Jump to content

Sophie M.

Magos Expertos
  • Mensajes

    707
  • Ingresó

  • Última visita

Todo lo publicado por Sophie M.

  1. Se sentía casi ajena aquella tranquilidad que me embargaba, era como si de pronto hubiese recordado como se sentía respirar profundo, era una calma muy dulce lo mismo que demasiado necesaria en mi vida. Curioso también como los años no nos arrebataban aquella familiaridad y, de alguna forma, una confianza que no se veía afectada con los años o kilómetros. — Entonces ya sabrás que no haré nada — repongo a su insinuación de que me había dejado tareas, era un poco rebelde en ese y muchos sentidos. Escucho atenta cuando me cuenta de ella, más como si supiera que era un acertijo más que una verdad, por supuesta había algo de verídico pero entrelineas cuestiones aun más importantes e intrínsecas. Asiento y callamos las dos, sin retarnos a decir más que eso por el momento, es que no sentía apremio alguno por acelerar nada, quería beberme los minutos que tuviéramos para conversar a sorbos, aun si eran escasos. Entre las dos, la tarea se vuelve sencilla y nada tediosa, incluso terminamos mucho antes de lo que habría pensado. Rio en voz baja pero igual voltea a verme, niego restándole importancia; solo se me había ocurrido el pensamiento de como yo habría durado horas en aquello por estar ebria hasta era posible que algunas botella no hubiesen sobrevivido. Es innegable que su pregunta, casi abrupta, me pone tensa; era tanto y estaba decidida a no decir nada que fuese a arruinar la calma que sentía en aquel momento. Entonces me regañé a mi misma, aquel era un pensamiento cobarde y de alguien que no la conocía, la verdad es que no importaba lo que yo dijera, estaba absolutamente segura de que en cualquier circunstancia ella se mostraría amable y comprensible, debía de una vez y por todas dejar de censurarme de aquella manera. Estaba por abrir la boca y responderle que sí, que lo mejor sería empezar por algo de tomar pero entonces la puerta se abre. Cualquiera desde afuera se habría reído al ver como cambiamos y nos acomodamos para recibir a los huéspedes, casi formales. El silencio no había sido nada incómodo, pero ver como se comportaba aquella pareja, mientras yo aturdida tomaba los datos de las solicitudes que hacían y que finalmente lo que nos apartaba de cualquier otro Hotel: cualquier servicio era cumplido, cualquier deseo; aquella escena aunque no es incómoda como tal me pone algo nerviosa. La observo a ella morder la oreja al tiempo que él intenta dictar con seriedad los requisitos de la habitación; mi mano se roza con la de Tauro y hago alarde de un semblante tranquilo aunque creo que me sonrojo al mismo tiempo que deseo que no se note. Aunque hayan pasado años los recuerdos eran imborrables. — ¡Que disfruten! — les sonrío y ellos parten, como cualquier pareja con ojos solo para ellos mismos, hasta dudo que me hayan escuchado. — En que me quieres embriagar para que te cuente mis últimos años de vida, quizá porque sabes que es la única manera—y le alcanzo el Merlot más fino de la despensa siendo lo que se me antojaba y ella consigue las copas casi al mismo tiempo - o porque te hace pensar que evitarás contarme de ti luego - la advierto. No sé ni siquiera por donde comenzar. El cristal se tiñe del rojo profundo y sus taninos tentando los sentidos para más tarde hechizarlos. — Regresé a España —comienzo, con suerte recordaría que había sido allí donde mi condición de demonio había iniciado, quizá había comenzado por allí porque el vino me recordaba esa zona -aunque eso fue luego de mi divorcio - tomo el largo sorbo que me permite las copas altas que Tauro ha llenado casi a rebosar - me encontré con... una prima — niego para que entienda que no lo es, al menos no de sangre — está arriba de hecho, si escuchas a alguien gritar es ella torturando con sexo a un muggle —río abiertamente para aligerar el tema — es una demonio, en toda la expresión de la palabra, con ella he compartido un par de fechorías, es buena compañía para no pensar en cosas serias — me siento en la barra y cruzo la pierna —y... — hago una pausa — no creas que te escaparás de contarme un poco de ti ahora. Vuelvo a tomar. Sería un juego, un poco de información a cambio de un tanto más, con la sed que teníamos las dos de saberlo todo.
  2. No es tanto que el tiempo se detenga, mientras nuestras miradas se hablan mucho mas rápido de lo que pueden los labios, más parece regresarse. Sé que fui grosera al iniciar la conversación, podía culpar a mi boca seca o incluso a los segundos que me toma recuperar la compostura y los colores de mi rostro, pero es ella quien hace la pregunta correcta a mi reacción. Esperaba a cualquiera menos a ella, quiza porque se me antojaba que cada vez que nos encontrábamos nos distanciaban cada vez más años y aun asi, solo su mirada me demostraba cuantos habían transcurrido, las experiencias, lo vivido; por lo demás era la misma joven Tauro que me condujo alguna vez por un oscuro callejón hasta una disco. - No creo que puedas culparme por estar tan sorprendida- y el tono es casi de disculpa por mi primera reacción más no condescendiente, creo que estamos a la defensiva, como si todo fuese a disolverse de un instante a otro en una voluta de neblina y despertar de lo que a momentos se antoja como un sueño. Respiro como si me preparara para acercarme más, aferrandome al mismo tiempo a la idea de que al menos, no sea otra más de mis pesadillas. No lo podría soportar. - ¿Cuántos años?- sonrío y hago un displicente gesto con mi mano porque es retórica mi pregunta, ninguna necesita saber es cuenta. - He estado bien- otra sonrisa, esta vez cómplice pero también he estado mejor reconozco asomando detrás suyo curioseando lo que la mantenía ocupada. Mejor implicaba demasiado como para explicarlo allí mismo, ella, mis tantas aventuras después, un matrimonio que me había cambiado hasta la médula hasta el divorcio que terminaría por hacerme reencontrar a mi misma. Y tanto más en medio de todo. - El Hotel me mantiene ocupada - añado intentado hacer la conversación liviana para las dos, ya tendríamos tiempo de más para hablar de lo difícil, de los triunfos y fracasos que nos harían encontrarnos de nuevo allí. Justo allí. - Aunque confieso que he estado evadiendo esa tarea - señalo las botellas de ron y suelto una risita. - Y tú... Tau.. ¿como has estado? -acercándome para ayudar a terminar de acomodar las botellas.
  3. La oscuridad es absoluta. Escucho mi corazón palpitar con furia, reverbera en mi pecho. Parpadeo verificando que mis ojos estén abiertos y aun así no puedo ver nada. Agudizo el oído al tiempo que busco una varita que no está en mi bolsillo, no la tengo conmigo; inmóvil y alerta no me atrevo a dar un paso que podría ser en falso. Agua parece gotear a mi izquierda, un fuego crepita a la derecha; aun así, son mis latidos los que predominan. En el aire se respira ceniza entremezclada con humedad y un aroma muy conocido que no logro ubicar. Doy un paso, estoy desarmada e incapaz de ver nada, respiro profundo y lo arriesgo todo. De pronto las antorchas se encienden al mismo tiempo, encandilan mi mirada. Reconozco que se anula el hechizo obscuro que me tenía cegada. Por instinto me cubro con el antebrazo más mi cabeza y cuerpo gira en busca de alguna señal de peligro. Nada, estoy sola en una cueva de techo muy alto con estalactitas por las que se filtra agua cristalina. La sala no ha terminado de cambiar, las paredes se van recubriendo solas de cientos de espejos de todos los tamaños y cortes, hasta del techo cuelgan algunos, se recubren todas las cavidades. Una bóveda de espejos, hasta el suelo comienza a cambiar, me obliga a moverme al centro. Donde mi varita se encuentra en un pedestal. Una nota adjunta en la que reconozco mi letra. “Recordar es fácil para el que tiene memoria. Olvidar es difícil para quien tiene corazón.” Sonrío y apunto al techo. Finalmente, el escenario perfecto para mi deseo retorcido, hecho casi una obsesión… Sonrío y no lo pienso dos veces, apretó la varita, pero es un hechizo verbal. Y aunque lo susurro hace eco en la ahora bien iluminada bóveda gracias a la reflexión de la luz. – Obivliate. No importa a donde apunte y por un momento es fascinante ver el rayo rebotar, hasta que inevitablemente me alcanza. ___ Abro los ojos, no sé si es de día o de noche. Tampoco es que importe, me regocijo por un momento en aquello que soñaba, con tanta viveza que me preguntaba si era más bien un recuerdo, aunque fuese imposible, pues implicaría que el hechizo no había logrado su objetivo. Salgo de la cama, increíblemente descansada para los tantos sueños de aquella siesta, últimamente me perseguían y sobretodo, últimamente se sentían más como pesadillas. Nada a lo que no estuviera acostumbrada para aquellos días, ya no me levantaba sobresaltada, ni siquiera me distraían de mi rutina. Me toma escasos minutos vestirme, tan acostumbrada al maquillaje delineando mis ojos con negro, los labios con un rojo oscuro y un vestido azul turquesa oscuro, casual y de un corte simple ceñido al cuerpo, los tacones negros como mi cabello largo hasta la cintura, suelto como acostumbraba. Había algo satisfactorio en seguir cuidando las apariencias. Hay escasos huéspedes en el hotel, lo que representa la ventaja de tener poco o nada que hacer y el tedio por el mismo motivo, pero me gusta mucho el bar, después de todo la música y el alcohol hacían buenos compañeros. Bajo las gradas, la habitación de Lilith está cerrada más no en silencio, aquello me pone de mejor humor; al menos alguien la pasa bien allí, aunque dudaba que aquel muggle saliera de ese lugar deseando haber nacido, pero era más cierto que tampoco recordaría nada de lo que aquella súcubo le haría. Sonidos llegan a mi desde el vestíbulo, bajo interesada, los tacones marcan mis pasos. Al menos eso implicaría que tendría algo que hacer pensando que serían clientes. Poco sabía lo equivocada que estaba. La mujer estaba tras la recepción. -¿Tú? – pregunto, la voz me sale irónicamente fuerte para lo lívida que estaba. Nadie la acompañaba. ¿Cuántos años habían pasado desde que fuimos tres en aquel Hotel? Lugo fuimos dos y aun así eran demasiados años para siquiera llevar la cuenta. Es un caótico encuentro de emociones, todas igual de fuertes. No encuentro que decir, quizá porque es mucho lo que hay que decir al mismo tiempo que nada. La observo y ella a mí por aquel un segundo inefable, pero sobretodo interminable. @
  4. Kaytleen - Súcubo Es cierto que la música se apaga y vuelve un poco distante, justo en el momento que un segundo parece perdurar para siempre. Recuerdos que se agolpan por tomar la estelaridad de mis pensamientos. Rostros, colores, hasta sensaciones al mismo tiempo que el whiskey se acaba en el último sorbo que doy mientras se presenta. «Soph...» una frase que no sale de mis labios, Kaytleen no lo permite. Forcejeo conmigo misma, pues aquella demonio es la que vive en mi luego de que Lilith consiguiera su propio cuerpo... y agradezco no haber tomado la iniciativa de Lilith the acompañarme o aquella demonio infame ya estaría enrollada a aquel hombre o bien habría dicho mi verdadero nombre. Y aquella noche no quería ser Sophie ni podía serlo, seguía demasiado rota y por eso estaba escapando en mi forma más demónica, totalmente alejada de mi. Ese mismo segundo, en ese infinitesimal segundo, lo observo más críticamente. ¿Qué podía decirse de Eragon a simple vista? Típico del estratega en un juego o una guerra... y coquetear es también un lucha de poderes, de ego. Dejo caer el vaso pesadamente en la barra frente a mi interlocutor. - Lo mismo que toma Eragon - le solicito que llene nuevamente mi vaso, con ningún otro objetivo que no sea comprarme más tiempo. Medir el peligro de la situación, si es que había alguno o simplemente disfrutar el momento. - Dado que ha demostrado tener un excelente gusto. No estaba segura, pero podía estar resultando solo paranoica, entre nosotros dos no me cabía la duda de que fuese mi conciencia la más cargada de crímines, lástima que hubiese perdido el pudor hace tanto como para que eso me afectara, no puedo evitar soltar una risita que apago componiendo mi máscara cuando regresa y me entrega mi vaso. - Kaytleen - pronunció denotando mi acento inglés. Agradezco el líquido chocando mi vaso fugazmente con el suyo. Acababa de pensar aquel nombre, realmente nunca antes lo había usado, pero tampoco la apariencia que ando, que sigue oculta bajo la capa. - No parece usted de por aquí - no era una pregunta, tampoco una afirmación, era más una trampa para ver cuando se dejaba conocer - si lo requiere saber yo ya no soy ni de aquí ni de allá - agrego cruzando una pierna al tiempo que el hombre se sienta en la silla junto a mi ante la abierta invitación de conversar más.
  5. La barra era el lugar ideal para las personas que acudían solas o también aquellas acompañadas pero dedicadas a beber... hasta caer. Dado el humor y mis emociones actuales calificaba para ambas descripciones. El líquido color ámbar baja por mi garganta, inunda mi paladar, el calor parece extenderse por la venas con apenas el primer generoso sorbo. Maderoso, añejado. Perfecto. Cruzo la pierna y me giro a apreciar el conjunto que ameniza la noche. No me pasa desapercibido, aunque con el rabillo del ojo del hombre que ha ingresado poco después mío. Sonrío muy discreta sin que él pueda apreciarlo, destaca desde ya como alguien con buen gusto. Tengo una ventaja: me observa aunque lo disimula muy bien además parece acercarse a la barra a sentarse, viene solo entonces. Me es inevitable analizarlo como presa, como objetivo. Fría mantengo la compostura, no es que busque hacerme la difícil, pero definitivamente me tiene intrigada su interés. Más adrenalina. ¿Y si resultaba peligroso? ¿ Un asesino a sueldo? no podía dejar pasar la oportunidad, era demasiado perfecta. Entre ser la cazadora y la caza. - Una bebida solo para valientes - murmuro segura en cada palabra, pero sin verlo directamente sino removiendo la mía y bebiendo un trago más. El hombre deja su bebida en la barra y ocupa el asiento a mi lado - o para dementes - agrego observándolo por primera vez a los ojos. - ¿Me dirá porque me ha seguido o prefiere que juguemos al dulce juego de mentirnos? - pregunto directa, sin rodeos. Con una sonrisa incitadora, con un semblante relajado como dos viejos amigos que se saludan. O como dos enemigos. La tensión podría partirse con un cuchillo por la mitad. Pero su desenlace aun se desconocía.
  6. El chapoteo del agua resonó por todo el callejón al caer la bota de lleno en un charco, al mismo tiempo unas ratas huyen asustadizas por la alcantarilla más cercana. En Londres no llueve, más su acostumbrado clima lluvioso delata que había parado de llover hace quizá demasiado poco. Me gustaba mucho que nadie sabía que me encontraba allí. No conocía a muchos magos y menos aún brujas, pero había desaparecido de manera tal que aquella noche, podía ser cualquier persona y sacaría total ventaja de ella. Estaba aburrida. Por eso no tenía mi acostumbrada pelinegra de ojos grises y nívea piel. Aquella noche vestía un conjunto que podía pasar por gótico y moderno y mis cabellos alterados a un rubio platino, los ojos color miel. Una de las tantas ventajas de mi condición de súcubo y el objetivo de la noche era desafiar las demás virtudes. La adrenalina en las venas. ¿Por donde debía comenzar? El callejón Diagon era tan buena respuesta como cualquier otra, siempre frecuentado por todo tipo de criaturas tan buenas como malas. Mis favoritas las malas, tenían más que enseñar y compartir. Nunca había sido exigente con los lugares que frecuentaba, había estado desde palacios hasta cantinas, cada destino con sus particulares visitantes, aunque hoy andaba de humor para lugares abarrotados, debía ser por eso me detuve en el más llamativo de todos o quizá solo por la llamativa S en su letrero que parecía invitarme a mi personalmente. Sonriendo al de la puerta, asciendo la pulida escalera metálica, no me sorprende ver que el interior sigue el mismo tema. Discretamente observo al menos las personas que me cruzo a donde está las bebidas. Aquello es bueno, la verdad no quería ninguna agenda social. Me gustaba aquello de que no tuviera que esperar un bartender, yo misma pude servir mi whiskey doble. Para lo siguiente no podía estar preparada, solo dispuesta.
  7. Hola! Juro que no creí que llegara este momento, pero luego de mucho análisis(?) y una extensa búsqueda de coraje.. heme aquí. Nombre: Sophie Haughton Ficha de personaje: http://www.harrylatino.org/topic/83402-ficha-de-sophie-haughton-ryddleturn/ Bóveda personal: http://www.harrylatino.org/topic/84072-boveda-de-sophie-haughton-selwyn/ ¿Qué parentesco quieres tener y con quién? (en caso de existir preferencias): No tengo idea.. cualquier alma que se apiade de mi. ¿La Gaunt será tu familia sanguínea o adoptiva?: Adoptiva Bando de preferencia: Mortífaga Link a una imagen de tu habitación para el castillo: http://s966.info/library/d/dark-fairy-bedroom/dark-fairy-bedroom-18.jpg ¿Dónde estará tu habitación? (Hay siete plantas, sótano-subsuelo y tres torres: sur, oeste y este): quinta planta Mascotas y/o elfos (si se tienen. Por favor, detallar para poder poner en lista): Ruiix - elfo Maite - lechuza Edward - león Cumpleaños: Sagitario Contacto (skype, facebook, yahoo...)*: Skype: irina_m_b - https://www.facebook.com/sophie.haughtonselwyn Quedo atenta a sus mil respuestas (? naah con una basta xD
  8. Acepta mi propuesta y la veo partir según las indicaciones que le he brindado para que llegue hasta su habitación. Me quedo pensando a solas unos momentos antes de subir. Había muchísimo que me intrigaba de aquella chica pero no podía determinar exactamente que era aquello, tampoco estaba para cuestionarlo demasiado, lo cierto es que hacía demasiado tiempo que no tenia aquella curiosidad, demasiado tiempo de... Exhalo y camino, las botas hacen nulo ruido sobre las mullidas alfombras, utilizo el ascensor pues nuestras habitaciones, las de las dueñas quiero decir, se encuentra en una zona especial del penthouse. Ignoro, como siempre que paso por allí, las dos puertas cerradas. Solamente me cambio, un vestido azul eléctrico de satén se desliza por mi figura y descalza voy a hasta el espejo para afinar los detalles, acomodar los tirantes y luego las finas sandalias de acabados plata. Peinar los largos cabellos negros azabache, retocar el suave maquillaje. Quiero estar en el bar antes que mi invitada, así que todo aquello me toma escasos diez minutos. - Seño.. - comienza el elfo y de inmediato lo detengo. - Smooth jazz - demando para que cambie la música, cualquier otro comentario es innecesario y mientras me siento en la barra de altos bancos pero cómodos para reposar la pierna por lo que cruzo una sobre la otra y doy un pequeño sorbo a la copa vaso whiskero, sin hielo para mi. - Smooth -ahora describe la música y el calor del líquido ámbar en mi garganta. Tomar es un gusto adquirido y los años de experiencia hacen que aprecie aun mejor el sabor dulce, frutal y luego más fuerte el roble en que fue conservado, es un Highland Park de 40 años, que me robé en un viaje a Escocia, río sola, el dicho es cierto, no fue lo único que pasó allí. - Realmente espero que tenga buen gusto - comento con voz apagada aunque me burlo porque importa poco dada su procedencia decadente, aunque no deja de ser una botella de más de dos mil dólares. Miro en derredor y me es imposible no pensar como he impregnado de recuerdos aquel bar, ya ni siquiera tengo memoria para tantos excepto aquellos que atesoro, pero sonrío hasta con el corazón. Estaba curada ahora. Estaba en paz. - Hola - pero o digo más, no es difícil darse cuenta de que ocupa un trago o dos de lubricante social, pienso con sarcasmo. Termina su trago en un solo sorbo y la observo con las cejas levantadas, como si me escandalizara en lugar de divertirme. - ¿Tan maleducada parezco? - suelto un sátira, a veces no puedo evitarlo - pero ya que insiste- hago gestos al elfo para que nos deje la botella y se retire - ¿que haces aquí? - suena muy profunda la pregunta pero es más simple de lo que parece - digo en el Hotel, no pretendo que filosofar ni nada semejante sobre tu vida o para ese caso de la mía- sirvo su trago con gracia - en realidad, con total seguridad puedo decirte que no me interesa tu historia - le entrego su vaso en la mano - ni tu pasado, nada - y tomo mi copa y la brindo con la suya - con tal de que me cuentes solo ese detalle... de como llegamos a este precioso y efímero momento las dos - tomo un sorbo y espero a ver si ella conmigo como se hace en un brindis - prometo contarte como lo hice yo. No hace falta que esté a la defensiva, puedo entender como se siente en este instante: juzgada pero por el contrario nada de aquello es tan importante como la personalidad inherente a cada ser humano. Yo por ejemplo era capaz que era capaz enseñarle a hablar a una roca con el tiempo suficiente eso o también, cuando me daba la gana callada a muerte, siempre un poco dual y algo bipolar... pero ¿quién es fácil de comprender? Y yo adoro los retos, los de las personas en particular. @Kathy Daray Van Halen Será mejor tarde que nunca? xDDD
  9. @@Kathy Daray Van Halen La incertidumbre no era poca mientras esperaba la respuesta de aquella chica, pero aguardo alguna en completo silencio aunque aun con aquella sonrisa que ya no era tan fingida, pues comenzaba a intrigarme aquella mujer, después de todo era tarde y ella parecía haber caminado varias cuadras bajo la lluvia juzgando la condición de su ropa empapada. ¿ Qué misterios ocultaba su escritunante mirada? ¿Se podía confiar en ella? Un elfo camina con disimulo al bar a preparar el trago que ha pedido mi interlocutora y sabe que ordenaré lo mismo y para este momento agrega que lo prefiere doble. - No se si será larga pero apostaría que si muy interesante- giro alrededor del mostrador de la recepción y entonces puedo ver a la mujer de pies a cabeza, no con una mirada de juicio ni parecido simplemente curiosa pero igual educada. Todos esos pocos segundos los invierto pensando como decirle lo que deseo sin ser mandona o metida, simplemente quisiera que mi invitada estuviese cómoda y caliente, aquel ultimo pensamiento me genera una torcida sonrisa que para no asustarla digo mi idea sin filtros. - ¿No prefieres subir y tomar una ducha cálida?- noto que no he indicado que es sin mi aunque me encantaría ver como me malinterpreta- yo te puedo esperar en el bar - añado para crear el contexto correcto y le indico en donde señalando las puertas de cristal que llevan al lounge- perdona no te quise dar la idea incorrecta - o quizá si, ni yo misma lo sabía - yo misma podria ponerme algo más... casual- digo pues sigo en aquel atuendo de cuero apretado a mi figura. No es posible que ella conozca mis intenciones detrás de todo aquello porque ni yo misma las sé, lo único que tengo claro para aquel momento es que estoy en alguna espiral autodestructiva donde me gusta correr cualquier riesgo, sobretodo si involucra peligro. Podría ser aquella mujer una asesina a sanfre fría, yo no podía saberlo y nada me indicaba prueba lo contrario. Pero no tenía nada que perder más bien mucho que ganar y ansiaba alguna compañía, risas, desinterés. - ¿Te parece en 20 minutos? - y esta es la sonrisa mas genuina que le he dedicado hasta ahora y aguardo casi con emoción su respuesta. - Yo seré la de azul - agrego bromeando.
  10. Es curioso como todo puede parecer igual y, al mismo tiempo, sentirse tan diferente y casi ajeno. Pasaba con el hotel, con las personas. Igual mi propia testarudez me impedía sentirme mal o triste, para este punto ya estaba renovada y decidida a retomar las riendas de mi vida. Los tacones de mis botas hacen un eco sordo sobre la gruesa alfombra marrón con ribetes color oro que guían hasta la recepción que esta en apariencia vacía. A veces era posible encontrar allí a una pelirroja sentada, nunca en la silla sino en el mostrador, invitando a los huéspedes a... lo que les permitiera su pudor, pero si tenías menos (o más depende de la perspectiva de cada uno) un simple elfo que sólo era visible cuando asomabas. - Seño...- - Sophie por la millonésima vez - reclamo que detesto el formalismo de los elfos. Niega cuando me ve a los ojos y entiendo a que se refiere, no hay señales de las otras dueñas, no esperaba nada diferente. El sonido de la puerta me advierte que alguien ha entrado detrás de mi, me giro con disimulo y es una chica, sobra decir que está calada hasta el tuétano de los huesos. La observo atenta con una modesta sonrisa. Aunque alzo una de mis cejas con sorpresa cuando se presenta. Su voz y gesto denotan su humor, desconozco si es su actitud usual o simplemente por estar tan disconforme. Por instantes mantengo un debate interno, entre echarla de mi hotel por maleducada no sin antes de decirle un par de groserías yo misma o, parece que ya lo decidí, exhibir la más hipócrita de mis sonrisas, cambia mi semblante a uno radiante. Digno de la mejor recepcionista o casi incluso como la mejor pagada de las azafatas. - Debe ser tu día de suerte - intento contagiarla de mi propio humor. Una sonrisa ha ganado más batallas que una espada - así es, Sophie Haughton y el placer es mío Katherine- le tiendo una mano mientras me presento - bienvenida a Íncubos y Súcubos - entiendo la presión del momento, su urgencia por una habitación por lo que me coloco detrás del mostrador con el fin de conseguir una llave para su habitación - nuestro lema es: no pienses... solo siente - sonrío y le entrego su llave o eso parece porque cuando está por tomar la llave la retengo con fuerza en mi mano, me da cierta satisfacción ver su expresión aun más irritada por esa acción. - Y yo siento que debo invitarte a un trago - suelto la llave - cortesía de la casa y anfitriona. Un fugaz guiño. @@Kathy Daray Van Halen
  11. Mucho tiempo después... casi una vida después. El aire de la noche inflaba mis pulmones al compás de mi respiración. No recordaba cómo eran los rayos del sol, pues últimamente salía tarde de casa y llegaba antes del amanecer. Se me había hecho vicio, uno que entrañaba peligro pero sobre todo adrenalina. Estaba adicta. Resulta a que nuevamente no tenía nada que perder, nada importaba lo suficiente como para pensar con algún tipo de racionalidad, todo lo contrario me adentraba en cualquier aventura sin medir consecuencias. Hasta ahora, había salido airosa. Mis sentidos de súcubo estaban aún más afinados, años tenían de no estar así pero es que eran los mismos que había dejado aquel juego, la cacería de demonios a fin de adquirir su poder, o de humanos con tal satisfacer los más oscuros deseos, había dejado aquella vida con Lilith atrás. Pero ahora volvía a mí esa sed equivalente a la que siente un vampiro de sangre, sed por la fechoría, por el poder… el mal. O quizá solo hacía todo aquello para tener una buena excusa para vestirme así. Una risilla escapa de mis labios sin que nadie la escuche, no ocupaba excusas para vestirme así, ni las ocuparé nunca. – Vete – le digo de pronto a la pelirroja que es mi mejor cómplice cuando andamos de cacería – tengo ganas de un trago pero no contigo Lilith era mi prima, o eso decíamos por falta de una mejor explicación, realmente era un demonio puro, a diferencia mía pues yo aún conservaba mucho de mi humanidad. Una súcubo cuyos mitos la precedían por siglos. La misma que había estado el día de mi conversión y me había educado, o mejor aún maleducado. No me discute y aquello de verdad me sorprende pues es aún más descarada que yo, ella nunca ha conocido la vergüenza. Camino a mi Hotel con el objetivo de vestirme más casual sin pasar por el Castillo aun sorprendida de que Lilith no hubiese reclamado como era tan usual de ella. Hasta sonrío cuando cruzo las puertas dobles de la entrada, el olor de la recepción familiar.
  12. In nomine, Diabulus et Belial, Satan, Lucifer, Astaroth et Yavhe La tierra retumba y reverbera con un tremor que recorre su extensión. A lo lejos, las escasas hojas de un árbol se incendian luego de que un rayo impactara el tronco que las sujeta. Una figura encapuchada hace caso omiso del inhóspito páramo en el que se encuentra y en cambio se interna en la abertura de una enorme piedra que se encuentra en el límite de un pantano. Llueve a cántaros, de sus cabellos negros como la noche que la envuelve, escurre la misma lluvia que no perdona nada a su paso. Dentro de la cueva, hace un calor potente que provoca un leve vapor en el aire, casi asfixiante. Un relámpago ilumina la daga en su mano y sobretodo el punto específico donde el rojo carmesí comienza a manar de su palma, sin que ningún sonido salga de su boca, coloca la palma contra la roca ardiente, como si hubiera allí una cerradura que a simple vista no se puede encontrar. El resultado es inmediato, la roca comienza a abrir un espacio suficiente para poderse adentrar más. El calor ahí es infernal, siendo ésta la definición correcta. Había recorrido aquel mismo camino muchos años antes, parecían demasiados en aquel momento. El sacrificio realizado en aquel momento era diferente, había pagado con más que sangre, había pagado con su propia vida, el momento en que se había convertido en la demonio que era ahora. La advertencia de la voz gélida resuena en su cabeza, no debía volver allí a menos de que estuviera lista para sufrir las consecuencias. Ya no le importaba nada. Ya lo había llorado todo. El camino está hecho de sinuosos escalones hechos de piedras filosas, no camina despacio pero tampoco puede hacerlo rápido cuan irregular resulta cada paso, pero si está marcado de decisión, no hay marcha atrás. Al fondo se aprecia el anaranjado de un fuego que no duerme desde tiempos bíblicos, cánticos, gemidos y gritos parecen entremezclarse conforme la figura femenina alcanza la entrada decorada de figuras aladas. Satania, ferventum, impuru se servento Ya su cuerpo no siente el calor, por el contrario lo agradece, es como sentirse en casa luego de años y años de estar en viaje. Es como alcanzar la redención luego de estar en tantos años de penitencia. missit me dominus missit me diabolus missit me satanas No cesan los cánticos, pero cuando Sophie finalmente asoma a la puerta se detienen por completo. Le dan la bienvenida. No recordará nada al despertar, volvía a regalar su vida, su alma… sus memorias. – Libera me domine de morte aeterna – pronuncian sus labios caro antes de caer en los brazos de su demonio. Sophie había acudido a allí con el único propósito de borrar sus recuerdos, se habría arrancado el corazón si se lo pedían con tal de no pensar más. “Erro pernitionis Venenum pro timai Vade satan In vento del magister Omnis fallacia Ostis manais salutis Ilussia” La maldición estaba sellada, solo rompible con algo tan puro e inocuo como el amor que no volvería de nuevo a su vida. El veneno vivo en sus venas, remarca sus ojos rojos a fuego. Renacida otra vez como súcubo despierta en su cama de la Haughton. Su corazón en paz, sus recuerdos tranquilos. Sus sueños dormidos.
  13. Lilith Lilith no conoce autoridad que le diga que hacer o no. Nunca lo hará. Ninguna persona que le haya dado un orden directa con prepotencia ha vivido para contar su historia. No había quien se jactara más que ella de hacer todo a su antojo y en su momento. Pero disfrutaba más de fingir, de interpretar el más hipócrita de los papeles, como ser recepcionista de un hotel por ejemplo. Tenía sus ventajas pero sobre todo una gran afluencia de víctimas. Algunas que habían sido liberadas y otras que nunca más volverían a cruzar el umbral de aquella piuerta. El vino no tenía en ella el mismo efecto entorpecedor que para algunos humanos, en ella funcinonaba como gasolina en una llama, la aviva y pone aventurera, más que de costumbre. Pero también desafiante, como estaba a punto de experimentar la delgada figura que cruzaba la puerta del hotel. No se le escapó el detalle a la pelirroja de que aquella persona venía en asuntos serios, lo que la hizo sonreír con la más falsa y amable de sus sonrisas, que se tornó gélida al reconocer el rostro de la figura. ¿Por qué Sophie no había mencionado aquella vista? Pudo haberla salvado de aquello, pensaba con amargura. Comienza a hablar sin esperar ninguna invitación. Maleducada. Exige ver a una de las dueñas, ya debería saber que no es usual verlas aquí. Mientras aquellos ojos carmesí recorren la rubia de pies a cabeza, como si fuese una interesante pieza de arte, hasta que lo menciona en su pequeño discurso y provoca que levante las cejas mitad ofendida mitad fascinada. Sabía que no podía pasarse del límite, era la esposa de su "prima". Pero nadie dijo nada de un poco de diversión. - Las dueñas nunca vienen por aquí - responde y se apoya en el escritorio de la recepción dejando ver su pronunciado escote viendo a los ojos de Kyttara, como si esperara la más mínima seña de que ella la observa con algo más de interés. Algo que no sucede en lo más mínimo y su expresión no cambia, sigue con esa mirada despectiva, casi aburrida - pero puedo... - no llegará a terminar su frase... Sophie - puede irse al infierno y volver cuando la llamen - digo evidentemente molesta cuando encuentro la escena. Ella inclinada y provocativa, no ocupo saber más para entender que está tejiendo su trampa, revelando sus intenciones y no lo permitiré jamás - o nunca- recibo la más punzante de sus miradas, pero no tiene ningún efecto en mi aunque igual consigo que en silencio y sin dejar de observar a Kytta que se quite de la recepción, pase cerca de mi arrebatándome la botella de mis manos y desapareciendo camino al bar. Inspiro profundo para ahuyentar el disgusto y me acerco a mi esposa con la más genuina y enamorada de las sonrisas. -Mi vida- susurro besando su mejilla- lamento el encuentro - le digo honesta - pero no te esperaba aquí cielo - noto que anda vestida muy formal. Parece un asunto de trabajo. Me aclaro la garganta y me coloco detrás de la recepción con una sonrisa cómplice. - Sophie Haughton - le tiendo la mano fingiendo, la izquierda con el anillo de bodas - una de las dueñas de Íncubos y Súcubos ¿cómo puedo ayudarte? - pregunto invitándola a sentarse en las cómodas y elegantes sillas frente al escritorio y sentándome yo detrás del mismo.
  14. Sophie y Lilith La pelirroja no ocupa de más invitaciones para darme cada apabullante detalle de su vida personal. Algo en mí recuerda los momentos en que la acompañaba en cada una de sus locuras. Sin miedo a nada, arrogantes al punto del descaro, osadas y asumidas. Pero ahora no sentía miedo, había encontrado una mujer magnífica, dos años han pasado desde que nos conociéramos y no había día que no agradeciera haberla conocido. Ahora en cambio, casi me alarmaba lo que me contaba. - ¿Qué te pasa? - pregunta en evidente molestia cuando me cuenta del segundo amante en su lista de quien sabe cuantos más y no parezco tan entusiasmada como al principio. - Estaba pensando...- y me termino la copa de vino y de inmediato me sirvo más. La recepción sigue tranquila y de pronto un par de huéspedes pasan camino al bar. - Sentimental - vuelve a sentenciar y me provoca reír. - Solo porque no todos elegimos tener tu ritmo de vida no quiere decir que seamos sentimentales. - Tu viviste conmigo un tiempo, mientras te...acostumbrabas. Y era cierto. Justamente fue cuando comenzaba acostumbrarme a mi condición, a sus implicaciones los poderes, los instintos percibidos. - Y mira las locuras que hicimos... A partir de ese momento comenzamos a recordar esas historias qe nos unían. Carcajadas de nuestros labios llenando el lugar. - Háblame del negocio ¿qué hace falta?- tratando de poner algo de seriedad luego de las sórdidas historias, me levantó del sofá -espera iré por otra botella - y camino con la vacía hacia la barra dejando a Lilith en la recepción.
  15. Su gesto muda cuando nos separamos de su abrazo. Su mirada es distante como cuando los pensamientos están tan lejos de donde se encuentra el cuerpo. La ansiedad se acrecienta con cada segundo que el silencio reina en mi habitación, miles de ideas terribles se agolpan por aflorar en mi mente, pero me recuerdo ser precavida y no adelantar ninguna conclusión. En todo caso no augura nada bueno. – Hice un pacto... – comienza e inspiro deliberadamente despacio esperando por más, hasta que me enseña una marca en su muñeca. No recelaba de las marcas, yo misma… no, evito recordar aquello. Pero entonces, una memoria más fuera que las demás, me asalta. Recuerdos de conversaciones con el padre de Evian y sus grandes aspiraciones, tenebrosas, oscuras. La ambición más peligrosa de todas: el poder. Sus ideales eran tan firmes que para cierto momento no le había importado dejarme sola con su hijo apenas en brazos. Continúa su historia sacándome de mi propio ensimismamiento. Cada palabra que pronuncia pareciera como si le pesara, sale honesta y nada censurada. Es tan serio como me había imaginado y debe sentir mis manos frías cuando se coloca a mi altura. Mi expresión es vacante, ausente mientras intento calcular el alcance de lo que ha hecho. Habla del verdadero camino y no puedo evitar desconfiar. No creo en verdades absolutas. Suelto sus manos y me levanto, asomo a la ventana. Que luego cierro con una agitación vaga de mi varita. – Lo que dices es muy serio y no debes repetirlo a nadie más – le advierto. Me descubro más intrigada que preocupada, pues no considera peligrosa la invocación sabía que Evian era un mago poderoso y controlado, cualquier acción que había tomado estaba segura de que él era quien llevaba las riendas. De hecho, estoy intrigada hasta el punto de estar interesada. Una energía me recorre, la adrenalina de tener un propósito – No debemos discutir ningún detalle más sin estar seguros de que nadie no escucha - nunca se puede ser demasiado precavido cuando se trataban temas así. – ¿Quién será el primero? – una sonrisa, siniestra sin duda alguna se dibuja en mi rostro. Con esto confirmo dos cosas: mi voluntad y gusto por las artes oscuras y mi apoyo incondicional a cualquier acción que emprenda Evian a partir de aquel momento.
  16. Hasta que comienza hablar mis nudillos se aflojan alrededor de la varita, lentamente recuperan su color piel reemplazando el blanco que se había acentuado debido a la tensión. Y sí, el recuerdo es claro en mi mente. En media celebración, entre niños muggles que no dejaban de fascinarse por la complejidad de los adornos que gracias a la magia había colocado en nuestra casa, Evian había escapado, haciendo alarde de un temperamento imposible, y su definición de animar la fiesta había sido soltar un boggart escondido en uno de los viejos armarios del ático. Un incidente del que aquellos niños ya no tenían ni siquiera el mínimo rastro, excepto quizá alguna cicatriz emocional de verse enfrentados a su mayor miedo para el momento en que yo había descubierto la escena. - Arruinaste un par de vidas ese día- pero una sonrisa decora mi rostro a pesar de lo lúgubre de las palabras, están dichas en el mejor sentido. Pero no era una risa liviana, ni fácil. Habían muchas preguntas, ninguna era más importante que otra y sin embargo eran todas cruciales. Recelo, tengo diez años de no verlo, es difícil portarse como una madre cariñosa pasado ese tiempo más aun cuando no era mi estilo, al menos no en exceso. Antes de que alcance a decir yo nada más, el continúa, para mi alivio con lo que más me oprime el pecho. ¿Era aquella una visita esporádica? ¿Estaba por verlo irse de nuevo? De ser así ¿estaba preparada? Cada palabra suya tiene un significado profundo, casi misterioso, había que leer entre líneas para realmente comprender la intención detrás. Asiento fijando mis orbes grises en su mirada, una sonrisa curva la comisura de mi boca. - ¿Qué necesitas? - es la primer pregunta, la única realmente importante mientras me siento a su lado - vas a tener que explicarme mucho más - y coloco mi mano en su hombro antes de abrazarlo con fuerza - sabes que haría lo que fuese necesario - confirmo con certeza y confianza.
  17. Una voz, que parece salida más de mi memoria que de la boca de alguien me llama. Un llamado imposible de repeler, el más sutil y apelativo de los llamados. Pero es imposible, o al menos eso piensa mi mente mientras la opresión de la desaparición presiona desde todo ángulo mis sentidos. Estoy por perder la concentración y no pretendo quedar escindida, hago un esfuerzo descomunal y termino en medio de un páramo desolado, un par de conejos salvajes huyendo veloces de mi figura. No importa en donde me encuentre, sé como regresar, pero los nervios me fijan a la tierra que pisan mis sandalias totalmente inapropiadas para aquel terreno. Sé que no estoy en el Castillo Rambaldi, eso está claro. No lo aplazo más y vuelvo a aparecerme directo en mi habitación, esta vez con mi varita en mano. - ¿Quién está ahí? - digo con voz fuerte y segura a través del resquicio abierto de la puerta. No podría ser Evian, no sabía de el en años, apenas lo suficiente para saber que estaba bien, entre los cánones que aplicaban para sus andanzas. Pero no tenía idea que regresaría, era mejor desconfiar a muerte de cualquier persona que se atreviera a llamarme Mami. Mi cabeza trabaja febrilmente, entre ir por Kytta o resolver aquello, pero si era peligroso era mejor no traerla, no me perdonaría nunca que le pasara algo por mi causa, en ese caso sería mejor esperarla a que viniera en lugar de adelantarme a robarla de su Mansión. - Muéstrese – demando abriendo la puerta de golpe con la varita y apuntando directo a la figura que asoma a la puerta y que me observa con igual cantidad de sorpresa que de emoción aputandóle, ahora directo a su corazón. - ¿Evian? - ninguno de los dos baja la guardia, quizá demasiado desconfiados, quizá excesivamente precavidos pero en cualquier caso tercos y decididos a no ceder. Estaba bien, así debíamos ser - ¿ cuando Evian Haughton tenía 5 años, donde celebró su cumpleaños? - para ese momento no me queda duda alguna de que es él, pero es necesaria la pregunta. La comprobación. Mi ojos no lo creen, es todo un hombre ya.
  18. El tiempo no parecía pasar por los resquicios de las paredes del Castillo Haughton, que al menos en su exterior, lucían exactamente igual que cuando los observara por primera vez, todos esos años atrás. Tampoco era capaz de recordar alguna ocasión en la que me hubiera sentida de manera diferente al contemplar aquel edificio, una mezcla no del todo agradable, entre emoción, extrañeza y un dejo de melancolía que terminaba en todo caso haciéndome sonreír. Vuelvo a aparecerme, esta vez directamente en mi habitación puesto si con algo se podía contar era con la certeza de algún drama, discusión, alboroto o amorío pasando en el recibidor del Castillo y prefería evitarme aquello o como mínimo aplazarlo. Porque nada iba a interrumpir aquel momento planeado, aquella escapada con mi esposa. Podíamos vernos en su Mansión, pero lo cierto es que hoy me sentía egoísta y no tenía pensado compartirla con nadie más en al menos… una suficiente cantidad de horas y… ¿quién sabe cuánto es suficiente cuando se ama así? No llamo a mi elfo, me encargo yo misma de encender unas velas arómaticas, de abrir el balcón del que se pueden observar los terrenos, siendo que desde mi habitación se encuenta en el cuarto piso, respiro la brisa del crepúsculo, pronto se esconderá el sol. ¿Estoy nerviosa? no puede ser, creo que en realidad me siento ansiosa, no puedo esperar más, Asegurándome de que todo está listo en mi habitación, que me gusta el conjunto de vestido veraniego, el más colorido que tengo .Vuelvo a desaparecer, no quiero esperarla, la voy a buscar directamente a su mansión para traerla conmigo en aparición conjunta, directo a mi habitación. @Kyttara Gryffindor R.
  19. Y casi se podía escuchar los relojes deteniendo el avanzar de sus manecillas. Sí, el tiempo no era igual cuando estábamos juntas, se ralentizaba y dejaba de ser un concepto importante. Me inunda su aroma, su tacto tan cálido me invita a enamorarme, cada vez que la veo me enamora y no entiendo que ha hecho conmigo que la amo más y más cada día, cada segundo. Me regresa una sonrisa nerviosa, una mirada sonrojada. La mía siempre difiere un poco, quizá el exceso de confianza. Nadie entiende bien como estamos juntas, si somos tan palpablemente diferentes y si me lo preguntaran a mi, en ello yace nuestro secreto. Nuestras diferencias nos regalan esta relación que tenemos, tan variada. Nadie lo entiende pero tampoco a nadie debe importarle si, al final, ella me sigue buscando a mi tanto como ella me busca a mi, eso era lo único importante. - Tanto como yo te he extrañado mi amor - asiento, su mano me provoca un escalofrío que recorre toda mi espina dorsal - ¿ y no venías con los mellizos? - le pregunto mordiendo mi labio para disimular la sonrisa. Escucho lo que tiene que decir de ellos, lo cierto es que quería verlos, pero no más de lo que quería verla a solas. Así que la pinchada de culpabilidad tampoco me duraría mucho, me aseguraría de ir a visitarlos luego, ahora debía aprovechar cada instante con mi prometida. De hecho tenía una sorpresa en ese sentido.... nos debíamos un anillo. - ¿Quieres entrar? - la miro y noto que no nos hemos movido de la puerta - podemos subir a mi habitación- se me sale una sonrisa inapropiada, ya me conoce demasiado bien como para no esperarlas - podemos pasear por el jardín - y en realidad estaba segura de que aquella iba a ser su opción de preferencia. - Pero antes - susurro y la detengo para darle un beso más - te amo.
  20. El viento se cola por mi ventana, pero yo no presto atención a lo que pasa en ese preciso momento. En mi cabeza pasan unas imágenes, del pasado. Hay mucho hielo por doquier y destellos dorados. Aquella primera vez que la vi más allá de mi compañera de trabajo, más allá de bruja que era, aquella vez que la veía como mujer, una excepcional. Aquella vez cuando supe que no podría seguir con mi vida sin ella. En mi mano una brocha de maquillaje reposa cargada de aquel polvo que ayuda a disimular lo pálido de mis mejillas, los labios ya están delineados en un rojo intenso, El cabello lo había recogido en una apretada cola de caballo alta, que dejaba al descubierto mi garganta, las puntas rizadas, aquello no era para nada usual. Volviendo al presente, termino de aplicar el poco maquillaje que alcanzo a usar y camino fuera de la habitación. No puedo esperar un segundo más allí, al menos en el Salón con suerte se me haga mas corta la espera. Y parece que mi coordinación ha sido perfecta, pues bajando hasta la primer planta resuenta el golpeteo en la puerta típico que anuncia un visitante. Me sobresalto de manera tal que me salto una de las escaleras, y caigo un par más abajo, ilesa pero me imagino que blanca como un papel. Suelto una risita histérica antes de echar a andar. Alcanzo finalmente la puerta sin mayor contratiempo, le he ganado a cualquiera de los elfos a abrir. - Hola- digo apenas la abro y es así de informal porque la esperaba con los mellizos, pero me da un vuelco el corazón al notar que viene sola. Inspiro con la emoción haciendo revolear mi corazón - Mi corazón - termino de abrir bien la puerta para dar un paso al frente y tomar su mano - bienvenida - suelto su mano para en realidad depositar el más tierno de los besos en sus labios. Si alguien nos ve o no, poco importa. La amo con todo mi corazón y mi ser. Y ahora estábamos juntas, solas.
  21. No era la primera vez que desaparecía sin aviso alguno del Castillo y no siempre tenía una razón para hacerlo; de hecho, nada lo tenía conmigo, era tan cambiante que ni yo misma me reconocía a veces. Pero la rutina solía ser el máximo detonante y, en muchos sentidos, me sentía demasiado libre y salvaje como para acostumbrarme a ella, por solía escapar. Nunca esperaba una ceremonia de recibimiento, nadie sabía que regresaba hoy y prefería que fuese así, tanto era así que había aparecido directamente en mi habitación. Absorbí por un instante todo con mis ojos: nada parecía haber cambiado; no había un pizca de polvo, los obsesivos elfos jamás lo habrían permitido, pero era notoria la prolongada ausencia, predominaba el olor a abandono y por ello lo primero que hice fue dejar la maleta de mano en la alfombra a los pies de la cama y abrir la ventana de par en para que comience a circular el aire. La brisa olía a fresco y agitó las cortinas con fuerza. Volvía con nuevas metas, energía renovada, mi corazón más enamorado que nunca, sonreí al llegar a este pensamiento y entonces me olvidé de todo lo demás, me había emocionado como adolescente. - Ruiix - el elfo ya esperaba detrás del puerta, parecía nervioso, seguro había pensado que era alguien más en mi habitación. Se veía emocionado de verme en el Castillo, aunque no me daba la bienvenida, me acompañaba en gran parte de mis viajes, nos habíamos despedido apenas una semana antes- Trae a Maite, que quiero enviar una carta - y me siento en el escritorio que tengo frente a mi ventana, con la brisa agitando mi cabellera. Tomando la pluma y de mi puño y letra redacto. Cierro el sobre con la varita y para ese momento Ruiix me espera con Maite, mi lechuza gris que estira con gracia su pata para que yo pueda insertar el pergamino en la bolsita de cuero atada. Le hago cariño en las plumas de su cabeza y ululando se abre camino por la ventana. - Ya sabes el vestido que quiero - le digo a Ruiix con una sonrisa que tira las comisuras de mis labios y camino al cuarto de baño. Quiero estar despampanante para cuando llegue mi novia. OFF: @ mi amora preciosa TE AMO! Tengo de todo menos prisa mi cielo.
  22. Sophie y Lilith Desde tiempos remotos, muggles y magos han intentado modificar el tiempo, manipularlo a su gusto pero no importa cuanto esfuerzo inviertan: el tiempo es inexorable. Es la única variable en esta dimensión que no deja de moverse, no deja de avanzar y su característica más importante es: no se detiene por nadie. El tiempo, el destino nos han traído hasta donde nos encontramos hoy y no podemos hacer nada con aquel que se nos ha escurrido entre las manos, solo podemos intentar hacer algo con el que nos queda, aún sin saber cuanto es. Que el tiempo lo cura todo, es otro decir que carece de sentido hasta que lo experimentas. El nuevo Íncubos y Súcubos se erigía ante mis orbes grises, era tan imposible no recordar como sonreír. Todo un pasado me precede, tanto como a mis socias de negocio, tenemos cien páginas de historia de aquel lugar que sin duda alguna había visto demasiadas escenas, incluso peleas. Pero el pasado, se llama así porque ya pasó y da paso a un presente. Y por eso habíamos remodelado todo el Motel. Tomo la única llave dorada que tengo en el bolsillo y abro las puertas dobles, todo en el interior huele a nuevo, a limpio y renovado. Me coloco detrás del recibidor y todo está en perfecto orden, ni un asomo de polvo. Suspiro, feliz de estar de nuevo allí con todas las heridas sanas, con todos los malentendidos aclarados. - Tan sentimental como siempre - alzo la vista y me encuentro con los ojos carmesí de la pelirroja que arruina todo mi buen humor. - ¿Qué haces aquí? - Aquí trabajo y vivo ¿no recuerdas? - con el ceño fruncido asiento. Lo había olvidado pero me alegraba saber que seguía atendiendo en aquel lugar - hasta lleva mi nombre el lugar - la veo respingada en el sofá de la entrada, su vestido tiene una abertura en una de sus piernas, yo había cambiado quizá demasiado, aquella Súcubo nada en lo absoluto - No siempre fui sentimental...- repongo enfurruñada. - Siempre - repone sin dejarme continuar - puedo hacerte una lista si quieres... - Creí que vivías de cama en cama - le interrumpo también. - También - y sonríe con su típico descaro. No puedo evitar reírme y acercarme. - Vamos, cuéntame de tu vida mientras viene un cliente o alguna de las otras dueñas - digo rindiéndome y sentándome a compartir una copa de vino con la otra súcubo. Sus andanzas siempre merecían la pena ser escuchadas y algún momento, antes de todo esto, también merecía la pena vivirlas. Ahora no, me había enamorado de nuevo.
  23. Una hoja seca era arrastrada por la brisa otoñal, no era dueña de su rumbo pero, por un instante se queda atrapada contra el tronco de un árbol y aunque sus bordes se agitan no es capaz de despegarse de la corteza y avanzar. Un viento austral sopla más fuerte y entonces escapa, logra continuar y cae en un extenso lago, cuyo drenaje es una catarata río abajo… nunca más aquella hoja se sentirá seca, ahora se nutre del agua del lago… se nutre de su amor… Despierto de golpe, pero sin exaltación alguna, no había sido una pesadilla, más bien un sueño, más parecido a una lección de vida, yo soy la hoja y he encontrado mi lago. Hoy es San Valentín. No era muy asidua de celebrar las fechas que otras personas encontraba emocionales, quizá porque no era el ser social por excelencia, a menos de que tuviera algún interés personal, mortífaga en muchos sentidos. Pero desde hace algún tiempo que no soy del todo yo, ni solo yo. 'El día de los enamorados” llegaba como una excusa para dejarle saber una vez más a la mujer que había llegado para cambiar mi vida y pisando fuerte, cuando la adoraba y necesitaba en mi vida. Cuanto se había robado mi corazón y hasta mi alma de tener alguna aún. Había tomado aquella siesta con la intención de despertar fresca y energizada. Tomar una ducha y salir a festejar con mi novia lo que sabía sería una esplédida velada en su compañía. Todo estaba planificado,. El vestido era del mismo color que la plata, con adornos de piedras brillantes a la altura del busto y en el ajuste de la cintura, ajustado hasta casi las rodillas y luego suelto. El peinado, con ayuda de la magia, convirtió mis largas hebras de cabello negro azulado en un elegante moño con apenas un mechón medio suelto a la altura del rostro. Una pizca de orgullo y unos ojos grises me devuelven la mirada en el espejo. La varita en la cartera de mano, pues aunque quería creer que nada pasaría, aquellas ocasiones especiales eran perfectas para algún imprevisto. Llegando a Hogwarts, es obvio que no soy allí de las primeras personas en hacer aparición pero tampoco de las últimas. El lugar parece de ensueño, saltaba a la vista que no habían escatimado ningún medio para convertirlo en un ambiente del cuál era fácil contagiarse o enamorarse con solo caminar por sus inmediaciones. Quizá por distraída es que no la escucho llegar, solo siento sus delicadas manos y escucho la voz que hace saltar mis latidos. Tomo sus manos entre las mías, o al menos eso intento, porque cuando siento sus labios en mi descubierto cuello, estremecen hasta mi médula. Me giro y mi mirada recorre los detalles de su hermoso vestido blanco, su peinado, toda ella me enamora más cada vez que la veo y algo así debe decirle mi sonrisa y el cómo tomo su mano con la mía. - Era, acaba de llegar una chica que me arrebató mi lugar -la beso, porque no importa que nos vean, no somos un secreto – y mi aliento - susurro contra sus labios. - Está irreconocible este lugar – repongo mientras tomo su mano para avanzar entre las mil decoraciones, personas y parejas que se comenzaban a acumular - ¿tienes alguna idea a donde deberíamos ir?- le pregunto y aunque me fascinan algunos detalles mi atención completa es suya. - Tu conoces mejor que yo - agrego sontiendo, perdiéndome entre sus ojos. Segura de que no importa hacia donde señale, yo iré con ella. @
  24. @@Monica Malfoy Haughton Hola Moni! Me paso para que no creas que no he visto la mención y además para explicarte que me gustaría poder tenerte una respuesta sin embargo la verdad no he sido capaz de contactar más con Vale por tanto no sabría decirte si seguiráa y de hacerlo si había elegido que la familia fuese adoptiva o sanguínea! Así que bueno, lamento no poder aclarar la duda y más bien gracias, nunca se te escapa nada Saludos H's
  25. @ValeskAndre Hola Vale!!! yo me estreso por muy poquito pero creo que lo importante es que hayas logrado llegar no? <3 Vengo a ofrecerme con mucho cariño a ser tu mami en esta familia!! y cuidarte y nu abandonarte como los papis perdidos *es que me ha dado ternura verla triste por eso* asi que dime si te parece bien, yo tambien prometo ser buena mami * omito parte de mi despiste * y tu hermana y yo te podremos consentir mucho. escribeme un mp o dejame la respuesta aqui

Sobre nosotros:

Harrylatino.org es una comunidad de fans del mundo mágico creado por JK Rowling, amantes de la fantasía y del rol. Nuestros inicios se remontan al año 2001 y nuestros más de 40.000 usuarios pertenecen a todos los países de habla hispana.

Nos gustan los mundos de fantasía y somos apasionados del rol, por lo que, si alguna vez quisiste vivir y sentirte como un mago, éste es tu lugar.

¡Vive la Magia!

×
×
  • Crear nuevo...

Información importante

We have placed cookies on your device to help make this website better. You can adjust your cookie settings, otherwise we'll assume you're okay to continue. Al continuar navegando aceptas nuestros Términos de uso, Normas y Política de privacidad.