Por lo general, los días solían antojarsele largos y aburridos, sin demasiada emoción más allá de la que le brindaban su familia, entrenar y alguna que otra reunión acalorada en el palacio de Holyrood. Kamra solía pasar sus noches anhelando la presencia de la única persona que le traía verdadera alegría, aunque aquel pensamiento solo le hacia cuestionarse a sí misma si todo lo demás que tenía en su vida no fuera ya algo precioso. A su vez, ella se sabía a sí misma una persona egoísta, y cuando se trataba de ella Kamra no tenía reparos ni una pizca de vergüenza en admitirlo: por ella era débil y fuerte a la vez, egoísta pero de alguna manera le hacía ser una mejor persona, despiadada y blanda con una sola palabra de su boca.
Ashryver subía los escalones del sitio residencial donde habían acordado su encuentro, prefiriendo el largo camino cuesta arriba para calmar a su impaciente corazón. Acudía allí por asuntos de la corona, asuntos que eran vitales para sus aliados y Escocia aunque esta no estuviera en gran peligro de ser atacada por cualquiera de sus enemigos. Su país, aunque fuerte, aún sentaba las bases de su nuevo sistema político, y había quienes se oponían a ella como legítima Reina, en vez de pertenecer a los Windsor de Inglaterra.
Leslie - el nombre pasó como una caricia por su mente - representaba aunque aún no oficialmente al pueblo de Irlanda, una pieza clave para el futuro, para la nueva era que tenía planeada. Llevaba consigo el papel que ambas deberían probar, una promesa de unión que sería pactada en cuanto Leslie subiera formalmente como señora de Irlanda, lo que pasaría en poco tiempo.
Al llegar frente a la puerta del departamento indicado, Kamra miró hacia abajo a sí misma, contemplando el vestido negro que se abrazaba a su torso y resaltaba su busto para luego caer pomposo hasta la mitad de sus pantorrillas. Una corona negra descansaba sobre su cabeza, el cabello blanco ondulado cayendo libre por sus hombros de manera casi provocativa y el único color vibrante de su atuendo era el carmín de sus labios. Le había sorprendido aquel lugar para su reunión, pero la idea de estar alejadas de las cortes de sus países le hacía unas curiosas cosquillas sobre la piel.
Con anticipación y una sonrisa en los labios, tocó tres veces a la puerta, sintiendo el dulce aroma de su amada acariciando sus sentidos, y aguardó.
@ Leslie Ashryver PB