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Mistify Malfoy

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Todo lo publicado por Mistify Malfoy

  1. Mistify alzó su mirada. Las torres blancas del Banco Mágico se erguían imponentes sobre el resto de estructuras comerciales del Callejón Diagon y el cielo lucía su habitual velo plomizo. Suspiró, pronto volvería a llover. Apuró el paso hacia las puertas de bronce que daban entrada a Gringotts. El pasillo principal estaba repleto de magos y brujas que intentaban realizar transacciones con duendes que los observaban con cara de pocos amigos al otro lado de los largos mostradores repletos de instrumentos de precisión y monedas de diferentes colores. Sin embargo la Malfoy los ignoró a todos y se dirigió al final del corredor, donde uno de aquellos seres pequeños la esperaba desde hacia ya unos cuantos minutos. - Señora Malfoy – la saludó con una ligera reverencia. Vestía un traje verde brillante con la insignia del Banco bordada en dorado en la solapa. – La estábamos esperando. - Lo sé – respondió ella. Había enviado a Chávez una hora antes para avisarles de su llegada. No le gustaba esperar y menos con semejante multitud rodeándola. - ¿Está todo listo? - Está todo en orden – aseguró el duende a la vez que apoyaba su mano en la reja que separaba la sala principal de la estructura que daba acceso a los túneles que contenían las bóvedas bajo el suelo londinense. – Acompáñeme, por favor. La bruja rozó con la túnica blanca al duende cuando pasó a su lado introduciéndose en el sector que le señalaba. - El camino para llegar a las bóvedas especiales no es el mismo que para el resto – explicó – Y no es el mismo para cada mago tampoco – movió sus prominentes orejas clavando sus ojos negros en los verdes de la mujer que sostuvo su mirada hasta que él mismo la retiró. - Me parece perfecto – señaló ella sin darle mayor importancia. - Preste mucha atención al camino, Señora Malfoy, si en su próxima visita elige la bifurcación incorrecta podría ser mortal. - ¿Mortal? – . El duende asintió y acompaño a la bruja hasta una especie de puerta cuyo marco era una tupida enredadera cuyas hojas eran similares a los tréboles. El mismo diseño de estas hojas estaba grabados en la puerta. Cientos, tantos como magos tenían su bóveda especial en aquel lugar.- - Esto es para usted – le tendió a Mistify un collar de cadena fina, del que colgaba una de aquellas hojas de un verde brillante. La bruja lo tomó y deslizó su mano sobre la superficie lisa del objeto – No tema, no se romperá. – explicó como adivinando los pensamientos de la mujer – Y ahora apóyela sobre la puerta – señaló uno de los grabados – Solo encajará en ese. El rostro de Mistify era impenetrable, pero aquello la había sorprendido en realidad. ¿Así que para entrar a las bóvedas especiales no solo había que tener aquella “hoja”, sino que también debíamos conocer el lugar en el que encajaba y las posibles bifurcaciones que nos conducían a ella? Eso sin mencionar lo de que “podía ser mortal” que había agregado el duende a último momento. Perfecto. La bruja de cabellera dorada se adelantó y colocó su “llave” de entrada en el grabado que le correspondía. La puerta se abrió revelando tras de si un camino de acceso principal que a unos cuantos metros se detenía en una plataforma que parecía sostenerse en la nada misma y desde la cual se desprendían sendos caminos que a la vez tomaban bifurcaciones formando otros puentes, escaleras y elevaciones, algunas de ellas formando estructuras más allá de la lógica. - Anote mentalmente el camino, No habrá una segunda oportunidad y el Viento Negro espera con ansias a los viajeros que tomen el sendero equivocado. - ¿El qué? – habían llegado a una de esas islas suspendidas y el duende señaló el puente de la derecha. Mistify anotó mentalmente, hacía más de media hora que estaban caminando - ¿Falta mucho? - El Viento Negro, es el guardián de las bóvedas. Notará que no hay corrientes de aire en este lugar, preocúpese si llega a sentir alguna. – señaló una escalera – Es por allá. La bruja ascendió la escalera para encontrarse con una puerta similar a la primera. Un marco rectangular conformado por aquella enredadera. Pero en lugar de grabados había varias cerraduras y cada una de ellas necesitaba algo en particular de la bruja para poder abrirse: la “llave-hoja” que le había entregado el duende, su varita mágica, uno de sus cabellos, una tras otra se fueron abriendo revelando finalmente el contenido de la bóveda de la Malfoy. Perfil de Comprador del MM: 172 Indice de Bienes Objetos Mágicos Pociones Mágicas Criaturas Mágicas Libros de Hechizos Poderes de Criaturas Consumibles en Batalla Fecha de Próxima Actualización:
  2. - Sene sovya caba'donde ain dovienya. – murmumó Mistify. No tenía idea de si Mackenzie la escuchaba ya, pero era cierto que iban a necesitar suerte, mucha suerte. Intentó tomarla de la mano para que no se adelantara, pero sus dedos apresaron el vacío y su hija, lo único que para ella tenía algún valor hacia frente a lo desconocido. - Concedido – murmuró la figura de ojos negros como la noche extendió un brazo extremadamente delgado que terminaban en largos dedos de uñas afiladas hacia la joven bruja mientras el caos se desataba a su alrededor. Algo intentó hacer uno de los magos, Elvis, Mistify lo había conocido en el Ministerio de Magia, un Auror. Su conjuro hizo efecto al contrario de lo que habían intentado el resto de sus compañeros. Lo comprendió, nada podía hacer con magia oscura allí y de todos modos no tenía su varita mágica. Lo único que conservaba entre sus manos era el arma de la que emanaba aquella energía primigenia y antigua. La bruja de cabello rubio la sostuvo con ambas manos en forma vertical y apoyó el cayado contra el piso. Un aro de luz se formó en torno al mismo y se fue expandiendo haciéndose cada vez mas grande, las estrellas de picos que conformaban el piso de piedra se desdibujaban y desvanecían a medida que el círculo de luz avanzaba y se agrandaba, dejando la roca completamente lisa. - Aguanta – susurró la Malfoy – Solo un poco más – Los lobos que intentaban pisarlo para acercarse al grupo de hechiceros se evaporaba como el hielo al ser expuesto al calor intenso, dejando un vapor amarillento cargado de azufre en donde antes habían estado. – ¡Tú! ¡Realiza nuevamente ese hechizo! Y no estoy hablando del Patronus – la orden fue hacia Elvis, el tono de voz de Mistify era autoritario, propio de quienes estaban acostumbrados a ordenar y quienes lo escuchaban decían que era casi imposible resistirse a su comando. El gato de Birmania aún deambulaba entre los magos intentando darles luminosidad y funcionaba. Porque ella pudo pensar con mayor claridad en cuanto apareció, como si su mente estuviera sumergida en un manto de tinieblas que la hacía pesada y la figura de luz lo mitigara. Pero necesitaba tiempo. El círculo ya casi llegaba hasta las figuras, si solo lograran ahuyentarlos, tal vez perdieran su interés en Mackenzie. Ya habría tiempo para otro trato. Los ojos esmeraldas de Mistify se volvieron hacia Cissy. Dejó un espacio en el sostén de la lanza esperando que comprendiera que debía tomarla. Si su hija confiaba en ella, quizás ella podía hacerlo también, al menos para salir de esto y también le hizo señas a Katara. La montaña parecía quejarse a su alrededor. El suelo vibraba como si un terremoto se fuera a iniciar. Sin embargo ella se mantuvo firme en su lugar, debía cortar el enlace de Mackenzie con el arma o sería su perdición. El aro de luz alcanzó la figura de su hija y fue como si los pies de la bruja no se pudieran despegar del piso, imposibilitada de dar un paso mas hacia quienes la atraían. El ser que tenía enfrente batió nuevamente sus alas produciendo una ligera ventisca. Ya no escuchaba sus palabras, ni los diálogos que mantenían entre ellos, pero la carcajada femenina le erizó la piel. Otro ser, de igual contextura que el anterior se dejó ver a unos cuantos metros por detrás del primero. Evidentemente era femenino puesto que al desplegar aquellas alas de murciélago dejó ver su torso desnudo. El cabello lacio y largo descendía cubriendole las sinuosas y espigadas curvas.
  3. Mistify se adelantó en el laberinto, los caminos eran sinuosos y tuvo que volver sobre sus pasos en varias ocasiones a pesar de que seguía las instrucciones de su varita mágica que señalaba insistentemente hacia donde estaba su objetivo. Apartó una rama e hizo a un lado unas cuantas malezas con el pie antes de tomar la próxima bifurcación al final de la cual habían ocultado convenientemente un caldero. No recordaba la última vez que vió uno como ese, era antiguo y pequeño, de los que se utilizaban en las mazmorras de la Academia y anotó mentalmente agregar nuevos a la lista de necesidades de la Universidad. Dentro estaban las instrucciones para realizar una poción… ¿Fluido Explosivo? ¿En serio? No tendría dificultad en hacerla, pero recordó las caras de las brujas al inicio del laberinto y se preguntó si aquello no sería peligroso para el alumnado. Volvió a anotar mentalmente. Tendría que hablar personalmente con la profesora Heliké una vez terminada la clase. Usó su varita mágica para encender el mechero y sobre él, colocó el caldero de pesado hierro. Los ingredientes no eran muchos y cada una de las pequeñas botellitas tenía una identificación con un número y además indicaba que debía de hacerse con el contenido. Mistify tomó la que tenía el número uno y la vertió. Esperó cinco segundos, como describía y echó la siguiente, revolviendo la mezcla que había obtenido en dirección de las agujas del reloj. Cuatro veces y media. La preparación comenzó a borbotear y tenía un olor ácido. La bruja arrugó la nariz y dejó que se cociera por cinco minutos. Una espesa capa de niebla comenzaba a formarse a su alrededor y las hojas de los arbustos que conformaban las paredes del laberinto comenzaron a congelarse, a excepción de aquellas que estaban demasiado cerca de las llamas que calentaban el caldero. - Dementores – pensó en voz alta la Malfoy mientras agregaba el contenido número tres y la mezcla lanzó una pequeña explosión al hacerlo. Ella no tenía un patronus, era una mortífaga y como tal no quería ni oir de realizar uno de aquellos. Sin embargo ¿qué podían hacerle aquellas criaturas que ya no lo hubieran hecho? ¿Extraerle el alma? No tenía ninguna. Sonrió amargamente mientras veía que hacían un círculo sobre el laberinto, tal como lo hiciera una bandada de buitres sobre un cadáver. Buscaban a su víctima, pero a ella la ignoraron por completo. No tenía idea de qué hacer con aquella poción, ni si le serviría para más adelante, por lo que apagó el mechero y tomó la pequeña cajita de madera que había aparecido en el momento justo en que finalizó la poción. Había cuatro minúsculas ampollas en su interior y una quinta vacía. La tomó y metió una porción del fluido que había estado realizando para luego volver a depositarla en el mismo lugar. Cerró la caja y la guardó en el bolsillo interno de su túnica blanca para continuar su recorrido.
  4. - Es una larga historia, hija. – respondió Mistify. Evitaba mirar a Mackenzie a los ojos. ¿Culpa? Quizás. Pero no era el momento de hablar. Tomó la lanza que le ofrecía su hija e intentó realizar lo mismo con otra de las columnas angulosas del templo, pero le fue imposible. ¿Qué hizo la primera vez que había funcionado? Las luces que habían iluminado por un corto espacio de tiempo toda la sala habían desaparecido y la semipenumbra regresó cubriendo todo como un velo, junto a unos pares de inquietantes ojos azules que los acechaban. Olía a azufre y a muerte y cada tanto se escuchaba con claridad un sonido chisporroteante similar al del fuego al intentar ser apagado. Mistify intentó mirar más allá. Las sombras se acercaban y comenzaban a tomar forma. Eran lobos, pero mucho mas grande de los normales y de entre sus afilados colmillos se desprendían hilillos de saliva que al contacto con la superficie de piedra parecía desgastarla, al igual que un potente ácido. Y de ahí provenía el ruido. La bruja deseó por milésima vez tener su varita en la mano, la lanza seguía sin reaccionar ante sus intentos. El grupo de magos y brujas se acercó por instinto, formando entre ellos un círculo cerrado para cubrirse las espaldas. - Fuego Maldito – la bruja rubia escuchó a la perfección aquel hechizo. Supo que provenía de uno de sus compañeros mortífagos. El lobo que tenía más cerca se deshizo en pedazos. El fogonazo de luz dio vida a la escena y los visitantes pudieron ver con claridad lo que los rodeaba. Cientos de esos extraños engendros, tantos como amplio era el lugar que los contenía. El olor a azufre se intensificó al punto de que Mistify se llevó el brazo al rostro intentando respirar mejor y antes de que la llamarada de fuego maldito fuera absorbida por la oscuridad vió con sorpresa como el enorme lobo se regeneró de entre sus propias cenizas para ocupar nuevamente su posición. Tres carcajadas resonaron nuevamente en la sala. Solo tres. Nadie entra. Nadie sale. Un intercambio se debe. Un favor se concederá, uno por otro y, a cambio, el precio deberá pagarse. - ¿Recuerdas el cuento, hija? – susurró Mistify, la voz ajada por el aire impuro que era obligada a respirar - ¿Recuerdas que quién entraba allí no podías pedir ningún favor? ¿Ni tan siquiera desearlo? No sin antes, acordar el pago. Otro de sus acompañantes ensayó un nuevo hechizo contra los engendros a su alrededor. Tampoco funcionó. Las voces coreaban una y otra vez aquellas frases. Cada vez con mayor fuerza, regodeándose de lo que producían en los intrusos. Miedo, soledad, ira. Las emociones humanas eran su alimento. El cómo obtenerlas era solo una excusa. - ¿Aceptas, Mistify Malfoy? – la voz masculina pareció acercarse más de lo normal y la bruja alzó la lanza casi por instinto. – ¿Aceptas? ¿Aceptas? – canturrearon al unísono en un éxtasis de placer. Si algo le pasaba a Mackenzie jamás se lo perdonaría. La sensación de culpa la embargaba y no la dejaba pensar con claridad. Un nuevo fogonazo de un hechizo lanzado contra uno de los lobos más osados. Mistify lo vió. Rodeado por la manada de lobos como custodia. Una sonrisa demasiado grande para ser humana al igual que los ojos completamente negros. Creyó notar que no existía una nariz en medio de los pómulos afilados. Llevaba el cabello negro, lacio y largo hasta los hombros extremadamente delgados, al igual que toda su constitución física. El color de piel aceitunado hacía juego con lo que parecía una capa que caía por su espalda y envolvía parte de su cuerpo no dejando ver los brazos. Mistify aferró la lanza en dirección a la alta silueta. No dejaría que nadie dañara a su hija. El resto del grupo podía morir ahí, le daba igual. Y entonces no supo porqué, pero el arma que tenía entre sus manos volvió a arrojar uno de aquellos rayos dibujando una línea recta hacia la figura masculina, en su camino, los lobos se transformaron en cenizas. Fue entonces cuando lo que ella creyó una capa se extendió y al hacerlo unas enormes alas similares a las de un murciélago se mostraron en todo su esplendor, logrando que el ser evitara la descarga de luz. Y aquello inició el caos a su alrededor..
  5. Mistify bajó la cabeza deteniendo su mirada donde antes había una fosa y ahora tan solo el piso cubierto de estrellas. ¿Dónde estaba su ave cuando la necesitaba? Alzó de nuevo la cabeza hacia la columna que tenía en frente, era un acto reflejo, el dirigirse al menos a “algo” cuando se hablaba. - A… - iba a decir que aceptaba el trato. ¿Qué mas daba quien era el mago con quién tendría que intercambiar su alma? Al fin y al cabo nadie le había preguntado a ella si accedía a hacerlo, simplemente se la habían robado, tal como lo haría ella ahora. Que se las ingeniara quién fuera el elegido para quitarse la maldición de encima. Ella ya había tenido suficiente con aquello. - Insiste, tienes que lograrlo.... ya falta poco – la interrumpió la voz femenina llena de placer. Mistify notó que no se dirigía a ella y además, no era la misma que la anterior. Para entonces ya había contado cuatro voces diferentes. ¿Serían cuatro en total? Cuatro paredes formando la pirámide. Cuatro columnas sosteniendo el techo invisible. Las puertas eran cuatro. Cuatro. Cuatro. Se repetía. Tenían que ser cuatro. No tenía idea de si aquello iba a servirle para algo, pero le reconfortó saber algo más acerca de ellos. El conocimiento es poder, le habían dicho alguna vez. - Otros dos se acercan al templo. Una de ellos incluso ha llegado el interior. El otro… .- la voz masculina por primera vez titubeó. Mistify creyó notar incertidumbre en ella. - ¿Qué es lo que está haciendo? - No te detengas. No dejes que se escape ella también. Casi es nuestra y sin necesidad de intercambios – le urgió su compañero. Supo que estaba pasando algo fuera de lo normal. Pero ¿Qué era exactamente? Acaso aquel viejo pajarraco había logrado contactar a alguien. ¿A quién? La imagen de Chávez, el elfo doméstico de los Malfoy se le vino a la mente.. Suponía que aparte de su ave, sería el único que accedería venir en su ayuda. - ¡Haz lo que tengas que hacer! ¡Ya es nuestra! – Las voces se sucedían una tras otra en un diálogo que solo ellos comprendían. - No ¡No uses a la Malfoy! El grito de alarma llegó demasiado tarde. Para entonces Mistify sentía sumirse en un estado de ensoñación en donde su hija Mackenzie se acercaba con un regalo. ¿Un regalo? ¿Para mí? Sonrió. Le encantaban los regalos. Cada vez que volvía le traía algo maravilloso. Y en cada uno de ellos su hija se esmeraba, aunque a ella no le importaba demasiado el valor de los objetos, sino el que provinieran de ella. ¿En dónde estaban? Eso no podía ser su hogar. Parpadeó, su hija se acercaba con una de esas increíbles sonrisas que todo lo podían. - ¡Madre! - El sonido de esa voz tan familiar sacudió cada fibra de su cuerpo. - Solo tienes que creer en ella – la voz de Mackenzie apenas se escuchaba - Cree en ella y será tuya. ¡Tómala! Mistify tomó el regalo. Era… ¿una lanza? Ni bien la tomó supo que era una magia diferente. Aquello que había tenido a una joven Mackenzie obsesionada durante años enteros. Le vinieron a la mente las largas charlas a la luz de la chimenea, los tres juntos, discutiendo acerca del poder primigenio y sus posibles usos. Ya veía que eran muy posibles. Vió desplomarse a la joven y de inmediato un grupo de magos que en un primer momento creyó no conocer, la rodeó. Uno de ellos la sostuvo para que no se golpeara ¿Qué estaba pasando? Las figuras a su alrededor comenzaron a desvanecerse como si fueran producto de un sueño, pero el arma seguía firme entre sus manos. - ¿Mackenzie? – alcanzó a murmurar. Entonces todos los cabos sueltos se ataron. Ella era a quién tenía que entregar. ¿Cómo no se había dado cuenta antes? La lanza parecía temblar, repleta de aquel poder mágico elemental. - ¡Suéltalo o jamás obtendrás lo que quieres! - Jamás le haría a mi hija lo que él me hizo a mi – apuntó la lanza en dirección a una de las columnas. No hubo destellos. Tan solo un hilo de luz se desprendió de la punta de metal y discurrió con velocidad hacia uno de los pilares triangulares. Se enroscó en él y continuó con la misma celeridad hacia arriba. A su paso, la columna parecía hacerse transparente y contenía algo en su interior. Miles de pequeñas luces doradas que se unían a la primera haciendo cada vez más grande el brillo principal. - ¡Noooooooo! – el ser femenino pareció temblar - ¡No puede ser cierto! - Mistify apretó la lanza. A su alrededor volvió a aparecer el grupo de magos. Mackenzie aún estaba en el suelo, su pecho subía y bajaba lentamente, señal de que respiraba. Se sintió inquieta, no esperaba encontrarla, no todavía. Sin embargo se acercó a ella, agachándose a su lado para tomar el lugar de Hades y apenas dirigiendo la mirada al resto. El arma la había colocado entre las manos de la vice-ministra, sin soltarla, de alguna manera supo que podría adquirir fuerzas asi. - No creo que eso haya sido todo. Sería demasiado fácil – corrió un mechón del cabello de Mack despejando su rostro. La cabeza de la joven bruja estaba recostada sobre el regazo de su madre y la respiración comenzaba a normalizarse. Alzó su rostro. - ¿Quiénes son ustedes? – Los ojos verdes de la Malfoy contemplaron a los que para ella eran recién llegados – Y lo más importante ¿qué hacen aquí?
  6. Sección de Conocimientos Ateneo Actualización de Profesores de Conocimientos. Mucha suerte en esta nueva etapa Laurinda. En breve te daremos los permisos para el Claustro de Profesores. Así nos ponemos de acuerdo para tu próxima clase. Les recordamos que aún tenemos vacante los conocimientos de Encantamientos, Runas antiguas, Transformaciones y Maestría en escobas. Los requisitos de postulación se encuentran en el primer post. Atentamente Elodia Riddle & Mistify Malfoy Directores de la Universidad
  7. El interior de la estructura triangular era caprichoso, no obedecía para nada a las leyes de la física muggle. Así aunque salieras por una puerta, podrías seguir un pasillo y volver a entrar a la misma habitación desde la que habías partido, incluso desde la misma puerta. Estaba construido completamente en líneas rectas y aunque buscaras minuciosamente jamás encontrarías nada curvo. Todo eran figuras picudas Era oscuro, aunque no tanto como el exterior, y se podía visualizar aunque con dificultad los entornos de cada habitación, sostenida por cuatro columnas de color negro - cada una de ellas labrada en dorado con la misma simbología que describían los libros de Mistify - y que se perdían en la oscuridad, el techo parecía inalcanzable. En cada una de estas habitaciones hay cuatro puertas triangulares de marco dorado que conducen a lo que aparentemente son cuatro pasillos diferentes, todos ellos decorados con estrellas en el suelo y con el mismo formato que las salas: figuras estrelladas, picos y severas aristas - al igual que el salón en donde se encontraba la Malfoy – Podrías salir por uno de los corredores y acabar perfectamente en el mismo lugar por el que habías entrado. Nada debía darse por supuesto aquí. Ninguno de los visitantes podría ver a sus compañeros en la primera sala del templo, mas bien los reconocerían como algún tipo de entidad maligna a la que deberían destruir. Pero cuidado. Si los destruyes, tu alma sufrirá y quedará debilitada para sortear los obstáculos que podría haber en tu camino. Los seres no habitaban la pirámide y jamás habían sido vistos, por lo que describir su forma es imposible, pero las leyendas en torno a ellos son muchas y variadas. Conceden favores y el precio a pagar a veces puede ser demasiado alto. ***** - Han logrando entrar a la pirámide. – Mistify se removió inquieta. No era un buen momento para intrusos. – Y ya hemos elegido nuestro intercambio ¿aceptas el trato? - ¿De qué trato estamos hablando? – solo deseaba tener su varita mágica otra vez, se sentía desnuda sin ella. - Tu alma a cambio de la de uno de los intrusos – susurró la voz femenina. A Mistify se le erizó la piel, podía leer el placer en aquellas palabras. ¿Qué es lo que le causaba tanto placer si al fin y al cabo sería un intercambio de almas? ¿Porqué una de esas podría ser mejor que la suya para estas entidades? - ¿Quién sería la víctima? - ¿Aceptas o no? - No puedo aceptar algo sin saber a qué voy a enfrentarme. Carcajada otra vez. Las nieves volvieron a hacerse eco y un alud prácticamente cubrió la entrada a la montaña. - ¿Aceptas o no? – insistió. - Quiero saber quién es. ¿Qué tiene ese mago que no tenga yo? - ¿Celosa? – las cuatro voces rieron al unísono. – Es la última vez que vamos a preguntarlo, piensa muy bien lo que vas a responder. – hicieron una pausa - ¿Aceptas o no? ***** La próxima sala para los visitantes sería abrumadora. Verían una escena de su mayor anhelo, que intentaría tentarlos para que abandonen lo que están haciendo y se queden con ellos, en un mundo perfecto, para toda la eternidad.
  8. Mistify enarcó una ceja y no alcanzó a decir ni media palabra a la mujer antes de que desapareciera. No estaba allí para tomar una clase de Pociones, sino que quería presentarse como Directora de la nueva Universidad y además hacer un recorrido por el laberinto para decidir si la clase cumplía con las especificaciones que le habían dado a la profesora semanas atrás. Sin embargo se encontró con un libro de Pociones entre sus manos y rodeada de un grupo de bruja que prácticamente no tenía idea de lo que seguía a continuación. - Esto no es lo que esperaba – murmuró dándole un primer vistazo a la especie de manual avanzado de pociones y pensando que quizás no importaba que Heliké estuviera presente, podía hacer el recorrido por ella misma y así sacar sus propias conclusiones. Cerró el libro y aspiró profundo antes de hablar. - Parece que tendremos que hacer lo que podamos – una de las presentes ya estaba realizando un encantamiento sobre su varita para orientarse – Solo espero que no haya ningún lago enlodado – recordó para si misma lo que había pasado en la anterior clase de Artes Oscuras, en la que su túnica blanca había quedado del color gris de una piedra. Y estaba blanca otra vez. Impecable de pies a cabeza. Una túnica larga, de mangas amplias que casi rozaban el suelo y cuello alto. La cabellera lacia descendía sobre los hombros como tinta dorada y llegaba casi hasta la mitad de su espalda. Lo único oscuro en ella eran sus zapatos. Catherine terminó su conjuro. La varita osciló durante unos segundos hasta quedar rígida señalando en línea recta hacia el norte, tal cual lo había dicho la profesora. - Bueno, supongo que debemos entrar – cada una de las brujas se detuvo frente a una de las entradas. Ni bien Mistify dio un paso adelante, el laberinto cerró su abertura tras ella. La bruja suspiró y sacó su varita mágica de entre los pliegues de la túnica, sosteniendo con su otra mano el libro que le habían entregado, sin dejar de dedicarle miradas al entorno en búsqueda de lo que sería la primer prueba, según las indicaciones de Heliké.
  9. La invitación a acercase hacía efecto en los dos magos que habían logrado entrar. Uno de ellos había incluso roto la primer maldición, mientras que el segundo intentaba abrirse paso al interior, sin darse cuenta de que lo único que estaba logrando era bordear la estructura triangular en la justa dirección en que se encontraba Katara, aunque lo único que vería sería una forma casi humana envuelta en un sutil velo de luz recubierto por sombras que intentaban traspasarlo de forma incansable, sin lograrlo. Y ella, por supuesto, lo confundiría con una amenaza tangible cuando entrara en su rango de visión, algo que estaría a su acecho y que debería eliminar. ***** - Intrusos – resonó la voz masculina a espaldas de Mistify que se volvió en dirección a aquellas voces, aunque ya sabía que era en vano. No podía verlos. - Dos dentro, cinco afuera. Aunque uno está fuera de nuestro alcance por el momento – parecían haberse olvidado de ella, pero no fue asi – Quizás tengas suerte y podamos hacer el intercambio antes de lo que crees. – ahora era la mujer la que hablaba y se dirigía a la bruja. Mistify no respondió. No tenía su varita y aunque podría hacer hechizos sin utilizarla, quizás no fueran tan poderosos como para hacer frente a aquellas entidades. ¿Acaso alguien les hizo frente alguna vez? ¿O solo dejaron que hicieran y deshicieran a su antojo? Tendrían que tener alguna debilidad o quizás algo que los hiciera fuertes. Era evidente que la medida de magia que podía sentirse en el lugar era infinita, ni siquiera podía llegar a imaginar lo que pasaría si alguien absorbiera semejante cantidad. No creía posible que un solo mago o bruja pudiera hacerlo sin literalmente explotar en el intento. ¿Dónde diablos se había metido Jazil con su varita? - Quizás podamos hacer algo al respecto - ¿Podría engañarlos? Si lograba encontrar alguna debilidad en su armadura. A veces, los aspectos más peligrosos de una maldición, resultan ser su debilidad. El arte está en disfrazarla como punto fuerte. ¿Cuál era?. Su cuerpo tembló y notó que estaba vestida con lo que había quedado de su túnica blanca. Bufó. Odiaba estar sucia. *****- En el exterior el viento se intensificó y comenzó a aullar como si tuviera vida propia y el hielo pareció responder y tembló sobre la montaña como si se hiciera eco de alguna carcajada.
  10. En lugar de Transformaciones haré Pociones entonces. Nick: Mistify Malfoy ID: 29991 Conocimiento: Pociones. Nivel de Magia: 19 Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78527 Ficha :http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78280
  11. Oscuridad completa. Eso era lo que encontrarían los magos que se aventuraran a aquellos lejanos lugares. El templo estaba emplazado en el interior de una de las majestuosas montañas de la Cordillera del Himalaya. Claro que esto no era fácil de distinguir estando en el interior, a menos que el intenso frío actuara de eficaz método de localización. La edificación en forma de pirámide, parecía construida en una sola pieza, no había grietas y a simple vista tmpoco tenía entrada. Era tan solo un enorme trozo de roca oscura justo en el centro de otro trozo de roja más enorme todavía: el Nanga Parbat. Uno de los cerros más altos del mundo y que los muggles intentan escalar con frecuencia, terminando la mayoría de estas incursiones en sangre y muerte. Pero lo que a un mago llamaría la atención es la cantidad de magia fluyendo por el lugar producto de la abundancia de almas mágicas que los magos gitanos habían capturado y retenido prisioneras con el correr de los siglos. Oscuridad completa. ¿Qué hacer? Tan solo podrían escuchar sus voces. Aquello no era simple polvo peruano u oscuridad debido a la ausencia de luz. Era otra cosa. Algo que podía percibirse a través de la piel, casi tangible, que te atrapaba y te obligaba a seguir indefectiblemente hacia la construcción. La sensación de manos invisibles que te acariciaban y de las que sabías que debías cuidarte pero aún así, su atracción era demasiado fuerte para resistirse. ***** Mistify escaló las rocas hasta llegar a la superficie. Estaba cansada pero no podía permitirse desistir. - ¿Cuál es el precio? ¿Qué más debo pagar? - La carcajada febril de la mujer se dejó escuchar nuevamente erizando la piel de la Malfoy.. Dos más se hicieron eco de la primera llenando el vacío de la estancia triangular. - Una deberá quedarse como forma de pago, para que otra pueda ser liberada – respondieron al unísono, como si aquello lo hubieran repetido cientos, miles de veces. La bruja titubeó. Era más de lo que había pensado. - Es demasiado – - Acaso la bruja asesina de muggles y magos, la que no le temía a nada, la que antepuso su bienestar personal a los intereses de su propia familia – la voz masculina parecía deleitarse con cada palabra. Quizás era por el sufrimiento que con ellas causaba a la mujer – ¿Es que acaso la antigua líder mortífaga nos está diciendo que no puede matar? ¿Qué matar es demasiado? - Eso no es asesinar, es algo mucho peor. Es sentenciar a alguien a sufrir constantemente con cada acto malvado que realice y a recordarlos una y otra vez. Es condenarlo a tener un agujero oscuro en el exacto lugar en donde debería estar su alma. Un agujero que intentaría llenar con cualquier cosa que estuviera bajo su mano hacer, pero que no lo lograría jamás. Con nada. - Ya sabes el precio. No regreses si no es con eso. La bruja se quedó ahí parada, observando las paredes desnudas. ¿Dónde estaba el maldito pájaro? - ¡Jazil! ¡Maldito pajarraco inútil, vuelve aquí!. – Giró su cuerpo hacia el lugar desde donde pensaba que había entrado para ahora emprender la salida, si es que la había. No sabía con certeza lo que haría. La balanza entre lo que debía hacer y lo que querría hacer no estaba tan desbalanceada. Al menos no a su parecer. ¿Qué pesaría más?
  12. El ave graznó y el sonido se extendió por el salón de clase, amplificado. Malditos magos ¿Acaso no se daban cuenta que no estaba ahí para jugar? ¿O alguna otra vez habían visto a un pájaro sosteniendo una varita mágica y atravesando paredes? Se sintió ofendido. Sin soltar la varita de entre sus garras voló hacia el escritorio abarrotado de libros, mas de uno de ellos rezaba la palabra “maldiciones” en su portada, sin contar los escritos en otros idiomas. Mistify había estado leyendo de ellos y partió hacia aquel lugar. Recordaba un mapa asiático y una serie de jeroglíficos que bien podrían haber sido egipcios pero el texto les daba origen en el pueblo romaní. Gitanos. Nada relacionado con aquella casta de magos podía ser bueno. Jazil no había estado conforme con la decisión de su Ama, pero no había forma de detenerla cuando ella la tomaba. Empujó aquel libro con el pico intentando llamar la atención de aquellos tres magos. Estaba marcado en varios lugares ¿Se darían cuenta o tendría que ser más específico? Quizás debería ir a buscar ayuda a otra parte, esos tres no parecían demasiado lúcidos. (XD) El objeto cayó el piso y el ave decidió que buscar mas ayuda no estaría de mas. Quizás Mackenzie, aunque Mistify le retorcería el pescuezo si se entereba. Pero, la bruja rubia estaba en peligro y si ella lo estaba… mejor no pensar en las consecuencias que podría acarrearle a él si moría. “Existen pruebas concretas de que el pueblo romaní o gitano ha sido responsable por la desaparición de los clavos de Cristo, motivo por el cuál han sido condenados a errar por el mundo, recolectando las almas de aquellos a quiénes les proveían algún servicio o favor. Si el servicio o favor no era devuelto el alma quedaba maldita para toda la eternidad, condenando al cuerpo del que había sido extraída en una continua búsqueda de lo que se le ha arrebatado. Se dice que la persona maldecida de esta manera es de naturaleza maligna, pero con continuos destellos de humanidad, provenientes de su alma en pena.” A continuación había un mapa que describía el lugar de origen del pueblo nómade, ubicado en Asia, entre las actuales fronteras de India y Pakistán. Un punto marcado justo al medio de esas fronteras había sido remarcado con un círculo en tinta roja y en pulcra caligraría decía “ Templo” y al borde varias acotaciones con la misma letra estilizada “¿Las almas recolectadas van aquí? ¿Hay forma de recuperarlas? “. Más abajo los párrafos seguían explicando acerca de maldiciones gitanas y alguien había subrayado con tinta idéntica a la anterior: “deberán pasar pruebas para llegar al interior” y "la fuerza de voluntad del mago es mejor que cualquier hechizo o encantamiento". Una flecha hacia el borde que volvía a escribir: “ ¿Romper maldiciones?”. Jazil atravesó nuevamente las paredes y desapareció en el exterior del Ateneo.
  13. http://i.imgur.com/wMLlrWb.png El pájaro graznó y se lanzó hacia una varita que caía para luego sostenerla con sus patas, el sonido retumbó en la lejana oscuridad duplicándose hasta el infinito. - ¡Jazel! ¡Busca ayuda! – Era negro y su cuello era demasiado largo y delgado para sostener semejante pico, pero aquello no le impedía volar de una manera grácil formando un círculo en torno a la bruja. Cuando el primer eco se detuvo, volvió a lanzar el mismo graznido cavernoso. Los ojos oscuros del animal no dejaban de observarla, imposibilitado de brindarle ningún tipo de ayuda. - ¡Vete ya! – le gritó ella. Jazel la miró por última vez y pareció decidirse, las alas batieron con fuerza y el animal se transformó en un borrón de sombras antes de embestir las paredes de roca y atravesarlas. ***** Mistify Malfoy descendía en aquel momento por un túnel demasiado pequeño. Las rocas que conformaban las paredes arañaban su vestimenta blanca, incluso alguna había penetrando hasta la piel de sus brazos dejándole largos arañazos desde donde hilillos de sangre descendían hasta manchar la túnica desgarrada. Aún así mantenía la varita en alto, arrojando un destello intermitente de luz blanquecina iluminando el sector en el que se encontraba. No había contabilizado el tiempo que llevaba en aquella empresa, pero sabía que era demasiado. ¿Demasiado para qué? ¿Acaso había demasiado tiempo empeñado en buscar aquella parte esencial de sí misma que le había sido arrebatada? Sabía que tenía que volver. Pero faltaba tan poco. Se convenció a sí misma que aún le quedaba tiempo y que podía darse el lujo de llegar tarde a la cita que tenía en el Ateneo. Quizás, solo quizás, podría volver siendo alguien más, sin aquella maldición que pesaba sobre ella, y el agujero oscuro que parecía tener en medio de su pecho se cerraría para siempre al encontrar su alma. ¿Tendrían ellos la respuesta que buscaba? Solo existía una forma de averiguarlo. Había buscado a través del tiempo y del espacio y en cada una de las oportunidades que se presentó en su camino. Había resignado poder, posición social e incluso su familia. No podía ser que todo hubiera sido en vano. El túnel parecía ensancharse ahora, puesto que ya no sentía las rocas presionar contra la piel erizada por el frío. Su cuerpo tembló con violencia cuando apoyó la mano izquierda en una de las paredes y cayó rodando hacia delante cuando la misma se movió sin previo aviso dejando a la mujer en el centro mismo de una estancia triangular. Había caído de rodillas y la varita mágica se deslizó de sus manos rodando unos metros por delante de ella. Apoyó ambas manos en el piso. La cabellera rubia, completamente desgreñada arrastrando el piso conformado por piedras negras, cada una de ellas cortada en forma de estrellas, unidas por triángulos un poco más claros. Alzó su rostro. La mirada esmeralda recorrió el lugar rápidamente y se centró en su varita. - ¿Te atreves a molestar a los muertos? – la voz gruesa retumbó en el lugar. La iluminación era escasa y no parecía provenir de ningún lado en particular. - No estás tan muerto si puedes hablar – respondió ella incorporándose. La túnica otrora de una blancura inmaculada, lucía sucia y rota. – Quiero lo que me pertenece por derecho. – habló hacia delante, aunque no tenía idea de donde provenían las voces. Una carcajada de mujer la estremeció. - Nunca fue tuya, te fue arrebatada aún antes de nacer – esta vez una voz femenina respondió. – Tu padre no cumplió su parte del trato, la perdió. – - ¡No era de él para perderla! – había desesperación en el tono de voz de Mistify - Tiene que haber una manera de recuperarla – Hubo una pausa, como si quienes hablaban estuvieran considerando aquella opción. - Haré cualquier cosa… - susurró la Malfoy. En aquel momento lo que parecía un haz de tinieblas atravesó una de las paredes hasta detenerse en el hombro de la bruja. Era un ave. Ella pareció reconfortada al verla y avanzó unos metros para recuperar su varita mágica. - Hay una manera – le respondieron finalmente – Alguien deberá perder la suya y tomar tu lugar. - ¿Cómo? - La carcajada volvió a adueñarse del silencio y una fosa se abrió bajo los pies de la mujer. La varita cayó y lo único que pudo hacer fue dejarse caer ella también unos metros para luego aferrarse a una saliente. - ¿Cuál es la manera? ***** En el aula de Conocimientos del Ateneo el grupo de alumnos que Mistify había citado ya se encontraba presente. Grande fue su sorpresa al notar que la bruja no se presentaba y que en su lugar un pájaro negro como las tinieblas parecía solicitar que lo acompañasen. Sostenía una varita mágica entre sus afiladas garras.
  14. Mistify solo prestó atención al resto cuando la luz hubo desaparecido. - Pensé que sería más explícito - suspiró. Encontrar el alma de una persona era una tarea dificil, por no decir imposible. Nadie sabia en qué lugar exacto del cuerpo se localizaba, pero una vez extraída ya nunca se había logrado que vuelva a su lugar. La persona se volvía insensible y eran pocas las situaciones que podían lograr alguna emoción en ellas. Los gritos enardecidos de Rov la sacaron de sus pensamientos. - ¿Acaso no es obvio? - Juve parecía disfrutar lo que estaba sucediendo. La mortífaga era insaciable en todo lo que de sufrimiento tratara. Ávida de más, como si se alimentara de ello. Curioso. Mistify anotó mentalmente aquella situación,. - Se ha llevado tu alma, supongo que la retornará si logras encontrar la que busca. - alzó los hombros despreocupada - Si tu siguiente discurso es para preguntarme si tengo alguna idea de cómo hacerlo, te adelanto que no - sus ojos brillaron peligrosamente - Y no se te ocurra volver a dirigirme la palabra de esa manera, o será lo último que digas. La amenaza era casi tangible. En el estado de desorientación en el que estaba el mago, difícilmente podría haberse defendido a tiempo si ella decidía atacarlo. Aunque estaba claro que la maldición que comenzaba a pesar sobre él a partir de ahora, sería mucho mejor castigo que la muerte. Lo sabía muy bien. Jazil se posó en el hombro de la bruja rubia. Sus garras se aferraron de la carne de la mujer y lanzó un graznido amenazante. - Creo que la clase ha terminado - de alguna manera habían vuelto a la actualidad. La construcción volvió a edificarse en torno a los hechiceros con la misma rapidez que antes habían llegado a los cimientos. La bruja rodeó el escritorio y volvió a sentarse en la silla de un principio en companía de aquella extraña ave. Casi se diría que estaba decepcionada. Lo había intentado y otra vez había fracasado. Pero siempre habría otra oportunidad y quizás fuera en la siguiente clase que estaba a punto de comenzar. - Lo siento, pero no puedo continuar con ustedes, un nuevo grupo viene hacia aquí -
  15. - Ascendio - El agua completamente negra se había cerrado en torno a la bruja a medida que descendía al fondo del estanque. ¿Qué había pasado por la cabeza de Juve al hacerla sumergirse en ese lugar enlodado? ¿Acaso había algo más sucio que aquello? El hechizo surtió rápido efecto y su cuerpo salió despedido hacia arriba para caer desplomado junto a Elvis que en ese momento hacía lo propio colgado de una soga. Se puso de pie rápidamente. Chorreaba agua negruzca por todos lados. La túnica antes inmaculadamente blanca ahora era gris y el cabello rubio de la mujer se reunía en mechones mojados. Apretó los labios hasta que no fueron más que una línea dibujada en su cara. ¡Estaba sucia! ¡Completamente mojada! Inmersa en en su enfado no se percató de que los dementores comenzaron a rodearlos hasta que la luz plateada del patronus de su compañero los ahuyentó. No se le ocurrió preguntarse hasta ese momento qué haría un dementor con una persona sin alma. Ya lo intentaría. Recorrió con su mirada la escena y se detuvo en el agua que se escurría desde la tela de su vestimenta, a través de su varita y la mano, para luego caer al suelo formando pequeños charcos. Se mordió la lengua antes de decir algo, la clase había servido en parte y tenía que estarle agradecida a aquella mujer por los recuerdos que trajo a su mente esa misma noche. - Gracias - Le dijo a Elvis recuperando la compostura. Los aulllidos que antes eran lejanos parecían sonar más cerca del lugar en el que estaban. Enderezó su cuerpo buscando en las penumbras, entre las lápidas y en el bosque lejano. Su varita emitía un silbido mientras ella la pasaba sobre la túnica y el cabello que comenzaba a secarse. Parecía aire caliente. - No creo que atraer licántropos sea una buena idea - Obviamente la afirmación iba dirigida a la profesora. - ¿Hay que matarlos? - preguntó aquello como quien lo hace por el estado del tiempo. No había preocupación en su tono de voz mas bien parecía ser aburrimiento. - Es que son tan... - buscó la palabra por un segundo antes de encontrarla - ... encantadores. - Bajó su varita. Estaba seca otra vez, aunque completamente desaliñada y lo sabía. Comenzaba a incomodarle la situación. No la del inminente peligro que podría acecharles sino la de estar en tan mal estado. La oscuridad solo podía estar en su interior. El siguiente aullido fue demasiado cerca. Un par de ojosde pupilas pequeñas pero encendidas los observaba desde detrás de la lápida más cercana. No atacaba, quizás porque se veía superado en número y esperaba al resto de la manada. Eran hombres lobos, no estú.pidos. Mistify le devolvió la mirada. Si había que matarlos para superar la asignatura, que así fuera. Y alzó su varita...
  16. Mistify se irguió y Jazel se posó nuevamente sobre sus hombros. Aquel mago le llamaba la atención. No se dejaba engatuzar con palabreríos ni tampoco se sorprendía ante el alarde de Artes Oscuras de la Malfoy de ojos azules. - Aprendes, sin necesidad de que te lo enseñe - la mirada esmeralda de Mistify se detuvo en lo sucio de sus ropajes, su varita se movió volviendo inmaculada su prenda de vestir nuevamente. No le gustaba la suciedad. - Al menos pareces saber que no hay que tocar objetos malditos, aunque si no lo tocas... ¿cómo vamos a aprender? - el hombre frente a Rov extendía su mano hacia el mago intentando darle lo que le habían pedido. - Tómelo usted señor - jadeó dejando caer su cabeza sobre uno de los hombros - Sé que estará en buenas manos - el brazo le temblaba y jirones de piel ensangrentaba colgaban al igual que sus harapos. El pájaro graznó complacido. El punto entre los ojos del monje brilló de un naranja brillante y se puso de pie como si el sufrimiento ya no fuera parte de él - Es suyo. Apoyó el diamante en el pecho de Rov. Mistify dió un paso adelante intentando detenerlo, pero todo parecía suceder en cámara lenta. Como si el tiempo que se habían empeñado en desdeñar comenzara a cobrarse su precio. Viento. El muggle comenzó a descamarse delante de los magos. Una capa de piel tras otra. No gritó. Tan solo sostenía impasible el diamante maldito en su lugar, pegado a la carne desnuda del joven mago. Hasta que solo quedaron los huesos que se tornaron amarillentos mientras en torno al pequeño grupo comenzaba a edificarse una construcción. Solo cuando los huesos se convirtieron en polvo la piedra azul cayó al piso. Y solo entonces todos pudieron moverse con normalidad. El diamante arrojaba destellos azulados y del centro surgió un haz de luz brillante que subió hasta el cielo. El viento cesó. - Han molestado a los dioses - la voz dulce resonó en la estancia - La muerte los perseguirá si no dan descanso a su alma. Malditos ustedes, su familia y su descendencia si así no lo hiciesen - - ¿Hay forma de encontrar un alma? - la bruja dió un paso adelante. La túnica blanca tomó el mismo color que la piedra al acercarse. No tenía miedo. Su expresión era de plena curiosidad. Encontrar la esencia de una persona, el alma. ¿sería posible? Si lo fuera, quizás ella tenía una oportunidad de hallar lo que alguna vez le quitaran.
  17. ¿Le había llamado bonita? Aquello la desconcertó por completo, tanto que olvidó lo que había escuchado y se volvió presa de la furia hacia la profesora, quién comenzaba con su próxima demostración. ¿Quién se había creído aquel novato para llamarla de esa manera? La varita mágica aún seguía en su mano derecha, tan apretada que los nudillos se emblanquecían cada vez más y las uñas se incrustaban en la piel. Sin embargo su rostro había vuelto a ser aquella máscara pétrea que el mundo mágico conoció muy bien tiempo atrás. La varita se movió y aunque sus labios no pronunciaron palabra alguna la mancha que la había molestado desapareció por completo. ¿Qué estaba diciendo Juve? ¿Maldiciones imperdonables? ¿Daño? ¿Castigo? No creía que supiera lo que es el sufrimiento, una de aquellas maldiciones tan conocidas ni siquiera se acercaba al tormento al que había sido condenada tiempo atrás. Escuchó las palabras que activaban el maleficio, pero siguió inmutable, como si todo lo que pasaba a su alrededor le sucediera a alguien más. Estaba tan enfadada con el muchacho. Su mano derecha tembló ligeramente. ¿En verdad estaba enfadada con él o era con otra persona? Los ojos esmeraldas se detuvieron en el cuerpo retorcido del muchacho víctima de Juve. No, no era con él. Era con… ¿con quién? La carcajada resonó en su mente, un hilillo de sangre descendió por su varita lentamente. - Ben küfür– susurró levantándola hacia Elvis. No hubo rayo alguno, pero el mago quedó petrificado frente a ella. Aquel maleficio no le provocaría dolor físico, pero las consecuencias de lo que haría a continuación quedaría grabado en el alma del hombre para siempre.– Haz lo que te dice de una vez – Fue una orden para Elvis y no tenía ninguna posibilidad de resistirse, ella lo sabía muy bien.
  18. - La diosa Sita – murmuró Mistify ante la pregunta de uno de sus alumnos mientras seguía caminando. – El templo está cerca – usaba su varita mágica como si fuera una espada y de la misma manera el intrincado laberinto de ramas y enormes hojas verdes brillantes cedían a su paso. Jazil aleteó frente a su ama. El graznido del pájaro resonó en el bosque y la bruja se detuvo haciéndole una señal a sus acompañantes para que hicieran lo mismo. Ella pareció entenderlo y el animal se esfumó hacia la derecha atravesándolo todo como si estuviese conformado por humo oscuro. - Supongo que llegamos tarde a pesar de todo. Pero aún podemos recuperarlo – señaló en la dirección en la que se había alejado su mascota – Quiere que lo sigamos, alguien lo tiene en su poder. Aceleraron el paso. Muy pronto un arroyo serpenteante y de aguas cristalinas se abrió paso frente al reducido grupo. Un grito se oyó unos metros río abajo y los cuatro se apresuraron hacia allí. Mistify tenía la túnica embarrada hasta casi la rodilla y aquello evidentemente la ofuscaba porque ahora intentaba caminar por sobre las salientes de las rocas que bordeaban el agua como si temiera que la mancha parda que subía por su túnica se acentuara aún más. El monje estaba vestido casi con harapos y llevaba una bolsa de tela marrón sujeta al improvisado cinturón realizado con sogas. Un punto brillante, que no era sangre, se podía ver claramente a mitad de su frente. - ¡Quítenmelo de encima! – gritó cuando se percató de la presencia de los magos. - ¡Es un demonio de la oscuridad! ¡Él quiere recuperar su regalo a cualquier precio! – Jazil arremetía a picotazos en contra del sacerdote hindú, los ojos nuevamente como dos braseros ardientes. La bruja entornó la mirada hacia la bolsa y lanzó un hechizo para que el hombre los entendiera. - ¿Tienes la piedra azul? – le preguntó. El ave se lanzó nuevamente hacia el muggle arrancando de un picotazo un trozo del brazo que intentó poner para defenderse por lo que aulló de dolor. - Por favor… ayuda. - suplicó con lágrimas de sangre en sus ojos - Rama lo busca.... Ravana lo maldijo... - se detuvo para tomar aliento - Si cae en malas manos.... magia.... poder sin límites... - - ¿La tienes? – la bruja esperaba que ninguno de sus alumnos lo ayudara. Conocía a Juve, si era una Malfoy no iba a detenerlo, muy por el contrario, seguramente estaría encantada con lo que sucedía frente a sus ojos. La otra era una jovencita que no conocía, pero al parecer era protegida de Juve y por tanto, tendría los mismos intereses que la bruja de ojos celestes. Pero ¿qué pasaba con Rov? No había tenido tiempo de averiguar acerca del tercer mago, esperaba que no fuera uno de esos amantes de la luz. Al final, tenía un cincuenta por ciento de posibilidades de que él tampoco se entrometiera a salvar a nadie. Correría el riesgo.
  19. Hola. Dejo mi inscripción para las clases del mes de Marzo. Nick: Mistify Malfoy ID: 29991 Conocimiento: Transformaciones. Nivel de Magia: 19 Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78527 Ficha :http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78280
  20. Una niña se balanceaba de un columpio colgado de un frondoso árbol. El cabello rubio arrojaba destellos luminosos cada vez que se alzaba y el sol se reflejaba en ellos. La sonrisa brillante y los claros ojos esmeraldas envueltos por un rostro angelical. Era un día perfecto. Sombras. La niña detuvo el columpio. La mañana se transformó en noche oscura y la risa cantarina de la jovencita en un agudo grito. Largo y oscuro como las frías noches de invierno. - ¡No! ¡Déjala en paz! La súplica de un hombre intentó partir la oscuridad sin lograrlo. - ¡Es solo una niña! La carcajada se extendió envolviendo incluso a la oscuridad aterradora. Llevándose con ella los ecos de aquel grito infantil. - ¡Noooo! – Mistify abrió su mano y el recipiente cayó a sus pies. Prácticamente vacío. Fue entonces que se dio cuenta de que había gritado. ¿Cómo había sucedido? ¿Eso eran recuerdos? ¿De quién? Su mirada se detuvo en el borde de la túnica blanca, se había manchado al ser salpicado por el escaso líquido que había quedado en el cuenco. Se acuclilló y tomó el borde de la tela entre sus manos intentando limpiarla. No podía estar sucio. No debía. Los nudillos se enrojecieron y su respiración comenzó a acelerarse. Aún podía escuchar el grito de la niña ahogado por la carcajada de esa mujer. ¿Su grito? ¿Porqué no salía la mancha? Aumentó la fricción convencida de que lograría quitarla. Ya había demasiada oscuridad en ella misma. Debía estar blanco. Continuó arremetiendo contra la tela hasta arrugarla completamente. La suciedad continuaba allí, como desafiándola, incitándola a que la hiciera desaparecer. - Un vacío. Oscuridad en donde debiera estar su alma – la voz salió por detrás de la bruja. Tan conocida y a la vez tan extraña. - ¿Qué has dicho? – la Malfoy se puso de pie. Lívida. El rostro siempre impasible había perdido todo rastro de su habitual indiferencia. Alzaba su varita por delante de ella apuntando a Aaron que por su parte estaba a punto de elegir su propio cuenco.
  21. Jazil permaneció inmóvil sobre los libros, aunque sus ojos oscuros observaban con profundidad a los recién llegados, al igual que lo hacía Mistify Malfoy. No dijo nada, tan solo se puso de pie y rodeó el escritorio en dirección a sus alumnos. Evidentemente habían sorteado el obstáculo en la entrada por lo que suponía tenían en claro las maldiciones básicas y las contramaldiciones que las obstaculizaban o bien, terminaban con sus resultados. Estaban listos. - Durante estos años he adquirido conocimientos que muchos magos ni siquiera alcanzan a vislumbrar – dijo apoyándose sobre el escritorio. El pájaro estiró su largo cuello hasta que el prominente pico alcanzó las mangas de la túnica, como incitándola a que no hable más – Ser Malfoy siempre ha sido una ventaja, en muchos sentidos. El poder abre puertas que de otro modo no alcanzaríamos ni a tocar – Jazil desplegó las alas apagando las velas, dejando a la habitación alumbrada con los pocos rayos solares que aún se colaban entre las nubes, cada vez más espesas. A ella no pareció importarle eso, ni que el animal se hubiera colocado nuevamente sobre su hombro derecho. - En esta ocasión quisiera enseñarles sobre maldiciones antiguas. – continuó – Quisiera que me acompañen y saquen sus conclusiones – acarició el pico de su mascota cuando ésta graznó con impaciencia – Quisiera incluso que me ayuden a resolver una de las maldiciones que a los muggles tiene en vilo desde hace muchísimos años y que hace incluso que zozobren sus propias creencias. La recompensa… ¿Qué mayor recompensa que el conocimiento mismo? Claro estaba que había mucho más que eso. Probablemente alguno moriría en el intento o algo peor, pero no sería ella y eso era lo que importaba al final. Jazil desplegó sus alas nuevamente. Los ojos hasta ahora negros parecían dos brasas ardientes. Comenzó a volar en torno a los tres magos y la habitación comenzó a rotar en sentido contrario. Pudieron ver gente saliendo y entrando a toda velocidad. El mobiliario cambiaba, aparecía y desaparecía. De pronto el cielorraso no estuvo más y las paredes fueron descontruyéndose hasta llegar a sus cimientos. Segundos después no había mas que bosque a su alrededor. El sol se ponía y volvía a salir en cuestión de milésimas, luego en segundos y cada vez mas lento hasta que se detuvo al igual que el animal, nuevamente sobre la Malfoy. Solo entonces ella volvió a hablar. A lo lejos se oía el eco de palas y picos al ser usados sobre la roca. - Estamos en la Antigua India. A pocos metros de aquí se erige un templo en honor a cierta diosa. Lo importante no es ella, sino el diamante que han utilizado para adornarlo. Se dice que es el mismo que el esposo de esta diosa le regaló luego de que ella saliera del fuego. Un ritual que demostró que le había sido fiel en todo sentido – suspiró algo hastiada. La bruja se puso en movimiento, como si supiera la localización exacta del templo. Alzó su varita y con un movimiento cortante hizo que las enormes hojas que le impedían el paso se partieran en dos con facilidad, tal y como si un cuchillo caliente hubiera atravesado un trozo de mantequilla. El sonido que antes se oía con claridad comenzó a amortiguarse, se estaban alejando. – Es una historia larga, lo importante es que ese diamante azul ha traído muerte y desdicha a cada uno de sus poseedores. Está maldito. Pero aún no lo ha tocado ningún muggle. Según lo que he averiguado, aún no lo encuentran. Quizás podamos ahorrarles el trabajo y llevárnoslo, aunque antes deberemos tomar recaudos. No queremos ser nosotros los malditos después de todo ¿no? – sonrió abiertamente. Todo aquello le parecía divertido y al finalizar la travesía podría agregar una joya más a la ya abultada colección de los Malfoy´s, aunque sabía que su hija Mackenzie tendría unas cuantas cosas para decirle acerca de modificar el transcurso del tiempo y sus posibles repercusiones en la actualidad. No importaba, ya se solucionaría el problema una vez detectado. Y continuó a través de la densa enramada con sus alumnos por detrás.
  22. Conocía aquel lugar como la palma de su mano. Tantas veces lo había visitado intentando descubrir los secretos ocultos en la Mansión Riddle del que cientos de veces hablaban sus allegados en reuniones familiares, que era como estar en los terrenos de su propia casa. Mistify observaba cada uno de los objetos frente a ella con evidente interés mientras escuchaba lo que acotaba la bruja frente a ella. Los había visto muchas veces y por ello no le sorprendieron, pero su atención se la llevó el grupo de frascos, en especial uno en cuyo interior se arremolinaba lo que parecía ser humo embotellado y giraba con violencia como si supiera que estaba atrapado y quisiera salir de su prisión. Alzó su mirada hacia quién sería su docente esperando a que terminara de hablar para lanzar su primer pregunta. - Nunca subestimes el poder de los libros, hay mucho más en su interior de lo que puedas imaginar, si sabes donde buscar – la túnica blanca se arremolinó en torno a la figura de la mujer debido a la brisa repentina. Le sonrió a Juve, no quería importunarla, pero es que ella había descubierto demasiado en viejos libros llenos de polvo oculto en las mazmorras malditas de la Mansión Malfoy. Sin embargo cambió bruscamente de tema y señaló con su mano derecha al objeto que antes había estado observando - ¿Qué es eso? – Era evidente la curiosidad de Mistify, no le gustaban demasiado las sorpresas y esa cosa parecía a punto de salirse de control. Se acercó a la mesa que momentos antes Juve había convocado. Las amplias mangas rozaron el césped que olía como a recién cortado, aunque podría asegurar que su profesora no habría realizado aquel trabajo ni aunque le dejaran matar a cien muggles. El cabello rubio caía en picada por sus hombros hasta la mitad de su espalda como un río de tinta dorada y Mistify jugueteaba con un mechón al igual que una quinceañera. Ella no lo notaba, pero era un gesto que irremediablemente afloraba en la bruja, cada vez que estaba interesada en algo. A su lado, el resto de oyentes parecía inmerso en sus propias divagaciones en cuanto a lo que acababa de decir su profesora. Sin embargo, ella no necesitaba matar o empaparse de nada, lo oscuro formaba parte de su ser desde que tenía memoria, un designio quizás involuntario que acabaría llevándola a la muerte y lo sabía. Solo que no todavía. Quizás por eso siempre vestía de blanco.
  23. http://i.imgur.com/wMLlrWb.png El pájaro era completamente negro y de cuello largo como el de un flamenco, con un pico demasiado grande y afilado para su cabeza y sin embargo volaba con gracilidad. Era hermoso, a su manera. Recogió sus alas en el justo momento en el que se posaba en el hombro derecho de una bruja alta, de cabellera rubia, vestida con una túnica blanca cuyas anchas mangas de borde dibujado en hilos plateados casi rozaba el piso del salón de clase. Afuera las nubes grises se arremolinaban en un cielo cada vez más cubierto. Quizás por ello aquella extraña ave había regresado, traspasando el cristal de la ventana como si no hubiese estado allí, para llegar hasta su Ama. Mistify Malfoy parecía estar inmersa en la lectura de unos libros cuyas hojas estaban ajadas y amarillentas. La escritura era de trazos elegantes, pero algo apretada y en algunos lugares se había desdibujado por el paso del tiempo hasta transformarse en un borrón de tinta entre negro y amarronado. Alzó su mirada en cuanto sintió el peso de animal en su hombro. Los ojos oscuros del pájaro se encontraron por unos segundos con los esmeraldas de la Malfoy y parecieron entenderse. Como si supieran qué quería o pensaba el otro con tan solo esa mirada. - Jazil – estiró su brazo opuesto para acariciar el pico del animal que se dejó hacer - ¿Ya te has dado algún festín? Dicen que en la Potter Black hay gran variedad de elfos domésticos que te podrían satisfacer o quizás podrías visitar el Ministerio de Magia y quedarte con un par de las criaturas extrañas que deambulan por ahí. – Mistify se preguntó qué gusto podría tener uno de esos globos parlantes. El ave graznó como si le hubiera entendido y sus ojos centellearon, pensando quizás en la probabilidad de acercarse a alguno de esos lugares que su Ama mencionaba. No había mucho en aquel salón. Las paredes de piedras cuidadosamente intercaladas, desnudas de tal modo que solo los dos ventanales le quitaban un poco la monotonía al lugar. Unas cuantas banquetas desgastadas, de esas que se usan en los bares, rodeaban un escritorio construido de la misma madera oscura. Tan abarrotado estaba de libros que las velas que iluminaban la escena estaban apoyadas sobre algunos de ellos y la cera se desparramaba ensuciándolos y no es que a la Malfoy le importara demasiado, ya se ocuparía algún elfo de ponerlos en condiciones nuevamente. Después de todo lo interesante estaba en el interior, la portada no era mas que eso, una portada que poco podía decir del contenido. - Tendremos compañía en un rato, Jazil – el pájaro le contestó con otro graznido – No puedes comértelos – sonrió – son alumnos del Ateneo, hay unas cuántas cosas que debo enseñarles – por tercera vez dejó salir ese sonido casi cavernoso, como si alguien intentara gritar y algo se les hubiera quedado atorado en la garganta – No, no es una obligación – pareció responderle ella – es solo que hay cosas que los magos deben saber, que no deben de perderse en la nada. Jazil batió sus alas, parecía ofendido. Mistify movió su hombro y el pájaro dio un salto hasta colocarse al lado de una de las velas y se quedó inmóvil. La luz amarilla hacia que el animal pareciera momificado. Hacía unos días, Chávez, el elfo doméstico de los Malfoy, se había encargado de hacerles saber a sus alumnos que debían de conocer las maldiciones básicas, ella no iba a enseñarles imperdonables, para eso todos habían cursado sus clases en la Academia. Esto era un nivel superior. Y se quedó allí, sentada tras el escritorio abarrotado a la luz oscilante de las velas, recorriendo con el dedo un párrafo en especial de aquel libro. Iba y volvía sobre lo mismo, dos palabras eran ilegibles y la bruja parecía tener en mente lograr leerlas a pesar de todo. Alzó la vista en cuanto escuchó ruidos en la puerta. Enarcó una ceja y esperó a que entrara el primero. Tan solo atravesar el umbral de la puerta haría caer sobre ellos una maldición básica de las tantas que habían estudiado en su momento. Veríamos si eran capaces de resolverlas.
  24. Hola! Me encantaría dar Clases de Conocimientos! Nick: Mistify Malfoy Conocimiento que quiere dar: Conocmiento de Maldiciones Motivo: La Academia siempre fue mi lugar favorito en el foro y me gustaría volver por aquí. Cargos y responsabilidades desempeñadas con anterioridad y actualmente en el foro: Con anterioridad son muchos, supongo que los más importanets son los de Moderadora Global, Directora de la vieja Academia y Líder Mortífaga. Actualmente no tengo responsabilidades en el foro, puesto que he vuelto a las andadas hace poco mas de un mes xD Estado del plan de estudio: Enviado . Gracias!
  25. Nick: Mistify Malfoy ID: 29991 Conocimiento: Artes Oscuras Nivel de Magia: 19 Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78527 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78280 Gracias

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