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Romina Black Lestrange

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Mensajes publicados por Romina Black Lestrange

  1. Una leve sonrisa se formó en su rostro sin que pudiera evitarlo al ver la mueca que hizo Eobard al probar el kiwi, ¿Es que acaso esperaba un sabor dulce? Rápidamente al darse cuenta de que no era el momento adecuado para soltar estar riendo, y esperando que su acompañante no lo hubiera notado, tomó una de las fresas y se dispuso a comerla lentamente, por lo que esperaba que no le cayera mal debido a que hace tan solo unos momentos atrás había terminado su sándwich y no quería sufrir de dolor de estómago por mezclar comidas.

     

    Obviamente que mientras hacía todo eso seguía prestando atención a todo lo que decía. Le llamó mucho la atención cuando mencionó magia poco tolerada, ¿Se referiría a magia oscura? Estaba casi segura de que sí, pero no se iba a arriesgar a hablar el tema por su cuenta y luego meter la pata.

     

    —No sabía que los vampiros hacían rituales— comentó.

     

    Quizás había tardado mucho tiempo en responder, pero a veces cuando se detenía a pensar no se daba cuenta de cuantos minutos pasaban, por lo que esperaba no haber incomodado a su hermano con tanto silencio.

     

    —Si extrañas la comida, ¿Por qué no usas la aparición para ir, conseguir algo de comer y luego regresas? Solo tomaría unos minutos— desde su punto de vista sonaba un plan bastante fácil, aunque no estaba segura de cómo eran las reglas de aparición en otros países, ella siempre lo hacía dentro de su entorno.

     

    Con la ayuda de su varita hizo aparecer una taza de café para Eobard, ya que todavía se lo veía bastante cansado, y un vaso de agua para ella. Dio unos pequeños sorbos, la verdad es que no tenía sed, pero ya estaba acostumbrada a tomar agua todo el día a pesar de no necesitarla.

     

    —¿A qué que te referías con “magia poco tolerada”?— quizás era la pregunta que con más curiosidad había formulado, pero no podía evitarlo, por lo que esperaba que no tuviera problema en responderla.

     

    —¿Sabes? Yo tampoco estuve presente en la casa por muchos años, si quieres puedo contarte un poco de mi historia— habló sin darse cuenta, no sabía que le estaba pasando, usualmente se quedaba callada y solo hablaba si le preguntaban, y las respuestas que daba solían ser cortas—¿Qué edad crees que tengo?— formuló, ya que en base a eso comenzaría a contar.

     

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  2. Todavía se sentía un poco nerviosa, ¿Por qué a veces era tímida y otras no podía evitar que las palabras salieras sin control de su boca? Lo que más le enojaba es que no había vuelta atrás, pero la respuesta y reacción de su hermano ayudó a que se calmara un poco, aunque eso no evitaba que se siguiera arrepintiendo por lo que había dicho.

     

    Escuchó con atención lo relatado por su hermano y no se atrevió a preguntar cuanto tiempo estuvo sin saber a qué familia pertenecía realmente. Internamente se preguntó qué tan difícil sería aceptar, después de tantos años, que quienes creías tu familia en realidad no lo son; y aunque bien sabía que la familia no es solo la de sangre, suponía que debía ser un proceso bastante difícil de aceptar.

     

    —Lamento lo de tu padre— respondió momentos después de que el relato se viera pausado—¿Terminaste aquí gracias a un vampiro?— preguntó confundida, aunque su verdadera intención era que siguiera con el relato, pero trataba de no ser tan directa con las preguntas—Y dime, no extrañas la vida en Estados Unidos?

     

    Se acomodó en el lugar, descansando su espalda en la parte blanda del sillón ante lo cual no pudo evitar soltar un leve suspiro, no sabía cuánto tiempo llevaba con la espalda tensa, pero ese pequeño movimiento alivió todo el dolor que sentía. Estiró su mano derecha y agarró uno de los sándwiches, con su otra mano arrancó un trozó pequeño y se lo llevó a la boca. No sabía porque, pero tenía la costumbre de cortarlo en pedacitos y luego comerlo, lo hacía inconscientemente, desde que tenía memoria.

     

    Sentía que ella también debía contar algo de su historia, sobre todo teniendo en cuenta que nunca le había contado nada a nadie y que por alguna razón su hermano le generaba confianza, por lo que después de todo no sería como una obligación, sino porque realmente quería hacerlo. Pero no estaba del todo segura como empezar, por lo esperaría a que él terminara su relato.

     

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  3. Criaturas Mágicas

    Nombre producto: Chimpancé
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: X
    Precio pagado: 500
    Puntos obtenidos: 10
    Fecha de compra: 29.12.2014
    Link a la certificación: enlace
    Nombre producto: Rámora
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: XX
    Precio pagado: 1000
    Puntos obtenidos: 20
    Fecha de compra: 14.05.2016
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    Nombre producto: Cruce de Kneazle
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: XX
    Precio pagado: 1000
    Puntos obtenidos: 20
    Fecha de compra: 14.05.2016
    Link a la certificación: enlace

    Criaturas en la Reserva:

     

    Total puntos en criaturas: 50

  4. Pociones Mágicas

    Nombre producto: Polvos Verrugosos
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: AA
    Precio pagado: 1000
    Puntos obtenidos: 20
    Fecha de compra: 15.12.2015
    Link a la certificación: enlace
    Nombre producto: Poción Matalobos
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: AAA
    Precio pagado: 2000
    Puntos obtenidos: 40
    Fecha de compra: 15.12.2015
    Link a la certificación: enlace

     

    Total puntos en pociones: 60

  5. Objetos Mágicos

    Nombre producto: Varita Mágica
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: AA
    Precio pagado: Gratuita
    Puntos obtenidos: 20
    Fecha de compra: 24.07.2014
    Link a la certificación: enlace
    Nombre producto: Falsoscopio
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: A
    Precio pagado: 500
    Puntos obtenidos: 10
    Fecha de compra: 19.09.2015
    Link a la certificación: enlace

     

    Nombre producto: Puertas Mágicas
    Descripción: Tarjeta
    Categoría: AAA
    Precio pagado: 2000
    Puntos obtenidos: 40
    Fecha de compra: 19.09.2015
    Link a la certificación: enlace

     

    Total puntos en objetos: 70

  6. Indice de Bienes

    Objetos Mágicos:

    Objeto: Varita Mágica
    Clasificación: AA
    Puntos de Poder: 20
    Objeto: Falsoscopio
    Clasificación: A
    Puntos de Poder: 10
    Objeto: Puertas Mágicas
    Clasificación: AAA
    Puntos de Poder: 40

     


    Pociones Mágicas:

    Objeto: Polvos Verrugosos
    Clasificación: AA
    Puntos de Poder: 20
    Objeto: Poción Matalobos
    Clasificación: AAA
    Puntos de Poder: 40

    Criaturas Mágicas:

    Criatura: Chimpancé
    Categoría: X
    Puntos de Poder: 10
    Criatura: Rámora
    Categoría: X
    Puntos de Poder: 10
    Criatura: Cruce de Kneazle
    Categoría: XX
    Puntos de Poder: 20

     

     

    Criaturas en la Reserva:

    Criatura:
    Categoría:
    Puntos de Poder:

    Libros de Hechizos:

    Libro: Libro del Aprendiz de Brujo
    Nivel: 1

    Poderes de Criaturas:

    Tipo de Poder:


    Consumibles en Batallas:

    Nombre:
    Descripción:
    Categoría:
  7. No pudo evitar sonreír ante la explicación de que era lo que le quitaba el sueño, de hecho le pareció una respuesta algo absurda pero decidió no comentar nada al respecto ya que no le pareció algo de mucha importancia. Además de que fácilmente podría haber encantado su habitación o ingerido alguna poción para evitar esos ruidos. Tuvo que mover ligeramente su cabeza para evitar esos pensamientos que al fin y al cabo eran innecesarios y la distraían.


    —¿Norteamerica?— repitió algo sorprendida, sabía algo de geografía mundial, de hecho ubicaba esa zona pero nunca había estado allí—¿Y cómo es ese lugar? ¿Te adoptó una familia muggle o…— y se detuvo al notar que estaba haciendo demasiadas preguntas, y muchas de ellas podían ser personales—Lo siento n-no…— se apresuró a agregar algo avergonzada y no le quedó otra opción más que desviar su mirada, era un acto inconsciente, algo que realmente no controlaba.


    No tuvo tiempo de terminar lo que quería decir ya que un elfo había aparecido justo a tiempo, aunque estaba segura que en cuanto la criatura se marchara debería retomar la conversación, o en todo caso quedarse callada y dejar que el joven comentara algo.


    Le dijo a Horace que le trajera unos sándwiches y botanas. No se le ocurría que otra cosa pedir, además de que le parecía que era muy temprano para comer algo más elaborado. Quizá lo mejor hubiera sido algo con azúcar, pero siempre se había inclinado por la comida salada.


    —No… bueno, no quería— lo único que salía de su boca eran balbuceos, cosa que le pareció frustrante puesto que hace tiempo que no le pasaba, por lo que tendría que intentar calmarse— Entrometerme de esa manera, entiendo que es difícil hablar del pasado— comentó. Ella tampoco tenía un pasado feliz o fácil de describir, y no lo culpaba si no quería hablar sobre ello ya que ella tampoco se abría con muchos respecto a ese tema.



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  8. —No hace falta, de todas formas solo estaba buscando mi varita, lo demás puede esperar— respondió al tiempo que se quedaba pensando en una de las respuestas dadas por el joven—¿Hay algo en especial que te quiete el sueño? Dormir es una de las mejores actividades— añadió.


    Se dirigió hacia el sofá enfrentado al de su hermano, lo único que los separaba era una pequeña mesa ratona con una lámpara en el centro. Generalmente utilizaba ese espacio para leer, puesto que en una esquina cerca de la puerta se hallaba una biblioteca con sus libros favoritos. Del lado izquierdo de la puerta, y a unos pocos metros de los sillones se ubicaba una cama doble plaza con una mesita de luz en su lado derecho.


    La habitación contaba con otras tres puertas además de la de entrada. La primera, al lado de la cama conducía a su baño personal y la segunda a su armario, aunque casi nunca lo usaba. La última parecía una ventana, pero en realidad era el balcón.


    —Ohh esa fiesta, ¿Aún crees que no se lo merecía? No es que voy por la vida mojando a las personas, pero la mayoría de las veces me saca de quicio— explicó, aunque desde su punto de vista le seguía pareciendo correcto puesto que Mia la había provocado.


    Con un movimiento de varita hizo aparecer un par de pantuflas grises que parecían de la talla de Eobard y las dejó a su lado. No estaba segura de sí había elegido el color correcto, pero al fin y al cabo solo se trataba de una prenda con la única función de cubrir sus pies.


    —Me pareció que te serían utilices— comentó y soltó una leve sonrisa, no supo porque pero lo hizo, quizás solo era uno de sus raros instintos de empatizar con los demás—Hace horas que no como, no me vendría mal un bocadillo— aceptó la sugerencia.



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  9. Había llegado hace tan solo media hora de un pequeño viaje de improviso que había realizado a Londres, pero no donde se hallaban todos los magos, sino lejos de ellos para tomarse un tiempo libre. El viaje duró tres semanas en las que se propuso no utilizar magia, aunque como lo había imaginado no funciono, se le hacía muy difícil estar separada de su varita a pesar de no haberse criado en un entorno mágico.


    —¿Eobard?— preguntó algo confundida pues no esperaba a nadie despierto a esa hora, o al menos no merodeando por esa zona de la mansión. —Puedes pasar— indicó, y con un breve movimiento de varita terminó de abrir la puerta que se encontraba entreabierta. Con su mano libre señaló uno de los sillones individuales, indicándole al chico que si lo deseaba podía tomar asiento.


    Se quedó pensando por un breve lapso de tiempo en lo que debía decir a continuación. Nunca había sido una persona muy conversadora y era uno de sus puntos débiles. Pero estaba segura que algo se le ocurriría ya que su hermano le había dado una primera buena impresión y a decir verdad le parecía una persona bastante agradable, aunque no lo diría hasta estar completamente segura.


    —Recién llego de un viaje, estaba desempacando— comentó y señaló levemente con su cabeza una maleta tendida en su cama—¿Acabas de despertar o no puedes dormir?— preguntó con curiosidad al notar que Eobard vestía pijama o al menos eso le parecía.


    Le hubiese gustado poder preguntarle hace cuanto sabía de la existencia de su familia puesto que cuando había llegado por primera vez no lo había visto, pero no considero prudente preguntarlo en ese momento, primero debía tantear un poco el terreno, aunque a veces su curiosidad la vencía por lo que esperó que este no fuera el caso.



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  10. Hasta el momento tenía muy clara la proyección de su bóveda “ideal”. Uno de los duendes le había explicado los lugares que quedaban disponibles y que en la suya podía poner todos los hechizos y encantamientos que creyera necesarios no solo para protección de la bóveda, sino también para su propia comodidad, ya que sería ella la que guardaría y retiraría sus pertenencias.


    Por fuera parecía ser una de las bóvedas más pequeñas, o al menos esa era la impresión que daba la puerta de acero. Al abrirla se podía ver un estrecho pasillo tenuemente iluminado, las paredes eran de piedra gris y estaban llenas de musgo que al parecer se iba expandiendo con el paso del tiempo. Al atravesar el pasillo se llegaba a otra puerta, también de acero, la cual solo se abría al introducir la varita de la joven, la cual debía mover en distintas direcciones, formando una especie de código que solo ella y su elfina conocían.


    Al ingresar la puerta desaparecía. El lugar parecía una especie de burbuja debido a que las paredes no eran rectas, sino que formaban un círculo perfecto. El lugar estaba lleno de estanterías y muebles, cada uno separado por sección para facilitar las cosas al momento de buscar un objeto. En las estanterías guardaría aquellos objetos de menos valor y, en los muebles, aquellos de más valor, y por lo tanto debían ser guardados bajo llave.


    Para salir del lugar solo debía llegar a una de las luces más pequeñas del techo; y debido a que todas cambiaban de dirección era un poco difícil hallarla. Pero al tocarla la transportaría de nuevo al pasillo inicial.


    Perfil de Comprador del MM: 243










    Fecha de Próxima Actualización:

  11. Repitió el nombre de su hermano en su cabeza <<Eobard>>. Le iba a costar un poco recordar su nombre en el futuro, aunque esperaba aprendérselo rápido, cosa que no siempre sucedía con las personas a las que recién conocía.


    —¿Vienes con nosotros, Saori?—se dirigió a la chica—No creo que quieras estar cerca de la bestia cuando despierte— soltó a modo de broma, refiriéndose a su madre—Eobard, ¿No? Dime, ¿Qué edad tienes?— preguntó mientras caminaban hacia una de las mesas que tenía bocadillos.


    Suponía que Eobad era unos cuantos años mayor que ella, y por lo tanto sería su hermano mayor, pero prefería estar segura. No sabía que elegir, no estaba segura de tener hambre puesto que antes de enterarse que iría a la fiesta había estado comiendo. Por lo que simplemente agarró un sándwich pequeño.


    Llamó a uno de los elfos y le pidió que le trajera una bebida, tenía un poco de calor y estaba segura que algo fresco le sentaría bien. La copa contenía un líquido casi transparente. Reconoció el aroma como vodka, aunque no estaba segura con que fruta lo habían mezclado. Empezó a tomar su bebida dando pequeños sorbos para no marearse tan rápido, aunque se conocía lo suficiente como para saber que cedería ante la tentación de tomar de golpe en cualquier momento.


    Una pequeña sonrisa se formó en su rostro. ¿Cuánto tardaría su madre en reaccionar? ¿O es que no se había dado cuenta de que le había tirado algo en su cabello? La miró de reojo, y se podría decir que estaba algo ansiosa por ver su reacción, aunque suponía que la bruja no armaría un escándalo en una fiesta que ella había organizado, ¿O si?



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  12. Uno tras otro. Más personas fueron cruzaron las puertas. ¿Es que acaso se trataba de alguna clase de reunión de la que no se había enterado? ¿O es que estaban todos ahí por coincidencia? Esperaba poder averiguarlo pronto, ya que de lo contrario estaba segura que se iría o le lanzaría algún encantamiento si se sentía amenazada.
    Escuchó una voz conocía y por un momento sintió alivio, se trataba de Eobard, su hermano, que al parecer también había sido invitado a ese lugar. Pero no tuvo tiempo de responderle puesto que una mujer comenzó a hablar, y por lo que decía supuso que la autora de todo eso era ella. No pudo evitar que la palabra “jugar” resonara en su cabeza por varios minutos, ¿Y si se iba antes de averiguar que estaba pasando? No, no podía hacerlo, su curiosidad era más grande ella.
    —¿Pero qué crees que estás haciendo?— se quejó en cuanto la mujer se abalanzó sobre ella y la sacó casi a rastras de la habitación.
    Su enojo se iba incrementando a cada paso que daba y la lucha interna que mantenía dentro de su cabeza con su demonio para ver quien de las dos tomaría control de la situación parecía estarla perdiendo. Sus ojos marrones se transformaron en verdes en cuestión de segundos, aunque debido a la oscuridad estaba segura que la mujer que se había presentado como Gabrielle no lo notaría.
    —Romina— comenzó—Black Lestrange— completó, dándose tiempo para pensar en sus siguientes palabras—Creo que deberías ser un poco más específica con tus preguntas— soltó al tiempo que le daba un leve empujón a la mujer para poner un poco de distancia entre ellas—Aunque no creo que consigas información tan rápidamente.
    Cuando la demonio tomaba control generalmente las situaciones se salían de control, ya que no le importaba amenazar o ser arrogante con personas a la que ni siquiera conocía, esa era la principal diferencia entre ambas; además de que cuando entra en ese estado su fuerza física aumenta y con eso las posibilidades de herir a las personas, y es por eso que desde hacía más de ocho décadas Romina no la dejaba tomar control de su cuerpo.

     

    @@Gabrielle Delacour

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  13. Mientras esperaba una respuesta por parte de su madre, no puo evitar desviar su atención hacia uno de los presentes que trataba de que no se desatara una pelea entre ambas brujas, ¿Quién era? No lo sabía, pero esperaba poder averiguarlo en algún momento de la fiesta. Trataba de enfocar su atención únicamente en Mia, pero no podía, ya que más personas se acercaban al grupo, o se acercaban para hablar con otros.


    Soltó un bufido al momento en que su madre cambió su vestimenta, ¿Por qué siempre arreglaba las cosas de esa manera? No lo sabía, pero esperaba poder entenderlo algún día ya que de otra forma estaba segura que sus enfrentamientos nunca cesarían. No respondió ante ninguno de sus comentarios puesto que se daría un poco de tiempo para pensar en sus siguientes movimientos.


    Mientras Mia dirigía su atención hacia una de las mujeres, Saori, aprovechó el momento y se acercó a Eobard, quién al parecer era uno de sus muchos hermanos y otro más al que no conocía. —Mi nombre es Romina— respondió la pregunta que el mago le había hecho minutos atrás—Aunque supongo que para estas alturas ya lo habrás descifrado— agregó—Por cierto, ¿Cuál es tu nombre?


    Observó la copa semivacía del mago y no pudo evitar que una pequeña sonrisa se formara en su rostro, ¿Le molestaría si la tomaba prestada por un momento? No lo sabía, pero de todas formas lo hizo. Le arrebató de las manos la copa y luego con ayuda de su varita hizo que el líquido se volviera viscoso.


    Se acercó a su madre por detrás y le roseó el contenido de la copa en su cabello. ¿Cuál sería la reacción de la bruja al notar algo viscoso cayendo por su rostro y cabello? Estaba casi segura que se enojaría porque la bruja amaba demasiado su cabello. <<Para que recuerdes lo mucho que te quiero, madre>> le susurró al oído para que solo ella pudiera escucharla.


    —Lo siento, ahora te lo recompenso— se dirigió a su hermano para luego llamar a uno de los elfos y decirle que le trajera una copa de la bebida que el mago quisiera.



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  14. —¿Por qué me haces esto? Déjame salir— siguió gritando a pesar de que sabía que nadie vendría a su rescate. Pasó horas gritando a la nada, de hecho ya había amanecido.


    Mientras más tiempo pasaba tratando de escapar, menor era el tiempo que se dedicaba a pensar en la situación y poder elaborar una especie de plan para escapar. Tenía esa extraña sensación de que ya había estado en esa situación y, que de alguna forma todo se estaba repitiendo.


    Cuando las lágrimas cesaron algo cambió en su interior. Ya no tenía miedo, sino que sentía mucha rabia y rencor hacia las personas que la habían encerrado en esa habitación. El color de sus ojos cambiaron en ese instante, pasando de marrón a verdes, rebelando y dejando salir a la demonio que llevaba dormida dentro de ella más de diez años.


    Una sonrisa se formó en su rostro al momento en el una persona abrió la puerta para llevarle comida, se sentía más segura, por lo que sin importarle nada golpeó con todas sus fuerzas a la persona que se encontraba delante de ella, descubriendo así que era más fuerte de lo que nunca había sido, o al menos cuando dejaba a la demonio tomar el control.


    Al salir todo a su alrededor cambió, ya no se encontraba en el orfanato, sino en un bosque. ¿Qué estaba pasando? Otra vez sentía como si ya hubiese estado allí, todo era demasiado confuso, además de que podría asegurar que hacía dos segundos había amanecido.


    Vio en el suelo una runa, y en ese momento todo se volvió un poco más claro. Nada de lo que había presenciado era real, era producto de su imaginación. Se trataba de una pesadilla. El único problema es que no sabía cómo despertar, ¿Y si se quedaba atrapada para siempre? No, eso no podía estar pasando.


    Agarró la runa y empezó a correr. Todo estaba lleno de árboles, parecía que había pasado los últimos minutos corriendo en círculos hasta que vio como el pequeño objeto comenzaba a brillar cada vez que apuntaba a una dirección. Su instinto le decía en ese momento que lo siguiera, y así lo hizo.


    Ahogó un grito al verse a ella misma, acostada en el suelo. ¿Acaso estaba muerta? ¿Ahora era un fantasma? Un sinfín de preguntas brotaron en su cabeza, pero no conseguía responder ninguna. Al cabo de unos minutos recordó cómo es que había llegado al lugar y se le ocurrió una idea, o al menos debía intentarlo.


    Sacó una pequeña navaja del bolsillo de su pantalón, ya que en la época en la que había estado de orfanato en orfanato solía llevar una con ella, y al ser una extraña mezcla entre la realidad y algo que le había pasado hace muchos años, todo era posible. Se hizo un pequeño corte en la mano e hizo que las gotas cayeran en la runa.


    Abrió los ojos y se levantó de golpe, no le importó si se había mareado o no, pero necesitaba unos minutos para procesar todo lo que había ocurrido.


    —¿Todo fue a causa de la runa, no es así?— se dirigió a su profesora algo molesta.


    ¿Cuál era la necesidad de hacerle vivir una de sus peores experiencias, o mejor dicho pesadillas? Había tratado de reprimir el hecho de haber dejado a la demonio dominar su mente y cuerpo por más de ocho décadas, era algo que nunca se perdonaría.



  15. Escuchó con atención las respuestas que la Triviani dio a las preguntas formuladas por cada uno de los presentes. Le causó escalofríos y hasta podría decir asco la forma en que una mano de gloria era construida, sobre todo porque perder un extremo no parecía una idea tan agradable, o al menos no desde su punto de vista.


    Sin embargo trató de ocultar esa sensación enfocando su atención en los dos entes que tenía delante de ella ¿Cómo es que no los había visto antes? Quería creer que eso se debía a una distracción debido a la falta de sueño, puesto que no era común en ella no notar los detalles, y mucho menos distraerse.


    Asintió ante la respuesta de la profesora a su pregunta, al tiempo que sostenía nuevamente la runa entre sus manos, ¿Para que la quería si ya la había utilizado? No pudo evitar sentirse algo ansiosa al ver que su runa comenzaba a brillar nuevamente, ¿No había cumplido ya su propósito de llevarla a aquel lugar? ¿O es que tenía otras…?


    No pudo seguir con sus pensamientos ya que se había dado cuenta que la profesora y sus compañeros habían desaparecido. No entendía que estaba pasando. Estaba más confundida que antes y eso no le ayudaba en nada. El lugar se sentía extraño, más de lo que estaba cuando llegó. Y de la nada todo a su alrededor cambió, como si se tratara de un sueño, o más bien de alguna clase de recuerdo.


    ***


    El grupo de policías, o así es como hacían llamarse, la esperaban al final del callejón, al parecer estaba en problemas otra vez. Y estaba segura que esa vez no la perdonarían, o ni siquiera le darían la oportunidad de explicar lo que estaba pasando.


    Se rindió. No valía la pena enfrentarse a cuatro personas armadas. Le ataron las manos a la espalda para que no pudiera escaparse y la hicieron caminar horas bajo la lluvia. No entendía porque tenía que estar en un orfanato, ya tenía quince años y podía cuidarse por sí sola. Aunque quizás la habían atrapado por robar una pieza de pan, ¿Pero que tenía eso de malo? No lo entendía, y nunca lo haría.


    Llegaron a lo que parecía ser una casa vieja, se podría decir que estaba abandonada ya que estaba lejos de la ciudad. Pero no, en la puerta la esperaba una señora de unos cuarenta o cincuenta años, su aspecto era el de que los muggles llamaban “bruja”, con una nariz grande y un lunar enorme cerca de esta.


    La mujer imponía terror. No sabía si era a cusa de su rostro o porque llevaba una varilla en su cintura. Tenía la sensación de haber estado allí antes, de hecho estaba segura, pero al mismo tiempo parecía tan real que no podía escapar de esa pesadilla, o al menos eso parecía, una pesadilla de uno de sus peores recuerdos que había mantenido oculto en su memoria.


    De pronto todo a su alrededor cambió. Ahora estaba en una habitación oscura, no había nada más que una puerta, una ventana a la que apenas le pasaba luz y una taza con agua sucia. Su corazón empezó a latir rápidamente, nunca se había sentido tan asustada.


    —Sáquenme de aquí— gritó.


    Comenzó a patear y a golpear la puerta con todas sus fuerzas, al mismo tiempo que unas pequeñas lagrimas comenzaban a brotar en sus mejillas.
  16. Los minutos pasaban y más personas iban llegando y con eso sus ganas de quedarse desaparecieron, no era muy buena socializando y era un aspecto de su personalidad que se le hacía muy difícil de cambiar. Pero de todas formas permaneció en su lugar, en silencio y metida en sus propios pensamientos.

     

    —Pero… ¿Qué demo…?

     

    Y fue a causa de su distracción que no se dio cuenta que una elfina le había derramado encima una cerveza de mantequilla. El líquido había caído en su abdomen y se había esparcido hasta llegar casi a sus pies. No supo cómo reaccionar, había entrado en un completo estado de shock. Pasaron unos segundos y miró a la elfina con rabia, ¿En que estaba pensando? No sabía si lo había hecho adrede o si solo se le había escapado de las manos.

     

    Al parecer la elfina había notado su enojo, o al menos eso parecía ya que en sus ojos podía verse reflejado el miedo que la criatura sentía en ese momento. No pudo evitar sentirse un poco mal al respecto, no le gustaba hacer sentir mal a los elfos, como muchos magos y brujas hacían, no le parecía correcto.

     

    —No pasa nada— se agachó y le dio una sonrisa tranquilizadora—Estoy segura que fue solo un tropiezo, ¿Si?— con sus últimas palabras la elfina pareció ponerse nerviosa y le susurró algo al oído, cosa que la Black Lestrange no logró entender, por lo que le pidió que se tranquilizara. Le dio unos minutos.

     

    La elfina señaló a un grupo de personas y articuló una palabra, de hecho era un nombre, “Mia”. << ¿Cómo no la reconocía antes?>> se dijo a sí misma. En ese momento todo cobró sentido, o al menos había relacionado las acciones de la elfina con lo que esta le había tratado de explicar momentos atrás.

     

    —Si querías llamar mi atención podrías haberlo hecho con un simple “Hola”— se dirigió a su madre desde lo lejos y luego camino hasta donde ella se encontraba— ¿Cómo es posible que mandes a una elfina a que me moje?— le reprochó tratando de controlar su tono voz, puesto que su madre se encontraba con dos personas que no conocía, aunque a decir verdad mucho no le importaba la impresión que causaba en los demás, o al menos no en ese momento.

     

    Fue entonces cuando recordó lo que había pasado en una fiesta que se había realizado tiempo atrás en la mansión Black Lestrange. A Mia le había molestado su manera de vestir, y estaba segura que ahora también, ya que todos vestían de manera formal a excepción de ella.

     

    —¿Esto es por ropa, verdad? Y si ya sabes como soy, ¿Para qué me invitas?— estaba enojada, y eso se notaba en el tono de su voz, pero hasta el momento había logrado controlar los gritos que estaba guardando.

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  17. Su mente comenzó a divagar, al igual que un sinfín de preguntas sobre donde estaba y lo que tenía que hacer, se formularon en su cabeza. Pero se contuvo. Tenía que esperar a que llegaran sus compañeros de clase. Y a decir verdad no tuvo que esperar demasiado y para su sorpresa se trataba de una persona a la que había conocido tiempo atrás en el castillo Targaryen, Zurin, al que le dedico una leve sonrisa.


    En cuanto la última persona llegó, al parecer serían tres en esa clase, lo que le parecía perfecto ya que con menos personas era más fácil aprender. La profesora comenzó a hablar, por lo que escuchó atentamente sus palabras.


    <<Bosque de Aokigahara>> se detuvo a pensar. Tiempo atrás, cuando vivía con muggles, había oído leyendas acerca de un bosque en Japón, pero en ese entonces le costaba creer en los lugares encantados o siquiera en la existencia de magia, por lo que no había prestado demasiada atención. Pero desde el momento en que descubrió que era una bruja todo le parecía posible.


    Cuando Candela les preguntó si sabían algo o tenían experiencias en Artes Oscuras su mente quedó en blanco. Tenía algunos recuerdos de haber escuchado en algún momento de su vida sobre ese tipo de magia, de hecho había leído alguno que otro libro, pero como siempre no había creído que eran reales hasta que descubrió que ofrecían esa clase en la academia.


    —Mi experiencia es nula— respondió en cuanto su compañera terminó de hablar—He escuchado sobre ese tipo de magia. Los muggles con los que vivía tenían unos libros de magia oscura, aunque no estoy segura si es lo mismo que artes oscuras. Y recientemente he leído algunas cosas al respecto, pero no sé mucho— finalizó.


    No sabía que otra cosa podía agregar al respecto, había escogido tomar esa clase porque quería aprender y profundizar más sobre esos temas. Pero cuando se quedó pensando, ¿Cómo es posible que enseñaran Artes Oscuras en la academia si de alguna manera se consideraba algo “ilegal”?


    —El uso de Artes Oscuras se considera ilegal en el mundo mágico, ¿No es así? Entonces, ¿Cómo es posible que se pueda enseñar en la academia? ¿O es que solo hay algunas restricciones en cuanto al uso de esta magia?
  18. Una lechuza aterrizó a sus pies con un objeto, que aún no lograba distinguir, entre sus garras. Negó con la cabeza al notar que el animal aparentemente se había lastimado una de sus alas con la caída, pero como no podía dejarla así, le curó el ala con un simple movimiento en la varita. Y al cabo de unos minutos el ave desapareció.

     

    El objeto, una especie de llave gigante que desde su punto de vista no abriría ninguna cerradura aún se encontraba a sus pies; buscó por su habitación una nota que le diera indicios sobre quién o para que propósito le habían enviado dicho objeto. Pero no encontró nada, y a decir verdad no estaba segura que hacer, ya que se podría tratar de una simple confusión.

     

    Recogió la llave y de inmediato sintió como si una fuerza invisible la jalara a la altura del ombligo. De inmediato, y al reconocer la sensación, supo que se trataba de un traslador, por lo que no pudo hacer nada al respecto. Cayó de rodillas en un bosque, no reconocía el lugar, pero de lo que si estaba completamente segura es que ya no se encontraba en los terrenos de la mansión Black Lestrange.

     

    Se puso de pie algo molesta, ya que su jean se había llenado de lodo, ya que la lluvia había mojado la tierra. Comenzó a caminar dando pequeños pasos, inhalaba y exhalaba con algo de dificultad, señal de que debía calmarse para poder pensar con claridad, pero lo único que pudo hacer en ese momento fue sacar su varita y sostenerla con fuerza por si tenía que usarla.

     

    A lo lejos vio un edificio de grandes magnitudes y bastante viejo. De no ser por la lluvia, porque era de noche y, además, no sabía dónde estaba, no hubiera entrado. Pero no pudo evitarlo, tenía que saber qué es lo que estaba pasando; puesto que no era ninguna tonta e imaginaba que el traslador no había llegado por sorpresa o por equivoco, sino que alguien se lo había mandado y tenía que averiguar cuáles eran sus motivos.

     

    El lugar era más grande de lo que la joven esperaba. Lo primero que le llamó la atención fueron las puertas, parecían infinitas. El ambiente era algo tenebroso, no es que tuviera miedo, pero era uno de esos lugares de los que prefería mantenerse alejada. En ese momento un sinfín de pensamientos pasaron por su cabeza, pero estaba segura de que todo era causa del agobio que estaba sintiendo, por lo que decidió restarle importancia.

    Subió las escaleras.

     

    Al cabo de unos minutos, y después de haber reprimido todos sus instintos de salir corriendo del lugar, ya se sentía más tranquila y dispuesta a prestar más atención a su entorno; y fue en ese momento cuando notó una luz a lo lejos, lo que le indicaba que no estaba sola. Por otra parte también quería recorrer un poco más el lugar, pero optó por la primera opción.

     

    Llegó a lo que parecía ser una sala de estar, ¿Una sala de estar? De todo lo que había estado imaginando ese era un lugar poco probable para un sitio abandonado, pero a pesar de eso, le brindaba un poco de comodidad ya que solía asociarlo con un ambiente acogedor.

     

    —¿Quiénes son ustedes? ¿Qué hago aquí?— cuestionó al darse cuenta que en la habitación habían tres personas más. Apretó su varita con mucha más fuerza que al principio y se cruzó de brazos esperando una respuesta.

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  19. Días atrás había recibido un pergamino de la academia de conocimientos, lo cual significaba que había sido aceptada a la clase que con tantas ansias esperaba tomar. La necesidad de aprender de la bruja se había intensificado en las últimas semanas, por lo que leer libros e informarse a no era suficiente.


    Tomó un cuchillo y lo pasó lentamente sobre la palma de su mano. La línea de sangre que se formó tras el corte fue casi imposible de mermar en los primeros segundos, ya que mientras más fuerza aplicaba sobre la herida, más sangre brotaba de esta. Por lo que procedió a rociar unas gotas de su sangre en la runa de sangre que llevaba más de diez minutos emitiendo un brillo, el cual estaba diseñado para recordarle el día y momento en el que debía asistir a la clase de Artes Oscuras.


    No tuvo tiempo para asimilar lo que había pasado, ya que todo a su alrededor había cambiado demasiado rápido, puesto que en ese momento se encontraba en un bosque. No sabía si se trataba de un efecto por haber rociado un poco de su sangre en la runa, o si esta la había transportado hacia alguna parte. Lo único que sabía en ese momento es que ya tenía una pregunta que hacerle a su profesora.


    —Romina Black Lestrange— se dirigió a la bruja que se encontraba a tan solo unos metros de su ubicación, suponía que se trataba de su profesora, ya que no había signos de otras personas en el bosque, pero aun así tenía su varita guardada en uno de sus bolsillos.


    —Espero que no le moleste la pregunta— suponía que no, pero no la conocía, por lo que todo era posible—¿Cómo es que funciona la runa de sangre que venía con el pergamino? Aún no logro comprenderlo.


    La Black Lestrange se consideraba una persona bastante curiosa. Le gustaba saber cómo funcionaban las cosas a su alrededor, y aunque muchas veces se había ahorrado preguntar por miedo o vergüenza, tenía planeado que esa situación cambiara, y no encontraba mejor manera de hacerlo que en una clase.

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