejos de aquí para que no se lo impidiéramos, que se lo dijera a Luna, que le ocultara la verdad a Seishiro, y que le dijera que yo era su padre, que no le dijera nunca nada sobre ella o su padre, que se lo ocultara a él especialmente- Le dije casi finalizando -y tratándose de ella y de como sufrió el último tiempo aquí temo, que si creo que se haya suicidado-. Le dije tragando con tristeza. Bebí otro sorbo de sangre recordando la imagen de mi amada Rose, y por un momento me vino a la mente su cuerpo inerte en algún bosque oscuro, un lugar horrible para morir. Sacudí la cabeza para quitarme esos pensamientos y miré a Mizuky espera su reacción o que dijera algo, no sabría como reaccionaría pero mis habilidades para consolar era espantosa, y en este caso la situación era peor, no tenía mucha relación con ella por lo que no podría acercarme y abrazarla, tendría que contemplarlo, suspiré.
  8. Despertaba de una buena noche de sueño, en el primer día del 2012, las cortinas hechizadas que se mantenían abiertas por la noche, ya que me gustaba mirar por la ventana, se cerraron ahora, cubriendo el radiante sol, que había en esa mañana, suerte que no tenía motivos para salir hoy. Me levanté procurando no hacer ruido para no despertar al pequeño Seishiro, que ya estaba pasando por su tercer sueño, y lo hacía con suma tranquilidad, lo que al verlo me daban ganas de seguir durmiendo, pero sabía que yo no lo lograría como lo hacía el pequeño, que envidia. Me dirigí directo a darme, un relajante baño, como todos los días, ya que sin un baño y volvía a la cama o estaba de mal humor todos los días, era lo necesario, para comenzar un buen día. Estuve cerca de una hora en la bañera, hasta que decidí que seguir ahí dentro sería demasiado, suspiré y salí. Tardé algunos minutos mas peinándome, y eligiendo algunos de los perfumes, cuando al fin estuve listo, envuelto en una de mis toallas verdes solo faltaba elegir mi atuendo. Algo simple para ese día, un pantalón azul oscuro, una camisa con finas franjas de plata, y unos zapatos, azules también con eso ya estaba listo. Di otro vistazo a Seishiro que seguía durmiendo, no había duda de que el pequeñito era de buen dormir, sonreí, al verlo, y como no tenía interés en despertarlo, por lo que simplemente salí de mi habitación por el arco que la estatua dejaba libre, y me dirigí directo al comedor. Al llegar me encontré con mi servicial Kraven que me preparaba todo el desayuno, café con crema, magdalenas, y mi infaltable copa de sangre. Tomé el desayuno con suma tranquilidad, primero el café, luego las magdalenas, que en este caso eran de vainilla. Al menos hasta que alguien llegó a la mansión, me extraño que alguien viniera de mañana, pero me encogí de hombros, no era de mi incumbencia, seguro no era en mi búsqueda. -Amo, una joven muy descortés con Kraven lo busca, dice que es urgente- Anunció mi elfo, con visible molestia, lo que a mi me causó gracia, me hizo acordar cuando recibía a Rosie. -Bien Kraven, iré enseguida, limpia aquí y ve a cuidar a Seishiro luego, toma una galleta si quieres, has servido bien- Le dije serio, tomé mi copa de sangre, y fui hacia el vestíbulo. Disimuladamente miré quien era, la joven que me buscaba, y al verla casi se me cae la copa de las manos, por la sorpresa, y no del todo agradable. Quien me esperaba sentada en uno de los sillones del vestíbulo era una de las últimas personas que esperaba, o deseara ver, Mizuky, la hija de Rose ¿Que hacía aquí? nunca tuvimos buena relación, no entendía para que quería verme, pero seguro pronto lo averiguaría, tomé un sorbo de sangre y entré en la habitación. -Mizuky...- dije a modo de saludo, no muy cortes ni propio de mi, pero era lo mejor que podía decir -No esperaba verte por aquí, ¿que se te ofrece?- Le pregunté con evidente curiosidad, quedándome a unos pasos de la entrada al vestíbulo.
  9. -Ya veo...- Dije muy tontamente a Sophie, pensando también en que luego iría a ver al otro pequeño. De ser Sincero no me habría importado mucho los ataque que sufrieron Selene y su hijo, si no hubieran sido más que unas simples heridas, pero al verlos así solo sentía compasión, sobretodo por el pequeño, era imposible que hiciera algo, aún no tiene los once años, la edad mínima para tener una varita. Me giré y vi a un tiburón deshidratándose rápidamente, pero como estaba cansado, y no quería tener más cosas extrañas en la cabeza me encogí de hombros he hice de cuentas como si nunca lo hubiera visto. Pronto una elfina que reconocí al instante apareció, era Nana, que venía para Auxiliar a su ama, junto con otro elfo al que no recordaba haber visto antes. Pronto Kraven apareció ahí también me hizo una reverencia a modo de saludo y miró la escena también en silencio, la criatura odiaba a Selene, no había perdido nunca una oportunidad para demostrárselo, seguro no la pateaba porque yo estaba ahí, pero si sonreía, ese elfo era malvado, pero servía bien y eso era lo que importaba, de otra forma, él no sería de utilidad y ya no estaría entre nosotros. Escuché como la elfina de Selene le encargaba a Sophie cuidar del hijo de Selene hasta que ella sanara, por una parte me sentí profundamente aliviado, yo no era muy bueno levantando el ánimo ni sabía consolar dignamente, aunque aún así ayudaría en el cuidado de Luka, se lo debía a Selene. Nana se fijó en mi y me mandó una mirada que no me agradó nada, a la cual correspondí levantando una ceja incrédulo y sabía que, su mirada era por haber dejado a Selene pero había sido lo mejor dadas las circunstancias en aquel momento y no me arrepentiría. Por último lanzó una mirada asesina Kraven, tomó al niño y desapareció de allí. Luna apareció en la habitación, al verla con semejante indiferencia, lo primero que me vino a la mente era que ella estaba cambiada. Y lo comprobé cuando, en vez de preocuparse por los heridos se preocupó por el costo de los arreglos, para luego continuar conmigo, con un par de aplausos sarcásticos que me molestaron mucho, habló de las responsabilidades que tenía yo con Seishiro, que no preguntara por otros y me preocupara por el que dejé hace meses, eso me hizo enojar, ella era la madrina y ahora que Rose no estaba debía cuidar de Seishiro tanto como yo. -Primero ¿No hay ni un saludo para mi?- pregunté algo ofendido -Estoy fuera un condenado mes, cuando sabías que mi plan era estar fuera una semana cuando mucho, ¿y a ti solo te importa que te saque al pequeño Seishiro de encima, sin preguntar al menos si me sucedió algo?- Le pregunté indignado, esa no era la hermana que dejé cuando me fui -¡Y me acusas a mi de las responsabilidades cuando soy yo el que siempre está con el bebé, y se encarga de él! ¡Tu eres su madrina! y tienes tanta responsabilidad como yo, querida Luna, de que el pequeño esté bien y se crié sano-. Lo último que quería después de un viaje como ese, lleno de contra tiempos, era que me dijeran que no cuido bien del bebé, no se que era lo que tenía mi hermanita, pero no me gustaba.
  10. Caminaba emocionado por las calles de Ottery, con un paso presuroso, aunque no tenía una gran razón para hacerlo, más que las inmensas ganas de ver a mi familia nuevamente en especial al pequeño Seishiro, a quien había prometido cuidar y criar como mi propio hijo. Seguí caminando con una sonrisa en el rostro, y en estos 3 largos meses en mi ausencia esperaba encontrar nada más que paz y tranquilidad en la mansión, más en esta época del año, donde la Navidad estaba muy cerca. A unos pocos pasos de llegar a mi hogar recordaba lo tormentoso que fue mi viaje al extranjero y que me hizo pensar, que mi vida era un drama peor de los de las novelas, y que si yo escribiera una me llenaría los bolsillos de galeones, y tal vez hasta necesitaría dos bóvedas extra grandes para guardarlos, pero eso no eran más que simples fantasías, no aptas para alguien que ya había cumplido 301 años, yo no era un buen escritor, ya que ni una simple carta me salía bien. Los recuerdos de mi viaje aún rondaban por mi mente, nunca en todos mis años de vida había vivido algo como eso, si había presenciado múltiples ataques claro, pero no me habían pasado a mí, y menos aún que me tendieran una emboscada, parecía como si fuera algún empresario importante al que la competencia quería eliminar o llevaba algún paquete importante, pero nada de eso, simplemente era un simple vampiro que había hecho un nuevo viaje a Rusia, el país en donde había pasado su infancia. Para mi suerte y sorpresa y el vampiro que me capturó, y quien resultó ser un antiguo compañero del orfanato que fue convertido en vampiro, y no era ni inteligente ni habilidoso, pero había que admitir que era bastante fuerte, aunque sin un poco de cerebro de muy poco le sirvió. Al parecer el joven estaba celoso de mis habilidades mágicas, que no eran tan extraordinarias como él las describía, por lo que decidió capturarme, y al principio su plan era solo quitarme mi varita, pero al agitarla, como un bebé a un sonajero y ver que no pasó nada, se le ocurrió una idea, convertirme, en su "mago esclavo". La idea no era muy mala, puesto que no había aprendido el arte de la aparición aún, pero el muy tonto me encerró con la varita, en una mazmorra sin ningún tipo de protección mágica, así que solo fue cuestión de tomar la varita y romper la puerta para escapar, aunque tardé bastante puesto que se me había ocurrido la idea de encadenar al vampiro que me había raptado, fue bastante complicado llevarlo hacia el calabozo pero unas cuantas provocaciones bastaron. Lo encadené con unas cadenas mágicas irrompibles, porque seguro así moriría lentamente, torturado por la sed, y esperaba que sufriera. Luego de salir del castillo del vampiro no estoy seguro que pasó luego que salí, un fuerte dolor de cabeza, y desperté en un sanatorio en Rusia, donde me armaron un lío por lo afilado de mis colmillos y lo pálido de mi piel, pero fue fácil convencerlos como pude de que ya estaba yendo al odontólogo, y que lo pálido era genético, y ya no molestaron más. Al parecer estuve en coma casi de 3 meses nadie sabe que pasó pero lo importante era que estaba bien, ya investigaría eso luego. Y pensando que mi vida era un drama muy grande pisé los terrenos de la mansión Granger. Aún con mi sonrisa y mis maletas levitando detrás llegué frente a la puerta di un suspiro de alivio y entré feliz, dejé las maletas a un lado de la puerta Kraven las subiría luego a la habitación. Había un silencio poco confiable en el lugar, como si todos estuvieran en un lío en otra habitación, por lo que decidí investigar si era cierto aquello que yo pensaba, por lo que recorrí las habitaciones más cercanas del Hall En efecto en el living una escena horrible estaba pasando, puesto que Selene quien recientemente fue mi novia, yacía casi muerta en el suelo, junto a su hijo Reiven a quien conocí una vez, y que ahora estaba herido. Con los ojos enormes tragué amargamente con tristeza, y miré a Sophie que estaba alterada atendiendo a los heridos mientras los elfos andaban alrededor de ella como moscas, quien sabe haciendo que. -Sophie... ¿Qué ha pasado aquí?- dije con una voz casi inaudible, y quedé mirando la escena esperando una respuesta de mi prima. En ese momento en que miraba al niño recordé al otro, Luka, y esperaba que se encontrara bien, y lamentaba más aún que el pequeño hubiera tenido que ver aquello, pero tal vez me precipitaba, tal vez el niño no quiso venir y no sufrió daños ni tuvo que ver eso que ahora yo veía, y que no podía creer. En un momento pasó por mi mente el recuerdo de cuando salí de urgencia un fin de semana, y no encontré a Lunita para dejarle al pequeño Seishiro, así que ella lo cuidó un fin de semana, por lo que sentí que yo debía hacer lo mismo por ella y cuidar de su pequeño hasta que saliera de San Mungo, y así lo haría si el pequeño se encontraba ahí. -Sophie, ¿El otro niño de Selene está aquí también?- Pregunté con el mismo tono casi inaudible.
  11. Reí incrédulo ante las palabras de la niña, pero que niña más melodramática, la miré irse, con rabia contenida las personas así no me caían para nada, era muy egoísta, no quería ver a su madre feliz, no quería contribuir a ella, tal vez Selene estaría mejor sin ella, no necesitaba gente que la hiciera sufrir estaba rodeada de gente que la quería y mucho, no la necesitaba, ella no necesitaba tristeza, ella debía ser feliz, y yo me ocuparía de que lo fuera. -Hay cariño...- me acerco a su lado y acaricio su espalda reconfortándola -No la necesitas, ella solo te causa dolor no quiere verte feliz, no es una buena hija- Le dije viéndola a los ojos. Me acerqué a ella y le abracé acariciando su cabello, intentando darle fuerzas, aquel primer día del negocio no era el que me esperaba, y para ser sincero estaba siendo catastrófico, debía idear algo rápido para que se distrajera porque no quería verla así, no quería ver el dolor reflejado en su cara. Para empeorar aún más mi vida nada me venía a la mente mientras estaba abrazado a la joven, ¿Que podría decir, o hacer para distraerla en un momento así? hasta que luego de un rato. -Vamos amor, enséñame el lugar- Le dije tomándole de la mando y guiándola, hacia la parte trasera del local. Le hice señas a Estefy para que nos acompañara también, al fin y al cabo ella era su nieta, y sabía todo el aprecio que le tenía, considerando lo recientemente sucedido, la joven ojivioleta necesitaría todo el apoyo que pudiera recibir de sus seres queridos, para ayudarla a sentirse mejor lo más rápido posible y hacerle entender que no necesitaba a la desagradecida de su hija para poder ser feliz, pues nos tenía a nosotros que no le haríamos mal.
  12. La chica con la que intentaba llevarme bien cada vez se me hacía más desagradable. Ahora pretendía que me fuera para dejarles a solas, ¿Acaso esa chiquilla creía que estaba bajo su poder, que obedecería sus órdenes? Estaba muy equivocada, yo no me movería de ese lugar, no al menos por petición de ella no le cumpliría un capricho. De la única forma en que las dejara sola, era que mi querida Sele me lo pidiera, y en cuanto habló comprobé que no lo quería, Le sonreí con malicia a su hija y besé la mejilla de Sele. Antes de que pudiera decir algo llegó una joven a la que no reconocí hasta que se presentó. Era Estefanime la nieta de Selene de la que había oído cosas muy buenas, y que además la conocía porque fue compañera mía en alguna de las clases de Duelo Básico. Sin embargo pareció no reconocerme, y no me extrañaba, ya que siempre intentaba pasar por desapercibido, y hasta ahora parecía haberlo logrado, ya que ninguno de mis compañeros me reconocía. Antes de que saludara Sele se me adelantó, y lo hizo ya anunciando nuestro noviazgo, lo que logró sacarme una sonrisa. -Encantado de verte de nuevo Estefanime- Le dije haciendo una pequeña inclinación a modo de reverencia. Puse los ojos en blanco fastidiado al ver los ataques que le daban a Luna, era tan melodramática, como actriz de telenovela muggle, y debería hacerlo, a ver si dejaba de molestar tanto, enfocando su drama en algo productivo, o mejor que se reencontraba con su padre y se le cumplían todos sus deseos. Sabía que Sele tenía todo el derecho de tenerla, y al fin y al cabo era su madre ella la quería, sin embargo a mi no me caía en gracia, ya me acostumbraría yo a ella, o no, ella debería acostumbrarse a mi. Estefanime logró sacarme de mis pensamientos preguntando sobre mis intereses. -Pues leo mucho, me gusta caminar por la madrugada, bajo la lluvia, recorro mucho el Callejón, y a menudo me voy de vacaciones, me aburro rápido de mi rutina- Le dije sonriendo -¿Y qué me puedes decir de tus gustos?-
  13. -Esa no es forma de saludar Sele- Dije sonriendo y le besé con ternura en los labios -Y ahora que ya saludé como debo estaría encantado de aceptar tu café- Le dije manteniendo la sonrisa. Sin embargo la joven no llegó a responder cuando una chica entró al comercio, con equipaje algo que me extrañó sin embargo no comenté nada. Pero cuando habló abrí los ojos como platos al comprobar que no era un cliente sino que era la hija de Sele, que volvía, algo que también me extrañó pues sabía que a ella no le gustaba la vida mágica, o eso le entendí a la ojivioleta. -Enchanté madeimoselle- Dije caballerosamente con una leve inclinación hacia la chica en cuanto nos presentaron. Notaba una cierta tensión en el aire me parecía que lo mejor era escapar de ahí, explorar el lugar y dejar que ambas resolvieran sus problemas sin embargo Selene me mantenía ahí a su lado mientras le sostenía la mirada a su hija, la cual parecía no tener buenas intenciones, algo molesto. Comenzó a preguntar cosas, que la verdad no eran nada agradable, al parecer me encontraba frente a otra de esas chicas fanáticas de sus padres ¿Era que nunca podía tener una relación en paz?. Quedé callado pensando en eso, no cedería sin antes dar pelea y la suerte estaba de mi lado, y la experiencia también una chiquilla como ella no ganaría. La palabra señor nunca me gustó, y menos con ese tono sin embargo debía seguir siendo un caballero y no sucumbir a la violencia, eso no sería bien visto, y lo último que deseaba era quedar mal ante la gente, era un sangre pura no podía darme esos lujos, que ni siquiera quería, eran para otro tipo de gente. -Me encuentro muy bien en este hermoso día, ¿y usted señorita Luna?- Le respondí y pregunté, cuando dejó de preguntar cosas, con mi grave y pausada voz con una sonrisa.
  14. Caminaba por el Callejón Diagón, mirando la vidrieras y leyendo algunos panfletos que colgaban en los postes, mirando las rebajas en libros de hechizos y últimas novedades en escobas y chucherías. Siempre me tomaba mi tiempo para recorrer el lugar, era uno de mis favoritos de todo mundo mágico, desde que llegué a Londres, venía tan seguido a este lugar que prácticamente lo conocía de memoria, lo que hacía que siempre pasara y mirara por fuera, mis tiendas favoritas, aunque nunca comprara nada, ya que nunca lo necesitaba. Consulté mi reloj de oro, esta vez no estaba de paseo en el Callejón, sino que iba a trabaja a la tienda de varitas de mi querida Selene, quien muy amablemente me preguntó si quería trabajar con ella, y fue imposible decirle que no, necesitaba trabajo, eso era algo fundamental para mi, y claro el echo de que mi jefa fuera Selene mejoraba mucho las cosas, ya que odiaba de sobremanera que los desconocidos me dijeran que hacer, algo que ahora no pasaría, y eso me alegraba, de solo pensarlo. Llegué frente a la tienda y contemplé la hermosa fachada que poseía desde la puerta en cedro, que tenía detalles, los cuales parecían simular un árbol genealógico, hasta el techo todo aquello parecía una autentica tienda mágica, todo lo contrario a las tiendas actuales, muchos habían copiado la arquitectura moderna que tanto usan ahora los muggles, esa que yo detestaba y que por alguna razón nunca pude aceptar, era una de las tantas cosas que venían con la edad que no aparentaba, pero si apreciaba. Me miré de abajo hacia arriba, tanto mis zapatos como mi traje gris estaban en perfecto estado, llevaba bajo del saco de doble botón, una camisa rojo sangre bastante llamativa, y una corbata negra, era una combinación bastante extraña, lo sabía, y no podía negarlo, sin embargo a mi me gustaba mucho, y era lo único que me importaba, por más de que atraían todas las miradas y criticas negativas, a las cuales solo sonreía, como si no me hubieran dicho nada, una de mis actitudes generadas por ser engreído, no me importaba lo que los otros me decían. -Sele querida, ¿estas por aquí?- pregunté para anunciarme mientras contemplaba maravillado toda la tienda y las altas estanterías donde irían las alargadas cajas donde se guardaban la enorme cantidad de varitas, cada una distinta de la otra. La busqué por la tienda, mirando las estanterías las cuales estaban repletas de varitas. Me acerqué a una de las cajas la tomé, abrí la caja, tomé la varita y la hice girar en mis dedos, hubiera jurado que era de Acebo, sin embargo aún no estaba del todo seguro, y de todas formas trabajando en la tienda aprendería más de Sele, ya que ese también era otro de mis objetivos, saber más sobre cosas mágicas, y las varitas eran primordiales para cualquier mago. Seguí rondando por ahí, mirando y tocando todo, aún no encontraba a Sele, seguramente estaba acomodando algo atrás o fabricando varitas, que era una de las cosas que mas ansiaba hacer. Dejé de recorrer el lugar ya me explicaría la joven cada cosa luego, y dando un último vistazo volví a estar frente al mostrador.
  15. Volvía a la mansión en donde residía, pero donde nunca me veían, ya que me pasaba la mayor parte del tiempo paseando por el Callejón Diagón, o bien encerrado en mi habitación, de donde no salía puesto que tenía un baño privado ahí, y un elfo que me llevaba las 3 raciones de sangre diarias, aunque la sangre que el traía era verdaderamente deliciosa, a veces sentía la necesidad de cazar, y eso rea justamente lo que había hecho, y conseguido un buen botín de aquel líquido rojo. Entré en aquella imponente residencia, notando que había un silencio poco natural en ese lugar, por lo que como siempre, decidí investigar, decidiendo que sería más divertido que solo preguntarle a un elfo. Dejé las botellas de sangre que había conseguido sobre la mesada, Kraven las acomodaría, y busqué al resto de la familia por todos lados, no estaban en el comedor, en la sala de estar, o en la biblioteca, así que supuse que se encontraban en el piso de arriba. Subí las escaleras sin prisa alguna, y recorrí el pasillo viendo hacia ambos costados, las puertas de las habitaciones estaban entornadas o abiertas completamente, por el único lugar que no pasé fue por mi habitación, ya que nadie sabía el santo y seña para entrar. Continué caminando por ese pasillo, con la esperanza de encontrarme con alguien, hasta que me di cuenta de que ni los elfos andaban por ahí haciendo las tareas de la casa, algo extraño sucedía ahí. Bajé esta vez las escaleras más presuroso, dirigiéndome a mi última opción, el temible sótano, con la esperanza de que todos estuvieran ahí buscando tal vez algún objeto valioso. Legué a la cocina, abrí la puerta de golpe y comencé a recorrer el pasillo iluminado con antorchas, llamando a todos a voz de cuello, pero nadie respondió, ni siquiera mi elfo que siempre había obedecido todo sin dudar ni chistar, cada vez aquello se me hacía más raro. Bastante desilusionado por haber fallado en mi búsqueda me desplomé en un sofá, pensando en donde estarían todos, hasta que miré por un gran ventanal y obtuve la respuesta. Estaban en el jardín, no sabía porque nunca pensaba en el jardín, aunque intuía que era porque no me gustaba mucho estar a la intemperie, sin embargo ahora la curiosidad era más fuerte que yo, y me obligó salir a indagar. Al salir me encontré con en hermoso camino de piedra que conducía hacia el centro del patio, el cual ahora parecía un paisaje selvático, o amazónico, con un toque de sofisticación, aquello estaba simplemente perfecto, sin contar con el lago que había allí, si bien, prefería las piscinas, aquel lago había captado la mayor parte de mi atención, sin contar a las 4 jóvenes que estaban reunidas cerca de aquel lago. Me acerqué sonriente, procurando ir por la sombra para no quemarme, y me detuve frente al grupo, que consistía en Sophie, mi hermana Luna, una chica a la que no conocía y por último Sil, quien fue la que mas me sorprendió con su traje de baño. Dejé de mirarla como atontado y saludé lo más socialmente que pude. -Hola a todas- Fue lo que pude decir, aún manteniendo mi sonrisa.
  16. Continué caminando por el oscuro sótano, el olor a podrido cada vez era mas intenso y en algunas paredes había rastros de una especie de musgo verde y podrido. Intenté recordar de los libros que había leído en la librería, en la cual trabajé un corto plazo, alguna plaga que se pareciera a la que enfrentábamos en la mansión, pero por desgracia nada se me ocurrió hasta el momento, y seguí caminando esperando recordar algo. Continué caminando, mirando todo a mí alrededor cuando sentí un susurro en la oscuridad. Me di vuelta bruscamente y apunté con mi varita hacia el lugar de donde provino el sonido y divisé a mi hermana, seguida de su hija Prince, y Sophie estaba revolviendo unas cajas por allí cerca. Las miré a todas y sonreí, no me esperaba nada verlas en aquel apestoso lugar. -Creía que se quedarían arriba a esperar a que terminara, y me recibirían con vítores y esas cosas cuando saliera de aquí- bromee con una sonrisa -bueno, sigamos- Y me di vuelta para continuar el trayecto. Seguí caminando mirando todo mi alrededor intentando por todos los medios encontrar la fuente de aquel fétido olor, y a la vez estrujándome el cerebro aún intentando recordar cual era la plaga que dejaba aquellas marcas cada vez que atacaba en algún hogar, pero por más que lo intentaba no conseguía la información deseada. Continué pensando, mirándome los pies cuando un susurro de Luna me volvió a la realidad y contemplé aquella cosa en el suelo. En mi rostro se formó una sonrisa de triunfo. Aquella especie de pedazo de hongo verdoso con ojos y larguiruchas patas no era más que una plaga de Bundimun algo avanzada. ¿Como no recordaba que era eso? Si hasta lo había leído en el ejemplar del Animales fantásticos y dónde encontrarlos de la biblioteca familiar que había en la mansión. Volví a salir de mi ensimismamiento cuando Luna soltó una exclamación. -¡Shhhh!- Le susurré y les hice una seña con el dedo índice sobre los labios para que estuvieran en silencio todas -No griten, ni hagan movimientos bruscos, si esa cosa llega hasta los cimientos del segundo piso ya podemos ir buscando una nueva mansión. Es solo una pequeña plaga de Bundimun, podemos todos usar el Fregotego o salir corriendo y avisar al Departamento de Regulación y Control de las Criaturas Mágicas para que envíen a los de plagas. Ustedes eligen- Y aguardé ahí hasta que decidieran.
  17. -Hola Annick- Saludé a la bruja, que se me acercó y pasó un brazo por mis hombros, a la cual miré desconfiado en cuanto empleó ese tono poco convincente -Ya decía yo que me querían para algo, pero seguro que muero ahí dentro con el olor a podrido, ¿no se han puesto a pensar en eso?- Comenté exagerando todo un poco. Retrocedí haciendo gestos a causa del aroma que inundaba la habitación aunque no me sirvió de mucho una can Dálmata apareció y comenzó a jalarme de la caricia. Nunca me gustaron los perros y menos aún que me jalaran de la camisa, y la hubiera apartado de no ser porque estaba rodeado de damas, y aquel animal podría ser de alguna de ellas. Cuando ya me acercó suficiente a la puerta comenzó a lamerme la cara, yo movía la cabeza intentando librarme de aquella lengua, y me abstenía para no empujar con fuerza al cuadrúpedo manchado. Al fin había terminado de lavarme la cara con su lengua, retrocedí haciendo gestos de asco y sacándome toda la saliva de la cara, aunque estaba agradecido de que no fueran de esos san Bernardos pesados y muy babosos, porque ya habría ido directo a darme un largo baño. Pero cuando creí que ya me abría librado del dálmata, otra vez el insistente animal se puso detrás de mi y fue empujándome con su cabeza hasta la puerta. Me sentí feliz de tener una escusa de alejarme un poco mas de la puerta para saludar a una agradable joven que no conocía. Aunque seguramente era algún familiar, tal vez otra prima. Pero no ella no era una prima resultó ser una sobrina, hija de Luna, así que sorprendido y con una sonrisa me presenté con cortesía a modo de agradecimiento por alejarme al menos unos centímetros de la puerta al lugar del origen de aquel fétido olor. -El gusto es mío, yo soy Joacoo Lestrange, soy hermano de Luna, por lo tanto tu nuevo tío- Le dije con una sonrisa bastante extraña ya que volvía a adoptar gestos extraños a causa del olor. Seguí manteniéndome firme en mi decisión bastante rato. Aunque luego pensé en que debería hacer un acto de caballerosidad y entrar ahí antes de dejar que cualquiera de esas damas se adentrara ahí. Suspiré hondo y me quedé en silencio unos momentos buscando algún sustituto de mi pero no se me ocurrió nada, ya que no tenía idea de como hacer un clon. Porque por mas de que fuera un caballero si pudiera evitar entrar, a enfrentarme con aquella fetidez y a su vez que las jóvenes tampoco entraran lo haría. Pero por desgracia no encontré forma de evitar entrar. Di un paso hacia la puerta volví a suspirar, y abrí la boca para anunciar que entraría pero Prince se me adelantó, anunciando que so recién adquirido lobo podría entrar en mi lugar al sótano. Yo me sentí aliviado al escuchar eso, y aunque poco me importara el animal no permitiría que se arriesgara, era un ser mas débil y con un olfato muy fino, era hasta arriesgado que estuviera allí en la cocina donde claramente se sentía el olor. Así que me puse firme y lo impedí. -No permitiré que lo arriesgues, Prince- dije imponiéndome -Es un ser fuerte si, pero no tan fuerte como yo o cualquiera de nosotros, él tiene un olfato muy fino, es arriesgado mandarlo creo que podría perderlo, y un lobo sin olfato es un lobo perdido. A demás yo tengo magia y podré defenderme de lo que sea que haya ahí dentro el pobre animal no tiene esa cualidad- Le dije con seriedad pero con un tono de voz sereno -Agradezco la oferta de que tu lobito me evitara eso, pero creo que sería mejor que fuera a los jardines a jugar o algo, seguro que le gusta- Agregué mirando al animal. Les sonreí a todas y di dos pasos hacia la puerta que daba lugar al oloroso sótano, saqué mi varita, y la aferré con fuerza preparándome para cualquier cosa que hubiera del otro lado de la puerta. Di un último y bastante largo suspiro, me tapé la nariz con la mano libre, abrí la puerta y entré cerrándola con rapidez para que aquel olor no se intensificara mas en la cocina, y comencé a caminar con cautela mientras pronunciaba el hechizo, y mi varita se encendió para ver mejor en el húmedo lugar ya que las antorchas se habían apagado. Continué mi búsqueda por el sótano aferrando bien mi varita, preparado para cualquier cosa. Off: Lo dejo aquí y mi próximo rol ya encontraré la plaga. Prince, gracias por ofrecer a tu lobito, pero si entro ya tengo algo que hacer, Sophie ya vi que andabas muy bromista convirtiéndote en una Dálmata, lastima que los perros no me gustan u.u y Annick, nada XD si te mostraste maldeta conmigo. Aunque no se para que ando confirmo lo que ya sabíamos.
  18. -Si bajaré, pero a buscar un gran vaso de sangre, seguro que las jóvenes se están divirtiendo o algo, aquí nunca suele pasar nada- Y dicho esto salí de la habitación sin más. Caminé por el pasillo sin mucha prisa, e intentando modificar mi mente para no pensar en lo sucedido recientemente, sino pensar en que iría a tomarme un gran vaso be mi sangre y luego iría a mi habitación y me dormiría así fuera necesario propinarme un fuerte golpe en la cabeza con un atizador, eso nunca fallaba, pero podía traer serias consecuencias al cerebro, así que mejor buscaba otra alternativa. Aunque pensándolo mejor con el día que tuve tal vez no necesitaría nada de eso, y hasta podría dormir plácidamente. Bajé las escaleras con pereza y caminé hacia la cocina donde supuse que tenían la sangre guardada, que por alguna razón nunca le había preguntado a mi elfo de donde la sacaba, y ahora sería una cosa mas a la lista de cosas por hacer, pero ahora ya estaba cerca de mi objetivo y continué mi trayectoria, mientras pensaba en que ropa de dormir me pondría y buscaba otra alternativa para conciliar el sueño. Al llegar a la cocina, un olor asqueroso llegó hacia mí y pareció que me golpeaba justo en la cara, al parecer Coyo-t estaba en lo cierto, algo pasaba en donde estaban las jóvenes reunidas. Con los ojos llorosos a causa del olor, y apretándome fuertemente la nariz para no volver a sentir ese olor tan nauseabundo me dirigí hacia las jóvenes, olvidando mis intenciones de buscar sangre y mis otras intenciones de irme a dormir, ese aroma había conseguido despejar toda mi mente. -¿Que es este olor tan horrible?- pregunté, de mal humor y con voz nasal por estar con la nariz fuertemente tapada con mis manos -¿Acaso los elfo hicieron huelga y ya no limpian o que?- Les pregunté curioso y asqueado.
  19. -Pues la verdad atar hierbas es mucho mas entretenido que plantarse al pie de una escalera esperando a ver si viene alguien y te culpa de robo, cuando lo hago contra mi propia voluntad, eres una manipuladora mental, por si no lo sabías- Le dije bastante molesto. Me quedé allí de pie meciéndome con nerviosismo sobre mis talones mientras contemplaba la habitación intentando distraerme, intentando no pensar que era el cómplice de alguien que quería robar, nada menos, que un arma. Yo solo esperaba que la joven la usara en defensa propia y no para intentar finalizar con su vida. Me recosté en una pared y contemplé la puerta mientras sentía a la joven revolver en un cajón al parecer aún sin éxito. ¿Cuanto más tardaría?, sería mucho más fácil que usara un encantamiento convocador y recuperara su propia varita ahorrándose todo eso, pero yo no le diría nada, así tal vez se daría por vencida y desistiera de robar. Ya en otro rato mas el aburrimiento y los nervios se me hicieron insoportables, así que sin dudarlo mucho me dirigí hacia la puerta, aunque no pude moverme mas, y me quedé en la oscuridad ya que uno de mis temores se habían cumplido, fuimos descubiertos. Puse mi mano en el bolsillo sujetando mi varita con fuerza, listo para usarla en caso de necesidad. En cuanto el joven habló no respondí aunque bien sabía que oculto en la oscuridad no lograría nada ya que la joven, se había movido hacia la luz, y decidí mostrarme yo también. El joven primero miró a Silverlyn y luego hacia mi, al parecer, y con razón, enfadado, aunque mas bien sorprendido. Yo en cambio me sentía sucio y me daba asco yo mismo, era el precio que había que pagar por ceder ante las locuras de la joven. Di un paso adelante y tomé la palabra. -Yo te lo explicaré- le dije seriamente -La joven quería robar otra arma y contra mi voluntad acepté acompañarla y ayudarla- Le expliqué manteniendo mi tono serio -Ciertamente aunque la joven logró entrar sola aquí, yo le serví de ayuda y acepto mis responsabilidades, pero no estoy nada orgulloso de mi. Solo espero que si consigue lo que quiere no lo use para hacer cosas que nadie debería hacer- Esto ultimo lo dije apretando los dientes con fastidio dirigiéndome mas bien a la joven.
  20. Luego de haberle entregado el informe a la joven esperaba al menos un "bien hecho" o algo por el estilo, pero no, no dijo nada y ciertamente me molestaba, yo había arriesgado a ser descubierto e incriminado de cómplice en un robo, y ella parecía no importarle, tal vez debí de imaginármelo, no era nada propio de ella agradecer, lo había olvidado aunque igual se lo recriminaría. Cuando abrí la boca para exigirle que reconociera lo bien que había hecho mi trabajo, la joven tomó mi mano y me dirigió hacia la mansión nuevamente cruzando los jardines con rapidez. Yo forcejé sin mucho empeño ya que me gustaba eso y desistí luego de un rato para así correr detrás de ella, aunque lo hacía con un poco de mal humor. Cuando llegamos adentro caminamos con un silencio, propio de cualquier ninja, procurando no llamar la atención, mientras yo me quejaba aún por dentro, aunque estaba algo sorprendido que no nos hubieran descubierto aún, al parecer la casa era tan grande que no se sentía el abrir de la puerta y lograba pasar cualquiera desapercibido siempre y cuando no lo hiciera cantando o tosiera o hablando solo y en voz alta, algo que solo haría algún distraído. En cuanto llegamos al 2º piso la joven me soltó y no pude evitar pensar que era muy bueno para que durara mas y e ordenó que me quedara vigilando y le avisara si alguien subía. Solo asentí y clavé la vista en las escaleras, como un halcón vigilando a su presa, solo que lo que yo esperaba era que ninguna presa se presentara o tendría problemas pero haber accedido a cumplir con las órdenes de la joven. Luego de haber estado, lo que para mi fueron horas, ya me había aburrido de estar ahí con la vista fija en la escalera esperando a que alguien, que seguramente, no aparecería por aquí, decidí que iría a investigar que hacía la joven que tardaba tanto y me dirigí a la habitación en la que ella se encontraba. En la cual entré y cerré la puerta, miré a la joven con un dejo de apuro y al fin hablé. -¿Demoras mucho?, ya estoy aburrido- le dije con impaciencia mirándola a los ojos.
  21. -Muy bien, haré lo que me pides- dije asintiendo firmemente. Me dirigí hacia la mansión, algo molesto conmigo mismo por ceder ante la joven, pero después de todo ella tenía razón, si algo le pasaba sería culpa mía por dejarla desarmada. Aunque si volvía a intentar suicidarse la desarmaría otra vez y no cedería, al fin y al cabo, de una forma u otra ella conseguiría su cometido, terminar con su vida, algo malo, que esperaba, algún día yo quitarle esa idea de la mente. Caminé con paso lento, no quería llegar a la mansión y hacer el trabajo de un espía pero, era una oportunidad de probar a la joven, si conseguía nuevamente un arma y no intentaba suicidarse todo esto valdría la pena, y si no, bueno... tal vez debería evitar caer ante los trabajos mentales que la joven me hacía con efectos positivos para ella, y evidentemente negativos para mí. Continué caminando, sumido en mis pensamientos hasta llegar a la puerta principal, la cual abrí con sumo cuidado para no hacer ningún ruido, y no llamar la atención con mi mal disimulada actuación de naturalidad. El plan que idee era muy simple, comenzaría por el piso de abajo, revisando todas la salas, procurando no ser visto ni oído y luego no tendría mas que oír por detrás de las puertas de las habitaciones, con el fin de percibir algún sonido, o no, que indicara que hubiera gente ahí adentro, o estuviera vacío respectivamente, yo solo esperaba que todo fuera fácil y rápido para poder volver a mi vida normal. Revisé todas las habitaciones, no había nadie en el comedor, el salón, el vestíbulo,el salón de pequeñas fiestas, la biblioteca. Pero en la cocina su había gente, Luna y otras 2 jóvenes a las que no me habían presentado aún, y que supuse eran familiares charlaban. Suerte que solo asomé la cabeza y estaba seguro de que no me habían visto, por lo que no me arriesgué mas de quedarme próximo a ese lugar y me dirigí al 2º piso, donde con mucha discreción pegué el oído sobre cada una de las puertas, y comprobé que no había nadie en las habitaciones. Bajé y salí haciendo el menor ruido posible, mientras me lamentaba por haber aceptado eso, me sentía sucio y la conciencia parecía matarme, pero tendría que resistir, eso pronto acabaría y podría hacer como si eso nunca hubiera pasado. Me dirigí acelerando el paso hacia Sil, y cuando me iba acercando a ella suspiré, como si juntara valor para darle mi informe y continuar con eso. -Están Luna y 2 jóvenes más en la cocina, aparte de eso, la mansión está vacía- le dije con seriedad cuando ya había llegado hacia ella y aguardaba su respuesta.
  22. Continué escuchando a la joven mientras mi cadenita de pastos continuaba creciendo más y mas. Vi como la joven se levantaba y se sacudía las hierbas pero poco me importó, cuando comenzó con su sermón no le presté atención, hasta que me hizo razonar con su lógica y logró que le prestara atención, aunque lo disimulaba agregando mas pasto a la cadena. Durante ese momento me quedé pensando en aquellas palabras que lograron hacer que me sintiera un poco culpable y confundido. ¿Si le salvé la vida desarmándola como logré también ponerla en peligro?. Esa pregunta resonaba en mi mente mientras agregaba mas pasto a la cadena automáticamente y sin prestar atención a nada más que a mi pensamiento. Cuando la joven volvió a tomar la palabra el enigma seguía sin resolver y la joven no me ayudaba en nada a resolverlo, sino todo lo contrario me hacía sentir más culpable y recordar que yo aún la amaba y si algo le pasaba sería culpa mía, además, le debía una por haberme hecho un favor. Tendría que ayudarla aunque fuera contra mi voluntad pero tenía que quedar a mano con la joven. -¡Está bien Sil!- grité mientras la alcanzaba corriendo dificultosamente ya que me intentaba calzar en ese ínterin -te ayudaré, solo porque te debo una- agregué descartando lo otro como si nunca lo hubiera pensado -¿Que tengo que hacer?- le pregunté con indiferencia. Si bien esa diferencia salió convincente era falsa, la idea de robar no era de mi agrado, y menos sin saber quien era la victima, me sentía sucio con eso, pero tenía que hacerlo después de todo la joven estaría mas protegida con un arma, y al mantenerla vigilada no tendría muchas oportunidades de suicidarse. Quedé ahí de pie esperando la respuesta de la joven con cierto nerviosismo.
  23. -Una sala de torturas sería una gran idea, pero creo que en las mazmorras no hay lugar para una, que lastima- Comenté bromeando también, continuando con mi cadena de pastos. Los zapatos me estaban molestando, era algo realmente tonto salir al jardín con traje y zapatos, así que abandonando toda decencia me quité los zapatos y calcetas quedando con mis pies al aire y pisando la mullida hierba verde y continué con mi cadena de hierbas, que ya llevaba 8 trozos de hierba atados y tenía como meta que fuera la cadena mas larga que hubiera hecho en la tarde. Quedamos en silencio por un tiempo, hasta que la joven volvió a tomar la palabra, con un tema de conversación que no me esperaba oír. Pero ya veía que la joven había quedado bastante resentida desde que la desarmé y la dejé sin su varita, pero no me arrepentía en nada estaba convencido de que lo que yo hice había sido lo correcto. -Si lo recuerdo muy bien, parece que Coyo-t está cumpliendo con mi cometido, y no me arrepiento de nada- Comenté con toda serenidad -Eres mas peligrosa con una varita que un niño de 4 años. Suicidarse no está bien y haré todo lo que me sea posible para evitar que te suicides, así me toque convertir todo el suelo de los jardines en trampolines por si se te ocurre tirarte de la ventana- Finalicé añadiendo una 15ª hierba a mi cadena. Mientras yo continuaba con mi artístico labor y movía alegremente los pies, como si disfrutara de alguna linda melodía, la joven tenía la vista fija en una de las ventanas de aquella monumental mansión, quien sabe pensando quien sabe que cosa, tal vez alguna idea para matarse o algo así. Continué con mi actividad hasta que la joven habló y me ahogué al escuchar aquella petición tan descabellada. Miré a la joven con desconcierto no podía creer que me pidiera aquello justo a mi que impedía que tuviera algún medio con el cual pudiera suicidarse, y cuando bajé la cabeza comprobé que me había causado la destrucción de mi cadena de hierbas. Suspiré para no gritarle y tomé la palabra. -¿Me estas hablando enserio? ¿O solo es una broma de muy mal gusto que me ha hecho romper mi trabajosa labor- le pregunté algo enfadado, y añadí -Si no es una broma, que te quede claro que no te ayudaré a conseguir ninguna varita. A continuación saqué mi varita le di unos toquecitos con ella a mi cadenita de hierbas, pronuncié la palabra mágica y la cadenita volvió a quedar como nueva, para así continuar con mi trabajo.
  24. Raramente disfrutaba de la sombra de aquel peculiar árbol aunque no supiera que árbol era, pero estaba seguro de que no era ningún sauce boxeador, ya que, seguramente ahora estaría en San Mungo, seguramente con una gran astilla clavada en un ojo y cubierto de profundas heridas sangrantes que me dejarían medio inconsciente por tanta perdida de sangre. Me estremecí con ese extraño pensamiento y me distraje con un pasto, que arranqué y ahora destrozaba con mis dedos. Seguí por un rato más arrancando pastos y atándolos unos con otros para formar una especie de cuerda que la rompí. Nunca pensé entretenerme tanto rompiendo esa hierba tumbado en un árbol, pero ya veía que me equivocaba esa infantil actividad se me hacía divertida, no era nada complicada, y no se me agotarían nunca, o al menos no antes de que me aburriera de hacer ese hobbie tan peculiarmente raro, y aún mas raro siendo un engreído como lo era yo. Cuando ya iba atando el quinto pasto a una nueva serie divisé una alta figura femenina con cabello platinado que se dirigía hacia mí. Sonreí al verle ya que se trataba de Sil que venía hacía mí y como de costumbre no saludaba, se limitaba a hacer un comentario elocuente, aunque tratándose de ella era como si dijera "hola" volví a sonreír dejando la cadena de hierbas y correspondí a su comentario. -Mi cama sigue tan cómoda como siempre- afirmé con jovialidad -Pero soy propenso a aburrirme y mi habitación ya me tenía aburrido, como imaginarás, así que decidí cambiar de aire un poco. y... ¿A ti que te trae por aquí?- Le pregunté con curiosidad, mientras retomaba mi fina actividad de unir pastos y la invitaba a sentarse bajo la sombra de aquel lindo árbol http://i.imgur.com/WB47D.png
  25. Estaba sobre mi cama con doseles hojeando un libro el cual había leído muchas veces y ya hasta podía recitarlo. Todo estaba muy tranquilo como siempre y mi rutina no salía de lo normal ya que solía encerrarme en mi habitación y no salía más que para conseguir sangre cuando me cansaba de la que me traía mi elfo, que ahora estaba sacudiendo el polvo de mis muebles. Cerré los ojos para ver si me quedaba dormido así al menos mataba el tiempo, pero luego de estar como 30 minutos con los ojos cerrados sin conseguir dormirme abandoné todos mis intentos y me levanté dispuesto a salir de aquel lugar del que tan aburrido estaba aunque muchas veces me servía de refugio. Salí de la habitación por el arco custodiado por la estatua del hipogrifo, con bastante pereza como siempre que se trataba de mí, y me dirigí hacia las escaleras, las cuales las bajé con pesadumbre y me tentaba la idea de volver a subir las escaleras e ir a la cama nuevamente, pero ya había ido hasta ahí y no las subiría ahora. Ya al pie de la escalera el nuevo desafío era a donde iría el comedor me resultaba un buen lugar, pero no tenía hambre, y ahora que lo pensaba no hay mucha diferencia en estar tumbado en una cama o sentado en un mesa. Decidí caminar sin rumbo por la casa hasta encontrar un lugar de mi agrado. Al pasar por la sala me paré frente a la gran ventana y divisé el jardín, aquel amplio lugar repleto de plantas era el lugar al que necesitaba ir para cambiar de ambiente. Comprobé que mi atuendo fuera apropiado para el clima y me dispuse a salir y recostarme en un árbol contemplando el horizonte. Pero cuando llegué otra decisión mas, ahora tocaba elegir un árbol en el cual recostarme y había muchos, esparcido por todos lados. Afortunadamente divisé un gran árbol a lo lejos, al que fui sin pensarlo 2 veces y me recosté sobre su tronco respirando profundamente.

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