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Susan V. Goldstein

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Mensajes publicados por Susan V. Goldstein

  1. Reí ante el chiste de Jorah, claro, ni mi risa se escuchaba en aquel lugar. Bailar era algo que se le daba bien solo cuando bebía lo suficiente. Tenía muchos recuerdos de las noches en las discotecas de Grecia cuando se decía a salir de su zona de confort. Todo aquello lo había aprendido por su cuenta, al principio creía que bailar podría ser vergonzoso hasta que descubrí que era buena en ello, eso fue lo necesario como para que lo demás no importara.

     

    Miró al mago mover las caderas y rostro tornarse un circo ¿Eso era una señal de vergüenza? Sería muy vil de mi parte aprovecharme de eso y aunque todo aquello fuera muy gracioso, debía admitir que fue ella quien lo metió en esto. Le sonreí con confianza, alcé los brazos para luego mover mi caderas con sutileza siguiendo el ritmo de la música. Ladeaba la cabeza siguiendo la melodía y movía mis ´pies de lugar para que el movimiento de mi cadera se viera mejor.

     

    Tomé de su mano para influenciar confianza y giré bajo de ella, reí cuando lo volví a mirar y acerqué mi rostro para que pudiera escuchar lo que diría.—Deberías olvidarte de hacerlo bien, sólo hazlo como quieras. Te aseguro que todos están tan borrachos que no notarán que estamos haciendo el ridículo.

     

    Tomé de sus manos y me alejé un poco para copiar sus movimientos y reírme luego de ello.

     

     

    @@Kira Black

  2. Cian se sentía encantado con el tacto de Amelie, tanto que algo de mi, por más pequeño que se sintió me pellizco de celos. Una bruja como Amelie debía tener un millón de mascotas, o quizás ninguna, pero estaba seguro que no se separaba de los animales. Era algo diferente a mí en ese aspecto, los animales eran increíbles pero me costaba tener la presencia de alguien cerca todo el tiempo. Era buena protegiendo pero no sabía si era buena cuidando hasta que tuve a Cian, y hasta ahora era la única mascota que pretendía tener.

     

    —Aún así pienso que un dragón es mucha responsabilidad, pero estoy segura que tendría un millar de beneficios.

     

    La respuesta de Amelie fue certera, hasta ahora ningún hotel de los que había pisado aceptaba mascotas en las habitaciones o tendría tanto cuidado con ellos. Este era un hotel especial para mascotas y aunque la idea parecía descabellada se notaba que en el negocio le había ido bien.

     

    —Te felicito por esta idea tan revolucionaría.—Sonreí—Tú personalmente debes de tener un montón de mascotas.

     

     

    @

  3. Saboreé el vino y con ojos sosegados miré unos cuantos detalles de la noche, varios integrantes de mi familia habían comenzado a llegar y aún así no pensaba comenzar entablar una conversación con alguno. Este entorno comenzaba a tener forma cuando diferentes magos comenzaron a tomar de copas y comer una que otra cosa. Sus palabras y risas llegaban hasta mis oídos sin ningún significado mientras que vaciaba mi coa con el paso del tiempo.

     

    Reconocí a una de mis tías cuando sus rasgados jeans y su vestir desaliñado pasaron por las puertas del gran salón. Coloqué mis labios en el vidrio de la copa para ocultar la sonrisa de discordia que le provocaba aquella escena, miró a Mía y efectivamente había notado su presencia. Con ese acto de rebeldía por fin obtendría lo que quería, algo con lo que divertirse. Baje la copa en cuanto noté que Eobard me saludó, alce la comisura de mi labio en respuesta para luego volver a beber y prestar atención a la tensión de Mía hacia Romina.

     

    Poco después una elfina se acercó a mi con un bocadillo y una reverencia, más una invitación al circulo casi familiar donde estaba Mía y Eobard. Era de ese tipo de bocadillos con polvo de azúcar que tanto me gustaban, tentador, casi lo acepto hasta que noté como otra elfina iba en dirección a Romina. Esta por accidente la baño en cerveza y mi ceja se alzó de inmediato para luego tirar la mirada a Mía, todo había producto de ella. Sonreí y negué con la cabeza para luego beber mi último sorbo en la copa, tomé el bocadillo y di un pequeño tirón de la huesuda mejilla de la elfina como agradecimiento.

     

    Me acerqué al circulo sin poder borrar la sonrisa de emoción. Me posicioné al lado de Saori y y me interpuse en su conversación— Familia, buenas noches.— Miré a la bruja al lado de mi tío y le dediqué un asentimiento.— Soy Susan y es un placer.

     

    Mordí del bocadillo y me dirigí a mi abuela.— Bien jugado, pero ahora tu hija viene con toda su furia hacia ti. Gracias por el bocadillo.

     

    Le guiñé el ojo a Mía justo en el momento en que Romina apreció y soltó riñas.

     

    ———

     

    @@Eobard Thawne

    @@Juliette Macnair

    @@Mia Black Lestrange

    @@Romina Black Lestrange

    @

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  4. Las personas alguna vez dijeron que tenía un agujero en el corazón y que en mis manos guardaba los sentimientos partidos de est****os que se dejaron engañar, que mi sangre era fría y mis nervios de piedra. Que tenía cuernos invisibles y que respiraba fuego como el diablo. Tantas cosas dijeron de mi ser que aunque algunas fueron ciertas otras no significaban nada, pero desde hace un tiempo, todas ellas eran ciertas. Maldigo el día en que ese tipo piso mi hogar. Todo era perfecto desde que él decidió volver. Tenía a mi pequeña familia y no debía compartirla, sé que me fui por tanto tiempo que de seguro ya nadie recuerda cuanto fue, pero no estaban obligados a mentirme por eso.

     

    Entré al local deseando que apenas hubiera magos con quienes cruzar miradas, con cada paso me acercaba más a la barra y dejaba atrás cualquier idea cuerda. Hace mucho que no bebía en un bar y me sentía tan mundana al darle cabida a estos impulsos, pero era irresistible, algo de licor en mi fría sangre me recordaría que aún puedo tener el control de mi temperatura.

     

    Me senté en la barra y amarré de mi cabello para luego hacerle señas al encargado—Dame cualquier cosa que queme mi garganta, no tengas piedad.

     

    Se fue a buscar lo que pedí sin chistar, cualquier apariencia que tenía hoy estoy segura que no era buena ¡Por Merlín! Hasta yo misma sentía la mala vibra que salía de mis poros ¿Cómo pude perder el control de esta manera? Bufé, esto se acabaría con unas horas aquí. El encargado trajo mi pedido, un pequeño vaso que brillaba por el engaño de su apariencia, se notaba que el liquido ardía. Suspiré y bebí del liquido a fondo. Quemó como debía, tan fuerte que todo lo que recorrió ardió. Hice una mueca e hice una seña para que trajera otro, apenas comenzaba.

  5. Hola Ashura :3, te pediré el inmenso favor de hacerme una firma *-*

     

    Imagen: https://i.pinimg.com/564x/2c/da/d0/2cdad03e625c1af3d6e841f54c1e3069.jpg

     

    Texto: ''Whenever stars go down and galaxies ignite, i'll think of you each time they wash me in their light.''

    Será un firma compartida, así que a una puedes ponerle la palabra KING y a la otra QUEEN, invisible en una esquina para que no se interponga en tu trabajo.

     

    Avatar: Sí, la parte de la chica será uno y la parte del chico será otro. Espero se pueda.

     

    ¡Gracias de antemano Ashura!

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  6. Pasé la mano por mi cabello soltándolo, la música cada vez sonaba más fuerte y sus palabras era un poco más difíciles de escuchar. Claro que sabía sobre las diputas de los bandos, son de tiempos míticos, inclusive antes de que yo pisara esta tierra. Lo miré a los ojos, signo de que le prestaba atención.Tenía cara de felicidad cuando hablaba de su familia, habían cuidado bien de él y se notaba que se sentía agradecido. Tomé de mi copa un trago largo y vacié lo que quedaba de mi botella en ella.

     

    —Claro que lo harán, son Mortífagos, querrán que entres en el bando—Bebí de mi copa—Pero está muy bien que tengas todo en claro.

     

    En mi familia había alguien que pertenecía a la Orden, una muchacha que siempre causaba problemas pero era tan querido por nosotros que apenas lo notábamos. Quizás lo mismo pase con él y su familia. Pero a la final, el Fénix que teníamos en la familia cambio sus lumas por escamas. Rió en cuento entendió que no teníamos parentesco, sería mucha casualidad si así fuera. Bebí lo que quedaba de mi copa, Jorah me ofreció otra copa. Quería aceptarla pero, aquella música merecía un merito. Hacía mucho que no bailaba y era demasiado alentador cuando la pista estaba llena de gente.

     

    Podría invitar a Jorah a bailar y con suerte nadie notaría su presencia, miró al chico sonriente y relajado, nadie se había negado en bailar con ella antes. Sin embargo, pedírselo no sería una opción, sus modales le habían enseñado que el caballero proponía y la dama disponía. En mis oídos resonaba la música doblegando mis creencias y avivando el licor en mi sangre. Tal vez no debería de pedírselo.

     

    — Jorah, espero que seas bueno bailando—Tomé a Jorah del brazo y lo jalé hasta la pista de baile, nos adentré hasta el centro de la multitud y lo solté cuando creí que era suficiente, me giré para verlo y le sonreí— Lo lamento, tenía que hacerlo.

     

    En este instante me preguntaba si debía esperar algún tipo de respuesta de su parte o sólo comenzar a bailar sin importar que él me siguiera. Lo sabría pronto.

     

    @@Kira Black

  7. Amelie ignoró por completo lo que dije sobre nuestra riñas y a cambió dijo un chiste sobre un dragón, sonreí, por cortesía más que por cualquiera otra cosa. La situación no dejaba de ser incomoda. Amelie pertenecía al Ministerio de Magia, trabajaba con los animales. Al parecer ellos eran su vida.— Aún no he visto alguien con un dragón de mascota, sería increíble.

     

    Cian movió su cabeza hasta que su oreja tocó mi hombro, era un lobo celoso y gracias a eso me había sacado de mi apuros en varías ocaciones. Vi que Amelie se notaba interesada por el, asentí ante su petición y me hice un poco al lado. Cuando lo tocó Cian cerró los ojos y se quedó inerte hasta que se sentó para quedar a merced de Amelie.

     

    —Al perecer tienes mucho talento con los animales.—Miré con cierto asombro lo que pasaba— ¿Es por eso que has creado este hotel?

     

    Era el primer hotel para mascotas que conocía y que aún seguía funcionando, la idea de algo como esto era innovadora pero sin embargo poco había escuchado de el.

     

    @

  8. Todo iba bien con los celos de mi madre, todo, hasta que un muchacho pelinegro la llamó madre. Era la primera vez que lo veía, y al parecer también los presentes. Tenía que ser un chiste, uno bastante pesado, ya que por años les había rogado a sus padre que no le dieran un hermano. Pero el hombre que estaba en la entrada del comedor parecía de antes de mis años ¿Como diablos ignorar ese tamaño? Si ya con traerlos al mundo costaba.Miré a mi madre, hace un momento estaba hecha una parca, con las ganas de quitarle la vida a cualquiera, pero ahora sus ojos lloran por el tipo nuevo.

     

    Tenía la esperanza aún de que lo llamara loco y lo echara, no fue así, tomó de mi mano sin apartarle la vista y nos acercó. Primer error. Nos miró a ambos y sonrió para luego presentarnos, su voz dulce toco mi nombre seguido de unas palabras que no quería escuchar ¿Hermano? Fruncí el ceño como mueca, ella debió habérmelo dicho antes. El hombre me miró y una sensación amarga se plantó en mi consciencia. Mis padres ambos tenían ojos muy claros y cristalinos, pero ninguno como los míos, que parecían amatistas. Tenía el cabello negro como la noche, cosa que debía ser de otra descendencia pues ninguno de sus padre tenían ese color. La piel era suave, blanquecina y cremosa, de esas que provocaban con tal sólo mirarlas. Sus rasgos eran finos como los de su madre y tenía lo mismos lunares que su padre. Todo concordaba que yo era su hija, pero, este chico también tenía parecidos.

     

    Me acerqué a él, olvidándome de los demás. Noté que su cabellos tenía el mismo color que el mío y con un paso más cerca me di de cuenta que compartíamos la misma piel. Tenía rasgos de hombre, pero algunos pocos se parecían a los de mi madre. Me acerqué tanto a él que invadí su espacio, estando tan cerca podía oler su respiración y comparar lo único que sí parecía una prueba de su parentesco: Sus ojos. Tal vez sería una escena muy rara para los presentes, ya que se acaba de decir que este hombre era mi hermano, pero, con todo esto yo sólo buscaba algo en sus ojos que no concordaba con los Jessie. Pero no fue así.

     

    —Puede haber algo que te salve de lo que viene...—Le susurré—Podrías ser adoptado y quizás no me tomaría tan apecho la desconfianza que ahora le tendré a Jessie y Otto, pero...esos ojos, esos ojos son los de Jess.

     

    Me solté de la mano de mi madre y empujé al hombre con tanta fuerza que pegó de la pared del comedor, me importaba un bledo si la cena se arruinaría o si alguien salía vivo de allí, mi propia familia me había mentido. No quería ser la víctima, quería ser el asesino. Tomé de mi varita y apunté al hombre dispuesta a maldecirlo, pero mi madre se interpuso. La miré con una ira genuina, tratando de que sintiera culpa por no decirme todos estos años que tenía un hermano ¿Otto también me había mentido? Bufé, por supuesto que sí, los hijos no se hacen con magia.

     

    —Supongo que no esperaste que esto sucediera algún día ¿Debería ser comprensiva?—Mi voz era suave y dulce, tanto, que era alarmante. Me enderece.—Quizás debería tener paciencia y esperar a que sus ojos se cierren y ayudarlo a que jamás se abran.

     

    Negué con la cabeza.

     

    —Me mentiste Jess, tú y Otto lo hicieron.—La miré—Pude haberlo comprendido antes, no habría mucho que hacer entonces, pero mentirme y esperar a que nada pase, teniendo un hijo que deambula por el mundo ¡Por Voldemort! ¡Pudiste habérmelo dicho!

     

     

    @Romalo_LPZ @Jessie Black Lestrange

  9. Mansión Black Lestrange.

     

     

    Aquello se había hecho una manía, estar de pie en su balcón imaginando todo lo que puede pasar afuera sin atreverse a experimentarlo. Aburrido sí, pero los días han sido agitados y merecía algo de calma. Suspiré tranquila y llena de paz, algunas personas no merecían verla de esa manera, luciendo tan flexible y calma, por ese mismo hecho su habitación era su santuario intimo. Que, a diferencia de otros, yo sí lo mantenía lejos de perversidades. Sonreí al aire hasta que ese mismo me alertó de algo. Una maldita lechuza, la misma lechuza que me había entregado la carta de Hogwarts la última vez.

     

    Tenía sensibilidad por los animales, a de ser por eso que no le lanzó un maleficio antes de que se acercara más, pero eso no evito que pasara a mi habitación y cerrara la ventana. Hogwarts estaba en el pasado y de ella no quería saber nada. El pequeño pico del ave golpeo mi ventana tantas veces que provocó un gruñido y resignación de mi parte. Alcé la mano y las ventana se abrieron, ese plumífero regordete revoloteó hasta mi con una carta. Decía lo que temía, era una invitación a Hogwarts para una fiesta de reencuentro e inauguración. Tenía la letra de la Matriarca, lo que le daba un golpe bajo a mi responsabilidad. Le dí de comer al ave y me dispuse a alistarme, ya iba tarde.

     

     

    Los Dragones de Salazar.

     

     

    El vestido negro de raso acariciaba su piernas hasta un poco más arriba de sus rodillas, se ajustaba desde su cintura hasta las mangas cortas de sus hombros, mientras que su falda se daba vida al bailar con el viento. Recogió su cabello y atravesó su varita en el para que luciera como un simple adorno, esto se había vuelto costumbre. Los tacones de aguja sonaban a cada paso que daba por los pasillos del castillo. No podía evitar pensar que Hogwarts era algo indemne, a pesar de los años y las disputas en su interior seguía igual a como lo recordaba. Era un ramé que le costaba admitir que le gustaba.

     

    Caminó hasta el gran salón y las voces que llegaban no eran conocidas, a eso no le temía pero la incomodidad siempre estaba en estas situaciones. Pisé la alfombra pensado en que todo estaba muy bien decorado, aunque nunca le gustó esta zona del castillo. Miré a personas que creí haber olvidado, como Maida o la profesora Juv, pero las voces de la Matriarca y Eobard fueron las que me atrajeron. También estaba Saori, la hija de Amelie con que se había divertido el día de su llegada.

     

    Aunque la idea de acercarse a ellos era atractiva, sabía que no podía estar un minuto más allí son algo que beber, eso quizás le quitaría las enormes ganas que tenía de irse. No lamentaba ser así, le gustaba ser estoica y elegante pero esto no era lo que quería en un principio. Sus ojos brillaron cual amatistas cuando miró una copa de vino de saúco. Tomó de ella y caminó hasta una esquina de la mesa de Slytherin. Bebió de ella mirando a los presentes con sutileza, formaría parte de algo cuando las cosas su pusieran divertidas.

     

    @@Mia Black Lestrange

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  10. Esperaba la respuesta de Marco cuando mi madre airada y peligrosa entra a al comedor apuntando a los presentes. Los ojos grises de mi madre estaban iban desde Eobard hasta Marco con rapidez, inclusive la mujer que estaba allí desde un principio recibió del odio de mi madre una pregunta. Estaba claro que ella no sabía quienes eran y daba por sentado que querían algo de mí, como si fuera la única en esta casa. Suspiré tomando un copa y levantándome de mi lugar me separé de ellos antes de que ocurriera una desgracia. Estoy segura que mi madre ganaría contra ambos.

     

    Caminé hacia ella con sutileza debiendo de mi copa, la miré y le sonreí como a nadie más le sonreía —Creí que no vendrías, me da gusto verte madre. —Bebí de mi copa— Déjame presentarte al tío Eobard Aldrich, según sé es hijo de Mía y tu hermano.

    Con eso bastaría para que ambos cayeran en posición, él se enteraría que lazo tenía conmigo y ella descartaría posibles insinuaciones.

     

    —Y él...—Señalé a mi hermano con la copa— Es Marco Alcott, es mi hermano adoptivo por parte de Alyssa, la familia que tuve en Grecia cuando desaparecí, sólo eso.

     

    De Marco sí dudaría, pero era mi hermano al fin y al cabo. Bebí una vez más de mí copa, ya había aclarado las dudas y si Jessie aún así decidía matarlos ya no tendría remordimiento alguno. Es mi madre, no me pueden importar más que ella. Miré a la mujer que antes para mí había pasado desapercibida, rubia y bien parecida, tal vez también era de la familia.—Supongo que tú también eres parte de la familia...

     

     

    @@Jessie Black Lestrange @@Eobard Thawne @@Beryl Serenity Hawthorne @@Marco Alcott

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  11. Dentro de poco una elfina se acercó y nos dio la bienvenida, Cían se acostó en mis piernas en cuanto la vio. Era un lobo bastante paranoico cuando se trataba de su ama pero estaba segura de que se separaría de mí en cuanto comenzaran a mimarlo. La elfina se fue a busca a Amelie y Cían quedó inerte en su lugar. Una vez más rogaba porque ella no se desquitara con el, Cían a estas alturas de la vida sería como un hijo para mí y si algo malo le pasara sería capaz de armar una guerra por el.

     

    El olor de la vampiresa llegó a mis fosas nasales y en seguida me tensé, por supuesto que le sorprendía verme aquí, tal vez ni sabía que tenía mascota. Me levanté para saludarla, los modales eran lo primero.

     

    — Hola Amelie, lo sé, yo tampoco esperaba venir aquí pero creí que sería el mejor lugar para que cuidaran de mi lobo —Cían, que su cabeza llegaba hasta mi pecho se posó a mi lado cuando le hice una ceña.— Este es Cían, espero que tengas algo para su tamaño.

     

    El local era un edificio enorme, a cada minuto podía oír el cantar de un ave o las pisadas de algo que de seguro era ilegal. Se notaba muy por encima que era el mejor lugar para un animal.

     

    — Quisiera una habitación para ambos y lo que mejor tengas para el. —Mis orbes lilas miraron los fríos ojos de Amelie— Cualquiera cosa que tengas conmigo, bien, pero el no tiene la culpa. Vengo en paz.

     

     

    @

  12. Familias Mortífagas pero pertenecía a la Orden, bastante raro a decir verdad, pero los Mortífagos sabían como cuidar a sus hijos. O eso esperaba. Tanto la Orden como la Marca habían sufrido traiciones antes, no había paz entre ambos y por eso en varios castillos habían cementerios, bebí otro sorbo de la copa y vacía un poco más la botella en ella. Si mi familia me viera...

     

    —Si quieres consigue una fácil, te aseguro que las difíciles juegan mejor. — Alce un poco la comisura de mi labio para luego girar el asiento a su dirección.— No estaba confundida, son familias y personas conocidas, lo sorprende es la elección de bando. Pero está bien, las personas tienen libre albedrío.

     

    Noah era una de las pocas anomalías en este mundo, tenía rasgos jóvenes pero intimidantes, como cualquier otro muchacho que promete grandeza. Pocos en la Orden le agradaban, la familia Lockhart era buena, a pesar de las riñas entre los bandos habían abiertos sus puertas para mí una vez.

     

    —No me molesta en absoluto, hay personas en tu bando que aún no me han hecho nada.—Ladeé la cabeza— No tengo parentesco con los Macnair, mis familia son Black Lestrange y Triviani, la matriarca de la Triviani es esposa de un Macnair. —Río— A eso me refería.

     

     

    @@Kira Black

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  13. ¿Hacía cuanto que no pisaba este césped o olía este aire? Miré el imponente castillo sentada en el opulento jardín, este lugar lleno de masacres y locura había sido mi primer hogar cundo decidí mudarme a Gran Bretaña, la matriarca había abierto sus brazos y me enseñó lo que pudo sobre un buen perfil para la mafia. Necesitaba venir, volver a ver mi raíces y tener recuerdos de todo lo que pasó cuando vivía aquí. No podía compartirlo con nadie, venir sola era una de las mejores opciones. Aunque de seguro abría nuevos integrantes en ella que me acusarían de invasora. El apellido Triviani le pertenecía a mi nombre desde que Alyssa Black Triviani decidió otorgármelo, aún estaba conmigo.

     

    Había encontrado a su familia, a la que compartía su sangre, pero aún así eso no evitó que me fuera. El largo tiempo que pasé en Grecia me hizo reflexionar sobre las responsabilidades que tenía encima, y una de ellas era estar para esta familia en todo momento. Creí que a final de cuentas me acusarían de traidora por haberme ido, y estaba claro que obtendría un castigo por eso. Pero mientras eso llegaba podía disfrutar del paisaje, desolado pero hermoso.

     

    Me levanté del césped y comencé a caminar en dirección al bosque del castillo, quizás una caminata por esos densos troncos me harían bien, con suerte encontraría a su madre pero, cómo estaban las cosas, era mejor no hacerse ilusiones. Con el apellido aún en mi nombre podría divagar en cada punto del terreno, desaparecer aquí y aparecerme allá, sin embargo después de tanto tiempo de no poner un pie en la fortaleza Triviani podría considerarlo como un instinto suicida el aparecer el cualquier lado.

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  14. Pase mis dedos por el suave pelaje de Cían, los ojos celestes de mi lobo se posaron en los míos mientras caminábamos hasta Animarium, había sido un día agitado para ambos y estaba claro que Cían merecía una recompensa por todo lo que le hice pasar este día —Ya llegaremos, muchacho.

     

    Cían me perteneció desde que puse un píe en Grecia, tenía los ojos más azules que alguna vez vi en aquel tiempo y pertenecía sólo a la calle. Su pelaje enteramente blanco estaba sucio por los lugares en que había dormido y las cosas que comía a diario en las sobras. Un animal tan hermoso no podía pertenecer a una vida tan cruel, lo cuidé desde entonces, hasta convertirlo en el enorme lobo que es ahora. Cían miraba cada cosa luminosa del callejón Diagon hasta que se fijo en el gran letrero turquesa del hotel. Había tenido algunas riñas con la propietaria, pero en este sitio no había mejor lugar para las mascotas como ese hotel, podía entender si ella intentaba desquitarse por el último encuentro que tuvimos, pero debía ser conmigo, mi Cían no tenía nada que ver en esto.

     

    El lobo pasó primero al imponente edificio yendo directamente a la recepción que en ese instante estaba vacía. Miré los sillones de espera y me senté en uno de ellos hasta que por fin un encargado apareciera.

     

    —Cían, no rompas nada —Le hice señas al lobo para que se sentara a mi lado—La dueña es de la familia, ero no sé si ella lo tome así.

     

    Cían ladeo la cabeza como si comprendiera lo que decía, aunque se dice que los animales no poseen conciencia estoy segura que mi blanco amigo no es como los demás, el sí podría entenderme.

     

     

    @

  15. El dramatismo por parte de una de mis abuelas, aunque su humor era ácido estaba segura de que no lo sentía así. Mis abuelas, independientemente de la edad que tenga parecen mantenerse en sus jóvenes años y permanecer vitales cuanto les plazca. Mirando de reojo a mis padres comprendí que eran motivo de descendencia. En plena luz todos parecían irresistibles. Lo que dijo la Black tenía cierta razón, pero para mí ellas eran completamente nuevas y ver esa reacción de mamá no hizo más que unirme a ella.

     

    Miré a papá quien permanecía callado, mejor eso a provocar la furia de tantas mujeres. Este debía ser un tema del que debíamos de hablar. Podía comprender que se habían ocultado pero ¿Para qué? Más de un pecado tenemos todos encima y la marca en el brazo no nos da reputación de santos. Algo de razón tenían las brujas, era algo que se tuvo que haber mencionado antes. Algo de alivio tuvieron las palabras de Mahía, al menos ya no debían esconderse. Una media sonrisa se planto en mi rostro al descubrir que todo había sido un falso drama, comenzaba a creer que mis abuelas eran geniales.

     

    Enamoradas ambas partieron a sus aposentos, me giré a ver a mi madre.

     

    –Son increíbles.– De lo poco que había visto esas dos palabras eran las únicas que tenía para ellas.– Sin embargo, aunque quiero saber por qué tanto lío por su relación, ellas parecen haberlo tomado bien.

     

    Entendía que algunas relaciones eran difíciles, mi soltería era la prueba de ello. Pero mis padres siempre parecían tan armoniosos y enamorados que quien los viera por primera vez pensaría que nunca han tenido un problema.

     

    – Papá ¿Dirás algo por fin?

  16. Sonreí en el momento en que Eobard me confirmó lo de su nombre, era la primera vez que escuchaba algo así. Era cierto, podía pasearme por todo el panteón nombrándole a sus antepasados pero ciertamente no estaba para ello, le dejo divagar sobre lo que veía. Encontraría su apellido en cada una de la lapidas y se imaginaría la historia detrás de los distintos nombres, Eobard hasta ahora me había demostrado que no le importaría explorar sólo. Miré la copa de los arboles y noté que el cielo las oscurecía, faltaba poco para la cena pero ya no estaba segura de si ir.

     

    La mañana había sido efusiva y las energías se me habían agotado, pensé en todo lo que tenía por hacer y cuanto faltaba para que el día acabara. Con tanta negatividad y frustración, si pudiera envejecer, sería ya una anciana prematura. Suspiré en cuanto las palabras de Eobard me sacaron de mi ensimismamiento, había descuidado por completo el recorrido.

     

    —Lamento lo de ahora Eobard.— Me excuse — Sí, la cena ya debe de estar lista.

     

    El mago dio vuelta en sí y desapareció dejando una hilera de polvo. Completamente sola me di la libertad de adivinar que algo me pasaba, sentía desazón y se me hacía difícil mantener el perfil que tanta fama le ha dado a la familia. No entendía el por qué pero estaba segura que este estado no duraría lo suficiente, no podía permitírselo y las personas no podían darse cuenta de que algo me pasaba. Ir a la cena sería lo más normal que alguien con humor haría e inclusive quedarse al postre, pero yo no me quedaría hasta tanto, hoy quiero a mi cama temprano.

     

    Me alce de mi asiento cuando los grillos ya hacían orquestas y desaparecí en un santiamén para luego aparecer en mi habitación. Me despoje de mi ropa y limpie para ponerme algo más representable. Acomodé mi cabello en un moño y pase mi varita en medio para que se notara como algo decorativo, di una última mirada al espejo y salí rumbo al comedor familiar. No todos estaban presentes, faltaban los más constantes, en especial mi madre. Miré a quien estaba y busqué un puesto, coloqué una mano encima del hombro de Eobard como un saludo y me dirigí a mi hermano, quien parecía algo inquieto.

     

    — ¿Sucede algo Marco? — Indagué.

     

    @@Eobard Thawne @@Marco Alcott @@Jessie Black Lestrange.

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  17. El joven había entendido que ya no quería hablar de mi día, había entrado a este local precisamente para olvidarlo a fuerza de música y vino. Volví a beber de mi copa cuando la mirada inapropiada del mago se posaba en mí. Algo en eso me había pensar que estaba hambriento, no de mí, quizás sea sólo de una presa. Estaba claro que el chico no era un simple mago, algo guardaba en todo ese aspecto de relajo. Si lo que buscaba era cazar estoy segura de que yo no sería su presa. Cuando saco sus colmillos y los ojos del mago se volvieron de un color carmesí supe que estaba en lo correcto.

     

    — Después de que se termine la botella deberíamos buscar alguna. —Me acomodé en mi asiento— Aunque a mí no me van las presas fáciles.

     

    Mi nombre salió de su boca con cierto asombro, conocía de mi familia así que me ahorraría la charla, bailé la copa en mis manos esperando por su nombre, con suerte también lo conocería. Bebí otro poco de vino cuando hablo de su nombre, un Macnair e hijo de Keaton ¿Familias mortífagas? Lo miré por un instante, pertenecía a la familia del esposo de mi madre adoptiva, por su puesto que debía ser mortífago.

     

    —Semper Fidelis Jorah.— Dijo haciendo referencia a uno de los lemas de la Marca Tenebrosa.

     

    Podía equivocarse y aquel mago no tendría que ver nada con la Marca, ya que era la primera vez que le miraba, pero por lo mínimo el conocimiento de ella debe de tener.

     

    — ¿Ah sí? Pues el esposo de mi madre adoptiva es Macnair, una buena familia.

     

    @@Kira Black

  18. —Sólo mi día de hoy ha sido cansino —Me cruzo de brazos sobre la barra— Te sorprendería los diferente que puedo ser jeans y polera.

     

    Y era cierto, no siempre podías encontrarla con esta vestimenta, aquél chico había sido una excepción de suerte, mala o buena, pero había sido suerte al fin y al cabo. Reí ante su comentario ¿Tan mal me veía? Era cierto que sólo era una fachada, pero no creía que fuera tan buena como para que ese mago lo creyera. Volví a reír cuando siguío mi chiste homicida, pensé que daría media vuelta y se iría a otra parte del local, pero no.

     

    — No pasa nada —Le aseguré— Podemos compartir el trabajo.

     

    Él al parecer no se conformaba sólo con mi nombre ¿Aacaso creía que mis apellidos influirán en algo? Mientras meditaba bebía un sorbo de mi copa, para algunas personas crería que eso es damasiada información pero estamos en un mundo pequeño y probablemente él se enteraría luego de a cuál familia pertenecía. Miré la copa por un segundo para luego fruncir los labios. Al diablo con eso.

     

    — Mi nombre es Susan Black Lestrange.

     

    Miraba el rostro del joven en busca de alguna señal de reconocimiento, tal vez no me preguntaría de mi familia orque ya la conocía y podría ahorrarme tanta explicación. Le sonreí luego de decirlo — No hice trampa, ahora te toca a ti cumplirme.

     

    Veía como a duras penas intentaba mantener algo de seriedad, tomarme el pelo no era su mejor opción y su inocencia no lo salvaría de uno de mis impulsos. Sin embargo, era la primera persona en el día que intentaba hacerme reír, de forma precaría, pero lo hacía.

     

    @@Kira Black

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  19. Por arte de magia una mujer areció delante de nosotros, alguien importante tenía que ser ya que la tensión se sintió más que antes. Jessie iba a decir algo ahasta que apreció otra bruja a las espaldas de la primera, esta vez mi madre no pudo ocultar tal nerviosismo, fruncí el ceño y miré a papá en busca de respuesta pero el rostro de Otto no me significaba de gran ayuda. Con dificultad mi madre nos presentó y ahí entendí por qué tanto alboroto.

     

    Negué con la cabeza, aquello parecía algo retrogrado ¿Cuantos años tenían mamá y papá? ¿Por qué necesitaban permiso si ambos se amaban? La noticia les cayó terrible a las dos brujas, tanto, que me pareció adsurdo dada la posición de todos. Miraba aquella escena con vergüenza hasta que un abrazo me tomo desprevenida, estática apenas pensaba en qué hacer. Las palabras que me dijo cuando se separó también me tomaron por sopresa ¿De verdad era tan difícil de creer que una mujer hermosa como mi madre ya no era casta? Al parecer eso lastimó a mamá, tanto que le replicó a la que ahora es su madre.

     

    Mientras escuchaba sus gritos miré nuevamente a papá pensando que en realidad todo esto era por su falta de honestidad con su familia. Al escuchar las replicas de ambas brujas decidí decir algo en mi defensa, ya qaue yo era producto de su ''error''.

     

    – Señoras –Llamé su atención– No creo que sea algo de mucho pensar, primero estaba en él –Señalé a papá para luego señalar a mamá– Y luego en ella, y depués no pude estar en ningúno de los dos. Eso pasó por que se amaban. Pasó hace 20 años y estoy segura que yo no fui su primer intento. –Bufé– Soy su nieta y no hay mucho que puedan hacer contra la naturaleza, lo menos que quiero escuchar es sobre las cochinadas que hacen mis padres y abuelas.

     

    Me parecía increíble tener más abuelas con las que pueda hacer fechorías pero esto ya era demasiado, demasiado drama para tan pocas horas.

  20. Su humor se había aplacado, aquellos regalos pretendía abrirlos luego, quería darles el tiempo de admiración correcto. Llamó a un elfo y le entrego los regalos y especificó que los quería en su mesa de noche. El elfo no tardó en hacer lo pedido, miré a Marco y le di una sonrisa a mistosa mientras subía las escaleras, en eso, mi madre sumergida en su propio mundo golpeó el hombro de Marco y nos rebasó a paso lento. Su expresión era tan cruda y real como la inexistencia de su alma. Entendía que la mayoría de los presentes carecían de eso pero a veces en dolía ver a su madre sin derecho a una salvación.

     

    Por eso había tratado lo posible de dedicarle la mejor de mis fachadas desde mi regreso de Grecia, ya sea con mimos u obediencia trataba de hacerle saber que me importaba más que cualquiera en esa mansión y que la pequeña familia que somos con mi padre rebasa cualquier otra. Entendí que parte de su comportamiento era debido a los regalos y el acercamiento de Marco, tal vez no teniene idea alguna de lo que es Marco para mí, ya me encargaría de ponerla al tanto.

     

    — Yo siendo tú —Me dirigí a Marco— Le temo.

     

    Y es que él esta propenso a sufrir una muerte horrible si Jessie piensa que es una amenaza.

     

    — Disculpáme Marco.

     

    Quería alcanzarla así que apresuré el paso pero al final de las escaleras sólo conseguí la silueta de Eobard en el pasillo. Parecía realmente perdido y desorientado, me acerqué a él mientras que con esfuerzo trataba de tapar su pérdida.

     

    — Así es, por la forma en que subiste no pensé que terminarías perdido.

     

    Ciertamente estaba mientiéndo, casi deseaba que se perdiera y se topara con la habitación de alguien más, sería lo más gracioso de mi día. Como si lo atrajera, se acercó a una de las habitaciones que estaban habilitadas para lo huéspedes. Con suerte Eobard había dado en el clavo. Decidí recostarme de la puerta de la habitación que estaba enfrente de la de Eobard. Miré como la habitación había sido dispuesta para sus gusto, definitivamente Mía sabía que él vendría, y como siempre, se lo ha reservado. Pocos minutos salió y el nombre Aldrich apareció en ella.

     

    — ¿Ese es tu nombre?

     

    Nombre extraño, pero él era extraño. Pensó en un lugar para darle una buena primera impresión de nosotros pero en cambio sólo tuve ideas terribles. Hasta que una fue excelente.

     

    — ¿Quieres ponerte al día? Entonces tienes que conocer de donde vienes.

     

    Le sonreí, él jamás imaginaría a donde pienso llevarlo. Cogió de su brazo y dió un semi giro que en cuestion de segundos los transporto al cementerio de la casona. Lúgubre y gótico, lleno de estatuas de ángeles y lapidas pulidas de nuestros antepasados. Era un lugar sagrado para la familia y muy poco visitado pero era lo mejor para contgarle la historia de la familia. Me sente en uno de los bancos de mármol frente a una estatua de querubín para luego mirar a Aldrich.

     

    — Este es el cemenmterio de la casona, aquí se encuentran nuestros antepasados. —Palpé el banco a mi lado— Deberías sentarte un momento, aparecerse por primera vez suele dar náuseas.

  21. Algo amargo se arrastró por mi garganta en el momento en que probé el trago, se podía decir que era algo fuerte pero no lo suficiente, definitivamente había probado cosas peores que el licor de los magos. Las largas aventuras por Grecia y una que otra visita a su lugar de origen habían insensibilisado y sorprendido lo suficente para que no mucho me alterara.

     

    — No diré que he probado mejores, sólo diré que he probado más fuertes.— Le devolvi el vaso de su trago.

     

    Su humor negro, aunque insultante no dejaba de agradar. Quizás con el paso de las copa y tragos sería algo que me dejaría de importar, además, no había nadie al pendiente de nuestra conversación. Fue poco cuateloso decir que yo tenía tal rostro, él no tenía idea de quién era yo y por lo que estaba pasando, pero me percaté que ambos estabamos en la misma situación.

     

    — ¿Estás seguro de que tengo rostro de finado? Temo decirte que tu sinceridad sólo es ceguera — Sonreí un poco mientras negaba con la cabeza.

     

    Alcé una ceja cuando dijo que no parecía de por aquí, toda esta fachada de verdad daba otra imagen de mí.

     

    — Yo sólo vine por un trago, esuchar música y a secuestrar a alguien indefenso. Lo normal. — Encogí mis hombros tratando de guardar mi risa.— Y no, no estás disculpado pero aún así te lo diré, me llamo Susan.

     

    Todo auqello estba cogiendo mucha gracia, si terminaba estapantándolo con mis chistes sería una pena.

     

    — Creo merecer que me digas tu nombre ahora.— Cogí la copa que él había soltado y me serví algo de vino.

     

    @@Kira Black

  22. Lo había tomado tan desprevenido como él a mí. A pesar me mis conclusiones seguía siendo extraño verlo ahí y más aun con una mochila. Fruncí el ceño hacia su dirección cuando la unica respuesta que recibía era su mirada, como si la presencia extraña en esta mansión era la mía. No sé por qué aun me cuesta no sorprenderme de estos encuentros, siempre hay un nuevo rostro por aquí pero con el mismo apellido.

     

    —Así es.— Miré hacia los lados, a todo aquel alboroto para luego volverlo a mirar — Esta es mi familia.

     

    Tal vez él esperaba más, pero la última vez en que nos vimos deje en claro que mi familia no era estable. Comenzó a decir algo y a sacar un papel, temí lo peor cuando reconocí lo que era y así fue. No sólo ahora pertenecía a mi familia, si no que también era hijo de Mía y mi tío. Cuando me sonrío pensé en ponerlo al tanto pero creí que lo mejor sería ver su cara cuando se enterara en la cena. Reí para mis adentros en el momento en que lo despedía con una mano y le decía un ''Bienvenido a la familia.'', lo más probable es que se perdería en tantas dimensiones.

     

    Lo mirpe alejarse y me disuse a subir también cuando escucho a mi hermano llamarme.

     

    —Seguro ¿Qué tienes para mí?— Le sonreí cordial hasta que las palabras de Amelie llegaron a mí. Era cierto que mi hermano no parecía sentar cabeza, pero varias veces lo había visto enamorado y quizás por eso tenía esta personalidad. Algunos cambian a peor y otros sólo eligen otro camino.

     

    Extendió hacia mi una hermosa caja dorada con una rosa encima. Pocos lo sabían, pero los regalos más sencillos para mí eran los mejores y Marco lo había entendido con aquella rosa. Tome ambos regalos y acaricié los pétalos de la rosa, me dirigí a mi hermano y besé su mejilla en forma de agardecimiento ara luego seguir subiendo las escaleras a su lado.

     

    — Son hermosas Marco, luego abriré la caja — El Triviani le sonrió — Me da gusto que te quedes a cenar, hermano.

  23. *Se asoma* Buenas días, tardes o noches, paso muy retardadamente a confirmar querer seguir siendo aspirante. No hago mucho por la marca, he de admitirlo, pero es por mi gran falta de tiempo. Incluso estuve fuera varios meses pero estoy decidida a compensarlo.

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  24. Lo que pasaba por sus ojos lo hacía tan rápido que paenas tenía tiempo para reaccionar. Lo de Amelie y su hija, Aries desnudo, la llegada de Mía y dos nuevos integrantes a los que ella les daba la bienvenida. Miró a su madre y ladeo la cabeza ¿Más familia? Aquello sí que era una reunión familiar de las más polémicas ¿Cuantos más habrá allá fuera guardando en secreto el apellido? No lo sabía, pero estaba segura de que estás personas no serían las últimas. Le toque el hombro a mi hermano y le dije ''Es un placer tenerte en casa'' para luego acercarme a Rose.

     

    —Prima, debaríamos revisar los arbustos, quizás aún quede un familiar por encontrar.— Reí.

     

    Mientras bromeaba alcancé a ver a la matriarca que a pesar de su extravangante compostura ya parecía perder los estribos. Una cena familiar sería la peor idea en ese instante, sentarme en la misma mesa que Amelie y su hija sería una falta grave de respeto después de lo que le dije. Y aunque mi conciencia siga callada sé que debo de tener modales. Amelie tenía el apellido de la familia y aún así se atrevía a decir que sólo era ahijada de la matriarca, tal vez ese sería un tema que deberían tratar entre ambas. Le reste importancia en el momento que la matriarca partió con Cedric y me acerqué a mi madre.

     

    —Antes de que empieze la cena iré por una manzana, suerte con el tío Dave.— Deposite un suave beso en su mejilla para luego largarme al comedor.

     

    Le ordené a un elfo mi manzana que enseguida fue traída, por lo menos los gritos habían cesado y ya se había acabado el revuelo. Mordió la manzana dispuesta a ir a cambiarse para la cena, ero en el momento en que iba a subir la escalera escuché una voz que hace poco conocí, casi inaudible entre los que aún hablaban, pero fue lo suficientemenete clara como para que me girara en su dirección. Y ahí estaba.

     

    — ¿Eobard?

     

    ¿Qué hacia él aquí? ¿Era amigo de la familia y no lo sabía? Tal vez me había perdido de mucho encerrada en mi habitación y está cena ya había sido premeditada hace mucho.

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