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Sophie M.

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Todo lo publicado por Sophie M.

  1. La pregunta que me hace suena sencilla pero es en realidad tan complicada de responder, especialmente cuando me jugaba la vida todos los días y eso me había malacostumbrado a preguntarme en lugar de "¿por qué?" un "¿por qué no?" Es demasiada la distracción para mantener una sola línea pensamiento, si sus manos insisten en seguir patrones tan inesperados como tan deseados a la vez. La pregunta es obviamente retórica porque eran incontables la veces que le había dicho que la amaba, cada caricia y cada beso habían sido una forma más de expresarlo cuando las palabras se quedaban cortas. Entonces, tenía sentido preguntarme ¿cómo era me había enamorado así? y aquello simplemente no tenía respuesta. Era como preguntarse por qué las plantas producen oxígeno o el porqué la Tierra gira alrededor del sol. Para mi amarla había sido como respirar, tan natural, tan lógico, tan inevitable. Aquello había justificado mi miedo al principio, la inseguridad, las dudas y hasta los nervios; saber que era tan real. Me parecía muy humano huir de algo que, aunque lo percibes como perfecto, podría herirte tan absoluta e irrevocablemente que a momentos es más fácil negárselo. Pero aquel amor que había despertado en mi había superado todo y valía todo riesgo. Por eso nunca la detuve. Pero es demasiado para explicarlo ahora mismo, cuando cada caricia suya me descoloca los pensamientos y hasta el ritmo cardiaco. Cuando es su lengua la que deja un camino grabado a fuego en mi piel que carece ya de toda tela que la cubra. No me impresiona que me pregunte aquello justo ahora porque es cierto que la Sophie de esos años era muy diferente a la que tiene enfrente. La que quiere ganarlo o perderlo todo pero vivir aquella pasión a plenitud. Estaba dispuesta a sorprenderla en todo sentido, a complacerla también. A demostrarle cuanto había aprendido como le había amenzado antes y, de paso, cuanto la extrañaban hasta mis huesos. ‒ Quizá... ‒ levanto su barbilla para arrancarle un beso fugaz pero agresivo en lo que mis manos toman las suyas y soy yo la que guío sus caricias por mi cuerpo ‒ te esperé toda mi vida para amarte‒ confieso inevitablemente ‒ o tal vez... ‒ mis caderas inquietas se mueven sobre ella. El roce directo con la piel me enerva al tiempo que con delicadeza mojo con mis besos su mano hasta lamer con poca sutileza su índice - me seduciste tanto que fue - mi mano lleva a suya hasta perderse muy al sur de mi vientre ‒ imposible ‒ no hay duda en su tacto, tanto es asi que me obliga a reprimir el gemido mordiendo mis labios ‒ resistirse ‒ termino con la palabra ahogada. A esta altura, era imposible demostrar quien había iniciado con la primer indirecta, coqueteo o hasta el primer beso. Siempre sería un misterio indescifrable, más siempre había admirado su osadía, su forma de retarse a si misma y los demás a la vez. La habría culpado sin pensarlo dos veces de arrastrarnos a todo esto, pero lo único cierto es que éramos tan inevitables que era absolutamente indiferente. Ella o yo, el resultado iba a ser siempre el mismo: nosotras.
  2. Es cierto que presto muchísima atención a lo que dicen mis interlocutores, pero también tengo un interés profesional por lo que se desarrolla en aquella habitación. Ni siquiera la maquinaria sugería algo en concreto y no es que guardara muchas esperanzas de descubrirlo así, yo misma sabía muy bien cuanto se podía esconder lo que fuese a plena vista. Levanto una ceja y dedico una mirada cómplice a Tauro, ciertamente no esperaba que estuviera por instalarse en el instituto. Incluso pauso el par de pensamientos que me cruzan la mente y el inapropiado uso de un par de cuartos en el laboratorio que se me ocurrían en su compañía. Aunque había ofrecido el tour agradezco que Tauro tenga, o al menos finja, tanto interés en lo que se desenvuelve aquel magizoologo. Mi concentración sufre un desliz cuando me veo distraída por un guiño que solamente alcanzo a ver yo. – Porsupuesto que será parte del tour especial – trato de mantener un tono casi profesional, quizá era muy pronto para desvelar cuanto nos conocíamos en realidad. Aun así no me pasa desapercibido de que también parece conocerlo a él. Suelto una risa socarrona y pierdo todo tono de amabilidad y fingida cortesía ante su aparente ingenuidad sobre los demonios. Había dicho las palabras incorrectas. Sin embargo, Tauro se me adelanta a contestarle, el desdén marcado en cada palabra ácida que suelta, no solo para desmentir aquella afirmación sino también para servirle un afrenta directa. – Quizá no me expliqué bien – comienzo tomando con más fuerza la hielera con la muestra que no había dejado fuera de mi vista en todo momento – usted no está desperdiciando mi tiempo en lo absoluto – le tranquilizo – más comenzará a hacerlo en el momento en que me honre con otra respuesta tan vaga como "pequeña investigación". – Además – interrumpo antes de que tenga algo más que decir – es evidente que ocupa toda la ayuda posible si cree que lo peor que puede hacerle un demonio es pervertirle o sidefine la condición como "enfermedad"– aquello no me parecía particularmente ofensivo, simplemente denotaba su amplio desconocimiento de la materia y lo peligroso de poner uno de mis mejores ejemplares a su disposición. Aunque algo me decía que era solo un faro fingir ignorancia. – No obtendrá esta muestra sin ... – pero mi amenaza de que me debe incluir en la investigación queda inconclusa al escuchar el tono demandante de Tauro. Mi atención y la del magizoologo se desvía a Tauro y algo minúsculo de reflejo azul. Mi mano toma sigilosamente a la varita. Cada vez me gusta menos la tensión de la sala y si tenía que reaccionar sería la primera en hacerlo. – Quizá quiera dejarse de juegos y evasivas– murmuro con un tono pausado pero cargado de apremio.
  3. La oscuridad no es obstáculo de nada. Con aquel vínculo que compartíamos, bien podía susurrarle secretos en la luz o gritar verdades en la oscuridad sin necesidad de una sola palabra, bastaba una sola de aquellas caricias. Ni siquiera queda espacio para preguntas necias, estábamos un paso más allá del consentimiento. Más me parecía que todo era válido, apostándolo todo en un juego que no se podía perder. Su cuerpo tiene un ajuste perfecto con el mío, ni siquiera es un contacto milimétrico, no queda espacio alguno y hasta cierto punto resiste mi peso. Mi mano celebra por fin lograr un objetivo que buscaba desde que bailara tan sensual y me prohibiera aquellas libertades. Recorre en un solo trazo la distancia entre su cadera y su rodilla que levanto mi costado a la altura de mi cadera. Cada caricia es fuerte sin alcanzar ningún nivel de rudeza, su pieza resulta tan tersa a mis palmas que demanda un toque aun más suave. ¿Desde cuando es tan complicado respirar? Lo logro pero es a duras penas y es que me embriaga su aroma, su lengua en mi cuello no parece perdida, por el contrario es un camino que parece reconocer. Era difícil no comparar y es que era imposible olvidar. Sus labios me transportaban. ‒ Es un lugar muy acogedor ‒ le había dicho mientras ingresábamos la primer vez a aquella Disco y le preguntaba al tiempo, para hacer conversación, si quería algo de beber. Recordaba como me quitaba el aliento, los nervios que me generaba, mi corazón latiendo violentamente casi en mi garganta a cada pequeño roce. Incluso ahí, incontable tiempo antes, había tomado su mano y acariciado su mejilla de la forma más inocente, tanto así que me había sonrojado y hasta disculpado. ‒ No tienes por qué dejar de hacerlo ‒ y su sonrisa había terminado de apagar cualquier duda en mi. Incluso en aquel primer momento ya sabía que la amaría el resto de mi vida, estaba de suerte porque... ‒ Esta noche no quiero más nada que estar contigo... ‒ había sido su respuesta. En el presente, sus labios atrapan los míos, por casi la primer vez en esa velada, no es la lascivia la que lleva mis manos, es mucho más que eso, inefable. De hecho el beso es tan suave, va al contrapunto de las manos, que por un verdadero acto de magia, siguen desapareciendo tela. En la oscuridad toco su mejilla como aquella vez, mis ojos se han adaptado perfectamente ahora. Sonrío sellando nuestros labios de nuevo con mayor ahínco ahora, mi lengua buscando la suya en un intrínseco beso y mis manos ascendiendo cada curva suya. - Te prometí no hacerme responsable si no me detenías - y riendo antes de que su memoria perciba el Déjà vu la beso nuevamente, es solo una distracción de como mis uñas de mi mano dejan un rastro suave sobre su muslo. Ninguna estaba ni un ápice dispuesta a detenerse. Ni aquella noche, ni esta.
  4. En lo que alguien intervenía me dediqué a observar con más atención a los presentes, quizá deteniéndome más de lo prudente en las curvas de Tauro. Pero realmente me intrigaban las otras dos personas, por naturaleza era bastante desconfiada pero no dejaba que los demás lo notaran porque actuaba con total naturalidad El rubio es el primero en responder, me indica que ha sido quien solicitó aquella muestra, aprovecho la confusión y saludos de los demás para mantener firme la pequeña hielera en mis manos. ‒ Sophie ‒ soy la primera en apretar su mano, había llegado hasta aquella oficina para informarme de la investigación en curso, pues era requisito primordial conocer los pormenores antes de autorizar las muestras bajo mi supervisión. Desvío entonces mi atención a Tauro, no me pasa desapercibida su aseveración de "también" ¿se refería a nuestro interlocutor o a ella misma? tampoco tuve mucho tiempo de comprender pues reanuda su conversación con el magizoologo. Me queda claro que no se conocen y también me parece percibir una interacción casi fría. ‒ De hecho, ahora que lo preguntas Tauro- añado interrumpiendo - soy la Jefa del Departamento de Demonios y Maldiciones - añado a modo de explicación - el señor presente, me ha solicitado unas... muestras - no doy más detalles, pues algunas investigaciones podían manejarse en extrema discreción ‒ podemos agendar una reunión para que me explique los detalles de su investigación y así acceder a la muestra ‒ me dirijo exclusivamente a Jeremy , al que le hago saber muy sutilmente saber que necesito conocer más antes de entregarle aquel material tan peligroso‒ o quizá, si no le representa ningún inconveniente puede explicarlo para todas, cuatro cabezas piensan mejor que una ‒ sugiero retando un poco su disponibilidad para compartir su trabajo ‒ ¿También trabajan para el Instituto o alguna de sus entidades subalternas? Si vienen llegando podría ofrecerme a darles un breve tour ‒ miro con complicidad a Tauro, tenía muchísima curiosidad por saber que hacía allí al igual que aquella otra chica. @ @Litsy @Jeremy Askar Triviani
  5. No había forma que pudiera comparar aquella conexión. No importaban todos los caminos retorcidos que había recorrido o mis malas andanzas. Allí estaba, sentada y observando mientras me recordaban que la intimidad no tenía nada que ver con quitarse la ropa, que el verdadero éxtasis no guarda ninguna relación con el acto físico. Intimidad era más un sinónimo de entrega, de compartirse sin reparos. Desnudar el alma era mucho más sensual y hasta más privado. Las dos éramos vulnerables en aquel momento y aun asi no existía espacio para ningún temor o reserva. Estaba rendida a sus encantos, ninguno de mis poderes o artimañas tenía ningún efecto; no podría hacerlo con ella de todas maneras, era retorcido e incluso ruín lo que podía hacer con una persona promedio cuando estaban así de vulnerables y a mi disposición. Entre nosotras solo había espacio para lo genuino. Por momentos detesto aquella silla, es más, celo la silla que entra en contacto con su espalda y sus piernas. Celo los movimientos sensuales de sus caderas y como roza, cada vez, más de su piel contra la inerte madera incapaz de apreciarla. Al mismo tiempo es hipnotizante, los sentidos agudizados me dejan ver el rastro brillante que deja su saliva en su piel, al tiempo que me saboreo los labios y un escalofrío me recorre en respuesta a los movimientos que mis propias manos han resumido como respuesta al estímulo visual. Tiene mi total atención, tanto es así que por minutos no logro reaccionar más que a contemplar hasta donde dibuja el límite o mejor aun, descubrir que no quedaban límites. Un crescendo que no tiene nada que ver con la música nos toma, nuestras voces ahogadas reclamando la intensidad del momento compartido a pesar de esa escasa distancia. Las manos a cada momento más demandantes y cada vez que cierro los ojos pierdo absoluta noción de que está alejada porque puedo sentirla en mi. Me muerdo los labios y abro los ojos, por un instante recuerdo que tenía un plan, que me había distraído de la manera más gratificante que se pueda imaginar. ‒ Si vas a jugar... ‒ jadeo susurrante un evidente reclamo a como me ha puesto en tortuosa tentación y me pongo de pie despacio. ‒ juguemos con todos los sentidos entonces ‒ para cuando sus ojos encuentran los míos, estoy sosteniendo mi varita y varias cosas suceden en un mismo momento, todas las luces se apagan dejando la habitación en absoluta oscuridad y su silla se ve reemplazada por un sillón mucho más cómodo para dos, apenas. En lo que el oído se agudiza, sigo el camino que he memorizado desde mi posición hasta la suya.Con suavidad y tanto silencio como me es posible la alcanzo colocando mi mano sobre una de las suyas. Entre la respiración, el instinto y el tacto nos comenzamos a descubrir. A ciegas las caricias... a ciegas los labios. @
  6. El olor azufre ya ni siquiera lo notaba, después de todo era un mal necesario en aquel cuarto de especímenes. Mis ojos estaban ocupados observando a través del microscopio los patrones del tejido en la placa de petri número 83 que examinaba el día de hoy. Un retumbo y gruñido de la caja sellada del fondo me hace cerrarlos despacio y suspirar antes de volver a abrirlos. - Estoy segura de que no quieres enojarme - susurro con una falsa voz dulce al tiempo que dejo el banquillo. El cuarto, con capacidad hasta para 10 especímenes, estaba construido con paredes de hasta hasta un metro de grosor en metal y otro más en concreto, estaba además protegido con multitud de maldiciones y hechizos antiescape. Me habría atrevido a decir que era el lugar más peligro del IIIM, pero mi posición de Jefa me daba acceso a otros que competían por el mismo título. Golpeo con los nudillos la puerta número 6, aquel había sido un triunfo reciente, un demonio fresco que estaba segura me ayudaría en mi objetivo de comprender más de su poder para utilizarlo al antojo del que lo deseara. La criatura se retrae sobre sí misma y escapa hasta la esquina más alejada de mi, sonrío frívola, lo cierto es que había exagerado con mis métodos para llevarle hasta ahí, pero cada precaución era necesaria - Creo que esto podría servir - murmuro y encapsulo la muestra con cuidado que coloco en un contenedor específicamente diseñado para transporte de material genético. Crearía una emergencia si aquello entraba en contacto con cualquier bruja o mago no preparado o totalmente humano. Aquel demonio podía multiplicarse incluso a partir de aquella muestra milimétrica extraída de su cuerpo. No era ni por asomo la muestra más peligrosa, sino una excelente para experimentar pues era capaz de unirse a cualquier orgánico. Había recibido una solicitud del Departamento de Criaturas, querían crear una especie mejorada. Al menos aquello era lo que ponía el comunicado y por tanto habían solicitado muestras de mi Departamento. Tomo el contenedor dejando atrás el cuarto que tan pronto dejo se sella completamente y solamente con los permisos correctos se puede ingresar nuevamente. El acceso estaba en mi Oficina que contenía además del despacho para tareas más administrativas, otro laboratorio donde se pueden realizar experimentos que no requieran la contención del cuarto de seguridad. Inhalo el aire fresco y sigo caminando hasta el pasillo que comunica con los otros pisos y oficinas. No era normal que fuese a dejar muestras personalmente pero realmente llevaba demasiadas horas enclaustrada entre mala compañía ni parecía haber nadie más allí para ayudarme. Maldigo al darme cuenta que me he traído encima la acostumbrada bata blanca. - Tengo la muestra que han solici.. - dejo la frase inconclusa. Esperaba encontrar solo al encargado del experimento, en cambio, hay dos mujeres más y no había contado con reconocer a una de ellas.
  7. No había sido nada fácil llegar hasta allí, de hecho había requerido métodos poco convencionales extraer la información suficiente para saber que aquella era la pista correcta. No eran métodos agradables pero si eran eficientes. Aquella edificación tenía que ser la que pertenecía a mi familia. Bufo amargamente, estaba demasiado acostumbrada a no tener nada como aquello. No esperaba nada y tampoco tenía nada que perder. Es más, había dejado aquella búsqueda por años, había abandonado la idea de una familia, más ahora, dado mis nuevos poco anuentes informantes, la ansiedad de conocer la verdad era más que suficiente para vencer el orgullo y el rencor. Cual espía, estaba observándolo todo desde la esquina más distante. Habían pasado horas desde que la última persona hubiese ingresado. Los transeúntes muggles, ni siquiera parecían poder apreciar lo majestuoso de aquel lugar, ciegos ante la realidad llena de magia en frente de ellos. Por mi parte, solamente estaba recontando los obstáculos aún por vencer. Tenía apenas un nombre: "Anne", un cosquilleo me recorría al pensar su nombre, era una emoción extraña entremezclada con repudio. Luego de años de esforzarme al tratar de recordar, parecía como si mi memoria estuviese atada y solamente su nombre hubiese escapado. De hecho, muchas veces pensaba que todos los recuerdos de mi familia estaban mitigados por algún encantamiento. Suspiro y sacudiendo mi cabeza para concentrarme, echo a andar con resolución hasta la entrada. - Soy invitada de Anne - digo sin darle mucha oportunidad al conserje de preguntarme nada, todo con un tono de autoridad que tampoco lo invitaba a desafiarme. Había incluso elegido mi vestimenta, totalmente formal y de buen gusto, podía pasar por una mujer de negocios para un muggle y de clase para un mago o bruja, la capa de viaje no era más que una estrategia para llevar la varita convenientemente cerca de las manos y escondida- no le gustará nada que me deje esperando en el umbral así que puede mostrarme el camino hasta el elevador inmediatamente- aquel era el otro único dato que tenía sobre la arquitectura del lugar. El hombre me dedicó una mirada de sospecha aunque igual me guió hasta donde le había indicado. Parecía expectante como si algo fuese a suceder, me aferro a mi varita como preparándome a un duelo, parecía esperar a atraparme en mi mentira al tiempo que caminábamos en absoluto silencio. Para sorpresa de los dos, nada me detuvo de ingresar al elevador que tuve que operar por mi misma pues luego de incluso empujar al elfo seguía llenando el aire con fuertes ronquidos. Todo mi plan se acababa ahí, a partir de aquel momento debía improvisar y al tiempo, aferrarme a mi historia de ser invitada de una mujer que no reconocería y aun si lo hiciese no sería alguien de mi confianza. Iba por respuestas y no por el amor de una madre, pero lo cierto es que tampoco sabía que iba a terminar encontrando.
  8. Buenas a todos! También vengo a ejercer mi sufragio como es mi derecho pero también mi deber. Sin rodeos, pienso que Anne Gaunt, por años, ya ha demostrado que tiene todo (y más) de lo que ocupa un buen líder. Es organizada y responsable (no en vano se ha ganado a pulso sus tareas de moderación), además de ser carismática y, más importante en este foro, diplomática. Por tanto no me queda la menor duda de que hará un trabajo excelente representando al bando con todo lo que ello requiera e implique. #AnneEsMiLider Saludos!
  9. Por momentos todo parecía sacado de una película, justo en la escena perfecta. La iluminación era tenue más eso no evitaba que pudiera apreciar cada curvatura de su piel. No habían más sonido que el de nuestras respiraciones. En el aire, se respiraba un aroma perfumado. Y no habían testigos. Éramos solo aquella pasión inefable, ella y yo. Mi primer respiro completo lo doy hasta sentarme en la cama. Allí donde ella, sin necesidad de utilizar ninguna fuerza, me coloca. Un solo toque y yo obedezco. Puedo sentir mi tez cálida a pesar de que en aquella habitación el clima era fresco, a pesar de tener nada o escasa ropa y el cabello mojado. El calor está en las venas. Juega conmigo, sobretodo con mi autocontrol. Baila y nunca diría que lo hace para mi, no tolero ese tipo de posesividad. Baila para ella y yo solo tengo la dicha de ser su espectadora. Al mismo tiempo me carcome el deseo, pero es uno muy particular, porque aquella mujer y demonio en frente de mí desde siempre había sabido provocar todo un caos en mi, fuera o no consciente de ello. Era capaz de despertar mi ternura y un instante después: lujuria. Era esa conexión nuestra, incapaz de romperse a pesar de tantos tropiezos y triunfos en el progreso de nuestras vidas que, inevitablemente se terminaban cruzando una y otra vez. Pero aquello podía esperar, no estaba para racionalizar, definir o conceptualizar nada, mucho menos aquella relación nuestra. Era demasiado complicado cada vez que lo intentábamos. Así que la solución era ésta... dejarse llevar y ser la una con la otra. Un gruñido desde la parte baja de mi garganta escapa inevitablemente en evidente reclamo a la tortura de que limite mis manos. ‒ Me gustas ‒ susurro y me deja contrariada cuando se aleja. La sigo con mi mirada, recuperando algo de claridad en mis pensamientos, mientras me apoyo en mis manos inclinándome hacia atrás. Comparto su sonrisa cuando al fin logro descifrar su intención y la música comienza a marcar su ritmo. ¿Cómo se describe la perfección? Porque se me antojaba perfecta, si se lo hubiese preguntado habría estado en absoluto desacuerdo y aún así yo estaría convencida. No hablo, le dedico mi entera devoción, apenas entiendo un frase de su canción y suena muy apropiada: burn in love tonight. Pero aquel también era un juego para dos. Desde la cama, imito su posición, como quien se mira en un espejo, aquel si que cumplía mi más grandes deseos, sigo sus movimientos que realizan sus manos. A cierto punto... no podría distinguir quien sigue a quien. @
  10. Nick: Sophie Haughton Link a la Bóveda: http://www.harrylatino.org/topic/84072-boveda-de-sophie-haughton/ Rol de Personaje: Instituto Internacional de Investigación de la Magia (IIIM) - Jefa de Demonología y Maldiciones Información Adicional: Un lugar donde la ciencia se mezcla con la magia. Se subdivide en diversos departamentos que incluyen: pociones, hechizos, encantamientos, maldiciones, seres, varitas, botánica, criaturas, entre otros.
  11. Nick: Sophie Número de ID: 90131 Link a la ficha: http://www.harrylatino.org/topic/83402-ficha-de-sophie-haughton-ryddleturn/
  12. Hola! Venía humildemente a pedirles una firma nueva! Pago con chocos, abrazos o en realidad lo que haga falta (? Imagen: https://hdqwalls.com/download/emeraude-toubia-po-3840x2400.jpg Texto: Sophie Munter -/// I may be bad... but I am perfectly good at it. Avatar: Si Observaciones: Medidas estándar, lo demás a discreción del diseñador Gracias de antemano por su ayuda :3 Gracias de antemano por su ayuda :3
  13. Hola de nuevo a todos! Si, sabes que siempre te he adorado y sos la mejor mami del mundo asi que confirmo para que esa sea nuestra relación en este familia! Si nos echan por una ventana no te preocupés, nos metemos por otra La emoción es toda mía Prometo pasar a rolear tan pronto como me acuerde como se escribe una palabra junto a la otra. También tengo que hacer mil cambios en mi ficha, pero los estaré incluyendo muy pronto... por lo demás.. los veo por ahí
  14. Hola!!! Como a mi nadie me dice que hacer, aqui estoy. Nombre: Sophe (hay apellido allí, dos en la ficha pero la verdad no soy de ningún lado *drama* ) me gustaría creer que Munter de una vez (??? Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/topic/83402-ficha-de-sophie-haughton-ryddleturn/ Bóveda personal: http://www.harrylatino.org/topic/84072-boveda-de-sophie-haughton/ Indica tu relación con la familia o como te gustaría aparecer: Pues, donde quede un espacio me viene bien, sé que no quiero estar debajo de Tauro.. o quizá si? pero en realidad me gustaría y me honraría muchísimo si Anne me acepta ¿Qué piensas de los muggles?: Mientras que pocos son salvables, la mayoría son divertidos de jugar con. :3 Pero esta humanidad, sin poderes otros que la arrogancia sin fundamento, sigue demostrando que lo mejor que puede pasar es la extinción. ¿Con o sin?: Con?. Siempre. ¿2 o 3?: Donde caben dos, caben tres. Nunca lo olviden. Y nada, a ver como me va con todo esto!! Saludos!
  15. Quizá se podía comparar aquel deseo urgente con el que siente un adicto a la droga que tiene años sin probar y no logra superar tampoco. Sé que es retorcida la comparación, pero es que ninguna otra es siquiera semejante. Porque era como tocar el fuego, como si acariciara el mismo sol, en apenas instantes te quema y, aun así, no te sueltas, sino que más bien te aferras con todo lo que tienes. La sobrevivencia me recuerda que debo respirar, creo que es lo único capaz de separarnos. ‒ Solo si estás en ella ‒ afirmo jadeante y algo a regañadientes. Recupero su copa y la mía al tiempo que me levanto y salgo de la tina. Mi cabello gotea en el piso y tampoco importa, ahora mismo mi atención la ocupa solo ella. Le ofrezco mi mano para ayudarla a salir también. Hago un ademán de continuar nuestro beso, pero en realidad termino en su cuello, mi lengua recorriendo y recogiendo con total delicadeza las gotas entre su clavícula y lóbulo. ‒ Hmmm ‒ susurro en su oído, para ese momento tenemos formado un pequeño lago a nuestros pies ‒ no vas a requerir de una toalla ‒ repito el movimiento en el lado contrario de su cuello ‒ lo prometo. Era difícil avanzar si los labios no se permitían más que centímetros entre sí, si cada pared quedaba mojada a causa de su espalda o la mía o cuando las caricias querían ser las protagonistas. Entre el baño y la cama no podían haber más de 15 pasos de distancia, pero a nosotras nos tomó incontables horas... Y quería tantas más.
  16. Sabía que mi imaginación no era lo suficientemente creativa para conjurar aquello. Lla atracción que estaba evolucionando en una electricidad sumamente seductora, uno de nuestros lugares favoritos y ninguna compañía más que la de la otra. Y no, en definitiva no podía ser mi imaginación jugando a torturarme pues estaba segura de que había tenido el mismo pensamiento antes, sobre como desaparecía el mundo fuera de las paredes que nos conteníaa y hasta el pasado con el futur; mientras que en nuestro presente solo cabía deseo y añoranza. Pensé decirle en aquel momento que nunca debimos salir, que no debíamos gastar todos aquellos años, que debíamos quedarnos ahí para siempre... pero no era del todo cierto, cualesquiera las circunstancias que nos volvían a unir así eran experiencias necesaria para que ahora quemase el contacto de su tersa piel. Pero entonces interrumpió mi pensamiento con uno que, me atrevería a decir es mucho más voraz con un dejo lascivo que me provoca una tenue sonrisa. Había aprendido de lo bueno y lo malo, pero sobretodo de lo malo, en el mejor de los sentidos. ‒ Lo sé ‒ confirmo su amenaza de no detenerse y aunque lo intento no puedo mesurar cuanto me distraen sus labios ‒ contaba con esa... tenacidad. Su última sentencia no consigo responderla, es más no estoy segura de si puedo respirar; pero sostengo su mirada en lo que se apodera de mi labio y exhalo despacio como si estuviera aturdida. El movimiento de mi cuerpo es súbito y sutil al mismo tiempo pero sin titubeo alguno. ‒ Pues... ‒ suelto las palabras despacio porque no, ya no estaba en lo absoluto cómoda con el escaso espacio que nos separa. Tomo su mano que le llevo en mi cintura para acoplarme mejor. ‒ no estoy segura si estaría mejor en la cama ‒ y soy yo quien muerde su labio al mismo tiempo que, bajo el agua, la punta de mis dedos acaricie su muslo hasta su rodilla y levante su pierna y así quedar casi entrelazadas en el agua jabonosa ‒ pero puede ser después... Depúes de que, no habría estado a la altura de una dama terminar esa oración, en cambio lo hacen mis labios en un beso apasionado, sofocante... sin reservas. No hay muros, no hay pensamientos, solo somos. @Taurogirl Lavigne
  17. Aquella energía no era extraña y tampoco era posible que solo yo la sintiera. Curioso, pero es que nada de aquello era exactamente extraño o nuevo; por el contrario era tan familiar e incluso ansiado que podía sentirla hasta mis huesos y en cada recoveco de mis recuerdos. De los sentidos, el tacto era el que menos olvidaba, mis labios eran prueba viviente de ello. Sonrío ante su expresión de confort al sentir mis manos que dibujan suaves y firmes masajes que camuflan algunas caricias. De pronto, la delata su boca que me deja saber cuanto lo disfruta,como una invitación no verbal a más. A mi, me traiciona mi respiración irregular. ‒ Por cierto, no todas mis amantes reciben el mismo... trato ‒ susurro tan cerca de su piel que puedo sentir mi propio aliento contra su cuello. Busco provocarla, de alguna manera... de cualquier manera. Creo que en el fondo lo sabe, que poco importa si fueron una o mil amantes, nada superaría esta química. ‒ Podría decirse que es es lujo muy... muy reservado ‒ dejo caer unas gotas de agua con mis manos en su hombro, las gotas resbalan hasta perderse entre las curvas de su pecho. Un silencio nos envuelve, de los pocos silencios que no se consideran incómodos. Este es tenso y parece gritarnos e incitarnos. Mis manos chapoteando en el agua es el sonido más constante, en conjunto el de mi respiración. En el aire, se respira el fresco aroma de las sales del baño. Aquel silencio se ve interrumpido solo por su risa y con interés busco sus ojos para que me cuente donde está el chiste. Me pinta imágenes en mi cabeza conforme me explica a que se debe aquella risa despreocupada. ‒ Daphne sabía muy bien con quienes se metía - murmuro pero también río, nuestra actitud eran tan reprochable como la de adolescentes irresponsables. Hacíamos lo que se nos antojaba en el momento, incluso el amor. Su mano alcanza la mía y reacciona el corazón. ‒ ¿Cuánto estás dispuesta a insistir? ‒ murmuro y me incorporo. Es solo un farol porque no tendrá que insistir en lo absoluto. Sin soltar su mano me coloco frente a ella, me inclino sobre la tina usando su mano de apoyo, despacio como si titubeara; no es falta de confianza o incluso malicia, es más la timidez de cuando un momento o movimiento es tan importante que se realiza con suma delicadeza. Aquella cautela es lo único que me ha detenido de besarla. Hasta ahora. ‒ Nos debemos al menos esta noche ‒ murmuro y muy despacio, apoyándome de los bordes de la tina me inclino sobre ella a milímetros de sus labios.‒ ¿No crees?
  18. No niego que me gusta su confianza y temple, pero se me antojan ajenos a la Kyttara que conozco o mejor dicho, conocía. Inmutable esperó mi pregunta e incluso aventura una sagaz sonrisa. Aquello pone a hervir mi sangre por dos buenas razones: atracción y el recelo con tinta de rencor. Me domina el momento, la cercanía y el contacto con su piel con la mía me evocan imágenes y sensaciones complicadas de reprimir, especialmente por estar acostumbrada a ya no tener que hacerlo y aunque hay una sutil brisa barriendo las hojas secas, yo siento calor. ¿Realmente me importaba, aquí y ahora mismo, si aquella mujer aprisionada por el peso de mi cuerpo y filo de mi varita era mi exesposa? Mi convicción flaquea y sonrío en respuesta a mi propia pregunta y por lo que responde mi interlocutora. Había una pequeña posibilidad de que ella hubiese cambiado, pero es que parecía el día y la noche. Pero finalmente lo cierto es que no me importaba en absoluto si estaba ante una trampa, estaba decidida a apostarlo todo. Me la había arrancado del corazón dejando un charco de sangre en su lugar. Había sentido hasta el alma partirse en cientos sino es que miles de pedazos, suficiente rota como para volver a descender hasta el mismo infierno y empeñar de nuevo las sobras de mi alma a cambio de poder y soberbia. Podía y era más fácil dar rienda suelta a mis deseos allí mismo, acciones primero, como el beso apasionado que podía arrancarle de sus labios tan peligrosamente cerca y las preguntas para después... - Es cierto - le concedo liberándola solo un poco de mi agarre, igual precavida, igual agitada - en definitiva tendré que pensar una mejor manera de comprobar que no este siendo engañada - lo que aquella mujer no podría prever es que tampoco me importaba, que no me iba a sentir traicionada si ya esperaba el peor resultado... que no sería nada claro quien jugaba con quien... - Se me ocurre una sola... - murmuro y mi mirada se desvía de sus ojos para guiar mi varita por su cuello, que baja muy despacio su pecho. Otra sonrisa en mi rostro, la que sabe que esto podría doler e igual no se detiene. Cuando veo que está por decir algo más la callo con mis labios que besan los suyos con la intensidad que conoce el que ha odiado y amado al mismo tiempo. Un beso que yo no detendría sino hasta sus últimas consecuencias, mis manos tiemblan buscando más de su piel pero no por miedo... aquello lo detendría solo ella si así lo decidía y de no hacerlo pronto, mis sospechas quedarían más que confirmadas.
  19. Poco importaba si exteriormente parecía tenerlo todo bajo control, era más una ilusión. Ciertamente en mi cabeza - y corazón - todo estaba interesantemente desordenado. Era mucho el tiempo que había transcurrido desde la última vez que me había dejado llevar. Honestamente estaba harta de hacer lo "correcto" o casi; aquello no estaba en mi naturaleza y estaba resintiéndolo; me parecía algunos días más que otros, que me estaba matando en vida. Un deseo innato por la aventura, el fuego en las venas por no pensar las consecuencias era lo que me hacía levantarme cada día. De pronto el eslogan del hotel cruzó mi mente "Déjate llevar por tus instintos...No pienses, sólo siente.", aquello cambia de golpe mi perspectiva, dudas, la precaución y borra hasta el miedo, todo eso queda afuera de la puerta de mi habitación que cierro detrás de mi luego de que ella ingrese. Lleva quizá demasiada razón en decir que no mucho ha cambiado, más de la que se imagina si pudiera verse desde mi perspectiva, ella caminando como ama y señora de todo lo que se ve y existe ahí. Aquella habitación había sido inexplorada por demasiados, mis noches sin importancia no habían sido en aquel lugar, era un honor exclusivo de quien lo recorría ahora. Camino hasta la ventana por la que ingresa una ráfaga de viento y bajo la primer cortina que impide la visibilidad más no la luminosidad. No es que me preocupara que alguien asomara pues al estar en pisos superiores no era posible, tampoco que nos escucharan, había un hechizo de impasibilidad y muffliato en las habitaciones premium, nadie podía escuchar desde afuera ni acceder de ninguna manera. Siendo la anfitriona, también enciendo una vela aromática al tiempo que busco otra botella y la cubeta con hielo, no cualquiera, era una Dom Perignon, la historia de como me había robado aquella delicadeza era bastante cómica. ‒ Puedes tomar un... ‒ comienzo a decir distraída en lo que hacía volteando a ver para ofrecerle la tina más sonrío y podría ser que hasta sonrojo al darme cuenta de mis alrededores. Mitad exhalación mitad sonrisa, tomo la cubeta con la botella en hielo y dos finas copas en mis manos, siguiendo el rastro que han dejado para mi. No sin antes dejar uno propio, aunque de camino me envuelvo en una bata satín negro, casi transparente. ‒ Pues en pro de eso.. ‒ murmuro colocando la cubeta a los pies de la tina, que cabe mencionar no estaba pensada para una persona sino dos, y las copas también en lo que tomo la botella que descorcho. La champaña saliendo de la botella anunciando aquella textura burbujeante y perfecta. Sirvo ambas copas y le alcanzo a suya ‒ por olvidarse del resto del mundo ‒ el tintineo de las copas corona el brindis. Muchas personas se equivocan al brindar, no se debe ver a las copas sino a los ojos de quien corresponde. Aquel era un juego peligroso en las manos de expertas. No sabía cuanto las dos podríamos seguir poniéndonos en aquella situación de riesgo y tentación, tampoco era importante, lo estaba disfrutando demasiado. Y este era un juego de dos. ‒ Ahora ‒ dejo mi copa a la mitad y la coloco de nuevo en la orilla de la tina ‒ puede relajarse un poco más ‒ me siento en la orilla de la tina y masajeo sus hombros, el agua con jabón lo hace muy sencillo, fluido en su tersa piel ‒ está incluido no debe preocuparse por el costo ‒ murmuro a su oido rozando su clavícula.
  20. Una buena parte de mi que me gritaba desesperada, me suplicaba que huyera, que detuviera aquella locura y comenzara a correr como si mi vida estuviera en un inminente peligro. La cicatriz palpitando recordándome cuanto había sangrado antes de cerrarse. El desamor asomando entre recuerdos e incontables lágrimas derramadas. La había amado tan fuerte y tan profundamente, incluso sin mesura. Y es que allí estaba, mi primer amor, uno tan puro que nos marcó para siempre; aquella demonio, a mi causa, había cambiado hasta mi percepción del bien y el mal. Pero no estaba sola en aquello, estaba casi segura que ella sentía aquellas alertas y aun así... La aventura, el sabor del peligro. Estaba más allá de mi buen juicio, lejos de poder controlarme. Asumiría el riesgo y pagaría las consecuencias. Una sonrisa retorcida se vuelve a dibujar en mis labios, pienso que es solamente uno de tantos "juguetes" como lo había llamado, así que solo me encojo de hombros ante su pregunta para dejarla en misterio, al mismo tiempo no dudaba de su propia "colección". Era extraño sonreír tanto, tenía algo de tiempo sin tan buenas excusas, era tan ajeno más placentero. Era fácil olvidar como había sido ella quien me llevara de la mano a una Disco cuyo nombre era irrelevante, casi me sorprendió recordarme ahí nerviosa, sumisa y dejándome llevar en lugar de guiar, al principio. Realmente habían pasado muchos años y, en especial muchas experiencias, por usar una palabra sutil. De alguna manera este encuentro me hacía sentir así y no sabía cuanto sino hasta que continúa hablándome con tal desenvoltura. ‒ Hubo un tiempo en el que una frase así habría provocado que no lleguemos hasta la habitación ‒ susurro. El calor en la sangre no me era ajeno, más bien natural a mi condición, pero este era uno diferente entremezclado con el efecto del alcohol. ‒ ¿Segura que a la mía? ‒ le arrebato la copa que dejo con un sordo sonido sobre la madera del escritorio ‒ tiene un cierre que solo responde a mi tacto, podría encontrarse en una situación de secuestro. Camino despacio, sin dejar de observarla, los pies conocen de memoria aquel camino, la llamo a acompañarme. Es muy natural solo reaccionar así, para las dos incluso ya era muy común ser algo desinhibidas era muchísima la complicidad, podía ser igual en bromas de amigas muy cercanas como podía ser absolutamente en serio. ‒ Las gradas siguen siendo algo estrechas ¿lo recuerdas? ‒ murmuro encerrándola con mis manos ambos lados de su cabeza, el cuerpo obligándola a detenerse por apenas un instante para luego relajar mis manos y seguir ascendiendo ‒ pero muy acogedoras por supuesto ‒ río despreocupada esperándola en el rellano donde se encuentran nuestras habitaciones.
  21. No podía dejar de pensar en la casualidad de encontrarnos allí, por supuesto era el lugar más obvio, uno nacido de la locura del trío más peculiar imaginable, pero pensar en Daphne me dejaba un enorme vacío. Aquella rubia se hacía extrañar demasiado, tanto que pensé mejor no mencionarlo a Tauro; desde hacía demasiados años aquel negocio era solo nuestra responsabilidad, una que se nos había dado de forma irregular a través del tiempo más siempre regresábamos en los momentos críticos aunque no podía ubicar la última vez que nos hubiera juntado la crisis al mismo tiempo. El gesto de su lengua delineando sus labios no pasa para nada desapercibido y, aunque mi rostro permanece impasible, mi respiración lo resiente. El sentimiento de déjà vu era quizá demasiado potente. Acepto su ofrecimiento de pizza, un intento casual de distraerme de su respuesta, la misma que sonaba más como una peligrosa propuesta. Y yo tan temeraria. Sonriendo veo a sus ojos, no es en vano que se dice que una mirada puede decir más que mi palabras. Era bueno distraerse, porque estaba absolutamente segura de que a ninguna de las dos se nos daría bien mantener aquella conversación de forma civilizada por lo que decidí no responder como imaginaba yo el final de la siguiente botella. Mi imaginación no ocupaba excusas o empujones. Doy apenas un mordisco a la pizza, no tenía mucha hambre pero era difícil pasar de tal manjar, al mismo tiempo que me bajo de la barra para sentarme a su misma altura. Habla de Katara y logra que la comida se convierta en arena en mi boca, de hecho le agradezco que deje la frase inconclusa, aquel si era definitivamente un tema que no quería conversar, cualquier otro era preferible. No estaba lista y ya había demostrado que nunca lo estaría. Estoy asintiendo desde antes de que termine su oración comprendiendo por fin sus intenciones, nada me parecía mejor que aquello. Tenía plena confianza de que entre las dos podríamos mantener a flote aquel negocio. Todo era cuestión de promocionarlo de la manera correcta y con los seres adecuados. ‒ En primera, ¿debo recordarte como tu nombre está en el contrato? Por supuesto que no me importaría que te quedes aquí a tiempo completo ‒ la miro con seriedad como si me ofendiera su pregunta ‒ segundo, temo que es urgente que hagamos algo al respecto de eso, cualquier locura será bienvenida ‒aquello me preocupa, pero ya tendríamos tiempo suficiente para trazar algún plan de mercadeo que nos permita volver a colocarnos como un destino indispensable en el Callejón Diagon, al menos para aquellos con las necesidades que podíamos cubrir. Me sorprende lo siguiente que me comparte conmigo, reconozco lo importante de aquel tema y también la delicadeza con la que debía tratarse. Yo misma había tenido muchos años en aquel "camino" pero mi experiencia no era nada comparada con la de ella que se había dedicado en cuerpo y alma. Muchos la reconocían por aquello pero escasos eran capaces de comprender realmente cuanto significaba una decisión así y es justamente por este motivo que aunque me da cierta curiosidad no preguntaría más. Y finalmente ahí estaba. Una punzada de culpa me atraviesa el pecho como lo haría una lanza de hielo, me corta la respiración. Suponía que debía ser dicho, en un intento de suavizar las cicatrices, me recompongo y la miro también, una disculpa y una promesa ferviente en mis ojos ‒ Nunca ‒ y solo articulo las palabras que no son dichas, una promesa más vieja que la muerte, más infalible que el amor verdadero y era solo nuestra. La frase que nos había definido: Maite Zaitut. Mi única manera de convencerla de que lo decía absolutamente en serio. ‒ Por cierto, me molesta, me irrita y no pienso permitir ilegalidades en nuestro negocio ‒ intervengo y relleno su copa sin terminar y en justicia también la mía, sus ojos me buscan consternados y yo sonrío finalmente incapaz de sostener cualquier tipo de gesto hostil ‒ si no me dejas al menos ver. Tengo un látigo en mi habitación que no ha sido utilizado en mucho tiempo ‒ guiño sin ninguna intención aparente de querer disimularlo ‒ podríamos pensarnos si agregamos sadismo a nuestra lista de servicios, seguro atraería clientes muy interesantes. ‒ me atraía demasiado la idea de que las habitaciones del hotel se convirtieran en un destino para brujas y magos sedientos de artes oscuras. Sadismo era quizá lo más noble que se me ocurría. Choco mi copa con la suya. Era el brindis ceremonial, teníamos mucho que planificar. @
  22. No estaba muy segura de si hacía calor o frío, pero si podía sentir la caricia de un rayo de sol en mi mejilla. Extrañamente ya no estaba adormecida, de hecho, me sentía llena de energía, más consciente de lo que me rodeaba y no solo por la sensación de peligro inminente. Era un amargo despertar. Los segundos transcurrían, mientras me internaba poco entre árboles envejecidos y aun así frondosos, el aire limpio cosquilleaba en mi nariz, más era prueba de que nadie más se encontraba cerca. Igual mi varita y un apurado Homenum Revelio terminaron de confirmarlo. Estar allí de primera me daba para pensar que tenía algún tipo de ventaja, pero lo cierto es que nada de esto no era un juego o apuesta. No había ventaja, lo mismo que no habría ganadores. Era una ecuación cuyas únicas soluciones eran perder o ganar. Unos pasos detrás míos me alertaron y aún así no me giré a enfrentar lo inevitable, seguía escudriñando el sendero que se extendía hasta perderse en medio de follaje. Un segundo que parecía durar para siempre y después eran solo los delicados pasos de la elfina. Respirando tan hondo como se hace al consumirse en un furioso mar, me giré para encontrarme con ella. Mi rostro, sereno, no dejaría ver dolor, ni la angustia que me recorría, por ahora una actuación impecable. Casi indiferente, quizá aún llena de orgullo o quizá con la intención de no recordarnos cuanto habíamos sufrido desde el último día en mis brazos hasta hoy. Me dice bienvenida a casa y sopeso lo que he de contestar, o bien solo hago algo de tiempo porque tengo la boca seca ¿Podría ser más hermosa que lo que mi mente era capaz de recordar? Era injusto. – ¿Bienvenida? ¿A casa? – el sarcasmo es notorio, parte de mí. Noto que estoy a la defensiva. No es aquella mi primera intención por lo que suavizo mi gesto y mirada. Rendida sin empezar ninguna batalla – Gracias, es bueno estar de regreso – era una afirmación evidentemente muy pesada dada aquel tenso recibimiento, pero cierta al fin y al cabo. – Debo reconocer que eres la última persona que esperaba aquí y para recibirme, me siento honrada – sonrío a mi pesar. – ¿Haremos un teatro o iremos directo al grano? – suelto resoplando y señalando un tronco que se veía bastante cómodo y haberse usado para sentarse con anterioridad. Me quedo observándola tan decidida a cualquier camino que pudiese tomar aquel encuentro, impaciente por saber ya si haríamos más grande la herida o si sanaría. Instinto. Hay algo en ella que me genera desconfianza, sus expresiones, me da la impresión que hasta en el caminar. Deben ser imaginaciones, paranoia, era muy posible que las dos estuviéramos tan cambiadas, pero dudaba que pudiéramos dejar de reconocernos. – Me arrepiento – susurro cuando se sienta, si era cuestión de confesar mejor empezar por mí misma – de algunas cosas – porque sería mentirle que de todo. Era consecuente con mis decisiones aun una como esta, que había dolido como arrancarse el alma. Mentirle es algo que jamás haría; de hecho, era aquel el motivo por el que llegamos al extremo, porque prefería dejarla que mentirle, que decirle que era enteramente feliz – pero lo siento por todo – apenas audible. Ni siquiera un latido ha transcurrido. No hay un revuelo ni sonidos alarmantes. Pero mi varita se encuentra clavada en su garganta, mi rostro aun sin inmutarse; mi voz le habla queda pero firme. Sus ojos se encuentran con los míos, no veo miedo o pánico, aquello me gusta. Solo veo resolución. – Dime... Kyttara – pronuncio su nombre con una sonrisa – ¿De qué color... – ajusto mi posición más en forma de llave para inmovilizar o arruinar cualquier intento de alcanzar su varita - ...era el liguero debajo de mi vestido de novia? - le clavo más la varita en la delicada piel de su cuello que no hace demasiado tiempo antes besaba mis labios. Yo misma pienso en aquel encaje negro a la altura de mi muslo y solo ella podría saberlo, solo la verdadera Kyttara porque aquella noche había sido nuestra. Y es que había aprendido que nunca se podía ser demasiado precavida. O vulnerable. @
  23. Las conexiones con el pasado no son sencillas de olvidar, de hecho, tenía la teoría de que era imposible, incluso con magia involucrada. En la vida, se puede aprender, con suerte y mucho esfuerzo, a vivir con tu pasado en paz y con demasiada fortuna: sin dolor. Per allí estaba, apenas unos minutos en aquel país y ya estaba en la incómoda y dolorosa situación de tener que enfrentar mis demonios, con toda la ironía que esta frase implicaba. En una fracción de segundo, las diversas posibilidades invadían mi mente, no podía negar el instinto. Huir era la opción más fácil, un simple hechizo para aturdir la elfina. Deseché aquella idea de inmediato, la pobre criatura no lo merecía, más un Confundus lograría más o menos los mismos resultados. Mientras tanto, la elfina balbuceaba más palabras de las que era humanamente posible entenderle al mismo tiempo que se incorporaba. Intenté acallarla mientras volteaba a ver alrededor en busca de testigos, mi plan A aun en consideración, casi en moción. Escuché su acusación y aquello devolvió mi atención a su rostro. Tenía razón, me escondía, supuse que no había forma de convencerla de lo contrario. – la Ama Kyttara...– el resto se perdió. Solo su nombre detuvo mi corazón, era tan doloroso, como si hubiese estado quieto por demasiado tiempo y por primera vez, casi hecho piedra, recibiera la sangre que requería para latir con fuerza, rompiendo mi pecho. Me llevé la mano a la altura de la garganta, el aire de pronto era denso, me sentía mareada. Pero entre tanto logré escuchar a medias que quería hablar conmigo. No estaba segura como sentirme. Sabía tan bien el daño que le había hecho, no sin al mismo tiempo, a mi misma. Había sido egoísta mi espíritu libre había ganado entre tanto. Me había rendido de luchar por lo nuestro, por nuestro matrimonio. Otro instante más, el más bello de todos, sus cabellos rubios entre mis manos, sus labios con los míos. Me erguí recuperada, sopesé mi decisión y comencé a dar más que instrucciones, órdenes. – Detente – pues estaba intentando guiarme a donde estuviera Kyttara. – Desharás cualquier ridiculez que esté pasando por mi regreso y - no habían palabras correctas – le dirás a…– su nombre era difícil de pronunciar – tu Ama que la esperaré allí – señalé los lindes del bosque por el que yo misma había entrado. Había un sendero que seguir, ni yo sabía donde desembocaba Pasara lo que pasara, no habrían testigos. Me giré antes de que pudiera protestar, echando a andar hacia mi destino. @
  24. El concepto de tiempo se había vuelto ajeno, abstracto, pero en mi ya casi todo lo era. Incluso yo misma. Por unos días inmensurables había vivido en automático. Entre vivos, muertos y malditos, más cómoda entre los últimos dos. Durmiendo cuando estaba cansada, comiendo famélica, matando por antojo. Adormecida sin pensar demasiado porque aquel estupor era mi equivalente a ser feliz... después de todo ¿cuántas veces se puede quebrar una persona y volverse a componer? Había dedicado mi tiempo, mi silencio y sed de odio a opacar cualquier rastro de amor, a la búsqueda de demonios entre malos y peores, a acuñar conocimiento y poderes que me mantenían la meten ocupada y el cuerpo cansado. Quizá el motivo por el que aquella vida resultaba sencilla era que me había acostumbrado a fingir ser alguien más. Cambiar mi apariencia me era tan fácil como respirar, lo mismo que influenciar a los demás, mis características de súcubo seguían siendo las más potentes, pero otros cuantos artificios y artimañas estaban probando ser muy útiles, fruto de relacionarme con gentes de inframundo. Había abandonado hasta mi nombre reemplazando Sophie por Euphie. Aquel era el motivo por el que firmar mi carta dirigida al Castillo Selwyn había resultado tan extraño, porque llevaba mi verdadera firma. No tenía mucho contenido, era básicamente una solicitud de asilo, pensaba que nadie me buscaría allí a diferencia de mi familia sanguínea. Había sido explicita en que solo encargados de la familia se enteran, para lo último que tenía humor era para un recibimiento ornamentado. Los ojos grises de mis dos formas me devolvían la mirada en el espejo con un mechón rubio y rizado. Así empecé mi regreso a Londres, desconfiada de presentarme como Sophie sino hasta que hubiese cruzado el umbral de algún lugar que pudiera llamar seguro, por eso volvía, cansada de tener que cuidarme, volver iban a ser como las vacaciones más tensas que se puedan imaginar. Sin duda, llenas de recuerdos punzantes, personas indeseables y otras más anheladas. El ocaso al fondo parecía querer presagiarme algo, nada convencida volví mi espalda, caminando entre el bosque hasta el castillo que imponente se alzaba entre las copas de los árboles. Hasta ese momento o había pensado lo inusual de mi acercamiento, entre penumbras y sombras. Un sonido a mi derecha me alertó, un rayo verde esmeralda de mi varita al instante después, más solo era un zorro que había logrado escapar por escasos milímetros. Solté una carcajada algo macabra, debía dejar aquella costumbre atacar a matar para luego hacer preguntas, era la fuerza de la costumbre. ¿Quién estaría en el castillo? ¿Alguien me reconocería? ¿Me quedaría el tiempo suficiente para socializar o escaparía de nuevo? Preguntas no me dejaban de rondar, más las aparté un momento en lo que cerraba mis ojos y cuando los volví a abrir el cabello largo, liso y negro me rozaban las caderas. Las botas de cuero hacían escaso sonido al pisar en la grava, ataviada en una larga capa de viaje, era la que hacía más alboroto. Lo siguiente que vi, entre varios elfos correteando, me heló la sangre; un latido después borboteaba como lava. Me escabullí de toda vista antes de que se me notara. ¿Organizaban una fiesta? Chillé los dientes pensando que no podía ser para mi aunque mis ojos no pudieron dejar de notar lo que ponía un pastel casi tan grande como la mesa que lo sostenía, con mi nombre. Solo faltaban fuegos artificales. Consideré mis posibilidades de entrar sin ser vista y comencé a rodear el castillo. Distraída como estaba no había notado que había tropezado con lo que solo podía ser una elfina. Que de inmediato intenté acallar y levantar. – ¿Naika?
  25. Es impresionante la sensación de calma que me deja su sonrisa, capaz de transportarme, de hacerme sentir joven otra vez, de recordarme de aquella sed de beberme el mundo a pequeños sorbos o de un solo trago, algo que solo dependía de mi humor del día. Mucho había cambiado desde aquellos días, era obvio que mucho habíamos vivido y aun asi... Estaba disfrutando más de lo que había imaginado de esa atención que me ofrecía, esa voluntad de escuchar lo que yo tuviera para decirle, no parecía siquiera importar el tema. Era como si yo hubiese olvidado aquello, acostumbrada por estos días a la escasa o nula compañía, dedicada a las aventuras que besan más de lo que hablan, aunque hasta de eso me había cansado y lo había dejado atrás. También sentía la libertad de haberle contado de aquello, lo que sí había sido importante, como si decirlo en voz alta lo reafirmara y me permitiera soltarlo todo un poco más. Niego enérgicamente cuando se refiere a los poltergeist, aquellas eran criaturas inocentes hasta sumisas si les comparaba con Lilith. Escucho su historia con la misma vehemencia, observo sus cabellos, sus ojos, su mano que sostiene la copa mientras me da detalles, no parece que divague, también va al punto y sonrío cómplice de su frase sobre ser mejor amante que esposa; honestamente no era yo la persona más apropiada para contradecir o confirmar tal afirmación. Aunque no pasaba por alto su su intento de contrarrestar algo con lo que todavía estaba luchando incluso podía ser que se estuviera aferrando, pero esto último no me quedaba claro. – Acción? – sonrío puede implicar muchísimo aquella palabra – podría llamársele así, pero más preciso sería decir que ha sido espiral suicida casi autodestructiva de la que importaba muy poco salir o muerta; cualquier ofrecimiento y fechoría fue bienvenida, ciertamente he tocado fondo – termino la copa, no porque me avergüence reconocerlo, más porque tocar fondo había sido justamente lo que había buscado, en una forma muy retorcida lo había disfrutado. Nada que perder era la mejor sensación para luego buscar desesperadamente algo que nunca quisieras perder. – Un par de… enseñanzas me ha compartido – y me levanto a tomar la botella junto a ella aun recostada a la barra. Era tan fácil, un momento de tensión cuando primero la viera y ahora, la cercanía que borraba años, una confianza infalible – si buscas algo interesante te puedo enseñar – le guiño y riendo me siento cruzando la pierna al mismo tiempo que líquido borgoña llena mi copa. – ¿Cómo crees que terminará la siguiente botella? – le consulto, de alguna manera quiero saber más que de su pasado, que era justo eso algo irrecuperable, quería saber de su ahora, sus ambiciones y como se imaginaba que terminaría esta velada. Lleno su botella y busco la siguiente dándole tiempo de construir su respuesta.

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