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Rosália Pereira

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Todo lo publicado por Rosália Pereira

  1. Rosália se despertó de un sobresalto. Se había quedado dormida esperando los movimientos de la mortífaga. Sintió susurros, de sus plantas, que le indicaban que algo estaba pasando. Parpadeó repetidas veces y se acercó con un par de saltitos hacia el centro de la sala. Una neblina casi traslúcida se había presentado para servirle de apoyo visual. Ahí se proyectaría todo lo que la participante de la prueba haría para llegar a la isla. Se había dado cuenta que en toda su pequeña reunión y en ese mismo día, no había materializado su vara de cristal. Todo partía desde su visión pedagógica. El uso de magia innecesaria entorpecía el proceso de enseñanza. Pero a veces no quedaba otra. El tema era que, habilidades como Legilimancia, no sólo se tenían que aprender. En realidad, cualquiera podría entrar en la cabeza del otro con un veritaserum, quedaba en hacer las preguntas correctas y… ¡Ya! Sabías lo que pensaba el otro, su opinión, su verdad. Pero en sí, visitar la otra mente correspondía con una conciencia sobre todos los riesgos que ello conllevaba. Para eso estaba ella, en definitiva, porque era un testimonio en vida de los horrores y virtudes de la habilidad. Para guiarlos y mostrarles el inicio del camino. El resto, tendrían que hacerlo solos. Como la mortífaga, en este momento. - Vas bien Leah. Pero tienes que soltarte más. No debes resistirte. La resistencia impide el cambio. Mira tú lenguaje corporal. Estas tensionada. De lo contrario no vas a poder recibir lo que hay más adelante. Rosália lo sabía más que nadie. El ciclo de la vida es importante en todos los espacios y ámbitos. Había un tiempo para todo. Desde su infancia, siempre estuvo en contacto con el mundo muggle y su realidad, la social, política y económica Latinoamérica; que en la primera mitad del siglo veinte se vio agitada por constantes movimientos que fracturaban el tejido social. Cuando volvió en sí, tras su exilio en la jungla, pasó meses en shock por los golpes y el terrorismo de estado que se habían desarrollado. Entre otras cosas, admiraba a Salvador Allende, y sentía en carne -o tallo- propia que “ser joven y no ser revolucionario es una contradicción, incluso biológica” (02/12/72). Legilimancia era soltar. Sol-tar. Soltar-se. - Te estaré esperando. Tómate tu tiempo. La maduración es un proceso constante. Siempre estamos creciendo.
  2. El sol entraba tímidamente por la ventana, atravesando unas cortinas color crema, tiñendo la habitación. Rosália se daba vueltas en su gran cama de sábanas blancas. Bostezó. De a poco comenzaba a levantarse. Se refregaba sus ojos ámbar mientras se acostumbraba a la luz. Estiró sus brazos porque, ¡qué a gusto estaba! Dormir hasta tarde en un día de inverno, hasta que la luz levantara cada una de sus compañeras y amigas plantas. Esos eran los placeres que hacían que ella se aferrara a la vida. Se incorporó de repente. - Por todos los álamos, ¡me dormí! Se levantó un tanto apresurada, colocándose rápidamente las pantuflas a un lado de la cama. Fue al espejo e intentó arreglarse todo lo que pudo. Sus cabellos rojizos estaban completamente desordenados. Tomó un cepillo e intentó lo imposible mientras buscaba un poco de maquillaje entre los múltiples cajones del lavamanos. Se ató el cabello en una coleta y se lavó la cara. Metió rápidamente el cepillo con un poco de dentífrico y empezó su rutina de mañana. - ¡Ahíg shalgoh! –gritó con espuma en la boca, en un intento desesperado de que sus alumnos la escucharan. ¿De qué servía tener tanto poder mágico si uno no se podía despertar a tiempo? Se había olvidado completamente de la carta que le habían mandado los directores de la universidad. Y bueno, ahora estaba sufriendo las consecuencias No encontraba la base y se desesperaba cada vez más. Rímel, un poco de gloss y algo de base en las mejillas. Se arregló todo lo que pudo. Por eso, ni bien se decidió a que ya estaba decente, salió disparada de su habitación hacia el pequeño pasillo que daba a las escaleras de madera. Bajó, haciendo que cada escalón diera un pequeño chillido. En tanto que se acercaba a la puerta, podía sentir la presencia de mentes. No de su contenido exacto. Sino de que algo estaba allí. Tampoco podía enfocarse, ya que ni siquiera había desayunado. Se había levantado hacía diez minutos literalmente. De igual manera, lo sentía en sus raíces. En definitiva, no le hacía falta entrar escuchar los pensamientos del otro para saber que estaba ahí. Estaba conectada con la tierra que pisaban. Simplemente los sentía. Se paró frente a la puerta y pasó sus manos por su largo camisón de algodón. Era de color turquesa, con jazmines bordados. No tuvo tiempo de elegir su atuendo para la ocasión. Abrió lentamente la puerta y espió para ver de quienes se trataban. Parpadeó lentamente. Estaba un poco somnolienta. Extendió una sonrisa y terminó por abrirla, para definitivamente presentarte. - ¡Buen día! Perdonen la molestia. He de admitir que se me ha pasado la hora de despertar. Pasen, pasen. Me acompañarán en el desayuno saludó con efusividad mientras agitaba sus brazos. Insistió con los brazos para que entren. Dejó la puerta abierta mientras ella se iba hacia la cocina. La cabaña de Rosália tenía el hall de entrada que se extendía hacia la sala de estar, a la izquierda de entrar, se veía como este mismo espacio se proyectaba a la cocina. Una vez allí, ella colocó una tetera al fuego, y unos granos molidos de café en una french press. Luego, colocó unos trozos de pan en una hornalla un poco arcaica y terminó de sacar un poco de manteca y queso crema de una pequeña heladera. - ¿Así que ustedes tienen ganas de aprender Legilimancia verdad? Eso es hermoso. La verdad. Siempre es bueno que haya gente que tenga ganas de abrirse a otros. No se preocupaba realmente si ellos estaban allí o no, porque sabía que la iban a terminar escuchando. La cocina contaba con una pequeña mesa alargada con seis sillas. Una larga ventana que se extendía por una de las paredes, llenando de luz natural el lugar. Todo estaba de un tono rústico, característico de las viviendas que la Universidad. - ¿Café? ¿Tostadas?
  3. Las pruebas del lago eran ese concepto abstracto que se cristaliza en la propia mente de los participantes. Era raro. Incómodo. Difícil de ver. Pero esta incomodidad, no nacía de algo gore o erróneo para el sentido de la moral predominante. Sino por la propia exasperación que puede generar al público. Porque era simple, uno entraba y hasta que no terminaba, no podía salir. Ni siquiera el Arcano podía estar físicamente. Y eso podía ser peor que una tortura china para alguien ansioso. Por eso, siempre se recomendaba ir con la mente en blanco. Aquellos… Aquellos que buscaban la obtención del conocimiento en sí, y solamente eso, se perdían de tantas cosas. Del disfrute, del viaje, del camino. Los ansiosos por llegar, se toparán con la dura realidad de que la existencia tiene un límite. Y que si uno se apresuraba, corría, volaba o tomaba un tren bala; sólo para llegar a ese límite, entonces, no quedaba nada. Con la habilidad, pues, es parecido. Porque es un viaje, en definitiva. Si uno se fijaba nada más en el beneficio propio, podían ocurrir cosas malas. Luego de sacarle todo el jugo posible a una mente víctima de una intromisión no amistosa, la acción podría transformarse en algo perjudicial para el practicante. Rosália estaba ya en la sala de la estrella de cinco puntas, en la antiquísima pirámide de la solitaria isla. Esperaba tranquila a Leah, apoyada en el marco de la puerta de su habilidad. Jugaba con pequeños brotes de enredaderas en sus dedos. Estaba despreocupada. Iba a llegar cuando iba a llegar. Aparte de eso, tenía cara de aburrida y cada cierto tiempo, recorría el ouroboros. Se había levantado temprano. Desayunó, un poco de café y tostadas con quínoa. Terminó de trabajar unos textos que le habían pedido de la Universidad. Y para la hora de la siesta, se predispuso a visitar el lago. Ansiaba con llegar a la cabaña nuevamente y relajarse en su bañera, llena de flores de loto. Eran cuatro las pruebas que debía pasar Leah para llegar hasta Rosália. Todas tenían que ver con el manejo de los sentimientos, memorias y emociones. En definitiva, la identidad. Para poder entrar en la identidad ajena, había que estar dispuestos a entregar la propia. Y sentir la transformación. Facilitar el canal. En cada instancia tendría que dejar una memoria. - El bote está anclado, el bosque está en buenas condiciones, las rejas del laberinto están colocadas y la puerta de la pirámide cerrada. Repasaba en voz alta los primeros pasos. El objetivo de la brasilera consistía en que Leah pudiera otorgar como parte de pago recuerdos de igual importancia. Esto le jugaba en contra a ella en muchas formas. En la magia, siempre hay que hacer un pago equitativo. El bote no se movería, el bosque no la dejaría pasar, la reja no cedería y la pirámide no se abriría; si ella en cada instancia no entregaba un recuerdo de la importancia igual que tenía ella para aprender la habilidad. Ergo, si la importancia de la misma era poca, le costaría el triple la prueba. Si ella estaba determinada en pasarla, entonces, sus más oscuros secretos podían ver la luz del día. Y Rosália iba a seguirle cada paso
  4. Era Rosália la que estaba guiando a Leah por sus recuerdos más cercanos con respecto a sus clases. Y era la excusa perfecta, la verdad. Ella no se arriesgaría a tal plan por nada, pero lo tenía que hacer por dos cosas. Por una parte, tener a un alumno dificultaba un poco el proceso pedagógico, porque tenía que enseñar en base a algo abstracto y no sobre lo real. Por la otra, la naturaleza de la Arcana era llevarla hacia la supervivencia y la legilimancia era su arma más importante. Por eso, dejando que la mortífaga se concentrara en visitar a un minúsculo recuerdo; la arcana, con el anillo que potenciaba sus poderes innatos pudo ver tras aquellas cesuras que dejaba Leah. No era nada profundo, sólo saber las clases, poderes mágicos, y demás habilidades por las que había transitado. Pero esas cesuras significaban que cuando un mago accedía a la mente de uno y era consiente, se formaba como un canal de comunicación entre los dos. A veces, los afectados por legilimantes, podían ver el mundo bajo los ojos del otro sin ni siquiera saber la existencia de la habilidad. Esa era la sutil manera en que la habilidad ganaba tanto poder. Este canal, vivo, latente, era el arma de doble filo que cualquier mago practicante de la legilimancia debía afrontar. Fueron como cosquillas para Leah. Algo fugaz, rápido, una mirada; como cuando uno ojea un libro, o mira su índice. Sólo para asegurar la tranquilidad de Rosália. Ni siquiera la alumna se dio cuenta. Por suerte, respondió afirmativamente para la prueba del lago. El viaje de ella había estado bien. No se podía quejar. Ya con el anillo, si es que lograba pasar la prueba final, iba a llenar los baches que pudo haber tenido en el momento de la visita, como ignorar los sentimientos, o las perspectivas de Pereira cuando encaraba la enseñanza. Nada grave, pero si uno se lanzaba a hacer una profunda travesía, tenía que aprovecharla al máximo. - Bien Leah, te espero mañana en la isla del lago. Ahí tomarás tu prueba. Descansa, relaja tu mente. Acomodó su cabello rojo. Estaba tan tranquila que hasta uno podía desconfiar si la intromisión no había sido al revés. Como si fue ella la que llevó de la mano a la rubia por esos espacios dentro de su mente. Suspiró y le ofreció el brazo para entrelazárselo con el de ella. Su cuerpo habló, pidiendo que la acompañe. Iban para la salida del invernadero. - Déjame llevarte hasta la salida del invernadero. Así fue como salieron de aquella cúpula de cristal que se había construido como algo especial en esas últimas horas. Lo que haría Rosália después, no lo sabemos. Capaz, iba a terminar de visitar a sus plantas. Luego, tomar un té mirando el atardecer con Sajag. A la noche podía ir a cenar con su amiga Aailyah. Antes de dormir, limpiar un poco su habitación y un poco de cuidado personal. Todo esto, disfrutando con placer su tranquila vida de Arcana. Porque el día siguiente, sería la prueba, y hasta ella misma tenía que descansar.
  5. - Es curioso, Leah. Y claro que iba a ser. Porque la psiquis humana iba más allá de lo que una persona hacía o se comportaba. Es difícil intentar discernir entre los puntos más importantes de la psicología, porque existen corrientes y autores diferentes. Pero Rosália, con su experiencia como legilimante, sólo podía conceptualizar esta intervención de una forma simple, como una metáfora: visitar otras mentes era entrar en un laberinto. Las herramientas del legilimante eran muchas, como intentar cortar el camino o tener el olfato necesario para alcanzar el punto necesario. El lenguaje, es clave en este tema. Funciona en base a las locaciones. Una palabra, o una experiencia, pueden tomar diferentes connotaciones si se modifica la posición. Por eso, toda información previa es importante a la hora de identificar y descifrar el propio lenguaje. Y a ese punto quería llegar ella. - El lenguaje corporal es clave, sí. También su léxico y la forma de referirse. Su posición en el rango social, como también sus acciones o sus justificantes, si es que se verbalizan. Tomó la bebida y suspiró. La última pregunta le daba escalofríos. En su aprendizaje había visto a grandes magos perderse en la mente del otro. Un proceso del cual no había un fin, y que se terminaba en su propio inicio. Y era la pelirroja, en ese momento, la que estaba intentando reunir las palabras necesarias para poder explicar este fenómeno. - No hay forma. La legilimancia es de uno a uno. No hay terceros que intervengan. Es tu mente, contra la del otro y tus instintos de supervivencia para no quedarte absorbida en tu otra persona. El peligro, es que es tu mente la que se fusiona con el otro y no solamente tienes riesgo de quedarte unido para siempre, sino que también vuelvas siendo una Leah completamente diferente a la que tus cercanos conocen. Terminó su bebida y se incorporó. En cuanto comenzó a moverse, los lirios naranjas salieron de su espalda al entender que ya no tenían necesidad de ser ahí. Movió su cabello y le dedicó una sonrisa a su acompañante. - Mira, Leah, siendo sincera, las herramientas las tienes. Conoces la Oclumancia y esa es una gran ventaja. Podemos seguir trabajando, pero creo que ya estás lista para la prueba. Le tendió la mano para que ella se levante de su silla. - Te propongo algo. Liberaré mi mente lo suficiente como para que puedas probar. Pero para la prueba de legilimancia no se necesita más que la seguridad y confianza en no perderte en la mente del otro. Y eso es algo, que no te puedo enseñar. Rosália se comodó. Estiró sus brazos y quedó mirándole a los ojos a Leah. Le dejaría explorar sólo las memorias que tenía sobre sus clases con Emily Karkarov. Ella le serviría como guía, mostrándole el camino hasta esos momentos y acompañándola para su salida. - Cuando terminemos la visita, puedes contestarme si estás lista para la prueba en el lago.
  6. El sol brillaba como nunca, levantando lentamente las bajas temperaturas. Por su parte, las mujeres protegidas dentro del hermoso invernadero iban trabajando de a poco. Rosália, cada tanto, canturreaba una dulce melodía mientras iba de planta en planta. Regaba, podaba, y controlaba que el suelo esté en perfectas condiciones. Lo bueno de ser lo que sea que era ella, era que en el momento del cuidado diario, cada una de sus amigas se disponía con mucha alegría al trato. Escuchó con especial atención cada una de las palabras de la Ivashkov. Uno de los puntos fundamentales que había que tener en cuenta al momento de enseñar una habilidad son los conocimientos previos del interesado. De ahí, que se exigía una importante flexibilidad para adaptarse al proceso de aprendizaje. Leah, por su parte, ya se presentaba como oclumante y por ende, todo iba a ser más fluido. Por último, se sorprendió cuando ella le habló sin mover los labios. Fue como un aire fresco, acariciando la mente de Rosália. Leah estaba haciendo un excelente trabajo. Se notaba desde leguas que la herbología era algo natural en ella. Y lo mejor, es que habían terminado casi la totalidad de los quehaceres diarios. En el caso de la Arcana, se encontraba llena de barro y con una sonrisa en su cara. No había nada mejor que la satisfacción de una tarea cumplida. -¡Excelente Leah! Acompáñame, vamos a charlar un poco más. Tras una breve caminata llegaron al centro del invernadero, donde una fuente de tamaño medio yacía sin funcionar. El agua mantenía una dominante verdosa. Aun aislándose de la temperatura, el invierno podía dañar el funcionamiento de cualquier fuente y a veces era mejor permitirle un break de sus actividades y apreciar su paz. Junto a esta, había una mesita de cristal con pies de hierro azabache, junto con dos sillas que hacían juego. Y como debía ser: todo el mobiliario con detalles de ramas y hojas ¿qué se podía espera? - Sí, tienes razón. Pero hay más. Por favor –terminó con un gesto, ofreciéndole uno de los asientos. Rosália se sentó y suspiró aliviada. Se inclinó y sirvió un poco de limonada, con menta y jengibre, para las dos. Era de esas frescas, pero que te dejaba el picor característico de un rizoma bien fresco. - La legilimancia tiene una fama terrible. Calló y dio un sorbo a un vaso que transpiraba. - ¿Alguna vez le dieron un consejo sin que usted se lo pidiera? ¿Alguna vez alguien creyó que sabía por lo que estaba pasando? Las personas piensan que pueden extraerse completamente de su mente, en busca de la “empatía”. Y no solo fallan. Se quedan ciegas. Al momento en que comenzó a hablar, cruzó sus piernas y se inclinó hacia delante. De su espalda, comenzaron a aparecer pequeños brotes de lirios naranjas, los cuales ella recibió con gozo. Estaba interesada. Pero mantenía distancia. - La Legilimancia te permite entender perfectamente al otro –sonrió-. Por favor, maestra suena demasiado formal. Se acomodó en su lugar. Necesitaba darle toda la información. - Hay dos niveles. Cuando escuchas los pensamientos superficiales de los demás, como cuando se preguntan si le dieron de comer al gato. No hace falta contacto visual, porque son las mismas personas la que te lo comparten –casi se ríe de su propio ejemplo. Suspiró nuevamente y cambió el semblante a algo más serio-. Luego, está la otra. La invasiva. La que necesitas conjuntar. La que el otro, sabe que lo estás visitando. Y por lo tanto, la más peligrosa. ¿Cuántos magos han caído pensando en estar a salvo practicándola? ¿Cuántas mentes perdidas? ¿Cuántas fusiones? Al entrar en la mente del otro, te vuelves vulnerable. Quedas estático. Porque cada mente es diferente y ajustarse lleva su tiempo. - ¿Qué crees que pasa cuando tu mente entra en otra cosmovisión? Te pregunto, porque necesito saber si realmente estás enterada de los grandes riesgos de la habilidad. Porque a diferencia de las otras, necesitas a un-otro. Un-otro, que tiene sus propias reglas. Que tiene otra estructura mental. Que se presenta diferente. Volvió a darle otro trago. Los lirios cada vez se hacían más presentes. - Me gustaría que empecemos por entender al otro sin arriesgarse. Aplicar Legilimancia, sin legilimancia –movió sus cabellos rojos para atrás-. ¿Qué métodos usarías para poder deducir cosas de tu interlocutor?
  7. Ella iba bajando las escaleras con poco de prisa. El simple hecho de su esencia le daba una conexión con la naturaleza que le resultaba en muchos casos, como unos segundos ojos. Por eso estaba como extrañada. Usualmente los pensamientos de aquellos novatos en el arte de la Legilimancia eran bastante ruidosos en la puerta de su hogar, pero allí, en esa mañana, el silencio era sepulcral. Por otra parte sus amigas con raíces sí le comentaron de alguien esperando. En su cabeza sólo había una sola palabra: Oclumante. ¡Qué astuto! Enfrentar a la Arcana de Legilimancia con aquel don otorgado por Aailyah. Un poco podía entender por qué. De todas maneras no preocupaba en formular muchas teorías, pero sí abarajó un par de escenarios, capaz tenía algo que esconder. Siempre los Oclumantes tienen algo que esconder. Por algo cerrarían su universo. Por alguna razón rechazarían las visitas. Su mente calló cuando abrió la puerta - ¡Buen día! Le sonrió con los ojos y abrió de par en par los brazos. Su cabello rojizo bailó con ese movimiento y los rosales enanos que adornaban el frente crecían con vigor. Respondían a su tono y saludaban a Rosália al igual modo. Ella llevaba un vestido holgado de mangas largas color crema, que le llegaba a los talones, dejando ver unas botas de jardinería manchadas con barro. El día anterior había llovido y el invierno no cesaba de entregar duras temperaturas. - Mi nombre es Rosália ¿Puedes acompañarme al invernadero? Es media mañana y tengo que cuidar a mis plantas. Dicen que esta noche vendrá una helada ¿Te gusta la jardinería? El tono no era el mejor. La arcana era charlatana, aunque no del todo amigable. Seguía desconfiando de los magos y sus intereses. Pero estaba todo bien. Enseñar era parte de su supervivencia. Al menos esa mañana tendría a alguien que la ayude con sus plantas. Capaz y hasta podrían compartir un té con bocadillos. En definitiva primero sus cosas, luego la pedagogía. Le hizo un gesto con la mano para que la acompañe. Y el resto de las situaciones pudieron ser de la siguiente manera: Rosália tomó la iniciativa y comenzó a caminar hacia el lado izquierdo de su cabaña, donde había una hilera de piedras que improvisaban una suerte de camino hacia lo que a lo lejos era el invernadero. Con cada paso, las plantas se inclinaban hacia ella como si se hubiese presentado un fuerte viento. Ella giraba para todos los costados de vez en cuando, como saludando a sus amigos. Si de por sí habíamos dicho que había una relación, esta era más fuerte con aquellas plantas cuidadas por ella misma. Se paró frente al invernadero y giró hacia Leah. Puso sus manos en los picaportes de la puerta de vidrio y clavó su mirada ocre en ella, como intentándola leerla. Suspiró y abrió las puertas. Un fuerte olor a vegetación salió del mismo invernadero. El ambiente era más pesado por la humedad. Largó una risita al notar que sus cabellos comenzaban a levantarse por el frizz, acentuando una leve melena escarlata. - Disculpa señorita Oclumante ¿o debería decir señora? Es que, no le pregunté su nombre –dijo mientras caminaba en frente de su acompañante. Se dirigía a un pequeño armario, del cual sacó unos guantes, tijeras de podar y una regadera. Se volteó hacia ella y le entregó los utensilios. Estaban desgastados, pero servían al menos. - Empezaremos por los tulipanes. Luego de que terminemos el lado derecho del invernadero iremos al centro, que hay una fuente. Hay que cortar lo maltrecho. Puedes quedarte con las flores que desees. ¡Oh! Antes que me olvide, creo que deberíamos hablar un poco del tema ¿Qué sabes de la Legilimancia en general?
  8. El viento había cambiado de dirección. Rosália podía sentirlo porque las plantas se lo comunicaban. No necesitaba verlas o escucharlas. Las sentía. Pero era un sentimiento ya conocido, estaba enfocada en su alumna, que estaba atravesando diferentes situaciones que le imponía la prueba. Podia sentir, ver y escuchar lo que le pasaba a Emily. No parecía que ésta corriera un gran peligro como otros pupilos, pero era toda una travesia. Pudo ver aquel risco. Y Rosália se sumergió en sus propios pensamientos. Aquella caída sin fondo le recordaba a las mentes de las personas. La Legilimancia era como dejarse caer a ésa altura y perderse en la oscuridad, teniendo la posibilidad de encontrarse con cualquier cosa. Y eran pocos los capaces de controlar la caida, de ver que dentro de aquellas paredes del risco, podía haber entradas a cavernas que llevaban a sitios profundos y oscuros, como la mente. La Legilimancia te permitía ver tanto la superficie como hasta el más mínimo detalle. ~Emily~ Susurró la Arcana de la Legilimancia, cuando la pupila salió expulsada del portal casi sin que ella se diera cuenta, estaba tan concentrada en su pasado, en "tapar esas entradas a las cavernas" que no pudo ver directamente cuando el portal decidía que ya era momento de que la alumna pasara al siguiente paso. Rosália sacudió su mente y quedo en blanco. Desapareció el espejo con el que miraba todas las imágenes de la bruja y se acerco a ella. Lo primero que vió fue el anillo que posaba en el dedo de la Cartwright. Era casi idéntico al de ella. ~Bueno bueno. ¡Lo has logrado, muchacha! ¡Anda, ve! Ya has conseguido pasar la prueba. ¿Te encuentras bien? Espero que si, porque ahora tienes el camino libre para andar como una legilimántica~ Rosália le dedico un fuerte abrazo mientras ambas caminaban fuera de la Sala Circular. El portal desapareció, esperando poder recibir a otro alumno. Cuando atravesaron la puerta de entrada, la Arcana se encargó de llevarse a Emily de allí sin la necesidad de pasar por cada obstácul0 de nuevo. @
  9. El portal estaba haciendo de las suyas, y Emily tenía que desenvolverse en dos direcciones. La primera era contra la Legilimancia. Su cabeza era como un libro que estaba siendo leido, que estaba siendo analizado detalle a detalle para que la prueba pudiera llevarse a cabo. Pero la segunda, era que la alumna tenía que recurrir a la Legilimancia para sobrepasar muchos obstñacul0s, asi que era algo en dos sentidos. Rosália Pereira tambien fue cegada por aqulla luz blanca. Pudo ver la puerta roja y la Arcana pudo hasta apropiarse del sentimiento que le provocaba aquello. La Arcana se acomodó un poco mejor el cabello, mientras aquel espejo le mostraba todo lo que necesitaba ver. La vestimenta de la híbrida se erizaba cada vez que Emily hacía algo bueno o malo. Estaba enfrentándose a algunas cosas pero la profesora sabía muy bien cuánto le faltaba para llegar. ~Ésto te servirá de ayuda, Emily~ Murmuró la Arcana, moviendo su Vara de Cristal. No quería complicarle la situación, al contrario, queria ver si la jovencilla se estaba desenvolviendo tan bien como lo venía haciendo. ¿Qué había hecho Rosália? Solamente había materializado el objeto favorito de Emily a la prueba. ¿Por qué? A la Arcana le gustaba jugar un poco, y que la chica se encontrara con eso, en un momento sensible, le dejaba un margen para analizarla. ¿Qué haría con el objeto? Ya era problema de ella, hasta tal vez ni siquiera lo notaba. La profesora esperó.
  10. Rosália miraba fijamente a Emilly al verla cruzar el umbral. Sabía que tras el aspecto de niña delicada, había una bruja totalmente decidida a realizar la prueba, Tal vez la había complicado con algunas situaciones pero lo que era cierto, es que si ella no sabía que se trataba de una prueba, entonces eso haría que Emily se desenvolviera con más naturalidad. Era toda una fachada, sin embargo, lo que podía suceder ahi dentro, podía afectar de manera real a la alumna. Del blanco brillando, la joven bruja pasó a un negro, totalmente negro. La mente de la chica había empezado a jugar y no sabía qué tanto podía afectarla, pero la Arcana sabía muy bien que todos los magos y brujas de Ottery siempre empezaban con algún suceso en la familia. La Arcana observó desde lejos, pero miró cada detalle para ver qué sucedía con sus hermanos y de dónde provenía la voz grave. "Una barrera menos. Pero hay más, vamos Emily, el portal no se rendirá jamás" Rosália no había querido asustar a su alumna, pero el portal claramente jugaba con cada centímetro de nuestros corazones. Hasta no probar todo el poder que tenian las mentes, no se iba a detener. Asi que estaba segura que tenía muchas cosas para ver. Por eso que la Arcana se cruzó de brazos frente al espejo encantado que tenía, para analizar a su aprendiz.
  11. Rosália sonrió de una manera pícara cuando Emily logró encontrar la primer estatua. Era una muchacha astuta, estaba orgullosa de su alumna, y sabía que aquellos trucos que le había enseñado, eran solamente la base de lo que podría hacer. Tenía buen control de su mente, aunque le faltaba, pero con la práctica sabría ir directamente a lo importante. Rosália pudo ver a través de su mente, como Agua era la primera en ser derribada. La Arcana de la Legilimancia se fue apareciendo casi pegada a los talones de su alumna. Cada vez que ésta derribaba una de las defensas que había puesto a modo de estatuas, le daba mucho más ansiedad, la adrenalina recorría su cuerpo con mayor velocidad. Incluso la ropa que portaba, se erizaba como las flores cuando amanecía. Las hojas susurraban entre ellas mientras las diminutas flores que se agrupaban sobre su hombro, se abrían sedientas de oxigeno y luz solar. Pasaron unos minutos para que Emily llegara a la sala Circular. ~Emily. Eres maravillosa, niña. Cada dia me sorprendes más. Serás una gran legilimántica. ¡Pero atención! Eso no fue la prueba, solo unos obtácul0s para que el Portal observe la fuerza que cada alumno posee. Ahi dentro, vas a encontrarte muchas cosas. Buenas o malas. Pero no estarás sola. Para éso tenemos éste anillo.~ Rosália se atrevió a rodearla con un abrazo. No la conocía demasiado a pesar de saber hasta el último detalle de su historia. Pero ahora que le había demostrado como era en persona, la sentía mucho más cercana. Todos sus alumnos le habían enseñado algo nuevo, donde su imagen de cómo eran las personas, había cambiado. Tal vez sus padres eran monstruos a los ojos de Rosália, pero allí los legeremánticos al menos, eran más similares a ella. La invitó a pasar, cerró la puerta para que nadie las molestara y se acercaron al centro de la Sala, donde se encontraba la estrella de cinco puntas, con el Ouroboros rodeándola. Se agachó y tomo un anillo plateado que le entregó. ~Con ésto podremos estar comunicadas, me servirá para saber todo lo que haces ahí dentro. Asi que si necesitas ayuda, no dudes en utilizarlo. Podré estar contigo en tu cabeza, al menos~ Rosália Pereira rozó su propio anillo con sus dedos. Éste giro sobre su mismo, irradiando una hermosa energia, unas diminutas chispas verdosas, con la piedra radiante de magia. Sonrió, había sido dificil obtener su cargo como Arcana pero su habilidad lo demostraba. Volvió su atención hacia Emily y el portal se hizo presente entre ellas. Era simple y reflejaba la imagen de ambas. Todo el borde estaba iluminado con una luz violeta, al igual que los adornos y jeroglíficos que se encontraban sobre ella. ~Será difícil pero no imposible. Sé que podrás atravesar la prueba sin problema. Aunque hay una complicación que tal vez no te dije. Allí dentro, olvidarás que estas haciendo la prueba. Al menos hasta que sea hora de que regreses. Y eso será cuando tu lo decidas. Si el portal te deja atravesarlo, entonces eso querrá decir que habrás terminado. Yo esperaré aquí por ti. ¿Estás lista? Puedes entrar cuando quieras~ La Arcana hizo un ademán con su mano y el portal se abrió. Sabia que Emily entraría cuando estuviera lista y saldría cuando fuera el momento. Ella no podía meterse a la prueba pero la esperaría allí. Solo podría mirarla y darle palabras de ánimo pero nada más, asi que la prueba terminaría cuando Emily volviera a la Sala Circular. Le comentó que tambien sabría que la prueba estaba finalizada, porque su anillo simple, plateado como la luna, se volvería igual que al de ella, aunque solo fuera una réplica. Pero estarían conectadas de por vida.
  12. Rosália sintió que su pecho se oprimía un poco. Las personas jamás se iban a dar cuenta que ser Arcana de la Legilimancia, no significaba enseñar a leer mentes solamente. Representaba que todos los recuerdos ajenos, todos los dolores y alegrías, todo lo que las personas tuvieran dentro de su cuerpo, pensamientos y sentimientos, le pertenecieran. Ella podía sentir el mismo dolor que alguien estaba sufriendo. O la alegría por una buena noticia. Era una heredera de todas ésas cosas que conformaban a las personas. Rosália era todas las personas. Se dió vuelta cuando su alumna la llamó. Era una voz decidida a continuar, pero Rosália sabía el peso que cargaba con aquellas nuevas imágenes que había visto. Podíamos decir que no la había afectado tanto en cuanto a lo que había visto, si una persona era una madre o una abuela, no cambiaba el amor hacia ella, sino lo que había hecho. Pero Emily había logrado enfrentarse a una de las cosas más importantes de su vida. No solo que había logrado ver ambas cosas, el amor u odio, sino que hasta lo había asumido. ~Es la hora. ¡Mira! El portal te espera, es el momento, jovencilla. Ya no tengo nada más que enseñarte, hay personas como tú, que han nacido para ésto. ¿Estás lista para tu prueba?~ Cuando Rosália apunto con sus dedos hacia su derecha, ambas pudiendo ver como un portal se materializaba justo donde comenzaba el camino que iba a diferentes zonas de la universidad. La Arcana se había dado cuenta que sus alumnos que abordaban la habilidad, los estimaba más de la cuenta. Pero tampoco quería ir a abrazarla y felicitarla, eso era cuestión de niños, ella sabía que con aquel acto de que el portal la había ido a buscar a donde se encontraban, era una manera de enseñarle que había hecho un excelente trabajo. Incluso había hecho más cosas, asi que la prueba estaba lista para ella. Rosália le dijo que lo atravesara cuando sintiera que fuera el momento. No quería presionarla pero tampoco su deseo era esperar ahi por horas. Aprovechó el momento antes de que se fuera, para entregarle un pequeño libro que contenía información sobre los datos importantes de la Sala Circular y los Portales de las Habilidades. No decía mucho pero acercaría a la joven a que se presentara ante una mayor seguridad. Rosália miró hacia el lago. ¿Vendría alguien nuevo o se iría a esperar a su casa?
  13. Rosália estaba por encima de la Gran Pirámide, por encima de las nubes. Ella era la brisa que acariciaba los árboles, ella era las rocas que estaban estancadas en el lago, ella era el humo que ascendía en espiral desde las fosas del Guardián. Realmente la Arcana estaba sentada en el suelo, con los ojos cerrado, con su cabello como el fuego, concentrada en cada objeto viviente, usurpando su mente. Nadie era capaz de lo que ella lograba. ¿Ser una roca o el agua? ¿Pensar como una rama o moverse como el sol? Ella podía hacerlo, podía moverse entre pensamientos. Y así fue como se ayudó a preparar todo. Solo bastó un movimiento con su Vara de Cristal para depositar cada cosa en aquellos puntos importantes. Esperaba a su alumna que había aparecido justo luego del lago, en la zona de embarque, donde había algunas barcas que esperaban poder cruzarla por aquellas aguas cristalinas. La prueba realmente no estaba en llegar a la isla, cruzar los árboles, atravesar los setos y presentarse ante la pirámide, sino en cada estatua que había allí. Eran cuatro. Cada una representaba un elemento. Agua en el borde del lago. Tierra posaba cerca de aquellos árboles. Aire se encontraba escondida entre los altos setos del laberinto. Y Fuego vigilaba atentamente la puerta a la pirámide. Emily debía llegar a cada una de ellas. Emily sería la única que sabría como se veían cada una de esas estatuas. ¿Y cómo lo sabía? Porque la Arcana se había encargado de avisarle que debía encontrarlas y enfrentarse a un obstácul0. ¿Y cómo sabría cuál? Tampoco le había detallado tanto. Rosália solamente le había confesado que cada estatua estaría a la vista de Emily. Y que cuando las viera, reconocería la estatua de qué elemento. ¿Y el obstácul0? "Cada una tiene que ver con su elemento. Debes saltearlos en base a lo que representan" Allí estaba la gracia, cada prueba era diferente para cada alumno, asi que Rosália no quería ayudarla de más. Agua, Tierra, Aire y Fuego. Tal vez Emily podría llegar rápidamente a cada una de ellas y saber qué elemento representaban. Pero lo importante era redescubrir en su mente y ver realmente en cuál barrera consistían. Tal vez era buscar un vaso con agua o apagar un fuego, pero todas las situaciones se encontraban en la mente de la joven, solamente tenía que autoanalizarse. ¿Sucedería todo de verdad o sería producto de la cabeza de la bruja? De eso tampoco estaba segura. Lo que si importaba, era llegar donde estaba Rosália, dentro de la Sala Circular.
  14. ~Así se hace, Emily~ La Arcana sonrió al ver que la muchacha estaba logrando su cometido. Se acercó con un paso cauteloso, como si fuera un felino que recorría sigilosamente. Y apoyó una mano en su cabeza. Rosália era poderosa, pero en realidad le gustaba jactarse de lo habilidosa que era con su magia. Podía jugar con su mente, con la mente de los demás y así usar su creatividad para llegar a su comentido. Y así fue como Emily había logrado encontrar su lugar en el mundo, único. Y sería el que utilizarían en ése momento. ~Abre los ojos~ Rosália Pereira parecía ser que no le gustaba hablar y no era asi, solo que estaba aprovechando que su joven pupila estaba concentrada. Aunque le había costado callar sus pensamientos, había logrado enfocarse en aquel hermoso jardín. Pero ahora estaba todo a manos de Rosalia, asi que aunque la mente de Emily sufriera interrupciones, no se desvanecería, ya se lo había apropiado. Podía sentir el aroma de las flores, la suave brisa. Rosalia sintió un escalofrío por su espalda. Amaba aquel sitio. ~Excelente. Ahora es cuando comienza lo bueno. Una vez que has logrado enfocarte en ése sitio, debes aprender a recurrir a él en cada momento. Deben aprender que a veces nuestra mente puede estar inquieta, pueden invadirnos malos recuerdos. Pueden sucedernos muchas cosas. Pero debemos estar realmente preparados para enfrentarnos a cualquier situación y recurrir a la Legilimancia para ayudarnos. Aunque eso signifique encontrarnos con cosas buenas o cosas que no queríamos. ¿Estás lista? No te preocupes, que estoy aquí para ayudarte~ Rosália le dirigió una sonrisa. Ella no solía ser así tan amable, pero había logrado aprender a ver que algunas magos y brujas dentro de aquella comunidad eran diferentes a la imagen primera que tenía de ellas. Había llegado a odiar estar en aquella Universidad, pero ante la pequeña oportunidad que se le había presentado para establecerse en algún sitio, la había tomado. Incluso sabiendo que había brujas que tenían sitios asi, como aquel jardín, las hacía casi únicas. Rosália había pensado que era la única que amaba la naturaleza de ésa forma. La Arcana necesitaba observar la resistencia de la mente de Emily. Tenía que ponerla ante una situación para saber cuánto podía dar su alumna. Y así fue como nuevamente movió su Vara de Cristal. Ante aquel puente apareció una figura. Rosália no lo conocia pero sabía que era importante para la chica, que era alguien a la que podía provocarle debilidad. ¿Alguien que odiaba o amaba? Eso se lo dejaba para la chica, a Rosália le gustaba dejar algo para que la sorprendiera. Lo importante se encontraba en cómo se desenvolvería la pupila. ~A veces debemos indagar en la mente de los demás, aunque eso signifique hacerlo con la mejor o peor persona del mundo. ¿Puedes hacerlo? Yo sé que si. No quiero que hagas nada más que leer su mente. Navega en aguas profundas para descubrir algo que no sabías. Para ver eso que te escondieron durante tanto tiempo. No influye la importancia de la cuestión, solo queremos aprender a poder hacerlo. Asi el resto de las personas no supondrán mayor reto. ¿No crees?~ Rosalia asintió y dejó de mirar a su alumna, para levantar más su menton y estar orgullosamente de ella, aunque tal vez se estaba adelantando. No sabía o no quería saber, cuando daño o debilidad le produciría a Emily. A Rosália le importaban más los resultados buenos. Ella sabia que pedirle que leyera la mente de cualquiera podría hacerlo sin dudarlo. Pero Emily tenia tantas cosas por averiguar en su vida, que conocer un detalle que la ayudara, podría significar un mayor reto. Claramente que la Arcana de Legilimancia vería la mente de la persona que había aparecido en el puente. Y podría jugar con sus recuerdos tambien. Si Rosália Pereira sólo chasqueaba los dedos, hasta podría convertir ése hermoso jardín en el peor de los lugares de una persona.
  15. ~Muy bien, jovencita. Eso, olvídate de todo. Éste será un gran comienzo~ Rosália Pereira estaba orgullosa. No sabía porqué, pero a la Arcana le producía ternura tener una alumna como Emily. Había tenido pocos hasta aquel momento, pero con cada uno había sentido algo diferente. Eso era una de las razones que la mantenían dentro del Ateneo, tal vez Rosália podía saber hasta sus secretos más oscuros, pero le quedaba la experiencia de cada uno para ella, y eso nadie se lo podría sacar. Tuvo que decírselo a la chica que estaba totalmente concentrada. ~No debes temer, Emily. El miedo nos juega en contra, es un enemigo de la Legilimancia. No voy a hacerte daño, aunque mi cabeza me jugó una mala pasada y sé todo de tí. Pero no temas, es nuestro secreto~ No quería desconcentrarla pero estaba segura que al tranquilizarse, podría llegar al estado que Rosália deseaba. Tal vez era aburrido para los alumnos pero lo que ellos no sabían, es que una vez que lograran realizar lo que la Arcana les pedía, podrían hacer muchas cosas más. Rosália empezó a caminar alrededor de Emily mientras ésta mantenía cerrado sus ojos. Se movía como una sombra y hablaba lentamente, para no interrumpir. ~Debes dejar tu mente en blanco. Si tu mente no está bien ¿Cómo puedes penetrar en otras? Sino así sentirán que algo extraño sucede. Debes ser sigilosa y tranquila, y podrás hacer prácticamente lo que quieras. Encontrarás muchas cosas. momentos buenos y lindos. Verdades que eran mentiras y mentiras que pueden ser verdad. Por eso es que no deben tener miedo, muchacha. No debes tener miedo de lo que pueden encontrarte por la Legilimancia~ Rosália movió su Vara de Cristal. Ésta había estado guardada en el cinto que llevaba justamente en su cintura, y que se extendió unos centímetros de más. Tenía una piedra verdosa en la punta, donde brilló en dirección de Emily. Solamente había causado que su mente se abriera un poco más. Una mente despejada era lo que necesitaba la chica para sentir la magia, para probar la Legilimancia. ¿Acaso Emily había usado la Legeremancia alguna vez? La Arcana lo había visto y sabía que no. ~Vayamos a otro lugar. Mentalmente claro. Quiero que nos teletransportemos a tu lugar favorito. A ése que te produce paz, que puedes llegar a amar con todo tu corazón. Quiero que si no tienes uno, al menos lo inventes, porque deberás recurrir a él cada vez que tu cabeza esté llena de malestares, cada vez que tu cabeza esté invadida. Así podrás calmarla, podrás recurrir a la Legilimancia~ Claro que el camino allí no terminaba. Pero primero tenían que ir a ése sitio para saber dónde continuar.
  16. Lo primero que notó Rosália, es que Emily tenía el cabello tambien rojo, pero éste era de otro tono, mucho más rojizo, asi que la Arcana ni se preocupó. Si existía algo que la incomodaba eran las bellas mujeres, las consideraba a todas una competencia aunque no sabía porqué, pero a su vez, rescataba algo importante, estaba frente a otro ejemplo que las mujeres eran las más inteligentes y fuertes en la habilidad de la Legilimancia. Los hombres podían mostrar su fortaleza pero las brujas tenían más astucia. ~Bienvenida, Emily~ La Arcana de la Legilimancia se detuvo a media docena de pasos frente a la joven. La tomó por sorpresa al aparecer justo detrás, asi que tuvo tiempo para que las diminutas hojas verdes y flores rojas se disiparan como la niebla en la mañana. Rosália acomodó su cabello por encima de su hombro izquierdo mientras parte de su vestimenta se erizaba como el cesped y la copa de los árboles ni bien salía el sol. Rosália le dirigió una reverencia con la cabeza. Ambas se habían encontrado en aquella terraza que daba al lago. O mejor dicho, ella había encontrado a Emily en ése sitio. Sabía que una alumna pronto iba a requerir de su conocimiento asi que Rosália solamente se había tenido que mantener concentrada. Y pudo notar que la bruja contenía demasiadas preguntas dentro de su cabeza. Y para empezar como se merecía la habilidad, tenía que ayudarla a aliviar esas cuestiones, sino serían como una molestia en medio del aprendizaje. ~La legeremancia no es un juego, muchachita. Asi que aquí lo que haremos, será prepararnos para empezar. Jamás subestimes ésta habilidad, ya que no es para cualquiera. ¿De acuerdo? Hay que ser cautelosos. A veces podemos encontrarnos con cosas que no deseábamos hacerlo. O podemos incluso cambiar el curso de una vida o la mente de cualquier persona. Hasta incluso sin que se de cuenta. Asi que para poder hacer todo eso, debemos empezar por el principio. Por tranquilizarnos. Por aprender a respirar. Por poder poner nuestra mente en blanco. ¿Tienes dudas o deseas empezar? Puedes ponerte cómoda por allí, ése sitio es ideal~ Rosália Pereira había empezado a hablarle de una manera tranquila. No quería aburrir a Emily con toda esa información pero le había respondido las preguntas que se había hecho sin que la alumna se lo pidiera. No quería que sintiera que ya estaba ocupando su cabeza. Tal vez la chica no se diera cuenta, pero la híbrida ya sabia hasta el secreto más escondido de la joven, aunque claramente no se lo diría. Era un defecto, tal vez, de que la Maestra tenía que conocer a su alumno de cabo a rabo. Rosália le señaló el suelo de la terraza, completamente de piedra, donde en su centro salía una especie de columna de un metro de alto, que tenía forma de fuente, y de ella expulsaba un poco de agua, produciendo un sonido agradable. Incluso se sumaba con las ondas del lago, el humo que salía de las fosas del Guardián del Lago y la copa de los árboles que se mecían de un lado para el otro.
  17. Rosália caminaba lentamente por la Sala Circular. Sus pasos eran tan suaves como las flores en las mañana cuando se desperezaban bajo los primeros rayos del sol. Su miraba iba a diferentes puntos de la habitación pero estaba enfocada en lo que sucedía alrededor. Casi nunca abría su mente de aquella manera, pero en ésa oportunidad, tenía que averiguar algunas cosas. Estaban pasando algunos hechos en el mundo mágico y ella quería entenderlos. Las personas estaban llenas de preocupaciones y miedos, eso le molestaba a Rosália porque siempre era igual, aunque hubiera diversidad en los magos y brujas, incluso en los muggles, siempre se conectaba un patrón, problemas por el dinero, por la familia, por esconder la verdad. Pero a lo que más le gustaba Rosália era enfocarse en los secretos. Hasta el momento no había encontrado demasiado. Pero una vibración la hizo darse la vuelta y emitir una sonrisa. Nathan se acercaba... ~Nathan. Oh, joven ¡Lo has logrado! Es maravilloso. Mira tu anillo~ Rosália se había acercado a Nathan de una manera seductora. Acomodó su cabello por encima del hombro y le tendió una mano. Aunque fuera una mujer, aunque fuera una anciana con aspecto de joven, tenía una fuerza increíble. Y más en aquel momento del pupilo, que parecía estar estupefacto ante lo que podía encontrarse. Su cabeza deseaba estar donde había caído, así que esperaba que realmente la presencia de la Arcana lo aliviara. Ella le señaló el anillo, para que viera cómo se había transformado en un anillo similar a la que tenía Rosália, así que eso significaba que lo había logrado, que Nathan era Legilimántico. @
  18. Rosália miraba atentamente aquellas imágenes, que se mostraban a traves del espejo encantado. Anne ya se había ido de la Sala Circular, asi que la Arcana se había quedado nuevamente sola. Afuera se podía escuchar la brisa acariciando cada centímetro del Ateneo y los pajaros cantaban ante los rayos del sol. Las imágenes mostraban a Nathan, ahora dirigiéndose a otro sitio, otro país de donde se encontraban. Rosália conocia la mente de joven asi que sabía que tenía que llegar a ése sitio. Ella miró el anillo, como si Nathan la hubiera llamado pidiendo ayuda, pero el joven no lo había hecho, asi que estaba segura que no había problema. Murmuró unas palabras de aliento, aunque no hizo que Nathan las escuchara. Estaba nerviosa, quería terminar con todo eso cuanto antes. Aunque Nathan se estaba tomando mucho más tiempo que Anne, asi que al parecer tenía muchas cosas más a las que enfrentarse. La Arcana de Legilimancia sabía que tarde o temprano, cuando su alumno estuviera listo, saldría por el portal.
  19. Rosália de un giro, con una sonrisa en su rostro y el cabello que parecía fuego vivo, miró como el portal se abría para dar paso a alguien. La híbrida sabía que había estado con dos promesas a la Legilimancia. Conocía cada recoveco de sus cabezas, asi que sabía que había hecho muy bien en llevar a Anne y a Nathan al Ateneo. Siempre podía ser que el portal los derrumbara, que los venciera, pero ya eso dependía de cada uno. Pero sintió un gran alivio al ver que la bruja salía expulsada literalmente. ~Eso veo. ¡Y has hecho un gran trabajo, Anne! Estoy orgullosa de tí. Mira, conseguiste la habilidad. Mira tu anillo~ Le comentó Rosália, mientras se acercaba de manera ágil hacia donde se encontraba su alumna para estirar una mano y ayudarla a que se levantara. Pudo de ver más cerca como la joven portaba un anillo igual al de ella, pero claramente era simplemente una coppia, una copia que para la Arcana servía para aumentar su misma habilidad. No tenía nada más que hacer, había salido una de las chicas, le faltaba la otra mitad. ~Has finalizado tu camino, Anne. No debes hacer nada más. Anda. Ve. Eres libre~ Le comentó a Anne, sabiendo que la bruja podía irse o quedarse allí, simplemente a pasar el rato. De lo única que estaba segura, es que solamente faltaba salir Nathan. De hecho esperaba que el portal de abriera pronto y que su alumno saliera por él.
  20. Rosália miró atentamente la imagen que reflejaba de Anne. Lo estaba haciendo de maravillas. De todas maneras podia sentir lo que Anne sentía, podía escuchar lo que Anne escuchaba y todo gracias al anillo, que de alguna manera la vinculaba con su alumna. Era un gran objeto mágico, los chicos no sabían que cuantos más alumnos salieran del portal, más fuerte se volvia. Era una especie de prueba, ya que con cada uno de ellos aprendía algo nuevo o tenía que enfrentarse a un nuevo reto. Por ejemplo, su imagen. ¿Quién iba a pensar que tenía un centenar de años? Rosália acomodó su cabello, mientras difuminaba la neblina que le servía como visor y volvía la vista hacia Nathan, quien se presentaba a la Sala Circular. ~Cada uno manera sus tiempos, señor Weasley. Es todo un honor encontrarlo aquí. Vamos, tome. Póngase el anillo y puede ingresar por el portal. Cuando salga, el anillo se activara si pasó la prueba y todo habrá concluido. ¿Tiene dudas o estás listo?~ Rosália le entrego un anillo plateado, simple y sin ninguna decoración. Cuando se lo pusiera, no iba a haber un gran cambio, sino eso se encontraba en el momento en que éste terminaba la prueba. La Arcana le dijo que eso pasaría pronto y que podía usar el anillo para pedirle ayuda, en caso de necesitarlo. Miró como su segundo alumno desaparecía y se volvió a fijar en las imágenes nuevamente proyectadas.
  21. Rosália estaba haciendo algo que no hacía en tiempo atrás. Estaba sentada en medio de la Sala Circular, con los brazos apoyados sobre sus piernas cruzadas. A su alrededor había una hermosa luz verdosa, con pequeños destellos color escarlata. Su cabello parecía fuego vivo y sus ojos estaban cerrados, pero miraban más allá. A pesar de que el suelo era completamente de piedra, se iba extendiendo desde donde estaba sentada, unas ramas con diminutas hojas, que salían despedidas hacia las paredes, como buscando algun recoveco donde escapar. A Rosália no le gustaba mucho hacer éso, en el Ateneo, no porque le resultara ridícul0, sino que había tantas personas, que enseguida entumecían su mente. Pero era una técnica que había aprendido desde sus inicios, para expandir su poder a lo máximo. Su mente era brillante, parecía como si se tratara de un ente aparte. No tenía que ni moverse de allí para ver todo claramente. Veía la Sala Circular y la isla donde estaba ubicada. Veía más que el agua, que la Universidad, que Hogwarts, más lejos que el Ministerio, y si seguía concentrándose, podía llegar a cualquier punto. Nadie más que ella conocía el truco. Las mentes de los presentes se conectaban como si fuera una sola. Si alguien que se había cruzado con Rosalia, conocía a veinte personas, ella podía llegar a ésas veinte y a cada persona que había conocido a éstas. Era como un tres de pensamientos. Por eso que llegar hasta Anne y Nathan había sido demasiado fácil. Había tenido que bloquear su entorno para que nada la distrajera. Mentalmente, Rosália apareció justo detrás del espejo. Si no fuera por el vidrio, la Arcana estaría pegada a la nariz de Anne. Podía ver su sufrimiento y los recuerdos que estaba entregando para entrar allí. En cada obstácul0 la fue ayudando pero prácticamente había hecho todo ella. Cuando la joven pupila apareció en la habitación misma que ella, Rosália se levantó y la fue a recibir, con un pequeño anillo plateado tan simple, que parecía de juguete. ~Nathan no ha llegado. Al parecer se la vio más complicado~ Rosália la tranquilizó, no había tardado más de lo esperado. Se acercó a ella y estiró la mano, para entregarle el anillo. Quería aprovechar la adrenalina de su alumna para que ésta la mantuviera para entrar al portal. ~Llegó la hora, Anne. No hay tiempo que perder, muchacha. Toma ésto, es el Aro de la Habilidad que nos mantendrá comunicadas si lo necesitas. De momento se quedará asi, pero cuando atravieses la prueba y regreses por ése portal, en el momento que la prueba termine, el anillo se transformara en una réplica del mío y así sabrás que has conquistado la Legilimancia. Allí está, mira...~ Cuando le entregó el anillo, señaló la pared con la Vara de Cristal. El portal tan simple, pero tan mágico, apareció para recibir a una de sus dos alumnos que lo estaban por cruzar. Rosália la animó Sabía que podía tener preguntas pero se las contestaría antes de entrar. Una vez dentro, solamente se comunicarían con el anillo, si su alumna lo necesitaba, sino, Anne estaría sola, no había marcha atrás. Tambien ella misma decidiría si estaba lista para regresar. Rosália la recibiría ahí mismo. ~~~~~~~~~~ ~~~~ Cuando despidió a Anne, sintió a Nathan. Estaba a mitad de camino y Rosália volvió a sentir que el corazón le daba un brinco, o al menos la mitad humana. Su interior vibró y las hojas que llevaba a modo de vestimenta se movieron como si una fuerte brisa estuviera arrasándola. Camino unos pasos, para concentrarse. Leía la mente del joven, sabía que tenía dudas. Pero tenía que ser la encargada de quitarle todo eso, para que refuerce su seguridad y así, llegue al portal. "Eso es, Nathan. Levántante, muchacho, que aún te falta la mitad del camino. Vas muy bien." Rosália le comunicó eso a su alumno, esperando que sus palabras fueran las culpables del incentivo. Lo esperó allí. @ @
  22. ~Somos Legilimánticos o Legeremánticos, como te sea más fácil decirlo, Anne. Aunque ten cuidado con la curiosidad, jovencita. A veces nos puede llevar por caminos que no deben~ Exclamó Rosália, explicándole la respuesta seriamente porque era una duda que se la habían preguntado más de una vez, pero luego aflojó sus facciones para dedicarle una sonrisa con la ultima parte de la oración. Ambos estaban preparados, de a poco se estaban enfocando en lo que respectaba en la prueba, así que Rosália sintió de golpe una presión en el pecho, no era enojo ni enfado, como solía ocurrir seguido, sino de adrenalina, emoción y un poco de alegría. La joven no tan joven de la Arcana esperó a que Anne o Nathan se fueran rumbo a la isla. Ésta vez Rosália no habia preparado todo por el ingenio, sino por las habilidades y los trucos que cada persona tenía. Ya tenían demasiado con enfrentarse a las pruebas del portal, asi que solamente necesitaba corroborar algunas cosas para permitirles que pasen a la prueba. Desapareciendo y Rosália acomodó todo, al irse, la terraza volvió a la normalidad, los pensamientos ajenos le decían que pronto recibiría a más personas.
  23. La brisa del Ateneo movió la copa de los árboles y tres figuras aparecieron allí. La primera había sido Rosália, envuelta en aquella niebla conformada por millones de diminutas hojitas tan verdes como su vestimenta. Y algunas florcitas rojas que caían más pesadas pero desaparecían como agua. Las otras dos figuras, Anne y Nathan, también se materializaron por alli pero fuera del Ateneo, donde estaba la Gran Estatua a la orilla del lago. Rosália no había sido tan explicativa. Le gustaba que sus alumnos fueran aventureros, que la curiosidad les llamara tanto la atención, que los obligara a investigar, a ver qué sucedía. Claramente que no podía dejarles sin nada, asi que había hablado justo antes de desaparecer, cuanto éstos asintieron ante su pregunta de si estaban listos para la prueba. ~Antes de cruzar el portal. Antes que les entregue el Anillo. Antes que lleguen a la Sala Circular dentro de la Gran Pirámide, deberán atravesar cuatro obstáculos. Pueden tomarlo como una entrada en calor, para demostrar cuánto fueron aprendiendo. Cuando encuentren éstas cuatro barreras y las derriben, entonces podrán ingresar al Ateneo. El fuego que se encuentra dentro del Guardián del Lago, es el comienzo~ Y asi desapareció. No les había dicho nada más. Ellos conocían los detalles mínimos, asi que tenian que encontrar la manera de llegar. Claramente que cuando vieran o estuvieran cerca del obstácul0, ella mentalmente les avisaría que se encontraban frente a uno. El gigante que estaba sobre la orilla, se encendió de repente. Las fauces empezaban a largar humo negro que ascendía al cielo en espirales. Algo pasaba dentro, asi que Rosália se había encargado de hacerle saber a los chicos que tenían que ir ahí. No les había dicho como, pero la primera barrera era encontrar una llave plateada. Protegida por diferentes encantamientos. Era del tamaño de una palma de una mano, asi que podía estar en cualquier lado. Ésa llave sería el pie para dirigirse hacia el segundo item, porque ni bien la tocaran, los trasladaba dentro de la isla. No tenían que cruzar el lago, asi que se ahorraban algunos minutos. Pero Rosália les avisaba que allí estaba la segunda prueba, y estaba relacionada a la naturaleza. Era una amante de la flora y la fauna. Y más cuando ésta estaba relacionada con la magia. Tal vez las personas podían ser fáciles de someterlos a la Legeremancia. ¿Pero se podía aplicar en los árboles? Ellos sabían que estaba por alli, no explícitamente dónde. Pero si sabían cómo pedirselos, los árboles les enseñarían donde se encontraba la hendidura, Asi podían colocar la llave y accionarla, para que abriera la enorme verja de hierro que proseguía a los setos. No sería tarea fácil, pero colocar una llave no tenía punto de comparacion con los animales, porque éstos eran un poco más animados. Y más vitales. Las criaturas casi ni tenían consciencia, por lo menos las que eran más bestias, pero formaban parte del tercer obstáculo y tanto Nathan como Anne, deberian encontrar la manera para hacerles creer que estaban perdidos. Tal vez había acromántulas, esfinges o cualquier otro ser similar. Lo que si sabía Rosália es que al avisarles que allí se encontraba el tercer punto, también se enterarían que los animales serían los guías para salir del laberinto. Sin su paseo, no podrían salir de allí. Las apariciones estaban bloqueadas, como también los trasladores La única manera era convencer a los animales que los ayudaran y así llegar a la pirámide. Estaba segura la Arcana que los chicos usarían su habilidad, estaban por entrar al portal, al menos tenían con qué practicar. Pero allí sobre la puerta de la Pirámide, se encontraba el cuarto y último obstáculo. En vez de la puerta que se encontraba siempre, había un espejo reemplazándola. No tenía manijas ni bordes. Tampoco un marco. Era todo espejo. "Deben entregarle un recuerdo. De esos que apenas podemos recordar y que a medida que intentamos rememorarlo, se pierde como el humo" Rosália siempre tenía comunicación con los chicos, de una manera u otra. Por eso había decidido mantenerse dentro de la Sala Circular. La invitación allí estaba hecha. Si se encontraba fuera se pondría más ansiosa y era por eso, que prefería esperar dentro. ¿Dónde estaban los chicos ¿Ya estaban haciendo la prueba? @ @
  24. Rosália sonrió de felicidad. Le era mucho más fácil ahora admitir que estaba orgullosa de sus alumnos. Había tenido dos alumnos en dos situaciones diferentes. Y ahora, dos a la vez habían llegado pero eran muy diferentes entre ellos. La Arcana no entendía demasiado aún aquella comunidad, siempre enfrentada de a dos. Hasta ella sospechaba que pudieran pertenecer a esos famosos grupos clandestinos por su manera de pensar. Pero eso no le interesaba en lo más mínimo, no iba a ser parte de ésa guerra porque no era suya. Al menos que se metieran los Guerrero Uzza. ~Nathan, no siempre tenemos que modificar recuerdos tristes para estar bien. Recuerda siempre, que ellos forman parte de nosotros, y que a veces es mejor aprender a superarlos para obtener una armadura más fuerte. A mi eso me ayudó mucho, recuérdalo.~ Rosália jamás de los jamases hablaba de su pasado. Muchas personas incluso podrían llegar a creer que tenia la edad que aparentaba pero estaban equivocados, llegaba al siglo y se encontraba hermosa como siempre. La magia que la conformaba, ésa parte híbrida, estiraba sus años como un hermoso roble joven que aún no había llegado a madurar. Pero la Arcana de la Legilimancia sabia que su mente era su motor. La habilidad que manejaba mejor que nadie, era la vitalidad que necesitaba. Por eso que reflejaba ésa imagen para que no la subestimaran. Y tenía que enseñarles eso mismo a sus pupilos. ~Es algo que vas a tener que aprender a controlar, Anne. Tal vez que sea el factor que te lleve a la prueba. ¿Qué me dices? Si nos encontramos con un obstácul.o tenemos que aprender a superarlo. Estoy contenta de lo que has hecho, pero estoy segura que es es lo que vas a necesitar tras cruzar el umbral~ Ambos magos se encontraban en diferentes sitios. Nathan por un lado y Anne por el otro. Pero ambos la tenían al lado como si fuera única. La mente le jugaba una mala pasada a los chicos y claramente para Rosália era divertido, ya que no se encontraba realmente donde estaban ellos. Estaba manipulando sus mentes pero no necesitaba más que eso. Luego de escucharlos, de aconsejarles y de observarlos, Rosália tuvo que preguntar. Había llegado el momento más esperado para la Arcana y por alguna razón sabía que los dos estarían preparados para ello. ~¿Estás lista, Anne, para cruzar el portal, para enfrentarte a la prueba?~ ~¿Estás listo, Nathan, para cruzar el portal, para enfrentarte a la prueba?~ Cada pregunta llegó a su respectivo destinatario. Las hojas del cuerpo de Rosália se erizaron. Ella esperó ansiosamente la respuesta, sabiendo que los chicos querrían llegar al Ateneo. Por eso que la Arcana, movió su Vara de Cristal para agilizar todo eso. Un portal apareció al lado de ellos. Claramente que si estaban listos, debían afirmar la respuesta y entrar en el portal. No iria directamente al Ateneo pero si alrededor. Tal vez no lo sabían, pero al dirigirse al portal se encontraban con barreras. obstácul0s que les servía a los Arcanos para saber cuánto estaban preparados y dispuestos a entrar a la prueba. ~Si decides realizar la prueba, pasa, adelante. No tardaremos en llegar~ @ @
  25. ~No te preocupes, Gaunt. La próxima lo podrás hacer mejor. No esperaba más de tí para ser la primera vez~ Aquellas palabras salieron de la boca de Rosália mientras Anne perdía la conexión con la mente de Nathan. No se había dado cuenta, pero en ése momento, algo le dijo que cómo lo había expresado, podía llegar a sonar demasiado bruzco. Pero Rosália se había aflojado, ya no era tan ruda con sus alumnos, solamente le había querido decir que lo había hecho demasiado bien para ser su primera vez y que con el paso del tiempo se iría afianzando. Pero no era una mujer que retrocediera en sus pasos, y la intuición femenina le decía que la jovencilla entendería sus palabras. Más cuando le dirigió una sonrisa. Era Rosália sonriéndole a una mujer. ¿Qué le estaba pasando? La comunidad londinense la estaba cambiando. Para elllas todas las muchachas eran rivales. Y más si eran hermosas y querían entrar en la magia de leer las mentes. Pero ése no era el caso y hasta quería que las personas que tenía en frente, se volvieran aún más fuertes. ~¿Dices el Legeremens? ¡A, niña! Eso es para novatos. Yo misma te enseñaré a leer las mentes, a controlarlas, a manipularlas. No necesitas hacer una actuación para que la otra persona sepa que estas entrometiéndote en su espacio personal. Cuanto más disimulo le pongas al uso de la habilidad, mejor va a ir en tu vida~ Una vez que los dos chicos terminaron, Rosália se había puesto a dar unas vueltas a su alrededor. A Nathan ya le había encomendado una tarea, asi que debía enfocarse en Anne. ~Sólo necesitas un poco más de concentración. ¿Por qué no estiras un poco las piernas? ¡Ánda! ¡Vamos! Sé que podrás hacerlo. Asi practicas un poco más y verás como no necesitas un hechizo. ¿Ves el Campus Universitario? Me gustaría que invadas la cabeza de tres personas y me traigas sus recuerdos. Dependiendo de la nitidez de éstos va a ser la concentración y empeño que le has puesto mujer~ Rosália se acercó a Anne para ayudarla a levantarse. De momento Nathan se quedaría allí, haciendo lo que debía. Tranquilizó a Anne, diciéndole que la acompañaría. Claramente que tambien se quedaría con el muchacho. ¿Y cómo podría estar en ambos sitios a la vez? Las mentes eran un juego para la híbrida Pereira.

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