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Liam Black

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Todo lo publicado por Liam Black

  1. Liam Black

    Encantamientos II

    http://i.imgur.com/QBaP6Ck.png Mi mirada se fijó en uno de los zorzales que revoloteaban inquietos sobre un nido de uno de los árboles más altos. El sol parecía no querer caer y formar el atardecer que ya debería estar presente de acuerdo al horario. Me concentré en lo que estaba haciendo, sin perder la concentración un segundo más. Hilos plateados y dorados se desprendían desde la punta de mi varita y viajaban con delicadeza, como flotando en el aire, perdiéndose en el bosque, difuminándose tras las hojas de los arbustos. Mi túnica plateada se desplegó un poco al ser invadida por una risca brisa que se arrastraba desde lo más profundo del Bosque Prohibido. Me encontraba en una parte bastante alejada al centro del lugar, donde incluso había un lago y algunos pedruscos. Nunca había presenciado aquel lado del bosque, pero cuando oí de él y lo encontré, supe que me serviría perfectamente para impartir la clase. Le había mandado una lechuza a todos los alumnos, la cual lo único que tenía escrito era "Abre el sobre" en la solapa superficial. Dentro, había un broche muggle de ropa, que seguramente se veía algo inoportuno y desagradable para enviar, pero que, cuando cada uno lo tocara, los trasportaría hasta el lugar de inicio de la clase. Quizás no tendrían ni idea de ello, pero de una u otra forma acabarían haciendo contacto con el desagradable objeto. El hechizo que había instalado en el bosque afectaría al del traslador, haciendo que todos aparezcan frente a un desvío de tres caminos cerrados por árboles. Ellos deberían elegir por cuál ir para llegar a mi ubicación. El camino de la izquierda estaba plagado de acromántulas hambrientas, el del medio poseía un suelo específicamente hecho con la planta "lazo del diablo" y el de la derecha un boggart oculto que no tardaría en asechar al que pasara por ahí. Además de eso, todos resguardaban tres dementores en cada uno, deseosos de dar el beso. Me encontraba en el centro del pequeño descampado, justo de espaldas al lago de aguas cristalinas que se asentaba detrás. Una vez que todos estuvieran presentes frente a mí, esperaba que se presentaran con su nombre y las expectativas que tenían para la clase, eso era lo único que les pediría de momento cuando todos ellos hubiesen acudido a mi encuentro, luego, procedería a continuar con la segunda tarea. Esta vez no tenía planeado arrancar preguntándoles qué era un encantamiento, porque todas mis clases pasadas hacía lo mismo y quizá era tiempo de un cambio. Yo necesitaba enseñarles lo que era, no preguntarle lo que creían, después de todo si estaban acudiendo a adquirir el conocimiento, entonces requerían aprender, por más que me interesara evaluar su nivelatorio hasta el momento. Justo cuando dudaba sobre mis decisiones, el primer alumno apareció, y yo guardé mi varita en el bolsillo interno de mi túnica, dando un paso al frente y procediendo a esperar a los demás para indicarles lo que tenían que contarme de momento.
  2. Y justo cuando todos estaban luchando por sus vidas, cuando luchaban por poder conservar algo decoherencia en aquel lago congelado, una luz blanca sacudió la isla. Todo se paralizó al instante, animales, criaturas, personas, hasta el propio viento pareció tomarse un descanso. Aquella luz potente y cegadora que estaba azotando el Campo de Hadas pretendía derretirnos a todos nosotros, pero apenas se sentía el calor. Era como estar en un cuarto blanco, solo que siendo verdaderamente blanco hasta el punto de no distinguir tu propio cuerpo. Me puse de pie con una sonrisa ladeada en mi rostro y caminé por los cuerpos que yacían con vida en el suelo. Parecían no querer reaccionar. Con mi pie descalzo toqué el rostro de una de las alumnas, Mackenzie, y lo giré levemente hacia un costado, esperando comprobar detalladamente las facciones que ocultaba tras ese perfecto disfraz metamorfómago. Maldición, sí que me había logrado engañar. Si no fuera por esa extraña "criatura" que la atacó, ahora no estaría seguro de creer lo que veía. O lo que se suponía que veía, daba igual. No tardarían demasiado en despertar. La conexión con mi mente ya se había quebrado y eso los llevaría nuevamente a su estado de lucidez. Pero con un solo detalle; no recordarían nada. Sucedía que, todos habían estado en mi mente desde que entraron por aquel pasadizo hasta ahora. El "aula" de encantamientos, estaba enlazada a mi hemisferio trasero del cerebro, todo el tiempo, y lo que ellos habían vivido, era solo lo que ellos habían creído vivir. Experimentar el desolamiento, el peligro, el enojo, el conflicto, todo eso había sido parte de mi plan como profesor, por eso al despertar no se acordarían nada de lo ocurrido, excepto las lecciones básicas sobre los encantamientos. Lo que necesitaban saber. Era increíble lo que se podía hacer con una sola mente. Darla había estado preocupada todo el tiempo por los mapas. Quería volver a la clase, pero lo que no sabía era que siempre había estado ahí. El hacerle creer que no, también consistía como parte de la lección. Podía jurar que, previo a todo esto, a Mackenzie se le había dado por mandar a investigarme a la Jefa de Seguridad, ¿con qué fin? No lo sabía, pero estaba claro lo que había visto y oído mientras deambulaban por mi propio subconsciente. Una verdadera pena que ya no pueda llevar nada de eso a cabo, hubiera sido interesante ver cómo la propia vice-ministra se encargaba de investigar a un profesor solo porque éste tenía el suficiente coraje de aceptar por una vez, que allí era la menos. Sí... lamentable. Pero así servía todo el método. El proceso de enfrentarse a cosas reales o de creer que se enfrentaban a estas, los hacía magos más poderosos incluso de lo que ya eran. El temor y todo lo que conllevaba a esta emoción era algo que acarriaba problemas, pero a la vez, eso también traía soluciones, soluciones que ellos mismos debieron experimentar, con un poco de mi ayuda, para salir adelante y derribar cualquier obstáculo. Con ayuda de mi varita y mi fuerza sobrehumana, cargué a todos y cada uno en sus asientos, haciendo que al menos el despertar les sea cómodo. El aula ya no estaba conectada a mi cerebro, por lo que volvía a ser aquella aula de encantamientos de siempre, modificada quizá un poco gracias a las reformas. Estaba limpia, modernizada y valía la pena respirar el aire allí adentro, no como la primera que habían tenido que ver al llegar, que no era más que una ilustración de mi propia mente. —Bienvenidos de nuevo —hablé cuando vi que todas las cabezas se estaban levantando—. Tal vez se pregunten cómo llegaron aquí, o tal vez ni siquiera recuerden de dónde tenían que llegar, pero les aseguro que cada uno de ustedes tendrá presente en su mente cada tarea que les asigné y el método que usaron para resolverla. No más que eso, tampoco por o para qué, pero no lo necesitan. Lo demás, son puros agregados que no sirven, creo que la mejor manera de aprender es recordar las cosas básicas y necesarias, y eso es lo que ustedes tienen en la mente ahora. Pueden irse a casa, la clase ha acabado, sus calificaciones están en la pizarra. Un placer haber sido su profesor. Y haciendo uso de mi varita, nuevamente, atraje la pizarra que estaba unos metros más al fondo, dejándola a la vista de todos. En ella se podía leer con claridad lo siguiente: "Ainé Malfoy - Aceptable. Darla Potter Black - Extraordinario. Jocker Black Lestrange - Insuficiente. Lisa Weasley Delacour - Aceptable. Lyra K. Selwyn - Extraordinario. Mackenzie 'Yellbridge' - Aceptable. Mei Black Delacour - Extraordinario. Mía Black Lestrange - No presentada. Seba Granger - No presentado. Zack Black Haughton - No presentado."
  3. Era tal cual como lo había pensado. Magia pura dispersándose en todas partes del ambiente, recargada con la energía que el lugar representaba. Había supuesto que sus hechizos se verían intensificados ante la magia del lugar, pero no podía concernir del todo los potentes conjuros que Mackenzie realizó, estando en una especie de trance menos potente que el de Jock, al parecer. Era hermoso, el fuego, el hielo, todos los elementos que juntó y lo que hizo que energía pura cayera en gotas sobre nosotros. A ese punto ya no le prestaba demasiada atención a que la viceministra sea la supuesta Yellbridge, porque al menos eso lo había supuesto, mientras que aquel espectáculo me estaba dejando completamente maravillado. Luego se le unió Darla, usando los conocimientos de runas para crear algo que despertara al susodicho, más tarde Lisa, quien parecía más entretenida intentando desempeñar su labor ministerial en la clase que atender a Jock, pero aun así logró efectuar un... algo de fuego, que no era fuego realmente. También Mei... Si bien todos no estaban usando encantamientos en sí, era entendible que en una competencia no podían reducirse a tan poco. ​Y luego las preguntas por parte de Mackenzie que casi me volvieron a la realidad. Sabía que tener alumnos experimentados sería un problema. Ninguno de ellos querría acatar las órdenes exactas ni muy al pie, más bien se mantendrían al margen intentando no salirse por completo, pero el complejo de rebeldía se notaba en cada uno de ellos. No era algo que me importara tampoco, si no tenían ganas de asistir a una clase bien podían quedarse en sus casas, yo estaba haciendo mi trabajo. Sean ellos mis alumnos o no. —Viceministra, déjeme decirle que me sorprende que haya decidido cursar esta clase, pero yo no soy quien para juzgarla, así que en cierto modo me alegra tenerla aquí —controlé mi tono de voz, ya probablemente diga lo que diga sonaría enfadado, pero realmente no era así. Al menos no ahora—. Al parecer, Jocker se desvió del camino normal y se topó con una veela mientras cruzaba el laberinto previo a la clase. Bueno, sabemos lo que hacen esas criaturas, y entonces ha estado "encantado" todo este tiempo. Supongo que con la energía mágica de este lugar, el encantamiento se potenció y fue casi imposible deshacerse por sí solo. Aunque es solo mi teoría. —Respecto al tiempo... Sé de este lugar lo mismo que usted sabe. Vine unos días antes para analizarlo y me pareció una escena digna como para desarrollar mi clase. Había oído historias sobre un gigante que habitaba el lugar pero supuse que nada más eran historias, ya sabe, con nuestro perfil las historias pueden ser falsas o verdaderas y no le hice demasiado caso. No vi a la criatura que la atacó y no sé qué forma tenía, lo único que vi fue una masa grisácea desprendiéndose de su cuerpo. No entendí bien eso, pero me alegra que usted esté bien y con todo el ánimo recargado como para entrevistarme. Puede volver con su grupo, la clase no ha terminado. ​Sí, iba a tener que estar bastante anímica para soportar las entrevistas de después, pero que le harían a su persona. Tal vez la acusen de mentirosa, por asistir a una clase bajo un perfil falso, tal vez dudarían de su poder como alta jerarquía en la magia, pero si la mujer necesitaba que yo declare algo, entonces lo haría, defendería su imagen porque en realidad a la clase no había ido a hacer algo malo, sin dudas había resultado ser la más perjudicada y sobresaliente a la vez, teniendo que lidiar con un disfraz de cabeza hueca. ¿Qué había de malo en eso? Respetaba su decisión, y no por ser la viceministra, sino más bien por entendimiento ajeno. No dejaba de pensar en lo ocurrido. Esa grieta que finalmente cerré momentos atrás, los gigantes, todo el peligro. Estaba claro que no trataba con alumnos menores de edad, es más, eran capacitados —quizás más que yo— y tenían la suficiente habilidad como para cuidarse solos, pero no podía negar que estaban bajo mi tutela. Un recuerdo fugaz cruzó mi mente, era de cuando había asistido a la clase de maldiciones de Leah. Había estado prácticamente solo, en peligro, con momias, inferis, mientras la profesora se había desmayado. Algo había limitado mi magia para que no pueda hacer otra cosa que magia oscura y por un momento creí morir, pero había sido la clase donde más aprendizaje adquirí. La práctica hace al maestro, dicen por ahí. —Muy bien, chicos —hablé volviendo a hacer que, —o intentar que—, se agrupen—. Todos han hecho muy buen trabajo, tenemos nuevamente a Jocker con nosotros y podemos decir que eso es algo bueno. Todavía me cuesta decidir qué grupo va a la cabeza, cuál de los dos pretende conseguir el huevo de oro, pero faltan un par de pruebas aún. »Al fondo del lago, he escondido dos banderas que se camuflan con el color del agua misma. Cada equipo debe escoger a una persona para que vayan por ellas, pero, una vez encontradas no será tan fácil regresar. Los restantes miembros del grupo, deberán hechizar la superficie correspondiente del lago para impedir que el nadador contrario gane. Únicamente pueden utilizar encantamientos y solamente pueden jugar con la superficie del lago, ni con ellos ni con el resto del lugar. Con mi varita dibujé un Flagrate sobre el lago que marcó la mitad del mismo. Uno de cada equipo se metería por alguna de la zona del lago dividida y regresaría por la misma, mientras que los que quedaban fuera del agua tenían que hechizar la zona del equipo contrario. Bueno, no hechizar, sino que encantar. Podían congelarla, hacerla sólida y colocar cosas arriba, crear algún tipo de criatura y encantarla. Mientras que lo que sea el obstáculo en cuestión esté puramente dificultado con un encantamiento, estaba bien. —Darla, como es la única que sobra, será algo así como un comodín. Podrá ayudar a ambos equipos con libertad, un poco a uno, otro poco a otro. Como desee —expliqué guiñándole un ojo a la Potter—. Ahora sí, ¿quiénes se sumergirán? Todavía me quedaba resolver el tema del pergamino, pero tenía tiempo para pensar y prefería fingir que era una prueba más, a que demostrar que estaba imposibilitado para regresarlos a la clase y comerme una entrevista más por parte de Mackenzie. Ya no quería problemas.
  4. Todo se había vuelto un descontrol. Sin quererlo, o amedrentando a ello involuntariamente, los alumnos estaban discutiendo entre sí y hasta podía jurar que Lisa había descubierto el hoyo negro que mi mente no lograba descubrir. Pero, ¿por qué de ser la viceministra de magia se presentaría oculta ante los demás? ¿Para investigarnos? ¿Y si no era ella? No debía dudar de las intuiciones de una jefa de seguridad, pero si verdaderamente nuestra líder suprema estaba presente en la clase como alguien tonta e incapacitada, quizás solo quería obtener el conocimiento sin ser molestada. Y no había ninguna objeción ante ello por mi parte. —Muy bien, escuchen —espeté volviendo a acercarme a todos—. No hay necesidad de esto, no tenemos que discutir. Lisa, ¿no te parece que la viceministra tendría bien en claro lo que es un encantamiento como para cursar una clase de conocimientos? —Desvié un poco la vista a Mackenzie antes de proseguir—. Siento que haya sucedido todo este descontrol. Fue mi culpa, en parte. Si los hubiera estado supervisando tal vez ninguna grieta se hubiera abierto en la tierra. Y era verdad, para variar. Me había alejado con Darla dejándoles que se libren por su cuenta de la primera prueba. A pesar de que todos parecían tener los suficientes conocimientos como para deshacerse de un par de duendes y duendecillos, no estábamos en la universidad y el peligro era notorio. Todavía no dejaba de ser el profesor y mi trabajo tampoco había dejado de ser cuidarlos y enseñarles todo lo que conocía acerca de los encantamientos, así que eso era. —Está anocheciendo. La energía mágica del lugar disminuirá bastante con la llegada de la noche y tal vez ya no podamos hacer uso de eso, pero hay un lugar donde incluso la noche potencia toda esta vitalidad —me erguí un poco cerca de Jocker para levitarlo con la varita y poder transportarlo así—. Síganme. Una vez más sentí la frescura de la hierba rozando mis pies que, aunque se protegían con el zapato, podía diferenciar aquel cosquilleo que se produciría si no los tuviera. Las colinas y los pocos árboles que nos rodeaban minutos atrás, fueron desapareciendo a medida que nuestro paso avanzaba por la cumbre. Todos seguían mi paso por detrás, a diferencia del único alumno hombre, que estaba siendo transportado por la fuerza magnética de mi varita. Aun así, no dejaba de echarle miradas a todos de vez en cuando, por miedo a que alguno desaparezca misteriosamente. No tardamos mucho en quedar frente a una perfecta y redonda laguna de agua cristalina, donde las pequeñas cataratas que caían desde el límite de las rocas parecían impedir que el estanque se vacíe. El color en el fondo del agua variaba desde rosa hasta azul oscuro, y unas pequeñas luces de muchos colores danzantes por encima de la superficie parecían hacerte creer que en verdad albergaba un hada en ese lugar. Era mucha energía mágica para explotar. —Lamentablemente, me veo obligado a entregarles 50 puntos a cada grupo, ya que ninguno se deshizo oficialmente de ambas criaturas. Lisa logró inmovilizar a los duendecillos y Lyra efectuó un provechoso Skurge que espantó gran parte de los duendes. Estuvieron bien. »Ahora, si pudieron notar, tenemos a un alumno un tanto... inconsciente, y como bien dijo Ainé esta mañana, parece "encantado". Verdaderamente lo está, así que dada la necesidad de su presencia en la clase, ese será su segundo reto. ¿Qué encantamiento finaliza los efectos de otro? El primer grupo en adivinar y efectuar el hechizo sobre Jocker, obtendrá 100 puntos inmediatos. —Tengan en cuenta que necesitarán ayuda de la magia que les brinda la laguna para que esto funcione, porque no estamos hablando de un encantamiento realizado por una varita propiamente. Así que, anexo a lo que les dije, deberán averiguar cómo alimentarse de la energía de las aguas. Ésta no está en todas partes como anteriormente, ustedes deben tomarla —señalé al paisaje acuático que presenciaba detrás de ellos y luego miré a Darla—. Usted señorita únase a las Delacour, con un integrante menos están en clara desventaja. Dudé si explicarles la definición de lo que era un contrahechizo, pero iba a ser una ayuda demasiado grande y, posiblemente, todos los presentes estaban enfocados en lo que eso era. Si alguna vez se habían batido a duelo, probablemente lo sabían. De todas formas, no me separé de ellos, esta vez los supervisaría bien.
  5. —Pongámoslo así... Cerrar la fosa es su tarea, de las tres. Intencionalmente o no, la abrieron, haya quien haya sido de las tres, son un grupo y funcionarán como grupo. Entiendo lo peligroso que pudo haber sido todo esto, pero con ayuda de mi encantamiento no les será demasiado difícil ubicar las cosas en su lugar. Tampoco tienen que encargarse de los gigantes, pero ¡cuidado! Porque de todas formas seguro que sería muy difícil encargarse de ellos en tamaño miniatura, ¿verdad? Sean quienes sean los presentes en la clase, ahí no dejaba de ser el profesor y las cosas no iban a darse vuelta por más carácter que tuvieran. Ya estaba lo demasiado exaltado intentando resolver un conflicto como para continuar tratándolos con amabilidad. Perdía con facilidad la cordura y, lamentablemente, era algo que la ausencia de licantropismo no había podido llevarse consigo. Y todos sabían que era mejor no enfadar a un lobo. —Apuesto a que si todos se hubiesen centrado en deshacerse de los duendes y duendecillos no tendrían por qué haberse metido con el suelo. Y esto a su vez no hubiera llamado a los gigantes. No digo que sea totalmente su culpa, señoritas, pero es culpa de su accidente. Son un grupo ahora, son una unidad. Ésto no dejó de ser una competencia, los accidentes en las competencias cuestan caro —y nuevamente, una alumna estuvo a punto de perder la vida—. ¿Lo ve? Otro accidente más. Y yo no le debo nada, Malfoy, ¿o acaso fue mi culpa que a la mujer se le ocurra caminar por ahí? Está desobedeciendo mis órdenes después de todo. A menos que los directores de la universidad se presenten en el lugar, nadie me diría cómo llevar mi clase. Le hice una seña a Darla justo antes de avanzar a la retenida grieta y juntarla con un movimiento de empuje hacia adelante. Era grandioso lo que se podía hacer con una mágica energía rodeándote por todas partes. Pero era algo que te dejaba exhausto después de todo. Una vez más, dejé la varita en su lugar. —Ahí está. ¿Quieren una disculpa? Pues disculpen por ser realistas, pero fuera de la clase nadie se detendrá a reparar sus propios errores —tal vez estaba enojándome de más, pero una vez que empezaba no iba a parar. Quizás más tarde se me pasaría—. Ahora las tres únanse a las demás y procuren no deambular sin que antes haya dado la próxima tarea. Era inaudito. Podía jurar que solo había creado un par de duendes y duendecillos inofensivos como para que scediera todo esto. Y no era como si estuviese abandonando el lugar completamente, solo me estaba apartando unos metros para resolver una salida que nos devuelva a la clase. Tal vez lo mejor hubiese sido dejar a todos en mi mente y no llevarlos a la intemperie procurando brindarles un poco de diversión. Desde cuándo se me había ocurrido que los caos esperarían a que nos vayamos para desatarse.
  6. Había sido despistado al no cerciorarme de lo que ahora era un problema. No me había asegurado de que funcionase bien, porque no tenía idea de que la distancia influyera en un mísero encantamiento, pero al parecer lo había hecho, y tenía que arreglarlo. No solo para mí, sino para todos los alumnos que me habían acompañado a Escocia. No volvería a perder mi empleo como profesor en la nueva y modernizada Universidad. —El problema es ese, tener un plan —inquirí mientras avanzaba con Darla, alejándome de los demás—. Resulta que, mi mente estaba conectada con la universidad, y a su vez, el traslador se alimentaba de aquella conexión para funcionar. Ustedes creyeron pasar por un laberinto, creyeron llegar a un aula demacrada, porque en realidad siempre permanecieron en la nueva aula de encantamientos que el ministerio nos entregó —relamí mis labios—. Claro que donde estamos ahora sí es la realidad, no sería tan divertido hacerles creer que estaban en Escocia, pero... Y el estallido. Miré hacia todas las direcciones y lo único que pude percibir fue un estrepitoso destello verde que ocupó gran parte de la isla. Lo reconocí al instante, alguien había usado el encantamiento Verdimillious de una manera mucho más potente que la habitual. No era profesor de encantamientos para nada, y mucho menos iba a pasar por alto semejante cosa cuando aquel hechizo había sido el tema principal de mis clases anteriores. Pero, incluso con toda la energía que aportaba la magia del descampado, nunca nadie hubiera podido realizar aquel encantamiento a tal magnitud. Había un mago realmente poderoso allí... —Señorita Yellbridge, será mejor que omita sentarse a admirar el pasto y pensar en preguntas tan retorcidas y vuelva a sus deberes, si es que quiere aprobar la clase o hacer que su equipo gane —había algo raro en la alumna, ni siquiera una squib era tan tonta como esa mujer—. De cualquier manera, no necesita encantar el tiempo, parece que sus compañeras se la están empeñando bastante bien. Pero, ¿en serio lo hacían? Cuando levanté la vista, lo último que pude ver fue a la alumna Lyra robándose un duende, justo antes de sentir el temblor bajo los pies y caer inevitablemente hacia atrás. Eso estaba mal, muy mal. ¿Qué estaba ocurriendo con la clase? Primero un hechizo tan potente que a falta de gran sabiduría sin dudas no podía ser realizado, luego el temblor y ahora... ¡Gigantes! Tenía que poner orden. —¡Partis Temporus! La energía del lugar me brindó la suficiente magia como para hacer una versión bastante potente de aquel encantamiento. Podía sentir el maná recorriendo mi sangre, y era algo que peculiarmente se disfrutaba. Una barrera invisible se formó alrededor de la fosa que lo único que hacía era agrandarse, al menos antes de que el hechizo la rodeara. Era como un enorme corral mágico que desafiaba la naturaleza. Una cosa menos. Sin embargo, los gigantes que vaya a saberse de dónde habían salido, no parecían asombrarse con mi magia, porque ni siquiera eso los había detenido. El lado bueno de aquello era que al menos los duendes ya no estaban molestando, pero lo que había quedado en su lugar eran unas horrendas criaturas que además de enormes eran letales. Ubiqué una vez más la concentración de la magia que me rodeaba para mover con la varita a los gigantes y reunirlos en un buen grupo alejados de los magos. Acto seguido, susurré un par de palabras irreconocibles que acompaban al potente Diminuendo que logró afectar a todos y cada uno de ellos, convirtiéndolos en justamente lo contrario. Ahora más que enormes y peligrosos parecían ser pequeños e inofensivos. —¿Qué es lo que pretendían? Creí indicarles bien que no necesitaban más que un par de encantamientos para deshacerse de los duendes. ¿Y abren una grieta en el suelo? ¿Atraen a los gigantes? No sé lo que pretenden sobre esta clase, pero que los haya traído a Escocia no significa que estemos disfrutando un día de campo —estaba enojado, y era comprensible. Quizás ya no volviera a hablarles educadamente—. Quiero que canalicen la energía del lugar y hagan hincapié en ello para revertir la gran fosa que crearon. Alguien de ustedes parece tener una varita de Saúco, así que no les resultará difícil. Obviamente era un comentario sarcástico, pero en mi mente no descartaba la posibilidad de que eso fuera real. El Verdimillious había sido bastante potente. »Y, Selwyn, intente no llevarse un gigante en su bolso ésta vez. Guardé la varita mágica una vez más en el bolsillo de mi capa y sacudí notoriamente ésta, volviendo a dar una vuelta para acercarme a la compañera que más alejada del caos se encontraba. —Retomando, Darla... Supe que había algo mal en cuanto Jocker desvió su camino, porque era mi propia mente. Y todo empeoró cuando viajamos por el traslador. Ahí la conexión se perdió; al parecer el encantamiento no soportaba la distancia entre mi mente con la institución —bufé—. Aquí cerca está la Laguna del Hada, y quizás si nos ayudamos con la magia que eso nos brindaría más la magia que todavía el mapa que les entregué debe de tener, podríamos crear un nuevo traslador con el pergamino. Necesitarían trabajar juntos todos, juntar sus poderes... No creo que les sea muy difícil si pudieron atraer al viejo Storr y sus secuaces hasta aquí.
  7. Hola ;o; vengo a pedir actualización para la bóveda de la Hawthorne que hace tiempo no actualizo con los miembros, estaba esperando a que sean muchos para no venir constantemente (?), espero que puedan con el cambio, por si quiero donar o algo (?) Nombre de la Familia: Hawthorne. Link y N° de la Bóveda del Familia: #104952 Trámite a Realizar: Edición del Árbol Genealógico para agregar miembros. http://i.imgur.com/8qcHPi6.png http://i.imgur.com/sMqDaam.png http://i.imgur.com/8kKhSuY.png Liam Hawthorne — Bóveda Isabella Rexdemort Xtrong — Bóveda http://i.imgur.com/gkYOMOv.png ~ Antepasado. Keaton Ravenclaw — Bóveda ~ Hijos de Liam. Annika Mikaelson — Bóveda Beryl Serenety Hawthorne — Bóveda Ethan Hawthorne — Bóveda ~ Parientes de Isabella. Anna M. Jhonsson — Bóveda ~Hermana Diego Malfoy — Bóveda ~Ahijado http://i.imgur.com/cQospUF.png ~ Hijos de Keaton Mia Zoeh — Bóveda — Lazo sanguíneo. — Lazo adoptivo. — Amistades de la familia. --- Saludoss.
  8. —Pues precisamente, para aprender se necesita de práctica. Cualquier mago debería saberlo. Habían llegado todos a la clase, aunque con alguna impuntualidad, estaban todos. Todos los que habían confirmado asistencia. Se les notaba en su estado lo que habían sufrido para llegar a la clase, algunos más que otros. Tal vez había excedido un poco con los obstáculos, aunque teniendo en cuenta el estado de nuestro mundo, bien podría servirles como ejercicio. La primera en llegar había sido... Mackenzie Yellbridge, y por lo que aparentaba tener de inteligencia, dudaba que se haya encontrado verdaderamente con mis desafíos. Sin embargo, había dado una definición bastante acertada sobre los encantamientos. Al igual que Lyra, o Mei... todos estaban encaminados. Excepto uno, que no había alcanzado ni a presentarse por su ligero inconveniente en el pasadizo. —Entiendo lo que sucedió contigo —le hablé Jocker, intentando no sonar muy frío—. Los obstáculos los instalé yo mismo allá afuera, y todos estaban destinados a ser sorteados con magia, no con la capacidad mental de un enigma, por lo que al usar tal hechizo en mi mapa se ha trazado un camino alterno del que yo no tenía idea. Tienes suerte de que tu novia te haya encontrado de paso. Todo eso estaba en mi mente, podía ver lo que cada uno hacía en el laberinto por la conexión que existía. Sin embargo, ni yo mismo conocía la salida que había tomado aquel hombre y, a pesar de estar seguro de que mientras esa conexión siga vigente no podían morir, prefería mantener el misterio. —Todos están en lo correcto —dije ubicándome una vez más al frente de la multitud—. Los encantamientos son usados cuando se quiere obtener algún fin sobre la persona u objeto en cuestión. No es magia permanente, puesto que sus efectos inevitablemente acaban cuando el mago muere o se ve imposibilitado de perdurarlos. Completamente distinto a una maldición, aunque muy similar a un maleficio. »Con un encantamiento, no se busca atacar o proteger, por lo mismo las veces que se enfrentaron a las criaturas allá afuera no usaron ningún tipo de encantamiento. Podemos encantar algo que sirva como protección o que se convierta en un arma, pero nunca podremos hacerlo directamente. —Los encantamientos son los hechizos más comunes en nuestro mundo, los que diariamente necesitamos. Ya sea para salir de algún apuro o para reparar ciertas imperfecciones, sobre todo porque su efectuosidad limitada suele ser bastante conveniente. Pero, cuidado, esto no quiere decir que un encantamiento no sea poderoso. Eso es lo que hoy vamos a ver. ​Pasé una mirada rápida a todos los presentes y me di la vuelta. Era difícil hablarle a todos porque conocía a la mayoría e incluso resultaban ser mis superiores en muchas cosas. Había alumnos que se encontraban entretenidos e interesados en el tema, y otros que solamente querían molestar y lo hacían notorio cuando tenían la ocasión. A veces la complejidad de un adolescente se le pegaba a cualquiera. Con ayuda de mi varita de espino, levanté una gran copa que yacía a unos metros en el suelo, detrás del escritorio. El material dorado y reluciente se alzó al aire violando cualquier regla sobre la gravedad y luego volvió a caer, quedando estática en la mesa que minutos antes estaba reteniendo mi peso dorsal. Me hice a un lado para que el objeto quedara a la vista de todos y luego volví a introducir la varita color castaño en uno de los bolsillos de la túnica. —Seguramente ya saben lo que es. Quiero que todos toquen el traslador para que podamos continuar con la siguiente parte de la clase. Yo iré detrás de ustedes. Los alumnos obedecieron y cuando el aula quedó vacía completamente, fui yo el que tocó la copa para iniciar el viaje instantáneo. Mi cuerpo se retorció un poco en el proceso y pude sentir cómo el cambio de atmósfera cortaba la conexión que mantenía con la universidad. En realidad no tenía idea de que tuviese límite de proximidad, pero al parecer no podía alejarme mucho. Pronto lo que era una deteriorada habitación, pasó a ser un pintoresco y musgoso lugar, completamente al aire libre y con aire puro que se podía respirar de mil maneras. El pasto fresco y no muy alto que llegaba hasta los tobillos parecía acariciarte con la más mínima brisa, y las variantes mesetas que mantenían la misma textura se desdibujaban con el color lila que contrastaba al turquesa predominante en el cielo. Era un lugar maravilloso, casi como el que uno suele imaginarse en los sueños. —Antes de que se pregunten, estamos en Escocia, más precisamente al final de una carretera de campo poco transitada. En realidad, no sé bien cómo se llama el pueblo, pero a este lugar lo denominaron como Campo de Hadas. Y no es que haya hadas de verdad —torcí un poco el cuello y me acerqué a los presentes. Todos sin dudas habrían quedado impactados ante tanta belleza—. La energía de un mago es muy importante para realizar cualquier tipo de hechizo, pero si se trata de un encantamiento, es lo primordial. Y por eso los traje aquí. »No solo nuestra propia vitalidad es lo que hace a la energía, también el entorno trabaja con un gran aporte. Si estamos en un lugar donde el aura presenta cualquier tipo de magia, la potencia del encantamiento será mucho más fuerte e incluso podemos hacer que su plazo dure más que el habitual. Sacudí los restos de césped que habían quedado en la túnica azul oscuro e inspeccioné el lugar. Había bastante espacio como para realizar cualquier actividad. Había todo el espacio del mundo, porque además de las mesetas no había nada más estorbando. Era como un descampado, un hermoso descampado. Ni árboles se percibían en el lugar, lo que hacía que todo sea verdaderamente útil para mí. Conté a los alumnos. Actualmente eran siete, si hubiera habido uno más las cosas resultarían sencillas, porque desde ya que yo no podía contarme para la tarea. —Haremos de esto una competencia, así que se dividirán en dos grupos —aclaré sacando nuevamente mi arma mágica a la vista—. Mackenzie, Ainé y Lyra por un lado; Lisa, Mei y Jock por el otro. Tú Darla vendrás conmigo —le hice una seña a la bruja y comencé a dar pasos hacia atrás—. En lo que nosotros dos regresamos quiero que empiecen con su primera tarea. Una floritura con mi varita fue suficiente para que una gran emboscada de duendes apareciera en el lugar. Como duendes no podían hacer grandes daños, pero las criaturas se caracterizaban por molestar e irritar a los magos hasta el punto de la locura. Y eran demasiados como para lograr dicho desafío. —Quiero que se deshagan de ellos, con un encantamiento, no con otra cosa. El grupo que mejor lo haya hecho se llevará los primeros diez puntos. El equipo que termine con más puntos al final ganará un huevo de oro. Y tendrá el extraordinario asegurado, si eso es lo que les preocupa —no estaba seguro de que podían oírme con exactitud, porque el montón de duendes ya se había abalanzado contra ellos y, según mis reglas, no podían atacarles o retenerlos de alguna manera. Tenían que deshacerse de ellos con un o unos encantamientos—. Ahora sí, Darla, acompáñame.
  9. Liam Black

    Encantamientos

    http://i.imgur.com/QBaP6Ck.png Entorné los ojos. Las reformas no solo se habían asentado en el Ministerio, sino que también habían equiparado gran parte de la academia. O de lo que antes era una academia. De todas formas, había decidido conservar mi puesto como profesor de encantamientos, con cambios o no, seguía siendo un empleo que había querido tomar y no iba a dejarlo por un par de complicaciones. Pasé una mano por la rasposa barba que comenzaba a crecerme en el mentón, como siempre hacía cuando estaba pensativo. Les había mandado una lechuza a todos —todos— los alumnos que tomarían la clase y probablemente ya les tendría que haber llegado. En ella relataba lo que debían hacer para acudir al aula, que no se encontraba en el mismo lugar de siempre. Siguiendo por el pasadizo que marcaba el mapa anexo a la carta, los magos tendrían que dar con una serie de pruebas antes de poder entrar exitosamente al mismo salón en el que yo ya me encontraba. Para cada uno, el desafío sería diferente, pero el total de cinco obstáculos seguía manteniéndose. Verdaderamente podría aparecerles cualquier cosa allí dentro, por lo que les había recomendado llevar ropa cómoda y sí o sí su varita mágica consigo. Algo que yo había saltado al vestirme con una túnica azul oscuro, porque como profesor no podía presentarme de manera diferente. En conjunto eran hechiceros espectaculares y con una destacada trayectoria, por lo que no se les dificultaría mucho llegar con vida al aula de clase, pero igual iban a tener que regirse bajo mis órdenes si querían aprobar. Ahí estaba lo divertido de ser profesor. Re-ojeé el lugar antes de que los susodichos aparecieran. No era un lugar demasiado llamativo; en realidad era una simple aula de encantamientos en la que se podía notar el deterioro con solo prestarle atención a las manchas de húmedad en las paredes, o las grietas que se iban abriendo en la madera de los pupitres. Pero eso no era algo que me interesara mucho, ya que no íbamos a quedarnos allí después de todo. Dirigí la vista a la pequeña puerta verde de la esquina, la que marcaba una entrada al lugar. Era importante tener en cuenta eso, porque solo permitía a los alumnos entrar, pero no salir. Había que asegurarse. De a uno, todos fueron entrando por allí con distintas evidencias en su vestimenta o piel de lo que habían tenido que sufrir. Eran demasiados. —Sean bienvenidos a la clase de encantamientos —comencé—. Mi nombre es Liam Hawthorne y, como pueden haber notado, seré su profesor hoy... y todas las veces que cursen esto. Aunque con suerte quizá solo deban hacerlo una vez —esbocé una sonrisa ladeada y me aproximé unos pasos a los presentes—. Si ya han logrado orientarse un poco, voy a empezar con algo básico antes de pasar a lo importante. —Todos van a presentarse. ¿Quiénes son? ¿Qué creen que son los encantamientos? ¿Por qué han decidido cursar esta clase? Y, por último, ¿qué hechizos usaron allá afuera? —Carraspeé un poco y junté mis manos en la espalda—. Una vez estemos con tales ideas, podremos empezar. Así que, ¿quién será el primero?
  10. Buenas, me gustaría hacer unos cambios en el apartado de Cronología de cargos y el de premios. Muchísimas gracias al moderador que tome el pedido *dejo cervezasSsS*
  11. Hace rato no volvía al ruedo. La varita de espino, como siempre, vibraba en el bolsillo trasero de mis tejanos gastados. Esta vez había decidido ir casual. El buzo en el que resguardaba mis manos no era más que una simple prenda de color negro sin mucho accesorio. Pero me protegía del frío como p*** madre. La barba un poco descuidada y algo rasposa también contribuía con ello. Cualquiera que me viese pensaría que era un asqueroso muggle, porque sí. Lo parecía. Iba fumando un cigarro, en realidad me había vuelto bastante adicto a esas cosas últimamente, era una de mis tantas adicciones junto al alcohol. Además, también me calentaba y la nicotina que dejaba en mis pulmones mi estado vampírico la eliminaba con facilidad. Llegué a la Mansión Malfoy rápidamente, demasiado teniendo en cuenta que no había usado la aparición. El llamado en mi brazo indicaba que ahí me necesitaban y por ahora solo veía a Juv, pero la acción no se haría esperar. Me quedé vigilando por allí afuera, desenfundando la varita y estando atento a los movimientos que hacía mi, por ahora, único Alto Rango presente. Hoy cazaría aurores.
  12. Nick: Liam Hawthorne. Conocimiento que quiere dar: Encantamientos. Motivo: Porque ya fui profesor de este conocimiento y me gustó, además de que siempre lo haya hecho. Cargos y responsabilidades desempeñadas con anterioridad y actualmente en el foro: Prefecto de los Aethonans de Salem. Unicornio de Bronce. Patriarca Longbottom. Patriarca Atkins. Patriarca Hawthorne. Propietario de dos negocios actualmente. {Frawen's y Wilkenny} Mortífago base. Empleado de la división de duendes y espíritus por casi dos años. Duende en Gringotts. Unicornio de Plata. Estado del plan de estudio: Enviado.
  13. @@Crazy Malfoy Ah, entiendo, es que mi perfil dice ''Sin información'' en el apartado de bandos y tengo el símbolo ese del gorro de la neutralidad, aunque probablemente así que todo bien. Ahora que entendí un poco todo me parece que es mil veces mejor, así que nada, muchas felicidades y saludos!
  14. Yo también estoy teniendo una duda con respecto a los conocimientos... Si los que tengo, no los conservo, o para conservarlos, tengo 6 meses como mínimo para recursarlos o algo así leí, quiere decir que ya no soy más profesor de Encantamientos? Porque de hecho el profesor hasta ahora era yo, y no creo que yo mismo me lo pueda dar xD. Y si debo tomarlos de nuevo, ahora que acendí a Unicornio de Plata, no puedo usar los conocimientos que me da este nuevo rango para elegir los que ya ''tengo''? Ahora, con respecto a los bandos, eso cambia o sigo siendo base? Estoy sumamente perdido, tengo miles de dudas más, pero voy a esperar a ver si alguien más las toma xD
  15. Pensó hacer un accio, pero se dio cuenta que fue mucho más fácil estirar su mano y atajar la varita que volvía hacia adelante cuando Zack la acció, que de todas formas, se hubiera detenido por la imponente altura del oso que ahora mismo estaba atacando al Nigromante. Una verdadera pena que no se haya defendido de sus ataques, porque la terrible mandíbula del oso incluso ya le estaba arrancando un brazo. Era potente, mucho más que potente. Sus medidas lo confirmaban. Con otra señal, le indicó al oso que se haga a un lado, pero sin dejar de masticar al Black, por lo que éste comenzó a desgarrar su cuello con diminuto esfuerzo y le dejó la vía libre para que Liam vuelva a atacar. —Expelliarmus —el rayo rojo que partió de su varita fue instantáneo. La varita del mago que ahora estaba tendido en el suelo por la impetuosidad del oso que le estaba comiendo el cuello, fue a parar unos tres metros hacia atrás, dejándola completamente fuera del alcance del joven medio muerto. No podría recuperarla hasta que no sane o se quite de encima al oso para ello, aunque era muy improbable que pueda hacerlo, el peso de aquella bestia era tan grande como su tamaño, o incluso más, lo que hacía imposible que la fuerza del castaño pueda moverlo. Ni siquiera con ayuda de su vampirismo, que seguramente estaría debilitado por la sangre perdida. —Morphos. Aunque Zack estuviera herido de gravedad gracias al oso, Liam se había embriagado con la idea de abrirle tres cortes profundos más que no le vendrían nada mal, de hecho lo dejarían más imposibilitado de lo que ya estaba. El rubio esbozó una sonrisa pícara y bajó la varita, observando la sádica escena de la sangre del vampiro derramándose por todo el pasto. Ya había ganado, así que no tenían mucho más por hacer y tampoco quería dejarlo completamente muerto si es que aún no lo estaba, por lo que el hechizo que había sustituido un Sectusempra seguro, lo único que hizo fue mutar la capa negra del mortífago hasta transformarse en una avispa marina o medusa de caja con 60 tentáculos de 3 metros de largo cada uno. El animal acuático rodeó con rapidez su cuello e inyectó su potente veneno capaz de matarlo antes de caer al suelo y morir, dado que el ambiente no era el adecuado para él. Sin embargo, los tentáculos habían quedado tocando la piel del brazo —a la vista gracias al oso— y pese a estar muerto, su veneno seguía siendo vigente. Off Como no aclaraste hacia qué lado vuela la varita, roleé que se va hacia atrás y que cuando le hacés accio la atajo. Creo que eso no cuenta como acción, porque no me muevo del lugar y es un simple movimiento como sería moverme para apuntar o indicarle cosas al oso.
  16. —Morphos. Ni idea de por qué el chico hacía siempre ese hechizo, pero era lo único que se le venía a la mente a la hora de defenderse. Tragó grueso en lo que presenciaba la transformación de una estatua de algún negocio de animales en un animal real, en ese caso un oso. Siempre hacía osos porque le parecía que eran los animales más poderosos en la vida terrestre, y tal vez tendría razón, pero aún seguiría conservando ese gustito por los cocodrilos que obviamente jamás podría crear. —Morphos —siseó de vuelta. Una piedra que estaba tirada en el medio de la calle se hizo presente como una peligrosa Phoneutria, la araña más peligrosa del mundo conocida hasta ahora, que con solo 0.006 mg de veneno podría matar hasta a un ratón. Sin embargo, en humanos, sus síntomas se volvían más leves, pero entre ellos estaba la taquicardia, dolor, vómitos, sudor y visión borrosa, lo que complicaría bastante las cosas si se trataba de un duelo donde todos esos sentidos eran completamente necesarios para desenvolverse con total satisfacción. El insecto se colocó al lado de Liam al igual que el oso y este suspiró.
  17. —Vamos Isy... Algo me dice que algunas personas quieren molestar hoy. Una voluta de humo fue lo único que quedó luego de que ambos jóvenes desaparecieran del lugar guiados por Liam. ¿El destino? Diagon, más específicamente en las afueras del Parque Acuático Witch. De afuera, nada más podía divisar unas puertas de reja blanca que no mostraban demasiado del interior, pero para Liam era suficiente como comienzo. Más adelante usaría algunas estatuas que había en las calles del Callejón o bancos, de eso abundaba en demasía por el exterior. —Intentaré durar más que un hechizo esta vez. Espetó con cierto desdén que demostraban obviamente la mala sangre que existía en todos sus asaltos. No estaba al nivel de los aurores porque él había decidido comenzar de nuevo y apenas podía usar algunos hechizos, pero sabía que conocía los duelos como la palma de su mano e incluso más que cualquier odefo que disponga de un alto rango en el bando. No le hizo mucho caso a su desnudez ni a la de Isabella, técnicamente eso solía ser un detalle menor o hasta común en ellos. Ir desnudos, pasearse así mostrando su cuerpo como Dios lo había traído al mundo... Seh, no era algo de lo que preocuparse.
  18. Wow... qué emoción! Creo que estoy más emocionado incluso por la desesperanza que me tenía, porque cuando gané el rompecabezas de hecho ya me sentía realizado y feliz con mi cambio de nick, no pensé que iba a poder ser eminencia. No sé si leerán esto, pero quiero agradecerle al jurado que como no sé quiénes eran, no puedo ir a decirles (?) y por otra gala así! ¡Un saludo!
  19. Gracias por los cambios Valky... pero justo hoy saliendo de la escuela me di cuenta que me había faltado editar una cosa cuando mandé el post con los cambios, ¿serías tan amable de corregirlo? Es sólo una pequeña oración en "Aspecto Físico": Está así: Metro ochenta. Cabello castaño claro. Y quiero que quede: Metro ochenta. Cabello rubio, aunque a veces lo cambia a castaño claro. Espero que no sea mucha molestia. Gracias!
  20. Hola, vengo a pedir unos cambios. Anexo a eso quiero que editen el título de la página a "Ficha de Liam Hawthorne". ¡Muchas gracias de antemano! Buen finde.
  21. ~ Liam Hawthorne Decidió que ya no hablaría más. Evidentemente aún le faltaban cosas por aprender y, aunque Zack quería que el vampiro le demuestre lo que sabía hacer, él siempre estaría un paso más adelante. Era imposible dar vueltas las cosas en ese momento, más aun cuando ya el Rowle las había puesto en su favor. Pero Liam no se rendiría. Amaba los duelos más que a nada en el mundo y si abandonaba todo por un simple error, no estaría haciendo nada bien las cosas. Buscó con su mirada un nuevo objetivo y entonces pudo divisar, a unos cuantos pasos de él, una estatua de un hombre demacrado que estaba encorvado admirando una esfera entre sus manos. Calculó el tamaño y elevó su varita en esa dirección en cuanto comprobó que las dimensiones eran lo suficiente grandes como para el animal que quería crear. —Morphos. Un oso polar de tres metros de largo y uno de alto rujió cuando su cuerpo terminó de ser roca para pasar a tener pelos y carne. La conexión entre criatura y creador le permitió al animal captar la orden de Liam y procesar aquel deber en contra de su adversario. Lo que tenía que hacer estaba claro; usaría su altura y tal vez un leve salto para morder la muñeca donde el mortífago sostenía su varita y de paso alguna que otra parte corporal, profundizando tanto como le sea posible con sus grandes dientes y abriendo heridas graves, que como primera instancia le harían soltar el arma mágica. Pero todavía no, era demasiado pronto. Por ahora, el animal permanecía detrás del Hawthorne, oculto. —¡Engorgio! —Bramó con una floritura. Entonces el rayo pegó de lleno en la espalda del animal justo cuando el castaño giró sobre sus talones para apuntarle. El oso polar creció tres veces más, dejándole unas medidas de aproximadamente de seis metros de largo y cuatro por alto. Ahora que estaba listo, la criatura salió de detrás de Liam, aunque éste ya mucho no podía ocultarle porque su altura era superior a la de cualquier humano. Derrotarlo no sería tan fácil. El animal comenzó a correr, avanzando más deprisa que lo normal con sus ahora largas y poderosas patas. Ya no tendría que ni saltar para acatar la orden, ahora era un oso mutante. —Me aburro.
  22. ~ Liam Hawthorne —Bien... Los hechizos fuertes entonces. ¡Silencius! El efecto fue inmediato. La voz de Zack no se oiría por un buen tiempo en tanto los efectos del hechizo actúen sobre él. Con una sonrisa, el castaño volvió a apuntar con su varita al pecho del joven y la dejó así unos segundos. Pensó. Debía ser original y astuto. A pesar de estar mudo, el nigromante podría fácilmente defenderse de los ataques ya que era él quien ahora llevaba un paso adelante en el duelo... —Bauleo. Un conjunto de piedras y ramas se elevaron desde el suelo y siguieron la trayectoria que la varita les indicaba, imitando una especie de danza en el aire que finalizó dentro de la boca del mortífago. Una vez más, sus facultades del habla se verían afectadas por toda la mugre que se había recolectado dentro de sus cavidades bucales y debería deshacerse rápidamente de ello si no quería perder más tiempo, aunque hacerlo le costaría una acción grave. —Evidentemente, se me ocurrirán mejores cosas que hacer con tu boca más adelante —le guiñó un ojo—. Ahora pelea.
  23. ~ Liam Hawthorne Esperaba un mejor desarrollo de batalla por parte de Zack, pero tal vez el chico se habría acostumbrado a los hechizos de su bando y el usar sólo los de neutrales le complicaba todo. Bufó ladeando la cabeza a ambos lados; debía alentarse él mismo. Estaba venciendo a alguien de un rango mucho mayor al de él, tendría que sentirse afortunadamente mejor. Y se sentía así, en tanto Zack no rompa las reglas y desate una guerra con los hechizos de su posición. —¡Sectusempra! —bramó. Un rayo color verde interceptó al mortífago justo antes de que éste cure las heridas efectuadas por su pantera. El pecho se abrió en tres heridas cortantes que dejaban la sangre a flor de piel, desperdiciándose a litros. Si no lograba sanarse con urgencia, la vida del de pelo oscuro no duraría más que unos cuantos segundos. Liam agitó su varita levemente expresando una sonrisa. Conocía de sobremanera aquel hechizo. En realidad, conocía de sobremanera a cualquier hechizo neutral y eso le generaba una cierta indiferencia en cuanto a hechizos más peligrosos; por ahora estaba bien de esa forma. —¡Rictusempra! Risa. Podía haberlo desarmado, silenciado, encadenado e incluso desmayado, pero elegía hacerlo reír. No quería acabar tan rápido con el pequeño duelo, después de todo eran pocas las veces que se encontraba con aquel hombre y si se ponía a pensar, sí... lo extrañaba. Además, la "risa" no era cualquier cosa. Zack sufriría un ataque de carcajadas tan fuerte que no sería capaz de lanzar rayos o luces por al menos un turno y, dada las circunstancias, eso le perjudicaba bastante. —Podría haber sido peor, pero te soy leve. ¿Ves que buena persona soy? —Le guiñó un ojo y desvió su mirada a la pantera que había retrasado unos pasos—. A él —y con las fauces abiertas, el animal se preparó para destrozar la carne de su boca y muñecas; aprovechando que el hechizo anterior lo había derribado.
  24. ~ Liam Hawthorne —Engorgio. No se preocupó en seguir hablando con Zack, estaba demasiado frustrado porque al parecer su contraparte tenía las mismas tácticas que él. Pero debía suponerlo, el Black era demasiado talentoso y bien lo había demostrado pudiendo llegar a donde había llegado. Liam se concentró en el rayo que había realizado con precisión; la pantera volvía a tener el tamaño original, incluso un poco más grande que antes, y ahora se preparaba para continuar con la orden de ataque que previamente no había podido acatar. —¿Qué pasa Zack? ¿Primero me sigues y ahora quieres entregarme? —entrecerró los ojos con una sonrisa—. Tus técnicas no son muy buenas. Había algo en ese encuentro que no cuadraba. El vampiro había dejado en claro sus pensamientos la última vez que se habían encontrado; sólo vería a Zack como un compañero y nada más. No volvería a atacarlo... o besarlo. Sus gustos se habían cerrado nuevamente a las mujeres, pero ¿qué se suponía que hacía él ahí ahora? Volvían a cambiar las cosas y el Hawthorne estaba lejos de poder manejar la situación. Ese chico le provocaba algo que todavía no deducía, pero se negaba a aceptarlo y con la distancia había podido taparlo. Y ahora volvían a verse. —Oppugno —conjuró nuevamente, tomando el control de los cuervos. —Déjenlo ciego, o no sé, algo parecido. Entonces las aves que revoloteaban alrededor del mortífago, se giraron para atacar a picotazos sus ojos. Eso no lo mataría, definitivamente, pero sería una dolorosa escena... para él.

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