Eledhwen

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Seguía en el callejón. ¿Debía moverse? Podía intentar aparecerse, pero... Técnicamente estaba en un recuerdo, y no sabía si eso sería posible. Quizás acabase despartida, parte en Londres victoriano, y parte en el Departamento de Accidentes. ¿Los vampiros se despartían? Otra pregunta que hacer a Adrian...

Se movió hacia la esquina, con la intención de asomar la cabeza para echar un vistazo, pero algo la asustó, y reculó hasta el interior del callejón, envolviéndose en la oscuridad.

- ***.. - musitó bajito. ¿Había oído algo? Juraría que alguien había dicho su nombre.

A su alrededor no había nadie, solo la rata, que seguía escarbando entre los restos de basura. Aunque... Escuchó más atentamente. Pasos lejanos, que parecían acercarse corriendo. Pero también, otro ruido más sutil, más cercano. Se giró. Y entonces, en la entrada del callejón, envuelta en sombras, una figura. Y un destello plateado a media altura, emitido por un cuchillo. Avanzó un paso, y el rostro del asesino en serie quedó iluminada por la luz de la luna.

- Hola - saludó Jack el Destripador.

La Hufflepuff dió un paso adelante, mostrándose a la luz.

- Hola - murmuró, y sonrió, para que sus colmillos fuesen bien visibles. Entonces, un destello en la mirada de Jack. ¿Miedo, quizás? ¿O falta de entendimiento? Quizás ese hombre nunca hubiese oído hablar de los vampiros.

Eledhwen oía los pasos que se acercaban, cada vez más. ¿Quién sería? ¿Alguien del Departamento? ¿La habrían seguido hasta allí? Pero no podía distraerse, ni esperar. Jack alzó el cuchillo. Eledhwen intentó despertar sus instintos asesinos, seguro que estarían dormidos (o en coma) por algún lado, y se concentró en los latidos del corazón del hombre, deseando esa sangre que fluía por su organismo. Comenzó a salivar. Sí, lo haría. Le mordería, le desgarraría el cuello, y acabaría con todo aquello. Un gruñido salió de su garganta... Estaban tan cerca...

Por puro reflejo, se apartó. Algo cayó del cielo. También el Destripador se quedó sorprendido, y miró hacia arriba. Eled observó el bulto, y reconoció aquel cabello rubio pollo.

- ¡Adrian! - exclamó, y se agachó junto a su compañero.

¡Plof!

Otro cuerpo caído del cielo. Una bruja (llevaba varita). Era la chica que se había cortado en Accidentes en la muñeca. Se levantó con estilo del suelo, y habló, como si tal cosa:

- Henos aquí - murmuró.

Eledhwen señaló al Destripador:

- Detrás tuyo - dijo la desmemorizadora.

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Los globos se hubiesen frotado las manos (de haberlas tenido) ante la lluvia de información proporcionada por la señorita Brice Crouchs. Aún así, debían mantener la compostura. El amarillo puso cara seria, y asintió (lo que hizo que se moviese el globito entero):

- Señorita Brice Crouchs, tenga por seguro que transmitiremos la información a los trabajadores de este lugar, el señor globo azul - el amarillo empujó, y el empujón en cadena movilizó al globo azul, que parecía dormitar - tiene una magnífica memoria.

El globo azul, que parecía despistado, se centró ante el codazo globil, miró hacia los lados, y finalmente hacia abajo:

- Eh, eh, sí, sí, tranquila, señorita trabajadora del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, me he quedado con todos los datos... - carraspeó un poquito, y comenzó a repetir en voz alta - Sustancia extraña vertida en sistema de alcantarillado en Callejón Knockturn, stop, efectos secundarios caóticos, comportamientos extraños y violentos, stop, temor de posible expansión hacia zonas muggles pobladas, stop.

El globo azul sonrió orgulloso, pero vió la cara agriada del amarillo, y la sonrisa desapareció. Volvió a hablar a la señorita Brice Crouchs:

- Palabrita de globo que pasaremos su mensaje, esté tranquila.

Ellos eran competentes, y aprovecharían aquello para volver a recuperar su sitio preferencial en el despacho de Dirección, junto a la dire Sagitas (eso, si había sobrevivido...).

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Los globos seguían lamentándose de la mala suerte, y de no pesar un poco más.

- ¿Y si contactamos con Zancas, para que se cuelgue del hilito? Quizás el peso de la lagartija nos baje hacia abajo, y podamos huir por el agujero... - propuso el rosa, ratito después.

Entonces comenzaron a escuchar ruidos extraños, ruidos extrañísimos. Miraron alarmados hacia el ascensor, y observaron ansiosos. De repente, la puerta se abrió, y escucharon pasos.

En el Hall de la tercera planta apareció una chica (Rachel Brice) vestida con una capa negra que emitía un ruidito. Comenzó a hablar al vacío, pues en recepción no había nadie en ese momento.

- Buenas tardes, Mi nombre es Rachel Brice Crouchs y vengo del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, y preciso con urgencia hablar con algún responsable sobre un hecho grave que se ha dado con cierta sustancia...

Los globos se miraron, y el amarillo decidió hablar en nombre de todos. Aquella chica, evidentemente había utilizado las habilidades más habilidosas, para poder entrar en una planta que estaba cerrada por una emergencia, que tenía las puertas bloqueadas, y donde una sirena resonaba de vez en cuando.

- Señorita Brice Crouchs, soy el globo amarillo y le hablo en representación del Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes. No sabemos cómo ha saltado las medidas de cierre por emergencia, pero la felicitamos por ello. De todos modos, le advertimos de que los empleados ahora están luchando por su vida, algunos más que otros. También queremos advertirla de que tenga cuidado con el agujero que hay en el suelo, realizado hace poco por dos empleados que han huído por ahí.

El globo naranja empujó al amarillo, para que siguiese hablando:

- ¡Ah, sí! Si desea transmitirnos su mensaje, podremos derivarle al subdepartamento correcto, si es que queda vivo algún empleado para atenderla...

Así, serían los primeros en cotillear lo que hubiese sucedido...

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Los globos seguían chillando, pidiendo ayuda, pero allí no aparecía nadie. Oían movimiento en el ascensor, y pensaron que el aparato continuaba con su función, con normalidad, sin pensar en esa pobre gente (¡qué demonios, esos pobres globos!) atrapados en la tercera planta.

Al final se cansaron, y dejaron de chillar.

- Ha sido un placer conocerles, señores - dijo el globo amarillo, y comenzó a canturrear una canción.

Cuando la esperanza parecía perdida, una luz (bueno, una luz verde) apareció chillando por el pasillo, lanzando hechizos a diestro y siniestro. Los globos empezaron a animarse.

- Sí, así, venga, fuerte, ¡ánimo señorita Xell! - le animaba el globo rosa, y sus compis se unieron a los vítores y los gritos de apoyo.

Apareció también el señorito Matt, y se unió a la bruja, y entre los dos lanzaron un hechizo tras otro, y el suelo comenzó a agujerearse.

Los globos reían felices:

- ¡Salvados, estamos salvados! ¡Yupi, yupi!!

Hasta que el naranja comenzó a negar con la cabeza.

- ¡No, no, así no, lanzar el hechizo para arriba, para arriba!

El morado le mandó callar:

- ¿Qué dices, bobo? ¿Acaso quieres que nos lancen a nosotros los hechizos?

El naranja frunció el ceño, y siguió insistiendo:

- ¿Pero es que acaso no lo veis, estáis cegatos o qué? ¡Para arriba, para arriba!!

El amarillo lo empujó, a modo de bofetón, y le espetó:

- ¡Estás perdiendo los nervios! ¡Necesitas tranquilizarte!!

El naranja se calló, y si hubiese tenido mano, se hubiese frotado la mano, ofendido.

¡¡Brruumm!!

Xell y Matt cayeron por el agujero que habían formado. Los globos (excepto el naranja) gritaron felices:

- Yupi, viva, ¡bien hecho! - se empujaban felices los unos a los otros (excepto el naranja) y se empezaron a decir - venga, movimiento, huyamos, huyamos...

Se movían, dando pequeños botecitos, a un lado, a otro, para arriba contra el techo, inquietos, nerviosos, deseando salir de aquella casa de locos, pero nada. Al final, se cansaron, y se fueron silenciando las exclamaciones de alegría.

Comenzaron a mirar al naranja de reojo, que seguía con el morro torcido y los ojos cerrados. Finalmente, el naranja abrió los ojos y los reprendió:

- ¿Qué? ¿Ya lo habéis entendido, verdad?

El moradito asintió. El azul clarito era un poco cortito, y negó con la cabeza, asustado y a punto de echarse a llorar. El naranja puso los ojos en blanco:

- Yo les decía que agujereasen el techo, nuestro techo, porque... ¡NOSOTROS FLOTAMOS HACIA ARRIBA, NO HACIA ABAJO!!!!!

Y allí se quedaron los globos, arribita del techo contra una esquina, sin poder bajar hacia el suelo, hacia la salida...

Hola,

sé que hago spam, pero es que mes y algo después, no he tenido respuesta, y así para que se ilumine nuevamente el topic y suba para arribita. Ya sé que andais liados con lo del nuevo foro y tal, pero aunque sea una explicación cortita y tal, y prometo que dejaré de dar la tabarra con este tema, pero es que si metes un nick en google, aparece tooodo lo habido y por haber en el foro, y bueno, no sé, vuelvo a lo de siempre, establecer un nivel de privacidad no estaría del todo mal.

Gracias

*Eledhwen deja encendida una sirena de ambulancia para captar alguna atención*

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KRUMITO, GRINDYLOW

El caos seguía rondando por el lugar, y la señorita Adler seguía interrogándole. Sólo faltaba el flexo de luz sobre su cabeza.

- Sí, sí, era uno de los frascos antiguos, cubierto de polvo, un asquete... Me costó leer los datos de la etiqueta, ya que estaban medio borrados - continuó explicando - y lo dejé junto al resto de frascos ya visionados, para colocarlos después. Luego, llegaron... - ¿la directora y su jefa directa? - ... llegaron personas, y comenzaron a toquetearlos, y luego... - luego la jefa Eledhwen se llevó un par de frascos, ahora lo recordaba perfectamente, los metió en una caja de envíos urgentes - ... luego... luego no sé lo que pasó.

Esperaba que la Adler no supiese leer la mente... Si no, estaba perdido. Pero debía proteger a su jefa (y así luego podría chantajearla de algún modo).

- Lo estuve viendo estos días, me ordenaron que revisase los frascos, e hiciese un inventario nuevo, actualizado.

Observó que Amya dirigía una mirada muy elocuente hacia Babila. ¿Debía dejar que el recepcionista cargase con las culpas?? Bueno, mitad y mitad con su jefa... Pero la morena también parecía tener corazón (¿tendría ocho, como el grindylow?), y no dijo nada.

Por su parte, Babila seguía a lo suyo, como si nada. Pidió un poco de tinta, y el grindylow asintió:

- De acuerdo, pero ya te digo, que igual sale un poco agriada, tanto movimiento me revuelve las tripas... - le explicó sincero.

Vió al recepcionista desaparecer tras una puerta, y movió la vista para otro lado. Escuchó a la Adler organizar un plan para devolver a Jack el Destripador al Pensadero, y luego ya pensarían qué hacer con él. Unos se encargarían de llevarle hacia el Cuartel de Desmemorizadores, y los desmemorizadores, de introducirle en la vasija gigante.


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Los globos permanecían calladitos, calladitos. Habían dejado de gritar "bruma, bruma, bruma" cuando observaron que la bruma adquiría la consistencia de un hombre, y que para más inri era un asesino destripador, ¡¡con un cristal cortante en la mano!!

- ¡Objeto punzante! - había exclamado aterrado el rojo, y desde entonces ninguno de ellos había dicho nada más. Ni siquiera respondieron a Sherlyn cuando la joven les preguntó por la bruma.

Incluso parecían tener un color más pálido que de costumbre, como si quisieran volverse transparentes, para pasar desapercibidos del todo.

Observaron desde las alturas el revuelo formado; un elfo voló por los aires, para caer a los pies del tipo aquel, que algo hizo con él, pero a través de la bruma no vieron el líquido escarlata que se vertía por el suelo.

Y allí, calladitos, calladitos, hasta que la jefa morena les llamó.

- ¡Globos! - gritó la Adler.

Los globos se movieron nerviosos, y el naranja respondió, con voz de p***:

- ¿Sí?

Escucharon las órdenes de la morena, que les decía que si no lo lograban, escapasen y advirtiesen a la comunidad mágica.

Los globos asintieron los siete a la vez, lo que hizo que comenzasen a botar todos a la vez. El verde susurró a los demás:

- ¿Y si escapamos ya, para ir ahorrando tiempo?

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KRUMITO, GRINDYLOW

Tras dar unas órdenes a los globos, Amya lanzó un encantamiento a Krumito, y éste salió disparado, dentro de su tanque provisional, formado por el tanque del servidor de agua, y acabó en Dirección, tras un poco de plof y un plaf.

Cuando la habitación dejó de dar vueltas, descubrió a Babila, y a la joven Xell, que parecía fuera de sus casillas, y había perdido su encanto y elegancia.

Miró a su alrededor; habían colocado un sofá contra la puerta. Krumito había visto herida a la directora, pero... ¿tan pocas esperanzas la daban, que ya redecoraban su despacho?

Babila le preguntó qué le sucedía, y el grindylow murmuró:

- Odio el movimiento, tanto movimiento, cuando no me muevo yo a mí mismo...

El recepcionista le pidó a Xell que usara su varita, y luego se quedó mirando el tanquecito donde estaba Krumito. El grindylow negó con la cabeza:

- No, no, y no, otra vez no, otro cambio de piscina no... Me vais a causar un trauma, y al final dejaré de crear tinta... - se quejó amargamente.

Como suponía, al recepcionista le importó un rábano su opinión, con un movimiento rápido, sacó un cajón, tiró por el suelo su contenido, agarró a Krumito por un tentác*** y lo echó en el hueco de madera. Luego, añadió un poco de agua.

- Gracias, generoso - y le hizo un gesto feo con los tentáculos.

Babila le dijo que no se quejase, que la madera era buena. El grindylow puso los ojos en blanco.

- ¡¡La madera se pudre con el agua!! Saldrá moho, y luego me saldrán costras, y parecerá que tengo Spattergroit!!

Levantó un tentác*** enrollado, como si fuese un puño, amenazante.

Entonces la rubita Xell, aplicó unos encantamientos al cajón, y después, añadió agua fresca hasta un nivel aceptable. Krumito volvió a congeniarse con la joven, que aunque pareciese un poco nerviosa, fue muy atenta con él.

- Gracias - le mostró su mejor sonrisa (que era terrorífica, con tanto diente afilado, pero eso él no lo sabía).

Xell y Babila comenzaron a preparar algo. Krumito miraba ceñudo, pero cuando aquel mejunge comenzó a expeler un olor a coliflor cocida, puso cara de asco, y se sumergió en el agua por completo...

Entonces Babila metió la mano en el agua, y lo sacó, agarrado por el pescuezo. El recepcionista quería tinta.

- Quuueeeeggggg..... ahoooggggg.... - intentaba explicarle el grindylow.

El recepcionista comenzó a enfadarse, pero Krumito no podía estar a dos cosas a la vez; o sobrevivía, o expulsaba tinta. De lejos, se escuchaba una voz, unida a otras estridentes.

Afortunadamente, cuando Krumito estaba nervioso, le daba la risa, se enfadaba, o se ahogaba, perdía el control de sus esfínteres, así que, finalmente, un chorrito de tinta salió directo al caldero improvisado.

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Se apoyó en una pared mohosa, en un callejón oscuro. ¿Le habría despistado? Respiraba agitada, y no porque le faltase el aire, que ahora no necesitaba. Si no por el puro nervio y miedo. Intentó tranquilizarse, y escuchar atenta. No parecía oír ningún ruido... O quizás sí. Si se concentraba... Se giró asustada, había oído pasitos.

Pero sólo era una rata, corriendo arrimada a la pared, olisqueando el aire. Había oído sus pisadas. ¡Sí, había oído sus pisadas porque su oído, desde que era vampira, se había agudizado! ¡Eso era! Ahora era una máquina de matar.

Se apoyó de nuevo en la pared, pensativa. Era una máquina de matar, pero... ¿sería capaz de hacerlo? ¿De atacar a aquel tipo, de morderle en la yugular? Sabía que era un asesino sin escrúpulos, pero... ¿lo era ella?

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*Clink*

Los globos se giraron alarmados, a mirar la zona de los ascensores.

*Clink*

Observaban ansiosos, pero las puertas no se abrían.

- Seguro es el equipo de seguridad, acuden a rescatarnos - dijo el rosita, esperanzado.

El naranja negó con la cabeza:

- Serán de la morgue, que acuden previsores...

*Clink* *Clink*

Las puertas seguían sin abrirse, y la voz femenina del ascensor parecía discutir, ¿con quién? Los globos se emocionaron, olvidando todo lo demás.

- Pelea, pelea, pelea, pelea, pelea... - comenzaron a barruntar.

Pero nada; ni abrirse puertas... Sólo un dindonding, y de repente una voz, diciendo que qué demonios habían hecho los de Accidentes para que no se abriesen las puertas, y rogando que lo solucionasen, porque sino, los memo-aviones sobarían el teclado del ascensor.

Los globos se miraron asustados.

- ¿Entonces no viene el equipo de rescate?? - y, coordinados como eran, comenzaron a gritar - ¡¡¡¡¡¡SOOOOOOCCCCCCCOOOOOOORRRRROOOOOOOOO!!!!! ¡¡¡ASESINO EN SERIE EN EL DEPARTAMENTO, NECESITAMOS AYUDA, TIENE OBJETO PUNZANTE, OBJETO PUNZANTE!!!

La voz les ignoró por completo, y siguió hablando:

*Comunicado de Emergencia ; "En la estación de King's Cross encontraréis bastante trabajo. No tardéis demasiado, o cundirá el pánico... aún más".*

Los globos negaron con la cabeza.

- Para pánico el nuestro.... ¡¡¡¡¡¡AAAAAYYYYYUUUUUDDDDDAAAA!!!!!!

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Entre Sean y Eledhwen trasladaron de sitio el Pensadero. Lo colocaron ante la puerta, abierta. Por el pasillo oían las voces de las personas que iban atrayendo hacia el Cuartel a aquel recuerdo que había cobrado una especie de vida. La voz de la joven que se había cortado la muñeca para atraer al Destripador, denostaba algo de urgencia, y Sean invitó a Eledhwen a hacer los honores.

Eled asintió; tomó aire, y, observando que ya por el pasillo iba asomando la bruma azul plateada, apuntó con su varita:

- ¡Accio recuerdos de Jack el Destripador! - dijo en voz alta y clara.

Al principio no pasó nada, y pensó que había fallado, que quizás ese recuerdo fuese imposible de innvocar. Pero segundos después, notó la resistencia que el recuerdo oponía, y tiró de su varita, arrastrando la bruma hacia el Pensadero, cuya superficie tocó con suavidad, con la punta de la varita.

La bruma fue introduciéndose en el Pensadero, y comenzó a girar y girar, al principio lentamente, después con velocidad. Y de repente, la figura de Jack entró en el Cuartel, y se introdujo en el Pensadero. Todo fue muy rápido, demasiado rápido. Tan, tan rápido, que Eledhwen no se percató del momento en el que Jack agarró su muñeca, que casi rozaba la superficie líquida del Pensadero, y la arrastraba con él al interior.

Entre la sorpresa y el miedo, la Jefa de Desmemorizadores soltó su varita, que cayó al suelo del Cuartel....

... Eledhwen apoyó las manos en el suelo, intentando levantarse. El suelo, mojado y con mal olor, a orines, vómito, agua estancada, y algo más. Puso cara de asco. Pero entonces se percató de que aquel suelo mojado no era el del Cuartel. Eran adoquines, irregulares, desgastados. Levantó la vista a su alrededor. Un callejón estrecho y oscuro, húmedo. Un triste farolillo de gas parecía debatirse entre apagarse o continuar iluminado.

A su espalda, resonaron pasos. Se giró, e intentó ponerse en pie, pero sus piernas se enredaron con un viejo vestido remendado. Lo logró al segundo intento, y se echó un vistazo. ¿Qué ropas eran aquellas? Se miró, y se detuvo en el pecho, ¿de dónde había salido aquel escotazo? Pero levantó la vista, y se cruzó con la de él.

Ahora no era un recuerdo, una bruma con forma humana. Ahora era humano, y estaba vivo. Llevaba un cuchillo de carnicero en una mano. Y una gran sonrisa en la cara.

Eledhwen se llevó la mano al bolsillo de la capa, para sacar la varita, pero no tenía ni capa, ni varita... Jack el Destripador se acercaba, así que echó a correr.

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Un memo ministerial llegó volando al Departamento Organizativo del Cuartel General de Aurores. Tras mantenerse unos segundos flotando en la zona de entrada, encaminó su rumbo hacia la puerta, tras la cual estaba el despacho del Jefe de la Oficina para las Relaciones Ministeriales, Enrick W. Ryddleturn, que era su único destinatario (y por lo cual, nadie que no fuera él, podría desplegar el memo). El memo sentía que el señor Ryddleturn no estaba, por lo que se quedaría dando vueltas en el aire hasta su llegada.

El contenido del memo era un Informe de Alta Médico, que el Jefe de Relaciones Ministeriales había solicitado a Sagitas E. Potter Blue, directora de la Clínica Santos Mangos.

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Antes de entrar en el Cuartel, escuchó a Amya dar unas últimas voluntades a los Globitos parlanchines, y después, dirigirse a Jack el Destripador, diciéndole algo sobre tripas. Eled no quiso saber nada más, bastante tenía con lo suyo, controlar la sed, e intentar eliminar a aquel tipo. Y ayudar a Sagitas. Esperaba que su prima siguiese con vida. Y bueno, si estaba muerta... Negó con la cabeza. No. No lo estaba. Pero si lo estuviese...

Notó una mano en el bolsillo, y descubrió a Adrian sacando su frasco de pastillas.

- ¿Antes me tiras un frasco, y ahora me robas? - le dijo enfadada, pero entonces escuchó las palabras del Wild, y comprobó que, efectivamente, ya no había píldoras sustitutorias de sangre. Una alerta saltó en su cabeza, y la sed se hizo más acuciante.

Él también necesitaba una dosis, y dijo que buscaría su frasquito. Eled asintió, agradecida (ya dejaría el cabreo para otro momento), y pidió ayuda a Sean para mover el Pensadero, mientras Adrian rebuscaba por ahí.

- Sean, por favor, ayúdame a mover este armatroste, pesa como un muerto, y debemos acercarlo a la puerta lo máximo posible - dijo, apuntando con la varita al Pensadero, y murmurando - ¡Wingardium Leviosa!

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¿Pero qué demonios pasaba con sus empleados? Uno le untaba caca en la nariz, y el otro la chillaba que se callase, y le lanzaba un frasco de colonia? Eledhwen miró con odio a Adrian, abrió el frasco, lo olisqueó, y como olía bien, se la echó por encima. Después, le arrojó el frasco al Wild, deseando darle en la cabeza, o más abajo, donde doliese más.

- Gracias Adrian - dijo, rechinando los dientes - y deja de lanzar hechizos, sacarás un ojo a alguien...

El grindylow pasó volando a ras del suelo, y luego Amya le ubicó un hueco en el tanquecito de agua. Escuchó con atención a su empleado (sí, porque era más atento y le trataba mejor que los otros dos, tendría que hacer piña con Perenela, y traer a esos dos magos por la calle de la amargura...).

Según Krumito, aquel tipo era un muggle con malas pulgas; demasiadas, si los del Ministerio habían decidido colaborar con los muggles para pararle los pies. Se giró hacia Sean cuando el nuevo desmemorizador comentó algo sobre horrocruxes. Frunció el ceño y negó con la cabeza:

- Según los registros es muggle, imposible que él haya hecho un horrocrux. No, es algún tipo de magia negra - lanzó una mirada nerviosa a Babila, que seguía con su lista de personas vivas-no vivas - que ha dado vida a un recuerdo... Pero sí, tendremos que utilizar el pensadero, quizás nos sirva para detenerlo de momento... Hasta que se nos ocurra algo más...

Matt recogió a Sagitas de entre la niebla; parecía desmayada, o peor... ¿Por eso Jack el Destripador estaba más perfilado, porque había absorbido la fuerza vital de su prima? Eled notó una congoja en su interior. Entonces el Blackner ordenó a las aprendices que llevasen a la directora a la Sala de Juntas, y se resguardasen allí.

Perenela, que había salido del despacho de dirección, le dijo a Matt que no le diese órdenes. Eled suspiró:

- Pues te lo digo yo, venga, Perenela, cuida de tu madre - dijo con firmeza.

Mientras perdía el control a cuenta de la sangre, su prima había resultado herida. Tenían que acabar con aquella cosa. Amya dividió al grupo en dos; los desmemorizadores irían al Cuartel, para preparar el pensadero; el resto, atraerían a Jack hacia aquel subdepartamento.

La Hufflepuff se encaminó hacia el Cuartel, sin mirar siquiera a sus empleados, y cuando estaba a punto de abrir la puerta, captó de nuevo olor a sangre. Y no era la del elfo. Se giró, entre asustada (pensando en otro destripado más) y ansiosa (la sed nuevamente), y descubrió a una chica, con un corte en la muñeca, atrayendo al Destripador. Eledhwen puso los ojos en blanco:

- ¿En serio no hay otra manera? - se quejó, y abrió la puerta.

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KRUMITO, GRINDYLOW

Comenzaron a escucharse gritos y alaridos fuera; o mejor dicho, más gritos y alaridos de lo habitual. Sean y Adrian intercambiaban palabras sobre Transilvania, y a la vez, brindaban con el líquido dorado que pegaba silbidos de tren. Krumito negó con la cabeza, primera hora de la ¿mañana? y ya bebiendo, como les pillase la jefa... Que luego pasaba lo que pasaba...

Entonces alguien tocó a la puerta, pero nadie entró. Y se escucharon más chillidos fuera. Krumito dejó la pluma sobre el borde del tanque, y prestó atención. Fuera parecía haber una hecatombe, o algo así.

- ¿Pero no pensáis hacer nada? - espetó a los dos magos que tenía enfrente.

Por la rendija de la puerta apareció una niebla.

- ¿Hay fuego? - preguntó Krumito, que se sumergió un poco más en el agua del tanque.

Pero no olía a chamusquina... Finalmente, el Wild decidió salir al pasillo a investigar. Y una sirena comenzó a resonar por todas partes. Krumito se tapó los oídos con dos tentáculos, pero como seguía escuchando el ruido estridente, se tapó con los otros seis, dejó de flotar, y se hundió al fondo del tanque. Observó a través del cristal que Sean seguía a Adrian, y Krumito se quedó solito en Desmemorizadores.

Volvió a subir a la superficie, e intentó captar las palabras, adivinar qué pasaba fuera.

- ¿Qué pasa? ¿Qué pasa?

Pero nadie se acordaba de él. Fuera cada vez había más escandalera, pero no podría salir, aunque saltase fuera del tanque, se encontraría la puerta cerrada.

Los minutos pasaban, y Krumito se moría de los nervios. No de preocupación, qué va, lo que quería era cotillear.

De repente una fuerza invisible le sacó del agua, y le estampó contra la puerta.

¡Plaff!

Retrocedió en el aire, y un nuevo ¡Plaf!

- Arrgghhhh - gritó.

Resbaló por la puerta, y un tentác*** se coló por debajo del quicio. Después, otro, y otro, y otro más.

- Que por ahí no entro.... - gritó nuevamente el grindylow, ¿qué pasaba? Era como si al otro lado de la puerta hubiese un aspirador gigante que le succionase.

Los otros cuatro tentáculos se succionaron a la vez, por lo que sólo quedaba la cabezota dentro del Cuartel.

- Me muerrggggeegggggg....

La cabeza fue pasando, y finalmente, sólo quedó un ojo en el lado de la puerta.

¡Glup!

Krumito volaba a ras del suelo, atravesando la niebla, se encontró con la directora desmayada entre la niebla:

- Hola dire - saludó con rapidez.

Después, el cadáver de un elfo.

- Descanse en paz - murmuró serio.

Y muchos pies.

Se elevó, curva izquierda, sube, frena, rum, al rás, y aterrizó en la cabeza de Amya_An. Arremolinó sus doloridos tentáculos.

- Hola señorita Adler, cada vez más bella - le respondió al saludo, y le frotó con un tentaculillo la cabeza pelona, que decían que eso daba suerte - supongo que usted está detrás de mi viajecito...

La morena "habilitó" un tanque de agua para él con el surtidor de agua, y le interrogó sobre una cosa neblinosa con forma de hombre. Krumito observó detenidamente al ser.

- Hombre, esa cara me suena, vi hace un rato su recuerdo, ¿cómo se llamaba?

Pensó unos segundos. Y después respondió, alegre por recordar:

- ¡Ah, sí! Ya lo tengo! Es un tal Jack el Destripador, un muggle que causó terror y pavor hace unos siglos. Mataba pu.as, esto, meretrices, en las calles de Londres. Como los muggles eran incapaces de detenerle, los magos decidieron intervenir, para parar la masacre. Entonces le borraron todos los recuerdos, y le dejaron desmemoriado por las calles de la ciudad, esperando que muriese de alguna gripe o algo... Vi parte de los recuerdos, y se me revolvió el estómago, seguro que la próxima tinta me sale agriada... ¡Eh! Pero, ¿entonces? ¿Qué hace ahí?

Se permitió mirar a su alrededor; allí había un montón de gente con cara de mal humor (sobretodo sus jefecillos desmemoriados) y otros con jeto de preocupación, miedo y terror. El único que sonreía era el tal Jack el Destripador.

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Palabras sueltas resonaban en su cabeza: pensadero, mamá, Xell, paliduxo, África, bicho condenado, caja... Pero eran como volutas de humo, se disolvían sin causar ningún efecto. Ella no podía apartar la vista de la sangre que se esparcía por el suelo, formando ondas, y dibujos abstractos.

De repente la figura se agachó sobre el elfo, y comenzó a "trabajar" en él. Eledhwen se sintió tentada de atacarle, pero algo en su interior (muy pero que muy en su interior) le decía que no debía hacerlo.

Atacar a esa criatura de color azul grisáceo sería inútil, ya que no tenía sangre. No, lo mejor sería buscar otro objetivo. Alzó la vista, y detectó a Babila. Ese grandullón debía tener litros y litros de sangre fresca. Se relamió. Notó sus colmillos afilados. Y entonces...

- ¿Pero qué m****...?? ¡Argghh, pero qué asco! - gritó, volviendo en sí, mientras intentaba limpiarse la nariz.

Reconoció el rostro de su nuevo empleado, y pegó un alarido:

- ¡Sean di Spinetto IV!!! ¡Limpiarás el tanque de Krumito de por vida!

Se limpió el rostro con la manga de la túnica, muriendo del asco, y observó a Adrian, con la misma caca en la cara.

- Necesito perfume, ¡necesito perfume! ¡¡¡Babila, te compro todos los perfumes que tengas!!!

Le importaba un rábano la sangre, el destripador, y todo lo demás; sólo quería hacer desaparecer aquel hedor...

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La Hufflepuff intentaba pensar, pero las ideas se le amontonaban en la cabeza, haciendo un batiburrillo, y no se le ocurría nada bueno. Escuchó abrirse una puerta al final del pasillo, y una sombra se acercó entre la niebla, chocándose con Jack el Destripador. Eled no reconocía a la figura. ¿Quién era ese rubio? Entonces habló, y Eled gritó a Adrian:

- ¡Apártate, apártate...!

El Wild gritó desconcertado, cuando pudo ver algo entre tanta bruma. A su vez, Matt preguntaba a Eledhwen, tras haberla escuchado murmurar algo. La desmemorizadora negó con la cabeza:

- No, no es nada... Solo que... - miró hacia el pasillo, y comenzó a hablar consigo misma - quizás Krumito lo encuentre en el registro, y sepa decirnos algo...

A su vez, una de las mujeres a quienes no conocía, le decía que esperaba que tuviese una solución para aquel fantasma. Eled negó con la cabeza:

- No es un fantasma, es un recuerdo... pero está vivo, o algo parecido...

Babila activó el plan de seguridad, cerrando las puertas, y activando una alarma latosa. Le dijo algo sobre sus poderes vampíricos. La desmemorizadora frunció el ceño:

- ¿Qué poderes vampíricos? ¡Yo no tengo de eso! ¿Te crees que soy Magneto o algo así? ¿Y has quitado el oxígeno? Nos ahogaremos... - se le solía olvidar que ahora ella ya no necesitaba el preciado gas - ... sobre todo si Xell grita y se mueve tanto... ¿en serio eres claustrofóbica?

La antes rubia ahora verde, golpeaba, lanzaba hechizos, y corría por el departamento, totalmente descontrolada. Al final se fue hacia el despacho de Dirección. Eled gritó, a nadie en particular:

- ¡Que alguien le de una bolsa de papel, y que respire dentro!

Amya daba órdenes, intentando organizar al grupo, y sobretodo, proteger a los aprendices, para que no resultasen dañados. Y de repente, una cosa voló por los aires, cayendo a los pies de Jack el Destripador. Era algo marronáceo, con orejas puntiagudas. Eled alzó una ceja:

- ¿Un gremlin?

Y entonces lo reconoció: era un elfo, ¿de dónde había salido?

Cye también organizaba el movimiento, acordándose de las mascotas y las margaritas. Al mencionar a Krumito, Eledhwen murmuró:

- Estaba con los registros, preguntadle por Jack el Destripador, igual sabe algo...

Amya intentaba comunicarse con Sagitas, y de paso preguntaba a Eledhwen sobre la forma de reencapsular a aquella cosa. La desmemorizadora negaba con la cabeza.

- A mí sólo me explicaron cómo extraer recuerdos, no cómo reembotarlos de nuevo... ¡Es más, nadie me explicó nada, fui auto-didacta con el libro! No tuve un jefe que me enseñase... - se lamentó.

Y entonces, algo la distrajo, nublando su mente, y dilatando sus pupilas:

- Sangre....

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Estaba algo desconcertado; se había encontrado con un caballero (aunque con aquel color en sus cabellos, distaba mucho de ser considerado un caballero), que apuntándole con un palo, le advertía que no se moviese. Segundos después, una señorita con los cabellos azulados (¿en qué mundo extraño estaba?) le apuntaba también con un palo.

Esos palitos le recordaban al momento de su detención, tiempo hace, de cuando aquellos hombres consiguieron retenerle, y le dijeron que olvidaría su vida para siempre. Pero ahora estaba allí, y recordaba.

Más voces llegaban a su alrededor, y al poco un hombre con cabellos rubios chocó contra él; pero el contacto físico fue extraño. El cuerpo de Jack era extraño, pero el tacto del otro le fue conocido. Él tocaba a la gente, pero para matarles. Sí. Miró el vidrio en su mano. ¿Seguiría funcionando? La placentera sensación de rasgar la piel, las vísceras, ver la sangre derramarse, los fluidos gotear hacia el suelo, el último suspiro, el brillo de la mirada apagándose... Ansiaba sentir de nuevo todo aquello. Pero la gente de su alrededor le miraba con miedo, preocupación, terror, ¿odio? Y a su alrededor no parecía haber ninguna meretriz... Debía salir de allí, pero una vozarrón de hombre gritaba que los accesos estaban cerrados.

De repente, algo cayó a sus pies, y no lo dudó. Era una criatura extraña, deforme, pero, aún así... Antes de que pudiera moverse, le agarró por el brazo, y con un movimiento rápido, le asestó un corte en el vientre, con el vidrio roto. Y vió. Lo vió. El líquido escarlata se derramaba por el vientre de la criatura, que, entre sorprendido y asustado, se tocó la sangre con sus manitas.

Y entonces, Jack se sintió más fuerte, más vivo. Incluso el tono azul brumoso de su piel, parecía hacerse más opaco, más nítido, como si... Como si volviese a la vida.

Ahora ya sabía lo que tenía que hacer para volver a vivir. Y además era lo que más le gustaba en el mundo. Sonrió, mientras la sangre se derramaba por el suelo de aquel lugar, y la criatura se desplomaba sobre ella, lanzando pequeñas salpicaduras en todas direcciones.

Buenos días!

Me pasa lo mismo que a Kurt, tras haber puesto el idioma español. A la hora de insertar una imagen o un link, al clicar en el recuadrito, la pantalla se queda sombreada (yo estoy con el skin blanquito, pero igual), y no hay manera de que se des-sombree, ni clicando fuera del recuadro ni nada, al final hay que darle a "atrás" en el navegador, y he perdido lo escrito (era poquito).

Saludos,

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Eledhwen repasaba mentalmente el libro *El arte de Desmemorizar*, que era como el libro gordo de Petete de los desmemorizadores. Pero no recordaba que en él pusiera nada de los recuerdos escapados de los frascos. Sólo cómo extraerlos, pero... ¿acaso podían extraerse solitos?

Una joven que estaba en recepción, y que por si acaso también había sacado la varita, respondió a la Hufflepuff:

- Es Jack el Destripador, así se ha presentado.

El cerebro de Eled hervía, a pleno rendimiento. Por primera vez en los últimos días, la sangre había pasado a un segundo (o tercer plano). Observó a Babila, obedeciendo a Sagitas, y activando el plan de emergencia, por lo que unas puertas anti-incendios cerraron la entrada al tercer piso. Movió la cabeza un poco hacia atrás, asomándola hacia los servicios, y observó en uno de los lavabos un batiburrillo de frascos, envases, y un líquido apestoso acumulado en el lavabo.

Y entonces, todo tuvo sentido:

Cabellos de colores > Frasco de sucedáneo de hongos alucinógenos > Jack el Destripador > Tripas de Yak > frascos en caja de Babila > Babila > Frascos en el baño abiertos

- ¡Oh, no! ¡Oh, no! - musitó para sí, preocupada.

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Quería invitar a Tauro a pasar dentro del Cuartel. En su despacho, hablarían con más tranquilidad, y se suponía que los donuts estarían por allí, si no era que Adrian se los hubiese comido todos. ¿Sean, el empleado nuevo, también sería aficionado a aquellas rosquillas?

- Mira, Tauro, quería consultarte algo sobre vamp...

No le dió tiempo a terminar su explicación; Sagitas la llamaba a voz en grito. La desmemorizadora se disculpó con la directora de Criaturas, y le comentó.

- Enseguida vengo, no sé qué quiere Sagitas, seguro que reñirme por algo.

Sonrió, y se giró, avanzando por el pasillo. Se encontró la bruma que había saltado antes, y comprobó que salía del baño. Entre niebla, entró en los aseos, y le pareció visionar a su prima (con el pelo naranja era fácil), arrinconada contra la pared.

- ¿Ahora fumas? - preguntó, enarcando una ceja, pero escuchó voces fuera del pasillo, y volvió a asomar la cabeza. La niebla se había disipado, o más bien concentrado en una única zona, y Matt apuntaba con su varita hacia la bruma, a una especie de figura humana, del mismo color de la bruma, un azul pálido brillante, como...

- ... un recuerdo... - musitó, extrañada. Eled se dirigió a Matt - ten cuidado, la varita no le hará nada...

Aún así, ella sacó la suya del bolsillo.

- Oiga, ¿quién es usted?

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- Bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma... - comenzaron a chillar los globitos tras haber escuchado a la jefa morena mencionar la niebla, ella también la había visto, pero desde las alturas la visión era aterradora - ... bruma, bruma, bruma, bruma, bruma...

Entonces alguien les habló y les distrajo de su cantinela; una de las recién llegadas se dirigía a ellos, y les preguntaba sobre Jack Blackner.

El globito rosa, confiado él, respondió con rapidez:

- Sí, sí, ha pasado hace nada por ahí, llevaba popó en los pantalones, ¡y se había puesto el pelo como yo!

El amarillo gruñó:

- Que no, tonto, ese era Matt, no Jack, la señorita pregunta por el padre, ¡el fantasma!

El globito rosa se quedó pensativo (si tuviese brazos y manos y dedos se hubiese puesto la mano en la barbilla, si tuviese barbilla también), y al final, dió la razón al amarillo.

- Cierto, cierto, siempre les confundo...

El morado puso los ojos en blanco:

- Pues menos mal que uno está vivo u el otro no, que si no...

Pero la joven les perdió la atención, centrándose en la niebla, y los globitos siguieron murmurando:

- Bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma, bruma...

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KRUMITO, GRINDYLOW

El grindylow escuchó atento la respuesta del nuevo empleado.

- Y eso de la ristra de ajos... ¿funciona?

Comenzó a mover sus tentáculos, intentando formar cruces, pero lo único que consiguió es atarlos entre ellos. Le costó un ratito deshacer el embrollo.

Los desmemorizadores comenzaron a hablar, y Krumito siguió a lo suyo; cuanto antes terminase de registrar los frascos de recuerdos, antes podría volver a su actividad favorita: no hacer nada en absoluto.

Un pitido de locomotora llamó su atención; Sean, el nuevo empleado, tenía en sus manos una botellita dorada, que soltaba reflejos de luz cuando ésta incidía sobre ella. Y además, pitaba. Krumito observó con curiosidad. Según Sean, podían celebrar su nuevo trabajo con un trago de aquello. Ofreció al grindylow, pero, tras recordar su última resaca, la criatura negó con la cabeza.

- No, gracias, el alcohol tiene efectos extraños en mí - y observó con ojos entrecerrados al Wild, pero luego respondió a Sean - vasos no hay, que yo sea, pero en aquel cajón de la mesa, tienes frascos de recuerdos vacíos. No creo que estén sucios, pero vigila el interior... Zancas suele merodear por todo el departamento...

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La Hufflepuff se giró nuevamente hacia el pie de Cye, que pedía un anestésico, e, ignorando las voces de Xell (que gritaba escandalizada porque su cabello estaba verde), consiguió extraer la astilla que se había clavado en el pie de la Lockhart. Limpió la herida con la gasa, y después le lanzó un Episkey con la varita.

- Esto ya está... - dijo Eled a su compañera - no creo que te moleste al andar, pero si necesitas una Poción para el Dolor, sólo tienes que pedírmelo. Te debo una grande - le comentó, guiñándole el ojo, esperando que Cye captase que se refería a las pastillas de sangre.

Entonces sí, se giró hacia Xell. Y captó toooda la información referente a los cabellos de colores. Cye les decía que debían cambiar de tinte.

- Es como en la Clínica... - murmuró para sí, y una preocupación comenzó a gestarse en su cabeza - ¿dónde está el frasco de sucedáneo de hongos?... - intentó recordar.

Y se fijó en Cye:

- Creo que a tí también te está afectando... - los cabellos de la jefa de Indebidos comenzaban a teñirse de rosa - será mejor que busques un espejo. ¡Y vosotras dos, Kirara y Atria, los cabellos! ¡Y Matt, estás rosa fucsia! - Eled evaluaba a todos los presentes.

Pero entonces Xell hizo referencia a otra mujer de cabellos azulados, y Eled localizó a Taurogirl. La directora del Departamento de Criaturas estaba en el pasillo, tocando la puerta del Cuartel. Se acercó corriendo hasta la Crouchs, saltando por encima de una neblina blanquecina que salía de debajo de la puerta de los baños.

- ¡Tauro! Has venido, muchísimas gracias - le dijo Eled, dándole un abrazo, algo impropio de ella, pero estaba algo nerviosa por el trámite que debía realizar.

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Aquello era el caos; un montón de cabecitas se paseaban alocadas bajo ellos, en la zona de recepción. Sherlyn intentaba calmarlos, pero los globos estaban muy nerviosos.

- Es el sexto sentido, algo me dice que las cosas van a ponerse muy feas... - dijo el globo amarillo.

El rosa, siempre positivo, le señaló:

- Eres un cenizo, amarillo, siempre tan negativo....

Pero el rojo se desternillaba de risa:

- Para feos, ellos, ¿habéis visto qué colores llevan en las cabezas? ¿Acaso nos tienen envidia e intentan imitarlos??

Dos personas más entraron en recepción (May Juliene Malfoy Feltom y *Keira): parecían algo perdidas, y una de ellas, cansada, se acercó hasta las sillas de la sala de espera, cansada. Los globos carraspearon, y les saludaron a voz en grito (estridente y agudo):

- ¡¡¡¡BIENVENIDAS AL DEPARTAMENTO DE ACCIDENTES MÁGICOS Y CATÁSTROFES!!!!

Pero entonces, el globo amarillo, visionó a lo lejos una neblina, que se expandía por los pasillos.

- ¡¡La niebla, la niebla que vuelve la piel de la gente del revés!! - gritó aterrorizado.

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La niebla se extendía por el lugar. Y él... Él volvía a sentir, a ver, poco a poco... ¿Cómo explicar esa sensación? ¿Cómo...? Se suponía que estaba muerto, o peor, sin sus recuerdos, sin su forma de ser; así se lo explicaron los hombres que le atraparon.

Le dijeron que era un ser horrible, un asesino sin escrúpulos que disfrutaba matando. Y que, aunque merecía lo mismo que lo que él había hecho a sus víctimas, ellos no eran asesinos.

Así que, extraerían sus recuerdos, posando un palo en su sien, y haciéndole olvidar todo, le dejarían en cualquier sitio, sin memoria, sin vida, sin alma, para que vagase por el mundo, hasta que llegase la hora de su muerte.

Pero entonces... ¿había resucitado? ¿Qué significaba aquello? Ese lugar... Era diferente a todo lo demás... Observó un reflejo de su imagen en aquel espejo, aunque no era nítido, estaba borroso, las formas desdibujadas...

Aquel sitio parecía un baño, un aseo, pero... la decoración, los sanitarios, eran muy diferentes. En un lavabo, ante él, un líquido rezumaba humillo y un olor desagradable. A su lado, apoyado en el borde, una caja llena de botellines vacíos. Uno de ellos, le resultaba familiar; lo portaba uno de los hombres, en el momento de su detención.

Intentó leer las letras escritas, a la forma antigua, pero él lo descifró:

Recuerdo de: Jack el Destripador

Agarró con frasco, y con un gesto rápido, lo estampó contra el borde del lavabo. Sujetaba el cuello del frasco, y en el otro extremo, el vidrio roto, brillaba afilado.

Jack sonrió ante su reflejo en el espejo; sabía muy bien lo que tenía que hacer, porque era lo que más le gustaba en el mundo: matar.

Se encaminó hacia la puerta, para salir a lo que quiera que hubiese al otro lado...

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Seguido de la partida de la joven de cabellos chocolates, apareció Amya_An por el Hall. Comenzó a hablar con Babila, pero el recepcionista, contrariamente a su costumbre, no prestaba mucha atención a su superiora.

- Algo trama éste... - susurró el globo azul clarito, a su compi el verde.

Entró Matt en el Departamento, diciendo que tenía que cambiarse de ropa. Efectivamente, la que llevaba estaba manchada con una sustancia marronácea. El naranja bromeó:

- Ey, rojo, ¡no eres el único con problemillas de control de esfínteres!

Rieron todos a la vez (excepto el rojo), y sus vocecillas agudas resonaron por la zona de recepción.

Sherlyn seguía observándolos, y les preguntó por el grindylow. El moradito contestó:

- Técnicamente no nos ha hecho nada, pero.... ¡va de listo! Y nosotros sabemos más que él, que para eso llevamos más tiempo aquí...

El amarillo gruñón asintió contrariado:

- Quiere usurpar nuestro lugar de honor en el despacho de la directora...

Y el moradito añadió:

- Claro, como ahora vive rodeado de vampiros colmilludos en el Cuartel, tendrá miedo, y quiere cambiar de lugar... Pues como mucho que se marche con esa - señaló a Amya, levantando el nudo para señalar a la morena.

Babila abandonó la recepción. Luego hubo otra llegada más; aquello se estaba poniendo de bote en bote. Y era precedida por un contar de números.

- ¡¡Buenos días, Cye!! - respondieron los globos, en un soniquete cantarín y agudo - ¿qué le ha pasado?

Aunque la Lockhart saludaba a todos, parecía contrariada por algo. Y no tardaron en averigüar porqué; tras sentarse en el mostrador de Babila, todos vieron algo clavado en el pie de la jefa Indebida.

- ¡¡¡Waaaaaa!!! - gritó el globo rojo, a punto de entrar en shock - objeto puntiagudo, objeto puntiagudo, ¡todos a cubierto!

Los globos comenzaron a golpearse los unos a los otros; los del extremo derecho iban hacia la izquierda, y los de la izquierda hacia la derecha. El naranja que estaba en medio, no sabía dónde meterse.

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Eledhwen pegó un salto desde la silla de Sagitas, donde había vuelto a sentarse, al ver el rostro de su prima asomar por la puerta. Durante un segundo, pensó que la peli¿naranja? la iba a gritar, pero entonces, su rostro se suavizo (¿malvadamente?), y le dijo que le llamaban desde fuera.

La Hufflepuff se puso en pie, y al pasar a su lado, alzó una ceja:

- Naranja, ¿en serio? - bajó el tono de voz, y susurró, refiriéndose a Perenela - ha vomitado hasta la primera papilla... Pero ahora se ha tomado un Filtro de Paz, y parece más tranquila.

Le agarró una mano, y le puso un caramelito de menta en ella.

- Es para ella, no te lo comas tú - la medio ordenó, y salió del despacho de dirección, con su melena (azul) agitando el aire.

Caminó por el pasillo, y a mitad de camino se le metió por la nariz una peste horrible, procedente del baño.

- Buah, qué asco... - dijo para sí, y pensó: efecto negativo de tener el olfato agudizado...

Llegó a recepción, y descubrió que había una mini reunión allí mismo. Pero le llamó la atención Cye, sentada encima del mostrador de Babila, con gesto de dolor, y Xell examinándole los pies.

- ¿Le estás haciendo la pedicura? Yo también quiero - dijo bromeando, pero agachó la cabeza, y vió un objeto extraño clavado en el pie de la jefa de Indebidos - ¡¡ahh!! - exclamó - eso tiene que doler.

Rebuscó en su bolso, y sacó de nuevo el mini-botiquín. Con unas pinzas estériles, y unas gasas, se puso manos a la obra.

- Intenta no moverte - le dijo a Cye - no quiero que se rompa, y se quede dentro la mitad.

Tenía las pinzas en la mano, a punto de comenzar la extracción, cuando Babila apareció por el pasillo. Parecía algo asustado, azorado, nervioso, y preocupado. La Hufflepuff frunció el ceño. Se puso a dar explicaciones a los globos, que parecían mirarle incriminatoriamente.

Un aviso parecía querer surgir en la mente de Eledhwen, pero estaba tan atareada, que el resto de pensamientos sepultaban aquel, aunque fuese de importancia vital....

El memo volador procedente de Accidentes no tuvo que recorrer mucha distancia, aunque tardó más tiempo de lo normal; bajó un piso por el hueco de las escaleras, después de estar esperando un ratito a los ascensores, y comprobar que ninguno paraba en la tercera planta. Finalmente, llegó al Departamento correcto: el de Regulación y Control de Criaturas Mágicas.

Buscó a su destinataria, que era la jefa de aquel Departamento. Pero al parecer no había nadie en aquel momento. Entonces comenzó a dar vueltas, revoloteando por el lugar. Esperaba que Taurogirl Crouchs llegase pronto, y así pudiese leer el memo.

Jack había ofrecido sus servicios de enfriamiento a Perenela, pero la chica los desechó. Eledhwen, para dejar "intimidad" a Perenela a la hora de vomitar, se sentó en la silla de Sagitas. Mientras estaba allí sentada, recordó la charla que había tenido un par de horas antes con su prima y jefa. Y entonces recordó algo (no, no era lo que tenía que recordar, sino otra cosa).

Tomó un trozo de pergamino nuevo de un montoncito, y con una pluma, comenzó a escribir una nota.

A la att. de Taurogirl Crouchs,

soy Eledhwen Hufflepuff, me gustaría tratar un tema contigo, pero me da algo de apuro hacerlo en tu Departamento. ¿Podrías acercarte hasta Accidentes? ¡Tenemos donuts recién hechos! Gracias

Eledhwen Hufflepuff

La Hufflepuff revisó la nota, y cuando estuvo conforme, se acercó hasta la puerta de Dirección, la abrió ligeramente, tocó con su varita el pergamino, y la nota se convirtió en memo volador. Salió volando, en dirección al Departamento de Control y Regulación de Criaturas Mágicas.

Escuchó a Perenela pedir un poco de agua, y Eled hizo aparecer un botellín con agua mineral. Se lo puso en la mano a la Potter Blue. La jefa de Desmemorizadores observó a Perenela, mientras la joven bebía el agua, y seguidamente el Filtro de Paz. Comentó que necesitaba cambiarse, y Eledhwen asintió. De mientras, movió la varita, y el contenido de la papelera desapareció.

Entonces, Perenela le confesó que era su nueva empleada. Eled compuso un gesto de sorpresa:

- ¿En serio? Eso es genial - comentó complacida - vaya, este mes entráis dos nuevos, el otro chico está haciendo un minitour con Adrian, a Adrian ya le conoces, ¡es tu tío!

Perenela parecía disgustada por el desarrollo de su primer día, pero Eled hizo un gesto de despreocupación con la mano.

- Ya está olvidado, ni lo menciones...

Por el rostro de la Potter Blue, el efecto del Filtro de Paz comenzaba...

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Una cabellera dorada entró rauda en el Departamento, hablando por los codos. Era Xell, la revertora más dicharachera (pero eso nunca lo dirían delante de Amya, no), y decía algo de los ascensores, de Babila, de su jefa... Decía muchas cosas y muy rápido, y el globo naranja comenzó a marearse un poco.

- No logro seguirla...

El verde le dijo, ya más tranquilo:

- ¿Dónde te quedaste?

El naranja pensó durante unos segundos:

- En lo de que la tercera planta no existe, ¿qué me he perdido?

El resto de globos pusieron los ojos en blanco. Pero temblaron a la vez cuando Xell les preguntó (a voz en grito) que quién arreglaba los ascensores.

- ¡NOSOOTROS NOOOOOOO! - gritaron al unísono.

Fiiuuuuuu....

El rojo murmuró avergonzado:

- Lo siento, con estos nervios, de vez en cuando se me escapa un gas por el parche...

Afortunadamente, Xell se puso a saludar a Sherlyn, y distrajo su atención sobre ellos. Luego habló con Babila, y se alejó por el pasillo. Sherlyn volvió a hablar a los globos. Les preguntó por la fecha de su llegada. El verde gruñón le explicó:

- Nosotros somos los veteranos aquí, las margaritas y el proyecto de pulpo llegaron después... ¡Por eso somos los ojitos derechos de la dire! - añadió con orgullo.

Una joven de cabellos del color del chocolate se marchó del departamento, despidiéndose en el Hall.

- ¡¡¡¡Adiósssss!!!! - le despidieron los globos con voz chillona.

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Eledhwen escuchó atenta a Perenela; la hija de Sagitas agradeció el ofrecimiento del Filtro de Paz, desechando a la vez lo del borrado de recuerdos. La Hufflepuff asintió. Era lógico. A veces, aunque sea duro, los recuerdos deben permanecer; eso nos forma como personas, para bien o para mal, influyendo en nuestra vida y en nuestra forma de ser.

Eled rebuscó en su bolso; siempre llevaba un mini-botiquín (había aprendido lo útil que era, teniendo la familia que tenía). Antes de nada, Perenela le dijo que quizás mejor vomitase, para quitar las ganas.

La desmemorizadora se puso en pie, y rebuscó por el despacho de Sagitas. Cuando encontró lo que buscaba, lo acercó hasta Perenela.

- Es la papelera de tu madre, no creo que la importe - dijo Eledhwen, sonriendo un poco - después te tomas el Filtro de Paz, y un caramelito de menta, para el sabor, ya sabes...

Eledhwen se rascó un poco la cabeza, pensativa. Tenía aquella sensación como cuando se te olvida algo, y no sabes qué... Y encima tenía claro que era algo importante...

Buenos días, lo de los status creo que te puedo ayudar, o te explico cómo los encuentro yo XD

Mynerva, entra en tu perfil, y en las opciones de la izquierda, hay una cosa que pone "Profile feed", ahí aparecen tus status, y los que te ha dejado la gente. En el resto de perfiles, es igual. Espero haberte ayudado.

Saludos, pasad buen día!

PD: Yo volví al skin blanquito, porque no me pasa tanto con este lo de que se coma la línea espaciada (no sé ni cómo definirla XD).

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Escucharon las palabras de la joven indebida:

- Los quiero para mí.

Los globos comenzaron a moverse nerviosos, mirándose los unos a los otros, y el amarillo refunfuñón les susurró entre dientes:

- Ya os lo dije, es una secuestradora de globos...

El globo rosa, más pacificador, sonrió a la joven, y respondió a las preguntas de la chica, que se interesaba por quién era su dueño.

- Sherlyn, nuestra dueña es la dire Sagitas, y la queremos mucho, no queremos separarnos de ella...

Los globos asintieron al unísono. Y el globo naranja le explicó:

- A mí me conoció en una feria; quizás en una feria puedas encontrar otros globos. No serán tan encantadores como nosotros, claro está, pero seguro que los hay muy simpáticos...

El azul clarito le dió más información de interés:

- Hay un circo en el Callejón Diagon, seguro que allí venden globos, como en las ferias.

Por si acaso, se apachurraron contra el techo, y el globo verde, recogió el cordel, aspirando un poquito. El Departamento era su casa, y aunque estaban seguros de que Sherlyn les trataría como a reyes, ellos pertenecían a aquel lugar, aunque les utilizasen de zeppelin para lagartijas...