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Liam Black

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Mensajes publicados por Liam Black

  1. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png

     


    Estimada Catherine Stark:

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    Liam Hawthorne

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    Estimada Sagitas E. Potter Blue:

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    Liam Hawthorne

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  3. —Holi bebé —saludó a Nathaly, con una sonrisa—. Espera que remato a esta y te saludo... Bla bla bla, cállate linda. Avada Kedavra —exclamó apuntándole a Lisa. La maldición asesina empezó a recorrer la distancia requerida para llegar hasta el cuerpo de su contrincante y arrebatarle la vida de un santiamén, si es que no se la habían arrebatado antes. Al mismo tiempo las necrohand dejaron de dar vueltas en el eje del Hawthorne y fueron a golpear a Lisa con un par de puñetazos fantasmales.

     

    Fuego Maldito —acabó después, generando una llamarada en forma de león que no tardó en agazaparse contra Lisa. Las quemaduras serían tan graves que necesitaría un episkey urgentemente para no empeorar su estado. Liam seguía creyendo que estaba muerta, pero de igual forma si no lo estaba eso la terminaría dejando lista para la fiesta.

     

    —Gracias por mejorar mi capa —respondió a Zack.

  4. Le guiñó un ojo al Ivashkov y se posicionó a siete metros de cualquier oponente, así como a cinco de todos sus aliados, a los cual saludó con un gesto manual. Sacó su varita mágica y la presionó en la mano derecha, no con tanta fuerza pero con la que en el momento le permitía su adrenalina. Con la mano izquierda se despeinó un poco los rizos rubios para que su identidad no fuera descubierta por aquello único que no cubría su máscara, no había demasiados mortífagos hombres con el cabello así.

     

    Necrohand —entrecerró los ojos limándose las manos con su varita, restándole total importancia al uso de esta.

     

    Automáticamente dos manos fantasmales salieron desde el suelo y se elevaron cerca de Liam, moviéndose en una danza circular que asimilaba un escudo invisible y dejaba en claro la protección momentánea que cernían sobre el Mago Oscuro. Tomó una bocanada de aire casi imperceptible —de hecho, bastante, porque el metal escondía su boca— y apuntó a sus pies.

     

    Detritus —siseó. De forma inmediata una línea dorada cubrió su figura bastante cerca del piso. Era muy fina y baja, pero al captar un ataque próximo se elevaría duplicando su tamaño y tapando la figura del mago en su totalidad. Lisa entró momentos después e intentó atacarle con un Strellatus, pero este falló ya sea por falta de magia o por algún error en su invocante. De cualquier manera Liam se encontraba sano y salvo visualmente por el momento.

     

    —Amo lo dorado... ¡casi como te amo a ti, lindo! —gritó hacia arriba, esperando que Zack pescara el comentario.

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  5. —Es una broma, ¿verdad? —Suspiró presionándose la costilla, como si de esa forma lograra apagar el ardor.

     

    Elevó la vista a la espalda desnuda de su acompañante y volvió a curvar una sonrisa, recordando el espectacular momento que habían pasado los dos tan sólo minutos antes de que la llamada de su tía los interrumpiera. El rubio miró los labios del contrario con picardía mientras los mismos se movían para articular las palabras próximas que advirtieron lo importante que era acatar la reunión mortífaga.

     

    —Amo a Leah, pero a veces suele ser muy inoportuna —expresó vistiéndose rápido—. Vámonos.

     

    Si no fuera por la oscuridad de la noche, la túnica negra aterciopelada de Liam se hubiera visto con facilidad, pero en cambio su rostro, manos y pies —que no portaban calzado— se resaltaban como lo único blanco en el trasfondo, y es que su piel siempre había sido más parecida al marfil que al carbón. Cada tanto pisaba una imperfección en el asfalto y tambaleaba un poco su andar pero volvía a componer la postura gracias a Zack, que caminaba a su lado y servía como sostén.

     

    Ambos magos habían aparecido a más de veinte metros de las instalaciones donde vivían los Moody y ahora debían caminar el resto. Lastimosamente no podía usar de nuevo al Ángel Caído para que lo transportase hacia el interior y facilitar las cosas, porque era imposible, por lo que se aseguraría de que no iba a escalar la muralla que rodeaba al castillo en vano.

     

    —Espera —dijo poniendo la mano derecha sobre el pecho del vampiro, frenando su paso—. Hay que despedirnos, por las dudas. Además, necesitamos buena suerte... —levantó su máscara y la del contrario y lo besó tibiamente—. Listo, andando —finalizó acomodando el artilugio de plata y trepando la muralla junto a Zack.

     

    En el camino se divisaron tres torres posibles de asaltar, aunque los rastros mágicos se veían en una sola en particular.

     

    —¿Cuál te gusta? —Bromeó a su acompañante, mientras se dirigía a la indicada, la cual parecía ser un taller de pociones o algo por el estilo.

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  6. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png

     


    Estimada Cye Lockhart:

    Se le informa que la compra realizada en el Magic Mall el 30 de Septiembre de 2016 ha sido debidamente certificada, por lo que ya puede gozar de los bienes adquiridos. La certificación corresponde a:

     

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    Liam Hawthorne

    Logia Eligentium

    Concilio de Mercaderes

  7. —Cien mil, y espero que acepten esta oferta porque mejor no creo que haya.

     

    Con una sonrisa un poco desdibujada, avanzó hasta donde estaba Darla y levantó el cartel con la nueva cifra bordeada en magia, muy cerca de su rostro. Estaba terminando una posible guerra que se llevaría a mayores por la actitud del Mago Oscuro, que poco le importaba cuidar una figura o algo de eso dentro de lo que sería el compañerismo. Soltó una risa soez más adelante y se echó atrás, impregnándose del aire a victoria.

     

    —Faltan subastados todavía, debemos terminar antes de que sea tarde —remarcó a su compañera con una mirada el doble de asesina. Caminó hacia el costado del estrado y recargó de aire sus pulmones, innecesariamente.

     

    La encargada de cerrar aquella subasta era Mía, ya que ella vendía a los hombres y Liam a las mujeres, pero para poder continuar necesitaba su aprobación y realmente la deseaba en ese momento. Zack era lo más cercano a una pareja que tenía y para hacerse cargo de lo que vendría siendo su postura debía ganarlo en todo sentido, incluso si se trataba de una subasta de miembros mortífagos.

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  8. (No sé por qué sale como 0 respuestas, pero ya me había pasado el 25 de septiembre y yo sí veo mi post e_e)

    Sintió la necesidad de huir, no por miedo ni por cobardía, sino por cansancio. Sin embargo decidió ignorar momentáneamente lo que pedía su cuerpo para centrarse en la prueba a la que los sometía el profesor. Se posicionó a una distancia considerable de Keaton, aproximadamente a siete metros, y cuando su vista quiso enfocar mejor entre tanta oscuridad sintió cómo el pecho se dividía profundamente y le daba paso a una herida recta que empezaba a derramar mucha sangre.

    Pensó rápidamente en una Curación usando los poderes del Libro de la Fortaleza. Con la misma velocidad su herida fue cerrándose poco a poco hasta no dejar ningún rastro en la piel, ni siquiera una cicatriz, ya del resto se encargaría su vampirismo. Cuando logró conseguir una vista previa del lugar completamente hermético y de la figura de su oponente que se mantenía fija a un par de metros encargándose de soportar la misma herida que él había lidiado minutos atrás, entonces ahí sonrió.

    Sectusempra —escupió, seco.

    No le importaba dañarlo o terminar con su vida, es más, comenzaba a desearlo. Si las pruebas del Ragnarok eran furtivas y conseguían ponerlo de malhumor, entonces por qué no desquitarse con lo único que parecía ser su obstáculo en aquella prueba. Era lo lógico.

    El rayo empezó a recorrer los siete metros de distancia para trabajar en la orden mágica del vampiro creador. De impactar, produciría cortes similares al tallado por la daga al principio, pero multiplicado por tres. Si se quería salvar de la muerte entonces el Ravenclaw necesitaba encargarse de eso a tiempo y, protegerse o bien sanarse, de acuerdo a qué tan rápida fuera su reacción. De cualquier manera, Liam disfrutaría seguramente.

  9. -De ningún modo, chiquibabys -Liam se acercó del otro lado de la tarima al ver que el siguiente subastado que anunciaban era Zack, nada más ni nada menos. No podía permitir que se quedaran con lo que vendría siendo su hombre, así que con la misma potencia que las otras dos, se paró adelante con un cartel.

     

    -50 mil galeones, si es necesario vaciaré la bóveda Hawthorne -siseó sonriente como si hubiera ganado una guerra, pero la verdad era que deseaba que aceptaran tal número porque iba a quedar pobre muy pronto, de lo contrario.

  10. Sintió la necesidad de huir, no por miedo ni por cobardía, sino por cansancio. Sin embargo decidió ignorar momentáneamente lo que pedía su cuerpo para centrarse en la prueba a la que los sometía el profesor. Se posicionó a una distancia considerable de Keaton, aproximadamente a siete metros, y cuando su vista quiso enfocar mejor entre tanta oscuridad sintió cómo el pecho se dividía profundamente y le daba paso a una herida recta que empezaba a derramar mucha sangre.

     

    Pensó rápidamente en una Curación usando los poderes del Libro de la Fortaleza. Con la misma velocidad su herida fue cerrándose poco a poco hasta no dejar ningún rastro en la piel, ni siquiera una cicatriz, ya del resto se encargaría su vampirismo. Cuando logró conseguir una vista previa del lugar completamente hermético y de la figura de su oponente que se mantenía fija a un par de metros encargándose de soportar la misma herida que él había lidiado minutos atrás, entonces ahí sonrió.

     

    Sectusempra —escupió, seco.

     

    No le importaba dañarlo o terminar con su vida, es más, comenzaba a desearlo. Si las pruebas del Ragnarok eran furtivas y conseguían ponerlo de malhumor, entonces por qué no desquitarse con lo único que parecía ser su obstáculo en aquella prueba. Era lo lógico.

     

    El rayo empezó a recorrer los siete metros de distancia para trabajar en la orden mágica del vampiro creador. De impactar, produciría cortes similares al tallado por la daga al principio, pero multiplicado por tres. Si se quería salvar de la muerte entonces el Ravenclaw necesitaba encargarse de eso a tiempo y, protegerse o bien sanarse, de acuerdo a qué tan rápida fuera su reacción. De cualquier manera, Liam disfrutaría seguramente.

     

    EDITO: Se había enviado con sólo un renglón del posteo. Era spam.

  11. Si no fuera porque no tenía idea de cómo usarlos, Liam ya habría aprovechado la cantidad de nuevas modalidades que poseía el Libro de la Sangre. Sin embargo, hasta no pasar la clase debía valerse de los conocimientos aprendidos previamente. Con la varita en alto e invocando su primer Lumos, empezó a caminar reviendo las heridas proyectadas en su cuerpo a causa de la caída y pasándolas por alto por la minoría de las mismas.

     

    Recorrió la cueva subterránea buscando algo que se aproximara a la descripción del profesor, pero ni siquiera los escombros que cada tanto pateaba al pasar se hacían similares. Intentó varias veces con un Accio, pero tampoco logró un efecto conciso. Empezaba a perder la cordura y en cualquier momento estaría saliendo de allí tan rápido que como había entrado.

     

    Entró en un aura de oscuridad que erizó rápidamente su cabellera, pero le restó importancia teniendo en cuenta que el lugar estaba repleto de trampas y esa podría fácilmente tratarse de una nueva. Bufó repetidas veces como intentando concentrarse en tanta masa azabache pero apenas sus vista de vampiro pudo ayudarle a enfocar mejor sin ser exactamente la solución al problema. Por otro lado su varita continuaba proyectando luz, pero por alguna razón la luz iluminaba hacia atrás y no de manera contraria.

     

    ¡Impedimenta! ¡Expulso! —La agilidad de sus florituras lo salvaron de ser proyectado en varios trozos por las flechas que caían desde el techo. Una roca bastante gigante había sido disparada hacia arriba junto con las demás flechas, impulsada por la magia del segundo hechizo, pero el impacto de vuelta se hizo un poco más atrás. Su oído captó que el golpe no había sonado como si se tratase de un material de roca común y corriente, así que retrocedió.

     

    Lumos —volvió a conjurar, intentando en vano que de esa forma la luz se intensifique. Claramente lo que había tomado como defensa a las flechas no era una roca ni un escombro, sino que se trataba del mismísimo busto de Cesar. Sus cejas se alzaron al mismo tiempo y una brisa de tranquilidad recorrió su rostro—. ¿Es todo? ¿Era esto?

     

    Pasivamente se acercó a tomarlo pero la mente le indicó que Keaton también podía estar cerca y en busca del mismo objeto, entonces sus cejas se fruncieron. Él debía ganar, él lo había encontrado primero y merecía llevárselo al profesor, sin embargo no era demasiado probable que el antiguo antepasado de su familia le cediera el puesto ya que ambos estaban ahí por la misma razón. Apuntó con su varita dispuesto a encontrarlo, pero en cuanto la movió rectamente notó un segundo rostro en escena que, alumbrado por el Lumos, pertenecía a Hades.

     

    El vampiro captó al instante lo que traía entre una de sus manos y sus labios curvaron una sonrisa maliciosa. No sabía exactamente cómo usarla pero algo había leído, así que haciendo honores literalmente al Libro de la Sangre, tomó la daga que sostenía Ragnarok y se infringió una puñalada bastante profunda, moviéndola diagonalmente para derramar la mayor sangre posible.

     

    Immolo Oppugnare —siseó en simultáneo, con la mirada fija en el bulto, protegiéndolo por si aparecía su compañero. Automáticamente la misma herida empezaría a tallarse en el abdomen del contrario pero con la diferencia de que nada físico tendía la culpa—. Lo siento, pero no me gusta que se copien de mi tarea —volvió a susurrar, hacia al aire esta vez.

     

    ¿Lo estaba soñando? ¿El aura de aquellas bifurcaciones cambiaba su personalidad? Cualquiera podía ser posible, pero lo cierto era que había atacado a su compañero y nadie podía culparlo exactamente de cometer lo ilícito cuando la situación amedrentaba para cosas así. Cualquiera de los dos podía morir por pisar mal una simple baldosa y si a Liam se le ocurría por primera vez usar uno de los elementos verídicos del libro algo de coherencia debía llevar.

     

    De cualquier manera, le entregó el busto a su profesor y aguardó una respuesta referente, mientras recurría al poder de Curación que otorgaba el Libro de la Fortaleza para sanar la herida abierta del estómago.

  12. —300000 galeones, nada mal querida tía —bramó Hawthorne, esbozando una sonrisa ladeada—. ¡Vendida a Taurogirl Crouchs!

     

    Con un movimiento de su varita el vampiro atrajo el cartel que la líder portaba para guardarlo junto a los demás, quizá ese un poco apartado porque la suma era demasiado grande y necesitaba corroborar él mismo la veracidad del pago. Si la persona subastada fuese otra diría que era una lástima que los fondos del bando se desperdiciaran de tal forma, pero como se trataba de su tía plus la esposa de una de las líderes, guardó el comentario para la privacidad de su mente.

     

    —Esta subasta va tomando color, ¿no crees Mía? —Advirtió acomodando un poco su antifaz. A lo lejos divisó una mesa con millones de bocados mágicos, de cualquier tamaño y consistencia, lo que le hizo querer agazaparse tal y como demandaba su estómago, pero se limitó a tomar un pedazo de queso y mojarlo en la copa de sangre muggle que se derramaba estilo fondue.

     

    —Es tu turno, prosigue con el siguiente —dijo tranquilo, como si no se esperara al siguiente en venta.

  13. Al rubio no le gustaba nada la situación y no era precisamente por el peligro que olía, de hecho, él amaba los retos que indicaban algo ilegítimo, pero esta vez era diferente.

     

    Siguió con la vista a su profesor intentando adelantarse a sus movimientos pero era algo casi imposible porque las cosas que acontecían resultaban ser impredecibles. De un momento a otro en el espeso silencio una brisa recortó la falta de aire y desde el piso se abrió la puerta a un pasadizo en el que, obviamente, los tres debían entrar. Liam bufó con un gesto desmerecedor y se introdujo, teniendo en cuenta que la curiosidad estaba bastante ausente pero que debía ir si deseaba los conocimientos del Libro de la Sangre.

     

    No necesitó conjurar un Lumos porque las varitas de los otros dos magos le esclarecían el camino lo suficiente como para que andase libremente, así que se limitó a seguirlos y a espectar. En un momento su profesor tocó el hombro de ambos y supo en ese momento que estaba entrelazado a él, que debía hacer lo que ordenara por muy riesgoso que sea. Apenas pudo quejarse antes de que el mismo les enseñara la misión.

     

    Sin cerciorarse si Keaton lo seguía o no, el vampiro tomó el camino de la derecha y entonces sí utilizó su varita de abeto para efectuar un Lumos que alumbrara todo, pero en cuanto elevó la madera tallada hacia arriba, una de las baldosas bajo su pie descendió un par de milímetros. Antes de poder siquiera retroceder, el suelo se abrió en dos y su cuerpo rápidamente empezó a descender a toda velocidad contra miles de estacas filosas. El amuleto volador hizo su parte ralentizando la caída, pero el peligro seguía latente, así que el rubio utilizó los segundos extras para accionar una vez más su varita mágica.

     

    Glisseo —como medida de emergencia y deformando un poco el uso de aquel hechizo, las estacas de madera se torcieron hasta formar una rampa resbaladiza o al menos lo suficientemente segura como para que el impacto no lo mate.

     

    Se puso de pie rápidamente y empezó a correr, pero nuevamente pateó algo y esta vez fue una espada romana que estaba clavada hacia arriba. Un temblor empezó a sacudirse en un par de metros a la rotonda y desde el techo cayeron grandes pedruscos con intención de matarlo (una vez más). Liam presionó todos los amuletos del libro de la fortaleza al azar y memorizó el efecto de la Salvaguarda Mágica que había usado pocas veces en su vida. Automáticamente las piedras cayeron pero no le tocaron un sólo centímetro de su organismo.

     

    —Genial. Así que realmente debo sangrar para obtener este libro —se quejó.

  14. —Gracias —susurró guiñándole un ojo a su compañera tras cederle el lugar.

     

    El vampiro se acomodó el cabello con una rápida pasada de su palma y miró a los presentes, revolviendo entre las tarjetas que tenía en la mano hasta encontrar la indicada. Le hizo una seña a la siguiente mortífaga en fila para indicarle que se subiera al estrado. Leyó su nombre mentalmente y automáticamente dibujó una vaga sonrisa antes de elevar la vista disimuladamente, como buscando a alguien.

     

    —Esto se pondrá bueno —volvió a musitar, pero esta vez haciendo uso del anillo contra oídos indiscretos para que así nadie lograra escucharlo—. La próxima subasta se destaca por ser despampanantemente rubia, fuerte y perspicaz. Es matriarca, Ángel Caído, una de las mejores duelistas que tiene nuestro bando y por supuesto un bombón de pé a pá. ¡Recibamos a @ como se debe!

     

    Casi tuvo que respirar profundamente para recobrar el aliento, hasta que recordó que los vampiros no respiraban. La pícara sonrisa seguía ahí curvada en su semblante, su antifaz crecía mágicamente con el tiempo pero hacia arriba, por lo que los labios podían vérsele con claridad e interpretar a la perfección su mensaje. ¿La líder aparecería para reclamar lo que era suyo por legitimidad? ¿O para matarlos a todos? Con mucha suerte sería la primera, porque de aparecer para efectuar una masacre Liam y Mía serían los primeros objetivos.

     

    —Escucho sus pujas. Empecemos con... Doce mil quinientos sesenta y cinco galeones.

     

    Volvió a sonreír.

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  15. http://i.imgur.com/n1t3R3w.png

     

    Estimados patriarcas Gaunt:

    Se les informa que la compra realizada en el Magic Mall el 6 de Septiembre de 2016 ha sido debidamente certificada, por lo que ya pueden gozar del bien adquirido. La certificación corresponde a:

    Puntos en criaturas: --
    Puntos en objetos: 160*


    *Las compras para familias y negocios no acumulan puntos.

     

    Se ruega a moderación que actualice el registro correspondiente.




    Atentamente, Liam Hawthorne

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    Concilio de Mercaderes

    XXXXX
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  16. —¡Vendido al extraño sujeto de ahí por 16 mil galeones!

     

    Imitó una especie de puchero observando a Mía pero luego le hizo una seña para indicarle que prosiguiera con la organización del evento. Bajó del estrado a Alyssa y se la entregó a su ganador mientras recogía el cartel y lo guardaba dentro de una cajita para reclamar los galeones luego.

     

    Todo se estaba poniendo intensamente interesante y tal cual ambos lo habían plenado. El misterio sería averiguar quién sería el siguiente mortífago que desfilara por aquella pasarela, la que claramente despertaba intereses en el público pero de acuerdo a distintos puntos de vista y gustos alternados.

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  17. En cuestión de segundos se desató una pelea frente a sus ojos. Claramente el valor de la subastada era altamente importante entre los mortífagos, pero si así era para con una Nigromante, ¿qué le quedaría a su líder? Sacudió la cabeza antes de proseguir para estar bien centrado y atento al precio que daban por Alyssa. Hasta la propia Mía intervino en la puja, lo que no estaba nada mal.

     

    —Mira nomás los fanáticos que levantas, mujer —sonrió, abriendo tan ampliamente sus fauces que prácticamente pudo vérsele hasta la campanilla—. Bueno, ¿entonces? Quince mil a la una, quince mil a las dos...

     

    Empezó a contar, mirando a ambos mortífagos, quienes al parecer eran los únicos interesados.

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  18. La venta del joven subastado había resultado ser un éxito, muchísima gente llegó para quedarse con el premio carnal y cinco mil galeones no era un mal número. Cuando bajó del estrado para encontrarse con su nueva dueña, Liam hizo una seña invocando al próximo en fila y asintió cuando Mía le dejó lugar. La mazmorra se iba llenando cada vez más y las sillas se iban ocupando con gente nueva, al menos podía estar seguro de que dinero iban a obtener.

     

    —La siguiente oferta va especialmente para todo aquel mortífago que anhele las caderas puntuadas y las melenas rojas al fuego vivo y... —frunció el ceño enfocando la vista en la tarjeta—... que le guste el acento neo zelandés, al parecer. @@Alyssa Black Triviani, ¿por qué no desfilas para nosotros?

     

    La muchacha debía pararse en el medio del estrado para continuar con la conferencia. Quizá darían más que Divied, quizá menos, pero lo cierto era que había parejas para todo tipo de personas y había quienes jamás se perderían una oferta tan sensual.

     

    —¿Cuánto ofrecen por esta sexy alto rango, eh? ¡A ver el primero!

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  19. Era sencillo pensar en la mejoría de su familia, pero difícil conseguirla. En parte era culpa suya que en la actualidad los cambios se hayan vuelto más bruscos de lo que deberían, porque el tiempo que pasó desaparecido fue eterno para que Isabella se encargara de todo sola. Ahora ella era la desaparecida y estaba bien. O en realidad no, pero no se podía quejar ni reclamar sobre algo que él también había hecho en su momento, no podía regresar y pretender que todo esté en su lugar y que así continuase.

     

    Las duchas servían para relajar y meditar, pero en ese caso lo habían confundido más y tanto problema sin resolver comenzaba a molestarle. Salió del baño dejando huellas húmedas por todo el pasillo hasta la habitación; claro que en cuestión de minutos Arturo se había encargado de hacerlas desaparecer, pero la actitud del vampiro continuaba era lo único que no se limpiaba.

     

    —Asegúrate de que Alessandra y Ezequiel se sientan cómodos. Vuelvo en un día —las palabras salieron con tanta velocidad que el elfo apenas pudo procesarlas antes de que la figura de su amo desapareciera en una ofuscada voluta de humo. Sin salir de la habitación, la criatura le dio una rápida ojeada a los zapatos y negó con la cabeza; seguro Liam regresaría con las plantas de los pies sucias y Arturo debería limpiar más huellas.

     

    Roma era una ciudad demasiado alejada para su gusto y sólo acudía en ocasiones extremadas o específicas como lo era esta, pero como necesitaba cursar la clase para conseguir el libro decidió que haría a un lado los prejuicios al aparecer a un par de metros del coliseo, al menos momentáneamente. Desde afuera la estructura se veía impetuosa y el mortífago llegó hasta a dudar del desprecio que le tenía al hábitat. Pero fue sólo por unos segundos.

     

    Antes de caminar directamente al lugar preestablecido aprovechó los diez metros que lo distanciaban para abrochar los botones de su túnica color café. Luego también para pasar una mano por sus húmedos rizos rubios y luego para atarse los cordones de... Nope, no llevaba zapatos. Rodó los ojos como si se hiciera burla a sí mismo y emprendió el camino.

     

    Llegó mucho más rápido de lo previsto y con la suela de los pies más limpias de lo que se esperaba, aunque probablemente tal condición no duraría demasiado. Reconoció al profesor instantáneamente ya que era la única persona presente y saludó con un gesto de la mano. Se frenó a pocos metros de él y observó detenidamente el lugar, pero conservando la cautela que le permitiría anticiparse a cualquier obstáculo sin que nadie lo sepa.

     

    —Buenas —se presentó arrastrando cierta ronquedad en la voz, ronquedad que no se oyó a causa del mismo viento que se empeñaba en despeinar los rizos más superiores del rubio Hawthorne.

  20. —¿Yo pagaré? —Rodó los ojos.

     

    No había mucho más que hacer ahí, no había rastro de algún miembro de la Orden del Fénix y destruir el lugar ya le resultaba tan aburrido como sentarse a esperarlos. Con una orden visual las manos fantasmales se ofuscaron así como también la adrenalina que recorría su cuerpo vanamente en busca de alguien contra quien luchar. Bajó la varita mágica y se acercó a la muchacha nueva, que por lo visto estaba lo bastante ebria como para permitirse estar en pie mucho tiempo más.

     

    —Apestas a alcohol —gruñó tomando por la cintura a Arya, frenando un posible tropezón. Los ojos que traslucía por debajo de su máscara le indicaron que ya la conocía de antes, pero hasta donde recordaba solía luchar contra ella, no ayudarla—. Vamos, la fiesta terminó. Salgamos de aquí.

     

    Observando por sobre sus hombros se cercioró de que nadie ajeno haya aparecido antes de comenzar a caminar el trayecto de salida, ayudando con sus brazos a la pequeña alcohólica. No la juzgaba, él también disfrutaba de un par de copas y de hecho hacía poco estuvo completamente borracho en medio de un asalto, pero ella era una aspirante y su imagen se vería perjudicada... Nah, ya era toda una mortífaga.

     

    —Te llevaré a mi castillo —dijo atravesando la verja—. Quién sabe qué harás en este estado.

     

    Y al momento que apoyó su planta desnuda sobre el frío asfalto, desaparecieron dejando una humeada estela gris.

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  21. Necrohand.

     

    La orden mental siguió a las dos manos que hacían una seña elevadora. Del suelo surgieron dos manos fantasmales que doblaron dos dedos y se voltearon para el lado de Liam, como si tuvieran un par de ojos ocultos en su complexión espectral. Se posicionaron cerca de su figura, pero solo cerca, para que el respectivo dueño todavía tuviera espacio y libertad de moverse como le plazca a donde le plazca. Con pasos decididos se acercó a la estructura del castillo, pero no se preocupó en entrar.

     

    Fuego Maldito —siseó esbozando una media sonrisa algo maliciosa. Un león más prominente a lo que normalmente medían aquellos animales se alzó con impetuosidad luego de seguir el hilo de fuego que, partiendo de la varita mágica, lo creó.

     

    Meticulosamente se introdujo bajo la puerta de la construcción medieval y volvió a rearmarse en el interior. Acató la orden de incendiar todo lo que fuera más inflamable y luego volver a su lugar, en los jardines. Una vez retornó en el exterior, Liam le ordenó incendiar un par de estatuas y árboles que decoraban el área verde.

     

    —Esto es por matarme la otra vez. Me quedé con ganas de incendiar cosas —dijo, imitando un puchero.

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  22. Era sencillo pensar en la mejoría de su familia, pero difícil conseguirla. En parte era culpa suya que en la actualidad los cambios se hayan vuelto más bruscos de lo que deberían, porque el tiempo que pasó desaparecido fue eterno para que Isabella se encargara de todo sola. Ahora ella era la desaparecida y estaba bien. O en realidad no, pero no se podía quejar ni reclamar sobre algo que él también había hecho en su momento, no podía regresar y pretender que todo esté en su lugar y que así continuase.

     

    Las duchas servían para relajar y meditar, pero en ese caso lo habían confundido más y tanto problema sin resolver comenzaba a molestarle. Salió del baño dejando huellas húmedas por todo el pasillo hasta la habitación; claro que en cuestión de minutos Arturo se había encargado de hacerlas desaparecer, pero la actitud del vampiro continuaba era lo único que no se limpiaba.

     

    —Nunca me di cuenta de la cantidad de basura que tengo en mi habita... Maldición.

     

    El tatuaje en su costilla empezó a arderle de manera exagerada sin previo aviso, a tal altura ya había aprendido a controlarlo pero esa vez fue una excepción bastante peculiar. Reconoció al instante que la remitente era su tía, pero no entendía por qué llamaba con tanta intensidad, una intensidad que sólo usaba en casos específicos. ¿Sería una emergencia real? Tomó una gran cantidad de aire procesando la situación y evaluando sus posibilidades y de buenas a primeras empezó a vestirse sin siquiera haber secado su cuerpo desnudo. No es muy necesario aclararlo, pero tampoco se encargó de usar ropa interior.

     

    —Asegúrate de que Alessandra y Ezequiel se sientan cómodos. Vuelvo en un par de horas... o en un día si me llevan al LAIC —las palabras salieron con tanta velocidad que el elfo apenas pudo procesarlas antes de que la figura de su amo desapareciera en una ofuscada voluta de humo. Antes de salir de la habitación, la criatura le dio una rápida mirada a los zapatos y negó con la cabeza; seguro Liam regresaría con las plantas de los pies sucias y Arturo debería limpiar más huellas.

     

    Antes de caminar directamente a la residencia Lockhart aprovechó los veinte metros de distancia que lo distanciaban para abrochar los botones de su túnica color café. Luego también para pasar una mano por sus húmedos rizos rubios y luego para atarse los cordones de... Nope, no llevaba zapatos. Rodó los ojos como si se hiciera burla a sí mismo y emprendió el camino.

     

    —Espero que tanta urgencia valga la pena —gruñó hacia Leah llegando a la verja—. El llamado me dejó marcas. Ah, hola bombón —saludó al Ivashkov e imitó el gesto de dar un beso, claro que eso fue prácticamente imposible porque ambos mortífagos poseían las respectivas máscaras cubriéndoles su identidad. Les saludó con la mano mientras atravesaba las rejas y sacaba de su bolsillo la varita de abeto que se sostuvo firmemente a su mano derecha cual brazalete volador.

     

    Los colgantes y anillos respectivos de cada libro colgaban dentro de su túnica, pero ninguno le indicaba algo extraño por el momento. Quizá estaba muy lejos aun, quizá los cien metros que debía recorrer interferían en la señal mágica, pero ni siquiera cuando estuvo a dos del castillo sintió algo. Era probable que algo los esté tapando, o que no se animaran a aparecer como acostumbraban a hacer, pero Liam permaneció en los jardines a la espera de cualquier suceso que aconteciera en el momento.

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