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La Hija de Las Tinieblas

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Mensajes publicados por La Hija de Las Tinieblas

  1. Paprika

     

    Paprika estaba esperando a que tirasen todas las defensas. No tenía prisa. Le parecía que la mejor batalla era la que se hacía esperando, calculando, meditando la mejor manera de poder cargarse algún pollo de manera lenta y dolorosa. Aquella forma a la Mortífaga le gustaba, le divertía. Les encantaba verlos sufrir, observar como la muerte se los llevaba en horas...

     

    Eligió para ello dos pequeñas rocas, del tamaño de su mano, semienterradas, pero con capacidad suficiente para salir de ahí sin problemas. Dos veces, dos veces y Paprika pronunció el mismo hechizo.

     

    - ¡Morphos!

     

    Primero la piedra más cerca a ella, a un metro y pico, se fue transformando poco a poco en una reclusa parda, la más mortal de las arañas, la cual, si no se trataba bien la picadura, podía matar a uno. No esperó más, y en cuanto se formó la primera, fue a por la segunda roca.

     

    - ¡Morphos!

     

    De la segunda roca, a la izquierda de la primera, y que ahora era araña, se formó otra reclusa parda. Las dos esperaron quietas, en línea, a sus órdenes "venenosas". Estaba con ganas de poder comerse a unos cuantos pollos. Tenía gana de divertirse...

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  2. Paprika

     

    Había sentido la llamada en San Mungo, en medio de una operación, donde estaba operando a un Mortífago. Parecía un llamado urgente, así que tuvo que dejar al pobre paciente con el intestino grueso fuera. Esperaba que el Mortífago pudiese entenderlo. Era una causa mayor, y Paprika esperaba que dormido, pudiese aguantar un rato. Bueno, eso y que esperaba que no empeezase o a desangrarse, a llenársele el cuerpo de pus y esas cosas que ocurren cuando dejas las cosas peligrosas sin control.

     

    Tenía la sensación de que cierta Directora la iba a matar...

    **

     

    Tampere, situado a 170 kilómetros al norte de Helsinki, en el interior del país, en la región de Pirkanmaa en Finlandia.

     

    Paprika había entendido un tanto mal, y creyó que las coordenadas la tendrían que dirigir al Caribe. Ya que estaba ahí, podría aprovechar que allá hacía un tanto calor y que después de rescatar a su compañera Mortífaga ir a la playa a relajarse. Nada más lejo de la realidad se apareció: Con un biquini violeta que cubría lo necesario y su máscara lisa y quemada, que cubría el rostro, Paprika parecía fuera de lugar junto a sus compañeros, todos abrigados.

     

    - Bu... bu... en... o - Murmuró Paprika, mientras se frotaba todo el cuerpo con las manos - Al... al... men... os Boss tendrá problemas para poder... ¡achús! des... nudarme.

     

    De repente recordó que el bikini tenía un botón de calor térmico y decidió usarlo. Inmediatamente un calorcito inundó su cuerpo.

     

    - Muuuucho mejor - Murmuró Paprika, que junto a sus compañeros, fuera, esperaba a asaltar Abaddon.

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  3. Paprika. Dando el alta a Valkyria Black Lestrange y Near

     

    Paprika no se anduvo con miramientos. Inmeditamente les colocó las pociones en su respectiva mesilla, una revitalizante, para devolverles la energía, y otra reconstituyente de sangre, para recomponer el líquido vital que habían perdido. Mientras iba lanzando improperios de por medio.

     

    - Haré unas pociones sabrosas cuando uno de ustedes no aparezca rostizado como un pollo recién cocinado. - Replicó Paprika, en cuanto escuchó las quejas - Acepto las gracias, y me encanta que me adoren, pero... ¡Machos... tened cuidado con vuestros cuerpos! Sobre todo tú, señora, que poco más y tengo que recomponerte a partir del carbón. Y eso... no es diver y cansa mucho.

     

    En cuanto vio que acababan las pociones, les dio el alta debidamente rellenada, que había completado durante su breve "descanso".

     

    - En fin. Váyanse... Y eso, tengan cuidado, o la siguiente poción que utilice para resucitarlos llevará hígado de pollo en aceite fenixiano. Y creedme, no está nada rico.

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  4. Paprika. Resucitando a Valkyria Black Lestrange y Near

     

    Paprika ya había sido puesta en aviso. Llevaba un rato esperando en el box, apoyada contra la pared, aguardando dos cuerpos. Uno lo traía la Directora de San Mungo, Anna. Llegaría de un enfrentamiento que había tenido con el Líder de la Orden. El otro llegaba de Abaddon. Después de estar varios días en la Torre, el cuerpo regresaría a San Mungo, donde sería curado.

     

    Paprika estaba somnolienta y un poco malhumorada, pero no podía desobedecer una orden directa. Había sido zarandeada por una enfermera, que, sabiendo cómo ella iba a reaccionar, le había dejado una nota con la letra de una de las Líderes de la Marca. Por un momento la Sanadora había estado tentada de quemar la nota, pero... respiró suavemente y salió de la sala de descanso, directa a un box cualquiera, a la espera de los cuerpos.

     

    - ¡Necesito ayuda! - El aviso. Ahí estaba la jefaza, con voz trémula, tono desesperado - La chica ha resultado muerta tras un enfrentamiento con miembros de la Órden del Fenix, vino a ayudarme pero...

     

    La hechicera salió rápidamente del box donde estaba. Había avisado a las enfermeras que fuese donde fuese el box, preparase el mismo instrumental y la misma mediación para evitar la pérdida de tiempo. No sabía dónde iban a caer los pacientes, y tenía prisa por intentar adivinarlo. En cuanto llegó, lo primero que hizo fue tranquilizar a su jefa. No la ayudaba tenerla nerviosa.

     

    - Ya estoy aquí, tranquila - Le dio unas palmadas. Hecho aquello fue directa al cuerpo, que a simple vista parecía bastante calcinado, y más con fuego de dragón. Revisó que no tuviese hueso alguno roto y que sus órganos no estuvieran dañados. Aquello no lo iba ayudar una poción cualquiera, y cuanto más tardase, peores serían las secuelas... Necesitaba un hechizo. Para aquello, cogió un poco de aceite de coco, alcohol destilado durante dos siglos, y un poco de polvo de un comillo de vampiro muerto. Lo mezcló todo en un cuenco y en cuanto lo tuvo, embadurnó el cuerpo de la Mortífaga.

     

    Mientras hacía aquello, apareció el cuerpo del Mortífago. El paciente en cuestión revestía menos gravedad. Se había desagrando a causa de un Sectusempra. No era complicado. Mientras esperaba a que la loción hiciese efecto en la Mortífaga, Paprika fue desinfectando las heridas del otro paciente con un poco de poción azul desinfectante. En cuanto acabó, utilizó la crema de arcilla que tenía para aquellas heridas, y las fue rellenando poco a poco, hasta tenerlas bien taponadas. Con la varita en mano les fue dando un pequeño toque, para solidificarlas, y que solo fuesen expulsadas por el cuerpo del paciente cuando estuviesen totalmente cerradas. Por último utilizó los Episkeys de rigor en el cuerpo del paciente para cerrar alguna pequeña herida.

     

    En cuanto acabó con él, se concentró en la otra paciente que, aunque muy quemada, y en ciertas partes, hasta carbonizada, empezaba a tener la piel endurecida. Esa era la señal que esperaba Paprika para poder utilizar el hechizo. Agitó la varita varias veces, abrió los ojos como platos, y empezó a murmurar en su idioma natal. Mientras iba haciendo eso, la punta de la varita iba encendiéndose más y más, y poniéndose más y más roja, hasta parecer una ascua. Pasado unos minutos, la voz de Paprika se calló, y sin decir nada, clavó la varita en el cuerpo de la Mortífaga, que aunque muerta, empezó a convulsionarse, como si estuviera viva. Todo fue rápido. Al rato la sanadora sacó la varita y el cuerpo de la Mortífaga solo tenía los tajos del Sectusempra en su cuerpo, pero ni rastro de las quemaduras. Después de aquello, la sanadora hizo lo mismo que con el Mortífago pra curarle las heridas restantes.

     

    Por último, cuando acabó de sanar a los dos Mortífagos, le suministró una pequeña poción verdosa-rojiza, con un olor entre calcetines descompuestos e hígado en mal estado, abriéndoles la boca con cuidado, y arrojando un poco de líquido en el interior. Esta vez estaba cansada para poder utilizar el hechizo encadenante. Bastante energía le había quitado el recomponerle la piel a la chica, no podía con otro hechizo tan potente.

     

    Ahora lo único que tenía que hacer era esperar a que despertasen. Mientras esperaba, fue preparándoles las pociones revitalizantes y reconsituyentes de sangre. Seguramente tendrían prisa para tomarlas.

  5. Paprika. Dando el alta a Hades Ragnarok

     

    - Sí, no te equivocas - Contestó Paprika mientras le entregaba las pociones al Mortífago - Como decía una ex-jefa de aquí: Las damos de ese sabor para que no volvais en muuuucho tiempo, pero... creo que la disuasión no es efectiva.

     

    Le entregó las pociones al paciente, para que las tomase. Sabía que de esa forma el Mortífago podría regresar a su trabajo tranquilamente, o a seguir matando pollos, lo que quisiera. Uno de los brebajes era para revitalizarlos, para que cuando saliesen de ahí no cayesen redondos y tuviesen que los sanadores vuelta a empezar con el tratamiento. El otro brebaje era para reponer la sangre perdida por la batalla. El sustituto de la sangre; más cómodo.

     

    Cuando el paciente acabó de tomarse las pociones, Paprika ya tenía lista el alta. Le pasó la copia al Mortífaga, y la otra se la quedó ella.

     

    - Bueno, ya estás curado. Vamos, ten cuidado, y no regreses en tiempo, no siempre vamos a ser buenos si cada dos por tres estais aquí. - Aseveró Paprika sonriendo.

     

    En cuanto el paciente abandonó la camilla, Paprika dejó el box. En cuanto cruzó el pasillo se puso a saltar como una loca: Ya había acabado, ya había acabado... ¡A dormir!

     

     

  6. Paprika. Dando el alta a León Corvinus Crowley y resucitando a Hades Ragnarok

     

    Después de haber acabado con la paciente, al poco rato, el otro paciente, el masculino, había despertado de su dulce sueño. Paprika se alegraba. Si tardaba poco en despacharlo podría dormir una pequeña siesta, y volver a olvidarse de lo demás. Lo deseaba, pero primero tenía que acabar con aquel paciente si quería hacerlo. Lo que no se esperaba era el buen despertar que iba a tener el Mortífago resucitado. Le sorprendió. La mayoría farfullaban y deseaban escapar de aquel sitio. Otros se paraban un rato y le daban las gracias. Eran los más escasos, o mejor dicho, los casi inexistentes.

     

    - ¡Oh, un paciente amable! - Exclamó la sanadora, mientras comprobaba que las vitales estaban correctas - No te levantes aún, tienes que tomar las pociones. Siento que sean amargosas. Tú, por portarte bien, tendrías que tomarlas de otro sabor.

     

    Ojalá la otra Mortífaga sanada, que hacía poco se había ido, se hubiese quedado en el pasillo un rato, para escucharla. Le hubiese encantado verle la reacción en la cara. Mientras le decía aquello al Mortífago, le acercó las pociones, y con aquel espacio de tiempo, esperando a que se las tomara, Paprika empezó a rellenar el papeleo. En cuanto acabó de rellenar y guardar la hoja en la carpeta correspondiente, le dio la copia al Mortífago, que esperaba.

     

    - Bueno, un placer curarte. Siempre que te portes bien, estaré encantada de curarte.

     

    Ya estaba casi saltando de alegría, sabiendo que podría regresar a su camilla favorita para dormir, pero...

     

    - Señorita Paprika, hay otro paciente que requiere de sus atenciones.

     

    Una enfermera fue a aguarle la fiesta, trayendo una camilla con un Mortífago fiambre, que parecía haber sido asesinado de la manera habitual. Paprika hizo lo primero que siempre hacía, y que escandalizaba a los pacientes: Desnudarlos, pero es que si quería curarlos bien, tendría que hacerlo. Siguiente: Revisar las heridas. Lo que vio le confirmó que eran los típicos cortes que hacían desangrar a uno como a un cerdo. Como la sanadora ya tenía todo listo de la anterior cura, se puso a desinfectar inmediatamente y a rellenar las heridas con aquella negruzca crema. En cuanto acabó, tocó la crema con la varita para que se solidificase y no saliese de las heridas hasta que acabasen de sanar. Y por último, utilizó varios Episkeys para curar las heridas menores.

     

    En cuanto lo tuvo listo, empezó el recital del hechizo encadenador para atrapar al espíritu con cadenas y poder introducirlo en el cuerpo de nuevo, sin salirse. Aquello ocupó un par de minutos, pero al final, todo acabó. Terminado aquello, le puso una sábana encima al Mortífago, para tapar las partes menores y no sentir vergüenza en cuanto despertase, aunque aquello a Paprika se la soplaba por completo.

     

    - Bien, ahora a esperar a que abra los ojos nuestro bello durmiente. - Murmuró Paprika, mientras preparaba las pociones para el Mortífago.

     

  7. Paprika. Dando el alta a Lisa Weasley Rambaldi

     

    - ¿Otra vez tú? - Una pausa de la Mortífaga - Gracias.

     

    Paprika soltó una suave carcajada. La paciente había sido la primera en despertarse, y parecía de buen humor. Bueno, lo último era broma, obviamente, simplemente era un chiste de la sanadora.

     

    - Oh, ya sé que ejerzco esa atracción fatal en los pacientes, pero créeme, se te pasará - Replicó la hechicera con tono divertido, mientras le pasaba las pociones a la paciente. - Llevas aquí como un día. El olor a cadáver me despertó, sino fuese por ello llevarías varias semanas.

     

    Esperó a que la paciente se quejase un rato y le pasó las pociones. Era su parte preferida de aquel trabajo.

     

    - Oh, sí, tranquila, hoy tenemos sabor amoniaco y cianuro con un toque a lejía - Aseveró Paprika, guiñándole un ojo a la paciente - Y mañana será de alquitrán.

     

    Aguardó a que las bebiese, y de esa forma empezó a rellenar el formulario del alta de la paciente. En cuanto acabó, la hoja que le tocaba a ella la guardó en la carpeta, con el resto del historial de la paciente, y la otra copia se la dio a la Mortífaga, que debía estar con ganas de marcharse.

     

    - Empezaré a tejerte una mantita con tu nombre y a dejarte una camilla para ti sola. Ya debes sentirte en casa y en todo - Sonrió - En fin, hasta la próxima.

  8. Paprika. Resucitando a León Corvinus Crowley y a Lisa Weasley Rambaldi

     

    - Despierte...

     

    - Zzzzz...

     

    Estaba plácidamente durmiendo, en su Mundo, soñanando con cualquier cosa poco interesante. Paprika llevaba tiempo así, de esa forma. Después de las múltiples atenciones a los pacientes de las Mazmorras, después de horas sin haber podido dormir, la primera camilla que se encontró por el camino, fue la primera que utilizó para echarse una siesta que llevaba ya mucho tiempo. Ya podía haber un terremoto, que ella seguiría durmiendo como un tronco.

     

    - Despierte, vamos...

     

    Recordaba vagamente que los huesos le dolían de manera mala, con crujidos en zonas que a penas sabía que existían. También recordaba el dolor de cabeza que se le había instalado en el cerebro, y que por mucho calmante que tomase, seguía sin írsele mientras operaba a los Mortífagos que iban desfilando por las Mazmorras. ¿Despertarse? Y una leche.

     

    - ¡DESPIERTE YA!

     

    Paprika despertó de golpe, como si le hubiesen echado un jarro de agua fría por el cuerpo. En el box donde estaba, había dos cuerpos que esperaban ser resucitados. Le costó enfocar la vista hacia los cadáveres (supuso que estaban muertos), a penas veía y lo poco que veía, era doble.

     

    - Qué... pasa... - Murmuró la sanadora, que a penas se podía sostener con el brazo que había utilizado para levantarse.

     

    - Dos pacientes. Muertos. Llevan esperando HORAS para que alguien los cure. - Replicó la enfermera. Parecía nueva, por eso el tono mandón. Seguramente no la conociese, o era muy temeraria para no conocer su "chifladura". Ya le enseñaría ella... si era capaz de levantarse.

     

    - ¿No hay más médicos? ¿Por qué me molestas a mí? - Murmuró Paprika, mientras se tiraba de nuevo en la camilla, intentando recuperar el sueño.

     

    - No, los demás están descansando, cubriendo lo que no trabajó en este tiempo - Alegó la enfermera, con las manos en garras - Y como no se ponga a curarlos, avisaré a la Directora de ello.

     

    - No, por Dios, una nueva Mary Anne no - Pensó Paprika, mientras se levantaba y estiraba.

     

    En cuanto se fue la enfermera, y la sanadora estaba despejada para poder atender a los pacientes, empezó a echarle un vistazo a cada uno. El primero, hombre, estaba amordazado, atado y en un estado lamentable por el número de hechizos que le habían lanzado al cuerpo. Iba a tardar un poco con él. La otra, "mejor", pero con numerosos cortes que la habían desangrado, y semidesnuda, iba a ser un poco más sencilla. Pero todo iba a ser bastante agotador. Antes de nada, y para no ir a recoger nada después, buscó las pociones que necesitaba para poder curarlos. Después, con todas las pociones listas, se arremangó y se puso manos a la obra.

     

    Primero se encargó del hombre.

     

    Agitó la varita y en un segundo lo puso como "Dios lo trajo al Mundo". Inmediatamente, y sin miramientos, abriéndole con la varita la boca, le empezó a verter una poción negruzca, muy líquida. Aquella poción anularía todos los hechizos vertidos en su cuerpo, como si no hubiesen existido. Luego, agarró otra poción, aquella blanca, y la volvió a echar en la boca del Mortífago. Aquella neutralizaría los efectos secundarios de la primera poción, peligrosa si se bebía demasiado. Posteriormente, cogió una crema semitransparente, pastosa, y empezó a espacírsela en las marcas donde antes habían estado las cuerdas. Por último, susurró varios Episkeys para cerrarle las heridas más leves.

     

    Cuando acabó con él, pasó a la Mortífaga, que tenía pinta de haber sido cortada en cachitos. Con ella utilizó primeramente una poción desinfectante para las heridas, sobre todo en las más profundas, y luego la típica crema, parecida al barro, que fue metiendo en cada tajo que encontró, hasta rellenarlo por completo. Por último, con la varita, en cada herida rellenada, las fue tocando con la varita, para endurecerlas, y así cerrar la herida, que se iría curando hasta expulsar el barro. Y como con el Mortífago, acabó con varios Episkeys, para acabar de curarla.

     

    Ahora faltaba resucitarlos.

     

    Como siempre, cerró los ojos y empezó a entonar en su idioma natal el conjuro para atrapar los espíritus y encadenarlos en sus difuntos cuerpos. En cuanto los atrapó, los atrajo y los unió a la materia muerta. Era cuestión de minutos que despertasen. Mientras esperaba aquello, fue preparando las pociones revitalizantes y reconstituyentes de sangre. En cuanto acabasen de beberlas, prepararía el alta.

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  9. Paprika Malfoy

     

    Sentía la cara al rojo vivo, escocida, como si le hubiesen sacado la piel a tiras. No estaba segura del alcance del daño que había provocado la especie de mono en ella, pero ahora no estaba en San Mungo, ni era Sanadora para saberlo. Se había armado una gorda, y de alguna manera había que pararlo. Pero no con su cara, o sus brazos, que chorreaban a causa de los cortes del animal. Sentía casi cómo el hueso del brazo estaba al aire. ¿O era la ropa destrozada? Daba gracias a quien fuera que no hubiese llegado a los ojos. Era complicado reconstruir ojos.

     

    - ¿Estas bien? - Masculló Alyssa inclinándose encima mía.

     

    - No... no... - Paprika estaba medio shockeada. Nunca en su vida se había sentido tan indefensa. Y esperaba no volver a sentirse así. Si algún día creaba un animal igual a ese, le pondría un conjuro con el cuál someterlo. No volvería a cometer aquel error de nuevo. Ni volvería a sentirse de aquella manera.

    Mientras cruzaban esos pensamientos por su mente, la trabajadora del departamento, que estaba cerca suya, le murmuraba que se estuviese quieta y a la menor oportunidad, saliese pitando leches. Paprika a penas parpadeó, pero sentía que aquellos consejos estaban de más. No era necesario decirle que aquello le quedaba enorme.

     

    Mientras, el clabbert, se sentía amo y señor. Calcinaba todo aquello que pillaba por delante: Puertas, mesas, personas... Y eso que su llama no era la más grande, pero sí la más potente. Y a cada paso, sentía Paprika que el mono se hacía más y más poderoso. No eran solo las uñas, sino su inteligencia y sus uñas, que como si de una especie de cuchillos fuesen, cortaban todo aquello que pillase. Y cuidado con los dientes...

     

    - Debemos pararlo con algo... - Susurró Paprika, observando que el animal escogía a otra víctima. A Alyssa en esta ocasión - O nos juntamos todas en esto, o nos destrozará.

     

     

     

     

  10. Paprika Malfoy

     

    En aquel momento, mientras observaba a cámara lenta el comienzo de aquello, le venían a la mente aquellas palabras propias de una película que nunca había visto, pero que tenía una frase muy significativa: "El horror, el horror". Nunca mejor dicho. Lo que en unos segundos ocurrió, le atormentaría a Paprika al menos durante unas horas.

     

    Con muy mala suerte, mientras los dos guardias estaban cargando al animal enjaulado, de la rendija que la Mortífaga mal había cubierto con planchas de acero, escapó una voluta de fuego con restos de hollín que con muy mala suerte, fue a parar a la nariz de uno de ellos, y que, con peor mala suerte fue a estornudar y a dejar caer la jaula, que para acabar acabó con la puerta abierta.

     

    Después de aquello, todo ocurrió con demasiado rapidez.

     

    El mono, con un hambre voraz, supuso Paprika, y que no le había llegado con las ratas que le había dado para entretenerse por el camino, se zampó de un trago la mano del guarda que intentaba cerrar la puerta de la gayola. Para más inri, del muñón únicamente llegó un horripilante olor a carne a la parrilla, por lo que la Mortífaga llegó a la conclusión que no solo en el interior de su cuerpo había fuego, sino que sus dientes tenían capacidad para seccionar y cauterizar todo aquello que tocase.

     

    Y lo más simpático fue que la única reacción del "mono" fue un sonoro eructo.

     

    - Al menos parece que la "comida" la gustó - Bufó Paprika mientras de fondo escuchaba los lamentos y gemidos de dolor del guarda.

     

    Lo siguiente que hizo fue subirse al despacho de Alyssa, y aprovechando la taza que había utilizado la Mortífaga del Departamento de Regulación, la lanzó en dirección a la cabeza de Paprika, que por un pelo pudo esquivarlo. Visto que la taza no había alcanzado su propósito, el animal, gruñendo como un loco, cabreado, clavó las uñas en el despacho, y abriendo más boca, empezó a echar una llama de fuego que para nada tenía el tamaño de una mano, sino de un pequeño lanzallamas. En pocos instantes, lo que era la mesa, estaba ardiento.

     

    - mi****... aquí va a hacer un poco de calor. - Murmuró Paprika a Alyssa, intentando alejarse de aquel foco de fuego.

     

    Durante aquellos instantes, y aprovechando el momento en el que el clabbert estaba empezando a calcinar las sillas, Paprika empezó a invocar un hechizo conector para volver a apresar al mono, al menos para encerrarlo de nuevo en la jaula. Pero los trucos que le habían funcionado en las Mazmorras habían ya sido muy vistos por el animal, que ya sabía qué iba a hacer ella, y que en menos que canta un gallo, fue rauda hacia ella, mejor dicho, hacia su cara, y sin miramientos, con las uñas apuntando hacia ella, y con mucha fuerza, empezó a clavárselas y a utilizar su cara como afiladero de uñas. Paprika, como pudo, y con muchísimo dolor colocó la manos e intentó cubrirse para que no pudiese durante aquel momento de peligro, sacarles los ojos. Mientras, intentó pedirle ayuda a la responsable del Departamento.

     

    - ¡Socorro! ¡Socorro! - Gritó Paprika, con la voz ahogada por los brazos - ¡No sé si podré aguantar mucho así...!

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  11. Paprika. Mazmorras. Dando de alta a Gyvraine C. Sullivan

     

    - ¿No debes darme un pergamino o algo? - Preguntó la paciente. Pero fue intentar moverse de la camilla y ponerse más pálida de lo que estaba.

     

    - ¿Bueno, será que de momento aún tengo que darte esas dos pociones que todo el Mundo Mortífago adora? - Respondió con otra pregunta Paprika, con retintín. - No seas impaciente. Para darte el alta tengo que curarte por completo. Y no lo estás.

     

    Mientras recogía las dos medicinas, la reconstituyente y la restituidora de sangre, sentía como la Mortífaga herida la veía con suspicacia, como si la Sanadora fuese a punto de saltar con algo. Paprika ladeo la cabeza de un lado a otro, con consternación ¿Acaso creía que con dos pociones en mano se las iba a estampar en la cabeza en modo de cuernos? Si quisiese hacerle algo, hubiese utilizado una motosierra, o algo, pero no instrumental de las Mazmorras.

     

    - ¿Por qué me miras así? ¿Acaso tengo monos en la cara? - Paprika suspiró - Venga, tómate las pociones... y no, no las hay con sabor caramelo.

     

    Esperó a que acabase de tomarlas para rellenar el papeleo, y en cuanto acabó, le dio la copia del alta.

     

    - Bien, aquí tienes el alta, ya puedes irte. Y dile a tus amigos que dejen de venir tanto por aquí, que los Sanadores también tenemos vida. - Contestó Paprika, mientras dejaba el box camino a la sala de descanso.

  12. Paprika Malfoy

     

    Había dado la forma de poder eludir la prohibición de hacer experimentos con humanos. Sabía que no era muy ético, que era horrible lo que hacía, pero o era eso, o quedarse en las Mazmorras jugando a los sudokus. Además, en el Mundo Mágico había millones de bichos mágicos. Uno más en el Mundo, uno menos, seguramente nadie lo extrañaría... Pero le había salido una cosa muy rara.

     

    Y aún por encima tenía que registrarla.

     

    El método de estudio había sido un clabbert, lo más parecido un sencillo a un mono con muchos dientes que había encontrado, un ashwinder, del cual había extraido el fuego para inyectárselo al clabbert, y por último a un par de duendecillos, con el que había hecho... "cosas". Con esos ingredientes, había mezclado todo eso en el clabbert, porque lo que necesitaba era algo parecido al ser humano. Algo cálido, ardiente, con un caracter complicado y con un cierto parecido.

     

    Aunque de humano, humano... no tenía ni talla del zapato.

     

    Era algo naranja, brillante, sin pelo alguno, biscoso. Un mono con rasgos de sapo, igual que el clabbert (quitando el color de piel) pero con dos peculiaridadades: Una, a veces volaba. Y dos, cuando estornudaba sacaba humo por la nariz. Y aún por encima, muy energético, demasiado. Tanto que Paprika había tenido que agarralo con correa. Lo había tenido guardado en las Mazmorras, donde lo había creado, y había quemado la mitad del box. Tardó como cosa de dos horas en atraparlo, entre fuegos y vuelos. Vamos, un caos. Pero Paprika creía que con un buen entrenamiento podría domarlo, y luego emular los experimentos que había llevado en ella cuando había sido Tinieblas, y así explicar la causa de su cambio.

     

    Ya había llegado al Departamento, y Alyssa ya estaba esperándola. Paprika se dirigió a ella y le tendió la mano:

     

    - Buenos días, soy Paprika Malfoy, he concertado contigo una cita para inscribir este animal experimental - Carraspeó un poco y continuó - Es un cruce de clabbert, ashwinder y duendecillos. Dos duendecillos, en concreto. Nada peligroso. Es un poco energético, vuela a veces y cuando estornuda echa humo por la boca. A veces, si se siente juguetón, puede echar un poco de fuego por la boca. Pero poca cosa, una pequeña llama, del tamaño de una mano. Me gustaría inscribirlo, ¿qué tendría que hacer?

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  13. Paprika. Mazmorras, resucitando a Gyvraine C. Sullivan

     

    Después de dar altas y dejar todo atendido, durante esos segundos donde una piensa que todo ha acabado y puede irse a descansar un rato, en ese momento, los típicos ruidos que hacen saber que un nuevo paciente acaba de llegar, inundaron los oídos de Paprika, que lanzó un bufido bien fuerte, como si fuera una especie de gata cabreada. Incluso arqueó la espalda, como si fuese un felino dispuesto al ataque.

     

    - DIOS, ¡QUIERO DESCANSAR! ¡AHORA! ¿ES QUE NO SABEN QUE LOS SANADORES TAMBIÉN TENEMOS QUE DORMIR?

     

    Siguió bufando mientras recogía el material, cuando se guardaba las pociones en el bolsillo. Y mientras se dirigía al box donde estaba el cuerpo de la paciente, seguía bufando. Estaba hasta las narices de curar, curar y curar, y luego no poder destripar a alguien. No era justo. Además, llevaba mucho tiempo sin fumar. ¡Quería fumar!

     

    - Al siguiente paciente lo mando a la hoguera - Refunfuñó Paprika, justo cuando entraba en el box - Y fumaré... ¡Vaya si lo haré!

     

    La paciente era una conocida antigua de Paprika, bueno, de Tinieblas. Paprika, la verdad, no tenía conocidas. Ni si quiera se molestó en verla atentamente con curiosidad, mientras se acercaba a ella. Con mala gana, lo primer que hizo, sin verla, fue desnudarla con un movimiento de varita. Le daba igual la privacidad de la gente. Si querían ser curados como Dios mandaba, tenían que comer con que ella quisiera verlos como llegaron al Mundo.

     

    Y eso era en paños menores.

     

    Posteriormente, y en ese momento sí, empezó a palpar su cuerpo, sobre todo huesos, para ver si se había roto alguno. Lo que detectaba era un gran cardenal que ocupaba la zona del pecho izquierdo, por el corazón. Aquello preocupó un poco a Paprika, que supo casi sin duda alguna, que la causa de la muerte había sido una costilla que había perforado el pecho, como una lanza. Aquello requería de mucha atención, antes de resucitarla. Por si acaso, lo confirmó con la varita, que como si fuera una especie de rayos x y escáner, le mostró el encharcamiento en el que estaba sumido su pecho, donde estaba el cardenal, y que no se había equivocado con el diagnóstico.

     

    Así que primeramente tendría que recolocar lo que era la costilla rota.

     

    Le costó un rato, porque sobre todo tenía que nivelarla y colocarla en el mismo sitio de antes; ni un centímetro más, ni un centímetro menos. Al final, después de un rato subiendo y bajando a penas la varita, fue capaz de sentir el "clack" del hueso bien colocado. Inmediatamente cogió de la bandeja un vaso con el contendio de una poción diluido en agua, parecida a la crece-huesos, solo que para soldar el hueso, y se la dio a beber a la paciente.

     

    Esperó una hora para el efecto del brebaje. Cuando al cabo de ese tiempo volvió a utilizar la varita para ver si el hueso se había soldado, comprobó que estaba en perfecto estado y en su sitio. Ahora podría encargarse del corazón, lo más complicado, porque tendría que reconstruirlo. Antes de nada, tuvo que drenar la sangre que estaba inundando los órganos restantes, muertos pero sanos, y para ello tuvo que abrir una pequeña brecha en el pecho, donde introdujo un pequeño tubo, como una pajita, con una goma redonda en sus manos, para bombear la sangre al exterior. Cuando acabó con ello, vació lo que había dentro de la goma, la tiró en el cubo de la basura, junto a la pajita, y cogió otras iguales en la bandeja de instrumental. Esta vez la goma bombeante no estaba vacía: contenía otra poción viscosa, espesa, de aspecto similar a la sangre.

     

    La misión ahora era bombear aquella poción al organismo de la paciente. No tardó mucho. Unos cinco minutos y la poción estuvo dentro, lista para reconstruir el corazón de la paciente. En cuanto acabó aquello, efectuó un pequeño Episkey y cerró la herida.

     

    Esta vez tuvo que esperar un poco más para el efecto de la poción reconstructora, pero al final, y después de comprobar que el corazón podría volver a bombear, se encargó de hacerla despertar. Cerró los ojos, mientras pronunciaba palabras en su lengua materna, y en cuanto comprobó que las cadenas estaban listas, las lanzó a donde estaba al espíritu (o al menos donde las cadenas sabían que estaba). En cuanto lo tuvo agarrado, lo introdujo en el cuerpo y lo encadenó a este para darle vida al cuerpo de la difunta. Cuando sintió que el hechizo había hecho efecto, esperó a que despertase.

     

    - Si es que le apetece, porque con la racha que tengo...

  14. Paprika. Mazmorras, dando de alta a Kritzai

     

    Aunque tardó un rato, por suerte al final su paciente despertó. Pareciera salido de una pirámide con tanto vendaje y derivados. Aunque hubiese sido necesario para su curación, aquello hacía gracia a la Sanadora, que echó unas risitas en cuanto comprobó con placer cómo el paciente intentaba moverse aún impedido por su nuevo "ropaje"

     

    - Lo siento, pero aún tienes que estar un pequeño rato así - Respondió Paprika, mientras con la varita comprobaba el grado de recuperación del cuerpo del Mortífago - No queda mucho, pero tu cuerpo aún tiene alguna que otra secuela a causa de las quemaduras.

     

    Era el primer paciente "agradecido", o al menos que hubiese agradecido los cuidados de un Sanador. Seguramente habría pasado pocas veces por las Mazmorras para no saber a veces cómo se las gastaban los Sanadores. Bueno, en realidad los trabajadores aquí nunca se las gastaban en nada, pero a la gente, entre dolores y tratamientos les daba esa sensación.

     

    - Bueno, responder encantada estaré - Contestó la Sanadora, risueña. Le resultaba curiosa la forma de hablar del Mortífago - Mi nombre Paprika Malfoy es, y la que te ha vendado soy... ¡Ah! Y desvendarte ahora voy.

     

    Con un movimiento de varita retiró lo que eran las vendas del paciente, comprobando que las heridas habían cerrado por completo. Las heridas que no habían sido provocadas por las quemaduras, las cerró con varios Episkeys, dejando al paciente con la piel limpia, sin ninguna herida. Ahora faltaba el momento fatídico para todos los pacientes: Las pociones. Pero si querían salir con el alta en mano de ahí, tendrían que sufrirlo.

     

    - Bien, ahora tienes que tomarte estas dos pociones, sabes, ¿no? - Preguntó Paprika, asegurándose, por si acaso - Una es la reconstuyente, para devolverte la salud, y otra la reponedora de sangre, para las pérdidas de sangres que hayas tenido. Y en cuanto las hayas tomado, puedes firmar el alta y marcharte.

     

    Y con aquello, solo faltaba que la otra paciente, Elaena, despertase.

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  15. Paprika Malfoy



    Al fin la habían descubierto. O al menos, el que la retaba, tenía la seguridad de que ella era Tinieblas. Le hubiese gustado durar más tiempo, o al menos poder disfrutar de lo que había sido su reencarnación durante aquella corta etapa. No había sido lo suficientemente cuidadosa para evitar aquella situación. Seguramente alguna palabra mal dicha, alguna visita a su vieja mansión calcinada... Cualquier situación la habría descubierto. Pero no tenía que ser el final... ¿o sí?


    - Oh, me suenas... - Empezó Paprika, sonriendo. Si tenía que enfrentarse a su mentira, que fuese orgullasemente - Eras aquel Sanador flacucho que siempre intentaba meter las narices donde nadie le llamaba. ¿Qué has descubierto? ¿Que tengo cierta unión con Tinieblas? ¡Ooooooooh, qué grandísimo descubrimiento! Seguro que los Líderes, en cuanto llegues, te darán un caramelo de serpiente.


    Se paró unos instantes, intentando reorganizar sus pensamientos. Aquello pintaba mal, muy mal. Sabía demasiado.


    - ¿Que si me daba pena ser Tinieblas? - La Mortífaga se encogió de hombros, como si aquello no fuese con ella, o no le interesase - No sé de dónde sacas esas invenciones. Tinieblas y yo hemos vivido dos mundos distintos. Somos dos personas tanto física como mentalmente distintas. Al menos nadie puede conectarnos. No tenemos nada en común. Bueno, intentais conectarme con ella porque la extrañais. Porque a lo mejor, al ser la nueva y eso... pues a lo mejor puedo ser ella. Pues superadlo. Tinieblas no va a regresar nunca más. Que yo sepa ella está muerta, al menos los informes eso dicen. ¿Por qué, si fuese Tinieblas, me iba a interesar regresar una década después a la Marca?


    Agarró con fuerza la varita. Pronto llegaría el primer ataque.


    - Además, hablas y hablas y hablas demasiado. - Replicó Paprika de nuevo, esperando una respuesta - ¿Dónde está que yo sea Tinieblas? ¿Un registro de mi partida de nacimiento? Está en la Malfoy, si te interesa.


    Pero pareciera que al Malfoy no le interesase, porque inmediatamente, sin miramientos, después de lanzar las acusaciones, empezó la pelea lanzándole un Kaidan. Una sensación de terror cubrió por completo a la Mortífaga, que le impedía la posibilidad de poder anticiparse a su contrincante. Sentía que era mejor correr, que debía rendirse y pedir clemencia. Ese miedo, inmediatamente, fue sustituido por una confusión absoluta, una sensación que le hacía preguntarse qué hacía ahí, dónde y por qué estaba sujetando una varita.


    - Una varita... una varita... ¡Porras! - Paprika despertó - Vaya, vaya... Así que quieres marear la perdiz... ¡Celerus... Necrohand!


    Con ese pensamiento, dos manos fantasmales, que salieron de la tierra, aparecieron en frente suya, juntas, de tal forma que hiciese una barrera que la protegiera de cualquier hechizo, cosa o animal que pudiese dañarla, aunque sabía que el anterior conjuro, el Kaidan, le había hecho perder un tiempo precioso, y que le iba a fastidiar durante un buen rato. Eso sí, en sus venas sentía la velocidad que el Celerus le había conferido, se sentía lo suficientemente fuerte como para hacerle frente a Pik. Esta vez decidió que lo mejor de momento, era distraer un poco al Mortífago, lo suficiente para ocurrírsele una idea mejor.


    - ¡Silencius!


    Y todo aquello lo hacía mientras, aunque la distancia fuese de 10 metros, se movía de izquierda a derecha, sin nunca quedarse en el mismo sitio, atenta a cualquier ruido, intentando aprovechar toda ventaja que pudiese tener en aquel momento.



  16. Mazmorras. Paprika. Con Anna, esperando el despertar de Elaena Ryddleturn, resucitando a Kritzai

    Anna le había señalado el punto exacto donde estaba la adrenalina, algo que tendría que hacer despertar a la Mortífaga dormida si se aplicaba en ella. Paprika empezaba a sospechar que si la paciente no quería abrir los ojos, aquella sustancia en sus venas no haría ningún efecto. No era lo más potente que tuvieran en las Mazmorras, pero podría ser la cosa más potente y "segura" que tuviesen ahí. Las demás sustancias eran muy peligrosas, y los hechizos que tenía ella en mente eran demasiado arriesgados para aquel cuerpo. Solo como último recurso, y si estaba segura de poder controlarlos. Porque esa era otra: A veces eran esos hechizos quienes la controlaban a ella.

    Demasiado arriesgado, y ella ya en sí, a veces, era un riesgo con patas.

    - Bien, vamos allá entonces - Murmuró la Sanadora llendo al cajón donde estaba la sustancia.

    No tardó demasiado. Estaba en un rincón, a penas visible si uno no buscaba, pero la Sanadora sabía qué era lo que quería. Avisó a una enfermera que trajera una caja de jeringuillas. Sospechaba que las iba a usar, no quería tener que perder el tiempo en reclamar cada dos por tres aquellos objetos.

    - Bien... Quiero que gires la cabeza a otro lado. Esto te va doler... - Declaró Paprika a Anna, que ya había agregado la adrenalina en la jeringuilla y ya estaba lista para insertarla en su cuerpo - Una... Dos... ¡Tres!

    Esperaba, por el amor de Dios, que no estuviese despierta. Con un golpe seco, justo en el pecho, donde estaba el corazón de la paciente, insertó Paprika la jeringuilla, introduciendo toda la adrenalina para despertar a la paciente, o al menos intentarlo. La magia no estaba haciendo efecto, ¿qué les hacía pensar que aquella sustancia podría conseguirlo? Era el último método efectivo que podía salvarla de quedar en aquel limbo oscuro... A partir de ahí, sino despertaba, tendría que utilizar métodos menos ortodoxos.

    - Anna... hasta ahora no había razón para temerme, por muy loca que parezca, pero si tu hija no despierta, lo que vaya hacer o no a partir de ahora tendrá que ser bajo tu estricta supervisión - Empezó Paprika, desechando la jeringuilla, sin mirarla. Cuando acabó, clavó sus ojos avellana en la Directora. Unos ojos totalmente distintos a los de antes: Carentes de vida, de emoción.

    Era otra persona. Más anciana, más cruel y fría. Prosiguió, con voz monótona.

    - Voy a tener que invocar hechizos que no estoy segura que pueda controlar. Y en caso de que no pueda... Tendrás que matarme.

    Iba a proseguir, pero un ruido en el pasillo la interrumpió: Parecía la aparición de dos cuerpos que necesitaban cuidados urgentes.

    - Han llegado dos nuevos pacientes, si quieres puedes ir a atender a uno de ellos, dile a una de las enfermeras que lo traigan aquí, hay sitio para dos pacientes, aunque quizás los tomen antes tus compañeros, creo que estaban en la sala de descanso, además de que hay dos nuevos empleados.

     

    Aquello dejó la discusión en suspenso. Eso le daría a la hija de Anna unos minutos valiosos, lo suficientemente valiosos para decidirse a despertar. Y a Paprika le daría un pequeño suspiro antes de que Anna tomase la decisión que quisiera tomar. Aunque realmente, Paprika no temía usar aquellos hechizos, lo que más temía era el resultado que tomasen en ella o en los demás.

     

    - No me importa tomar un paciente más - Manifestó la Sanadora, que había vuelto a ser la misma persona alocada e irónica de antes - Si no puedo destripar un cuerpo, lo haré con el otro.

     

    Esperó unos minutos hasta que una de las enfermeras trajo el cuerpo de un chico, chamuscado hasta las cejas por un maldición que había cubierto su cuerpo. No parecía vivo, pero eso siempre ocurría en la mayoría de los casos en aquel lugar, por lo que a la Hechicera no preocupó en absoluto.

     

    - Eeen fin... ¡Ropas fuera! - Exclamó Paprika, haciendo una pequeña floritura por todo el cuerpo del Mortífago, dejándolo como Dios lo trajo al Mundo. - Ahora vamos a ver qué te han hecho...

     

    Tenía quemaduras de segundo y tercer grado por todo el cuerpo. Se podían ver, comidas por el fuego, entre costillas, sus órganos calcinados, sin a penas presencia corporal. Ni siquiera su rostro, que seguramente había sido hermoso en un pasado, se había salvado. Aquello se había concentrado en las partes vitales del cuerpo del Mortífago, carbonizando rápidamente la máquina que hacía funcionar aquel cuerpo. Una manera sencilla de acabar con una persona sin a penas sudar.

     

    - Bien... Voy a necesitar una ducha - Anunció la Sanadora tranquilamente - Quiero la manguera de una ducha, con el pitorro, y una poción para quemaduras de dos litros... ¡Ah! También quiero vendas empapadas de crema cicatrizante. Quiero poner a este chico en modo momia.

     

     

    En diez minutos estaba todo listo. Lo primero que hizo Paprika fue insertar la manguera de la ducha en el recipiente de la poción. Con un pequeño toque de varita, fusionó los dos objetos. Seguidamente, en cuanto tuvo listo el primer instrumento, se subió a una silla, frente al paciente, para estar a una gran altura y poder regarlo, como si fuese una planta seca. Y eso hizo. Regarlo con la poción. Primero por un lado. Y en cuanto gastó el primer litro, lo hizo por el otro, con cuidado, utilizando un hechizo elevador para poder mover al paciente sin causarle daños (aunque si los causase no sentiría nada, estaba muerto.) En cuanto regó los dos lados del cuerpo del paciente, en su totalidad, Paprika lo dejó en la camilla con suavidad y se bajó de la silla.

     

    - Bien, siguiente paso - Y sonrió, un poco macabramente - Ponerlo en modo Ramsés.

     

    Inmediatamente, las vendas empapadas con poción cicatrizante envolvieron suavemente al paciente, que en menos de un segundo fue cubierto de pies a cabeza, como si de una momia fuese, con la boca y los ojos los únicos sin cubrir. Si todo iba bien, poco a poco la poción reconstruiría su cuerpo y órganos, y la crema, la piel.

     

    - Y por último... Resucitar.

     

    Se separó del paciente unos instantes, únicamente para poder ir a la estantería donde tenía las pociones. Cogió una grande, de medio litro con un líquido amarillento, transparente, donde dentro, en su interior, había una ramita con hojitas. En la boca del recipiente había un pitorro. Si uno lo oliese, podría decir sin duda alguna que era alcohol.

     

    - Bien... Anna, esto en mi Tierra se usa mucho en el café... Bueno, lo que voy a utilizar se toma en chupitos, pero si no es de hierbas, se toma en el café - Vio la cara de susto de la Directora al entender de qué le estaba hablando - ¡Tranquila! Le he agregado un pequeño hechizo para que los efectos del alcohol no afecten su organismo, y únicamente se concentre en una cosa: Despertar sus órganos.

     

    Y en un movimiento simple lo insertó en la boca del paciente, dejándolo vaciar todo en su interior.

     

    - Ah, sí, tiene un efecto colateral... Va a acabar un poco borracho. Pero, ¡eh! Al menos va a despertar.

     

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  17. Mazmorras. Paprika. Con Anna, esperando el despertar de Elaena Ryddleturn


    - Ni se te ocurra torturarla, es mi hija.

    Paprika se giró. Con mirada fija en la Sanadora y con un rostro salido de un cuento de terror, estaba su Directora, Anna, que la había seguido hasta el box, seguramente para controlar que no hiciese nada raro.

    - Ella y las enfermeras... Qué manía en pensar que voy a ponerme a maldecir y desmembrar a la gente... - Murmuró Paprika mentalmente, mientras se volvía a girar y observaba atentamente a la paciente en camilla. Pareciera cómoda. No simulaba tener intención de despertar, y que la Sanadora tuviese a la madre, para más inri su Directora, echando espuma por la boca... no es que ayudase mucho en la situacion.

    - Oh, lástima, pensaba coger una sierra y empezar por la boca - Se paró unos instantes para observar la reacción de la madre: No muy buena. Temía que fuese a entrar en la habitación y la torturase ahi mismo. Además, le daba lastima el marco de la puerta que comunicaba con el box. Anna no se daba mucha cuenta, pero le estaba dejando unas marcas bien profundas.

    - "Nota Mental: Recordarle que también ella pierde los nervios en ocasiones" - Reflexionó Paprika, mientras entrecerraba los ojos hasta dejarlos achinados completamente.

    - ¿Se resiste a reaccionar? - Preguntó Anna intentando romper el hielo. Más por ella que por la Sanadora. Si la chica que estaba en la camilla no despertaba pronto, Paprika no querría estar en la misma habitación que su Directora, preferiría poder volver efectuar un cambio de aspecto y enterrarse otros 10 años bajo tierra, o al menos, hasta que se calmasen las cosas. No obstante, suspiró, y decidió contestar a Anna.

     

    - No, no despierta - Le acarició el mentón a la paciente, intentando descifrar que pasaba por su mente en aquel momento. Paprika tenía el poder de descifrar la mente de la persona que eligiese, casi siempre, pero era algo que se guardaba en usarlo. No es que fuese algo difícil de utilizar, pero no era divertido. No podía evitar que los pensamientos de las personas se escapasen de vez en cuando... pero era algo distinto. - Si dentro de un par de horas no abre los ojos, voy a tener que ser un poco más brava con ella. Y no te hará gracia, pero o eso o dejarla de Bella Durmiente por los siglos de los siglos.

  18. Paprika Malfoy

     

    "Te espero aquí, Tinieblas"

     

    - Y yo soy tonta y me lo como todo - Murmuró mientras arrugaba la nota hasta formar una pequeña bola, enana.

     

    Hacía días, cuando estaba haciendo su turno de 24 h en San Mungo, descubrió aquella nota en la Sala de Descanso, donde estaba relajándose un rato, después de una operación sumamente complicada. No de vida y muerte, porque el Mortífago en cuestión estaba muerto, pero sí totalmente complicada, porque de ahí hubiese acabado el Mortífago con medio cerebro, o con él entero. Al final había sido todo un éxito. Hasta las enfermeras que la habían ayudado, aún con un poco de reservas, la habían felicitado efusivamente.

     

    Había sido un día genial. Un día genial... si no hubiese sido por la nota.

     

    Al principio aparentó estar tranquila, como si aquello no fuese con ella. Al fin y al cabo, qué le hubiese ayudado estar nerviosa. Simplemente delatarse, reconocer que ella en un pasado había sido Tinieblas. Sencillamente eso. Y no podía, no podía reconocer eso. Tinieblas era una persona "non grata", buscada tanto por los Magos como por Los Mortífagos. Unos por haber puesto a la Comunidad Mágica en peligro con aquel incendio que había quemado hasta los cimientos su vieja mansión. Los otros, como desertora, por dejar a los Mortífagos abandonados, en el peor momento de sus vidas. Dudaba que fuese bien recibida tanto por un lado como por el otro.

     

    Y alguien la había reconocido. Y la había invocado ahí.

     

    Si hubiese sido una persona con dos dedos de frente seguramente hubiese quemado ese papel e ignorado todo significado que tuviese la nota. Pero era tonta, curiosa y a veces ignoraba el peligro donde se metía con aquella curiosidad. Así que había decidido, al menos en un principio, ver hasta dónde la llevaba aquello. Al menos eliminar la amenaza. Porque si esa persona que la había guiado hasta ahí sabía quién era realmente era ella, pronto los demás lo sabrían. Y eso no lo podía tolerar, su vida era actualmente lo suficientemente tranquila como para que le fuesen a tocar las narices en aquel momento.

     

    Así que cuando llegó, lo primero que hizo fue sacar su varita.

     

    El sitio donde la habían dirigido era un lugar desierto de la Fortaleza. La zona estaba alejada de ella, a bastantes km. Nada significativo, porque no era allí a donde quería ir. No había árboles. Sí era un lugar muy rocoso, con rocas incrustadas en la tierra, y con a penas musgo. No era un lugar para el musgo, y la tierra era muy seca.

     

    Era una noche fresca, sin luna ni estrellas. Paprika no recordaba que ese sitio tuviese estrellas. Seguramente hasta las estrellas tenían miedo del lugar. La Fortaleza Oscura transmitía ese miedo, incluso en ella, que durante décadas había vivido ahí, haciéndose más fuerte, más Mortífaga, más sanguinaria... más Tinieblas.

     

    Paprika, sumida en aquellos pensamientos, agachada, agarró una piedra suelta, como interesándose por ella. Sin decir nada, se levantó bruscamente y la lanzó a un punto a unos 10 metros de ella.

     

    - Puedes salir - Murmuró al viento - Sé que andas aquí... Vamos, ¿o ahora me tienes miedo?

     

    PD: Duelo para el que quiera, incluso un Base. Me acoplaré al nivel con el que me enfrente, excepto un AC, porque entonces usaré mis hechizos de Nigro, pero si es nivel inferior al mío, seré de su nivel. Por favor, tengan piedad de mí, son cinco años de sequía de duelos, así que... Sé amable xD

     

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  19. Mazmorras. Paprika. Primero con Anna, posteriormente curando a Elaena Ryddleturn

     

    Había hablado demasiado. Bueno, seguramente no mucho, pero se había descuidado y había dicho cosas que no debía. Realmente no era algo muy importante. Todo el mundo sabía que aborrecía ese trabajo, y que realmente lo suyo era una atracción enfermiza hacia el destripamiento de cadáveres. Pero esa "atracción", realmente, era el conocimiento de descubrir qué le había pasado a su cuerpo, cómo había mutado, y si podía volver a repetirlo.

     

    Anna no esperó en contestarle. Y lo que le respondió, era más o menos el mantra que todo el que estaba ahí le respondía. Aquello deprimía a Paprika, que observaba que la gente no se daba cuenta que a ella aquel trabajo se la traía al pairo. Solo había querido, una vez entrado ahí, ganar dinero, dormir, y mediante el destripamiento de cadáveres, descubrir la verdad.

     

    - Ains... déjalo. ¿Tienes un poco de whisky? Creo que necesito un trago...

     

    Antes de ser respondida, de repente, apareció una enfermera anunciando que había una Mortífaga muerta esperando ser resucitada. La sanadora ante ello sonrió. Aprovechó y le dirigió una mirada cargada de significado a Anna.

     

    - ¿Para qué quiero más trabajo con cadáveres, si tengo luego un ejército de Mortífagos a los que, sin que os enteréis, poder hacerles lo que me dé la gana? En fin, me voy a trabajar. Un cadáver me espera.

     

    Y se fue, siguiendo a la enfermera, varios box más adelante, donde la estaba esperando el fiambre.

     

    El fiambre era una Mortífaga nueva que no conocía, o al menos no recordaba. Pero eso no era lo más importante en aquel momento. Lo primero que tenía que hacer era desnudarla para revisar sus heridas, por mucho que a los Mortífagos le desagradasen. Y después, curarlas y resucitarla, antes de darle alguna poción más.

     

    En cuanto la desnudó, cogió una esponja que tenía en la bandeja de instrumentación y con una loción verdosa a base de valeriana con veneno de avispa de mar, empezó a frotar las heridas. Tenía suerte la paciente de estar muerta, porque si hubiese estado viva, primeramente no lo hubiese podido usar, por el veneno, y posteriormente, porque dolía a morir. Pero el veneno ahora no podía actuar al estar la sangre paralizada, y sus nervios no podían comunicar el dolor a su cerebro. Así que siguió hasta que las heridas empezaron a inflamarse. En aquel punto, Paprika paró. Ahora era cuestión de que la valeriana actuara como "antídoto", y desinflamase la piel en contacto con el veneno. Y como era un envenenamiento "leve", le dio una piedra de beozar diluida en agua, que fue introduciendo en su boca, que como pudo, había abierto.

     

    Al cabo de cinco minutos los efectos del veneno habían desaparecido, y a penas quedaban rastro de las heridas, que con un poco de crema cicatrizante, las fue untando una a una. Solo quedaba resucitarla.

     

    Al tener ya prácticamente controlado el hechizo resucitador, Paprika a penas le prestó atención. Únicamente, mientras pronunciaba aquellas palabras en su idioma materno, prestó atención al encadenar al fantasma con las cadenas que surgían de su hechizo, brillantes, metálicas y fantasmales, y metían al fantasma en el cuerpo, encadenándolo para que no pudiese escapar, para que aceptase su cuerpo.

     

    En cuanto acabó el hechizo, esperó a que su paciente despertase, y así poder darle las pociones restantes y el alta.

     

  20. Te agrego al árbol en cuanto encuentres una madre, o si quieres te pongo con algún parentesco conmigo, ¿Quieres ser mi bisnieta? xD

     

    Dios, quoter aquí es una especie de dolor de muelas. Menos mal que el interruptor ese es dios y me ayuda dónde tengo que cortar para eliminar el quote xD

     

    Pues ponme como tu bisnieta xD Así no ando buscando lo de tener una madre, además, que me mola aún seguir teniendo como madre a Misty, que si algún día regresa le toco las narices, como me suele gustar *-* En fin, poco más que decir. Que a ver, si alguien me quiere adoptar, que estoy abierta a eso, pero que prefiero ser la Bisinieta (sí, lo he escrito mal con intención xD), de Crazy

     

    Y nada maz n_n xDDD

  21. Hola señoreeeeeeeeees!!

     

    Aquí postea la inigualable, la genial, la super... Vamos, yo xD

     

    En fin, no aparezco en el árbol familiar. Y tenía pendiente un rol con Misty que está enterrado en el fondo del mar (más por mi culpa xD). Pero bueno, que da igual. Que vengo a solicitar de nuevo estar en esta familia (aunque ponga en mi ficha que soy de ella). La madre o el padre que me adopte me da bastante igual. Seguirá siendo mi "madre", Misty, pero quiero una segunda madre adoptiva activa, con la que me pueda meter *-*

     

    Y eso es todo, creo. Bueno, excepto que Crazy quiera ser mi bisabuelo, padre adoptivo, padre que me vuelve adoptar xDDD (Sé que estás en este post ahora, que te veo, pillín xDDD)

     

    Y sino me da igual, yo me acoplo a quien sea xD

  22. Paprika. Mazmorras. Con Anna

     

    - Aunque…, ¿sabes algo de tus compañeros o de tu jefa? Últimamente los he visto más bien poco, y por desgracia se está volviendo algo muy habitual en todas las plantas.

     

    Paprika empezó a reir. Le resultaba gracioso que le preguntase a la reina del escapismo, o sea, ella, dónde podían estar o si sabía algo de sus compañeros.

     

    - Mmmmm... como no estén en el fondo del mar, matarilerilerile - Empezó a carturrear durante un rato, antes de contestar a la pregunta - Realmente le preguntas a la persona errónea. Soy la especialista en desaparecer, en serio. Ni siquiera sé quiénes son mis compañeros de trabajo. A penas sé quien es mi subjefa y de quién me tengo que burlar cada vez que intente mandarme a hacer algo. Así que conocer, o saber, lo que es conocer, saber...

     

    Paprika bostezó un rato. La verdad es que no sabía con seguridad a veces qué hacía ahí. En ocasiones se amodorraba. Otras se cansaba de dormir en una camilla y se marchaba a roncar a la copa de un árbol. Cuando tenía frío regresaba a las camillas. Y así transcurría su vida. No podía remover en los cadáveres, así que lo demás se la traía fesca. Sanar era aburrido, y ella lo había pillado simplemente como complemento de su verdadera vocación: Destripar cadáveres.

     

    - A veces me pregunto qué pinto en este sitio - Murmuró en voz alta, sin darse cuenta que Anna la estaba escuchando.

  23. Paprika. Mazmorras. Con Anna

     

    - Si, tranquila, estoy bien, aunque te agradecería que me miraras la pitera para ver si es pequeñita o por si lo contrario es grande y necesita cura.

     

    Paprika obedeció. Era su jefaza, y aunque su naturaleza le pedía ser desobediente, dejarla desangrar ahí, en el fondo, aunque hubiese engañado a la muerte cambiando de aspecto y personalidad, parte suya seguía siendo Tinieblas. Con aquellos pensamientos suspiró. A veces aquel contraste de personalidades le daba dolor de cabeza. Hubiese preferido ser totalmente Paprika, antes que tener como conciencia a Tinieblas.

     

    Observó que lo que tenía su superior, era simplemente una arañazo. Nada grave. Por si acaso repasó lo que era la nuca, el cráneo. Nada, solo era aquel golpe. Al ser en la cabeza, siempre revestía más gravedad porque era en la zona que en los más mínimos cortes sangraban profundamente, pero rara vez pasaban de eso: Cortes.

     

    - No, no es nada, simplemente un corte - Movió con sencillez la varita. No pasó nada. Volvió a moverla otra vez mientras maldecía por lo bajo - Leches... Episkey

     

    El corte se cerró inmeditamente, sin necesidad de hacer nada más. Esperaba que Anna no se diese cuenta del pequeño problema que había tenido con la varita. Sino, tendría que dar unas cuantas explicaciones, entre ellas, dónde estaba su verdadera varita. Ayudó a levantar a su jefa, que seguramente al día siguiente, con el golpe, tendría el trasero un tanto... morado.

     

    - ¿Necesitas algo más de mí? - Preguntó la Mortífaga con una exagerada reverencia.

     

     

     

  24. Paprika. Mazmorras. Con Anna y Patrick.

     

    - ¿Se te ocurre alguna forma de hacerlo reaccionar?

     

    Paprika iba responder, agregando que con darle plumas de pollo seguro que despertaría, o empezando a descuartizarle los dedos uno a uno, o algún método macabro y poco ortodoxo, pero no necesitó decir nada. Inmeditamanete, al poco rato de aparecer, el Mortífago despertó, con más mal humor que otra cosa.

     

    - Bueno, aparece que no es necesario hacerle mucho, va despertando por sí mismo - Replicó Paprika, mientras se cruzaba de brazos, divertida ante el mar despertar del paciente.

     

    Según lo que ella veía, el Mortífago no había cambiado nada. Seguía con esa mala leche que desde siempre lo había caracterizado. Igual de cascarrabias que siempre. Paprika rio por lo bajo. Habían pasado décadas, pero él seguía igual que siempre. Pareciera que la única que cambiase fuera ella misma.

     

    - Yo creo que solo le falta el alta - Suspiró encogiéndose de hombros - Y un caramelo para quitársele la amargura.

     

    Y cuando murmuró aquello, sintió como un golpe de aire que sacaba de su sitio y la arrastraba unos pasos hacia atrás. No supo que pasó, pero vio cerca a Anna, que se había caido al suelo, mostrando dolor en el rostro. Paprika se desplazó rápidamente a su lado, y la cogió del brazo, mientras negaba con la cabeza y clavaba sus ojos en Patrick.

     

    - Tendrías que habérmelo dejado a mí, seguramente lo hubiese fundido en yeso para controlar sus heridas... y mal humor - La ayudó a levantarse - ¿Estás bien?

  25. Paprika. Mazmorras. Sola de nuevo, buscando a Anna T. Ryddleturn y encontrándola curando a Patrick

     

    Bostezó. Estaba cansada. Aquel esfuerzo había requerido parte de sus fuerzas, y el haber estado en modo STOP tanto tiempo, le había causado un sobreesfuerzo en su cuerpo, que ahora reclamaba al menos que se sentase un rato en una silla del box. Se estiró un poco, con pereza, inclinando su cabeza hacia atrás, observando el techo de la habitación. No se había dado cuenta que Anna la había dejado. Estaba sola. Sintió la necesidad imperiosa de cerrar los ojos, como si el sueño la inundase de repente. Hizo caso a esa sensación, y cerró los ojos.

     

    No sabía cuántos minutos habían pasado. Cinco, diez... Pero se sentía desorientadada...

     

    Y el cuerpo le dolía horrores.

     

    - ¡Ay, ay, ay! - Murmuró, mientras intentaba levantarse. A la primera ocasión la gravedad pudo con su trasero y la volvió a sentar en la silla, con un gemido de dolor por su parte. A la segunda, pudo al menos incorporarse, pero tuvo que girarse para al menos posar sus rodillas en el suelo, ya que lo de incorporarse... como que era complicado. Al final, luego de veinte minutos de lucha con el dolor conferido por estar en una postura chunga durante un "X" tiempo, pudo levantarse. Con mucho dolor, pero al menos podía... ¿levantarse?

     

    - Bueno, si esto se llama levantarse - Murmuró, mientras inclinaba todo su peso hacia abajo, colocando la espalda como si fuese una viejita. - Ay... ay... ay...

     

    Luego de un rato largo, después hacer entrar en calor a su espalda, en su mente solo había una pregunta: ¿Qué hacer? No había pacientes para curar, las Mazmorras estaban vacías, sin pinta de que sus compañeros estuvieran ahí, y lo único que se le ocurría era dormir...

     

    - ¿Y si voy a molestar a la jefaza? - Susurró de repente, emocionada - Hace tiempo que no saco de sus casillas a alguien, y me aburro mucho. Y ella parece una pieza difícil...

     

    Tuvo que preguntar a una enfermera la dirección donde estaba, porque no sabía por dónde empezar. Descubrió que en medio de su "sopor", había entrado un paciente, y al no haber nadie activo en ese momento, la directora en persona estaba curando al Mortífago en cuestión. Aunque no le hiciese gracia, tenía que pedir disculpas por su incompetencia.

     

    En cuanto llegó, lo primero que vio es que estaba en medio de la cura. Y lo segundo, es que era a Patrick, un Mortífago que hacía tiempo que no veía, al menos como Tinieblas. Pero ella era Paprika, y tenía que fingir que no lo conocía.

     

    - Perdone jefaza, me he quedado transpuesta - Empezó, un tanto sonrojada - ¿Puedo ayudarla en algo?

     

     

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