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Eledhwen

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Mensajes publicados por Eledhwen

  1. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Eledhwen intentaba mantener a su prima ergida, pero era difícil; Sagitas estaba medio desplomada, cubierta de sangre, y según había comprendido la Hufflepuff por sus palabras, no la escuchaba. Observó su oído, y descubrió sangre en el pabellón auditivo. Eled maldijo mentalmente. No sabía si era la sangre de su prima, a tanto no llegaba su capacidad vampírica. y menos ahora, con tanta mezcla de olores, que le hacía perder la concentración.

     

    - Tran qui la - vocalizó exageradamente, para que su prima leyese sus labios y comprendiese sus palabras - te ne mos que a le jar nos de a quí, ha cia la sa li da...

     

    Intentó dirigir a su prima hacia la salida, pero le fallaban las fuerzas. Miraba al aire, y gritaba a Xell que se alejase de allí, que bajase. La Hufflepuff miró hacia el lugar donde había visto a Xell por última vez, junto a la cabina telefónica. Allí seguía, pero no estaba sola. Parecía hablar con dos figuras; delante suyo, una mujer, vestida con un traje de chaqueta. Y detrás, alguien con capa, y con una capucha cubriéndole el rostro. Aquello dió mala espina a la desmemorizadora. ¿Necesitaría ayuda la Vladimir?

     

    Notó el peso del cuerpo de Sagitas tirando hacia abajo, y la recolocó. De repente, se encontró con su mirada. La directora de Accidentes la nombraba su sustituta en funciones, y comenzaba a darle órdenes, sobre qué hacer en aquel lugar. Eled la miraba con extrañeza, y negaba con la cabeza.

     

    - No, no, no, yo no sé mandar, eso es cosa tuya, venga, con un par de Episkeys estarás bien en un un santiamén... - intentó animar a Sagitas, aunque Eled había hablado tan deprisa que Sagitas no le habría entendido nada.

     

    Sagitas alejó su mirada, y encontró a Xell; la gritó que se agachase, e intentó ir hacia ella, arrastrando a Eledhwen consigo, pero ese esfuerzo hizo que las fuerzas le abandonasen por completo. La pelivioleta soltó su varita, y dió las últimas órdenes antes de desplomarse. Eled se dobló en un mal gesto para evitar la caída de Sagitas, y afortunadamente Matt llegó a tiempo, para ayudarle a sujetarla.

     

    Matt le preguntó qué tenía su madre, y que donde estaba Xell. Eledhwen se recompuso, y entre Matt y ella sujetaron mejor a Sagitas.

     

    - La cuestión es qué no tiene... - dijo pesarosa la Hufflepuff - y Xell.... - señaló con su brazo el lugar donde estaba la Vladimir.

     

    Allí, en la lejanía, Xell parecía estar en medio de un combate, y, si la vista no le fallaba a Eledhwen, parecía maniatada. ¿Qué debía hacer? ¿Salir corriendo a ayudarla? Pero la voz de Sagitas resonó en su cabeza: Elewdh... Evacuación... de heridos... Protección... de...

     

    Tragó saliva. Y comenzó a dar órdenes, mientras recogía la varita de Sagitas, y la metía en el bolsillo de su traje de chaqueta.

     

    - Matt, lleva a Sagitas a una zona segura, tengo que encontrar a una sanadora, estará por aquí, se llama Bodrik. Ella tiene que atender a Sagitas. Si ves a Sean y a Adrian, que establezcan un perímetro, y ningún muggle salga de aquí sin haber borrado de su mente todo esto. ¿Dónde demonios está Amya? ¿Y Perenela? ¿Dónde están el resto de indebidas, no llegaron todavía? ¡Y DÓNDE CO.. ESTÁ LA GENTE DE SEGURIDAD MÁGICA!

     

    Le daba igual que los muggles por allí tirados; la mayoría bastante tenían con intentar mantenerse vivos, como para prestar atención a una tipa con pelo azul que gritaba barbaridades mientras sostenía un palito con la mano.

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  2. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    No se paró a mirar si el resto le seguía; simplemente, corría, saltándose el bloqueo. Pasó por un agujero que había en la pared, y se quedó paralizada durante unos segundos. ¿Quién demonios había causado aquello? Tenía que ser alguien que odiase muchísimo a los muggles; incluso a los magos, porque aquella catástrofe iba a ser muy difícil de ocultar...

     

    Le adelantó una melena verde. Xell corría, gritando el nombre de Sagitas y de una señorita Weasley. La Hufflepuff entendió que Lisa debía haber llegado ya a King's Cross, algo lógico, porque había usado un traslador. Ella lo vió. Y ahora, estaría por allí.

     

    Desde fuera, escuchó a Perenela gritando "mamá", y a Matt preguntando si estaban bien. Adrian también estaba por allí, y Sean asomaba la cabeza por la ambulancia. Eledhwen se dió cuenta de que debía tomar el mando:

     

    - Pasad, entrad aquí, con mucho cuidado, el techo está dañado y puede caer cualquier cosa... - gritó, haciendo un movimiento con la mano, indicando que se acercasen, pero sin quitar el ojo a la gran viga que pendía sobre la parte central de la estación.

     

    Entonces la voz de Xell volvió a elevarse, entre los gritos de auxilio y los lamentos de dolor. Había localizado a Sagitas, y llamaba a voz en grito a los accidentosos. Eledhwen corrió hacia la directora. Se paró en seco, al notar el olor de la sangre, la sangre de su prima. Con los nervios, no se había percatado de la mezcla de aromas y olores. ¿En serio no podría tener un día plácido y normal en su etapa neófita?

     

    Pero se armó de valor. Se acercó a Sagitas, y murmuró:

     

    - No es tuya... - señaló con la varita toda aquella sangre - no es tuya... Sólo la de la cabeza, alguna brecha, algunos rasguños...

     

    Apuntó con la varita, que temblaba en su mano. Debía controlarse, y por mucho que tuviese una dosis de sangre en el bolso, no era el momento ni el lugar como para ponerse a beber. Tras unos segundos que parecieron horas, el temblor cesó, y lanzó el encantamiento sanador:

     

    - Episkey, episkey...

     

    Ayudó a su prima, poniendo su brazo en sus hombros.

     

    - ¿Estás bien? - le preguntó.

     

    Miró a su alrededor, haciendo una evaluación de los daños. Y descubrió a Xell, plantada, con los ojos cerrados, como si meditase.

     

    - ¿Pero se puede saber qué hace?

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  3. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

     

    Los dos desmemorizadores se acercaron hasta Perenela, Xell y Matt.

     

    - ¿Qué ha sucedido? - preguntó Eledhwen, a modo de saludo, mirando alrededor. No tenía palabras para describir aquello, pero el caos no parecía deberse a un accidente ferriovario. Prefirió desviar la mirada, y examinó a Perenela, que parecía encontrarse bien, o al menos lo suficientemente bien como para trabajar - Me alegra verte por aquí - le susurró la Hufflepuff a la nueva empleada del Cuartel.

     

    Xell, que parecía haber hecho un gesto de fastidio al verlos llegar, le indicó a Eledhwen la ubicación de Sean; el nuevo desmemorizador estaba dentro de una ambulancia, ya trabajando.

     

    - Me alegra que lo del Tripas no le haya traumado... - murmuró para sí.

     

    Miró hacia Sean, y levantó el dedo gordo de la mano, en un gesto de aprobación. Afortunadamente, di Spinetto ya había sido desmemorizador, por lo que conocía los entresijos de la desmemorización.

     

    Al ver que sus compañeros de departamento no se movían, Eledhwen frunció el ceño, impaciente.

     

    - ¿Estamos esperando algo? ¿Dónde están Sagitas y Amya?

     

    De repente, se escuchó otra deflagración, que afectó al techo. Varios cascotes cayeron hacia el suelo, y una gran viga de hierro forzado se balanceaba peligrosamente, a punto de desprenderse sobre varias cabezas (una de ellas anaranjada).

     

    - En serio, me gusta el sofá de dirección, pero no a costa de que mi prima se muera - comentó, y salió corriendo hacia el lugar donde estaba Sagitas, varita en mano.

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  4. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Tras deslizarse por la colchoneta proveniente del Departamento de Accidentes Mágicos y Catástrofes, Eledhwen se puso en pie en el Departamento de Criaturas. Miró alrededor, y luego hacia arriba. Chasqueó la lengua. No le extrañaba que tuviesen mala fama en el Ministerio, si se dedicaban a agujerear los techos o los suelos mes sí, y mes también.

     

    - Bueno, ya que estoy por aquí... - murmuró, y tras musitar unas disculpas, decidió realizar ciertos trámites en la cuarta planta.

     

    Uno de esos trámites quería haberlo hecho con Taurogirl, la directora de aquel lugar, a la que invitó a la tercera planta para hablarlo en su despacho, pero la aparición de Jack el Destripador había tirado por la borda cualquier intento. Eledhwen esperaba que Tauro estuviese bien y no se hubiese enfadado (demasiado) con Eledhwen. Apreciaba a la mujer de cabellos azulados (ahora compartían color de pelo), y en ningún momento la hubiese invitado de saber cómo terminaría todo aquello.

     

    Caminó hasta la zona de recepción, y se atusó los cabellos. También se pellizcó las mejillas. Desde que era vampiro estaba siempre pálida, pero teniendo en cuenta que por allí trabajaba el apuesto Bertrand, no quería perder la oportunidad de aparecer adecentada.

     

    - Buenos días - saludó, observando a los empleados que laboraban por el lugar.

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  5. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Eledhwen caminaba a paso rápido hacia la Estación de King's Cross. Iba meditabunda, pensando en las palabras de su prima, transmitidas por el patronus en el Callejón Knockturn.

     

    - ¿Muertos, ha dicho recoger muertos? - murmuraba para sí, ajena al ruido de sirenas de policía, ambulancias, gritos de la gente, carreras y encontronazos de la gente caminando apresurada, o más bien huyendo.

     

    No se dió cuenta de la magnitud de la situación hasta que llegó a las inmediaciones de la Estación. Los muggles desplegaban sus sistemas de emergencia; hospitales de campaña, puestos de control de policía... También levantaban un perímetro, apartando a los curiosos y a los periodistas. La Hufflepuff comprendió que le resultaría difícil colarse en la Estación, sobretodo tal y como iba vestida, con una túnica normal. Miró a su alrededor, buscando una solución.

     

    Y no encontró una solución, sino un cabello rubio pollo. Adrian también parecía vigilar, y la Hufflepuff pensó que estaba a punto de echar a correr para saltarse el cordón policial. Le agarró del brazo, y le metió en una ambulancia.

     

    - ¿Qué tal andas? - le preguntó la Hufflepuff, mientras se colaba en los asientos delanteros, y mangaba un par de chaquetas de técnicos sanitarios.

     

    Le ofreció una a Adrian, y mientras ella se ponía la otra, observó su rostro con el ceño fruncido. Lo último que recordaba era que el Wild se ponía a buscar alguna muestra de sangre en el Cuartel. Después, todo fue un caos. Afortunadamente, el tema del Destripador se resolvió satisfactoriamente. Pero no sabía si Adrian había tenido tiempo de reponer "energías". Ella había pasado por el Bloody Mary antes de ir al Callejón Knockturn, por lo que de momento estaba bien. Aún así, había tomado un par de botellitas extra, para llevar en el bolso, en una nevera plegable. Rebuscó en su bolso, y le ofreció una botella.

     

    - Venga, vamos para allí, no sé qué narices ha pasado, pero Sagitas hablaba de muertos - le explicó a su compañero desmemorizador.

     

    Ataviados con las chaquetas del personal sanitario, caminaron con decisión hacia el cordón policial, tras haber salido de la ambulancia. Los policías muggles no les pusieron ningún impedimento, tras ver sus vestimentas.

     

    Al entrar en la zona principal de la Estación, pudieron comprobar la magnitud de la catástrofe...

     

    - Al final esto de los pelos de colores ha sido de ayuda - dijo Eled a Adrian, señalando con la mano el lugar donde una melena verde y una cabeza rosa chicle, parecían esperar.

     

    Xell y Matt estaban acompañados de Perenela, y a Sean no le localizaba de primeras, pero supuso que andaría también por allí.

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  6. Gracias por tu respuesta, Ainé, pensé que quizas era cosa mía, pero como antes lo hacía así y funcionaba, pues seguí haciéndolo, hasta que el otro día al revisar los posteos de los empleados usé el control + clic desde word, y me empezaron a aparecer los errores. Cambié del link del simbolito al del número pero también...

     

    Nada, pues copiaré el link de la página de la barra del explorador y anotaré el número del posteo, así si hay que revisar, lleva a la página y luego es cuestión de revisar el posteo.

     

    Saludos.

  7. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Había tenido que dejar la ligera protección del portal, porque una vieja desdentada se le había acercado gritando que aquel lugar era suyo, y la había zarandeado por el brazo. Eledhwen, aún tentada de lanzar otro Desmaius, se deshizo del agarre de la vieja, y se alejó. Sabía, por la mirada de la mujer, que no estaba bien de la cabeza (ya fuese por la edad, o por el efecto de la posible sustancia que inundaba la alcantarilla y el aire).

     

    No se paraba en ningún lugar, caminaba junto a la pared, evitando a la gente, que parecía fuera de sí, y se enzarzaba a la gresca por cualquier nimiedad.

     

    Fue entonces cuando escuchó un aleteo, y su patronus se posó en su hombro. Eledhwen sonrió:

     

    - Me alegra verte - susurró.

     

    El petirrojo comenzó a hablar con la voz de Sagitas:

     

    Pásale este mensaje a Eledhwen: "No estés sola. Si no hay policías mágicos, sal de ahí. Knockturn es un lugar mágico, no nos corresponde. Si afecta a muggles , prepararemos una excusa con lo que nos informe el equipo de seguridad mágica pertinente, pero nosotros actuamos después de ellos. NO ANTES. Y las excusas las podemos montar aquí mientras recogemos cadáveres. Ven cuanto antes a King Cross, hay mucho trabajo que hacer en la estación."

    Según finalizó de trasmitir el mensaje, se evaporó en el aire. La desmemorizadora murmuró aliviada para sí:

     

    - No hace falta que me lo digas dos veces, jefa.

     

    Y se dirigió a la salida del Callejón con rapidez, para salir cuanto antes del lugar. Esperaba que los de seguridad llegasen pronto, porque si no se armaría parda...

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  8. PETIRROJO, PATRONUS DE ELEDHWEN

     

    El ave plateada recorrió la distancia que separaba el Callejón Knockturn de la Estación de King's Cross ayudándose de las nubes, para evitar ser visto. Sabía que un petirrojo plateado llamaría la atención, por lo que se escurría entre la niebla mojada, y se movía rápido entre las chimeneas de los edificios.

     

    Escuchó un ruido fuerte según se acercaba a la Estación; también distinguía gritos y ruidos, golpes, incluso pequeñas explosiones, secundarias a una mayor, que había sido la causante del ruido principal. Se aprovechó de una nube de humo que brotaba de la Estación, y descendió por ella introduciéndose en el lugar.

     

    Allí, el caos reinaba por todos lados. Lograba distinguir las personas no mágicas de las que sí lo eran, aunque el número de estos era muchísimo más inferior al de los muggles. Se parapetó tras una papelera; afortunadamente, tras pasar por la nube de humo, su color plateado había tornado a un gris oscuro, por lo que podría pasar por un gorrión, o una golondrina.

     

    Localizó a su destinataria; caminaba con decisión hacia lo que parecía la zona más caótica. Alzó el vuelo directo a ella, y se le posó en el hombro. El petirrojo abrió la boca, y de ésta surgió la voz de Eledhwen.

     

    Sagitas, estoy en el Callejón Knockturn; una empleada del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, una tal Rachel Brice, advirtió a los globos de que algo malo había sucedido, algo de un vertido a la red de alcantarillas, provocando el caos, y con el riesgo de que ese producto se filtrase hacia la red de saneamiento muggle. Pasé a investigar, antes de ir a King's Cross, y he podido comprobar que el ambiente en la calle no es de lo más agradable, aparte de que efectivamente hay algo vertido en las aguas fecales. ¿Sigo por aquí o voy hacia King's Cross? No veo nadie de los del Escuadrón en los alrededores.

    El pajarito lanzó un trino melodioso, dando por finalizado su mensaje. Si la mujer no le daba ninguna orden, desaparecería.

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  9. Hola, esto es una pregunta que igual resulta tonta, pero es que yo como no controlo demasiado, prefiero preguntar.

     

    En la versión antigua, al clicar en el numerito del posteo, aparecía el link. Ahora, además del numerito, hay un simbolo de esos de compartir. Se supone que el link es el mismo (al menos, los he pegado en word los dos, y quedan igualitos). Por ejemplo, del posteo de Jank anterior al mío:

     

    #188: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=102234&p=4582118

     

    Simbolito: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=102234&p=4582118

     

    La cosa es, que yo ahora, pego esos enlaces en word, por ejemplo cuando llevo el registro de los posteos de los empleados a mi cargo, y si clico sobre el enlace, para que se active el hipervínculo, dando ctrl+clic, me aparece el siguiente recuadro:

     

    http://vvcap.net/db/5GKPEyIphEyhs6Ekk5a-.png

     

    Tanto con uno, como con el otro. Antes no me pasaba, ¿tiene alguna explicación, o paso de ello directamente?

    Gracias.

  10. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Le costó encontrar la entrada al Callejón Knockturn. Era la primera vez que pasaba por aquel sitio, y Eledhwen se arrebujó en su capa. Llevaba su varita en el bolsillo, agarrada con fuerza, y preparada para sacarla en cualquier momento. Los rumores que había oído sobre aquel lugar, no eran demasiado de su agrado.

     

    Pasó bajo un arco de piedra, y enseguida notó que, a pesar de estar al lado del Callejón Diagon, aquel laberinto de calles y oquedades era totalmente diferente al principal. Descubrió a algunas personas en las sombras. Un par de ellas se peleaban a puñetazo limpio. Otra gritaba despavorida, mientras avanzaba a pasos torpes. ¿Eso sería siempre así, o ciertamente allí había sucedido algo?

     

    Se concentró en las palabras que habían repetido los globos parlanchines, según se las habían escuchado a Rachel Brice Crouchs, empleada del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica.

     

     

    ... Una extraña sustancia ha sido vertida en las alcantarillas del Callejón Knockturn, y al parecer esta produciendo cierto Caos... Se ha informado sobre comportamientos extraños y violentos. Supongo que se teme que podría llegar a alcanzar a las ciudades Muggles ...

     



    Eledhwen observó a su alrededor, y descubrió una tapa de alcantarilla por el suelo, fuera de su lugar. Cerca de allí, el agujero de la alcantarilla suponía un peligro para cualquiera que pasease despistado. Aunque por allí no parecía que nadie pasease despistado. Todo el mundo parecía tener un objetivo.

     

    Se acercó hasta la alcantarilla, y miró en su interior, con cuidado. Observó unos pares de ojillos rojos, pertenecientes a ratas, aunque los roedores parecían estar peleándose entre sí. Y ese olor... Le dió mal fario, por lo que dejó de respirar inmediatamente. En ese momento pensó que era una suerte no precisar oxígeno para vivir, una ventaja de ser vampira.

     

    Sacó un frasquito vacío de recuerdos, y, con un movimiento de varita, lo hizo flotar por la alcantarilla, hasta alcanzar el líquido del fondo. Recogió una muestra, y subió de nuevo el frasco. Le puso un tapón, y lo agitó. Después observó.

     

    El agua estancada y los sedimentos se quedaban en la parte inferior, pero en la superior flotaba un líquido más denso, de un tono de color diferente. La Hufflepuff frunció el ceño, pensativa.

     

    Reaccionó con rapidez. Había visto una sombra reflejada en el suelo, que se acercaba hacia ella. Se giró, justo antes de que un tipo se le abalanzara, con las manos adelantadas, con intención de estrangularla. Eledhwen quedó sentada en el suelo, pero con la varita levantada contra aquel tipo, que tras trastablillar, recuperó el equilibrio, y se abalanzó de nuevo hacia ella.

     

    - ¡Te mataré! - gritó.

     

    Eledhwen movió la varita:

     

    - Desmaius

     

    El tipo salió lanzado hacia detrás, y quedó tumbado en el suelo, justo al lado de la alcantarilla. La Hufflepuff, estupefacta por lo que acababa de suceder, recogió el frasco con la muestra, ya que del susto se le había caído al suelo, y se lo guardó en el bolsillo.

     

    Miró a su alrededor, y comprobó que la gente se peleaba entre sí, como si estuviesen bajo los efectos de algo. Entonces chasqueó la lengua, y murmuró:

     

    - En buena hora vine sola...

     

    Se apartó hacia una pared, y se intentó ocultar en un portal. Buscó con la mirada a alguien con pintas de funcionario. ¿Dónde estaban los de Aplicación? Negó con la cabeza, y alzó la varita:

     

    - Expecto patronum.

     

    Un petirrojo plateado apareció en el aire, y volando, se acercó hasta ella y se le posó en el hombro.

     

    - Lleva a Sagitas el mensaje siguiente - Eledhwen susurraba un mensaje a su patronus. Cuando finalizó, el pajarito plateado alzó el vuelo hacia el cielo...

     

     

     

     

    OFF: Me salté el rol de la Orden, porque supuse que no tenía relación con el de la contaminación de la alcantarilla.

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  11. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    - ¿Ves? Es muy fácil... - asintió Eledhwen, mientras escuchaba a Sagitas ofrecer una disculpa al grindylow - ahora, Krumito, acepta sus disculpas, venga...

     

    La Hufflepuff hablaba con voz suave y melodiosa. Estaba haciendo muchos esfuerzos por no gritar. Seguía de mal humor, aunque no quería mostrarse así. Supuso que sería por la falta de sangre.

     

    Un lobo plateado se acercó hasta Sagitas, y dejó un mensaje, con la voz de Matt. Eledhwen miró preocupada a Sagitas, olvidando todo gesto de reproche. Las palabras del Blackner eran muy graves.

     

    - Habrá que ir para allá, ¿no? ¿Tú terminaste la reunión en la Sala de Prensa, o tienes que volver para allí?

     

    Sagitas le pidió que llevase a Krumito a su tanque, para así devolver su cajón a su sitio. Eledhwen no sabía si tras la mojadura el cajón serviría de algo, pero se encogió de hombros, y tomó en brazos el cajón. Krumito se arrellanó sobre la madera, comodón.

     

    De repente Perenela habló con una voz parecida a la de la niña del exorcista, y Eled observó que el color de sus ojos había cambiado. A su vez, del pasillo llegó un grito de Amya, diciendo que renunciaría. La Hufflepuff apretó los dientes, pero Sagitas la dió paso, y Eled ejerció de jefa, algo que no le gustaba demasiado, pero no quedaba otra:

     

    - Perenela, lo siento mucho, pero si no estás en condiciones de trabajar, vete a casa a descansar. Como dice la directora - evitó la palabra madre - hay que ir a Kings Cross, así que como veas... - y después comenzó a susurrar - y te aseguro que tu transformación no me supondrá ningún problema, ahora mismo soy una vampira neófita muy pero que muy enfadada...

     

    Tras esas palabras, abandonó el despacho de Dirección, rumbo a Desmemorizadores. Dejó a Sagitas en el Hall, intentando desbloquear el cierre de emergencia. Eled, en el pasillo, se encontró con Amya y el resto de empleados, y comenzó a informarles de la situación reinante en la Estación de trenes.

     

    - Chicos, hay que ir a King's Cross pero ya - les dijo con voz grave - Xell y Matt están allí, y dicen que la situación es caótica, con heridos y... - tragó saliva - muertos muggles. La magia está detrás del asunto. Así que prepararos para trabajar, ¿de acuerdo?

     

    Se acercó a Amya y la susurró:

     

    - Tú y yo nos vemos con Sagitas en el Atrio para trazar un plan, ¿vale?

     

    La Hufflepuff caminó hasta el Cuartel y dejó al grindylow en su tanque de agua, recién cambiada. Y apoyó el cajón sobre la moqueta, para que expulsase el agua.

     

    - Lléveme con ustedes, jefa - le suplicó Krumito.

     

    Eled negó con la cabeza:

     

    - No podemos cargar con una piscina, lo siento, pero a la vuelta te lo contamos todo, ¿de acuerdo?

     

    Dejó al grindylow soltando tacos y maldiciones, pero no podía hacer nada más. Al asomarse al Hall, vió que las puertas seguían bloqueadas, y que Sagitas desaparecía por el suelo. Ahogó un gritito, pero antes de hacer nada, se asomó, y vió un boquete en el suelo, dotado con una barra vertical, y un tobogán inflable. Sonrió, no le quedaba otra.

     

    - ¡¡¡Eyyyy!!! Las salidas de siempre siguen bloqueadas, salid de Accidentes por este boquete, ¡y tened cuidado! - gritó a los empleados.

     

    Antes de arrojarse por el agujero, los globitos la llamaron:

     

    - Oiga, oiga, venga aquí, venga aquí...

     

    Eled se quejó:

     

    - Tengo prisa, globos...

     

    Pero siguieron insistiendo:

     

    - Pero es grave, una hecatombe, el caos, peligro inminente, el juicio final, los jinetes del apocalipsis, el armageddon muggle.

     

    Eledhwen les observó con curiosidad; ¿de dónde sacaban aquellas palabras? Finalmente, se acercó, y los globos le contaron algo. La bruja frunció el ceño, más preocupada aún, y se dirigió al agujero. Tras observar la barra y la colchoneta, se decantó por la segunda, y abandonó la tercera planta.

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  12. http://i1028.photobucket.com/albums/y348/AmyaAn/Ministerio%20de%20Magia/EVENTOS%20MM/EspecialHALLOWEEN/_3-Eled_zps35cf8553.png

    Pulsó varias veces el botón de la tercera planta, pero el ascensor le había llevado hasta el Atrio, y de allí no se movía.

     

    - ¡Pero que yo quiero ir a la tercera planta! - exclamó quejándose, y siguió pulsando el botón.

     

    Entonces, la voz femenina del ascensor, la respondió:

     

    ... esa planta no existe para el ascensor, es una planta non grata y no paramos allí ... como siga pulsando el botón, soltaré una descarga eléctrica ...

     

    La Hufflepuff abrió la boca, anonadada, y miró a su alrededor. ¿De qué iba ese ascensor? Flipando, salió del elevador, y un montón de gente entró en su interior. Las puertas se cerraron, y el elevador se puso en marcha.

     

    - Pero... ¿qué? - seguía preguntándose la desmemorizadora.

     

    Finalmente, se puso en marcha. Trazó su recorrido, alterado ahora tras la imposibilidad de ir a Accidentes. Tenía que ir directa a King's Cross, pero necesitaba alimentarse, algo de líquido para reponer fluidos (y calmar la sed). ¿Y si daba un rodeo? Total, en la Estación de Tren estaría el resto de empleados, porque ella se retrasase un poco no pasaría nada, había tres desmemorizadores, y tenía confianza plena en ellos.

     

    Y así puedes pasar por el Callejón Knocturn y comprobar lo que te comentaron los globos, dijo una vocecilla en su cabeza. Frunció el ceño.

     

    Antes de abandonar el Departamento de Accidentes, horas antes, los globos parlanchines habían dicho algo sobre un aviso dado por una tal Rachel Brice Crouchs, del Escuadrón para la Aplicación de la Ley Mágica, sobre un vertido peligroso en el alcantarillado del Callejón Knockturn. Pensó que la estarían vacilando, pero pasaría por si acaso por el lugar, por si acaso los globos decían la verdad.

     

    Con esa idea, tras pasar el control de varitas, abandonó las instalaciones del Ministerio de Magia por los accesos de los urinarios públicos, rumbo al Callejón Knockturn...

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    Eledhwen puso los ojos en blanco ante la inocente pregunta de su prima; ¿por qué la gente no captaba su ironía? Debía controlar su humor, que cada vez estaba empeorando. Aquello de ser vampira era como tener las hormonas revolucionadas, con la diferencia de que sus hormonas estarían muertas, o inundadas de ponzoña. Igual aquella era la explicación.

     

    Ignoró por completo el comentario de Sagitas; ella había sido sanadora, así que su prima no iba a darla explicaciones. Pero accedió a responder al resto de preguntas:

     

    - Tu varita ni idea; Jack el tuyo está por aquí, guiando a las aprendices; el tripas, calculando su edad temporal, estará más que muerto, ya que lo dejamos en su época; el lavabo seguirá sucio; y el elfo... huummmm - Eledhwen saboreó el olor de la sangre de la criatura, y luego se encogió de hombros - ni idea de dónde está... - miró alrededor, y descubrió el cuerpecito.

     

    Se acercó, y buscó el pulso en el cuello, intentando evitar los restos de sangre. Tragó saliva, intentando concentrarse. Y de repente encontró un latido.

     

    - ¡La leche, está vivo! - exclamó, totalmente sorprendida - Episkey, Episkey, Episkey, Episkey, Episk...

     

    De repente el elfo abrió los ojos, totalmente aterrorizado. Y no dió tiempo a más, porque tras un crac, el elfo se desapareció. Eledhwen se encogió de hombros, y murmuró:

     

    - No me extraña que huya, yo también lo haría...

     

    Se giró hacia Sagitas, que seguía haciendo preguntas.

     

    - No hay bruma; no tengo ni idea; lo más seguro que sí; parece algo sedada, será por el Filtro de paz; no tengo Predictors a mano, lo siento.

     

    Sagitas habló con su hija, y luego la gritó que si había provocado una sobredosis a Perenela. Eledhwen frunció el ceño, ofendida:

     

    - Yo le dí la dosis normal para un adulto, de esas que sueles tomar tú.

     

    La pelivioleta le pidió que la ayudase a trasladar a Perenela hasta el sofá de su despacho, y Eledhwen accedió a regañadientes. Antes de salir de la Sala de Juntas, se giró hacia las aprendices:

     

    - Venga chicas, fuera de aquí, hay que salir a airearse un poco...

     

    Por el pasillo se encontraron con Amya, que vagueaba tirada en el suelo (¿tenía una suela de zapato marcada en la espalda?), y con May, Babila, Sean y Adrian. La directora se puso en plan directora, y comenzó a dar órdenes a diestro y siniestro. Eled aguantaba uno de los brazos de Perenela, e intentaba no pensar en nada.

     

    Fueron hacia el Despacho, y allí comenzaron de nuevo los gritos. Eled arrugó la nariz:

     

    - No chilles, estoy aquí, al otro lado de tu hija.

     

    Tuvieron que hacer un movimiento para evitar el sofá que acudía lanzado al Accio, y finalmente acostaron a la Grindelwald en el sofá. Sagitas comenzó a rebuscar, y gritó de nuevo. Eledhwen deseó lanzarle un Silencius, pero quizás se consideraría agresión a un superior. De repente sintió un gran amor por su grindylow, porque había sacado de sus casillas a Sagitas.

     

    - Krumito mío, ¿qué te pasó? ¿Qué haces aquí? ¿Quién te trató mal?

     

    Le acarició la cocorota calva.

     

     

     

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    KRUMITO, GRINDYLOW

     

    Krumito miró a su jefa asombrado, mientras sentía su mano por la cabeza. ¿Por qué tanta amabilidad? Ésta se ha fumado algo fijo, pensó para sí, pero sonrió amable a la desmemorizadora.

     

    - Jefa, me tratan como a escoria, primero con palabras amables, ¡y ahora me acusan de espía? Esto es un ultraje, que lo sepa...

     

    El grindylow puso cara de ofendido, y comenzó a relatar su sufrimiento:

     

    - Me sacan a la fuerza de mi tanque, paso por debajo del quicio de una puerta, vuelo por los aires, aterrizo en la cabezota de la Adler, luego me introducen a la fuerza en un tanque más pequeño que las medidas recomendadas por la sociedad protectora de animales británica, luego me pasean, me traen aquí, y me pasan del tanque de medidas reducidas, a este cajón de madera de pino ¡DE MADERA DE PINO!

     

    La desmemorizadora le sonrió amable. Jo, la transformación vampírica la había dejado tonta perdida.

     

    - Y para terminar de rematar la humillación, Babila me obligó a la fuerza a expulsar tinta. Se me van a traumar las gónadas productoras de tinta, y ya verá... No podré tener hijitos...

     

    Observó a Eledhwen enarcar una ceja, y comprendió que se había pasado. Así que carraspeó, miró a la pelivioleta, y la señaló con un dedo:

     

    - Yo no he espiado nada, ha sido el secretario, los papeles de alto secreto a los que se refiere, están ahí, en el suelo, debajo de sus pies, sujetos por un plumier que puso la rubita, la única cabal... - notó la mirada de Eledhwen y añadió petulante - aparte de usted, jefa, por supuesto...

     

    Observó cómo su jefa ponía los brazos en jarras, y con mirada altiva, le decía a la pelivioleta:

     

    - ¿Alguien se merece una disculpa, no?

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    Eledhwen se frotaba la ropa, medio estropeada. En serio, debería quitarse aquel vestido si no quería que la detuviesen en el Atrio por desacato. Se puso en pie, y rebuscó en un armario, buscando una capa, mientras escuchaba a Sean, comentar sobre el recuerdo y la ocasión perdida de que lo analizaran los inefables. Eled, sacando una capa, que se puso sobre el vestido, sintió un repelús:

     

    - Yo no quiero saber nada de ese tío, ni mediante las películas muggles - comentó.

     

    Observaron a May y a Adrian aunque el Wild apareció en el pasillo, y quedó sobre Babila. Eled frunció el ceño:

     

    - Dejad de jugar al caballito, hay que comprobar como está el resto del personal.

     

    Mientras Sean le preguntaba al recepcionista si él había tenido algo que ver con la bruma que había caído en el Pensadero, Eledhwen salió al pasillo, medio saltando por encima de Adrian y Babila, que se incorporaba en ese momento. Se encaminó hacia la sala de juntas, buscando a la gente.

     

    Justo cuando se disponía a entrar, se encontró por el camino con Jack (el bueno), que guiaba a Sherlyn, a Atria, y a una joven a la que no conocía, pero que había visto en el Hall cuando empezó todo el lío junto a May. Eledhwen miró al marido de su prima, y preguntó, con gesto preocupado:

     

    - ¿Todo bien?

     

    Las chicas no parecían tener ningún daño, pero no se fiaba. Entonces, asomó el cuerpo por el quicio de la puerta, porque había escuchado la voz de la directora del departamento quejándose. Sonrió aliviada.

     

    - No queremos que te mueras, ya hemos comprobado que es imposible matarte - y se acercó, sacando su varita, y lanzando un Episkey al profundo corte que tenía la pelivioleta en el abdomen. A su lado, estaba Perenela, con rostro somnoliento.

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    Sean parecía estar conforme con lo de no matar a Jack el Destripador, al menos decía que no podían hacerlo. Eledhwen asintió:

     

    - Nos convertiríamos en lo que es él - murmuró la Hufflepuff, aún luchando en su interior con las ganas de desgarrar la garganta al tipo.

     

    Pero May parecía contrariada, y dijo que aquello sería muy aburrido. Eledhwen no pudo reír, una carcajada grande, como hacía tiempo que no reía.

     

    - Ya, claro, pero por algo somos funcionarios ministeriales - comentó Eled, cuando terminó de reír.

     

    Se suponía que los funcionarios ministeriales no eran asesinos, ¿no? No al menos en su tiempo de trabajo, pensó. Y descubrió a May haciéndose a un lado, para dejarle paso.

     

    Eledhwen levantó la varita, y apuntó al muggle, que literalmente, se hizo pis en los pantalones. Eledhwen compuso un gesto de desagrado, y el Tripas perdió un montón de puntos en cuanto a la atracción sanguínea se refería. Ni las palabras le salían. La Hufflepuff se concentró, y se disponía a lanzar el encantamiento del olvido, cuando May interrumpió. Eled frunció el ceño, ligeramente molesta, pero entendió que la pregunta era importante. Pensó durante un momento, y después respondió a la vampira:

     

    - Esto es lo que hicieron otros magos años antes, y funcionó, porque dejó de matar. Simplemente, desapareció de la historia, los asesinatos cesaron - comentó Eledhwen, con voz queda - Ahora ha vuelto a la vida, o a punto ha estado, por un cúmulo de circunstancias nefastas... - los perfumes de Babila debían de quemar la piel, llevasen lo que llevasen - ... pero si volvemos a hacer lo que otros ya hicieron, no tiene porqué no funcionar.

     

    Esperaba que la respuesta hubiese valido a May. Miró a Sean:

     

    - Supongo que no se te habrá olvidado la palabra mágica - dijo sonriendo, y después miró a Jack el Destripador - Obliviate

     

    Esa vez no se molestaría en guardar los recuerdos del asesino en serie, no quería que el futuro se repitiese el incidente. Extrajo todos los recuerdos de Jack, y el rostro del asesino mutó, dejando paso a una cara somnolienta, atontada, y despistada. La Hufflepuff habló con calma:

     

    - Has sufrido un accidente, por lo que todos tus recuerdos de tu vida anterior han desaparecido. A pesar de ello, nunca tendrás interés en recuperarlos. Dedicarás tu vida a hacer el bien, ayudar a las personas, sobretodo a las mujeres y los niños. Y nunca tendrás el impulso de causar daño o hacer el mal. Ahora abandona Londres, y no vuelvas nunca más.

     

    La desmemorizadora se giró hacia sus colegas:

     

    - ¿Añadiríais algo más? Estamos a tiempo, no quiero dejar ningún cabo suelto.

     

    De repente, se quejó, llevándose una mano al estómago, mientras una especie de niebla gris apestosa aparecía por el lugar.

     

    - Agghh, ¡duele! - exclamó, sintiendo que un gancho tiraba de ella, de su ombligo, de su centro de gravedad. Y voló.

     

     

     

     

     

     

    ---------------

     

     

     

     

     

     

    Cayó de bruces en un suelo enmoquetado. Levantó la vista, y lo primero que vió fue a Zancas, corriendo hacia una puerta. La lagartija se volvió, la miró, y le sacó la lengua. Después, desapareció por el pasillo.

     

    - ¿Hemos vuelto? - se preguntó, mirando desde el suelo, y descubriendo que estaba en el Cuartel de Desmemorizadores de nuevo.

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    Eledhwen caminaba tras Lisa, en silencio, ya que la Weasley parecía concentrada en sus pensamientos. La Jefa de Seguridad llamó al ascensor, y parecía ensimismada. Por eso Eled no quiso interrumpir nada, y pasó a pensar en sus cosas. Tendría que ahorrarse el viaje a Accidentes antes de ir a King's Cross, aunque realmente necesitaba tomar algo de sangre. Debía encontrar el escondite de Adrian, seguro que tendría alguna bolsita escondida por ahí.

     

    El sonido de la llegada del ascensor hizo levantar la vista a la Hufflepuff. Las puertas se abrieron, pero Lisa parecía no haberse percatado de ello.

     

    - Ehh, ya podemos entrar... - musitó Eledhwen.

     

    Observaba a Lisa, que estaba sin estar, y frotaba un bonito colgante. De repente, una intensa luz salió del abalorio, y la Hufflepuff se apartó, metiéndose en el ascensor.

     

    - Adiós - murmuró, algo desconcertada, con el pensamiento de que la Weasley ni siquiera la habría escuchado.

     

    Lo más seguro que aquel colgante era un traslador. Por un lado, era mejor para Eledhwen, así podría pasar por la tercera planta, y ese botón fue el que pulsó dentro del elevador.

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    La Jefa de Seguridad le felicitó por el trabajo realizado, y también por la rapidez con lo que lo había llevado a cabo. Eledhwen sonrió agradecida:

     

    - Es mi trabajo, gracias - murmuró.

     

    Observó a la Weasley que se giraba ante sus compañeras, y les decía que comenzasen el interrogatorio. Eledhwen sintió aliviada que su labor ya había terminado. Pero Lisa se giró hacia ella, y habló en plural sobre ir a la Estación de Trenes. Una vocecita dentro de la cabeza de la Hufflepuff se lamentó; no podría subir a Accidentes a reponer "fuerzas".

     

    Heliké, antes de que Lisa pudiese leer el memo volador, se acercó a la Weasley comenzó a hablar con ella. La Hufflepuff, para no resultar metiche, se quedó mirando al detenido, pero después volteó la mirada, no quería tener ningún detalle en su mente. Así que se quedó mirándose en el espejo. Definitivamente, debía quitarse el tono azulado del cabello... Frunció el ceño; ¿habría alguien detrás del espejo?

     

    Las palabras de Lisa la sobresaltaron:

     

    - Esto es la guerra.

     

    Eledwhen la miró con una mezcla de preocupación y curiosidad. ¿Tan grave era el asunto? Agarró con fuerza su varita. Entonces Lisa Weasley se puso en marcha, y la desmemorizadora salió disparada tras ella, no sin antes despedirse de Heliké y la otra mujer (Alicia Spinnet).

     

    - Buena suerte - dijo, refiriéndose al detenido - nos vemos.

     

    Y salió de la habitación tras Lisa.

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    Eledhwen terminó de hablar, y miró a las brujas, buscando su aprobación. La palabra salió de la boca de la Weasley.

     

    - Perfecto.

     

    La desmemorizadora asintió, y se acercó hasta el retenido. Puso su varita sobre la sien derecha, y el hombre, al notar el contacto, se movió inquieto. Eledhwen le sujetó el hombro, y le clavó las uñas, aunque hubiese preferido decirle que se estuviese quieto, que aquello no le dañaría. Pero como tenía cubierta la cabeza parcialmente, no la habría escuchado, así que ahorró palabrería. Además, las uñas funcionaron, o el ver que el contacto de la varita no le dañaba, porque se quedó quieto.

     

    Lisa le explicó lo que harían de funcionar el procedimiento. Eledhwen no quería saber gran cosa. Ella haría su trabajo, y después, que el resto hiciese el suyo.

     

    Cerró los ojos, y a través de su varita, comenzó a observar la mente del hombre, que, como pudo percatarse, era vampiro, al igual que ella. De haberlo tenido, hubiese utilizado un Pensadero, algo más cómodo, pero logró adentrarse en la memoria, en el mar de recuerdos.

     

    Descartó los que no le interesaban, y buscó los últimos, los más frescos, y los observó. Ahí estaba.

     

    ... El Primer Ministro, a pleno día, rodeado de un equipo de seguridad, por lo que no se acercó a saludarle, simplemente le contempló de lejos, además de que el sol de poco más del mediodía le dañaría la piel, dada su condición de vampiro. Se citó con un transportista, y mientras arreglaba cuentas con éste, volvió a ver al señor Malfoy, llamándole la atención que estuviese solo esta vez, sin nadie alrededor. Unos diez minutos después, arreglado el problema con el transportista, miró hacia el lugar donde había visto al Ministro, pero ya no estaba...

     

    Eledhwen repasó aquel recuerdo, una y otra vez, y entonces lo notó. Demasiado apresurado, todo demasiado apresurado. Se notaba un ligero salto en los acontecimientos, la muesca que buscaba. Quien insertó aquel recuerdo falso, había hablado demasiado rápido.

     

    Ya eres mío, pensó Eledhwen, y abriendo los ojos, tiró de la varita. Un hilo plateado quedó unido a la punta de la varita, y lo fue sacando poco a poco de la cabeza. La Hufflepuff rebuscó en su capa, y encontró un pequeño frasco de píldoras vacías en uno de los bolsillos. No era el reglamentario, pero serviría. Y total, aquel recuerdo era una farsa.

     

    Introdujo el recuerdo extraído en el frasco, y se lo ofreció a Lisa.

     

    - Es el falso, por si lo necesitais como prueba - dijo, y se giró hacia el hombre - la memoria es vuestra, supongo que lo que buscais, estará ahí, yo no he querido indagar más, sólo he buscado el recuerdo insertado, y lo he sacado.

     

    A veces lo mejor era no saber demasiado. Y por ello pasó a contestar la pregunta de Lisa, sobre si había escuchado sobre algún ataque las últimas 24 horas. Eledhwen negó con la cabeza:

     

    - Las últimas 24 horas me las he pasado en un Pensadero, literalmente... - dijo sonriendo, pero frunció el ceño - ... aunque... - recordó las palabras de Sagitas - Sagitas me dijo que transmitiera un mensaje a la Directora de la Oficina, o a tí misma. Dijo que había recibido un aviso de altercados en King Cross, y cuando la dejé, se dirigía hacia allí con parte del equipo de Accidentes, para arreglar los posibles daños. Avisaría mediante lechuza cuando tuviese más información.

     

    La Hufflepuff hizo un mohín, ahora ella también tendría que ir a la Estación de trenes; ¿acaso aquel día no terminaría nunca? Aunque, con remordimiento, recompuso el gesto. Quizás el Primer Ministro estuviese pajarito, y ella se quejaba porque estaba cansada...

     

    Un memorándum entró a toda velocidad en el lugar, y quedó sobrevolando a Lisa Weasley.

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    Eledhwen escuchó atenta la explicación de Heliké sobre su trabajo. Sonaba a trabajo importante, y Eled asintió con admiración.

     

    - Sí, claro, la Oficina del Ministro tiene que dar una buena imagen, sobre todo cuando sean visitadas por ministros de otros países, la apariencia es importante - comentó Eledhwen.

     

    Tras explicar a la Rambaldi el motivo de su visita, Heliké le dijo que Lisa Weasley no se encontraba en esos momentos, y le ofreció un café. Pero entonces, una mujer apareció en el Hall de la Oficina del Ministro, y le dijo a Heliké que Eledhwen la buscaba a ella. La Jefa de Seguridad se presentó ante la Hufflepuff, y Eledhwen sonrió a Lisa, ante su gesto de señalarse la identificación.

     

    - Es un placer - respondió la desmemorizadora.

     

    Se notaba la urgencia de la situación, y Lisa comenzó a describir a Eledhwen lo que había pasado. La Hufflepuff centró toda su atención, y procesaba lo que oía. Asintió ante la sospecha de la Weasley de que hubiesen modificado la memoria al hombre que estuvo por última vez con el Primer Ministro.

     

    - Es lógico que haya urdido algo así - murmuró la Hufflepuff.

     

    Mientras las tres avanzaban hasta otra habitación, Lisa explicó lo que quería que la desmemorizadora hiciese. Entraron en un despacho, donde una bruja de cabellos morenos parecía vigilar a un hombre. Eledhwen saludó con un gesto de la cabeza, y examinó el lugar. Había una mesa, algunas sillas, y un espejo en una pared. Heliké se sentó en una de las sillas, con gesto serio.

     

    Lisa alzó la varita, y amordazó al retenido, cubriéndole boca, ojos, y oídos, incluso la nariz. Eledhwen comprendió que era su turno. Se giró ante las tres brujas, y explicó, algo nerviosa por la situación, mientras sacaba su varita.

     

    - Cuando se produce una alteración de la memoria, queda una pequeña muesca en la línea temporal. Depende de quién haya hecho "el trabajo", esa muesca será descarada, o imperceptible, si el trabajo ha sido muy bueno. Intentaré visionar su memoria, y si encuentro esa muesca, podremos tirar de ella, del recuerdo falso, el impuesto, y retirarlo, para descubrir el verdadero.

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    El tiempo parecía haberse detenido, con May frente a frente del Tripas, retándole, ellos dos mirándose el uno al otro, cuando de repente Jack recibió un empujón que lo mandó a los montones de basura acumulados en el callejón. Eled se sobresaltó, no entendía nada, y pensaba que la bruja le había hecho volar por los aires, pero entonces descubrió a Sean, que le ofrecía su varita. La Hufflepuff se incorporó, y tomó a Argia en su mano. Había echado de menos su tacto...

     

    - Gracias Sean - dijo sonriendo al empleado, quizás le quitase el castigo de limpiar el tanque de Krumito - ¿pero cómo habéis acabado todos aquí? - preguntó extrañada.

     

    Escucharon ruidos, y vieron a Jack intentando ponerse en pie entre las basuras. May, tras lanzar una pregunta a Sean, se giró hacia Jack el Destripador, apuntándole con la varita, y dijo que la única que cenaría sangre del asesino en serie sería ella. Y entonces de la garganta de Eledhwen salió un gruñido. Minutos antes de que apareciesen ellos tres, sopesaba la idea de matar a Jack, y ahora que veía peligrar a la presa, sentía un enfado creciendo en su interior. Intentó calmarse.

     

    - Nadie morirá esta noche... - dijo, intentando mantener la compostura, ya que era la jefa de los dos desmemorizadores presentes - debemos entregarle a las autoridades, aunque... - observó a Jack, que se había pertrechado contra la pared, observando con terror a los cuatro - ... los muggles son torpes, capaces de soltarle...

     

    Comenzó a salivar, pero miró a Sean. No quería que Spinneto le untase con aquello otra vez, así que se recompuso. Jugueteó con su varita en la mano, calmando su ansiedad.

     

    - Lo desmemorizamos, y le mandamos a paseo, ¿os parece? - preguntó al resto, aunque sabía perfectamente que May tenía otros planes, y la parte salvaje de Eledhwen estaba de acuerdo con la otra vampira.

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    Una voz a su espalda pronunciando su nombre la hizo girarse, y Eledhwen se alegró de descubrir un rostro amigo.

     

    - Hola Heliké, gracias - respondió a su bienvenida, y le preguntó curiosa - ¿trabajas aquí? Menuda decoración - comentó.

     

    La Rambaldi la ofrecía su ayuda, pero Eled no sabía si la vampira la podría ayudar. Las indicaciones de Sagitas habían sido claras: preguntar por Lisa Weasley, la Jefa de Seguridad. Se mordió el labio, en un gesto de indecisión. Después, se animó a explicarse.

     

    - Me manda Sagitas, como directora de Accidentes. Tengo que localizar a Lisa Weasley, jefa de Seguridad, para un tema de... - dudó - ... bueno, yo soy la Jefa de Desmemorizadores, y querían que me pasara por aquí.

     

    No quería meter la pata, aunque lógicamente si Heliké trabajaba allí, debería estar enterada de lo sucedido.

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    Había descubierto que la Oficina del Ministro estaba en la primera planta, así que en vez de tomar un ascensor, decidió bajar desde el Atrio andando. La Hufflepuff iba despacio, sopesando lo que Sagitas le había contado. En pocos minutos, debería realizar un trabajo importante, que quizás implicase el devenir del Primer Ministro. Chasqueó la lengua, preocupada. Debería haberse quedado ingresada en Santos Mangos un día más.

     

    Llegó al primer piso, y no pudo evitar una exclamación de admiración:

     

    - Vaya... - dijo, observando la elegante decoración, mientras caminaba sobre una mullida alfombra.

     

    De repente, entre tanta ostentación, se sintió algo ridícula con su pelo azul eléctrico. Caminó por un pasillo, con paredes de madera labrada, dejando a un lado y a otro un par de puertas (en una de ellas podía leerse "Sala de Prensa"). Al final, un marco de madera, con un cartel en el que se podía leer: Oficina del Ministro de Magia.

    Eledhwen cruzó bajo el marco, mirando al otro lado temerosa. Notó alivio al ver un mostrador en el centro de un hall circular. Por fin un lugar en el que preguntar. Aunque hizo un mohín al descubrir que el mostrador estaba vacío. Miró hacia los lados, pero sólo había puertas cerradas.

     

    Entonces una mujer apareció, y se acercaba al mostrador. Parecía algo contrariada, como si la hubiesen echado de algún lugar. Eled sonrió educada, y saludó:

     

    - Hola, ¿qué tal? Me llamo Eledhwen Hufflepuff, soy la Jefa del Cuartel de Desmemorizadores, y estaba buscando a Lisa Weasley, la Jefa de Seguridad.

     

    Tamborileaba con sus dedos sobre su capa, algo nerviosa.

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    Sagitas dejó de bromear, y su gesto se tornó serio y preocupado. Analizó las preguntas de Eledhwen y comenzó a preguntar por datos, información, pero la Hufflepuff no sabía gran cosa. Y de repente la dijo que ella no podría ir.

     

    - ¿Qué? ¿Por qué no puedo ir? - dijo Eled alarmada, y recordó que a su prima la habían citado y que había tenido que llevar su declaración de que su transformación en vampiro había sido voluntaria. Ay la leche, pensó Eledhwen, de ésta me mandan a Azkaban a pasar la cuarentena, o algo...

     

    Sagitas la llevó hacia la zona de trofeos, y la preocupación de la Hufflepuff creía en su interior como una bola de nieve, cayendo por la ladera. Cada vez era más grande, y sentía que explotaría en cualquier momento.

     

    Una vez estuvieron solas, Sagitas la miró, y no la decía nada. La desmemorizadora sentía que iba a agarrarla y agitarla en cualquier momento, como no comenzase a hablar.

     

    - Pero dí algo - le suplicó Eledhwen.

     

    Y entonces la directora de Accidentes habló, explicándole lo que sucedía. Comenzó con algo sobre el deber de confidencialidad. Eledhwen asentía impaciente, sabía perfectamente lo que era el secreto de confidencialidad, lo había aplicado durante su trabajo de sanadora, y lo seguía aplicando en Santos Mangos.

     

    Sagitas miró hacia la entrada, nerviosa. ¿Pero qué demonios pasaba? Y por fin "confesó".

     

    El rostro de la Hufflepuff pasó por varios momentos: alivio (por no ser ella la causante del problema); incredulidad (¿el primer ministro? ¿Secuestrado, muerto?); preocupación (ella quería cobrar su sueldo); terror y pavor (¿la vida del ministro en manos de Eledhwen?).

     

    - Me encanta tu manera de eliminar presión, prima... - dijo Eledhwen, algo sarcástica.

     

    Escuchó con atención las últimas palabras de Sagitas, y asintió.

     

    - De acuerdo, lo haré - dijo, intentando infundirse ánimos y valor - y le pasaré tu mensaje. Ahora, me voy. Nos vemos luego, ¿no?

     

    Abrazó a su prima, de repente sentía algo de yuyu (y además habían sobrevivido a una experiencia terrible, otra vez), y dió la vuelta por el corredor. Se paró en seco, pero luego retornó la marcha. Si le preguntaba a Sagitas por la ubicación de la Oficina del Primer Ministro, quedaría fatal. Ya descubriría dónde estaba esa planta, habría algún mapa o algo, ¿no?

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    Eledhwen miró a su alrededor; la gente estaba tirada por el suelo, mirándola con una mezcla de terror, preocupación, enfado. Intentó sonreír, y masculló:

     

    - ¡Era una broma! Para relajar los ánimos, que están caldeados... Ya pueden levantarse...

     

    Se acercó a Sagitas, aunque su sonrisa había desaparecido de su rostro. ¡Y todavía su prima la preguntaba que porqué llevaba mala cara! La Hufflepuff, comenzó a contar, sarcástica:

     

    - Uhm, no sé, tú has muerto y yo he estado a punto de, no tenemos tiempo ni para comer y ya nos están encargando otro trabajillo...

     

    Vió la mirada de interés de su prima, y asintió cansada:

     

    - Sí, Xell y Matt han mandado aviso desde King's Cross, al parecer pasa algo y requieren a todo el equipo de Accidentes por allí, y los globos decían algo de caos total...

     

    Se frotó el cuello distraída; era un tic adquirido desde que Adrian la había mordido, y tendía a rascarse donde dos pequeñas cicatrices como cabezas de alfiler alteraban la continuidad de la piel.

     

    - ¿Y tú qué tal en la reunión esa? Saliste disparada, ¿tan importante era?

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    Eledhwen caminaba ceñuda por el Atrio; había demasiado movimiento para su gusto. Es más, últimamente había demasiado gente por todos lados. Quizás ese fuese el problema: la gente, su aroma sanguíneo, el enorme esfuerzo que tenía que hacer la Hufflepuff para controlar sus nuevos instintos...

     

    Y además de todo, el trabajo. Pensaba llevar una reincorporación tranquila, sin mucho movimiento, pero de repente, esos días, había trabajo por todos lados. ¿Acaso el karma se rebelaba contra ella? ¿Era un castigo por haber cambiado su condición? Suspiró, algo alicaída.

     

    Acababa de salir de un Pensadero, literalmente, cuando un mensaje preocupante llegó de King's Cross, enviado por Matt y Xell. ¡Y Sagitas, recién resucitada, había ido a la Sala de Prensa del Winzengamot! Así que dió aviso a la directora, para quedar las dos junto a Amya, y diseñar un plan. No tuvo tiempo ni para comer un poquito. ¿Sería arriesgado no reponer sus "alimentos"? Daba igual, debía cumplir con su cometido...

     

    Pero lo de quedar en el Atrio quizás había sido mala idea. Lo había elegido como sitio de reunión, porque la tercera planta estabaa un poco catastrófica, pero el Atrio estaba demasiado concurrido. ¿Y toda aquella gente que se manifestaba? Parecía una Gran Vía muggle, menudo caos. Recordó su último paso por el lugar, el panfleto que le habían entregado sobre unos fugitivos, ¿seguían con aquello? ¡Qué cansinos!, pensó. Realmente su humor era de perros.

     

    - Con toda esta gente, podían estar en cualquier lado - murmuró distraída, intentando localizar a Sagitas o a Amya.

     

    Jugueteaba con un mechón de pelo. ¡Ni tiempo había tenido de ponerlo nuevamente en su tono natural! Era metamorfomaga, no le costaría más de dos segundos, pero... ¡al final se había encariñado con el color!

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