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Gyvraine C. Sullivan

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Todo lo publicado por Gyvraine C. Sullivan

  1. En medio de la oscuridad de la noche, una figura apareció frente a la entrada de la Mansión de la Familia Malfoy, casi como si el gélido viento la hubiera formado en un abrir y cerrar de ojos. No era necesario que apareciera en los límites de los terrenos, pues después de todo pertenecía a esa familia, era su hogar, pero había pasado tanto tiempo que todo se le antojaba particularmente ageno. - No recuerdo siquiera si eso estuvo ahí todo este tiempo - se dijo a sí misma mirando un árbol cercano, y en sus celestes ojos iluminados por la luna se veía el asombro, todo era nuevo, el tiempo había vuelto a aquella primera vez que su madre la había llevado a la mansión. Suspiró profundamente como tomando valor y dio un paso al frente, para darse cuenta que las rejas se abrieron por sí solas, como si la propiedad si la reconociera, y sino a ella, por lo menos sí reconocía la sangre que aun corría por sus venas. Sus pasos eran lentos, como tanteando el terreno, sintiendo de nuevo la experiencia de conocer el hogar de su madre, de sus primos, su tío... sus hijas, y sin darse plena cuenta estaba de pie frente a la puerta de entrada. - Hasta que alguien se digna a venir - una voz áspera hizo saltar a Gyvraine por la sorpresa, no esperaba que un elfo estuviera ya con la puerta abierta y mirándola con sus enormes ojos como pelotas de tenis - Ningún amo ha venido en semanas, parece una casa fantasma - se siguió quejando Hamiltón, haciendo una reverencia al momento en que la Malfoy atravesaba el umbral de la puerta, sus riñas con el elfo vaya que las recordaba y la hacían sentir cada vez más en casa. - Deja de quejarte, por eso nadie viene - reprochó la bruja quitándose de encima su túnica de viaje y dejando al descubierto su esbelta figura envuelta en un largo vestido gris perla. Sus zafiros recorrieron el lugar y se mordió la lengua, pues vio que no podía reprochar la pulcritud de la mansión, pues estaba en perfectas condiciones, incluso se podían ver los elegantes ornamentas navideñas, guirnaldas en candelabros y barandales de escaleras e, incluso, muérdago sobre los marcos de las puertas - ¿En serio nadie vino? - preguntó en voz baja, lamentando que aquello se desperdiciara. - No, ama, nadie vino a la Mansión, al parecer sus primos y sobrinos están muy ocupados para pasar a casa -respondió, al tiempo que Gyvraine recorría el Hall e iba al salón de juegos, para pasar al comedor, preparado para que en cualquier momento se sirviera una ostentosa cena. - No importa, no te pongas sentimental, sabes que a veces eso pasa, todos están muy ocupados y no recuerdan siquiera las fiestas - sin más y al cerciorarse de que no había nadie por lo menos en la planta baja, se sentó a sus anchas en el sofá de la sala -, anda, tráeme algo caliente, que está helando allá a fuera - y apuntando con su varita hizo que una llama naciera en la chimenea, pues la falta de habitantes había hecho que los muros de piedra congelaran el lugar. Ella misma sabía que no iba a quedarse tampoco a vivir ahí, pero por lo menos darle algo de vida a su hogar tenía que hacer, no podía dejar que pareciera abandonada, como si ningún Malfoy o cualquier otro mago se acordara de la grandeza de la familia. Ya después vería qué hacer, pero por lo menos esa noche estaría en casa, el mundo podía esperar.
  2. Apenas llegó y escuchó a su hermana su rostro cambió completamente, arrugó el entrecejo y apretó los labios, ¿cómo se atrevía esa gitana a decirle ignorante? ¿Cómo podía siquiera dudar de la pulcra educación que había recibido en su infancia ya fuera viajando con su madre por Europa o en casa de la familia Malfoy? Estuvo a punto de sacar su varita y apunta con ella a su hermana cuando escuchó más voces alrededor. Eso no se iba a quedar así. - ¿Primo? – dijo distrayéndose por un momento de su furia - ¿Primo… nuestro? ¿Acaso a cada paso que damos nos encontramos con un pariente nuevo? – se quejó, asintiendo cortésmente para saludar a Felias, para luego dirigirse a quien Candela se había referido como Engendro. Gyvraine negó con la cabeza ante tanta falta de respeto por parte de su hermana, pero no alcanzó siquiera a reprenderla por nada, porque se escuchó un lejano susurro proveniente de lo que parecía el lugar de la profesora. Con una última mirada fulminante dirigida a su hermana tomó asiento, en parte para demostrarle que a pesar de todo no se negaba jamás a aprender un poco más de la magia. Sus celestes ojos siguieron de lado a lado lo que estaba escrito en la pizarra sin encontrarle completo sentido, pues a pesar de saber el tipo de predicciones que hacían los muggles con los números, no entendía cómo es que con tan solo dígitos pudieran ver el futuro, sin largas secuencias o datos recopilados a lo largo del tiempo, como se hacía en las finanzas muggles. - La verdad, creo que ver el futuro con número sería mucho mejor que hacerlo con una bola de cristal – intervino, Gyvraine ante las palabras del que ahora sabía era su primo -, los números son, por mucho, más objetivos que las tazas de té y todos los utensilios que usan los adivinos – continuó la Malfoy, tratando de que en su voz no se notara la poca credibilidad que le daba a todo lo que enseñaban en un aula de adivinación. Miró la tabla con números y a pesar de que sus conocimientos en matemáticas no eran básicos, no lograba encontrar la conexión entre los nueve dígitos y las letras del alfabeto. Su mirada fue desde su lugar intermitentemente a Felias y a la profesora y prefirió esperar la respuesta de la mentora, de la que también reparó, no sabía su nombre.
  3. En la habitación de la Malfoy se podía escuchar una lenta melodía que parecía contar una historia trágica de amor, pues de cuando en cuando las percusiones hacían que el ritmo cambiara por unos segundos, mientras se oía de fondo el agua cayendo. Gyvraine había decidido dedicar todos esos días a consentirse y tomar largos baños, preocupándose a penas por el qué dirán o en cualquier pendiente que pudiera tener. La bruja había mantenido los ojos cerrados durante todo el tiempo que había permanecido en la tina, y había puesto tan poca atención a la aparición de una solitaria piedra sobre su escritorio, varios metros lejos de la puerta de su baño privado que, sin darse plena cuenta, ya iba tarde a su clase. Con la misma parsimonia con la que había hecho todo se vistió con una vaporosa túnica gris perla y comenzó a pasear por su amplia habitación. - Esto comienza a ser cansado - susurró Gyvraine con cara de aburrimiento, buscando con la mirada unas sandalias altas que estaba segura había dejado en algún lugar la noche anterior. A pesar de saber que el paquete que le había llegado por lechuza apenas un par de días antes auguraba que su hermana planeaba algo, la Malfoy no había siquiera tenido precauciones extras. Solo un pequeño destello le hizo percatarse del traslador que parecía flotar sobre la superficie de caoba. Con ojos entreabiertos, Gyvraine se acercó, sospechando de su Candela y sus extrañas bromas, pero aun sin saber exactamente a dónde es que quería llevarla. Extendió una mano para tocarlo, y justo cuando la yema de sus dedos tocaron la piedra sintió el típico jalón a la altura del abdomen, al momento de sentir también cómo es que con la otra mano se apoyaba en la superficie del paquete aun envuelto. En apenas un parpadeo la luz azulada la envolvió por completo y la dejó sin vista, no fue hasta que bajo sus pies volvieron a tocar piso firme que abrió los ojos completamente desconcertada. - ¿Qué demonios? - comenzó a maldecir antes de encontrarse en medio de silloncillos en forma de números. Con su celeste mirada recorrió el lugar y, como lo supuso, se encontró con una figura familiar: Candela Triviani Por lo menos me hubieras dejado una nota de a dónde iba a ser la cita, ¿no? - le reclamó cuando llegó a ella en apenas dos zancadas y poniendo a un par de centímetros de su rostro la piedra con la que había llegado hasta ahí. La Malfoy ni siquiera se había molestado en averiguar el lugar en el que estaba o quienes estaban presentes, solo tenía ojos para la andrajosa imagen de la Triviani. Fue hasta después de tan solo un par de segundos que se dio plena cuenta de la presencia de un par de chicos, que la dejaron congelada. - ¿En serio? ¿De nuevo? - susurró con los dientes apretados a su hermana quedando a su lado y mirando con una forzada sonrisa a sus compañeros. Había bastado todo un minuto para que comprendiera que estaba de nuevo en Ateneo de los conocimientos, solo que aún no sabía en qué clase - Hola, Gyvraine Malfoy - se presentó lo más cordial que pudo, mirando apenas a los presentes sin dar señal de reconocer a nadie más que a la Triviani.
  4. Hola.. hola... Vengo a pedir un conocimiento.. y no.. no me han amenazado.. no.. Nick: Gyvraine C. Sullivan ID: 74211 Conocimiento: Aritmancia Nivel de Magia: VII Link a la Bóveda: http://www.harrylati...showtopic=78641 Link a la Ficha: http://www.harrylati...showtopic=78511 Saluditos
  5. Apenas despegó los labios para replicar a su hermana cuando la profesora comenzó a explicar de qué se traban los libros, así como los poderes que conllevaban, por lo que Gyvraine no pudo más que fulminar a su hermana con la mirada tratando de controlar su molestia. Después de todo cuando ambas Triviani estaban juntas, lo más probable es que hubiera por lo menos una discusión, siempre había sido así. La atención de la Malfoy regresó a su hermana para encontrar un rostro de sorpresa e indignación, que por un segundo le pareció lo más cómico del mundo, pues sorprender a Candela era todo un reto; pero en el momento en que siguió la dirección hacia donde la gitana miraba, sintió como ella misma se llenaba de desconcierto: el pergamino en el que había escrito con tanto esfuerzo estaba siendo consumido por las llamas. Apenas si logró parpadear cuando vio como la profesora le apuntaba directo al pecho, después de haber tratado de atacar a Candela, poniendo el ejemplo que jamás podrían hacer daño directo a alguien con esos hechizos. Cuando el hechizo de Leah no tuvo efecto alguno, Gyvraine soltó el aire que sin darse cuenta había estado conteniendo en sus pulmones, quedando en claro que el confrigo no la haría volar en pedazos. - Linda forma de corregir la tarea se dijo a sí misma de forma inaudible para el resto, mirando de reojo a la Triviani que, con voz normal y sin aparente preocupación, comenzó a bromear con lo que ante sus ojos parecía absurdo. Gyvraine no pudo más que abrir como plato los ojos, ante semejante cinismo y trató de contener la risa con cada palabra de su hermana, percatándose un segundo después que el descaro de semejante mofa era el anillo de salvaguarda ¿Vas a pintar sobre todo el castillo antes de quemarlo, también? preguntó, siguiendo el juego. A punto estuvo de soltar una carcajada cuando frente a la gitana apareció Igor Karkarov, una visión que le dio muy mal presentimiento a la Malfoy que ya tenía apenas a un par de metros a Peter Petrigrew. Sin más hizo girar su varita entre sus largos dedos, recorriendo mentalmente la lista de hechizos que podía utilizar para poder defenderse, sin apartar la mirada ni un segundo del fantasma, bastante corpóreo al que tenía que enfrentar. - Dañar o causar la muerte repitió lentamente aun concentrada más en cómo atacar a su oponente que en su alrededor, pero cuando estuvo a punto de levantar su varita sintió un tirón desde el brazo que la hizo retroceder un par de pasos. Buscó con ojos furiosos al culpable y se dio plena cuenta que la Trivnia la ocupaba de escudo humano - ¿Qué demonios te pasa? le dijo apretando los dientes, sin percatarse de que el fantasma de Petigrew ya se abalanzaba hacia ella y como acto reflejo, la Malfoy levantó su varita de arce haciendo una estudiada floritura para que de ella salieran una docena de medias lunas. Gyvraine alcanzó a ver como las medias lunas producto de su hechizo cruzaban la ya poca distancia que la separaba del fantasma y se clavaban en el cuello, manos y piernas de su atacante, con la única intención de provocarle graves daños que fueran capaces de detenerlo. Sin embargo, la bruja no se quedó a contemplar cuan efectivo había sido su hechizo, sino que giró en redondo hacia Candela, casi con llamas en los ojos. - ¿Quieres verme muerta? le preguntó a la Triviani, arrastrando las palabras Aunque creo que ya somos dos a las que quieren muertas, ¿no? Preguntó con cierta ironía -, ya veo que hasta ladrona de hechizos eres dijo, elevando la comisura de los labios en una sonrisa que tenía poco que ver con la alegría. Dio media vuelta y pasó junto a su hermana para susurrarle al oído Después salgamos a dentro terminó con sarcasmo, alejándose de la gitana para ir hasta donde inicialmente habían entregado los pergaminos.
  6. Los labios de la Malfoy formaron una fina línea en el momento en el que por el rabillo del ojo captó la sonrisa burlona de su hermana pues, a pesar de querer disimular, sabía a qué se debía, después de tantos años conociéndose era como si leyera su mente. Cerró todo un segundo los ojos y tomó aire profundamente, no era momento de hacer una escena y mucho menos echar en cara el que estuviera ahí por culpa de Candela. Avanzó hasta situarse tras la Triviani y miró sobre su hombro para alcanzar a ver el pedazo de pergamino en blanco que le había proporcionado la profesora, recorriendo mentalmente la lista de hechizos, maldiciones y demás conjuros que pudieran servirle para aquella clase. Frunció el ceño levemente mientras escuchaba de nuevo las palabras de su hermana al preguntar por un libro, dándose plena cuenta que había estado tan desconectada del mundo mágico en el que había crecido que apenas si lo reconocía. - Si, dame la mitad - añadió parándose a un lado de ella, partiendo por la mitad el pergamino y haciendo una elaborada floritura con la varita junto a la oreja de su hermana, para hacer aparecer otra pluma -. ¿Qué es el Libro de Merlín? - preguntó a la Triviani, con la pluma a la altura de los labios, al tiempo que trataba de elegir qué escribir - Antes todos estudiábamos en casa y no nos hacían caer en trampas para ir a clases - terminó fulminándola con la mirada, antes de volver a clavar los ojos al frente, tratando de concentrarse. Gyvraine pareció perderse en sus pensamientos e imágenes inconexas comenzaron a aparecer ante sus ojos, como venidas de otra vida, donde podía escuchar el crujido de huesos al romperse o podía ver aves de fuego aparecer de su varita dispuestas a quemar todo a su paso, incluso se vio a sí misma protegida por un ser de oscuridad flanqueada por una enorme bola de fuego y casi pudo ver el destello de un arma con filo sobrenatural en su mano. Sacudió la cabeza para eliminar cualquier imagen que pudiera quedar en su mente, cada día le sorprendía más su imaginación, era imposible que pudiera tener esos recuerdos. - No se me ocurre nada, ¿Qué pusiste tú? - preguntó tratando de leer lo que la Triviani había contestado, al tiempo que garabateaba "Confrigo" en su pequeño trozo de pergamino - Hace mucho que no trato de hacer daño a la gente, ¿debería comenzar? - comentó con un gesto indescifrable hacia Candela, escribiendo "Desmaius?" con cierta duda - ¿Te gusta el Incen​dio? - preguntó al tiempo que con mucho esfuerzo lograba escribirlo en el poco espacio que quedaba en el pergamino - Si te incendian la túnica, vaya que dolerá - terminó con una sonrisa de falsa satisfacción.
  7. En la mente de la Malfoy aparecía claramente las líneas de un amarillento pergamino que había recorrido con la mirada más de una vez, y a pesar de ir en camino hacía el lugar de reunión, aun trataba de encontrar la razón que la llevó a semejante decisión, pero sobre todo, trataba de encontrar la forma de escabullirse de semejante enredo. No lograba comprenderlo, no entendía ni ella misma cómo es que se había dejado enredar en tal lío o cómo es que siquiera estaba de nuevo en Londres. Soltó un suspiro justo en el momento en que sus celestes ojos encontraron el reloj del elegante bar en el que se encontraba, faltaban tan solo dos minutos para las nueve y seguramente llegaría tarde a su cita. Un suspiro más salió de entre sus labios, justo antes de ponerse de pie al tiempo que dejaba un par de galeones para pagar su consumo, y se dirigía directo a la puerta del negocio. - La voy a asesinar un día de estos si sigue metiéndome en esto - susurró antes de desaparecer, quedándose con el sonido de la primera campanada que anunciaba las nueve resonando en sus oídos. Se dejó arrastrar por la negrura y el tirón a la altura del estómago, muy propia de la desaparición, con único destino en mente que el que citaba el arrugado pergamino que yacía en uno de sus bolsillos. Al abrir de nuevo los ojos se encontró en la espesura de un bosque envuelto en densa neblina y con un único sendero apenas iluminado por la tenue luz de luna. Gyvraine recorrió su alrededor con mirada crítica y se dio plena cuenta que estaba en medio de un bosque bastante tupido de árboles que en las sombras formaban figuras extrañas, casi como si la acecharan criaturas misteriosas, salidas más bien de cuentos para asustar a los niños y no de la realidad, criaturas de pesadillas. - Genial, un lugar bastante propio para una clase - soltó con cierto dejo de sarcasmo al ver a unos doscientos metros una cabaña, que pasaría inadvertida de no ser por la luz que emanaba del interior y alcanzaba a colarse por las rendijas de las ventanas cubiertas -. Que no se pierdan los valores y buenas costumbres de dar una cátedra en medio de la nada y en plena noche- continuó con el mismo tono de voz, mientras avanzaba paso a paso hasta donde creía que encontraría, no sólo a la profesora sino también, a quién la había metido en todo ese lío. Las botas largas de piel de dragón, en las que estaban enfundados sus pies, hacían crujir las pequeñas ramas y hojas con cada una de sus zancadas cada vez más presurosas, pues sabía perfectamente que por lo menos ya tenía dos minutos de retraso. Después de todo la puntualidad jamás había sido su fuerte y no es como que quisiera cambiar ese precioso defecto que tenía de llegar tarde. - Soy la profesora Ivashkov ...- alcanzó a escuchar la Malfoy decir a una voz femenina cuando estaba justo del otro lado de la puerta, peleando aún por quitar los últimos residuos de ramitas y hojas que se habían adherido a su gruesa capa de viaje, así como a su larga cabellera castaña. Nunca parecía estar vestida para internarse en un bosque. Al entrar a la cabaña, Gyvraine fue plenamente consciente de cada una de las personas presentes y, mientras escuchaba la respuesta de quien se había identificado a sí mismo como Emmet Gaunt, fijó la mirada en la profesora. En los ojos de la Malfoy pareció brillar un eco de reconocimiento que se extinguió casi al instante, como si la viera después de mucho tiempo y, en tan solo un segundo, jamás la hubiera visto nunca en su vida. Su atención fue completamente robada al momento en que una voz más que conocida se escuchó: Candela Triviani. Sin poder contenerse, Gyvraine la fulmino con la mirada y enarcó una ceja, como haciendo una pregunta muda a su querida hermana que, al parecer, estaba más parlanchina que de costumbre. Ya encontraría la forma de hacerla pagar por inscribirla a una clase a la fuerza. - Las maldiciones de los muggles no son necesariamente superstición - comenzó a hablar la Malfoy mirando de reojo a Candela, para luego centrarse en Leah y Emmet -, pueden ser huella de maldiciones que usaban antiguos magos, pero sin efecto alguno... después de todo son muggles - añadió con media sonrisa, impregnando de desprecio aquella última palabra -. En cambio, una maldición que conocemos tiene efecto, no sólo porque la decimos nosotros como magos y brujas, sino porque ha ido evolucionando a lo largo de la historia de la magia - hizo una pausa, y continuó elevando los hombros en un gesto que parecía recalcar lo obvio -. Así que la diferencia es esa... la magia. Gyvraine Malfoy - añadió con un leve asentimiento al presentarse.
  8. Hola, vengo en uso de mis facultades y sin que nadie me haya obligado... a inscribirme a conocimientos.. Nick: Gyvraine C. Sullivan ID: 74211 Conocimiento: Conocimiento de Maldiciones Nivel de Magia: VII Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78641 Link a la Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78511 Eso :3
  9. Gyvraine apenas abrió la boca para poder siquiera reclamar del contenido del caldero como prueba fehaciente de que Candela le había robado, cuando éste salió por la ventana con todo y el elfo que había estado ayudando a su hermana. sus celestes ojos se quedaron todo un segundo mirando el espacio por el que había salido aquella precaria poción y justo antes de girarse hacia la gitana ésta saltó por entre las cortinas, como siguiendo el mismo camino del Chuck. - ¿Qué demonios? - susurró tratando de detener a su hermana, aunque era demasiado tarde, pues ésta ya caía hasta donde parecía se celebraba una fiesta de té - ¿Es en serio que así vas a escapar? - dijo a la silueta de Candela que ya había llegado a tierra firme. La Malfoy jamás había entendido la psicología de la hija menor de Aland, pero no cabía duda que jamás se había quedado quieta. Desde lo alto contempló la escena, tratando de identificar a quienes habían sido interrumpidos tan de sorpresa por la Triviani y logró ver una cabellera de un color inconfundible, así como una chica más y por un momento la idea de ver la cólera de Alyssa contra Candela se le antojó particularmente divertida. Los modales de su hermana jamás habían sido los mejores y, por supuesto, siempre era un espectáculo digno de ver el cómo su tía trataba de lidiar con ellos. - Ya recuerdo qué extraño de este lugar - susurró para sí, apoyada en el marco de la ventana, al tiempo que hacía una floritura para que los restos de poción dejaran al elfo libre, así como sus heridas comenzaron a sanar - sus malditos chillidos no me van a dejar escuchar - se quejó con un dejo de aburrimiento, mientras hacía una floritura más y el Chuck desaparecía del jardín. Agudizó el oído y apenas unos cuántos fragmentos de la conversación llegaron hasta ella, ni el haber desaparecido al elfo había ayudado en nada, no había más remedio que acercarse más. Sabía que la palabra baúl había salido de entre los labios de Candela, y algo en su interior le recordaba a gritos que su hermana no buscaba cosas viejas solo por qué sí y, muchos menos, después de haber saqueado la alacena de ingredientes. - Creo que tendré que saludar a la familia - se dijo con nula emoción en la voz, ya que desde hacía días prefería no toparse con nadie que hubiera formado parte de su vida, pues sabía que se darían cuenta de la laguna mental de la que pretendía sufrir. Echó un último vistazo a la alcoba de su hermana en busca de alguna pista del robo de sus ingredientes, pero estaba consciente que no encontraría nada, todo había sido perfectamente limpiado y, sin más, salió de nuevo al pasillo. Mientras avanzaba paso a paso por el pasillo trataba de recordar cuántas veces había estado en el castillo después de su graduación de la academia y se dio plena cuenta que el lugar que había sido su refugio en su niñez, apenas si era relevante en su vida posterior. Avanzando como por inercia había llegado hasta la planta baja, pero justo antes de girar hacia el jardín donde había caído su hermana, escuchó que alguien en el hall pronunciaba su nombre. Gyvraine se detuvo en seco y frunció el ceño ligeramente, pues no había reconocido aquella voz y volviendo sobre sus pasos fue con cautela hacia donde, al parecer, continuaba una amena plática de un sirviente con alguien a quien la bruja no lograba reconocer. La Malfoy se quedó oculta tras una columna, intrigada aun por la extraña curiosidad de aquel visitante, al que aun no sabía qué tan de confiar era. - ¡Chuck! - dijo Gyvraine saliendo de su escondite y fulminando al elfo con la mirada ante su indiscreción frente a un completo extraño - ¿Se puede saber quién demonios te permitió revelar información familiar? - elevó una ceja expectante a la respuesta del elfo y, sin esperar más de un par de segundos, se dirigió al visitante - ¿Y usted es? - preguntó dejando los formalismos de un saludo de lado, pues después de que había estado interrogando al Chuck sobre su lugar en la familia Triviani, la Malfoy no creía que el hombre merecía consideración alguna.
  10. Negando lentamente con la cabeza, Gyvraine reprimió las ganas de poner los ojos en blanco ante tan descarado intento de su hermana por querer engañarle. Prácticamente la había visto crecer, ¿cómo podía imaginar que no sabía cuando ocultaba alguna travesura? Además de que sabía que era ella quien había profanado su alacena de ingredientes. - ¿Qué fue eso? - Añadió Gyvraine al escuchar la queja del elfo, había encontrado el pretexto perfecto para retener a esa pequeña mentirosa - Ven, vamos a ver, salió de tu habitación - dijo al tiempo que a tomaba por la muñeca y obligaba a regresar sobre sus pasos hasta la puerta por la que de un momento a otro había dejado de salir humo -, no querrás que un Chuck arruine tu de por sí deplorable creación, ¿verdad, pequeña? - terminó con una sonrisa y pasando por alto la molestia de la hija menor de Aland. La Malfoy sabía perfectamente que enfrentar directamente a la Gitana no le iba a llevar a ningún lado, después de todo lo iba a negar y tenía un poder sobrenatural para mentir, necesitaba recurrir a tácticas diferentes con ella. Sin soltarla se quedó de pie frente a la puerta de la alcoba de la Triviani e hizo un gesto para cederle el paso. - La dueña de la habitación primero - dijo con una amplia sonrisa, pues después de todo no sabía con lo que se encontraría en tal lugar y qué tan peligroso sería, era mejor mandar un conejillo de indias -. Tienes que ver después de todo el resultado del esfuerzo hecho con MIS ingredientes, ¿no? - añadió, clavando sus celestes ojos en Candela, y con un tono mucho más tenso. Escuchaba ruidos extraños salir de los aposentos de su hermana, pero sabía que no iba a ser tan tonta como para hacer algo realmente peligroso en el castillo o por lo menos eso esperaba la Malfoy, que había tenido un repentino interés de la coincidencia de encontrar a Candela en el castillo después de no haberla visto en Londres, ni en ningún lado, en mucho tiempo. Había conejo Triviani encerrado... *** Tarde pero seguro (?) @@Candela Triviani
  11. Al final, después de vagar por todo el pueblo terminó de pie frente al castillo de la familia que le había acogido en un momento como aquel, pero hacía años, toda una vida a decir verdad. Soltó un suspiro y sin más remedio avanzó a paso lento por el camino que le llevaría a la entrada principal, como si fuera una visita cualquiera, una bruja cualquiera. - ¿Qué diablos? - se dijo a sí misma, desde el momento en que había abierto los ojos aquella mañana se sentía libre, no tenía atadura alguna, casi estaba segura que de proponérselo podría volar sin necesidad de escoba alguna - ¿Por qué no? - soltó con una carcajada al tiempo que hacía una elaborada floritura y sentía como sus pies dejaban el suelo y su cuerpo era envuelto por una corriente de aire que la elevaban hasta llevarla a su habitación. Apenas entró a su alcoba inhaló profundamente el aroma del castillo, como si con ello hiciera el tiempo retroceder a cuándo apenas era una niña que pasaba ahí unas cuantas semanas de vacaciones en compañía de sus primos y hermanas.No tenía ni un minuto de haber puesto un pie en el hogar de la familia Triviani, cuando se dio plena cuenta que algo no estaba bien en el lugar. - ¿Qué huele tan mal? - susurró y fue en ese momento en que sus celestes ojos se encontraron con una de sus vitrinas entreabiertas, como si la seguridad que las protegía de ladrones hubiera sido más que violada - ¿Qué demonios pasa aquí? - Abrió la boca para llamar a gritos a un elfo cuando escuchó un estruendo acompañado de un temblor que estremeció el castillo entero - No es cierto... No es cierto... Con un movimiento de varita despreocupado las puertas de la vitrina en la que guardaba su reserva privada de ingredientes para pociones se cerraron, al tiempo que a grandes zancadas ya cruzaba la habitación directo a la puerta a encontrarse con la que estaba segura era la autora del delito. No fue siquiera necesario que tocara la puerta cuando ésta se abrió a su paso y Gyvraine se encontró con el camino completamente despejado hacía el pasillo. - ¿A dónde crees que vas, pequeña Triviani? - dijo interponiéndose en el camino de Candela con los brazos cruzados y el entrecejo ligeramente fruncido. No era necesario investigar quién había tomado "prestado" ingredientes de su habitación o quién había hecho que el castillo se estremeciera desde los cimientos, después de todo la única hija sanguínea de Aland siempre había sido la más traviesa - Llego justo a tiempo, ¿cierto? - añadió la Malfoy elevando una ceja y viendo como salía humo de la que sabía era la puerta a los aposentos de la Triviani. *** @Candela Triviani @Danyellus Triviani Malfoy Aun no sé cómo haces esto de las menciones.. a ver si salieron o.o
  12. Un rayo de luz se coló a través de las gruesas cortinas de su habitación, como un único haz de luz cortando la oscuridad que envolvía el delgado cuerpo de Gyvraine, dando directamente en sus ojos hasta entonces completamente cerrados. Había pasado quién sabe cuántos días encerrada tras piedra y lodo en su recámara, yendo de un lado a otro sumida en la más profunda desesperación al ser testigo de cómo sus recuerdos y su vida se borraban de su mente sin poder hacer nada. La Malfoy parpadeó un par de veces antes de darse plena cuenta en dónde se encontraba y con extrema lentitud se incorporó hasta quedar sentada en medio de su lecho. Todo a su alrededor estaba exactamente igual a como lo había dejado, pero algo en el aire parecía haber cambiado. - Hamiltón... - susurró, al tiempo que examinaba sus manos como con extrema fascinación, como su fuera la primera vez que las miraba. A pesar de hacer escuchado cómo el elfo había aparecido tras el característico sonido, Gyvraine no levantó la mirada de inmediato, quería comprobarlo todo darse una idea de qué tanto había en ella - ¿Cuánto ha pasado? - preguntó aún hablando de una forma apenas audible. - Semanas, ama - contestó la criatura haciendo una reverencia y acercándose con un sobre entre los huesudos dedos -. El ama le pidió a Hamiltón entregar esto cuando despertara... - añadió el sirviente, aún con la cabeza gacha y extendiendo un sobre sellado con el escudo de la familia y con letra que reconocía como propia, que rezaba su nombre: Gyvraine Malfoy. - Vete - ordenó la Malfoy en cuanto tuvo el sobre en sus manos y de inmediato el elfo desapareció con temor a morir o sufrir tortura alguna. La bruja ni siquiera se molestó en comprobar si se había o no ido Hamiltón cuando ya examinaba el sobre, que al abrirlo apenas si contaba con un par de palabras que ella misma se había escrito: "Si necesitas respuestas, busca a Orión Black, él tiene el camino al pasado". Una ligera sonrisa se asomó en sus delgados labios y sin dejar de lado el pergamino se puso de pie, avanzando hasta su escritorio, escuchando el bullicio propio de la Mansión. Ya no había por qué estar encerrada, oculta del mundo. - No, no necesito respuestas - se dijo al tiempo que guardaba el pergamino en un cajón y tras una elaborada floritura se escuchaba el pestillo cerrarse con magia -. En realidad no necesito saber nada del pasado - añadió pasando la yema de sus dedos de la mano derecha sobre su antebrazo izquierdo, el cual estaba completamente libre de marca alguna, o por lo menos ella era incapaz de ver la muerte del tatuaje que años atrás había sido grabado a fuego en su piel.
  13. Hola, hace meses se supone que tenía que pasarme por aquí, pero ya saben.. #Perdida y pues.. no sabía cómo comenzar a ponerme al corriente con esto u_ú Tengo un tutor que me da tabla sino entiendo.. (?) así que vengo a elegir mis conocimientos Enlace a Ficha: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=78511 Conocimientos: - Leyes mágicas - Artes oscuras Esos son los conocimientos que quiero conservar u_ú espero en verdad no arrepentirme xD Verdad que aun podía hacer la actualización? T_T
  14. En medio de la oscura calle de Ottery una encapuchada sombra apareció apenas iluminada por la momentánea luz de la luna, que desapareció en el instante que las nubes volvieron a dejar al pueblo sumido en penumbras. La figura avanzaba con paso lento a lo largo del camino, disfrutando de la brisa húmeda que traía aún el olor a tierra mojada, después de todo eran esos pocos momentos en los que podía rememorar su infancia. - El tiempo no pasa en vano... - susurro Gyvraine, mientras contemplaba la imagen del castillo Triviani recortada en el cielo lleno de nubes. Sabía que debía volver antes que a ningún lugar a la mansión de su familia sanguínea, pero durante semanas un intenso pensamiento la había guiado hasta ese lugar, como si un presentimiento la llevará paso a paso hasta ese momento. La bruja soltó un suspiro al momento de pasar los dedos por encima de su antebrazo izquierdo esperando sentir aquel picor que le indicaba que su marca estaba con vida, pero para su desgracia sólo pudo sentir el frío aire revolver su cabello. Negó lentamente con la cabeza y obligándose a sí misma a no pensar más, avanzó paso a paso hasta adentrarse en los terrenos de la que un día fue la más próspera familia. - Aquí el tiempo si pareció detenerse - dijo la Malfoy en el instante que se dio plena cuenta que estaba de pie en medio de la estancia, contemplando el interior del castillo en el que había - ¡Chuck! Encárgate de esto - vociferó de pronto, al tiempo que dejaba caer el equipaje que había estado llevando a lo largo de su interminable viaje - Dime, ¿quién está en casa? - añadió al tiempo que notó como es que su maleta no había hecho estruendo alguno al chocar contra el suelo, pues seguramente algún elfo lo había interceptado. Gyvraine descubrió su rostro y dejó caer en cascada su largo cabello castaño, así como dejó que sus celestes ojos recorrieran el lugar a plenitud, era verdad,nada había cambiado. Avanzó apenas un paso y recordó que no sabía si su habitación aún le pertenecía, hacia tanto que no pisaba ese lugar que todo lo parecía extrañamente familiar, como haber recorrido el lugar en un sueño. - Los amos han ido y venido, pero por ahora sólo unos pocos viven en el castillo - contestó el sirviente, atento a cada movimiento de la bruja - dejaré su equipaje en su habitación - continuó el elfo y justo antes de desaparecer añadió - El ama Candela también ha regresado - dejando en una pieza a Gyvraine con aquella declaración, tal vez por eso estaba ella misma de vuelta a una vida que quería enterrar.
  15. Había olvidado cuánto tiempo había pasado desde la última vez que había pisado ese lugar, como si todo aquello que recordaba fuera tan solo producto de un sueño, lejano y tan poco tangible. A veces eso le parecía, el remanente de una noche entera de imágenes producidas por su subconsciente para llenar los innumerables vacíos que había dejado en su vida la búsqueda de lo único que le habían enseñado: poder. Sacudió un poco la cabeza para alejar todo pensamiento o, incluso, remordimiento y avanzó con paso firme hasta la puerta principal. No necesitaba llamar a la puerta, no había necesidad alguna de que la trataran como a una visita más, se suponía era una miembro más de la familia, pero al mirarse a sí misma desde los pies envueltos en altas botas de piel de dragón, pasando por su larga túnica gris perla y rematando con su largo cabello castaño, no se sentía parte de aquel lugar, algo la repelía. - Suficiente - se dijo a si misma con renovada determinación. Había regresado a Ottery no para seguir sintiendo autocompasión por todo lo que no había pasado, sino para recuperar su vida y pese a todo aquel lugar era parte de su vida. Inhaló varias veces para tomar la determinación que parecía haberse evaporado en un segundo -Y bien, parece que nada ha cambiado aquí - dijo en voz alta, una vez que abrió la puerta de un empujón y dio un paso hacia adentro. Su celeste mirada recorrió el lugar para darse cuenta con asombro que todo estaba exactamente como lo recordaba, sin mota alguna de polvo y cada mueble en su lugar como si el tiempo en aquel lugar se hubiera detenido. De pronto toda duda o cualquier pensamiento que la detuvo se había evaporado, el respirar aquel aire le había devuelto parte de su esencia. - ¡Chuck! - elevó la voz escuchando el eco que hizo el llamado al elfo en las paredes de la sala, al tiempo que avanzaba más y más adentrándose al castillo - ¿Cómo es posible siquiera que los patriarcas puedan permitir semejante descaro de los sirvientes? - se quejó sin importarle que alguien pudiera escucharle, sabiendo perfectamente que el castillo estaba vacío. El desolado ambiente le daba la oportunidad perfecta para hacer lo que tenía que hacer: recuperar parte de sí misma, si es que quería encontrar la forma de ayudar a su hija a encontrarse. "Lo que una hace por la familia" pensó al tiempo que hacía una elaborada floritura para que todo se tornara nebuloso e imágenes inconexas comenzaran a aparecer al igual que figuras recortadas gracias a la luz de los grandes ventanales, sin llegar a ser completamente claras. Entonces en medio de lo que parecían recuerdos borrosos, se vio a sí misma, con mucho menos años pero, por extraño que pareciera, con muy pocos cambios en su apariencia física. Gyvraine se acercó a su yo mucho más joven y pudo ver como es que reía a carcajadas mientras su familia adoptiva se envolvía en una guerra intrafamiliar. Los zafiros de su yo más joven brillaban, pero al mismo tiempo no dejaba de lado ciertos gestos orgullos y altivos que llamaron la atención de la mortífaga. Algo había pasado en esos años que le había llenado la mente remordimientos y temores, pues bien ni a la Malfoy del pasado como la del presente sentía reparo alguno en eliminar la vida de alguien, los motivos habían cambiado, la satisfacción de hacerlo ni siquiera era comparable. - ¿Qué pasó? - se dijo mirando su propia imagen, mientras un saco de, lo que sabía era, excremento le atravesaba como si el fantasma fuera ella y no aquel recuerdo - Tal vez más que verlo necesito, vivirlo de nuevo... - y antes de siquiera poder tener la opción de seguir viendo aquella batalla todo se desvaneció pues una pequeña criatura había interferido con el hechizo al hacerse presente. - Ama, Gyvraine es un gust... - el elfo no pudo terminar su saludo, pues con una mirada fulminante y extendiendo la mano en la que sostenía la varita hizo que el Chuck se callara de pronto, como si en tan solo un segundo comenzara a sofocarse. - Cállate, llegas tarde, ¿has visto a Danyellus o alguno de mis primos? - preguntó, sin saber exactamente a quién había ido a buscar al castillo Triviani. Ni siquiera sabía explicar por qué necesitaba un pretexto por el cual estar ahí - Y más te vale no volver a interrumpir así - añadió deteniendo el hechizo que casi había dejado sin vida al elfo.
  16. Hola amora muchas gracias... y como me decías en privadito vengo a aclarar lo de los conocimientos.. me dijiste dos se quedan y dos en medallas, no? pues... los primeros dos se quedan y los otros en medallas... (del orden en el que están) para no complicar el asunto xD No sé usar el Magic aun tengo muchas cosas que volver a aprender u_ú
  17. El brillo de la luna se reflejó en los zafiros de una figura encapuchada que se quedó de pie frente al angosto sendero rodeado de matorrales, era como si avanzar hasta la verja de acero forjado le costara todas las fuerzas con las que contaba. El volver a la Mansión Malfoy representaba mucho más que solo estar en casa, que regresar al lugar donde prácticamente había crecido y aprendido todo lo que ella era; la mujer sabía que era casi como usar un giratiempo y vivir en el pasado. Inhaló y exhaló un par de veces antes de reunir el valor suficiente para llegar hasta la puerta y encontrarse con el horrendo rostro que se formaba para preguntar el motivo de su visita, un rostro que desde pequeña le provocaba querer dar un paso atrás. Aquel ente ni siquiera alcanzó a formular su pregunta, pues como si reconociera la sangre que corría por las venas de la encapuchada, le dio libre acceso. - Nada cambia por aquí - se dijo para sí, con media sonrisa y, con pasos mucho más decididos, recorrió el camino de grava blanca que la separaba de la Mansión, casi podía percibir el aroma de las flores de La Rosaleda mientras avanzaba hasta la puerta doble de roble. Todo aquello, a pesar de ser tan de noche, le despertaba la mente, mientras hacía una silenciosa lista de pros y contras de estar de nuevo en casa. Apenas puso un pie en el Hall, su capucha resbaló hasta sus hombros dejando ver el pálido rostro de Gyvraine, que se quedó como de piedra, recorriendo todo el lugar con su celeste mirada; deteniéndose de cuando en cuando en algún retrato, en el que se apreciaba parecido con varios miembros de la familia, o reconocimientos que la familia había obtenido. "Nos hace falta un premio a la familia que ha matado más personas desde siempre" pensó con un dejo de amargura y avanzó de nuevo, no hacía las escaleras que la llevarían hasta su habitación, no, aun no estaba lista para tanto; en su lugar fue directo al Salón. - ¿Será que todos han decidido irse? - susurró ante tanta calma, algo poco usual tomando en cuanta la cantidad de gente que vivía en esa mansión - Tal vez la cordura ha llegado a la familia - continuó diciendo para sí mientras se adentraba en el Salón e iba directo a una mesita donde los rayos plateados de la luna iluminaban varias botellas. "Vodka, me trae buenos recuerdos y es lo que necesito" pensó eligiendo una de las licoreras y sirviendo un vaso, tratando de que aquel sabor le trajera de vuelta las frías noches que había pasado en Rusia. Soltó un suspiro más y se dejó caer sobre uno de los sillones, para luego hacer un movimiento de varita que hizo encender una tenue luz en la lampara de araña que colgaban del techo. Había vuelto a Londres así como se había ido, sin llevar nada de equipaje y con una elegante túnica gris perla, después de todo no necesitaba nada más. Subió los pies al sillón de tres plazas sobre el que se había sentado y quedó recostada en él, dejando caer en cascada su largo cabello castaño, del cual la luz de las velas sacaba destellos dorados. Dio un sorbo a su bebida y por un momento sonrió, al ver el aniño en su mano derecha, el mismo anillo que su madre le había regalado. "Si mamá me viera, seguro me reprendería por semejante desfachatez" pensó al tiempo que se acomodaba aun más en su improvisado lecho. Esperaría ahí el amanecer.
  18. Diablos, creo que cuando me fui debí renunciar a mi puesto en el ministerio o.o lo olvidé por completo.... ya será para la próxima (?) En fin, vengo a actualizar mi ficha... una no puede volver sino tiene todo el papeleo en orden, no? en fin... el caso es que puedo tener una imagen, cierto? *-* Les dejo la ficha completa... porque tengo el formato anterior.. lo único que cambia es.. la historia.. pero solo muuuuy poco.. Retrato de Gyvraine Malfoy http://i32.tinypic.com/2utnptx.jpg By:Absinthe Datos Personales: Nombre del Personaje: Gyvraine Malfoy Sexo: Femenino Edad: Joven Nacionalidad: Británica Familia(s): * Malfoy * Triviani Padre(s) Sanguíneo: Absinthe Malfoy Padre(s) Adoptivos: Aland Black Triviani Trabajo: Poderes Mágicos: Rango Social: Dragones de Bronce Bando: Mortífago Rango dentro del Bando: Mago Oscuro Puntos de poder en objetos: Hechizos adicionales: Puntos de poder en criaturas: Criaturas controlables en asaltos y duelos: Habilidades Mágicas: -- Conocimientos Especiales: - Leyes mágicas - Artes oscuras - Conocimiento de Maldiciones - Transformaciones Medallas: Perfil del Personaje: Raza: Vampiro Aspecto Físico: Es delgada con curvas bien definidas, sin ser exuberantes. Al erguirse completamente, hace notar el 1.70m de altura que acompaña a su porte altivo. Su rostro es de facciones finas, labios delgados y rosados, así como una piel extremadamente blanca. Tiene los ojos azules: penetrantes, fríos y cautivadores, en ocasiones toman un color más intenso dependiendo de la luz y su estado de ánimo; además tiene bajo ellos unas sombras purpureas que en lugar de darle aspecto cansado, parecen resaltar su belleza. Su cabello es castaño claro, que incluso con los rayos del sol pareciera rubio, como el de toda su familia; ondulado y largo llegando tan solo unos centímetros debajo de su cintura, terminando en unos ligeros rizos. Sus manos son delgadas y de finos dedos. Cualidades Psicológicas: Gyvraine es orgullosa, ambiciosa, altiva, arrogante, en ocasiones prepotente, reservada, llega a ser totalmente indiferente y fría con lo que a los demás les sucede, solo llega a importarle si es miembro de su familia o amigo muy cercano. Le interesa conocer y tener trato solo con las personas que tengan una ideología bastante parecida a la de ella llegando a otorgarles lealtad y ayuda incondicional, incluso su propia vida, mientras que con los que difieren en sus creencias simplemente lo trata con la más intensa displicencia. Es inteligente y astuta, intenta analizar antes de actuar, viendo las posibles soluciones que puede tener. En situaciones de presión intensa llega a ponerse nerviosa, pero jamás lo demuestra manteniéndose seria y sin rastro de emoción en el rostro. En ocasiones sarcástica e irónica, trata con desprecio a las personas que considera absurdas. Historia: Nació en la oscura noche sin estrellas del 13 de Abril, en el norte de Inglaterra, lejos de la residencia de su familia. Su existencia se mantuvo en secreto desde el principio, los escándalos y señalamientos era algo que no se podía permitir en la casa de los Malfoy. En medio del gran hermetismo de su nacimiento, fue separada de su madre y llevada con una familia de alto renombre en la comunidad muggle, gracias a los contactos que tenía Crazy Malfoy en el ministerio debido a su importante puesto. La familia de muggles la cuidó casi como una hija propia inducidos, tal vez, por algún hechizo que el patriarca Malfoy les había hecho. Una lluviosa noche de verano, poco después de que la pequeña Gyvraine cumpliera un año, apareció de nuevo su madre y, sin dar mayor explicación que ser quien la trajo al mundo, se la llevó de nueva cuenta para hacerse cargo de ella, recorriendo Europa por muchos años. Los recuerdos que Gyvraine conserva de aquel tiempo que vivió entre muggles son escasos, apenas unas cuantas imágenes y la huella de un apellido, Sullivan. La pequeña Gyvraine de inmediato se adaptó a las comodidades de las diferentes suites en los que vivía con su madre, durante sus viajes por distintos lugares del viejo continente. Sus días de infancia las pasó conociendo muchas ciudades, cuidada en cada una por alguien que su madre contrataba para tal labor así como para su educación, pues a pesar de todo seguía siendo una joven a la que le gustaba más vivir una vida de aventuras que adquirir la responsabilidad de cuidar a alguien más. Cuando tuvo un poco más de edad, Absinthe la llevó a la Mansión Malfoy, donde la dejó para después volver a su interminable viaje. Viviendo con su familia sanguínea, Gyvraine, tuvo todo lo que quiso, viendo como figura paterna y modelo a seguir a su tío Crazy, tal vez lo único que pudo compartir con sus primos que, incluso, se le hacían unos extraños a pesar de vivir en la misma mansión. Lentamente los años pasaron y Gyvraine fue instruida cómo lo que una Malfoy debía ser, con ideales claros, dispuesta a dar la vida por ellos y los modales una chica de sociedad, altanera, orgullosa de la sangre que corre por sus venas, además del despreció por cualquiera que pensara diferente. Después de cursa Hogwarts y ser elegida en la casa a la que prácticamente toda su familia había entrado, la edad para entrar a la academia llegó casi con pesar para la joven, pues las multitudes y soportar a tanta gente no estaban entre sus anhelos. Ya en clases conoció a su primera profesora, Aland Black Triviani, a la cual admiró desde el momento en que la vio. Por lo que poco a poco fue acercándose a ella hasta ser adoptada en la familia Triviani, como hija de la matriarca, encontrándose con la sorpresa de tener hermanos y primos adoptivos que cursaban en ese momento la academia con ella y que se habían convertido en los primeros amigos en su vida, sus primeros verdaderos amigos. A pesar de tener que acostumbrarse a la idea de la familia, al hecho de que ahora tenía hermanas, lo hizo y, mientras Absinthe se perdía por meses, Gyvraine vivía en el Castillo Triviani, aprendiendo lo que era vivir en compañía. Creó lazos increíblemente fuertes con su hermana mayor, Eris; así como con Candela, la única hija sanguínea de la matriarca. Además de tomarle un cariño inmenso a Magic, su prima adoptiva y a Danyellus a quien veía como un hermano mayor. En cuanto terminó sus estudios ya sabía cuáles eran sus objetivos: entrar a la Marca Tenebrosa para seguir con los ideales de la familia y trabajar en el Departamento de Cooperación Mágica Internacional, cosas que logró. Era una mortífaga infiltrada más, con el fin de que algún día el ministerio cayera bajo el control de los Mortífagos. Alrededor de los 20 años cayó gravemente enferma de tuberculosis por las complicaciones de la mala atención y el poco cuidado que le ponía a su salud lo que le hizo estar al borde de la muerte, donde solo la acompañaron Eris y Magic. Era demasiado tarde para que cualquier cura pudiera salvarla y, en una precipitada decisión, su hermana mayor, con el único fin de no perderla, la mordió sabiendo que su condición vampírica le permitiría a Gyvraine volver a la vida, una vida inmortal. La Malfoy bebió también la sangre de su salvadora y milagrosamente su cuerpo fue curándose poco a poco, pero sin convertirse completamente en un vampiro. Según le explicó su hermana, solo se convertiría en una verdadera vampiresa en el momento en que muriera, mientras tanto, solo estaría en una etapa de transición que le permitía vivir eternamente, sin envejecer y sin necesitar del todo la sangre, además de que su corazón aun latía muy lentamente, pues su humanidad aun se resistía a dar rienda suelta a su naturaleza vampírica. Meses después, se enteró de la muerte de su amiga, confidente y hermana, Eris; hecho que la dejó completamente deshecha, devastada. Sin que hubiera pasado demasiado tiempo después de aquella trágica noticia se encontró con que su madre había desaparecido de nuevo, pero esta vez de una forma misteriosa y extraña pues incluso le había dejado con un elfo un anillo, como despedida. En medio de su tristeza de haber perdido a dos de las personas que más amaba, comenzó a vagar por el extranjero sin ningún destino en particular, hasta que encontró a un apuesto joven con una historia igual de triste que la de ella. Gyvraine se enamoró lentamente de éste apuesto joven que viajaba en busca de su gran amor, una esposa pérdida, pero ese objetivo lentamente fue cambiando a tal grado de comenzar una relación amorosa con la Malfoy. Años más tarde regresó a su hogar de la mano de una pequeña niña, así como un bebé en brazos y sin dar apenas explicaciones más que el hecho de ser sus hijas, se reinstaló en la Mansión de su familia con el fin de que las pequeñas crecieran en aquel lugar. Una vez retomó su vida en el Reino Unido, mucho tiempo la mortífaga tuvo la sensación de que su madre estaba en peligro, incluso de muerte, pero no sabía cómo buscarla, hasta que un día Marius Malfoy se hizo presente con algo más que el cuerpo de Absinthe hecho harapos, pues con ambos se develó la pieza que faltaba antes de su nacimiento, dejando a Gyvraine en shock y sin saber exactamente que sentir con respecto a su madre. Queriendo saber aun menos de su pasado y agobiada por el hecho de que sus hijas quisieran saber aun más de su padre, decidió dejarlo todo para vivir en el extranjero. Cumpliendo misiones esporádicas para la marca tenebrosa se mudó de la Mansión de la familia a quienes solo visita cada vez que vuelve a Londres. Pertenencias: Objeto Mágico Legendario: Objetos Mágicos: Objeto 1: Varita de arce, 24 cm. Flexible y de un color café muy oscuro que incluso llega a parecer negra en el extremo del mango tiene una piedra azul. Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Objeto 2: Pensadero Clasificación: AA Puntos de poder: 20 Pociones Mágicas: Objeto: Clasificación: Puntos de poder: Criaturas Mágicas: Criatura 1: Lechuza marrón llamada Rich Categoría: X Puntos de poder: 10 Poder en asaltos: Criaura 2: Audurey Categoría: XX Puntos de poder: 20 Poder en asaltos: Criaturas en la Reserva: Libros de Hechizos: Libro: Nivel: Poderes de Criaturas: Tipo de Poder: Consumibles en Batallas: Nombre: Descripción: Categoría: Elfos: -- Licencias, Tasas, Registros: Licencia de Aparición: Obtenida Licencia de Vuelo de Escoba: Obtenida Registro de XXX: Personajes Secundarios: -- Otros Datos: Otros datos: * Sus mejores amigas son Magic Waterflower, Eris y Candela (hermanas por familia Triviani) Terpsícore y Audrey Black Lestrange (sus sobrinas) * Le tomó mucho cariño a Magic por lo que la denominó su protegida * Eris la llama “la pequeña Triviani” a pesar de que no es la menor de todos (¬¬) * De su cuello cuelga el anillo que le dejó Absinthe antes de irse, en una cadena de plata y a la altura de su corazón. * En su dedo anular derecho brilla su anillo de graduación, que es un par de serpientes entrelazadas alrededor de un zafiro, regalo de su madre. * Solo ella sabe la identidad del padre de Rocío * En medio de muchos problemas en la marca tenebrosa fue nombrada líder. Cronología de cargos: Premios y reconocimientos: Links de Interés Referentes al Personaje: Link al Perfil de Comprador MM: 204 Link a Bóveda Personal: Bóveda nº 78641 Link a Bóveda Trastero: - Link a Bóveda Familiar 1: Bóveda Familia Malfoy. Link a Bóveda Familiar 2: Bóveda Familia Triviani. No sé poner code... espero que puedan actualizarla así D: ah una cosa más!! No supe qué poner ni en categoría de criaturas (así que dejé lo que era la clasificación) y tampoco en puntos de asalto o.o así que... espero que me ayuden con eso... y pues es todo!! *O* cualquier cosa.. me dicen? *-*
  19. Soltó un suspiro al ver desde el camino de grava blanca, a la Mansión Malfoy, el hogar de su familia y lugar que no había tenido tiempo de admirar cubierto de nieve como lo estaba ahora. Los últimos días, las últimas semanas, incluso el último mes apenas se había detenido a dormir en su habitación, apareciéndose en ella y desapareciendo sin dejar rastro, sin siquiera bajar a comer, como si de nuevo estuviera en un viaje por el mundo. - Hogar dulce hogar - susurró para sí, envuelta en un largo abrigo negro de cuello alto y con unas botas altas de piel de dragón, que se hundían en el terreno -, nada cambia por aquí - continuó avanzando hasta la puerta, recordando el primer día que había puesto un pie en aquel lugar y cómo aquel camino le había parecido eterno. Aquello era lo más triste, su vida se había convertido en un mar de recuerdos solamente, que la atormentaban de cuando en cuando, acompañándole en una inmortalidad de la que dudaba disfrutar. Aun sumergida en el pasado atravesó el umbral de la puerta principal y solo el olor a pino que inundaba todo el lugar la sacó de su ensimismamiento. Gyvraine parpadeó un par de veces sin comprender del todo, preguntándose por un loco segundo si es que había entrado a un lugar diferente pero entonces, la puerta entreabierta del Salón le mostró una imagen parcial de lo que parecía un enorme árbol de navidad. - Espíritu navideño, característico de los Malfoy - susurró, justo un segundo antes de que hasta ella volara un trozo de pergamino, y solo al leerlo, comprendió por qué veía tan vacío el árbol - "un recuerdo especial" - dijo en voz alta aun con los zafiros clavados en las líneas de aquella nota - un recuerdo especial... - repitió antes de sacar su varita y dirigir su celeste mirada a cada rama buscando en su mente. Con media sonrisa en los labios hizo una elaborada floritura que hizo aparecer una docena de esferas plateadas que a simple vista parecían solo eso, esferas con un raro decorado escamoso plata, pero en realidad eran serpientes enroscadas con ojos hechos de cristales azules que resplandecían con la iluminación. Con otro movimiento las esferas tomaron su lugar en el árbol y Gyvraine no pudo evitar sonreír satisfecha, al tiempo que extendía una mano para mirar mejor el anillo que descansaba en su dedo anular: su anillo de graduación. No sabía quién exactamente había mandado aquellos mensajes, o quién se había encargado de poner aquel árbol temático, pero admirarlo, mirar a su alrededor y que cada rincón de aquel lugar le despertara un recuerdo, le resultó embriagante. Sin detenerse a pensarlo siquiera, la mortífaga fue hasta uno de los sofás y se sentó, simplemente a escuchar los sonidos propios de la Mansión, olvidando por completo el encerrarse en su habitación.
  20. - Ama, será mejor que se vaya a su habitación o al salón, sabe que a su tío no le gusta que se retrase alguien a la hora de la cena – se escuchó decir a Hamilton con la poca paciencia marcada en cada sílaba, conteniendo al máximo su molestia pues al ser una Malfoy a quién se dirigía debía tener cuidado –. Es igual a su madre…- susurró apenas, pero más tardó en recomponer el gesto de disgusto que en tener un dedo acusador entre sus grandes ojos. - Escúchame bien, alimaña, no quiero volverte a escuchar decir algo, lo que sea, sobre mi madre o te juro que lo amable que soy contigo pasará a ser historia – susurró Gyvraine con los ojos entornados y fijos en el elfo que dio un paso atrás e hizo una reverencia, poco convincente para la bruja que lo conocía a la perfección -. Es mi madre… después de todo – terminó levantándose de la silla que ocupaba en el comedor de la mansión -. De todas formas ya me iba – terminó yendo hasta la puerta de entrada y se detuvo a tan solo un paso. Desde el momento en que había llegado a la Mansión Malfoy hacía tantos años y a una corta edad su tío le había inculcado ante todo el seguir las reglas de la familia, nada era más importante que la familia, por eso estaba ahí después de tanto tiempo. Soltó un suspiro de frustración al sentirse tan atada por su formación, sus propios ideales y su pasado que se tomó todo un segundo que permaneció inmóvil para sopesar aquel gran peso. - ¿Quién está en la mansión? – preguntó Gyvraine, con una mano en la puerta, dispuesta a salir de ahí, pero con toda intensión de esquivar a todo habitante. Aunque siempre había la posibilidad de encontrar en el vestíbulo a alguna de sus primas que llegaba de una loca noche de copas, como la última vez que había visto a Afrodita y el simple recuerdo le tensó cada nervio del cuerpo, sin explicarse del todo el por qué ocurría aquello cada que se encontraba con alguno de los Malfoy con los que había crecido o, en la mayoría de los casos, la había crecer. - A esta hora casi todos están en su habitación, pero hay un par en el salón, ama – aquella última frase obligó a la Mago Oscuro a salir de sus recuerdos, pues Hamilton había pronunciado con especial énfasis el número de personas -. Es una reunión con una nueva integrante – continuó el elfo con su explicación al notar que la Malfoy había girado y entornaba los ojos interesada -, pero puede ir a la biblioteca si es que le molestan los nuevos, ama – sugirió el sirviente conociendo perfectamente los sentimientos de Gyvraine con respecto a los recién llegados. - Estaré en la sala de juegos, tráeme por favor un café – dijo distraída, al tiempo que salía del comedor, con la duda en la mirada, pues imágenes inconexas pasaban en un remolino por su mente acompañadas de una voz conocida que solo había escuchado a través de una luz en medio de una batalla -. Después averiguaré quién es el nuevo integrante, después de todo seremos familia, ¿no? – concluyó, saliendo con paso firme hasta el salón de banquetes para no interrumpir la reunión en el salón principal. Justo en el momento en que su mano dejó el pomo de la puerta del salón de juegos al cerrar tras de sí, una voz al otro lado de la puerta corrediza al salón le hizo quedar inmóvil, la reconocía de algún lugar. Sacudió la cabeza, reprendiéndose a sí misma de escuchar una conversación ajena y antes de que pudiera tener una oportunidad más para intentar saber qué se hablaba en el salón, Hamilton ya la esperaba con una taza de café sobre la mesa. - Gracias, ahora vete, quiero leer en paz – dijo agitando una mano y yendo hasta un amplio sillón, al tiempo que hacía aparecer un libro entre sus manos. - La biblioteca es para leer y el salón de juegos para… - la frase del elfo quedó en el aire, pues la fulminante mirada de Gyvraine le hizo desaparecer en medio del característico sonido de desaparición. Con tal de hacer rabiar a Hamilton la Malfoy había elegido ese lugar para tratar de conciliar el sueño o mejor aún, disipar una duda que le carcomía por dentro y al parecer la respuesta estaba tan solo atravesando las puertas corredizas del salón.
  21. Recorrer la mansión en medio del amanecer se le había antojado particularmente tentador, una practica que había dejado ya hacía años, los mismos años que llevaba sin lograr tener ese algo que la atara a su hogar. El saber que los Malfoy dormían plácidamente tras las puertas de sus habitaciones y que un elfo o dos estaban al pendiente de sus pasos le resultaba casi revitalizante, casi como volver en el tiempo. Su vaporosa túnica blanca le envolvía y le daba un aspecto de algún alma en pena, recorriendo lo pasillos y sentándose de cuando en cuando en los sillones, pues después de haber inspeccionado los jardines un vago sentimiento de pertenencia le inundó, quería más, llenarse por completo los sentidos de aquel lugar. Sonreía con los recuerdos de su infancia, y por un segundo casi pudo ver a sus primos peleando y jugando entre ellos, mientras corrían en el vestíbulo. El primer recuerdo que tenía Gyvraine de ellos. Solo una voz conocida le atrajo de nuevo al presente, a ese presente tan desolado y vacío para la mansión. Antes de volverse, Gyvraine arrugó un poco el entrecejo, completamente extrañada de escuchar precisamente a un conocido, tal vez había hecho más ruido del que pensaba y ahora media familia estaba alerta. Giró lentamente sobre su propio eje y, esperando una reprimenda, se encontró con un rostro confuso en medio de las aun penumbras a los pies de las escaleras y, para su sorpresa, solo la recibió lo que podía decirse un saludo con un tono de extrañeza como el que ella misma hubiera empleado de haber encontrado a alguien allí. - Hola - fue lo único que pudo alcanzar a decir en medio de su propia confusión. De inmediato recorrió con la mirada la imagen de su prima a la que apenas había visto en mucho tiempo, lo que parecía una eternidad. Una sonrisa apareció de pronto en sus labios, pues desde el momento en que había pisado esa mansión había imaginado justamente así a Afrodita Malfoy: con las señales claras de haber pasado una alocada noche con un apuesto joven que había arrugado su elegante y caro vestido, con el maquillaje algo arruinado y, por supuesto, envuelta en un aroma que se teñía de tabaco, licor y colonia de hombre. Por fin después de toda su infancia y parte de su vida adulta esa imagen con la que había idealizado a su prima se hacía realidad ante sus ojos, surgiendo de entre la oscuridad. Entrecerró los ojos y avanzó un paso hacia donde la imagen de la banshee se había quedado de pie, sin querer apartar la mirada de ella por miedo a que todo aquello solo se tratara de una alucinación. - Un viaje demasiado largo - confirmó Gyvraine sin borrar aun de su rostro la divertida sonrisa y evitando a propósito el responder cómo es que se encontraba, pues ni ella misma lo había descubierto aun -. ¿Tu cuerpo al fin refleja tu demencia interna? - preguntó, bromeando claramente y señalando los zapatos en la mano -. Creí que por fin habías encontrado en qué mansión quedarte cuando fuera muy entrada la noche, no me digas que tan pronto ya huyes de él - comentó haciendo alusión a los rumores que decían que Afrodita Malfoy por fin había caído en las redes del amor- ¿O es que los rumores no eran ciertos y sigues siendo un fruto prohibido en lugar de la media naranja de alguien? - preguntó, enarcando una ceja y yendo hacia la sala, sabiendo perfectamente que los miembros de la familia pronto se despertarían.
  22. En medio de la noche y tan rápido como lo que tarda un corazón en latir, una figura apareció frente a las puertas de la familia Malfoy. Aquella imagen recortada gracias a la luz de la luna, se quedó de pie, mirando al interior a través de las rejas de hierro que no se habían movido ni un centímetro, como si no reconociera a la recién llegada como parte de la familia. - Hogar, dulce hogar - susurró Gyvraine con media sonrisa dibujada en los labios, gesto en el que sus celestes ojos no alcanzaron a participar. Tomó aire, como si dar un paso hacia el que había sido su hogar tantos años le costara toda su voluntad o como si necesitara valentía para volver -. ¿Me extrañaron? - dijo con ironía, sabiendo que lo miembros de la familia que aun ocupaban la mansión ya estaban más que sumidos en el más profundo de los sueños y que, aunque no lo estuvieran, ni siquiera hubieran notado su ausencia. Dio un paso adelante y su maleta, que hasta entonces había pasado inadvertida, avanzó con ella, flotando a un par de centímetros por encima del suelo. En realidad la joven Malfoy había olvidado el que su equipaje la acompañaba, pues la simple imagen de la mansión al final del camino empedrado le había sobrecogido de tal forma que se sintió de nuevo una pequeña niña que era llevada de la mano de su madre. - Casi olvido cómo es este lugar - se dijo a sí misma una vez que las puertas se abrieron, tal vez reconociendo la magia que corría por sus venas. A pesar de que pudo aparecer directamente en su habitación, sin tener que pasar por la ceremoniosa parte de atravesar el vestíbulo y subir las escaleras, pero esa noche Gyvraine se lo permitió, tal vez sintiendo que eso se lo debía a cualquier cosa que fuera lo que sintiera por ese lugar, tal vez un dejo de agradecimiento acompañado de buenos recuerdos sepultados en algún lugar de su mente. Inhaló el aire puro del enorme jardín y la vida lentamente regresó a cada una de sus células, había estado tanto tiempo fuera que hasta el aire era diferente. Sacudió la cabeza un par de veces antes de que en su pálido rostro se dibujara la habitual sonrisa burlona y altiva que le acompañaba siempre, tal vez se había permitido unos minutos de nostalgia al atravesar todo el camino a pie, pero por unos minutos ya había sido suficiente, no necesitaba más melancolía en su vida, ya había vivido de ello mucho tiempo. - Estos elfos ya no saben hacer su trabajo - dijo de pronto, acercándose a uno de los rosales y apenas dijo aquello un chasquido a su espalda le anunció que uno de los sirvientes había acudido a su llamado -. Quiero una explicación, Hamilton - dijo sin volverse, pues sabía quién había aparecido -, que yo sepa, a pesar de que la familia no te lo diga expresamente, DEBEN cuidar de cada planta en este lugar - su mirada se clavó en el elfo que la miraba con una mezcla de sentimientos indescifrables. - Han sido los cambios de tiempo bruscos los que maltrataron las plantas, ama - contestó con un matiz de rabia en la voz, a lo que la Malfoy solo respondió enarcando una ceja, como esperando a que Hamilton agregara algo más que le había faltado y de inmediato, casi a regañadientes, el sirviente hizo una reverencia de noventa grados -. Muy bien, Hamilton, que no se diga que un elfo de la familia Malfoy ha perdido los modales y ha olvidado cuál es su lugar - dijo triunfante avanzando más entre el jardín para detenerse apenas a unos metros -. Lleva mi equipaje a mi habitación y ordénalo, yo me quedaré por aquí hasta que sea hora del desayuno, para saludar a la familia. El tono vivaz en a voz de Gyvraine fue lo que más hizo enojar al elfo que la fulminó con la mirada y con un chasquido hizo desaparecer el baúl que había sido casi abandonado por su ama. Con una última inclinación y murmurando por lo bajo, con toda intención de que la Malfoy lo escuchara, desapareció hacia donde había ido a parar el equipaje, para hacer exactamente lo que le habían ordenado. Si, tal vez lo que más había extrañado de aquel lugar era pelear con el viejo y cascarrabias de Hamilton, que a pesar de ser solo un elfo era lo único que se mantenía constante desde el primer día que llegó a la mansión. De nuevo una sombra de nostalgia apareció en su mente, pero obligándose a sí misma a pensar en algo más miró al horizonte y la línea rojiza que comenzaba a aparecer le indicó que estaba a punto de amanecer, solo era cuestión de tiempo para que los Malfoy salieran a cumplir con el estricto itinerario de comidas.
  23. La montaña de pergaminos no había disminuido de su escritorio a pesar del sin fin de horas que había pasado delante de ellos, leyendo, firmando y subrayando de cuando en cuando, tomando algunas notas mentales de lo que debería hacer con respecto a tal o cual cosa que pasaba en el ministerio. Soltó un suspiro, era imposible seguir y mucho más después de haber pasado tiempo ya en su oficina, sin hacer ningún progreso significativo. - Odio esto - susurró cerrando los ojos, recargando la espalda en el respaldo de su alta silla justo frente al escritorio de su habitación. A pesar de tratarse de un lugar destinado solo al descanso, Gyvraine había decido mandar a colocar un lugar en el que pudiera trabajar en sus noches de insomnio para no trasladarse hasta su pequeño lugar de trabajo ubicado en la biblioteca Malfoy. Soltó un largo suspiro y pasó una mano por su largo cabello castaño, acomodándolo de tal forma que éste cayó en cascada a su espalda -. Me iré a dormir - se dijo a sí misma, como avisándose de lo obvio. Elevó ambas manos por encima de su cabeza y se estiró, sintiendo como sus músculos se tensaban para sentir después alivio y el peso constante de la fatiga. Se puso de pie y con una mano cubrió su boca, justo en el momento que ésta se abría en una perfecta "O" al momento de soltar uno de los muchos bostezos que le habían acompañado aquella noche. - ¿Cuándo es que pasó tanto tiempo? - se preguntó mirando a través de la rendija que se formaba entre las gruesas cortinas de los ventanales que daban hacia el jardín. Seguramente si hubiera salido al balcón, podría ver el oscuro cielo salpicado de miles de estrellas, pero la comodidad de su lecho pareció ser un imán a su destrozado cuerpo -. Qué importa - susurró, como respuesta a sí misma. Se había acostumbrado ya a hablar consigo misma. Se deslizó entre la suavidad de sus sábanas, para sumirse en el más placentero y reparador de los sueños, o por lo menos eso era lo que buscaba. Sus ojos se cerraron y casi de inmediato comenzó a soñar, haciendo que imágenes de un despeinado cabello negro, olas del mar, incluso un barco y un brazo lleno de tatuajes inunden su mente, tratando aunque sea inconscientemente de todo el trabajo que se e había acumulado. La Malfoy se revolvió entre sus manas solo para cambiar de posición y seguir soñando con un par de ojos cafés que parecían iluminados por una sonrisa dedicada a ella, pero aquella escena jamás llegó, pues un estrepitoso sonido hizo que diera un saltó de sorpresa. Con un rápido movimiento, Gyvraine se sentó, en medio de su lecho, quedándose completamente inmóvil, tan solo escuchando escuchando y tratando de identificar qué es lo que le había sacado de su perfecto sueño. - ¿Qué demonios...? - susurró, aun en medio de su cama, después de haber dejado pasar todo un segundo sin mover ni un solo músculo. Saltó de la cama y fue directo hasta el ventanal de su habitación, creía saber de lo que se trataba todo aquello y seguramente habría más de un herido por semejante osadía -. Están muertos...- susurró mientras a grandes zancadas avanzó hasta quedar justo delante de la ventana, pensando en la forma en castigar con singular rigidez a quienes creían que la música a mitad de la noche era lo correcto para demostrar su amor. Su imaginación le había dibujado una escena en la que un loco enamorado estaba al pie de la ventana de una miembro de la familia, que a esas alturas ya estaría suspirando y derritiéndose de amor por tal gesto. Los torturaría a ambos. De un tiró abrió de par en par las cortinas, para darse cuenta que no se trataba de un gesto para alguna de las Malfoy, sino más bien parecía orientada a su propia ventana. Eso no estaba pasando. - ¿Qué demonios...? - repitió, con los celestes ojos abiertos como platos, sin comprender siquiera lo que estaba pasando. Con un rápido movimiento y aun con la mente completamente confundida, abrió la ventana para dejar que la música entrara con toda su potencia a su habitación - ¿Se puede saber qué está pasando aquí? - dijo a todo pulmón, recorriendo con la mirada la escena sin dar pleno crédito a lo que veía. Sus palabras ni siquiera se pudieron escuchar por el estruendo de la música - ¡oh, por amor a Merlín, cállense! - gritó, sujetando su cabeza entre las manos. Cerró un segundo los ojos y al abrirlos de nuevo, éstos refulgieron con un brillo particularmente furioso. Usando toda su concentración para no sacar su varita y hacer callar a los músicos con un rayo asesino, chasqueó los dedos y de inmediato el agua brotó desde el suelo, como venida de la nada. Los aspersores con los que solían regar los enormes jardines de la mansión habían sido activados con tan solo un pensamiento de la mortífaga. El efecto fue inmediato y los músicos callaron, pues los chorros de agua eran mucho más potentes de lo normal. - ¿Qué hacen aquí? - preguntó de nuevo, elevando ambas cejas y sin preocuparse del hecho que llevaba tan solo un camisón de seda qué caía desde sus hombros a la mitad de sus muslos - ¿Me quieren explicar por qué semejante ruido me sacó de la cama? - dijo indignada y para nada arrepentida de mojar a los músicos junto con a Elaena, que parecía presidirlos. Los chorros de agua parecían no querer detenerse y mucho menos dejar un solo segundo en paz a los músicos que si intentaban escapar los seguían por todos los terrenos. off: xDDDDDD Lamento la tardanza xD en serio.. Carola!! me halagas (?) xDDDDD
  24. El detritus de su compañera aun le protegía cuando vio como un rayo iba directo hacia ella, al buscar el responsable simplemente sonrió, esa figura se le hacía particularmente conocida. - Lo siento, necesito recuperar una cosa antes de jugar de nuevo - dijo encogiéndose de hombros al tiempo que pensaba en un episkey para que su visión quedara restaurada después de que Boss le hubiera dejado flasheada. Parpadeó varias veces pero aun podía - Pero si me esperas un segundo para tener iguales condiciones, con mucho gusto jugamos un rato - le dijo sabiendo que en una batalla nadie esperaba y pensando de nuevo en un episkey para que su visión quedara completamente clara, como si nada le hubiera afectado . Aun tenía que encargarse de otras cosas, como el poner los pies en la tierra, pero mientras no afectara su puntería, no podía darse el lujo de preocuparse por ello.
  25. Soltó un suspiro al ver que era envuelta en una niebla, sabiendo perfectamente que una de sus compañeras le había protegido, levantó un pulgar desde su posición hacia Juve, quien le había ayudado desde lejos y miró de nuevo al campo de batalla. - Séneca - susurró, y de inmediato la garganta de Boss comenzó a deshidratarse tan aceleradamente que en cuestión de segundos se quedaría sin voz y solo lograría pronunciar un par de palabras antes de quedar completamente mudo - Hay cosas que no tenemos que escuchar. Séneca - repitió pero esta ve fue la garganta de Hank la que se deshidrató, y al igual que su líder muy pronto se quedaría sin voz, limitándose a hacer tan solo hechizos no verbales. La Malfoy sabía que no podía moverse de su posición, pero estaba muy bien ahí, no necesitaba bajar a tierra firme y podía esperar unos minutos más colgada de un pie sobre el suelo.

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