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Avril Malfoy

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Todo lo publicado por Avril Malfoy

  1. Hola! Vengo a dejar la inscripción para el mes siguiente. Nick: Avril Malfoy ID: 45041 Conocimiento: Herbología. Nivel de Magia: VI Link a la Bóveda: Bóveda de Avril. Link a la Ficha: Ficha de Avril. *Desaparezco*
  2. Le hizo ilusión haberlo encontrado allí después de tanto tiempo de no verlo. Asintió, tanto como con la cabeza como con sus ojos. Estaba tan igual que siempre y a la vez tan cambiado…vestido como muggle con unas zapatillas con suela tan fina que la morocha dudaba que pudiera correr si quiera. Sabía, no obstante, que Felías era un mago con incontables recursos y que si necesitaba correr sobre terreno sinuoso lo haría. O volaría. O se las arreglaría de alguna manera ingeniosa. El tipo era de buena madera, no ostentaba más de lo que sabía y no hacía alarde de sus atributos. No siempre, al menos. Escuchó lo que le contaba acerca de sus basiliscos y apretó los dientes. Aún no entendía como había cambiado tanto todo, que de repente ellos que habían sido magos poderosos ahora estaban limitados, obligados casi a volver a empezar. La burocracia de antes no servía ahora, las leyes habían cambiado drásticamente. No sólo, también lo había hecho la comunidad. Si ellos no lograban adaptarse a aquellos cambios, sucumbirían y no podrían sobrevivir de una manera digna. -Te creo querido- soltó mientras posaba su mirada al horizonte, abarcando todo el paisaje desde el volcán hasta su fondo, un cielo libre de nubes y muy primaveral, un terreno terriblemente vivo. –Si supieras las cosas que he tenido que hacer estos últimos días, lo distinto que es todo.- No mencionó la absurda clase de Pociones porque sabría que molestaría al vampiro. Después de todo el había sido uno de los mejores profesores que enseñaban el noble arte de elaborar brebajes mágicos. La Malfoy en cambio había sido reducida a una clase de educación secundaria en donde debía simular que “aprendía” a hacer pociones. Todo por un certificado que diga que efectivamente…sabía hacerlas. Ella, que en su momento había sido miembro del Honorable Consejo del Wizengamot. A veces pensaba que la gente no sabía que era aquellos, un cuerpo conformados por los magos más poderosos y capacitados de todo Londres. Pero cuando quiso responderle más, comentando la situación de las criaturas y también acerca de los que había leído en aquellos raros compilados, otra presencia se hizo viva en la Isla: Arcanus. Levantó el mentón saludándolo, no tenía muchas ganas de dirigirle la palabra debido a aquél encuentro que habían tenido en la Sala de Duelos. Prefería no pensar a que aspiraba Arcanus e intentaría convivir con él durante aquella capacitación. -Como te decía, hoy por hoy mi única motivación es sobrevivir…y si no bailas con su música, no bailas con ninguna. ¿Qué mejor que sobrevivir haciendo lo que realmente me gusta? Estoy en un ambiente cómodo para mí, rodeada de criaturas que no hacen demasiadas preguntas…- iba a agregar “como tú”, pero se lo guardó. Quizás compartir información con el Snape podría llegar a ser provechoso. –Los estuve leyendo, si, y me parecen extremadamente interesantes. Sin lugar a dudas es una magia que no conocemos, pero supongo que podremos adaptarnos bastante rápido.- miró a Arcanus y recordó como había usado algunos poderes del primer volumen en su batalla.- Estuve probando algunos, los que tienen que ver con criaturas…verás- y se sentó en una roca apoyando el libro sobre sus rodillas mientras pasaba de página en página, buscando lo que había intentado.-…salieron relativamente bien. Otros no, otros no salieron nada bien- y volvió a observar de soslayo a Arcanus recordando su encuentro casi fatídico. Como siempre. -Sin embargo…- pero estaba ya hablando de más, pues la profesora comenzaba a darles indicaciones. Mencionó los objetos, que Avril guardaba en su morral con extensión mágica indetectable. Allí podría llevar todo lo que necesitara para el uso de los poderes de la magia desconocida. Guardó su libro y se posicionó junto a la bruja para escuchar bien cada una de sus palabras. ¡Eso era una clase! No sentados detrás de un pupitre como niños. La rubia les indicó bordear el volcán y lo evidente se hizo presente en el fondo del mismo: cuatro caballos alados gigantes revoloteaban la zona. - ¡Cuatro caballos alados! – dijo después de que los contó utilizando su dedo, pudo distinguir por el color de su pelaje que tres eran hembras y uno, el macho, que de seguro sería el semental. -¿Son los tuyos Felías? ¿O usted los trajo, Señorita? – ya comenzaba a divagar, estaba más interesada en la procedencia de las criaturas y en cómo se veían que en la instrucción de sus próximos movimientos. Sacudió su cabeza haciendo que sus cabellos se desordenaran y se concentró en lo que decía ella. -Yo tuve un…encuentro de duelo mágico e intenté utilizar el Orbis- comentó mientras los animales subían y bajaban y uno de ellos pasaba por detrás de Arcanus a una velocidad increíble y casi rozándolo por apenas centímetros. ¿Qué pasaría si…? Miró a Felías, pensó que efectivamente, podía controlar al menos uno de ellos, pero por un período muy limitado de tiempo. –Creo que el hechizo puede conjurarse sin pronunciar palabra…- soltó pensativa. Esperaría a que alguno de ellos se lanzara primero. @@Athena Rouvás@@Felias Snape Triviani@Arcanus
  3. Las documentaciones las había hecho un tiempo atrás. Le habían dado una fecha estipulada para el comienzo de la clase, aquella en donde debía aprender lo que ya sabía de sobra. ¿Por qué debía hacerla? ¿Qué burlesca vuelta del destino hacía que una bruja como ella, dotada por demás en diversos conocimientos, con una experiencia amplia en todo tipo de hechizos, conjuros y uso de artefactos mágicos, pociones y encantamientos la llevaba a estar ahí y a soportar esta clase de ironías? La burocracia, claro estaba. El papeleo, una vez más le indicaba que no sabía nada sino podía certificarlo con un sello del Ministerio. Todo controlado, todo estipulado, todo comprobable. No era su estilo. Una lechuza llegó para comunicarle lo que ya sabía, que la clase daba comienzo. Se habían olvidado de comunicarle a la lechuza que ella ya estaba esperando en un Castillo en las afueras del Ateneo hacía horas que encontró buscando información sobre la clase que debía hacer, para probar cuanto sabía de pociones. ¡Hipocresía! Estaba sentada en una de las mesas maltrechas del lugar, con la cola hacia atrás en la silla y apoyada en una de sus pálidas y escuálidas manos cuando lo vio aparecerse, parecía que iba a quedarse dormida en ese mismo instante cuando el profesor irrumpió. Impuntual, desarreglado y lo que era peor: irreverente. ¿En serio pensaba que podía enseñarle algo? La lechuza, inquieta, aguardaba a su lado en la mesa, ni siquiera ella entendía como la habían enviado a un viaje de un par de metros. -Es que ya estoy aquí, Haugthon. ¿No me ves? Y sentada también…pensaba que los profesores predicaban con el ejemplo, pero por lo visto hasta el personal docente ha cambiado.- dijo con sorna y algo de diversión. Podría necesitar un papel que le dijera que sabía de pociones pero el chico a ella no podía enseñarle nada. -¿Y realmente piensas que el hecho de ser familia me podría beneficiar? Vaya…que no me relacionen con usted y sus prácticas, se lo ruego señor Profesor.- masticó las palabras hasta formarlas con la dosis de sarcasmo como las quería y las soltó entre dientes, fastidiada. – Regla número uno de Pociones: Si te pasas con el tiempo, si te retrasas, puedes morir intoxicado o incinerado. Eso sé de pociones – Y asintió con la cabeza. El le había preguntado. Enfundada en un enterizo de cuero negro, que no tenía mangas ni piernas, se apoyó en el respaldar. Al parecer el profesor pensaba que no se podía estar parado para elaborar una poción. Alzó una ceja y le lanzó una mirada de desprecio. Comenzó: -También sé perfectamente que una poción agudizadora de ingenio se prepara con escarabajos machacados (con triturador de madera de sauco quedan más jugosos), bilis de armadillo, raíz de jengibre cortada, preferentemente en cuadrados de medio centímetro por un centímetro todos iguales y que todo eso, a fuego lento durante dos horas y treinta y cinco minutos lo ayudaría a usted a inventarse una excusa por su evidente y bochornoso retraso. – hizo un ademán con sus manos como si estuviera terminando de recitar una poesía, hacia a un lado y luego hacia otro, esperando aplausos de un público que no estaba allí, pero que de seguro vitorearía su ácido humor y sus impecables conocimientos. -O bien…- y ahora directamente le hablaba a la audiencia, como poseída por un espíritu actoral vehemente.-…la Poción Matalobos, una represión al verdadero ser según mi opiniones, pero claro está que mis opiniones aquí no cuentan mucho, que se prepara con Crisopos, sanguijuelas, Descurainia sophia y centinodia, polvo de cuerno de bicornio, piel en tiras de serpiente arbórea africana ...y el ingrediente principal, el acónito, una sustancia muy venenosa. La poción completa desprende un humo azul débil y tiene un sabor repugnante. La adición de azúcar para remediar esto no es posible ya que esta sustancia le resta efectividad…a los pobres licántropos, unas criaturas fascinantes a mi criterio. Medidas represivas al fin, con las cuales jamás estaré de acuerdo.- Y así podría seguir durante horas, haciendo ademanes estrafalarios y girando la cabeza de lado a lado, realizando muecas con su boca y con la expresión completa de su cara. Lo miró, con el semblante ahora divertido, y apoyó la palma de su cerúlea mano en el mentón como si estuviera aguardando lecciones. -¿Tengo que seguir o prefiere comenzar con la clase y preguntar cosas especificas?- Conocido era que la mortífaga no respetaba aquellos que eran soberbios sin saber con quién, altaneros sin razón, rebuscados y prepotentes. Y no había pergamino en el mundo que certificara que a Avril Malfoy le gustaba ese tal Dovakhin Haugthon. @@Dovakhin Haughton
  4. No supo el porqué del fallo en sus hechizos. Ella sabía de sobra como se manejaban aquellos conjuros que en ese mismo momento le eran prohibidos, sabía como ejecutarlos y llevarlos a cabo, de hecho podría haber hecho muchos más aparte de esos. Pero lo que no tenía era el poder suficiente para realizarlos a la perfección, no era suficiente quien era ahora, no servía. O era Arcanus que le ponía los nervios de punta con las cosas que decía. Inspiró mientras sintió que el habla le volvió de repente, intentó calmarse y no dejarse llevar por la ira que en ese momento sentía ante el aspirante a “todo lo que para Avril estaba mal”, con el seguidor de sus enemigos, con el postulante a tener plumas en vez de capuchas. Negó con la cabeza, furibunda. Aquellas ideas no la ayudarían a tener en claro que movimientos hacer, tenía que separar lo que sentía de lo que lo le provocaba que su hombre, su único hombre, la única pareja de la Malfoy fuera a defender los ideales, para ella incorrectos. Y como si todo eso fuera poco, unas cuerdas salieron de la varita del hombre. Tres. Y al parecer venían directo hacia ella. –Evanesco- dijo y al instante desaparecieron las tres, pues fueron tan sólo unos segundos de su aparición y ni siquiera llegaron a estar a dos metros de ella misma. -¿Es que me quieres callada y atada? ¿En un día como hoy? Que tremendo desacierto Arcanus, vas de mal en peor… Pero eso no era nada. Un repentino rugido felino se hizo presente justo a su lado, un animal tan hermoso y carismático como peligroso. No hubo ni siquiera tiempo de hablar, sólo podía actuar con la mayor celeridad posible. Apenas vio su fulgurosa mirada verde y notó que las intenciones de la bestia, creada por Arcanus, eran atacarla simplemente lo pensó. Orbis Bestiarium. Podría haber usado un hechizo de iguales características pero que precisaba de las palabras para ejecutarse pero Avril no podía perder ni una milésima de segundo. El efecto debía ser de inmediato, el animal ni siquiera había dado un paso cuando un anillo dorado la rodeó y su dirección cambió hacia Arcanus, recorriendo cuatro metros en menos de 30 segundos. La directiva era clara: Atacar a Arcanus de frente y sin miramientos, saltando para darse el impulso final y así caer con los colmillos en su cuello. -¿Cómo pueden amarse un tiburón y una gaviota? No viven en el mismo lugar, no respiran el mismo aire…y el tiburón indefectiblemente se va a tratar de comer siempre, siempre a la gaviota.- intentó, con un dolor en el pecho que hacía que hiciera todas las cosas de la manera inepta que las estaba haciendo, explicarle como se sentía con una metáfora algo extraña, pero que cuadraba para ellos.
  5. Los deseos de la Malfoy habían sido distintos en otra época. Nunca tuvo problemas en conseguir hombres, ni en desearlos. O mujeres de así quererlos. El dilema ahora era si su cuerpo seguía funcionando como lo hacía antes de su exilio. No probaba deseo alguno, estaba apática completamente, nada la atraía como para colmar sus necesidades más profundas. Tenía que descubrir que pasaría con esa parte de su existencia. Tantos años sin probar el toque de otra persona habían dejado estragos en su ser. Fue por eso que decidió, sin sopesarlo demasiado, asistir a uno de aquellos lugares muggles en los que se podía comercializar ese tipo de acercamientos. No tenía a nadie que la estimulara, pero eso no fue nunca un dilema, se estimularía sola. El antro estaba lleno y ahí sobrevino su primer arrepentimiento. No soportaba ver a la gente desbocada, totalmente entregada a sus instintos sin un propósito claro más que el propio placer y regocijo. Y lo peor es que estaban sudados. Miraba a todos con desprecio, un semblante muy diferente al que todos tenían allí. Subió la capucha de su capa de viaje color negra y esperó que nadie la mirara, aunque de esa manera no lograría su cometido. Comenzaría a mirar para ver si alguno de sus más bajos instintos se despertaban, porque hasta el momento lo único que le provocaba de hacer era morder a más de un espectador. Las chicas que bailaban sobre la tarima eran lindas, sin embargo, sabían moverse y sus cuerpos parecían esculpidos y voluptuosos. No eran más que carnadas claro, pero aún así gustaban a la vista. Muy pronto descubrió que no encontraría allí lo que le hacía vibrar. No tendría relaciones con ninguno de aquellos homo sapiens sin formación alguna, mucho menos un muggle. Jamás lo había hecho, nunca le habían atraído aquellos energúmenos sin poder alguno. Si supieran que ella podría aplastarlos como ratas de alcantarilla y comerlos en la merienda junto al té de las cinco. De pronto la presencia mágica se hizo presente, no podía esconderse de ninguna manera pues no sólo era un ser con magia, sino que también era un vampiro, como ella. El extraño pareció percibirla de la misma manera ya que se acercó y luego de un significativo intercambio de miradas le indicó que lo siguiera. Avril estaba completamente cubierta y sus ojos grises, con el reflejo de aquellas luces ultravioletas que danzaban por todo el lugar, se tornaban de un verde extraño, impropio de ella. Pero ahí todo era una tienda donde vendían espejitos de colores, nada era lo que parecía. Lo siguió, porque le pareció que era lo más divertido para hacer, hasta el callejón sin salida que se encontraba atravesando la puerta trasera de aquel antro y notó que el joven se alejaba de ella como doce metros. Señaló su oído y alzó los hombros, al ver que el hombre le hablaba y gritó.- ¡Estás muy lejos y no te oigo! – sin descubrir su cara, que descansaba bajo la capucha oscura. De repente un rayo, de la nada, uno que si era verde y que viajaba directamente hacia ella con intenciones nada amigables, salió de su varita para alcanzarla. –Protego- musitó con calma, para así crear un círculo transparente que absorbería el ataque y lo dejaría en la nada. Sin embargo, no entendía porque la atacaba así, de buenas a primeras. Caminó unos pasos hacia él, hasta quedar a cuatro metros, un radio donde podría escucharlo con claridad y hasta ver sus rasgos, sus dientes tan distintos a los de cualquiera. -¿Quién eres y porque me atacas? Tienes que controlar tu ansiedad o acabarás muerto en cualquier momento- negó con la cabeza, con la varita en alto y apuntándolo, pero sin atacar. @@Felias Snape Triviani
  6. La Malfoy se encontraba en la Reserva de Criaturas Mágicas Newt Scamander. Había estado viviendo allí mucho tiempo como para abandonarla de buenas a primeras. Esos animales, aquellas bestias habían sido su familia durante demasiado tiempo. ¿Qué libro podría fortalecer aún más la conexión que ella tenía con sus hermanos, los basiliscos? ¿Quién le iba a enseñar a montar dragones si hacía centurias que lo hacía sin problema alguno? Sin embargo se podía, para ella la información plasmada en aquél libro era invaluable, la había leído y releído miles de veces ya y siempre encontraba un detalle más que le aportaba una visión diferente, sobre todo de sus amadas criaturas. También había intentado alguno de sus hechizos en la batalla contra Arcanus, pero no le habían salido como ella esperaba. Todavía debía “vincularse” con el libro y con la magia extraña y diferente de los guerreros Uzza. Alzó la vista al aire para mirar como Tenebrus, el dragón de Fernando Black que había quedado a su cargo tras la desaparición del mismo, alzaba vuelo batiendo aquellas imponentes alas de color negro y lanzando fuego por sus fauces, imponente. Lo veía un poco a él cada vez que miraba a Tenebrus. Estaba detrás de un cervatillo bastante rápido aunque no del todo, no ciertamente capaz de escapar a semejante colacuerno húngaro. Tenía sus años ya el reptil y, como le sucedió a ella misma con su cabello, ahora presentaba escamas plateadas en su cuello, signo de madurez. Parecían conectarse de alguna forma ya que sus propios cabellos color negro se habían debilitado convirtiéndose en mechas plateadas que decoraban su cabeza y hacían resaltar su mirada gris. A la morocha no le disgustaba aquél nuevo aspecto. Vestía, como era habitual, su traje de cuero color negro ajustado y flexible, que se adaptaba a la vida de la mortífaga. Una rutina llena de movimiento sobre dragones, arrastrándose en alcantarillas y túneles subterráneos, cavernas húmedas y terrenos sinuosos requerían aquella vestimenta especial. Las botas, con suela todo terreno, hacían posible que ella trepara colinas y morros y protegiera sus pies de la cruel humedad. Sobre su cabeza, abrazando sus cabellos, descansaban las antiparras que ella misma había inventado, con las que podías mirar de cara a un basilisco y no morir en el intento. Las inventó al mismo tiempo que creaba la reserva de animales mágicos gracias al arduo trabajo que hacían en el Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas junto a Glenin Black y a su propio hijo, Bastián. Sin lugar a dudas era su lugar en el mundo. Pero mientras admiraba a su más preciada bestia devorar su chamuscada presa un pergamino revoloteó a su alrededor para finalmente terminar el vuelo en sus propias manos. La mujer extendió sus escuálidos dedos, que presentaban una palidez espectral como toda su piel, y abrió la misiva. La misma la citaba en La Isla de Pascuas, más precisamente en el Volcán Rano Raraku. –Vaya nombre…- musitó Avril para continuar leyendo. Decía que debía usar ese mismo pergamino como traslador y que llevara consigo los dos libros que tenía, los amuletos y anillos. Se emocionó y, como cada vez que lo hacía, sentía una especie de ansiedad especial que inflaba su pecho. Era la oportunidad que había estado esperando para poder sacarle el jugo a aquellos volúmenes. El que tenía el conocimiento, tendría el poder. Sin dudar, llevando en su morral de piel de moke todo lo que necesitaba, pues le había aplicado el encantamiento de extensión indetectable como al anterior y de esa manera podía llevarlo todo, inclusive a Tenebrus de haberlo querido, tomó el traslador y sintió aquél familiar pinchazo debajo de su estómago. Era como si un gancho mágico la tomara de su bajo vientre y la hiciera dar vueltas hasta llegar al lugar indicado. Cuando aterrizó se maravilló con el lugar. Una densa vegetación abundaba y el cálido viento hizo que Avril se quitara rápidamente las mangas y las piernas de su enterizo y que bajara un poco el cierre frontal, dejando ver parte de su escote. Sus cabellos sueltos danzaban con la escasa brisa mientras caminaba cuesta arriba para llegar adonde estaba su instructora. -Mi nombre es Avril Malfoy, un gusto- se presentó ante la mujer y palpó su morral para cerciorarse de que estaban los objetos que ella mencionaba. Vio un mago bastante austero, sin pinta de mago, pero al mirarlo dos veces se percató de quien se trataba. –Felías, tanto tiempo- recordaba especialmente cuando llevó a sus basiliscos y le enseño como tratar con ellos. Era por esas pequeñas cosas que Avril había amado tanto su trabajo y esperaba poder volver a hacerlo en breve. Colocó una pierna en una roca y apoyó sus manos en las caderas, esperando que el entrenamiento dé inicio. Sin dudas iba a ser algo que no olvidaría fácilmente.
  7. Lanzó una carcajada que resonó en todo el lugar, rebatiendo en las paredes de aquella sala y recorriéndola entera. -¿Qué amas de mí, Arcanus?- le preguntó aún riendo, pero con el semblante concentrado y los ojos fijos en él. -¿Cómo puede tu personalidad ser la misma que antes? Lo que yo amo en ti ya lo has perdido con ese pensamiento… Y mientras se protegía de su rayo mediante el escudo invisible que tan bien conocían ambos la mortífaga no perdió el tiempo. El libro que había adquirido se le vino a la cabeza, había cosas que nunca había probado antes y estimó que ése sería un buen momento para probarlas. Y alzando ambos brazos, infló su pecho de aire y orgullo exclamando -Espejo de niebla… ¡Fuego maldito!- justo antes de ser silenciada. Después de haber pronunciado aquellos hechizos se quedó muda pero los movimientos de la morocha comenzarían a parecerle a Arcanus muy atemorizantes. Lo miró fijo y sonrió mientras un caballo de fuego llegaba a él con apenas dos trotes y lo quemaba de lleno, mientras la figura de ella le parecía imponente, poderosa y terrorífica. En su fuero interno, Avril esperaba que el mago cambiara de opinión. Ya no podía hablar pero aún tenía la ventaja de la niebla que jugaba a su favor por lo que una violenta llamarada violeta salió de su varita recorriendo los cuatro metros lineales que los separaban y dejándolo inconsciente y chamuscado, cuando en su mente formuló el Fuego púrpura. Ella volvía a ser la que había sido, una vez más sentía esa intensidad en su pecho que se movía de arriba abajo en un rítmico movimiento.
  8. @Arcanus La tensión que tenía permanentemente en su cuerpo se había esfumado estando entre sus brazos, pero apenas por unos pocos segundos. El joven había cambiado todo con esa frase. ¿Formaría parte de la Orden del Fenix? ¿El?- No digas estupideces Arcanus – le dijo mientras daba algunos pasos hacia atrás ubicándose al otro extremo del tablero. -¿Tu? ¿El extermina aurores? No hablas en serio… La Malfoy no lo podía creer, si lo hubiera escuchado de la boca de cualquier otra persona no lo hubiera creído pero ¿El porque querría hacerle una broma así? –Me estás diciendo entonces de que no eres la misma persona que yo admiraba, de la que yo me enamoré.- negaba confundida con la cabeza mientras sacaba su varita instintivamente. Sus ideales, sus metas, sus creencias. Sus aventuras. Todo perdía sentido si él no seguía siendo la misma persona. -No puedes amarme con tus nuevos “ideales”, no seas incoherente- el desprecio emanaba de sus labios mientras su ceño se fruncía y por inercia su brazo derecho se alzaba a la altura de su hombro y lo apuntaba con su arma mágica, haciéndola girar sobre sus dedos sin decidirse a atacar. -¿Cómo vamos a buscar a Bastián juntos, eh? ¿Cómo podría dormirme en tu presencia sabiendo que querrías matarme en todo momento?- Le había dicho lo que menos necesitaba oír, había perdido la confianza en todo y eso lo ratificaba aún más. ¿Para que car.ajo habría vuelto a ese lugar? Inspiró y sin meditarlo más gritó. -¡Sectumsempra!- justo un segundo antes de que el rayo de color verde saliera disparado de su varita con dirección al pecho de el que había sido su hombre. El mismo esquivaría cualquier objeto que pudiera encontrarse en su trayectoria para poder llegar al destino que Avril tenía pensado que llegue: Arcanus.
  9. @Arcanus Amor. Juntos. Pareja. La Malfoy no recordaba como en algún momento pudo ser capaz de albergar esos sentimientos que ahora no eran más que palabras ella que se arremolinaban turbulentas en su mente desgastada. El decía que la había buscado, que había buscado a su primogénito también, pero que todo se había desvanecido. ¿Era por eso que Avril no había intentado volver en todos estos años? ¿Es que sabía que cuando volviera descubriría que lo había perdido todo? Y en ese todo tan inmenso lamentablemente también se encontraba ella misma, que estaba perdida. El joven atrapó su cintura y la atrajo hacia él. La familiaridad era agradable, el sentirse por un instante en casa estando en sus brazos, el deseo de que todo vuelva a ser como antes comenzaba a impregnar el alma de Avril llenándola de ganas de vivir, de hacer, de seguir allí… -No importa, estoy segura de que vamos a recuperarlo todo- dijo pensando en su hijo y en él, en su antigua vida y en lo que ambos generaban. Le devolvió el beso y hasta ese momento no se había percatado de su propia avidez, de su falta de humanidad y de lo que esos labios provocaban en ella. Se dejó acariciar como si eso fuera un elixir que comenzaba a curar sus heridas. –Vamos a volver a las filas oscuras, a seguir pelando por lo que queremos, a hacer de este mundo incomprensible el lugar que era antes…- decía dejándose llevar por los recuerdos y las sensaciones que Arcanus despertaba una vez más en ella. Se formó un mapa en su cabeza. Un plan para recuperar a Bastián. Si ambos comenzaban a trabajar juntos una vez más, nada podía fallar, no había universo que pudiera contra ellos. Lo que no sabía era que esta vez el destino sería diferente. -¿Vendrás conmigo, verdad?- preguntó por inercia, pero de seguro que no conocía la respuesta…
  10. Y era pensando en su pasado que el mismo la había alcanzado. Evocando su vida pasada cuando la misma se arrodillaba junto a ella y la llamaba por su nombre. ¿Cómo creía por un solo segundo que habría podido olvidarlo? El. Su compañero incansable, quien compartía absolutamente todos sus gustos, la única persona en aquél mundo en la que la Malfoy confió. Y no la defraudó, claro que no. De un millón de almas tortuosas Arcanus fue el único que no la defraudó jamás. Sin embargo ella no actuaba como se suponía que debía actuar una bruja. Apenas se vio envuelta en su abrazo la recorrió un escalofrío que no supo interpretar. Se puso nerviosa y lo único que pudo atinar fue a cubrir sus flancos bajando las antiparras que descansaban sobre su cabeza para cubrir sus ojos. Los últimos años había vivido entre basiliscos y estaba tan acostumbrada a usar las antiparras en caso de peligro y no su varita, que era lo único que sabía hacer. Se las volvió a quitar rápidamente, estaba salvaje pero no loca. -Arcanus- dijo sin poder entender mucho de lo que estaba sucediendo.- Arcanus- volvió a mencionar su nombre como si le pareciera imposible poder decirlo y hacerlo real, ahí junto a ella. Y de repente los recuerdos la invadieron. ¡Como odiaba cuando eso sucedía! Una serie de diapositivas en papel fotográfico comenzaron a danzar frente a sus ojos. Ellos, siempre ellos, en contra de todos. Ellos juntos, aprendiendo. Ellos, saliendo a divertirse. Ellos, protegiéndose. Ellos, engendrando a dos hijos. Ellos, juntos en el poder. Ellos, perdidos por años. Ellos, reencontrándose. Siempre ellos. Arcanus y ella. Arcanus y Avril. -Yo…vine…estoy bien…- balbuceaba la morocha sin saber muy bien que debía contestar. –No sé bien…de que se trata este mundo…pensé que estaban todos muertos, pensé que nunca…que estabas muerto- cerró el millón de ideas que divagaban en su mente en una frase. En una palabra: muerto. ¿Acaso ella había estado muerta también? Cada día que pasaba en aquél nuevo mundo la desconcertaba un poco más, pero el haberlo encontrado podía significar la punta del hilo del que se desenvolvería su cordura. Se puso de pie poniendo un poco de distancia. Tanto calor humano la abrumaba, hacía que sus sentidos se nublen y que su pecho se cierre en una sensación de ahogo. Su relación con las personas estaba peor de lo que ella pensaba, hasta el momento no se había relacionado con nadie. –Volví aquí, era uno de los lugares donde solía estar. Estuve mucho tiempo viviendo…afuera. – no iba a decir donde estuvo ni que estuvo viviendo como un animal durante todos esos años. Prefería mantener el tema al margen. –Pensé en esto…vine a esto. – no sabía como explicar que había venido llamada por su pasado, que quería volver a sentir algo, que añoraba su forma de vida. Y se encontró con él. El destino no podía ser tan preciso. Pensó en sus hijos. Nunca los habían criado con muchos remilgos, ellos siempre se las habían arreglado solos. Por eso mismo la morocha no sabía nada de ellos, ni de su padre. -¿Qué haces tu aquí? ¿Estás con Bastián?- lanzó ansiosa y evitó justo a tiempo que su voz se quebrase. Algo tendría que saber él de sus hijos, no podía ser que él también los hubiera abandonado así. @Arcanus
  11. Sus pasos sonaban en aquél lugar, como si estuvieran aplaudiendo la decisión de su dueña de entrar nuevamente allí, como si ellos de manera independiente, celebraran el camino de quien los manejaba. Es que en otro tiempo aquél solía ser su lugar en el mundo, su segundo hogar o mejor dicho, el único. Solía pasarse allí la mayor parte del tiempo batiéndose a duelo con el primero que encontraba, aprendiendo el manejo de los diferentes hechizos y, no mucho tiempo después, enseñándolos. Pero esa Avril Malfoy que hoy se colaba en la Sala de Duelos Mágicos no era la misma que antes. Apenas conducía su propia magia, de casualidad accionaba su propia varita para canalizar sus poderes de siempre. Ahora la morocha era poco más que una sombra de lo que había sido. De cualquier manera ahí estaba, buscando un no sé qué, quizás volver a sentirse con la capacidad de batallar, que su alma vieja se rejuveneciera con las sensaciones que la lucha mágica le había otorgado siempre. No sabía en realidad que buscaba, pero era definitivamente algo. Giró la antigua varita de sauce blanco entre sus dedos pulgar e índice preguntándose si sería tan añeja que habría olvidado como atacar y defender. No tenía idea. Sus pies parecían tener memoria propia, pues la llevaron a aquella plataforma en la que tanta experiencia había tenido: el tablero gigante de ajedrez mágico. Los cerámicos del suelo eran cuadrados de medio metro por medio metro, intercalando entre blanco y negro, lo que lo hacía un cuadrado de cuatro metros por cuatro, ocho cuadrados por cada lado. En las dos primeras hileras tanto blancas como negras, enfrentadas, se encontraban las imponentes piezas hechas de mármol de carrara, impolutas. Estaban todas, encabezadas por el pelotón de peones. La morocha esbozó una mueca con su boca mientras rodeaba a la Reina negra, siempre su pieza favorita, tallada con semejante exactitud que podía notarse su semblante, serio y poderoso. Ella, si bien llevaba el mismo color, no estaba tan imponente en cambio. Vestía su traje de cuero enterizo, aquél que había usado mientras vivía en la Reserva, que le permitía moverse con total facilidad gracias a su elasticidad. Sus cabellos, de un color ébano penetrante, estaban manchados con algunos mechones grises producto del paso de los años pero su mirada aún brillaba como cuando era la más joven líder de la Marca Tenebrosa. Negó con la cabeza, burlándose de ella misma y se acomodó en cuclillas junto a uno de los peones mirando al frente. ¿Cómo podía haber pasado de ser la Reina a ubicarse ahora como un peón más? Inmersa en sus pensamientos no escuchó otros pasos, ni ningún otro ruido. Ella no lo sabía, pero estaba por enfrentarse a mucho más que un par de hechizos, tendría que enfrentarse a su pasado de cara y salir ilesa para comenzar su futuro, una vez más.
  12. @@Monica Malfoy Haughton Si no me mentan no veo los post xD estoy super perdida entre tanto topic (? Hola Moniii!!! Te cuento, Avril en realidad siempre fue adoptiva de Crazy por lo que no lleva la sangre, pero tengo la historia de mi personaje tan confusa que hasta podría ser (?) Nah, no soy sanguínea sino adoptiva, la familia orígen de Avril está en Alemania.
  13. Avril Malfoy

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    Nick: Avril Malfoy ID: 45041 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza. Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): http://www.harrylatino.org/topic/109707-boveda-trastero-de-tara-lestrange/?p=5060016 Rango Social: Unicornios de Oro Nivel de Magia: VI Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia (versión anterior): Noviembre 2009. Link a la Bóveda: http://www.harrylati...showtopic=78340 Link a la Ficha: http://www.harrylati...e-avril-malfoy/
  14. No sabía como moverse en ese mundo tan burocrático. Antes el simple hecho de su presencia era su carta de identidad. Eso, o presentar su propia varita, aquel pedazo de madera de sauce de color blanco que tan representativa era para cada mago, aquella que te elegía a tí y te hacía único en aquél mundo. Pero ya se había dado cuenta de que las cosas no paraban de cambiar. -Oh si, dejeme...- revolvió en su morral hasta que la tomó. Una tarjeta en la que decía su nombre y algunas otras cosas más. Aún pensaba que su varita debería bastarle. -Aqui tiene.- le extendió la identificación sin demora. pero mientras lo hacía, vio otro libro que podía ser de su incumbencia. Se llamaba el Libro de la Fortaleza, y fuerza era lo que la morocha necesitaba tan desesperadamente en esos momentos. -Quisiera llevarme también aquél libro de allá, si es tan gentil- pidió con firmeza llevando su dedo índice en dirección al libro que estaba apostado en la estantería. Y aguardó. No sabía que papeleríos tocaban para un libro más. ••• ID: 45041 Nick: Avril Malfoy ---> http://www.harrylatino.org/topic/78278-ficha-de-avril-malfoy/ Link a la Bóveda Trastero: 109707 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78340 Fecha: 2017-02-23 Nivel magico: VI Nombre del producto: Libro del Aprendiz de Brujo Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 1 Precio: 1000 Nombre del producto: Libro de la Fortaleza Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 5 Precio: 5000 Total de Galeones: 6000
  15. Bueno, agradezco al jurado por los premios y al público que me votó. ¡Muchas gracias!
  16. Sus botas no encajaban en aquél lugar tan elegante pues estaban llenas de fango. Arregló un poco sus cabellos negros, que presentaban en su frente unos mechones blancos típicos de la edad. Si, aunque fuera la edad de una vampiro, también habían envejecido. Ella creía que se debía más bien a un reflejo de su alma, de cualquier manera no tenía demasiada importancia. Le había puesto los ojos a unos libros en los que estaba interesada y buscaba las librerías con afán. Levantó su escuálido dedo hacia un mago para preguntarle donde debía dirigirse pero el hombre pasó de largo sin más. Su mirada estaba perdida, como si tuviera miles de cosas en la mente. -El consumismo frenético los consumirá a todos- dijo por lo bajo, y abrió su morral para verificar si tenía galeones. Pero tiró de más y todas sus cosas terminaron en piso esparcidas. Se arrodilló maldiciendo por lo bajo mientras juntaba todo divisando un lugar en donde podía resolver su inmediato problema. Se apresuró a entrar y torpemente preguntó.- ¿Tienen morrales? Necesito alguno que pueda ajustarse a la cintura, si es de piel de moka, mejor.- explicó a la vendedora haciendo ademanes con sus manos, señalando su cintura. La Malfoy necesitaba algo cómodo y espacioso para guardar sus pertenencias y llevarlas a donde ella vaya, siempre. Esperaba obtener el objeto pàra así encantarlo y hacerse del espacio suficiente. -¿Cuanto cuesta?- remató mientras hacía girar unas monedas doradas entre sus dedos. Todos costaba más de un galeón, los stickles prácticamente habían desaparecido. •••• ID: 45041 Nick: Tara Lestrange Link a la Bóveda Trastero: 109707 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: 78340 Fecha: 2017-02-17 Objeto: Monedero de piel de Moke Puntos: 10 Precio: 500 G Total de puntos: 10 Total de Galeones: 500 G
  17. Hola!!!! Yo hice el intento de hacer una compra del libro 1 xD pero me faltó el link a mi perfil. Lo que quiero preguntar es lo siguiente, siguiendo la sugerencia que me hiciste En ese mismo post que voy a repetir, digo en esa misma planta en donde se compran los libros puedo tambien comprar un obketo menor? Algo así como el monedero de moke? Y, en caso de que pueda hacerlo, también puedo hacer ahi mismo la compra del segundo libro? O tengo que volver a ir cuando el monedero impacte en mi ficha? xD Me explicarías todo con manzanitas? xD Porque en serio que soy muy muy nueva en esto y hay cosas que se me pierden! xDDD Te agradezco! @Catherine. Edito porque Agatone (AKA Felías xD) me explicó todo re bien. Por el momento no hace falta que me expliquen, me voy a compraaaaaar xD
  18. La Malfoy se encontró una vez más inmersa en aquella vorágine del consumismo que parecía tener en vela a todos los magos de la comunidad. Nunca había visto el callejón tan agarrotado. Centenares de magos y brujas, demonios y vampiros, altos y bajos, pasaban por allí con cajas y paquetes hasta las narices, tan concentrados en sus compras que se tropezaban unos con otros y sin siquiera inmutarse, continuaban su marcha hacia otro local. Para seguir comprando. Poseer. Esa palabra significaba otra cosa para la morocha, que no despegaba sus ojos rasgados de ninguno de los presentes. Parecía ser ella la única que los miraba. Se alzó de hombros y divisó aquello que ella estaba buscando. "El conocimiento es poder", era lo que siempre había dicho. No sabía de donde lo había sacado, pero era probable que con los años de experiencia se hubiera dado cuenta de ello. Aquél que sabía, aquel que conocía, aquél que estaba hambriento de saber era quien terminaba en lo más alto de la cima. No aquél que creía ser sabio con arrogancia, sino aquél que incansablemente buscaba el saber, como quien busca el otro lado del arco iris. Chequeó pasando su mirada gris por las estanterías, acariciando con la yema de sus pálidos dedos aquellos tomos que tanto saber contenían y se detuvo en uno. Era el único que podía comprar, por el momento. -Quisiera llevar este libro- dijo seguido de un carraspeo y se acomodó uno de sus blancos mechones de cabello detrás de su oreja. •••• ID: 45041 Nick: Tara Lestrange Link a la Bóveda Trastero: http://www.harrylatino.org/topic/109707-boveda-trastero-de-tara-lestrange/ Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: http://www.harrylatino.org/topic/78340-boveda-de-tara-lestrange/ Nivel Mágico: VI Fecha: 2017-02-16 Nombre del producto: Libro del Aprendiz de Brujo Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro): 1 Precio: 1000 Precio total: 1000
  19. Buenas! Creo que en mi ficha ya está todo en orden, por lo que paso a inscribirme para un conocimiento más. Muchas gracias y espero que ahora todo esté bien.
  20. La bruja cruzaba el callejón a toda velocidad. No le interesaba nada de allí, por el momento. Sólo quería llegar hasta Gringotts y guardar la poción que había adquirido. ¿Que era eso de guardarlas en un lugar seguro? Debía tener una larga audiencia con algún duende de turno para entenderlo todo, pero le habían dicho que las cosas ahora funcionaban así y entonces así era como pensaba hacerlo. Pero, al pasar por Borgin sintió un desmadre bastante familiar para ella: alguien estaba hablando en pársel, estaba reclamando sangre, estaba enojado y ofuscado y al parecer, estaba haciendo un desastre peculiar. Un escalofrío recorrió la espina dorsal de la bruja que atinó, en primer lugar, a colocarse sus antiparras antibasiliscos. Ella misma las había diseñado cuando era directora del departamento de cuidado de criaturas mágicas y las había usado durante los últimos largos años. Por supuesto, de otra manera la vampiro no habría sobrevivido a la mirada de los que ahora eran su familia: los basiliscos. Se había internado en los túneles subterráneos de la Reserva y allí había vivido. Sangre nunca le había faltado y había logrado una extraña pero sincera empatía con las serpientes, también favorecida por su habilidad para hablar pársel, capacidad que le había sido otorgada de manera innata, nunca la había aprendido. Era un regalo de su padre oculto en su ADN. Llevaba puesto su traje de cuero flexible, para facilitar así sus movimientos y su morral, encantado con expansión indetectable, rodeaba la parte baja de su cintura acoplándose perfectamente sobre su abdomen. Se lanzó al piso, para lidiar con ellos lo mejor era compartir posición y estar a su misma altura. Demasiado soberbias eran esas bestias como para sentirse disminuidos por cualquier cosa, persona o animal que fuera. Su cabello, tan negro como el ébano, se elevaba desprolijo bajo el amarre de la antiparra y su aspecto era un tanto salvaje. No entendía como podían lidiar con los reptiles emperifollados en lujosos atavíos. -Tranquila pequeña lombrizzzz, con calma. Essstooss no ssson comesstiblessss- dijo mientras ella misma se arrastraba sin ver a nadie, ni hacer contacto visual con ninguno de los efusivos visitantes del tenebroso negocio. La serpiente estaba allí, en la entrada misma. Faltaban segundos para que aniquilara a cualquiera que lo mire. La Malfoy reptaba hacia él , al parecer era un macho pues presentaba su pluma escarlata en la cabeza y medía más de quince metros. Era hermoso y su verde brillante podía notarse a través de las ingeniosas lentes de la ex-mortífaga. Y estaba hambriento, necesitaba cazar algo por sí mismo. Muy despacio, sabiendo que la bestia enfurecida ni siquiera prestaba atención a sus siseantes palabras, movió la varita hacia el morral y dijo: -Accio carnero- dentro de aquél bolso podían encontrarse los más desopilantes aparatejos, desde libros hasta un animal bien vivo, por si a ella misma le atacaba la sed y no había ningún "polluelo" fresco para comer. El regordete animal salió justo antes de que el Rey de las Serpientes abría sus fauces y se disponía a engullir a Avril. El cornudo dio unos saltos e intentó escabullirse sin éxito. o con mucho de él, porque el animal cambió el rumbo y se lo devoró,como si se tratara de un caramelo de feria. -Assssi pequeño- decía la Malfoy, siempre en pársel, intentando calmarlo. - Ahora busscaremos la alcantarilla maasss cercana y nosss marcharemoosss hacia casssssa.- Pero una voz la sacó de su concentración. Un timbre tan familiar para ella como lo habrían sido cualquiera de la familia de serpientes que vivían en la Reserva. Alzó la vista y la vio, con un frasco en la mano, junto a dos ¿cadáveres?. No podía ser. -¡Candela!- gritó a viva voz, sin darse cuenta de que ese tono alteraría aún más a la bestia XXXXX. Se llevó un dedo a los labios apenas lo notó para que ella tampoco se alterara.- Shhhh- ¿La reconocería? En esas fachas, llena de escombros y lodo seco, con el cabello todo revuelto y el rostro cubierto por la protección ocular...no estaba segura. Pero de lo que si estaba segura era de que ése no era el momento para ponerse melancólicos ni para entablar una charla como si estuvieran en los jardines de la Mansión Malfoy. Rápidamente se arrastró reptando hasta las rejas de la alcantarilla y dijo. - Confringo- hasta despedazar las rejas que la protegían. -Vamosss preciosssoo, a cassssa. Por aqui- condujo al animal por el único conducto que llevaba a la Reserva. Una vez que ambos salieran del negocio, ella podría volver y hablar con la que había sido una de las amigas más entrañables que había tenido en toda su vida. @@Candela Triviani @ @@Cillian @
  21. Escuchaba al joven entrecerrando los ojos. Realmente hacía un esfuerzo para entenderlo. ¿Tanto habían cambiado las cosas? El mortífago hablaba de recibir daño...vaya, eso sí que nunca lo había escuchado antes. -Pero...a ver si puedo entender. No nos importa que hagan los pollos, lo único que nos importa ...- hizo una pausa acompañada de una mueca, mientras alzaba ambas palmas hacia él, en una suerte de señal de defensa. No debía implicarse ella también en algo que no le incumbía. ¿O si?- ..."les" importa, o "les debería importar" es lo que hagan ustedes como guerreros mágicos.- explicó para bajar la guardia y beber otro sorbo de aquél café que comenzaba a aburrirla a sobre manera. -A ver, si ellos no se defienden ¿Que les impide a ustedes matarlos de cualquier manera?- Con las últimas dos palabras dichas se le vinieron a la cabeza las mil y un maneras que solían tener los magos oscuros para exterminar a los fastidiosos aurores. Recordaba que una vez no podían encontrarlos y desmembraron a sus elfos domésticos, los colgaron por toda la mansión y a la vista de todos. ¡Que fueran a buscarlos si se animaban! Recordaba incluso como uno de sus compañeros, Glenin Black, dejaba pequeñas "muestras" de crueldad. Realmente a veces era asqueroso. Sonrió un momento volviendo su mirada, que había estado perdida en el pasado, y concentrándola en el Haughton. No le gustaba del todo. El chico era demasiado autoritario y ella no estaba acostumbrada a acatar órdenes de nadie. Pero lo dejó pasar, de cualquier manera no le haría daño al primogénito de Mónica. -En cuanto a pelear...creo que ahí es donde podríamos ayudarnos mutuamente. - dejó la taza sobre la mesita ratona que estaba en el salón, junto al sillón en donde estaba sentada y exclamó. -¡Alguien que me quite este café ahora mismo! Prefiero vodka por Voldemort...- y el desdén y desprecio que se escuchó de sus labios hizo recordar un poco a la vieja Avril. Quizás no le costara tanto acostumbrarse. -Como decía...necesito que me ayudes a recuperar mis capacidades y luego de eso...- dijo mientras tomaba el vaso de trago largo que acaba de dejar furtivamente un elfo en la mesita y lo empinaba por su boca hasta dejarlo casi vacío- ...salimos a ver si no se defienden. Ya habrá tiempo para ver el ático hombre, te habrás dado cuenta de que no me interesa el lugar que me de cobijo- alzó las cejas ladeando su cabeza, como si acabara de decir tremenda obviedad. Pero mientras debatían oyó unos ruidos en la entrada general. -¿No tocan a la puerta?- preguntó, con más desconfianza que curiosidad. @@Dovakhin Haughton@
  22. Bueno, no me queda otra que venir aquí y que me despojen de lo único que tengo bueno T__T (??) xDDD Los conocimientos que voy a postear a continuación son los que SI me quiero quedar, los demás nada, pues los curso que va que va! ._. ¡Gracias por quitármelo todo! *mode drama on* xDDDD
  23. La Malfoy se sobresaltó y actuó como estuvo actuando últimamente cada vez que algo que la sacaba de su quietud: atinó a ponerse las antiparras anti-basiliscos. Si. No movió su varita ni alzó su brazo para blandirla, hacía muchos años que no lo hacía y aún no se acostumbraba a eso. Décadas atrás, en cambio, tendría un mago muerto frente a sí. Rechistó moviendo la cabeza mientras notaba que ahí estaba otra vez. Ese joven nunca aparecía por donde debía, siempre andaba donde uno no debía encontrarlo. -La puerta está ahí, tu detrás y ya sabes el protocolo- comentó por lo bajo mientras el Haughton abría la puerta del Castillo y la invitaba a pasar. Al entrar no pudo evitar abstraerse mientras miraba todo. ¡Cuanto había cambiado! Ella no había sido una asidua social de aquél lugar, claro que no. Cuando estuvo allí se limitó a gruñirle a cada elfo doméstico y a pensar en su ático, jugando con su varita. Era la época anterior a sus viajes, mucho antes de volver a la Reserva, justo después de haber salido de la Marca Tenebrosa. Caminó de manera lineal con la pared admirando los distintos personajes que allí se lucían. Se detuvo en el de Mónica, que estaba justo al lado del suyo propio. A la pelirroja la reconocía, su actitud pedante y altanera, sus ojos de un verde esmeralda, su rostro impoluto y etéreo, sus cabellos rojo fuego. Habría muerto mil y una vez por ella, notó una punzada en su pecho...quizá un sentimiento estaba aflorando: la añoraba. Cuando llegó a su propio cuadro sonrió de manera burlona. -Vaya...¿Que harapos llevaba puesto?- dijo refiriéndose a un vestido de primera línea con un escote pronunciado y una elegancia que no era propia de ella. Sin embargo si, era ella. O lo había sido. Se giró hacia Dovakhin y asintió cuando le ofreció el café. -Antes de comenzar a hablar de lo que sea que quieras debes saber una cosa: Yo no puedo ayudarte en nada. Tampoco debes usar palabras como honor ni ocho cuartos.- sentenció, recuperando algo de aquella vieja autoridad cuando hablaba o decía algún discurso. -Yo no soy digna de esas palabras, sólo el Señor Tenebroso lo es.- aclarado lo importante y aún negando con sorna cada vez que volteaba a ver su propio retrato, tomó asiento en uno de los sillones del salón y se concentró en quién le hablaba. -En los túneles me dijiste que me necesitabas y la verdad mi querido amigo, es otra.- el elfo ya había llegado con las bebidas y ella bebió un sorbo arrugando la nariz. No era su bebida preferida, pero cualquier cosa que no fuera agua sucia estaba bien. -La que necesita tu ayuda soy yo- Y ahi estaba la razón por la que había venido. El motivo por el cual se había registrado en el banco, había realizado los trámites y ahora estaba allí sentada en aquél suntuoso sillón. Ella no conocía en nada al nuevo mundo, no sabía a que lugares dirigirse ni que puertas tocar. Vaya, si ni siquiera se acordaba de cómo pelear. -No quiero saber nada de los pollos, por Voldemort, ni me los nombres- hizo gesto vomitivo y continuó, preguntando: -Cuéntame de la marca- sin rodeos. El sabía quien era y ella comenzaba a recordar lo que se sentía ser ella.
  24. Avril Malfoy. Avril había iniciado los trámites pertinentes para comenzar a pertenecer una vez más a aquella comunidad mágica. No recordaba tanto papelerío en sus tiempos. Pero claro, cuando ella se desempeñaba de manera activa en esa sociedad las cosas recién daban su inicio. Mientras caminaba por aquella calle recordaba como solía ser. El Ministerio daba sus primeros pasos y ella formaba parte, los formularios y requisitos recién comenzaban a tener forma y ella había sido parte de aquél inicio. Miembro honorable del Wizengamot, rezaba su placa décadas atrás. No pudo contener que una media sonrisa se dibujara en aquél tétrico rostro. Sus facciones, siempre las mismas, no tenían variaciones. Ahora que estaban limpias se podía apreciar una piel color de marfil, un rostro tallado en mármol con suaves cinceladas formaban su pequeña nariz y sus labios, bien formados pero pequeños. Las cuencas de sus ojos eran grandes y algo rasgadas. Y lo gris de su mirada intimidaba a quien quiera mirarla. Helada. No trasmitía emoción alguna. Hundirse en aquella mirada era como entrar a dar un paseo en el infierno muy distinto a lo que piensa el común de las personas: este infierno era congelado, mortal y árido. Sus cabellos, ahora sueltos y limpios, llamaban la atención por la negrura que contrastaba con algunos mechones blancos. Después de todo en alguna parte de su cuerpo debían presentarse sus años, que no eran pocos. Su naturaleza vampírica hacía que no envejeciera, ni muriera. Gracias a eso había sobrevivido sin contacto humano todos esos años. No sabía que había cambiado ahora ni porque había subido, pero estaba dispuesta a volver. Su ropa, sin los rasguños que presentaba en los túneles subterráneos, era la misma. Un traje enterizo de cuero negro, ajustado y flexible. La Malfoy siempre había primado su comodidad ante cualquier otra cosa. ¡Era tan diferente de su familia natal! Los Malfoy iban siempre lujosos a todos lados, las mujeres siempre impecablemente maquilladas y peinadas...tan diferentes. Aunque en ciertas ocasiones ella se habría emperifollado, había sabido bailar con las costumbres de su familia nunca las había arraigado como propias. Ella siempre había sido la "salvaje", cuando pudo elegir se fue con unas serpientes de 15 metros. Llevaba como siempre su sobretodo negro, que hacía un extremo contraste con su piel, la misma parecía tener luz propia de la palidez. Se ubicó en la puerta del Castillo Haughton y miró hacia abajo, contrariada. ¿Que pretendía hacer ahí? Buscaría a aquél chico, si, el hijo de Mónica, después de todo le había pedido que lo ayudara, que lo apadrinara. Más bien debería ser lo contrario. Negó con la cabeza y jugó con la varita en su mano, mientras pensaba que decir. Apoyó la punta de la varita en el timbre y el mismo resonó. La Malfoy resopló y maldijo por lo bajo al escuchar tremendo sonido estrepitoso. -¿Que se volvieron sordos los Haughton ahora?- soltó entre dientes mientras esperaba. No tenía idea de que podría decir, quizás con nada fuera suficiente. Sólo quería dar una vuelta por su antiguo ático y ver como se sentía...decidiría todo sobre la marcha, pues no tenía idea de que le deparaba aquél camino. @@Dovakhin Haughton
  25. Consumibles en Batallas Nombre: Link a la certificación: enlace Nota: No se permiten más de 5 consumibles en inventario. Consumibles especiales: Nombre: Link a la certificación: enlace

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