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Avril Malfoy

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Mensajes publicados por Avril Malfoy

  1. Infló un poco su pecho y sintió algo de orgullo, mezclado con satisfacción. ¿Cuánto hacía que la Malfoy no recibía un cumplido? Tanto que había olvidado que le gustaban…agradeció internamente. Tal vez al finalizar la clase podría decirselo en la cara aunque lo de mostrar sus sensaciones no era su fuerte.

     

    Esbozó una especie de sonrisa, la mejor que ella podía poner. No era experta en alegría ni en agradar a los demás, pero no sabía porque razón aquella clase la hacía sentir así. De entrada el profesor y su compañera, Talia, la habían hecho sentir bien. ¿Sería el lugar, quizás? Nada que ver con su anterior clase, la de Pociones, que había hecho berrinches de punta a punta. La morocha era así, no sabía porque pero cuando alguien le caía bien, simplemente le caía.

     

    Asintió, mirando atentamente la imagen del herbólogo de los dedos verdes. Vaya, pobre tipo. Sintió algo de admiración por él, por su audacia por probar cosas nuevas, por experimentar, por trabajar con su pasión sin importar si algo le salía mal. En este caso, sus dedos.

     

    Sacó sus guantes de piel de dragón, que había adquirido hacía muy poco en el Magic Mall y se los calzó. Había que cuidarse, bien lo sabía en su trabajo. Las cosas mágicas eran tanto poderosas como peligrosas y los recaudos debían ser tomados para evitar accidentes. La vestimenta también era especial: un delantal de lo que parecía ser cuero y unas orejeras, para evitar que el sonido que las plantas pudieran producir dañara sus oídos.

     

    -Mandrágoras- dijo Avril, segura. Todos allí habían escuchado la historia de como las mandrágoras habían despetrificado a muchos estudiantes de Hogwarts pero ella lo sabía por otra cosa. La mortífaga, durante sus años de exilio, se habían “instalado” a vivir con los basiliscos. Si, allí en los túneles subterráneos de la Reserva Mágica, y sabía que en cualquier momento podría haber caído muerta. O petrificada, si sus antiparras fallaban. La única manera de volver a los petrificados a su estado natural era haciendo un remedio casero usando aquellas plantas.

     

    Pero dejaría que su compañera mostrara sus saberes en esta ocasión. Ella por su lado, con toda su indumentaria lista frotó sus manos, bajo los guantes, y las apoyó sobre las plantas. Estaba lista para tirar de ellas en el momento en el que su profesor lo indicara.

     

    @@Emmet Haughton Gaunt

    @@Talia Mckinnon

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  2. Lo odiaba. Podía jurar ante cualquier tribunal que lo odiaba profundamente.

     

    No porque le estuviera ganando. O tal vez sí. Pero mayormente porque parecía un pollo. Los fenixianos solían luchar así, con diferentes poderes claro estaba, pero aprovechándose de los errores de su rival, socavando hasta el último rincón de las acciones del otro para tomar ventaja. ¡Ella no peleaba así! ¡Ella era mortífaga! Ella solía desplegar su propio poder ante el otro, atacando como única estrategia defensiva, sin bloquear la mayoría de hechizos. Por eso era que aún vomitaba babosas, por ese motivo la había enmudecido en aquella plaza en España. Igual jamás tomaría ese estilo de pelea como propio. Aunque perdiera. Pollo nunca.

     

    Inspiró una bocanada grande aire mientras caía al piso, con su torso sangrante. Vomitó una babosa. Por suerte podía seguir pensando en los hechizos de aquel útil libro, por lo que volvió a conjurar un Salvaguarda Mágico, haciéndose intangible una vez más. Al parecer una batalla con el pelirrojo consistía en eso: en desaparecer. Eso hizo que el hechizo de desarme no la afectara, pero si no curaba ahora mismo sus heridas, la Malfoy moriría.

     

    Episkey pensó, y la carne abierta comenzaba a cerrarse. Las manchas de sangre quedarían sin embargo. La babosa, la última, no menos asquerosa que las demás. La ira, triplicada. –Yo contigo no voy a cenar ni aunque pagues doscientas cenas…maleducado- le dijo, porque ya se encontraba en posición de hablar. Bastaba sólo esperar a que su hermano volviera a enmudecerla. ¿Era eso miedo? Era evidente que no quería que hable durante la batalla, pero joer…cambiar un poco la estrategia para hacerlo más dinámico no vendría mal.

     

    -¿Quieres callarme, Nathaniel? ¿Qué tienes miedo que diga? ¿Acaso que te delate con alguien? ¿Cuál es el problema? ¿O solo es miedo a que conjure maldiciones?- ironizó, aunque cada chiste o broma traía consigo una parte del inconsciente. Estaba segura de que el Malfoy quería sellarle los labios por algo en particular. -¡Somos mortífagos! No lo olvides...- murmuró justo cuando un trueno hizo estampida en el cielo. Sus palabras se confundieron con él, nadie podía escuchar nada de lo que ellos hacía allí arriba.

     

    •••

     

    @@Nathaniel Malfoy

  3. La morocha miraba divertida a la Triviani, que había comenzado a vomitar catarata de sarcasmos. Debía estar bastante ofendida con ella, quien sabía el tiempo que le tomaría admitir que la conocía de toda una vida. – Hay que lidiar con de todo en esta vida, y más en un puesto como el suyo, señorita. ¡¿Imagínese si fuera un profesor y su alumna quisiera incendiar la clase?!- podía no sonar con demasiado sentido para cualquiera que escuchar, pero Candela sabría exactamente a que hacía alusión.

     

    -Está bien que si ese profesor es un Black, pues yo también intentaría prenderle fuego. No que lo haya hecho nunca, claro que no…- decía, como una loca sin sentido común, y sonreía por lo bajo. Seguía siendo ella. Y eso a Avril no hacía más que regocijarla. Haría más fácil todo, después de todo era su naturaleza, tan parecida a la de ella misma. –Oh Wanda Wanda. Si si que gusto, atiéndeme tu- siguió a la empleada ironizándolo todo- ¿Esta es la famosa Wanda? ¿Qué salió en un video y es famosa? ¿En la fiesta de la Trifue…trifueguina? –concluyó y sus ojos se encendían más y más, pues los buenos recuerdos comenzaban a agolparse en su mente. Que rara era la Malfoy, si la trataban bien posiblemente despertaban sus más bajos instintos, en cambio, si su hermana la trataba así era como volver a casa.

     

    La mortífaga siguió a la vendedora que no tenía mucha idea de lo que hablaba. Enseguida cambió su semblante y se puso seria. –A ti no te importa lo que yo digo, haz tu trabajo vamos.- le ordenó en cuanto quiso hacer alguna acotación. Señalo los huevos. La Malfoy se acercó a contemplarlos. ¡Si que tenían diversidad! Este Ministerio estaba loco, tanta burocracia por un micropuff y se ponían a vender libremente huevos de bestias extremadamente peligrosas. No sería un pollito lo que saldría de allí, no señor.

     

    Notó que no estaban incubándose, estaban como petrificados allí esperando que alguien le diera las condiciones necesarias para eclosionar. Mostró sus llaves, rápida y fugazmente por sólo un momento, para luego volverlas a su morral. Sacó los galeones, eran muchos. Pero los huevos lo valían. Ya tenía pensado donde incubarlos y donde nacerían: en la Reserva claro. Pero a diferencia de los demás animales ellos estarían supervisados personalmente por su dueño.

     

    –Me llevo esos dos- eligió uno alargado y verde pálido, con grietas oscuras que se abrían paso en toda su superficie. En peligro de extinción, sería un tesoro invaluable para la comunidad mágica. Luego, el otro era el más grande de todos, al igual que el dragón que solía salir de él. En tonalidades turquesas y verdeagua, era más parecido a una piña llena de musgo que a un huevo de dragón. En la parte superior poseía unas pequeñas púas. Inclusive el huevo daba miedo, imponía un extremo respeto. Le encantaba. –Rápido, póngalos dentro de mi morral. Tiene extensión indetectable asique cabrán bien- decía la mortífaga abriendo el mismo y haciendo ademanes con la mano para que la vendedora se apresurara.

     

    •••

     

    Planilla de Compras de Huevos de Dragón:

    ID: 45041
    Nick: Avril Malfoy
    Link a la Bóveda Trastero: Trastero.
    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda.
    Fecha: 2017-04-08

    Llave utilizada: Ravenclaw
    Huevo de Dragón: Longhorn Rumano
    Puntos por unidad: 160
    Precio: 8000

    Llave utilizada: Slytherin
    Huevo de Dragón: Ironbelly Ucraniano
    Puntos por unidad: 160
    Precio: 8000

    Precio Total: 16000
    Total de puntos: 320

  4. Y la puerta dejó al descubierto mucho más que a una persona. Cuando la misma se abrió y le presentó a quien sería su vendedora, justamente de lo que tenía en mente comprar, la Malfoy se quedó de piedra. Simplemente anonadada.

    No era ella. No podía serlo.

     

    Aunque ya la había visto, muy de pasada, cuando fue a sacar un basilisco de uno de los negocios del Callejón no podía creer que fuera ella la persona que le abría la puerta y que la trataba con tanta indiferencia. ¡Era ella! Si la leyenda de que en el mundo tenemos otra mitad fuera cierta, ella lo sería. O lo había sido al menos. Juntas eran imparables, formaban el mejor equipo que podía existir, se entendían con tan sólo una mirada. Y esa mirada fue la que le dijo que la había reconocido. Pero ella no era quien para desbaratar los planes de la Triviani. Hasta ese punto se respetaban.

     

    -Digo, como son las tres de la mañana, supuse que estarían cerrados…- entró y paseó su mirada por todos lados y por ninguno haciéndose la distraída. ¡Cuánto dolía recordar! Y cuan difícil era explicar a los seres que habían sido imprescindibles en su vida porque había desaparecido así. En verdad no sabía como continuar aquel encuentro. Optó por imitarla.

     

    -Vine a estas horas porque estoy buscando algo que me gustaría que quede en privado, de hecho no veo ninguno expuesto por aquí, tan abiertamente a la venta…- comenzó evitando constantemente la mirada de la gitana. Rascó su mentón y continuó. –No es algo que debería estar a la venta claro, pero de cualquier manera me enteré que podía encontrar algunos aquí. Busco huevos de dragón.- terció, decidida.

     

    Lo más probable era que los mantuvieran en la trastienda, no esperaba que sea de libre venta por eso había traído consigo varios galeones de más. Quizás los guardaban en algún lugar más seguro, de seguro con la temperatura adecuada. No es que se podían exhibir en una vitrina. – Quisiera saber si tienen, que variedad, con que cuidados los trataron…si los puedo comprar. –alzó una ceja. Los tiempos habían cambiado pero aún así seguía con resquemor.- Y cuanto costarían…- Y si me conoces, Candela. Le hubiera gustado agregar. Pero tiempo al tiempo, cada cosa en su lugar.

     

     

    @@Candela Triviani

  5. La pelinegra había comenzado con humor todo aquello. De hecho, le parecía divertido discutir, hechizos mediante, los pormenores de una cena con su hermano. Pero al parecer él no pensaba lo mismo. En vez de jugar con ella, la provocaba constantemente. Eso hacían la mayoría de los hombres, poco hábiles para detectar el humor de una mujer y sus ventajas. La sacaba de sus casillas. Mucho más que tener su muñeca partida, los huesos se arreglaban, el humor difícilmente.

     

    Su rayo salió desviado y se confundió enseguida con los del cielo tormentoso. Es que justamente por eso había elegido esa noche y esa ciudad. Los ruidos pasarían inadvertidos, los hechizos podrían ser simples rayos de electricidad. Eso si no te impactaban, algunos de los que ellos provocaban solían ser letales.

     

    Hubo un segundo, un pequeño tiempo antes de que ella enviara su ataque con su muñeca rota, que el mago aprovechó. Maldijo por lo bajo y comenzó a vomitar. El asco no era tal como la ira que comenzaba a surgir en su interior. ¿Pero que le pasaba ese? Sus intestinos crujían y su estómago se retorcía para completar la acción con el vómito de una babosa pestilente y muy, muy húmeda y pegajosa. Lo odiaba. No habría ninguna cena. Jamás.

     

    Recordó entonces lo aprendido de los Libros de Magia Uzza. Ahí sí que le llevaba una ventaja y si él, sin quererlo, le daba más armas de las que quisiera. Salvaguarda mágica pensó para inmediatamente luego pensar una Curación Uzza. El salvaguarda la hacía intangible, no sólida, atravesable. Nada podía afectarle en ese momento. El efecto duraba poco pero era fehaciente. El rayo con el que su hermano pretendía dañarla no pudo tocarla. Pasó de largo sin dañarla. Y la curación, también estudiada desde el Libro bien adquirido en el Magic Mall restableció su muñeca en un abrir y cerrar de ojos. Nada había pasado. Todo estaba solucionado. Menos su mal humor, claro. Ese había empeorado.

     

    Limpió su boca con la manga de su abrigo luego de escupir otra babosa y mientras en relámpago hacía todo tipo de luces detrás de ella lo maldijo. “Eres un cretino Nathaniel Malfoy. Puede que ahora no sea lo suficientemente poderosa para darte tu merecido por esto, pero en algún momento ¡te juro que lo haré!” No pudo decírselo claro, no podía hablar pero su mano estaba totalmente restablecida para invocar un Seccionatus, que formuló claramente en su mente y generó una docena de medialunas en extremo filosas que se dirigirían hacia el mortífago pelirrojo, justo hacia su pecho y extremidades superiores, con el claro objetivo de cortarlo, dañarlo gravemente. O complicarle en algo la situación.

     

    Vomitó, asqueada. Lo señaló con el índice, marcándole su venganza.

    ••••

     

     

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  6. La mortífaga no hubiera dicho que el mensaje llegó a sí sin problemas, pero lo había hecho. Si. Asintió mientras el profesor se presentaba, lo escuchó decir que su nombre era Emmet y notó el parentesco, por su apellido. ¿Qué sería del odioso Dovakhin? Esperaba que no tuviera la misma manera de dar clases, sin dudas. Por lo menos no iba pregonando a cada momento que él era el profesor y el dueño de la clase. Detestaba cuando alguien alardeaba de su puesto pero realmente no era bueno para eso.

     

    Para saber que tal era el joven que tenía en frente como profesor debía esperar. Pro el momento sólo tomaría una especie de diagnóstico. Era claro que necesitaba saber que era lo que sabían sus alumnas de esta materia. Si bien lidiaba con cosas de plantas en el Departamento, y en su tiempo tenía el conocimiento certificado, debía renovarlo. Y eso quería decir que habían para el nuevo conocimiento leyes nuevas y formularios distintos a los de antaño. Pero ¿La herbología sería distinta? Lo averiguaría…

     

    -Bien, yo tuve el conocimiento hace muchos años atrás. De hecho fui la Directora del Departamento de Criaturas en el antiguo Ministerio, algo de esto he de saber…- comenzó a presentarse con sus credenciales antiguas pero agregó.- Aunque estoy consciente de que todo ha cambiado, hoy el Ministerio es distinto y la herbología pues…no lo sé.

     

    Se aclaró la garganta para comenzar a decir lo que realmente ella sabía:- La Herbología (en Sudamérica conocida como Botánica) es el estudio de las plantas y los hongos mágicos y mundanos, por lo que es el equivalente mágico a la botánica. Es una asignatura básica en Hogwarts, en la que los estudiantes aprenden a cuidar y utilizar las plantas, y aprenden acerca de sus propiedades mágicas y para qué se utilizan. Muchas plantas proporcionan ingredientes para pociones y medicinas, mientras que otras tienen efectos mágicos de su propio derecho. Los estudiantes pasan el tiempo de clase aprendiendo sobre las diferentes variedades de plantas mágicas que existen. Cuanto mayor es el grado de conocimiento de la clase con la que se está trabajando, las plantas estudiadas se vuelven más complejas y peligrosas.-

     

    No agregó las diferentes clases de plantas, no se las acordaba a todas claro. En eso si debería poner bastante más atención. - Miranda Goshawk fue una escritora famosa, autora de muchos de nuestros libros entre ellos una enciclopedia de Herbología.- La conocía también por haber escrito diferentes volúmenes de criaturas, de hecho era donde la había leído. Pero fue la primera que se le ocurrió.

     

    Tomó la taza del café que el maestro les ofrecía y le dio un sorbo. Estaba gustoso, fuerte y caliente. Justo como a ella le gustaba. Agradeció internamente.

     

     

    @@Emmet Haughton Gaunt

    @@Talia Mckinnon

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  7. Estaba allí desde hacía rato. La pelinegra, enfundada en su sobretodo negro, parecía estar estudiando algo. Apoyada en una pared veía a los magos entrar y salir, comprar, llenar sus bolsas de compras, gastar galeones sin parar. Los vendedores revisaban planillas, marcaban errores, tachaban acá y rellenaban allá. Pero no había nada de lo que ella estaba buscando. Específicamente.

     

    Por suerte su pasado, aunque tormentoso, le había dejado una bóveda repleta de galeones y aún no se los gastaba. Y cuando empezara a bajar también subiría, pues la morocha acababa de quedar asignada a Jefa de Oficina, del Departamento de Criaturas. Ya había estado en la otra planta, en donde se vendían criaturas y tampoco había visto lo que le interesaba.

    Se alzó de hombros y avanzó, ya que estaba allí se iba a comprar el siguiente libro de los Guerreros Uzza. Los anteriores no le habían venido mal, había aprendido varias cosas nuevas y el saber, nunca estaba de más.

     

    -Señorita, un libro de la sangre- pidió sin prestar demasiada atención a la vendedora mientras sacaba una bolsita llena de galeones de su morral y los apoyaba sobre el mostrador. –Ese…el de los Uzza.- especificó señalándolo con cara de nada. Costaba caro, si, pero invertir en poderes era la mejor manera de gastar el dinero que con sudor y sangre había ganado tiempos atrás.

     

    •••

     

     

    ID: 45041
    Nick: Avril Malfoy
    Link a la Bóveda Trastero: Trastero.
    Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Dinero.
    Nivel Mágico: XIII
    Fecha: 2017-04-08

    Nombre del producto: Libro de la Sangre
    Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo
    Nivel (del libro): VII
    Precio: 7000 G

    Precio total: 7000 G

  8. Solo se escuchaban los pasos de la mortífaga. No había nadie en pie, todo estaba oscuro y la clásica multitud viciada con las compras descansaba. En esa ocasión, la Malfoy no podía dejarse ver. No quería. En sus planes no estaba que alguien se enterase de lo que pensaba adquirir, no estaba interesada en que nadie, absolutamente nadie, lo supiera.

     

    Es que según su opinión, comprar criaturas debería estar prohibido. Luego iban a parar a la Reserva, como cualquier animal. Ninguno estaba etiquetado, simplemente vivían ahí porque alguien había pagado mucho dinero para que lo hicieran. No se molestaban en aprender acerca de ellos, no se informaban acerca de lo que estaban comprando, no los respetaban, no sabían cuidarlos. No podían. Y de esa manera terminaban casi todos bajo su cuidado. Ella los alimentaba, ella los curaba, ella merodeaba. ¿A quien pertenecían entonces? Pues todos a ella claro. Y a Cillian, quizás.

     

    Aquella vez era distinta. Quería eso quizás más que a nada en el mundo. Crecerían bajo su cuidado, serían más libres que cualquier dragón y ella los criaría. De manera secreta. Ella sería la llamada Mother of Dragons cual Daenerys Targaryen. Excepto por el cabello claro, Avril lo llevaba negro azabache.

     

    ¿Habría alguien a estas horas de la madrugada? Tosió.

     

    El lugar estaba cerrado, claro, no podía entrar a las tres de la mañana a un negocio y pretender hacer compras como si fuera la luz del día. Pero otra vez, la adquisición no sería habitual. Palpó bajo se capa de viaje negra su morral de piel de moke, aquél que llevaba siempre rodeando su cintura y donde guardaba casi todas sus cosas. Allí tenía el dinero suficiente…y las llaves.

     

    Tosió.

     

    Alzó una mano para golpear pero no le convenía hacer tanto ruido. Quizás la suerte no anduviera a su lado como lo había estado últimamente, probablemente nadie saldría a abrirle, nadie la escucharía. Se aclaró la garganta de manera sonora. Cerró su puño y lo alzó en dirección a la puerta, protegida con cerrojos y candados, justo sobre el letrero que rezaba “Cerrado”

     

    Tocó la puerta dos veces. Y aguardó.

  9. Murmuraba con Cillian. Ambos estaban en la Reserva, les gustaba pasar el tiempo allí, rodeados de naturaleza. A la Malfoy no le gustaba más su mansión llena de lujos que aquél lugar. La Reserva se había convertido en su hogar y nada podía hacer para cambiarlo. Ni quería. Se sentía más a gusto entre las bestias que entre los magos. Excepto Cillian, claro, su jefe de departamento. El era como ella.

     

    -Tratemos de que no note nuestra presencia, sé que para estas horas puede tener hambre…- hablaban dentro de la cueva que se encontraba en el gran campo abierto de los dragones. Tenebrus, el hébrido negro de Fernando Black, sobrevolaba, ella ya sabía que buscaba alguna presa. Lanzaría una cabra para que la comiera en cualquier momento.

     

    De repente notó como Tenebrus detenía su vuelo y lo direccionaba hacia otro lugar. Uno que ella no tenía previsto. La mortífaga se puso de pie. Lo más seguro era que la bestia alada hubiera divisado algún animal y podía terminar en desastre si no lo distraía. Los animales, casi todos allí, tenían dueño. No podían decirles que un dragón se los comió de un solo bocado.

    Con una floritura de su varita lanzó la cabra y la misma comenzó a correr. Era asustadiza por esencia. Lo que más le gustaba a Tenebrus.

     

    Pero el dragón no la miraba sino que daba vueltas y vueltas con un solo objetivo: una lechuza. –Ay no ¡ese es un mensaje para mi! – dijo saliendo de la caverna y haciendo uso de su varita. A la cabra le dio un expulso leve, en sus nalgas, para lograr más saltos y berridos. –Accio lechuza- dijo mientras el dragón lanzaba una llamarada que hubiera resultado mortal para el ave, si Avril no hubiera estado allí.

     

    Tomó la lechuza y se desapareció, haciendo que el dragón frenase de golpe al desaparecer su objetivo. En nada estaría detrás de la cabra y ella, leería con más tranquilidad el mensaje.

     

     

    •••

     

     

    Apareció en los terrenos traseros del Ateneo de conocimientos. Había sido convocada allí para su clase de Herbología. Era lógico que las clases tuvieran lugar en os invernaderos, la mejor manera de enseñar algo era interactuando con práctica, y allí se encontraban todo tipo de plantas.

     

    Golpeó la puerta del Invernadero número tres y se apoyo en el marco de la puerta, con la lechuza bien amarrada. Quería estar segura antes de soltarla. –Le traigo su lechuza, profesor. No la pasó nada bien la pobre…- dijo y recien la soltó para que volviera con su dueño. El animal parecía estar aliviado y con muchas ganas de alejarse de Avril. –Soy Avril Malfoy, un gusto- se presentó y aguardó indicaciones. Como ya sabía, las clases en el Ateneo se respetaban.

     

    @@Emmet Haughton Gaunt

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  10. El semicírculo transparente absorbió el rayo, tal como Avril supuso que sucedería. Media sonrisa se dibujó en la cara de la Malfoy.-Muy bien, ya establecimos entonces quien pagará la cena- dijo algo divertida. No olvidaba lo que su hermano era capaz de hacer con algunas copas de más. Inclusive una vez le había propuesto matrimonio. ¡Si! ¡A su hermana! Y muchas cosas más pecaminosas que esa…pero eran muy jóvenes. Solían dejarse llevar demasiado.

     

    -Pero nos falta determinar donde será, si va a ser de día, si va a ser de noche…si tu novia te va a dejar ir a una inocente cena con tu hermanita querida- sonrió mientras un brillo especial salía de sus ojos. Como le gustaba provocarlo. –Mejor no, no contestes eso último…Silencius- siguió traviesa, pero esta vez con una floritura de varita. Si el mortífago tenía pensado atacarla con algún hechizo verbal, no podría hacerlo. Si decidía contestarle sus provocaciones, tampoco podría. Todo corría a su favor.

     

    -Si si, ya te vi en la Riddle dándole forma a sus…rizos- continuaba, pero en su mente ya comenzaba a preparar su próximo ataque. No le había gustado perder la última vez, menos cuando se les habían ofrecido tremendos hechizos para luchar. Ahora sólo contaban con los que cada uno tenía, y él una vez más corría con ventaja. ¿O no? Ella no se olvidaba de sus recientes compras. Los libros Uzza. La cosa podía ponerse interesante.

     

    Aunque no todavía.

     

    -Sectumsempra- volvió a murmurar, indecisa. En su posición no podía elegir un hechizo mejor que ese. Si bien lo pensaba y lo repensaba, la única manera de que el duelo durara un poco más de lo que había durado el último era tenerlo contra las cuerdas. Y para hacerlo la pelinegra no podía dejar de atacar. Simplemente no podía hacerlo. Y con sus limitados poderes…sólo tenía que ganar tiempo. Un poco más de tiempo.

     

     

    •••

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  11. Bien conocido era que n podían hacerse ver en el mundo de muggles. Los no mágicos no tenían ni idea de su existencia, cada cosa extraña que sucediera lo adjudicaban a fenómenos paranormales o inclusive psicológicos. Les era más fácil aceptar que ellos mismos estaban locos a que existía un grupo de gente con el poder suficiente como para arrasar con todos ellos: la comunidad mágica. Sólo los primeros ministros y presidentes de países estaban al corriente de lo que ocurría. O de una parte al menos.

     

    Era por eso que ellos estaban confinados a sus propios lugares, esquivando los sitios en donde los muggles pudieran advertirlos. Sin embargo, había un lugar que a un cierto horario podía ser concurrido por tan sólo dos magos para batirse a duelo sin que nadie se diera cuenta. Debía ser una noche de tormenta, como lo era esa, con rayos truenos y un cielo encapotado de color negro y gris, bien cubierto por las nubes en donde ni siquiera la luna era visible. El lugar debía ser alto y para dos contendientes debían ser dos lugares altos. Como las torres gemelas de New York.

     

    Y allí estaba la mortífaga, bajo la lluvia justo en la terraza de una de las torres gemelas esperando a que su hermano, Nathaniel, le diese la revancha que esperaba. Hacía pocos días también se habían batido a duelo aunque en un lugar muy distinto de ese, en pleno día y lleno de muggles, en una plaza española. Esta vez los americanos serían sus anfitriones y tan solo esperaba poder explicar de una manera convincente los daños que allí pudieran efectuarse, cualquier destrozo involuntario que los mortífagos pudieran causar. Ya se las arreglarían para inventar algo, un ataque terrorista, en el último de los casos. Todo estaba por verse.

     

    Ambas torres contaban con 110 pisos cada una, y se enfrentaban. Superaban las nubes, por supuesto. Y las separaba nada más que una calle. La pelinegra, que presentaba algunos mechones de cabello blanco que enmarcaban su rostro fino y pálido, ya empuñaba su varita esperando el momento en el que su propio hermano apareciera, justo sobre la otra. No podía perder tiempo con él, si bien no contaban con los hechizos extra que habían gozado dentro de la Fortaleza Oscura, volvían a entrenar juntos y la victoria no era lo que más importaba, sino el entrenamiento y el aprendizaje, no había mejor lección impartida que la práctica en sí.

     

    -Bienvenido- le dijo apenas lo vio llegar. Se acomodó la capa de viaje que la cubría entera, no podía arriesgarse a ser vista llamando mucho la atención. -¿Me darás la revancha entonces? Prometo amortiguar el golpe si te caes hermanito- sonrió algo divertida. Pocas actividades le atraían más que batirse a duelo. Realizó una reverencia, como el protocolo bien indicaba y levantó su brazo por sobre su cabeza, lanzando el primer hechizo…-¡Sectumsempra!- básico pero efectivo. El rayo salió de la varita de la Malfoy con una única dirección: su oponente, con el objetivo de abrir profundos cortes en su pecho, torso y quizás extremidades superiores. De cualquier manera sería bastante molesto para él, aunque no peligroso. Avril no dudó un segundo en que se defendería del mismo sin problemas.

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  12. Juro que no tengo la bola de cristal. De hecho, todavía no cursé adivinación (??) xDDDD

     

    Mi postulación:

     

    Nick: Avril Malfoy.
    Conocimiento que quiere dar: Cuidado de Criaturas Mágicas, of course.
    Motivo: Siento que puedo aportar mucho a la clase, no sólo por mi puesto actual en el Ministerio, sino por mis antecedentes. Fui Directora del Departamento, mi pj es magizoologa y se dedica básicamente a esto. Su vida está centrada, hoy por hoy, al cuidado de las criaturas. De hecho va a empezar a capacitar los nuevos empleados del departamento en éste área.
    Cargos y responsabilidades desempeñadas con anterioridad y actualmente en el foro:
    En el Ministerio:
    •Jefa de la oficina de bestias
    •Directora del Departamento de Control y Regulación de criaturas mágicas
    •Miembro del Wizengamot.
    En el mundo de rol:
    •Líder mortífaga en dos tríadas.
    •Profesora en la Academia de Duelo básico y Avanzado.
    •Tutora de duelo.
    Estado del plan de estudio: (Enviado o en proceso) Enviado.
  13. Nadie. Que aburridos. –Imperius- dijo la Malfoy apuntando al elfo, de nombre Simón, que no paraba de retorcerse del dolor y comenzaba a sufrir graves heridas en su torso. –Ahora bailas mientras cantas: Los mortífagos mandan, mis amos pollos dan asco, cacarean escondidos, los mortífagos mandan…- entonó una canción de lo más divertida para que el elfo la cantara durante las siguientes cinco horas sin parar ni a respirar. Probablemente moriría, pobre bestia. Pero ella no tenía la culpa de que sirviera a semejantes gallinas…era su destino.


    Vio como sus compañeros se disponían a “retocar” la ambientación del lugar y ella se les sumó haciendo una floritura con su varita en lo alto. La visita no pasaría inadvertida aunque les quisieran hacer creer lo contrario. –Que bonito, que lugar tan amigable, me dan ganas de vomitar arcoíris multicolores…- paseó su mirada por el sitio y asintió, para darse la vuelta y desaparecer por donde había venido.


    http://i.imgur.com/pzBkmxM.gif

  14. Al entrar la adrenalina se le desató por completo. Parecía que estuviera entrando a una fiesta en donde había todo lo que ella deseaba. No pudo más que esbozar una gran sonrisa al percibir ese aroma que el ave destilaba cuando sabía que la estaban por matar en el matadero.

     

    -¡Confringo!- dijo y explotó de repente todos los estantes con libros que se encontraban en el lugar, haciendo que volaran en pequeños pedazos de papel, convirtiendo el lugar en una festiva celebración, que es lo que aquello significaba para la mortífaga. -¡A volar pajaritos! – gritó como una desquiciada mientras pisoteaba las alfombras con las botas embarradas como las llevaba.

     

    Una criatura pasó corriendo, emitiendo unos sonidos inteligibles, alterado por el caos que de repente se estaba formando en su casa. -¡Cruciatus!- dijo apuntando hacia el doméstico que también, aparte de revolcarse del dolor en el piso, se quemaba con la quemazón que Ishaya había provocado. –Les dices a tus dueños que pasamos a decir “Hola”, pero como no encontramos a nadie les dejamos unos regalitos…-

     

    Tomó una silla y golpeó a la criatura, que salió volando de un lado al otro del lugar. Luego reventó la silla contra el suelo, despedazándola. Probablemente también terminaría quemada y hecha trizas, como casi todo en el lugar. ¿Y ellos se aguantaban ese ultraje así como asi? Vaya, nunca dejaban de sorprenderla.

  15. La habitación de la Riddle era decente. Si. Lo que cualquiera en la comunidad mágica podría describir como suntuosa y lujosa, eso es verdad. No para Avril, claro. Ella estaba acostumbrada a otra cosa, mucho más salvaje, más incómoda pero más relajante. Pero ya era hora de que comenzara con su “civilización” y esa era la mejor manera de hacerlo. Claro que nadie sabía que dormía en el suelo en vez de la cama, pero eso ya formaba parte de su privacidad, nadie podía saberlo.

     

    Y allí estaba cuando sintió el llamado, la Marca Tenebrosa en su antebrazo vibró repetidamente, parecía como si la serpiente tatuada se retorciera dentro de sus venas. No lo pensó demasiado, en realidad nada. Cuando su bando la llamaba acudía, aunque quien convocara el llamado fuera ese extraño personaje…

     

    Giró sobre sus talones inmediatamente, así como estaba vestida aunque sin olvidar la máscara plateada que solía usar en todos los ataques abiertos. También tomó la capa de viaje negra, que cubría su cuerpo entero y su varita, como siempre escondida en su bota derecha. Usó todo antes de desaparecerse, de esa manera aunque alguien la viera aparecer no podría reconocerla.

     

    El “crack” dio lugar frente a la Gryffindor, donde también sus compañeros bases se encontraban ya. Avanzó, mientras hacía girar de manera frenética la varita en su diestra. Estaba ansiosa, después de muchos años aquella era la primera vez que salía a divertirse. Nada podía compararse con aquella sensación de adrenalina, bueno, quizás algún vuelo en dragón. En su muñeca izquierda llevaba una pulsera, plateada con hilos celestes y violetas y unos cascabeles. Le habían dicho que aquello los protegería. Alzó los hombros sin entender porque, pero de cualquier manera lo hizo.

     

    -Cuando quieran- se dirigió a sus compañeros en las puertas de la mansión, asintiendo y preparándose. Ojalá y tuvieran suerte que los pollos tuvieran alguna reacción.

  16. No lo puedo creer, la famosa regla del dolor de cabeza! T_T

     

    En fin, no cambiaba mucho, solo tocaba un episkey, pero igual la primera accion iba a ser de defensa y no podía atacar asique lo mismo xD y me habia anulado las Necros.

     

    Por ende se merece pasar a avanzados y yo quedarme aqui T__T

     

    xD

     

    Puente listo! xD

     

    @

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  17. Si, consejos sobre todo a mi! T_T Terminó todo tan rápido para la pobre e indefensa April (?

    No puede hacer basicamente nada xD desde el minuto cero la cosa pintó mal. Las preguntas entonces son:

     

    ¿Que hice mal?

    ¿Es suficientemente gruesa esa cuerda para ahorcarme?

    ¿Quien tiene un cuchillo bien afilado que sirva para cortar mis venas?

     

    Gracias! *O*

     

    No, en serio xD ¿Como podría haberse desenvuelto de otra manera? ¿Sería una buena manera de aprender tomar el mismo escenario, la misma exacta situación, el mismo primer hechizo y revertir el duelo? ¿Que podría haberlo hecho tomar un curso diferente del que tomó?

     

    @

    @@Nathaniel Malfoy

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  18. Reducida completamente por su hermano la morocha sólo pudo cerrar los ojos. No tenía nada más para hacer, excepto quizás resistir un poco más. El hablaba con la seguridad de tener la situación controlada y ella sólo podía sentir. Sintió de hecho como las zampas de aquél caballo de fuego se posaban en sus hombros y casi pudo inclusive sentir los golpes. Pensó un episkey para curar de inmediato las quemaduras de cuello, hombros y pecho. De alguna manera se sentía en su casa, como con los dragones. Trataba con ellos día a día, un poco de agresividad no la amedrentaba.

     

    Cuando el segundo caballo embistió su vientre y extremidades inferiores se desestabilizó e inclusive cayó sobre la paja que, de manera lógica comenzaba a encenderse también. Tosió fuertemente por el humo que provocaba la quemazón y volvió a conjurar episkey. Curada estaba, y ya casi podía articular palabra…pero se ahogaba.

     

    -Na…- una sílaba, primero. El mortífago no caía que acababa de incendiar una jaima con además paja seca. Poco faltaría para que ambos terminaran ardidos y Avril estaba demasiado débil. El duelo había terminado tan rápidamente como comenzó, pero una odisea comenzaba y ella no podía valerse por sus medios para escapar. Por otra parte, la niebla alrededor del joven Malfoy se disipaba, ya no estaba protegido él tampoco.

     

    -Nathaniel…tenemos que salir de aquí, ayúdame por favor- dijo entre toses y arrebatos respiratorios. ¿La dejaría morir entonces? ¿Se desaparecería hacia un mejor destino, en donde el resto del bando lo esperaría para felicitarlo por su triunfo? El duelo lo había ganado pero ¿Ganaría también su respeto?

     

    •••

     

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  19. ¿En serio el Malfoy creía que lo que ella estaba buscando era que la quieran? No podía culparlo, nunca la había conocido tan íntimamente como para saber las vicisitudes psicológicas de la mujer. Quizás, cuando apenas llegó a Ottery y fue adoptada por la familia tenebrosa por excelencia, podría buscar algo de aceptación. Pero después de tanto tiempo lo que la mortífaga pretendía era lo contrario. Al menos hasta el momento, no por nada se había exiliado y se había asegurado de no encontrar ninguna persona cerca de ella, ni mágica ni muggle.

     

    Lo que sí se podía pretender de ella era admiración. Respeto. Orgullo. Lo que sentía justo en ese momento por su hermano. No se podía negar que el bando aún seguía siendo lo mejor que se podía encontrar, incluso en España. Un mago con aquellos poderes y con la formación que tenía su hermano podía hacer lo que quisiera, cuando quisiera y como lo quisiera. A decir verdad, se alegraba. Aunque el fuego que le había enviado, y que ni siquiera había logrado tocar ni un solo punto del suelo que los albergaba haya desaparecido inmediatamente al chocar con su niebla, aquella niebla que te envolvía y te hacía indestructible. Tantas cosas para decir y ella sin poder hablar.

     

    No sólo la había dejado sin habla sino que también había restringido casi a cero sus posibilidades de defensa. Avril no tenía forma de actuar, no sabía ni siquiera como seguir adelante con eso. Estaba atada de pies y manos. ¡Atada de pies y manos! La frase le dio una de las pocas soluciones que tenía, y si bien no servía de mucho ella continuaría hasta que realmente no pudiera más. Si tuviera que elegir ante quien perder, Nathaniel hubiera sido el elegido sin dudas, alguien de su propia familia.

    Movió su varita como si se tratara de un látigo, como si estuviera manejando de hecho un lazo invisible que ataría sus tobillos y lo haría caer de bruces al suelo. Eso hacía el Zancadilla que había pensado. Estuvo inclusive a punto de reírse, pero de ella misma. La morocha alzó las comisuras de sus labios hacia arriba y con el brillo divertido de sus ojos grises pretendía decirle que estaba impresionada, cosa que no pasaba demasiado.

     

    Volvió a conjurar el Zancadilla, en su mente porque aún sufría los efectos de la deshidratación del efectivo primer hechizo del pelinaranja y realizó una reverencia elegante. Flexionó una de sus rodillas mientras la otra pierna permanecida estirada, pasó uno de sus brazos por delante de su abdomen y con el otro hizo una floritura. ¿Le quería decir que se rendía? ¿Qué le presentaba sus respetos? Avril no podía decirlo, había que esperar a que pudiera…

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  20. Despertó sobresaltada cuando una llamarada potente le pasó por sobre sus cabellos provocando un ligero olor a quemado. Otra vez se había quedado dormida en la Reserva Mágica, más precisamente en el campo de los dragones. Sacudió la cabeza y corrió hasta la cueva más cercana mientras un galés verde sobrevolaba sobre ella con intenciones nada amistosas. Ladeó su cabeza de lado a lado haciendo resonar su cuello, dormir en el césped no era de las mejores ideas que había tenido, no cuando ya hacía un tiempo que estaba acostumbrada a dormir en camas normales.

     

    Aplastó su cabello, largo y negro e intentó aplacar los mechones entrecanos que se había chamuscado. No le importaba demasiado, no ponía atención a su imagen ni a su atuendo, mucho menos a su cabello. Durante su largo exilio se había convertido en poco más que una salvaje y los asuntos mundanos escapaban a su atención. Ahora al menos usaba unas botas acordonadas todo terreno, como para que la gente no tuviera que verla andar descalza por el Ministerio. Llevaba su mono de color negro, sin mangas ni piernas, el cual se abría mediante un largo cierre que iba de su bajo vientre hasta su escote muy al estilo Tomb Raider. (?

     

    Se sentó en una roca del mismo mineral que la protegía de los temperamentales animales y frotó sus ojos. ¡Que manera de despertar! Tenía que dejar de ponerse en riesgo todo el tiempo, de a poco lo iba haciendo, moviéndose entre los magos y brujas, volviendo al bando que tanto le dio. Admiró su varita de sauce color blanca, la rotó despacio entre sus dedos y se la llevó hacia el labio, dándole pequeños toquecitos. Tenían que volver a conectarse, su arma mágica y ella, el problema era que Avril no sabía como hacerlo otra vez. Demasiado desconectada de todo había estado como para que exista la misma conexión que solía existir, entre bruja y magia tenebrosa.

     

    Fue por eso que recurrió a ayuda de su bando, no había otro sitio en donde pudieran entrenarla mejor. Estaba practicando conjuros con Leah Ivashkov, una mortífaga poderosa dentro del bando, la había conocido en su clase de Pociones y no más verla, comprendió que sabía como se manejaban los hechizos a la perfección. De ella era el pergamino que guardaba en su morral de piel de moke, en donde la citaba ese mismo día para enfrentarse a un mago tenebroso y sacar a relucir sus habilidades, en lo posible. No decía quien era el mago, pero si el lugar: España.

     

    Uno de los privilegios de ser mágicos era sin lugar a dudas el transporte. De no poseer las habilidades que la gran mayoría de los magos poseían, el viaje hubiera durado bastante más de lo deseado y de ninguna manera hubiera podido llegar a tiempo. Sin embargo, y con tan sólo girar sus talones, el traslado era instantáneo. Dejando una voluta de humo arremolinada y anunciándose con un sonoro “crack” se apareció en la locación indicada. La Plaza Pontevedra, rezaban tanto su pergamino como los suntuosos carteles laterales de la concurrida feria comercial. Tuvo que confundir a varios muggles de hecho, hasta que corriendo un poco llegó a la especie de tienda en donde la esperaban.

     

    -¿Por qué en un lugar lleno de muggles?- comenzó a maldecir entre dientes mientras tiraba hacia arriba el cierre y descubría a su contrincante. También era su compañero de bando. También su hermano, si buscaba conexiones. Pero cuando quiso abrir la boca para saludarlo, el joven de aspecto muy juvenil aunque con una barba desconocida para la Malfoy, la atacó. Ella sonrió, así eran los mortífagos. -¿Ni un “hola” a tu hermanita, Nathaniel?- dijo, ya con un dejo de dificultad para hablar, sabiendo que le quedaba muy poco tiempo para hacerlo. Era sabido que a los hombres no les agradaba la cantarina plática de las féminas. -¡Fuego Maldito!- dijo, para después de aquello perder por completo la capacidad de hablar. Quizás él había elegido el que fuera su conjuro favorito, pues la morocha también había elegido el suyo.

     

    Un caballo de fuego emergió de su arma mágica y galopó, relinchando, directamente hacia Nath, con la clara intención de quemarlo de extrema gravedad. Avril por su parte se encontraba deshidratada, pero con todas las fuerzas que alguna vez había tenido. Sólo necesitaba su varita.

     

    Otra llamarada, esta vez de color violeta, recorrió los escasos tres metros que los separaban dentro de la tienda. El Fuego púrpura, conjuro no verbal que la bruja había formulado en su cabeza, arremetería contra él haciéndole perder la consciencia pero no lo quemaría, para eso ya estaba el equino de fuego. No quería pensar que pasaría ahí dentro, ambos encerrados en un lugar lleno de paja y rodeados de muggles. El se lo había buscado…

     

    @@Nathaniel Malfoy

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  21. Abrió los ojos como platos cuando vio sangrar al caballo alado. No era su intención, pero siempre podía curarlo al finalizar el entrenamiento. De hecho lo haría, pero en ese momento lo esencial era usar todos los recursos posibles, incluidos y sobretodo, los del libro para salir airosos de aquél lugar. El alado restante aún se mantenía, como bien Felías había visto, a un par de metros justo sobre la cabeza de la Malfoy.

     

    Orbis Bestiarum pensó rápidamente cuando vio que Felías creaba un rayo de su varita y en mismo tiempo que al rayo le tomó viajar hasta ella le tomó al cabello aterrizar justo enfrente suyo, para recibir el ataque, con un notorio anillo dorado a su alrededor dando a conocer así que el mismo estaba controlado por la mortífaga. Por suerte era un hechizo que ya había logrado en dos ocasiones y no le supuso problemas como los otros. Ahora el caballo regurgitaba caracoles sin caparazón sin parar.

     

    Con todos aquellos recursos podrían estar dueleando por siglos. La magia de los Libros era muy poderosa, los guerreros Uzza bien sabían lo que hacían al combinar poderes con criaturas y si se sabía potenciar, la cosa se ponía bastante útil. Esperaba que Felías pudiera cambiar su ponión acerca de estas prácticas, que sumaban a sus conjuros de siempre. Avril parecía satisfecha con la información plasmada en aquellos volúmenes.

     

    La estrategia estaba clara en su mente y Snape todavía tenía que terminar de curarse para librarse de su primer ataque, por lo que la morocha volvió a decir: -¡Sectumsempra!- y nuevamente aquel relámpago verde salió de su varita con dirección a su compañero. La idea era que no tuviera mucho respiro, aunque si fuera necesario Avril lo curaría. No era su enemigo, pero la prueba había que transitarla y no había mejor defensa que un buen ataque, ella siempre lo había dicho.

     

    @@Felias Snape Triviani

  22. *Aleera te amo!

     

    Hola xD vengo a postularme para ser profesora de un conocimiento. Que no está vacante, pero si quieren una suplente, yo estoy disponible. Es la única clase que me interesa dar.

     

    Nick: La Avril Malfoy.
    Conocimiento que quiere dar: Cuidado de Criaturas Mágicas, of course.
    Motivo: Siento que puedo aportar mucho a la clase, no sólo por mi puesto actual en el Ministerio, sino por mis antecedentes. Fui Directora del Departamento, mi pj es magizoologa y se dedica básicamente a esto. Su vida está centrada, hoy por hoy, al cuidado de las criaturas. De hecho va a empezar a capacitar los nuevos empleados del departamento en éste área.
    Cargos y responsabilidades desempeñadas con anterioridad y actualmente en el foro:
    En el Ministerio:
    •Jefa de la oficina de bestias
    •Directora del Departamento de Control y Regulación de criaturas mágicas
    •Miembro del Wizengamot.
    En el mundo de rol:
    •Líder mortífaga en dos tríadas.
    •Profesora en la Academia de Duelo básico y Avanzado.
    •Tutora de duelo.
    Estado del plan de estudio: (Enviado o en proceso) En proceso.
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  23. Un excelente movimiento de Snape la había dejado sin varita. ¡Que rápido había sido! La mortífaga casi esbozó una sonrisa, pero el panorama que ahora se les presentaba no era de lo más alentador. Un centauro, una criatura semihumana muy celosa de su territorio había irrumpido el entrenamiento, y eso sólo podía significar problemas. Se puso a pensar como tratarlo, si intentaba poseerlo las cosas podrían ponerse peor, eran seres de lo más orgullosos. No, eso quedaría fuera de cuestión, aunque no veía muchas alternativas. Ni siquiera hacía falta usar aquellos anteojos que le dirían el estado de ánimo de la criatura, el mismo saltaba a la vista muy claramente: estaba furioso.

     

    -¡Lo leí en las estrellas, los vi venir! – dijo el equino mientras ahora se volvía claramente hacia ella.- ¡Y no dejaré que destruyan nuestro hogar con esos poderes blasfemos!- y comenzó a correr hacia ella, a todo galope, haciendo que el suelo vibrara bajo sus pies. La morocha miró a Felías, más bien al lugar en donde estaba, pues estaba momentáneamente incorpóreo. Y ella, sin varita. Frotó las palmas de sus manos sobre sus lados, pensando frenéticamente que hacer.

     

    Los centauros eran seres extremadamente raros, muy agresivos, de hecho el Ministerio los clasificaba con cuatro X y ella, con sus escasos poderes, no podía controlarlos. Intentar hacerlo jugaría en su contra ya que el centauro sólo se pondría más furioso. No eran sociables y no confiaban en nadie más que en ellos y en lo que les decían los astros. Eran muy habilidosos en las artes de la curación y astrología, y pasaban mucho de su tiempo buscando augurios en las estrellas. Exigían respeto y no toleraban invasiones de ningún tipo. Si lo atacaba, cosa que estaba totalmente en contra de su voluntad, vendrían los demás, pues solían vivir en manadas de entre 10 y 50 miembros. De hecho no entendía que hacía solo, y estaba alerta para saber si algún otro se avecinaba. Lo único que le quedaba era tratarlo con mucha diplomacia e intentar que se vaya por sus propios medios.

     

    -Lo entiendo y lo respeto en demasía- aclaró la Malfoy alzando las palmas una vez que había recuperado su varita. –Nosotros sólo cumpliremos con nuestro entrenamiento y nos iremos, no pretendemos usurpar su territorio.- pero el salvaje estaba desbocado, no entendía razones. Rápidamente sacó de su morral el anillo de amistad con las bestias, el mismo la ayudaría a razonar con él, pues el objeto, combinado con su conocimiento de cuidado de criaturas mágicas, haría que el entendimiento con el mismo sea más empático. –Entienda que no haremos nada que le perjudique a usted ni a sus familiares, tiene mi palabra con esto…-

     

    El anillo parecía tener efecto en él, ya que sin el mismo la Malfoy hubiera estado perdida. Fue frenando la marcha despacio, hasta quedar cara a cara con ella. Podía notar que su ímpetu mermaba y sus pensamientos comenzaban a ser más pacíficos. –Les doy dos horas más- dijo, finalmente. –Si vuelvo a verlos por acá después de ese tiempo, no seré tan benevolente. Les sugiero que hagan lo que tienen que hacer, y se marchen. Si no lo hacen…me volverán a ver- relinchó alzando sus patas delanteras mientras la morocha asentía y se marchó, perdiéndose en el horizonte.

     

    -¡Este anillo sirve mucho, Felías!- dijo Avril casi sin poder creerse lo que había pasado. Al ser un ser de cuádruple X era muy difícil lograr una comunicación, pero con la ayuda del anillo y su propio conocimiento, la bruja lo había hecho posible.

    Miró a su contrincante, algo débil aún, pues para estar completamente curado necesitaba una curación más. –No pensé que ibas a dejar que el rayo te de, anda. Perdóname.- le dijo mientras pasaba la varita por sus cabellos e intentaba reponerse de la reciente aparición. Pero el duelo debía continuar y al menos él ya no estaba herido de muerte. –Silencius- dijo y el efecto sería instantáneo. La lengua del vampiro se pegaría a su paladar y no podría decir una palabra más, por un tiempo al menos, mientras ella pensaba en cómo batallar sin graves consecuencias.

     

    Decidió seguir callada, pues la charla con el centauro la había agotado. Pensó un efectivo Seccionatus. Era tan fácil utilizar los hechizos que siempre había usado, los de las magias Uzza se le tornaban bastante difíciles, completamente desconocidos para ella. Sin embargo las familiares medialunas salieron de su varita con dirección al hombre de la mirada bicolor, todas en grupo dirigiéndose hacia su torso, cabeza y extremidades.

     

    - Solo estoy jugando, de éstas te defiendes. Son sólo pequeñas estrellitas, vamos- dijo la contradictoria bruja. No sabía como manejar aquél duelo, ni ningún duelo, sin algo de ataque para sazonar la cosa.

  24. @@Athena Rouvás

     

    Cuando te menciono, sale otra Athena xD Hizo la academia conmigo, de hecho (?)

     

    Perfecto. Ahora pregunto: en el turno que tenemos los centauros, siempre tenemos dos acciones para atacar? O podemos usar una acción para defendernos del centauro y las otras dos, para el duelo? No se si me explico.

     

    Gracias por las respuestas!

  25. @@Nathaniel Malfoy

    @

     

     

    Yo no me preocuparía porque vayas al hospital Nath xD por algo estoy en esta tutoría! Vengo a decir que en la prueba del libro de la fortaleza me desarmaron en el segundo post! SIII! Yo no se, a mi antes esto no me pasaba (?) xD

     

    No se que hice mal!!! T__T Leah, podemos analizar lo que va del duelo? Estoy muy insegura xD De cualquier manera está herido, pero de repente no se ni que hacer!!! Dejar{e el link a ver si podemos aprender todos juntos de esto T__T

     

    DUELO!!!! T__T

     

    AIUDAAA!!! xDD

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