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Agnes Lynn

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Todo lo publicado por Agnes Lynn

  1. — Oh. — dijo, apenada. — No sé por qué me imaginé que había otro desván. — Ridiculizar al sacerdote es lo último que deseaba, así que no hizo comentario alguno cuando la cara del hombre se enrojeció y evitó su mirada por un largo tiempo. Aprovechó para darle un trago a su té, esperando que el momento incómodo pasara. Agradeció mucho el momento en que ambos fueron distraídos por el sonido del pasar de las hojas en el libro. Escucho la explicación de Rory con atención, intentando encontrar una conexión entre todo lo que habían visto esa tarde. — Nazis… — dijo, pensativa. Sabía exactamente de quienes estaba hablando Rory, su boca se torció casi inmediatamente en una mueca de disgusto ante la sola mención de aquella corriente. Señaló una palabra en el libro, —eso significa inmortalidad, también es latín. Los nazis estaban obsesionados con alcanzar la inmortalidad, ¿no? Incluso hicieron terribles experimentos en su búsqueda. A Scavenger le gustaba mirar a la historia como una muestra de la resiliencia de la raza humana -mágica o muggle, pero la verdad es que sin importar que tan atrás uno mirase, siempre se encontraría con actos terribles que acompañaban los destellos de compasión y cooperación. En eso los magos y muggles eran exactamente iguales, aunque a estos últimos les gustara creer que no. ¿Era posible que aquel libro fuera eso, un experimento más fallido? ¿La esencia de alguien obligado a pasar la eternidad atrapado en un libro? Externó esas mismas dudas en voz alta, para poder obtener la opinión de Rory. —No me extrañaría que la orden de Gunnersbury estuviese involucrada con algo así. Ellos buscan poder. — añadió, poniendo todas las piezas del rompecabezas que tenían hasta entonces. Iba a sugerir visitar el lugar, pero su instinto le decía que aquello no iba a servirles de mucho. Cualquier evidencia que los nazis hubiesen dejado en el lugar seguro había sido eliminada en la purga que hubo en los años consecuentes a la guerra. —Si tan sólo pudiéramos hablar con el hombre en el libro. No sé que tan útil sería, pero podríamos hacernos pasar por miembros de la orden de Gunnesbury, engañarlo para que nos diga exactamente qué quiere. Era una idea un poco descabellada, y hasta cierto punto, peligrosa, pero no se le ocurría otra cosa. Miró al sacerdote, esperando a ver si se le ocurría una mejor idea. @@Rory Despard
  2. Siguiendo a su familia, caminó por los pasillos y escaleras del castillo rumbo a la biblioteca. Era un camino que conocía bien, pero igual se tomó su tiempo para poner atención a cada detalle. Al ver a Mel observando los cuadros, se acercó a ella. —Son maravillosos, ¿no? — le comentó con una sonrisa. —En todo el tiempo que estuve lejos, fue lo que más extrañé. La oportunidad de sentarme a tener una conversación con uno de ellos. Bueno, ya habrá tiempo. Espero. El resto de la familia se había detenido en la entrada de la biblioteca, Scavenger se giró a verlos y se acercó a ellos, intentando descifrar la causa de la aglomeración. En la biblioteca todo estaba en silencio, y por eso pudo distinguir las palabras de Matt cuando dijo que había alguien ahí adentro. Se puso de puntitas para intentar ver, ya que con los cuerpos de todos los Evans que tenía en frente no podía ver casi nada en la habitación, y fue por eso que escuchó las palabras de Mavado antes de poder ver hacia donde todos estaban mirando. Su corazón dio un vuelco de inmediato y tuvo que contener las ganas de empujar al resto de su familia para poder comprobar lo que lel elfo había dicho. Las noticias que le habían llegado respecto a su prima habían sido devastadoras, cuando las escuchó por primera vez, y en gran parte habían sido una de las razones por las cuales decidió mantenerse lejos de Inglaterra por tanto tiempo. La idea de un castillo sin Bel era simplemente insoportable. Que feliz coincidencia era, entonces, que la mujer estuviese de vuelta al mismo tiempo que Scavenger. —¿Bel? — dijo incrédula, y juzgando por la reacción de los demás presentes ellos estaban tan sorprendidos como ella. Al final no tuvo que empujar a nadie, pues los cuerpos se fueron moviendo hacia los lados, como si todos quisieran ver a la recién llegada mejor, asegurarse de que era real y no otra aparición como las que llenaban el jardín. Sintió un profundo alivio cuando al fin pudo posar ojos sobre ella, y se acercó a darle un abrazo sincero. Corto pero con mucha fuerza, porque estaba segura que los demás miembros de la familia también querrían saludar a Bel, y ella no tenía intención de acaparar la atención más de lo necesario. —¡Que gusto me da verte! — dijo después de haberla abrazado. Había tantas cosas que quería contarle. —¿Qué haces en la biblioteca? —añadió un par de segundos después, cuando su alegría se había asentado y las preguntas empezaron a surgir en su mente. ¿Por qué no había ido directamente con ellos? Si necesitaba algo, estaba segura que los demás le ayudarían. Decidió no hacer más preguntas, al menos no hasta que la propia Bel pudiese explicar qué era lo que la había traído de vuelta. @@Rory Despard @ @@Lillian Potter Evans @@Helen Evans @@Syrius McGonagall
  3. La velocidad a la que se reproducían las espinas era abrumadora. Xell y Lilian, ya alertas, las percibieron casi al mismo tiempo que ella. El interactuar con ellas parecía tener un efecto negativo en las sacerdotisas, al igual que las plantas y otras cosas vivas que tocaban: las marchitaba, borrando todo rastro de vida de ellas, maldiciéndolas. De reojo, pudo ver a Xell poniéndose de pie y curándose una herida provocada por las espinas, usando una magia similar a la que su prima había usado antes. La mención de Excalibur le heló la sangre, pues sus compañeras tenían razón; en el centro de la isla, el centro de la magia en ese lugar descansaba la espada mágica, ¿cómo no lo había visto antes? La maldición no tenía interés en Avalon, ni en las plantas o animales, ni siquiera en ellas, sino que quería llegar a Excalibur. Scavenger corrió hacia donde descansaba la reliquia, justo a tiempo para ver a Lilian caer al piso empujada por el guardián de esta. Una sensación terrible le llenó el cuerpo al ver a su prima caer en una zona llena de espinas, soltando un grito de dolor. Por su parte, la figura que la había lanzado al piso dio un par de pasos hacia el altar central, era obvio que su único objetivo era coger la espada. Scavenger quería correr hacia él, pero las espinas estratégicamente cubrían todo alrededor del altar, haciendo imposible el acercarse a Excalibur. Si tan sólo tuviese su escoba a la mano. La figura siguió su camino, y aunque sus facciones estaban oscurecidas por la misma maldición que rodeaba toda la isla, parecía que estaba sonriendo. Sintiendo la impotencia e ira hervir en su interior, Scavenger extendió la mano izquierda, como si con un acto tan simple pudiera detener el avance de esa cosa que deseaba poner sus manos impuras sobre la espada. La memoria del libro le llegó de manera repentina, y es que mientras le echaba un vistazo pudo ver menciones de nuevos conocimientos, de magia diseñada precisamente para purificar, para mantener el balance tan frágil de la tierra. Con la mano todavía extendida, intentó centrar sus pensamientos en aquella figura, rogándole a diosa que la ayudara a proteger su hogar. Esperaba que el estar en Avalon le ayudara a canalizar el poder de la Madre misma. Sintió un calor formarse en su plexo solar, llenándola y avanzando por su pecho y brazos hasta llegar a la misma mano que apuntaba a la criatura. La lanza de Assal era, según el libro que había leído, especialmente letal para los seres oscuros, por eso cuando la figura -a punto de tocar Excalibur- soltó un grito de dolor y se llevó las manos al pecho, Scavenger supo que había tenido éxito. Lentamente bajó la mano, al mismo tiempo que el ente caía al piso, sus manos aún aferrándose al pecho, al mismo lugar donde ella había sentido ese fuego en su interior. Recordó entonces a su prima, y se giró rápidamente para ayudarla. —¡Lilian, déjame ayudarte! — con mucho cuidado de no tocar ninguna espina, se agachó y puso el cuerpo de su prima lejos de las partes malditas. Imitando el gesto de Xell, puso su mano encima de las heridas de Lily, y probablemente era por la conexión que acaba de establecer con la diosa, pero instintivamente pudo conjurar el fuego de Beltane para ayudar a purificar los cortes que habían penetrado la piel de su prima. —Vamos chicas, — habló en voz alta. —¡Tenemos que llevar a Excalibur a un lugar seguro! Estoy segura que esas cosas —señaló a la figura en el piso, a lado del altar— van a seguir viniendo por ella. Esperaba que Sagitas y Luna llegasen pronto, porque si las cosas seguían su curso, iban a necesitar de toda la ayuda posible para proteger la reliquia.
  4. Cada vez que creía entender algo acerca de Richard, el Moody se encargaba de un modo u otro de demostrarle que no. Estaba convencida de que el misterio el libro sería suficiente para tentarlo, pero su reacción fue totalmente apuesta a lo que ella hubiera esperado. Vio sus facciones endurecerse y antes de que pudiera preguntarle qué estaba mal, había cruzado la habitación y tomado un tridente de la pared. Si la memoria no le fallaba, Scavenger recordaba haber escuchado antes que Richard era impredecible, impulsivo; este conocimiento fue la única razón por la cual, cuando el Moody empezó a arremeter contra el libro frenéticamente, ella no salió corriendo. La idea de que Richard pudiese lanzarse contra ella una vez terminado con el libro cruzó su mente, pero la descartó de inmediato, más por buena voluntad que otra cosa; tenía que creer que aún entre toda esa violencia, él era capaz de seguir algún tipo de lógica o código moral. Al final, el arranque no duró más que un par de segundos, y ahí donde el libro había reposado, ahora no había más que un manojo de hojas y sangre. El gemido de dolor que escapó del libro fue suficiente para sacarla del estupor. —Dios, Richard. —dio un par de pasos, hasta quedar a lado del Moody, y observó el desastre con atención. —Si me hubieras dicho que planeabas destruir el libro desde un principio, te habría ayudado a encontrar una manera menos… desastrosa. Aprovechando la cercanía, y siendo lo más discreta posible, se enfocó en Richard; la mirada en sus ojos era un poco histérica, y su respiración era pesada por el esfuerzo que acaba de realizar. —¿Qué fue eso? — le preguntó, y esperaba que entendiera a qué se refería. —¿Está todo bien? ¿Es por la persona que te ha dado el libro? — Richard no estaba obligado a responderle, pero igual sentía una curiosidad tremenda. @
  5. Fue el toque de Lilian lo que la sacó de su ensimismamiento. Sintió un calor fuerte recorrer su cuerpo hasta centrarse en su rodilla, borrando cualquier rastro de dolor de esta. Scavenger sonrió a su prima, y estaba a punto de preguntarle cómo había hecho eso cuando una voz llamó su atención desde el otro lado de la biblioteca. No conocía a la bruja frente a ella, pero algo en sus facciones le resultaba familiar. Sabía, de la manera en que se saben las cosas en Avalon, que si estaba dentro del templo es porque debía ser una sacerdotisa, lo que significaba que era de confiar. No fue hasta que escuchó su nombre completo que entendió la razón. Sintió un destello de culpa al escuchar ese apellido, porque desde su regreso a Inglaterra no se había dado el tiempo de ir a visitar a su familia. La culpa sólo se hizo más grande al pensar en su madre, y en cuánto deseaba tenerla ahí en esos momentos. Nadie entendía Avalon tan bien como su madre, de eso estaba segura. — ¿Lockhart? — repitió. Dejando el libro de lado se acercó a Ela, extendiendo la mano en gesto de saludo. —Mi nombre es Scavenger. Cye Lockhart es mi madre, ¿la conoces? Había temas más importantes que tratar que los lazos familiares, por supuesto. Lilian y Xell se encargaron de detallar la situación a Ela de una manera precisa. —Estoy segura que Sagitas y Luna estarán aquí en cualquier momento, —añadió cuando las brujas terminaron su relato. —Las dos son capaces de defenderse a sí mismas, y conocen la isla muy bien. —esta última parte la dijo más como un consuelo a sí misma. Señalando a los libros de nuevo, explicó, —Creemos que el objetivo de esa oscuridad es esta pirámide, y me imaginé que si algo era lo suficientemente poderoso como para poder corromper Avalon estaría presente en algún registro. Ahora que estamos aquí podemos revisar juntas, así tenemos más oportunidad de descubrir qué está pasando antes de que la maldición llegue a nosotras. Se acercó a los libros de nuevo, con la intención de regresar a su búsqueda, cuando escuchó un ruido del otro lado de la pared. Lanzó una mirada hacia sus compañeras y se asomó a la otra habitación, esperando ver a las sacerdotisas que habían quedado atrás regresando a la pirámide. Lo que vio, sin embargo, le heló la sangre. —¡No! — exclamó. Señaló hacia la pared de la entrada a la pirámide, esperando que las demás sacerdotisas vieran lo mismo que ella. Una mancha negra se extendía por la pared que daba entrada a la pirámide. Las enredaderas que usualmente decoraban las paredes parecían marchitas, secas en la zona que hacia contacto con esa mancha. — Nos hemos tardado mucho. Del centro de la mancha oscura que cubría la pared, como si de una flor se tratase, varias espinas empezaron a florecer. Como la maldición que azotaba la isla, las espinas eran rojas brillantes, del mismo color de la sangre. Se extendían poco a poco por la pared, como si se tratase de un fuego, carcomiendo todo a su alrededor.
  6. Scavenger examinó el portal frente a ella con mucha atención. No era la primera vez que veía a alguien hacer uso de esa magia, tenía la fortuna de conocer magos con conocimientos muy avanzados en áreas de la magia que ella no podía ni siquiera nombrar aún. Se estaría mintiendo a sí misma si dijera que eso no había influido en su decisión de estudiar con los uzzas; el poder en sí nunca le había llamado la atención, pero el conocimiento, el saber simplemente por saber… eso era lo que la motivaba a actuar. No había misterio que su mente no disfrutara analizando. Las instrucciones de su guía eran claras, debían cruzar la meseta de guiza y llegar hasta Abusir, pero claramente no sería fácil; empezando con el hecho de que el portal no estaba directamente en la montaña, sino a un par de metros del borde. Scavenger le lanzó una mirada a Kraven, quien después de presentarse había permanecido en silencio, y se preguntó en qué estaría pensando el mago, o que tan interesante estaría encontrando todo el asunto hasta ahora. Se levantó del pedazo de tronco en el que estaba sentada y guardó sus libros con cuidado. No había estado sentada mucho rato, pero el descanso ocasionó que los músculos de sus piernas empezaran a entumirse por el esfuerzo de haber caminado hasta la cima de la montaña. Estiró las piernas y los brazos, tratando de reactivar su cuerpo, de alistarlo para la nueva aventura. Al ver que Kraven seguía sin responder, Scavenger se acercó a la orilla de la montaña. Mirar hacia abajo fue una pésima idea, las rocas de la montaña decoraban el piso, afiladas y peligrosas. Si algo salía mal con el salto, tendría que lidiar con ellas. Trago saliva ante la idea. —Gracias por la información, — le dijo a Khufu, al tiempo que regresaba un par de metros para tomar impulso. —Nos vemos en Abusir. — Lo dijo en el tono más confiable que pudo encontrar, aunque era una pésima mentirosa y estaba segura de que el uzza podría fácilmente ver que en realidad estaba muy nerviosa. Miró en dirección a Kraven una vez más, estaba tentada a desearle suerte, pero algo en la energía del mago la desconcertaba. Se limitó a lanzarle una sonrisa que esperaba denotara simpatía y miró hacia el frente, empezó a correr hacia el borde y, cuidando de no mirar hacia abajo, saltó. Le hubiese gustado cerrar los ojos, sentir el viento en la cara y el pelo, pero tenía que poner atención o si no terminaría activando el amuleto volador muy tarde y acabaría estrellándose en la arena. Por un momento pensó que no llegaría al portal, pero el impulso que había tomado le dio la potencia necesaria para alcanzarlo. Fue ahí cuando pudo observar al fin lo que le esperaba del otro lado: desierto, por supuesto, pero también muchas rocas, edificios a medio destruir se podían apreciar a la distancia. Scavenger apenas y tuvo tiempo para tocar su amuleto volador y activarlo, haciendo su caída hacia el piso más lenta, permitiéndole también mirar a su alrededor, a todas las ruinas que rodeaban el lugar. A la distancia, sin embargo, se podía ver la silueta de una ciudad. Abusir. Una vez en el suelo, aseguró la mochila en su espalda y comenzó su camino, volvió la vista hacia atrás después de un par de pasos, pero ya no había señales del portal. Si Kraven había cruzado o no, ella no tenía idea. Recordó las palabras de Khufu acerca de las ratas del desierto y los otros peligros que llenaban la meseta, preguntándose cuál sería la mejor estrategia para llegar hasta su destino a salvo. Por un lado, la clara desventaja era su falta de conocimiento acerca del área; por el otro, la prueba estaba diseñada para probar exactamente sus habilidades contra los peligros desconocidos. Por el momento, más le valía ser discreta, cada ciertos metros se asegurada de borrar sus huellas de la arena para evitar que algo -o alguien- la siguiera. Llevaba casi 15 minutos caminando cuando un sonido la hizo detenerse. Un silbido suave que apenas era perceptible provenía de un montículo de arena a su derecha. Khufu había hablado de tesoros escondidos entre las dunas, y de intrépidos buscadores que habían muerto buscándolos. Si Scavenger fuese más ambiciosa, a lo mejor podría sentirse tentada por ellos, pero en esos momentos no sentía deseo alguno de lidiar con la fuente de aquel sonido estremecedor. Una cosa si era obvia, si ella podía escuchar el ruido, lo más seguro es que algo también pudiera oírla también. Tocó el anillo de bronce en su mano izquierda, el de salvaguarda contra los oídos indiscretos, y se concentró. Las instrucciones del libro eran claras, tenía que visualizar un campo extendiéndose aproximadamente 50 metros con ella al centro, si se concentraba lo suficiente lograría aislar cualquier sonido proveniente de ella. Esperó un par de segundos, casi un minuto hasta que el silbido despareció por completo. Poco a poco, continuó avanzando por la arena, más despacio de lo que le hubiese gustado, pero sin toparse con alguna sorpresa desagradable. A estas alturas el sol brillaba con fuerza en el cielo, y el calor comenzaba a ser asfixiante, ella se había quitado la sudadera y la había atado a su cintura. Se estaba acercando a Abusir, de eso no había duda, pero aún le faltaba un gran tramo por recorrer. Por el rabillo del ojo podía ver algo moverse, pero cada vez que volteaba no podía ver más que arena por todos lados. Siguió así por casi una hora, hasta que la fuerza del sol se hizo casi insoportable. En busca de un descanso, se acercó a unas ruinas lo suficientemente altas para generar una sombra y apoyó la espalda contra ellas. Casi instantáneamente el silbido que había escuchado antes volvió a emerger, pero con mucha más fuerza. Apenas y le dio tiempo de sujetar la varita antes de que tres figuras, como serpientes escondidas bajo la arena se abalanzaran sobre ella. Le tomó un par de segundos reaccionar, pero fue tiempo suficiente para que las criaturas impactaran contra ella, tirándola al piso con mucha fuerza. Sintió un ardor en el hombro, y una presión en el brazo con el que cargaba la varita, como si algo buscara inmovilizarla. —Vipera Evanesca, — dijo entre dientes, y un rayo salió disparado hacia su hombro, deshaciéndose de la serpiente que acababa de morderla. —¡Basta! —habló con fuerza, concentrándose en su anillo de amistad con las bestias. Si bien las dos serpientes restantes no podían entenderla completamente, al menos podrían comprender sus intenciones. —No quiero su maldito tesoro, sólo estoy de paso. Pasaron unos segundos, pero poco a poco sintió la presión en su brazo y pierna aligerarse, hasta que pudo ponerse de pie. El ardor en su hombro izquierdo empezaba a extenderse a través del brazo. Apuntando la varita hacia sí misma, pensó, episkey, hasta que el ardor desapareció, sólo quedo una mancha de sangre como prueba de lo que había pasado. Con un suspiro, se alejó de las ruinas, las serpientes ocultas bajo la arena de nuevo. Hasta ahí había llegado su factor sorpresa. No volvió a acercarse a las ruinas, aunque eso implicase quedarse bajo los rayos directos del sol. Mantuvo el ritmo constante y el anillo contra los oídos indiscretos activo todo el trayecto, se aseguró también de borrar sus huellas sobre la arena. Con la mirada fija en su destino, siguió adelante. Cuando faltaba menos de un kilómetro para llegar a su destino y la ciudad de Abisur se alzaba frente a ella, se tomó una pausa. Concentrándose en otro anillo de su mano izquierda, centró su atención sobre las ruinas. El detector de enemigos podría decirle si lo que la esperaba en Abisur quería dañarla, o al menos debería. Scavenger cerró los ojos y enfocó toda su atención, pero no pudo percibir nada fuera de lo común. Con un suspiro cansado avanzó hacia adelante. Las ruinas que la rodeaban todo el camino se habían vuelto más cercanas conforme avanzaba, y con cada paso era más difícil evitar tocar alguna. Con extremo cuidado, intentó recorrer esos últimos metros lo más discretamente posible, pero debió de haber activado algo porque un par de pasos más adelante el ruido de roca cayendo la alertó de inmediato. Mirando hacia sus pies, la fuente del sonido, se dio cuenta de que había pisado un pedazo de concreto en el piso, y de los dos pilares que se encontraban a sus lados salieron disparadas un par de flechas. Era como si alguien hubiese lanzado un disparo de flechas en su dirección, y aunque pudiese deshacerse del par que venían de un lado con un simple evanesco, las del otro lado impactarían contra ella. Cerró los ojos y encogió los hombros, se imaginó a si misma translúcida, como un fantasma. Incorpórea. Las instrucciones del libro de la fortaleza para la salvaguarda mágica eran un poco confusas para ella, pero indicaban que lo importante era la intención, y en ese momento su única intención era no ser dañada más de lo que ya había sido. Abrió los ojos después de un par de segundos sin sentir ningún tipo de impacto y se alegró al comprobar que las flechas yacían sobre la arena, habían atravesado el espacio donde estaba su cuerpo como si ella no estuviese ahí. Le hubiese gustado celebrar un poco su logro, pero a estas alturas sólo quería salir de esa meseta lo más pronto posible. Caminó los últimos metros hacia Abisur con la varita segura en su mano derecha y a paso veloz. De pie, espaldas a las primeras ruinas que marcaban el inicio de Abisur, pudo distinguir la figura de Khufu. Su expresión seria e indescifrable. —He llegado, —lo saludó, la voz rasposa por no haberla usado. Estaba llena de arena, sudada y cansada de caminar bajo el sol tanto tiempo. Pero al fin había llegado a su destino.
  7. No llevaba más de un par de pasos cuando escuchó el grito de Luna a su espalda. Se giró a tiempo para ver a la bruja salir corriendo hacia el bosque, seguida de Sagitas, que le imploraba que no fuera sola. Scavenger se mordió el labio inferior con fuerza, ¿a dónde iría Luna con tanta urgencia? La respuesta la obtuvo cuando siguió el trayecto de su compañera hacia el bosque. Casi podía jurar que era fuego por el modo que tenía de envolver lo que tocaba, como si se estuviera tragando los árboles y dejando tras de sí pedazos carcomidos de madera. Se debatió un par de momentos qué hacer; por un lado, Sagitas tenía razón y si todas iban juntas las probabilidades de sobrevivir eran mayores; pero por el otro, desde que había llegado a Avalon, hace casi una hora, la situación en la isla parecía escalar a proporciones mayores. Los animales, las plantas muertas, ahora el fuego -o lo que fuese aquello, ¿qué pasaría después? —Lo siento, — dijo al fin a Xell y a Lilian, que se había quedado ahí también, decidiendo qué hacer. — Entre más tiempo nos tardemos en averiguar qué es esto, más peligro corre la isla. Tenemos que llegar al centro. Confiaba en las capacidades de Luna, Sagitas, y de quién más quisiera unírseles para defenderse. Incluso en este estado, confiaba también en que la magia de Avalon sería suficiente para guiarlas la una a la otra, como siempre lo hacía cuando corrían peligro. Cerró los ojos por un segundo, y continuó con su camino hacia el centro de la isla. Avanzar por la isla no fue fácil, Scavenger tuvo que ser muy cuidadosa y cambiar la ruta cuando sus pasos llamaban la atención de algún animal salvaje. Con su pierna soltando espasmos de dolor de vez en cuando, no se podía permitir pelear contra algún otro animal en estos momentos. En su trayecto pudo confirmar que lo que Luna había visto no era un caso aislado, a su alrededor la misma oscuridad seguía avanzando, constante, hacia el centro. Cuando al fin llegó a la pirámide le faltaba un poco el aire por el esfuerzo. No miró atrás para comprobar si alguna de las sacerdotisas había avanzado con ella, pero esperaba que sí, porque aunque antes había visitado la isla muy seguido, el centro era un lugar demasiado sagrado, demasiado importante para ser disturbado y ella podía contar con los dedos de una mano la cantidad de veces que había estado dentro. Sintió un gran alivio al ver la pirámide intacta, aunque la atmosfera aplastante que sintió al ingresar al edificio confirmaba que el peligro era inminente. Se detuvo apenas un par de segundos para recuperar el aliento y se encaminó hacia la biblioteca -decir biblioteca era una exageración, pero así le gustaba pensar acerca del lugar que guardaba la información más importante del clan. —Voy a empezar con la historia oral, a ver si puedo encontrar registros de algo así, — dijo, caminando directamente al libro grueso que era la figura central en el cuarto. —Si algo como esto ha pasado antes, seguro que aquí hay información. El libro apenas cabía entre sus manos, lleno de la historia de Avalón, Scavenger estaba consciente de que no era algo que pudiera leer completo en un par de horas, y menos aún con el tiempo encima. Empezó a revisar las hojas frenéticamente, esperando que la Diosa la guiase en este momento también. Había otros libros disponibles, también, muchos que hablaban de los habitantes de la isla o hasta de flora y fauna. Sin saber con qué estaban lidiando, era imposible adivinar cuál de todos los libros ahí disponibles tendría la respuesta, o incluso si la respuesta se encontraría sólo en un tomo. Sólo podía espera que fueran lo suficientemente rápidas, que pudieran frenar esto antes de que fuera demasiado tarde.
  8. Se sentó ahí escuchando con atención a Rory. Si no fuese por el libro que tenían detrás, sabe que le habría hecho más preguntas. No era todos los días que se topaba con alguien cuya visión del mundo era tan diferente a la de ella, y con la curiosidad a flote, quería saber más. Pensó en su infancia, en los días que solía pasar en el bosque y en las pequeñas idiosincrasias de la gente que vivía cerca. Se imaginaba que tendrían cosas muy interesantes respecto a los comentarios de Rory. Pero tuvo que recordarse, otra vez, que estaba ahí por una razón; y quién sabe, puede que una vez terminados con el libro y su magia, pudiera darse la oportunidad de tener una charla larga y tendida con su anfitrión, y ahí entonces podrían hablar de fe y energía y magia. Cuando el hombre se levantó a servir más té, el misterio del libro regresó a ellos. Scavenger recibió la taza llena de las manos de Rory al tiempo que el hombre hablaba de la iglesia que le había ofrecido el lugar. La verdad es que ella también tenía curiosidad por esa gente, pero no lo había mencionado antes por temor a ofender alguna susceptibilidad de Rory. —El desván, —mencionó, un poco para sí misma, mientras organizaba sus pensamientos. —Bueno, pero si es que ellos sabían algo, entonces hay alguna razón específica por qué lo mandaron a usted aquí, ¿no cree? Cuando Rory le recordó que ese mismo padre había sido en encargado de darle sus datos, se estremeció. Por alguna razón había obviado el hecho antes, había asumido que el hombre conocía un poco de los círculos académicos entre los que ella se movía, pero siendo honestos, su naturaleza introvertida la frenaba de envolverse completamente en los mismos, y la gente a la que conocía era muy poca. Que un padre supiera tanto de ella la inquietaba. —Incluso aunque ellos supieran algo, — habló después de unos momentos, —no tenemos pruebas suficientes, y aún no sabemos exactamente qué hace el libro aquí. Mencionó antes el desván, y el hecho de que no estaba en renta al inicio. ¿Podríamos darle un vistazo? Puede que encontremos algo que pueda decirnos más acerca de lo que nos enfrentamos. Era un tiro al aire, lo sabía. Pero todo esto había resultado ser más complejo de lo que parecía inicialmente, y Scavenger se sentía como si estuviera a punto de descubrir qué era lo que estaba pasando, si tan solo pudiera saber un poco más. Como una gran cortina a punto de develarse frente a sus ojos, si tan sólo pudiera extender la mano y tocarla, entonces todo tendría sentido. Miró a Rory, expectante. Si el desván estaba libre podrían ir a investigarlo, si no era el caso, tendrían que planear otra manera. @@Rory Despard
  9. Escuchó una a una las opiniones de las sacerdotisas, intentando alinearlas con lo que ella misma había visto en la isla. Era obvio que algo había puesto a Avalon contra ellas, las verdaderas preguntas eran qué y por qué. —Sea lo que sea, — intervino después de su prima Lily, —está avanzando. Tenemos que detenerlo, pronto. Su calma fue interrumpida entonces por un grupo de animales que irrumpió de una de las orillas del claro directamente hacia ellas. Todos era animales que habitaban la isla comúnmente, pero al igual que la pantera en la playa, sus ojos emitían un brillo cremesino que parecía extenderse un poco sobre los párpados. Sagitas, siendo la más cercana a ellos, fue atacada primero. Scavenger la vio caer al piso con un tigre encima y estaba a punto de lanzar un hechizo para defenderla cuando sintió un dolor agudo en la pierna derecha. Un bowtruckle había clavado sus garras justo en el cartílago de su rodilla. Por instinto extendió la mano para intentar tomarlo, era un bicho sorpresivamente fuerte, considerando su tamaño, después de unos segundos sin éxito, apuntó su varita y aplicó el mismo truco que antes; un rayo impactó contra el bowtruckle y éste a su vez colapsó hacia el piso, dejándola en paz. A su lado, sus compañeras se deshacían de sus animales también Fue Xell quien llamó su atención, ya que en vez de pelear contra el animal que la atacaba, Scavenger la vio concentrarse y extender la mano hacia la criatura con un gesto cariñoso. Estaba a punto de decirle que tuviera cuidado, pero para su sorpresa pudo ver como poco a poco el rojo de los ojos del tejón desaparecía. Cuando su compañera abrió los ojos de nuevo el animal parecía haber regresado a la normalidad. Ella sabía que muchas cosas eran posibles en Avalon, que al ser un lugar lleno de poder la magia se manifestaba en maneras distintas al resto del mundo. Entendía también que la naturaleza de las sacerdotisas era la sanación, el equilibrio entre las energías que las rodeaban y regían la tierra misma, pero que una pudiera ejercer ese poder le era imposible, hasta entonces. Recordó entonces que antes del ataque Sagitas estaba hablando de unos hechizos del clan que podían usar para lidiar con esto, a lo mejor esto era uno de ellos. Le hubiese gustado ahondar en el tema, darse un momento para hablar con cada una de las presentes para descubrir qué se había perdido en esos años, pero ante la urgencia de lo que las rodeaba, ese era un lujo con el que no contaba. — Sí, estoy bien. Gracias. — le respondió a su prima. — Creo que esto es algo externo, viene de afuera de la isla. Debemos evitar que llegue al centro de la isla, si la pirámide sobrevive podremos revertir el daño hecho, como dice Sagitas, entre todas. Mientras, no creo que podamos seguir haciendo … eso— señaló a Xell, que aún sostenía el tejón entre sus manos — con todos los animales en la isla, son demasiados para nosotros. >> Tenemos que movernos, llegar a la pirámide como dice Lily, aquí afuera sólo somos blancos fáciles para los animales. Empezó a andar hacía donde ella sabía se encontraba la pirámide, esperando que a pesar de sus años lejos de Avalon el edificio siguiera en el mismo lugar. Con la varita bien empuñada en su mano derecha, dio el primer paso y sintió una ráfaga de dolor recorrer su rodilla, esa mordida que el bowtruckle le había puesto iba a causarle problemas si no la atendía pronto. Ya tendría tiempo para hacerlo, ahora lo importante era llegar al centro. Se giró para mirar a las demás sacerdotisas. —¿Vienen? — les preguntó.
  10. Su breve momento de tranquilidad fue interrumpido por la llegada del que ella asumía era su compañero de clase. Había leído la invitación y sabía que no iría sola en este viaje, y aunque no conocía a la persona, el no tener que pasar por la prueba sola le daba un poco de consuelo. Kraven, si la memoria no le fallaba, llegó con ropas elegantes y finas, y Scavenger se abstuvo de comentar que al final del día probablemente terminarían rotas o sucias. Lo escuchó preguntar a qué hora iban a dar inicio con la prueba y vio también a su tutor, Khufu, levantarse de la rama en donde se encontraba (sus movimientos eran calculados y por un momento el tintineo de la cadena en su pecho fue el único ruido en la montaña) y presentarse a ellos. Mientras Khufu hablaba, ella aprovechó para meter la mano en su mochila y sacar los dos tomos que traía con ella; el libro del aprendiz, y ahora también, el de la fortaleza. Al final de su discurso, su instructor les había hecho un par de preguntas, esperó un momento para ver si Kraven decidía empezar, pero al notar el silencio de su compañero, empezó: —Entiendo el objetivo de la fortaleza. Entiendo que es la base sobre la que nosotros vamos a empezar, si somos dignos, a recorrer el camino de los Uzzas. La espina dorsal que nos permitirá aprender, y, sobre todo sobrevivir a esta nueva magia. Recordó su tiempo en la academia, los meses que pasó como auror, su estadía en la orden. La muchacha que era al llegar a Inglaterra por primera vez no tenía mucho que ver con la mujer que era ahora, y cada uno de esos lugares había contribuido en cambiarla, adaptarla a este nuevo mundo en el que vivía ahora. —En cuanto a los elementos de nuestros libros, para el libro del aprendiz tienes el amuleto volador, — aquí aprovecho para sacar el dije del escondite entre su ropa y lo mostró a su guía. — Aunque lo diga en el nombre, no te permite volar per sé, pero sí puede ser útil cuando se tiene que bajar de algún lugar moderadamente alto. ¿Una montaña tan alta como esta? Probablemente no serviría de mucho si no se calculan bien las distancias. Pero lo uso con frecuencia cuando tengo que bajar de árboles o algo así. También, por supuesto, si alguien cae —hizo énfasis en la palabra, porque los magos no caen de muchos lugares, pero sí son lanzados — puede salvarse de una muerte segura. >>El libro del aprendiz también te da esto —apuntó con el dedo su mano derecha, decorada por un par de anillos. Éste en particular era una tira plateada, simple en presentación pero no en poder. — El Orbis Beastiarum te la oportunidad de entenderte, de controlar algún animal o criatura tan poderosa como un Hipogrifo o un Ashwinder, pero también tiene sus limitaciones. Me parece que sólo funciona con las criaturas que el departamento de criaturas mágicas ha catalogado como XXX. Para un mago que recién empieza su formación, esto puede ser una ventaja también. Volviendo al ejemplo del bosque, me ha librado de varios animales con los cuales preferiría no pelear, y me permite andar por esos lugares tranquila. Aquí hizo una pausa. Conocía el libro del aprendiz bien, había tenido el privilegio de usar sus poderes en más de una ocasión y los consideraba muy útiles, así que explicarlos no era complicado para ella. El libro de la fortaleza le era nuevo, así que aquí es donde podría cometer errores. Después de sonar la garganta un par de veces continuó, —El libro de la fortaleza viene con muchos más poderes, pero mi favorito es la curación. Aplicado a ti o a alguien más te permite curar lo mismo que un Episkey. Creo que en tiempos como este, con la guerra tan cercana como la tenemos, este será un hechizo vital. Se puede utilizar una vez por enfrentamiento, eso es lo máximo que nuestros cuerpos permiten, en estos momentos. Claro, que también puede usarse para curar alguna herida obtenida en el transcurso de la vida diaria, pero creo que es en batalla cuando en realidad resulta útil. >>Por último, el libro de la fortaleza te da acceso a la salvaguarda mágica. —pensó en su último duelo. En como si tan sólo hubiese tenido ese poder disponible se podría haber librado de las cuerdas gruesas del incarcerus que su oponente le lanzó. — Esta básicamente vuelve al mago o bruja intangible por unos segundos. No es mucho tiempo, no. Pero es lo suficiente para cruzar una pared en caso de ser necesario, o de evitar un hechizo o maldición. No requiere el poder hablar para ser usado, y puedo imaginar decenas de maneras en que podría ser usado, escapando de algún lugar que no tenga protecciones mágicas contra eso. Evitando algún rayo o invocación en el calor de batalla. Su única debilidad son los efectos, ya que al ser inmediatos, no puede hacer mucho para evitarlos. Aquí se detuvo. Después de la larga caminata que había hecho hacia la montaña, a solas, el hablar tanto le secó la garganta. Esperó a que su compañero respondiera al tiempo que daba un trago más a su botella de agua.
  11. Supo que algo andaba mal el instante en que posó la vista sobre la isla. Aunque podía aparecerse directamente en ella, siempre había preferido acercarse a Avalon en un bote, repitiendo el primer viaje que había tomado hacia la isla hace ya un par de años. En vez del verde que caracterizaba sus costas y los cantos de los pájaros que llenaban su aire, fue recibida por hojas caídas y troncos en el piso, completamente secos; ni un solo canto se escuchaba en toda la isla. Apresurándose a desembarcar, Scavenger caminó al tronco seco más cercano a ella y extendió la mano sobre él. Cerró los ojos por unos segundos, intentando sentir algo. Era una de sus actividades favoritas en la isla -y también lejos de ella, aunque no era tan común que fuese por toda Inglaterra intentado comunicarse con los árboles. Por la naturaleza mágica de Avalon no era de extrañarse que los árboles mismos derrocharan magia, vida, y el poder detectar la conexión de todo lo que los rodeaba con la madre naturaleza era una de las primeras cosas que aprendían cuando emprendían su camino hacia la Diosa. Resignada, después de unos momentos, separó la mano del tronco; muerto, completamente. No había un solo ápice de vida en la vegetación de la costa. Peleando contra el escozor en sus ojos causado por las lágrimas, se obligó a sí misma a adentrarse en Avalon. Tenía que llegar hasta al centro de la isla, hasta la pirámide que guardaba la vida misma, para protegerla. Sostenía la varita firmemente con su mano derecha a cada paso que daba, aunque no había señales de pájaros cerca de ella, sí podía escuchar hojas siendo aplastadas a su alrededor. Si algo había sido capaz de causar tanto daño a los árboles y plantas, no quería imaginarse lo que le podía haber hecho a los animales que habitaban la isla de manera natural. Obtuvo su respuesta un par de minutos después, cuando encontró una pantera encima de un tronco seco. Era un animal joven, y Scavenger no pudo contener su alegría al descubrir a una criatura viva aparte de ella, en medio de tanta maleza y muerte. Toda emoción desapareció de su cuerpo cuando la criatura fijó la vista en ella, pues su mirada estaba cubierta de rojo, como si en vez de ojos tuviese sólo sangre. Apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que la pantera se lanzara contra ella, con sus garras extendidas como si quisiera destrozarla, como si ella fuese una presa más en la cadena alimenticia de la isla. Apuntando con la varita al tronco de buen tamaño más cercano a sí misma, invocó a un tigre adulto para defenderla. No tenía intenciones de dañar a la pantera, sólo de distraerla lo suficiente para que un desmaius pudiese encargarse del asunto. Corrompidos o no los animales aún eran habitantes de Avalon y tenían tanto derecho como ella a existir en la isla. Una vez sorteado el asunto con el animal salvaje, siguió su camino hacia el centro de la isla, y para su sorpresa, no tardó mucho en toparse con otras sacerdotisas un poco más adentro. —¿Sagitas? — preguntó. Esperaba encontrar a alguien más en el centro de la isla, y la visión de más personas ahí le dio esperanza. —Hola. Luna, gusto en verte también. No conozco a las demás, pero me da gusto verlas. Mi nombre es Scavenger. >>No sé que está pasando, pero sea lo que sea se está expandiendo por toda la isla. Matando tanta naturaleza como pueda, y volviendo a los animales en contra nuestra, al parecer. Una pantera me ha atacado en mi camino hacia acá. — Explicó a todas las presentes. —Tenemos que detenerlo, ¿pero cómo?
  12. Había olvidado lo frías que eran las noches en el desierto. La primavera estaba en pleno apogeo en Europa y aunque ésta no era la primera vez que visitaba Egipto, olvidó por completo que el calor aplastante que distinguía al desierto era reemplazado en la noche por un frío que congelaba hasta los huesos. Lo único que podía hacer para mitigar su incomodidad era seguir caminando. Scavenger alzó la vista hacia el cielo, la luz de la luna le llenó la cara al tiempo que una corriente de aire frío se estrellaba contra su espalda. Conteniendo un escalofrío, se detuvo un par de momentos. Con un par de leggins oscuros, una sudadera deportiva y una mochila en los hombros parecía una muggle normal que iba de excursión. Tuvo cuidado de elegir ropa que le cubriera los anillos mágicos o cualquier otra cosa que pudiera develar su verdadera identidad, tenía la certeza de que quién fuera a recibirla en la cima de la montaña sabría quién era y a qué iba. Después de darle un sorbo a su botella de agua y asegurase que iba en la dirección correcta, emprendió el paso de nuevo, lo más deprisa que su cuerpo le permitía sin agotarse. Esta era la primera vez que ponía pie cerca Uagadou, la curiosidad y anticipación se mezclaban en su estómago ante lo que tendría que enfrentar. El peso de los libros en su mochila era un recordatorio de lo que la estaría esperando una vez llegara a su destino. Odiaba las especulaciones, así que evito hacerse las suyas mientras avanzaba por la montaña. La lechuza que había recibido un par de días antes ofrecía sólo la información necesaria para llegar a la última prueba, nada más en términos de preparación. Scavenger había leído el libro de la fortaleza de pies a cabeza más de una vez en los días anteriores, la teoría de la magia nunca había sido un problema para ella, pero en este caso la teoría no era suficiente. Pensó en todas las razones que la habían orillado a tomar la decisión de estudiar los libros: la guerra, amenazando su país y todo lo que amaba; los mortífagos, que jamás desaparecerían sin importar lo que hiciera. Sabía que venían momentos difíciles, lo único que ella quería era estar preparada para poder proteger a los suyos. Cuando al fin alcanzó la cumbre de la montaña -un par de horas después de haber iniciado su viaje, le dolían las piernas un poco y le faltaba el aliento. La luna, majestuosa en el cielo, había empezado a ser eclipsada por el naranja de un nuevo amanecer. Un nuevo comienzo, reflexionó mientras respiraba hondo para calmar a su corazón, igual que el que tendría ella si lograba pasar la prueba y se mostraba digna de aprender la magia de los Uzza. Ahí, a unos 20 metros de ella, se encontraba una figura sentada en una rama caída. Llevaba ropas casi nativas, pero la cadena pesada que rodeaba su cuello y caía sobre su pecho, al igual que la mirada fija sobre el horizonte, casi como si la atravesara, le dejaban en claro que este hombre era todo menos un local común y corriente. —Hola, —se acercó hacia él, hasta poder sentarse en una roca no muy lejos del susodicho. —Mi nombre es Scavenger. He venido a sellar mi vínculo con el libro de la fortaleza. No sabía si era el ambiente o la simple presencia del hombre frente a ella, pero no pudo evitar verse invadida por un sentido de solemnidad. Desconocía si llegaría alguien más a parte de ella, pero ya que la figura apenas había reaccionado al verla, suponía que sí. De cualquier modo, Scavenger agradecía el momento para recuperarse de la subida a la cima de la montaña. @Khufu
  13. Entre más hablaba con Rory, más le sorprendía la honestidad con la que el hombre se manejaba. Le recordaba un poco a ella cuando recién llegó a Ottery y Hogsmeade, aislada de todos los demás e intentado no molestar a nadie; si no fuese por un puñado de personas seguiría siendo la misma persona solitaria que había sido tanto tiempo. Por eso mismo sentía el deber de ayudar a su anfitrión con su problema. —La historia acerca de la casa embrujada fue, en efecto, algo inventado para cubrir a Remus Lupin, pero no mucha gente lo sabe. Le sorprendería saber cuánta gente cree cosas sin tener un fundamento real de ellas— le dijo, sosteniendo el libro barato en la mano. —Aun así, en este lugar, no sería de extrañarse que esas mismas creencias hayan llamado la atención de algo verdaderamente maligno. Lo cierto es que la magia actúa de maneras misteriosas, y aunque la teoría siempre había sido objeto de fascinación para ella, este caso requería de medidas más prácticas. —La orden de Gunnersbury, al menos hasta donde yo sé, fue una orden de tintes religiosos homónima a ese pueblo. Buscaban la corrupción de las formas más básicas de la magia, aunque nunca fueron lo suficientemente organizados como para ser relevantes. Sin embargo, vestigios de ellos sobreviven. —Esa era, en amplios rasgos, la información más importante para el asunto con el que estaban lidiando. — Ad Altiora era su lema porque buscaban llegar más allá, utilizando la magia para transcender la existencia misma. Pero como pasa con la mayoría de las organizaciones, sin una visión clara se van desintegrando. Nada de lo que había dicho explicaba cómo había llegado al libro a manos del pobre Rory. Pero en cierto modo, eso era lo menos relevante en la situación en la que encontraban. Tenían la oportunidad de acabar con lo que sea que persiguiera a ese libro y por lo tanto debían de tomarla. —Lo que me llama la atención, —empezó Scavenger, después de un momento en silencio, —son las vestimentas de la aparición en cuestión. ¿Algún tipo de sacerdote o fraile? Debo confesar que aquí es donde me falta el conocimiento, ya que no sé mucho acerca de religión, menos aún de las diferentes sectas u órdenes que la componen. Decidió entonces aprovechar esa oportunidad para preguntarle al señor algo que le causaba mucha curiosidad. —Señor Despard, si no es intromisión, parece usted ser una persona muy religiosa, ¿es correcto? ¿Qué dice la religión acerca de estos fenómenos? Ha mencionado que intentó rezar por el alma de esta… cosa, pero ¿cuál es su postura si esto es en realidad algo maligno? Se me ocurre que puede ser esa afición para ayudar lo que ha permitido que esta aparición se manifieste tal cual con usted. Era una suposición, por supuesto, pero ante la urgencia de la situación, no hacía mal descartar nada. @@Rory Despard
  14. Scavenger se quedó callada un momento, recordando tantos detalles como pudiese de la historia que iba a contarle al Moody. Alemania había sido difícil, un puñado de recuerdos encerrados en su cabeza en los que no se permitía pensar; poco a poco, fui aislando la historia, separándola de las otras partes de su memoria que no eran relevantes. Cuando sintió que recordaba lo suficiente, habló. —George Leitner era un hombre alemán. Nacido a inicios del siglo XIX, aunque su infancia no es relevante, sino lo que hizo después. Estaba obsesionado con los objetos malditos, en especial los libros. Creía que no había nada mejor para atrapar las maldiciones más peligrosas que el papel y la tinta, así que durante su vida adulta se dedicó a coleccionar cosas como esa, — señaló el libro que descansaba tras de ella. —Siendo honesta, no creía que fueran reales. Hay registros históricos acerca de un George Leitner que vivió en Alemania en los años 20s de ese siglo, tenía una gran biblioteca, pero su mansión fue destruida en un incendio antes de que terminara la década. Para ciertas partes de Renania es una leyenda, un mito urbano. Pensó por un momento en lo que Hans, la primera persona en contarle la historia de Leitner, daría por estar ahí y una sonrisa leve paseó por sus labios. Estaba consciente, también, de que ésta no explicaba exactamente qué era el libro, o cómo había llegado hasta ellos. —La primera vez que escuché acerca de ese hombre fue precisamente por alguien que también se dedica a coleccionar objetos antiguos, se supone que los Leitner sobrevivientes al incendio son altamente codiciados, puedo ver por qué la persona que te lo dio lo quería de vuelta. Scavenger era una persona curiosa, y el prospecto de descubrir los secretos de ese libro era muy tentador. Richard podría venderlo en una muy buena cantidad, sería injusto de su parte no decírselo, pero tenía la sospecha de que el Moody preferiría enfocarse en el libro y sus misterios, en vez de ventas y transacciones. —Me temo que no te he ayudado mucho, —admitió al fin. —Por más que sepa quién fue George Leitner, eso no explica qué clase de maldición tiene este libro. Eso lo tendremos que investigar nosotros, si es que estás interesado en hacerlo. @
  15. Todo empieza a hacer sentido, después de escuchar el nombre de su oponente. Ahora puede ponerle rostro a todas las historias que ha escuchado estos meses pasados; está frente al hombre que declaró la guerra, el que eliminó el estatuto mágico. Se lamenta un poco el no haber cubierto su rostro antes de empezar el duelo, le habría ahorrado muchas preguntas incómodas. En el transcurso de los hechizos, Aaron se ha puesto de pie, quedando no muy lejos de ella. Está oscuro, y salvo la poca luz de la una que se filtra por los árboles y las chipas de los hechizos que se han lanzado no hay mucha iluminación. Tal vez es por eso que el Ministro asume que su rayo la ha impactado. Scavenger abre la boca para decírselo, para confirmarle que aún no tiene nada que curarse, pero al intentar hablar su garganta no responde. Ah, la ha silenciado. No ha dejado de apuntarlo directamente con la varita, así que sólo le vasta con mover un poco la muñeca al tiempo que piensa, disparo de flechas, y un puñado de flechas sale de su varita al mismo tiempo que un par de cuerdas salen de la de Aaron. La cantidad de flechas que vuelan hacia su oponente es mayor que las cuerdas que él le ha lanzado a ella, pero no por eso más efectiva. Scavenger sabe que por la naturaleza de su hechizo unas flechas terminarán adornando los árboles o el piso a su alrededor. Las que sí impacten, por supuesto, le provocarán al Ministro un daño grave del que tendrá que curarse. Por su parte, las cuerdas que Aaron le ha lanzado la alcanzan un par de segundos después. Una encima de la boca, otra en los antebrazos y la última en los tobillos -ésta sin fuerza suficiente para tirarla al piso, pero sí lo suficientemente fuerte como para evitar que se mueva del lugar. No le cuesta mucho trabajo el apuntar hacia ella misma, sus muñecas y manos aún son libres, así que aprovecha para ayudarse un poco. —Evanesco, — la cuerda que ata sus brazos desaparece, devolviéndole la movilidad de las manos y más importante, la habilidad de apuntar. Aún quedan dos cuerdas de las que tiene que deshacerse, pero ya tendrá tiempo para eso… espera. No se olvida que Aaron le ha hecho una pregunta, “tojours purs”, pero espera que el hombre entienda que con una cuerda en la boca no le es posible responderle. Scavenger sabe cuál es su respuesta y está segura que no es la que el Black espera. @
  16. ID: 121148 Nick: Scavenger Weatherwax Link a la Bóveda Trastero: B 111085 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: B 110428 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-04-24 Objeto: Espejos Comunicadores Puntos: 40 Precio: 2000 G Total de puntos: 40 Total de Galeones: 2000 G Gracias
  17. Hola, ID: 121148 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Post Link a la Bóveda: B 110428 Link a la Ficha: Ficha
  18. Hola, pues igual tengo dudas. Que estuve fuera del foro más de un año y recuerdo muy poco de duelos xD Duelo acá, mi duda es, Aaron rolea que el sectusempra impacta, pero según yo me había defendido. ¿Qué escenario es el correcto? No me estoy quejando o reclamando nada, simplemente no tengo idea de cuál es la situación actual del duelo/por qué y me gustaría saber antes de continuar el duelo, para corregir lo que se tenga que corregir, antes de que evolucione más la cosa, pues. Gracias, y hago cc a @@Jank Dayne también.
  19. Las palabras de P-ko, siempre útiles, les dieron información importante a considerar para sus siguientes pasos, pero cuando la elfina se puso a llorar, Scavenger tuvo que contener las lágrimas también. No se consideraba a sí misma una persona sentimental, pero entendía el sentimiento de la criatura. Si Helen no se hubiera acercado a consolarla, ella misma estaría de rodillas limpiándole las lágrimas a la pobre elfa. Ella misma estaba conmovida por las personas a su alrededor. Su familia, con la que no había convivido lo suficiente, pero por la cuál iría hasta casi el fin del mundo. Con todos ahí, presentes, no tenía duda alguna de que resolverían el misterio del relicario y los fantasmas sin problema. Siempre y cuando permanecieran juntos. No lo dijo en voz alta, por supuesto, no quería que la tomaran por cursi. Las miradas que un fantasma lanzaba al relicario no escaparon de sus ojos, aunque probablemente sí pasaron sin ser vistas por su prima, que estaba hablando con su hermano acerca de algo que Scavenger no podía oír. Con cuidado, se acercó a ella, aprovechando para estrujar suavemente el hombro de P-ko al pasar. —Lily, — le habló discretamente. —Mira ese fantasma de ahí. Cuando mostraste el relicario hizo una cara muy extraña. Estoy segura de que sabe algo. ¿Por qué no le preguntas? Le hubiera preguntado ella misma, pero ese era un asunto personal de Lily y Scavenger no quería entrometerse. Girándose para regresar por otro vaso de vino, vio a Matt -al menos creía que ese era su nombre- todavía de pie en las escaleras. Se había detenido para escuchar a P-ko, pero sus intenciones de dirigirse a la biblioteca eran obvias. Aunque sus visitas al castillo eran esporádicas por mucho, sabía dónde estaba la biblioteca a la perfección, se aseguraba de pasar por ahí para ver qué rareza había adquirido la colección familiar en su ausencia. Alzando la voz un poco, contestó a su pregunta: —¡Después de los cuadros! Si caminas hacia adelante después de los Evans ahí está la biblioteca. — Quería ir a la biblioteca con él, pero también quería saber cuál era el misterio del relicario de Lily. Dándole un trago más a su vino, añadió, —Creo que es importante ir a hablar con Mavado, pero no antes de saber un poco más del relicario, como dijo Helen. Le lanzó una mirada a Lily, esperaba que no se sintiera presionada a investigar, si es que no quería hacerlo. @@Lillian Potter Evans @@Syrius McGonagall @@Jank Dayne @ @@Rory Despard
  20. Siguió a Richard de inmediato, estaría mintiendo si dijera que el Moody no le causaba curiosidad, por lo poco que sabía de él y los círculos en los que se movía, no le sorprendería el enterarse que la venta de antigüedades era cubierta para algo más. El encontrarse con un libro en la trastienda fue una grata sorpresa. Scavenger fue cuidadosa de mantener una expresión neutra, no quería darle a Richard la impresión equivocada. El libro no era el único objeto en el cuarto, pero era claramente el más importante. Después de que la luz de la lámpara regresara a sus ojos y ella se hubiese acoplado al cambio de iluminación, no pudo evitar sonreír. No se arrepentía de haberse alejado de Inglaterra, necesitaba un respiro y su tiempo lejos le había enseñado tanto. Pero -la emoción de encontrar algo nuevo cada día, el ritmo de una vida activa que existía aquí, no sabía explicarlo, pero también lo había extrañado. De pie en ese lugar, con un misterio a resolver frente a ella… una sonrisa era la única manera en que podía expresarlo. — Interesante. Al fin. ¿Puedo? — preguntó, haciendo un gesto hacia el libro. Sin esperar por la respuesta del Moody dio un par de pasos adelante, hasta quedar a menos de un metro del libro. Bajo la luz parecía un objeto normal, pensó por un momento en preguntar de dónde había salido, pero ultimadamente la respuesta era irrelevante. Sabía de la existencia de un hechizo que podía revelar si el objeto estaba maldito o encantado, pero teniendo en cuenta los sucesos de hace unos segundos, la respuesta sería obvia. En vez de magia, se centró en los detalles del objeto. Cubiertas de piel, oscuras; una portada vacía. Usando la varita, abrió el libro para develar una primera página blanca, excepto por una nota en el margen derecho. DE LA BIBLIOTECA DE GEORGE LEITNER —Ah, — musitó con reconocimiento. —Tienes aquí algo peligroso, Moody. Es raro ver a un Leitner fuera de Alemania, pero no imposible. No sé qué clase en maldición tenga este tomo en particular, pero los Leitner son famosos, dentro de los círculos correctos, por sus…. dígamos, contenidos. Y no particularmente literarios. No le dijo que hasta ese momento ella misma creía las historias acerca de los Leitner y su biblioteca llena de libros malditos mentiras y exageraciones de coleccionistas. Fue durante su estadía en Alemania, hace casi un año, cuando escuchó las historias de boca de un amigo académico. No les dio importancia en ese entonces. Los muggles creen en todo lo que escuchan. —¿Planeas vender eso? — añadió con curiosidad —Hace no mucho me contactaron para ayudar a romper la maldición de un libro, uno diferente a este, por supuesto. En tu caso, ¿buscas liberarte del libro o sacarle provecho? @
  21. Escuchando a Rory, se le iba haciendo más y más claro el por qué la había llamado. Era obvio, por la manera en que el hombre sostenía el crucifijo sobre su pecho que el tema le causaba angustia. Scavenger no conocía magos que al mismo tiempo fueran religiosos; entendía la necesidad de mantener cierta espiritualidad en la vida, pero el concepto de magia y religión, según su experiencia, no se mezclaban mucho. Tenía muchas ganas de preguntarle a su anfitrión acerca de eso, pero había temas más urgentes por el momento. Siguiendo con la mirada hacia donde Rory estaba apuntando, Scavenger se sorprendió al ver un libro, ya que no había reparado en objeto antes. Dándole un sorbo a su té, se levantó y caminó hasta quedar frente a él. Parecía un libro normal, encuadernado de piel marrón, aunque no tenía título escrito en el lomo o la portada. Usando la varita, abrió el libro, cuidando de no tocarlo. Las hojas estaban llenas casi completamente de escritura a mano, pequeña y cerrada, como si quien sea que la haya hecho quisiese contener la mayor información posible en cada página. No parecía haber dibujos, sólo filas y filas de texto en un idioma que no podía distinguir. —Podría ser un diario, – comentó después de inspeccionar el objeto por un par de minutos. — O un instructivo. No reconozco el idioma en el que está escrito, pero no parece muy viejo. Según lo que sé, esta casa fue construida en los 70s, y durante mucho tiempo sostuvo el título de la casa más embrujada de Gran Bretaña. Scavenger había oído hablar de gente que había puesto partes de su alma en objetos, pero era una magia sumamente avanzada que sólo unos cuantos habían conseguido, y que además requería de sacrificios muy grandes. Por lo que Rory describió, esto parecía algo más íntimo. —Antes de intentar otra cosa, hay un hechizo que solía usar mucho en mis días de Auror. Puede decirnos si un objeto ha sido maldecido o encantado desde su creación. Si esto es algo mágico, podemos descubrirlo. Con la varita en la mano, se alejó un par de metros del libro y apunto hacia él —Specialis revelio, — un rayo dorado salió disparado de su varita e impactó directo al libro. No lo dañaría, sino que revelaría cualquier tipo de magia escondida dentro de las hojas. Para su sorpresa, el hechizo pegó contra el lomo del libro y lo lanzó hacia el piso desde la mesita donde se encontraba. Señal inequívoca de magia. —¡Bingo!— exclamó. Se apresuró a tomar el libro del piso, manteniendo clara la página sobre la que había caído. Ahí, en el medio de una pared de texto casi ilegible, dos palabras llamaron su atención: AD ALTIORA —“Hacia cosas mayores,” — explicó a Rory, al tiempo que le mostraba la página en cuestión. —Es latín. La frase en sí no es peligrosa, pero coincide con ser el lema de una organización de la que no había oído en mucho tiempo. Disculpe la pregunta, pero ¿ha intentado hablar con el hombre de su visión? ¿Ha oído hablar de la orden de Gunnersbury? ¿Qué lo trajo a este a lugar, si se puede saber? Estaba consciente de que eran muchas preguntas, pero antes de contarle de lleno la historia, Scavenger quería saber exactamente con qué estaba lidiando aquí. @@Rory Despard
  22. El destello de satisfacción al ver su que su hechizo impacta al recién llegado no le dura mucho. Es un hombre con ropas muy elegantes, pero lo que más le llama la atención es la sorpresa con la que reacciona ante su ataque, cómo si no tuviera idea de qué está pasando. La invitación que la trajo al lugar fue clara para ella, pero ahora que lo piensa, no está segura siquiera de que este hombre sea el mismo con el que se deba enfrentar, tal vez debió de haberse presentado antes de atacar. Intenta hacer justo eso al tiempo que la figura en el piso apunta su varita directo a ella, recordándole que el hecho de que el hombre esté tirado en el piso no le impide atacarla. Apuntando su varita hacia él, Scavenger decide hacer algo para evitar que eso suceda. — Desmaius — la idea es que un rayo salga de su varita disparado hacia su oponente para dejarlo inconsciente, pero eso no es lo que sucede. En vez de eso, unas chispas salen de su varita hacia el cielo con una fuerza mínima. Por unos segundos, decoran el aire junto con los relámpagos que ya también decoran las nubes. ¿Qué ha sido eso? Ella sabe que cuando se trata de duelos, aún le quedan muchas cosas por aprender. Precisamente por eso está haciendo esto, para aprender, aunque ningún hechizo que ella conozca puede evitar sus ataques como acaba de suceder. Apenas tiene tiempo de reaccionar cuando escucha, no muy lejos de ella, al hombre musitar su siguiente ataque, este al fin familiar para ella. Sabe que, de impactar el sectusempra, estará en problemas y tendrá que curarse casi de inmediato, perdiendo la oportunidad de atacar. Quiere evitar eso, así que rápidamente eleva la varita frente a ella. — Protego — el escudo se materializa a menos de un metro de ella, justo a tiempo para que el rayo verde conjurado desde el piso se estrelle contra él, destruyéndolo por completo pero evitando que el daño llegue hasta ella. — Creo que hemos empezado con el pie izquierdo — dice. El hombre va a ponerse de pie en cualquier momento, y probablemente quiera una explicación de lo que está pasando. — Mi nombre es Scavenger. Le gustaría explicarle más cosas, pero sabe que una vez empezado el duelo, no hay tiempo para pláticas casuales. Opta nada más por sujetar su varita con fuerza, y esperar.
  23. Apenas tuvo tiempo de sonreírles a Helen y a Lily y contestarles que, por su puesto, llamarla Scav estaba bien antes de que P-Ko explicara bien lo que estaba pasando. Según P-Ko los fantasmas estaban aquí buscando a un antepasado Evans del cual nadie había oído antes. Por supuesto. Este era uno de los casos donde el poco conocimiento que tenía de su propia familia regresaba a morderle el trasero. No es que lo fuera a decir en voz alta, y menos a la mitad de lo que obviamente era una reunión familiar, pero cada vez que recordaba lo poco que estaba involucrada con su gente, con su propia casa, sentía una ola de vergüenza recorrerla completa. Su único consuelo era que el destino estaba presentándole una oportunidad para corregir eso, para interactuar de manera directa con su pasado -con el pasado de todos los presentes, si la reacción de Lily ante la historia era alguna indicación. — Según mi experiencia, — se atrevió a decir —Los fantasmas no se irán hasta que hallan resulto lo que sea que los trajo a esta época. Coincido en que lo primero debe ser intentar averiguar más información acerca de Mavado Evans. Eso debe darnos pistas para poder continuar. Esto último lo dijo en dirección a Lily, que se veía claramente afectada por los sucesos. Puso atención especial al dije que su prima sostenía en sus manos, era precioso, y casi podía apostar, estaba ligado a recuerdos muy poderosos. No pasó por alto la presencia de Jank, al que no había visto desde meses antes de que ella misma dejara Inglaterra. Ya se daría una oportunidad para ponerse al corriente con toda la gente a la que no había visto. En estos momentos, al menos, tenían un problema que resolver. —Dudo que si Mavado fue tan malo como P-Ko dice, alguien haya dejado algún registro escondido de él ni en la biblioteca.— No lo dijo en voz alta, pero cómo deseaba que Bel estuviera presente, seguro que ella sabría que hacer. — Pero no perdemos nada con ir a buscar. Llevándose el pulgar a los labios, en un gesto pensativo, añadió: —Si no encontramos nada, tal vez tengamos que adentrarnos a la dichosa Torre. — Personalmente, no sabía mucho del lugar maldito que existía dentro del propio castillo, pero el prospecto de una excursión no le desagradaba del todo. De cualquier modo, Scavenger llevaba menos de una hora de vuelta en el castillo, no se sentía con la autoridad moral de dar ordenes a los otros miembros de su familia. Después de exponer sus ideas, volvió a darle un sorbo a su vino, esperando a que los demás expusieran su caso.
  24. Siendo realistas, ha tomado peores decisiones. No puede pensar en una en estos precisos momentos, pero está segura de que existen. Al menos, se consuela, no hay gente cerca para presenciar su infortunio. Lleva el largo cabello recogido en un chongo firme, lo cual agradece cuando el viento se estrella contra su cara con una agresividad característica del lugar, vestida con ropa muggle como es su preferencia trae puestos unos jeans simples, zapatillas deportivas color azul y una sudadera negra. Nada de ropa elegante porque seguro que terminarán manchadas de sangre y no tiene tiempo, ni ganas de comprar ropa nueva. Anillos adornan sus manos y el único amuleto mágico que posee rodea su cuello. Escoger el lugar fue lo más fácil, frontera con Escocia se encuentra el bosque de Kielder, uno de lo más grandes en el Reino Unido. Con todo lo que está pasando en el mundo muggle se encuentra vacío de cualquier persona que pudiera salir lastimada. Además, siempre se ha sentido a gusto cerca de la naturaleza, los árboles y los animales son mucho más fáciles de entender que la ciudad y la gente y sus motivaciones. El claro donde se encuentra está rodeado de árboles gruesos y altos, esos que pueden soportar tormentas sin terminar destrozados o muy dañados. Rocas de diferentes tamaños adornan el piso, y a la distancia se escucha el sonido de varias aves. Ahora que lo piensa, no tiene idea de quién es su oponente. Aunque el nombre le suena familiar, no tomó la molestia de investigar por qué. No es que hiciera falta, tampoco, su experiencia en duelos le ha demostrado que en campo de batalla no hay apellidos o puestos, sino habilidad y práctica. De esta última no tiene mucha, pero va a pelear con todo lo que tenga. Con la guerra tan cerca, oportunidades de pulir sus habilidades no deben ser desperdiciadas. La llegada de alguien al claro la sacó de sus pensamientos, repasando sus estrategias, Scavenger opta por la defensa. Empuñando la varita, la apunta en dirección a la figura del recién llegado: — Zancadilla — es un hechizo simple, un lazo mágico en los tobillos y el oponente cae al suelo, dándole al menos un momento para planear su siguiente movimiento.

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