Thanatos L. Lestrange

El bosque se cernía sobre él. Repentinamente un ataque de frío le costó unos segundos de distracción y, cuando menos lo esperaba, un enorme hombre lobo lo aguardaba a pocos metros, observándolo con hambre y decisión.

- No estoy muy seguro, pero si no conociera los síntomas, juraría que me odias... - Ni él comprendía exactamente lo que decía, pero el hombre lobo dio un salto desde sus patas traseras y corrió hacia él. El mago sacó la varita y pensó - Zancadilla

Un lazo se ató a los tobillos del hombre lobo, que cayó de bruces al suelo con un gruñido de molestia. El mágico nudo no lo dejaba moverse, pero el joven Lestrange decidió que lo mejor sería acabar con la criatura, a pesar de que sabía que no podría hacerle mucho más.

- Sectumsempra - gritó, con asco en la voz. El rayo verde le dio de lleno en el pecho al hombre lobo, que se abrió en tres tajos enormes y empezó a sangrar. La bestia se retorcía de dolor. Un fuerte viento lo azotó y el muchacho decidió que lo mejor sería marcharse de allí antes de que apareciera otra indeseable criatura.

Tomó sus cosas y siguió su camino...

La luna llena cubría el recinto y le daba un aspecto aún más siniestro del que normalmente tenía ese lugar por la noche, pero Lysander sabía que contaba con el poder que nadie podría darle de afuera: la única verdad de querer salir de allí: vivo o muerto.

El muchacho se topó contra un muro gigante. Observó que las letras esparcidas por todo su espacio debían significar algo, por lo que se puso a descubrir qué era aquello por lo que debía analizar la pared. Tenía que avanzar si quería ganar la competencia.

Luego de varios minutos, logró descubrir lo suficiente y logró abrirse paso hacia el otro lado.

OFF:

Sopa resuelta:

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La anciana lo observaba sorprendida, al parecer ninguna de las personas que encontraría allí lo ayudarían con su misión de salir adelante, sin antes poner un obstáculo. Primero el viejo loco de las cabras, y ahora la vieja loca de las fotos.

Unos minutos antes, mientras Lysander recorría la pendiente, se cruzó con la mujer de pelo entrecano, que al mirarlo, se acercó velozmente, regalándole una sonrisa al joven. Entre sus manos llevaba un papel, algo arrugado, que debía de ser una foto de hacía tiempo.

La mujer le solicitaba que le contara una historia y, al parecer como el viejo, estaba reacia a recibir una negativa al respecto. Con cansancio, el joven mago comenzó a pensar y se le ocurrió la mejor historia que había ideado en su cabeza en su vida, ya que eso de la imaginación no era lo suyo. Comenzó y no se detuvo hasta finalizar:

"Como sabrá, tiempo atrás existían los viejos monjes del Támesis, un grupo de hombres que practicaba el arte de la meditación, en las afueras de la ciudad de Londres. El año en que los monjes aparecieron, una serie de acontecimientos extraños comenzó a suceder a lo largo del Reino Unido. Unas cuantas llamaradas y un rugido era la marca que los monjes dejaban tras su paso.

La muerte de todo un pueblo al sur de oxford, conmocionó a tal punto al mundo mágico y al muggle, que pronto todo se llenó de pedidos de recompensa por la cabeza de los monjes. El problema era que nadie conocía el templo, la base de donde se formaban sus más locas artimañas para el sufrimiento de los demás.

Lo recuerdo como si fuese ayer: un grupo de empleados de la oficina de aurores lograron internarse entre los "Thamisay" como se llamaban a sí mismos estos monjes, y luego de dos meses de espionaje, se hicieron con la guía de entrada al templo sagrado.

El problema es que cuando los magos capacitados del Ministerio se hicieron presentes, lo que encontraron fue sorprendente: Una enorme cúpula que salía desde las profundidades del Támesis, daba lugar a un laberinto de innumerables recodos y catacumbas que, bien utilizados, daban al centro de rituales.

Al llegar allí, el olor a carne quemada les despertó los sentidos. Los dos espías habían sido descubiertos y largados a la merced de un Galés verde que, desprovistos de varita los magos, se había dado un festín como pocos. Ahora aguardaban las partes mutiladas de los hombres, colgadas de ganchos que caían del techo.

La imagen muestra la cúpula, es de un diario muggle. Claro, la versión oficial fue que unos electricistas, intentando arreglar uno de los radiadores del lugar, se electrocutaron dentro del espacio. Meses después, la edificación desapareció y nunca más fue vista. Los Thamisay jamás volvieron a ser vistos por el Reino Unido."

La señora, anonadada y algo conforme, sonrió al muchacho y sin siquiera agradecerle la historia, se alejó en sentido contrario, dejando libre a Lysander para continuar con su camino.

Agotado y sin aliento, así llegó a un recodo donde iniciaba un camino con una leve pendiente. Ató la cabra a uno de los troncos aledaños y se sentó unos segundos a respirar. Sacó de la mochila un trozo de comida y una pequeña botella de agua.

Comió la ensalada con euforia, ante la pronta finalización de la competencia, y luego tomó un sorbo de agua, el suficiente para mantenerse bien. Un suspiro se separó de sus labios cuando el joven relajó sus músculos y analizó la situación. Volvió a ponerse en pie y desató a la cabra.

Miró a su alrededor y observó la pendiente, por la cual comenzó a descender, tomando a la cabra por la cuerda... Gracias al cielo se portaba realmente bien, al parecer el viejo no estaba completamente loco, ya que había sabido criarla correctamente.

- Vamos Tagga - Le dijo lentamente al animal, que volvió a avanzar con él. Sin lugar a dudas se llevarían bien, y el apodo de su hermana le ayudaba a canalizar cualquier sufrimiento, a comparación de aquel que ocurrió al morir ella.

El avance lo había logrado serenar pero, al parecer, nada bueno le esperaría en aquella travesía. Esperaba que fuesen un poco más blandos, pero si de entrada le dieron un basilisco, no quería saber qué le tenían preparado de plato principal. A medida que avanzaba, su cuerpo se relajaba un poco más de la experiencia vivida. Ahora observaba lo que tenía alrededor.

Una especie de pradera abarcaba el espacio donde se encontraba. Unos cuantos metros más allá, unas cabras tomaban agua de una especie de estanque abierto que parecía poco natural. Una casa destartalada estaba fija en el centro del rebaño, mientras que todo parecía muy silencioso. Se acercó con cautela para asegurarse que ninguno de los animales le atacara, pero al parecer estaban centrados en sus cosas y no les importaba mucho lo de afuera.

Dio un respingo al escuchar el crujir de unos goznes moviéndose al abrirse la puerta de entrada. Un hombre de aspecto roñoso y decrépito, lo observaba desde el umbral. Con cuidado, se acercó para pedirle cómo debía hacer para seguir su camino.

- Disculpe, señor... - empezó.

- Sí, viene por las cabras, muy bien. Eso serán unas dos mil monedas de oro para ti, muchacho, te guardé las mejores, ¡LAS MEJORES! - Un tono casi histérico había cerrado la frase. Lysander estaba parado, anonadado ante aquella situación.

- Disculpe, pero no, no puedo darme el gusto de comprar una cabra, señor. Necesito el dinero para salir de este lugar con vida. - La argumentación no le pareció muy válida al anciano, que lo miró con rabia, como si el rubio acabara de traicionar su confianza.

El joven Lestrange comenzó a alejarse de a poco, despejándose las dudas que tenía para hacer y procurando sostener la varita con la mano derecha, firmemente. El hombre lo miró furioso y, de un momento a otro, finalizó:

- Si no te vas con una de ellas, no irás a ningún sitio. - El efecto fue inmediato, Lysander comenzó a andar hacia atrás, más y más rápido hasta que se giró y empezó a correr. Sacó la varita y murmuró los primeros hechizos que le cruzaron la mente:

- Incárcerus - Las tres cuerdas salieron disparadas hacia el viejo. Una de ellas se cerró a la altura de los codos, obligándolo a tenerlos pegados al cuerpo. Otra se amarró en sus tobillos, haciéndolo trastabillar hacia adelante en su carrera, y caer con peso muerto. Por último, la tercera iba dirigida a sus manos, que se asieron firmemente a su cintura sin posibilitarse su movimiento.

Estaba tan enojado que no había notado que la posibilidad de una cabra, probablemente le proveería de leche y carne, en caso de necesitarla, por lo que era una forma viable de sustentarse. Tomó su bolsa de monedas y le depositó en el pecho al viejo una bolsita más pequeña con la que le dejaba dos mil monedas.

Una vez que se aseguraba de ello, examinó atentamente a todas las cabras y tomó a una, la cual parecía la más sana y más preparada en caso de que necesitarla hacerla comida. Desató los codos del hombre, mientras este seguía lanzando improperios, y usó la cuerda para amarrarla al collar del animal, el cual comenzó la caminata con él.

Seis espacios más adelante encontraría su siguiente dificultad. Observaba distraído a ambos lados, asegurándose de que todo marchara relativamente bien, para poder concentrarse principalmente en su tarea, la de seguir adelante hasta el final, sea como sea. Sus pasos se aceleraban a medida que se acercaba al sitio a donde el dado lo había llevado.

Alzó su mano unos segundos y eso le bastó para comprender que todavía no era ni el mediodía. Estaba por mirar sus raciones de comida, cuando de algún lado, un crujido comenzó a sonar. Se hizo más fuerte y, al instante, un ruido de explosión se hizo presente a unos cuantos metros de donde se encontraba. Se cubrió con las manos y corrió hasta detenerse tras un grueso tronco cercano, con el cual se podría cubrir de las esquirlas y restos de aquel objeto que había estallado en pedazos.

Observó las grandes y pequeñas rocas cayendo por impulso de la fuerza que había llevado a cabo la explosión. Al final, un fino polvillo pasó zumbando, anunciando el cese de aquella lluvia de objetos. Un ruido extraño le erizó los pelos de la nuca: primero un golpe de algo enorme contra el suelo y, después, el ruido de la reconocida voz de las serpientes... Un siseo largo y prolongado que se llevó consigo todo el valor del Lestrange.

Respiró hondo, se armó de nuevas fuerzas y se dispuso a idear un plan que lo ayudara a safarse de aquel reptil. No sabía qué clase podía ser, pero al parecer no había muchas opciones, el ruido del animal al caer había sido suficiente como para mostrarle que pesaría cerca de una tonelada. Tenía que tener cuidado y tomar todas las precauciones necesarias, ya que si era lo que él creía, lo de menos sería el veneno de sus colmillos.

Sacó la varita de su bolsillo y comenzó a pensar seriamente cuando un fuerte golpe azotó al árbol que lo amparaba aún bajo sus ramas. Observó un segundo impacto de la enorme cola del animal y vaciló un instante antes de correr en dirección contraria. El imponente árbol cayó derribado por la fuerza de la bestia, que se giró en busca de la presa que le había asignado el azar.

Lysander comenzó a correr en círculos y se metió en una zona de arbustos exóticos que procuró no tocar demasiado. Esto lo mantendría a salvo de la vista de la criatura por unos pocos minutos, por lo que debería ser rápido. Tomó del piso una de las grandes esquirlas y aguardó atentamente. Oía el zigzagueo de la serpiente cruzando el lugar para hallarlo. Estaba seguro de que olería su sangre, pero era su única oportunidad de descubrir la verdad.

Cuando comenzó a pensar que podría sentir la respiración de la bestia por sobre su cabeza, lanzó con fuerza la roca y aguardó, silencioso, la reacción del ser. Una nota de alivio tiñó su rostro, cuando la inevitable distracción llevó a la criatura a examinar el lugar de donde provenía el ruido, el licántropo asomó la cabeza y, asegurándose primero que la cola del ser estuviese moviéndose en dirección contraria a donde se encontraba él, comenzó a subir la vista hasta encontrarse con la señal que se lo dijo todo: una pluma escarlata podía observarse sobresaliendo de la cabeza del ser.

Volvió a esconder toda parte de su cuerpo entre los arbustos y comenzó a hurgar en el lugar, mirando todo lo que pudiese ayudarle. Entonces, una roca enorme se cruzó en su campo de visión y tuvo la idea más extraña que se le había cruzado hasta el momento y que, probablemente, fuese la más acertada. Alzó su varita, preparándose para correr, y al instante susurró:

- Morphos - El leve sonido que salió de su boca, fue suficiente para atraer la atención del basilisco nuevamente, sin embargo, esa no era toda su intención. En donde antes se encontraba la roca, ahora había un hermoso gallo adulto, que parecía esperar órdenes claras. Comenzó a caminar, alejándose del lugar donde estaba para evitar al basilisco, y las órdenes para el gallo fueron claras: "Canta con fuerza, canta al cielo".

La reacción fue en cadena y todo lo que sucedió en el siguiente momento fue muy rápido: Lysander esquivó una estocada del basilisco, que se levantó, algo aturdido al golpear el suelo. El gallo comenzó a cantar a viva voz, haciéndose oír en cada recodo del lugar y produciendo lo que el muchacho esperaba; herir al basilisco letalmente. Unos cuantos silbidos desgarradores indicaban que la bestia agonizaba. Suspiró entonces y se abrió paso en el lugar, hasta llegar a donde debería seguir.

Un golpe seco le dio por entendido que ya todo había acabado: el basilisco estaba muerto.

Hola a todos, vengo con una consultirijilla

Bueno, se supone que caí en el casillero seis, y de esa forma se me apareció un basilisco y tengo que defenderme. Ahora bien, no entiendo bien qué debería hacer, ya que no estaba seguro de si, pasando al basilisco, avanzaba, tenía que hacerlo de alguna forma en especial, o simplemente con mi rol contaba.

Saludos.-

El mago reaccionó tardío, con expresión cansada y con una tensa sensación de paranoia al abrir sus orbes bicolores. Una mirada del paisaje lo encerró en una burbuja de fuerza que le aprisionaba los pulmones. El agua cubría gran parte de la zona que lo rodeaba y sus pies temblaban al ver que la única forma de cruzar a un lugar mejor y sobrevivir a aquello sería nadando.

Desde una mala experiencia en la que, de niño, uno de sus compañeros del orfanato lo había arrojado a uno de los lagos helados cercanos al báltico, Lysander no había vuelto a acercarse a aguas de gran porte como aquella. "Es esto o nada" pensó para sus adentros. La idea de la muerte cercana ya no era más que la sensación de recibir una nueva desviación y un final para ese maldito encierro, sin embargo su deseo de gloria lo impulsaba más allá y lo obligaba a continuar.

Tomando fuerzas, flexionó las rodillas y saltó lo más lejos que pudo hacia el agua que, para su sorpresa, no estaba tan fría como la que hacía años había visitado. Su cuerpo, conforme con la sensación de ingravidez, comenzó a moverse velozmente por entre las ínfimas olas que se abrían paso de ambos lados, donde los otros tributos intentaban acercarse a la cornucopia.

Una vez fuera del agua, se sacudió las ropas y corrió en dirección al centro, donde tomó con velocidad la mochila con el número tres, que lo identificaba. Se alejó corriendo, mirando atrás cada tanto para asegurarse de que nadie lo siguiera y, una vez a salvo, hurgó entre los pliegues de la bolsa para observar el contenido.

Unas cuantas provisiones que le serían útiles le resaltaban como lo más importante, aunque, sorprendido, observó un pequeño cubo de cristal. Cada una de sus caras llevaba unas ínfimas marcas que la diferenciaban de las demás... un dado.

Suspiró sorprendido y se dispuso a consultarse si aquello no sería una señal. No tardó en comprender cuál era la razón para que ese objeto se encontrara entre las cosas más preciadas...

OFF: Perdón por esto, pero realmente no está claro dónde tenemos que rolear. O al menos yo no lo capté.

El mago reaccionó tardío, con expresión cansada y con una tensa sensación de paranoia al abrir sus orbes bicolores. Una mirada del paisaje lo encerró en una burbuja de fuerza que le aprisionaba los pulmones. El agua cubría gran parte de la zona que lo rodeaba y sus pies temblaban al ver que la única forma de cruzar a un lugar mejor y sobrevivir a aquello sería nadando.

Desde una mala experiencia en la que, de niño, uno de sus compañeros del orfanato lo había arrojado a uno de los lagos helados cercanos al báltico, Lysander no había vuelto a acercarse a aguas de gran porte como aquella. "Es esto o nada" pensó para sus adentros. La idea de la muerte cercana ya no era más que la sensación de recibir una nueva desviación y un final para ese maldito encierro, sin embargo su deseo de gloria lo impulsaba más allá y lo obligaba a continuar.

Tomando fuerzas, flexionó las rodillas y saltó lo más lejos que pudo hacia el agua que, para su sorpresa, no estaba tan fría como la que hacía años había visitado. Su cuerpo, conforme con la sensación de ingravidez, comenzó a moverse velozmente por entre las ínfimas olas que se abrían paso de ambos lados, donde los otros tributos intentaban acercarse a la cornucopia.

Una vez fuera del agua, se sacudió las ropas y corrió en dirección al centro, donde tomó con velocidad la mochila con el número tres, que lo identificaba. Se alejó corriendo, mirando atrás cada tanto para asegurarse de que nadie lo siguiera y, una vez a salvo, hurgó entre los pliegues de la bolsa para observar el contenido.

Unas cuantas provisiones que le serían útiles le resaltaban como lo más importante, aunque, sorprendido, observó un pequeño cubo de cristal. Cada una de sus caras llevaba unas ínfimas marcas que la diferenciaban de las demás... un dado.

Suspiró sorprendido y se dispuso a consultarse si aquello no sería una señal. No tardó en comprender cuál era la razón para que ese objeto se encontrara entre las cosas más preciadas...

OFF: Por la misma razón que Anastasia. No comprendo bien el mensaje que se deja sobre "El rol en el topic general de rol de la prueba". No quiero quedarme afuera, así que arranco desde ahora.

Saludos.-

El mago reaccionó tardío, con expresión cansada y con una tensa sensación de paranoia al abrir sus orbes bicolores. Una mirada del paisaje lo encerró en una burbuja de fuerza que le aprisionaba los pulmones. El agua cubría gran parte de la zona que lo rodeaba y sus pies temblaban al ver que la única forma de cruzar a un lugar mejor y sobrevivir a aquello sería nadando.

Desde una mala experiencia en la que, de niño, uno de sus compañeros del orfanato lo había arrojado a uno de los lagos helados cercanos al báltico, Lysander no había vuelto a acercarse a aguas de gran porte como aquella. "Es esto o nada" pensó para sus adentros. La idea de la muerte cercana ya no era más que la sensación de recibir una nueva desviación y un final para ese maldito encierro, sin embargo su deseo de gloria lo impulsaba más allá y lo obligaba a continuar.

Tomando fuerzas, flexionó las rodillas y saltó lo más lejos que pudo hacia el agua que, para su sorpresa, no estaba tan fría como la que hacía años había visitado. Su cuerpo, conforme con la sensación de ingravidez, comenzó a moverse velozmente por entre las ínfimas olas que se abrían paso de ambos lados, donde los otros tributos intentaban acercarse a la cornucopia.

Una vez fuera del agua, se sacudió las ropas y corrió en dirección al centro, donde tomó con velocidad la mochila con el número tres, que lo identificaba. Se alejó corriendo, mirando atrás cada tanto para asegurarse de que nadie lo siguiera y, una vez a salvo, hurgó entre los pliegues de la bolsa para observar el contenido.

Unas cuantas provisiones que le serían útiles le resaltaban como lo más importante, aunque, sorprendido, observó un pequeño cubo de cristal. Cada una de sus caras llevaba unas ínfimas marcas que la diferenciaban de las demás... un dado.

Suspiró sorprendido y se dispuso a consultarse si aquello no sería una señal. No tardó en comprender cuál era la razón para que ese objeto se encontrara entre las cosas más preciadas...

Hola, esto que estoy haciendo, parecería que estoy intentando completar las líneas, pero no... sólo intento completar las líneas. Por lo tanto, lo que acabo de decir es tan contradictorio que el mundo explotaría en instantes. *agitado* Esto... es... todo lo que tengo.

*Deja el link*

Cofcof... este es el link ...focfoC

En fin, ya los dejo, que flashié mucho xD jajja

Espero haberlo hecho bien.

El rubio suspiraba, observando con desdén en derredor. Habían pasado minutos de silencio, cada uno por su lado, observando los trozos de pergamino que cada uno había recibido. No estaba seguro de poder confiar en los demás, por lo que se procuró a alejarse antes de disponerse a deducir lo que indicaban los símbolos extraños esparcidos por todo el dorso del papel.

Luego de que su cerebro comenzara a arder en llamas, a punto de destruir el objeto, se serenó y comenzó a sacar ideas y cuentas por su propio lado. Su mirada de enojo se transformó en euforia, luego en interés ante las palabras y por último, en una sensación difícil de describir al observar lo escrito... Suponía que ya otro había logrado deducir la situación ya que, cuando alzó la vista, vio a uno de los tributos que ya no estaba...

- Dios santo, esto es mucho para mí.

Hola a todos, vengo simplemente como "mensajero" y también como mi propio mensajero, así que nada de simplemente (?) XD

En fin, vengo a decir que es prácticamente seguro que Juliana no estará mañana en la prueba, había avisado a algún que otro organizador la posibilidad de no poder hacerlo ya que este fin de semana está de viaje de estudios, así que no creo que sorprenda a muchos ...

Así también, puede que yo tampoco esté, así que nada, gracias por la oportunidad. Suerte a los demás participantes y que gane el mejor.

Saludos.-

Motivo del reporte: Comí y Bebí

Link al post: http://www.harrylatino.org/index.php?showtopic=98019&view=findpost&p=4352665

Aún aguardaba un poco de adrenalina, pero no parecía capaz de llenarse con nada. Tenía unos cuantos planes para cuando llegara la final, pero no tenía por qué llenarse de cosas antes de tiempo. Estaba seguro que podía aliarse con los más fuertes... sólo hasta que llegara el momento.

Alzó uno de sus brazos y suspiró, a sabiendas de que todo lo que hacía estaba manejado por un gobierno corrupto que, a su antojo, bañaba de sangre a lo que quedaba de cada familia. Asegurándose la muerte de unos cuantos, mantenía a los demás en fastuosa desconfianza.

Tomó un poco de comida y agua y se dispuso a disfrutar su almuerzo mientras observaba los rostros de todos los demás. Contemplaba el dolor, la angustia, el sufrimiento... Encontraba los más profundos sentimientos que intentaban colarse por sus miradas, dejándolos aislados de toda mentira. Ya sus cuerpos pedían tranquilidad. Rogaban un poco de paz. Fuese muriendo y escapando al descanso eterno, o triunfando y volviendo a la cómoda vida que les ofrecería el premio de haber vencido.

Las magulladuras se encontraban por todos los cuerpos, los trajes. Toda visión de lo que antes fueron rostros hermosos, ahora se distorsionaba con los moretones, cortes y raspones.

Ya todo terminaría... esperaba que fuese pronto...