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Morrighan McKenna

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Todo lo publicado por Morrighan McKenna

  1. ¡Bueeeenas! Vengo a anotarme para poder al fin cursar la clase que tanto espero *O*
  2. A cada paso que daban el ruido decrecía, indicando que se acercaban cada vez más a una zona despoblada. Todavía se encontraban cerca de los demás, a sólo una escalera de distancia, pero ya se sentía aliviada de dejarlos atrás. Mientras terminaba de subir los últimos escalones escuchaba con atención lo que le decía su padre. No se había dado cuenta hasta el momento pero con su preocupación no estaba haciendo más que preocuparlo también a él, y por algo que no merecía la pena de ninguno de los dos. Aún delante de él se esforzó por cambiar su expresión, aprovechando que no podía verla. Había decidido omitir sus comentarios sobre el negocio y no hacer más menciones al respecto. Después de todo, y por mucho que quisiera evitar el tema, no sabía cuánto de su malestar se debía al desorden y cuánto era realmente por el comentario de su tía. Hacía ya un rato que había pasado y no había sido más que un intento desesperado por recuperar la botella de ron, pero bastaba un segundo para darse cuenta que en ese momento fue que su humor cambió. Por mucho que odiara admitirlo, ciertas palabras todavía tenían una rápida reacción en ella y aunque tratara de ocultarlo, siempre por algún lado se filtraba. Su padre, quien por cosas más importantes que la sangre se había ganado ese título, seguía hablando a pesar de su silencio. - ¿Duendecillos? Eso no es nada comparado con Sirius y James, los gemelos fantasmas. Todavía no encontramos la manera de pararlos. - una sonrisita sincera se había dibujado en su rostro al imaginarse el desastre que podrían haber generado en el negocio de su padre aquellas criaturas. Sabía que esa había sido su intención al contárselo, y una vez más había logrado distraerla aunque fuera un poco de lo que la estuviera molestando. - Lo inauguramos hoy con Cirse y Memi. Nos tomó un buen trabajo pero tenemos grandes expectativas puestas en él. - Hizo una pausa pensando en el negocio de su padre - Cierto, algún día voy a ir a visitarte. Cuidado con tus cosas. Era el primer día que el público podía acceder al local, pero ella ya había pasado más horas de las que podía contar ahí adentro y se había acostumbrado al pase brusco que indicaba la llegada al tercer piso a tal punto que por poco se olvidó de avisarle a Elvis. Con tranquilidad continuó caminando a pesar de que sus pelos y su ropa habían caído hacia lo que hace unos segundos era el arriba. Los objetos amenazaban con escaparse de sus bolsillos, pero la jóven se había asegurado de que se quedaran en su lugar antes de entrar en la habitación y si su padre había entendido a tiempo la advertencia, habría seguido sus pasos.
  3. Cirse muy amablemente había invitado a Elvis a pasar al local, por lo que ambos habían ingresado. Morrighan quería mostrarle el lugar a su padre, quizás hasta encontraría esa faceta traviesa de él que los había unido en aquel primer encuentro, pero el lugar en ese momento no era para nada acogedor. Le habría gustado que, al menos la primera vez que iba, el negocio estuviera ordenado y hubiera menos gente, así podía revisar todo tranquilamente y no tenían que andar cuidándose de que les caiga algo en la cabeza. Una vez más la bruja se encontraba en esa posición de estar molesta y tratar de ocultarlo para no preocupar al auror y opacar su alegría, así que haciendo una mueca rara que pretendía ser una sonrisa se dirigió a él: - Marruecos suena genial, me encantaría saber más pero ¿Te parece si te muestro los otros pisos? El Jardín botánico es un lugar bastante interesante - y por lo bajo, sin que nadie más la escuchara, agregó - y no es tan fácil el acceso, así que podremos estar tranquilos. - Volviendo el tono a la normalidad, e incluso un poco más fuerte para disimular el secreto de la frase anterior concluyó - Te lo agradezco, pero no. No quiero que te molestes. Es nuestra responsabilidad ordenar el local. Tenía ganas de poder hablar con su padre, y quería evitar confrontaciones que se veían muy próximas, dadas las órdenes de Cirse y la respuesta de Romina mientras que Memi... - ¿Y Memi? ¿Se fue? - Preguntó al aire. Hasta ese momento no había vuelto a prestar atención pero su tía había desaparecido. No estaba segura de qué tan mal pudiera resultar eso, pero el lado positivo era que al parecer ya podía mantenerse en pie sin ayuda de nadie. Elvis al menos se había ahorrado la visión de la bruja en un estado de embriaguez avanzado y su tía se había ahorrado lo que podía ser una situación embarazosa. - Bueno, en un rato vuelvo - anunció a todos los presentes mientras se dirigía a la escalera. Tenía intenciones de limpiar el lugar, pero primero atendería a su padre como se debía. En parte había sido su culpa el desorden, pero al fin y al cabo ella sólo había colaborado dándole un caramelo a una de las chicas. Lo único que esperaba era alguna transformación extraña y unas risas, luego todo seguiría su curso, jamás se imaginó que terminaría en semejante desastre. Sólo tomaría unos minutos limpiar todo y quizás para cuando volviera ya estuviera hecho, pero si no, ella se haría cargo. No de buena gana, claro, pero lo haría. Mientras tanto caminó esquivando unas bolitas rosas que todavía estaban esparcidas por algunos lugares del piso y se dió vuelta para corroborar que Elvis la siguiera, pero los problemas no.
  4. - Siento la tardanza - comentó a paso apurado una vez que llegó a la mansión Black Lestrange. En el bosque de álamos tan característico de ese hogar de Ottery era donde habían quedado en encontrarse. ¿Sabría aquel mago su afición por los bosques o habría sido coincidencia? En seguida después de plantearse ese interrogante concluyó en que los bosques eran el lugar favorito de muchas personas, quizás él también sintiera atracción por ellos. O quizás era demasiado vago como para pensar en moverse de su hogar. El jóven amable como siempre la recibió, a lo que Morrighan se limitó a contestar con una sonrisa fugaz. También le alegraba tener un duelo, siempre le alegraba, pero al momento de iniciarlo las palabras simplemente se escabullían de su cerebro y en lo único que podía pensar era en cómo sacar provecho de la situación. Lo primero que miraba siempre era la vestimenta. Sus atuendos eran bastante similares, remera negra, pantalón largo y zapatillas. Lo único que variaba era un curioso gorrito navideño que adornaba la cabeza de Deax, a tono con toda la decoración del lugar. Era llamativa su elección, pero no desentonaba. Al fin y al cabo, los magos eran reconocidos por su poco sentido de la moda. Luego de la vestimenta y el saludo, siempre le seguía el entorno. Ya Morrighan comenzaba a hacerse una rutina y cada vez más automáticas eran sus precauciones, esas que un tiempo atrás tuviera que repasar mentalmente cual lista de mandados. Luces, serpentinas, bastones y adornos varios delataban el gran espíritu navideño de la familia. Bastones rojos y blancos un poco más altos que la bruja señalaban el sendero a seguir y por el claro que había elegido su contrincante también habían algunas estatuas hechas de madera, conmemorando a personas que ella no conocía, pero suponía que representaban algo para la familia en esa época. Todo eso estaba iluminado por luces parpadeantes de colores tan espléndidas que opacaban la puesta del sol. - Morphos - le hubiera gustado decir que había invocado una criatura del mismísimo infierno, pero la verdad es que el tamaño del oso dejaba bastante que desear. Tampoco era un enano, su presencia intimidaría a cualquiera, pero si el bastón que había usado como base hubiera sido un poco más grande, seguro se habría lucido un poco más con su truco. Tenía aspecto de ser un jóven aún, de aproximadamente dos años y mirada iluminada. El animal corrió en cuatro patas, interponiéndose en el camino del rayo que iba dirigido al brazo de Morrighan sin siquiera notar el impacto "Bastante resistente resultó el pequeño". El objetivo final, como le había indicado su creadora, eran las muñecas de Deax. Le hubiera gustado que fuera directamente al cuello, pero dudaba que su estatura se lo permitiera, así que optó por dos heridas provocadas por sus filosos dientes que le requerirían al mago un par de episkeys antes de continuar con la batalla. - Desmaius - dijo por último. No estaba segura cuáles eran las habilidades de su compañero, de manera que no quería comenzar el duelo de manera demasiado violenta. Su primer comentario le había creado la ilusión de que él la consideraba a ella más hábil de lo que él era, pero como ya había comprobado, los magos de Ottery tendían a sobrevalorarla. Supuso que Deax podría lidiar perfectamente con sus ataques, pero una entrada tranquila también le permitía evaluar la reacción de su compañero, y en el mejor de los casos lograr que haga sus mejores jugadas al comienzo. Por ahora el mago sólo tendría que lidiar con un desmayo en caso de que no se protegiera del rayo celeste que ya viajaba en dirección a él.
  5. Apenas había salido con vida de los ataques, así que antes de que alguien más decidiera atacarla, Morrighan corrió hacia donde se encontraba su escoba, la montó y se alejó de aquel lugar. Un pequeño sentimiento de culpa crecía en su pecho mientras veía cómo Doyle's se hacía cada vez más pequeño a medida que se alejaba pero sabía que había dado todo lo que podía y había hecho su mejor esfuerzo. No era un acto de cobardía, sino más bien de valentía. Era más fácil dejar su vida junto con las de sus compañeros, pero tenía que pensar en el bienestar del bando, y todos los caídos ese día necesitarían de alguien que los cure. Se dirigiría directamente a San Mungo y allí reviviría a cada uno de ellos aunque tuviera que dejar su propia vida en ello. Los mortífagos se habían salido con la suya esa vez, pero para la próxima Morrighan estaría lista y les daría una buena paliza.
  6. Nuevamente la habían atacado y para colmo su intento por ayudar a una compañera no había sido fructífero. La frustración que sentía Morrighan se iba acrecentando a la misma velocidad que el dolor que sentía por las heridas cuando Helen llegó e hizo dos episkeys que aliviaron su dolor. En una voz inaudible le dijo "Gracias", estaba muy lejos y había demasiado ruido como para que pudiera escucharla, pero con suerte le leería los labios. - Protego - dijo provocando que el sectusempra que Elaena le había mandado fuera absorvido completamente antes de rozar la piel de la jóven. Miró a sus compañeros que quedaban y las sonrisas macabras de los mortífagos con ira "Juro que me las van a pagar" pensó para sí misma. - Morphos - dijo convirtiendo su zapato izquierdo en un bezoar luego de sentir como la avispa marina le inyectaba su veneno antes de caer muerta. Rápidamente se metó el bezoar en la boca y sintió cómo la ponzoña desparecía por completo de su sistema.
  7. Cuando entró lo primero que hizo fue escanear el panorama. Habían mesas, sillas y todo tipo de objetos que podrían ser usados a su favor y también en su contra, así que tomó la precaución de alejarse de todo cuando visualizó que Helen, quien los había llamado, estaba siendo atacada y no dudó en hacer lo que había ido a hacer: ayudarla. Su lobo gruñía amenazadoramente a todos aquellos que estaban en el bando opuesto como dándoles un aviso de lo que les pasaría si no se rendían. Ya tenía su varita en la dirección deseada cuando se dió cuenta de que los ataque no se habían hecho esperar. En sólo un minuto un mortífago había atacado a los gorriones y al lobo que había invocado antes de entrar. Todas sus defensas habían desaparecido pero habían salvado a Morrighan de un Avada kedavra y un fuego maldito pero no pudieron evitar que su muñeca se fracturara. Por lo bajo maldijo al mortífago que aprovechandose de que apenas era una initié la había atacado y susurró un Episkey que recuperó por completo a su muñeca. La movió un poco reacomodando los huesos y viendo como Mía estaba siendo atacada susurró otro Episkey que curaría todas las heridas provocadas por el fuego maldito que acababa de impactarle.
  8. Con un movimiento rápido de varita creó una máscara de luz que protegería su identidad. Podía reconocer a algunos de sus compañeros a pesar de que portaran las máscaras pero sabía que los mortífagos no podían y eso era lo que la impulsaba a pelear junto a sus compañeros de bando. Jamás se podría perdonar si por causa de su descuido alguno de sus seres amados fuera herido. - Morphos - dijo son una sonrisa dibujada en la cara apuntando a un banco del callejón. Este se transformó en un lobo de pelo gris oscuro y ojos azules que se acercó y soltó un aullido grave y profundo. Era un jóven macho de gran tamaño y unos colmillos capaces de desgarrar hasta el material más duro, pero lo mejor de todo era que daría su vida con tal de proteger la de Morrighan. - Avis - dijo luego y de su varita salieron 12 gorriones que gorgojearon mientras giraban alrededor de ella. Ahora con su ejército de animales dispuestos a defenderla entró al negocio a dar todo de sí y dejar a algunos mortífagos con algo para que la recordaran.
  9. Un conejo llegó hasta la ventana de su habitación en la Mansión Gryffindor. Una vez más el deber llamaba cuando una compañera de bando estaba siendo atacada y necesitaba de la ayuda de sus compañeros. Sin dudar un segundo Morrighan tiró el libro que estaba leyendo encima de su cama y corrió a ponerse un jean y una remera. Tomó una escoba prestada de la mansión e hizo uso por primera vez de su licencia de vuelo. Nada mejor que la adrenalina de montar una escoba antes de entrar en un combate. Una vez en el callejón Diagón se paró frente a la puerta de Doyle's donde varios de sus compañeros seguramente se encontrarían ya en el enfrentamiento y esperó a que alguno de los que se encontraba fuera le indicaran que ya podía entrar o cuando ya no pudiera aguantarse. Hizo un movimiento de cabeza saludando a los que como ella todavía aguardaban fuera. No podía esperar para estrenar alguno de los hechizos que ahora tenía permitidos por estar oficialmente dentro del bando.
  10. Un escalofrío recorrió su espalda con las palabras de Memi: "Yo no soy tía". La expresión de Morrighan enseguida reflejó el desprecio que sentía ante aquella oración que había sido usada por sus padres tanto tiempo atrás y aún así todavía le causaba dolor. Alessandra no paraba de zarandearla pidiéndole más alcohol y si no hubiera sido porque Emilia, más oportuna que nunca, le tiró un chorro de agua encima, lo que las hubiera separado habría sido el buen golpe que Morrighan ya le estaba preparando. ¿En qué pensaba? ¿Desde cuándo perdía la cabeza por una botella de ron? Ninguno de los presentes parecía comprender ese cambio de comportamiento, y menos viniendo de Memi. No necesitó decir nada, sólo una mirada bastó para que entendieran que les había delegado el trabajo de cuidar de su tía hasta que se le pasara un poco la borrachera. Apretó con fuerza la carta que tenía en la mano refunfuñando por lo bajo mientras se acercaba a la puerta de salida. ¿Qué le habría pasado a su tía? ¿Cuál sería su excusa para llegar al día de apertura del negocio en ese estado? Daba igual, nada justificaba ese acto irresponsable. ¿O sería que el enojo estaba pensando por ella? Una carcajada resonó en la habitación interrumpiendo sus pensamientos luego de que Cirse hechizara a Memi "Ah, lo que faltaba...". Con el ceño fruncido se giró y dedicó unos segundos a evaluar la escena. En cualquier momento su padre le daría señales de que había llegado y ¿con qué se encontraría? La habitación llena de humo, Alessandra toda despeinada, empapada y riendo histéricamente mientras los gemelos seguramente hacían de las suyas, varias personas desorientadas y en resumen, locura y caos. El humo ya comenzaba a disiparse gracias a Cirse pero los rastros que aún quedaban crearon una red rojiza que comenzaba y terminaba en las ventanas del local. Morrighan previniendo este momento se había encargado de que con un sólo paso quedara en la puerta de salida. No iba a permitir que alguien más recibiera al Gryffindor, y menos en esas condiciones. Su carta no había sido alarmante, tenía el mismo estilo calmado que lo caracterizaba, pero una especie de sexto sentido le decía que algo más estaba pasando. Quizás no fuera más que el producto de su imaginación y lo que el auror en realidad quería era conocer su negocio pero el viaje, la carta y la visita inesperada la hacían dudar. - ¡Papá! - dijo mientras se abalanzaba sobre Elvis, sin dar tiempo siquiera a cerrar la puerta - ¿Cómo estás? ¿Cómo estuvo el viaje? Supongo que querrás conocer el local, pero debo advertirte que está patas para arriba. - Apenas terminaba de decir eso y una música a todo volumen se escapó del interior confirmando lo que acababa de decir, mientras que a través de la puerta se podía ver a Romina y Alessandra girando por todo el lugar. Recién en ese momento se percató de que sus pelos probablemente se vieran parecidos a los de su tía y estaban casi igual de mojadas. Con las manos trató de arreglar un poco el desorden de su cabeza pero al fin y al cabo no estaba haciendo mucha diferencia, así que se rindió. - ¿Seguro que querés entrar?
  11. Desde allí abajo tenía una nueva perspectiva del duelo y, aunque es cierto que ese suelo en particular le generaba un poco de desagrado, estaba agarrándole cierto gustito al duelear sentada. Podía decirse que la escena era bastante inusual, pero Morrighan jamás se había destacado por su convencionalismo, así que a nadie habría sorprendido encontrarla en esa posición. Se sentía cómoda así y eso importaba más que lo que los fantasmas comentaban, de manera que continuó con su plan de ignorarlos a pesar de que a ellos les molestara un poco. No le tomó demasiado tiempo darse cuenta que su rival tenía talento. Había sido su compañera en algunas clases de la Academia pero no había tenido la oportunidad de tener un duelo, ni de relacionarse casi en absoluto con ella. A pesar de sus buenos movimientos y todos los esfuerzos, lo que Romina no sabía es que Morrighan era una estratega, y había tenido todo planeado desde el momento en que la había envenenado. Se había metido en un callejón sin salida. Si bien le gustaba la gente habilidosa y quizás, si luego del duelo salían bien paradas, le interesaría conocerla más, en ese momento lo único que realmente importaba era hacer el movimiento final. - Silencius - repitió fragmentos de segundo después de que su contrincante comenzara a lanzar su primer hechizo. Ya nada podría hacer con el rayo que venía en camino pero tampoco Romina tenía más opciones, ya que sus cuerdas vocales nuevamente se secaron, impidiendo que conjurara su segundo hechizo. Ambas sabían que necesitaba curarse urgentemente del envenenamiento pero ahora ya no podría, debido a que ningún sonido salía de su boca y su tiempo se había acabado. Pocos segundos duró la sonrisa triunfal en la cara de Morrighan hasta que el rayo que le habían lanzado finalmente impactó en ella. La sensación de que una babosa se deslizara por su garganta y a través de su boca era definitivamente lo más desagradable que le había pasado en su vida. No tardó un segundo más en pensar un "Finite Incantatem" que hizo que escupiera una última babosa. "Recordatorio: no permitir que un Babosas me impacte. Jamás." Pensó con asco mientras se agarraba la garganta, todavía resentida por aquellos animales que acababan de salir de su interior. Aquello le había quitado un poco de sabor a la victoria, pero aun restaba ver cómo el cuerpo de Romina hacía su último intento por mantenerse activo antes de que el veneno la consumiera por completo. Su propio envenenamiento había dolido bastante porque lo había dejado avanzar, así que no quería imaginarse lo que debía estar sufriendo ella. Poco le importaba ante el pensamiento de que pronto caería anunciando su victoria, pero esperaba nunca encontrarse en ese lugar.
  12. Estaba en busca de nuevas estrategias y para eso debía desprenderse de las cosas que había hecho antes, aunque hubieran funcionado a la perfección. Su tobillo estaba hinchándose cada vez más, tanto que casi se lo podía escuchar gritando "¡Auxilio!". Era la primera vez que había dejado tanto tiempo que el veneno se esparciera por sus venas y sentía como si estuviera a punto de caer a causa de un tobillo que no podía mantener su peso. Sabía que estaba a un paso de la muerte y vio cómo Romina ahora también enfrentaría los mismos problemas luego de ser picada por la araña. - Morphos - dijo y con un movimiento de la varita logró que su zapato izquierdo se transformara en su mismísima salvación. Rápidamente metió el recién creado bezoar dentro de su boca y sintió cómo su sangre escocía al tiempo que cada gota de veneno iba siendo eliminada de su cuerpo. Pequeñas puntadas en la zona de la mordida le indicaban que pronto la hinchazón bajaría hasta volver a su estado normal. No fue a causa de su mal tobillo que Morrighan cayó de bruces al piso, sino por un lazo transparente que había salido de la varita de Romina y mantenía sus piernas pegadas. Se movió un poco tratando de liberarse, pero sabía que no sería tan sencillo, así que se acomodó un poco hasta quedar sentada y planeó continuar el duelo de esa manera. Sentada o parada no hacía una gran diferencia y, después de todo, era bien conocido que no tenía problemas en ensuciarse un poco. - Silencius - dijo ahora contra Romina. Ya conocían bien el hechizo, no era la primera vez que Morrighan lo utilizaba en el duelo, y probablemente no sería la última. De la garganta de su contrincante ahora no saldría ningún sonido y ¿quién podía culparla por repetirlo? Disfrutaba mucho el silencio.
  13. ¡Hola! Me gustaría venir a pedir un cambio en mi firma. La hice de cero, ya era hora de que me modernizara un poco (?) Aprovecho el cambio para pedir mis dos conocimientos: Artes Oscuras y Primeros Auxilios. Ya los agregué a la ficha para ahorrarles trabajo, espero que esté bien. Muchas gracias a quien la actualice :3
  14. "Incluso una brisa podría tirarla en esa posición" No pudo evitar que una sonrisa de maldad se dibujara en su rostro considerando las posibilidades que tenía ahora. Dos de las cuerdas que la bruja había enviado habían sido inevitables para su contrincante que había quedado atada de manos y pies. Aún se mantenía en pie, casi por milagro, pero quería ver cómo se las arreglaría cuando tuviera que hacer el más mínimo movimiento. Secretamente deseó que uno de los fantasmas intentara pegarle un buen susto y al tratar de retroceder la bruja cayera sentada al piso. - Morphos - dijo apuntando al zapato derecho de su contrincante, que inmediatamente se convirtió en una araña marrón oscura con varios pares de ojos y largas patas. No era muy grande a comparación de algunos de sus familiares, pero su veneno era mortífero. Con un rápido movimiento la araña inyectó una buena dosis en el pie desnudo de la bruja que comenzó a tornarse ligeramente violáceo. - Expelliarmus - un rayo celeste salió de su varita directamente hacia la varita de Romina. Cuando impactara, el arma mágica volaría a unos cinco metros de su dueña, dejándola imposibilitada de hacer magia. En su opinión el expelliarmus era tan temible como un mismísimo sectusempra. Ella preferiría mil veces morir desangrada antes que tener que imaginarse toda una vida sin poder conjurar hechizos. Por suerte había algunos magos que no lo consideraban así y Morrighan esperaba que su contrincante fuera una de ellas en caso de que no decidiera parar el rayo. Con una expresión de dolor, la morocha le pegó una buena patada a la serpiente que acababa de morderla, provocando que quedara inconsciente y bien lejos de ella. Así se aseguraría de que no volviera a hacer de las suyas. Sentía unas fuertes puntadas donde el veneno había sido inyectado, pero no había de qué preocuparse, todavía estaba a tiempo de curarse satisfactoriamente.
  15. Las estrellas se veían brillantes en la oscuridad de la noche y la luna era casi toda la iluminación que tenían y necesitaban. Los gritos de algunos de los fantasmas producían escalofríos y algo de inquietud. Otros, habían empezado a escoger bandos, optando por alentar a una u otra bruja. Era evidente que hacía mucho tiempo que no pasaba nada interesante en la mansión y cada pequeño acontecimiento se convertía en una gran fiesta. La hierba seca mezclada con hojas caídas crujían bajo los pies descalzos de Morrighan y el piso parecía ser el más frío que jamas hubiera pisado. No había olor a nada, a pesar de lo que uno habría esperado. El aire estaba tan limpio que hasta podría olvidarse de que se estaba rodeado de cadáveres enterrados ahí. Esa mansión tenía algo hipnotizante, uno simplemente no podía dejar de mirarla, y estaba segura que cuando se fuera, pronto desearía volver. Romina había logrado esquivar su primer ataque y comenzado a parlotear sobre cómo ella habría preferido entrar a la mansión - Silencius - dijo Morrighan apuntando hacia el rostro de su contrincante - ya calla. Nada tiene que ver la cobardía en todo esto, yo vine a tener un duelo, no un tour arquitectónico. - Con el hechizo no sólo había logrado que dejara de decir boberías, sino que también impediría que Romina largara cualquier hechizo que tuviera planeado aunque sea por un tiempo. - Incárcerus - dijo al tiempo que tres cuerdas salían disparadas hacia distintas partes del cuerpo de la bruja. Unas irían a parar a la boca, impidiéndole hablar, otras a las piernas, haciendo que pierda el equilibrio y caiga y las otras a las manos, provocando que su puntería falle. Ahora tendría suficientes cosas de las cuales ocuparse antes de seguir quejándose por cosas banales.
  16. Era una noche despejada y aunque Halloween ya había pasado, en el ambiente todavía podía sentirse la emoción provocada por esta festividad que era la favorita de muchos. Al momento de pensar dónde llevarían a cabo el duelo, Morrighan no tuvo mejor idea que continuar con la temática y una mansión famosa por estar invadida por fantasmas era la elección perfecta. Los fantasmas no interferirían para nada en el duelo, no protegerían ni atacarían a nadie pero se los veía cruzar de un lado a otro atraídos por la confrontación. En sus épocas de gloria la mansión era habitada por grandes personajes del mundo mágico y eso se notaba. Era una edificación imponente con varios pisos y un arquitectura estilo gótico de techos negros y columnas adornadas. Morrighan ya estaba preparada y con la varita en mano esperando a la llegada de su contrincante en el patio delantero. No podía decidirse si sería mejor entrar o quedarse en la puerta así que simplemente se paró ahí a esperar. Para la ocasión había elegido llevar una túnica negra que combinaba a la perfección con las lápidas y estatuas que se encontraban atrás de ella. El viento azotaba fuertemente, provocando un silbido agudo que se combinaban con los gritos de los fantasmas. Los árboles estaban completamente secos y en general la mansión y todo lo que estaba a sus alrededores tenía un aspecto viejo y descuidado que dejaba ver la grandiosidad de sus mejores épocas quedadas ya casi en el olvido. - Sectusempra - dijo casi como un saludo mientras apuntaba al pecho de Romina cuando por fin llegó. Un rayo escarlata salió de su varita a la velocidad del vértigo y provocaría cortes tan profundos que la llevarían a una muerte rápida.
  17. Luego de un bastante corto intercambio donde Cirse no hacía más de provocarlos había llegado la hora de irse, nada conseguirían de ella. Todo esto se estaba volviendo algo tedioso de hecho. Las palabras de su madrina no parecían tener sentido y realmente a Morrighan le hacía acordar a cuando un insecto despliega un arsenal de estrategias de intimidación y luego no había nada detrás. Sólo apariencias. Se cubrió la boca con la mano intentando tapar un bostezo y giró sobre sus talones, siguiendo a Vrael. Ya todos se estaban retirando y ella no tenía nada más para decir así que se limitó a caminar seguida de su avis y los animales que había invocado su padrino. - Entiendo, ya tendremos otra oportunidad de atraparlos con las manos en la masa. - dijo con una sonrisa. - Eso es increíble, tenés que enseñarme a hacerlo - le dijo al ver la figura que se formaba en el cielo por orden del mago. Caminaron por el sendero hasta la salida de la mansión bajo el recordatorio de que la Orden había pasado por ahí. Si en esa Mansión realmente había magos tenebrosos no lograrían salirse con la suya, la luz siempre vencía. Una vez afuera Morrighan tomó de nuevo a Vrael por el brazo y desaparecieron para reaparecer en Dragonstone, donde continuaron con la charla que habían dejado pendiente.
  18. Siguió a sus compañeros mientras comenzaban a adentrarse en los terrenos de la Mansión. La bruja jugueteaba con los dedos sobre su varita, lista para sacarla en cualquier momento que fuera necesario. Las hojas se movían cuando las gotas de lluvia impactaban en ellas y la oscuridad de la noche podría ocultar cualquier cosa, por lo que Morrighan se mantenía alerta a cada movimiento y cada sonido. - Avis - pronunció y un grupo de 12 gorriones se formaron alrededor de la bruja con la orden de seguirla y protegerla de cualquier hechizo que quisiera impactarle. Mei ya se había encargado de darle protección extra convirtiendo su ropa en piel de dragón pero más defensas nunca venían mal. Bastante más segura ingresó a la mansión donde se encontraba su madrina manteniendo una conversación familiar con otros miembros de la familia. Realmente esperaba que no causara problemas porque no tenía deseos de dañarla, pero producto de la poción y del antifaz, Cirse no podría reconocerla y eso podría las cosas más complicadas.
  19. Los habitantes de Dragonstone cumplían con sus rutinas diarias y la bruja se encontraba en la sala con Vrael conversando tranquilamente cuando un patronus llegó iluminando la habitación. Morrighan no llegó a escuchar el mensaje que traía, pero al parecer su padrino sí. Obedientemente siguió las órdenes que le daban: bebió su poción multijugos y se colocó un antifaz, sellándolo con un hechizo de presencia permanente. Presentía qué es lo que pasaría a continuación, así que dejó su saquito sobre el sofá, llevando encima lo único que necesitaría: su varita. Su jean algo desgastado y su musculosa negra que la habían acompañado en innumerables aventuras hoy podrían agregar una más a su historial. Se acercó a su padrino y tomándolo del brazo, ambos desaparecieron rumbo a la Mansión Malfoy. Lllegaron en los límites del hechizo anti-aparición de la imponente mansión y una vez allí miró a sus compañeros, esperando órdenes.
  20. Parece que ese día Morrighan estaba lenta, en lo que ella tardaba en pestañear el ambiente había cambiado por completo. Ya se estaba poniendo de mal humor, no estaba acostumbrada a sentirse perdida y no tener todo bajo control. Claro que muchas veces las cosas se salían de control, pero al menos ella estaba al tanto. Soltó un pequeño gruñido cuando la habitación quedó a oscuras, todos estaban enloqueciendo como si fuera algo grave, la oscuridad no es tan mala como parece, sólo hay que mantenerse calmado y enseguida empezás a disfrutarla. Claro, podría disfrutarla si sus primos no le hubieran tirado la cosa rosa adentro de la ropa en primer lugar. La sensación que le produjo esa bolita peluda le había dio un escalofrío, pero no tardó en salir por una de las mangas. Con algo de enojo con sus primos les gritó: - ¿Eso es lo mejor que pueden hacer? - soltó una risotada irónica, sabía que con eso iba a provocarlos nada más - Deberían haberme aprovechado como aliada mientras pudieron. Realmente no estaba enojada, pero pretendía estarlo y siempre había sido buena actriz. Todos alrededor se estaban poniendo nerviosos, y como después de todo ella siempre iba a estar del lado de los gemelos, estaba dispuesta a ayudarlos siempre y cuando le dieran una señal. Una miradita de la que sólo ellos sabían hacer y Morrighan los ayudaría a poner de los pelos a quien quisieran. Pero claro que eso no podía decírselo a nadie, había llegado la hora del espectáculo y parece que Memi, aunque no lo hubiera planeado, sólo llegaba a mejorar las cosas. - ¡Tía! ¿Estás bien? - Corrió hacia ella y aunque todo esto le resultara como parte de una obra de teatro, su preocupación por Alessandra era real, ojalá no se hubiera golpeado al entrar. Jamás la había visto así, esperaba que no trajera malas noticias. Esperó su respuesta antes de decidir si echarse a reír o hacer algo para ayudarla.
  21. ¡Hola! Bueno, pasaba obviamente para poder inscribirme como aspirante :3 Espero estar haciéndolo en el lugar correcto y bueno, nos leemos por ahí :3
  22. Desde que había bajado a la Planta Baja todo había sido un desastre tras otro. Su primera visión fue la de una jarra que se movía sola, pero sabía que ahí estaban sus dos primos traveseando como siempre y eso era lo que buscaba. Antes de que pudiera darse cuenta o decir una palabra ellos se habían encargado de que todo fuera un caos: pintura verde, objetos rotos, ella en el suelo, los gritos de su madrina, golpes y pura locura. Se incorporó un poco confundida y frotándose la cabeza en el lugar donde se había golpeado cuando Cirse gritó que todos fuéramos para arriba. Generalmente era puro amor pero cuando se enojaba realmente echaba chispas y lo mejor era no desobedecerla o las cosas podrían ponerse feas. James y Sirius lograban sacar de quicio a cualquiera. Antes de subir, hizo un movimiento de la varita para ordenar el desastre que los gemelos habían armado ahí abajo. No le gustaban las cosas desarregladas y aunque sabía que no iban a poder zafarse de un reto por sus travesuras, al menos eliminando las pruebas tendrían menos motivos para retarlos. Comprobó que cada uno de los objetos estuviera en su lugar antes de subir de nuevo al primer piso. Emilia se encontraba de nuevo en su forma habitual y la cara de entre desconcierto y horror que tenían las recién llegadas le hicieron recordar que ella todavía no había hecho el cambio de forma y debía verse espantosamente. Se habría quedado así si no fuera porque no conocía a sus invitadas y las primeras impresiones eran importantes. - Soy fea como troll y apesto como orco. - dijo apuntando con su varita a su cara. Cualquier persona con sentido común habría dicho Finite Incantatem pero ella como dueña del negocio de bromas sabía que los hechizos serios sólo empeoraban los efectos de cualquier producto de la tienda. Inmediatamente sintió cómo su cara se transformaba volviendo a la normalidad. - Ahora sí. ¿Qué tal? Soy Morrighan y creo que llegué algo tarde para las presentaciones ¿Alguien sería tan amable de hacerme un resumen? - Por supuesto que conocía a varios de los que se encontraban ahí, pero algunos todavía le eran un misterio.
  23. Su plan "malvado" había sido llevado a cabo con éxito y Emilia ahora era una especie de mujer lobo. Durante los segundos que duró su transformación, con Mayu se miraron, temerosas de que el efecto del caramelo pudiera apoderarse no sólo de la forma física sino también de la personalidad. Por suerte, esa teoría quedó refutada cuando la licántropa temporal se avalanzaba salvajemente sobre Morrighan, haciendo que unos polvos cayeran sobre su cara. Si el caramelo hubiera también convertido el espíritu de Emilia al de mujer lobo, en esos momentos directamente no tendría cara, supuso. Cuando se los dió, no sabía que eran los caramelos que estaban a prueba, pero si miraban el lado positivo, ahora podrían saber qué efecto tenían en las personas. Su cara se sentía rara, la tanteó con sus manos y descubrió que ya no era como había sido hacía unos minutos. Corrió hacia un espejo que se encontraba casi en frente del mostrador, uno con marco rojo sangre y bellos grabados. Al mirarse, el espejo directamente no reflejó su cara. En vez de eso había una mancha negra, y a donde se moviera para verse mejor, la mancha se movía tapándola por completo. Sabía que su cabeza seguía ahí porque podía sentirla, pero había cambiado. "Ay, por favor, quiero ver mi cara" le dijo, y vió cómo la mancha negra empezaba a desaparecer. Esperanzada y sorprendida se quedó mirando fijamente cuando vió una frase aparecer. Como no podía ser de otra forma, la frase decía "Mi cara.". "est****o espejo" le respondió. El espejo a su vez le respondió sacándole una lengua que vaya a saber uno de dónde había salido. Era inútil seguir intentando, aunque quizás, el espejo le estuviera haciendo un favor. Primero le dió bastante furia contra Emilia, ella no la había obligado a comerse el caramelo, sólo se lo había ofrecido "con buenas intenciones". Estaba a punto de arremeter de nuevo cuando vió una cosa rosa que iba rebotando y aterrizó justo en Mayu, provocando que cayera sobre una caja de dentaduras. Esto ya parecía un circo, si alguien entraba podía o enamorarse de la tienda o sentir tanto miedo que no quisiera volver a entrar. Bueno, después de todo era una tienda de bromas, esta clase de cosas estaban perdonadas. Empezó a reírse tanto al ver a su madrina con el trasero mordido por decenas de dentaduras enfadadas, que ya se le habían pasado las ansias de venganza, aunque seguramente pronto volvieran. Anantha vino a anunciarle a su madre que James y Sirius ya habían llegado y parecía que estaban dispuestos a hacer de las suyas. Eso era bueno siempre y cuando trajeran más gente, en vez de hacer espectáculos que los espantaran. Cualquiera fuera su plan, Morrighan esperaba no ser la víctima. Pensándolo mejor, quizás ser cómplice le aseguraría no ser víctima, y un sinfin de risas. Se dirigió hacia la planta baja, donde se encontraban, esperando que las demás pensaran que iba a retarlos.
  24. Se encontraba caminando por las calles del callejón Diagón. Le gustaba mucho ese lugar. Cuando llegó a la puerta de Moco de Troll, el negocio de bromas, se quedó unos minutos contemplándolo como enamorada. Ese lugar era increíble por donde se lo mirara, y por dentro sabía que era aún mejor. Todavía no se acostumbraba a la idea de que podría definir a ese negocio como suyo; de Memi y Mayu también, por supuesto, pero ellas ya tenían otros negocios, para Morrighan esto era una experiencia totalmente nueva e inesperada. - Travesura realizada - Dijo para entrar, alegre por las burbujas que despedía la puerta cuando uno la cruzaba. Ese lugar la hacía muy feliz, les había llevado mucho trabajo poder construirlo, conseguir las cosas y acomodarlas de manera que quedaran perfectas y como ellas las querían, pero lo habían logrado. Saludó a los habitantes de los cuadros, que reían a carcajadas por bromas que se hacían entre ellos y habían interrumpido para corresponder el saludo. Recorrió todas las plantas, observando cada uno de los detalles como la primera vez, haciendo una última inspección antes de que comenzara a llegar la gente. Les habían avisado a todos sus amigos y familiares que ese era el día de la apertura, y esperaba que fueran muchos a visitarlas. En el camino al primer piso, antes de situarse detrás del mostrador, recogió unos caramelos que la habían seducido con su olor y aspecto aunque sabía que no sería agradable comerlos. Estaba distraída cuando los tomó así que no sabía exactamente el efecto que producían, pero los había agarrado de la zona donde estaban los que tenían efectos leves, como mucho harían que quien los comiera tuviera fuertes gases durante un rato. - ¡Bienvenida a Moco de Troll! - Le dijo alegremente a Emilia cuando la vió ingresar al negocio - Me alegro de que te guste el local, estoy muy contenta con cómo quedó. - Hizo una pausa y se le vino a la mente una idea malvada que no dejó que se trasluciera en su cara - ¿Caramelos? - le tendió la mano, donde se encontraban los caramelos que había tomado. Siendo que se encontraban en una tienda de bromas lo más sensato habría sido darse cuenta de que Morrighan estaba tratando de engañarla cuando ponía su mejor cara de ternura, pero realmente esperaba que su amiga se la creyera y decidiera comer uno. - Ah, por cierto, bonito acento.
  25. Luego de lavarse la cara salió del baño, refrescada. Cruzó de nuevo el lugar extrañada porque no podía ver a Elvis por ningún lado. En cambio había otro hombre hablando con Dragona. ¿Se habría ido sin saludarla? No, aunque no lo conocía mucho, no parecía algo que él haría. Y ¿Quién sería ese extraño? Por las caras Morrighan no terminaba de darse cuenta si eran viejos amigos o si la bruja estaba en problemas. No quería interrumpirlos, quizás estuvieran hablando algo importante, pero debía corroborar que la jóven se encontrara bien. Preguntarle sobre el auror sería una buena excusa, después de todo también quería saber dónde se encontraba. Se acercó a la mesa, tratando de interrumpir lo más delicadamente posible. - Hola, perdón que los moleste. Dragona ¿Elvis se fue? ¿Te dejó dicho algo? - Justo cuando terminó de preguntarle miró por unas ventanas y lo vió parado afuera. Qué boba. - Ah, ya lo vi, desde allá no se lo veía... Bueno, creo que iré a buscarlo, pero espero verte pronto. Fue un gusto conocerte. Le dió un beso en la mejilla a su nueva amiga y asintió en forma de saludo al chico que la acompañaba. Por lo que parecía eran amigos, así que había preferido dejarlos tranquilos. Cuando salió a la puerta se encontró con Elvis que estaba esperándola. Le dedicó una sonrisa tímida mientras se acercaba a él y lo tomaba del brazo. Miró directamente a sus ojos y asintió: "Estoy lista."

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