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Susan V. Goldstein

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Mensajes publicados por Susan V. Goldstein

  1. ¿Él se disculpaba por hablarme? ¿Cómo alguien se disculpaba por pretender ser sociable? Negué con la cabeza y volví a beber de mi copa, lo que hizo no estuvo mal, de hecho no me vendría mal algo de compañía y él promete dármela. Me invitó de su trago que parecía algo fuerte a comparación del vino que estaba bebiendo. Había comenzado con vino para no tentar a mi lado desequilibrado tan temprano. Después de todo, estaba sola en ese bar y aunque él me hiciera compañía seguía siendo un extraño y no podía confiar en él tan rápido.

     

    Lo vi llamar al elfo y este trajo otra bebida igual a la de él.

     

    — No te disculpes por eso, me haría bien algo de compañía — Miro el trago — Sin embargo, no planeaba beber algo tan fuerte en horas tan cortas.

     

    A mi mente llegó una idea que de seguro sería lo mejor para quedar igualados, de seguro este vino era demasiado poco para él pero debía darle una oportunidad. No parecía un mago que sediera y se embriagara tan fácil, así que el vino quizás sólo sea agua para su paladar.

     

    — Yo beberé el trago — Tomé el trago con una mano y lo acerque a mí — Pero al mismo instante tú debes de beber una copa de vino — Le acerqué mi copa.

     

    Y regalándole una media sonrisa pensé que eso lo igualaría y yo no tendría cargo de conciencia alguna, esperaba a que bebiera la copa pero en lugar de eso soltó un comentario que me tomo desprevenida. Esa no era la diversión de la que hablaba pero sin duda era gracioso, sus gestos y palabras contenía gracia.

     

    — ¿Quieres decir que tengo rostro de un muerto? — Reí — Jamás me habían halagado así. — Hablé con ironía.

     

    @@Kira Black

  2. Mientras bajamos Eobard coincide conmigo al respecto de no poder salvar a los de arriba, estaba más que claro que la seguridad del lugar debía encargarse. Lo que pasó allá arriba fue un accidente y nadie podra relacionarlo con nosotros. Había podido salir de ahí gracias a los poderes del velocista, lo cual es una gran alivio. A diferencia de mí algunas personas sí habrán traído su varita, pero lo más seguro es que algunas se hayan perdido en el pantano, si esa hubiese sido mi suerte probablemnete seguría en el fango. Le oigo disculparse por mi ropa y la verdad es que estoy hecha un asco. Pase la mano por mi camisa para quitar más residuos del pantano.

     

    Pero entonces Eobard comenzó a vibrar tal cual como sus brazos lo habían hecho, dejándolo casi tan igual que cuando lo vi por primera vez – ¿Lavar la ropa ya no es de este siglo? – Tenía que mantener la compostura ante aquello y olvidarme por completo de mis náuseas, y eso sólo lo podía hacer con gracia.

     

    Vi que su mano tocó mi hombro para luego sentir el repiqueteo de mis huesos y dientes, no era una sensación agradable pero duró tan poco que el disgusto no fue tanto. Luego de que retiró su mano aún podía sentir mis labios temblando y mi cabello erizándose. – Por Merlín, se sintió horrible – Reí – Muchas gracias.

     

    Esperaba que mi humor ácido no le afectara pues de verdad estaba agradecida y en mi ojos se podía notar cada vez que miraba a mi ropa y no veía casi nada de fango. Al llegar a la planta miró hacia todos lados en busca de el desecador pero Eobard lo encuentra primero encima de una pila de cajas, la situación en la que estaba la caja era precaria y no teniamos suficiente tiempo, pensé en un plan cuando la cabeza de un dugbog se asomó por encima del pantano. Las personas allí gritaron, enfundaron sus varitas e intentaron escapar, pero tener pánico sería lo peor.

     

    – La tienda de bromas es tan buena que te hace vivir la experiencia al máximo. – Comenté cuando vi la criatura.

     

    Miré la caja y pensé en lo poco que podía hacer sin su varita, hasta que Eobard dijo que ganaría tiempo enfrentando a los dugbogs, me dió su varita de nogal negro y partió hacia el fango. La varita en mi mano se sentía ajena y sin poder, es obvio que le responde al dueño y yo no le agrado. Me concentré y suspiré para luego apuntar al desecador.

     

    – Accio.

     

    Pero la caja no se inmutó, cerré los ojos y volví a suspirar, era la única oportunidad que teníamos y no podía lograr que la varita me obedeciera. Di un paso adelante, aún más cerca de la caja.

     

    – Accio desecador.

     

    Fallido. Me llevé un mechón de cabello hasta atrás de mi oreja y mordí mi labio, no había tiempo para esto. Acerqué la varita hacia mí, aún no comprendía como las varitas escogían al mago pero estaba segura de que está conocía mucho a su dueño. Quizás debía gritarlo, tener más seguridad y que el hechizo por fin funcione.

     

    Una vez más apunte a la caja – ¡Accio desecador!

     

    La pequeñña caja enseguida voló hacia mis manos, sin darme el lujo de celebrar llamé a Eobard. Este paro de inmediato y vi la oportunidad perfecta para lanzarle la caja. Estaba segura de que no la dejaría caer, no con tal poder.

     

    @@Eobard Thawne

  3. Mientras intento salir del fango escucho la voz de Eobard y me gire hacia su dirección, había quedado completamente cubierto de de esa asquerosa cosa verduzca. Las cosas no pintaban nada bien para ambos, sentía que aquel pantano me consumía como arenas movedizas y mis brazos ya no parecían tan fuertes. Miré a Eobard preguntándole qué hacer, de seguro el tenía un mejor plan. Y lo tenía pero mi varita era el problema, sé que un mago no puede salir sin su varita pero yo en esa mañana no lo había hecho, si no, hubieran podido usar un expulso para salir de aquello o haberse protegido.

     

    Maldije mi decisión.

     

    Eobard comenzó a mover lo brazos, tapé mi rostro por instinto y pronto el fango comenzó a chocar contra ellas. El fango comenzó a diluirse y pasó de ser una mezcla pastosa e imposible de dominar ha algo más líquido. Pero necesitaba más que mis piernas para salir de aquello. Disgustada intento de tapar mis ojos, nariz y boca con una sola mano y ayudarme con la otra. Era una taera difícil pero pronto llegamos a las escaleras. Me apoyé con mi manos para salir de aquel laborioso problema, todo mi cuerpo y ropa había sido marcado por el chiste. Gruñí al verme y comencé a escurrír con mis manos el fango de mi cuerpo. Esa habpia sido la primera demostración de los poderes de Eobard y pese a todo este daño, sin su habilidad no lo hubieramos logrado.

     

    – Sí, también deberán hacer algo con está cosa. No creo que a los clientes les guste comer adentro de un pantano – Negué con la cabeza y comencé a bajar junto con Eobard.

     

    Al cabo de unos sengundos recorde que pedir un pantano portátil había sido su idea, aun no tenía idea de para qué utilizaría uno de esos, podrían poblar una mansión y no desaparecería en semanas. Quizás él mismo planeaba vengarse de alguien. Mientras bajabamos las escaleras me permití reir sorbe esto.

     

    – ¿Sabes? Esto no hubiera pasado si no hubieras escogido un pantano portátil – Bromeé mientras escurría fango de mo brazo para luego tirárselo – De cierta forma, es tu culpa. – Reí.

     

    Las personas que se encontraban en la tienda se habían concentrado al pie de la escaleras, mientras que un grupo de ellos subía con sus varitas enfundadas para reparar el daño, el egoismo sólo nos hizo pensar en nosotros y no en aquellas personas que quizás ya se habían ahogado allí, pero ya era muy tarde para voltearse y hacerse el héroe, sólo tenía que importarnos el salir de esto antes de que vomitara.

     

     

    @@Eobard Thawne

  4. Yo a mis tantos años de edad y con todas las vidas que había vivido aun no se podía cansar de los mismos deleites, nadie pensaría que una joven galardonada de virtudes tendría tanto tiempo en esta tierra y aun no había perecido nada de su cuerpo. Era voluptuosa hasta el tuétano y todo se lo debía a su ascendencia y naturaleza, un demonio no siempre es tan asqueroso como lo pintan en esos libros de antaño. Bebió un sorbo largo de su copa hasta casi terminarla, cogió la botella y voció un poco más de ella para luego percatarse de que alguien se había aproximado a la barra.

     

    Era joven, a lo mejor de la misma edad que yo aparentaba. Vestía informal pero todo aquello le quedaba bien, pidió un trago al bartender y por un instante su mirada se cruzó con la mía. Sabía que era motivo de halagos y de ideas perversas pero ¿Por qué alguien que parece tan relajado se interesaría en alguien que tiene una apariencia muy fuera de lugar para un bar como este? Dejé de mirarlo y volví a beber de mí copa, aún podía sentir su mirada pero con el paso de los segundos ya no sería nada. Pero me equivoqué, él se acerco y con su tono de voz tan sereno me saludó y comentó sobre lo que veía.

     

    ¿Enojada? Por su puesto que no, estaba cansada.

     

    Miré al mago para luego colocar un dedo encima de la botella.

     

    — Esto no es por enojo — Decía con voz suave mientras bajaba el dedo de la botella — Es por despojo.

     

    No había otra respuesta a su comentario, su trago llegó, por supuesto que él no bebería vino. Él estaba a quí para beber algo más fuerte que eso, si no, ¿Cuál era el punto?

     

    — Supongo que...— Señalé su trago Eso es por diversión.

     

     

    @@Kira Black

  5. – De hecho sí, pensé que las cosas se quedarían así.

     

    Y que bueno que no, el momento habría sido el doble de incómodo para mí. Aunque pienso que he corrido con suerte, Eobard podría mostrarse casi transparente hacia mí pero estaba claro que algo le costaba. Si no fuera así, habría comezado con el tema de una forma más abierta. Cuando hizo referencia a su naturaleza mi mente rapidámente comezó a sacar variantes, en este mundo todo era posibles, desde él fuera un discípulo de Savitrí hasta la reencarnación de esa deidad. Eso explicaría porque el color le habían sentado también, pero todo lo demás no concordaba.

     

    Él siguió explicando y ahora tenía aun más de mi atención, cuando dijo aquello de los velocistas recordé a los superhumanos que alguna vez habpia visto en el mundo muggle, algunos eran muy adorados mientras que otros ya no eran la gran cosa. Me explica que ellos en especial tienen la habilidad de ser veloces, de ahí el nombre, pensé. Pero Savitrí aun no estaba fuera del tema, y es que tiene aun más sentido cuando la deidad de sol es parte esencial de los velocistas. Asentí antes su explicación.

     

    – Entonces... ¿Eso significa que si te digo que vayas a Hungría y me traigas una piedra de Budapest lo harías en segundos? – Estaba maravillada, era una habilidad increíble que no habría pensado jamás que le preteneciera – Asombroso.

     

    Reí junto con él en el momento en que opinó de la caja, era un hecho que yo no estaría ahí para cuando esos caramelos fueran consumidos, más que graciosa sería una escena perturbadora ver a todos con tentáculos como lenguas, pero ellos se la pasarían mal y eso calmaba mi conciencia. Eobard estiró el brazo para llamar a uno de los meseros, pidió la caja y algo que realmente no esperaba: El pantano portátil. Miré a Eobard con ligero pánico por su pedido, era imposible no sentirlo por lo propensa que era la tienda en sufrir catastrofes. Pero hasta ahora él parecía lo bastante racional como para tener la situación con eso controlada.

     

    Los fuegos artificiales de incontables colores comenzaron a ser un problema para quien tenía la cabeza en alto, reía ante el comentario de Eobard – Creo que es lo más inofensivo de esta tienda.

     

    Poco después él fijo su mirada en el mesero que llegaba con su pedido, la caja del pantano era más grande de lo que esperaba mientras que la caja de los caramelos apenas resaltaba, por un segundo miré que su ojos reflejaban pánico y dos simples palabras me pusiero alerta – ¿Pasa algo Eobard?

     

    Unos segundos más sin optener respuesta y algo extraordinario pasó, uno de los coete había impactado con la caja del pantano, este se abrió y toda la planta, sillas, mesa y personas se sumergieron en el como una fangosa piscina. Había conseguido tapar mi cara con la manos y gracias que el fango fuera de consistencia viscosa y espesa casi no se filtraba por mis manos. El étido olor penetro mis fosas nasales y los quejidos y chapoteos de personas llenaron a mi casi tapados oídos. Sin quitar las manos de mi rostro intente elevarme con mis piernas y de ardua manera conseguí salir a la superficie. Destapé mis rostro para descubrír que solo mis palmas estaban limpias, lo que significa que mi rostro estaría igual, no habría manera de saberlo por ahora. Las arcadas se acercaban a mi mientras intentaba salir de aquello, con miedo de que esa putrefacción ensuciarla lo que me quedaba de piel limpia.

     

    De todas la personas ahí no podía escuchar Eobard pero decidí que lo mejro sería buscarlo en el momento en que saliera, ya que ni yo misma podía mover mi cuerpo con facilidad en aqella situación, debía encontrar una manera de salir rápido de allí.

     

     

    @@Eobard Thawne

  6. El vestido ceñido negro que daba hasta la mitad de sus piernas hacia que su caminar fuera lento y sutil. Había pasado todo el día en diversos protocolos y suatiaciones que le habían dado un golpe duro a mi alegría. Sus tacones de aguja alta y su cabello recogido daban la impresión de ser una de esas empresarias muggles que apenas tenían la cabeza fuera del trabajo. Sin embargo, era de noche y cargaba los suficientes galeones en el bolso de mano como para beber más de una roda de copas. Hace mucho que había escuchado de The Cawing Crow y de su sonora política. No estaba realmente vestida para un lugar así y quizás todos la mirarían de forma extraña, pero lo menos que necesitaba era prestarle atención a los demás.

     

    Sus ojos lilas viajaron por todo el lugar en el momento en el que entre al local, varios de los magos cantaban con sus tragos al aire y reían a carcajadas de sus propios chistes. Nadie parecía haberse dado cuenta de su presencia y eso era más que suficiente. Se sentó y cruzó de piernas en uno de los taburetes de la barra para luego hacerle señas al bartender de que se acercara.

     

    — Vino de sauco, por favor.— Le ordenó apenas estuvo lo suficientemente cerca.

     

    Había olvidado lo que era estar en un bar como este, y cualquiera que la mirara así diría que no los frecuento nunca. Pero mi desición está noche era más que clara: Necesitaba de despejarme, y que mejor que comenzar con una copa de vino de sauco, o quizás toda una botella. El bartender acercó la copa y vació un poco de la botella en ella, antes de que el bartender se la llevara la tomé por la parte baja dándole a entender que la dejara. Él me miró con extrañeza pero se limitó a no preguntar, quizás ya había escuchado muchas historias sin sentido en está noche. Bebí el primer trago de la noche tarareando la canción que resonaba por el local en la mente, habpia extrañado tal sensación.

     

     

     

    @@Kira Black

  7. Algunas deberían mantenerse así...

     

    A él no le paetecia hablar de aquello, como dije, el pasado nunca es un buen tempa para socializar. Pero quería saber de Eobard ¿Qué era lo que le daba esa actitud? Parecía alguien transparente cuando comenzabas a tratarlo, aunque a simple vista era otra impresión, Eobard aparentaba ser alguein despreocupado sin casi nada que esconder. Sabía por expreciencia propia de que no siempre es así. No sentía el minímo remordimiento por la pregunta que le habpia hecho, ni siquiera me retractaba, pero era necesario pedir disculpas si se mantendrían al margen de la confianza.

     

    Cuando estaba apunto de disculparme por mi arrebato él soltó una pregunta espotánea que me hizo fruncir el ceño. Había leído de a aprendido de la cultura hindú poco, apenas recordaba las historia de Laksmí y Visnú que había leído en la biblioteca. Para mi suerte Eobard dió una breve explicación a lo que se refería, tenía sentido que le deidad del sol viajara a la velocidad de la luz pero ¿Qué tenía que ver eso con él?

     

    – No estoy muy familiarizada con la cultura hindú pero es interesante saber de ella, es muy enriquecida – Sonreí ¿Es parte de ti?

     

    No parecía discípulo del hinduismo, de hecho, nada en él parecía cercano a aquello ¿Qué tendría que ver esa deidad con su pasado? Quizás Eobard ocultaba más de lo que creía. El color verduzco de mi cabello se había disipado y vuelto al negro habitual, mi cabello había vuelta a la normalidad antes de lo que hubiera querido. La cabellera naranja del mago aún relucía sin necesidad de luz a pesar de que con lentitud su cabello también volvía a la normalidad. Cogí el mofin con mis manos y con msi dedos lo hice girar preguntándome si sería una buena idea volverlo a probar.

     

    No me importaría la incomoda sensación si me tintara el cabello de violeta.

     

    Reí con él cuando comentó lo del caramelo, le daba mucha importancia a un simple comentario. De hecho sus ideas habián sido buenas y no podia imaginarme al pobre iluso al que le tocaría aquel caramelo en la comida sin reirme de forma furtiva. Pero, como todo en mi casa, la risa no duraría mucho pues estamos tan condenados que cualquier aberración que se pasara por sus cabezas en ese pequeño instante sería materializada.

     

    – Entonces debería llevarme una caja.– Le sonreí

     

     

     

    @@Eobard Thawne

  8. Las palabras de mis padres no pudieron causarme mayor orgullo. Significaba que no tenía que compartirlos con nadie y que no tendrían el deber de dividir su tiempo con una hermana que no quiero. Tenía claro que estaba siendo exagerada, pero había perdido tanto tiempo con ellos desde que decidí irme a Grecia que me causaba paranoia perder un gramo de segundo sin ellos. Al abrazarlos sentí su cariño de vuelta, como si nunca me hubiera alejado de mi hogar. Al paso de unos sengudos lo brazos de papá casuaban asfixia, lo uqe hizo que nos soltara y que de la boca de mi madre saliera ese chiste.

     

    Reí por aquello antes de que los brazos de su madre volvieran a mis hombros, había visto es mirada antes en Jessie, esa mirada grisacea que te decía que ella planeaba poner al mundo de cabeza. Miró a papá y sentí algo de temor de pronto, si algo malo planeaban esos dos de seguro era contra mí. Quizás me vestirían de muñeca o me halarían las mejillas hastas que quedaran como las de una anciana muggle ¡Me pondrían a comer hasta engordar! Ciertamente no lo sabía ero esperaba algo como eso.

     

    Pero en el momento en que mamá nombra a esas personas con aquel titulo, ladeo mi cabeza sin comprender ¿Más abuelas? La única que había conocido aenas y la veia en la mansión pero ¿2 abuelas más por parte de mamá?

     

    – No tengo idea de quienes son, tampoco tenía idea de que eran mis parientes – Miro a papá con sorpresa – Han pasado tanto tiempo juntos, tienen una hija que pisa los 20 ¿Y aún no son formales? Eso es más sorprendente que mis nuevas abuelas, ustedes ya pasaron esa etapa de jovenes enamorados hace mucho. – Reí.

     

    Había sido un chiste, por supuesto que quería conocer a la familia de papá. Quería saber si eran ese tipo de abuelas con las que podías hacer fechorias y tener su concentimiento para todo, esa era el tipo de abuela que quería presumir y estaba casi segura que las tendría. También era sorprendente que la hija misma de Otto Black fuera un secreto, había tenido sus años de ausencia y su aversión por la sociedad, pero aquello era demasiado. Sin embargo no dejaba de ser increíble.

     

    – Vamos a conocerlas. – Sonreí a mamá los cogía del brazo a ambos – Padre, no me sentiré ofendida de que me hayas mantenido en secreto si me llevas por un libro.

     

    @@Jessie Black Lestrange @ @@Gabrielle Delacour @@Mahia Black

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  9. Sinceramente ese color no era algo que estuviera a la moda. Las personas evitan a toda costa ese color por el simple hecho de que casi nadie le queda bien y pocos se sentían seguros llevándolo. Pero a Eobard sin duda le quedaba bien. Si no hubiera visto lo ocurrido con el mofín seguramente habría pensado que ese es su color de nacimiento, podría haber ignorado sus pobladas cejas negras y sus pestañas color azabache por ese cabello anaranjado. Por otro lado, el color de mi cabello iba oscureciendo pasando a ser un verde esmeralda fluorecente a algo más verduzco con todo el brillo de mi color natural.

     

    – Creo que escuchado y visto suficientes barbaridas como para considerar tragarme tu historia, Eobard – Miré por la ventana y el sol seguía en el cielo – ¿Tenemos el tiemo para que me cuentes quién eres?

     

    Las interacciones largas con personas nunca se me daban bien, mi cordialidad y monotonía a veces se agotaba. Tal vez con Eobard trataba de encontrar algo que lo volviera más interesante o estaba tratando de develar a Eobard. En todo caso, el plan de encontrar una broma para su familia había quedado en segundo plano. Tenía que salir con una de aquí, ya sea con los disparates de abajo o con el caramelo. Pero esa ya no era su prioridad. Podía escuchar a magos riendose a escasos metros de distancia, carcajeaban y golpeaban su mesa or la asfixia de la risa. Todo a nuestro alrededor, aunque cerca, parecía tan lejos de nuestra situación.

     

    Quizás ninguno de los dos perteneciamos a este lugar.

     

    Inconsciente enarqué una ceja cuando colocó el caramelo en la mesa. Mi comentario no inmutó en absoluto a Eobard, pero aun así no dejaba de causarme gracia ¿Era yo la imprudente? De seguro, desde que le pedí espontáneamente ayuda lo fui. Con mi orbes lilas miré a Eobard y negué con la cabeza.

     

    – No creo que algo como eso afecte a mi familia, de hecho, creo que sería un peligro.

     

    @@Eobard Thawne

  10. Gritos, escándalos y golpes por todos lados.

     

    Gruñí frustrada, ya podía comprender el por qué la abuela no podía estar en casa sin odiar a todos. Amarraba mi cabello en una coleta alta mientras pensaba en la lista de maldiciones que podía lanzar allí abajo, si no podía estar en paz en mi alcoba podría divertirme y desquitarme con todos. Era sorprendente la cantidad de años que todos en su familia tenían, pero sin embargo todos parecían estancados en la misma etapa. Bastaba un par de pasos más antes de que las voces llegaran a mi oídos. Había tantas voces.

     

    Mi madre, Rose, Marco, Amelie, inclusive Vincent y una tipa que no conozco.

     

    Una sonrisa de discordia se plantó en mi rostro, debía ser el momento perfecto para hacer una entrada inesperada. Al bajar las escaleras con una mirada que prometía problemas encontré a Dave medio muerto y a mi madre sanandolo, una escena bastante típica a decir verdad. Junto a ellos estaba Vincent, quién apenas podía con la situación. Me acerqué a ellos y le dí a mi madre un beso sorpresa en la mejilla. La única que podía detenerme de traer el pandemónium a casa era ella pero la veía tan hipstérica que de seguro me apoyaría. La voz de Rose llegó a mi oídos y miré hacia la entrada para descubrir a Marco allí. Mi hermano adoptivo. Se veía que estaban entretenidos, Amelie parecía molesta y Rose muy recia. Me decidí por ir allí, no sin antes pasar muy cerca de Vincent y susurrarle ''Bienvenido a tu preciada familia, primo.''

     

    Me acerqué tanto a ellos pero aún así no podían notar mi presencia pero escuché perfectamente los gritos de Amelie hacia Marco y el gran revelamiento de que la extraña era su hija. El momento perfecto.

     

    - ¡Vaya! - Sonreí de forma torcida Hacia Amelie mientras me acercaba a Rose y Marco - Que manera de recibir un invitado, Amelie, amenazándolo justo en la puerta ¿Es que acaso no toleras ver a tu hija y ver tu pasado?

     

    Miré a Rose de reojo, dándole a entender que todo era un teatro para el caos para luego dirigirme a la hija de Amelie.

     

    - Bienvenida a los Black Lestrenge, donde todos estamos locos y muertos de ansias por hacer cenizas a los nuevos. - Le sonrío - Y perdona la actitud de Amelie, a ella le gustaba estar como las plantas deshijadas.

     

     

    @@Jessie Black Lestrange @ @@Rose Greengass @@Marco Alcott @@Vincent D

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  11. A Eobard le había gustado tanto el color como a ella despertando cierta satisfacción ante aquello. Con su joven apariencia nadie pensaría que ella tenido más de una vida, y definitivamente más de un color de cabello. Era necesario cambiar un poco de mi físico para que los husmeadores no sintieran la necesidad de querer desglosar sus secretos. Había sido una tarea fácil pero era algo que ya no hacía. La espesa cabellera negra y la piel pálida eran mi versión más real.

     

    El cabello naranja de Eobard brillaba y resaltaba más que el de cualquiera en esa tienda, pero aún así él no parecía impresionarse. Bien era alguien muy despreocupado o ese color de cabello pudo haberle pertenecido antes. No era algo en lo que quería meterme, el pasado de las personas nunca es un buen tema.

     

    – Tú sigues siendo un extraño para mí Eobard. – Apoyé mi mentón en la palma de mi mano. – Hasta que no encuentre algo que realmente te describa seguirás siendo un extraño muy amigable.

     

    Aquello sólo era la verdad y no habría manera de saber como lo tomaría. Por cortesía, él no debía verme como en realidad era, y sé que gracias a eso estoy dando una buena impresión a pesar de mi arrebato de confianza en allí abajo. Escuché sus idea con detenimiento, una tras otra hasta que escuché lo del caramelo. Reí inevitablemente.

     

    – Creí que le darías un mejor uso.

     

    Un chiste y era seguro que él lo comprendería, pero aún así no dejaba de ser un paso más de confianza. Hace unos minutos me reprimí por la línea invisible de limites que tenemos, pero está ya era la segunda vez y no podía dejarlo pasar.

     

    @@Eobard Thawne

  12. Miré el brazo de Eobard porque algo me había llamado la atención, donde antes estaban la hiedras, que habían crecido en su brazo como venas, ahora sólo habían marcas enrojecidas y ligeramente hinchadas. Haber intentado el hacer aparecer flores había sido un acto de valentía muy bueno que de seguro hubiera aplaudido. Pero aún así no le hubiera tomado de la mano. Su naturaleza le impedía hacer esa clase de gestos en público, y aunque Eobard fuera atractivo y cordial, algo me decía que compartía mi opinión.

     

    Para mi sorpresa mis predicciones no fueron acertadas y en el momento en que comió del pequeño trozo de dulce un color naranja vivo se propagó por todo su cabello sin dejar ningún espacio del color anterior. Sonreí satisfecha.

     

    – Creo que te queda mejor.

     

    Pellizqué el pequeño mofín y en el momento en que lo comí pensé que no tenía un mal sabor, era bastante agradable. Un segundo después me invadió una sensación de que un ejercito de hormigas había nacido y se propagaba por mi cabeza. Fruncí el seño por aquello, incomoda, pero luego de que miré aquel verde esmeralda en mi cabello perdí todo rastro de disgusto. Me encantaba aquel color.

     

    – Al azar... –Susurré aún mirando las ondas de mi cabello tintadas de verde– Creo que estamos en la misma posición, Eobard.

     

    Este encuentro había sido en situaciones extrañas, pero aún así era lo suficientemente agradable como para tomar tantos riesgos. No sabía si dentro de un momento ambos se estarían despidiendo y todo esto quedaría como algún recuerdo que contar o si de verdad había tenido suerte y se había topado con alguien que le daría más encuentros como este o un cómplice para fechorías.

     

    Asentí antes sus palabras y le dedique una sonrisa delicada.

     

    – Tienes razón, pero mi casa quedaría oliendo a pantano por semanas. Creo que lo mejor sería darles un susto –Reí al recordar lo sobreprotectores que eran– Eso sí será fácil, justo ahora deben estar asustado porque no estoy en mi alcoba.

     

    De a poco cogía confianza con Eobard, pensando en que los dos eran los suficientemente despreocupados para no percatarse de los detalles.

     

    @@Eobard Thawne

  13. Enarqué una ceja al ver su intento de seguirme el chiste, reí con gracia ante aquello. Ese era mi primer símbolo de comodidad, sonreí a medias y asentí ante sus palabras. Era irónico que lo único que me había hecho reír en una tienda de bromas no pertenecía a ella y que por fin podía sentirme a gusto entre tanto peligro. Después de todo, estar ahí no era tan malo, no si tenias a alguien con quien reírte. A de ser por eso que nadie parece haber entrado a esta tienda solo además de nosotros, tal vez esa sea la verdadera razón del por qué la tienda es tan frecuentada.

     

    Los magos comparten felicidad y maldad al mismo tiempo en cada broma.

     

    Seguí a Eobard hasta la mesa más apartada del peligro. Todo parecía ir bien hasta que leí aquello en el menú ¿Por qué a alguien le apetecería tener flores en sus orejas o quedar calvo? Habían algunas cosas que hasta me ponían a dudar si eran legales. Miré a Eobard pedir uno de esos caramelos que alargaban como serpientes. Realmente estaba apunto de decir mal comentario sobre ello pero reparé en que aún no teníamos tanta confianza, decidí que lo mejor sería limitarme a seguir mirando el menú y reprimir la risa. Preguntarle qué haría con una lengua tan larga no está en mis planes sociales.

     

    Una de las cosas más inofensivas en aquel menú eran unos mofins que cambiaban de color tu cabellera, sería lo más aburrido de toda su comida pero es lo más seguro. Al pedirlo se me fue traído en seguida, pequeño e inocente, fruncí los labios ante aquello, la verdad es que no sabía si quedaría con el cabello anaranjado.

     

    – ¿Deseas hacer los honores? – Miré a Eobard quien estaba expectante, no parecía tener pinta de aceptarme aquello – Quizás descubras algo que te guste, como el cabello violeta.

     

    Su pregunta aunque la esperaba no sabía como responderla sin parecer una loca. En especial porque él está en la misma situación, pero ya había llegado muy lejos como para intentar parecer alguien más, se daría de cuenta que miento si le digo que sólo entre a la tienda buscar algo de risa...

     

    Me encogí de hombros.

     

    – Tengo una familia que no sale del drama y pretendía comprar algo aquí que los sacara de ese ciclo. –Negué con la cabeza– Pero como te habrás de dado cuenta no soy alguien muy creativo para las bromas. Es la primera vez que piso un lugar así y creo que todo me abrumó. –Reí– El punto es que hasta donde sé, estás tan perdido como yo. De todas las personas en la tienda, le pedí ayuda al que parece necesitarla también.

     

     

    @@Eobard Thawne

  14. Caminando con paso suave miraba las estanterías esperando que Cissy me pidiera algo de ellas. No sabía leer bien a la muchacha, está no mostraba más que curiosidad por el padre. Quizás ella no sabía que mi madre podía con todo aquello y que tendría noticias de su padre antes de lo que pensaba. Yo, por otro lado, planeaba pasar una mañana pacifica con mis padres cuando de pronto me encuentro con esto. Una situación agridulce. Tener una nueva prima podía dar paso a un millón de aventuras, nuestra familia así era. Pero no tenía mucho de Cissy para saberlo con certeza.

     

    Luego estaba Dave, el tío del que todos hablaban pero que nunca conocí hasta ahora. No sentía tanto amor filial por él como por los que ya conocía de mi familia pero un dejo de pesar estaba peligrosamente cerca de mí. Él siempre sería mi sangre y parece haber sufrido mucho desde que partió de Gran Bretaña ¿Por qué mi sangre habría de perecer tanto? Algo de mí pensada que cualquier cosa que le haya pasado para dejar en ese estado no se lo merecía. Aunque hubiera hecho algo para merecerlo, la familia jamás se toca.

     

    Volviendo mis orbes lilas a Cissy me percaté que ella también flotaba en su nube de pensamientos. Chasqueé mis dedos cerca de su rostro para tomar su atención y sonreirle, debía sacarla de esa nube.

     

    – Aunque tengas demasiadas preguntas estoy segura de poder responderte la mayoría.

     

    Antes de que pudiera darle tiempo de responder el gritó de mi madre llamándonos llegó hasta nosotras con intensidad. Sentí el peligro al instante y saqué mi varita a la vista ¿No podíamos estar seguras ni siquiera en este sitio? ¿Habrán seguido a mi tío? En cualquier caso no quería quedarme a averiguarlo. Tomé la mano de Cissy y la llevé de vuelta a donde estaban. Mi sorpresa fue grande al encontrarme a papá. Miré a mi madre y nada podía ser peor que su expresión de pánico, todo pronosticaba peligro.

     

    Nos protegí a Cissy y a mí detrás de mi padres, dándole la oportunidad de que ella se acercara al suyo. Toqué el brazo de papá y mamá esperando lo que venía.

     

    – Díganme que el lugar no quedará hecho trizas.

     

     

    @ @@Jessie Black Lestrange @ @OttoBkack

  15. Suspiré casi imperceptible, al menos no soy la única inadaptada. Le sonreí con amabilidad, como si fuera propia de mí. Siempre trataba de no toparme con nuevas personas, por eso permanecía quieta en su nido sin querer desplegar las alas a otro. Evitaba a toda costa las cosas que me hacían sacar mi temperamento a flote, la gente no merecía tal crueldad.

     

    Sin embargo, me tomaba el riesgo de pedirle ayuda a un desconocido que a simple vista parecía agradable. Estaba tentando al diablo, pero ¿Tenía algo mejor que hacer? Gastarle una broma a su familia y conocer a alguien que por alguna casualidad tiene nombre de villano futurista. No podía pedir más.

     

    Reí para mis adentros ¿Como le diría que sólo quiero encontrar una buena broma?

     

    Me sacó de mi ensimismamiento cuando pareció leer mi e invitarme a la zona de comidas. Normalmente no confiaría en la comida de una tienda de bromas. Podría dar una pésima primera impresión si alguno de sus platillos repentinamente me saca una cola y un pico pero ¿Cómo negarme al mago que no se negó a mi petición? Miré hacia arriba con un poco de escepticismo para luego volver a mirarlo y reír con delicadeza.

     

    – No me fiaría de nada de este lugar, pero parece una zona más segura que esta.

     

    Mi negatividad había menguado con la actitud de aquel mago, quizás y sólo quizás, era yo la que había tenido suerte. Bajé la vista a su mano extendida y algo en mí no pudo dejarlo pasar.

     

    – Me halagas, pero no tomo de la mano a menos que me regalen flores antes, Eobard. – Bromeé esperando que fuera de su agrado.

     

     

    @@Eobard Thawne

  16. Ante aquello el mago bajo primero dejándome a mitad de camino, sólo me incorporé cuando él lo hizo para luego descubrir que era una caja de fuegos artificiales. Agradecí que no nos dejara como un quilombo a todos en la tienda. Era extraño pensar que una persona vendría aquí a sólo llevar fuegos artificiales, todo el local te ofrece un riego inminente a salir peor de lo que pudiste haber entrado. Miró al mago y parecía mucho pero no un bromista, sin embargo, haber entrado sola y sin orientación fue lo pero que pudo haber hecho. Dudo en pedirle ayuda a aquel mago, no sabía si estábamos en la misma situación.

     

    Pero ¿Qué perdía con hacerlo?

     

    – Lo lamento, todo aquí parece darme más temor que risa –Extendí mi mano a él después de ofrecerle una sutil sonrisa– Soy Susan.

     

    La cordialidad no era uno de sus fuertes, jamás tenía que socializar si siempre estaba encerrada en su habitación con la cabeza metida en libros. Los pocos con los que hablaba que no pertenecían a mi familia eran personas excesivamente espontaneas que se atrevían a acercarse a mí. Alguna ventaja debe tener que las cosas sean así ya que nunca había tenido algún malentendido . Pero ahí estaba, tratando de conocer a alguien por su cuenta en una tienda de bromas.

     

    Él no parecía ser alguien que rechazara una mano amigable, aunque mis instintos me pueden engañar y ese aspecto que tiene sólo sea una fachada. En tal caso yo sería una persona con mucha mala suerte con otras. Miré a un cuadro reírse de nuestra escena y una vez más a los niños corriendo, pensé que estábamos justo en el centro del bullicio, nada bueno.

     

    – No tengo ni la menor idea de lo que estás viniendo a hacer aquí, así que perdona mi atrevimiento, me encantaría una ayuda.

     

    Mi falta de tacto era bastante notable pero era lo mejor que podía hacer.

     

    @@Eobard Thawne

  17. No podía creer lo que estaba haciendo, de todos los lugares en el mundo jamás nadie pensaría que la encontrarían ahí. Pero lo estaba haciendo. Estaba entrando a una tienda de bromas para gastarles una a su familia. Ultimadamente en la mansión sólo existían dramas y melancolía, como si se alimentaran de ello. Necesitaba encontrar algo que cambiara eso y había sido convencida por alguien de que aquí lo encontraría.

     

    Mordió su labio al ver tales disparates en aquella tienda, tal vez eso era lo que la hacía tan buena. Su vista vagó por cada mago, se reían a carcajadas de los desastres, algunos asquerosos y otros inclusive dolorosos. Ella más que nadie, por más cruel que suene, entendía que había mucha risa en el dolor. Caminó dudosa por aquel local, temiendo de tocar algo y que aquello le saltara encima.

     

    Tenía que admitir que se reía a escondidas de algunas cosas, pero ninguna parecía ser lo suficiente como para su familia. Había niños correteando por el lugar que tenían en mano una de esa bombas fétidas que olían a pantano, en cualquier momento esa cosa se caería de sus manos y infestarían el lugar con eso. Evitó como pudo a los pequeños pero uno de ellos pasó tan cerca de ella que la obligó a moverse bruscamente hacia atrás y chocar con alguien. Aquel mago tenía algunas cosas en la mano que en el momento en que lo empujé cayeron.

     

    – Oh, cuanto lo siento.

     

    Bajó enseguida a coger las cosas que habían caído, tal vez había sido una mala idea venir.

     

     

     

    @@Eobard Thawne

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  18. El semblante de la Matriarca tuvo rastros de nostalgia cuando mencioné el nombre de mi madre. Sabía perfectamente que alguna vez Jessie perteneció a la Orden, de hecho, muchos en mi familia lo habían sido. Con el tiempo entendí que el bando puede pelear contra una amistad de años y ganar. Algunas personas se sumergían mucho en eso, sé que hay cosas que debes hacer por tu bando que quizás dañe de manera irreversible algún afecto pero los magos y brujas por igual no entendían que una misión está fuera de lo personal y que no todos los buenos lo son y no todos los malos son tan temibles.


    – Le haré saber el recado.


    Esperó a que Cye diera respuesta de su invitación, a Noah le había parecido una excelente idea y con eso bastaba pero no obtuvo lo que quería.


    – Sé que sabe de donde vengo, y ahí no hay cuerdo, podría soportar a sus pequeños.–Tiré mi mirada a la de Noah– ¿Tienes algún problema con que vengan a nuestro picnic?


    Esperaba a que Noah me apoyara con esto cuando un mago alto y pelirrojo entró a la cocina, ensanché mi sonrisa cuando lo vi hacer una reverencia, le era grato saber que Alexander no había perdido el toque.


    – Para mí es un placer volver a verle, Fox.–Aseguró mientras asentía en respuesta a su saludo– Y aunque fuera tu casa, no esperaba verte.


    La llegada de Alexander significaba que podía haber más gente en mi picnic con Noah, si era posible quería convivir con la familia entera, transmiten ese aire de cordialidad y dulzura que ya no tiene nadie. Me acerqué a Noah pretendiendo susurrarle.


    – Convéncelos de venir con nosotros Noah, amo a tu familia.–Reí.




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  19. Su pregunta me dejo pensativa, de hecho, sólo su amada madre la hizo volver. Dejé muchas cosas atrás y ya no las encuentro así que nada es igual que antes... pero ¿Qué esperaba? Si lo abandonó todo sin decirle a nadie. Tenía una suerte increíble al haber conocido a nuevas personas, si no hubiese sido por Noah y un par de personas más seguiría sumergida en libros y encerrada en mi habitación del castillo. Estaba agradecida de haber encontrado al Lockhart, me hacía bien y encontraba manera de expresarlo.

     

    - Supongo que bien, aunque muchas cosas han cambiado.

     

    Miré hacia otro lado, no era un tema que quería tocar. No quería comenzar a dañar la mañana con mi vuelta a Inglaterra. Asentí a su petición para luego seguirle el paso mirando de reojo la estancia. Le gustaba el castillo, me parecía encantador en toda la palabra y la cocina estaba lejos de hacer la diferencia.

     

    - El castillo es muy lindo Noah - Le sonreí - Pero tú más que yo debes de saber cual es el mejor lugar. Es un lugar enorme.

     

    El castillo de los Black Lestrange también era gigantesco, pero cuando te encierras en una sola parte de el te acostumbras a lo pequeño y común. Sin previo aviso algo se metió entre mis pensamientos, y es que, alguien más acaba de pasar a la cocina. Y es nada más y nada menos que la Matriarca. Había escuchado de ella y de su eterno cariño y bondad, sin embargo eso no era lo suficiente como para no enderezarme ante su presencia, estaba en su casa después de todo y debía mostrar respeto si quería seguir siendo amiga de Noah. Con una orden algunas cosas ya estaban sobre la mesa, todo para hacer un picnic.

     

    Extendió su mano hacia mí y me sorprendió en el momento en que se declaró mi amiga, me aliviaba saber que las cosas serían así, gustosa tome su mano.

     

    - Soy Susan, hija de Jessie Black Lestrange y es un enorme placer conocerla y tenerla de amiga.

     

    Le sonreí para luego mirar a Noah y que una idea de pronto llegara a mi mente.

     

    - Así que un picnic... - Volvió su mirada a Cye - ¿Le gustaría acompañarnos?

     

     

    @@Noah Lockhart @

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  20. Reí.

     

    Un peso bajo de mis hombros al darme cuenta que no tuve que esperar tanto, Noah parecía tan contento de mi llegada que apenas me dejo saludarlo, lo cual era muy bueno, no tenía palabras y los pocos nervios que se plasman en mi actitud no me dejan pensar bien en ellas. Lo miré darme la bienvenida y mi risa volvió a oírse, se dio cuenta de lo que pasaba conmigo. Noah entendía mi actitud.

     

    - Gracias Noah, pareces tener un hogar confortable. - Bromeé acerca del gran castillo - Tengo poco que estoy acá, perdona por llegar tan rápido pero estaba cerca de aquí.

     

     

    Me hacía sentir segura el hecho de que él estuviera aquí, está era una familia completamente desconocida para mí y he de admitir que aunque me parece buena no puedo soltar la posibilidad de que algo pueda ocurrir. Por otro lado, trataré de enfocarme a lo que vine, a pasar tiempo con Noah y a despejar mi día. Me pregunté si invitarlo a la mansión sería bueno... negué con la cabeza involuntariamente, me harían pasar la vergüenza del siglo.

     

     

    @@Noah Lockhart

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  21. Cabizbajo me reí del chiste de mi madre, sabía que era una situación delicada pero el buen humor nunca es suficiente, la mira cruzarse de brazos y pensé que aún así o dejaba de ser adorable. Por supuesto no se lo diría, Jessie quería lucir intimidante delante de mi tío sin saber que el pobre ya parecía bastante intimidado con toda la situación. No bastó mucho con que enseñara su brazo y nos diéramos cuenta de su necrótico problema.

     

    Alcé las cejas y miré a Cissy, esta no debe ser una buena imagen para ella. De un momento a otro mamá ya estaba trabajando y haciendo las habituales preguntas medicas. Pretendía no lucir desesperada pero sé a ciencia cierta que esto la estaba matando de miedo. Con un par de palabras Jessie nos corrió a Cissy y a mi de ahí para que no miráramos aquel espectáculo. Fruncí el ceño en un acto de rebeldía, sabía perfectamente que lo que decía era una mentira, se enfocaría en su brazo y no sería necesario desnudarle. Quería ver como sanaba aquella cosa.

     

    Sin embargo, la sonrisa de Cissy me dio a entender que ella no merecía ver esto, todos ya habíamos pasado muchas conmociones y que ella sufra una de tal grado ya es pasar la raya. Asentí en dirección a mamá y le cogí el brazo a mi prima para llevarla leos de ahí.

     

    - Vamos Cissy, escojamos algún regalo para ti y si quieres te hablo de nuestra familia. - Le sonreí.

     

     

     

    @ @@Jessie Black Lestrange @

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  22. Noah Lockhart:

     

    Gracias por la invitación Noah, estoy encantada de aceptarla. Dentro de un momento estaré en el castillo Lockhart.

     

    De: Susan Van Goldstein.

     

     

     

    Doblé la pequeña nota volviéndola un avión de papel, con un ligero empuje voló por la ventana del local y se deslizó por el aire en dirección al castillo. Tomo de mi casa de café pensando si eso se verá tan bien como una lechuza. Hace mucho que no veía a Noah y a decir verdad muy poco había compartido con él, pero el chico me cayó lo suficientemente bien cómo para aceptar visitarlo. Bebí un poco más de café y miré el extraño reloj de la tienda, es hora del desayuno y probablemente él lo este comiendo. Deslice la mirada a mi atuendo y creí estar presentable. Sólo debía terminar su taza e ir al castillos Lockhart y rogar porque Noah haya terminado de comer.

    Pagué el café y me dispuse a caminar, dando pasos cansinos medité en qué pasaría. Jamás había estado en el castillo Lockhart y a decir verdad quizás su familia y la mía hayan tenido algunos roces por la cuestión de los bandos. Bufé para mi misma al pensar en ello. A veces creía que era mejor no pertenecer a ninguno, en ocaciones eso sólo traía problemas. Agradecí que Noah no pensara de esa forma, o si no, hubiera perdido a un potencial futuro amigo.
    Disfrutaba caminar cuando la mañana era tan tranquila y cuando menos me lo imaginé el castillo estaba tan cerca de mi que sólo bastaban un par de pasos más para entrar. No sería osada esta vez, esperaría a que Noah apareciera y la invitara a pasar, no quiero tener problemas el primer día en que piso el territorio de la familia Lockhart.
    @Noah Lockart
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  23. Con una floritura imitó la acción de su abuela al darse cuenta quién era el que soltaba alaridos, su vestimenta cambió por completo y miró a su tío retorcerse de dolor. No esperaba menos de Mía, podría ser la madre de todos pero nadie iba en contra de lo que era. Miré a mi madre quitarle el sufrimiento, lo que le dijo después a la matriarca no me pudo causar mayor gracia, todos sabemos que ella ama demasiado a su hermano como para matarlo.

     

    Llamó a un elfo domestico pues ya se acercaba la hora del desayuno, pero estás situaciones siempre son entretenidas.

     

    - Querido, tráeme una manzana.

     

    El elfo domestico desapareció sin chistar y volví mi mirada a la escena. Rose, mi querida prima, ofreció una condición que cualquiera de esta familia hubiera negado, aquí nadie da su brazo a torcer tan fácil. Sentándome al pie de las escaleras me pregunto qué habrá tenido ese tipo para cargar a mis primas de esa forma, a pesar de que disfrutaba el espectáculo no le gustaba que se hubiera metido con mi familia y más aún si se metía entre Rose y Alegna. Cuando sus cabezas se enfríen y entiendan que no es la gran cosa les ofreceré buscarlo y torturarlo por ser la razón de todo este alboroto.

     

    No pensaba que Alegna respondería con tal fiereza a Mía, ella no era de ese tipo de personas, y aunque acostumbraba a hacer berrinches se le veía bastante clara esta vez. Alce la cejas de la sorpresa cuando con tal porte salió por la puerta. No sólo no aceptó la condición si no que también las dejó hablando entre ellas. Miré la escena y sólo pude improvisar un silbido por como habían ido las cosas.

     

    - Alegna se ha revelado, enemigos del heredero temed.

     

    No sabía si era momento para chistes pero lo hacía porque era inevitable. El elfo hizo su aparición con una manzana en bandeja y cogiéndola pensé en que todo sería distinto si mi tía estuviera para cuidarlas, no creía que le hicieran caso a nadie más. Comiendo de mi manzana me acerco a mi madre y Amelie.

     

    -¿Creen que deberíamos buscarla?

     

    Sabía que Alegna y Rose ya eran adultas pero me resultaba más tranquilo saber que al menos estaban peleando en casa y no en otro lugar.

     

     

     

    @@Alegna Black @ @@Mia Black Lestrange @@Jessie Black Lestrange @ @

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  24. Las cortinas se cerraron y las persianas bajaron, mi madre, sonrosada por la rabia, descargó sus palabras como si fueran maldiciones hacia mi tío. De verdad esperaba un tarde tranquila pero después de esto creo tener mucho en que pensar. Miré a mi prima y la escuché llamar a su padre, algo en mi pensaba que sus problemas ya estarían resueltos con sólo tenerlo a él de padre. Sin embargo, ella no debe de saber quién de verdad es Dave y quizás no sepa nada de su posible hermano, las fachadas de su primera impresión no van de acorde a lo que él es y lo que representa para la familia.

     

    Veía a Cissy impotente por acercarse a su padre pero la protección de mi mamá nos limitó a las dos a sólo ver. Cissy me miró en busca de ayuda pero se me hizo inevitable el alzarme de hombros, cuando Jessie se molesta no hay mucho que se pueda hacer. Al cabo de unos segundos pensé en qué sería de mi si yo fuera Cissy y no me dejarán si quiera abrazar a mi padre. Miré de soslayo la idea de sólo apartar a mamá, no quería que ella se quedará con todo el dolor que le causó la partida de mi tío, Jessie merecía una explicación. Pero era injusto no dejarlo acercarse a su propia hija.

     

    Con duda toqué el brazo de mamá y logré que me mirará, quería que de cierta forma comprendiera la situación con sólo mirarla, pero mi madre estaba tan molesta que sé a ciencia cierta que lo pasaría desapercibido. Con un suspiro temeroso al propio carácter de mi madre me dispuse a calmarla.

     

    - Madre, cálmate, ya sabes quién es y qué es lo que está haciendo aquí. De todos los lugares en el mundo eligió venir justo aquí para confrontarte a ti y a su hija. - Le sonrió - Estoy casi segura que él te dará explicaciones pero déjalos conocerse, luego nos sentaremos a escuchar su versión de los hechos y después decidirás qué hacer con él.

     

    Un momento de tensión se formó entre los cuatro y es qué esperaba con ansias que su querida madre tuviera algo de compresión con Cissy y Dave. Miré a Cissy aún sosteniendo a mamá esperando que comprenda que era el momento perfecto de conocer como se debe a su padre.

     

     

     

    @ @@Jessie Black Lestrange @

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  25. Miró la escena con una incertidumbre total de lo que pasaría luego, su madre estaba en una crisis de nervios por ese tipo misterioso ¿De verdad no creía que fuera su hermano? Con tantos líos familiares y experiencias de tiempos retrógrados no esperaría menos de esta familia. Atrás de su madre pensó en qué podían hacer si de verdad fuese un impostor, la chica desconocida no parecía estar sorprendida o dispuesta, sólo confusa. Pero cuando el ''Black Lestrange'' salió de su boca en seguida tuvo toda la atención.

     

    Los familiares que conocía eramos los únicos en Inglaterra ¿Por qué nunca había escuchado de ella? Miró de reojo al encapuchado comprendiendo lo que pasaba.

     

    - No creo que papá tarde en llegar.

     

    Respondí a su suplica sin saber si eso era cierto para luego prestar atención a las palabras de mi madre dirigidas a Cissy, no queda duda ya de que es hija de Dave y que su carta no puede significar más que un suplicio cruel. Sin en embargo todo se debatía en la identidad del encapuchado. Mi madre me acercó a la nueva integrante con cuidado y nos presentó afirmando por fin que eramos primas.

     

    - Susan. - Sonreí sin mostrar alguno de mis incisivos - Bienvenida a la familia.

     

     

    @@Jessie Black Lestrange @ @

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