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La Hija de Las Tinieblas

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Mensajes publicados por La Hija de Las Tinieblas

  1. Paprika. Mazmorras. Atendiendo a Koa Black

     

    - ¿Otra vez tú aquí? - Fue lo primero que exclamó la sanadora en cuanto vio a la bruja.

     

    No habían trascurrido ni una semana y la volvía encontrar en el mismo box, en la misma camilla y en la misma postura. Nada había cambiado. No pareciera que el tiempo hubiese pasado, ni que Paprika la hubiese resucitado... Bueno, si se hablaba de resucitada había un cambio: Esta vez estaba viva.

     

    Bueno... casi. Porque si la dejaba unos segundos más, sin atender, lo de viva se iba a quedar en pasado. Y se notaba a simple vista que estaba envenenada. No podía entretenerse. La sanadora decidió no perder más el tiempo y se lanzó a curarla, a evitar que la sangre se envenenase más.

     

    Lo primero que hizo fue ir a una de las estanterías del box y sacar una poción que la ayudaría a luchar contra el veneno. Lo siguiente fue acercarse a la paciente y ayudarle a bebérsela toda, aunque estuviese medio alucinando seguramente en aquel momento.

     

    - Vamos, sabe mal, pero o la bebes o te la meto por pajita en la garganta - Aseveró tajante - Tú decides.

     

    Después, en cuanto la paciente bebió toda la poción, fue desnudarla y examinarla, curándole algún corte que tenía con un sencillo Episkey. Fue rápido. Ahora tocaba esperar si la paciente se recuperaba, para entregarle otra poción más y por último darle el alta.

  2. Paprika. Mazmorras. Sanando a Koa Black y dándole el alta

     

    - No estaba muerta, estaba de parranda - Fue lo primero que soltó la paciente en cuanto abrió los ojos.

     

    Paprika se rió. Aquella había sido la respuesta más original que le habían dado desde que estaba ahí. La mayoría simplemente, en cuanto despertaban, intentaban meter prisa en cuanto su curación, o simplemente la observaban, como peces. Pero aquella chica que estaba sanando no; soltaba una frase absurda y se quedaba pancha.

     

    Paprika la observó fijamente, durante el tiempo que buscaba las pociones, achinando sus ojos avellana. Siempre lo hacía cuando había alguien que le llamaba la atención. Le ayudaba a concentrarse en el análisis. Mientras, la paciente la observaba con curiosidad abierta, como preguntándose quién era ella. Paprika, en cuanto encontró las pociones, le echó la lengua, sonriendo.

     

    - Cotilla - Le pasó las dos pociones - Tómate esto. Quién sea o no, es lo menos interesante en esta historia. Y en cuanto las tomes, firmas el alta.

     

    Una de las pociones le restauraría la sangre que había perdido por el camino, y la otra la revitalizaría, para poder caminar sin darse de golpes por el camino. Esperó a que las bebiese.

     

    - Y aviso a navegantes - Advirtió Paprika, con una mueca irónica en sus labios - Saben muuuy mal.

  3. Paprika. Mazmorras. Atendiendo a Koa Black

     

     

     

    Aún se sentía débil por aquellos cortes. Llevaba un tiempo fuera de las Mazmorras, recuperándose de aquellos tajos, y por qué no, de su vieja personalidad, que a veces, en los peores momentos, aparecía. Y ya no era divertido que te considerasen loca como para que aún por encima levantase sospechas. Pero no podía estar eternamente desaparecida, al menos si quería comer algo más que granos de maíz. Era una puñeta, sobre todo porque le daba pereza tener que estar soportando los suspiros de las enfermeras cada vez que la veían entrar.

     

    A veces tenía la sensación de que levantase pasiones tormentosas.

     

    Inmediatamente, en cuanto apareció en la entrada, en las Mazmorras, sin nisiquiera poder respirar una bocanada después de la aparición, una de las enfermeras vino corriendo hacia ella, con su bata en manos y con cara un tanto desesperada.

     

    - Vaya, ya tengo bienvenida... - Pensó Paprika, mientras suspiraba con resignación, esperando el responso de turno.

     

    - Señorita Paprika, dese prisa. Estamos hasta los topes en el las Mazmorras, y aún siguen entrando heridos.

     

    - ¿Heridos? ¿Qué ha ocurrido? ¿Los Pollos han montado en cólera en cuanto les subieron el precio del pienso?

     

    - ¡Dese prisa! - Chilló la enfermera, con pinta de estar al borde del colapso

     

    Paprika no respondió, simplemente se colocó la bata y fue hacia el box que le indicaba esta, donde estaría su paciente vivo... o muerto. Si era muerto mejor, aunque eso poco a poco empezaba a ser tontería: Total, no podría destriparlo.

     

    La paciente que estaba en la habitación no le era conocida (Koa Black). Tampoco era necesario. Con levantarla como Lázaro y hacer que andase era suficiente. La fue desvistiendo poco a poco, comprobando que no hubiese herida alguna o estuviese envenenada. Algún corte o algo lo fue curando con el Episkey de rigor. Inmediatamente, y luego de asegurarse de que estuviese totalmente curada, pasó al siguiente paso: Resucitarla.

     

    - ¡Ennervate!

     

    Después de eso no le hizo nada más. Esperó que despertase.

  4. Mazmorras. Paprika. Con Gatiux y Luiggy Guillén

     

    - Veinticuatro horas, eh... ¿Y dónde estarías si hubieran sido veinticuatro y media? - Soltó el aprendiz, creyendo posible que si le lanzaba una mirada asesina podría hacerla sentir avergonzada. Se dio cuenta de que lo que había dicho había sonado muy grosero, e intentó arreglarlo.

     

    - En verdad fue muy oportuno el momento en el que llegamos, será mejor que trate de descansar ¿no?

     

    La verdad es que si pensaba que: a) Paprika lo iba a dejar así. b ) Pensaba que se iba a avergonzar... Se equivocaba de medio en medio.

     

    - Estaría en el Infierno tomando una caipiriña, y no aquí soportando las pullas de un aprendiz que cree que puede darme clases de ética. - Replicó Paprika, con la voz cargada de sorna, y sonriendo, tranquila, mientras se toqueteaba el pelo, duro, grasiento, cargado de sangre - Vamos, te invito a que te cortes la mano y estés aquí 24 horas, sin poder moverte en ningún momento. Entonces creo que sí, podremos hablar de agradecimiento o no, pero...

     

    Paprika achinó los ojos, de un castaño-avellana, y los clavó en Luiggy Guillén. Le estaba lanzando una advertencia sin malicia, tranquilamente, como si estuviesen charlando del tiempo, pero advertencia al fin y al cabo. Esperaba que la entendiera.

     

    Pero no parecía entenderlo bien, y cuando dio la explicación de su corte, la fachada que se había montado el brujo se empezó a caer. Se rió.

     

    - ¿Accidentalmente? Vamos mujer, por casualidad no se puede enterrar con tanta fuerza un objeto cortante en la piel.

     

    - ¿Te gusta más la respuesta de que soy un emo muggle y me corto las venas por placer? - Sabía que había cometido un error con la definición de emo, pero fingió que se había dado cuenta ahora - ¡Ah! No, que los emos se cortan las venas...

     

    Cortó el asunto inmediatamente.

     

    - Me he cortado en un accidente. Apreté demasiado porque estuvo a punto de caerme y no quería romper nada. Pero al final lo rompí y provoqué un estropicio. - Sonrió al aprendiz, lanzándole una mirada insultante, tomándole por tonto - Ahora, si quieres montarte un culebrón en torno a mi accidente... eres todo libre.

  5. Mazmorras. Paprika. Con Gatiux y Luiggy Guillén

     

    - Veo que estás bien como para contestar con ironía Paprika. - replicó Gatiux - Yo acabo de llegar al Hospital... y él no puede pasar hasta esta zona sin supervisión. Los hechizos lo impiden.

     

    Así que un aprendiz... Paprika suspiró. Esperaba que no fuese el futuro del Hospital, porque entonces lo tendrían crudo. Al menos deseaba que en futuras ocasiones tuviese más templanza. Con un "poco" de sangre casi caía redono, o si no era eso, al menos la fachada que llevaba de cara el público había estado a punto de desaparecer. Hubiese sido gracioso ver de qué estaba realmente hecho ese chico. La hechicera no confiaba en él. No sabía por qué, pero le daba mala espina.

     

    Su mirada avellana se dirigió hacia Gatiux. Era extraño que no le hubiese preguntado la razón de que "accidentalmente" hubiese roto aquel recipiente. Seguramente ahora mismo estaría carcomida por las dudas, pensando realmente qué habría pasado. Paprika sabía que había que efectuar mucha fuerza en esos objetos, donde estaba la poción, y que "accidentalmente" era complicado romperlas. A veces su vieja personalidad la ponía en peligro.

     

    Quiso quitar hierro al asunto.

     

    - Bueno, ya he cumplido un sueño - Sonrió Paprika, mientras se tocaba el cabello con un poco de asco - Bañarme en sangre, como Isabel Báthory. Siempre fue algo que me apetecía probar.

  6. Mazmorras. Paprika. Con Gatiux y Luiggy Guillén

     

    Se sentía flotando, a penas consciente de su cuerpo. Estaba con los ojos abiertos, muy abiertos, como si estuviese viendo un espectro, o algo, y con un rostro que había perdido el color de la piel, a pasos agrigantados grisásea: Un cadáver.

     

    Su último pensamiento no había sido muy claro. O al menos ella no lo recordaba. Seguramente habría sido alguna tontería de: "Menudo marrón van a tener los de la limpieza cuando tenga que eliminar este desaguisado" o "Espero no estar muy descompuesta cuando me descubran". Seguramente algo parecido.

     

    Era cómodo estar así, como arrullada y recogida. Sin precupaciones. Solo con los ojos cerrados y siendo acunada. No obstante dicen que cuando estás a punto de morir tienes frío, mucho frío, y te sientes como pesada. Paprika estaba cómoda. Cansada, pero cómoda. Se sentía hasta más fuerte y todo... ¡Qué curioso!

     

    - ¡Paprika!

     

    Abrió los ojos de golpe. Hacía unos segundos estaba en el suelo, pegada, con la mitad de la cara que no podía levantar. Y ahora estaba en los brazos de Gatiux, esta última con un susto de muerte reflejado en la cara, bañada en sangre y a su lado un chico que parecía que aquello todo aquello le estaba superando. No podía ser más simpática la situación...

     

    ...si quitaba las preguntas que tendría que responder en un instante.

     

    Sin embargo, Gatiux estaba más entretenida curándola que preguntándole, así que después de curarle el tajo se encargó de subirla a la camilla, dejarla en pelota picada y darle una poción que a punto le hizo vomitar el estómago. ¿No conocía la mujer el azúcar? Al menos con eso empezaba a sentirse mejor, ya se sentía con más fuezas y la piel empezaba a recuperar su color habitual.

     

    Acabado de hacer lo basica para curarla, Gatiux se plantó cara y cara y le preguntó lo que menos le apatececía responder:

     

    - ¿Qué diablos ha pasado, Paprika?

     

    Paprika puso los ojos en blanco: ¿Qué le iba a responder? Sería sincera. Total, lo que habia ocurrido no era algo grave. El por qué... ya era otra historia.

     

    - He apretado con demasiada fuerza el recipiente que llevaba la poción. Me he cortado. Nada más. - Qué voz más inexpresiba le había salido, aunque tampoco había mucho que decir. Esperó la contestación de Gatiux, que seguramente después de la preocupación vendría la bronca. Mientras, detrás de la otra sanadora estaba el otro ¿sanador? ¿aprendiz? observando. Paprika se sentía cansada para ponerse a analizarlo, pero parecía incómodo. Tan incómodo que lo siguiente que soltó pareció muy forzado.

     

    - Uff, que gran herida ¿eh? Es una suerte que llegamos a tiempo.

     

    - ¿Eh? Sí... aunque llevo unas 24 horas gritando a ver si me responde el Espíritu Santo, pero sí, una suerte que llegarais a tiempo - Replicó Paprika, irónicamente.

  7. Paprika. Esperando la ayuda

     

    Se despertó de repente. Estaba desorientada, dolorida. ¿Dónde se encontraba? Abrió y cerró los ojos rápidamente, con dolor. Descubrió que estaba en el suelo, sobre una superficie extraña, opaca, oscurecida y un tanto regular. Sentía además la boca pegajosa, con un cierto sabor a dulce, que poco o nada le gustaba. Lo sentía sobre todo cuando dormía entre horas, con la siesta.

     

    Y sobre todo, la mitad que estaba contra el suelo la encontraba entumecida, dormida, como si no perteneciese a su cuerpo, como si realmente no existese. ¿Qué hacía ahí, porque estaba así? Resultaba todo demasiado extraño.

     

    - Voy... a levantarme. - Murmuró su voz, ronca, seca por la falta de agua.

     

    El dolor que le arrancó intentar levantarse de golpe la regresó a la realidad: Seguía pegada en el suelo, a causa de la sangre que había perdido por el tajo. Y al parecer nadie había notado su ausencia. Recordó que había estado horas y horas gritando, esperando a ver si alguna enfermera, o la loca de Mary Anne la recogía. Cualquier persona. Pero nada, la había recibido el silencio. Al parecer solo la vigilaban cuando iba a abrir en canal a alguien.

     

    - En fin, voy a intentarlo de nuevo... - Murmuró, sin a penas voz - Soc-...

     

    No podía ser peor su suerte: Se había quedado ronca.

  8. Paprika. Mazmorras. Intentanto despegarse

     

     

    Los ruidos habían desaparecido. Al final o la habían escuchado e ignorado, mandándola directamente a paseo, o directamente ni se habían molestado en escuchar. Fuese lo que fuese Paprika seguía en la misma postura: Con una mitad media amorotonada y dolorida, estampada contra el suelo, y sin posibilidad alguna de poder despegarse.

     

    Y ese no era el único problema. El otro problema es que se sentía con poca fuerza para intentar dejarse la mitad de la piel para poder salir de ahí.

     

    - Bueno, esperaré aquí, muriéndome lentamente, esperando a que descubran mi cadáver, lleno de orina y escrementos - Se quejó la hechicera, mientras hacía un leve intento de levantarse, que acabó en chillido al sentir su piel pegada siendo tironeada, sin intento de despegarse.

     

    - SOCORROOOOOOOOOOOO - Gimoteó Paprika, mientras se removía como podía, intentanddo salir de aquel lío, mientras gritaba en busca de ayuda.

  9. Mazmorras. Paprika. Pegada al suelo

     

    Paprika estaba dormida. Aunque el suelo estaba empapado de sangre, con la temperatura ambiente de las Mazmorras se había helado, y lo que era peor, se estaba solidificando, haciendo difícil que una persona, pegada en el suelo, pudiese moverse.

     

    Y eso era lo que a Paprika, tarde o temprano, le iba a ocurrir: Iba a tener un pequeño problema con el suelo; llevaba un par de horas así, dormida, y lo único húmedo en ese momento solo era su boca babeante.

     

    Y lo peor, la varita estaba posada en la camilla, sin posibilidad de, en el caso de no poder moverse, recogerla.

     

    Pero en aquel momento a Paprika ese asunto le traía en cuenta. Era más, a la hechicera en ese momento, agotada como estaba, no parecía importarle, ni siquiera podía pensar en ello con el sueño profundo que estaba teniendo en ese momento. Su boca carnosa, sencilla, formaba un mohín, y su rostro dormido parecía pacífico, tranquilo. Si no fuese por la mitad de su cara manchada con sangre seca, con trozos que le cubrían parte del rostro, dándole un aspecto macabro, algunos que no la conociese pensarían que se estaban encontrando con un ángel, acurrucada como estaba.

     

    Y su pelo, medio pelirrojo, medio castaño-rubio-negro, eléctrico normalmente, en aquellos instantes parecía rojizo, apelmazado, con trazos cubiertos de sangre, que poco a poco se endurecían y oscurecían, dándole aspecto de gótico-punk.

     

    Estaba en el fondo ridícula, aunque de golpe fuese una imagen que diese miedo.

     

    - Ññññ... zzzz

     

    Paprika intentó moverse en sueños, estaba empezando inconcientemente a sentirse incómoda, a su cuerpo pedir cambio de lado del cuerpo. Pero la sangre se lo impedía, se había transformado en una especie de pegamento. Insistió un rato, con molestia, a punto de despertarse, pero el cansancio pudo con ella. Paprika siguió durmiendo.

     

    - ¡Hola! Soy el nuevo aprendiz... ¿Hay alguien?

     

    - Ein? Zzzz... Auuu... - Paprika intentó desperezarse. Una voz nueva, sana, estaba en las Mazmorras. ¿Quién vendría a molestar a esas horas? Y más si no estaba enfermo. Tendría que ver.

     

    - Qué extraño, ¿por qué no puedo leva...? - Se despejó - Oh dios, oh dios mío... ¡¡SOCORROOOOOOOOOOOOOO!! mi****, mi****, mi****... ¡No puedo despegarme del suelo con la sangre!

  10. Paprika. Mazmorras. Limpiando el río de sangre

     

    - Episkeeeeey... Episkeeeeeeeey... Episkeeeeeeey...

     

    Paprika, pálida como un fantasma, con sus pecas a penas visibles ahora resaltando como faros, y con unas ojeras negras, al estilo gótico sin pretenderlo, se estaba curando de aquel est****o tajo que a poco más y la dejaba seca, como si 20 vampiros la hubiesen chupado hasta el tuétano (con tuétano incluído). La herida tenía aspecto feo, y seguramente tendría que luego hacerse alguna poción para poder desinfectar totalmente aquel corte y así no dejar marca.

     

    Era lo que ocurría cuando te ponías en modo hardcore. Que luego acababas con cortes sin pretenderlo.

     

    - Y cuento con unos superchachiamigos que aunque seguramente detectarían el olor a sangre, prefirieron dejarme morir... Viva la competencia - Murmuró Paprika, mientras se levantaba lentamente, dejándose aún más, si cabía, las manos más pringosas de sangre. - Uff... Esto tiene una pinta mala.

     

    El suelo estaba todo, y cuando era todo, era todo, lleno de sangre. Había perdido mucha, demasiada, y si no hubiese reunido al menos un poco de voluntad para curarse (y voz para hacerlo) en aquel instante, si hubiese entrado alguna enfermera, hubiese encontrado la escena del crimen, o al menos a una payasa muerta que le gustaba jugar con los cristales y se cortó donde no debía.

     

    Era un milagro que el pasillo aún estuviese limpio.

     

    Se sentía demasiado cansada para limpiar algo. Incluso la bata había perdido la mitad de su blanco virginal para pasar a ser un rojo brillante que a pasos lentos se estaba transformando en una tabla pesada, seca, oscura. Y ni hablar de las piernas y manos. Estaba pasando a ser la Isabel Báthory de San Mungo accidentalmente y sin quererlo.

     

    - Solo me falta una tina, meter la sangre del suelo en ella e introducirme desnuda dentro - Paprika rio secamente. Se le estaban cerrando los párpados, y se sentía agotada. - No sería la primera vez que lo hiciese pero... Auuuu..., paso.

     

    Sin darse cuenta ya se estaba recostando en el suelo, húmedo. Se sentía pringoso, y frío, la sangre había perdido su calor y la estaba empapando toda. Pero un poco más un poco menos empapada de sangre daba igual. La inconsciencia del sueño la estaba atrapando.

     

    Y empezó a dormir.

  11. Paprika. Mazmorras. Desangrándose

     

    Paprika empezaba a ver estrellitas en el box. De momento nadie había acudido a su ayuda, ni aparecido, ni siquiera un paciente vivo que le prestase atención. Aquello era indignante. No había durado ni un año en aquel cuerpo y estaba a punto de desangrarse. Qué irónico.

     

    - La muerte más absurda, en la persona más absurda... - Pensó Paprika con dificultad.

     

    Arrastrándose había podido coger la sábana que cubría la camilla de la habitación para poder al menos hacer tapón, y evitar que la hemorragia pudiese dejar la zona como una bañera de sangre. Pero daba la sensación de que había seccionado una arteria, o algo chungo, que la sábana estaba perdiendo a pasos agigantados el color pálido natural para dar paso a un color rojizo húmedo.

     

    - Ains... al menos así podré darle alegría al box - Susurró Paprika, que apenas podía respirar.

     

    Poco a poco su cabeza vagaba más y más, y aunque Paprika se esforzase en mantenerse despierta, un frío helado, paralizante, se la estaba llevando, sumiéndola en un sueño del que por los pelos estaba consiguiendo escapar, con mucho esfuerzo. Pero... ¿por cuánto tiempo?

  12. Paprika. Mazmorras. En modo Random On

     

    - Te sugiero en verdad que no la provoques, ya casi una vez ella mata a una sanadora. No quiero que seas la siguiente... - Advirtió la paciente, desapareciendo entre una humareda negra.

     

    Paprika soltó una carcajada que sonó a cristales rotos, amarga, sin alegría alguna. Le parecía vana aquella advertencia, sobre todo a ella, una hechicera de 1000 años y que había sido vampiro. Tendría que volver a insertar moneda para que le hiciese caso, al menos un mínimo.

     

    - No sabes lo que podría hacer si me apeteciese, chiquilla... - Murmuró la hechicera, entre dientes, apretando uno de los matraces que había contenido, hasta hace poco, la poción. Lo hizo inconscientemente, dejando que poco a poco la personalidad de Tinieblas la inundase, la cubriese, al menos durante unos instantes.

     

    Mientras, en el transcurso, seguía apretando el matraz. Y no se percataba, que con la presión que estaba efectuando, y con su mirada clavada al infinito, y sus ojos castaño avellana a medio camino al dorado, el objeto se estaba resquebrajando.

     

    - Tengo que enseñarles a... - Murmuró, como hipnotizada

     

    Lo que Paprika tuviese que enseñarles o no, no se supo, porque el matraz no pudo soportar la fuerza que en ese momento estaba efectuando la sanadora. En medio de la frase hizo "crack", deshaciéndose en trozos grande y pequeños, brillantes, rompiendo el hilo de pensamientos de la hechicera, y de paso seccionándole la mano, que inmediatamente empezó a sangrar profusamente.

     

    Aquello fue suficiente para que Paprika volviese a ser Paprika, para que su antigua personalidad volviese a su rincón, a esconderse en el lugar donde seguiría durmiendo, al menos hasta que fuese de nuevo invocado.

     

    No obstante aquello le había provocado dos problemas a la hechicera: Uno, se le había levantado una migraña de campeonato que le impedía a penas pensar con claridad. Dos, no sabía lo que se había seccionado en la mano, pero sangraba como una condenada, y si ella o alguien no hacía algo, el siguiente paciente, si estuviese vivo, iba a encontrarse con un cadáver, y si estuviese muerto, se iban a acumular dos cadáveres.

     

    Y el curarse, con aquella migraña iba a ser imposible, así que recurrió a la manida palabra cuando una estaba en aquella situación.

     

    - Ayu... Ayuda... - Gritó, con la voz quebrándose a pasos agigantados

  13. Paprika. Mazmorras. Dando de alta a Blackimse

     

     

     

    - Por tu expresión...Imagino que aún no sabes porqué te llamas Paprika... O cómo llegaste a vivir en el cuerpo en el que todos confundían con la Hija de las Tinieblas...

     

    Paprika rió. La paciente hacía las preguntas incorrectas. Se llamaba Paprika porque era un nombre que le gustaba. Estaba en ese cuerpo porque su antiguo cuerpo se había muerto, y no podía habitar en él. La pregunta real era: ¿Cómo lo había hecho?

     

    Los pensamientos de la Sanadora se vieron interrumpidos por la aparición de un elfo. Debía ser de Blackimse. Parecía agitado, estresado, con el miedo plantado en la mirada. Y mas aún, era portador de malas noticias. Aquello puso en alerta a la paciente, que inmediatamente se vistió.

     

    - En vista de la información que recibí, debo partir de inmediato... Debo ir a por mis hijas - Expresó Blackimse mientras se colocaba la capa.

     

    - Tampoco te iba a retener - Replicó Paprika, encogiéndose de hombros - ¿Para qué, para quedarme a solas con tus ansias asesinas? No sé que tendrás dentro, o qué eres, pero lo sentí... Aunque te hubiese sido imposible.

     

    Aquello fue una advertencia, observándole con otros ojos, con unos ojos más ancianos, tranquilos, distintos ,... no parecía en esos momentos Paprika. Con eso daba a entender que fuese lo que le ocurriese tendría que aplacarlo en otro sitio.

     

    - En fin, esta es tu alta, ya te puedes ir.

  14. Paprika. Mazmorras. Atendiendo a Blackimse Black Rowle

     

    Paprika estaba aburrida. Siempre le entraba el sueño cuando venían pacientes. Se sentía como amodorrada, con la mente como nublada. Era matemático en ese momento: Caía redonda, en una camilla para los pacientes, y se ponía a dormir. Se podía pasar semanas y semanas así, y cuando se despertaba, veía acumuladas las horas extras que tenía que hacer.

     

    Hoy era uno de esos días, en los que le empezaba a vencer el sueño, en los que había una marea de pacientes. Pero Paprika los necesitaba, necesitaba cuerpos para poder experimentar con ellos, para poder recrear una vez más las causas que la llevaron a cambiar de cuerpo, si se pueden hacer una vez más...

     

    Pero tenía sueño.

     

    - En fin, de esta no pasa - Murmuró Paprika mientras se ponía unas cosas en los ojos, para poder permanecer despierta y salía del box donde estaba, rauda, esperando que aún hubiese pacientes.

     

    **

     

    Se metió en uno de los boxes, donde estaba una paciente. Paprika se emocionó: Una paciente libre.

     

    La emoción le duró 1 segundo, lo justo para reconocer quién era.

     

    Otra vez ella.

     

    - ¿No te dije que no volvieses a pasar por aquí? - Gruño Paprika a Blackimse. - Y ahora viene lo más divertido, que te tengo que curar.

     

    Paprika se cruzó de brazos, mientras bufaba y ponía los ojos en blanco. Con aquel gesto los palillos que llevaba en los ojos, clavados en los párpados, se clavaron un poco más, pero era algo que tenía que pagar para permanecer despierta. Eso sí, los ojos empezaban a enrojecerse al no poder cerrarse, y le lagrimeaban.

     

    - En fin... a ver qué tienes - Se acercó. Lo primero que vio, a simple vista, es que respiraba - mi****... sigues viva. Qué ilu.

     

    Respiró hondamente mientras le quitaba la ropa e inspeccionaba las heridas, a ver cuántas tenía, y empezó a curarle las heridas, entre ellas las provocadas por las cuerdas.

     

    - ¡Episkey! ¡Episkey!

     

    Poco a poco fue curándose, sin dejar rastro. Pensó en dejarla inconsciente, pero seguramente luego Mary Anne se lo diría a Gatiux, y pasaba de líos.

     

    - ¡Ennervate!

     

    Esperaba que se despertase pronto. Mientras fue preparando las pociones para reponerle la sangre y la revitalizadora y dejándolas en la mesilla, al lado de la camilla para que la paciente las cogiese. La quería curar pronto, no le gustaba verla mucho tiempo por ahí.

     

    Pero Paprika al final no pudo más. Prefería las consecuencias antes de soportar un momento más aquello: Se sacó los palillos de los párpados. Tenía la cara empapada y los ojos inyectados en sangre.

     

    - Vamos, acaba pronto para darte el alta - Murmuró Paprika mientras pestañeaba con rapidez. Qué escozor...

  15. Paprika. Mazmorras. Rocando a pleno pulmón y resucitando de entre los muertos(III)

     

    - ¡Buuuum!

     

    Un ruido seco, lejano, a penas audible la despertó. Se sintió desorientada, perdida, no sabía exactamente dónde estaba. Sus recuerdos más próximos, y curiosamente cercanos en el tiempo, la situaban en el pasillo de las Mazmorras, roncando a pierna suelta. Y de repente, sin saber cómo había llegado ahí, estaba tapada con una manta, en una camilla y muy cómoda.

     

    - ¿Cómo he acabado ahí? - Murmuró Paprika mientras se despejaba rápidamente.

     

    Rápidamente... Qué extraño.

     

    Se sacudió como siempre aquella maraña de pelos que pasaban del dorado al negro en un instante para quitarse los restos de sueño. No se sentía dormida, no exactamente. Un poco adormecida sí, pero dormida... No, pareciera que llevaba un rato pequeño durmiendo.

     

    - En fin, creo que daré una vuelta por ahí, para despejarme, a lo mejor encuentro a un cadáver y todo.

     

    Abrió la puerta mientras se frotaba uno de los ojos y bostezaba. Bajando la mirada observo la bata: Estaba manchada. La golpeó para sacarle el polvo que había recogido en el suelo y parecer un poco más presentable. Acabado eso, dio una vuelta por el pasillo, observando los boxes, por si acaso algún paciente estuviese ahí, esperando la atención de una sanadora, o una enfermera que los llamase. Pero lo que no se esperaba con el paseo, a pocos boxes del suyo, era a Gatiux. Bueno, sí se la esperaba, pero no así: Tirada, pálida y con más pinta de desmayada que dormida.

     

    Durante unos segundos se debatió si abrirla en canal y experimentar con ella o ver qué le pasaba. Por un lado, las posibilidades de que la pillasen eran altas, y por otro, lo que había sido Tinieblas le tenía cariño a esa mujer, así que al final ganó el lado responsable y fue corriendo a ver su estado.

     

    - ¡Gatiux, Gatiux! - Murmuró Paprika mientras le daba unos leves golpes a la cara - Gati... ¡Al realísimo cuerno los métodos muggles... Ennervate!

     

    Después del hechizo, y observando a ver su efecto, con otro golpe de varita hacía aparecer un vaso, con agua, y esperaba a que Gatiux volviese a ser consciente para dárselo.

     

    - Dios, y luego soy yo la loca... - Murmuró Paprika para sí misma, mientras observaba los cambios en la cara de su jefa - ¿No sabe que existe una palabra llamada "descanso"?

  16. Paprika. Mazmorras. Rocando a pleno pulmón (II)

     

    Paprika soñaba. Siempre, cuando caía en ese estado comatoso, y si en cinco minutos nadie la molestaba, se ponía a soñar. Soñaba que volvía a ser Tinieblas, y la agarraban en la Marca para juzgarla por traición. Levantaba la cabeza, altiva, como había aprendido desde que había sido vampiro. Ahora como Paprika, no sabía por qué, esa valentía se había perdido en el fondo del mar. A veces la extrañaba, sobre todo cuando la atosigaban, o no le dejaban recoger cadáveres Mortífagos para abrirles en canal y meterles electricidad, a ver cómo reaccionaban.

     

    - Mmm... en canal... electricidad... zZzZz... buena elección... - Paprika se removía en sueños.

     

    Otras soñaba que se dividía en dos, siendo Paprika y Tinieblas, y no sabía cómo (¿desdoblamiento de personalidad?) podía mantener una conversación a dúo. Eran conversaciones largas, dificultosas y arduas. Tinieblas parecía enfadada, como si la culpase de algo, y Paprika se encogía de hombros, y sonreía, asomando tímidamente la lengua.

     

    En otras ocasiones soñaba con cosas muy dolorosas, como en la aldea donde se había criado como muggle, antes de toda aquella masacre

     

    - No quiero pensar en eso - Pensaba Paprika, entre sueños, mientras arrugaba el entrecejo. Solía saltárselos. Como Tinieblas se regodeaba en ello, con nostalgia. Como Paprika pasaba. Había más cosas interesantes en las que pensar. Como por ejemplo, seguir durmiendo en el pasillo, mientras le caía la baba.

  17. Paprika. Mazmorras. Rocando a pleno pulmón

     

    Aunque el suelo estuviese duro, eso no era impedimento para Paprika, que sentía como si fuese la cama más mullida del universo. Inconscientemente se acurrucó, mientras aprovechaba la largueza de la bata para utilizarla de manta, que aún así no le alcanzaba para taparse nada. Tampoco le dio mucha importancia, zombie como estaba, sinceramente le había pegado el sueño y quería roncar.

     

    - ZzZzZ - Murmuró Paprika, que se puso a roncar suavemente, mientras conciliaba poco a poco el sueño.

     

    Lo más rocambolesco de la situación, mientras utilizaba un hombro como almohada, es que estaba en medio de los pasillos, donde cualquiera persona podía observarla, reñirla y llamarle la atención, pero aquello a Paprika le daba igual. Su cuerpo se había acostumbrado tanto a dormir, que cada vez le pedía más, sobre todo si estaba aburrida, o parada. Y como eso era la mayoría de las veces, Paprika dormía.

     

    Cualquiera que la viese, espatarrada en pasillo, acurrucada, pensaría que era un mendigo, alguien que de milagro se había colado ahí, y era más, a lo mejor creerían que le había dado algo, o que estaba en posición fetal porque se encontraba mal y no se podía levantar. Pero Paprika simplemente estaba durmiendo.

  18. Paprika. Mazmorras. Deambulando por los pasillos

     

    Al poco tiempo los ruidos se habían dejado de escuchar. Fuese lo que fuese ya había pasado. Paprika no tenía mucho interés en saber qué había sido. Le era suficiente no meterse en líos y buscar un cadáver al que poder inspeccionarlo y hacerle los experimentos necesarios para poder descubrir lo que le había pasado a su cuerpo.

     

    Pero sabía que tal como la tenían vigilada, era imposible. Se paró y suspiró, pegándose a la pared

     

    - Pero entre que Gatiux me droga y yo me duermo... - Mientras decía aquello, fue resbalando, poco a poco, mientras suspiraba más y más y acababa en el suelo.

     

    - ¿Cómo podré descubrir lo qué ocurrió si cada vez que digo "ah" aparece el perrito guardián de Gatiux o uno de sus subordinadas.

     

    Aquello la amargaba enteramente. Esperaba poder solucionarlo en algún momento. Mientras, los párpados empezaban a cerrársele.

     

    - Mmmmm... me ha vuelto a entrar sueño - Murmuró Paprika, mientras se acurrucaba en el suelo - Está frío, pero qué gustito... zzzzzz

  19. Paprika. Mazmorras. Escuchando ruidos

     

     

    Paprika despertó de repente. Un "boom" la dejó aturdida, con sensación de haber perdido el Norte. Siempre le pasaba lo mismo cuando estaba varias semanas sin dormir y luego despertaba. Le costaba un poco despejarse. Aquellos golpes extraños que se podían escuchar correctamente, sin estar cerca del lugar de origen, la despertaron de su inconsciencia.

     

    - Pero qué lech... - Murmuró Paprika bostezando y desperezándose - Ni siquiera puedo dormir tranqui... ¡Auuuu!

     

    Se le escapó un bostezo sin querer. Se desesperezó, se frotó la cara, quitándose las legañas y saltó de la camilla. Su mente era curiosa, y quería saber qué estaba ocurriendo. Así que arreglándose la maraña castaña, rojiza y dorada que tenía de pelo se desplazó a la Sala de Personal, que era donde parecía que venían los ruidos.

     

    Roll Off: Ro, Pik y Zack, postearé el Lunes para meterme en vuestro lío, así que esperadme *-* xD

  20. Paprika

     

    Vio que al qe había que rescatar ya estaba libre, y desapareciéndose, así que Paprika no tenía nada mejor que hacer ahí, excepto que quisiera ponerse a filosofear con los pollos y... No era plan, así que era hora de irse. Tenía unas ganas... Con tantos asaltos seguramente los Mortífagos ya se habrían fijado en ella. No era divertido eso, así que tendría que dejarse matar para que de nuevo cambiase su aspecto. Aunque no era divertido morirse.

     

    - En fin, a pirarse, queridos pollos. Diría que es un placer hablar con ustedes, pero yo prefiero matarlos.

     

    Y esperando que la varita no le fallase, se concentró en San Mungo, que es donde estaba su cama, y donde lo primero que haría, antes sobre todo de inspeccionar muertos sería irse a dormir al menos durante unos días. Era placentero pensar en dormir, ya solo en pensar en eso, le entraba sueño.

     

    Y pensando en eso, se desapareció

  21. Paprika

     

     

    Paprika estaba impaciente por matar aquel pollo. Tenía ganas de comer, y un pollo rostizado, sabroso, rico, y con salsa. Seguro que estaría sabroso. Mientras, esperaba que aquella varita no le fallase en el peor de los momentos,decidió que tenía que volver a poner la carne en el asador, y se lanzó a otro pollo (Madeleine Rambaldi G.)

     

    - ¡Silencius!

     

    Su Strellatus no salió, se quedó a medio camino. Paprika estaba contenta. No le gustaba que le hablasen demasiado. Los pollos hacían demasiado ruidos. La volvió apuntar, a la pollo que intentó lanzarle el Strellatus, y le apuntó a la pierna, el femur, para más inri. Esperaba que le doliese muchísimo.

     

    - ¡Absorvere!

     

    Seguramente su pierna haría un feo ruido.

     

    Inmediatamente, sin esperar mucho, lanzó otro hechizo. Esperaba que pudiese crecer rápidamente, para masacrar a todos los fenixianos.

     

    - ¡Fuego Negro!

     

    Una bola pequeña se elevó a varios metros por encima de ella, esperando órdenes para ser lanzada.

  22. Paprika

     

    Paprika observaba impaciente cómo tiraban las defensas. Solo les faltaba una, no parecían estar pasándolo mal. En poco tiempo la tendrían lista. Mientras, Paprika, le estaba sacando lustro a la varita aquella, que parecía muy cascada, y como no era suya, pues peor, a veces le hacía cosas raras. Tenía que comprarse pronto una varita, o tendría problemas gordos pronto. Un día le dejaría de fallar por completo.

     

    Al final las defensas habían volado, era hora de entrar en acción. El cuerpo de Paprika de repente se puso tenso, como si aquello fuese algo que llevase esperando desde hace tiempo.

     

    - Vaya, qué impaciente estoy... - Pensó Paprika, sosprendida - En fin, primero defensas, por si acaso...¡Celerus Expectro protego!

     

    De repente salió un calamar gigante, con 20 tentáculos, de 3 metros, y con dos hachas en cada mano. Esperaba impaciente defenderla. Paprika estaba feliz, le parecía un bicho muy mono. Se adentró en Abaddon, detras de Near y Evarela, con ganas de comer.

     

    Inmediatamente, en cuanto entró en Abaddon se encontró con pollos. Primero, lo principal, en cuanto, a diez metros se encontró a un pollo (Jessie Potter Blue)

     

    - ¡Anular Aqueora!

     

    Ahora no podría usar aquel polloel hechizo.

     

    Inmediatamente se dirigió a ese mismo pollo, (Jessie Potter Blue) y volvió a atacar

     

    - ¡Fuego Maldito!

     

    Un lobo, enorme, de unos dos metros, y con dos llamaradas, se dirigió a ella, con intención de hacerla arder.

  23. Paprika

     

    De nuevo, de nuevo la volvían a llamar. Estaba hasta las narices de que los Líderes de la Marca fuesen tan activos. Si fuesen unos Mortífagos del montón, Paprika podía ignorar la llamada y seguir tomando la caipiriña que se estaba tomando tranquilamente, sin ser molestada en San Mungo, mientras esperaba la aparición de un muerto, pero la habían llamado, y más aún los Líderes. No podía ignorarlo.

     

    Así que con prisa, para calmar el dolor de una maldita vez, la bruja se quitó la bata de Sanadora y rezando para que la varita le funcionase correctamente, se desapareció, rumbo a su destino.

     

    Se apareció en un sitio raro. No sabía exactamente dónde estaba. Parecía el Amazonas, todo verdoso, espero, con muchos árboles y demasiada humedad, pero al dársele la geografía tan mal... Se conformaba con que su habilidad para aparecerse fuese la misma de siempre, aún con los problemas que tenía con la varita, y que los Mortífagos que estaban delante suya, fuesen los que la hubiesen llamado. Mientras, Paprika se colocó bien la máscara, que la llevaba un poco torcida, y esperó a que tumbasen las defensas.

  24. Paprika. Mazmorras. Envenenando (?) a Mía Black Lestrange y dándole el alta

     

    - Creo que me encuentro bien, solo fueron las quemaduras, pero ¿considera que debo tomar algo más? o quizás ¿me puedo retirar?... por cierto, muchas gracias por la pronta atención. - Preguntó la paciente con tranquilidad, sonriendo y enseñando sus blancos dientes, como si fuese la chica más inocente del universo.

     

    - Ah, ah - Murmuró Paprika negando con la cabeza, entregándole dos pociones - Para nada, tendrás que pasar el mal trago de tomar las pociones que todo el mundo dice que sabe a caramelo.

     

    Y dicho eso le pasó las dos, con un aspecto inofensivo, como cristalino, pero que todo el Mundo que tomaba, ponía cara de estreñido cada vez que las tragaba. A Paprika la situación, cuando no la vivía en persona, se le antojaba cómica, como cuando habría en canal a un muerto y se ponía a jugar con sus intestinos.

     

    - Una para devolverte la sangre que has perdido, y otra para despejarte de la muerte - Sonrió - Como dice mi jefa, "tienen mal sabor para que no volvais por aquí"

     

    Mientras esperaba que la Mortífaga tomase la poción, la Sanadora fue rellenando los papeles rápidamente, con los datos faltantes. En cuanto acabó, le entregó el papel de alta a Mía.

     

    - Y cuando acabes, firma el alta. - Y le dirigió una mirada benevolente, aunque con un toque de riña - Y no regreses, o a la próxima le echaré chile a la poción.

     

     

    Rol off: Rol mi****, pero me tengo que ir, pero tenía que hacerlo para que no me echen xDDD

  25. Paprika. Mazmorras. Resucitando a Mía Black Lestrange

     

    Paprika iba de camino a la Sala de Descanso, a recoger un poco de café. Estaba decidida a acabar con la treta de Gatiux de una vez por todas, pero antes de llegar, una de las enfermeras le cortó en camino, con intención de no dejarle pasar más allá de lo que quedaba de pasillo para recoger el café.

     

    - ¡Ajá! ¡Así que Gatiux sabe de mis intenciones y se ve acorralada... Ha comprendido que sé lo que me está haciendo y quiere tirar la prueba... ¡Pues yo seré más rápida!

     

    Intentó pasar, empujando a la enfermera, pero esta parecía insistente, como si solo tuviera una misión: Impedir que la Sanadora pudiese pasar por ahí. Paprika entendió que si quería saber la verdad, tendría que ser más veloz que ella.

     

    - ¡No podrás impedir que descubra a Gatiux! - Gritó Paprika en voz de guerra, agachándose y pasando por debajo del brazo de la enfermera, velozmente.

     

    - Señorita Paprika... No me deja más remedio - Murmuró la enfermera.

     

    No supo Paprika qué es lo que no le dejaba más remedio, pero cuando se incorporó sintió como algo duro la golpeaba por detrás, dejándola inconsciente.

     

     

    **

     

    10 minutos después y con un chichón en la cabeza visible, atentiendo a Mía

     

    La Mortífaga no parecía viva. No respiraba, ni parecía abrir los ojos a la presencia de la Sanadora, que tenía un dolor de cabeza de campeonato. Aunque sentía un dolor punzante en la cabeza, lo primero era lo primero.

     

    - ¡Ennervate!

     

    Esperaba que en el transcurso de poco tiempo la Mortífaga se despertase para poder atenderla mejor, pero antes de nada, y después de quitarle la ropa para facilitarle la curación, se puso a revisar las heridas de su cuerpo, principalmente quemaduras, provocadas por un Incendia Din.

     

    - ¡Episkey, Episkey!

     

    Una a una, las quemaduras fueron curándose, dejando la piel de Mía limpia, sin rastro de herida. Mientras efectuaba las curas seguía con dolor en la cabeza, como si se la hubiesen roto por la mitad. Maldita enfermera, ¿tenía que decirle que había un muerto de esa forma?

     

    Mientras esperaba que la paciente se despertase, fue sacando las dos pociones para poder acabar con la curación. En cuanto las encontró y las dejó al lado de la paciente, en la mesilla, empezó a medir el chichón que tenía, visible y muy doloroso, en la cima de la cabeza.

     

    - ¡Ay! Maldita bruja... - Murmuró observando de reojo los avances de Mía.

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