Jump to content

Lucrezia Di Medici

Magos Expertos
  • Mensajes

    2.372
  • Ingresó

  • Última visita

  • Días ganados

    7

Todo lo publicado por Lucrezia Di Medici

  1. -Fulgura Nox… La voz de la mujer se escuchó casi como un suspiro sutil y sugerente del otro lado del portal que Bakari había creado en aquel lugar. El pie derecho de la blonda italiana fue lo primero que atravesó aquella vía mágica para luego ser cruzada por el resto de su anatomía. Sus zapatos de taco alto, diseñados en un lustroso cuero rojo, se afirmaron en el suelo para afianzar su postura siempre estilizada. Sus azules ojos buscaron por instinto lo primero en lo que fijarse y lo encontró en un instante: un imponente árbol cuya copa estaba completamente envuelta en llamas, como si de fuego fuesen sus hojas. Una sonrisa divertida se dibujó en sus carnosos labios engalanados por un labial rojizo. Aquella simbología distópica era un intento típico de los guerreros Uzza de remarcar su superioridad. La hasta algún punto insoportable calidez del ambiente apenas tenía impacto en su perfecta piel cubierta por una tenue capa de maquillaje apenas perceptible. Ni una gota de sudor corrió por su frente. Ni la fuerza incontenible del sol ni el calor proyectado por las vívidas llamas del árbol parecían filtrarse por los poros de su piel impoluta cuya belleza parecía impulsada por la atmósfera que la rodeaba. Lucrezia simulaba ser una especie de diosa en el medio de aquel infierno en la tierra y ella era consciente de ello. Sonrió una vez más. Sonreía porque sabía que tenía la situación completamente bajo control incluso cuando su mirada se cruzó con la presencia del guerrero Uzza. No lo reconoció de ninguna de sus clases anteriores, lo que sumó más satisfacción a su espíritu. No Badru. No Asenath. Todo fluía con sorprendente armonía de acuerdo a su plan. Colocó ambas manos sobre su cintura, encerrando los dedos sobre su piel cubierta por un vestido de corte renacentista elaborado en una delgada tela verde esmeralda que se ensanchaba en forma acampanada al llegar a la falda. Su anillo cápsula, donde se fundían el oro y la plata, centelleaba en respuesta a la danza de las llamas que se alzaban a unos pocos metros de la joven aristócrata. En su zurda portaba su blanca varita de madera de roble, que como dos serpientes apareándose se entrelazaban hasta converger en la fina punta de la misma. La Médici había encantado minutos atrás su grueso y pesado ejemplar del libro del caos para que levitara junto a ella a la altura de su pecho, acompañándola allá donde fuera. Los conocimientos que de allí había recogido se acumulaban en un espacio reservado de su memoria; su objetivo frente a aquel misterioso sujeto de tez oscura y actitud solemne era afianzarlos. - ¿No es obvio mi razón? Afianzar mis conocimientos del libro del Caos. Un concepto muy interesante el del Caos, por cierto ¿No es bello vivir en él?
  2. Extendió la comisura de su labio, formando una media sonrisa inclinada hacia la izquierda de su rostro. Su mirada se clavó intuitivamente en Blaise y en el él recayó toda la satisfacción que transmitió a través de sus azules ojos. El nombre había quedado repentinamente en un segundo plano; era el concepto que el chico había esbozado en su propuesta lo que atrajo la atención de la blonda italiana. Una mente con una capacidad extraordinaria pese a la corta edad, sin dudas. No dudaba del trabajo que Ludovico había realizado hasta el momento en que decidió enviar a su hijo a Ottery St. Catchpole. Lucrezia no se mostraba dubitativa ante la ambición que la embriagaba en aquel instante: el joven tenía un futuro prometedor como heredero gracias a su innata inteligencia, solo bastaría una dinámica formación bajo su tutela para exprimir todo su potencial. - Aureal es un buen nombre, sin dudas. Espero que puedas encargarte de él con la misma pericia con la que arribaste a un nombre tan lógico a la vez que bonito.- le dijo, dejando que en sus palabras fluyera una clara actitud desafiante. Apenas su voz se extinguió en el apacible silencio del lugar la danza perfectamente cronometrada de las aves dio por fin comienzo, algo que la Di Médici había previsto para ese exacto instante. El fénix de fuego y el fénix de hielo se elevaron hacia el cielo en línea recta, girando uno con el otro en perfecta sincronización. Sus delgados cuerpos no llegaban a rozarse pero el viento impulsado por sus alas hacía que su plumaje se enalteciera al atravesar el camino hacia el cielo. Las estelas que dejaban a su paso, una de un centellante azul y la otra de un fogoso rojizo, formaban una espiral que ascendía con armonía y que nunca llegaba a cerrarse, dejando una delicada huella de su travesía hacia el firmamento. Al superar la copa de los árboles ambos fénix por fin se uniendo, exponiendo en toda su extensión sus alas al estirarlas y entrelazando sus garras para sostenerse. En aquel momento la posibilidad de ignorar aquel espectáculo era nula. Todas las cabezas estaban inclinadas hacia el cielo y cada par de ojos estaba clavado en las aves con la excepción de los de la aristócrata, quien conocía el hermoso instinto de aquella especie de memoria. No se basaba ello en su conocimiento académico de las criaturas mágicas sino en la propia experiencia en su natal Italia: allí, en la villa donde se había criado y educado, la danza de los fénix era todo un evento que devenía en una de las pocas reuniones de todo el linaje Médici. Una adolescente Lucrezia esperaba aquel instante, que apenas duraba un minuto, durante todo el año. Por lo tanto no se sorprendió cuando todos los presentes fueron primerísimos testigos, de un instante para otro, del endulzante canto que los fénix emitieron al unir sus picos. Una llamarada cubrió el cuerpo del fénix del fuego y la frágil anatomía del fénix de hielo simplemente se derritió. El agua y las cenizas cayeron al suelo en el exacto lugar del cual habían partido. Allí renacieron. - Que curiosidad…- dijo Lucrezia, dejando claro en su tono de voz calmo que aquello no la había tomado por sorpresa.- No solo deberán cuidar a la cría sino también a los padres hasta que recuperen su adultez. Luna, tú te ocuparas del fénix de hielo. Blaise, tú te ocuparás del fénix de hielo. Entre ambos procuraran la atención de Aureal. Si algo malo le sucede a estas criaturas ambos pueden considerarse expulsados de mi hogar y tendré que comunicarme con sus respectivos padres ¿Entendido?
  3. Passepartout - Elfo Doméstico. Observó por unos segundos la palma de su mano izquierda, surcada por incontables cortes provocados por los cuchillos que utilizaba para cocinar, y lanzó un escupitajo sobre ella que luego arrastró sobre los pocos cabellos que aún se desprendían de su cabeza, peinándolos hacia atrás. Acomodó el pequeño moño negro que engalanaba su cuello y contempló nuevamente su reflejo en aquel espejo. El elegante traje negro que solía usar durante sus horas de servicio en la mansión Di Médici se ajustaba con perfección a su delgado cuerpo al igual que los zapatos italianos lo hacían a sus alargados pies. A sus ojos, condescendiente consigo mismo, el elfo doméstico se veía extremadamente guapo. Passepartout se había preparado para aquella ocasión durante los últimos días, no solo cumpliendo un exigente cronograma de tareas para dejar todo en perfectas condiciones ante una ausencia potencialmente prolongada sino que también había distribuido con pericia los pendientes entre los demás miembros del servicio doméstico. Lucrezia Di Médici, la dueña de su destino como siervo, le había encargado una tarea que a priori le resultaba curiosa: asistir a una de las clases a la que se había inscrito. La aristócrata se encontraba para ese entonces en el exterior, más específicamente en Italia, negociando con el gobierno muggle de dicho país de cara a las elecciones que se avecinaban. Aunque Lucrezia solía priorizar el conocimiento a sus tareas como banquera, en esa oportunidad su agenda había sido torpemente diagramada. La clase de Adivinación, sin embargo, despertaba en el elfo un interés genuino por sobre la obligatoriedad de cumplir las órdenes de su ama. La casi nula necesidad de varitas convertía aquella materia de la magia tan compleja en un conocimiento adquirible para un no mago. Además, la posibilidad de conocer todo o parte del futuro abría nuevas puertas para el de por si limitado tiempo libre que poseía ¿Qué le depararían los próximos meses, los próximos años? ¿Vería en las hojas de té su liberación del yugo de Lucrezia? ¿Volvería a cruzar caminos con Thiago Gryffindor, su amo original? ¿Hallaría su paradero a través de las visiones o de una bola de cristal? Las posibles a explorar eran infinitas, al menos en su propia mente. El ánimo por encarar con auténtico esfuerzo aquella clase superaba tanto su pulsión de mantenerse mesurado que no pudo ahogar la enorme sonrisa que deformó su redondo rostro. Se contempló una última vez al espejo mientras dejaba atrás aquella reflexión. Admiró con satisfacción el lustre de sus zapatos que el mismo había producido, la perfección con la que había planchado la camisa blanca que se asomaba por debajo de su traje y sus largas pestañas curvas que había alterado gracias al maquillaje de su ama. Se sentía listo para abandonar por un buen tiempo la residencia de los Médici, que ante la ausencia de la matriarca se encontraba prácticamente vacía. Solo se requirió un ligero chasquido de dedos, que sin embargo hizo eco en todo el salón, para que su presencia se desvaneciera frente al espejo. La adrenalina que recorría su cuerpo aceleró su flujo, produciendo una sensación de vértigo que golpeó su estómago en ese instante. Nuevamente el silencio reinó en la mansión de los aristócratas italianos. La aparición era uno de los actos mágicos que con mayor talento ejecutaba. Su flacucho cuerpo se materializó justo en el lugar donde se había requerido la magnánima presencia de Lucrezia. Su redondos ojos marrones, que ocupaban una buena porción de su rostro y destacaban por su profundidad, se encontraron con una figura relativamente alta subida a un tronco. Recorrió su aspecto más de una vez antes de sentirse completamente seguro de avanzar y presentarse ante el mentor. Su aspecto avejentado y su aparente actitud relajada cumplían a rajatabla con el estereotipo de persona sabia encargada de divulgar conocimiento mágico. Al adelantarse unos pasos decidió ignorar por completo la presencia de otros elfos domésticos -vaya curiosidad- en aquel jardín pues la estética que éstos lucían, como solía afirmar Lucrezia, delataba su origen indigno. Ejecutó una exagerada reverencia ante Lacedeamon que produjo el roce de su nariz contra el suelo. - Buenos días. Mi nombre es Passepartout.- el tono del elfo doméstico era marcadamente ceremonial y destacaba por la mezcla de su francés nativo con el italiano de su ama.- Vengo de parte de Lucrezia Di Médici, sexta de su nombre, matriarca de la familia Médici, Directora del banco Médici, heredera legítima de Florencia. Lamentablemente por temas laborales la señorita Lucrezia no pudo asistir el día de hoy. Con una impostada sonrisa, pues reservaba las reales para sí mismo, Passepartout asintió con su cabeza ante la indicación del ciego mago de adentrase en la estancia que antes se erguía a sus espaldas. Fue el primero de todos los sirvientes en colocarse a su lado gracias a la clara intención de simular un buen alumno pese a nunca haber asistido a la escuela y mucho menos saber de qué se trataba ser uno. El aspecto del interior de aquella casa lo chocó en lo visual, pues se había acostumbrado al lujo expuesto a mansalva en cada residencia de los Médici. La austeridad que el mobiliario acusaba tomó al elfo completamente por sorpresa y lo obligó a apartar su vista para centrarse en lo que realmente llamaba la atención en aquel contexto: los objetos depositados en los esquineros. Se acercó al que se encontraba más cerca de él. - Mis conocimientos sobre adivinación son casi nulos, señor. Solo conozco algunos artilugios como esta bola de cristal.
  4. ID: 46700 Libro de Hechizos: Libro del Caos. Justificante de compra del Libro: Adquisición. Link a la Bóveda: N° 78321 Link a la Ficha: N° 78208
  5. ID: 46700 Nick: Lucrezia Di Médici. Link a la Bóveda Trastero: N° 108180 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N° 78321 Link a Tópic de la clase o a la prueba: http://www.harrylatino.org/topic/113744-badru-vs-lucrezia/ Nivel Mágico: 27 Fecha: 2020-01-30 Nombre del producto: Libro del Caos Consumible o Libro de Hechizo: Libro de Hechizo Nivel (del libro):20 Precio: 20000 G Precio total: 20000G
  6. Planilla de compra para Llaves: ID: 46700 Nick: Lucrezia Di Médici Link a la Bóveda Trastero: N° 108180 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N° 78321 Fecha: 2020-01-28 Llave utilizada: Traslador. Criatura: Baby Unicornio. Puntos por unidad: 80 P Precio: 4,000 G Precio Total: 4,000 G Total de puntos: 80 P
  7. Passepartout - Elfo doméstico. Passepartout estaba acostumbrado a apretar cosas: apretar la esponja contra cada rincón de la lujosa tina de Lucrezia, apretar las uvas para extraer de su interior la materia prima para elaborar los vinos familiares e incluso apretar el estropajo metálico contra las juntas de los azulejos para eliminar el más mínimo rastro de suciedad por orden de su ama. Sin embargo, lo que en aquel momento presionaba entre sus manos era nada más ni nada menos un trapo blanco, que envolvía y aprisionaba en su interior al pícaro escarbato de la familia. La pequeña mano de la criatura se escabullía fuera de la tela y sostenía entre sus deditos uno de los tantos collares de oro puro que la matriarca de la mansión coleccionaba en su casi inaccesible habitación. El elfo doméstico debía llevarlo nuevamente a su precautorio encierro. Sin embargo, algo logró capturar su atención mientras atravesaba uno de los pasillos que rodeaban el patio interno de la mansión. Las voces provenientes del salón principal producían un tenue eco entre las paredes de terminación curva, alertando a los habitantes del lugar de la presencia de extraños. El siervo de Di Médici enarcó una ceja sorprendido por la llegada inesperada de visitantes y alzó sus puntiagudas orejas en un vano intento de percibir el sentido de las palabras. Desde aquella distancia el intercambio entre lo que parecía ser un varón y una mujer se volvía inentendible, así que decidió armarse de valor y cumplir con la orden que intuía que Lucrezia hubiese dado: recibirlos. Presionó con más fuerza el rechoncho cuerpo del escarbato entre sus delgadísimos dedos y atravesó a paso firme el tramo de pasillo restante para ir al encuentro de los visitantes. Al llegar al umbral de la puerta sus saltones ojos rastrearon a los extraños apenas ingresó en el salón principal de la mansión. Escudriñó en el rostro y la vestimenta de cuestionable gusto de uno de ellos, al cual reconoció al instante como Matthew Triviani. Lucrezia sostenía aun importantes reservas en relación al joven de la problemática familia gitana, por lo que había advertido a sus siervos de su existencia y su aspecto físico por demás reconocible. Lo acompañaba su elfo doméstico, al cual el hombre golpeó sin ningún tipo de decoro o piedad, gesto que erizó la piel de Passepartout e incluso hizo mermar la presión que ejercía sobre el escarbato. Clavó su mirada en él con inusitada furia que segundos después se vio obligado a ahogar por su papel de elfo doméstico. Tomó una buena bocanada de aire para calmar su furia y se acercó a los invitados. Antes de detenerse en la mujer también presente notó el imperdonable asalto a la reserva de bebidas privada de su ama. El chasquido de sus alargadas falanges provocó que la botella de la bodega Di Médici desapareciera en simultáneo al vino que ya se había vertido en las copas. Tomó por sorpresa a los dos visitantes y, cuando ambos se voltearon hacia él, les concedió una exagerada reverencia que provocó que su alargada nariz rozara el suelo. Al incorporarse, su mirada se dirigió a la chica cuya identidad desconocía por completo. Concluyó por mera intuición que se trataba de otra persona a la cual Lucrezia había acogido con su infinita generosidad y su inconmensurable amor. En sus labios se dibujó una genuina sonrisa, natural en alguien que siempre se presentaba servicial y dispuesto. - Bienvenidos a la mansión Di Médici. Espero que se sientan cómodos. Lucrezia se encuentra ahora mismo en la propiedad, más no en la mansión: se encuentra en el aviario al otro lado del río junto a parte de la familia. Pueden esperarla aquí o ir hasta allí, en cuyo caso asignaré un miembro de servicio que los guíe.
  8. Cambio de subtítulo: Subtitulo deseado: ♦ La Última Aristócrata ♦ Premio obtenido: http://www.harrylatino.org/topic/113668-reporte-de-premios/?p=5309937
  9. Buenas Cissy! Ya te agradecí por la firma en privado pero lo vuelvo hacer ¡Muchas gracias! Desbordas talento para la edición y de hecho gente me ha dicho que mi nueva firma era hermosa. De verdad, estoy muy feliz con como quedó el cambio de imagen en mi perfil. Ahora bien, vengo con otro pequeño pedido reviviendo uno que hice hace tiempo. El topic de mi familia está quedando fenomenal pero algunos apartados quedaron sin un lindo banner hecho por ti, así que aquí dejo pedido: Diseño: Banner ¿Avatar?: No Render o Imagen [High Quality]: Basado en los banners de este post: http://www.harrylatino.org/topic/107927-otawara/?p=4952807 Texto: "Mansión", "Habitaciones" e "Historia" Tamaño: El de dichos banners, salvo el de "Habitaciones" que debe ser más pequeño para jerarquizar. Otras especificaciones: Recuerdo que no habías guardado los modelos de esos banners pero no importa que sean exactos, incluso puede variar la posición del escudo y las palabras. Con que siga más o menos en la línea estaré muy contento. Muchas gracias!
  10. No podía negar que entre ella y Zoella existían cosas en común. Más de una. Varias y variadas. Incluso que ambas compartieran raíces como originarias de Italia era un detalle minúsculo en comparación a la curiosa compenetración de sus personalidades que se había manifestado en más de una ocasión. Ambas eran mujeres de familias destacadas que danzaban al son de una oscura melodía; ambas tendientes a desacatar la autoridad e imponer su presencia, por más que una lo hiciese por medio de su alta alcurnia y la otra por su cuestionable estado mental. Las dos mortífagas eran irreverentes y desafiantes una con la otra, como si en su relación subyaciera una competencia implícita que no eran capaces de reconocer a viva voz. La risa de la Triviani como una respuesta mordaz al ahorcamiento resultó algo que cualquiera hubiese esperado de Lucrezia en una situación similar. - Es mi responsabilidad pero no mi culpa, si sabes diferenciar entre ambas. - la blonda italiana decidió redoblar la apuesta y se acercó aún más al rostro de Zoella - El niño me habrá escuchado reflexionar sobre el tema en mi habitación. Sabes que soy reservada con estos temas, lo suficiente para que el Ministerio no rastrease mi relación con Piero. Antes de continuar con aquel intercambio, la joven aristócrata se tomó unos segundos para observar disimuladamente a su interlocutora. Recayó en la tensión manifiesta en sus pómulos, clavó su mirada en la inquietante carencia de expresión en sus ojos grises que amenazaban con poseerte si te sumergías en ellos y descendió hasta su cuello donde sus venas aun palpitaban luego de la momentánea falta de oxígeno. Algo la impulsaba a desprenderse de los guantes que cubrían sus manos y rozar con la yema de sus dedos esa piel tan tersa. Lucrezia no tardó, mientras volvía a cruzarse con inquisitiva mirada, en descubrirse presa de una lujuria que reconocía como nada repentina: la había experimentado desde su primer encuentro y desde ese instante la había enterrado en lo más profundo de su subconsciente. Se abstrajo de aquel pensamiento más para no quedar en evidencia frente a la falta de habla que para escapar de ellos. - Creo que podemos dejar tanto la amenaza como lo ocurrido con mis pupilos en el pasado ¿No? No podía obviar la posibilidad de utilizar los nuevos alcances de mi formación en las artes oscuras y utilizarte como sujeto de prueba. Tómalo como una demostración de mi valía para La Marca. Además, si me permites Zoella…- se acercó unos centímetros más al rostro de la mujer hasta que sus labios quedaron casi a la misma altura y atenuó su tono de voz.- pareció que lo disfrutaste un poco. Una sonrisa de genuina picardía se dibujó en los carnosos labios de la blonda italiana en el momento en que la Triviani se relamió. Siguió el camino que hizo su lengua censurar en la expresión de su rostro el deseo que brotaba desde el centro de su pecho y se extendía por su abdomen. Su piel de erizó súbitamente aunque resultó imperceptible a la vista. El profundo azul de su mirada denotó un fulgor erótico que no buscó ocultar. Al oír con atención su propuesta de negocios, la Médici irguió su espalda y se recostó sobre el cómodo respaldo de la silla, volviendo a guardar cierta distancia con Zoella. No deseaba incomodarla ni asfixiarla. Tomó una suave bocanada de aire y se desprendió de su actitud provocativa, retomando nuevamente sus solemnes formas. - Lo que me pides es simple y sabes que no me dejaré sobornar. Lo único que pediré a cambio es una visita a mi mansión. Piero no se resistirá a darme los documentos del registro italiano si pongo como excusa una investigación de tu familia. Te recuerdo que tienes un trato con él. En cuanto a… - atinó a continuar pero en aquel instante el sonido de la campanilla la interrumpió. Giró su rostro hacia la recepción de la Casa de Infusiones y descubrió allí la presencia de un muchacho cuya identidad desconocía. No ahondó mucho en su aspecto general, ni en su rubia cabellera ni en la notable juventud de la que hacía gala en todo su esplendor. Sin embargo, descartó rápidamente la idea de que fuese un simple cliente al oírlo pronunciar su nombre. El misterioso sujeto la buscaba y el tono con el que la había nombrado denotaba real interés en hallarla, lo cual la tomó irremediablemente por sorpresa. Se vio obligada a agachar ligeramente la cabeza al oír como Zoella delataba su ubicación y le propinó una suave patadita por debajo de la mesa que impactó en el tobillo de la Triviani. Sin duda disfrutaba sobremanera de su compañía. Asintió ante la propuesta de continuar con sus negocios en otra ocasión. El jovencito se acercó rápidamente a la mesa donde las dos mortífagas se sentaban y se presentó como Blaise Zabini. La sola pronunciación de aquel apellido despertó un natural sentido de alerta en Lucrezia al reconocerlo al instante. Los engranajes de su cerebro se aceleraron en respuesta a los recuerdos que comenzaban a aflorar desde lo más recóndito de su memoria ¡Aquella familia! Si bien los lazos continuos entre los Zabini y los Médici habían quedado en el pasado, el centenario trato bajo el que se erguía la relación entre los dos linajes no había sucumbido al cruel paso del tiempo. Ambas familias habían sellado un pacto de fraternidad que se extendía a aspectos comerciales, políticos e incluso conyugales. Recibió con auténtica curiosidad la carta que el chico le entregó y la leyó completa al menos dos veces. El sello y la firma estaban ahí: no era apócrifo. "Ludo" era un Zabini contemporáneo a Lucrezia con quien ésta había establecido cierto contacto. El intento del hombre de no inflar su ego al solicitarle ayuda falló estrepitosamente. Luego de sumergirse en aquellas palabras ignorando todo a su alrededor volvió a elevar la mirada hacia Blaise. - Eres el hijo de Zabini. No solo eso…eres su primogénito. Me ha encomendado tu cuidado y tu formación. - la mortífaga dejó la misiva sobre la mesa y se inclinó hacia el chico sin apartar sus fríos ojos de él - Te mudarás a mi mansión en Ottery St. Catchpole y empezaremos a moldearte como el hombre que debes aspirar a ser: uno importante. Sobre Zoella Triviani, ella puede estar más cerca de lo que piensas. - susurró relajando su actitud, sabiendo que la tenía justo al lado.
  11. Nombre de la Familia: Di Médici Link y N° de la Bóveda del Familia: Bóveda N° 113112 Trámite a Realizar: Agregar familiares, respetando el formato del post: Sasha Askar (Ficha N° 92612) | (Bóveda N° 92613) Anne Lovegood (Ficha N° 113256) | (Bóveda N° 113332) Segunda Generación. Arlet Malfoy (Ficha Nº113141) | (Bóveda N° 113604) - Sobrina de la Matriarca. Blaise Zabini (Ficha 113736) | (Bóveda 113738) - Ahijado de la Matriarca.
  12. Ante la respuesta positiva de Blaise, la blonda italiana dio media vuelta sobre su pio eje y comenzó a caminar rumbo a las profundidades del aviario para servir de guía a los recién llegados. Sus pasos eran de elegancia supina y la gracia de su caminar denotaba su formación como dama de clase. Al pasar junto a Sagitas le hizo un ligero ademán con la diestra para que se sumase al grupo. Le indicó con una simple mirada, de esas que logran transmitir palabras como si fueran pronunciadas, que en el camino podrían hallar a su felino y así matar dos pájaros de un tiro. Sin embargo, no esperó a que la Potter Blue lo hiciese pues el tiempo apremiaba y la conjunción de los fénix estaba por llevarse a cabo. Aceleró sus pasos una vez la distancia entre los gruesos árboles se redujo y la atmósfera del bosque se volvió más densa. La luz del sol apenas penetraban las espesas copas de los árboles y aquella zona mucho más reparada estaba teñida de sombra. - El fénix de hielo es el ejemplar más extraño de los dos, casi único. Lo obtuve en Escandinavia en mi último viaje allí para un consenso diplomático. Que se apareara con el ejemplar de fuego, uno no menos magnífico que adquirí en el Concilio, fue toda una sorpresa para mí. Lucrezia siguió caminando con su erguida postura altiva sin dejar que las raíces que se entrecruzaban por todo el suelo representaran un obstáculo para sus pies. La caminata duró apenas unos minutos. Frenó cuando sus profundas pupilas captaron a lo lejos como nuevamente la luminosidad del sol lograba abrirse paso entre las ramas de los árboles en una zona más despejada. Sin girarse hacia sus acompañantes alzó su mano diestra y extendió su dedo índice, indicando que aquel era el sitio que habían buscado hasta ese instante. Aquel era el lugar donde los fénix habían conformado su hogar, cambiando eventualmente de copa para adaptarse a las necesidades de su polluelo. Una el grupo hubo atravesado el tramo faltante les indicó que se ubicaran en hilera. - Los fénix necesitan de un atento cuidado y esas será una de sus tareas mientras moren junto a la familia Di Médici. Cada uno - anunció clavando su gélida mirada primero en Luna y luego en Blaise - se hará cargo de una de las aves y ambos lo harán del pequeño bebé. Lex me ayudará con ello y los supervisará. A efectos prácticos, el fénix con quien logren la mayor conexión será suyo y dispondrán de su compañía. Esta es una lección de responsabilidad. La joven aristócrata inclinó la cabeza ligeramente hacia el costado en un gesto indicativo de que podían acercarse al nido. Ambos adolescentes se aproximaron a apreciar bien de cerca a los fénix y aquello provocó cierta satisfacción en una Lucrezia que había entrado de lleno en su nueva faceta docente; sin dudas la curiosidad que sus pupilos mantenían viva era un pilar fundamental para formarlos como sujetos críticos y abiertos al conocimiento. Su desconocimiento de lo que el mundo les depararía una vez convertidos en adultos los hacía un recipiente vacío al cual podía moldear a gusto. Entrelazó sus dedos uniendo sus manos por detrás de su espalda y se acercó a ellos, colocándose un metro por detrás de ambos para contemplar sobre sus cabezas a las aves que en aquel momento alimentaban a su cría de pico a pico. - ¿Ice? Aun no tengo en claro si heredará las cualidades del fuego o del hielo. En el caso de que todo decante por la segunda opción, una vez crecido el fénix se derretirá y se hará agua…de ahí resurgirá, como hace la raza de fuego de las cenizas. Es curioso, muy curioso…- la tonalidad que fluía en sus palabras se volvió más severa cuando se dirigió a Blaise - Chop es un nombre muy ordinario. Sé muy bien que ambos pueden idear un mejor nombre antes de que empiece la danza. Apenas restaban un par de minutos para que las aves se elevaran en el aire y ejecutaran ante los presentes un espectáculo visual y auditivo único en el mundo, que finiquitaba con su magnífico renacimiento. Decidió dejar la supervisión de Luna y Blaise uno momento y se acercó nuevamente a Lex, quien los había acompañado hasta allí sin que de sus labios saliese una sola palabra. Cruzó su mirada hasta que ambos quedaron sumidos en una conexión cómplice. Si bien su llegada a la mansión Di Médici había sido inesperada, algo en el Grindelwald le provocaba una confianza genuina. Tal vez la sangre o tal vez su solemnidad tan característica de la familia…nunca lo sabría. - Lex…- le susurró al hombre que parecía moverse en la misma línea de pensamiento - Puede que nuestros destinos se hayan cruzado muy recientemente, pero confío en ti para que me seas de ayuda con los chicos.
  13. Nick: Lucrezia Di Médici ID: 46700 Habilidad: Animagia (Crótalo de Sri Lanka) Rango Social: Orden de la Cruz Dorada Nivel de Magia: XXVII Fecha aproximada de aprobación EXTASIS o de salida de la Academia: 2009/2010 Nº de conocimientos que se poseen: 8 Link a la Bóveda: N° 78321 Link a la Ficha: N° 78208
  14. El silencio de Sagitas, que parecía más ocupada en rastrear a su mascota que en cruzar palabras, le permitió escudriñar en ella un poco más. Comenzaba a pensar que su incipiente amistad crecía a pasos agigantados y que sus fortuitos encuentros no eran mera casualidad ¿Había algo subyacente en su relación que las impulsaba casi inconscientemente a cruzarse una y otra vez en su día a día? Sus vanos intentos de enterrar su recurrente interés por visitarla en la “Ojo Loco” Potter Blue creaban en ella una catarata de dudas incómodas ¿Era el escape de su gato una pobre excusa para cruzar hacia su propiedad? ¿Por qué alguien que alguna vez le hubo parecido una mujer ordinaria y deplorable ahora le generaba esa sensación que vagaba entre el interés y un a todas luces inaceptable cariño? ¿Las unía algo más que el amor por Thiago Gryffindor? Sin embargo, una voz la abstrajo bruscamente de sus pensamientos sobre la mujer de cabello violeta. Apenas se valió de girar levemente su cabeza para encontrarse nuevamente con Lex, a quien había abandonado horas atrás en los jardines de la mansión. Le concedió una efímera sonrisa antes de que su mirada se centrase en las facciones de las dos personas que lo acompañaban. Recorrió una y otra vez el rostro de una niña preadolescente de rubios cabellos y piel de porcelana. Al encontrarse con aquellos ojos azules la aristócrata fue invadida por una curiosa sensación de familiaridad mezclada con extrañeza. Nunca se había cruzado con ella pero de su gestualidad entre apacible y escéptica -entendible, dada la situación- surgía la evocación de un profundo lazo preexistente a aquel encuentro. Fue entonces que su intuición halló en su memoria algo que había momentáneamente olvidado: la llegada de Luna Cristal. Se separó de Sagitas sin anticipar sus intenciones de abandonarla y se acercó a su nueva protegida haciendo gala de un contorneo de caderas sutil y vistoso. Frenó apenas unos centímetros frente a ella sin dejar de fulminarla con la mirada ni un segundo, pese a no infundir intimidación en su actitud. Colocó sus delgados dedos desnudos sobre la mejilla de la chica e inclinó con delicadeza su mentón para poder contemplarla con mayor detenimiento. No había en ella el mínimo rasgo físico que delatara la genética que compartía con su padre, Thiago Gryffindor, e incluso cualquier observador casual aventuraría que ambas eran madre e hija. El espíritu jovial en su mirada despertó en Lucrezia un inesperado interés en quien Ariane había delegado a su cuidado. Acarició con la yema de sus dedos la delicada y suave piel de la muchacha antes de separar sus carnosos labios. - Bienvenida, Luna. Soy Lucrezia. Me une con tu madre una amistad y no pude negarme a formarte como una bruja formidable, un nivel que sin dudas eres capaz de alcanzar con tu talento y mi formación. Conmigo aprenderás de los libros, de las prácticas y de la influencia positiva de mi persona. De ahora en más, tú eres una mujer con clase y te instruirás en ello. Le regaló una sonrisa para transmitir a la muchacha comodidad y seguridad en el futuro que la esperaba bajo su cuidado. Separó su mano de su pómulo izquierdo y volvió a retroceder para no resultar invasiva ni imponente en exceso. Si bien su otro pupilo había necesitado de cierta firmeza para aprender, Luna parecía una chica permeable a adoptar nuevas prácticas y formas achacables a la aristocracia. Di Médici ya había diagramado la base con la cual la educaría y la formaría: hacer de la joven alguien a su imagen y semejanza, una persona de alta alcurnia con algo que decir más allá de su fortuna. Buscaría infundir en la pequeña Dumbledore un ego inquebrantable, un sentido de superación constante y la independencia total de toda persona que socavase sus posibilidades. Su objetivo estaba claro y sus métodos serían implacables. La blonda italiana entonces centro su atención en el tercero de los recién llegados: su ahijado Blaise, otro de sus nuevos aprendices. Escudriñó en sus verdes iris tal como había hecho con Luna, adoptando la misma gestualidad seria y solemne para crear en él respeto por su figura más no temor. El arreglo con su padre para aceptarlo como un nuevo morador de su cada vez más habitado hogar había sido cerrado tiempo atrás y su llegada programada en consecuencia. Si bien Lucrezia era consciente que con el vástago Zabini no la unía el mismo lazo que con la hija de Ariane, no le arrogaría a él un papel secundario. Di Médici tenía para ambos planeado el mismo prometedor y exitoso futuro. Se acercó con parsimonia a él y colocó su zurda sobre su hombro, ejerciendo apenas un poco de presión contra su clavícula. Frunció el ceño. Ante la falta de descendencia directa ellos heredarían todos los frutos cosechados y todos los aprendizajes incorporados durante su vida. - Te estaba esperando. Ojalá el camino hasta mi mansión no haya sido complicado. Aplica a ti también lo que le dije a Luna. Sin embargo, los detalles los exploraremos más tarde. Estamos en el aviario de la mansión, un lugar donde les aseguro pasaran varias tardes explorando. - la joven aristócrata se detuvo unos segundos en los que alzó su azul mirada hacia el cielo para observar la posición del sol entre las copas de los árboles: estaba por atardecer - Todos llegaron justo para el baile de los fénix. Recientemente ocurrió algo magnífico y pocas veces presenciado: un fénix de fuego y uno de hielo han tenido una cría, a la cual aún no he nombrado ¿Desean acompañarme?
  15. Lucrezia ignoró casi por completo la respuesta del guerrero. Como todos los de su “clan”, Badru pecaba de hilar sus palabras de forma confusa y aburrida. Un halo de enigma y solemnidad siempre fluía en las intervenciones de los Uzza, como si su entreverada elección de frases elevara su status de sabios y apoyaba su narrativa de sujetos privilegiados del saber ¿Por qué mencionar su conocimiento sobre la identidad e varios mortífagos? ¿A que venía la propuesta de desprenderse de esos recuerdos? La aristócrata trató de retener su aburrimiento frente a todo aquello y mantuvo su semblante sin gestos que delataran lo que sentía. Retuvo en su cabeza lo único que llamó dadas sus capacidades prácticas: El Cantar del Eleboro. Sin embargo, mientras navegaba vertiginosamente en las aguas de su mente para encontrar toda la información que había recopilado, Lucrezia sintió como toda la atmósfera que la rodeaba se sumía en un súbito silencio. De repente, solo eran ella y su atropellada relectura del libro de los druidas para prepararse para el duelo que sabía se avecinaba. Fue automático su entendimiento de que no era el bosque lo que se había callado sino que sus oídos habían perdido la capacidad de percibir sonidos. Observó con cierta incomodidad a Badru, sin dejar que su creciente hastío se filtrara mediante su gestualidad ¿De verdad era todo ello necesario? Para su tranquilidad, el tiempo limitado con el que los guerreros Uzza contaban para compartir sus conocimientos con quien pudiesen pagarlos llevó a que el efecto de sordera se esfumara minutos después. El período de incómodo silencio sirvió para que la joven aristócrata aprehendiera el mayor número de hechizos y conceptos posibles. Las voces que anticipaban la puesta en práctica de lo que el libro detallaba se hacían cada vez más audibles. Repasó una y otra vez el nombre de las invocaciones, sus usos y limitaciones. La blonda italiana absorbía la información como una esponja, con una naturalidad única que había heredado de su familia. Su linaje había basado el crecimiento de su poder en los alcances de sus conocimientos, específicamente de aritmancia y finanzas. Lucrezia no había hecho más que abrir nuevas ramas de estudio para su futura descendencia. Al pasar junto a Badru para ingresar seguir su indicación de avanzar le regaló un gesto poco común en ella: agachó su cabeza como una especie de muy suave reverencia. Al dejarse envolver con disruptiva serenidad por la magia del portal y traspasar hacia el otro lado, se encontró con un espacio que se amoldó a lo que en aquel momento pasaba por su mente: su añoranza de volver a casa. El recinto que se reprodujo frente a sus azules ojos resultó ser el salón principal de la mansión Di Médici. El amplio espacio - uno de los más grandes de la edificación - contaba con un mobiliario muy reducido, donde apenas destacaban una sucesión de estanterías y los dos sillones de rojo terciopelo a pocos metros de la chimenea. Lucrezia se vio beneficiada porque su familiaridad con el lugar le daba un pequeña ventaja que no dudaría un segundo en aprovechar. - Fechas de fuego.- dijo, casi como un susurro, mientras ejecutaba una floritura circular con su recién materializada arma mágica. En ese instante, una tras otras las fechas salieron expulsadas de la punta de su varita, surcando a gran velocidad los pocos metros que la separaban de Badru. La filosa punta llameante de los delgados filamentos cortaban el aire a su paso, produciendo un tenue zumbido apenas audible. Gran cantidad de flechas impactarían en su pecho, mientras que el resto se clavarían en la piel de sus brazos para provocar cierta dificultad en el alzamiento de su varita. Una pequeña sonrisa pícara atinó a dibujarse en sus labios pese a que seguía con la firme idea de contener su petulante espíritu durante el resto del enfrentamiento. Es por eso que no esperó ni un segundo para conectar con soltura, como si fueran eslabones de una misma cadena, el siguiente ataque. - Cinaede. El efecto fue inmediato y no necesitó realizar ningún movimiento con su varita, la cual seguía sosteniendo con su típica posición de inquebrantable elegancia. Frunció el ceño, sus delgadas cejas se inclinaron y por fin mostró en su fiera mirada su sed de adrenalina. El verdoso gas, extraído de los pétalos del pensamiento que ella misma cultivaba, surgió alrededor de Badru en un instante y comenzó a tapar sus vías respiratorias, dificultándole la respiración. La consecuente muerte, aunque improbable por parte de un guerrero Uzza, despertaba en Di Médici una expectativa sanguinaria ¿Cuándo había sucedido su último asesinato en un duelo mágico? Ya no lo recordaba. Tal vez ese era el día.
  16. @@Blaise Zabini Bienvenido a la familia! En un rato hago actualización del árbol que voy con retraso. Muchas gracias por sumarte, espero que disfrutes del rol con nosotros. Te invito a rolear ya en la mansión, algunos estan en la entrada y otros estamos por el aviario. Espero que te sientas cómodo. Gracias!
  17. Premio obtenido (Criatura/Objeto): http://www.harrylatino.org/topic/113668-reporte-de-premios/?p=5309937 Elección del usuario: Wampus Llave (Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw, Slytherin, Ilvermorny o maestra): Gryffindor, Hufflepuff, Ravenclaw.
  18. Nunca había presenciado un casamiento en mi vida y aquella resultaba una ocasión perfecta para hacerlo. Nunca había tenido una experiencia en el amor ni nada parecido. Yo era un simple testigo del amor de los demás sin ser un usuario de tal. Claro, era poco habitual ver muestras de algún tipo de afecto romántico dentro de la mansión Di Médici. Lucrezia, mi pesada tutora, era fría como nieve en la cima de una montaña. Nunca me había demostrado un ápice de cariño pese a vivir junto a ella largos meses y de llevarnos relativamente bien ¡Que yo no tenía la culpa de que las cosas desaparecieran en la casa! Yo merecía algo de amor. La atmósfera que se respiraba en el hogar de los “Ojo Loco” Potter Blue, de la cual mi padre había sido patriarca, era una curiosa contraparte a la que reinaba en la mansión Di Médici. En las cartas que Thiago había dejado atrás antes de huir al exilio se había extendido sobre lo que esa familia significaba para él. Siempre me despertaba curiosidad como él no concebía a la Potter Blue como una familia sino como una idea…una idea de unión. En los viejos pergaminos que había encontrado tiempo atrás en su escritorio mi padre expresaba con paternal sentimentalismo como esperaba que personas de diferentes etnias, edades, orígenes, ideologías, contextos y experiencias pudieran encontrar en la “Ojo Loco” un hogar. Un techo protector. Sin duda su imaginario de lo que debía significar un hogar se había plasmado a la perfección en cada rincón de aquel lugar. Los pasillos eran cálidos, la decoración abrazadora y la felicidad que se percibía en el aire -seguramente alentada por el inminente casamiento- se impregnaba en mi piel, llevando a que mis labios mostraran una amplia sonrisa a los demás. Era imposible que obviara también la influencia de Sagitas, mi tía, en todo ello. Pese a no conocerla, sabía que tanto su alma como la de su desaparecido hermano se encontraban en cada ínfimo detalle de la mansión. Su impronta se imponía en cada mínimo aspecto. Todo ello era lo que me permitía sentir que mi padre estaba vivo porque en la “Ojo Loco” se reflejaba lo que él había sido: un artífice y un soñador. La verdad es que desconocía a quienes en ese momento estaban por unirse en sagrado matrimonio pero era evidente que tenían relación con la familia. Me calcé mi mejor traje de gala; uno que Lucrezia me había comprado en uno de sus tantos viajes de compras a Milán y que pese a no haberme consultado, la aristócrata había acertado en talle y gusto. La tela era de un color similar al jade, el diseño tenía motivos clásicos en tonalidades ligeramente más oscuras y lo acompañaba con una camisa negra. Mientras que el saco se ajustaba a mi delgado torso, los pantalones en cambio caían sueltos hasta encontrarse con unos zapatos de cuero negro y punta angosta lustrados con la mano experta de Passepartout. Estaba hecho todo un caballero formal y elegante, una exigencia que Lucrezia había inoculado en mí sin que me diese cuenta. Pese a no venir de una familia aristócrata como ella, la señora Di Médici insistía en que aparentara un origen de alta alcurnia como el ella. De mala gana lo aceptaba. Al entrar al espacio donde se celebraría la ceremonia mis ojos se desviaron automáticamente a la primera persona que era capaz de reconocer: mi madre Ariane. Consciente de que no me había pillado, me acerqué lento por detrás cuidando que mis pasos fueran lo suficientemente suaves como para que su oído vampírico no los percibiera. Alrededor la gente ya contemplaba lo que era el inicio de la boda, algo que por ahora poco me importaba ¡Necesitaba darle un susto de muerte! Al llegar detrás de ella, cubrí sus ojos con las palmas de mis manos y acerqué mi boca a su oído derecho. Imposté la voz lo más que pude, haciendo que mis cuerdas vocales trabajasen duro para sonar lo más grave posible. - Adivina quién soy…¡No hay segunda oportunidad!
  19. Buenos @ no sé si sigue en pie la firmeria ahora que volviste y no te quería molestar en privado, así que te dejo un mini pedido si te gustaría hacerme una firma con tu talento. Diseño: Firma. ¿Avatar? Sí Render o Imagen [High Quality]: https://www.artstation.com/artwork/xzmqLE Tamaño: A tu gusto, Cissy. Texto: Lucrezia Di Médici / The reign begins. Otras especificaciones: Ninguna, aunque me gustaría que algo imponga.
  20. Lucrezia arqueó su brazo izquierdo elevándolo unos centímetros y chasqueó sus delgados dedos. En el instante en que el sonido del arrastre de sus yemas interrumpieron el silencio el libro de las druidas se materializó súbitamente en el aire, levitando estático junto a ella. La aristócrata, con una facilidad adquirida en el claustro para incorporar conocimiento, apenas le dedicó un vistazo. Todo se trataba de un mero formalismo y de su intención de demostrar que estaba interesada en la clase o en las palabras de Badru, las cuales escuchaba con aparente atención sin apartar la mirada del guerrero. Cuando éste finalizó su primera intervención, la blonda italiana se adelantó un paso para recortar la distancia. - Créeme que en mi vida he hecho suficientes sacrificios como para aprender lo que este libro oculta en sus páginas. Generalmente, la magia que requiere ceder algo es la más poderosa y eso si es de mi mayor interés, Badru. En el instante en que el Uzza comenzó a ahondar en el “polen de fuego”, algo que llamaba de sobremanera su atención, Lucrezia movió su dedo índice hacia la derecha para que las páginas pasasen continuamente hasta llegar al capítulo indicado. Le echó un rápido vistazo para ver lo que las palabras allí escritas en negra tinta tenían para decir. La inmunidad al fuego era sin duda algo atractivo, siendo aplicable a su magnífica vestimenta de duelo o al momento de tratar con el a veces incontrolable cangrejo de fuego que moraba en los bosques de su mansión. Los usos del polen eran vastos y variados, siendo una herramienta que resultaba increíble escapara del conocimiento de la mayoría de los magos y brujas. ¿Era, sin embargo, útil frente la abrazadora y al mismo tiempo devastadora llama de un dragón, uno de los elementos más incontrarrestables conocidos por la humanidad? Sin duda, aquella era una pregunta digna de ser la primera que saliese de su boca frente a uno de los afamados y solemnes guerreros Uzza. Sin embargo, cuando atinó a formularla con sus cuerdas vocales, algo cambió en la serena atmósfera que la rodeaba. La invisible aura de la magia impregnó todo mientras simultáneamente sentía que caía. El suelo sobre el que se sostenía, adoptando siempre su estilizada postura refinada, simplemente desapareció. Atinó a tomarse de los lados pero el portal invocado bajo sus pies resultó demasiado ancho. La caída fue para su sorpresa de apenas unos centímetros, lo que le permitió caer con elegancia y de pie casi sin inmutarse. Miró alrededor y la escena lejos de desconcertarla le resultó naturalmente salida de la cabeza de uno de los siempre rebuscados guerreros Uzza: una prisión de piedra, un irregular hueco en el medio de la montaña con sucesivos portales creados sobre las paredes. La blonda italiana suspiró con leve hastío, como si todo aquel desafío le resultase efímero y fácil de sortear. El secreto no se hallaba en trazar un mapa entre los destinos de los distintos portales que a susurros la llamaban sino utilizar los conocimientos que había adquirido de la lectura del libro de las druidas. Arqueó una ceja, decepcionada por el nivel al que Uagadou y los guerreros Uzza habían descendido en términos de metodologías de enseñanza. Lo obvio le resultaba aburrido y por ello siempre renegaba de tener todo servido en bandeja, algo que aquejaba a su aristócrata familia. Escabulló su mano izquierda dentro de su escote y de allí sacó el amuleto contra defensas carcelarias, un pequeño aro colgante que desentonaba con el resto de su vestimenta y que por ende prefería ocultar. Sin embargo, la situación ameritaba insoslayablemente su uso. Sabía que su uso agotaría una buena porción de su estamina mágica, así que decidió cerrar sus ojos y concentrar su mente en huir de allí. - Fulgura Nox.- susurró por lo bajo, con la sólida idea de huir de la humedad que allí era reina y que amenazaba con arruinar su peinado. Percibió el tenue viento que emanaba el portal que había invocado solo unos centímetros frente a ella y cortó por unos segundos su regular respiración. Comenzó a experimentar como la energía recorrió un progresivo camino desde su pecho hasta sus brazos y ésta se acumulaba en el frío amuleto que rodeaba con sus encorvados dedos. La magia fluía por sus venas, por sus articulaciones y por cada centímetro de su cuerpo. Una vez que sintió que el amuleto uzza estaba completamente cargado con su contenido poder, la blonda italiana se decidió a dar unos lentos pasos hasta atravesar el portal. Cuando por fin percibió nuevamente el tropical aroma de las afueras de Uagadou, Lucrezia volvió a abrir sus párpados para que su mirada se encontrase con Badru. - Sin dudas este es el libro que más usos prácticos tiene, Badru.- dijo con solemnidad, dejando que en su tono se notase el aire victorioso que la embriagaba en ese instante.- Estaba retrasando la pregunta que me hiciste con anterioridad ¿Quieres que te cuente un secreto? Pertenezco a la Marca Tenebrosa desde hace un buen tiempo ¿Sirve? ¿O quieres que te relate la vez que asesine a mi primo para evitar que mi familia condenara mi futuro?
  21. ID: 46700 Nick (con link a la ficha) Lucrezia Di Médici. Link a la Bóveda Trastero: N° 108180 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N° 78321 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Fecha: 2020-01-13 Objeto: Armario Evanescente Puntos: 160P Precio: 8000 G Objeto: Espejos Comunicadores. Puntos: 40P Precio: 2000G Total de puntos: 200P Total de Galeones: 10000 G
  22. ID: 46700 Nick (con link a la ficha) Lucrezia Di Médici. Link a la Bóveda Trastero: N° 108180 Link a la Bóveda de la cual se hará el descuento: N° 78321 Link al Premio obtenido (en caso de gala/concurso): --- Nivel Mágico: 27 Fecha: 2020-01-13 Criatura: Esfinge Puntos: 80P Precio: 4000 G Criatura: Ramora Puntos: 20P Precio: 1000G Total de puntos: 100P Total de Galeones: 5000 G
  23. Vengo por una amplia modificación! 1) En el apartado "Aspecto Físico", reemplazar su contenido por el siguiente: 2) En el apartado "Historia", reemplazar su contenido por el siguiente: 3) En el apartado "Otros Datos", quitar el exceso de espacio entre los títulos "Objetos" y "Criaturas" y el párrafo descriptivo. También dejar un espacio luego de "Objetos Propios". 4) En el apartado "Otros Datos", en el subtítulo "Objetos Propios" agregar: 5) En el apartado "Otros Datos", en el subtítulo "Criaturas Propias" donde dice: Sagitas, el gnomo: Nombrado así con el único motivo de molestar a una de las peores enemigas de su dueña, este gnomo [...] Debe decir: Rigoberto, el Gnomo: Este gnomo [...] 6) En el apartado "Otros Datos", en el subtítulo "Criaturas Propias", dejar un espacio entre el "Grindylow:" y el contenido. 7) En el apartado "Otros Datos", en el subtítulo "Criaturas Propias" agregar: 8) En el apartado "Otros Datos", modificar el título repetido de "Otros Datos:" por "Más Datos:" 9) En el apartado "Premios y Reconocimientos", agregar dejando un renglón: Gala de Halloween (2019): Mejor Ficha de Personaje. Mejor Bandera (Voto del Público). 1° Lugar Ranking de Juegos y Spam. Mejor Capturador. Gala de Navidad (2019): Mejor Mazmorra.10) Actualizar información por subida de nivel. Desde ya muchas gracias!
  24. La ceniza en el suelo de Uagadou comenzó repentinamente a elevarse y a levitar sobre el suelo. Luego de unos momentos de absoluta quietud, donde aquellos restos parecían una capa gris apenas separada de la tierra por unos centímetros, fue formó un remolino turbio. Las cenizas desprendidas giraban a una velocidad magnífica, formando un espectáculo visual atractivo a la vista. El reducido tornado comenzó a ganar altura hasta llegar a un metro y ochenta centímetros. Sin embargo, aquello no duró demasiado. El polvillo grisáceo se precipitó con brusquedad al suelo y descubrieron la figura de una mujer. Una blonda italiana. Su dorada cabellera caía suelta y libre sobre su espalda, transformando la luz del sol en un brillo atrapante. Su caminar era femenino y elegante, contorneando las caderas con la intención de realzar la delgadez de su figura. Sus azules ojos, centelleantes como dos zafiros, estaban enmarcados por un fino delineado negro que se extendía en punta hasta el fin de sus poco pobladas y delgadas cejas. Su altiva mirada, quizás la características más reseñada por quienes la conocían, observaba directamente al frente sin inmutarse por todo lo que la rodeaba. Los delgados dedos de su mano izquierda, donde portaba su reconocible anillo cápsula, se aferraban a un pliegue de la parte superior de su falda. En aquella ocasión había decidido cubrir su desnudez con un vestido largo cuya extensión terminaba apenas unos centímetros sobre el suelo para evitar la polvorienta superficie que caracterizaba los alrededores del colegio africano. La tela era delgada y suave, fácilmente confundible con la más lujosa y exclusiva seda asiática que el humano hubiese presenciado. Aquella pieza de verdadero arte textil, elaborada por la excelsa mano de un diseñador anónimo de Milán, se ceñía a su torso para destacar sus más preciados atributos y caía más holgada una vez que cruzaba su cadera. En general, aquel vestido le permitía una agilidad en sus movimientos que era más que importante frente al entrenamiento que le esperaba. Todo había sido pensado sin prescindir de su resguardada elegancia. - Badru…- saludó con inaudita solemnidad a aquel guerrero Uzza con quien ya había tenido un tenso encuentro en el pasado, en una ocasión similar pero para nada igual. Le regaló una sonrisa impostada pero que logró con pericia mostrar como genuina. Había decidido en esa oportunidad evitar los encontronazos verbales y los intercambios hostiles con los guerreros Uzza. El trato dispar y tenso con sus antiguos maestros de aquella magia vedada a la gran mayoría de los magos y bruja habían sido moneda corriente en sus prácticas con el libro de la Sangre…y el del Equilibrio…y todos en general. Lucrezia era clara con sus propias intenciones y sus convicciones eran inquebrantables incluso para ella misma: su instrucción en el Libro de los Druidas transcurriría de manera pacífica, respetuosa y sin sobresalto alguno. Al menos eso intentaría. - Debo aceptar que dejé que mi elfo doméstico personal, Passepartout, se ocupara de interpretar el mapa de las estrellas. Comprenderá que una mujer al frente de una institución importante no posee mucho tiempo libre para calibrar telescopios y leer mapas cósmicos. Por cierto, muchas gracias.- agradeció con una humildad que incluso a ella le sabía extraña mientras le extendía el lirio de fuego que segundos atrás había portado sobre su oreja izquierda.

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.