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Thanatos L. Lestrange

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Todo lo publicado por Thanatos L. Lestrange

  1. Thanatos L. Lestrange

    Funkos

    Bueno, yo tengo un Funko genial que es ni más ni menos que el Funko de Illidan Black Lestrange. No sé si estoy habilitado a mostrarlo, pero es importante que sepan que... saaaaran. Na mentira, acá les dejo el Funko y me dejo para la próxima el de Arcanus. Solamente no le digan a Alan. Bueno eso es todo por hoy, espero que les haya gustadoooo chau
  2. Notó que, mientras su hechizo purpúreo salía hacia la bruja, ella se dignaba a hacer una reverencia, lo cuál provocó que el hechizo impactara en ella. Sin embargo, apenas empezado el crecimiento de uñas la Gryffindor hábilmente lanzó un contraconjuro para detenerlo. Sonrió satisfecho, había pensado que sería mucho más fácil justo antes de verla apuntar su varita contra él. El mago había peleado innumerables batallas pero hacía tanto tiempo que no se batía a duelo individualmente que se sentía algo oxidado. Como si sus movimientos costaran más de lo normal. Decidió que lo mejor sería probar las novedades y ver qué tanto había aprendido en la clase. Confió con todas sus fuerzas en que funcionaría y cerró los ojos mientras pensaba <<Salvaguarda Mágica>>. Decidió abrir los ojos para ver el efecto del hechizo no verbal. En el momento en el que el rayo impactaría sobre su pecho, un cosquilleo en su esternón le indicó que la salvaguarda había funcionado. Notaba lo etéreo de su cuerpo mientras el rayo pasaba por entre sus órganos y se desviaba por su espalda hacia la lejanía. Notó incluso en sus dedos el poder de aquel hechizo y las posibilidades que este podía darle a futuro. - Creo que esto es más divertido todavía de lo que había pensado.- rió entre dientes.- Ahora me toca a mí. ¿Qué tal si le ponemos algo más de picante? - Murmuró por lo bajo, a pesar de que la bruja a una prudencial distancia no lograría escucharlo.- Morphos En el momento en que terminó el latigazo con su brazo, oyó un crujido. La capa violeta que llevaba la bruja sobre sus hombros cambió de forma velozmente e iba perdiendo opacidad mientras se rellenaba de un espeso líquido transparente. Sonrió al ver a la avispa marina tomando posesión del cuerpo de la chica. Sabía cómo detener el veneno si se le iba de las manos, pero estaba claro que se llevaría un buen susto digno del momento.
  3. El licántropo comenzaba a sentir el cosquilleo que producía el aprendizaje de la magia. La energía recorría desde los extremos de su cuerpo hacia el centro, y de ahí a la punta de su varita, que aguardaba impaciente en su mano derecha. Vio a Luna, que hasta hacía un instante había sido su compañera de aventura en ese salto increíble. ¿Estaba aún nerviosa como antes de saltar cuando decidió tomarle la mano? No lograba descubrirlo, pero no tenía tiempo para hacerlo. Apretó sus puños y se concentró en el pendiente con las alas y notó que el pasto bajo sus pies se volvía menos tangible. Sintió los pulgares rozar contra los últimos vestigios de hierba mientras su cuerpo comenzaba a levitar suavemente sobre esta. La sensación de una escoba era algo que el mago jamás podría comparar con nada, y sin embargo... allí, con toda la libertad corporal que sentía... Se concentró en moverse hacia los lados, probar la versatilidad del hechizo. Notó en un principio lo torpe que debería verse en su tosquedad a la hora de deslizarse, pero poco a poco comenzó a encontrar fluidez. Sería cuestión de práctica. Notó que su ahora contrincante aguardaba paciente, no parecía querer ser la primera en iniciar la contienda, y a pesar de intentar parecer caballeroso cediéndole el espacio, el Snape no era particularmente conocido por su tolerancia y calma. Incluso su ansiedad lo había llevado a lugares realmente oscuros, grandiosos, sí... pero oscuros. Se detuvo en su vuelo y volvió al suelo. Levantó la vista al mismo tiempo que su brazo derecho se erguía hacia la bruja. Detrás de esta, un atardecer espectacular transformaba el cielo, mientras que tras él la luna comenzaba a mostrarse. Ya habían perdido mucho tiempo. - Crece-uñas - pensó, mientras de su varita salía un rayo púrpura en dirección a su rival. Le preocupaba el bienestar de la bruja, que parecía algo dubitativa, por lo que eligió contenerse de atacar violentamente para abrir el duelo. Se corrió un mechón de pelo de la cara mientras el rayo seguía su camino. Debería detenerlo o sería un verdadero problema para su futuro...
  4. - La única protesta que tengo es que sigas intentando usar estos aparatos, cerebro de troll.- ya suficiente tenía con sentirse incómodo sin saber a dónde iba. Menos esperaba encontrarse en una... - O una reunión de hipócritas, borrachos y mujeres solteras. - escuchó el mago y dejó entrever una sonrisa socarrona. Miró al grueso hombre tras la barra que se había acercado con una especie de tonel con un líquido verde del tamaño de su cara. Lo depositó en la mesa y se deslizó hacia el final de la barra. - Eso significa que no estoy tan desubicado como esperaba. Los primeros vientos de otoño se dejan querer, hermanito.- lanzó ácido en dirección a su hermano mientras levantaba en señal de brindis el tonel y se lo llevaba a la boca. El líquido verdoso y espeso burbujeaba mientras se deslizaba hacia adelante. Al instante en el que sintió el tacto de este sabía que había sido un acierto, el sabor le producía un cosquilleo desde las orejas hasta la punta de los dedos. Sentía que si lo intentaba, sus orejas lo sacarían volando de allí. Tomó una bocanada de aire para volver a centrarse y se giró hacia el grupo justo cuando el tabernero aparecía llamando a Illidan. Notó instantáneamente que la "mesa para cuatro" indicaba una reunión a la cuál no había aceptado unirse, pero ya que no había siquiera almorzado, no le vendría bien llenar su vientre y, quizás, dejar que Illidan se encargara de la cuenta una vez. Al fin y al cabo vestir elegante no sirve de nada si uno no muestra sus otras "formalidades". Rió ante la ocurrencia mientras se decidía a avanzar junto a la misteriosa pelirroja que les acompañaba y de la cuál aún no había escuchado el nombre. Gracias al tabernero descubrió al menos su apellido. - ¿Macnair? ¿Acaso eres pariente de Pik? - hacía años que no escuchaba ese nombre, pero la reacción del mago fue automática al escuchar el apellido. Había conocido a Pik tiempo atrás cuando daba clases en la Academia. Recordaba que el chico era de algún país del norte y la palidez de la piel de la joven podía tener raíces similares. Se quedó un rato apreciando los detalles, las pecas, los ojos esmeralda... Pestañeó al darse cuenta de haberse quedado tildado mirando el rostro de la bruja y tomó un largo trago de la bebida espirituosa para disimular. Luego miró por la ventana. Aprovechó un instante que su hermano y su cuñada la avasallaron a más preguntas. La luna nueva volvía el paisaje aún más oscuro, si este era posible. Agradeció al ciclo lunar por estar en sus mejores días mientras acompañaba el ritmo de la música con sus pies. El hombrecito regordete llegó finalmente con los menúes, a lo cuál el mago se preguntó si no sería más fácil hacerlos aparecer. - ¿Por qué harían todo más difícil teniendo magia? - suspiró algo indignado, una vez el hombre se alejó lo suficiente. Miró al resto del grupo y luego el menú.- Yo voy a querer este filete, sin cocinar. Todavía tengo un rato para beber.- señaló el tonel con la cabeza, al cual le quedaba más de la mitad del contenido y ya había comenzado a enrojecerle las orejas. - ¿Se podrá fumar aquí dentro? ······· @ Arya Macnair @ Mica Gryffindor @ Illidan Black Lestrange
  5. JAJAJAJA Debo decir que tardé muchísimo en entender tu mensaje, @ Azrael Lycan . Ahora me fui directo a escuchar ese momento y entiendo todo. De todas formas solo bromeábamos con que Ernest también se vendió en plena entrevista, creo que en todo caso deberías encargarte directamente (? jajajaja Y bueno, será cuestión de tiempo de que enganche a alguien supongo
  6. El extraño aparato muggle que su hermano había insistido con regalarle no paraba de vibrar. El mago tanteó la mesa de luz a oscuras hasta que sus dedos se cerraron sobre la varita. - Accio móvil - murmuró apuntando a la oscuridad creciente mientras con su otra mano se sacaba la enmarañada melena de la cara. La decisión fue un tanto desacertada ya que bien podría haberle servido para amortiguar el dispositivo que, entre sus reflejos de recién levantado y la negrura reinante, había sido imposible de atrapar en vuelo y se estrelló contra su nariz. El golpe lo hizo ver estrellas. Pestañeó un par de veces y levantó el est****o cacharro del suelo.- ¿No es tanto más fácil usar la red flú o aparecerse? - pensó en voz alta mientras intentaba entender lo que decía la burbuja en la pantalla. <<Estoy en Aliento de d...>>, rezaba el texto pequeñísimo, el resto del mensaje no estaba y por más que apretaba la pantalla, este no se desplegaba. A veces se preguntaba cuál era la necesidad de su hermano de siempre complicar más las cosas, aunque a decir verdad tampoco le había prestado mucha atención cuando este decidió explicarle. Caviló un instante y recordó que hacía poco Ernest les había recomendado una taberna en Ottery llamada Aliento de dragón y con un ágil movimiento de brazo lanzó el teléfono por la ventana. Escuchó con placer el crujido al encontrarse este con la calle de adoquines y la sombra de una sonrisa apareció en su rostro. - Supongo que tendré que ir a ver qué pasa.- Se puso unas bermudas que fueron lo primero que encontró en el desorden y los borcegos de cuero de dragón sin desatar. Mientras bajaba los escalones de dos en dos, se colocaba una camisa abierta sobre la musculosa blanca que llevaba para dormir. Saltó el último tramo y al llegar a la puerta se desapareció. Imaginó la entrada del callejón ya que no sabía exactamente dónde se encontraba la taberna. Por unos centímetros no se apareció en una jaula del Emporio de la lechuza, que aparentemente había crecido. Aceleró el paso hasta ver el letrero que reposaba sobre la piedra sobre las dos puertas de cristal. Empujó las mismas con ambas manos y se acercó al mostrador. - Estoy buscando a Illidan Black Lestrange, ¿Sabe si se ha registrado él aquí? - el posadero le negó con la cabeza hasta que comenzó a describirlo con detalle. - Un hombre de esas características entró hace un rato y se dirigió al salón restaurante. - El licántropo levantó sus ojos hacia el cartel detrás del muchacho que señalizaba los pisos y sus contenidos. Con un gesto de la cabeza, se retiró hacia la escalera y subió hasta el primer piso. Debía recordar agradecerle a Ernest por la recomendación, el lugar realmente parecía muy agradable para una velada. Vio finalmente a su hermano en la barra del fondo junto con Mica y otra bruja a la que no reconoció. - Espero que no sea otro de esos intentos tuyos, hermanito...- susurró mientras cruzaba el salón preocupado. Desde que había vuelto a Inglaterra, Illidan había intentado casarlo con la mitad del pueblo y ahora tenía que lidiar con semejantes expectativas, muy a su pesar. Siempre había disfrutado ir por la sombra. Sin embargo, decidió dejar sus preocupaciones en el camino y al llegar, lo hizo con una amplia sonrisa, aparentando despejar las cavilaciones. - Buenas noches, mis queridos. Debo decir que llegué de casualidad, el aparato que Illidan me dio decidió autodestruirse. - saludó a ambos y luego miró a la bruja que no reconocía y le hizo un gesto con la cabeza en señal de saludo. Se sentó en la única silla libre de la barra, que estaba al lado de Mica y levantó la vista hacia el tabernero.- ¿Sería tan amable de darme lo más fuerte que tenga? - Necesitaría algo fuerte como cachetazo de Hagrid para despertarse de semejante siesta. - Y, ¿Qué es este evento? Quizás debería haberme puesto algo más... - no supo como finalizar la frase mientras miraba alrededor.
  7. Me encantó esta edición porque mi espíritu ególatra se regodea con tanta mención. jajajaja nah, broma. Gracias VP por siempre estar presente ahí donde el chisme abunda y las gallinas cacarean. Maravillosa edición, es bueno saber lo que piensan de uno cada tanto (? Gracias totales
  8. El vuelo se convertía en una caída de pluma de forma tan paulatina que apenas llegaron a notarlo antes de llegar finalmente al suelo. - Más que volando... estamos cayendo con estilo. - murmuró el mago, ya bastante más aliviado, mirando a su compañera de prueba. Los primeros metros esto del agarre le había parecido una mala idea pero finalmente comprendió que al menos no había tenido que pasarse el tiempo cavilando antes de tirarse, ya que no había tenido tiempo siquiera de pensarlo. Aguardó unos metros más hasta posar sus pies sobre el suelo. Una vez sintió la hierba bajo sus pies, lanzó un suspiro extenso y miró a su alrededor. Habían llegado a la explanada. Miró hacia arriba para ver a su hermano y al profesor lanzándose al vacío tras ellos. Se notaba a simple vista que el Macnair llevaba un tiempo trabajando con estos amuletos, porque se lo notaba cómodo y con completa confianza en su moméntum. Una vez que llegaron ambos al suelo, largó sus preocupaciones y se concentró en su entorno. El bosque en el que habían caído se mantenía tan silencioso... quizás demasiado. Sacó su libro mientras el profesor repasaba las funciones de cada uno de los anillos y comenzó a vislumbrar todo lo que se iba gravando en este mientras las anotaciones aparecían mágicam... Las facciones del profesor cambiaron drásticamente y el silencio, a pesar de rotundo, se volvió envolvente. Rodeó al grupo mientras Thanatos giraba su rostro en la dirección que apuntaba la mirada del Macnair. Un bufido fue la primera señal de que algo estaba sucediendo. Una vez que sus ojos se acostumbraron un poco a la oscuridad que había bajo los tupidos árboles, reconoció una manada de Erumpents como el que le había llevado la carta junto con... - ¡Una quimera! - mencionó, intentando no gritar para no alterar a las criaturas. Hacía décadas que no veía una y esperaba que no fuese familiar de la que bañó su espada... Su acto reflejo fue sacar su varita, que relucía con el brillo azulado del pelo de demiguise. La mantuvo en alto mientras aguardaba instrucciones. Sabía que un movimiento en falso podría costarles la vida. Con su mano izquierda sacó de uno de los pliegues el amuleto de curación y se rodeó el cuello con este, siguiendo las indicaciones. El nerviosismo que se había disipado al tocar tierra acababa de reaparecer.
  9. - Otra vez tarde.- suspiró el mago observando por encima de su hombro el reloj que descansaba en la mesa de luz de la taberna.- tercera tardanza en la semana y para colmo... - aún recordaba que debía pagarle a la dueña del lugar un baile que le había prometido, no podía aparecerse así sin más. Tomó la invitación que les había llevado Ernest al programa y leyó con atención.- Renacentista... aja... Paseó un rato frente al espejo buscando algo decente y que no perdiera el toque. Finalmente decidió abullonar las mangas de una camisa de brocado verde pálido y, con algunos detalles en el cuello y un cordón en este, finalmente se convenció. Unos pantalones de un verde ligeramente más oscuro combinaban en ligereza y sin más, se decidió a partir. Cruzó la habitación de tres zancadas y bajó ágilmente por la escalera antes de salir por la puerta trasera que daba al callejón. Se giró sobre sus talones y se desmaterializó. Apareció unos kilómetros al norte, en el callejón Diagon. Cruzó la calle al divisar el colorido y luminoso cartel que alertaba a cualquier individuo desprevenido a millas a la redonda que aquel era el lugar de la fiesta. "Las reliquias del Sr Gold"... le recordaba a algo pero no lograba descubrir qué era lo que le producía ese molesto ruido mental, por lo que decidió hacer un ademán con la mano, como si espantase una mosca, y continuar su caminata hacia la puerta. Mientras se acercaba logró entrever la nuca de Illidan, por lo que apuró un poco más el paso. Al ingresar, sin embargo, olvidó por un instante a su hermano al mirar a su alrededor. Las reliquias que rezaba el slogan no eran más que muchas de las que habían plagado las historias de su niñez. Se acercó a una vitrina y se quedó maravillado al reconocer lo que parecía ser una simple y desechable taza, con una grieta en uno de sus lados. Algo en su interior se encendió por un momento, como un cosquilleo interno. La bestia. Se deslizó unos pasos más, mientras cruzaba una vela, un juego de ajedrez y lo que parecía ser un móvil de unicornios que probablemente hubiese pertenecido a un niño sin problemas de dinero, aunque al fin y al cabo ahora descansaban allí. Alcanzó a oír el cumplido de Illidan antes siquiera de volver a ubicarlo. Se encontraba intercambiando unas palabras con la señorita Dumbledore. Se acercó y le estrechó la mano. - Señorita Dumbledore, es un placer visitar tan majestuoso espacio de encuentro.- inclinó un poco la cabeza en señal de respeto ante la mismísima ministra francesa, a la cual le debía aún su premio.- No me olvido mi deuda con usted. Debo decir que tanto usted como su hermano tienen un excelente gusto, me pregunto dónde está él...- estiró un poco el cuello y giró a ambos lados tratando de encontrar al misterioso Ernest. El lugar parecía llenarse lentamente. Saludó a su hermano y a su futura cuñada. - Ustedes dos, ¿bien? ¿Necesitan algún hechizo despegador o algo así? - lanzó una risotada y sacó un cigarro. ·································· @ Illidan Black Lestrange @ Mica Gryffindor @ Ada Camille Dumbledore @ Lord Cubias @ Ernest Dumbledore
  10. - Snape - corrigió el licántropo a la mención del profesor. Aún a veces lo confundían con Lysander a pesar de haber absorbido su escencia.- Soy Snape, no Lestrange. - trató de no sonar muy cortante, ya había empezado con el pie izquierdo y no quería ahondar en ese lado del asunto. - Y entiendo perfectamente, profesor... - notó que no había hecho a tiempo a las presentaciones y notó que, detrás del mago, su hermano intentaba con mímica ayudarlo a terminar la frase.- Trainer. - <<interesante apellido para un tipo que se encargaba, casualmente, de entrenar a otros magos>> pensó el ojigrís con media sonrisa, esperando haber leído bien los labios de Illidan. Escuchó antentamente lo que tenía para decir el señor Trainer mientras analizaba cada una de las palabras. Llevó su mano al amuleto con algo de reticencia y miró de reojo el inmenso abismo que separaba al grupo de la explanada donde habían sido llamados. Cientos de metros los separaban y parecían ampliarse ante los nervios de Thanatos, que decidió volver la vista al grupo. Finalmente entendió lo que harían y se giró hacia Luna que, a pesar de lucir igual de nerviosa, parecía realmente ansiosa por terminar con dicha tarea. - Supongo que s... - no logró terminar la frase. Aparentemente el nerviosismo y la ansiedad habían aflorado del cuerpo de la Gryffindor, que aferrándose fuertemente a la mano del Snape saltó al vacío sin aguardar a que este estuviese seguro. El mago la sostuvo un instante hacia atrás antes de darse cuenta que las piedras, afiladas y salientes del risco, solo podrían causar más problemas si no se alejaban lo suficiente, por lo que forzó a sus gemelos a saltar lo más lejos posible y comenzó la caída libre. Los primeros instantes fueron un sinfin de emociones arrebatándose unas a otras, tratando de aflorar todas al mismo tiempo. Sentía cómo el lugar donde habían estado su estómago y sus tripas parecía haberse vaciado por completo y la tensión de sus músculos en el roce contra el viento le habían endurecido el vientre por completo. Tomó una bocanada de aire mientras trataba de mantener los ojos abiertos, sintiendo cómo se llenaban de lágrimas ante la irritación. Su mano izquierda aún sostenía el amuleto y la otra a Luna que, a pesar de la caída, parecía estar intentando verbalizar algo inentendible con el silbido que inundaba los oídos del mago. Después de los primeros segundos de caída en picada, sintió un leve hormigueo entre sus dedos. Notó que el amuleto vibraba bajo el agarre y al cerrar los ojos se concentró con todas sus fuerzas en mantenerse a salvo a sí mismo y a su compañera. Sabía que uno de los principios de la magia se basaba en la confianza que el mago o bruja le proporcionase al objeto mágico a utilizar y el cosquilleo le indicó que esta no era la excepción. De los dedos se extendió a sus brazos y de los brazos al resto del cuerpo. Notó que la caída, que en principio había sido violentamente vertical e imparable, ahora amainaba en velocidad y los deslizaba un poco en su horizontalidad. Primero abrió uno de sus ojos, esperando encontrar el suelo a punto de arruinarle su bonito rostro, para después notar que aún quedaban varios metros y sus cuerpos parecían descender como en agua. Comprendió que ahora la densidad de sus cuerpos se había aligerado y el viento los arrastraba un poco hacia el centro del campo. - ¡Lo estamos logrando! - gritó, mirando a su compañera, que parecía tan asustada como él momentos atrás. - ¡Lo estamos lograndooo! - repitió entusiasmado. La sensación de planear en el aire era tan satisfactoria como el vuelo en escoba, sin lo incómodo del palo entre sus piernas. Aún no había aterrizado y ya quería volver a hacerlo.
  11. El mensaje había sido escueto... quizás demasiado escueto. Cuando el mago saltó por los aires, asustado ante la aparición de un Erumpent que parecía un tanto enfurecido, tomó la carta con su mano y empezó a escapar de este, preocupado por lo que pudiese suceder. Sin embargo, al pasar el animal por su lado y estrellarse de lleno contra la pared de la taberna, notó cómo una extraña protección lo rodeaba mientras las maderas astilladas y restos de piedra saltaban por los aires. Cuando el bullicio terminó, se encontró de frente a una habitación plagada de damas que, en un principio, parecían haber intentado cambiarse. Mientras las pobres mujeres agonizaban, lanzó un par de hechizos de curación mientras lanzaba unas fugaces disculpas. Una vez reparó la pared y se disculpó una vez más, abrió el mensaje y lo leyó con preocupación. Comprendió entonces que era el llamado a la Fortaleza. Buscó los anillos entre restos de escombros que aún cubrían el suelo y lo que en otro tiempo había sido una delicada mesa de luz de mármol y se los colocó en la mano izquierda mientras caminaba a paso ligero hasta el exterior del lugar. Una vez fuera, giró sobre sus talones y se desvaneció. ··· Se apareció en un paraíso terrenal, tan silencioso y pacífico como remoto. Un bosque se extendía a la distancia y dos columnas enormes bañaban la zona con su sombra imponente. Miró a todos lados, mientras trataba de vislumbrar a su hermano o al resto del alumnado. Después de unos instantes, notó que subían a empellones por las rocas y parecían estar... - ¡Escalando, ¿es en serio?! - Pese a sus intentos por esconder la frustración, su voz había salido, quizás, demasiado alta. No tenía otra cosa que hacer que ponerse a seguirlos. Miró sus zapatos con tristeza, eran una reliquia y los arruinaría por completo. Vio a su hermano subiendo con un libro flotante y una muchacha un poco más vacilante precediéndolo. Adelante de toda la comitiva, un muchacho con el escudo de Slytherin en la espalda guiaba al resto, suponía que este sería el tutor. Se arremangó la camisa negra y comenzó el ascenso. Ya tendría tiempo de disculparse por la tardanza, primero tendría que alcanzarlos...
  12. Cuando alguien me pide que le recete una dosis de buenos consejos y humildad. Cuando necesito de la sabiduría ancestral y de un buen abrazo... le pido a otro. Por suerte te tengo a vos para todo lo demás. Na mentira, yo por mi parte voy a decir que como siempre es un placer compartir esto con vos y esta nueva etapa de aventuras podcasteras junto al rey @ Lord Cubias que siempre está ahí atento a todo. Esperemos que arranques estos 45 con mejor estado de salud, menos alcohol en sangre y más movilidad en esos bracitos que dios te dio. Que la cadera te resista unos años y que le sigas esquivando al alemán tanto como puedas, al menos más que lo que esquivas las chiripiorcas esas... Así que alzaré mi copa hoy para decir: Por Illidan Black Lestrange, "el descompensado". ¡Salud! Feliz cumpleaños amigo de mi corazón
  13. Hito 5: El Horrocrux - Ya pueden dejarse de melosidades un poco...- dijo el Snape saliendo de entre las sombras, viendo que Ludwig y Cillian seguían en esa constante danza de apareamiento que interpretaban hacía semanas. Sonrió para sus adentros, sin embargo, era un gran admirador de lo que la gente podía hacer en los momentos de seducción y cómo estos trabajan sobre la psique de ambas partes.- Es definitivamente un ritual muy interesante este que practican, pero relajen con el guión de Titanic. ¡Despierten! ¡Necesitamos encontrar algo con que destruir el Horrocrux! Después de lanzar una carcajada burlona y amistosa, el joven se percató de que Adrian intentaba morderle el... gallo a Ludwig. Alguien apareció para petrificarlo y quedó en una posición... realmente desalentadora. Parecía que todos estaban muy decididos a soportar dividirse en lugar de unirse contra el enemigo único. La magia oscura que irradiaba del Horrocrux era aún más poderosa, y probablemente engañosa y posesiva, que la que se desprendía de Laura en sí misma. Cerró los ojos y se bajó los anteojos para frotarlos. Tenía que haber una solución... tenía que existir algo. No podía ser que la división siguiese reinando entre compañeros. Que las traiciones y mentiras se esparzan por el mundo, eso es lo que vuelve al humano aún más humano. Pero errar también lo es, y no debían dejarse llevar por un mensaje tan inferior como el del poder. Debían ser más fuertes. Pero nada parecía suficiente. ····················································
  14. Hito 5: Horrocrux La travesía parecía hacerse mucho más larga. Parecía que estaban en el Ministerio hacía ya días. No sabía si en el exterior sería de día o de noche. Solo era consciente de una cosa: lo que sucediera allí dentro decidiría el futuro allá afuera. Tomó su varita con más ímpetu, seguro de que eso le infundiría más valor y más poder a sus hechizos. - Pensar... tienes que pensar... Vamos, i******, piensa.- ya estaba agotado y notaba eso en sus últimos hechizos. El Episkey doble no le había sanado por completo y ahora se agitaba. Se internó en una de las salidas del fondo. Se le encendió una idea mientras avanzaba a paso raudo- Quizás lanzando el horrocrux a través del velo nos ayude con eso. Volvió tras sus pasos y se acercó a la amplia sala del Wizengamot. Miró a su alrededor buscando quién lo sostenía, pero todos parecían demasiado preocupados en sus cosas y la oscuridad reinante no ayudaba. Necesitaban hacer algo y con urgencia. *************
  15. ID: 68462Nick: Thanatos SnapeLink a la Bóveda Trastero: Bóveda Trastero de ThanatosLink a la Bóveda de la cual se hará el descuento: Bóveda PersonalLink a Tópic de la clase o a la prueba:Nivel Mágico: 10Fecha: 2021-09-29 Nombre del producto: Libro de la FortalezaConsumible o Libro de Hechizo: Libro de hechizoNivel (del libro): 5Precio: 5000 galeones
  16. ID: 85945 Libro de Hechizos: Libro de la Fortaleza Justificante de compra del Libro (Link al post del Concilio de la bóveda trastero): Bóveda Trastero de ThanatosLink a la Bóveda: Bóveda Personal Link a la Ficha: Ficha de Personaje
  17. Hito 5: Horrocrux El mago se alzó en toda su altura mientras sostenía el peso de su cuerpo contra la pared. Se tomó el costado izquierdo, que había dado contra la grada. Aún sentía algunos dolores al respirar, probablemente tuviese otra costilla rota que el Episkey no había terminado de sanar, pero no era momento de perder la concentración. Se refregó los ojos tratando de entender lo que sucedía mientras avanzaba a tientas en la oscuridad buscando su varita, que había volado de su mano en su intento fallido por destruir el pendiente del pecho de Laura. Seguía algo mareado pero parecía que el mundo ahí en la vida real parecía mucho más extraño que en los oscuros sueños que atravesó mientras estaba inconsciente. Tomó aire una vez más, con un pinchazo en el costado, y observó cómo un tipo pasaba persiguiendo los gallos... ¿Qué rayos había pasado? ¿Y cuánto tiempo? Corrió en dirección a Ludwig y vio que sostenía al tipo de los gallos... Definitivamente debería adelantar una página y continuar, ya tendría tiempo para preguntas. - Vamos a necesitar algo más que suerte para encontrar algo con lo que destruir el maldito Horrocrux y ya sabemos que el Fuego Maldito no ha sido nunca de las mejores opciones... ··················
  18. La ansiedad que le provocaba tratar esa clase de temas le ponía la piel de gallina. Aún sabiendo que tales eventos se habían reproducido un sinnúmero de ocasiones, sabía que no podía elegir un mejor equipo para recrearlo. - Al menos en tres oportunidades intentaron recrearlas y en todas terminaron muertos. - prefería dejar claro el punto antes de que cualquiera hubiese olvidado la gravedad del tema que trataban. Al fin y al cabo, tampoco era tanta historia terminar muertos. La mayoría eran unos vejestorios pasados por agua... Se había ido vagando en las ideas y lanzó una carcajada con ese último pensamiento. - Sería bastante divertido intentarlo, pero ¿sabemos qué haremos con ellas? ¿o vamos a una simple búsqueda de oro? - los recuerdos se empezaban a arremolinar en su búsqueda. Sabía que Alyssa, como buena jugadora de ajedrez, no movía piezas a menos que fuese estrictamente necesario. Sin embargo, también entendía que podía sacar una buena ventaja para sí mismo de todo ello, no lo dudaba. - Y respecto a la capa, podríamos hablar con Moni. Ella está en la Reserva, seguro pueden saber si es una capa de pelo de demiguise, si no ella alguno de sus colaboradores. Si lo es, nos ahorraríamos la estafa en minutos. Ahora, si no lo es... El fuego de la chimenea se reflejó en sus ojos para expresar exactamente lo que sentía.
  19. Hito 5 Tres veces pestañeó el licántropo mientras el mundo daba vueltas a su alrededor. Sentía la vibración del aura de malignidad aún tensando los poros de su cuerpo. Comenzó estirando un dedo para después, poco a poco, con un esfuerzo descomunal llegó a su varita. Notó que más de la mitad de su cuerpo aún no respondida a su control y que, probablemente, tendría varios huesos rotos después de semejante impacto. - Al menos estoy vivo. - escupió, con algo de sangre, mientras se forzaba a llegar a la varita y finalmente aferrarla con fuerza con su mano izquierda. La pintoresca rama de madera parecía recorrer el destino de su dueño, atenuando el brillo azulado mientras se volvía menos y menos translúcida. - Episkey - tosió una vez más. Notó el hormigueo y repitió el hechizo una vez más para terminar de reparar el daño que había recibido. Su siguiente bocanada de aire le llenó los pulmones, que dejaron de doler mientras se henchían hasta su máxima capacidad. Miró hacia arriba y comenzó a esforzarse por incorporarse. Todos parecían bastante concentrados en los demás heridos y debían hacerlo, no parecía que quedara mucho por hacer. - Espero que en su desesperación no terminen cometiendo un grave error... - sabía que en su búsqueda de paz los magos habían sido quizás demasiado tajantes. Al fin y al cabo <<la paz la eligen aquellos con mejores armas>> dijo un poeta revolucionario italiano. Esperaba que este no fuese el caso. Aún podían intentar salvarla.
  20. Hito 5 La ansiedad le comía el cerebro al Snape, que se había quedado congelado en plena toma de decisiones. Sus compañeros habían sido mucho más rápidos y, tomando al toro por las astas, se habían abalanzado en busca del Horrocrux. Parecía lo mejor, al fin y al cabo, el elemento podría estar drenando la magia de Laura a tal punto que haya tomado posesión de su propio cuerpo. - La aberración intenta liberarse y en su búsqueda de poder acaba de absorberla. Hay que destruirlo. - Comenzó a avanzar hacia el collar que llevaba Ludwig mientras trataba de comprender lo que sus ojos acababan de ver. No parecía posible que en unos instantes la situación hubiese escalado tan dramáticamente. Rebuscó en sus bolsillos mientras avanzaba a zancadas, preparado con la varita en alto para protegerse ante cualquier intento de ataque. Finalmente lo encontró: el colmillo del basilisco. Lanzó una dentellada al aire, que iluminó la cámara mientras se abalanzaba sobre el collar. No necesitó completar el movimiento para saber lo equivocado que había estado. Un pulso de malignidad le arrebató el control, lanzándolo por los aires, despedido hacia atrás. Agitó sus brazos y piernas en un intento desesperado por aferrarse al arma, que se pulverizó un instante después entre sus dedos. Cayó hacia atrás, golpeando con una de las paredes de las gradas del fondo de la sala. Su cabeza dio contra uno de las columnas y se deslizó hacia el piso, dejando tras de sí un hilo de sangre. Cayó como un saco de papas al suelo y se desvaneció. Lo último que alcanzaron a ver sus ojos antes de desmayarse fue un triángulo de luz frente a sus ojos, lo siguiente que vio fue la completa oscuridad...
  21. Hito 5: El basilisco La bestia seguía retorciéndose a cada hechizo que recibía su cuerpo. Sabía que el vendaje no duraría mucho, pero medio tuerta y desprestigiada la bestia estaba al cantar para caer rendida. Cantar, irónica palabra había pensado mientras veía un gallo invocarse de la varita de un mago al que reconoció de antiguos tiempos, pero no lograba dar con el origen de sus memorias. Suponía que las dudas y recuerdos deberían esperar. No era el momento de la nostalgia. Era el momento de luchar. - ¿Por qué no muere? - gritó el licántropo, anonadado, al ver a la bestia ahora aún más enfurecida que antes, buscando las vibraciones del canto del ave. - Morphos! - gritó y otro gallo apareció al otro lado de la sala, generando un eco y una discordancia tonal. Incluso al Snape le costaba concentrarse con claridad.- Morphos! - otro gallo más apareció en donde había habido uno de los asientos caídos del Wizengamot. Ahora las tres criaturas comenzaron a generar una onda tonal insoportable. El mago se tapó los oídos mientras los ululatos subían en volumen y vibración. Notó que la serpiente comenzaba a desestabilizarse. Ya no se encontraba viajando en velocidad a la fuente del sonido porque, cegada y un poco herida, ahora se enfrentaba también a no poder tapar sus tímpanos, carente de extremidades. Notó que comenzaba a retorcerse sobre su propio cuerpo y lanzaba dentelladas al resto de la sala, esperando llevarse al menos a alguno de aquel grupo nefasto que admiraba su destrucción. - Traigan la lombricompostera que tenemos abono.- rió el mago. Se acercó a la serpiente, inerte en el suelo, y buscó conectar con uno de sus dientes. Tomó fuertemente uno de los colmillos, lo partió asegurándose no tocar el veneno y se lo guardó en uno de sus bolsillos.
  22. El triángulo neblinoso apareció en la recámara del mago sin previo aviso. A tal punto que lo levantó de su sueño de un respingo. No había visto ese símbolo en años y sin embargo allí estaba, como si nada hubiese pasado, como si el tiempo se hubiese estrechado como un acordeón, acercándose al pasado una vez más. Sacudió un par de veces la cabeza y se quitó el pelo de la cara mientras observaba el llamado. Unas runas surcaban el triángulo de luz. Se acercó y pasó su mano por sobre este. Thanatos nunca había sido muy partidario de la aparición, lo consideraba un medio bastante incómodo pese a su practicidad. Sin embargo, aquello no era lo mismo... El triángulo se cerró sobre su muñeca en el momento en que la mano se pasó. Escuchó la voz de Illidan en alguna parte de su cabeza, convocándolo. Cerró sus ojos y se aferró a la magia mientras despegaba del suelo. Con un sacudón, la estela blanquecina de luz despegó del suelo y se llevó a Thanatos en su impulso. El rayo se elevó hacia los cielos y luego se encorvó hacia el este. El licántropo respiraba la adrenalina de sentirse viajando nuevamente hacia la fortaleza. La velocidad disminuyó y el mago se deslizó con suavidad hasta pisar el suelo. Miró a ambos lados y se encontró una mesa triangular de piedra, con runas gravadas en sus bordes y varios asientos a su alrededor. Era increíble como a pesar del paso del tiempo y sus factores, incluso a pesar de estar a la intemperie, la mesa de reuniones estaba intacta y blanca, apenas más gastada que diez años atrás. - Buenas noches, mis queridos.- levantó una de sus comisuras intentando mostrar una sonrisa que se vio pobre y desganada pese a sentir la felicidad realmente.- ¿Qué excitantes nuevas nos encuentran hoy aquí? - abrazó a ambos magos y tomó asiento en uno de los bancos mientras sacaba uno de sus cigarros. Se detuvo antes de encenderlo.- ¿Y dónde está Cubias? ························· @ Illidan Black Lestrange @ Ludwig Malfoy @ Lord Cubias @ Alyssa Black Triviani @ Cillian @ Monica Malfoy Haughton @ Mica Gryffindor @ Ashley Emily Black Lestrange M.
  23. Hito 5: Con el Basilisco Vio a Ludwig acercándose a ayudar a Alyssa y descubrió que la situación era aún más complicada de lo que había pensado antes. ¿Un dragón? ¿En pleno Ministerio? Y no contestos con eso... Sintió a la criatura reptar y sisear incluso antes de comprender qué era. Lo suficientemente rápido para asegurarse de no mirar en dirección a esta... Solo esperaba lo peor. - Un encantamiento de conjuntivitis! - gritó el mago.- Quizás la mucosa reduzca el daño provocado por sus ojos. Alguno de ustedes debería saberlo.- dijo señalando al puñado de magos que se debatían y defendían lanzando rayos a diestra y siniestra. Sabía que no era necesario pronunciar el hechizo, así que cerró los ojos y los apretó con fuerza, intentando concentrarse con todas sus energías. Pensó en la criatura cubierta por la conjuntivitis y decidió que podía hacerlo. Alzó su varita y... Conjuntivitis. - Maldita sea!.- notó que por mucho esfuerzo que hiciera, no tenía los conocimientos necesarios para poder lanzar el encantamiento, decidió dejarse una nota mental sobre aprender mejor los hechizos defensivos y ofensivos para el futuro... si aún le quedaba uno. Se levantó y se puso en guardia al lado de Ludwig y Alyssa, aún con la varita en alto. - Nada mejor que un buen shot de adrenalina.- sentenció.- Obscuro! - un retazo de tela negra voló de su varita en dirección al basilisco con el fin de vendarle el ojo sano, lo que quedaba del arma más mortífera de todas. Sintió como la venda se cerraba sobre su objetivo. El rey de las serpientes no tardaría en enfurecerse. Dobló un poco las rodillas, preparándose para lo que fuese a venir y suspiró.

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