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Allen Abbadonia

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Mensajes publicados por Allen Abbadonia

  1. El rostro de Allen cambió completamente cuando se enteró que estaba tratando ni más ni menos que con una de las directoras de la Academia. El era buenisimo para meterse en problemas, así que lo mejor sería alejarse para no provocarlos cerca de una autoridad que pudiera darle su salida en automatico, y no precisamente como graduado. Mia se unió a la escena y saludó a todos.

     

    Hola tu.— Respondió de la misma manera, pues había creado un vinculo de camaraderia con Mia mucho más solido que con ninguno otro de sus compañeros de generación ni de casa. El pelinegro ya se sentía incomodo, e incluso fuera de lugar en aquella charla, hablaban sobre libros, y aunque el pudiera ver no era precisamente un fan de estos. Así sin más se puso de pie.

     

    Directora, Sira, Mia. Yo me retiro... Olvidé unos asuntos que tengo pendientes.— Se excusó el pelinegro, lamentablemente no era muy bueno mintiendo y su sonrisa nerviosa lo delató al momento, pero tal vez y su plan funcionaba y podría salir de ahí libre. —Con su permiso.— Agregó, de su bolsillo sacó su bastón retractil, que era en ese momento del tamaño de una varita mágica promedio, lo extendió completamente y lo uso para encaminarse a la puerta mientras silbaba una tonadita.

  2. Nada más hablar y sonreir, pudo escuchar apenitas unas ligeras pisadas que se acercaban presurosamente a el, extendió sus dos brazos y recibió a May que por el impulso le hizo retroceder un par de pasos e incluso lo hizo reír un poco por la alegría de aquel re-encuentro tan esperado por ambas partes. Sin embargo algo no le cuadró a Allen con ese impulsivo abrazo y fue que May se sentía mucho más ligera que en otras ocasiones, pese a nunca haber cargado su peso completo de ninguna manera, el pelinegro tenía un estimado de ese dato, y lo que sucedía en ese momento no le cuadraba con su memoria. Aunque gracias a eso, fue más sencillo acomodar a la chica en el abrazo, de tal manera que no aplastara el bolsillo en el que llevaba a Navi.

     

    El pelinegro sintió las delicadas caricias de la chica, primero en su rostro y después en su cabello, Allen por su parte se había dedicado a bajar sus manos hasta la cintura de la chica, para luego subir la izquierda y jugar un poco con su largo cabello, enredandolo entre sus dedos con cuidado de no lastimarla. Después ella aseguró haberle extrañado tambien, y a reacción su sonrisa se hizo más amplia, apoyó su frente contra la de ella unos breves segundos, los suficientes para poder sentir aquella cálida respiración que de a poco en poco podía llegar a convertirse en algo como una adicción.

     

    El intimo momento fue interrumpido por una vocesita más, Allen empezaba a encontrar gracioso que los enanos hablaran de esa forma. El no sabía que eran elfos, pero como el sonido venía desde abajo lo asimilaba con criaturas tal vez similares. May le preguntó si el deseaba algo de beber, al mismo tiempo que sus manos le liberaban del abrazo y el hizo lo mismo, pero pronto sus dedos se entrelazaron con los de la chica para avanzar hacía un sofa, tan cómodo como nunca había imaginado en donde se sentaron uno al lado del otro.

     

    —Café esta bien... Me estoy congelando por dentro.Pidió generosamente con una sonrisa tan cálida que podía contradecir sus palabras. Los pasitos, todavía más ligeros que los de May y apenas perceptibles se alejaron, quedando solo los dos en aquel enorme lugar. Allen dejó su bastoncito recargado por un lado y llevó esa mano a la de May que tenía sujetada ya, cubriendosela por arriba y por debajo.

     

    —Me has hecho mucha falta en estos días, ¿sabes?Dijo ya en completa confianza por estar solos. Por una parte quería saber que le habían hecho aquellos brutos de la Orden del Fénix, pero primero debía hacerla sentir mejor, recien había pasado una mala experiencia y no era bueno hacerla recordar, era como tirar sal en una herida abierta. —Pero ahora soy la persona más feliz sobre la faz de la Tierra por poder estar de nuevo contigo. Por cierto, te tengo una pequeña novedad que quizás te agradara. Comentó, lo mejor era tratar de hacerla feliz y había puesto atención a detalles que no le agradaban.

     

    —Una vez que me gradue de la Academia, recuperare la vista.Informó, ya había tomado esa desición durante los días en que ella estuvo ausente, hubiera preferido estar invidente un tiempo más, pero la situación actual no se lo permitía, una vez que aprendiera lo básico para batirse en duelo necesitaría no de cuatro, si no de sus cinco sentidos. —Todavía faltan un par de meses para eso, creo, pero es una fecha más cercana a la desconocida que teníamos antes, ¿no?Preguntó, aunque fue más bien algo retorico pues suponía que ella podría estar de acuerdo. Su mano que había movido anteriormente ahora la colocó sobre la mejilla de May, haciendo una suave caricia en ella con suma delicadeza. Casi de manera inconsiente se acercó despacio hasta ella, quedando separados por menos de cinco centímetros entre si.

  3. Allen esperó paciente los minutos que fueron necesarios para que llegara la elfina, en ese tiempo no intercambió ninguna palabra con la vocesota que provenía de la puerta, en cambio, el rostro metalico parecía analizar a aquel joven con cuidado para poder identificar alguna posible amenaza en el, pero no consiguió nada, dado que este mantenía una compostura comparable con la de una estatua. Finalmente el chillido de las puertas abriendose hizo que Len suspirara, no le gustaba mucho esperar y el comportarse tan recto era algo que se le complicaba muchisimo.

     

    Gracias, que amable.— Respondió el joven cuando escuchó a la elfina que le invitaba a pasar. Navi en el bolsillo de su gabardina estaba realmente temblorosa, el miedo se había apoderado completamente de ella al estar en "lineas enemigas", tanto era su shock que no escuchaba nada y el temblor pasaba desde el grueso bolsillo del abrigo hasta la piel del pelinegro. Con una mano llevaba su bastón y con la otro dió unas leves palmaditas tratando de tranquilizar a la hada, cosa que consiguió un poco pues sus temblores ya no eran tan notorios.

     

    Que largo es el camino... No me lo hubiera imaginado.— Pensó en silencio el invidente. Por fin llegaron a la entrada de la Mansión, nuevamente el sonido de las puertas abriendose incomodó a Allen, que seguía siendo guiado por la pequeña domestica del lugar. El primer lugar donde entraron fue el Hall, un lugar verdaderamente grande y deducido por Allen por el sonido de sus pasos, que estos a su vez causaban un poco de eco. No lograba ver nada, pero ya se imaginaba la naturaleza del lugar, un palacio digno de una persona potencialmente poderosa economicamente y seguro en otras formas también, incluida la bélica.

     

    Siguió andando, su gabardina se coordinaba para ondearse al ritmo de sus pasos, al igual que las mangas de esta que no cubrían ninguno de los brazos de Allen, con una mano en su bolsillo y la otra guiando su camino con el bastón, procuraba ser muy cuidadoso, pues no quería nisiquiera hacer un rasguño a alguna de las pertenencias del lugar, pues posiblemente ni trabajando toda su vida podría pagar algún daño ahí. Pero el estres terminó, Jane le informó que detrás de esa puerta estaba May esperandolo y la abrió. La felicidad se apoderó de el, su corazón nuevamente se aceleró y el frio que sentía hasta hace poco se esfumó junto con la preocupación por el lugar, la espera había sido larga pero por fin podrían estar juntos de nuevo.

     

    Se adentró unos pocos pasos, pero firmes y seguros al lugar, el sentimiento de sentirse del tamaño de una hormiga nuevamente lo abrumó por la sensación de estar en un lugar demasiado grande. El no podía verla, pero ella a el si, la situación ahora podría ser un poco opuesta a su primer re-encuentro, donde el vestía de lo más sencillo y ella un tanto refinada, pero ahora era al revez, ella estaba practicamente en pijama y el vestido con ropa formal, aunque aquella forma de llevar la gabardina, la camisa abierta de un par de botones, la corbata floja y su cabello ligeramente alborotado le hacían ver más juvenil y extrovertido, en lugar de recatado.

     

    —Te he extrañado mucho, May.— Dijo en voz alta, y para su buena suerte estaba hablando en dirección a donde ella estaba, por lo menos no estaba arruinando el momento con sus patosidades. Nada más terminar la oración una gran sonrisa por fin pudo reflejarse en su rostro desde que había salido de la Academia en su busqueda.

  4. Aquel día estaba bastante nublado, comparado con los días semi-soleados que se habían intentado asomar entre el clima frío que azotaba aquellas tierras ultimamente. El cielo estaba vestido completamente de gris, y las nubes no tenían un aspecto nada agradable, no eran de aspecto esponjoso como el algodon y tampoco llevaban el color plata que anuncia la caída de la nieve, no, esas nubes solamente parecían de tormenta y hacían que el ambiente fuera un poco deprimente. Acompañado a esto, las brisas de viento no eran potentes, pero si heladas, frías caricias que atormentaban a aquellos que fueran desprotegidos de abrigo.

     

    La silueta de un joven, sentado sobre el tronco de un árbol caído a las orillas del lago en los Jardines Sumaes era el unico rastro de vida en toda esa area, acompañado de un ser alado de brillo azul, una hada que hacía de guía para aquel joven invidente. Aquel joven no iba propiamente abrigado para la situación, vestía una camisa blanca de manga larga, abotonada casi hasta el cuello con una delgada corbata negra visiblemente aflojada del nudo, como si este no le gustara en lo más minimo al muchacho. Su pantalón de vestir, de corte regular que se alineaba perfectamente a su cuerpo sin llegar a pegarse hacía que pareciera incluso un poco más alto de lo que era. Y finalmente calzaba unos zapatos de vestir de punta color negros. No era precisamente la ropa que más le gustaba a aquel muchacho, pero por una pequeña platica o curso, ya no recordaba ni que era, había tenido que ir bien presentado, pero afortunadamente pudo llevar su sombrero con el, aquel sombrero amarillo, incluso ya algo desgastado que era su bien más preciado.

     

    Allen... Llevas varios días viniendo a este sitio, y a la misma hora, ¿tienes alguna clase de ritual ridiculo o algo por el estilo?— Preguntó la brillante hada, cuya vocesita femenina sonaba aun más aguda por su tamaño. Esta se mantenía en el aire, agitando sus alas y de brazos cruzados, estando a la altura del rostro del joven y separado unos treinta centímetros de el.

     

    No.— Respondió con una leve sonrisa. —Estoy esperando a alguien.— Agregó con una tranquilidad que nunca se le había visto antes y llenaba de curiosidad a la criatura que veía por el. Más o menos a esa hora, pero exactamente en ese lugar fue donde el pelinegro se re-encontró con ella hace poco después de tantos años de ausencia, algo le decía en su interior que probablemente ahí la vería de nuevo, puntual para platicar de nuevo y el tarde como acostumbraba, pero en días anteriores se había presentado puntual y nadie acudía a pesar de esperar hasta tres horas en el mismo sitio, aun así, al día siguiente siempre volvía con la misma idea y esperanza.

     

    Pero si te quieres ir, eres libre de hacerlo.— Dijo el pelinegro después de unos instantes de quedarse callado. Estar ahí hacía que tuviera todo un caos en su interior con el que trataba de lidiar para no enloquecer más de lo que ya estaba. Por una parte, le reconfortaba la calma del lugar, el recuerdo de haberla visto de nuevo ahí le llenaba de alegría, el estar en ese momento solo le deprimía, el recordar que la ultima vez que pudo verla ella se había enfadado con el lo mantenía pensativo, la memoria de su ultima "cita" con ella le provocaba incertidumbre, el hecho de no haberla rescatado le provocaba una sensación exageradamente terrible de impotencia y el pensar en "Orden del Fénix" lo llenaba de furia y sed de venganza.

     

    No Allen... Se que algo no anda bien, además seguro te perderas de regreso a la sala común y olvidaras la contraseña de la estatua.— Respondió ella, tratando de ser la antipatica criatura que hacía reir al pelinegro, pero no consiguió nada ni para bien ni para mal en la pequeña sonrisa que sus labios dibujaban. Otro momento de silencio los abordó, junto con una leve brisa que alborotó un poco los mechones de cabello que se asomaban por debajo del sombrero del chico. La hada se abrazó a si misma a causa del helado viento, envidiando como el alumno nisiquiera se inmutaba de eso. —Pero, ¿puedo esconderme en tu sombrero?— Preguntó con voz temblorosa. El chico asintió y lo levantó un poco, dejando que la criaturita se refugiara ahí. Una hora más pasó, no había ni la minima señal de ruido alrededor salvo la de las hojas de los arboles danzando gracias a las corrientes de aire.

     

    —...— Allen empezaba a impacientarse por aquel día, ya llevaba casi dos horas sentado ahí, y esa ropa no le agradaba en lo más minimo, estuvo a punto de ponerse en pie cuando a sus espaldas escuchó un sonido un tanto escandaloso, algo como "crack". Alerta, pero con un temple sereno y sin girarse siquiera, Allen comenzó la conversación.

     

    ¿Quien eres?— Preguntó amablemente. Algo ya era seguro, quien se había aparecido no era May, aquel no era el sonido que caracterizaba su aparición o desaparición, este había sido más como el ruido de un impacto pequeño, debido a su ceguera se tomaba más tiempo y calma para analizar todo lo que le rodeaba, personas y medio ambiente sin distinción, algo como "observar" sin ver.

     

    El joven es igual al de las fotografias.— Dijo una voz, que Allen asimiló como la de una anciana tal vez, el joven arqueó una ceja pero no interrumpió. —El joven es Allen, el amigo de la ama May, ¿no es así?— Continuó la vocesilla, consiguiendo ahora completamente la atención del pelinegro que ahora si giró un poco la cabeza para dirigirse a ella de manera más directa.

     

    Si, yo soy Allen, ¿de que fotografias hablas y en que puedo ayudarle?— Preguntó. Su corazón repentinamente se había acelerado, pues por su mente solo pasaban dos escenarios, uno de ellos era que la dueña de esa voz venía a darle un comunicado de May, el que fuera, pero algún mensaje. Pero otro escenario, no tan consolador, era el de recibir la noticia de que ella se había ido para siempre. El tener aquellas ideas en mente lo tenía sumamente nervioso.

     

    La ama May, ha enviado a Jane a buscar al joven Allen. La ama había estado desaparecida, pero la ama ha vuelto y ordenó a Jane buscarle, joven Allen.— Respondió la sumisa voz. El pelinegro se quedó paralizado de la emoción, ella estaba bien, y además había enviado a alguien a buscarle, por un lado eso estaba bien, pero por otro no, pues May era una persona muy directa y algo, que para Allen muy seguro era la Orden del Fénix, le impedía andar con libertad.

     

    ¿Donde esta May?— Preguntó apresurado.

     

    La ama May le espera en la Mansión Malfoy. El joven Allen deberá disculpar a Jane, pues Jane debe irse ya para avisarle a la ama que el joven ha sido encontrado.— Expresó con pena. Allen por primera vez en todo ese tiempo sonrió con ilusión.

     

    Descuida, ya llegare yo.— Aseguró, levantando el pulgar de su mano derecha como aprobación. La elfina se sorprendió un poco, y así con el mismo ruido con el que llegó, se fue. Allen se puso de pie, pero entonces Navi salió de su escondite y le cerró el paso por delante de su cara.

     

    ¿Estas seguro que vas a ir Allen?... Yo... No creo que sea buena idea que vallas... La Mansión Malfoy es un lugar peligroso según he escuchado, si no eres un amigo de la familia seguro moriras antes de poner un pie en los terrenos de ese tetrico lugar... Además... Su reputación como magos oscuros es mundialmente conocida.— Expresó eso ultimo a modo de murmullo la hada. Al ser una criatura entregada por una integrante de la Orden del Fénix a Allen, esta sabía muchas cosas que Cye le había enseñado al igual que otros integrantes de esa organización, pero se mantenía callada para no molestar a Allen con su odio hacía estos, además le estaba tomando aprecio y enserio se preocupaba por el en esta ocasión.

     

    No sabía eso... Pero igual ire, Navi. May es la unica que me importa en este mundo "mágico" que detesto. Y si es por ella, aprendería cualquier arte maldita si hace falta.— Sentenció. De su bolsillo sacó algo parecido a una varita blanca, que extendió con ambas manos al jalarlo de ambos extremos, quedandose con uno en su mano derecha y con el otro tocando el suelo. —Pero descuida, estare bien. Anda, vamonos ya.— Dijo finalmente, la hada se resignó y obedeció, sentandose en el hombro izquierdo del pelinegro.

     

    Antes de siquiera salir de la Academia, Allen regresó a su sala común para dejar su sombrero y tomar una gabardina negra para abrigarse. Sabía que no podía ir como le gustaba a aquel recinto que por demás podría ser sagrado, al ser el hogar de grandes personalidades. La gabardina era un pesado abrigo de grandes botones, los cuales dejó abiertos completamente, además que sus brazos no los pasó por las mangas del atuendo, dejando que este solo descansara sobre sus hombros, pero con eso era suficiente para cubrir su espalda, costados y parte del frente de su cuerpo. La gabardina le llegaba hasta media pantorrilla. Una vez estuvo listo se despidió de su unica compañera que estaba ahí y salió de la sala y posteriormente de la Academia para dirigirse a Ottery.

     

    Navi permanecía oculta en un bolsillo interior del abrigo, a la altura del corazón de Allen más o menos, la pobre no se atrevió a dejarlo ir solo pero estaba muerta de miedo. La noche ya los había alcanzado, la luna brillaba alto en el cielo al igual que sus compañeras las estrellas. Las calles estaban ya casi vacías, los negocios cerraban y los faroles se iban encendiendo uno a uno para iluminar el pasaje a aquellos deambulantes nocturnos, aunque aquello de poco servía al joven que caminaba tranquilo pero con largos pasos, con las ansias de llegar a May.

     

    El frio se puso más rudo y hacía equipo con el viento, pero una vez más el pelinegro no parecía inmutarse, a diferencia de su cabello, su abrigo e incluso su corbata aflojada que ondeaban con la fuerza que la madre naturaleza les otorgaba. Algunos minutos más y Navi avisó que por fin habían llegado a las cercanías del territorio Malfoy. El viento chocando contra la piedra y los arboles, provocaba un silbido espeluznante que asustaba aun más a Navi y que llegaba a incomodar a Allen, el ambiente no era precisamente amigable o no se sentía como tal. Gracias a su bastón el pudo darse cuenta que el camino se volvía angosto y que alrededor solo había hierbas y más hierbas, dando solo dos sentidos al caminante, adelante o atrás. De pronto, frente a el un sonido metalico, como si el acero se retorciera se hizo presente, y unos instantes más tarde una voz grave, metalica y potente, había llegado a la puerta de los terrenos.

     

    ¿Cuál es el motivo de vuestra presencia en la Mansión de la honorable Mansión Malfoy?— Cuestionó la "vocesota". Allen torció la boca y se cubrió el oido izquierdo con la mano del mismo lado.

     

    Oe, no hace falta que me grites.— Reclamó con mucha tranquilidad. En otras circunstancias más normales ya se estaría peleando con la puerta o estaría gritando emocionado por la voz. —Vengo a ver a M... A la señorita May Malfoy... Mi nombre es Allen Abbadonia.— Contestó sin ser imprudente.

     

    ¿Allen Abbadonia?... Que apellido tan más desagradable. Esperad aquí a que vuestra entrada sea autorizada o denegada.— Dijo, pero para Allen parecían gritos o alguien en megafonía. Además no encontró sentido alguno a que llamara "desagradable" su apellido, era algo que probablemente algún día sabría, pero no se iba a poner a discutir con aquello para descubrirlo.

  5. 1.- Link al tópico de su ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/102856-ficha-de-allen-abbadonia/?do=findComment&comment=4614527
    2.- Link de las bóvedas de negocios que posea el personaje: N/A
    3.- Link del tópico de registro de sus familias: N/A
    Familia N° 1: N/A
    Familia N° 2: N/A
    4.- Link a las bóvedas de sus familias: N/A
    Bóveda Familia N° 1: N/A
    Bóveda Familia N° 2: N/A

    Saldo en bóveda previo a la Migración 2021: 4562 G

  6. Allen se cruzó de brazos e hizo un puchero con la respuesta que su profesora le había dado, con esto ella estaba con la autoridad de no permitirle hacer semejante diablura y dado que el joven le había tomado aprecio la obedecería sin rechistar. Aun así no pudo dejar escapar un suspiro de desepción, esperaba que si la profesora había sido como el de joven aceptara la oferta aunque fuera con alguna condicionante o algo por el estilo.

     

    Luego ella culpó a Allen de darle ideas como esas que pondrían en riesgo una promesa que el supusó que era ficticia, nadie podía prometer eso si no era inmortal o algo por el estilo. Aun así acepto su invitación a sentarse y otra mujer se acercó a tomarles pedido, Cye ordenó primero para luego dar lugar a Allen.

     

    —Yo quiero lo mismo, pero mi zumo que sea de naranja, por favor.Pidió educadamente y con una sonrisa. Una vez que escuchó los pasos alejandose se acercó un poco a su profesora. —100 años es mucho tiempo, ¿no lo cree?... Mejor supongamos que dijo cien minutos y que estos ya pasaron... Venga, una carrera.Dijo el pelinegro, con una sonrisilla picara, que luego se tornó en un gesto reflexivo.

     

    —O puede ser... Que sabe que yo le ganaría sin problema alguno y no quiere perder contra un alumno.Filosofó, aunque aquello era ya un reto lanzado.

  7. A pesar de la explosividad que tenía Allen, escuchó lo que Sophie le decía, haciendole que tuviera una esperanza en poder tener su revancha contra ellos además de darle el alivio de saber que no tenían nada que ver unos con otros. Sumado a eso, la jefa de casa le sugirió que controlara sus emociones, especialmente la ira, pero aquello era algo sumamente complicado, pues el muchacho era realmente volatil y de un segundo a otro podía pasar de estar tranquilo a furioso o viceversa, aquello dependía mucho de la situación y alguien lo suficientemente astuto podría fácilmente manipular las emociones del pelinegro a su voluntad sin que este se diera cuenta.

     

    —Gracias, pero no creo que con unas galletas consiga... Yom... Estar más ... Yom... Fuerte, ni... Yom, yom... Yom, yom.Allen trató de reclamar con la misma molestia de hace unos instantes, pero con llevarse la primera galleta a la boca fue suficiente para interrumpirlo completamente, pues otra vez empezó a comerse tantas galletas como pudo, por poco y no le dejaba ninguna a Sira. Alcanzó a tientas su taza con el poco chocolate que le quedaba y con el se quitó la sensación pastosa que la masa de las galletas le había dejado en la boca. Una vez terminó, sonrió y se dejó caer para sentarse nuevamente en el sillón.

     

    —Sin duda si que son los mejores reposteros, jujuuu.Afirmó a lo dicho por Sophie, dejó escapar un suspiro un tanto prolongado, su cuerpo había quedado demasiado relajado con el chocolate caliente, pero muy pesado con tantas galletas. Incluso agregó un enorme bostezo estirando brazos y piernas.

     

    —Que sueño... Tengo.— Afirmó con tono perezoso.

  8. Nisiquiera había reaccionado bien, cuando solo alcanzó una servilleta para limpiarse el rostro que se sentía sucio y siguió comiendo como lobo hambriento, haciendolo no por atender a las indicaciones de la mujer que tenía a lado, si no por su propio instinto. Dado que ya había empezado a comer antes, no tardó mucho en llenarse, se inclinó un poco hacía atrás e infló un poco el estomago a proposito, poniendo sus dos manos sobre este.

     

    —Puff... Estoy lleno.Dijo para si mismo, sonriendo en el acto, una de las cosas que más le gustaba hacer además de salir a buscar nuevas aventuras era comer incluso en exceso. Gracias a dichas aventuras y acampadas, Allen podía mantener un equilibrio en su cuerpo aunque el no lo buscara, de manera que no solía subir mucho de peso aun en comidones como el que se había zampado hasta hace unos momentos. Entonces recordó que la desconocida le dijo unas palabras y ladeó la cabeza un poco, pero sin girar el rostro hacía ella.

     

    —Oe, ¿cómo sabes mi nombre?, ¿quien eres?Preguntó con curiosidad, pues no había puesto atención cuando ella se presentó con Sira. Navi, la hada, por su lado había empezado a comer también, alejandose un poco de Allen y los demás para tomar algo de fruta y yogurth.

  9. Sira nuevamente regañó a Allen con un volumen más alto para que le escuchara, pero otra vez el pelinegro hizo caso omiso, como si nada pasara a su alrededor, por lo tanto el seguía llevandose tanta comida como le era posible a su estomago a través de la boca. Por su lado Navi se sentía un poco más tranquila sobre el estado de Sira, así que se mantuvo volando cerca de ella por si algo le hacía falta.

     

    Una nueva persona entró por la puerta del Gran Salón desde hace un rato y había observado la situación, nadie se había percatado de su presencia hasta que se acercó, la hada al verla llegar la reconoció de inmediato e hizo una reverencia un tanto exagerada y voló para quedarse cerca de Allen ahora, debía vigilar los movimientos del mocoso para evitar que cometiera alguna tonteria mayor a la que ya había hecho, pero solo era cuestión de mantenerlo entretenido en la comida. Pero cuando la desconocida empezó a hablar, el pelinegro sintió como una descarga electrica recorrer todo su cuerpo, provocandole un terrible escalofrio al punto de que había dejado de llevarse alimentos a la boca.

     

    —"Creo que esta carne me invita a devorarla"... "Creo que esta carne me invita a devorarla"... "Esta carne me invita a devorarla" ... "A devorarla".—Dentro de su mente aquellas palabras sonaban como un eco que le torturaba una y otra vez. Alguien quería llevarse la carne por la cual el había corrido bastante, o al menos eso pensaba el, alguien quería robar lo que en ese momento era SU tesoro.

     

    —¡Es mi carneeeeeeee!Exclamó fuerte el joven y estuvo a punto de avalanzarse sobre la persona que recien había llegado, pero la pequeña hada estaba lista para cualquier inconveniente, y justo como en la libreria con algunos polvos mágicos hizo que flotara en el aire sin control alguno. Su sombrero cayó al suelo y el joven empezaba a dar patadas y golpes de manera aleatoria mientras gritaba y gruñía.

     

    —¡No dejare que te lleves toda la carne, malvada archienemiga mía!Reclamaba. Lo que decía no podía tener ningún sentido a menos que alguien lograra pensar igual o al menos un poco parecido a el. Navi mantenía su magia para que Allen estuviera dos metros sobre la mesa para que así no hiciera daño a nadie, además con el impulso que el mismo se estaba dando con el balanceo de sus extremidades estaba girando sin control ahí arriba. Poco a poco su temperamento se iba calmando y con el la fuerza que hacía por liberarse.

     

    —Mi carne... No... Es mía... Me mareo... Ayuda...Murmuraba agotado, sacando la lengua hasta que por fin dejó de moverse, había quedado flotando de cabeza y sus brazos apuntaban hacía abajo al no oponerle ningúna resistencia a la fuerza de gravedad, dejandolo como animalillo muerto. —Ñuuuuuu... zzzzzz... zzz...Repentinamente se había quedado dormido. Navi lo dejó bajar y lo dejó "sentado" en donde había empezado, pero al estar inconsiente su cuerpo se fue hacía adelante y su rostro se embarró contra su plato que aun tenía un poco de carne y puré de papa, provocando así que se despertara de golpe, con la cara llena de comida.

     

    —Que sueño tan raro... Soñé que algo me quería robar mi comida...Murmuró. La pequeña hada azul quería reirse, pero mantuvo la compostura y solo negó con la cabeza. Después se dirigió hacía la embarazada. —Hoy es día de que pida disculpa a todo mundo por culpa de este retrasado mental... Lo siento mucho.Dijo Navi.

  10. El simple hecho de que Sophie hiciera mención de "La Orden del Fénix" provocó que nuevamente se enojara, aquellas sencillas palabras eran como una tortura a los oidos del joven, nuevamente se había puesto tenso e incluso las venas de sus manos, que estaban apretadas en puño, se hincharon un poco, al igual que una vena en su frente. A pesar de tener una respuesta afirmativa por parte de Sophie aquello ya no lograba calmarlo, pues recordó lo mencionado por la voz del hombre durante el ataque: "nosotros cuidamos de ustedes..." cuando se refería a los clientes y que incluso algunos le aplaudieron.

     

    —Solo tengo una pregunta, señorita Sophie.Preguntó el joven, con un volumen de voz moderado, pero con bastante ira desprendiendose de su voz. —Esa organización "La Orden del Fénix", son unos impostores de la Justicia, ¿verdad?... Los Aurores son los encargados de eso y por parte del Gobierno, y no esos patanes de pacotilla, ¿no?... Después de todo, no solo a "ella" la atacaron.Dijo, refiriendose a la persona que había sido atacada en su compañia. —También una compañera de clases ha sido afectada directamente por ellos... Solo por su descendencia... Perros abusvos... A saber a cuanta más gente han afectado...Murmuró eso ultimo dando un golpe al sofa, hundiendo su puño tanto como le fue posible. El joven desconocía completamente que tenía cerca de el a personas de aquella organización a la que quería ver en la ruina.

     

    —Si los aurores no tienen nada que ver con ellos, entonces cuente conmigo.Finalizó.

  11. En cuanto Sophie le acercó más galletas el joven volvió a atragantarse como la vez anterior, llevandose galletas a la boca con una mano y luego con la otra, aun así esta vez tuvo un poco más de precaución además que su chocolate ya se había enfriado lo suficiente para dar otro sorbo como el anterior sin quemarse, aunque con la lengua escaldada tenía una sensación incomoda. Escuchó la pregunta de Sophie y se quedó pensativo unos momentos, comiendo un poco más despacio las galletas, como si su concentración necesitara de toda su atención para recordar.

     

    —Si recuerdo como eran, incluso sus voces... Pero ellos ya no son problema.Respondió un tanto serio, algo que pasaba rara vez en el. —Justo cuando me apuntaron al rostro, alguien de capa plateada se apareció repentinamente detrás de ellos. No ví su rostro, ni escuche su voz pues quedé inconsiente casi al momento, pero estoy seguro que fue esa persona quien me salvó y me ayudó a no morir... Además, no es con esos sujetos con quien tengo cuentas pendientes.Eso ultimo lo dijo con un tono de voz molesto, apretó sus puños y sus dientes e incluso se encorvó un poco.

     

    —¡Señorita Sophie!, por favor, ayudeme a formar parte de los Aurores.Suplicó el pelinegro, incluso agachó completamente la cabeza de modo sumiso casi tocando sus rodillas con su frente. —Antes de entrar a la Academia, la persona a la que yo más quiero de este mundo fue atacada por un grupo de personas que sin ningún miramiento se la llevaron, y a mí incluso me dijeron que no me metiera en "sus asuntos", de ellos solo recuerdo sus voces pues ya no veía, eran un hombre y dos mujeres... Por favor, quiero aprender a poder proteger a la gente que aprecio de esos desgraciados truanes...Finalizó para enderesarse, el simple hecho de recordar aquel ataque por parte de esas personas hacía May hacía que le hirviera la sangre y casi podía sentirse su enojo en el aire.

     

    —Muchas gracias, señorita Jessie.Respondió el joven lo más amable que pudo, tuvo que respirar un par de veces con mucha profundidad para recobrar la calma que tenía hasta hace unos pocos momentos. —No sabía que podía perder la vista para siempre... Pero aun así, es posible que me atienda hasta que consiga graduarme de la Academia, ¿podre tener tiempo hasta entonces?... Aun no quiero ver, quiero poder manejarme sin mis ojos con facilidad, pues cuando tome revancha de lo que le hicieron a May, no dudo en que ataquen en primer plano a los ojos o quieran inhabilitar la vista, así que quiero estar listo para cuando llegue la hora.Explicó el pelinegro, con una mezcla de emoción y desafio en su voz.

  12. El hambre y la alegría del joven hacían que la pena desapareciera y nisiquiera había escuchado bien el reclamo de Sira, pero lo que si escucho fue cuando ella dejó el asiento libre, sin perder tiempo y casi de un gracioso salto el pelinegro se apoderó del banquillo y comenzó a tantear con las manos para ver que tenía cerca. Primero se acercó un plato para colocar lo que encontrara, después alcanzo vasijas que tenían carne, otras pasta, fruta o verduras. Sin hacer distinción de una o de otra comenzó a llenar su plato lo más que pudo hasta que este quedó repleto.

     

    —Yom, yom, yom... Yom, yom... Yom... Yom... Era más o menos el sonido que producía al llevarse un alimento a la boca, los cuales apenas masticaba para pasarlos por su garganta, el muchacho era como un lobo al comer o quizás un poco peor. Navi, quien ya había salido de su asombro voló furiosa hasta donde estaba Allen y le dió una patada en la frente.

     

    —¡Inútil, chocaste con tu compañera de clase, al menos pidele una disculpa! Exclamó molesta la hada. Allen no dijo nnada y siguió masticando lo que tenía en la boca, no fue hasta que tragó el ultimo bocado que tenía que se puso a hablar. —¿Eh?... ¿Choque con alguien? Preguntó incredulo, ladeando un poco la cabeza a la derecha.

     

    —¡Si soquete!, ¡con Sira! Gritó, dandole una segunda patada en la frente.

     

    —¡Auch, deja ya las patadas!... ¡Lo siento Sira! Exclamó a los cuatro vientos, pues no sabía donde estaba ella, y sin ningún remordimiento se puso a comer nuevamente. Navi se cruzó de brazos y negó con la cabeza, aquel no tenía ningún remedio. Ella misma volvó hasta estar a la altura del rostro de Sira, ya ahí unió entrelazó sus dos manos por delante e inclinó la cabeza apenada.

     

    —Lo siento, Sira. Este tonto no se disculpara enserio hasta que termine de comer, fue mi culpa al dejar que se enterara de esta zona cuando tenía hambre. ¿Estas bien? Preguntó Navi preocupada.

  13. —¡¡¡WUJUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUUU!!! Exclamaba aquel joven de cabellos negros, a medida que se acercaba corriendo al lugar conocido como "Gran Salón". Aquel muchacho alto, de complexión regular, alegre e incluso algo torpe o infantil se había enterado que existía un lugar en la academia donde podía ir a enzamparse con toda la comida que le fuera posible hasta saciar su hambre. También supo que en ese lugar había de toda clase de alimentos para todos los gustos, desde un simple tazón con frutas y yogurth hasta piezas de carne recien preparadas, el pelinegro obviamente anciaba poner sus manos sobre las segundas.

     

    A pesar del clima, aquel día Allen vestía demasiado ligero, su torso lo cubría con un delgado chaleco rojo con botones de color amarillos, vestía pantalones de mezclilla color azul, en su cintura llevaba amarrada una tela de color amarillo, cuyo nudo hacía que los extremos de esta cayeran por el lado derecho del joven, alcanzando casi la altura de su rodillas, para la comodidad de sus pasos llevaba tenis de color negros y finalmente, aquel detalle que nunca le debía faltar, su sombrero de paja bien colocado sobre su cabeza para aplacar su negra cabellera. Como todos los días además llevaba sus ojos vendados para no mostrar la cicatriz que bajo la venda había y que le impedía ver.

     

    —¡Calmate, que a este paso te vas a matar! Exclamó una vocesita femenina. Era Navi, una pequeña hada que la profesora Cye Lockhart le había "prestado" para que su estancia le fuera un poco más sencilla en la Academia, pues esta criaturita hacía la función de guía y ojos para el hiperactivo muchacho, aunque por eso mismo, siempre terminaba en el suelo o en problemas. La hada emitía un brillo color azul claro y constantemente se escuchaba como si "tintineara", aquello también le servía a Allen para saber donde estaba su compañera. —¡¿Por qué no usas tu bastón, cabeza de chorlito?!, esta bien que todo el camino sea liso y sin obstaculos, pero vas a chocar o te vas a caer. Exclamaba la criatura, que seguía las largas y veloces zancadas que daba el alumno mientras ella volaba a la misma velocidad.

     

    —¡Lo tengo guardado en mi bolsillo, recuerda que es retractil!... ¡Además no puedo esperar a probar esa deliciosa carne! Gritó motivado, y como si la idea le diera más fuerza e inspiración su carrera se volvió aun más veloz, obligando a Navi a ir más rápido tambien. —¡Que me esperes, ca***o! Gritó ella, agitando sus brazos de manera cómica.

     

    —¡Carne, carne, carne, carne, carne, carne, carne! Iba exclamando el joven con una enorme sonrisa. Ya estaba realmente cerca, a unos pocos metros de la entrada, el aroma podía guiarlo, el delicioso olor a comida venía de un lugar cercano, ya no faltaba nada. Pero algo inesperado para el, y obvio para Navi, sucedió, y fue que chocó contra una persona que quizás la había tomado desprevenida. Allen por su parte cayó al suelo, dobló sus brazos y piernas para ponerse en posición fetal y "hacerse bolita", rodó un par de vueltas y quedó tendido bocaarriba, respirando agitado por todo lo que había corrido. Respiró profundamente en una ocación, para poder llenar su ser con el cálido aroma que había perseguido. —¡Yajuuuuuuuuuu!, ¡llegué! Gritó, incorporando su torso nada más, quedandose sentado y estirando sus dos brazos hacía arriba con gran emoción, que era tanta, que no se había inmutado de la persona con la que chocó.

     

    Navi por su parte, que se mantuvo en el aire justo a la entrada agitando solo sus alas, tenía los ojos bien abiertos y su manita izquierda sobre su boca, la hada parecía sorprendida pero más aun aterrorizada por ver con que persona había chocado Allen. La hada esperaba que hubiese chocado con un alumno, algún elfo o inclusive un profesor, pero la situación era más grave que todo eso junto y ella lo sabía perfectamente...

  14. Aun con el dolor, Allen dejó escapar una risa cuando Sira le corrigió explicandole que se trataba del peluche de un pinguino y no de una gallina, pero de inmediato se preocupó por su estado, a lo que el sonriendo respondió.

     

    —No, no creo estar bien, duele un poco... Admitió de buena gana, Allen no era una persona con ego ni orgullo que se interpusiera en su camino, siempre había procurado ser sencillo, aceptar ayuda cuando se necesita sin rechistar y ser honesto en el estado en que se encuentra. Después Jessie le dió un par de indicaciones que el pelinegro acató, dejando el pinguino de peluche donde estaba y poniendose de pie, respiró de manera regular un par de veces antes de contener la respiración.

     

    Sintió cosquillas y con demasiado esfuerzo se mantuvo quieto, dejando escapar apenas unos ruidos que anunciaban que el joven se quería carcajear, pero el analisis fue breve y nuevas instrucciones fueron dadas por la hechicera, diciendole a Sira que sujetara a Allen por los hombros, el muchacho no pudo evitar morderse el labio inferior con miedo, siempre había sido un cobarde para las intervenciones medicas en el, más aun para las inyecciones. Para aumentar su miedo ella avisó que le iba a doler por un corto periodo de tiempo, consiguiendo con eso que se pusiera a temblar. "Episkey" fue la palabra que repitió muchas veces, mientras sentía como en su interior algo se movía de poco a poco, precisamente no era la sensación más agradable y si que dolía.

     

    —¡Hyaaaaaaaaaaaaaaaaaa! Chilló en el momento en que sus huesos eran "soldados" con el hechizo mágico. Cuando todo terminó y Sira lo soltó el empezó a dar saltitos, girando sobre su propio eje acariciandose la zona recien restaurada. —¡¡Ay, ay, ay, ay!! Exclamaba. Sin embargo, poco a poco su escandalo se iba apagando a medida que sentía que todo estaba nuevamente en su lugar, listo para ser quebrado en una nueva ocasión. Por sus gritos no escuchó lo que habló con Sira pero si puso atención a las palabras que iban para el. La escuchó con un gesto inocente y después sonrió, pero era una sonrisa diferente, casi desafiante, la chica le ayudó a sentarse pero aun así el terco se puso de pie nuevamente.

     

    No, no es de nacimiento, hasta hace relativamente poco yo veía bien. Comenzó a explicar el pelinegro, al mismo tiempo se quitó su sombrero y comenzó a deshacer el vendaje que cubría sus ojos. Lo que yo tengo fue causado por hechizos. Digamos que me metí en el camino de personas con las que no debí, y bueno, estas fueron las consecuencias. Dijo. Finalmente se terminó de quitar el vendaje, y ahí a la altura de los ojos tenía una gran marca horizontal, producto de la cicatriz que le fue provocada por el corte directo a sus ojos, también tenía una cicatriz un poco más pequeña debajo de su ojo izquierdo. —Lo unico que recuerdo fue que con alguna clase de hechizo primero me cortaron en el pecho, de hecho tengo una cicatriz con forma de "x" ahí, y después me apuntaron a la cara, desde ahí ya no he vuelto a ver... Relató, pero aun así seguía con su sonrisa.

     

    —No se quien, pero afortunadamente alguien me salvo, yo pensé que iba a morir, ha ha ha ha. Dijo con una leve risilla. —Pero lo importante es que aquí estoy. Una amiga me comentó que me pueden curar en ese lugar precisamente, San Mongo. Agregó, el nombre del hospital no se lo sabía ni lo memorizaba aun cuando lo habían dicho hace escasos segundos, pero no prestaba mucha atención nunca a menos que fuera algo de su interés. —Pero yo no quiero que me curen de esto, no por ahora... He aprendido mucho estando ciego, sirve que así aprecio más mi vista y mi vida en general con esta "lección". También por eso es que constantemente me caigo o tropiezo, aun no estoy al cien por ciento familiarizado con esto, pero le voy tomando la idea. Finalizó su historia, dejandose caer al sillón que estaba detrás de el de manera perezosa.

     

    —Y nadie me respondió... ¿Ya no hay galletas o algo para comer?, voy a morir de hambre... Dijo eso ya con menos energía, incluso se desparramó en el sofa como si su vida realmente se le fuera por no comer más.

  15. "Tomala despacio e intenta comer despacio también". Si el pelinegro era bueno para algo, era para no atender a las indicaciones que alguien le daba, con sus dos manos tomó la copa con agua y se la bebió toda de una sola vez, dando tragos grandes que podían incluso notarse como bolitas bajando por su garganta. Una vez terminó con la copa exhaló todo el oxigeno que había adquirido y nuevamente pudo volver a sonreir.

     

    —Haaaaa... Eso esta mucho mejor. ¿Hay más gelletas? Preguntó, olvidandose de lo que había pasado apenas hace unos segundos, soportar a Allen era algo que no se conseguía con facilidad y eso se iría viendo más adelante. —Pero tengo hambre, y no esperaba que el chocolate estuviera tan caliente. Reclamó cuando Sira le comentó que pudo haber soplado. Después se dió cuenta que la jefa de casa le había ofrecido auxilio médico, cosa que no le vendría mal, pues a pesar de estar haciendo su teatrito sentía un dolor incomodo en el costado.

     

    Pero antes de decir nada, y habiendo dejado la copa de agua sobre la mesita, Allen recibió un peluche en sus manos por parte de Sira. El joven, con semblante curioso empezó a examinar el juguete con sus dos manos, sintiendo cada curva, su textura en general y su forma. Se quedó pensativo por unos segundos hasta que sonrió como niño en navidad. —¡¡Un peluche con forma de gallina!!, joooo, gracias Sira, eres la mejor. Exclamó emocionado, en ese momento abrazo el peluche con fuerza, pero con el estiramiento que se produjo en su torso el dolor se volvió más agudo y el muchacho no pudo evitar dejar escapar un quejido, con su mano izquierda sujeto el peluche mientras con la derecha su costado que le estaba afectando.

     

    —Ksst... Duele... Admitió, apretando sus dientes con fuerza.

  16. Después de un poco de calma y con ayuda de Sira consiguió ponerse de pie por segunda vez, ahora ya no se tambaleaba e incluso tuvo de nuevo en su poder aquel delgado bastón que le alertaba sobre los obstaculos en su camino. Sira le susurró a Allen al oido que "estaba a salvo de sus encantos", el pelinegro no entendió el significado de las palabras y ladeó la cabeza con inocencia.

     

    Su compañera se presentó con alguien llamado Angel, y para no ser grosero el también se iba a presentar, sin embargo al no escuchar los pasos de nadie cerca se giro hacía la chimenea y comenzó a saludarla como si se tratara de la persona a la que Sira había hablado.

     

    —¿Qué tal?, yo soy Allen, un gusto. Expresó sonriente.

     

    Después Sophie dijo estar bien y que el frio de su piel era nada más y nada menos que por el hecho de ser una vampira, al escuchar eso Allen tuvo un terrible escalofrio y empezó a temblar de miedo. Durante su niñez había visto peliculas de vampiros y en ninguna eran precisamente amables, atacaban con gran velocidad al cuello de sus victimas, alimentandose de la sangre y finalmente convirtiendolas en vampiros o dejandolas morir. Con esos pensamientos dandole vueltas el joven no podía moverse más que para temblar. —V... Va... V... ¿Vampira?... Titubeó. Aquel mundo cada vez era más raro, primero Navi su hada, luego una de las jefas de casa era una Hada y finalmente la otra una vampira, debía de estar loco o en algo como el país de las maravillas.

     

    Pero nada es para siempre, mucho menos la concentración de Allen en algo y es que el aroma a delicioso chocolate y galletas lo sacaron de su paralisis y lo hicieron babear un poco, dejó su bastón recargado a un lado de un sillón y con ambas manos empezó a meterse tantas galletas a la boca, como su masticada le permitía. —Yom.. Yom... Yom... Yom, yom... Yom... Era lo que se escuchaba cada que enguía energicamente una de las galletas.

     

    —¡¡Hafe fafa un fofo fe fofofate!! (Hace falta un poco de chocolate) Trató de vociferar con la boca llena. Uno de los elfos al parecer medio le entendió y le dió una taza que le correspondía, el joven le dió un sorbe demasiado grande para poder evitar asfixiarse, pero no tuvo la precaución de lo caliente que estaba. —¡¡¡¡AAAAAAAAAH!!!! ¡¡Quema, quema, quema, quema, quema!!... ¡Aguaaaaaaaaaa! Exclamó, sacando la lengua y soplando, abanicandose con ambas manos para tratar de "enfriarse", ahora con lo escaldada que le había quedado la lengua por glotón no podría tomar ni comer nada caliente por un rato. Navi, que solo veía desde un punto cercano a la chimenea seguía riendo, soltando algunas lagrimillas de risa.

  17. Rodó, gritó, rodó y siguió rodando hasta que las escaleras terminaron, llegando a una habitación con un clima calido y confortable a diferencia del frio que hacía afuera. El joven se quedó tirado bocaarriba, respirando un poco agitado para intentar recuperar el aire que sus pulmones habían perdido con el prolongado grito y los golpes que se había dado contra las escaleras, que afortunadamente no fueron tan graves por la posición en la que descendió. Lo más importante era que durante toda su caida abrazó su sombrero para que no le pasara nada y ahora lo sujetaba con su mano izquierda.

     

    —Puff... Donde tenga que entrar así cada vez aquí, terminare magullado. Pensó en silencio. La voz de Sophie preguntandole si estaba bien lo asustó, pues la caida había sido un poco larga y en ningún momento la había escuchado bajar las escaleras, ¿acaso se aparecía y desaparecía a su gusto?, con esta ya eran dos veces que lo sorprendía en pocos minutos. Y al parecer ella iba a ser una caja de sorpresas, pues cuando le dió la mano para ayudarle a ponerse de pie, su piel se sentía fría, muy fría a pesar del clima, como si tocara a un muerto, con eso el pelinegro no pudo evitar expresar miedo en su rostro.

     

    —Oe... Estas muy fría, ¿estas bien?... Preguntó inocente y preocupado el joven, pero no pudo articular ni una palabra más, pues se tambaleó unos pasos y cayó al suelo nuevamente. Se giró un poco y se quedó de rodillas, apoyandose también en sus manos haciendo respiraciones profundas para intentar recuperarse, estaba muy mareado por tantas vueltas. Aun así, una divertida sonrisa invadió ahora su gesto. —Que divertido... Pero a la proxima espero caer por una rampa, que seguro me he roto una o dos costillas en el camino, ha ha ha. Comentó para quedarse sentado en el suelo, sujetandose con la derecha el costado izquierdo de su torso, pues sentía algo de dolor en esa parte.

     

    —Pero más importante aun... Su frase, inmediatamente fue completada por el rugir de sus tripas, y como la habitación de momento estaba vacía el sonido era muy fácil de notarse. —Tengo hambre... ¿Hay algo para comer? Preguntó, ignorando su situación actual.

     

    OFF: Olé! Me ha tomado tres posts para que una vampira me de la mano, merezco premio (?) xP

  18. Tan pronto como terminó de hablar Allen, la segunda Jefa de casa se presentó, pero se quedó a medias para decirle al pelinegro que la trate mejor y de un segundo a otro Allen sintió como una onda de calor repentina que lo dejó mudo e impresionado. Finalmente justificó que son criaturas orgullosas y sentimentales, Navi se cruzó de brazos y asintió con la cabeza repetidas veces con una lagrimilla orgullosa resbalando por sus mejillas, en tanto que el joven estaba más sorprendido por el hecho de que las hadas pudieran existir en "tamaño humano".

     

    Sira lo sacó de sus pensamientos y le dijo que no era necesario que le prestara a Navi si ella se oponía, eso junto con su comentario de que ella era "bonita", hicieron que Allen se sorprendiera pero al mismo tiempo se deprimiera un poco. Acababa de caer en cuenta que había vivido una pequeña aventura, conocido nuevas personas e incluso tenía una hada y en su memoria solo podría recapitular eso en base a su imaginación, pues no se había podido deleitar con la vista de todos esos sucesos, pero esa era su condición y tenía que sobrellevarla.

     

    —Vale, lo siento. Dijo inclinando toda la parte superior de su cuerpo como una especie de reverencia, pero a modo de disculpa. —Pero es que ella no me tiene pasiencia... Y se enoja fácil. Agregó, una vez que volvió a enderezar su cuerpo. La jefa de casa indicó la dirección de los cuartos y que podían pasar a darse una ducha, al parecer la idea maravilló a Sira pues le dió un leve golpecito con la palma abierta en la espalda, haciendo que el joven diera un pequeño paso al frente para recuperar el equilibrio.

     

    —Oe, tomalo con calma que lo que dices se puede interpretar de varias maneras. Dijo Allen para luego reir entre dientes. Dió un paso al frente sin usar su bastón guía, y aquel fue un error más. Allen tropezó con una raíz y sintió como iba cayendo como en cámara lenta. —Diablos... Pensó sin decir más. Como pudo se hizo bolita en el aire y comenzó a rodar por las escaleras cuesta abajo.

     

    —¡¡Waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!! Gritaba mientras caía, y a medida que más bajaba el eco se volvía más tenue de aquel chillido. Navi, que se había quedado en la supperficie estaba que se moría de risa, sujetandose el estomago y dando patadas en el aire con sus dos piernas.

     

    —Por eso me cae bien este sopenco, ha ha ha ha ha ha. Dijo la hada entre su carcajada, pero su sentido del deber la llamaba y aun entre risas se adentró a aquel pasillo que llevaba a la sala común que estaba bajo tierra para ver que su compañero estuviera bien.

  19. —Ha ha ha ha ha, que bueno que no coincidimos al mismo tiempo como estudiantes, profesora. Comentó el pelinegro entre risas al escuchar como Cye le contaba que ella de joven también era una desastrosa, de imaginarse en haberla conocido en aquellos tiempos solo imaginaba el castillo entero en llamas y a el junto a una chica pidiendo disculpas con unas sonrisas nerviosas e inocentes. Pronto Allen giró en el aire pero de nuevo cayó al suelo sentado, la magia que lo hacía levitar se había desvanecido a la orden de su acompañante sobre la que era ahora su hada.

     

    Los pasos veloces y de larga zancada de alguien acercandose hicieron que el pelinegro girara su cabeza como si pudiera ver en dirección de donde provenía aquel sonido, al parecer la profesora había invocado al demonio del que ella tanto hablaba. La voz de una anciana fastidiada regañaba a la profesora Cye, haciendo que al pelinegro se le dibujara una "o" en su boca por la sorpresa, hasta donde el tenía entendido los profesores tenían más autoridad que los bibliotecarios, al parecer las cosas no funcionaban así aquí.

     

    Después el regaño vino para el, siendo apodado "Lockhart Segundo", provocando que el muchacho sonriera divertido por esa referencia, seguro que Cye en su tiempo de estudiante si que era un lio como ella confesó. La sonrisa no le duró mucho al joven al sentir como la anciana le tiraba de una oreja, el en lugar de aceptar su castigo y comportarse a la altura de la situación solo comenzó a quejarse hablando muy rápido, de hecho casi ni se le entendía. —AY, AY, AY, AY, dueleeeeee, suelteme, duele, duele, duele, ay, ay, ay.... Chillaba de manera exagerada y cómica para los espectadores, mientras trataba de seguir los pasos de la señora tentando todo con sus manos a su paso.

     

    La mujer se detuvo y comenzó a dictar la sentencia del pelinegro, pero desde que ella dijo "ven eso", Allen negó con la cabeza y entre murmullos trataba de decirle que el no veía nada, pero con poco exito, pues la señora se alejó y con un "shhh" final, la calma volvió a apoderarse momentaneamente del lugar. El pelinegro se rascó la nuca y torcio la boca.

     

    —Esta si que tiene mala leche... Se quejó, diciendo esas palabras a la profesora, a la cual estaba tomando bastante aprecio. Sin su bastón y a tientas Allen se acercó a donde estaba el carrito con pergaminos, una vez que lo alcanzó lo movió hacía adelante y hacía atrás repetidamente unas pocas veces, consiguiendo que una enorme sonrisa se le dibujara. —¿Qué tan rápido se podrá ir a bordo de uno de estos? Interrogó, aunque con aquel gesto buscaba tener alguna especie de "aprobación" por parte de Cye, quien sabe que le diría, después de todo el joven no podía hacer la labor encomendada por su ceguera, a ver si haciendo algo más le ponían un castigo más acorde a su condición, o al menos, ese era su vago razonamiento.

  20. Navi continuaba con su sermón al cual Allen hacía caso omiso y en cambio se dedicaba a poner su mente en blanco y "apagarse". De pronto, alguien apareció de la nada dejando a la hada sobresaltada y con expresión hostil, mientras que Allen al no haber escuchado a nadie cerca quedó asombrado pero sin pronunciar palabra alguna ni sonido, a su criterio alguien se le había aparecido como May sabía hacerlo, pues no conocía en absoluto el "mundo mágico". Pronto se identificó aquella persona, una mujer, con voz autoritaria y escasa de sentimiento alguno pero que a pesar de ello no consiguió intimidar al muchacho, al contrario, este sonrió ampliamente al tener a alguien cerca para poder hacer preguntas.

     

    —Mi nombre es Allen y ella es Navi. Si mi mentirosa hada no me engaña esta vez... Comenzó a explicar el pelinegro con aquella inocente sonrisa, pero la hada de nuevo voló frente a el para pegarle en la frente una patada. —¿A quien llamas mentirosa?, lo que pasa es que eres demasiado idi*** y haces lo que te da la gana, a mi no me culpes de tus bobadas. Reclamó la criaturilla mientras el joven se sobaba en la zona del golpe.

     

    —Vale, como digas... Amargada. Respondió el, sacandole la lengua y cruzandose de brazos, después recordó que estaba a mitad de una presentación, por lo que dejó caer sus brazos a su lado y volvió a sonreir. —Ah, lo siento. ¿Qué estaba diciendo?... Se preguntó a si mismo, Navi solo atinó a golpear su cara con la palma de su mano en un gesto de "este es tonto". Allen sujtó su barbilla con su mano derecha a modo de pensador y pasados unos instantes reaccionó como aquel que hace el descubrimiento más grande del mundo. —Ah, si. ¿Aquí es la casa de los Centauros de Blodwyn, verdad?... Lo que pasa es que por azares del destino he olvidado la contraseña. Comentó un poco apenado, dejando ir una risilla nerviosa mientras rascaba su nuca.

     

    De pronto, el sonido de las alas de Navi dejó de escucharse para el joven justo cuando los pasos de alguien terminaron cerca de el, Sira preguntó si podía llevarsela alguna noche para enseñarsela a Aster, y de solo imaginar la cara de Navi Allen hechó a reir nuevamente, olvidandose que estaba frente a la jefa de casa hasta que Sira se presentó mencionando la ultima tarea de Generales.

     

    —Claro, puedes llevarte a Navi cuando gustes. Respondió el muchacho.

     

    —¡*****!, ¡que no soy ningun objeto para que me estes prestando así nada más, tarado! Gritó la hada a su oido, pero el pelinegro se hizo el sordo de manera graciosa, torciendo la boca y girando la cabeza a otro lado.

     

    —Procura llevarla en frasco, que esta grita mucho, Sira. Murmuró, pero fue escuchado y recibió otro zape más, a este paso su frente iba a estar marcada de muchas "manitas" de color rojo.

     

    —Hablando de esa clase, no se me ha quedado nada pegado y saqué extraordinario... Seguro le he caido bien a la profesora, ha ha ha. Añadió a la conversación.

  21. —Oe, Navi, ¿estas segura que era por aquí?... ¡Es imposible que se viva bajo tierra en la academia!—Exclamó Allen, que iba caminando por la zona norte. El joven de cabellos negros estaba totalmente extraviado, debido a su "accidente" no podía ver absolutamente nada, así que guiaba su camino con un bastón blanco muy delgado que balanceaba de un lado a otro y con una pequeña hada vanidosa que la profesora Cye Lockhart le había proporcionado en la clase de Generales para que esta hiciera función de ojos y guía. Allen vestía un pantalón de mezclilla azul, tenis color negro y una camisa roja con botones amarillos, para abrigarse del frio eso no era suficiente, así que había adquirido una capa de viaje, amarrada a su cuello y con la capucha puesta, cubriendo su cabeza, que a su vez ya estaba cubierta por su preciado sombrero de paja.

     

    —¡Yo he estado aquí mucho tiempo, claro que se lo que digo!, además, si te quedaste dormido durante la platica de las casas ya no es mi problema.— Contestó un poco malhumorada la pequeña hada que destellaba un ligero brillo blanco azuloso, volando sobre el hombro del pelinegro. Allen dejó escapar una risilla, pues Navi, como siempre, tenía razón, el muchacho puso muy poca atención a las explicaciones y por lo tanto no sabía ni la historia de "Blodwyn" ni la contraseña para entrar, la había olvidado.

     

    —Ha ha ha ha. Vale, tienes razón. Pero aun así, ¿a quien se le ocurre vivir bajo tierra?, ¿conviviremos con topos?, ha ha ha ha.— Decía divertido el joven, imaginandose con un topo como mascota si se llegaba a dar la oportunidad. La hada voló tintineante hasta su frente y le estampó un zape, que a pesar de ser ella muchas veces más pequeñas, hizo que el chico se sobara un poc adolorido. —¡Ten más respeto, mocoso!—Gritó la hada.

     

    Con tropiezos y algunas caidas por el terreno irregular, además de un paso lento, Allen llegó finalmente a donde Navi le había indicado, el muchacho usó sus manos para reconocer un poco lo que tenía adelante. Una estatua, helada por el clima y la nieve, con textura rasposa y erosionada por el paso del tiempo. El muchacho le dió la vuelta completamente, tomandose su tiempo para reconocer aquel monumento historico que era la entrada a las habitaciones de la que era su "casa asignada".

     

    —Navi... Olvide la contraseña.— Confesó despreocupado, haciendo así que la hadita comenzara con un sermón a base de gritos y regaños, cosa que a Allen no le gustaba, y poniendo cara de fastidio volteó la mirada a otro lado mientras se picaba la nariz de modo infantil. El joven necesitaría suerte para que alguien saliera a recibirlo o de casualidad algún compañero de casa llegara.

     

    OFF: Hola a todos!

     

    Pues bueno, recien terminé Generales, y la casa que me han asignado es esta xP, como se ve, mi pj es despistado, infantil y despreocupado, su perfil es basicamente el mismo que el personaje Luffy de One Piece, solo que como extra Allen es ciego y siempre lleva los ojos vendados. Si alguien me le puede hechar una manita lo agradecería (?).

     

    Espero nos llevemos bien, aunque veo esto algo abandonado o_o

  22. Pronto sintió el contacto de unas manos con las suyas haciendo que se callara completamente, dando lugar a que una pequeña "o" se formara por sus labios por lo inesperado que le resultaba que alguien le estuviera ayudando, después de todo no conocía a muchas personas de la Academia aun, solamente a sus compañeros de Generales, pero no había tratado mucho con ellos fuera de clases. Acompañado con el amable gesto una voz dulce y comprensiva se dirigió al chico, reconociendola inmediatamente, era la voz de la profesora que le había caido bien y justo a quien iba a ver en ese lugar, inevitablemente sonrió y asintió con la cabeza cuando ella comentó que se estaban conociendo, refiriendose a el y Navi.

     

    La profesora hizo un esfuerzo por poner en pie al muchacho que también puso de su parte para intentar levantarse, pero ella cedió cayendo al suelo y lo mismo con Allen, golpeando el suelo nuevamente, pero en lugar de quejarse solo atinó a reir un poco y su risa se hizo un poco más ruidosa cuando la profesora dijo que se preparara con algo para el sermón de la bibliotecaria. —Esto de meterme en lios es mi especialidad... Ojala la anciana no se ponga tan de mal humor...— Murmuró, con esta ya era la segunda vez que hacía un daño a algo del mundo mágico por una entrada "original".

     

    Cye advirtió a Navi que si no les ayudaba a levantarse limpiaría ella sola, en ese momento Allen no supo como aquella cosa del tamaño de una mariposa podría ayudarlos, pero la respuesta vino sola cuando unos polvos parecieron actuar de manera mágica haciendolos levitar en el aire a unos centímetros del suelo. Allen estornudo y su cuerpo entero dió un giro completo, quedando de cabeza, su sombrero fue atraido al suelo por la gravedad y el joven solo atinó a quedarse de brazos cruzados.

     

    —Supongo que esto no es normal, ¿verdad profesora?—Preguntó, más que nada por la situación en la que se encontraba. Su sonrisa no se borró en ningún momento, dado que su personalidad era muy alegre en la mayoria de los casos y este era uno de ellos. —Oe, ¿y cómo ha estado profesora?, ¿Ya nos extraña?— Cuestionó.

  23. Los pasos acelerados de una persona se escuchaban en uno de los vacios pasillos de la academia, donde el sonido rebotaba formando un eco. La prisa era de un joven que corría con una gran sonrisa invadiendo sus labios y mostrando sus dientes blancos, sus ojos iban vendados a pesar de llevar aquella velocidad pero tenía una gran guía que era la hada que la profesora Cye, de la clase de Generales, le obsquió, ella iba volando justo a un lado de la cabeza de Allen avisandole de posibles obstaculos. Su sombrero amarillo se mantenía sobre su cabeza aplastando su desarreglada cabellera que se agitaba solo de las puntas por el viento que chocaba contra el. Su vestimenta aquel día era sencilla, calzado deportivo negro, pantalones de mezclilla azul marino y una playera completamente negra con un cartel de "se busca" estampado en la espalda. El interior del castillo le parecía calido y por lo tanto no usaba abrigo.

     

    —¡¿Por qué no me recordaste de esto, Navi?! Reclamó el muchacho al hada. Esta, como ya había tomado algo de confianza le atinó un puñetazo a un lado de la frente.

     

    —¡¡Te avise desde temprano, tu no te levantaste que fue diferente, holgazan!! Le gritó. El pelinegro dejó escapar una gran carcajada al recordar que ella tenía razón, el muchacho se había quedado dormido e incluso de alguna forma logró encerrar en un frasco a Navi por cosa de unos minutos. Poco a poco iban entablando una clase de amistad, aunque siempre uno tenía que fastidiar al otro de manera inocente o intencional.

     

    Allen empezó a escuchar pasos en la cercanía, así que dejó de correr y comenzó a caminar más tranquilo, guiandose por el sonido de los pasos y las indicaciones de su hada, dando vuelta en una esquina, subiendo en ciertas escaleras, abriendo ciertas puertas. La pequeña traviesa se divertía haciendo que el joven se perdiera, aunque sabía que ya era tarde de ir a su compromiso con la que anteriormente era su dueña. Esta vez dió indicaciones correctas y estaban ya a unos diez metros de la puerta, entonces la hada sonrió con malicia poniendose frente a Allen.

     

    —Allen, la puerta esta justo delante de nosotros, como a unos diez metros... Siempre para entrar tienes que empujarla con todas tus fuerzas... Me voy a colocar cerca de la puerta y a mi indicación haras algo para empujarla, ¿vale? Indicó con la voz más inocente que pudo.

     

    —Oooooh... Esto del mundo mágico es tan extraño... Comentó el pelinegro, ladeando la cabeza a la izquierda mientras se cruzaba de brazos, adoptando una actitud de curiosidad. Navi se alejó hasta estar a un lado de la puerta que ella sabía perfectamente que se abría automaticamente por arte de magia, la hada no pudo evitar empezar a reirse cuando le dijo a Allen que empezara. El muchacho volvió a sonreir y comenzó una feroz carrera en dirección a la puerta, moviendo sus brazos con naturalidad al correr y dando largas y seguras zancadas. —¡Ahora! Le avisó Navi.

     

    —¡¡Aquí voooy!! Exclamó dejando salir todo el aire de sus pulmones. En su ultimo paso, Allen levantó más de lo debido la pierna que recien había separado del suelo con la intención de impactar la planta de su pie contra las puertas, pero grande fue su sorpresa al escuchar el rechinido de estas abriendose de la nada y no tener en que apoyar toda la fuerza que llevaba en su pie. Inevitablemente la gravedad hizo lo suyo, el pie del joven volvió al suelo pero con demasiada potencia y una distancia de zancada exagerada que no pudo controlar, inevitablemente en su segundo paso dentro de la biblioteca se tropezó.

     

    —¡¡Aaaaaaaaaaaaah!! Sumado al desastre que iba a causar, Allen gritó escandalosamente. Su tropiezo lo llevó a chocar contra una silla y se aferró a ella, pero su impulso era tal que se la llevó de todas maneras, chocando contra la mesa que correspondía a esa silla, llena de libros y con algunas tazas de café y bebidas en ella. Allen y todos los materiales cayeron al piso causando un escandalo y desastre en esa zona "de impacto". Para colmo el muchacho casi se quema con una bebida, pero afortunadamente no paso a mayores. No siendo suficiente, el pelinegro volvió a gritar.

     

    —¡Naviii! Exclamó, incorporando la parte superior de su cuerpo pero quedandose sentado, aquella pequeña granuja le jugo una mala pasada un tanto divertida hasta para el, debía admitirlo.

  24. Nick del personaje: Allen Abbadonia
    Link a la Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/index.php/topic/102856-ficha-de-allen-abbadonia/?do=findComment&comment=4614527
    Link a la Bóveda: -
    Parentezco con la familia (sanguíneo, adoptivo, visitante): Adoptivo
    Relación con la familia (Hij@, sobrin@, ahijad@ de...): Ahijado (?)
    Mascotas/elfos que posea y desee que aparezcan en la lista: Ninguno
    Actividad que puedes aportarle a la familia (alta, media, etc): Alta (?)
    Correo electrónico (opcional):
    charly.gusanillo

    Negocio en el Callejón (indicar si se tiene para promocionarlo en 1ra página): -

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  25. —Kishishishishii. Reía Allen entre dientes al escuchar todo lo que su nueva compañera decía respecto a las tareas, si ambos terminaban en un mismo equipo la pasarían bastante mal, pues Allen no era de esos chicos que eran afinicionados a cumplir con responsabilidades escolares. —Oe, Mía. Yo tampoco soy muy de hacer tareas, así que tendremos problemas de seguro, kishishishishi.-[/b] Contestó con aquella risa provocada con la boca cerrada y mostrando los dientes. La chica después dijo tener un problema de inactividad, cosa que el pelinegro podía notar con los pasos acompasados de ella con la música, ella le tomó la mano y le dió una vuelta, Allen solo sonrió un poco.

     

    —Madre mía... ¿Tengo que aguantar a esta loca además del mocoso? Susurró la hada con un gesto de asco, pues ya mucho trabajo se le hizo lidiar con el joven. —¿Dijiste algo, Navi. Preguntó el chico, girando un poco el rostro. La hada negó repetidas veces para evitarse algún futuro problema con Cye por mala conducta o algo así.

     

    La voz de la profesora "Mala Leche", como Allen la pensaba, invadió la recepción haciendo que el pelinegro torciera la boca fastidiado, aquella mujer era de las pocas personas en el mundo a las cuales no había tolerado por ser tan amargadas. Incluso consideró hipocritas las palabras de la profesora y no se movió de su sitio. Fue hasta que la otra profesora habló que su sonrisa volvió y ahí si avanzó hasta acercarse lo más posible a donde ella estaba guiandose por su dulce voz. La profesora explicó la manera de regresarse, haciendo que el joven se emocionara y expresandolo en una amplia sonrisa. —¿Había un armario en el salón? Se preguntó a si mismo, pues no recordó nada de eso. Igual se encogió de hombros y continuo con su buen humor. ¡Oe, profesora!, aquí tiene la tarea. Exclamó, dandole el saquito a Cye, dentro de el estaba el café aun caliente, la miniatura de cerveza, la pintura en miniatura, el documento de compra y la pluma y tinta. Navi por alguna razón se quedó volando sobre el hombro de Allen, quizás hasta regresar al salón recibiría nuevas instrucciones de Cye.

     

    Su turno fueron los "primeros", pues Aster y Sira al parecer esperaron un poco más, gracias a Mia llegó al armario, el pelinegro tanteó un poco la altura del mueble y se adentró en el para escuchar como se cerraba la puerta. A diferencia de su compañera, Allen no sentía ninguna diferencia al estar encerrado o libre por ahí mientras no tuviera la necesidad de moverse. Pasados unos momento, Mia dijo algo en un tono triste llamando la atención del joven, que antes de poder decir algo escuchó el impacto de algo contra la puerta, Mia la había pateado para abrirla y salir a toda prisa, Len por su parte volvió a tantear gracias a su bastón y se salió del mueble, cerrandolo detrás de el, apoyando sus muñecas en las puertas y empujandolas de vuelta a la posición en que estaban.

     

    —Mia... ¿A qué te referías cuando dijiste "de nuevo al encierro"? Preguntó con aire preocupado. Por ser los primeros, el aula estaba vacía, por lo tanto el sonido de su voz rebotó en forma de eco haciendo la pregunta varias veces en el aire.

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