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Rosália Pereira

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Todo lo publicado por Rosália Pereira

  1. Rosália estaba desilusionada. Le había costado demasiado tiempo convencerse de que enseñar dentro de la Universidad Mágica era una buena opción. Que todo podría llegar a tener sus ganancias y que podría encontrarse con mentes ágiles y situaciones que le produjeran un reto. Pero hasta el momento, una sola alumna se había atrevido a acercarse a ella y se había perdido dentro de su propia mente. Rosália era tan poderosa que la había hecho olvidar cada segundo que había pasado junto a ella. Su Vara de Cristal relucía en su cintura, esperando ansiosamente otro momento. Una chispa se encendió entre sus pensamientos y estaba segura que podría llegar a tener otra oportunidad. Por eso que aquella mañana, la Arcana de la Legilimancia se acercó a la terraza donde empezaba cada aventura. Estaba segura que podría haber encontrado en cualquier sitio, pero aquel viejo decrép*** siempre enviaba a los alumnos allí. ¿Por qué no le modificaba un poco la cabeza y problema resuelto? Le hubiera gustado pero Rosália estaba segura que el Consejo de Arcanos no estaría muy de acuerdo. Su pacto era simple: Enseñar sus dones y nada más. ¿Se habrían enterado que ella había estado dando vueltas por el Campus Universitario? Suspiró mientras observaba las aguas tranquilas de aquel lago. Sabia que el joven estaba a punto de llegar. Estaba ansiosa. No estaba segura cuánto poder tenía ése mago pero conocía todos los secretos de los hombres y sabía que sería una debilidad. Una mente débil era una herramienta que podía usar a su favor. Tal vez le convenía que aprendiera a usar el poder de la legeremancia pero sabía a ciencia cierta que los magos de Londres eran demasiado egocéntricos. Así que para avanzar en cualquier etapa, debía demostrarle a todo lo que era capaz. Una muestra de debilidad y le borraría hasta su nombre. ~ No necesitas hablar portugués, señor Gryffindor. Estamos dentro de Londres, así que eso no es necesario~ Al parecer a Rosália le había molestado que se dirigieran de aquella manera. Nadie conocía su historia y solamente Mr Pippin podría haber contado de más su nacionalidad. Pero ella ya no era aquella muchacha. Habían pasado decenas de decenas de años así que al parecer Thomas Elros Gryffindor se había sobrepasado un poco. Sin embargo, aún no podía desquitarse con él y la bruja se cruzó de brazos, mientras lo miraba fijamente ~ Al parecer crees que puedes aprender mi habilidad. ¿Por qué lo crees? ¿Qué es lo que te hace pensar que eres digno para la Legeremancia? ~ Rosália debía hacer un par de preguntas antes de siquiera avanzar. No necesitaba preguntarle el nombre, el joven pensaba en tantas cosas que había escuchado su mente en el momento que había pisado los terrenos de la Universidad. Claramente que él ni siquiera se había enterado pero Rosália ya conocía prácticamente toda su historia. Sus nervios eran como un tambor insoportable que llegaba a la mente de la Arcana para molestarla. Era algo que tenía que lidiar todos los días, las personas. No le agradaban para nada. Prefería la soledad y la naturaleza. Pero tenia trabajo que hacer, así que espero a que Thomas le diera una buena respuesta.
  2. Rosália Pereira escuchó las palabras de aquel joven. Tanto las que estaba emitiendo en ése momento, como las que recitaba dentro de su cabeza. Era un joven descuidado. Ni siquiera sabía que tipo de bruja era la Arcana, así que ella pensaba que se estaba sobrepasando un poco. ¿Por qué los magos londinenses eran tan atrevidos? Carecían de modales. Siempre suponían cosas de más y daban por hecho otras cuántas. Rosália se giró por sobre su hombro y arrugó su entrecejo. ¿Qué estaba diciendo? — Tienes tanto que aprender, chico —ahora si que había logrado recibir toda la atención de la Arcana Híbrida. Se dió vuelta, se acomodó una vez más su cabello por encima de su hombro, mientras se cruzaba de brazos luego. El joven literalmente era un oso perezoso. Se encontraba esparcido sobre el césped como lo hacían los gatos sobre el alfeizar de una ventana o las mismas flores cuando amanecía y se abrían para recibir los rayos del sol—. Todo poder debe ser estimulado todo el tiempo. Y nuestra mente lo maneja todo. Sonrió de costado. Rosália no podía creer que si éste se afirmaba que la conocía, le diera crédito a lo que estaba diciendo. ¿Pero qué ganaba con dar un monólogo allí? Su pacto con los demás Arcanos había sido explícito y todos se habían puesto de acuerdo: las obligaciones se limitaban dentro de la Universidad, dentro de la clase de cada uno. El resto de las personas no importaban. Por eso que Rosália, se había animado a salir más allá. Dentro de sus clases, podía enseñar, pero allí era libre y se estaba dando cuenta que el mago Jank Dayne se estaba tomando demasiadas libertades. — Son pocas las personas que merecen conocer mis habilidades, Dayne. Y mucho más cuando requieren de ellas —avanzó unos o dos pasos, casi como si fuera un fantasma. Saco su Vara de Cristal una vez más. Él lo estaba pidiendo y le daría una pequeña muestra de su poder—. Si quieres conocer más información, deberás crecer un poco más —expresó Rosália y luego se encargó de murmurar unas palabras que solamente ella conocía. A unos tres metros de donde se encontraba Jank Dayne, la tierra empezó a movilizarse. Parecía como si alguien la estuviera empujando desde abajo. Se movía como lo hacían las olas en el mar. E iba tomando cada vez más altura, cuando llegó a dos metros, ésta se lanzó contra el joven mago que aún estaba comentando y preguntándose en su cabeza de los problemas que debería andar solucionándole. La ola de tierra rompió justo donde se encontraba tirado el chico. Con la fuerza necesaria para embestirlo y tirarlo hacia el lago. Para cuando se daría cuenta de lo que estaba pasando, Rosália ya había desaparecido. Había sido suficiente por aquel día y no quería llamar más la atención. Desapareció junto a la brisa, disipándose como si fuera una neblina y perdiéndose entre los troncos de los árboles. Su hogar dentro de la Universidad no estaba lejos de allí, su destino sería aquel, donde no podrían encontrarla si ella no quería. @@Jank Dayne
  3. — Oh, muchacha. Tienes los conceptos errados. Eso no es para nada Legilimancia. Aunque déjame decirte que la unión que tienes con tu hija, jamás debe romperse. Es una magia fuerte y antigua —los ojos de Rosália se posaron en los de Mónica. Y aunque ésta no se había dado cuenta, la Arcana había logrado visualizar a su hija. Si. Allí estaba, al lado de Mónica mientras ambas compartían más que aquella relación. Pero Rosália jamás se limitaba. Y pudo ver más cosas, como el abandono de parte del padre y detalles que circulaban en la mente de Mónica—. La Legilimancia es un arte excepcional, aunque peligrosa si no sabes como controlarla. Rosália salió de la mente de Mónica. Ya tenía todo lo que necesitaba para empezar de a poco a enseñarle mejor su don. Se alejó unos pasos mientras sacaba su Vara de Cristal y la apuntaba contra su alumna. Solamente necesitaba unos escasos encantamientos para que dejara de pensar en todas sus preocupaciones. Luego, Rosália movió su mano y el límite del balcón, que daba al lago, desapareció con éste. Y le mostró a ambas que era la entrada a la Universidad, específicamente al Campus Universitario. Allí podrían extenderse. — La Legeremancia es un arma, si sabes utilizarla. Y como todo poder, es más fácil si lo empiezas a practicar con los más débiles de mente —la Arcana le señaló con el dedo aquel nuevo camino que se abría entre ellas. Para Mónica, sería todo real, aunque Rosália se manejaba con los recuerdos y pensamientos de todos y todo. ¿Acaso se habían encontrado en un balcón de verdad? ¿O aquel nuevo panorama era lo real? No importaba, no entraban ésas preguntas dentro de la clase—. Antes de realizar la prueba necesaria para adquirir la habilidad, debes aprender a usarla. Quiero que deambules por la Universidad. Y te metas en la cabeza de tres alumnos. Los que desees. Rosália le dirigió una sonrisa. Le estaba dando un paso libre para que ella hiciera lo que quisiera. Si, momentos antes la había señalado con su varita. No había hecho más que abrirle la mente, para que cuando quisiera meterse dentro de los pensamientos de alguien, pudiera hacerlo. Claramente que si intentaba hacerlo contra la Arcana de la Legilimancia no podría, pero la diversidad de personas le brindaba muchas opciones. Escucharía pensamientos, vería imágenes, sentiría incluso como si las estuviera viviendo ella. — Debes hacer contacto con sus ojos. No lo olvides, Mónica. La mente es como un libro. Puedes leerlo. Puedes hacer más cosas, pero eso lo veremos luego. Tráeme tres pensamientos valiosos. Tu trabajo será descubrirlos y hacerlos propio —Rosália le había dado una tarea fácil. Aunque no subestimaba a la bruja pelirroja. No iría con su pupila, pero sabría todo lo que estaba sucediendo, gracias al anillo que giró entre sus dedos, nuevamente. Su alumna debería hacer lo pedido y mucho más, si Rosália quería llevarla ante la pirámide donde se encontraba El Portal de las Siete Puertas.
  4. Rosália negó con la cabeza. Mónica estaba tan concentrada en sus pensamientos que la Arcana podía leer su mente sin problema y parecía que todas ésas cosas las estaba diciendo en voz alta. ¿Por que los magos eran tan superficiales? ¿Por qué simplemente no podía contestar una pregunta? No necesitaba indagar demasiado para darse cuenta que Mónica no confiaba demasiado en su maestra, y aquello podía suponer alguna barrera a futuro. Y así lo expresó su alumna, ésta suponía que ya sabía muchas cosas y Rosália no iba a dejar de adularse a si misma. — Puedes llamarme Rosália —lo dijo con una sonrisa y se volvió a llevar el cabello a un costado. Se levantó suavemente del asiento. No podía estar ni mucho tiempo sentada ni mucho tiempo cerca de alguien que no conocía. Pero debía terminar aquello, quería hacerlo, porque eso suponía incluso, más conocimientos para Rosália. No se alejó de Mónica, no quería que tomara aquella pregunta como una agresión, sino para demostrarle que todo eso quedaría en ésa terraza.— Claro que sé muchas cosas de ti, muchacha. ¿Por quién me tomas? —Olvidemos las presentaciones. Es algo que en la Legeremancia no tiene mucha importancia— avanzó uno o dos pasos. El agua del lago seguía impactando en las orillas suavemente. Nadie más había llegado a ésa zona, asi que podrían empezar, junto a Mónica a sumergirse en los peligrosos territorios de aquella habilidad—. ¿Que sabes de la legilimancia? ¿Alguna vez intentaste usarla? ¿Alguien la uso conscientemente sobre tí? Aquello sería una charla amena. Por lo menos por aquellos escasos segundos. Rosália debía saber qué era lo que conocía Mónica y de qué manera tenía que adentrarse en el tema. No podía simplemente meterse en su cabeza como si fuera suya, o por lo menos no ahora. Debía ayudar que su aspirante no se fuera corriendo cuando aquel sitio desapareciera en un pestañeo. ¿Cuándo había sido la primera vez que Rosália había hecho uso de la legilimancia? Habían pasado tantos años y tantas cosas que apenas lo recordaba. Se había hecho con tantos recuerdos que apenas conservaba los suyos. Era una vida que había dejado atrás. Mientras Mónica empezaba a contestar aquellas preguntas, esperaba que fuera un poco más extensa. Apenas la había saludado y casi ni siquiera había contestado sobre su presentación. Aunque claramente que Rosália ya tenía todas las respuestas contestadas pero si no fuera gracias a su don, tomaría las acciones de Mónica como que estaba desconfiando de su Maestra y eso podía salir muy caro. ¿Y si Rosália se iba? ¿Qué le dirían los directores? Estaba segura que con un movimiento de su mano, aquellos altos mandatarios olvidarían hasta de sus nombres, sus familias y ni siquiera la molestarían.
  5. Rosália giró la cabeza y puso los ojos en blanco. ¿Por qué había llegado hasta ése punto de exposición? Volvió a fijar la vista en el lago mientras aquel joven empezaba a interrumpir su tranquilidad una y otra vez. La Arcana había estado a punto de desaparecer, porque su anillo así lo permitía a pesar de todos los encantamientos que protegían a la Universidad. Pero algo, no sabía qué, la había detenido. No entendía porque tenía que estar siempre escapando. Se iba a encontrar con ése caso una y otra vez. Y se preguntaba hasta que cierto punto podía aprovecharse de eso. — ¿Acaso no puede un Arcano salir cuando le plazca? ¿Y quién le dijo que es un escondite? Señor Dayne, debería callar sus palabras, si desea mantener el ambiente de éste lugar... en silencio —sus palabras fueron expresadas lentamente, con cierta sonrisa de costado. Estaba segura que se sorprendería por el conocimiento de su persona pero Rosália ya había indagado en la cabeza del joven atrevido hasta llegar al primer momento de consciencia. Se alejó uno o dos pasos de dónde se encontraba. Rosália por cada centímetro que avanzaba, lo hacía también aquellas pequeñas flores. Incluso las raíces que hacían extender toda la flora, llegaron a la superficie del agua y empezaron a hundirse cada vez más, empezando a materializarse aquellas azollas que invadieron casi toda la orilla del lado donde se encontraba la Arcana. Era un acto hermoso. Y seguro atraería a algunos sapos y pequeñas hadas que revolotearían a la noche, acompañadas por luciérnagas. — También podría ayudarse en solucionar sus problemas. No hace nada si se queda tendido sobre el césped como un oso perezoso, pensando en lo que sería mejor hacer —lo miró a través de su hombro, corriendo sus cabellos rojos, como el fuego, por encima para tener una mejor vista. Luego se volvió a enfocar en el movimiento de las aguas para que no viera su sonrisa. Rosália debía admitir que le gustaba jugar con las personas. Era una especie de venganza momentánea por aquellas intromisiones. ¿Qué sucedía si le hacía creer que Cissy aparecía allí mismo? Estaba ansiosa por ver aquello. No sólo podía leer la mente de Jank Dayne. Podía manipularla como quisiera. Y tal vez eso lo alejaría, para dejarle los últimos minutos de paz. @@Jank Dayne
  6. Rosália Pereira se encontraba apoyada sobre los pilares de piedra, que le llegaban a la cintura y actuaban a modo de barrera entre la terraza y el lago que estaba a sus pies. La piedra calentaba sus brazos, igual que la brisa. Por momento cerraba los ojos y se dejaba llevar por la energía del sol y de la naturaleza, pero siempre había un pensamiento humano que llegaba hasta su mente e interrumpía su tranquilidad. Lo iba manejando cada vez mejor pero lo que le molestaba era que no podía irse de allí, así que tendría que soportarlo. Escuchó una voz. Rosália sabía que venían hacia ella, así que aprovechó el momento único que le quedaba de paz. Aunque algo le decía que enseñar su don a otras personas, podrían ayudarla a absorber parte de sus malestares. Porque la habilidad venía con sus consecuencias aunque no usaría aquello como modo de presentación. Los pasos de su futura aspirante le advirtieron que había llegado al encuentro. Asi que se puso derecha y con mucha gracia, dió media vuelta. — Debes ser Mónica, un gusto —avanzó unos dos pasos. Era una mujer, muy hermosa a decir verdad. Eso le causó cierta incomodidad, porque si ponía aquella situación a un futuro, sería alguien que podría llegar a considerarla una competencia. ¿Qué hombre se resistiría a sus encantos? Ni siquiera el hombre más enamorado de otra mujer, evitaría mirarla. Se mordió los labios pero le dirigió una leve reverencia con la cabeza. No había nada mejor que mantener a aquellas personas cercas, como amigas—. ¿Por qué te encuentras tan preocupada, mujer? ¡Ánimo! Ésto no supondrá ninguna complicación si te atreviste a llegar aquí. Le dedicó una sonrisa y llevó su pelo hacia el costado izquierdo. Su cabellera tan rojo como el fuego, caía en ondas por encima de su vestimenta, que Rosália sabía que llamaba la atención. Incluso las flores diminutas que formaban parte de él, parecían abrirse más ante los rayos del sol. Movió una mano en dirección a Mónica, solamente para hacer todo aquello aún más dramático y despejó todos los dolores físicos que la molestaban. El anillo verde que llevaba en la otra mano, brillo en un destello. — Una mente bien despejada es el primer paso a la Legilimancia. ¿Por qué no te sientas y me cuentas un poco de tí? Me gustaría... escucharlo con tus propias palabras —se sentó sobre uno de aquellos bloques de piedra, con runas extrañas. Todas mostraban el emblema de la Universidad que Rosália ignoró olímpicamente. Palmeó dos o tres veces para que tomara asiento, aunque no se ofendería si decidía sentarse más lejos. Ése sería el contacto más cercano que tendría en toda su vida, porque el resto dependía de las capacidades de su alumna.
  7. Y de una buena vez por todas, Rosália había decidido salir de su refugio. Hacía semanas que se venía preparando, porque sabía que tarde o temprano iba a tener que desenvolverse por la Universidad. ¿Para qué había aceptado el empleo si tanto desprecio le tenía a las personas? No estaba seguro si era desprecio, pero allí había tantas personas que no dejaban su mente en paz ni por un minuto. Era algo que había pasado por su cabeza, pero había pensando que todo sería más tranquilo. Y sus compañeros Arcanos no la ayudaban. Cada uno estaba en lo suyo. Aquel día, la Arcana se había levantado temprano como siempre, a la salida del sol. Las personas deambulaban de un lado hacia el otro, en diferentes direcciones para cumplir con sus responsabilidades. Alumnos, maestros, directores e incluso otros como Arcanos y Uzzas, se enfocaban en sus tareas. Pero ése día para Rosália, sería el momento en que decidía dar un paso más. Había bloqueado su mente lo suficiente para no dejar penetrar ningún pensamiento, sino se volvería loca. Y había decidido empezar por uno de los sitios que más llamaba su atención: El Campus Universitario. Claramente que no se metería en el centro de la edificación, pero dar unas vueltas no le vendría mal. Todo el contorno del edificio estaba decorado por diferentes árboles y plantas. Eso era realmente lo que le gustaba. El camino estaba bastante vacío. Solamente había algunas personas pero Rosália intentaba ignorarlas. Siempre se olvidaba que su aspecto la delataba demasiado, atraía las miradas de cualquiera, principalmente de los hombres que no parecían querer disimular si interés. Había pasado eso durante años. Caminaba lento pero atenta a cada rincón. La brisa acariciaba todo su cuerpo. Algunas florcitas que tenía como parte de su vestimenta, se movían con ella. Su anillo brilló a la luz del sol cuando tomó una curva, donde apareció el lago. Era hermoso. El agua llegaba al borde y producía un ruido demasiado relajante. Eso la ayudaría a quedarse unos minutos más. Mientras caminaba, apoyaba sus manos en algunos troncos. Y de éstos brotaban algunas ramas con hojas verdes, creciendo a una velocidad que de ser normal, hubiera tardado años. Lo mismo sucedía con los arbustos o plantas pequeñas. Si llegaba a rozarla con los dedos, en ése punto creían flores abundantes y aromáticas. Se detuvo al borde del lago. Rosália respiro profundo varias veces. En algunos momentos, cuando se relajaba, los pensamientos de las personas se le cruzaban. Había personas preocupadas todo el tiempo. Le llegaban preocupaciones porque había unos niños perdidos. Otros estaban apurados por terminar con su tarea. La presión que los estudios ejercían en la Universidad, eran importante para todos. Solo algunos pocos estaban relajados, leyendo bajo la sombra de un árbol. Rosália le gustaba aquello. Incluso hasta se atrevería a preguntarles cuan interesante era el libro, aunque supiera la respuesta. Posó sus ojos en un puente. En el césped que rosaba el agua del lago. La edificación que contenía a muchos alumnos, esperando expectantes algún partido de Quidditch o un examen próximo. Alrededor de la Arcana de la Legilimancia, empezaron a crecer diminutas florcitas blancas y amarillas, y se iba extendiendo como si fuera una mancha, decorando ésa zona fuera del Campus.
  8. Ficha de Rosália Pereira ARCANO DE LEGILIMANCIA ____________________ Nombre: Rosália Pereira. Sexo: Feminino. Nacionalidad: Brasileña. Raza, grupo étnico, etc.: Híbrido entre humano y planta. Edad: 99, pero sólo aparenta muchos menos, gracias a su naturaleza híbrida. Anillo: El anillo de la Legilimancia está asociado a la prueba que se exige realizar a todos los aspirantes para conseguir la habilidad, así como a la prueba para iniciarse como Arcano. Por ser el anillo original, acumula en él todas las propiedades mágicas asociadas al resto de los anillos de la legilimancia. El de Rosália, es una antigua reliquia de jade con forma de enredadera, que mantiene un movimiento constante, creciendo, floreciendo y volviéndose a convertir en un diminuto capullo para volver a empezar. Se dice que contiene en su interior la Magia de la Vida, otorgándole a Rosália inteligencia y vitalidad extraordinarias, además del poder de Generación. El anillo se vuelve más fuerte con las percepciones que obtiene de las mentes que explora y este poder de Generación que contiene le permite crear objetos a voluntad y sin necesidad de varita. Objeto y posesiones: Cuenta entre sus cosas un pensadero, frasquitos llenos de memorias de otros magos, plantas y semillas y distintos tipos de minerales. Poco más. Nada que la ate a su pasado. Vara de Cristal: Translúcida y brillante, parece formarse de tres enredaderas que se entrelazan y van formando nudos y figuras intrincadas. Por lo general es de un vivo color verde, pero depende del uso y el estado de ánimo de su dueña. En origen es de araucaria, bastante flexible para ser de esta madera. Veinticinco centímetros con finos detalles tallados con un acabado perfecto, y núcleo de pelo de cola de unicornio. Conocimiento y habilidades mágicas: La conexión entre los humanos y la naturaleza es más fina de la que uno piensa, debido a esto, su habilidad y conocimientos en Herbologia y Leglimancia van más allá de todo lo conocido. Experta en explorar la mente, recorrer sus rincones y apoderarse de la verdad absoluta, la han hecho crear su fama como una de las magas mas reconocidas en el área. Su naturaleza híbrida y su alta conexión con la naturaleza, le permiten convertirse en planta. Al estar en permanente conexión con las fuerzas de la vida, su apariencia no envejece. Paralelamente, es muy hábil en materias como pociones y primeros auxilios, así como en aritmancia. Aspecto Físico: Parece humana a simple vista, de no ser por las hojas y flores exóticas que sirven para ocultar su metro sesenta de altura, como un vestido que se adapta a la piel de Rosália, de acuerdo a sus deseos. Las hojas le proporcionan una figura esbelta y exótica, como una flor, hermosa y peligrosa. Sus cabellos son como largas raíces rojas que caen hasta la mitad de su espalda, creando un contraste natural de colores entre el verde y el rojo. Las facciones de su rostro son suaves y estilizadas, enfatizando la frescura de su joven apariencia. Sin embargo, sus ojos avellanados color ámbar muestran totalmente lo contrario; develan a una persona sabia y de profundos conocimientos, que en complemento crean una curiosa presencia donde se encuentre. Esta inusual combinación con las fuerzas de la naturaleza le provee a la criatura su extraña apariencia de lozanía y juventud, remarcada por su naturaleza híbrida y por el poder de la vitalidad que le otorga el Anillo. Características psicológicas: Habladora y algo oportunista, astuta por naturaleza y de discurso embaucador. Su supervivencia es lo único importante para ella y es capaz de hacer todo lo necesario para sobrevivir; lo hace de manera inteligente y aprovechando su poder sobre los demás. Le gusta la naturaleza y convivir con esta, sobre todo con plantas carnívoras y otras más extrañas que pueda conseguir. Crítica y con cierta repulsión hacia los humanos, son pocos con los que puede llegar a poseer una buena relación. Vivienda en la Universidad: La mente está conectada a la naturaleza, por lo que prefiere estar en convivencia junto a ella. Uno de los jardines que posee la Universidad está reservado para el uso exclusivo de Rosália, donde se puede encontrar un centenar flores exóticas, algunas comunes y otras traídas de varias partes del mundo. En la mitad del jardín se encuentra un invernadero no muy grande, hecha con finas hileras de madera, la mayoría de paredes y techo de vidrio en su totalidad, dejando penetrar el sol y la luna cuando se encuentran en lo mas alto del cielo. Historia: Rosália nació como un humano más, de piel perfecta, suave y rostro sereno. Sus padres, magos y negociantes, que comerciaban tanto con magos como con muggles, llevaban una exuberante vida dedicada a sus negocios, por lo que carecían del tiempo para cuidar de su hija. A pesar de esto, le complacían sus caprichos e intentaban hacerla feliz a través de cosas materiales. Al ser ambos personas de relevancia en sus dos mundos, la vida de Rosália fue complicada desde su infancia. Pasaba largas horas, días e incluso hasta varias noches en la soledad de su hogar a causa de las reuniones que mantenían ocupados a sus padres. Lo único que estaba ahí para ella era la biblioteca y el gran jardín donde podía distraerse por horas. Creció sin llegar a conocer carencias materiales y logró prosperar en ambos mundos. Rosália se preocupó de seguir el ejemplo de sus padres con el fin de no defraudarlos. Trabajó incansablemente para mejorar día a día; estudió con ahínco para destacar en todas las materias y superó todos los retos que se puso, sin detenerse ni reparar en las consecuencias. Prosperó siendo todavía muy joven e ingenua a pesar de sus grandes logros intelectuales y el éxito económico. Realmente era un muchacha llena de ilusiones y sin maldad. Al poco tiempo se dio cuenta que, en lo muggle, sus padres aplicaban la magia y abusaban de sus poderes para obtener aquel éxito y florecer en todos los negocios. Nunca lo admitieron, pero no fue necesario: Rosália lo sabía de sobra. Sin embargo, mantuvo el secreto y continuó con normalidad su vida ya que tenía un futuro próspero a su alcance; en su momento sería la heredera de la gran fortuna familiar. Cuando alcanzó la edad adulta, adquirió mayores responsabilidades en los negocios de sus padres. Una tarea fácil y sencilla para una mente brillante como la suya. No se valió de trucos ni de magia, la combinación de inteligencia y belleza era capaz de todo, pocos hombres podían escapar a sus encantos. En ese mundo empresarial, la gran mayoría de los negociantes eran hombres y, cuando tocaba una mujer, lograba encantarlas con elocuentes palabras. Siendo la heredera de uno de los negocios más grandes de exportación de pociones y animales mágicos en el mundo, llegó a conocer a muchas personas. Acostumbrada a codearse con magos adinerados, ministros y gente de importancia, jamás imaginó que se llegaría a enamorar de un simple muggle. Su belleza era como ninguna otra. La sencillez del joven y su mirada pura la cautivaron, a tal punto, que Rosália no tardó en decidir emprender una vida a su lado. A la luz pública, parecían una pareja ideal: perfectos, adinerados e influyentes. Sus padres aprobaron a su futuro esposo y, bajo su bendición, contrajeron matrimonio al poco tiempo de conocerse. Lamentablemente, la felicidad duró poco. Tras un par de meses de matrimonio, se dio cuenta de que su marido, Mikael, solo estaba interesando en su fortuna. Las románticas veladas y las dulces conversaciones en público derivaron en discusiones y amargos disgustos en privado, provocando un distanciamiento que sumió a la joven en la desesperación. Rosália comenzó a utilizar sus poderes sobre él, entrando, no pocas veces, en su mente para develar todo lo que le mantenía oculto. En sus pensamientos encontró egoísmo, interés y nada de amor. A pesar de estas revelaciones, le fue muy difícil alejarse de él, pues estaba completamente enamorada. Cuando juntó valor para enfrentarse a una de la primeras derrotas en su vida, decidió acabar con la relación. Ese momento marcó el resto de sus días. Mikel, ebrio y sin control, arremetió física y psicológicamente contra Rosália, hiriéndola en lo más profundo de su corazón y mente; nunca antes había tenido que defenderse de nadie, todo ese odio y destrucción eran desconocidos para ella. Esta nueva y oscura faceta de la naturaleza humana dejó una profunda impresión en la joven bruja. Desapareció aquella noche. Para la comunidad muggle falleció. Manipular la mente de Mikael fue fácil a través de un encantamiento, quién se declaró culpable del asesinato de Rosália en un juicio. En cambio, no pudo engañar a los magos con estos trucos, quiénes la dieron por desaparecida y pronto la olvidaron. Dejó de lado todo lo material, el dinero y el éxito solo le habían traído soledad, desgracia y traiciones. Escapó de lo mundano y de todo ese mundo superficial, refugiándose en sí misma y en la naturaleza, su eterna compañera. Siempre había intuido que existía algo más fuerte fluyendo entre todos los seres vivos, por lo que no dudó en salir en su búsqueda. Entregó su cuerpo y toda su existencia a la naturaleza, perdiéndose en las profundidades del Amazonas. Al comienzo le fue difícil sobrevivir en condiciones a las que no estaba acostumbrada; le pareció una noche eterna llena de sombras y fatiga. Nunca supo cuánto tiempo pasó presa de la debilidad, pero de un momento a otro, las pesadillas sucumbieron ante un amanecer brillante, desde el cual vio y comprendió el mundo de una manera diferente. Una poserosa fuerza corría por sus venas y se sintió más sabia, menos humana. Lo que pareció una noche sin fin dio paso a una nueva vida. Rosália cambió y no solo por dentro, su apariencia adquirió los matices del bosque. Renovada y llena de vitalidad, regresó al mundo mágico, sin perder la desconfianza en magos y muggles por igual. Allí cayó en cuenta que habían pasado más que un par de días. Había estado perdida casi cuarenta años y ya nadie la esperaba, salvo sus ancianos padres. Se disculpó ante ellos solo por corresponder a sus vigilias, pero estando segura de que en el fondo ya no era su hija ni encajaba en sus vidas. Era una rareza incluso dentro del mundo mágico, su belleza era inexplicable y su naturaleza de igual forma. Sabía que en algún momento fue humana, pero no se sentía así del todo. En un principio no tenía planes para su vida y los conocimientos que poseía, pero una propuesta para trabajar en una dichosa Universidad le pareció interesante. Aceptó sin dudar y desde aquel instante se dedicó a enseñar su don a todos los que se interesaban y necesitaban introducirse en la mente de las personas para conocer la verdad absoluta y el pasado que ocultaban. A los 40 años fue propuesta para realizar la Prueba de la Tabla Esmeralda que la convertiría en Arcano de Legilimancia, pues acababa de fallecer el anterior. Dicen que el Ouroboros tembló mientras Rosália recorría las Siete Puertas y que las enredaderas despuntaron del suelo y recorrieron la paredes de la sala circular creando un frondoso bosque que se rindió ante Rosália, cuando ésta retornó triunfante de las puertas y el Anillo se vinculó. Nadie sabe lo que ocurrió dentro, sólo Rosália, pero todos fueron testigos de aquel prodigio de la madre naturaleza. Ha pasado mucho tiempo y Rosália, casi centenaria ya, sigue sin envejecer. Dicen que sus clases en la Universidad son especiales, aunque tiene fama de ser una de las Arcanas más exigentes a la hora de decidir que algún aspirante está preparado para realizar la prueba de la habilidad.
  9. Rosália Pereira

    Legilimancia

    http://i.imgur.com/ipZoGhT.png Rosália Pereira ARCANO DE LEGILIMANCIA ____________________ El sol brillante rompió en el horizonte en el momento que Rosália abría los ojos. A simple vista no se veía pero ella podía sentir los rayos que empezaban a extenderse por toda la comunidad. Era una sensación hermosa y, esperaba que todas las plantas y flores que se encontraban por allí, lo disfrutaran de la misma manera. Se levantó rápidamente, sin la necesidad de ver un reloj, las personas estaban todo el tiempo pensando en él y llegaba un punto que no lo necesitaba. Si, desde donde se encontraba, podía escuchar lo que pensaban y aquel día empezaba lo peor: debía enseñar su don de la legilimancia. Al salir de aquella choza que tenía asignada como casa, muchas de las plantas se abrían como saludándola. Era increíble la conexión que tenían. Algunas le susurraban cosas y la copa de los árboles se movían en un vaivén. Rodeó la estructura para encaminarse hacia una de las zonas que más le gustaba, ya que no pensaba traer a ninguna persona a su cabaña. Los magos y brujas siempre terminaban arruinando muchas cosas y no quería tener que expulsar a alguno. O lo que hasta entonces no había pensando, el tener que irse de la Universidad. Desde su llegada se había sentido demasiado cómoda. Aquella terraza completamente de piedra se encontraba en el borde del lago. El sol la iluminaba completamente mientras que algunas pequeñas hadas revoloteaban sobre el suelo. Cuando Rosália apareció, se escondieron pero rápidamente volvieron a salir. Incluso una o dos se posaron sobre su hombro izquierdo, donde parte de su ropa llegaba a terminar en una pequeña flor. La Arcana de la Legilimancia observó el sitio y terminó de convencerse que era ideal para encontrarse con los aspirantes. Incluso tenían una hermosa vista de la pirámide, que era el sitio al que irían si todos estaban listos. Aquella tarima tenía algunos bancos también de piedra. Y una pequeña fuente donde danzaban algunos hilos de agua. Disculpe, señorita Perei... Si, ya lo sé. Puedes retirarte exclamó, interrumpiendo Rosália, luego de girar su cabeza hacia el mago que venía a avisarles que los aspirantes estaban notificados del lugar y la hora del encuentro. Éste había estado tan concentrado en sus pensamientos, que parecía que venía gritándolos de hacía 200 metros atrás. Se giró en redondo y se despidió preguntándose como hacía ella para saber a lo que había venido. Rosalia negó con la cabeza mientras se aseguraba que su Vara de Cristal estaba en su cintura, aferrada por una pequeña enredadera que se escondía entre su vestimenta. No podía negar que se encontraba algo nerviosa. No por lo que llegara a pasar dentro de su enseñanza, estaba segura que muchos aspirantes no llegarían a rendir sus requisitos y no dudaría en pedirles que se retiraran para que volvieran cuando estuvieran más preparados para la prueba. Sino que se preguntaba cuánto contacto debía hacer con ellos. Ella prefería la naturaleza, donde no la invadían todo tipo de pensamientos sobre amores y odios. A veces no podía evitarlo y sabía cada secreto escondido que resguardaban las personas. Era agotador además tener que depositarles una imagen jovial de Rosalia. ¿Quién se iba a imaginar que tenía 99 años? Pero a ella le gustaba aparentar eso. Ser hermosa traía muchas puertas abiertas. Y mientras le permitiera poder seguir viviendo muchos años más, lo continuaría haciendo.

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